Hola a todo aquel que pase por aquí. Ninguno de los personajes me pertenece. Esta historia no sigue la línea de la historia original. Gracias por leer.


Capítulo 3: Órden

La guardia real estaba perpleja. Habían recibido órdenes de no molestar al Rey y cada uno, ya habiendo recibido un solo golpe por su parte habían aprendido a obedecerlo, inclusive, aunque ellos consideraran que estaba en peligro. El caso era que el su queridísimo Rey no estaba en peligro, más bien estaba siendo…infantil.

Una cosa era querer pasar su tiempo libre de la manera más amena posible, según sus propios parámetros, y la otra, muy distinta, era haberse obsesionado con aquella chica que ya le había costado a cada uno un soberano regaño. Ellos habrían podido ir a buscarla si se hubieran enterado al menos de que había desaparecido. Pouf de seguro se habría disuelto en disculpas y rogado por su perdón ante semejante descuido. Pero el Rey no había dicho nada, simplemente no les había pedido nada y eso comenzaba a ponerlos nerviosos.

Faltaban dos días para la selección si no contaban parte de esa noche que ya se les comenzaba a hacer eterna y la situación comenzaba a preocuparles de verdad. Ya había sido suficiente con que los mandara a volar lejos de su presencia, como para que ahora se hallaran frente a una situación que no podían controlar de ninguna forma.

Él había dicho "Vengan aquí" y ellos habían obedecido al segundo, esperando ordenes o alguna pregunta acerca de lo que sucedería dentro de los siguientes días, lo que nunca esperaron fue la imagen que se les presento como una sonora alarma en sus cabezas, esa imagen que, aunque quisieran, no podrían borrarse y a la que aun sin saberlo, supieron, tendrían que acostumbrarse a ver.

Komugi acurrucada en los brazos del Rey, durmiendo plácidamente continuo en su mundo febril sin saber nada de lo que sucedía a su alrededor. La guardia real trago pesado y al unísono. Fue un presentimiento más que una certeza, pero algo pregonaba que todo estaba por cambiar.

Justo ahí. Justo ahora.

-"Pitou"-La mencionada levanto levemente la cabeza, lo suficiente como para continuar viendo hacia el suelo y no a su Rey, que sentado sobre la enorme silla del trono sostenía a la chica humana

-"Mi Señor"-Humildad y obediencia, esos eran sus deberes. Proteger al Rey ante todo. Haría lo que fuese por él, aunque eso tuviese que ver con la molesta niña de cabello blanco.

-"¿Puedes sentir a Komugi?"-La pregunta la dejo por un segundo descolocada, lo suficiente como para que vacilara por tan solo un segundo, lo cual fue suficiente para que Rey volviese a dirigirse hacia su persona-"Si mientes te matare"- Pitou guardo silencio eh intento sentir a la chica, sabía dónde estaba, es más, si alzaba tan solo un poco mas la vista habría podido verla nuevamente cobijada en los brazos de su señor, durmiendo temblorosa por la fiebre, entonces…

-"No señor…no puedo"-Estaba anonadada. No podía sentir nada más que el aura asesina del Rey, pero de la niña…no había nada más que el sonido de su respiración, si no hubiese sido por ese detalle habría creído que estaba muerta y que el Rey no abrazaba otra cosa más que un simple cadáver- "De verdad no puedo sentirla"-

-"Pouf, Youpi, hago la misma pregunta, ¿Pueden sentirla?"- Pouf bajo la cabeza deseando enterrarla bajo el concreto del palacio. Ya había sido demasiado tener que ver y conservar la imagen de la niña en los brazos de su queridísimo Rey, y ahora debía contestar lo mismo que Pitou, y lo mismo que estaba seguro que contestaría Youpi, que siendo menos discreto que los otros dos guardias, había abierto la boca de par en par en cuanto su señor había hecho la pregunta por primera vez.

-"No señor…"- Resonó al unísono. Nadie podía sentirla, y nadie de ellos se había dado cuenta. ¿Pero cómo era posible?

-"¿Lo sabían? ¿Sabían que no era posible sentirla ni ubicar su presencia en ninguna parte?"-La respuesta a esa pregunta podía costarles el cuello. Pitou tuvo cuidado de responder a sabiendas que no había forma de mentir.

-"Sabíamos donde estaba porque se le ordenaba permanecer en un lugar…pero nunca intentamos buscarla por otro medio… "-

-"Es decir, que ella podría haberse paseado por cualquier parte del palacio, incluso llegar hasta mí, y ninguno de ustedes lo habría notado ¿No es así?"-

-"¡Mi señor!"-Exclamo Pouf horrorizado. Jamás habían reparado en el hecho de que la niña era prácticamente invisible una vez desaparecía de su vista, pero aquella humana parecía tan insignificante que jamás habrían pensado en que podía llegar a ser una amenaza para el Rey-

-"¡Silencio!"-Muy a su pesar Pouf y los demás aguardaron por un castigo, lejos de eso el Rey más tranquilo de que ninguno de sus guardias estuviese ocultándole algo miro sin disimulo y con curiosidad la carga que contenían sus brazos. Komugi se estremeció levemente y el volvió a acercarla si es que se podía un poco más contra sí, quizá no podía darle mucho calor, pero la niña parecía contentarse con aquellos suaves apretones y volvía a quedarse tranquila apoyada contra su pecho. Sin dejar de verla medito por unos segundos en lo que quería hacer ahora -"Yo tampoco puedo sentirla"-El reconocimiento por parte del Rey de este ínfimo detalle lejos de ayudar volvió a causarles un dejo de incertidumbre. Si el mismo Rey no podía sentirla entonces algo no estaba bien- "Y no entiendo porque, dijeron que era un ser humano común y corriente ¿Fui engañado?"-La pregunta era para todos, pero como siempre Pouf tomo la palabra en su defensa, contrariado por la situación.

-"Jamás nos atreveríamos a mentirle mi señor…"-Eso el Rey lo sabía, pero no le servía de nada.

-"Quiero respuestas, no me importa si sabían de esto o no"- Pitou se apresuró y volvió a interceder.

-"Cuando la examine no note nada anormal, la mujer tiene el cuerpo de un ser humano, posee algunas cicatrices pero estas no proceden de cirugías así que no posee ningún órgano desconocido"-El Rey no pudo evitar fruncir levemente el ceño

-"¿Cicatrices?"-Pitou se reprendió de forma interna. Su propio nerviosismo sumado al hecho de que no había reparado en algo tan sencillo como que la chica no tenía una gota de aura habían logrado que hablase demás

-"S-si…algunas son muy antiguas, pero…"-

-"¿Por qué no fui informado?"-Pitou no sabía cómo responder a eso, así que aun sabiéndose muerta opto por lo único que le quedaba. Decir la verdad.

-"No lo considere importante, me disculpo mi señor"- El Rey volvió a mirar hacia abajo, contrariado, ¿Tenía cicatrices? ¿Antiguas? Mas preguntas volvieron a surgir y ninguna respuesta lo está satisfaciendo.

-"Desde ahora todo lo que tenga que ver con ella me será informado, yo decido lo que es importante"-Notando el tono de insatisfacción en su voz el que se apresuró a hablar esta vez antes de que alguien más siguiera metiéndose hasta el cuello de fango fue el propio Youpi, ya evidentemente recuperado de su sorpresa inicial.

-"Díganos que es lo que desea y se lo concederemos señor, estamos para servirle"- El Rey por primera vez en esa noche les dedico lo más parecido a una sonrisa, algo similar a una mueca, solo para volver a centrar su vista en la chica. Desde ahí ejecuto sus ordenes

-"Pouf, Youpi, quiero que averigüen quien es ella, de donde vino exactamente, quiero todo en detalle"- miro a Komugi, medito un segundo más y agrego, luego de recordar que en sus primeros intentos por derrotarla usando una estrategia estúpida había averiguado un poco sobre su vida-"No tienen permitido matar a su familia, pero utilicen los medios necesarios para obtener toda la información que puedan"-Los guardias mencionados muy a su pesar asintieron ante las nuevas órdenes-"Y Pitou"-La recién nombrada pudo sentir la ira asesina de su líder emanar en su dirección, su voz volvía a sonar irremediablemente amenazante-"Te quedaras, y mientras proteges el palacio me explicaras, sin obviar nada, que fue lo que encontraste en el cuerpo de Komugi…ya tienen sus órdenes"-

Con un suave "Mi señor", Pouf y Youpi desaparecieron en el acto dejando a la desgraciada Pitou en medio de la sala del trono. Ellos se habían salvado por ahora, con algo de suerte ella también se salvaría si sabía usar bien sus palabras y no cometía más errores, de otra forma Pouf tendría que ordenar al volver que limpiaran nuevamente la alfombra de la sala del trono. La felina por su parte trago pesado y espero a que su líder acomodara nuevamente a la niña que se había movido levemente mientras hablaba. Su voz irascible le dio inicio a su monologo.

-"¿Tendré que repetirlo? Comienza de una vez"- Y ella de alguna forma. Lo hizo.

Ya lejos del palacio el de alas de mariposa había comenzado a soltar la lengua como siempre que hacía cuando se hallaba ante algo que no podía controlar

-"Esto se está empezando a salir de toda norma. El Rey tiene otras prioridades que está dejando de lado, ¡Todo por culpa de esa chica humana!, casi me siento arrepentido de haber enviado a esos guardias para que le dieran un escarmiento, también en cierto que debimos notar su falta de aura, ¡OH!, ¿Pero que estoy diciendo?, ¡debí ser el primero en notarlo!, si hubiese sido una amenaza lo habría detectado de inmediato, pero ese ser es tan inferior que no pude darme cuenta, pero es mi culpa claramente, todo el día a su lado viéndolos jugar, debí …"-Youpi volando a toda velocidad junto a Pouf no dijo una sola palabra ante el nuevo monologo de Pouf que como siempre hacia suyo cualquier evento que tuviese que ver con el Rey. Pese a no tener el intelecto de los otros dos, pensaba de una forma claramente distinta.

Komugi solo era un juguete, uno que ahora resultaba claramente interesante para su líder. Siendo sincero el también comenzaba a sentirse…curioso por la naturaleza de la chica. Que un ser vivo, cualquiera fuese careciera de aura era anormal eso era un hecho. Pero ese no era el punto, lo que importaba en este caso es que ella era el juguete del Rey. Y nadie tocaba lo que era del Rey y mucho menos le ocultaba cosas sobre él. Cuando su curiosidad fuese saciada, ella acabaría en el mismo lugar que todos los demás. Y el orden se vería restablecido. Era sencillo. Para Youpi todo era mucho más sencillo. Por lo que ignorando los alaridos del Pouf y su eterno dramatismo apuro aún más la marcha. Tenían que terminar con sus preguntas de inmediato. De otra forma. Ya no habría quién ordenase que limpiaran la alfombra.


Continuara...