— ¿Como se encuentra? —Preguntaba Romeo para luego esquivar por poco un Peine-Hacha que salió disparado de las habitaciones de Despara.
— Creo que eso responde a tu pregunta —Contesto Lohni antes de escuchar la retalida de insultos que Despara grito en al menos tres idiomas diferentes—. Okay, algunos de esos son nuevos.
— No me quiero ni imaginar la impotencia y la rabia que debió haber sentido en ese momento —Expreso Romeo.
— ¡Oh, créeme, fue horrible! mira que ahora mismo esta mucho mas calmada que durante el viaje, ¡No querrías verla cuando estaba en su peor momento! —Aseguraba Lohni mientras Romeo veía asustado como Despara estaba destrozando un robot de entrenamiento con sus meras manos.
— ¡En definitiva no quisiera verla verdaderamente enojada! —Exclamó palido del miedo antes de recompornerse y susurrarle a Lohni al oído—. ¿Sabes como le esta yendo a C'yra en su misión?
— No, pero espero que muy mal —Contesto Lohni.
En ese mismo instante en otro lado.
Intentar entrar en Halfmoon así como así era prácticamente suicida, asi que C'yra se estaba encargando de hacer unos "Reclutamientos" en la aldea más cercana.
— Sorprende el alcance y rango de esta cosa —Decía C'yra mientras veía como toda la aldea sucumbia a la transformación del escudo.
— Si, y aterra bastante —Añadía Rebekkah con la mano derecha sobre la boca ocultando su disgusto por la grotesca escena que estaba presenciando.
— Para ellos quizá, para mi esto es fantástico —Afirmaba C'yra—. Ahora solo basta con infiltrarlos en Halfmoon y que saboteén la ciudad desde dentro para permitirnos entrar.
— Mmmm, creo que no te has percatado de una falla en ese plan, los Magicats son seres inteligentes y civilizados, y estas cosas no son lo que llamaríamos seres pensantes —Le hacía ver señalando a las bestias salvajes que había creado—. No nos están despedazando simplemente porque están sometidos a la voluntad de quién lleva el escudo, no hay forma en que puedan hacerse pasar por Magicats, dudo que siquiera puedan hablar, por no hablar que te ves demasiado Humana para pasar por Magicat
C'yra ordenó a uno hablar, el animal solo pudo emitir gritos guturales que a lo mejor en tiempos primordiales habrían sido un Proto-lenguaje. A la luz de esto C'yra en realidad tomó en cuenta la observación de Rebekkah y empezó a pensar en formas de solucionar el problema.
— N-no tomaste eso en cuenta antes de hacer todo esto, ¿O me equivoco?
— ¡Cállate! Solo tengo que pulir algunas ideas que ya tenía —Mentía descadaramente.
«Con razón escogieron a Despara como Capitana de la Horda en ves de a ella», penso Rebekkah arrepintiendose de acompañarla.
— ¡Okay, lo que haremos será…
— Hacerlos pasar por víctimas de los experimentos de Modulok, así se podría explicar las diferencias físicas y la falta de inteligencia —Propuso Rabekkah.
— ¡Ves que bueno es mi plan! Solo falta encontrar un modo en el que yo también pueda colarme —Dijo C'yra.
— Basta con decir que eres otra víctima de Modulok, conociendolo si intentaría convertir a alguien de un especie en otra, digo, se lo hizo a si mismo, que le detiene de hacérselo a otro —Señalaba Rebekkah.
— Buen punto —Dijo C'yra dispuesta a probarlo—. Ahora solo necesito una forma de ocultar el escudo y podremos pasar —Dijo C'yra.
— Creo que se me ocurre algo —Dijo Rebekkah antes de ir al vehículo en el que vinieron.
— ¿Que estás buscando? —Quizo saber C'yra.
— Haber, ¿En donde está? —Decía Rebekkah mientras urgaba en los compartimentos— ¡Aja! ¡Aquí esta!
— ¿Que es eso? —Pregunto C'yra viendo lo que Rebekkah traía en las manos.
— Cefalópodinita, una pintura mágica que hace cambiar el color de lo que sea para que se mimetice con sus alrededores —Explicaba Rebekkah mostrando un pequeño bote—. Te mostraré como funciona.
Entonces abrió el bote y vertió un poco de la pintura en la punta de su pistola, momento en el que está dió la ilusión de desaparecer y volverse invisible.
— ¿Que tal? —Quería saber su opinión mientras pasaba la pistola frente a su rostro para ver como se camuflaba al instante—. La pintura es removible, por cierto.
— ¡Adelante! —Exclamo C'yra dándole el escudo.
— Muy bien, próximo objetivo, Halfmoon —Dijo Rebekkah.
De vuelta en la Zona del Terror
— ¿Mejor? —Quería saber Lohni tras haberle dado un té a Despara para relajarse.
— Si —Respondió mientras que apretaba uno de esos muñecos para el manejo de la irá con la otra mano—. Juro que uno de estos días voy a matarla.
— Mejor no pienses en eso, hoy, no servirá de nada amargarte por esto —Le decía Lohni sirviéndose a si misma otra taza de té—. Ya tendrás una oportunidad de cargartela luego.
— ¡Y juro por Horokoth que disfrutaré cada segundo de ello! —Prometía Despara.
— Lamento interrumpir, pero el General Sunder quiere verte, Despara —Avisaba Romeo.
— ¿El General Sunder? ¿Por que? —Quiso saber Despara.
— Dijo que era privado y quería que solo fueras tú —Explicó.
— Okay, debe ser importante entonces —Dijo Despara levantándose y preparándose para ir—. ¿En donde se encuentra?
— En la sala de guerra —Revelo Romeo.
— Muy bien, a ver que es lo que quiere —Dijo Despara saliendo de la habitación—. Ojalá sea importante.
Una vez en la sala de guerra se encontró con el General Sunder acompañado únicamente por la Capitana Linda, observando una proyección holográfica del escenario de guerra contra el Imperio de las Nieves. Incluso siendo una proyección en miniatura y únicamente en tonos rojos, Despara podía notar lo encarnizada y brutal que era la batalla, con sus fuerzas siendo práctica y vergonzosamente masacradas sin misericordia por una fuerza muy inferior tecnológicamente.
— Son unos salvajes cabalga Osos que nos atacan con lanzas de hielo, ¿Como es posible que estemos sufriendo tanto para conquistarlos? —Quería saber Despara.
— Mira atentamente —Le pedía Linda.
Entonces vió como eran invocados enormes colosos de hielo y tormentas capaces de congelar gente en segundos por las Damas de las Nieves, así como la ayuda de lo que parecían ser Morsas humanoides con la fuerza para desgarrar a un ser humano en segundos con sus manos desnudas.
— Ah —Expreso Despara viendo como también se unían a la batalla elementales de hielo junto a una gama variopinta de bestias articas.
— Y esto ni siquiera es la mitad de lo que nos lanzan constantemente —Revelaba Sunder antes de resoplar de frustración—. A este paso el Imperio de las Nieves será la única región libre de Etheria.
— ¿Acaso me llamó para discutir esta campaña? —Quería saber Despara.
— ¡No, para nada, no estás lista para esta mierda! te llame por otras cuestiones —Contestaba Sunder
— ¿Y esas son…
— Luego de aquel lamentable espectáculo que quisieron armar contigo peleando contra esas monstruosidades mecánicas creadas por ese monstruo rojo loco he estado investigando más sobre tí y tu carrera militar, y déjame decirte, me gustaría mucho que alguien de tus cualidades sirviera directamente bajo mi mando —Explicó Sunder—. ¿Que dices?
— No es mala idea, servir bajo el mando directo de uno de los mejores generales de la Horda es un gran honor —Decía Despara—. ¿Pero que es exactamente lo quiere que haga bajo su mando?
— Misiones del tipo Black Ops —Explicaba Sunder—. Cosas que es mejor guardar en secreto y que necesitan un equipo de élite capacitado que pueda llevarlas a cabo sin levantar sospechas.
— ¿Sospechas de quién? —Pregunto Despara.
— Nuestros enemigos del Consejo de los Reyes, y otros oficiales de la Horda —Respondió Linda.
Esa última parte preocupó y asustó a Despara, las paredes de la Zona del Terror tienen oídos.
— Tranquila, ya me encargué de que nada en esta habitación se escuche —La calmó Sunder disparando al techo para revelar un campo de fuerza que bloqueaba las transmisiones y el sonido—. Lo instalé está mañana y no se han dado cuenta, y a Shadow Weaver le importo un comino como para que tenga un ojo sobre mi.
— ¿Y no te importa a tí? —Pregunto Despara mirando a Linda.
— No me podría importar menos lo que les pase a los otros oficiales —Contesto Linda sonriendo descaradamente—. Aparte, considera que si aceptas podrás sabotear los planes de Catra.
— ¡Donde firmó! —Exclamó Despara con sus dudas disipadas.
— Sabía que aceptarías en cuanto escucharás eso —Admitía Sunder.
— Bastante predecible, a decir verdad —Dijo Linda riéndose.
— ¡Cállate, que tú harías lo mismo si te dieran la oportunidad de joder a la persona que más odias! —Afirmo Despara.
— Mmm, cierto —Reconoció Linda—. Aunque tampoco es que tenga a alguien a quién odié tanto como tu la odias a ella.
— Bien por tí —Dijo Despara sinceramente—. ¿Y cual sería mi primera misión?
— ¿No es obvio? vamos a sabotear a C'yra —Revelo Sunder para alegría de Despara.
Un día después.
— Okay, es hora de llevar a cabo esto —Decía Catra ya cerca de Halfmoon—. ¿Lista?
— Lista —Respondió Rebekkah con pistola en mano y un escuadrón de Horde Troopers—. Veamos que tan bien actúas como victima.
— ¿Ocurre algo? —Preguntaba uno de los guardias que resguardaban la entrada a la cueva desde una atalaya oculta.
— Creo que estoy viendo algo viniendo desde lejos —Contesto su compañero que poseía los binoculares.
— ¿Son los Hordeanos? —Quiso saber mientras sacaba su ballesta.
— ¡Si, y no solo ellos, están persiguiendo a varios de los nuestros, da la alarma! —Exclamó el guardía.
— ¡A la orden! —Acató el guardia sacando un cuerno y soplando.
El ruido del cuerno alertó al resto y rápidamente se reunieron con armas en mano y magos acompañándolos para hacerle frente a los Hordeanos.
«Parece que el bulo funcionó», pensó Rebekkah viendo la llegada de los Magicats.
Para no romper la artimaña siguió atacando a Catra y los suyos, fingiendo que sus fallos se debían a la agilidad de sus presas.
— ¡No dejen que escapen, atrapen a esos sacos de pulgas y despellejenlos! —Grito intentando sonar realista y no sobreactuada.
Catra consideró lo ultimo, afortunadamete, los Magicats consideraron lo primero, razón por la que redoblaron esfuerzos para rescatarlos.
— ¡Envién a estos miserables al infierno de donde salieron! —Ordenó el capitán de la guardia a sus magos.
En el acto sus magos empezaron a convocar grandes ráfagas de fuego apuntando directamente a los pechos de los Horde Troopers con el fin de freír los circuitos de los robots y cocinar vivos a los organicos. Claro, Rebekkah no trajo orgánicos, no iba a sacrificar las vidas de sus hombres por el plan de Catra, aunque eso no es que importarse con su propia vida en juego.
— ¡Mierda! —Exclamó cuando una llamarada casi le da en la cara—. «Mas le vale que esto sirva de algo o voy a…».
— ¡Muere, maldita Hordeana! —Exclamó un Magicat casi decapitandola de un tajo de su espada para luego morir trás recibir un disparo en la cabeza como represalia.
— ¡Retirada! —Ordenó Rebekkah sintiendo que ya era suficiente.
«Podrías haber durado un poco más», pensó Catra. «En fin, mientras sirva».
— ¡Se encuentran bien! —Quería saber uno de los guardias para luego fijarse en Catra—. ¿Que carajos eres?
— ¡Gracias a los Dioses Antiguos, creía que era nuestro fin! ¡No habría podido soportar volver al laboratorio de ese monstruo de Modulok! ¡No después de que me hiciera verme así!—Clamaba Catra de rodillas en el suelo y aferrándose a la pierna de su "salvador".
— Tranquila, la pesadilla ya paso —La reconfortaba.
— ¿Que les ha pasado? ¡Ellos son como animales! —Exclamaba otro de los guardias al ver el comportamiento de los esbirros de Catra—. ¿Y que quieres decir con "Hacerte ver así"?
— ¡Fue culpa de ese demonio de Modulok, el nos sometió a terribles experimentos que los despojó de sus mentes! solo yo logré evitar ese destino, ya que en cambio decidió ver si podía modifcar mi cuerpo hasta volverme completamente Humana —Decía entre lágrimas de Cocodrilo—, el dolor fue inimaginable.
— ¡Por los Dioses! —Exclamó el guardia ante esa declaración.
— ¡Por favor, ayudennos! —Pidió Catra.
— Aquí no podremos hacer nada, será mejor volver a Halfmoon —Proponía uno de los guardias.
— Muy bien —Aceptó el capitán.
Y así sin saberlo estaban metiendo a su ciudad a un Caballo de Troya. Pero de igual forma, Catra desconocía que estaba siendo observada de lejos por un dron camara.
— ¡Que reina del drama más sobreactuada! —Exclamó Despara disgustada.
— Que suerte para ella que esos guardias sean estúpidos —Decía Linda—. Y bien, ¿Que planeas hacer?
— La mejor forma de sabotearla sería revelar su fachada, pero no se como hacerlo sin que los Magicats me disparen a matar nada más verme —Decía Despara.
— ¿Y si vas sin tu máscara?
— ¡Nadie debe ver como quedo mi cara tras ese incendio! —Exclamó iracunda.
— ¡Perdón! —Se retractó Linda.
— No será necesario —Decía Sunder—, conozco una forma de avisarles.
— ¿Y esa es…
— Simple, usemos al Consejo de los Reyes a nuestro favor —Proponía Sunder.
— ¿Que?
— Si, tengo un medio por el cual lograrlo —Afirmaba Sunder—. Veran, conozco a alguien quien puede hacernos el favor de avisarles a los Magicats.
Dentro de Halfmoon
Catra y los otros habían sido enviados a un hospital ubicado en el centro de la ciudad para examinarlos a fondo, momento en el que ella se hizo una pregunta: ¿Los poderes del escudo funcionarían en los Magicats? Y la respuesta fue que si, por lo que para esa noche todo el hospital estaba transformado.
— ¡Perfecto! un par de días más y tendré los números para asaltar el castillo —Se dijo Catra luego de darse cuenta de lo obscenamente defendido que estaba el castillo—. Ahora, ¿Que sitio estará más concurrido.
Tras pensarlo un poco recordó ver una plaza a rebosar de personas cuando entró en la ciudad. Y mientras se preparaba para ir allá, en el palacio real de Luna Brillante recibían un mensaje. importante.
— ¡Su Majestad, los Hordeanos se han infiltrado en Halfmoon! —Avisaba un guardia entrando abruptamente en la sala del trono.
— ¡¿Que?! ¿Como fue eso posible? —Demandó saber Angella.
— Parece ser que robaron el escudo de los Magicats y se colaron dentro —Explicaba el guardia.
— ¡Hay que avisarles ahora, cada segundo perdido es una ventaja para ellos! —Decía Micah.
— ¡Entendido, su Majestad! —Exclamó al guardia antes de dirigirse a la sala de comunicaciones.
— ¿Quien de entre los nuestros podría llegar más rápido a Halfmoon? —Quería saber Angella.
— Esa sería yo, madre —Afirmaba Glimmer tras haber escuchado todo eso por casualidad cuando entraba.
— ¡Absolutamente no! —Exclamó Angella—. ¡No hay forma de que te deje exponerte al peligro de esa forma, primero muerta antes de permitir que un Hordeano te haga daño!
— Soy la única que puede llegar allá lo más rápido, cualquier otra persona se tardaría tanto que le daría demasiado margen de maniobra a los Hordeanos —Le quería hacer ver mientras mantenía la compostura para ser tomada en serio.
— ¡Que he dicho que…
— Espera un momento, amor, ella tiene un punto —La interrumpió Micah agarrándola del hombro.
Angella lo fulminó con una mirada que habría helado la sangre de cualquier mortal, pero Micah tenía nervios de acero y mantuvo la compostura en todo momento.
— Al menos déjame explicarte mi razonamiento —Pedía Micah.
— Adelante.
— En primer lugar, no tengo ningúna intención de permitirle luchar, pero con algo de ayuda mágica para encoger personas, sus poderes nos permitirían transpotar un batallón entero de soldados hacía Halfmoon en cuestión de segundos —Explicó Micah.
— Entiendo, viéndolo así tiene sentido —Admitía Angella—. Pero asegúrate de que ella no se quiera pasar de lista y se una a la lucha.
— Haré que Bow se encargue de vigilarla —Afirmó Micah para luego aprovechar que Angella le quitó la vista un breve momento para guiñarle el ojo a su hija.
— Gracias —Expresó Glimmer únicamente moviendo los labios y con sus pulgares hacía arriba lo más disimulado que pudo.
— Habrá que preparar pero ya a ese batallón —Dijo Angella.
— Concuerdo —Dijo Micah—. Solo espero que los Magicats puedan contener a los Hordeanos hasta que lleguen.
Mientras tanto en Halfmoon.
Tan pronto fueron avisados por Luna Brillante de la infiltración Hordeana, Halfmoon se puso en alerta máxima y desplegó a todas las fuerzas disponibles a la ciudad con el fin de buscar hasta en el lugar más recóndito de esta, dificultandole las cosas a Catra más de lo que había pensado.
— ¡Maldita sea! —Exclamó desde la cima de un edificio viendo como la plaza fue desalojada en cuestión de dos minutos—. ¿Ahora que hago?
De pronto escuchó como se aproximaban los guardias hacía donde estaba ella, haciendo que se colgara del borde del edificio con sus garras clavadas en la pared para pasar desapercibida.
— No parece haber nadie, señor —Informó uno de los guardias.
— No lo des por seguro, siempre podrían estar colgándose del borde con las garras —Señalaba el capitán.
«Mierda, este si usa el cerebro», pensó Catra no sabiendo que hacer ahora. «No queda de otra que arriesgarse»
Entonces esperó pacientemente a que uno de ellos se acercara al borde con el rayo del escudo listo, por lo que cuando asomó la cabeza recibió de lleno el ataque, empezando a mutar para horror de sus compañeros. Momento aprovechado para impulsarse de un salto de regreso al techo mientras seguía disparando a todo lo que se movía mientras aún seguía en el aire.
Cuando aterrizó, tres cuartas partes de los guardias se habían vuelto sus esbirros, en cuanto a los otros, tan solo digamos que no fue lindo lo que les paso cuando sus ex-compañeros les pusieron las garras encima, incluso Catra tembló del asco antes de recomponerse.
— Okay, un problema menos, ahora a ver como mierda soluciono el más grande —Expreso mientras se largaba de ahí.
Mientras tanto en Luna Brillante.
El batallón ya había sido reunido y estaba esperando en la entrada a Luna Brillante el momento para partir, momento en el que los magos estaban terminando de recitar el hechizo de encogimiento.
Mientras daban los preparativos finales, Micah procedía a hablarles a sus soldados.
— No les voy a mentir, lo que van a experimentar en esto momentos deberá de ser de las cosas más incómodas y desagradables que van a sentir en sus vidas —Micah procedío a explicar—, no solo el proceso de encogimiento es extremadamente doloroso, sino que al sus ojos volverse tan diminutos dejarán de captar la luz, dejándolos a todos ciegos y nadie que no se haya encogido podra escucharlos, pero la alternativa es dejar a su suerte a los Magicats a manos de los Hordeanos. ¡Y por el honor de nuestra gente, esa es una afrenta que no podemos permitir! ¡Hágan que los Hordeanos en Halfmoon paguen por sus crimenes! ¡Por Luna Brillante y Halfmoon!
— ¡Por Luna Brillante y Halfmoon! —Exclamaron los soldados alzando el puño al aire.
— ¿Esta listo? —Quiso saber Micah.
— Solo falta que de la orden, su Majestad —Contesto uno de los magos.
— Perfecto, Glimmer, prepárate —Ordeno Micah.
— ¡Entendido, y gracias, papá! —Exclamo Glimmer.
— Que quede claro que comparto la opinión de tu madre, pero eres mi hija, por lo que se que eres tan terca como yo y problablemente intentarías colarte en Halfmoon por cuenta propia, al menos gracias a mi tienes un ejercito para protegerte —Le explicó Micah.
— Te prometo que me matendré fuera de peligro.
— No te creo en lo más mínimo, se que a la menor oportunidad que tengas interaras liderar la carga en primera linea, por eso Bow se encargará de contenerte —Expresó Micah notando por la expresión de su hija que tenía razón—. ¿Por que saliste tanto a mi?
— Porque el mundo necesita más personas como tu —Contesto Glimmer.
— Bow, asegúrate de que no se meta en problemas —Ordenó Micah.
— Como ordene, su Majestad —Acataba Bow haciendo un saludo militar para luego acompañar a Glimmer hacía las tropas.
— Dioses, por favor que no le pase nada malo, por favor —Pedía entre susurros mientras veía a su hija irse.
