3. Invitación.

Había un ligero temblor en las manos del galo, trataba de sostener con firmeza aquel libro que tenía entre sus níveas manos, figurando de manera casi imposible que no le afectaba el repentino y furtivo acercamiento del griego.
-Hola- frente al inesperado saludo del alfa se sintió acobardado, sin embargo no estaba dispuesto a mudar su gélida expresión de siempre.
-Hola- respondió de manera cordial, mirándole con una falsa seguridad, que no pasó por alto para el alfa.
-¿Cómo estás?- sujetando su confianza con fuerza, fue capaz de formar un gesto amistoso en su rostro al pronunciar cada una de esas dos palabras.
-Estoy bien… ¿Y usted?- se sintió intimidado por la confianza y naturalidad de aquel alfa, se notaba el temblor de sus iris tras los cristales de los redondos anteojos que portaba.
-También lo estoy- sonrió un poco más tranquilo, no resultar ignorado fue muy satisfactorio para el griego- quiero disculparme por haberte incomodado el otro día, sin embargo, no quería que te lastimaras- Dégel se mostró sorprendido.
-No se preocupe por ello, por el contrario se lo agradezco mucho- intentó finalizar la conversación allí, pero rápidamente notó que no sería tan fácil.
-Si me permites el atrevimiento, me gustaría beber café contigo y conversar un poco algún día, por lo que sé eres un buen amigo de mi hermano menor- sonó demasiado amable, Dégel lo meditó lentamente, puesto que no confiaba en los alfas con mucha frecuencia, sin embargo, quería aceptar la invitación, impulsivamente tomaría una decisión en ese momento.
-Por supuesto- sonrió, se sentía un poco emocionado por ello.
-Eres un apasionado lector por lo que me han contado… ¿A qué se debe?- Kardia estaba muerto de la emoción, finalmente había completado la fase uno de su plan, y se sintió muy complacido de que el omega no lo había rechazado rápidamente como tanto se imaginó con zozobra.
-Fue gracias a un viejo amigo de mi padre, él me enseñó muchas cosas mientras viví en Siberia- Kardia le veía muy interesado.
-Ya veo, es muy interesante, a mi recientemente me llaman la atención, debo investigar sobre muchas cosas y poco a poco empieza a gustarme- tenía un leve tic en el ojo izquierdo, no era del todo una mentira, puesto que realmente había comenzado a tomar interés por la lectura, aún así, no se acercó a aquella biblioteca por ello, lo hizo por tener una excusa para ver a Dégel.
-Me parece muy bien- se sentía poco a poco más cómodo al conversar con el alfa.
-¿Estás muy ocupado el día de hoy?- Dégel negó, ciertamente no tenía mucho por hacer, era viernes, y ya había completado exitosamente sus deberes.
-No… ¿Por qué lo pregunta?- Kardia sonrió.
-¿Te gustaría aceptar mi invitación ahora?- Dégel no estaba del todo convencido, pero terminó aceptando.
-Sí, está bien- sonrió para el alfa, alegrando el corazón del griego.
Kardia se levantó, esperando a que el omega también lo hiciera, y lo hizo. El griego notó que Dégel portaba una mochila muy grande ese día, y supuso por el esfuerzo que le costó a Dégel levantarla que era demasiado pesada, no se consideraba un alfa dominante con aire de macho cavernícola, pero no pudo evitar ofrecer su ayuda.
-Permíteme- tomó la mochila con su mano, sonriendo de manera gentil, al levantarla y acomodar el tirante en su hombro, efectivamente comprobó sus sospechas, era tremendamente pesada. Dégel se sonrojó un poco.
-Muchas gracias- agradeció la amabilidad del alfa.
-No hay de que, espero que no pienses que soy un idiota como todos los de mi casta- Dégel entendió rápidamente a que se refería.
-¡Oh! Para nada, es usted muy amable-
-Aún así, no quiero que pienses que te trato con inferioridad-
-No se preocupe-
Conversaron durante el recorrido de salida de la biblioteca, descubrieron mucha afinidad en cuanto a sus puntos de vista, poco a poco se abrían más el uno al otro.

Una vez en la agradable cafetería, ambos pidieron a su gusto, Dégel pidió un trozo de pan francés y un café sin dulce, Kardia pidió un trozo de pastel de manzana y un café con dulce al gusto.
-Eres muy interesante, ya veo por que Albafica gusta de tu compañía- Dégel sonrió tímidamente.
-Somos muy parecidos, también es una persona solitaria- Kardia formó una sonrisa triste.
-Uno de sus apodos más frecuentes es "Rosa venenosa" los alfa lo desean con malicia y los omega lo desprecian por ser tan hermoso pero es cruel con ambos si lo necesita- Dégel comprendía la razón.
-Entiendo, tiene un aroma muy peculiar, no me extraña que otros omegas lo odien- Kardia asintió.
-Es curioso que no te desagrade-
-Pasé por situaciones muy similares, los omega aún somos una casta muy inferior en muchos sentidos- Kardia se sintió un poco triste por aquel comentario, no compartía en lo absoluto esa opinión.
-Claro que no, los únicos seres inferiores somos los alfa, somos idiotas, impulsivos y tontos, durante toda la historia hemos sido unos patanes con ustedes, el problema es que se han acostumbrado a pensar así durante mucho tiempo- Dégel sonrió un poco sonrojado con el comentario, estaba muy contento con aquellas palabras.
-¿No le da asco nuestro celo?- Kardia encarnó una ceja.
-Claro que no, es un momento muy delicado es verdad, pero si lo miras con otra perspectiva es algo muy bello- el galo se vio muy interesado en aquella respuesta.
-¿Bello?... ¿Por qué es algo bello para usted?- Kardia miró el pocillo, parecía perderse en sus conclusiones y analizar bien que iba a responder.
-Porque es un don muy especial y único que comparten los omega y las mujeres en general, no digo que ustedes solo sirvan para dar a luz, pero eso es maravilloso, ustedes son impresionantes- Dégel sonrió con aprobación.
-Muchas gracias- Kardia regresó el gesto.
-¿Te puedo pedir algo?- Dégel asintió, esperando la petición- No me llames de esa manera tan formal, sé que soy un desconocido, pero no hay razón para que seas tan formal- el galo agachó la mirada.
-Ah, sí… Lo siento- Kardia negó con una amable sonrisa.
-No te disculpes, está todo bien- Dégel gentilmente sonrió.
-¿Por qué eres tan gentil conmigo?- Kardia sonrió con melancolía.
-Desde que era un niño travieso y tonto, me ha conmovido mucho el sufrimiento de mi madre omega y mi hermano, el mundo no aprende que sin importar la casta, todos somos seres valiosos y con los mismos derechos-
-Entiendo, me agrada tu forma de pensar-
-Jajaja te lo agradezco- se sintió más cómodo a la medida que conversaba con él y disfrutaban del café- Por cierto… si me permites el atrevimiento, tienes un aroma muy peculiar- la vergüenza se apoderó de menor, y también el miedo.
-¡Ah!... Es porque soy…- su semblante se oscureció en ese momento por una aparente melancolía complementada por vergüenza- soy un omega puro, tanto mi padre como mi madre son alfa- el griego sentía mucha intriga y se arrepintió al instante por haber preguntado.
-Ya veo- el heleno sonó un poco cortante aunque no era su intención, Dégel se sintió molesto, decepcionado y triste, se sintió rechazado al notar que la chispa de emoción por saber de su vida había sido apagada en el heleno, o eso dedujo apresuradamente, se dispuso a levantarse e irse. Kardia notó su error accidental, tomó las níveas manos entre las suyas y besó con suavidad el dorso de ambas, a modo de disculpa- no quería hacerte sentir mal, perdóname, no era mi intención, no te vayas por favor, es solo que no siento prudente comentar al respecto- Dégel se congeló en ese momento, el alfa verdaderamente estaba arrepentido y lo podía notar, a la vez que se estremecía por el dulce tacto que acababa de recibir, sintió su estómago revolverse al sentir la calidez y suavidad de aquellas manos aún sujetando las suyas.
-Disculpa, ya no debería afectarme eso, actué como un tonto, lo siento- se sinceró, su corazón era estrujado en ese momento por la tristeza de siempre estar solo y la alegría de no ser rechazado por aquel alfa.
-Tranquilo, no puedo decirte que te entiendo a la perfección, pero no te rechazo por ello- el corazón del francés se aceleró, era la primera vez que conocía un alfa tan amable, y mucho más allá de eso, había un algo, que le atraía mucho de ese joven de su misma edad, había una chispa que se encendía en él al estar tan cerca del alfa griego.
-¿Eres así de gentil con todos los omega que conoces?- preguntó con una sonrisa y un aire bromista, Kardia finalmente sonrió y soltó aquellas suaves manos.
-Sí, lo soy, pero todos me temen- Dégel rio bajo.
-¿Por qué?-
-Porque piensan que soy un pervertido tal vez, a los omega no les gusta hacer amistad con un alfa, supongo que temen por su seguridad-
-Sí, así es, aunque tú no pareces uno de esos pervertidos-
-Gracias pero no todos opinan lo mismo jajaja- el ambiente comenzó a tornarse agradable y divertido.
-Tú hermano me dijo que eras muy sobreprotector- Kardia asintió.
-Sí, según él soy muy fastidioso con eso, pero no es el único, no me gusta ver a los de mi casta maltratar o aprovecharse de un omega y especialmente de mi hermanito- Dégel estaba enternecido.
-Es increíble- el heleno estaba a la expectativa de lo que fuese a decir el galo.
-¿Qué cosa?-
-Aunque no te conozco eres muy abierto conmigo-
-Eres muy agradable- comentó el heleno con una gran sonrisa.
-Gracias…-
Ambos terminaron de comer, estuvieron conversando amenamente sobre varios temas e incluso Dégel recomendó varios libros de temas polémicos o interesantes para Kardia.
Ambos supieron rápidamente que era el comienzo de una amistad posiblemente muy buena.
-Bien, ya es hora de irme a casa- Dégel sonaba cansado.
-Si gustas puedo acompañarte a tu casa, esa mochila es demasiado pesada para ti-
-Muchas gracias-
El heleno pagó la cuenta completa, aún con las quejas del galo por ayudar con la cuenta Kardia no quiso dejarlo pagar, para el alfa era lo justo, él fue quien lo invitó.
Después de salir del establecimiento, caminaron bastante hasta la residencia del galo, Kardia notó que no era solo un omega puro y extremadamente atractivo, su familia parecía estar muy bien posicionada, lo que se esperaría de una pareja de alfas.
Al llevar su mirada al segundo piso de la modesta casa, notó con temor la mirada tétrica de un hombre de cabellos oscuros y con el flequillo cubriéndole un lado de la cara que le observaba directamente desde la ventana, supuso que sería algún hermano o familiar cercano al omega, también notó la mirada curiosa y emocionada de la mujer que abrió la puerta, supuso que era la madre del omega.
-¡Oh querido! Mira que guapo- comentó mirando a Kardia de arriba hacia abajo- ¡Sabía que me traerías un yerno digno de tu belleza!- en ese momento ambos jóvenes se avergonzaron por la apresurada conclusión de la mujer.
-¡Madre no es lo que piensas!- estaba muy exaltado en ese momento- él es el hermano mayor de mi amigo, me acompañó a casa, es todo- inmediatamente notó que tras su escandalosa madre, se hallaba su padre mirándolo con mucha seriedad, levantó su mano a señal de saludo- p…padre- sudó frio al ver la cara de pocos amigos del alfa mayor.
Kardia halló el momento muy incomodo, debatiéndose entre la vergüenza y el temor al notar lo intimidante que era el alfa mayor, inmediatamente pensó si así de tétrico se veía él cada vez que amenazaba a Manigoldo de esa manera, tan silenciosa que helaba la sangre.
Se despidió luego de presentarse ante los dos alfas padres del joven omega, aún con lo incomoda que se volvió la situación, el heleno no pudo evitar sonreírle al galo, una promesa silenciosa de que volvería a verlo pronto, ambos empezaban a sentir sus emociones aflorar con aquel acercamiento.

...

Manigoldo y Albafica notaban a Kardia más alegre de lo común, tanto que, al encontrarlos hablando en la habitación del omega, pidió disculpas y los dejó continuar conversando, cuando el común denominador era que hubiese sacado a Manigoldo a patadas o mínimo hubiese hecho un gran escándalo por encontrar a su amigo a solas con su querido hermano menor.
Les extrañó mucho aquel comportamiento, se miraron el uno al otro y comprobaron en silencio que ambos pensaban lo mismo.
-¿Y ahora que bicho le picó?- hablaron al unísono muy sorprendidos.