Capítulo 22:

Un Juego Desigual [III]


Para ser sinceros, Yuya jamás había pisado una sala de juntas.

Jamás había soportado el peso de miradas inquisitivas, afiladas como navajas.

Y mucho menos había sido cómplice de un hombre cuyo encanto peligroso parecía bordear la obsesión, haciéndolo sentirse una presa atrapada entre las garras de un depredador impredecible.

Por eso, que su respiración temblara con cada inhalación y que sus manos buscaran los bordes de su chaqueta como un náufrago busca tierra firme, era completamente natural en esas inusuales circunstancias.

—Me alegra mucho que hayan atendido a mi llamado. Muchas gracias por recibirnos. —Hoshiyomi habló con una serenidad que parecía desconcertante.

Una sonrisa se formó en su rostro, genuina, pero afilada, como si nada en el mundo pudiera atravesar la fortaleza de su compostura.

La presencia de Hoshiyomi, tan seguro y altivo, lo cubría todo, haciendo que Yuya se sintiera aún más diminuto.

Astral, por su parte, se había reincorporado con naturalidad a la conversación, la luz de sus ojos dorados chispeando con renovado interés.

Cuando respondió, su voz resonó suave y melodiosa, como el eco de una sinfonía que invitaba a la calma.

—Gracias a ustedes por llegar justo a tiempo. Temía que hubieran tenido algún problema con el duelo o su contrincante. —

Hoshiyomi negó con elegancia, un gesto calculado que daba la impresión de un príncipe rechazando un cumplido exagerado.

—Ah, no hubo ningún problema. —Movió la mano con un suave ademán que parecía envolver el aire. Su voz adquirió un tono dulce y casi juguetón. —De hecho, fue lo suficientemente interesante como para derrotar al aclamado Rey de los Acertijos. —

—¿En serio? —Respondió Astral, inclinando la cabeza con un interés que parecía sinceramente amable.

Hoshiyomi asintió varias veces, su sonrisa creciendo con un entusiasmo que contrastaba con la solemnidad de la sala. Mientras tanto, Yuya, atrapado en el fulgor de esa atención, sentía cómo el calor subía a sus mejillas, teñiéndolas de un rojo intenso.

"¿No parece una madre presumiendo los logros de su hijo?" pensó Yuya con vergüenza, desviando la mirada hacia Astral, quien escuchaba con una expresión serena y un brillo casi paternal en los ojos. "¿Y no Astral parece un padre orgulloso de ese hijo al que siempre apoya?"

La ligereza de la charla sirvió para calmar a Yuya, al menos hasta que las palabras de Hoshiyomi lo atraparon de nuevo en su red.

—¿Y sabías que Yuya fue increíble en el campo de duelo? Incluso podría decirse que su destino es hacer sonreír a las personas. —

—¿Eh? —Astral arqueó una ceja, entre divertido e intrigado. —¿De verdad? Sabía que Yuya era bueno en los duelos, ya que hemos practicado juntos antes. Pero, ¿que su destino sea hacer sonreír a las personas? Eso suena un poco pesado, ¿no crees? —

—Es lo mismo que pienso, pero… —Hoshiyomi giró su rostro hacia Yuya, y por un instante su expresión pareció suavizarse, llena de un afecto extraño y profundo. —Yuya insiste en seguir ese sueño, y por ello lo respeto. —

Astral se llevó una mano a los labios, como si reflexionara sobre lo dicho, pero la verdad era más oscura de lo que mostraban sus gestos.

Él y Hoshiyomi compartían una complicidad silenciosa, un acuerdo tácito.

Ambos odiaban cómo Yuya había sido empujado a cargar con esas expectativas. Y como tal, era una carga que planeaban aligerar, poco a poco, mientras lo ayudaban a recuperar la memoria que le había sido arrebatada.

Yuto, mientras tanto, permanecía en silencio, observando con ojos críticos y desconfiados.

Primero evaluó a Hoshiyomi, encontrando en él algo perturbadoramente familiar. Aunque una parte de su ser lo instaba a desconfiar, el recuerdo de cómo este había facilitado su estadía en las Industrias Arckumo lo hizo sentirse obligado a ceder.

Cuando su atención pasó a Astral, lo encontró impenetrable. Cada gesto, cada palabra de Astral parecía medido con precisión. Sin embargo, había una chispa en sus ojos, una pequeña pero innegable flama de alegría que surgía cada vez que interactuaba con Hoshiyomi.

Esa conexión, esa confianza tácita, logró calmar en parte las inquietudes de Yuto.

Pero cuando sus ojos se posaron en Yuya, algo en su interior pareció agitarse. No era atracción ni curiosidad, sino una llamada que no lograba comprender.

Como si estuviera predestinado a encontrarlo, a enfrentarlo, a algo más que no podía explicar.

"¿Por qué?"

La pregunta se repetía en su mente, como un eco que no encontraba respuesta.

Intentó deshacerse de esa sensación, reprendiéndose en silencio, pero al levantar la vista se encontró con la mirada de Hoshiyomi, expectante, casi burlona.

"¿No es aterrador?"

—Ah, discúlpenme —intervino Hoshiyomi con su habitual tono encantador, rompiendo la tensión. —Estaba tan emocionado de presumir a mi patrocinado que olvidé lo más importante. Permítanme hacer las presentaciones. —

Hoshiyomi se levantó, y con un ligero gesto de su mano instó a Yuya a hacer lo mismo.

—Este joven aquí es Sakaki Yuya, un duelista de entretenimiento, por favor cuidenle adecuadamente. —

—Un gusto conocerlos. —Yuya se inclinó ligeramente, intentando mantener la compostura.

Yuto que comprendió que era su turno, asintió antes de hacer lo propio.

—Mi nombre es Yuto, ahora Tsukumo Yuto, cortesía de las Industrias Arckumo. Es un placer. —

Esas palabras, cargadas de un significado que Yuya aún no entendía, hicieron que Hoshiyomi sonriera para sí mismo.

Astral también se levantó, inclinándose con la gracia y majestuosidad de un noble.

—Encinereb Astral. Un placer conocerlos. —

Finalmente, Hoshiyomi completó la ronda de presentaciones, luciendo más radiante que nunca.

—Mi nombre es Hoshiyomi, Tsukumo Hoshiyomi. ¡Es un placer! —

Aunque innecesaria, esa presentación marcó un punto de partida. Una promesa no dicha que cambiaría el rumbo de sus destinos.

—Ahora, ¿les parece si comenzamos? —preguntó Hoshiyomi, su mirada brillante y cautivadora escondiendo intenciones mucho más profundas.

Entonces.

Cuando todos volvieron a tomar asiento, el aire en la sala adquirió un peso tangible. Y la mesa que se había mantenido fiel a su labor sin presentar más, de pronto proyecto algo...

Algo que hizo saltar varios pensamientos a la vez.

Como si la pantalla proyectada de pronto frente a ellos no solo mostrara información altamente confidencial, sino una declaración de poder.

El logotipo de las Industrias Arckumo, un monstruo estilizado, parecía cobrar vida, proyectando una presencia imponente que los hacía sentirse como peones frente a un tablero diseñado para titanes.

Yuya, sentado junto a Hoshiyomi, trató de mantenerse tranquilo, pero su mirada vacilante lo traicionaba.

Apretó los puños sobre sus piernas, luchando por no dejar que el miedo lo dominara.

Al frente, Yuto permanecía rígido, sus ojos grises enfocados en los datos que desfilaban por la pantalla.

Entre ellos no hubo palabras, solo un entendimiento tácito que les permitió compartir la carga del momento.

Astral, sentado junto a Yuto, observaba todo con una serenidad casi perturbadora.

Incluso ante los datos proyectados de sus habilidades, no mostró ninguna señal de sorpresa o incomodidad.

Al contrario, una leve sonrisa se dibujó en su rostro.

—Datos precisos, exhaustivos… admirables, incluso. —

Su voz resonó con calma, como si estuviera halagando la obra de un colega.

Yuya lo miró con incredulidad, mientras Yuto fruncía el ceño.

—¿Eso te parece admirable? —preguntó, su voz cargada de desconfianza.

Era verdad que anteriormente les había dado su disco de duelo para una rápida examinación, pero que se hayan atrevido a usmear más de lo debido, era...

—La precisión siempre es admirable, Yuto. —

Astral inclinó ligeramente la cabeza hacia la pantalla, como si no le importara exponer sus duelos, mucho menos su persona.

—Aunque estos registros no hacen más que confirmar lo que ya sabía. Soy un duelista invicto. No hay derrota que manche mi historial. —

El tono despreocupado de Astral era un marcado contraste con la tensión que se respiraba en la sala.

Yuto cerró los ojos por un momento, respirando hondo para contener la frustración. Pero fue Yuya quien rompió el silencio, su voz temblando con una mezcla de incredulidad y valor.

—¿De qué sirve todo esto? —preguntó, señalando la pantalla—. ¿Acumular victorias, registrar datos, construir estrategias? Los duelos no son para destruir o lastimar… —

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, cargadas de una fuerza que nadie esperaba de alguien como él.

—Los duelos son para sonreír. Para compartir algo más grande que nosotros mismos. ¿Entonces? ¿Porqué esto es necesario? —

Yuto lo miró, sorprendido.

La pureza de aquella creencia chocaba contra su propia visión, endurecida por las batallas y la venganza que había jurado cumplir.

Pero algo en esas palabras resonó profundamente en él, como un eco de lo que alguna vez creyó antes de que el conflicto lo transformara en una versión de la que él mismo no lograba reconocerse.

—Yuya… —Murmuró, sin saber qué decir.

Hoshiyomi, que había permanecido en silencio, se inclinó hacia adelante, entrelazando las manos frente a él.

—Tus ideales son nobles, Yuya. —Su voz era baja, casi seductora, pero había un tinte de condescendencia en sus palabras—. Pero el mundo no siempre tiene espacio para nobles intenciones. —

Con un gesto, la pantalla cambió, mostrando ahora el logotipo de la Corporación Leo junto a una cronología de eventos.

—La Corporación Leo intento establecer un método, un algo que protegiera a este mundo, a esta dimension. No obstante, sus métodos no fueron menos cuestionables que los de Academia, aunque su propósito no era tan… primitivo. —

La pantalla se llenó con imágenes de duelos masivos, estructuras imponentes, y un ejército uniformado.

—Academia, en cambio, no tiene más propósito que el dominio. Convertir personas en cartas es su símbolo, una declaración de poder. Y nosotros… —Hoshiyomi dejó que la frase se deslizara lentamente de sus labios— No seremos como ellos. —

—¿Entonces qué quieren? —Preguntó Yuto, su tono duro, pero cargado de incertidumbre.

Astral respondió antes que Hoshiyomi, su voz suave pero firme.

—Queremos equilibrio. Una estructura donde los duelos sean una herramienta, no un arma. —

—¿Y a qué costo? —Insistió Yuya, su mirada clavada en Hoshiyomi.

Este sonrió, enigmático.

—A ningún costo que no se haya pagado ya. —

La pantalla cambió nuevamente, esta vez mostrando un mapa que destacaba las dimensiones y sus conexiones.

En el centro, un ícono marcaba la influencia de Academia, extendiéndose como raíces venenosas hacia cada rincón.

—Ellos son el verdadero enemigo. —La voz de Hoshiyomi se endureció—. Pero para enfrentarlos, necesitamos una estrategia. Una alianza que desmantele su tiranía desde dentro... La Corporación Leo solo es un peldaño, algo que debemos superar y derrotar para alcanzar nuestro propio objetivo. —

Yuto lo miro, entendiendo ahora el porqué de tanto escutrinio.

Hoshiyomi por lo pronto, continuo con su explicación.

—Y aunque es verdad que ellos han sometido a escuelas independientes, a duelistas de alto calibre y se han adueñado de las mejores cartas, eso no significa que nosotros no poseamos nuestras propias estrategias. Las Industrias Arckumo nacimos con un propósito, con una razón de ser, y por tanto, nos impondremos a este destino. —

La pantalla cambio de regreso.

Yuya miró las imágenes de personas convertidas en cartas, sus rostros congelados en expresiones de terror.

Sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas, pero esta vez no era solo tristeza lo que sentía. Era rabia, un impulso nuevo y desconocido.

—Esto no es lo que significan los duelos. —

Sus palabras, aunque dichas en voz baja, resonaron en el corazón de Yuto. Por primera vez en mucho tiempo, su rabia y su deseo de venganza cedieron ligeramente ante una emoción diferente: esperanza.

—Tal vez no todo en este mundo está perdido —Murmuró, apenas audible, mientras volvía a mirar a Yuya.

Hoshiyomi observó el intercambio con interés.

—Tal vez no lo esté —Concluyó—. Pero para asegurarnos de ello, debemos jugar nuestra mano con cuidado. —

El mapa cambió una última vez, mostrando ahora un plan detallado, una red de alianzas y estrategias que marcaban el inicio de algo mucho más grande.

Yuya y Yuto lo miraron, conscientes de que el destino de más de una dimensión dependía de las decisiones que tomarían en ese lugar.

Hoshiyomi entonces, permaneció en su lugar, con el porte de un estratega que sabía exactamente cómo jugar con la tensión del momento.

Cada palabra que pronunciaba parecía calculada para sembrar más intriga.

—Por supuesto, esta batalla no recaerá únicamente sobre sus hombros. —Su tono tenía un matiz casi teatral mientras se acercaba al mapa, sus movimientos cargados de una elegancia controlada—. Habrá otros duelistas. Algunos jóvenes como ustedes, pero otros… no tanto. —

Yuya alzó la vista, tratando de descifrar el significado detrás de esas palabras.

—¿No serán adolescentes? —

Hoshiyomi dejó escapar una risa suave, casi burlona, pero sin perder la cortesía.

—Algunos lo serán, pero otros serán mucho más. —Se giró hacia Yuya, inclinando la cabeza con un aire de paciencia condescendiente—. Esos otros traerán habilidades y experiencias que ni siquiera podrían imaginar. —

La curiosidad de Yuto se encendió, pero en lugar de interrumpir, optó por una pregunta cuidadosa, manteniendo su tono respetuoso y firme.

—¿Puedes decirnos quiénes son? —

Hoshiyomi observó a Yuto con una sonrisa apenas perceptible, un gesto que no dejaba claro si se trataba de aprobación o un desafío sutil.

—Todo a su tiempo, Yuto. Lo único que necesitan saber ahora es que uno de ellos llegará pronto. Será su compañero y, a su manera, una prueba para ustedes. —

"¿Una prueba?"

El eco de las palabras de Hoshiyomi resonaron en Yuya y Yuto, pero no dijeron más al respecto, no cuando Astral se atrevió agregar algo más.

Con un tono que fue difícil de ignorar.

—Y ahora que todo se ha esclarecido, ¿Hoshiyomi me dejaria entrar en detalles? —

Y como si esa fuese una señal, Hoshiyomi asintió.