Ladies and Gentlemen!
Me estoy enganchando demasiado en este bello anime. Y es que, es imposible no amarlo, demasiados sentimientos, demasiadas emociones y mucho amor que nos hace vomitar arcoíris por lo hermoso que es. Quizá, aun no me conocen lo suficiente, pero cuando estoy enganchada con algo que me gusta, más son las ganas que tengo para escribir hasta el punto en que subiré muchas historias. Quizá, sea algo bueno. Porque hay muchas cosas de las que se tienen que hablar, hay muchos sentimientos que me gustaría explorar.
It's time to read!
It's showtime!
Aclaración: Watashi no Shiawase na Kekkon (My Happy Marriage) no me pertenece. Es propiedad de Agitogi, Akumi. Yo solamente pido prestado sus personajes para poder escribir mis historias que se podrán leer a continuación.
Aclaración: Con estas historias no estoy cobrando por ninguna ganancia o regalía. Solo escribo para el entretenimiento de todo público pidiendo permisos al autor. Cualquier aclaración, pueden escribir en los comentarios su opinión al respecto.
Aclaración: Recuerden que esta historia es un fanfic, historias ficticias escritas de fans para fans, algunas cosas pueden cambiar y otras más se pueden agregar. No siempre los personajes contienen las mismas personalidades. Por favor, si no les gusta, abstenerse de comentarios ofensivos y/o negativos.
Kiyoka Kudo se dio cuenta de algo que puede ser peligroso si sus enemigos lo descubren algún día.
Podría ser utilizado como un arma de doble filo. Podrían atacarlo, dañarlo o peor, utilizarla hasta el punto en que deseen matarla para hacerlo sufrir más.
Teniendo aquellos pensamientos, no podía evitar sentir su sangre hervir. Tenía que calmarse o no estaba seguro de lo que podía causar por algo que no había pasado.
Pero en caso de que algo como eso llegara a suceder.
Podría convertirse en el villano más grande de la historia por haberle arrebatado su ser más preciado.
Aunque claro, primero mataría a cada uno de esos tipos antes de que intenten hacer algo y después acabaría con todo lo que existe si no se encuentra a su lado.
Pero.
¿De qué se trataba?
De su mayor debilidad.
¿Y qué o quién era su mayor debilidad?
El nombre de aquella persona, es Saimori Miyo. Aquella tímida y tierna chica que llego a su casa, sin saber que se quedaría ahí para siempre, sin saber que ella se convertiría en su motor, sin saber que se convertiría en lo más importante para él y su tonto corazón que cayo profundamente enamorado por ella. De la única persona por la que se inclinaría sin dudar para recibir una tierna caricia a sus cabellos, para acomodar su Kumihimo o para cualquier cosa que ella deseara hacer.
Su dulce prometida quien lo despierta con su dulce voz y un suave toque en su puerta mientras le anuncia que el desayuno, perfectamente preparado se encuentra caliente y listo para él. Su tierna prometida quien siempre se despide de él con una sonrisa en su rostro en la puerta de su casa con un almuerzo preparado mientras le desea que trabaje mucho y que regrese pronto. Su bella prometida quien siempre lo recibe en la entrada de la casa cuando regresa del trabajo mientras le ayuda a cargar sus cosas, como los regalos que de vez en cuando le trae, y le pregunta con curiosidad sobre cómo fue su día con aquella misma felicidad que ha conseguido con gran esfuerzo.
Verla con esa gran sonrisa y sus grandes ojos brillando de la vida misma, provocaba que su pecho se inflara de orgullo al verla tan segura de sí misma, le encantaba que poco a poco, ella estuviera saliendo de su cascaron y le contara de las cosas que le molestaban o de cosas tan pequeñas, de las que él siempre prestaba atención. Las animadas comidas que se formaban cuando ella soltaba suaves risitas por las cosas que él le contaba. Una risa tan cantarina que deleitaba sus oídos y provocaba que una gran sonrisa apareciera de su rostro cuando era su turno de preguntarle sobre su día.
Él se había encargado de reparar lo que muchos rompieron y el resultado, era demasiado hermoso que era imposible separar su vista de la misma.
Quizá ella no se ha dado cuenta todavía, pero la forma en que la mira, era de una forma única.
Una mirada llena de amor y cariño incondicional que se desconocía de él, pero que fue posible gracias a ella.
¿En qué momento se convirtió en alguien importante para él?
Verla pelear y no rendirse a pesar de las dificultades que se puedan encontrar en su camino. Verla esforzarse para salir adelante y no quedarse estancada en el pasado. La manera en que intentaba aprender sobre cosas nuevas y desconocidas, era más que suficiente para darse cuenta que era más fuerte y valiente de lo que ella imaginaba. Aquella fragilidad y aquella ternura, fue lo que lo cautivo aún más. Tan diferente a todas esas prometidas de las que ya no era importante pensar en ellas, pues su prometida, su futura esposa, ya se encontraba en casa desde hace tiempo.
Quizá, un poco ingenua e inocente ante el mundo, pero sabía muy bien, que, con un buen apoyo, ella iba a ser capaz de lograr lo que quisiera. Ella se convertiría, sin duda, en la más bella flor. Claro, tenía un poco de miedo que ella se alejara de él, por más que quisiera apoyarla, tenía miedo de quedarse solo. Era imposible no sentir aquella pequeña inseguridad a pesar de todo por lo que habían pasado.
Pero confiaba en ella.
Confiaba en lo que, una vez le dijo a Godou cuando este intentaba coquetear con Miyo estando ebrio.
"Agradezco su propuesta, pero prefiero a mi futuro esposo"
Aquellas palabras, aun son capaces de repetir y mantener una sonrisa en su rostro mientras molestaba a su subordinado que salía enojado de su oficina por recordar ese momento tan vergonzoso para él al ser rechazado de esa manera por una chica tan linda como lo es Miyo.
Aunque claro, como toda pareja, pueden tener problemas, pueden tener alguna discusión o descontento. Pero al final, eran capaces de pedirse perdón, hablar de frente y empezar una vez más.
"Yo, quiero estar a su lado mi señor. Por favor, déjeme estar siempre a su lado"
"Esa siempre fue mi intención. Si no te molesta alguien como yo, quiero que estes a mi lado"
Quizá, a partir de ese momento, que Miyo estuviera a su lado, se convirtió en una necesidad.
Proteger y cuidar a su tierna prometida de las malas personas que intentan utilizar su poder sobrenatural con malas intenciones. Amar y encargarse de que se esté alimentando y descansando bien, lo que menos le gustaría ver, es que colapsara de nuevo y sentir aquellas pesadas miradas en su espalda. No era suficiente con sentirse miserable al verla en ese estado, sabía muy bien que todos empezarían a culparlo por no haber sido más fuerte y protegerla. No tenían por qué decirle algo que él ya sabía.
Aquel amor había crecido de tal manera que se sentía enloquecer si no la veía a su lado.
Su pecho latía con desesperación siempre que la veía herida y la sangre hervía a tal punto de querer cometer algo imperdonable. Algo de lo que no mostraría arrepentimiento alguno.
Para suerte de todos los presentes, ella era la única capaz de tranquilizarlo.
Su simple toque a sus mejillas, aquel fuerte abrazo que lo cobijaba. Aquella calidez de su cuerpo, aquella esencia que desprendía. Aquella tierna mirada como su suave sonrisa que le decía que se encontraba bien.
Era la única capaz de controlarlo a su antojo. Sentía que era la única que podía utilizarlo a él, si es que ese fuera el caso.
Para fortuna suya, ella era tan noble y amable que nunca se le ocurriría algo como eso.
Era la única que le hacía olvidar el camino de la venganza para demostrarle que ella estaba ahí, que ella se encontraba ahí a su lado y que no tenía por qué pensar de esa manera.
Desde hace tiempo que cayó por ella y había caído muy fuerte que su existencia misma, era demasiado importante para él.
No dudaba en abrazarla con cariño, envolverla entre sus brazos y sentir aquel delgado y pequeño cuerpo pegado al suyo. Bajar un poco su rostro para oler su cabello o su cuello. Soltar aquel pesado suspiro como dejar caer sus hombros. Si fuera posible, le gustaría unir sus labios con cierta desesperación para asegurarse que no se tratara de un simple sueño. Era una desgracia que siempre se encontraran miradas curiosas a su alrededor y le era imposible seguir sus deseos.
Si, ella se encontraba ahí.
"Miyo, Miyo, Miyo"
Era lo que su mente repetía las veces que sean necesarias para poder creérselo.
-¿Mi señor?
Kiyoka Kudo salió de sus pensamientos cuando sintió aquella mirada curiosa de Miyo sobre él. Solo fue cuestión de bajar su vista para encontrarse con aquellos grandes ojos como ese tierno sonrojo que se había formado en el rostro de su querida prometida al seguir sentada entre sus piernas. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro al recordar que en el lugar que se encontraban, era su cálido hogar. Movió su cabeza de un lado a otro, intentando de alejar todos aquellos malos pensamientos y poder disfrutar de ese tierno momento donde podía seguir estrujando entre sus brazos a su tierna Saimori Miyo.
Si, suya. Que bien se sentían esas palabras.
Un abrazo era lo único que necesitaba, sentirla entre sus brazos y su cuerpo era lo que más ansiaba. Se encontraba cansado, pero a su lado, era capaz de recuperar energías.
-¿Sucede algo Miyo? -Pregunto Kiyoka con suavidad.- ¿Te molesta algo?
-No, pero -La escucho susurrar. Observo como subía sus manos a su pecho y desviaba su mirada sonrojada.- ¿Por cuánto tiempo me abrazará?
-El tiempo que sea necesario -Respondió con sinceridad. Alzo el rostro, la luna se alzaba en lo más alto del cielo oscuro. ¿Cuándo tiempo habrá pasado? Lo que puede recordar de ese día, es que le había pedido que se sentara más cerca de él y como sentía que esa cercanía no era suficiente, decidió sentarla sobre su regazo y abrazarla con cariño. Aspirar su dulce esencia de su cabello recién lavado y perderse en esa calidez de la que no quería separarse.- Te extrañe demasiado -Confesó.
-Yo también lo extrañe -Admitió Miyo, Kiyoka soltó una suave risita mientras posaba sus labios en la frente de ella.- Me alegra que regresara con bien a casa -Sonrió la joven de cabellos negros mientras restregaba su rostro en el pecho de su adorado prometido.- Sea bienvenido mi señor
Kiyoka sonrió. Quizá, no era el único que ansiaba ya aquel abrazo. No verse mucho, realmente les afectaba demasiado que ahora no querían separarse. Odiaba su trabajo, lo alejaba mucho de su dulce prometida. Qué bueno que el día de mañana ignoraría las llamadas para pasar su día libre al lado de ella, al lugar donde ella quisiera ir o si se quería quedar en casa, no le molestaba hacer alguna actividad a su lado.
Cerrando sus ojos con tranquilidad, escuchando el silencio de la noche, sintiendo como una pequeña ventisca revolvía sus cabellos.
Quizá, lo único que se podía escuchar, eran los fuertes latidos de sus corazones.
Ambos soltaron pequeñas risitas.
Si, eran unos tontos enamorados.
¿Y qué?
Al abrir sus ojos, se encontró con la intensa mirada de Miyo sobre él.
Tan bella, tan hermosa.
Realmente se sentía tan afortunado de tenerla entre sus brazos que no dudo en bajar su rostro y besar aquellos labios que habían murmurado su nombre.
Un pequeño beso, un largo beso.
Un beso desesperado, un beso cargado de amor.
Cuando se separaron, sus mejillas se encontraban rojas, sus respiraciones aceleradas y una gran sonrisa en su rostro.
Pegando sus frentes con cariño y volviendo a cerrar sus ojos con suavidad, realmente pensaron que no querían separarse. Quedarse así por un momento más, quedarse en ese mismo lugar para siempre, no saba como una mala idea.
Pues entre aquellos brazos, se encontraba la paz y tranquilidad que tanto ansiaban.
Se encontraba aquel amor y cariño que creían imposible y que encontraron ahí.
Se encontraban ellos dos, solo ellos dos en aquella burbuja que los cobijaba y los hacia enamorarse cada vez más.
Saimori Miyo era su vida, pero sin ella, Kudo Kiyoka sería capaz de destruir el mundo entero.
Pero como se había dicho desde el principio, no había porque pensar de esa manera. Simplemente tenía que disfrutar del presente y pensar aquel brillante futuro a su lado.
Entre sus brazos, todo se encontraba bien.
Entre sus brazos, así es como le gustaría estar siempre.
¡Muchas gracias por leer!
Quizá me vean muy seguido por acá. Estoy leyendo la novela y estoy viendo el anime (Tanto como en japones como doblado a español) Realmente me enamore de este par de tortolitos, son tan lindos y tiernos que me emociono con cada capítulo, con cada palabra. Me encanta tanto Miyo se refiere a Kiyoka como "Mi señor" como "Mi honorable prometido". Grite de la emoción cuando escuche a Kiyoka referirse a Miyo como "Mi honorable prometida". Es que son demasiado bellos. ¡Vamos a inundar esta hermosa categoría con muchas historias!
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¡Nos vemos a la próxima!
Atte.: AnZuZu Dragneel
Fecha: Jueves 13 de Febrero de 2025
