Capítulo 17: Una forma agradable de perder el tiempo
HACE UN DÍA
El sonido del canto de los pájaros llenaba el aire del parque. La luz del sol brillaba a través de las hojas de color ámbar que descansaban sobre el césped. Varias de ellas se movían suavemente como plumas que caían del cielo. Era un parque concurrido, pero justo fuera del centro.
Esto no era exactamente lo que Wendy había planeado para pasar la hermosa tarde de hoy. Lo que había esperado, al igual que todas las otras veces que ella y Judo habían ido al parque juntas, era simplemente pasear por allí… o Tal vez comprar un helado si algún vendedor estaba cerca. Sin embargo, esta vez necesitaba compañía. Para su suerte, la siempre elocuente perra salchicha y su hijo accedieron acompañarlas.
Luego de una caminata, ambas adultas se sentaron en una zona vacía del parque mientras observaban a sus respectivos hijos jugar cerca. Descansaban sobre el césped exuberante, lejos del calor del sol, mientras compartían una bebida y la comida que habían traído en una cesta. Con calma, Wendy recordó a Bandit sentado a su lado la última vez que hicieron un picnic juntos. Cerró los ojos para contemplar todo lo que le rodeaba: el viento en su pelo, las nubes blancas en el gran cielo azul, el suave susurro de las hojas ondeantes, el lago cercano que brillaba con la luz del sol, los pájaros que piaban y volaban alegremente; los animales que nadaban por el lago comiendo las migas de pan que les arrojaban; su amiga que estaba a su lado apreciaba la maravillosa escena frente a ella. Todo parecía perfecto.
Lo único que faltaba era Bandit…
La chow-chow bebió un sorbo y se volvió hacia la madre de Snickers. "¿La gente suele hacer picnics por aquí?", le preguntó.
—"No tanto en verano", respondió, "Al menos no si tienen la posibilidad de elegir".
Esto era cierto. El sol estaba algo fuerte y ellas parecían ser las únicas que se veían sentadas agrupadas en la sombra.
—"Entonces esto debe parecerte muy extraño", dijo Wendy, algo incómoda.
—"Nah", respondió ella mientras hizo un gesto de desdén con la mano. "De hecho me recuerda a cuando nos reuníamos con mi familia a hacer senderismo en las montañas azules. Allí solíamos comer al aire libre, con té y sándwiches de pepino del hotel".
Su voz, rica como la miel, irradiaba fuerza y calidez. Wendy sonrió, imaginándola con su familia, sentados debajo de un árbol y las altas, muy altas montañas por encima.
Mientras hundía los dientes en un trozo de pan caliente, la chow-chow pensó en cómo pasó aquellas tardes con Bandit en parques diferentes, en cómo solían caminar juntos bajo el sol. ¿Por qué de la nada quiso ignorar al hombre que más quería y necesitaba? Ni siquiera tenía por qué preguntarse eso. Él ahora estaba con su esposa y por supuesto que lo mejor era dejarlo que pasara tiempo con ella. Aun así… No podía negar que todo era mucho más fácil cuando ella y su vecino se tenían el uno al otro.
Wendy levantó la vista y notó que la madre de Snickers la estaba mirando, como si estuviera esperando a que hablara y ella le escucharía.
—"¿Te encuentras bien?", preguntó su amiga con tono suave.
La chow-chow se sobresaltó un poco y miró a su amiga a los ojos.
—"Estoy bien", sonrió forzosamente. "Es solo que… Hace mucho que no hago este tipo de salidas", respondió pacientemente.
—"¿Te refieres a salidas con amigas?"
Wendy asintió.
—"¿Fue por ese tipo…", preguntó su amiga, "…que dejaste de hacerlo?"
La chow-chow alcanzó una margarita en el pasto y la arrancó suavemente con sus dedos.
—"Dejé de hacerlo…", respondió, "por un montón de cosas". Suspiró. "Al principio mi trabajo me demandaba mucho tiempo y apenas podía cuidar de Judo. Luego solo podía planificar salidas en momentos específicos, y después, cuando finalmente tenía un día libre…", dejó escapar un suspiro exasperado, "Él estaba ahí para exigirme que le lleve a mi hija".
Recordando el dolor y el peso que tuvo que soportar, su garganta se apretó un poco. Levantó sus rodillas hacia el pecho y tomó otro trago, dejando que el líquido fresco y agridulce permaneciera en su boca, luego tragó. La perra salchicha notó el rostro angustiante de su amiga, y la molestia en su tono al referirse a "Él".
—"Por un tiempo dejé de hacer ese tipo de salidas, así que Judo y yo solíamos ir solas al parque", prosiguió. "Llevábamos lo necesario y a veces solíamos entrenar o leer mientras pasábamos horas por ahí. Me empecé a acostumbrar a eso, pero…", su voz se suavizaba, "últimamente sentía la necesidad de volver a salir como antes".
—"Y por eso me llamaste a mí", agregó ella y Wendy asintió. "Bueno, debo decir que estoy bastante sorprendida"
—"¿Sorprendida?", enarcó las cejas.
Su amiga asintió. "Hace bastante que no mencionabas a ese sujeto, así como tampoco me hablabas de tus sentimientos", le hizo saber. "Lo noté desde la fiesta y estoy orgullosa de ti", aseguró, con sinceridad evidente en su voz. "Estás logrando abrirte y eso es bueno".
—"Sí, yo…", comenzó a juguetear con sus manos y ahora miraba fijamente al suelo, "He tenido ayuda".
La chow-chow permaneció en silencio luego de eso. Creía sentirse a gusto con las palabras de su amiga. Deseaba poder estar satisfecha con eso y se decía a sí misma que ella era una verdadera fuente motivacional… pero simplemente no era Bandit.
La perra salchicha la miró fijamente antes de sonreír y dejar su bebida. "Y, por cierto, yo también extrañaba pasar tiempo contigo", dijo después de un rato. "Salir es una cosa, pero a las dos nos gustan las flores. Especialmente a ti. Y este parque de flores estaba en plena floración, y no en la temporada de polen, así que…"
Wendy mira de reojo a su amiga y esta le devuelve la sonrisa. "No hiciste alguna escapada con anterioridad para tomarte fotos aquí, ¿Verdad?", pregunta en broma.
—"Bueno, si quieres podemos hacer una sesión de fotos aquí", se rió entre dientes de su propia broma "¿Cuántas fotos crees que podríamos tomarnos? ¿100?"
—"En realidad, algunas no estarían mal", respondió Wendy mientras sacaba rápidamente su teléfono. "Hay varios filtros nuevos que podríamos probar..."
—"¡Qué dulce, compartimos nuestra actividad favorita!", interrumpió la madre de Snickers, que también estaba sacando su teléfono. "¡Yo escojo los filtros esta vez!"
La chow-chow se ríe con cariño, poniendo los ojos en blanco antes de tomar un sorbo de su bebida una vez más.
—"Tengo un montón de ideas para las fotos que podríamos hacer perfectamente", sonríe la perra salchicha mientras sostiene su teléfono en alto, "Sobre todo con las flores".
Los dos se miraron antes de reírse disimuladamente. Wendy terminó el resto de su bebida Y se acomodó junto a su amiga.
—"Muy bien, ¿lista?"
—"¡Por supuesto!".
Ambas adultas se sacaron varias fotos, jugando con las expresiones y los distintos filtros, pero antes de que pudieran seguir adelante con más, una vibración procedente del teléfono de Wendy perturbó su línea de pensamiento. La vibración era una llamada telefónica. Por unos segundos creyó que era aquel hombre que prefería no mencionar, pero grande fue su sorpresa cuando aclaró su vista y descubrió que se trataba de su vecina.
—"Oh, Dios…", se quedó en silencio mientras su amiga volvía su atención hacia ella.
La chow-chow rápidamente se levantó, se alejó un poco y respondió a la llamada entrante.
—"¿Hola?", preguntó ella en una voz que denotaba algo de nerviosismo.
—"¡Hola, Wendy! ¿Cómo estás? ¿Todo bien?", la Heeler roja parecía emocionada del otro lado de la línea.
—"Sí, todo bien, y… ¿Tú?"
—"He estado bien. Supongo que Bandit ya te dijo lo del viaje que hice, ¿Verdad?"
—"Sí… me lo dijo", respondió, sin ánimos en su voz.
—"Lamento no habértelo dicho por mí misma antes de irme. Estaba tan emocionada que todo fue tan rápido"
—"Está bien, no te preocupes"
—"Dime, ¿Estás ocupada?"
—"Bueno, yo…", intentó explicar, pero Chilli interrumpió.
—"Sé que ha pasado un tiempo desde la última vez, pero ¿Qué tal si tomamos un café o una bebida juntas?"
Wendy arqueó las cejas, sorprendida. "¿Ahora?"
—"Sí, ahora"
—"Bueno… si me das unos minutos, tal vez Judo y yo podríamos…"
—"No-no-no", volvió a interrumpir. "Agradecería si puedes venir tú sola"
Wendy se extrañó ante ese pedido. "¿Cómo?"
—"Mira, dejé a Bluey y Bingo al cuidado de alguien. Yo salí porque necesitaba estar sola un rato y luego pensé que podría ser una buena idea vernos", explicó, "incluso conozco un lugar excelente donde podríamos tomar algo"
—"Sí, pero…"
—"Te prometo que no tardaremos mucho tiempo", interrumpió nuevamente.
—"Es que…"
—"¡Vamos! ¡Por favor!", insistió.
La chow-chow resopló en silencio, esperando no arrepentirse.
—"Está bien…", respondió con la mayor naturalidad posible
—"¡Genial! Te enviaré la dirección por mensaje. Te veré allí en unos minutos", es lo último que dice antes de colgar.
—"¿Está todo bien?", preguntó la perra salchicha con preocupación al ver a su amiga inmóvil mientras miraba su teléfono.
La chow-chow volteó e intentó formar una frase, pero por un momento, no hubo palabras en su mente. Toda la energía mental que tenía se desvaneció. Su respiración se estancó, pero logró volver a la normalidad después de unos segundos.
—"Yo... Chilli. Ella... yo... vernos", balbuceó Wendy, moviendo la mandíbula por voluntad propia, pero sin lograr decir nada coherente.
—"¿Chilli te llamó?", preguntó y su amiga asintió en respuesta. "¿Quiere verte?", preguntó después y su amiga volvió a asentir en respuesta. La miró por un momento antes de continuar. "Si quieres puedo acompañarte..."
—"¡No!", el cerebro de la chow-chow se puso en marcha lo suficiente como para responder rápidamente. "Me pidió que fuera sola"
La madre de Snickers arqueó una ceja. "¿Sola?"
—"Así es…"
—"Y ¿Quiere que vayas ahora?"
—"Así es…"
—"Entonces apresúrate", animó.
—"Pero, ¿Qué se supone que deba…?"
—"No te preocupes por eso", interrumpió, "Yo puedo cuidar de Judo"
Wendy parpadeó repetidas veces. "¿Lo harías?"
—"Por supuesto", asegura, y luego la mira con una sonrisa guiñando el ojo.
—"Pero… No sé cuánto tardaré"
—"Descuida", hizo un gesto de desdén con la mano, "Puedo llevarla a mi casa. Estoy segura de que no tendrá problemas", aseveró, "Además, me agrada ver que está volviendo a llevarse bien con Snickers".
Wendy esbozó una sonrisa. "No sabes cuánto te lo agradezco".
—"Ni lo menciones", se rió entre dientes, "Ahora ve que te esperan".
La chow-chow tartamudeó una disculpa antes de salir apresuradamente, no sin antes avisarle a su hija y prometerle que regresaría pronto. La perra salchicha la saludó a medida que se alejaba, luego suspiró mientras esperaba que nada malo ocurriera.
Habían pasado unos quince minutos, aproximadamente, cuando Wendy estacionó su auto cerca del lugar citado. En su camino pensó una y otra vez sobre la invitación. Sería normal que dos amigas se pusieran al día en un café si tuvieran la oportunidad, y ese parecía ser exactamente el caso de ambas mujeres. Eran muy amigas; Eran, básicamente, compañeras. Solían ayudarse mutuamente. Solían salir a pasear, a comer y pasar mucho tiempo juntas, compartiendo múltiples anécdotas e intercambiando historias.
Cualesquiera que fueran sus pensamientos, fue interrumpida por el timbre de su teléfono que comprobó de inmediato. "¿Estás demorada?", decía el mensaje de su amiga, el cual Wendy respondió pacientemente antes de salir del auto.
La chow-chow aparta la mirada para examinar el lugar. Hay un letrero de neón verde con forma de taza de café saludándola. Sus ojos se dirigen hacia la ventana delantera pegada con una pegatina que deletrea las palabras 'Goce Coffee'. Es cuando mira lo que hay al lado de la pegatina, que Wendy la ve: usa anteojos de montura gruesa, con el ceño fruncido en los labios.
Al ingresar, nota que la cafetería apenas tenía gente. Algunos encontraron consuelo en la soledad con sus computadoras portátiles sobre sus mesas y una taza de café caliente a su lado, mientras que otros estaban satisfechos en compañía, charlando sobre sus vidas.
El ambiente del lugar era relajante para cualquier persona estresada. Delicados tonos rosas y marrones cálidos decoraban el comedor y cerca del mostrador había algunas enredaderas artificiales que se enredaban alrededor del menú que colgaba del techo. El suave aroma de los granos de café y la vainilla flotaba en el aire y por la puerta para atraer a los posibles clientes de la calle al curioso café.
Después de escanear brevemente el lugar, las miradas de ambas mujeres se encontraron.
—"¡Chilli!", gritó la chow-chow, sonriendo cálidamente mientras levantaba una mano para saludar a su amiga.
—"Hola, Wendy"
La Heeler roja tuvo que contener un resoplido, dejando que sus ojos se posaran sobre su amiga a medida que se acercaba. Compartieron un corto abrazo, luego Chilli se echó hacia atrás y cruzó una pierna sobre su regazo, mientras Wendy se acomodaba en la mesa. Ella se sentó lentamente frente a su amiga, estirando los brazos y las piernas. Al terminar, nota la sonrisa de su vecina, quien la observa divertida. Aquello la relajó un poco, luego intercambian cumplidos.
Antes de que pudieran seguir hablando, Chilli propone ordenar algo, dejándole a su vecina elegir lo que les gustaría pedir. Al ojear el menú que les entregaron, la chow-chow se sorprendió al notar que la cafetería era decentemente versátil en su selección de comida.
Por el rabillo del ojo, la Heeler roja puede ver a su vecina escaneando el menú, probablemente pasando por algunos dilemas difíciles sobre qué debería pedir.
—"¿Ocurre algo, Wendy?"
—"Oh, sí…", responde sin mirarla. "Es solo que… todo es tan llamativo".
Chilli hizo una mueca. "Si quieres una recomendación, deberías probar el pastel Napoleón"
—"¿Está bueno?", preguntó, apartando el menú para verla.
Chilli asintió. "Ni te imaginas cuanto"
Haciéndole caso a su amiga, la chow-chow se decidió por un té negro para contrastar con la dulzura de la tarta que iba a comer. Luego de darle su orden al camarero, se acomodó en su asiento junto a la ventana, teniendo tiempo para disfrutar de la curiosa vista y una buena charla antes de comer.
Dado a que no había muchos clientes a esta hora, y al encontrarse en una zona en la que están un poco resguardada del resto de las mesas, gozaban de una sensación de privacidad. Los nudos en los hombros de la chow-chow se aflojaron y su espalda tensa se siente cada vez menos dolorosa.
Sus órdenes pronto llegaron. Wendy tomó el tenedor pequeño y cortó suavemente un trozo del pastel suave y esponjoso para probarlo. El postre dulce prácticamente se derrite en su lengua, la fresa ligeramente ácida lo corta para un equilibrio uniforme de sabor. Sintió que un trozo de crema se enganchaba en la comisura de su boca y, cuando estaba a punto de limpiar la sustancia azucarada, un estallido dramático lo detuvo.
—"Está sabroso, ¿Eh?", preguntó Chilli con picardía al notar la reacción de su amiga, quien solo se limitó a asentir. "Te lo dije".
La chow-chow termina de degustar su comida. "Cielos, Chilli, ¿Vienes mucho a este lugar?".
—"Solía venir a menudo", responde, bebiendo un sorbo de su café negro. "Ya sabes, cuando necesito unos minutos para mí misma".
—"¿Sabes? Me gusta beber té de este tipo de tazas", señaló, "A lo mejor soy un poco anticuada, pero me fascinan este tipo de diseños, Incluso compré varias"
—"Yo me conformo con comprar calcetines nuevos"
Wendy se extrañó ante ese comentario. "¿En serio?"
—"Así es", asintió. "Es decir, es frustrante: Colocas un par en la lavadora y luego ya no están", explicó. "¿Por qué se desaparecen? ¿Quién se los roba?"
—"Ahh… ¿El hada de los calcetines que quiere jugar una broma?", se ríe entre dientes ante el rostro inexpresivo de su amiga.
—"¿Sabes? Dicen que los calcetines son como un esposo", soltó, ignorando aquel chiste.
—"¿En serio?"
Chilli asintió. "Vas a dormir con él y… a la mañana siguiente ya no está", su tono suave fue cambiando. "Te deja sola… y te das cuenta de que te lo robaron"
La chow-chow se muestra un poco incómoda bajo la mirada que le lanzaba su amiga. Pese a que todo el tiempo mantenía sus anteojos de montura gruesa, de algún modo sentía que le transmitía cierta intensidad.
—"Oh… Bueno… Deberían… atarse el uno al otro antes de dormir", dice después de unos segundos, arrastrando las palabras. "Ya sabes, usar una cuerda del material más especial"
Chilli arquea una ceja. "¿Cuál material?"
—"El amor", responde con una sonrisa dulce y azucarada.
La Heeler roja no responde, solo vuelve a beber de su café. Wendy se extraña ante su comportamiento, pero decide no hacer comentario al respecto, aludiendo a que posiblemente esté cansada.
—"Entonces… ¿Volverías a Noruega?", pregunta, intentando sacar alguna conversación.
—"Tal vez…", responde, dejando su taza.
—"¿Pudiste conocer el fiordo de Geiranger?"
—"No realmente. Aunque sí tuve la oportunidad de viajar en el tren de Flam".
—"¡Que suertuda!", exclama. "A mí también me gustaría viajar ahí y ver alguna aurora boreal"
—"Yo he visto algunas"
—"¡No te creo!", dice con asombro.
—"Así es", asiente, "Aunque era bastante difícil apreciarlas por la noche luego de tan estresante día de trabajo", vuelve a beber de su café. "¿Sabes otra cosa que vi?"
—"No, ¿Qué?"
—"Vi un caso curioso que ocurrió mientras estaba allí"
—"¿En serio?"
Chilli asiente. "Una mujer, felizmente casada, descubrió que su marido la engañó"
Para la chow-chow, era como si el mundo se hubiera detenido por un momento ante aquella declaración, especialmente porque volvía a sentir que los ojos de su vecina, sus llamativos ojos grises, le estaban mirando penetrantemente.
—"¿Puedes creerlo? Un matrimonio de más de 30 años, con hijos, arruinado en segundos por una mujerzuela"
Wendy aguanta la respiración, se muerde el labio y esto es todo.
—"Creo que sé lo que se siente…", dice la chow-chow, un poco melancólica.
La Heeler roja frunció una ceja inquisitiva hacia su vecina. "¿Lo sabes?"
Wendy asiente. "Solo imagínate que crees amar a alguien, confías en él con todo tu corazón, piensas vivir con él toda la vida… y un día te mira a los ojos para decirte que se merece algo mejor… y resulta que te estuvo mintiendo todo el tiempo".
Chilli parecía molesta por la respuesta. No sabía si su vecina hablaba en serio o estaba tratando de vacilarla.
—"Bueno… así deben de ser los maridos infieles", dice, con una sonrisa forzada.
—"¡Sin duda!", señaló Wendy, "Son unos bastardos que no merecen tu perdón", sentenció ante la atónita mirada de su vecina. "Mira, una vez escuché una frase que decía 'La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía'".
Los ojos de la Heeler roja recorren escrutadoramente a su vecina. Siente que le están gastando una broma. Hace un puño con la mano apoyada en la mesa. Necesita todo el autocontrol del mundo para no dejarse llevar.
—"No te conté la peor parte", dice, recuperando la compostura mientras se sube un poco los anteojos por la nariz. "Aquella mujerzuela resultó ser la mejor amiga de la esposa".
Wendy jadeó. "¡No te creo!"
—"Así es", asintió. "Así que no solo un matrimonio de muchos años se fue por la borda, también una larga amistad ¡Solo imagínate cómo ha de estar esa pobre mujer!"
Wendy asintió significativamente. "Sí, tienes razón…"
—"¿Te imaginas que algo de eso nos pase a nosotras?", pregunta, fingiendo incredulidad.
La chow-chow agita las manos con vehemencia.
—"No es un tema muy apropiado para hablar ahora".
—"¿Por qué no?", Chilli pregunta, pareciendo ofendida.
La chow-chow pone los ojos en blanco con cariño. "He venido a acompañarte, a pasarla bien un rato, a que me cuentes todo sobre tu viaje. No es necesario que me platiques sobre desgracias ajenas".
—"Sí, lo entiendo…", Chilli sonríe, apretando los dientes con más fuerza. "Es solo que… este tipo de cosas me llaman la atención".
—"Y ¿A quién no?", frunce los hombros y levanta los brazos. "A la gente le gusta moverse por el morbo".
La Heeler roja hizo una pausa, insegura de que tanto su vecina estaba fingiendo para no adentrarse en el tema que tanto quería tocar en este momento. Habría tiempo de sobra para discutir. Pensó con avidez su siguiente movimiento. Podría dejarse de andar con rodeos y decirle sin tapujos lo que estaba ocurriendo, pero sentía que aún no era el momento.
—"La verdad es que no entiendo a esa gente", dice, envolviendo sus manos alrededor de su taza y tomando un sorbo. "No entiendo cómo se las arreglan para envolverse en tantos rumores y aun así tener sus secretos. A la gente le encanta descubrir un secreto, pero la mayoría, si les cuentas uno, no buscan más". Le lanzó una mirada a tiempo para ver a su vecina asentir distraídamente y volver a sumergirse en la discusión. "¿Sabías que Bandit y yo no tenemos secretos?"
Wendy arqueó las cejas. "¿En serio?", pregunta, con una risita nerviosa brotando de ella.
—"Así es", Chilli sonrió ante eso. Una sonrisa pequeña e irónica, pero una sonrisa, al fin y al cabo. Luego se enderezó un poco, movió las piernas y volvió a tomar un sorbo de café, con la ceja levantada por encima de las gafas oscuras. "Nunca tuvimos secretos desde que nos conocimos, y si algo hacía a mis espaldas créeme que no tardaba mucho en enterarme, como una vez cuando le pidió a Bluey no decirme nada cuando se lastimó jugando".
La boca de Wendy se apretó. Chilli reconoció la expresión mientras se preparaba.
—"Dime, Wendy, ¿Hay algún secreto que tengas y quieras compartirme?"
La chow-chow arqueó una ceja. "¿A qué se debe esa pregunta?"
—"Es pura curiosidad"
—"¿Curiosidad?"
Se siente como un puñetazo en el estómago por la forma en que Chilli le quita el aire. Tenía la incómoda sensación de que ella, de hecho, veía cuánto le picaba el no saber algo en específico. Estaba acostumbrada a estar informada, incluso si eso significaba desenterrar nueva información para aclarar la que ya tenía.
—"¿Qué es lo que quieres saber realmente? No es que prometa responder, claro"
La Heeler roja se movió de nuevo, inclinándose hacia delante, con los codos sobre la mesa y la taza en las manos.
—"Cualquier cosa que estés dispuesta a decirme sobre lo que pasó entre ustedes dos", dice tajantemente. "Aprovecha ahora mismo me siento misericordiosa", alega con una sonrisa falsa, mientras mira a su vecina frenéticamente, con las gafas de sol medio caídas de su rostro para exponer sus ojos
—"¿Eh?", los ojos de Wendy se abren de par en par, confundida. "¿E-e-e qué?"
—"Vamos, Wendy, no es necesario que sigas así. Lo sé todo". Ella le dedicó una sonrisa irónica, más ofendida que divertida.
Esas palabras, las palabras en las que reflexionaba mientras sus pensamientos corren a mil millas por minuto. Su pastel y su té, ahora un poco fríos para disfrutar, olvidados hace mucho tiempo gracias a una simple frase. Aquella maldita frase que acababa de trastornar el momento.
—"¿Q-q-q-qué d-d-d-dijiste?", tartamudeó. Su humor de hace un rato había desaparecido por completo.
Finalmente, la Heeler roja se harta y decide soltar la sopa.
—"¡Te acostaste con Bandit!".
Su voz era lo suficientemente fuerte y severa como para hacerle saber que hablaba en serio. Funcionó, ya que Wendy se sobresaltó. Sus ojos marrones, al igual que su boca, se abrieron en estado de shock.
Aunque había un sonido de alivio en la voz de Chilli, la chow-chow también notó su expresión llena de dolor y conflicto. Vio cómo unos ojos grises escudriñaban su rostro, como si ella estuviera tratando de descifrar algo.
A Wendy le toman varios segundos para reponerse.
—"Chilli, eso no es cierto"
—"Mentirosa", siseó, golpeando la mesa, cerca de su taza que, milagrosamente, no se había volcado en su refriega.
La chow-chow no pudo levantar la vista de su vecina. Sus ojos oscuros, su sonrisa torcida. Estaba segura de que nunca antes la había mirado con tanta agresividad.
Tenía la opción de retirarse, pero no quería desaparecer, así sin más. Quería averiguar y aclarar la situación por la que se la acusaba. La manera frívola y agresiva en que su vecina la culpaba no era un buen indicio. Debía hacer un mayor esfuerzo por calmarla. Pero, por desgracia, sabe la vida era injusta.
—"Chilli, por favor, te estoy diciendo que eso no es cierto", comenzó, de la forma más calmada posible.
—"¡No me mientas!", la señaló con el dedo, ofendida. "Sé muy bien lo que ustedes hicieron en mi cuarto"
Wendy se estremeció, su mirada de asombro se convirtió en confusión.
—"¿Cómo?"
—"Alguien me lo dijo", responde con frialdad.
—"¿Quién te dijo eso?"
—"¡No importa quién me lo dijo!", le espeta de repente, "Solo quiero saber por qué lo hiciste".
—"¡Chilli! ¡Por favor!", habló con un tono defensivo, "Yo no hice nada con Bandit"
—"¿Ah no?", se inclinó hacia ella, frunciendo el ceño. "¿Entonces no es verdad que lo besaste?"
La expresión de la chow-chow cambió por completo. Aquella declaración le provocó un parpadeo de perplejidad, seguido de un dolor punzante agudo que le impide respirar con normalidad.
—"Lo sabía…", musita la Heeler roja, acomodándose nuevamente en su asiento mientras se cruza de brazos. "¿Qué pasa?, ¿No tienes nada que decir?", había exasperación en su tono.
La chow-chow exhala ruidosamente, tratando que una tensión de más dolor disminuya.
—"Eso fue… un accidente", intenta aclarar.
—"¡No me vengas con eso!", refunfuña, "Bandit también me dijo lo mismo, ¿Acaso se pusieron de acuerdo para mentir?"
—"¡Claro que no!", refutó mientras le lanzaba una mirada fulminante a su vecina.
—"Escúchame una cosa, Wendy", empezó diciendo, volviendo a apuntarle con el dedo. "Yo jamás, y digo JAMAS, se me pasó por la cabeza pensar que Bandit me sería infiel", farfulló. "No voy a negar que muy probablemente alguna mujer hubiera intentado cortejar con él, pero no lo habría logrado, ni menos estando yo presente"
—"Pero yo…"
—"Lo que hiciste es una bastardés", interrumpió, "Jamás se me hubiera ocurrido pensar que tenías malas intenciones ni menos con mi esposo", replicó sardónicamente.
La chow-chow permaneció en silencio. Se sintió atrapada por los ojos de su vecina, por ella.
—"¿Todos estos años no significaron nada para ti?", inquirió, cada vez más molesta. "Te brindé mi ayuda, compartimos salidas, cuidé de tu hija y… ¿Así es cómo lo pagas?"
Wendy se muestra cabizbaja. Las palabras parecen aterrizar como una herida en ella.
—"¿Acaso tienes alguna idea de dónde está Bandit?"
Wendy levantó rápidamente la vista. "¿Qué quieres decir?"
—"Oh, vaya…", soltó la Heeler roja, notando la reacción de su vecina. "Supongo que no lo sabes"
—"¿Qué cosa?", preguntó, inquieta.
—"Bandit se fue de casa", confesó.
Wendy jadeó en silencio. Parecía que su vecina encontraba la manera de dejarla fuera de sí en todo momento.
—"¿A dónde se fue?"
—"No lo sé", frunce los hombros y levanta los brazos.
—"Y ¿Por qué se fue de casa?"
—"Por tu culpa", es su gélida respuesta.
El rostro de Wendy se contrae. "Eso no es cierto…"
—"Yo creo que sí", dijo en voz baja, peligrosamente. "Creo que no pudo soportar la culpa de lo que hizo cuando me lo confesó todo y decidió alejarse".
La chow-chow se agarra el pecho, pretendiendo que las palabras de su vecina son tan absurdas que se pregunta si realmente hablaba en serio.
—"Bandit no haría eso…"
—"Tú no sabes cómo estaba él anoche".
Wendy apretó la mandíbula.
—"Entonces, ¿Para eso me citaste aquí? ¿Para menospreciarme?", recriminó ella, inclinándose hacia delante.
—"Por supuesto", asintió Chilli. "Es lo menos que debería hacerte. ¿Acaso crees que puedes entrar a mi casa, acostarte con mi esposo en mi cama y luego pretender que te hable cortésmente?"
La chow-chow volvió a mostrarte cabizbaja. "Yo…"
—"¿Acaso no te arrepientes de nada?", interrumpió Chilli nuevamente.
Wendy resopló. "Lo siento. De verdad, no quise besar a Bandit"
—"¿Te disculpas solo por eso?", se indignó, deslizándose de la mesa hasta ponerse en pie. "¡Cómo te detesto!"
—"¡No, no es así!", agitó las manos con vehemencia. "No sé quién te habrá dicho lo otro, pero te juro que Bandit y yo no tuvimos relaciones en tu cama".
—"¿Por qué debería creerte?", cuestionó.
—"Porque cuando lo besé, él…", inhala y exhala, "Él me rechazó"
Ahora era el turno de la Heeler roja de sorprenderse. Ella volvió a sentarse en la mesa. Esa maldita mesa.
—"Te… ¿Te rechazó?", preguntó, curiosa.
Wendy asintió. "Me dijo que… no me amaba", confesó, arrastrando la voz.
Hubo un silencio incómodo que se prolongó entre ellas, ambas con una reacción diferente.
—"Espera…", Chilli reflexionó, "¿Lo del beso ocurrió antes o después de que se acostaran?".
—"Chilli…", pronunció Wendy, como una amonestación. "Eso jamás pasó", insistió.
—"Wendy, no me mientas", replicó. "Aprovecha ahora que estoy calmada"
—"Yo no me acosté con Bandit", murmuró, apretando los dientes.
—"Mira, yo sé que Bandit es un buen partido, lo entiendo. Aprovechaste la oportunidad y probablemente lo disfrutaste", dijo obstinadamente, "Pero no pienses que tendrás algo con él", espetó. "Él jamás renunciaría a la vida que tiene para estar con alguien como tú".
La chow-chow trató de controlarse a sí misma, pero se dio cuenta de que sería imposible seguir discutiendo. Atrás quedó la dureza, las sonrisas. La tristeza y la miseria estaban en su lugar.
Reacia a quedarse allí bajo la mirada de su vecina, con una expresión sombría en el rostro, Wendy aguanta solo unos segundos más antes de apartarse a regañadientes, parpadeando constantemente.
—"Lo siento. Te he molestado", tropezó con sus palabras, sacudiendo la cabeza y desviando la mirada. Pagó su comida mientras se levantaba para irse, solo se detuvo cuando su vecina volvió a hablar.
—"Estás perdiendo el tiempo con él", dijo, con un ligero movimiento de cabeza en dirección a su vecina mientras fruncía una ceja inquisitiva.
El rostro de la chow-chow parpadea a través de un torbellino de emociones: angustia, rabia, asombro y un millón de otros estados de ánimo, antes de decidirse finalmente por un rostro inexpresivo. Cuando vuelve a hablar, su voz sale firme: "Pero es una forma muy agradable de perder el tiempo", fue su tajante respuesta.
La chow-chow se marchó, llevándose consigo el aire de perfume floral del lugar. La Heeler roja volvió a apretar la mano, siseando por el dolor, y luego abrió los dedos.
