Remus sentía que algo estaba mal. Y no era por el comienzo de la luna creciente.
Algo estaba mal en toda esta situación. Algo que él no podía terminar de explicarse.
Sirius hizo que Fleamont Potter conectase la chimenea de la casa Potter con la Black y prácticamente salió a trompicones, desesperado por encontrar a su hermano. No a su madre, a Regulus. James lo siguió y Peter, que no se había ido cuando llegó la carta, ayudó a Remus a atravesar la chimenea con el bastón sin tropezarse.
Regulus estaba parado en medio de la sala cuando Sirius se lanzó sobre él preguntando si estaba bien y qué había pasado. Severus se encontraba en uno de los sillones, tocando la cabeza de Bezoar de forma distraída.
Sirius lo observó y lo tomó como que Severus respondió más rápido a la carta de Regulus, por lo que pareció aliviado.
Orión seguía yendo de un lado para otro con su sobrina y Lucius y sólo Narcissa hizo una pausa en la sala para saludarlos.
—¿Ya desayunaron? Pueden pedirle algo a Kreacher si tienen hambre…—Ella se fijó en Regulus—. ¿Dormiste?
Regulus asintió sin verla y ella le pasó una mano por el cabello, desviando la mirada hacia Severus.
—¿Tú dormiste?
Severus también asintió. Esto hizo que Sirius frunciese un poco el ceño.
—¿Estabas aquí en la noche, Snivellus?
—Le pedí ayuda porque Wezen tuvo un accidente —murmuró Regulus sin quitar los ojos del suelo.
—¿Por qué no me dijiste? —Sirius frunció más el ceño—. ¿Qué le pasó?
—Una pata lastimada —respondió Severus—, no hagas un escándalo justo ahora…
Ya tenían los resultados médicos iniciales y podían oír los gritos de Orión en su oficina exigiéndole a alguna pobre persona de la morgue de San Mungo que detuviese toda investigación automáticamente porque no podían permitir que las otras familias hablasen de eso. Asumían que Narcissa intentaba calmarlo cada vez que se quedaba en silencio pero los gritos no tardaban en volver y era casi como tenerlo en la sala con ellos.
Sirius se quedó en casa por primera vez en años. Sólo un par de días. Acompañó a Regulus mientras su crup se curaba y se aseguró de que su padre seguía tan desinteresado por ellos como de costumbre. El único gran evento con otras familias sangrepuras de ese verano fue el funeral y solamente James pudo asistir. En un comienzo no irían más que personas de la lista de los Sagrados y Fleamont le tuvo que escribir una carta a Orión Black para hacerle saber que James era el mejor amigo de su hijo y al menos debería aparecer en el funeral.
Nunca hablaron de ese evento. James, Sirius y Regulus sólo se pararon donde Narcissa les dijo que se pararan, envueltos en túnicas negras, oyendo a todas las personas sangrepuras en la casa hablar y hablar y hablar…
Era casi como si la muerte también les diese igual, pero sus propias normas tontas no les permitían no asistir.
James intentó ofrecer consuelo cuando fueron al cementerio y se encontró con que Sirius se limitaba a ver la tumba sin expresión. Regulus sí que se puso a llorar de forma silenciosa, así que Sirius lo rodeó con un brazo y lo mantuvo cerca de su costado durante el resto del procedimiento protocolar.
Sirius le dijo a su padre que quería regresar con la familia Potter y Orión lo despachó con un movimiento de muñeca, sin darle importancia a si estaba o no allí. Orión avisó que se iría a casa de su primo Cygnus, probablemente porque Narcissa lo convenció de pasar un tiempo allí, y Alphard pasaría por la casa para comprobar cómo estaba todo y si Kreacher la estaba cuidando bien.
Ninguno de los dos le preguntó a Regulus qué pensaba hacer. Cuando su padre se fue y Sirius entró a su cuarto buscando su baúl, Regulus estaba tendido en la cama con la cabeza de Wezen sobre el regazo y una mano siendo lamida.
—¿Por qué no tienes tus cosas listas para irnos? —preguntó Sirius.
—Me voy a quedar aquí unos días…
—¿Por qué?
—Me quiero quedar aquí, Sirius. Sólo eso.
Sirius hizo aquel ruidito frustrado de cuando su hermano no hacía lo que él quería que hiciera y se pasó ambas manos por el cabello en un gesto muy similar al del señor Potter, sólo que los genes Black no dejarían que se lo desordenase tanto.
—Está bien. Estoy terminando la moto y la chimenea ya está conectada a la casa- el tío Alphard vendrá de vez en cuando, yo también puedo venir…—Sirius titubeó y se agachó frente a la cama—. ¿De verdad te quieres quedar aquí?
Regulus asintió sin verlo.
—Entonces podría…
—Solo —aclaró Regulus.
Sirius repitió aquel ruidito y se levantó para empezar a caminar por el cuarto en círculos. Hace poco había sostenido a un Regulus lloroso, no quería gritarle ahora, por muy irracional que le pareciera.
De repente se detuvo y se metió las manos en los bolsillos.
—¿Estás triste porque esa vieja bruja horrenda y gritona está muerta?
Sirius intentó que su tono sonase a un "no te juzgo" pero era difícil. Él no estaba triste. De hecho, planeaba robar un poco del whisky de fuego de su padre para celebrar que nunca volvería a escuchar gritos de maldiciones y a alguien diciéndole lo inútil, perezoso, rebelde, maleducado que le parecía.
—Sólo no quiero estar con la familia Potter en este momento —La voz de Regulus era muy suave— y no quiero que tú te quedes aquí porque tú no te quieres quedar aquí.
—Me puedo quedar si tú-
—No.
Sirius repitió aquel sonidito frustrado y se pasó las manos por la cara.
No tuvo más opción que resignarse. Se sentía tan culpable cuando dejó la casa esa noche que regresó después de desayunar para comprobar cómo estaba. Vio que Regulus leía en la biblioteca de su padre con el crup echado a los pies y se dijo que era un tonto por preocuparse por su hermanito de quince años quedándose a solas en su propia casa.
Estuvo casi una semana yendo a diario por la mañana. El fin de semana se encontró con su tío Alphard, que le sonrió y le revolvió el cabello como no hacía desde que era un niño. Después de ver que en serio habría alguien más pendiente de Regulus (y que era "de los buenos") se relajó y comenzó a ir un día de por medio.
Una mañana se encontró con Narcissa visitando a Regulus. Y un día que fue en la tarde vio a Severus paseándose por la oficina de Orión Black y la conversación que tenía con Regulus, fuese de lo que fuese, se detuvo en cuanto notaron a Sirius.
—Nuestro padre tendría un infarto si supiese que un mestizo pasó por su oficina y tocó sus libros —comentó Sirius, apoyándose en el marco de la puerta—. ¿No quieres llevarte algunos?
En la casa de la familia Potter todo parecía estar bien. Muy tranquilo, sí. Euphemia y Fleamont le prestaban mucha más atención de la usual, pero parecían entender mejor que James que él no estaba triste, sólo era raro.
Como su hermano continuaba encerrado en la casa para mediados de agosto, Sirius recogió la lista de útiles de Regulus para ir a conseguirlos cuando fuese por los suyos. Lo sorprendió que Regulus le preguntase si también podía buscar los de Severus.
—¿Sigue ocupado con las cosas muggles? —Sirius lo encontró extraño, pero como él no entendía mucho del mundo muggle, supuso que eran procesos lentos.
No le dio tanta importancia.
Remus sí le estaba dando importancia.
Sirius les había explicado todo lo que sabía del estado de su madre y lo que creían que pasó. Y había algo que le hacía mucho ruido.
Cuando fueron de compras por sus útiles escolares, mientras revisaba los estantes de libros, se encontró con uno conocido. Una edición nueva de la guía para contrarrestar pociones que el profesor Grindelwald le sugirió. El contenido no había salido en sus TIMOs, pero le ayudó a darse cuenta de qué era lo que le sonaba familiar en todo esto. Él la había memorizado, hecho resúmenes y tomado apuntes.
Había dos partes en la guía de pociones muy diferentes para fines muy distintos que concordaban con los síntomas que Sirius describió que tuvo su madre.
Remus se apoyó en el estante y pasó las páginas rápidamente buscando las contraindicaciones al final. Justamente las bases de esas pociones tenían ingredientes que podían ser letales si se combinaban. Y ocasionar una muerte como la que Sirius describió también.
Remus recordó la plática a medias que escuchó en la biblioteca entre Severus y Regulus. Y se dijo que era imposible, por supuesto. Incluso se sintió horrible por pensar en algo como eso. Estuvo parte de la tarde cuestionándose si tal vez los prejuicios Gryffindor sobre los Slytherin le estaban afectando a nivel interno sin que él lo notase.
Decidió ignorarlo hasta que Sirius le hizo un comentario al que tampoco parecía darle importancia.
—…para hacerle algunas preguntas en el Ministerio porque Narcissa era la única adulta Black allí en ese momento- cuando la encontraron. Tiene que responder todo en nombre de Regulus y Severus porque Reggie la llamó en…
Remus le preguntó por qué Severus estaba en su casa la noche en que Walburga murió y Sirius se encogió de hombros y murmuró algo sobre las prácticas de oclumancia y legeremancia que tenían esos días, dando por hecho que estarían siendo dos ratones de biblioteca como de costumbre y Severus acabó metido en el problema y sin tutor mágico que respondiese por él.
Remus de verdad quería creerlo con la misma facilidad.
Esos días, Severus estaba un poco ocupado preocupado por el número de víctimas en los periódicos como para considerar a una sola víctima sangrepura, lo que fue un grave error de su parte.
En primer lugar, porque el "Señor" movió influencias en el Ministerio para crear el rumor de que Walburga fue asesinada por un hijo de muggles que intentaba crear un levantamiento anti-sangrepura. Y eso fue una historia muy ridícula para cualquiera que fuese razonable hasta que un grupo de personas mágicas de familias muggles comenzaron protestas en el Ministerio. Decían que el Ministerio le estaba dando más importancia a la muerte de Walburga Black por ser una Black que a las desapariciones de otras personas y un grupo sangrepura decía que el Ministerio quería encubrir el asesinato de Walburga por los intereses de la "mugglificación".
Mientras la situación se volvía más y más tensa, apareció la primera noticia de un grupo llamados "Mortífagos", que tenían las capas negras y las máscaras que Severus vio en la reunión en la casa del "Señor". La noticia consistía en un discurso sobre la necesidad de cuidarse como comunidad minoritaria frente a la gente muggle para evitar otra cacería de brujas. Severus estuvo escuchando cada segundo junto a Regulus a través de un hechizo en la oficina de su padre. Y también escuchó el apoyo de gente que estaba presente en donde se dio ese discurso.
Regulus detuvo el altavoz mágico e hizo que Kreacher dejase la oficina con un gesto. Severus se apoyó en la pared y se deslizó hasta quedar sentado en el suelo.
—Acabamos de conseguirle más apoyo al mago oscuro que está usando mi receta para desaparecer gente —Severus soltó una risita sin humor—. Perfecto, Severus, perfecto, simplemente perfecto-
Regulus dejó que siguiese hablando consigo mismo durante unos momentos y preguntó por la respuesta del Señor después de que Severus volvió al silencio.
Ese era el otro asunto. Severus cumplió con conseguirle algo para calmar el efecto de la magia oscura excesiva en su cuerpo, pero le dijo que no iba a hacer más tratos con él por el uso que le estaban dando a su poción inhalada.
Cuando mandó el mensaje con Lucius, sintió que era lo correcto y lo mejor que podía hacer.
En la respuesta, el Señor comenzaba la carta con un "las pociones son sólo mezclas, y como tantas otras cosas, el uso que les den no es responsabilidad del que las mezcla" y terminaba contándole que entre pocionistas estaban discutiendo sobre este método y también sabían de una receta similar de cierto estudiante de Hogwarts, por lo que si Severus no quería que nadie en la comunidad mágica asociara ambas pociones bajo el mismo creador lo más inteligente era permanecer bajo el resguardo de los Caballeros y ahora de los Mortífagos.
La carta finalizaba con un "no necesitaré más pociones que se puedan inhalar ya que tengo la receta, así que tampoco estoy pidiendo que hagas lo que no quieres hacer. No seas irracional. Quiero creer que eres más listo que esto".
—Es como tener una especie de protección retorcida —comentó Regulus, ceñudo, en cuanto terminó de leer la carta—. Habla mucho de su interés en ti y en tus habilidades que ofrezca esa protección sin pedirte nada nuevo-
—Preferiría que no estuviese interesado en mis habilidades a que puedan usar mi receta en Lily en cualquier momento —gruñó Severus, enterrando el rostro en sus manos.
Cuando pensó que la situación no podía ponerse peor, Kreacher avisó que tenían una visita. Los dos se enderezaron listos para que Sirius irrumpiese en la oficina de repente y tuvieron que intercambiar miradas confusas cuando el que se asomó fue Remus.
—¿Te puedo ayudar en algo? —Regulus adoptó la actitud de un perfecto anfitrión, uniendo las manos por delante de su cuerpo e ignorando que Severus continuaba sentado en el suelo en medio de su crisis existencial.
Remus le mostró una guía para contrarrestar pociones y Regulus miró de reojo a Severus de nuevo en una pregunta silenciosa. Él se encogió de hombros.
—Yo…—Remus frunció el ceño—. Esto va a sonar raro, sólo quiero…preguntar algo.
Regulus asintió y le hizo un gesto para que continuara.
—Lo que le pasó a tu madre…¿tuviste algo que ver? —Remus vio a Severus de reojo y cambió la pregunta—. ¿Tuvieron algo que ver?
La sonrisa de Regulus se congeló en su rostro y Severus se dio cuenta de que esto era peor que la reunión en el Ministerio a la que tuvo que ir Narcissa. La familia Black podía arreglar y tapar lo que fuese frente a otras familias sangrepuras y poderosas.
Remus no era de una de esas familias.
—¿Qué clase de acusación es esta, Remus? —La voz de Regulus, sin embargo, permaneció muy tranquila.
—No es una acusación, es una pregunta. Escuché una vez que hablaban sobre ponerle una poción a alguien y-
El cristal de una de las ventanas de la oficina se rompió, pero como nadie en la habitación se movió, Remus titubeó, sin saber de dónde vino el despliegue de magia que lo hizo.
—Remus —Severus ni siquiera se levantó, sólo le habló en voz baja—, esto es ridículo. Regulus no ha terminado su duelo, no puedes ir a la casa de alguien en pleno duelo a insinuar que mató a su madre, ni siquiera yo haría eso.
—En ningún momento mencioné nada sobre matarla —aclaró Remus, frunciendo el ceño—. Estoy seguro de que tú sabes muchas formas de alterar a alguien relacionadas a las sustancias que causaron esto que no tienen que ser necesariamente letales. Pudo ser un accidente-
Otra grieta en el cristal. Más grande.
Severus suspiró y se levantó.
—No creo que esté bien venir a hablar de esto en este momento, Remus, ¿por qué no…?
—¿Por qué son igual de esquivos? —Remus sonó un poco nervioso—. Es sólo una pregunta porque toda esta situación es un poco-
El cristal terminó de romperse y cayó al suelo hecho pedazos. Pero no fue sólo ese, todas las vidrieras y ventanas que adornaban la oficina sufrieron lo mismo a la vez.
—Los asuntos de nuestra familia son sólo de nuestra familia —Regulus sonaba tenso, aunque mantenía el tono bajo y no se había movido ni un centímetro desde que Remus abrió la puerta—. No son problema de alguien externo.
Remus lo observó con confusión.
—Al menos quisiera saber si Sirius podría tener algún proble-
—¿Viniste a mi casa a preguntar si le hice algo a mi madre y si le haré lo mismo a mi hermano?
—Eso no fue lo que dijo, Regulus —Severus contestó de inmediato, metiéndose en su campo de visión para darle una mirada de reprimenda porque no le gustaba nada ese tono que había usado—. Deberías irte, Remus —le sugirió sin quitarle los ojos de encima al inexpresivo Regulus—, Reg ha estado muy estresado y no creo que estés ayudando-
—Que yo recuerde, esta casa no es tuya, Severus, así que no sé si tú puedes decirme que me…
—Yo sí puedo —Regulus interrumpió a Remus en tono frío—. Lárgate. Ahora. ¡Kreacher!
El elfo no necesitó ninguna indicación después de ver a Regulus señalarlo. Remus estuvo fuera de la oficina en un instante y Severus hizo un sonido frustrado.
—¿Tenías que enojarte? ¿De verdad? ¿Romper todos los cristales de la oficina? ¿Qué hay más incriminatorio que esa actitud tuya?
Regulus estalló con lo que se había guardado bajo la aparente calma frente a Remus.
—¡Vino por Sirius como…como…como si yo fuese a hacerle algo a Sirius! ¡Tú lo oíste!
—Vino porque sospecha que eres un asesino, Regulus, no por eso específicamente-
—¡Dijo que quería saber si Sirius estaría en problemas!
—¡Cualquiera se preguntaría eso de alguien que tiene a un hermano asesino!
—¡Pues no pienso dejar que alguien insinúe que yo dañaría a Sirius! ¡Yo nunca…!
—Y por eso prácticamente le confirmaste todo con tu rabieta —Severus lo abarcó con un gesto y bufó—. Excelente, Regulus. Muy inteligente de tu parte. Un gran movimiento de un gran malcriado.
—¿Quieres hablar de grandes movimientos? ¿Tú? ¿A ti no te compraron con unos galeones sólo para que pudieses tener una túnica decente por primera vez en tu vida?
Severus lo apuntó con el índice y abrió la boca, pero la cerró de inmediato. Sacudió la cabeza y empezó a caminar hacia la puerta.
La expresión desagradable de Regulus se volvió una mueca rara.
—Severus-
—No me interesa hablar con un niño malcriado.
—¡No soy un niño malcriado! ¡Tú…! ¡Escúchame!
Pero Severus dejó la oficina cerrando de un portazo y Regulus se quedó solo allí con el pecho lleno de un montón de emociones desagradables.
Regulus soltó un grito frustrado idéntico a los que hacía Sirius cuando perdía el control y tiró todas las cartas y pergaminos en el escritorio al suelo antes de poder empujar las emociones de nuevo hacia abajo.
Cuando Narcisa fue a comprobar su estado, lo encontró todavía en la oficina con las piernas flexionadas contra el pecho y la cabeza sobre las rodillas.
