9. Ahora.
Se miraba al espejo, sonreía al detallar sus facciones buscando algún defecto, sus ojos violeta brillando, sus cejas, labios, realmente se veía perfecto sonriendo, ese día se proponía verse con Kardia, se sentía nervioso pero muy emocionado, con ansias y un poco de temor, puesto que le había avisado que su encuentro era para conversar de algo muy importante.
Finalmente se daba el lujo de descansar después de arduos meses de estudio, finalmente podría a pasar tiempo con el alfa que era lo que más ansiaba en ese momento.
Minutos después, Dégel observaba con impaciencia el reloj, era uno de esos momentos dónde el tiempo parecía ser eterno. El joven galo ansiaba el momento de que llegase Kardia por él. Se encontraba mirando hacia afuera por la ventana de su cuarto.
-¿Por qué estás tan ansioso?- la pregunta descolocó por completo al joven omega, que estaba tan concentrado en aguardar la llegada del automóvil de los Katsaros que no se percató de la presencia invasora en su cuarto.
-¿Q-qué?- dijo con bastante incomodidad, puesto que aquella persona no le era de agrado.
-Llevas varios minutos observando la calle, miras el reloj y suspiras... realmente eres extraño- Unity pronunciaba aquello con sarcasmo o una expresión de burla, Dégel no supo cómo debería interpretar esas palabras, a lo que optó por no mantener el contacto visual.
-¡Vete!- exclamó con su típica frialdad.
-¿Es el tipo con el que sales?- eso acabó de sorprender al galo, quién optó por mostrase molesto.
-No es algo en lo que debas interesarte- Unity rio con la respuesta del galo.
-Supongo que sigues molesto conmigo- Unity habló con un tono lastimero.
-Simplemente no quiero que estés en mi vida- sus palabras fueron gélidas.
-Naturalmente yo hubiese sido el único en aceptarte por tu condición... ¿Crees que él es diferente y no te reemplazará en el futuro?- eso enfureció al galo, quien no dudó en mostrarse indignado.
-¡No creas que todas las personas en el mundo son iguales a ti! Lo que tú pienses de mí no me definirá...- apartó al alfa de su camino de un empujón y se apresuró a salir del lugar, buscando esperar a Kardia en la entrada de su casa y evitar la molesta presencia del ruso.
El galo se sentía realmente conforme, aunque la presencia de Unity seguía siendo un dolor de cabeza para él, haberle dicho esas palabras le hicieron sentir que liberó un poco la ira y resentimiento que guardaba por aquella persona que marcó su vida para mal.
Para su suerte, a lo poco de llegar al portón, llegó el tan esperado Kardia, estacionó el automóvil enfrente de la casa, se bajó del auto, no esperaba encontrarse a su adorado omega esperándolo en la entrada.
Dégel corrió a abrazarlo, sintiendo que era una necesidad recibir la seguridad que solo le brindaban los brazos del alfa.
-Esperé toda la semana para verte- Kardia sonrió al oír eso, sin soltar al galo, podía sentir que había algo que no estaba bien con su querido omega, esperando descubrir qué podía ser su molestia.
Rompieron el abrazo.
Partieron juntos en el automóvil, Dégel pudo notar desde el auto que todo era observado por Unity, lo cual le generó una sensación de molestia, Kardia también lo había notado, desde que pasó el portón sintió aquella mirada sobre sí, aunque no le dio mucha importancia.
-¿Te sientes bien?... Estás un poco tenso- Dégel se sorprendió un poco con la pregunta, aunque entendía qué se refería, por alguna razón podía sentir también los estados de ánimo de Kardia.
-Descuida, no es nada importante- Kardia no se sentía complacido con esa respuesta.
-¿Estás seguro?- Dégel asintió con una tímida sonrisa.
-Sí, no te preocupes... mejor dime... ¿A dónde me vas a llevar?- Kardia sonrió.
-Bueno, no puedes saberlo es una sorpresa- Dégel sonrió con brillo en sus ojos.
-Está bien, pero dame una pista- Kardia lo pensó.
-Bueno, solo puedo decirte que es algo tan bonito como tus ojos- Dégel se sonrojó, bastaron unas cuantas palabras de su adorado alfa para hacerle olvidar lo ocurrido en su casa, naturalmente su semblante cambió, eso lo pudo notar el alfa quien no tardó en sonreír gratamente por ello.
Continuaron el camino en el automóvil, ambos con una gran sonrisa en sus rostros, ambos sentían alegría, Dégel solo podía pensar en abandonar sus miedos y pensar en el ahora, haría todo lo posible por mantener tal felicidad.
...
Zhapiri se encontraba un tanto irritado, tras un largo turno de noche en el hospital, llegó a casa, aún estaba un poco triste por Ilias y por su pequeño hijo que quedó huérfano de padre y madre, no obstante, había algo que le molestaba más, una vieja herida, Lugonis se mostraba muy agobiado, estaba de descanso, su estado de salud le impidió salir de casa ese día, trató de saludarlo, sin embargo, notó la frialdad de la mirada de su amado, cosa que le había estado afectando desde el incidente de Ilias, estaba muy débil, y el rechazo de su alfa hacía que su dolor fuese mayor.
-¿Sigues molesto conmigo?- la voz lastimera de Lugonis no logró mayor reacción en el alfa.
-Estoy cansado- se dirigió a su habitación, realmente prefería evitar a su omega, solo sentía el orgullo herido, aunque sabía que Lugonis lo amaba, aun guardaba cierto rencor por su indecisión hacía años atrás -Vete... Necesito descansar- eso agrandó el dolor del omega, ser rechazado por su alfa lo hacía sentir terriblemente mal.
-Zhapiri por favor... discúlpame, no era mi intención- giró para verlo, podía notar que estaba muy débil, y que estaba llorando.
El alfa lo pensó, llevaba ignorando el celo del omega durante varios días, usando supresores lograba resistirse y su cansancio también le ayudaba, esto afectaba al omega obligándolo a utilizar medicamentos para controlar los síntomas, además su condición física estaba muy mal, verlo llorando era una de las cosas que más odiaba, Lugonis ya no soportaba la tortura, llevaban muchos años juntos, Lugonis estaba muy acostumbrado a los mimos de su pareja siempre, no tenerlos era insoportable y más cuando se encontraba así.
Lugonis corrió a abrazarlo, se aferró a él. Ya no soportaba el dolor físico y emocional. Zhapiri respiró profundo, viendo y sintiendo el agobio de su pareja, lograba conmoverlo, odió ser tan cruel con él, no pudo contenerse ante eso, buscó con desesperación los labios de su amado, besando con dulzura al omega quien no paraba de llorar.
-Ya no llores, no pasa nada- miraba con dolor el horror en los ojos del omega, buscó secar sus lágrimas delicadamente con sus pulgares.
-¿Qué hice mal? Lo siento - Zhapiri negó con su cabeza, los síntomas empeoraban, lo que abría paso a que se pusiera mucho más emocional y empezara a colapsar.
-No es nada, estoy estresado- lo recostó con cuidado, lamentando su horrible actitud de antes, sabía que Lugonis no se sentía bien dada su edad y su estado de salud, ya no se sentía atractivo para él, temía que su actitud pudiera empeorarlo- perdóname, estaba molesto por una tontería, no hiciste nada malo...- acariciaba su rostro, se recostó a su lado.
-Lo lamento- el alfa volvió a besarlo con mucho cariño para buscar calmarlo.
-Olvídalo, no pasa nada- Lugonis lo abrazó con fuerza. Zhapiri acariciaba sus cabellos mientras él trataba de calmarse.
-Por favor... Me duele-
-Perdóname mi amor... Se que duele, lamento no atenderte- buscó rodar sobre él, mirándolo directamente a sus ojos, aún irritados por el llanto, empezó a besarlo con amor, Lugonis buscó rodear su cuello.
-Sé que estás muy cansado pero ya no puedo más, me duele mucho...- su mirada tierna y suplicante fue más fuerte que el sueño que lo acosaba.
-Te amo- las lágrimas de Lugonis se iban borrando con el pasar de las manos de su amado por sobre su piel.
Retiró sutilmente las prendas de su amado omega, marcando con sus labios esa linda piel, erizándola a cada caricia, Zhapiri ya iba perdiendo la razón, el aroma de su omega lo embriagaba, el omega débilmente buscó retirar las prendas de Zhapiri, finalmente sintiendo sus pieles rozarse mientras se besaban apasionadamente, Zhapiri bajó por el cuello de su amado, besando la cicatriz de la mordedura que los ataba, reafirmando que era el único dueño de aquel hermoso omega, continuó bajando por aquel cuerpo esbelto, deteniéndose en los delicados pezones de su amado, succionando con hambre, arrancando gemidos de Lugonis, continuó bajando por su abdomen, hasta llegar a dónde quería, su erección, para ese punto, podía ver sus ojitos suplicantes, besó con malicia su zona púbica, lamiendo con deseo su intimidad, sin apartar la vista de su adorado engulló su erección, Lugonis arqueó la espalda y soltó un gemido largo ante la ola de placer que dicha acción le generó, dejando a su amado satisfecho de ver su reacción.
Zhapiri continuó con su labor, arrancando sutiles gemidos de su amado, finalmente haciéndolo eyacular directamente en su boca, tras degustar de su amado, subió a besarlo con hambre.
-Eres maravilloso- susurró a su oído- ¿estás listo mi amor?- Lugonis asintió, su mirada suplicaba a su alfa, tomó la erección de su alfa en su mano temblorosa, buscando darle placer con su mano, a lo cual Zhapiri reaccionó muy bien, él no se quedó atrás, pidió a su amado separar sus piernas, colando sus dedos en su entrada, buscando darle una pequeña dosis de placer, se sorprendió ante la abundante humedad, Lugonis había aguantado mucho, su acción generó fuertes gemidos del omega, eso era música para sus oídos, continuó un par de minutos preparándolo, pero al ver su desesperación procedió -Perdóname mi amor, no volveré a dejarte pasar por esto- besó a Lugonis tras retirar sus dedos de su entrada, mirándolo fijamente se acomodó entre sus piernas, levantando un poco su pelvis, suavemente fue penetrándolo, sin perder detalle de la reacción del omega, podía verlo apretar levemente los ojos y podía oír sus gemidos de placer al sentirlo, entró completamente, provocando el éxtasis de su pareja, esperó a ver calma en su rostro, cuando finalmente vio que el omega estaba listo, procedió a moverse rítmicamente contra el omega, embistiéndolo con fuerza, a esas alturas necesitaba ser brusco para saciarlo o no podría aliviar su líbido, continuó arrancándole gemidos cada vez más elevados, fijaron su mirada el uno en el otro, Lugonis viendo los amorosos ojos de su pareja, notaba la diferencia, volvía a mirarlo como siempre, y Zhapiri, se deleitaba con la mirada de satisfacción del omega, con todo ese amor que le transmitía, se arrepentía mucho de hacerlo llorar.
-Te...amo...-pronunció entre gemidos.
-Y yo a ti, eres todo para mí- se detuvo un momento- ven- se recostó al lado del omega, guiando su cuerpo para subirse sobre su pelvis- danza para mí- Lugonis se sentó lentamente sobre él, dejando entrar el miembro de su amado, empezó a moverse ágilmente, llenándose de placer.
Continuaron su entrega de amor y placer, estaban hechos el uno para el otro, las olas de placer no paraban.
Zhapiri se irguió, abrazando a su amado, éste rodeó su cuello, sonriente, continuando con sus movimientos, buscando la culminación del acto. Zhapiri le ayudó, empujando su cadera hacia arriba, en poco culminaron, agitados pero satisfechos se besaron nuevamente. Zhapiri se recostó de nuevo, junto a su amado, buscando el contacto visual con él, le complació ver que su cuerpo estaba perlado en sudor, sus mejillas tan rojas como sus cabellos, sus ojos mostraban lo complacido que estaba.
Levantó el edredón, acomodándose junto a Lugonis, acunándolo en sus brazos, tras disfrutar de aquel cuerpo que tanto adoraba necesitaba confortarlo, y aún más después de haber sido el motivo de su llanto.
-¿Ya no estás enojado conmigo?- pronunció dulcemente el omega, agotado después de sucumbir al placer, Zhapiri besó con cariño su frente.
-No mi amor, perdóname- Lugonis sonrió tímidamente.
-Lamento todo lo que te he hecho pasar- Zhapiri se hallaba pensativo y a la vez destrozado, podía notar que su voz se quebraba y el llanto volvía a aparecer- Kardia está enfermo por mi culpa y casi muero cuando tuve a Albafica, quería darte un tercer bebé como querías, mi débil cuerpo no lo soportaría- rompió a llorar, Zhapiri sabía que era el culpable de alimentar esos pensamientos con su actitud.
-No mi amor, no me pidas perdón, has sido lo más hermoso de mi vida, soy yo quien debe disculparse, lo lamento, debería estar agradecido, me has hecho feliz desde que estás en mi vida, y amo a nuestros hijos, no podría pedir más- besó con cariño a su amado mientras lo abrazaba.
-Si pudieras tener a alguien más joven cumplirías tu sueño...- Zhapiri negó.
-Eres mi sueño, tenerte a ti lo es todo para mí, no llores más, solo estaba un poco celoso por lo de Ilias, pero fue una tontería, lo siento- Lugonis se sorprendió.
-No pude evitar sentir pena por él, fue mi amigo por mucho tiempo y nunca estuve ahí para él, ni cuando su esposa murió ni cuando enfermó... solo me sentía culpable por no ayudar a su familia, además ya te lo había dicho antes, eres a quién más amo, por eso decidí estar contigo y hacerte feliz, aunque no pude hacerlo bien- su vocecita se oía apagada, por el cansancio y el llanto, pero sus palabras habían sido tan dulces, Zhapiri se sentía estúpido.
-Ya mi amor, no es tu culpa, no llores más, si sigues llorando siento que voy a morir- Lugonis lo abrazó con fuerza, mientras el alfa acariciaba sus cabellos.
Luego de un largo silencio por parte de ambos, el cansancio empezaba a dominar a Zhapiri, buscó abrigarlo bien y así poder descansar con él tranquilamente.
-Te amo, eres mi vida- susurró al oído del omega, cerrando sus ojos.
-También te amo...gracias...- Zhapiri suspiró, besó su frente.
-Gracias a ti mi amor- se quedaron dormidos plácidamente.
Zhapiri no dejaba de sentirse mal, pero lo único que podía hacer era pensar en un ahora, lo tenía todo en la vida, y debería estar agradecido con ello, estaba empeñado en hacer todo lo posible por compensar el sufrimiento que le había hecho pasar al omega.
