Capítulo 18:

Une Mente Perversa, Una Mente Inocente


Yuya hundió el rostro en sus manos, buscando alguna respuesta entre la maraña de pensamientos que lo acosaban. Las palabras de Hoshiyomi no dejaban de golpearlo con su intensidad abrumadora.

'En ese mundo, donde yo también habitaba, conocerte fue lo mejor que me haya pasado en la vida. Pero eso también significó mi condena.'

¿Por qué cada frase sonaba como un susurro dulce y a la vez como un cuchillo directo al corazón?

Yuya recordó el semblante de Hoshiyomi mientras hablaba. Había algo profundamente roto en él, algo que lo hacía ver tan fuerte como frágil al mismo tiempo.

'El mundo original no era perfecto, Yuya, pero tú lo hiciste parecerlo por un instante. Antes de que todo se derrumbara.'

—¿Qué fue lo que se derrumbó? —Preguntó Yuya al vacío de su habitación, apretando las sábanas como si buscara sostenerse de algo.

Hoshiyomi no había explicado todo, había dejado las respuestas más importantes suspendidas en el aire, como si no quisiera cargarlo con esa verdad. Sin embargo, había algo que Yuya no podía ignorar: el peso en los ojos de aquel hombre al mencionar su nombre.

'El mundo original era lineal, sí, como una única historia que seguía avanzando sin interrupciones. Hasta que alguien decidió que ya no sería así.'

Esas palabras encendieron una chispa en su mente. Hoshiyomi había hablado de las cuatro invocaciones, de cómo cada una tenía su propia historia y de cómo el mundo original había sido fracturado, pero no había dicho quién o qué lo había hecho.

—¿Acaso él…? —

La posibilidad de que Hoshiyomi estuviera involucrado lo estremeció. Sin embargo, más allá del miedo, estaba la duda. ¿Por qué él, Yuya, tenía un lugar tan especial en toda esa historia?

'Tú, Yuya, eres la excepción. En un mundo donde no existía nada más que caos y oscuridad, tú eras luz.'

Un escalofrío recorrió su espalda. La idea de ser "la excepción" lo inquietaba. ¿Era un cumplido? ¿O un peso que estaba destinado a cargar?

'Pero también fuiste mi debilidad.'

Yuya recordó cómo Hoshiyomi había bajado la voz al decir eso, casi como si le costara admitirlo.

'Mi padre solía advertirme que era peligroso depender de alguien, pero yo no escuché. Era un necio, Yuya, y lo sigo siendo. Porque incluso ahora, mi fortaleza depende de algo tan simple como tu sonrisa.'

Un nudo se formó en su garganta. Nunca antes alguien había hablado de él de esa forma, como si fuera algo tan valioso y tan peligroso al mismo tiempo.

—¿Soy su salvación? ¿O solo un reflejo de lo que perdió? —

Yuya cerró los ojos, tratando de recordar los detalles de la conversación, cada palabra, cada gesto de Hoshiyomi. Había algo desgarrador en la manera en que hablaba, como si estuviera reviviendo algo que lo había marcado profundamente.

'Conocerte fue mi salvación… y también mi perdición.'

El peso de esa confesión lo aplastaba. Yuya no sabía si debía sentirse halagado o aterrorizado.

'El mundo original se quebró porque los corazones de quienes lo habitaban ya estaban rotos. Tal vez no tenía remedio, pero yo… yo quería creer que tú eras la excepción. Que tú podías arreglarlo todo.'

—¿Yo? —preguntó al aire, con un tono que denotaba más incredulidad que sorpresa.

La idea de que alguien como él pudiera ser tan importante en una historia que parecía tan compleja le parecía absurda. Sin embargo, había algo en la voz de Hoshiyomi, algo que no podía ignorar.

Yuya se dejó caer de nuevo en la cama, mirando el techo con los ojos llenos de preguntas. Su corazón latía con fuerza, como si algo en su interior estuviera despertando.

—Hoshiyomi… ¿Qué es lo que realmente quieres de mí? —

El silencio de la habitación no ofreció respuestas, pero Yuya sabía que no podía quedarse así. Había algo más, algo que debía descubrir, aunque eso significara enfrentarse a verdades que preferiría no conocer.

Yuya exhaló lentamente, cerrando los ojos mientras su mano seguía descansando sobre su frente.

Aún podía sentir, como un eco persistente, el leve golpe que Hoshiyomi le había dado en algún punto con su dedo medio. Aunque había sido un gesto aparentemente trivial, cargaba con un peso que Yuya no terminaba de entender.

'Eso tendrás que descubrirlo tú mismo.'

El tono de Hoshiyomi seguía resonando en su mente, un equilibrio perfecto entre desafío y melancolía. Yuya sabía que había mucho más detrás de esas palabras, pero cada vez que intentaba atar cabos, los hilos parecían deshacerse entre sus dedos.

'No quiero revelar detalles.'

—Entonces, ¿por qué decirme todo esto? —Murmuró para sí mismo, con un deje de frustración en su voz.

Había algo profundamente inquietante en cómo Hoshiyomi esquivaba las respuestas más cruciales. Yuya recordó cómo había evitado su pregunta, cómo había desviado el tema justo cuando las cosas parecían acercarse a algo importante.

'Para que puedas entender un poco de lo que planeo hacer.'

—¿Qué planea hacer realmente? —Yuya se sentó en la cama, abrazando sus rodillas mientras la confusión lo invadía.

La conversación había sido una mezcla de sinceridad y misterio, como si Hoshiyomi estuviera decidido a compartir solo lo suficiente para mantenerlo intrigado, pero no más. Sin embargo, lo que más lo inquietaba era lo que había dicho sobre sí mismo.

—Si me dices que necesito entender, ¿Qué sucede contigo? ¿También has reencarnado? —

'No. Me temo que mi propia situación fue distinta a la tuya.'

Yuya podía ver claramente el rostro de Hoshiyomi al pronunciar esas palabras. Había algo en su expresión, una mezcla de orgullo y dolor, que lo hacía parecer aún más impenetrable.

'Como sabrás, los humanos y seres externos habitan los confines del universo. Podemos decir que no estaba en la Tierra cuando el mundo fue dividido, así que... Pude preservar cada memoria, cada vivencia, como viejos tatuajes sobre la piel.'

Ese fragmento en particular lo había estremecido. La idea de que alguien pudiera recordar cada detalle, cada momento, como cicatrices indelebles, le parecía tanto un regalo como una maldición.

—Suena doloroso… —Había respondido en su momento, sintiendo un nudo formarse en su pecho.

'Lo es, no obstante. Recordarlo, recordarlos, recordarte, hizo que todo esto volviera a nacer.'

Yuya tragó saliva al recordar esas palabras. "Todo esto". Era evidente que Hoshiyomi no se refería solo a sus recuerdos o emociones, sino a algo mucho más grande.

Algo que estaba relacionado con las Industrias, con sus planes, con el rencor y la esperanza que parecían convivir en su voz.

'Cuando te conocí en el mundo original, pensé que eras un muchacho terco y rebelde que no pensaba en los demás. Sin embargo, conforme fui conociéndote, poco a poco pude saber exactamente por qué eras así.'

Yuya dejó escapar una risa amarga. ¿De verdad había sido tan fácil de leer? Siempre había intentado mostrar una fachada invencible, como si pudiera con todo.

'Te comportabas como si pudieras hacer todo y como si pudieras devorar al mundo y los retos que se te ponían al frente.'

—Tal vez era cierto… —Susurró. Pero esa confianza que había tenido en otro tiempo, si es que alguna vez fue real, parecía tan lejana ahora.

'Me contabas historias y yo me limitaba a escucharte. Era de lo más divertido hasta que las cosas llegaron a complicarse.'

Hoshiyomi no había querido entrar en detalles, pero Yuya podía sentir el peso de lo que no se había dicho. Había algo trágico en su tono, algo que no podía ignorar.

'Y luego una cosa pasó a la otra, y otra a la otra, y así sucesivamente.'

Yuya dejó escapar un suspiro mientras volvía a recostarse. Cerró los ojos y dejó que su mente regresara a aquel momento, a esa conversación que, de alguna forma, había cambiado todo.

Podía imaginarse a Hoshiyomi frente a él, con esa sonrisa irónica y esa mirada que escondía más de lo que revelaba. El leve golpe en su frente había sido el último gesto antes de que se separaran, como si quisiera recordarle que aún quedaban preguntas sin responder.

—Eres un verdadero enigma… —Murmuró Yuya al techo, sintiendo una extraña mezcla de frustración y calidez en su pecho.

Por más desconcertante que fuera, no podía negar que cada palabra, cada gesto, lo había dejado deseando saber más.

Aunque significara enfrentarse a lo desconocido.

Aunque significara enfrentarse a él.

Yuya giró sobre la cama una vez más, con el ceño fruncido y el corazón pesado. Por más que intentaba procesar todo lo que había escuchado, las palabras de Hoshiyomi lo tenían atrapado, como una red que se enredaba más con cada intento de liberarse.

'¡Lo importante es que salimos airosos de cada una de las situaciones, nos volvimos amigos, fuiste a la universidad pese a todo, y regresaste con la promesa de casarnos!'

Yuya apretó la almohada contra su pecho, tratando de contener la avalancha de emociones que esas palabras habían despertado.

—¿Prometí… casarme contigo? —Su voz apenas fue un susurro.

El recuerdo de esa afirmación lo hacía tambalear.

Casarse. Una boda. Una promesa que, según Hoshiyomi, había hecho en otro mundo, en otra vida.

'Impactante, ¿cierto? Pero eso realmente sucedió, fue una bella boda y recepción. Bueno, dejando de lado otro detalle sobre el imbécil de tu padre.'

Yuya se estremeció. Era como si cada palabra estuviera diseñada para confundirlo aún más. ¿Por qué Hoshiyomi hablaba de su padre con tanto desprecio?

'Es lógico que lo haga luego de tantas barbaries que llegó a realizarte, por favor, no me culpes hasta que lo recuerdes por completo, la verdad sobre tu padre.'

La verdad sobre su padre.

Yuya cerró los ojos, tratando de imaginarlo. Había crecido idolatrando a su padre, viéndolo como un hombre lleno de pasión y energía. Pero Hoshiyomi hablaba de él como si fuera alguien completamente diferente.

'No es que fuese una mala persona, lo que era más bien, es un pésimo padre.'

—Eso no puede ser verdad… —Susurró Yuya, su voz temblando mientras las palabras resonaban una y otra vez en su mente.

'Él fue mi suegro y me arrepiento de haberlo apoyado en algún punto. Él casi estropeó tu vida y casi hizo que murieras en el día más importante de nuestras vidas.'

La indignación se mezcló con la incredulidad. ¿Su padre, causando tanto daño?

—¡Eso no puede ser cierto! —Había exclamado en su momento, pero incluso ahora, solo en su habitación, las palabras se sentían huecas.

'Será mejor que recuerdes primero, y luego comienzas a reclamar. Lo que fue, fue y lo que es, es. Yuya, por favor, volvamos al tema.'

Yuya dejó escapar un largo suspiro, dejando caer la almohada a un lado. Sabía que insistir no lo llevaría a ninguna parte. Hoshiyomi siempre tenía una forma de cerrar un tema antes de que pudiera profundizar más.

'Yo tenía mis recuerdos, los guardé. Pero, al final, ¿qué se supone que debía hacer? El mundo como lo conocía pereció ante mis ojos, y no pude hacer nada para evitarlo.'

Las palabras de Hoshiyomi estaban cargadas de una melancolía que era difícil de ignorar. Yuya podía imaginarlo perfectamente, con esa expresión que oscilaba entre el orgullo y la desesperanza.

'Las personas que más me importaban se habían ido, y lo que me quedaba se sentía como una cruda sombra sobre mis propias acciones.'

Yuya apretó los puños, sintiendo un leve temblor en su pecho.

Podía escuchar la voz de Hoshiyomi quebrarse ligeramente al pronunciar esas palabras, como si cada una lo desgarrara por dentro.

'Me preguntaba día a día qué se supone debía hacer.'

—Hoshiyomi… —Su nombre salió de sus labios como un suspiro.

Yuya se levantó lentamente de la cama y caminó hacia la ventana. La noche era tranquila, pero en su mente, todo era un caos.

'Hasta que la respuesta, como una revelación, me llegó. ¿Y si intento recuperar lo que un día perdí? ¿Y si intento ayudar a aquellos que alguna vez confiaron en mí?'

El rostro de Hoshiyomi apareció en su mente con una nitidez dolorosa. Había algo en esas palabras que hablaba de redención, pero también de una ambición peligrosa.

'Fue completamente atemorizante desde un principio, no obstante, recibí más ayuda de la que puedas imaginarte. Amigos, compañeros, buenas personas. Todas aportaron un grano de arena, y luego… las Industrias nacieron como lo hizo la Corporación Leo.'

Yuya apoyó la frente contra el vidrio, sintiendo el frío contra su piel.

Las Industrias. Una creación nacida del dolor y el deseo de recuperar lo perdido.

'Somos dos monstruos que nacieron al mismo tiempo.'

Un escalofrío recorrió su espalda al recordar cómo Hoshiyomi había sacudido sus hombros, como si intentara deshacerse de un peso invisible. Yuya podía ver el desprecio en su expresión, pero también algo más: una vulnerabilidad que apenas se dejaba entrever.

—¿Monstruos…? —Repitió en voz baja, sintiendo que una parte de él estaba de acuerdo.

En el fondo, Yuya sabía que ambos llevaban cicatrices del pasado. Pero mientras él luchaba por comprenderlas, Hoshiyomi parecía decidido a convertirlas en un arma.

Con un último suspiro, Yuya se apartó de la ventana y regresó a su cama.

No importaba cuánto intentara comprender, cada palabra de Hoshiyomi lo sumía más en un mar de preguntas.

El aire estaba pesado, como si el cuarto mismo pudiera sentir la tensión que Yuya llevaba en su pecho.

A pesar de todo lo que había escuchado, el mundo seguía girando, y las palabras de Hoshiyomi no hacían más que arrastrarlo a un abismo de confusión. La Corporación Leo, las Industrias Arckumo, el rencor, la venganza...

'Ambas teníamos el mismo objetivo, ser las más fuertes. Y hasta hoy día, la Corporación Leo y las Industrias Arckumo seguimos siendo fuertes rivales y enemigos.'

Yuya parpadeó, atónito, como si el peso de esas palabras lo hubiera golpeado de lleno. No podía comprender completamente la magnitud de lo que Hoshiyomi le estaba revelando.

—¿Son enemigos? —preguntó, buscando algo de claridad, pero la respuesta llegó sin piedad.

'Lo somos. No creerás que todo lo que pasa en televisión es cierto, ¿correcto? Ambos, para ser sinceros, tratamos de deshacernos del otro constantemente, sin importar a quién dañemos en el proceso.'

—¡Eso...! ¡Eso es muy cruel! —Exclamó, la incredulidad marcando su voz.

'Y lo seguirá siendo hasta el fin de los tiempos. De esto se trata ser líder en los negocios; ya sea que tu consumas a tu rival, o él lo haga contigo. No hay diferencia. Es la ley de la supervivencia, ¿no lo viviste tú mismo con el mundo que te rodeaba luego de que tu padre desapareciera?'

Las palabras de Hoshiyomi lo golpearon más fuerte de lo que esperaba.

¿La supervivencia?

Eso sonaba demasiado similar a la vida que había conocido después de perderlo todo.

Yuya apretó sus labios y bajó la mirada, el peso de la situación comenzando a aplastarlo lentamente.

'Lamento que mis palabras sean tan duras, pero esto es así. No puedes negarlo cuando lo has vivido en carne propia.'

Yuya no dijo nada, pero las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. No intentó detenerlas. Estaba solo en casa, y por una vez, no le importaba mostrarse vulnerable.

'Discúlpame que sea tan rudo, pero necesito seguir explicando.'

—Esta... esta bien —Musitó Yuya, su voz quebrada pero firme.

'Entonces, cuando las Industrias nacieron, también lo hicieron las ganas de recuperar todo lo que se nos fue arrebatado. Mi esposo, mi más importante tesoro, mis amigos, todo. ¡Quería recuperarlo todo! Sin importarme el costo.'

Hoshiyomi parecía a punto de estallar, como si esas palabras vinieran de lo más profundo de su ser. Yuya escuchó en silencio, sabiendo que lo que decía no era solo una justificación, sino la verdad detrás de sus acciones.

'Y eso era buena idea hasta que... Nos enteramos de algo más.'

—¿Algo más? —Preguntó Yuya, ahora completamente atrapado en la conversación.

'Me temo que en la búsqueda de recuperar todo, nos enteramos de que el culpable de que todo haya sucedido en primer lugar sigue vivo y comenzó una guerra con fines desconocidos.'

—¡¿Una guerra?! —Yuya no pudo evitar la exclamación, el horror impregnado en cada palabra.

'Sí, una guerra. El hombre en cuestión fue tan malo como para lavarle el cerebro a toda una dimensión, la dimensión Fusión, y gracias a sus dotes manipulativos, atacó a una de las cuatro dimensiones y la hizo añicos.'

—¿La dimensión que atacó...? ¿Cuál era...? —

'...La dimensión donde está la ciudad donde antes vivíamos tú y yo, la dimensión XYZ.'

—La ciudad donde antes vivíamos... —Yuya susurró, el dolor inundando sus pensamientos. Todo aquello que había sido parte de una vida se desmoronaba como un castillo de arena.

'Fue cruel e implacable. Hizo ver a las demás dimensiones como diminutas ante su poder, y por eso... Por eso decidimos tomar cartas en el asunto. Las Industrias tenemos la misión de recuperar lo que nos fue arrebatado, pero también, vengar lo que se ha ocasionado, por culpa de ese malvado hombre.'

—¿Vengar...? —La palabra se quedó flotando en el aire, como una condena.

'Sé que la venganza no es un concepto que tú y yo compartamos, pero eso no indica que dejemos de seguirlo solo porque no crees que en ello. Así que antes de que digas que eso no está bien, te pediré amablemente que pienses en todo lo que se perdió y lo que se sigue perdiendo.'

—¿Lo que se sigue perdiendo? —Preguntó Yuya, sin poder comprender lo que significaba.—¿Acaso perdiste a alguien en esa guerra que viene de otras dimensiones? —

Su voz se tornó más suave, casi temerosa.

'Lo hice.'

Las palabras de Hoshiyomi golpearon a Yuya como una ola imparable. La vergüenza lo envolvió por hablar cuando no debía, y la culpa lo abrazó. No pudo evitar esconder su rostro en la almohada, luchando por contener el llanto.

—Lo siento... —Murmuró entre sollozos.

'Déjalo... Es normal hablar cuando no estás familiarizado con estos temas.'

El aire estaba pesado de dolor, pero también de una comprensión no dicha. Yuya se quedó allí, sintiendo el peso de las revelaciones y la verdad que Hoshiyomi acababa de compartir, sabiendo que no todo podía ser perdonado, pero quizás, solo quizás, todo podía ser entendido.

—¿Entonces...? Todo lo que me estás explicando, es... ¿Por qué quieres que mi antiguo yo regrese a...? —Preguntó Yuya, sin poder evitar la confusión en su voz.

'Te quiero de regreso. Junto a todo lo que perdí, esa es la razón por la cual, ahora, estás teniendo recuerdos que... Tal vez no querías exactamente de regreso.'

—¿Quieres decir que todos estos recuerdos son de mi primera vida? ¿Lo que viví en el mundo original? —Yuya no podía creer lo que escuchaba, la revelación lo dejaba sin aliento.

'Es eso, ni más ni menos. Y lamento tener que arrastrarte a esto, pero... Yo realmente... Puedes llamarme egoísta, codicioso, malvado e insensible, sin embargo... Yo...'

—¿Tú estás provocando que todos mis recuerdos vuelvan, verdad? ¿Los de mi primera vida? —Yuya sintió un nudo en la garganta, sin poder quitarse la sensación de que algo muy profundo se estaba quebrando dentro de él.

'Sí...'

—¿Cómo...? —Preguntó, con un tono que reflejaba su creciente desesperación.

'...No quiero decírtelo.'

—¿Por qué...? —La pregunta salió antes de que pudiera detenerla.

'No te he pedido permiso, no he considerado si ahora eres feliz, ni si vives con una madre amorosa y con un sueño por delante. Así que si te digo, ¿cómo sé que no voy a perderte otra vez?'

Yuya cerró los ojos un momento, buscando encontrar alguna respuesta en su mente, pero la confusión solo se profundizaba.

Suspiró, levantando la cabeza de la almohada, su rostro marcado por una mezcla de emociones conflictivas. El dolor, el miedo, el amor, todo giraba alrededor de sus pensamientos.

'Te dije que puedes llamarme egoísta, e incluso un monstruo, pero... Quiero que vuelvas a mi lado, sin importar qué...'

—¿No te importa si llego a sufrir en el proceso? —Preguntó Yuya, con la voz temblorosa.

'¡Me importa! ¡Mucho más de lo que crees! Pero, por eso, yo... He decidido estar a tu lado cada vez. Aun si es lo que ahora menos quieres de mí...'

—Me das miedo, Hoshiyomi, de lo que eres justo ahora... —Yuya lo dijo sin pensar, pero la verdad ya estaba fuera.

'Yo no, ¡juro que nunca te haré daño! ¡Jamás! No me atrevería. Yuya, tú... ¡Tú eres mi todo! Nunca atentaría en contra de tu seguridad!'

—¡Estás atentando contra mi paz mental, con mi vida! ¡Estás diciendo que me quieres de regreso y esas cosas que me aterran! Entonces, ¿cómo quieres que te crea? ¡Provocaste que casi pierda un duelo por recordar! ¿No te das cuenta? —Yuya estaba tan agotado de todo, de la manipulación, de las dudas, que las palabras salieron más duras de lo que pretendía.

'Te dije que te quería de regreso.'

—¡A eso me refiero! Dices que me quieres, que nos casamos en una vida pasada, pero ahora, en esta vida, intentas atentar contra todo lo que conozco y lo que creo. —Yuya no podía comprender cómo eso podía encajar. ¿Cómo podía quererlo de esa manera?

'...'

—¿Cómo puedo saber que lo que quieres es sincero si me haces daño con solo quererlo? —Yuya no pudo evitar dejar salir el dolor en su voz.

'Ahora no serías capaz de comprenderlo.'

—¡Y no querré comprenderlo! —Exclamó, sin poder soportarlo más.

'Pero... Te demostraré que soy sincero cuando te digo que te quiero a mi lado de regreso.'

—¿Cómo...? —Yuya lo miró, expectante, buscando algo que le diera un respiro, pero sabía que no sería tan fácil.

'Las decisiones que ahora tomes, serán completamente tuyas. No voy a interferir en ningún momento, no voy a manipular a nadie para convencerte, ni voy a rogarte aun si me muero por hacerlo. Todo lo que decidas, de ahora en adelante será puro y propiamente tuyo.'

—¿Ah, sí? ¿Y cuándo es que comenzará esa dichosa libertad que me has entregado? —Yuya le dio una mirada cargada de escepticismo, sus ojos buscando una respuesta que nunca parecía llegar.

'...Tu segundo duelo ya ha sido decidido, te enviaré la dirección y el lugar. Depende de ti, si quieres seguir con el patrocinio y con mi apoyo. De lo contrario, prometo tratar de entender.'

—¿Tratar...? —Preguntó Yuya, sintiendo la tensión aumentar.

'No te buscaré, aun así me muera por dentro. Honraré cada día la decisión que has tomado en respeto a ti.'

Las palabras de Hoshiyomi resonaron en su mente, como un eco que no dejaba de repetirse.

Yuya quería entender, quería creer, pero no podía evitar preguntarse si todo esto no era solo una nueva forma de atarlo, de manipularlo, una vez más.

El dolor de las decisiones futuras se cernía sobre él, pero tal vez, por fin, comenzaba a ver un resquicio de la verdad en las palabras de Hoshiyomi.

Quizás, todo dependía de lo que él eligiera hacer a continuación.

Y sin embargo...

¿Realmente Yuya estaba listo para

lo que él le pedía?

No.

De ninguna manera.

Pero...

Había algo en el peso de sus palabras que no lo dejaba en paz.

La guerra, las vidas arrancadas, los duelos transformados en armas de destrucción, las tragedias que parecían infinitas.

Todo se acumulaba como un manto pesado, sofocante, que Yuya nunca había pedido llevar.

Saber la verdad, cargar con ella... era abrumador.

Además, había algo más, algo que él no sabía cómo nombrar.

¿Por qué alguien como él, alguien que no destacaba, que se veía pequeño incluso en su propio reflejo, podía ser tan importante para alguien como Hoshiyomi?

Un hombre con poder, con recursos, con una apariencia que podía conquistar mundos.

¿Por qué alguien como ese CEO, con todo a sus pies, lo perseguía con una intensidad casi infantil? ¿Qué era lo que veía en él, en su insignificancia, que lo hacía cruzar límites que otros ni siquiera considerarían?

La respuesta escapaba de su comprensión, pero no podía ignorar cómo esas preguntas se colaban en su mente como un susurro insistente.

No podía evitar sentirlo... como un soplo fresco en medio de una tormenta, un aire diferente que lo hacía titubear.

Y aunque el miedo lo atenazaba, aunque el simple pensamiento de enfrentarse a los recuerdos que dormían en lo más profundo de su ser lo aterraba, había algo más fuerte que el terror.

Una chispa, un destello, una llama que no podía apagar: la curiosidad.

La curiosidad que mató al gato.

Yuya lo sabía. En ese momento, podía sentirlo en lo más profundo de su ser: era ese gato.

"¿Y si solo lo intento por un tiempo...?"

La pregunta escapó de sus labios antes de que pudiera detenerla, flotando en el aire como un eco lleno de incertidumbre.

Entonces sus ojos vagaron por la habitación hasta posarse en el póster que colgaba de la pared.

Era él. Su padre. La figura que alguna vez había sido su mayor héroe, el hombre cuya sonrisa parecía abarcar todo el mundo de Yuya.

Pero esa sonrisa no lo reconfortaba.

No ahora.

'Es lógico que lo haga luego de tantas barbaridades que llegó a realizarte. Por favor, no me culpes hasta que lo recuerdes por completo, la verdad sobre tu padre.'

Esas palabras seguían resonando, cargadas de un peso que Yuya no sabía cómo sostener. Se repetían en su mente como una melodía incesante, abriendo grietas en las paredes que había construido para protegerse.

Y entonces, la verdad, como siempre, se coló entre esas grietas.

Yuya había enterrado ese sentimiento hace mucho, cuando descubrió que su padre no estaba desaparecido, como su familia había querido creer.

No.

Su padre los había abandonado.

Lo decían los demás.

Lo confirmaba su ausencia.

—Solo es recordar algo que fue, ¿no? —

Sus propias palabras sonaron vacías, desprovistas de la calidez que alguna vez había definido su voz. Su mirada tampoco era la misma; ya no quedaba en ella la chispa alegre de Sakaki Yuya.

La revelación se había instalado en su mente, como una semilla que echaba raíces, lenta pero implacable. Aunque quisiera negarlo, aunque luchara contra ello, las piezas encajaban, una tras otra, empujando sus pensamientos, moldeando sus decisiones.

Y dentro de todo ese caos, surgió algo inesperado.

El peso de ser importante para alguien.

No solo importante, sino único. Ser el centro del mundo de alguien más, alguien tan distante, tan opuesto a él, le daba un extraño sentido de valor que nunca antes había conocido.

Era contradictorio, inquietante, incluso aterrador.

Pero también era fascinante.

Esa verdad, esas revelaciones que no podía dejar atrás, lo cambiaban. Cada palabra, cada recuerdo, lo transformaban de maneras que apenas empezaba a comprender.

Y aunque el miedo seguía ahí, aguardando como una sombra al borde de su conciencia, Yuya no podía ignorar la chispa que ardía en su interior.

La chispa de querer saber más.