La isla nos recibió con su calidez habitual. Nuestra casa aún guardaba nuestro olor y tardamos 10 minutos en volver a ser los de siempre en Ibiza.
Cambiamos los zapatos por las chanclas, la ropa de calle por vestidos de algodón en mi caso y por bermudas en el caso de Edward.
En vez de cobrar un cheque, el abogado de Edward le recomendó hacer una transferencia para que quedase constancia del rastro del dinero. Así que una semana después de que él hiciera el pago, un mensajero me hizo llegar los papeles del divorcio a casa.
Leí el documento en silencio aprovechando que Edward estaba en el gimnasio exterior.
Todo parecía correcto, la firma de él que había aprendido a reconocer, estaba bajo su nombre. Cogí un boli y firmé bajo donde rezaba Isabella Swan, agradeciendo más que nunca no haber cambiado mi apellido.
-Eh ¿qué haces?- me pregunta mi novio entrando por la puerta.
Lleva una toalla en la cintura y el pelo mojado. Ha debido ducharse en la ducha exterior.
-Firmar el divorcio- le digo señalando mi firma.
Él sonríe y se acerca a mí.
-Hay que celebrar que estás soltera.
Me río echando la cabeza hacia atrás.
-No estoy soltera, legalmente sí pero sentimentalmente estoy muy casada con este chico de aquí- le digo besándole.
-Este chico está muy casado sentimentalmente contigo también- me responde.
-Es un compromiso- determino.
-A largo plazo- apunta él.
-Pero sí, me apetece celebrar. Salir a cenar, venir a casa, bailar tu música, beber unas copas y bañarnos desnudos en la piscina. Que me hagas el amor una y otra y otra vez porque finalmente no hay nada que me ate a Leo- planteo feliz.
-Me parece un planazo-
Vamos a cenar a Dalt Vila, no teníamos reserva así que terminamos comiendo en un bar de tapas.
Brindamos con vino y con champán, por el divorcio.
Cuando llegamos a casa Edward enciende la mesa de mezclas del salón y me intenta enseñar a pinchar. Desiste cuando produzco sonidos estridentes.
Apagamos casi todas las luces menos la de la pequeña lamparita de lectura que está sobre el sofá.
Bailamos muchos de sus temas mientras bebemos margaritas.
-Voy a enseñarte uno nuevo. Nadie lo ha escuchado aún- me dice manipulando la mesa.
-¿Cómo se llama?
-No tiene nombre, ni letra. Solo melodía-
La canción comienza a sonar, primero un ritmo muy fuerte, como si fuera el drop, luego relaja y después explota.
Me gusta.
Pero soy imparcial porque me gusta todo lo que hace él.
-Me gusta- le digo dando un sorbo a mi bebida.
Edward se ríe negando porque sabe cuál iba a ser mi respuesta antes incluso de empezar a tocar.
Bailamos.
Reímos.
Estamos un poco borrachos cuando nos desnudamos y nos metemos a la piscina.
Comienza a llover pero no puede importarnos menos.
Edward me hace suya una primera vez en el borde de la piscina bajo la lluvia, luego otra en el sofá y la tercera es de madrugada en nuestra cama cuando la tormenta nos despierta.
Por la mañana ya no hay relámpagos pero continúa lloviendo y hace mucho aire.
Es Ibiza entrando en el otoño.
Estamos cansados de anoche así que remoloneamos en la cama.
Paso un dedo con suavidad por su espina dorsal.
-Eh- le llamo en voz baja.
Se gira a mirarme con una sonrisa perezosa.
-¿Qué?
-Te amo- le digo acercándome a besarle la mejilla.
-Te amo- me responde girando la cara para besarme.
Besa mi cuello y rodamos por la cama hasta que está encima de mí.
Sus besos recorren mis clavículas.
-¡Edward!- me río dándole un manotazo- ¡qué me haces cosquillas!
Escucho su risa en el hueco de mi cuello y siento su nariz aspirar mi aroma.
Mi teléfono suena en ese momento.
-Contesta- me dice alcanzándole y poniéndole en mi pecho.
-Es Victoria, es una videollamada- le informo intentando que se aparte de encima de mí.
Solo logro poder sentarme contra el cabecero de la cama y taparme con la sábana para cubrir mis pechos.
Acepto la videollamada.
-Ey Vic.
-¡Felicidades!
-Gracias, la verdad es que estamos muy felices, por fin.
-¿Por fin qué? ¿Felices por qué?
La cámara no va bien, está congelada.
Me muevo y la imagen vuelve.
-Por el divorcio- le cuento sonriente- ayer firmé por fin.
-¿Estás desnuda?- dice cuando la cámara se enfoca.
-No- me río cuando escucho a Edward reírse de mi amiga debajo de la sábana.
-¿Estabas echando un polvo? ¿Por qué coges una videollamada mientras follas?
-No estaba follando- me defiendo.
-No te creo- se ríe- en fin me alegro por el divorcio pero yo te llamaba porque es 13 de septiembre, es tu cumpleaños.
-No- digo sorprendida.
¿Cómo que hoy es mi cumpleaños?
Aún faltan días.
-Sí, luego te llamo y espero que me cojas la videollamada con las bragas puestas.
Me río.
-Adiós Vic- le dice Edward saliendo de debajo de las sábanas y cogiendo mi teléfono para enfocarse a él mismo.
Si Victoria se hubiera creído mínimamente que no estábamos teniendo sexo ahora al ver a Edward despeinado y sin camiseta definitivamente no iba a creerme.
-Depravados- grita riendo antes de cortar la videollamada.
Nos reímos dejando el teléfono en la mesilla.
-Felicidades- me dice mi novio besándome.
-¿Tú sabías que hoy era mi cumpleaños?
-Sí. Veo que no sabes en qué día vives- me pica.
-Alguien me tiene distraída.
-No te oigo quejarte nunca- me recuerda mordiéndome el cuello.
-Me gusta la distracción- le digo volviendo a tumbarme con él encima de mí.
-A mí también- me dice metiéndose bajo las sábanas de nuevo.
Me besa el abdomen, su lengua dibuja un círculo en mi ombligo y luego la siento en mi clítoris.
Hace que me corra en su cara y luego asciende por mi cuerpo tembloroso.
Me besa.
Siento mi sabor en sus labios húmedos.
-Separa las piernas.
Le abro mi cuerpo para él y se introduce sin ninguna dificultad en mí gracias a mi reciente orgasmo.
Me hace el amor con tranquilidad y pasión.
Se corre dentro de mí gimiendo en mi boca.
Y yo me vuelvo a correr minutos después que él cuando pone el satisfyer en mi clítoris con su pene aun dentro.
-Te amo- me dice esta vez primero él- felices 30.
-Gracias mi amor- le digo besándole.
-Tengo algo para ti- me dice moviéndose de mi interior y yendo al armario de donde trae una caja de joyería.
-¿Cuándo has comprado esto?- pregunto sentándome en la cama y abriendo el envoltorio.
Es una caja roja cuadrada.
La pellizco para abrirla y se me salen las cuencas de los ojos.
-Es la…
-La pulsera Love de Cartier, sí. En oro rosa con diamantes incrustados. ¿Te gusta?- me dice mirándome fijamente con una sonrisa.
-¿Gustarme? Llevo soñando años con esta pulsera.
-Lo sé.
-¿Cómo lo sabes?
-Te dejaste tu Instagram abierto y vi las publicaciones guardadas. Tienes más de una docena de fotos de esta pulsera.
-Pero cuesta 13000 euros- le recuerdo.
-Entonces cuídala- me indica poniéndomela.
Cuando la pulsera está anclada en mi muñeca usando el destornillador específico para ello siento el brazo diferente.
-Gracias- digo abrazándole- por la pulsera, por ser tú y por elegirme.
-El placer es para mí.
El plan original de Edward es llevarme a Formentera pero al estar lloviendo yo prefiero no meternos en ningún barco.
Recibo muchas llamadas, quizás las más difíciles son las de mis padres porque al final llevo casi un año sin verlos.
Reino unido tiene unas medidas tan estrictas que hace imposible que yo vaya o que ellos vengan.
Me quedo un poco triste después de hablar con ellos por lo que Edward me propone salir a dar un paseo por el pinar que colinda nuestra casa.
Por la noche mi novio me prepara una fiesta sorpresa en la que está presente David, su manager, Martin Garrix y dos amigos suyos que no conozco pero que agradezco tener aquí hoy.
Disfruto mucho de la cena y cuando soplo las velas de los 30 no sé qué pedir porque lo tengo todo.
Así que solo deseo seguir como hasta ahora.
Es de madrugada cuando despedimos a los invitados y pretendo agradecer mi fiesta a mi novio con sexo.
El verano llega a su fin y con él el mes de septiembre.
Los días son cortos.
Ya no hace tanto calor y cada vez nos cuesta más meternos al agua del mar que va enfriándose día a día.
Las noticias vuelven a ser alarmantes.
La incidencia por COVID ha vuelto a subir y la pequeña normalidad que tuvimos en verano llega a su fin.
-Van a volver a cerrar- le informo a Edward un día viendo la tele mientras comemos.
-¿Qué quieres hacer Bella?
-¿Qué quieres hacer tú?
-Quedarnos juntos. Me da igual donde. ¿Quieres ir a Londres? Tendremos que pasar una cuarentena de 15 días pero nos dejarán entrar al final. Estarías con tus padres- propone.
-Mis padres son mayores y no quiero exponerles a nada. Yo no me veo quedándome en casa para siempre y no tenemos tiempo para buscar pisos.
-Mi casa descartado, ya te dije que no voy a arriesgarme a que te dejen retenida en inmigración. No.
-Pues aquí- concluyo- quedémonos aquí.
-¿En Ibiza?- dice sorprendido.
Asiento.
-Tal vez pase mucho tiempo antes de que podamos volver a salir Bella. ¿Segura?
-Segura- digo apagando la tele.
Así que tal y como anticipé a mediados de octubre volvieron a aplicar cierres perimetrales que nos impedían salir de la isla. Durante el mes de noviembre cerraron todos los locales de restauración y los bares de toda España.
Edward hizo algún concierto de forma online al igual que otros de sus compañeros lo que me permitió gestionar los primeros shows.
El equipo de Edward me había acogido con los brazos abiertos y Garret era de gran ayuda.
Celebramos el día de Acción de Gracias con pollo asado en lugar de pavo, tarta de calabaza y salsa de arándanos. Teníamos que agradecer el nacimiento de los gemelos de James y Helen.
Liam y Austin.
Por primera vez noté a Edward algo deprimido al ver como su familia se juntaba para conocer a los niños.
No eran sobrinos de sangre pero él los sintió así.
Carlisle estaba eufórico y Esme no paraba de sonreír.
-Eh, los conocerás pronto- le digo abrazándole por el cuello desde atrás.
-No es verdad- dice rompiendo el abrazo y poniéndose en pie.
-Edward…- le llamo viendo como sale de la habitación.
-Siento que estoy congelado aquí, que la vida sigue y yo me la pierdo- expresa frustrado.
-¿Quieres irte a Los Ángeles?
-No, sin ti no me voy a ningún lado- determina.
-Pero yo no puedo entrar al país, tú sí. Han pasado muchos meses, entiendo que empieces a necesitar estar con más gente.
-No necesito más gente, solo a ti- dice besándome- tengo un mal día, es todo.
-Edward- le llamo.
-¿Qué?
-Posiblemente en un mes saldrá la sentencia de divorcio. Firmemos, casémonos y podremos irnos a Los Ángeles. Podrás ver a tu familia- ofrezco.
Él sonríe y se acerca a mí para besarme.
-Eres la mejor pero no. No voy a casarme por papeles, ya te lo he dicho. Y sabes que todo ha quedado paralizado por la pandemia así que no vas a estar divorciada en un mes.
-No quiero que estés triste- le acaricio la mejilla.
-Mi familia ahora eres tú. Los demás pueden esperar- me dice besándome- voy a salir a tomar el aire.
Hubo más días como esos.
A veces era yo la que echaba de menos a los míos.
A veces era él.
Pasamos la navidad solos en Ibiza.
Manuel, dueño de la empresa Hike Ibiza con la que hacíamos rutas, nos había dicho que antes de la pandemia había mercadillos navideños en Santa Eularia, cabalgata de reyes, ofrendas a Papa Noel… pero este año no había nada.
Tan solo las típicas luces de Navidad adornando las calles y una tristeza y apatía que bañaban la isla.
Nosotros elaboramos menús navideños solo para nosotros.
Nos compramos pijamas a juego.
Decoramos la casa con luces y compramos un árbol.
Nos hicimos regalos.
Hicimos videollamadas con ambas familias y amigos.
Dimos la bienvenida a 2021 esperando que fuera mejor que 2020.
Enero y febrero fueron meses duros porque hubo un incremento de casos de COVID. Volvieron a prohibirnos salir de casa entre las 12 de la noche y las 7 de la mañana imponiendo un toque de queda, los supermercados contaban con aforo limitado al 30% de su capacidad y se cancelaron todo tipo de eventos.
En otros países estaban más o menos igual que nosotros. El planeta se había quedado congelado y la vida se había limitado al interior de las casas.
Mi sentencia de divorcio llegó en abril aportándonos un poco de alegría a ambos.
Edward había comenzado a crear temas colaborando con otros artistas mediante grabaciones, que si bien no era lo ideal, sin duda era mejor que nada.
Mayo volvió a traer buen tiempo y el fin del toque de queda pero también nos trajo noticias impactantes.
Una mañana estábamos desayunando cuando los móviles de ambos sonaron.
-No puede ser- dice Edward.
-Sí puede ser- respondo yo viendo la misma foto que él.
David se casa de nuevo con su novia mucho más joven que él. En Ibiza. En julio.
Él había vuelto a Paris en septiembre para estar con sus hijos y con su novia, ahora futura mujer. Así que llevábamos meses sin verle pese a hablar con él casi todas las semanas.
-Pero si ni si quiera saben si van a poder entrar a Ibiza- se ríe Edward con incredulidad.
-David cuando se propone algo lo hace, lo sabes.
-¿Por qué tanta prisa para casarse?- se pregunta a sí mismo.
Yo me encojo de hombros sin conocer la respuesta.
-Espero que no sea porque la haya dejado embarazada- continúa con sus suposiciones.
Me río de su argumento.
-Claro que sí. En pleno 2021 se casan porque la ha dejado embarazada y la primera vez que estuvieron juntos ella era virgen. Pues claro que no- le digo.
Edward me mira mal.
-¿Por qué no pueden casarse porque se quieren y quieren compartir su vida juntos? A mí me parece una razón muy válida- le pregunto.
-No sé… es un poco raro. Lleva con ella un año y ni si quiera nos la ha presentado pese a hablar con él casi todas las semanas. Y ahora se casan en mitad de una pandemia mundial como si tuvieran prisa.
-David es mayor, sabe lo que hace- le aseguro sonriendo.
-Ya, ya- responde suspirando.
-Démosles la enhorabuena- propongo cogiendo el móvil para llamarle.
Hablamos con David muy brevemente pero se le oye feliz y emocionado.
Está convencido de que es la persona con la que quiere pasar el resto de su vida y también está convencido de que en julio ya no habrá COVID.
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¡Hola!
Hemos avanzado un poco en el tiempo. Bella por fin está oficialmente divorciada y Leo ya no aparecerá más en la historia. Han decidido quedarse juntos en Ibiza pasando el invierno de 2021 que fue bastante duro por el COVID, también han pasado las Navidades solos y hemos visto un punto de quiebre de Edward por primera vez. Quiebre que Bella ha querido recomponer como sea, incluso ofreciéndose a casarse con él.
Las fotos de la pulsera de Cartier y demás estarán publicadas en el grupo de Facebook a lo largo de este fin de semana.
¡Muchas gracias por acompañarme un capítulo más y como sabéis estoy deseando leer vuestras opiniones en las reviews!
¿Nos vemos el domingo? Ya me decís
