Capítulo 4: Interrogatorio
Komugi se hallaba de nuevo en ese sueño que tenía siempre que su conciencia podía más que su propio cuerpo. Lo había soñado tantas veces, pero, aun así, siempre se maravillaba y como podía conservaba y atesoraba los recuerdos del mismo, porque ella jamás había podido ver, pero en ese mundo imaginario donde todo era posible ella podía vislumbrar lo que conocemos como colores y formas, y discernir entre lo que era luz y oscuridad.
Comenzaba con la luz como un hilo en medio de una planicie negra y vacía, y esta luz crecía hasta formar una figura, una que podía reconocer gracias al tacto de algo que ya había sentido antes bajo sus dedos.
Un árbol sin hojas, un árbol enorme, iluminado del color más hermoso que había visto en su vida, era lo que primero decoraba la escena, luego le venía aquello que no entendía, porque ella solo era una niña ciega, y no comprendía de colores ni de sueños.
El árbol era dorado y de sus ramas caídas y tristes esferas de colores comenzaban a descender. Ella no podía darles nombre a esos colores, pero podía otorgarles tamaños y de las 5 esferas una era suya, la más grande, la más brillante. Esa era su esfera, aún sin comprender cómo ni por qué estaba segura de que aquel brillo le correspondía. Pero luego, como si de una pesadilla se tratase, todas las esferas comenzaban a deformarse y huían de las ramas que debían ser su hogar…tenían miedo y se refugiaban en la que simbolizaba su propia persona. No lo entendía solo podía decir que lo sabía. Sin explicación. Y entonces las ramas que antes contenían las esferas más pequeñas se apagaban, se marchitaban, y morían. Todo sucedía de forma lenta hasta que la última rama caía solo para desaparecer en el abismo de la oscuridad, y el orbe conteniendo a las demás esperaba, hasta que aquel hermoso árbol terminaba por apagarse hasta ser solo una sombra oscurecida, dejando solo dos círculos de luz. Uno pequeño y titilante, y otro enorme, que lejos de apagarse se hacía más grande, inmenso, tan enorme que parecía que fuese a estallar de pronto.
Entonces escuchaba esa voz que la llamaba, una voz pequeña que no podía reconocer, porque nunca nadie la ha llamado así.
¡One-sama regresa! Era la pequeña esfera la que gritaba, la que le rogaba en medio de la oscuridad y la luz. ¿Pero qué significa? ¿Por qué no podía contestarle? Con su conciencia resquebrajándose intentaba hablar, gritar, aunque nada se escuchara.
¿Regresar? ¿A dónde? ¿Quién eres? ¿¡Por favor, dime quién eres!?
Siempre pedía lo mismo, pero nunca nadie le contestaba, quizá porque su voz no salía, quizá porque su mente no podía gritar como aquel pequeño orbe que parpadeaba débilmente en medio de un árbol que moría. No lo sabía, no lo entendía. Y la suplicaba se incrementaba, se hacía tan grande como su propia figura celeste.
¡REGRESA ONE-SAMA!
Y con un estallido su propio orbe que no paraba de crecer, absorbiendo la luz de las demás, colapsaba ante tanta luz. Explotaba. Todo se volvía blanco, brillante y destruía todo a su paso.
¡REGRESA!
-¡Komugi!-
Lo primero que escucho de forma tangible fue su nombre, pero aún presa de ese sueño que siempre la mantenía en vilo, tardo en ubicarse en el mundo real. El Rey mirándola directamente no perdió detalle de todos sus gestos. Había comenzado con un pequeño temblor en sus brazos, nada más que eso, Pitou aun estando en la sala del trono había captado el momento exacto en que la niña había comenzado a estremecerse, pero lejos de ayudar solo pudo observar como él joven líder intentado mantener su compostura seria y estoica intentaba bajo sus brazos controlar aquel impulso nervioso, pero definitivamente todo se había ido por un barranco cuando la chica comenzó a llorar. No hubo sollozos ni gritos, solo lagrimas cayendo en torrente. Entonces Komugi presa de su sueño y pesadilla había apretado los dientes y contraído su cuerpo por completo. El Rey anonadado nuevamente había pedido respuestas de forma inmediata
-"¿¡Qué le sucede!?"- No lo sabía. Pese a su basto conocimiento medico Pitou no comprendía el nuevo estado de Komugi. La fiebre, aunque aún presente había comenzado a bajar, había estado en silencio la última hora sin emitir más sonido que el de su propia respiración. ¿Qué se suponía que debía hacer? Su único consejo fue obvio
-"Mi señor, tiene que despertarla"- Y el Rey la llamo, remeciéndola, acercándola a su propio cuerpo frío y duro. Una vez. Dos veces y luego una tercera vez.
-"¡Komugi!"- Y la chica despertó, si es que a eso se le podía llamar despertar. Sus manos aún cerradas en puño junto a las lágrimas que aun seguían rodando por sus mejillas daban Fe del terror que había vivido en algún lugar de su subconsciente. Tenía los ojos abiertos de par en par como si lo viera todo y al mismo tiempo nada. Pitou por primera vez en esa noche sintió algo más que solo obediencia y se atrevió a acercarse más para verla, sintiendo lo mismo que su propio Rey.
Curiosidad.
Pero la voz de la pequeña como una daga traspaso sus oídos dejándolos nuevamente callados y expectantes.
-"No sé, donde…estás,…lo siento…lo siento…no puedo ir por ti…"- Luego había cerrado los ojos, relajado su cuerpo y vuelto a dormirse. El Rey se tomó un minuto eterno para meditar. No entendía que estaba pasando, no sabía "Porque" exactamente estaba pasando, pero entre más tiempo pasaba más seguro estaba de que lo que tenía en sus brazos no era una simple niña. Y la respuesta venía en camino.
Sintiendo a los guardias que había enviado en búsqueda de información entrar en el perímetro del palacio sintió algo parecido al alivio. Estaba por obtener respuestas, o al menos eso pensó por un momento, porque sintiendo plenamente la pesadumbre del aura de ambas hormigas un mal presentimiento se alojó en su garganta como un grito.
No le gustaban los secretos, ni aquello que no podía comprender, podía terminar con ella y con todo en ese mismo segundo, pero matar a Komugi solo dejaría un sabor amargo de incertidumbre en su boca junto con aquel grito frustrado que no logro escapar. El sonido de pasos en dirección al trono y las cabezas gachas de sus guardias solo confirmaron sus sospechas.
Sea lo que fuese, no era bueno.
Los tres guardias del rey comprendían el correcto significado de insignificante. Porque ellos comparados con su Rey solo eran otro grupo de súbditos inferiores a él. Era por eso y por su voto de sumisión que Youpi y Pouff no encontraban las palabras adecuadas para explicar lo que había pasado. No es que ellos hubiesen ido en contra de los deseos de su Rey, sino que los acontecimientos se habían suscitado de forma irremediable, y antes de que pudieran siquiera comprender la situación, esta les había explotado en la cara.
Literalmente.
Cubiertos aún con sangre, ambos guardias intentaron explicar todo lo que había pasado, sintiéndose inútiles y culpables, porque lejos de darle respuestas a su Rey, sabían que le estaban entregando más preguntas. Y eso no es lo que él les había pedido. Y de cierta forma habían desobedecido sus órdenes. Con la voz apretada Pouff había sido tan sincero como se lo permitió su propia sorpresa.
Habían llegado al hogar de Komugi y lejos de asustar o matar a cualquier persona que se les acercara, que era lo que Youpi hubiese preferido hacer habían decidido utilizar las esporas de Pouff para conseguir la mayor cantidad de información posible sin utilizar nada de fuerza bruta. De esta forma entrarían y saldrían del lugar sin causar mayor impacto en la extraña vivienda.
La tropa de niños y algunos adultos habían caído enseguida; como si les cantaran una canción de cuna soltaron todo lo que tenían en las manos y se sentaron en el mismo lugar en que estaban, así ambos avanzaron entre ellos en completo silencio. Luego entraron a la casa y tras un leve vistazo encontraron a la madre sentada en la cocina y al padre en el granero. Youpi fue a por él, y con ambos juntos cuestionaron de dónde venía Komugi. Querían saber cuándo y cómo había nacido la chica y si se había presentado alguna anormalidad durante su gestación o después de su nacimiento. Hipnotizados ambos padres debían decir la verdad, pero en vez de una respuesta solo obtuvieron dos frases
"No es nuestra hija"
"No podemos hablar de eso"
Youpi dudo de la efectividad de las esporas de Pouff, y este, aunque se sintió ofendido opto por rociarlos un poco más, después intentaron preguntar de nuevo. Pero obtuvieron la misma respuesta
"No podemos hablar de eso"
La sorpresa paso rápido y llego entonces la frustración y la impaciencia. Pouf intentando serenarse entonces había cambiado la pregunta
"¿Por qué no pueden decir nada sobre Komugi?"
Sumidos en las esporas del guardia los padres volvieron a hablar al unísono.
"Es una orden"
Esta frase que no entregaba nada de información y solo generaba más preguntas termino desesperando a Youpi, quien tomando por la roída camisa al padre lo agito en el aire
¿Quién se los ordeno?
Y entonces había ocurrido. Ambos padres se habían echado a temblar y habían abierto sus ojos en un estado de terror puro que penetro en la habitación como si alguien hubiese llenado el aire con fango, haciendo imposible la respiración. Fue tarde, y ninguno de los padres pudo contener las palabras que salieron obligadas de su boca por culpa de las esporas de Pouf.
"La voz…la voz de la caja"
No pudieron preguntar nada más después de esto. Como si se tratase de una maldición que condenase cualquier información con respecto a ese tema, o sobre la niña en cuestión, ambos humanos se comprimieron sobre si mismos en una fracción de medio segundo solo para estallar en una bola de sangre que pulverizo hasta sus huesos.
No habían querido matarlos, pero tampoco habían podido detener nada de lo que paso. Tras este suceso ambos guardias habían salido al exterior solo para encontrarse con la misma escena brutal sobre todo el campo que había sido la residencia de la chica. Solo sangre y nada más. Los únicos que habían sobrevivido a la masacre eran los niños; menores de edad que probablemente no estaban relacionados con el tema y no poseían nada de información. Habían fracasado. No tenían respuestas para su señor y tampoco habían obedecido sus órdenes de no lastimar a la familia. Había sido un error magnánimo.
-"Los padres…la familia en general exceptuando a los menores…están muertos…no comprendemos realmente que sucedió"- termino por confesar Pouff clavando su cabeza contra el suelo esperando ser castigado.
El Rey analizo todo lo que sus guardias le habían descrito. Su curiosidad crecía minuto a minuto. No estaba realmente molesto por la muerte de toda esa gente. Había sido un simple descuido no darse cuenta de que el problema no eran las esporas de Pouff sino la maldición atada a las preguntas que ellos estaban haciendo a la pareja de humanos. La pregunta los había condenado. Pouff y Youpi en si los habían matado, solo que sin saber. Ofuscado y confundido el Rey apretó los dientes. Solo podría obtener información de la propia chica que ahora dormida se había mantenido tranquila aferrada a su pecho, aún sin dejar de llorar en silencio. Pouf y Youpi demasiado culpables como para emitir algún comentario se habían abstenido de decirle algo a su Rey con respecto a esto y habían optado por agachar la cabeza con total resiliencia.
Enfocando su mirada en el cielo del palacio, el nuevo líder se dio cuenta que no tendría otra forma de conseguir tranquilidad a sus preguntas más que por medio de la propia Komugi. Con un gesto de su mano y un seco "retírense", sus guardias fueron despreciados de la sala del trono. Era consciente que debería esperar a que la niña se encontrara en condiciones de hablar, y más aún de que no aceptaría los balbuceos habituales como una respuesta. Komugi se había mostrado sincera y transparente. Con media sonrisa el Rey pensó para si de forma burlona que quizá solo necesitaba algo de suerte y tiempo.
Komugi no estaba segura de cómo había llegado a ese punto. Se había despertado flotando en la nada, contra algo duro y frio que emitía ruido. Aquel sonido era cálido y constante y le habían mantenido amodorrada hasta ese momento. No había hecho preguntas y tampoco había cuestionado a donde se dirigía su cuerpo. Se sentía cansada, como si hubiera estado corriendo sin control a un lugar que jamás logro llegar y solo fue consciente de que era dejada en el suelo cuando la enorme almohada toco su espalda.
El joven líder la había observado abrir los ojos lentamente y así como despertaba y volvía en sí, él se había encaminado a los almohadones que había ordenado traer para dejar a Komugi. Pitou le había explicado de la manera más concisa de las marcas y heridas de la chica, y no deseando herirla más había dispuesto cada manta y almohada de manera que estuviera cómoda. Quizá no era necesario, quizá tan solo era una tontería banal, pero no le había importado exigirlo. Después de todo su autoridad le permitía darle ciertos lujos a una simple campesina, ella era su invitada o algo así, era difícil hasta para el darle un grado de importancia a una simple niña humana.
Quería respuestas. Eso era todo. Eso prefería creer.
Sin embargo, debió volver a sopesar sus pensamientos cuando se vio obligado a dejarla. No quería, pero debía. ¿Por qué no quería? Bueno. Eso podría dejarlo a su conciencia para más tarde en su cómoda soledad.
Por su parte Komugi se movió inquieta en cuanto fue abandonada en la suavidad y alejada de ese sonido constante y cálido que le otorgaba tranquilidad, el rey la miro curioso levantar los brazos y aferrar el aire. Miles de preguntas y ninguna respuesta. Se mordió los labios. Trago pesado. Seguía siendo el Rey y su título significa algo más que un nombre. No podía demostrar que le importaba más de lo necesario. Y sin embargo ahí estaba cargándola. Cobijándola y cuidando de que nada más le sucediera. ¿Qué sucedía con él?
-"Komugi, ¿Ya estas despierta?"-la niña de ojos celestes abrió los ojos. No vio nada. Aquello significaba que estaba en el mundo real nuevamente. No más luz. No más esferas ni voces que no lograba comprender. Su cuerpo le dolía y su cabeza parecía danzar con furia. Estaba despierta era un hecho
-"Líder…supremo…"-su voz sonó rasposa, aun así , sintiéndose seca por dentro intento hablar lo mejor que pudo, casi a sabiendas de lo que vendría. Porque la certeza de haber hecho algo incorrecto era tan tangible como el suelo que la sostenía. La voz a su lado sonaba tensa, dura eh inflexible. Había llegado el momento. Estando preparada o no, sabía que ese era el momento
-"Quiero que me contestes con la verdad" -Komugi no podía hacer otra cosa que decir la verdad, era un defecto, su maldición, pero aun sabiendo esto asintió obediente-"Me estas ocultando algo, ¿No es así?"- Apretando los labios de manera inconsciente, La niña rezo en su cabeza danzante a quien fuese que estuviese escuchando por alguien que la rescatara de la terrible verdad. Si. Ocultaba algo. Su propia vida era algo que siempre se había mantenido bajo una sombra mucho más densa a la de su propia ceguera. Ocultaba la realidad en sí misma, pues no conocía su pasado y su presente era una mancha negra con sabor a metal y tristeza. Pero no era su culpa. Se lo habían pedido. Se lo habían ordenado. ¿Podría decir algo en su favor antes de aceptar su castigo?
-"Si…"-Su voz en un hilo, y las lágrimas que comenzaban a asomarse por entre sus ojos delataban más de lo que ella misma podía siquiera decir en palabras. Por primera vez en su corta vida el líder vacilo. No sabía exactamente que preguntar. La chica, aunque despierta parecía delirar entre la realidad y la fantasía. Era su oportunidad, sin embargo, algo lo hacía sentir inseguro. Obviando todo intento proseguir.
-"Nadie en este castillo puede sentir tu presencia,… ¿sabes de lo que hablo?"-Komugi envuelta en la tersura de las hebras que la abrazaban hablo casi sin ser consciente
-"No…si….no lo sé….no lo entiendo líder supremo"- el Rey intento hacer otra pregunta pero antes de poder formularla Komugi volvió a hablar-"Puedo ver cosas…pero no es correcto…así que no las veo, está prohibido, me dijeron que estaba prohibido, pero sabía que usted se daría cuenta… lo siento…"-Komugi cerró los ojos esperando su castigo y aguardo pacientemente a que el líder hablara. Este por su parte se quedó varado en el lado más ausente de su conciencia mientras la voz de Komugi seguía rebotando entre las paredes y sus propios oídos.
"Si... No lo sé… Prohibido"
El Rey había hecho un estudio exhaustivo en la niña, buscando con su Nen alguna marca o evidencia de maldición que pudiera provocar los mismos acontecimientos que Pouf y Youpi habían observado en la casa de Komugi, en el fondo de su ser la idea de provocarle daño causaba que su propio cuerpo se comprimiera con violencia, le generaba dolor; sin saber por qué. Su curiosidad rozaba una línea delgada con algo más que no podía ni deseaba comprender. Le importaba, ¿pero era solo para satisfacer su curiosidad? Sin poder diferenciar sus propios sentimientos, el Rey opto por ser inflexible sin tener otras opciones
"Komugi… ¿cómo fue que naciste?" Era una pregunta sencilla, algo con lo que empezar, pero la chica solo pudo estremecerse aterrada antes de que sin parar temblar intentara explicarle
"No lo sé…a Komugi la encontraron…y ellos aceptaron ser mi familia…pero no sé quién es mi verdadera madre…no conozco a mi padre…" Comprendiendo en parte la adopción de la chica, el Rey intento unir los puntos, tratando de entender como la había sentido por un segundo en medio del palacio antes de que se desmayara contra él.
"Komugi… ¿Qué es lo que hiciste antes?, dices que hay cosas prohibidas, ya no son prohibidas, yo soy el Rey, dime que es lo que te prohibieron"
Komugi abrió los ojos de golpe y recordó todas las palabras de sus supuestos padres. Sintiendo que de alguna forma cortaban parte de las cadenas que la ataban Komugi vacilo un segundo al verse sorprendida antes de hablar, con los ojos envueltos en lágrimas al darse cuenta que era la primera vez que alguien le permitía hablar libremente de lo que era capaz de ver y sentir a su alrededor
"yo…yo veo cosas…" logro decir aun envuelta en la fiebre y la sorpresa que la hacía mover los labios sin casi darse cuenta de que aún nadie la golpeaba por decir esa simple frase "las veo…pero duele…por eso no debo verlas…" El Rey claramente sorprendido de su propia sinceridad estudio a profundidad sus palabras. Le dolía verlo, y se lo habían prohibido los humanos que la aceptaron. Había algo más que se escapaba de sus manos, algo que no podía entender
"Hazlo…trata de verme, aunque no puedas" termino por ordenar, sin saber a lo que aferrarse ante tan poca información junto a tantas ideas y dudas. Para su propia sorpresa Komugi lejos de negarse se apresuró como siempre a obedecer pese al miedo que sentía, por lo que aferrándose como podía a la blanda cama se incorporó y abrió sus ojos con evidente sobreesfuerzo, antes de quedarse quieta y mirarle fijamente.
Viéndola rodeada de pronto de un fuego blanco infranqueable por escasos cinco segundos Komugi se permitió verlo, rodeándolo con su aura que de golpe absorbió todo a su alrededor antes de caer nuevamente contra las almohadas claramente adolorida de haber seguido sus órdenes. Sintiendo que traspasaban su cabeza con agujas Komugi fue obligada a detenerse. Dolía. Dolía demasiado.
Sin embargo, todo esto había esclarecido varias cosas. Cuando Komugi miro a su líder, algo se había manifestado sobre ella. Con clara sorpresa el Rey de las hormigas logro ver un símbolo que jamás había visto junto a un sello sobre este comenzar a formarse sobre su cabeza, como protegiendo el símbolo que no fue capaz de leer, pues se trataba de un idioma distinto a cualquiera que hubiera visto o estudiado, ya que no eran letras en si, sino una imagen. Por eso no podía verla, aquello contenía lo que fuese que guardaba Komugi junto a incluso su aura que solo de intentar dejarla salir un poco había revelado un fuerte poder, pues para su propia sorpresa las llamas lejos de hacerle daño se habían desprendido de ella rodeando todo a su alrededor. Mordiéndose un dedo con ansiedad al ver a la chica respirar agitadamente mientras intentaba sostener su propia cabeza ante el dolor el joven líder contemplo por un segundo sus opciones antes de ponerse de pie.
"Quiero que te quedes aquí y descanses" Abriendo los ojos aún en medio de la oscuridad Komugi parpadeo confundida, al verla el Rey volvió a ser claro ante sus dudas, pues notaba el miedo que sentía de estar a su lado, como si aun temiera ser reprendida por haber seguido sus órdenes "Volveré a buscarte, no quiero que vuelvas a merodear sola, si necesitas algo házmelo saber de inmediato" Girándose ahora sorprendido de sus propias palabras que dejaban entre ver cierta preocupación por ella intento no pensar en ello mientras se encaminaba a su propio salón donde al primer llamado silencioso sus guardias reales volvieron a presentarse frente a del.
Pouff que ya estaba en ese momento al borde mismo de la histeria al verse rechazados de estar a su lado cuando interrogaba a la mujer espero que la chica humana hubiera finalmente calmado la curiosidad de su líder, para que todo volviera a su curso normal, mientras que Pitou mucho más curiosa que él y sin tenerle realmente tener rabia o el evidente recelo de Pouff a la chica humana ansiaba saber que había descubierto su Rey. Sin embargo, todos volvieron a quedarse pasmados cuando tras mantenerse pensativo, su líder les daba una nueva orden.
"Traigan todos los libros sobre lenguaje y lingüística que encuentren, no importa el idioma, los quiero en mi trono enseguida" Ordeno sin mirar a ninguno de sus lacayos, con su visión fija en aquel símbolo que había visto por escasos segundos antes de aquel sello lo cubriera. Confundidos, los tres alzaron apenas la vista ante la extraña petición antes de asentir y comenzar a reunir lo que les habían pedido ya sin poder replicar. Para esas alturas, tanto Pouff como Youpi decidieron omitir cualquier comentario que delatara que todo lo que su líder solicitaba se hacía cada vez más contraproducente, ya que lejos de pensar en la selección o en sus propios deberes el Rey ahora parecía haber poco menos que renunciado a todo lo que por derecho le pertenecía para concentrarse en "esa molesta niña", Pitou en cambio había guardado silencio y buscado a conciencia tratando de que su Rey consiguiera las respuestas que buscaba, pues sintiendo como su propio estomago se cerraba, temía por las represalias de conocer la inminente verdad que su líder buscaba.
Tras varias horas donde nuevamente la guardia real fue despreciada tras conseguir todos los libros que su líder les había pedido, Meruem encerrándose en su sala del trono se dedicó por horas a leer intentando averiguar lo que había visto. Tras el paso de casi medio día donde había sentido a su propia guardia merodear más no acercarse, pues se los había prohibido a menos que tuvieran que informarle sobre la chica aún enferma, se puso de pie con frustración, mientras sin dejar de estrujar el libro que cargaba entre sus dedos intentaba nuevamente analizar la pequeña visión que Komugi le había mostrado, tratando de buscar algo que no hubiera advertido, algo que se le hubiera pasado y que ahora pudiera darle una idea o de que al menos le diera una pista de lo que debía buscar, y sin encontrar nada que se pareciera a lo que había visto y bastante molesto había revisado cada uno de los textos sin hallar absolutamente nada y esto estaba comenzando a fastidiarle al no encontrar ni siquiera algo que se asemejara a la marca que había visto sobre la cabeza de la niña termino por ofuscarse al sentir su sangre hervir al no comprender ni siquiera lo que había podido ver, aunque fuese por escasos segundos.
¿Qué rayos era eso?
Paseándose por el pasillo y dirigiéndose a su biblioteca se adentró de nuevo en soledad, intentando encontrar una respuesta, aunque ni si quiera sabía que buscar. Inmerso en sus cavilaciones y sintiendo que su ira iba en aumento sus pies dieron con algunos libros que regados por el suelo lo obligaron a mirar hacia abajo. Fue tan solo una de mirada de soslayo, algo que cualquier otro día ni siquiera habría notado de no estar tan enfocado en su búsqueda. Debajo del libro que había pisado, otro mucho mas pequeño de color negro oscuro se asomaba, y en la esquina del lomo había una figura, algo que se le asemejaba a lo que la chica llevaba sobre su cabeza como una marca ahora protegida por aquel sello también extraño.
Tratando de no delatar su propia euforia, eh inclinándose para tomarlo dejo caer el libro que estaba sobre el a sus pies sin cuidado, absorto en el volumen negro que sin letras que comprendiera volvió a dejarlo perdido al darse cuenta al abrirlo que todo estaba escrito en ese extraño lenguaje. Nuevamente molesto al estar tan cerca, pero a la vez tan lejos no pudo evitar alzar la voz para llamar a uno de sus guardias, sintiendo en si la necesidad de arrancarle la cabeza a alguien si no comenzaba a recibir respuestas.
"¡PITOU!" Ante el llamado exasperado de su Rey, la pobre hormiga inclinando su cabeza incluso antes de aterrizar frente a él retuvo el aire, a sabiendas de que las palabras que salieran ahora de su boca debían ser las correctas o su propia cabeza rodaría. Para su sorpresa su Líder levantando el libro abierto frente a ella solo tenía una pregunta "¿¡Que es esto!?" con evidente curiosidad Pitou miro igual de sorprendida las extrañas letras antes de apresurarse a contestar al reconocer rápidamente lo que veía
"Creo… creo que son runas nórdicas mi señor…" Aun sin luces Meruem lanzándole el libro a ella, que enseguida lo cogió antes de que cayera, fue autoritario
"Léelo" Helada Pituo agachando la cabeza intento ser sincera y tragando pesado se explico
"Mi señor, sus órdenes son mi deseo…pero las runas no pueden leerse, cada símbolo representa algo, no es un libro de letras, es de representaciones, si me señala alguna podría intentar…"-Sin querer seguir escuchándole y arrebatándole nuevamente el libro a Pituo de las manos el Rey comenzó a pasar las páginas con desesperación paseando sus ojos por cada símbolo, deteniéndose al llegar justo al medio del libro, y ver el símbolo que buscaba en medio de las dos hojas centrales. Girándose volvió a mostrárselo a Pitou que con la boca seca lo vio acercarse de nuevo
"Esto, este símbolo, letra o lo que sea, dime que es esto" Pese a sentir pánico en un principio, Pituo volvió a sentir su corazón volver a latir cuando reconoció el enorme símbolo dibujado con tinta en medio de las dos paginas.
"Ese es el símbolo del Yggdraasil mi señor…simboliza el universo por la antigua cultura nórdica…se dice que este refleja el centro entre el mundo de los dieses y la tierra…" Abriendo los ojos, sorprendido, antes de mirar la página nuevamente con aquellas extrañas letras indescifrables frente a lo que parecía un árbol Meruem no pudo evitar volver a preguntar
"¿Nórdico? ¿Dioses?" Asintiendo al escuchar sus dudas Pituo siguió hablando, tratando de ser clara y escueta, temiendo nuevamente a la ira de su líder que parecía haberse calmado notoriamente al tener algunas respuestas
"La antigua cultura humana tiene como parte de sus creencias que el inicio de esta tierra fue creada por distintos dioses, estos habitaron este mundo y su propio universo, la cultura nórdica es muy antigua, hablamos de que esto se habló solo hasta el octavo siglo…y que esto precede una creencia casi arcaica…pero ese símbolo es el reflejo de conexión entre el mundo donde vivían estos dioses y los propios humanos debajo de ellos, un símbolo de vida eterna que contenía el universo como tal…en simples palabra ese símbolo es la representación del universo, el de los Dioses que crearon la tierra y su propio mundo..." Esperando haber sido clara, Pitou espero más preguntas o instrucciones, pero sin escuchar nada de vuelta se atrevió a levantar levemente la cabeza, solo para ver a su Rey con una cara de perplejidad y sorpresa absoluta. Meruem tratando de analizarlo todo y cerrando el libro se giró sin volver a dirigirle la palabra a su guardia y apurando sus pasos se dirigió a la pieza de Komugi, ardiendo de emoción al darse cuenta de que quizá había encontrado algo más grande de lo que pensaba.
Pitou siendo abandonada en la habitación y dándose cuenta de a donde se dirigía ahora su líder guardo silencio hasta que este desapareció de su vista, pues sin habla y sin dejar de pensar en la imagen que había visto, ella misma comenzó a preguntarse que había hallado su Rey y que pintaba aquella niña en todo este asunto cuando su primera y única duda había sido por qué no era posible detectarla de ninguna forma.
Meruem por otra parte y abriendose paso de golpe ante las dos puertas de la habitación que encerraban a la chica para pasar, volvió a quedarse por un segundo perplejo ante la visión de la pequeña niña, que claramente aun afiebrada sobre la cama, lloraba en silencio mientras mantenía la vista fija en el techo, inmóvil sobre la cama.
Había vuelto a soñar aquel sueño que poco a poco se tornaba en una pesadilla ante esa pequeña voz que la llamaba desesperada y que le pedía regresar. Tras despertar y con la ropa completamente mojada solo había podido permanecer estática mirando hacia arriba aterrada sin ver nada en lo absoluto. No sabía que era lo que veía y tampoco comprendía lo que debía hacer eh intentaba entender por sí misma porque no podía dejar de ver lo mismo una y otra vez. Había jugado Gungi toda su vida, intentando aislar todo aquello que no lograba comprender, pero ahora que el propio líder supremo le había permitido hablar, una enorme duda se había centrado en su cabeza. Siempre había aceptado su realidad, era ciega, torpe eh ingenua, no habría sido capaz de robar una mísera migaja de pan incluso muriendo de hambre y agradecía que, aunque nunca la hubieran querido al menos le dieran de comer y cuidado por así decir cuando era un infante, ella había aceptado como era su vida, como funcionaba el mundo, pero sin sus ataduras principales su mente prodigiosa había empezado a moverse en otras direcciones. Nunca le habían permitido hacer nada que no beneficiara a la familia, pues, aunque era una carga era quien mantenía a las más de 17 personas que vivían a su lado, aunque apenas le dirigieran la palabra. Ahora sin sus cadenas principales su mente se había disparado y empezado asimilar lentamente que algo le faltaba y aterrada continuaba escuchando aquella voz pequeña que le llamaba, incluso estando despierta.
Tenía miedo y aun mayor que eso tristeza, pues, aunque había entendido la realidad en la que debía vivir, esta no estaba carente de dolor, y se había dado cuenta que no había dejado de sentirlo en ningún punto de su vida. Un simple soldado en su tablilla de Gungi, alguien que podía ser eliminado sin pena, pues era usado para distraer y crear mayores defensas. Inmersa en lo que había visto y aterrada de sus propias cadenas rotas se había mantenido apegada a la suave cama, enterrando los dedos en las mantas, mientras aquella voz seguía resonando pese a estar consciente
El Rey que no conocía sus sueños, pues no había preguntado por ellos, se quedó paralizado por un segundo al verla estremecerse contra la cama, con la mirada fija en algún punto del enorme techo aunque no viera nada, antes de seguir avanzando eh inclinarse junto a la cama que estaba pegada al suelo; una orden que había efectuado por miedo a que ciega rodara y se cayera; eh intentando averiguar porque lloraba de esa forma donde con los ojos fijos en el techo aquella agua seguía manando de sus ojos, no pudo detener su propia mano que casi por inercia se alzó despacio hasta caer en su cabello ahora suelto.
"¿Komugi?" Ante la voz del líder supremo, la chica aun inmersa en su terror trato de sacar su propia voz al sentir su mano, logrando apenas sacar un par de sílabas que solo denotaban su propio deber de responder a alguien tan magnánimo como él, pues para ella, nada tenía sentido para esas alturas. Que el propio Rey aceptara cuidarla y además darle cosas tan costosas como una cama u almohadas para descansar sobraban en su vida. Así que, obligando a su garganta y a su propio cuerpo a responder, reacciono de inmediato "¿Qué necesita…líder supremo?" musito con un hilo de voz. Meruem tenía muchas preguntas, había estado por matar a dos de sus guardias en las últimas 48 horas y, aun así, contesto algo que ni siquiera era lo que quería escuchar, pues pese a buscar respuestas su mente se había nublado al ver sus ojos celestes llorar en silencio
"¿Por qué estás llorando?" La pregunta se le salió sin más, pese a todas las otras. Sabía que nadie había entrado en la habitación, porque no había pedido nada, ni comida ni agua ni ningún tipo de analgésico que aplacara su fiebre, tampoco habían revisado sus heridas, pues molesto había notado como muchas de las vendas se hallaban cubiertas de sangre ya seca y sin poder entender todo esto se dio cuenta que ni siquiera se había movido desde que se fue. "¿Qué te duele? Puedo hacer que te revisen, no me importa" Había dicho tras pegarle un leve vistazo y verla mojada y afiebrada contra la cama en el suelo "Puedo ordenar más ropa para ti, está ya no te sirve" Aseguro al ver como estaba rota y llena del sudor de terror de la niña que sin dejar de temblar solo pudo negar lentamente ante no poder moverse de otra forma
"Esta…bien…lo siento "había logrado decir la chica aun con la voz pequeña que no dejaba de llamarla comenzar a alejarse "Solo tengo …miedo" Meruem imponiendo su presciencia y su propio nen se apropió de todo el castillo de golpe, y declarando su propia autoridad se dirigió entonces a la chica, molesto que temiera incluso con él en la misma habitación.
"Eres mi invitada, no existe un ser más fuerte que yo, no tienes que tener miedo, nada puede hacerte daño si estás conmigo" Komugi sin sentir nada en lo absoluto solo pudo seguir estremeciéndose sin saber qué decir, pues pese a no sentir ninguna sensación de peligro pese al aura fiero de su líder permaneció igual y lejos de contestar, decidió hacer una pregunta
"Líder supremo… ¿Alguna vez ha tenido miedo de algo…que no puede ver?" Sorprendido nuevamente el Rey miro con curiosidad a la chica que afiebrada parecía hablar sin ser consciente
"¿De algo que no veo? yo puedo verlo todo" Declaro nuevamente sin comprender la pregunta. Komugi inmersa aún en sus cavilaciones entonces se giró levemente en dirección a su voz, tratando de no aterrarse más ante su siguiente petición que parecía escapar de su propio ser
"Si lo ve todo… ¿puede decirme que debo hacer?" Nuevamente sin entender nada Meruem miro vacilante a la chica, que espero unos segundos antes de confesar lo que pasaba dentro de su mente "Alguien me llama…siempre que duermo sueño con una voz que me llama…y no sé dónde está, ¿Puede usted decírmelo?" Claramente sorprendido el Rey sentándose a su lado finalmente y tras mucho tratar de sentir a alguien más en el castillo que no fuese su propia servidumbre y guardias le pidió que fuera más clara
"¿Qué sueñas exactamente? Quiero que me lo cuentes con todo detalle ahora mismo" Sin poder evitarlo Komugi se estremeció, pero como siempre y forzando su propia voz a salir se lo explico lentamente tratando de no olvidar nada. Tras terminar Meruem volvió a sentir un leve hormigueo en su cuerpo, pues lo que había soñado la chica parecía relacionado con el símbolo sobre su cabeza y con todo lo que Pituo había descrito para él. Sintiendo como la ansiedad por saber la verdad sobre la chica que entre jadeos intentaba permanecer consciente comenzaba a invadirlo trato de discernir cuál sería su siguiente movimiento y sin más ideas que la más evidente se ganó frente a la chica nuevamente, casi sentándose a ahorcadas sobre ella sin si quiera preguntar o explicarse. Komugi congelada y sin palabras se había quedado paralizada y echado a temblar al sentir al Rey subirse sobre su cuerpo para poner ambas manos rodeando su cabeza, dejando ambos pulgares sobre su frente como si tratase de apretarla, cerrando los ojos mientras las lágrimas nuevamente se le saltaban pese tratar de contenerse y temiendo que aquel sería su final por revelar algo que quizá no debía se volvió a sorprender cuando los dedos del Rey comenzaron a moverse con suavidad sobre su frente.
"No hagas eso" Escucho que le decía justo frente a ella de pronto, volviendo a dejarla anonadada y perdida.
El Rey lejos de querer hacerle daño solo quería verificar que no había nada interno que pudiera causarle problemas ahora que se había decidido por sí mismo a quitar aquel sello de su cabeza y al verla temblar y llorar le había objetado que dejara de hacerlo de la única forma que se le ocurrió al sentir todo su cuerpo estremecerse debajo de él. No le molestaba que llorara, pero de alguna forma odiaba que lo hiciera por su causa. Komugi claramente nerviosa al tener al Rey encima de ella no sabía que hacer o decir pues nunca había estado en una situación parecida en donde no hubiera golpes de por medio y aun afiebrada no pudo evitar comenzar a sonrojarse lentamente hasta sentir que toda su cara ardía ante la cercanía del Rey y de sus propias manos que acariciaban su cabeza, nadie le había dado cariño antes y aunque esta no era la verdadera intención por la que Meruem movía sus dedos sobre su cabeza y cabello había optado por permanecer lo más tranquila posible al sentirse de alguna forma querida. Meruem que se había concentrado en revisarla tanto con su propio nen como con sus manos y tras verificar que no había nada que fuese a impedirle ejecutar sus siguientes acciones miro hacia abajo al notar como la temperatura de la chica se había incrementado de golpe y enfocándose en su rostro volvió a quedarse descolocado al verla completamente roja y avergonzada debajo de él y aún más extrañado se preguntó porque en vez de molestarle le gustaba verla con aquella cara de incomprensión y completamente roja mientras le miraba sin verlo.
"¿Por qué estas tan roja?" Pregunto sin apartar sus manos de ellas, volviendo a hablarle con el rostro casi pegado al de ella. Al escuchar de nuevo la voz del Rey Komugi pego un pequeño salto sin proponérselo al sentirlo tan cerca de sí misma y tartamudeando sin poder contenerse trato de explicarle
"Es…es que us-ted…está…" ¿Qué frase debía usar? ¿Podía decirle al Rey que estaba encima de ella y que por eso ahora parecía un farol a punto de incendiarse y que aquella leve caricia en su cabeza era algo nuevo para ella y que no sabía cómo tomarla? Tratando de respirar y serenarse completo su frase, pues pese a ser una tonta sin remedio también era una persona incapaz de mentir.
"Está…en-cima, de mi" Meruem sin entender nada aún volvió a acercarse aún más a ella sin comprender
"¿Y? ¿Te molesta?" Helada Komugi reacciono enseguida moviendo la cabeza negativamente y alzando como podía sus manos aprisionadas debajo del cuerpo del contrario, trato de disculparse al pensar que quizá había ofendido al Rey
"¡No!, no, no, es solo…que nadie…se me había cercado tanto…ni…acariciado la cabeza…" Comprendiendo que Komugi había malinterpretado su simple inspección como una muestra de cariño iba a corregirla cuando viéndola ahora más roja que antes no le apeteció hacer eso, pues no le molestaba aquella cara avergonzada, más bien le había causado curiosidad su reacción y aunque jamás diría que le había gustado que asegurara que no le molestaba que el poco menos estuviera casi aplastándola no había podido evitar sentir un pequeño hormigueo al verla sonrojarse de esa manera solo por poner sus manos sobre su cabeza. Tratando de pasar todo esto por alto al darse cuenta que su propia cara había empezado a arder después de escucharla, Meruem trato de volver a concentrarse, pues, aunque no presentía peligro no sabía lo que sucedería cuando intentara romper el sello de Komugi, así que volviendo a serenarse y sin decirle nada más a la chica de momento volvió a posicionar sus dedos sobre la cabeza de la niña y tras pensárselo unos segundos termino por dirigirse a ella
"Komugi, cuando te lo diga, quiero que intentes verme, y que mantengas lo que haces hasta que yo lo ordene, ¿comprendido?" Saliendo de su vergüenza inicial Komugi nerviosa alzo nuevamente la vista con las manos de Meruem sobre su cabeza. No sabía porque le pedía esto y asustada se preguntó si podría cumplir con su orden, pues el dolor que aquello le causaba le hacía imposible mantenerlo por más de algunos segundos. Notando el miedo de la chica el Rey trato entonces de darle instrucciones para que se calmara
"Respira profundamente y cuando te lo ordene mírame, no debes tener miedo cuando yo este, ya te lo dije" Komugi recordando sus palabras asintió y respiro profundamente, sintiendo en su corazón que algo, ya fuese bueno o malo, estaba por suceder, y cuando estaba por exhalar el Rey al ver su cuerpo relajarse grito
"¡Ahora!" Aferrándose con las manos a la cama Komugi abrió sus ojos dejando nuevamente que aquella sensación de estar abriendo sus ojos de nuevo como si algo los cubriera se abriera paso, dejando que finalmente parte de su propia aura saliera hacia afuera, rodeando la cama y al mismo Meruem con aquel fuego blanco que el Rey había visto antes. Al mismo tiempo el Rey canalizando su propia energía comenzó a hacer presión con su Nen sobre la base de su cabeza al ver tanto el símbolo como el sello aparecer. Komugi resistiendo y sintiendo que sus propios ojos comenzarían a incendiarse si no los cerraba quiso gritar al sentir que algo parecía atravesar su cabeza, pero pese a que ahora las lágrimas caían sin control debido al sobreesfuerzo y al dolor no pudo hacer más que seguir forzándose a mantenerlos abiertos mientras el Rey aplicando toda la fuerza de su Nen contra ese sello vio para su propia sorpresa inicial que le repelía, igualando su propia fuerza. Haciendo más presión y centrando toda su aura solo en el sello vio como las llamas blancas aumentaban en tamaño y densidad, lo estaba consiguiendo, solo que lentamente y notando además a la chica comenzar romper sin ser consciente las propias sabanas de la cama al aferrarse a ellas con demasiada fuerza ante el dolor que de seguro estaba sintiendo trato con todas sus fuerzas de romper el sello de una vez por todas, pero en cuanto lo hizo aquella barrera reaccionando de alguna forma había hecho rebotar esa misma fuerza contra él, lanzándolo hacia atrás, separándolo del cuerpo de la chica que inerte se desplomo contra la cama.
Meruem, en el suelo y al menos a cinco metros de la cama miro confundido a la chica y sus propias manos sin comprender que había sucedido, de alguna forma el sello al verse casi roto parecía haber estallado con furia contra sus manos con una fuerza mayor a la que él había podido mantener y viéndose apartado de golpe como si lo hubieran golpeado el sello aún ser quitado volvió a desaparecer y con ello las llamas blancas que había visto salir del cuerpo de Komugi.
Sin comprender como no había podido quitarla no tardo en darse cuenta de que, aunque sonara descabellado y casi imposible en su propia mente, su fuerza no era suficiente para romperlo, y molesto había vuelto a pararse de un salto para pedirle a Komugi volviera a hacer lo mismo cuando había notado que la cama antes blanca ahora estaba llena de sangre. Las heridas de Komugi se habían abierto, y todo su delgado cuerpo estaba empapado en sudor. Tratando de contener la hemorragia que nacía de su espalda la giro con cuidado y rasgo la tela sin comprender como era posible que la chica sangrara tanto, pero no bien hubo hecho esta acción volvió a quedarse estático cuando horrorizado había notado que sus heridas no eran "superficiales" ni "simples rasguños" como le había asegurado Pouff en un pobre intento por calmar su ira cuando la había encontrado ese día atada en el cuarto y que Pituo cuando había descrito sus "heridas antiguas" realmente no había sido clara con él, pues la espalda de Komugi estaba llena de cortes como si durante toda su vida hubiera estado siendo azotada y todas estas heridas aunque probablemente estaban en su mayoría cerradas habían vuelto a abrirse ante su propio sobreesfuerzo y la presión que el mismo había causado en su cuerpo.
Usando la misma tela empapada cubrió la herida de la espalda tratando de detener todo aquel desastre, y furioso volvió a llamar a su guardia
"¡PITOU!" Apareciendo incluso antes de completar su nombre la recién llegada miro espantada a su líder que con las manos cubiertas de sangre se giró para ordenarle que atendiera a la chica que nuevamente inconsciente ya no se movía ni siquiera para estremecerse. Sin que su propio líder tuviera que repetir su orden y habiendo sentido junto a todo el palacio tanto el aura de su Líder intensificarse como el de la propia Komugi antes de que esta última volviera a desaparecer, los guardias habían quedado aterrados al sentir una fuerza igual a la de su Rey y habían esperado por eternos segundos que cualquiera fuera llamado, solo para saber que había sucedido, y siendo Pituo la primera había esperado más preguntas y no aquel escenario.
Destruyendo lo que quedaba de la ropa de la chica y apresurándose tanto como podía al ver la cantidad de sangre que perdía, Pituo invoco enseguida a Doctor Blythe y sin saber que decirle a su líder que pasmado se giró en cuanto vio que rompía la única prenda que cubría su cuerpo. Tratando de detener la ira que comenzaba a reflejarse de forma asesina, el Rey se enfocó en pensar mientras sentía a Pitou ir y venir por la habitación, eliminando las sábanas cubiertas de sangre y buscando ropa para la chica inconsciente, aun así, su propia conciencia como una entidad cruel sin remedio volvió a recordar y remarcar lo que ya sabía.
No pudiste romper el sello…
Agito la cabeza, debía pensar en la solución, debía saber la verdad, pero ¿Cómo? Komugi ahora estaba nuevamente inconsciente, no podía si quiera recurrir a ella, al menos para calmar su colera, pues sus propias heridas evidenciaban que había pasado por más de lo que incluso había imaginado hasta ese momento ¿Qué le habían estado haciendo los humanos mientras vivía con ellos? ¿No la cuidaban?
No pudiste romper el sello…
Pouff le había mentido cuando hablo de sus heridas, Pituo no había sido honesta o al menos no había evidenciado nada de lo que había visto en su charla. Hablo de cicatrices, no de la continuidad de estas ni de lo que seguro ella misma había sospechado al revisarla. No le había dicho todo.
No pudiste romper ese maldito sello…
Y si, ya sabía que no había roto el sello y que solo le había provocado dolor a Komugi cuando incluso le había repetido que estaba a salvo si estaba a su lado y ella había confiado en él y obedecido, incluso temiendo ser castigada por únicamente decir la verdad.
Esto no se va a quedar así…
Por supuesto que no, ya fuese que tuviera que el mismo alimentarse como un poseso de otros seres para romper aquella maldita cosa y liberar el símbolo que se escondía y bailaba burlón frente a él, nada lo detendría. Fue entonces que se percató de algo que no había logrado discernir.
¿Por qué ella tenía un sello sobre aquella marca? ¿Quién se lo había puesto? ¿Cuál era la finalidad de que ella no pudiera si quiera demostrar por medio de su aura que estaba viva? Komugi era en sí misma una interrogante, no conocía como había llegado a este mundo, sus padres le eran desconocidos y le habían prohibido al parecer firmemente no decir nada a nadie sobre lo que era capaz de hacer, y el propio sello le causaba dolor si intentaba pasar sobre él.
Sintiendo a Pituo acercarse a él tras haber vuelto a cubrir a la chica con un nuevo camisón que podría abotonar en cuanto Doctor Blythe viera acabada su tarea contra su espalda Meruem se giró con su aura asesina aun rodeándole, pero sin nadie con quien más compartir lo que pensaba y viendo como la chica aunque solo se estremecía al menos ahora daba algunas señales de vida exhalo el aire que ni siquiera sabía que había estado conteniendo y comenzó a hablar con Pituo casi sin ser consciente pero necesitando liberar su evidente frustración.
"Komugi tiene un sello…algo que encierra el símbolo que te enseñe en la biblioteca…"Pituo helada y claramente contrariada de que su Rey finalmente quisiera hablar nuevamente tras haber estado dando órdenes sin más palabras guardo silencio y escucho con atención, pues aunque jamás fuese a decirlo en voz alta, y ninguno de los tres guardias reales quisiera realmente admitirlo, su líder parecía genuinamente preocupado por la chica humana, lo cual no sabían cómo tomar, pues él nunca había evidenciado algo así por nadie, y viendo que esto ya no parecía un simple capricho Pituo intento como siempre ayudarle, aunque tampoco entendía del todo como hacerlo. Meruem por su parte siguió hablando con ella o más bien soltando frases sin saber a quién dirigirse al volver a enfocar sus ojos en la chica de cabello blanco. "No entiendo porque alguien pondría un sello de esa magnitud en ella, es inofensiva en todos los sentidos, sin embargo, su fuerza parece contenida y ni si propia aura puede salir al exterior…no lo entiendo" Pituo mirando también a la chica dudo un segundo ante de decir algo, pero decidida a mitigar las preocupaciones de su líder termino por explicarle su propia idea
"Mi señor no cree… ¿Qué ese sello es para ocultarla?" Mirando a Pituo como si se hubiera congelado Meruem guardo silencio, lo que le dio pie a su guardia para seguir hablando "No sé lo que estaba haciendo antes, pero…sentimos una fuerza enorme, un aura que…" viendo que dudaba y daba vueltas Meruem fue severo, pues no tenía ánimos de discutir y quería que de una vez por todas le dijera lo que pensaba
"Dilo de una vez" Asintiéndose eh inclinándose al hablar pues no era capaz de soportar su mirada mientras le decía lo que pensaba Pituo trato de ser lo más escueta posible
"El Aura que sentimos se parecía mucho al suyo…mi señor…en magnitud" Meruem apretando las manos en puño, aunque también lo sabía volvió a sentir una ligera euforia. Komugi no era una simple niña estaba seguro de ello y por eso es que estaba tan molesto y sin mirar a su guardia le hablo nuevamente, con una mezcla de enojo y emoción
"Lo que intente fue quitarle el sello…" Helada Pituo miro nuevamente a su líder, expectante "Pero como ya te habrás dado cuenta fracase, el sello me repelió con la misma fuerza que yo aplique y no logre conseguir más que esto" Declaro apuntando a la dormida chica que ya nuevamente dormida y con todas sus heridas cerradas se mantenía afiebrada y boca abajo.
Pituo enseguida quiso ofrecer su ayuda, pero mordiéndose la lengua se abstuvo de decir algo más, pues si le ofrecía su ayuda para retirar el sello podía ofenderlo o que pensara que no era capaz de realizar por sí mismo la tarea que el mismo se había adjudicado, pero nuevamente para su sorpresa, y sin nada que perder y claramente emocionado de su propio descubrimiento el Rey al ver la entidad creada con Nen de Doctor Blythe desaparecer al terminar de curar a la chica se había acercado a ella y tras cerrar el mismo el camisón tras verificar que las heridas que poseía Komugi eran levemente visibles ahora y se hallaban cerradas, llamo a sus otros dos guardias, que frente a él y poniéndose al corriente de lo que sucedía de boca de su propio líder que no sintió pena alguna en confesar que había fracasado en su primer intento de quitarle el sello les planteo que entre los cuatro lo volvieran a intentar en cuanto la chica regresara a la conciencia
Los tres guardias que le habrían dado sus extremidades si este se los pedía, enseguida aceptaron, pero la realidad era que ninguno sabía cómo sentirse con todo lo que ahora sabían y con la propia petición de su líder.
Pouff se había sentido en el quinto cielo al ser llamado por su Rey y que de paso este le pidiera ayuda le hizo tener que contener sus propias lágrimas de alegría, sin embargo, estaba preocupado, porque, aunque no le importaba la chica de ninguna forma, por el sí moría o estallaba en pedazos junto con el sello no podría importarle menos, pero al igual que los demás había sentido aquella intensa aura casi angelical que le había corroído hasta los mismos huesos. Era terrible, y al mismo tiempo comenzaba a aceptar a regañadientes que a su Rey le interesaba averiguar la verdad sobre la chica humana, y si era importante para él, entonces haría cualquier cosa aunque tuviera que acercarse a esa miserable niña, si esto lo hacía feliz, lo haría, no le importaba nada más, por lo que agradecido de esta nueva oportunidad de poder estar a su lado y además ayudarlo Pouff se inclinó con tal vehemencia que su cabeza casi toco el suelo, feliz de que quizá de alguna forma esto hiciera que perdiera su interés en ella al ver cumplido con esta tarea.
"Señor, haremos lo que quiera por usted, y podemos hacerlo inmediatamente si lo desea" Para sorpresa de todos Meruem cruzado de brazos con la chica dormida tras su espalda negó
"No se puede" Sorprendidos todos volvieron a levantar la cabeza extrañados, Meruem apoyando sobre su mentón medito mientras encontraba la forma de explicar lo que sucedía "El sello solo se manifiesta cuando ella abre los ojos" Sin comprender pues la chica era ciega y aunque la habían visto abrir los ojos no habían observado nada anormal como un sello gigante de Nen sobre su cabeza vieron como su líder se giraba para hablar nuevamente contrariado al explicar algo que no podía ver ni él mismo "Así es como lo llama ella, logra ver pero de una forma en la que solo ve el aura de la gente, como si abriera los ojos dos veces, no ve cosas, pero si puede detectar sus presencias, la vida en general…y sus sueños son… " sin querer ahondar más en esto termino por volver a mirar a su guardia "Nadie puede sentirla, así que sería una estupidez que la vigilen desde sus puestos, yo me quedare con ella, vigilen, y manténganse alerta, no deseo invitados" Aseguro dejando su aura asesina volver a manifestarse, pues debido a que la chica aún se mantenía dormida y afiebrada no quería que nadie molestara a Komugi de ninguna forma, para que pronto pudiera repetir sus acciones, que esperaba está vez rindieran frutos.
Siendo enviados nuevamente a sus posiciones los tres guardias antes de separarse y alejados de la habitación de la niña guardaron silencio uno al lado del otro. Sus deberes eran una prioridad, pero Youpi que se había mantenido callado durante todo ese tiempo termino por explotar
"¿¡Qué demonios fue eso!? ¡Esa mujer ya era muy extraña, y ahora lo es aún más!, pensé que se aburriría, pero esto es…" Pouff que comprendía de sobra su molestia igualmente se manifestó
"Esa niña no ha sido más que un problema…si hubiera sabido el inconveniente que representaría habría buscado a alguien más para que se presentara en su lugar, ¡Mi pobre señor!, todo por una chica humana, ¡una simple campesina!" Pituo en cambio sin emitir palabra intento alejarse, pues pese a no tenerle cariño a la chica no podía evitar, al igual que su líder, sentir curiosidad. Había empezado como una leve comezón que como instalada en su sistema nervioso se había ido incrementando sin que pudiera hacer nada para mitigarlo, y ahora su cabeza alarmada no dejaba de recordarle como había sentido a varios metros de distancia aquel poder que la envolvía con suavidad, como si la abrazara. No lo había dicho expresamente pero también deseaba saber la verdad sobre la chica, que sin pasado y un presente por demás tortuoso ahora se había vuelto un permanente acertijo, en silencio había tratado de sentirla en cada momento que su líder la había llamado, pero seguía sin poder percibirla, y la idea de que esto tuviera una razón hacía que miles de opciones se dispararan en su conciencia. Todo tenía un motivo, una razón de ser, y aunque jamás podría negarse a los deseos de su Rey, temía al momento en que juntos tratarían de retirar el sello, por el simple hecho que no sabía que sucedería después y si ni su propio líder había sido capaz de retirarlo solo era claro que estaba hecho con toda la intención de pasase lo que pasase, nada del aura de la niña saliera al exterior.
Extraño…curioso…divertido… ¿peligroso?
Mirando de soslayo hacia atrás solo pudo suspirar al ver a sus compañeros luchar con sus propias ideas de lo que representaba Komugi para el Rey. ¿Era una entretención? ¿Un simple capricho? Era claro que hablar abiertamente de sus ideas con ellos sería imposible, pues cada uno estaba preocupado por los deberes que su Rey había dejado de lado por permanecer día y noche con sus pensamientos puestos sobre la niña.
"Hey, ¿Te vas sin decir nada?" Escuchando a Youpi detrás de ella detuvo sus pasos solo para aclarar lo evidente sin dar mayores razones de su silencio
"Nuestro líder solo necesita las respuestas, y nuestro deber es cumplir sus deseos cualquiera que estos sean, además, tengo muy claro que ninguno le ha dado lo que quiere y es más que obvio que el mismo buscara la manera de obtener las respuestas sin nosotros después de tantos fallos" Recalco, recordándole tanto a Pouff y Youpi como habían regresado de su pequeña misión con solo sangre en las manos y aún más preguntas "Cumplamos con nuestro deber, la selección puede esperar, de otra forma nuestro líder no estará conforme, y creo que ninguno quiere su descontento…¿No es así?" Pregunto melosa y cruel al ver hacia atrás el rostro de Pouff y Youpi descomponerse.
"¡NO FUE NUESTRA CULPA!" Había terminado por estallar Pouff "¡Esa gente solo murió sin que nosotros los tocamos! ¿¡Crees que me atrevería a desatacar las ordenes de nuestro señor!?" Ignorando la parafernalia de Pouff y dando un par de pasos hacia ella, Youpi, más sencillo y escueto fue claro con lo que pensaba
"Sabes que no se trata de eso, se dedica mucho a ella, y aunque también sentí lo mismo que ustedes…no entiendo su interés por ella, no se trata de lo que puede hacer, porque ahora no es más que un ser sin aura, y aunque sé que eso es extraño a él no debería importarle, pero lo hace… ¿pero por qué?" Pituo sin voltearse continúo mirando hacia el frente, comprendiendo a fondo la pregunta certera de Youpi. A su líder le importaba Komugi. Le preocupaba. Se molestaba cuando estaba herida, cuando no sabía cualquier cosa que tuviera que ver con ella y pese a que la chica en si no hecho nada para llamar su atención, el Rey parecía atrapado en un bucle donde Komugi dominaba cada espacio en su cabeza en ese momento. Y aunque Pitou tampoco lo comprendía, lo había aceptado, a diferencia de sus otros dos compañeros.
"No lo sé…" termino por decir volviendo a darle la espalda a Youpi, tratando de no denotar nada lo que realmente estaba empezando a pensar. Y alejándose dejando a Pouff enrabiado y Youpi curioso de su actitud, los tres se fueron a sus lugares de vigilancia, con la misma frase en sus cabezas que ninguno se atrevió a decir en voz el alta
"Él… ¿la quiere….?"
Pouff de solo haberlo pensado quiso arrancarse la cabeza, que un ser tan magnánimo como su querido Rey se viera involucrado con una niña humana por demás estúpida y horrible le ponía enfermo, mientras que youpi y Pitou mucho más serenos con esto, pero no menos impactados solo podían cuestionarse como es que aquello era posible, claro…de ser cierto.
En la recamara en cambio, lejos de todas las dudas de sus guardias, Meruem se había mantenido de cierta forma sereno al cerciorarse de que la fiebre de Komugi bajaba gradualmente y que su respiración se había vuelto constante y más pesada, lo que significaba que ya no estaba inconsciente y había pasado a la escala más baja del sueño, y pese a no estar haciendo nada más que observarla no se había aburrido, pues entretenido había hecho su propia inspección de ella mientras dormía.
Tocando las hebras de su cabello compro que era suave y extremadamente delgado, no servía como ningún tipo de protección, sus manos eran pequeñas, podía cubrirlas con las suyas y hacerlas desaparecer contra su palma si cerraba sus dedos sobre ellas, y por último estaba el detalle de su piel tan blanca y suave como su cabello. Tras este eterno análisis sin sentido que consistió en tocarla y mirar solo pudo esclarecer que Komugi era suave, blanca y pequeña. Información que no le servía para nada, pero que le había gustado corroborar.
Komugi completamente dormida no fue consciente de nada de lo que había estado haciendo el Rey y en otro lugar nuevamente abrió los ojos, solo para darse cuenta aterrada de que volvía al mismo sueño de siempre y asustada de que todo siguiera repitiéndose intento primero despertar para darse cuenta que no podía y que parecía condenada a ver lo mismo una y otra vez, por lo que desesperada había intentado evitar primero bajo suplicas, y luego bajo gritos que alguien detuviera la muerte de aquellas esferas que brillantes se fundían con la esfera más grande hasta desaparecer. Completamente perturbada al ver que nada de lo que decía lograba hacer que su sueño fuera diferente, los gritos horrorizados de aquella persona desconocida se elevaron traspasando su conciencia, haciendo que poco a poco la imagen que veía volviera a estallar como cada vez que despertada en una enorme explosión de luz.
"¡ONE-SAMAAAAAAAA!"
Para esas alturas la propia Komugi adolorida y aterrada hizo lo único que le permitió su cuerpo y aferrándose sin saberlo a la cama lanzo un grito espantoso antes de darse que todo volvía a estar negro. Había vuelto a despertar pero demasiado asustada en cuanto sintió que alguien tocaba su hombro se había levantado, enredado con las mantas y caído, aun así esto no detuvo su torpe intento por escapar de su propia y adolorida cabeza, pues envuelta en las sábanas y sin poder detenerse se había arrastrado lejos, a gatas y lo más rápido que podía, hasta que consiguiendo darse un cabezazo con una pared vio impedidos sus movimientos, obligándola a quedarse hecha una bolita en el suelo, donde sin dejar de sostener su cabeza adolorida continuaba escuchando el eco de aquel grito que seguía perpetuándose en su conciencia como una sombra junto al propio eco de su propio grito inconsciente.
Meruem sentado al lado de la cama se había quedado petrificado al verla abrir los ojos de golpe y lanzar un grito que reboto en medio de todo el castillo. Quiso saber que había sucedido de inmediato y sin darse cuenta del terror de la niña había intentado tomarla de los hombros para levantarla, pero ella nada más sentirlo se había poco menos que lanzado de la cama tras enredarse y caer para terminar en el suelo contra una de las paredes del cuarto tras arrastrarse de rodillas. De alguna forma sus acciones no le habían molestado, sino que estaba claramente sorprendido y viéndola temblar aún bajo la manta que tenía encima contra la pared donde se había golpeado al intentar correr, quizá a quien sabe dónde, se había quedado congelado y sorprendido, sin saber que se suponía que tenía que hacer.
Komugi era tranquila, y jamás había mostrado una gama de emociones tan amplia como esa, terror, pánico y su patético intento de escape solo le comprobaban que de dejarla completamente sola aquella criatura no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir, porque, aunque la puerta de la habitación estaba justo al lado ni siquiera había podido darse cuenta y se había dado aquel golpazo en la cabeza, obligándola a detenerse al no encontrar ninguna vía de escape
Poniéndose de pie finalmente al ver que no salía de la sabana y continuaba temblando sin poder detenerse se acercó a ella y levantando la sabana para ver su rostro ahora escondido entre sus piernas volvió a quedar perplejo al ver sus mejillas rojas y sus ojos apretados tratando de detener nuevamente sus lágrimas. No sabía que le sucedía exactamente, así que sin saber realmente que hacer pues todo esto era nuevamente nuevo para él dudo un segundo en volver a tocarla antes de recordar quien era él y hacerlo de todos modos, pero cuanto dejo su mano caer en la cabeza de Komugi en vez de detener sus estremecimientos estos aumentaron, sin saber que hacer o más bien sin saber porque lo hacía realmente comenzó entonces a mover lentamente su mano como había hecho antes cuando buscaba como quitar aquel sello que la chica aún poseía. Recordando como ella había confundido este gesto con una muestra de afecto pensó que si lo repetía causaría el mismo efecto que antes y se pondría roja de nuevo y volvería a enfocar aquellos ciegos ojos en él de forma avergonzada, pero nada de esto sucedió, pues Komugi al reconocer la mano de su líder había hecho algo completamente distinto.
Saliendo precipitadamente de la sabana que la cubría y sin nada a que aferrarse, pues no tenía a nadie en el mundo que hubiera sido amable o bueno con ella se le había lanzado a los brazos casi sin ser consciente de nada de lo que estaba haciendo, la fiebre y el miedo la consumían y no podía estar más lejos de su propia conciencia como en ese momento, y abrazándolo había rompido en llanto sin poder seguir conteniéndose ante todo lo que había guardado por años, y entre gritos y balbuceos apenas entendibles en medio de su llanto comenzó a rogarle porque detuviera sus sueños y los gritos, que no quería seguir escuchando nada de eso, ni volver a verlo de nuevo.
Meruem que se había quedado estático y con los brazos alzados hacia los lados al verse abrazado de golpe no supo qué hacer ante aquel impulso por parte de la niña que jamás había hecho algo parecido, pero tras escuchar los primeros balbuceos se había quedado callado escuchando, mientras la chica sin soltarle había continuado llorando incluso cuando termino de hablar.
"Ayu-ayudeme, por-favor…" Había sido lo último que había pedido Komugi y como si esta simple frase activara algo dentro de su cuerpo había cerrado sus brazos alrededor de ella de forma protectora, sin saber porque lo hacía, pero necesitando hacerlo ya que de otra forma el hormigueo que sentía en todo su cuerpo no se detendría.
Maldita sea…
Estaba furioso. Algo, o más bien alguien, trataba de hacerle daño. ¿Pero por qué? Sus sueños antes caóticos ahora se habían transformado en una pesadilla tras revivir lo mismo una y otra vez sin poder cambiar nada de lo que sucedía a su alrededor.
Levantándose con ella aún entre sus brazos volvió a la cama sin dejar de sentir a la niña estremecerse y llorar contra su cuerpo, lo cual solo había aumentado su ira y preocupación al no saber que hacer para calmarla. Dejándola sobre la cama y sin soltarla trato de nuevo de buscar respuestas, dejando sus manos nuevamente sobre su cabeza; pero esto había traído nuevas consecuencias, porque Komugi echándose a llorar con más fuerzas había vuelto a afianzarlo con su fuerza, aferrándose a su espalda como un náufrago a un faro, mientras negaba con fuerza contra su pecho mientras no dejaba de llorar ni de temblar
"¡Duele mucho, duele mucho!, ¡Komugi será, buena, no me castigue de nuevo! ¡Perdóneme, por favor, seré buena, seré buena!" Aseguro mientras sin dejar de temblar volvía a esperar expectante porque nuevamente volviera a ser golpeada o lanzada lejos. Sabía que estaba pidiendo demasiado, pero no había podido contenerse, pues aterrada al recordar el dolor que había sentido antes solo había podido comenzar a rogar por clemencia, pues prefería ser apaleada a sentir lo mismo nuevamente. Ninguno de sus actos, eran realmente conscientes, y Meruem lo sabía pues con tan solo sentirla contra él había podido darse cuenta de cómo la fiebre y el miedo la consumían y sin saber que hacer al sentir como el propio cuerpo de la chica temblaba y ardía había tratado de contenerla como podía respondiendo a sus propios actos en cuanto se vio abrazado y aferrado a su cuerpo. Sabía que le había causado un gran dolor y que los resultados habían sido nulos y aunque esto lo había frustrado no había calculado el miedo de Komugi cuando intentara repetir sus acciones, no es que fuera a hacerlo enseguida, pero ella no se encontraba bien anímicamente y su salud se deterioraba con facilidad, pero debía tratar de darle seguridad o de otra forma ella sufriría aún más.
Sintiéndola estremecerse cuando volvía a dejar una de sus palmas sobre la base de su cabeza no supo que responder ante su ruego. Necesitaba que confiara en él, porque ya no sentía ninguna necesidad de ordenarle y no deseaba hacerlo. Ella era honesta eh incluso aunque lo respetaba como todos los demás no había dejado de ser sincera, y por esta razón no quería obligarla a nada. Sin saber qué hacer y sin deseos de llamar a sus guardias, pues la chica aferrada a su espalda no había dejado de temblar, busco en todo lo que había estudiado y leído una forma de mantenerla tranquila, pero sin encontrar nada en su propia memoria que lo ayudara opto por lo más simple, algo que no sabía si funcionaria, pero evidentemente solo y sin querer a nadie más en ese momento aferro a la chica que no dejaba de llorar y levantando una de sus manos intento tranquilizarla, aunque no estaba seguro de nada
"Komugi, no debes sentir miedo, no voy a lastimarte…eres mi invitada, tranquilízate…"- Mas que una orden su voz sonó como una petición, pues todo lo que deseaba era volver a sentirla dormir tranquila tras notar al tenerla claramente pegada a su cuerpo que su fiebre se había vuelto a elevar peligrosamente "No vas a soñar con nada, duerme, yo estaré aquí, no debes temer, soy más fuerte que cualquier ser en este mundo, nada te dañara" aseguro, pues el mismo mantendría su propio Nen en ella para que al menos por una noche pudiera dormir en paz sin sentir los gritos ni las luces que veía en sus sueños, que entre lágrimas había explicado ella misma que morían al hundirse en ella en cuanto estaban por desaparecer, como si estás partes de sí misma no pudieran evitar reunirse, huyendo del peligro que su propia alma le advertía que cada vez estaba más cerca. "No fallare de nuevo…duerme Komugi, duerme" termino por decir casi como una orden antes que la chica donde apenas había abierto los ojos y cobijada contra su pecho volvió a obedecer y volviendo a dormirse se desmayó entre sus brazos sin dejar de temblar.
Tras varios minutos en donde solo pudo verla dormir sintiendo sus manos afianzarse a su espalda, el Rey levantándose con ella entre sus brazos la observo estremecerse con menos fuerza contra sus brazos antes de notar como su propio cuerpo rindiéndose caía contra su pecho. Mirando su rostro y notando la ausencia de sus manos aferrarse a su espalda omitió comentario o molestia de su parte al sentir como la niña como buscándolo había refregado su propia nariz contra su pecho con ternura antes de terminar de acurrucarse.
Con Komugi entre sus brazos y sin comprender incluso sus propias acciones emitió solo una llamada, y en menos de un segundo Pitou, claramente alarmada después de escuchar en su puesto el grito desgarrador de Komugi, se había presentado, solo para ver a su líder de espaldas y con la chica humana pegada a su pecho claramente asustada y afiebrada. Su Rey girándose y avanzando hasta ella solo pudo ser escueto
"Esta aterrada…algo, no, alguien trata de llegar a ella, así que…si no queda otra opción seré inclemente" Razono en voz alta antes de mirarla "Pituo quiero que declares que nadie puede volver a salir de aquí, y de la misma forma nadie debe entrar, ¿Comprendes?" Su guardia sin si quiera poder pronunciar palabra bajo la cabeza y asintió "Y si vez a cualquier ser que no pertenezca a mi servidumbre, o incluso dudes de sus acciones …mátalo…" Sintiendo su propia garganta resecarse, Pituo solo pudo asentir y declara con un tenue "Mi señor" que todo se haría según sus órdenes, antes de aventurarse sin si quiera saber porque a objetarle una sola cosa
"Mi Rey…yo…es decir ella…no dejara de temblar si la sostiene de esa forma…" Era algo ridículo, pero viendo el empeño de su líder por proteger y cuidar a aquella chica no había podido callarse, quizá esto le costaría la vida, pero la forma en que él la cargaba no era adecuada, y solo lograría que sus propias heridas se resintieran y no pudiera dejar de temblar en sus brazos
Meruem al principio molesto ante sus palabras había bajado de inmediato su vista hacia la chica que entre sus brazos se estremecía, antes de notar como Komugi lloraba y emitía levemente uno que otro quejido. Congelado se giró y avanzando hasta Pitou exigió que le explicara que estaba mal, evidentemente molesto al ver como incluso en sus brazos la niña seguía llorando.
"¿¡Acaso insinúas que llora por mi culpa!? ¡Explícate de inmediato!" Pituo por demás nerviosa había alzado sus propias manos en respuesta con la cabeza gacha, casi esperando su muerte ante su imprudencia, pero deseando ayudarlo con todo su ser.
"Puedo mostrárselo mi señor, pero su espalda necesita un soporte" Asintiendo ofuscado, Komugi para la propia reticencia del Rey paso de un par de brazos a otro y al sentirse cómoda había dejado de estremecerse y lentamente mientras Pituo en silencio y sin mirar a su líder movía de un lado a otro sus brazos lentamente consiguió que la chica se durmiera contra su propio pecho. Meruem sin emitir sonidos había observado entonces como tras ser levemente mecida y con su espalda siendo afirmada por uno de los brazos de Pituo, Komugi dejaba de llorar y se dormía nuevamente con tranquilidad. Mirando entonces a su guardia por un segundo interminable donde la incomprensión le invadió exigió saber qué es lo que había hecho, Pituo con la niña entre sus brazos y con su mirada gacha solo pudo ser honesta
"Su espalda es lo que más ha sufrido daño mi señor, si no tiene un soporte le duele, por eso llora y no logra dormirse, pero de esta forma, poniendo mi brazo bajo ella se siente cómoda…y si la mece levemente se duerme enseguida…" Aseguro mirando a la chica que sin saber dónde estaba se había aferrado a ella hundiendo sus dedos contra su espalda y estremecido levemente antes de dormirse con su rostro pegado a su pecho.
Meruem cruzándose de brazos memorizo todo lo que había dicho Pituo y cada movimiento que había efectuado antes de volver a alzar sus brazos
"Entrégamela" Ordeno, y siendo regresada a sus brazos de forma inmediata, se aseguró de proteger su espalda con uno de sus brazos antes de comenzar a mecerla. Por algunos segundos Komugi se había quejado y removido al sentir que la sacaban de su comodidad, pero nuevamente sintiéndose calientita en medio de aquel tenue movimiento había bostezado y vuelto a dormirse sin llorar o moverse más. Claramente emocionado de que con solo mover sus brazos de un lado al otro con lentitud consiguiera hacerla dormir Meruem se dirigió a Pituo, completamente absorto en sus propias acciones.
"Pitou…desde este momento Pouff deberá vigilar el palacio, te quedaras conmigo desde ahora a menos que no lo necesite" Sin habla y sintiendo a lo lejos al propio pouff retorcerse asintió, perpleja y sin comprender absolutamente nada de lo que pasaba ahora por la mente de su líder. El Rey con Komugi en sus brazos se aproximó entonces hacia los ventanales de su recamara, mientras no dejaba de pensar en la chica que dormida en sus brazos se refregaba sin ser consciente contra él de vez en cuando al sentirse acunada. Volteándose hacia Pitou tras algunos minutos de silencio y sin sentir a nadie más que pudiera entenderlo no pudo evitar ser sincero "Alguien la llama…alguien quiere encontrarla, no sé por qué…y no podemos acceder al sello…ella debe estar consciente… debe estar bien…" Aseguro mirando hacia abajo su carga "No sé qué sucederá cuando lo retiremos…pero sé que debo hacerlo, ¿Qué es lo que tú crees Pituo?" Su guardia que no esperaba una pregunta tan personal y aún sentía el peso de Komugi en sus brazos y su propia ausencia fue sincera, sin saber que sucedería, pues, aunque solo la había sostenido por un segundo no había podido evitar sentir su peso y su calor junto a sus pequeñas manos. Su propia cabeza se hallaba confundida al darse cuenta que incluso con aquella leve y pobre interacción se había sentido de cierta forma ligada a ella, como si fuese su deber protegerla más allá de que porque fuese una persona importante para su líder. Su conciencia estremeciéndose se preguntó que era aquel nuevo sentimiento antes de ocultarlo y finalmente contestar con total honestidad.
"Mi señor yo…quiero saber la verdad al igual que usted…pero no deseo lastimarla…" Aseguro sin miedo y sin nada que perder. Komugi dormida en los brazos del líder supremo se removió entonces levemente, acomodándose contra él, mientras el Rey al verla volver a ocultarse contra su pecho solo pudo sonreír, al darse cuenta de que Pitou pensaba al igual que él y volviendo a girarse contra los ventanales de la recamara fue tan claro como pudo, no daría su brazo a torcer y esta vez se aseguraría de no fallar.
"No sé qué sucederá Pitou…pero tenemos que conseguirlo…" y viendo el primer rayo de una tenue tormenta que comenzaba a acercarse, aseguro "Lo conseguiré…descubriré quien es ella…" Pitou por respuesta solo pudo mantener su cabeza gacha sin denotar el miedo que manaba de ella al ver a su líder decidido con la niña aún acunada contra su pecho
Los siguientes tres días fueron tempestuosos. El propio clima parecía haberse vuelto loco mientras Komugi afiebrada y adolorida había pasado de un par de brazos a otros. Pituo sin saber incluso lo que hacía se había paseado en círculos al ver a la niña llorar y Meruem igualmente nervioso, la había observado apenas regresaba de sus obligaciones solo para comprobar que seguía durmiendo en brazos de Pituo que confundida de sus propias acciones continuaba meciéndola con suavidad contra su cuerpo. Algo más tranquilo al tener a alguien de confianza cuidándola había hecho sus propios deberes eh ignorado a Youpi y a Pouff, que apenas podían creer que Pituo ahora fuese la "Niñera" de la chica habían tenido que morderse la lengua al ser despreciados por su Rey y que este ni siquiera les dirigiera más que una o dos palabras.
Desecho, Pouff había intentado entablar conversación con él en varias oportunidades, pero había sido ignorado u obligado a guardar silencio con una sola mirada tantas veces que apenas había conseguido explicarle que, aunque se empeñaba en aumentar el plazo de la selección muy pronto se quedarían sin opciones, y ya con cuatro días de retraso toda la planificación que habían efectuado ser vería arruinada por no agregar que entre más tiempo pasara las consecuencias empeoraría. Meruem solo se detuvo para escucharlo levemente y tras pensarlo y sintiendo a lo lejos a Pitou caminar y mecer a Komugi lo había ignorado nuevamente y dirigiéndose a los árboles que contenían "sus colonias" en el jardín delantero había encapsulado con su nen todas las crisálidas y girándose hacia Pouff que blanco le había seguido había vuelto a pasarlo de largo para volver a su recamara. Nada de eso ahora le entretenía o llamaba la atención y de ser posible el mismo hubiera prefería deshacerse de ese problema.
Pero ahora al menos ahora el problema se hallaba temporalmente solucionado y volviendo hacia su propio cuarto continúo caminando dejando a Pouff solo en el jardín completamente confundido y roto ante como su Rey parecía ignorar su propio cargo para volver en cuanto podía con la chica humana. ¿Acaso había olvidado quién era?
Horrorizado y pegando alaridos en el jardín se había cuestionado porque no había matado antes a la chica o cómo era posible que Pituo ni siquiera hubiera dicho una palabra al ser degradada a cuidar de esa mocosa en vez de enfocarse en su Rey ¿Es que acaso todos estaban perdiendo la razón y nadie se daba cuenta de lo que estaba causando esa chica? Ahora con Pituo como su vigilante oficial ya ni siquiera podría acercarse y esto volvía a rematar su herido corazón que no comprendía como aquella infantil chica hubiera conseguido llegar a una posición donde se había envuelto intocable.
Youpi en las escaleras de la sala del trono ahora vacío, y escuchando los gritos de Pouff incluso en ese lugar no pudo evitar suspirar, cansado de Pouff que todos esos días no había dejado de acosarlo solo para saber si pensaba igual que él. La verdad es que hastiado se había refugiado en su propio puesto de vigilancia sin mucho que hacer al ser ignorado por su señor y en aquella soledad había tratado de imaginar los razones por las cuales su Rey se empeñaba tanto en cuidar de una niña sin aura y que poco menos no era más que una mosca insignificante en aquella jerarquía. Había pensado que su líder terminaría por aburrirse o la propia impaciencia de repetir sus acciones pasadas con el "sello" que al parecer tenía la chica lo obligarían a despertarla o ser igual que con ellos y ordenarle de una vez que despertara, pero lejos de eso se había mantenido sereno y paciente, como nunca lo había visto.
Y por otro lado estaba Pitou, que de alguna forma se había ganado la confianza de su Rey y mantenido en la habitación con él y la chica sin decirles absolutamente nada. Deseando que la niña pronto despertara para acabar con todas aquellas preguntas o que al menos esto consiguiera que Pouff dejara de enloquecer y gritar cada pocos. minutos Youpi bostezo y continuo en las escaleras a la espera de que en algún momento fuese llamado.
Pitou en cambio ya con una rutina preestablecida que consistía en cargar a Komugi, entregársela al Rey en cuanto llegaba, darle información de su estado de salud y volver a esperar a que se la devolviera cuando este salía del cuarto solo había podido mantenerse callada mientras meciéndola se preguntaba que se suponía que estaba haciendo ahora, alarmada que nada de lo que hacía le molestara de ninguna forma y que cada vez que su líder se la dejaba en los brazos una pequeña punzada se clavaba en su corazón, solo que esta no le causaba ningún dolor. Viéndola moverse entre sus brazos y sintiendo a su propio Rey acercarse solo pudo mirar hacia su pequeña carga y medio sonreír. Quizá no sabía que pasaba por la cabeza de su Rey y quizá la suya misma era un caos, pero por alguna razón con Komugi entre sus brazos Pituo solo pudo rogar en silencio por que volviera a despertar.
