Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer, la trama es completamente mi invención.
Capítulo 28
Edward
Pasé las manos nerviosamente por mi pelo.
La desesperación se apoderaba de mí al ver a Bella caminar de un lado a otro sin detenerse, mientras su rostro mantenía un aura de angustia y no dejaba de morder sus uñas.
― Necesito irme, debemos irnos… ―murmuró para ella―. Es la única manera de que no podrán quitarme a Emmy.
Siguió caminando.
― Me iré contigo ―apoyó su madre. Le di la mirada más envenenada que podía, ni siquiera concedía el porqué la habían traído a casa.
En las más de dos horas no había parado de victimizarse. Era insoportable siquiera escuchar el timbre de su voz.
― Bella y mi hija no irán a ningún lado ―aseguré firme.
La mujer bajó lentamente la mirada, apartándola de mí.
Me centré en Bella. Lauren la había detenido y frotaba suavemente las manos.
No resistí más. Caminé hasta Bella y la abracé.
Ella levantó su rostro buscando mis ojos. Aprecié la angustia en su mirada; era como un grito de dolor lacerante atormentando sus pensamientos y el temor empañado por lágrimas.
Deslicé mis dedos en su barbilla. Un gesto tierno que le proporcionará algo de tranquilidad.
― Deja de atormentarte ―murmuré―. No irás a ninguna parte, a menos que sea conmigo. Lo principal es que logres calmarte, Bella. Alterada solo estás poniéndote mal.
― No me entiendes ―suspiró a media voz.
Pasé mis manos por su cuello, cayendo por sus delgados hombros y sujeté sus antebrazos con firmeza, siempre tratando de ser delicado con ella.
― Mírame ―pedí, pero ella seguía sacudiendo la cabeza, negándose a escucharme―. Mírame, por favor, Isabella Marie.
La sola forma de nombrarla como en el pasado, la paralizó. Sus bonitos ojos se ampliaron y asintió, mirándome.
― Mi tío vendrá ―expliqué cauteloso―. Nos asesorará y no tomaremos ninguna decisión hasta que no sea dicha por él.
― Pero ―su labio inferior tembló― ¿si ellos vienen y me la quitan?
― Tenemos su custodia, Isabella Marie. No pueden llegar a quitárnosla, es ilegal que lleguen y se la lleven. Además, estoy aquí, nunca permitiré que la separen de nosotros.
― Promételo…
― Lo juro ―besé su frente y la abracé fuerte. Deseando que mis brazos le dieran el consuelo que necesitaba, la sentía tan desanimada que tenía miedo que tomara cualquier mala decisión―. Necesitas dormir un poco, ¿quieres que te acompañe a descansar? Puedo velar por tu sueño.
No respondió. Sin voluntad, se dejó guiar por mí hasta la habitación que ocupaba. Emmy ya estaba dormida en la cama, cubierta por mantas calentitas.
De manera casi automática. Bella se despojó de su abrigo quedándose en una exquisita blusa de manga larga, también se quitó los zapatos antes de meterse bajo el edredón.
Me tumbé de costado tan solo quitándome los zapatos y la rodeé con mi brazo derecho. La claridad que proporcionaban las cortinas me permitía apreciar por completo la habitación, sobre todo las facciones de su delicado rostro.
Vi cómo una lágrima rodó por su sien y se perdió en su espeso cabello marrón, así empezó su llanto.
Un llanto silencioso que dolía. Que destrozaba por dentro y que molestaba mi pecho… no podía verla así, no era justo.
Apreté más fuerte mi agarre y me incliné lo necesario para que mis labios saborearan el líquido salado.
Besé suavemente cada lágrima tratando de ayudar a calmar su angustia. Quería que comprendiera que no estaba sola y que antes muerto que abandonarlas.
― Edward ―habló entre dientes― si algo me sucede, quiero que cuides de Emmy. Que la protejas de todos y no permitas que te la quiten ―su rostro volteó hacia mí, mirando directamente mis ojos― cuídala y amala por los dos.
― Lo haré sin que me lo pidas. Porque ya la quiero, esa pequeña me ha robado el corazón por completo y se ha adueñado de mi voluntad.
― Es tuya.
― Un precioso regalo reservado para mí.
Sorbió su nariz.
― Estoy segura ―sollozó― qué Emmy te ama. Solo sé paciente con ella, estoy convencida que el día menos esperado, te llamará papá.
Suspiré mientras la aferraba entre mis brazos nuevamente. Enterré mi rostro en su cabello y me quedé muy quieto, disfrutando del aroma floral que emanaba su melena.
Cerré los párpados y quise soñar que todo fuese una horrible pesadilla. Anhele con el alma que Bella y yo nunca nos hubiéramos separado y que Emmy creciera a nuestro lado, sin monstruos acechando.
― Te juro que si pudiera revertir el tiempo, lo haría ―declaré, sintiendo un nudo en la garganta.
Entonces, maldije en mis pensamientos. Maldije una y mil veces a Renée por ser la peor madre, por ser una vasca de ser humano y no tener el coraje suficiente para importarle su hija menor.
Quería salir de la habitación; tomarla bruscamente del brazo y echarla fuera de aquí. Lejos de nuestras vidas.
― No me odies más.
El sollozo de Bella se amortiguó en mi pecho. Se apretó a mi cuerpo curvando sus dedos en mis bíceps.
Repartí besos en su cabeza y deslicé lentamente una de mis manos hacia su mentón, la hice mirarme.
Sus lágrimas seguían brotando.
― Nunca te he odiado, Isabella Marie ―articulé, recorriendo con mi pulgar sus labios― soy incapaz de odiar a la mujer a quien más he amado.
Me incliné sin prolongar el tiempo, acorté la distancia hasta que nuestras respiraciones se mezclaron y uní mis labios a los suyos; sintiendo la tibeza de su boca en un beso lento, dulce y cargado de necesidad.
Edward y Bella se están consolando a su manera. Les toca un camino difícil y lo ideal es afrontarlo juntos para pelear por su hija. ¿Qué opinan ustedes? Necesito que quieran seguir leyendo porque nos esperan capítulos fuertes, ¿están listos? Ah, todavía no acabamos con Renee.
GRACIAS TOTALES POR LEER
