2. Acercamiento.
Manigoldo escuchaba con atención la historia de su amigo, no pudo evitar burlarse sin remedio del hecho de que Kardia había amortiguado de esa manera la caída del omega.
-Pero no planeabas eso me imagino- Manigoldo sonó con obviedad.
-En realidad quería preguntarle la ubicación de algún libro que no me interesa para poder hablarle un poco, supongo que tuve suerte-
-Demasiada suerte, y ese chico también, se hubiese hecho mucho daño al caer- Kardia asintió.
-Después se avergonzó mucho por eso, no duró mucho porque después de un par de disculpas decidió irse a estudiar en solitario- se hallaba pasmada la burla en el rostro del italiano.
-¿Te has puesto a pensar que si tiene un hermano mayor como tú me comprenderías un poco?- Kardia mudó de semblante por una mirada de reprobación y amenaza silenciosa.
-Puedes coquetear con él, puedes robarle un beso e invitarlo a comer, pero cuando entre su celo te quiero a kilómetros de él- Manigoldo asintió con temor.
-Desconfías demasiado de mí, no le haré daño, de ninguna manera posible sería capaz de lastimarlo-
-Más te vale, o te olvidas de volver a Italia con vida- el italiano se limitó a asentir con un ápice de resignación, en definitiva su amigo nunca cambiaría, aunque justificaba su sobreprotección por el menor.
-En fin… ¿Lo invitarás a salir?- hubo un momento de análisis por parte del heleno.
-Estaba planeando llevarlo a alguna cafetería o a ver los jardines de mi madre-
-Espero que tengas suerte con ese chico-
…
La cena transcurría con una atmósfera escasa de incomodad por parte de los presentes.
Dégel y su familia eran muy unidos, todos disfrutaban de momentos cómodos de silencio.
-Es gracioso- fue Garnet quien rompió el silencio del comedor, llamando la atención de su esposo e hijo.
-¿Qué cosa?- fue Krest quien interrogó la causa de tal comentario.
-Dégel, tienes veintidós años, eres absurdamente atractivo y aún no conozco un yerno o nuera de tu parte- Dégel suspiró acomodándose los lentes.
-No me quiero arriesgar- el menor estaba tan inmutable como siempre, aunque sus mejillas se tornaron de un leve carmín al recordar al alfa de cabellos azules.
-Es mejor así- Krest habló con un ápice de mal humor- muchos alfa solo van a quererte como un trofeo, o en el peor de los casos tratarte como su mercancía luego de ser marcado, los beta no podrán satisfacer tu celo, debes escoger sabiamente, no permitiré que salgas con cualquier imbécil- Dégel sonrió para el mayor.
-Conseguirás un buen partido, estoy más que segura de ello- Krest rodó los ojos respecto al comentario de la mujer.
-Mientras yo viva tus pretendientes están acabados- la fría "broma" de Krest creó un ambiente de risas en aquel momento por parte de madre e hijo.
…
Lugonis reía entre dientes sentado en el regazo de Zaphiri estando juntos en el sofá más grande de la sala de estar, para el pelirrojo era muy dulce ver a sus hijos quienes estaban a una mesita de distancia de ellos sentados en otro sofá discutir por los pretendientes de Albafica, el pelinegro solamente observaba con aburrimiento la escena.
-Vaya, se ha tomado muy en serio lo que le dijiste cuando era pequeño- Zaphiri llevó la mirada hacia el pelirrojo y suspiró con cansancio, posteriormente dejó dos besos cortos en el cuello del omega de rojos cabellos.
-Sí, pero es un pesado, Albafica ya no es un niño- el pelinegro hundió su rostro entre el cuello y el hombro de su pareja, aspirando su delicado aroma.
-¡Simplemente me preocupo por ti!- Kardia se expresaba con leve desesperación.
-Lo sé, pero él no es una mala persona-
-Así lo sea, cualquiera de nosotros pierde el control con un aroma como el tuyo, es más, con cualquier omega que entre en celo cerca a nosotros-
-Kardia- le llamó la atención el alfa mayor- los supresores funcionan muy bien tanto en alfas como en omegas, además no creo que tu hermano sea tan tonto para quedarse a solas con alfa durante su celo, ya le has dado toda una doctrina, no es necesaria tanta palabrería de lo mismo- ya se había hartado de la misma verborrea de siempre por parte de su hijo mayor hacia el menor.
-No tienes que ser tan estricto, además…- el pelirrojo llevó su ojerosa mirada hacia el menor de sus hijos, quien aguardaba algún comentario al respecto por la mirada inquisitiva del mayor- ¿Te gusta no es así?- Albafica asintió.
-¡Tch! Como quieran, pero ya le advertí lo que le espera si se propasa- todos lo observaban con resignación, puesto que Kardia solía ser el rey de la terquedad.
-¿Y si te empeñas en conquistar a Dégel y me dejas en paz?- el peliceleste junto a su asombroso comentario llevaron a Kardia a la decadencia del pundonor, se sonrojó un poco y lo miró exaltado. Para Zhapiri y Lugonis resultó una interrogante en común.
-¿Quién es Dégel?- interrogó el alfa mayor con intriga.
-…Es…- Kardia se sintió oprimido por el pudor. Sabía lo mucho que lo iban a fastidiar por ello.
-¡Ah!- exhaló el omega menor- está tan enamorado de él que incluso pasa la tarde en la biblioteca para verlo- el alfa menor quería saltar sobre su hermano y tapar su boca, sin embargo se congeló de la vergüenza.
-Por lo visto Albafica no es el único- la burla del pelirrojo como siempre estuvo acompañada de la dulzura única de él.
-Sabía que algún día dejarías de ser asexual- el pelinegro se burló de su hijo mientras acariciaba los largos cabellos rojos.
-¡PAPÁ!- la exclamación de Kardia en medio de la vergüenza que sentía provocó el afloramiento de una estruendosa carcajada en Zhapiri.
-Cálmate, la verdad me sorprende que por fin te atraiga alguien, y además parece ser positivo, tú nunca irías a una biblioteca por cuenta propia-
-Muy gracioso- comentó sarcástico, desatando las burlas de su familia.
…
Algunos días después del accidente en la biblioteca Dégel continuaba con normalidad sus días, exceptuando, claro, el hecho de que era constantemente observado por el heleno con discreción, sin embargo no la suficiente.
Esa tarde había optado por no ir a la biblioteca, puesto que simplemente necesitaba refrescar su mente en otro lugar, lejos de sentirse observado y recordar aquel vergonzoso episodio con el alfa de cabellos azules una y otra vez.
Estaban sentados en una de las mesas del establecimiento público, disfrutando de una bebida refrescante dado el calor agobiante de aquel día. El lugar era acogedor y fresco, amplio, lleno de mesas para cuatro personas hechas en madera.
-Esperaba que hoy estuvieras en la biblioteca Dégel- Albafica lo observó con curiosidad, tratando de indagar tras la máscara de seriedad que Dégel siempre llevaba puesta una razón para evadir su pasatiempo favorito, aunque creía imaginar la razón no dijo nada la respecto, esperaba que fuese él quien le cométase.
-Ah… sí, es solo que…- hizo una pausa nerviosa y suspiró- tu hermano me pone un poco incómodo - el joven de cabellos celestes trató de no reírse y acabar ahogándose con su bebida.
-¿Sigue yendo?- el galo asintió- parece que no se dará por vencido- Dégel no logró evitar que en sus pálidas mejillas apareciera un sonrojo leve- ¿Es por sus feromonas?- el galo negó.
-Nunca las usa, es por otra cosa- si algo desagradable había aprendido de Manigoldo era ser de cierta manera chismoso, y no resistía por escuchar lo sucedido- el otro día, por poco y caigo de la escalera para llegar a los estantes más altos, y él me atrapó…- se sonrojó aún más- en realidad caí sobre él- Albafica no contuvo su deseo por reír en ese momento.
-Vaya, ya comprendo- la gracia que le hizo eso duró por un largo rato.
-Fue muy vergonzoso, pude lastimarlo- Albafica negó con un movimiento de su mano.
-Es un alfa, y como todos ellos, es muy resistente, no te preocupes por eso- Dégel asintió, llevando el vaso a sus labios para beber jugo- Dégel… ¿Él te gusta? - la pregunta lo descolocó por completo, estaba más que nervioso y aunque por su indiferencia casi constante a los demás seres que lo rodean fuera de su hogar hubiese preferido ocultar sus emociones, no obstante, no había entablado una amistad del todo sólida con el menor de ambos, pero intuyó que podría confiar en él.
-No sé nada de él, pero me pongo muy nervioso cerca de él-
-Si te sirve de algo, es sobreprotector, fastidioso, impulsivo, pero es buena persona- el galo rió con la corta descripción.
-Ya veo… ¿Es por eso que me pediste que mantenga lo de tu novio en secreto el otro día? -
-Sí, bueno, Kardia no es tonto, ya lo sabe, sin embargo, no quiero tener problemas con Manigoldo por culpa de mi hermano-
Continuaron conversando, su amistad poco a poco iba mejorando, ambos se llevaban muy bien y cada vez pasaban más tiempo juntos.
…
El heleno paseaba de un lado para otro en su habitación, mirándose al espejo en repetidas ocasiones, procurando un gesto no intimidante o no desagradable para pronunciar las palabras que lo tendrían al borde del rechazo o el éxito.
-Dégel… ¿Te gustaría ir conmigo a beber café? - pronunció con falsa seguridad mirándose directamente hacia el gran espejo de su habitación, sintiéndose ridículo al ver su rostro de idiota imaginando el rechazo del omega.
Se dio una cachetada y continuó practicando como pedirle una "cita" al galo sin sonar atrevido o asustarlo porque recién lo conocía.
-Bien, vamos de nuevo- se posicionó frente al espejo, tratando de parecer amable y honesto- Dégel ¿Te gustaría beber un café conmigo? - de nuevo se sintió estúpido al imaginar un rechazo.
Continuó intentando, completamente absorto en su mundo imaginario con Dégel, hacía gestos, cambiaba la posición de algunos mechones de su cabello para tratar de verse más atractivo, trataba de imaginar los posibles resultados, alarmándose por un posible fracaso, sin embargo, siendo Kardia, no se daría por vencido fácilmente, puesto que realmente quería conseguir por lo menos un leve acercamiento al galo y tal vez hacerse su amigo.
Una carcajada lo exaltó, provocando que saliese de su mundo, furtivamente volteó su rostro, buscando a la persona que reía sin parar, hallando a su mejor amigo sosteniendo su estómago con su mano dado el dolor que le provocaba reír al ver tal escena de su mejor amigo.
-Ya casi lo logras Jajajajaja- dijo forzosamente, mientras Kardia, sonrojado y furioso le aventaba un zapato que se estrelló contra uno de los brazos del italiano.
-¡Cállate o te mato!- sonó amenazador, cosa que al italiano solo le provocó más gracia- ¡¿Cómo demonios entraste?!-
-Jajajajaja tu madre me dejó pasar, pero como siempre eres tan despistado que dejaste la puerta sin seguro, llamé varias veces y no atendiste- habló limpiándose una lágrima con su dedo índice producida por el anterior ataque de risa.
-Imbécil- el heleno estaba notoriamente enfadado y avergonzado.
-Vamos, no te molestes tanto, solo acércate y díselo-
-Manigoldo…- la tenebrosa voz de Kardia puso mínimamente nervioso al italiano, quien se quedó a la expectativa de las palabras de su amigo.
-¿Qué?-
-¡CÁLLATE!- un nuevo ataque de risa provino del italiano.
…
Caminaba con poco valor hacia aquel lugar, con la esperanza de encontrarlo allí y poder acercarse a él sin titubear, en lo que una vibración de su celular llamó su atención, al revisarlo, había un mensaje que le hizo fruncir el ceño y sonreír de manera psicópata, definitivamente Manigoldo se las pagaría muy pronto.
"Manigoldo: Según algunas estadísticas que estuve investigando para un proyecto el 75% de alfas son rechazados por tener una cara tan desagradable como la tuya, pero descuida tienes un 25% a favor.
PD: Es broma, que tengas suerte."
Ignorando la broma de su mejor amigo, respiró profundo tras guardar el celular en su bolsillo, caminó hacia aquel edificio, tras pasar las puertas, fue una alegría haber visto que aquel día el galo sí había ido a leer.
Caminó hacía él tratando de memorizar todo lo que había planeado para acercarse y mantener una conversación con el omega antes de invitarlo.
