Capítulo 4: Inesperado

Habían pasado tres semanas desde que Kardia había comenzado a tener encuentros y conversaciones muy frecuentes con Dégel, no salía de ser un acercamiento amistoso y un poco sobreprotector por parte del alfa.
Ese era uno de esos tantos días en la cafetería que ya se había convertido en un lugar frecuente para ambos, donde disfrutaban de conversar amenamente sobre diferentes temas, Dégel aguardaba la llegada del alfa con un pequeño regalo para él, estaba muy feliz de poder compartir sus tardes con él de vez en cuando, solían quedar unos dos o tres días a la semana para conversar.

Ya el reloj de su pulso marcaba las 16:25, al llevar su mirada a la puerta de entrada del establecimiento, vio entrar finalmente a quien aguardaba con tanta emoción.

Kardia avanzó con su expresiva sonrisa de siempre, disfrutando de apreciar el aroma tan distintivo del omega, pino y ciruelas, era una delicada combinación que resultaba perfecta, era delicioso degustar olfativamente ese agradable aroma.
Se sentó frente al omega, saludando de una manera jovial, besando el dorso de la cándida mano del galo.

-¿Cómo estás?- liberó la mano de su gentil tacto y pronunció la pregunta.

-Estoy muy bien- sus pálidas mejillas solían teñirse de un bello y muy suave carmesí cada vez que el alfa hacía eso- ¿Y tú?-

-Intentando revivir mi semestre- Dégel rio bajo con la broma.

-Te traje esto- estiró su brazo hacia el alfa, ofreciéndole una bolsa de papel que sujetaba en su mano- ¿Te gustan mucho verdad?- Kardia encarnó una ceja y recibió con notoria curiosidad el presente. Su sonrisa se avivó al ver el contenido inmediato de este, tres manzanas.

-Muchas gracias- Dégel se sintió complacido por haber alegrado de manera significativa al heleno.

-No hay de que- su respuesta estaba cargada de felicidad.

-¿Puedo comentar algo un poco incómodo?- lanzó la pregunta luego de degustar sin ningún miramiento una de las manzanas.

-Sí- Dégel aguardaba con curiosidad dicha observación.

-Tú aroma es magnífico- la poca compostura que Dégel conseguía tener fue derrumbada por el comentario, viéndose exaltado y muy sonrojado- No te pongas así, es solo un cumplido-

-Gracias- habló finalmente desviando la mirada.

La pareja observaba intrigada a Kardia, aún sabiendo que las esperanzas por saber detalles sobre la muy extraña felicidad y "buena onda" del heleno resultaban poco probables, era más que obvio que eso no era común y no era apenas porque despertó de buen humor un día decidió dejar de ser el hermano mayor intenso, amenazante y sobreprotector.

-¿Qué te traes para estar tan tranquilo?- fue Manigoldo quien de nuevo insistió.

-Nada en especial- fue la rápida respuesta del heleno.

-No mientas, sé que lo haces- Manigoldo lo conocía a la perfección, Kardia negó con una burlona sonrisa.

-¿Yo mentir?... ¡Por favor!- Albafica comenzaba a molestarse, sabía perfectamente como era Kardia, y sabía a la perfección que se estaba burlando de ellos al no dejarle saber sobre la razón de su comportamiento.

-Es muy extraño, Dégel últimamente se está comportando de una manera muy extraña, parece un tonto enamorado- Albafica aguardaba a que su hermano mordiera el anzuelo, y efectivamente Kardia fue muy tonto.

-¡¿De verdad?!- respondió eufórico. Albafica sonrió con triunfo, mientras que tanto él como Manigoldo aguardaban una respuesta final, Kardia rápidamente se dio cuenta de lo tonto que había sido.

-Como siempre tan imbécil- Manigoldo comentó con el mismo comportamiento de Kardia, la burla estaba presente en su amistad desde el comienzo.

-Vaya, me alegra mucho, que maravilloso- su respuesta tan fingida y a la vez con ese aire de burla solo logró provocar la reacción del omega.

-¡¿Qué demonios pasó con él?!- Kardia continuó su numerito.

-¿Qué supondrías tú?- Albafica tenía un tic en el ojo derecho- ¡Oh! Casi lo olvido, tengo algo importante que hacer, hablamos después… Y…- llevó la mirada a Manigoldo de manera tan lenta que para el italiano fue casi diabólico- ya sabes, la próxima semana te quiero a kilómetros de esta casa- usó su voz más amenazadora y su mirada asesina al proferir esas palabras dirigidas al italiano. Finalmente Kardia se marchó del lugar, dejando con la miel en los labios a Albafica y con el aprecio por su vida a Manigoldo.

-Bueno, al menos no está tan perdido como para olvidar eso, así que opto por mi vida, suerte con tu celo hermoso Alba- el heleno menor también lo miró de la misma manera que Kardia, como se notaban sus lazos de sangre- Ya, ya, perdón- una boba sonrisa adornaba el rostro del italiano.

A pesar de ser tan estoico la mayor parte del tiempo, una burla se plantó en la sonrisa del pelinegro mientras observaba por la ventana a su hijo salir con un ramo de flores. Nunca se imaginó que su hijo fuese "cursi" o si quiera comprendiera el valor de esas cosas, supuso que su esposo sabría la verdad tras el repentino cambio de su hijo mayor. Zhapiri, demasiado perceptivo tomó la palabra.

-¿Algún motivo en especial para que compre flores?- Lugonis entró muy silenciosamente a la habitación matrimonial, no le era una sorpresa que su esposo lo hubiese notado al instante.

-Fue muy insistente en que no les dijera ni a Albafica, ni a nuestro yerno y mucho menos a ti- expresó con una sonrisa muy dulce. Zhapiri se acercó lentamente hacia el pelirrojo, atrayéndolo dulcemente a sus brazos.

-Entonces… ¿Serás una buena madre o un buen esposo?- Lugonis rio bajo contra el hombro del alfa.

-Ambos, seré ambos si no les dices a esos dos- Zhapiri también rio.
-No les diré entonces- besó los labios del pelirrojo como si de tocar al cristal más delicado se tratase, separando sus labios rápidamente.

-Le está yendo muy bien con el chico de la biblioteca, del que nos habló Albafica el otro día- Zhapiri rio bajo, posteriormente llevó su mano derecha al rostro del omega, su rostro denotó preocupación al ver la falta de sueño de su amado consorte.

-Debes descansar, ya has trabajado suficiente este mes- Lugonis asintió.

-Mis flores no dan espera y aún tengo mucho trabajo por hacer con los nuevos especímenes del jardín botánico-

-Lo sé, pero tú siendo la flor más bella también necesitas de muchos cuidados- Lugonis sonrió ruborizado, aún si llevaban mucho tiempo juntos, el alfa no olvidaba como hacerlo sonreír de esa manera.

Manigoldo recién llegaba a su hogar, el reloj marcaba las 19:15, el italiano se hallaba entrando al edificio donde pagaba un apartamento, estaba más que agotado, y además un poco triste al no poder ver a Albafica durante la próxima semana, puesto que su celo habría comenzado y no quería ni de broma ganarse una paliza de Kardia.
Sabía que era lo mejor, no quería lastimar al omega y no se resistiría a él durante el celo, optó por mantener distancia.

El ascensor se detuvo, el italiano esperaba con fastidio a que se abriera y que la persona que estaba por entrar se diera prisa, estaba muy cansado y deseaba llegar cuanto antes a su habitación.

Grande fue su sorpresa al reconocer a la persona que tomó el ascensor, sus ojos se abrieron casi hasta desorbitarse, efectivamente no esperaba encontrarse con aquella persona y menos en aquel estado.

-¡¿SHION?!- el otro joven que se hallaba ahí reaccionó con la misma impresión luego de abordar el ascensor.

-¿Manigoldo?- el omega lo observó con gran sorpresa.

-No me digas…- señaló hacia la barriga del joven de cabellos lima.

-¡Ah! Sí…- se sonrojó un poco al afirmar aquello mientras acariciaba su abultado vientre. Su primo estaba boquiabierto, casi en shock por lo repentino de la noticia-

El italiano servía té caliente para el omega, mientras este acariciaba su vientre, Manigoldo apenas y se recuperaba de la sorpresa.

-Aún no me lo creo- Shion rio bajo.

-No lo planeé, pero no me arrepiento- había una dulce sonrisa en el rostro del tibetano.

-¿Cómo fue que mi tío lo permitió?-

-Se enfadó mucho conmigo y con mi prometido, pero ya no hay marcha atrás, ahora está muy emocionado con la idea de que será abuelo, total tengo 20 años, soy responsable de mis actos- en la cabeza del italiano se formaba a la brevedad la imagen de la reacción de su querido tío.

-Por cierto… ¿Quién es tu prometido? No recuerdo que tuvieras uno hace un año- Shion se rascó la sien un poco avergonzado.

-Un alfa que conocí cuando estudiaba en China, tiene mi edad también, sé que debimos tener más cuidado, pero realmente espero con ansias a mi bebé-

-Imagino el trauma que debe tener el pobre luego de que mi tío lo supo- Shion soltó una carcajada tras el comentario.

-Lo golpeó, pero finalmente se llevan muy bien- Manigoldo sonrió, aunque fue una sonrisa no muy alegre de su parte, o si quiera de burla, pues sabía que le esperaría lo mismo por parte de dos alfas si llegaba a cometer un mínimo error.

-¿Cuántos meses tienes de gestación?-

-Seis-

-Ya veo- el italiano no podía ni imaginarse estar en esa situación, Kardia y Zhapiri dejarían huérfano a su hijo imaginario de suceder algo similar con él y Albafica.

-¿Por fin tienes algún novio o novia?- tras la pregunta Manigoldo llevó a su mente recuerdos de antaño, diciendo que no caería bajo los encantos de ningún omega, porque según él durante aquella época ninguno lograba cumplir sus expectativas.

-Sí, por fin alguien cumplió mis elevados estándares- el omega simplemente negó con su cabeza.

-Te dije que algún día caerías-

-Después te lo presentaré, igualmente me gustaría conocer a la leyenda que sobrevivió a una paliza del tío Hakurei- el comentario fue gracioso de más para el tibetano.

-Vinimos aquí a visitar a un viejo amigo suyo, estaremos un mes, estamos de vacaciones-

-Perfecto, quedaremos pronto para beber algo juntos- ambos estuvieron de acuerdo con ello.

-Aquel amigo vive en el piso de arriba, nos quedaremos con él, fue una coincidencia que tú también vivieras aquí-

-Comprendo-

La mujer alfa observaba muy interesada junto a su esposo la llegada de su hijo a casa, eran las 20:00, ella estaba muy emocionada por el nuevo pretendiente de su único hijo, para Krest resultaba bastante molesto.
El omega entraba a la casa con un bello ramo de orquídeas violeta, su corazón estaba más que emocionado al recibir tan hermoso presente por parte del alfa.

Recordaba con una sonrisa las palabras de Kardia al entregarle tan hermoso presente "Sé que querías verlas, espero poder ir contigo a los jardines de mi madre, verás muchas más ahí" en tan pocas semanas, el heleno mostraba una gran amabilidad hacia él, Dégel sabía que Kardia pretendía ser su amigo y mucho más que eso, aún así, el galo no gustaba de apresurar las cosas, aguardaría, hasta estar seguro de que el alfa era la persona indicada, por el momento bastaba con su amistad, se asemejaba mucho a la relación que tendría con un hermano mayor, o eso pensaba.

-Vaya pero que romántico- su madre de inmediato inspeccionó el presente- que lindo novio tienes- Dégel se sonrojó mucho.

-¡No malinterpretes! Solo le dije que nunca había visto una orquídea y quiso traerme estas- Garnet rio mucho con la aparente actitud inocente de su bello hijo.

-Cariño, sé que le gustas mucho, se le nota con solo fijarse en su manera de mirarte, además… ¿Qué alfa no gustaría de un niño tan bonito como tú? Ya me imagino lo lindos que serán mis nietos- el omega bajó la mirada y la tristeza invadió su corazón pero pretendía disimularlo.

-Sabes que no será posible- esas palabras salieron de su boca con dolor, ese tema aún le molestaba mucho.

-No es una certeza, además conozco muchos omega puros que han sido madres, no desesperes- Garnet lamentó haber tocado el tema.

-Muy pocos lo logran, ningún alfa apostaría su descendencia con alguien así-

-No digas eso, solo debes tener fé y confiar en que todo se dará- el joven galo se quedó observando el ramo de flores con ojos tristes.

-Si me disculpas- la mujer se sintió tremendamente culpable de provocar que su hijo volviese a entristecer- Hola padre- fingió una sonrisa para su progenitor y continuó su camino. Rápidamente la mujer notó la mirada de enfado que le dedicó su esposo.
-Lo siento- Krest bufó.

-Sabes muy bien que no debes abrir la boca respecto a eso, aún le afecta mucho- la mujer suspiró derrotista- aunque se haga el fuerte sabes perfectamente que le duele mucho ese hecho- Krest no dijo nada más y fue tras su hijo, dejando a su esposa muy arrepentida.

Entró a la habitación en silencio, su hijo acomodaba las bellas flores en un jarrón con agua al lado de la ventana de la muy acogedora habitación, desde que conoció a García, Dégel acumulaba muchos libros, lo que llevó a transformar el cuarto en más una biblioteca que la habitación de un niño.

Podía notar la tristeza en los ojos de su único retoño, cerró la puerta tras de si, y se acercó a él, Dégel se sentó sobre su cama, su padre lo acompañó.

-Parece que está muy interesado en ti- su verde mirada fue penetrante como siempre, pero Dégel sabía que él estaba preocupado.

-Es muy amable conmigo- Krest asintió- aunque sabe de eso-

-No te sientas mal, no es una certeza, y aunque lo sea, aún puedes ser madre, quien te ame debe aceptar eso y apoyarte en todo- Dégel asintió, se había resignado a aceptar eso y lo intentaba con todas sus fuerzas.
Krest no dijo nada más, sabía que las palabras nunca eran buenas cuando ese tema entraba en discusión, prefirió envolver a su hijo en sus brazos y darle consuelo.