10. Camino de rosas.
Estaba intrigado, el automóvil se estacionó en frente de una pequeña residencia rural en las afueras de la ciudad, disfrutó de la vista durante todo el camino, estuvo muy alerta, cuando el coche entró en el predio, vio la casa, era pequeña y muy rustica, aunque suponía que nadie vivía allí por el candado que podía avistar en la puerta.
-¿Qué es esto?- preguntó curioso.
-La compraron mis padres para las vacaciones, mi madre es quien suele venir más seguido, pero es algo así como su escondite personal cuando están de vacaciones- Dégel se sorprendió, era una gran idea para estar en paz y lejos de los problemas durante un tiempo.
-Es linda- comentó con una sonrisa.
-Espera que veas dentro- sonrió, luego de finalmente estacionarse, apagó el automóvil, vio a su amado omega con un mejor semblante, se acercó a él y besó sus labios con dulzura, siendo correspondido felizmente.
Se bajaron del automóvil, Kardia buscó en su pantalón las llaves de la casa, al hallarlas, abrió fácilmente el portón, empujó la puerta y le abrió paso a su amado.
Dégel entró un poco tímido, pero curioso, observó con fascinación la estructura, era una casa antigua pero muy hermosa, había un poco de polvo pero realmente estaba muy bien cuidada.
-Ven- Kardia le extendió su mano, la tomó con delicadeza.
Kardia lo guio lentamente por la casa, pasando un salón pequeño dónde reposaban algunos muebles, pasando por éste, Kardia abrió una puerta, dando paso a un lugar que sorprendió a aquellos ojos violetas.
Dégel estaba fascinado, nunca había visto un jardín tan hermoso, y más aún ver tanta variedad de flores, era un jardín mediano, Kardia lo adentró hasta la mitad del jardín para que pudiera apreciar todo su esplendor.
-Pensé que sería un buen lugar para conversar contigo- Kardia se mostraba animado, detallando cada esto del omega, quien se hallaba realmente maravillado.
-Es muy hermoso- sus ojos brillaban con emoción.
-Bueno, tú eres mucho más hermoso- Kardia lo abrazó, buscando besar sus labios, aunque era cariñoso, esta vez era un beso mucho más fogoso, realmente se estaba deleitando con la presencia del omega, moría por tener a ese hermoso omega en sus brazos, durante meses solo podía imaginarlo antes de dormir. Rompieron el beso con una sonrisa mutua.
-Gracias por ser tan lindo conmigo- podía notar el amor del alfa en sus ojos azules, adoraba aquellos ojos. Kardia admiraba el rubor en sus mejillas y el brillo en esos lindos ojos violeta.
-No tienes que agradecer, posees una belleza sin igual, realmente pareces creado a la perfección- acariciaba sus cabellos sin apartar la vista de sus ojos, Dégel por su parte estaba muy feliz, rara vez podía sonreír al punto de mostrar sus blancos dientes- realmente no puedo comparar lo lindo que eres con ninguna de estas flores- Dégel se sonrojó aún más, era la primera vez en su vida que lo trataban con tanto cariño.
-Gracias... Kardia...- sus ojos ahora marcaban miedo- ¿De qué querías hablarme?- Kardia sonrió.
-Ven, hay algo que deseo hacer, pero no le digas a nadie que soy tan cursi- Dégel se sorprendió un poco, pero asintió con una sonrisa.
Kardia lo guio a una pequeña estera, asegurándose de que quedase bien acomodado.
-Este jardín parece muy bien elaborado- comentó curioso.
-Lo plantó mi madre junto con mi padre, ellos construyeron esto cuando iniciaron su matrimonio, al principio solo eran unas cuantas plantas, luego nacimos nosotros y crecimos, yo no tengo mucho talento para esto, pero ayudé, Albafica terminó de plantar muchas otras, este lugar se convirtió en nuestro santuario personal- lo mencionó con mucha nostalgia- bueno, iré platicando contigo lo que te quería decir, mientras trato de decorar tu cabello- Dégel asintió.
Kardia buscó las tijeras de cortar las flores, llenó una sesta con las más hermosas que pudo cortar, volviendo al cabo de unos minutos hasta dónde estaba sentado el omega. Arrodillándose detrás de él con el cesto de flores. Comenzado a trenzar el cabello de Dégel, colocando las flores a lo largo, aunque sería algo arduo, puesto que el cabello de Dégel llegaba hasta sus rodillas.
-Qué hermoso es tu cabello- comentó dejando un beso sobre su cabeza.
-Gracias- soltó una risilla nerviosa. Tras un silencio incómodo. Kardia suspiró y procedió a hablar.
-Dégel, sé que recién estamos iniciando esta relación...- el galo sintió una presión en su corazón- pero aunque sea poco tiempo me gustaría formalizar nuestra relación ante tus padres- el galo estaba muy sorprendido.
-Pero... si quieres quedarte conmigo vas a necesitar de una segunda pareja fértil- trató de no llorar al mencionarlo.
-No lo necesito, estoy seguro que tú eres todo lo que necesito en mi vida- Kardia suspiró, trató de ser muy cariñoso al decirlo, pues estaba consciente de las inseguridades de Dégel.
-¿Estás seguro?- Dégel apretó los puños y se tensó, trató de ocultarlo pero una lágrima corrió por su rostro.
-Más que nunca, sé que tú eres lo que más deseo en el mundo, desde que te vi, supe que eras muy especial, nunca había visto a un ser tan hermoso como tú- colocaba las flores con una sonrisa- te prometo que estaré a tu lado siempre, obviamente mientras tú lo permitas- esperó paciente una respuesta, mientras trataba de terminar la trenza, maravillado porque cada hilo de esa cabellera era perfecto.
-Está bien, espero que tus palabras sean ciertas- Kardia sonrió.
-Claro que sí, eres lo más hermoso que me ha pasado en la vida- Dégel suspiró tratando de contener el llanto.
-Kardia... es probable que no pueda darte hijos... tal vez tú anhelas una familia y quieres ser feliz...- empezó a llorar con angustia- si deseas tomar ese riesgo, piénsalo bien, tal vez ahora por el amor y la etapa del enamoramiento no lo estás pensando- Kardia terminó la trenza, atándola con una cinta y una flor roja.
-Sí, estoy perdidamente enamorado de ti... Dégel ¿No has sentido lo que hay en mi corazón, sientes nuestra conexión más allá de una atracción física?- Dégel lo pensó- desde el instante que te toqué sentí que no eras un simple amor pasajero, y con el tiempo que he estado contigo eso se ha confirmado, sé que sientes mi dolor, mi felicidad, mi angustia, mi miedo... yo siento el tuyo- Kardia se incorporó, caminó alrededor de Dégel, se acomodó junto al galo, buscando quedar en frente del omega- mírate, eres lo más hermoso que puede existir, no me importa si tenemos hijos o no, me importa que estés conmigo y poder hacerte feliz- secó sus lágrimas con sus pulgares- te quiero- buscó desesperadamente sus labios, tras besarlo con dulzura, lo recostó suavemente sobre la estera, quedando sobre él, besándolo con deseo y amor, no quería detenerse, pero sabía que no debía propasarse con su amado.
-También te quiero Kardia... muchas gracias- su sonrisa volvió- espero que logres convencer a mi padre- Kardia soltó una risilla.
-No te preocupes, deberías ver tu cabello- Dégel sonrió con timidez.
-¿En verdad sabes hacer trenzas?-
-Aprendí de mi padre, él solía hacer lo mismo con mi madre aquí, así que yo hacía lo mismo con Albafica, aunque él es un poco adicto a las rosas, así que me hacía sufrir cortando rosas rojas para su cabello- Dégel rio.
-Entonces debió quedar muy bien- se incorporó- ¿Hay un espejo?- Kardia asintió, se levantó y extendió su mano, la tomó firmemente y se levantó, siendo guiado hacia una habitación, con una cama, un tocador y un par de mesas, dónde quedó frente al espejo, Kardia se puso a sus espaldas, abrazando su cintura, contemplando esa belleza.
-Está hermosa... gracias Kardia- el mencionado besó su mejilla.
-La vida es como un camino de rosas, puede parecer hermoso pero hay espinas, estoy dispuesto a caminar por ahí por ti- Dégel sonrió ante tan bellas palabras.
-No sabía que eras un poeta-
-Fue el juramento de mi padre hacia mi madre, lo renuevo contigo, prometo cumplirlo- Dégel estaba muy feliz. Se giró a abrazar al heleno, con su corazón lleno de felicidad.
Kardia selló sus palabras con un beso.
-Vamos a disfrutar un poco más de nuestro tiempo juntos- Dégel asintió, besando a su amado una vez más.
...
Zhapiri despertaba, se sentía agotado, pero al ver aquella cabellera roja regada por la cabecera, buscó abrazarlo, hundirse en su dulce fragancia a rosas, sin quererlo despertó a su amado.
-¿Dormiste bien?- Zhapiri acarició su rostro al hacer la pregunta.
-Si mi amor- Lugonis sonrió, el alfa acarició su cuerpo con cariño.
-¿Te duele?- posicionó su mano en el muslo del omega.
-No mucho, pero de nuevo ensucié todo- comentó con vergüenza, notando la humedad proveniente de su intimidad y algo de dolor en su vientre aún.
-Eres tan hermoso- rodó sobre él, empezó a devorar sus labios con hambre, siendo correspondido al instante.
Zhapiri retiró las sabanas que cubrían su esbelto cuerpo, de sus labios bajó a su cuello, besando con cariño su piel, bajando por todo su torso, agradeciendo a su cuerpo por todo el amor que le brindaba.
Atrevidamente buscó que se diera vuelta, quedando recostado boca abajo, subió nuevamente a besar su espalda.
-¿Me permites satisfacerte una vez más?- susurró a su oído con cariño, Lugonis asintió, toda su piel se erizó al contacto de sus labios sobre ella.
-Por favor... - sintió la temperatura de su cuerpo subir.
Zhapiri posó sus manos en su trasero, buscando ver su entrada, halló su húmeda entrada, aun expulsando su esencia dejada horas atrás mezclada con sus fluidos naturales, sonrió, usó sus dedos para prepararlo, nuevamente oía sonoros gemidos de su omega, su fragancia embriagadora se hacía más fuerte.
-Lo siento amor, pero no puedo resistirlo- retiró sus dedos y haló su trasero contra su pelvis, guiando su miembro hacia la fuente de su mayor placer, entrando suavemente, embistiéndolo con hambre pocos segundos después, besando su espalda, los gemidos del omega se intensificaron.
-Más...- logró decir dominado por el placer, a lo cual obedeció, continúo su ritmo, al compás de aquellos gemidos.
Después de deleitarse por buen tiempo con el cuerpo de su adorado omega, viéndolo caer rendido ante un orgasmo, nuevamente dejó su esencia en él, retirándose con cuidado, jadeando exhausto contra su espalda.
-¿Te sientes mejor?- dijo con dificultad, buscando la aprobación del omega.
-Claro que sí-
Zhapiri se acomodó junto a su amado. Ayudándolo a recostarse, acunándolo en sus brazos nuevamente, cubriendo ambos cuerpos con las mantas.
Después de verlo tan feliz a su lado, el alfa besó sus labios con gran amor, sus ojos se quedaron perdidos los unos en los otros, ambos muy sonrientes, disfrutando del contacto de sus pieles.
-¿Recuerdas el juramento que te hice mi rosa?- Lugonis asintió con una gran sonrisa- lo cumpliré, no importa lo que pase, siempre estaré contigo, te amo-
-¿Aunque ya sea una rosa marchita?- Zhapiri besó su frente, lo abrazó con más fuerza, buscando confortarlo.
-Amor pasa el tiempo y tú sigues siendo la rosa más hermosa- Lugonis se hallaba tremendamente feliz.
-Te amo, muchas gracias por todo- se acurrucó en sus brazos, sonriente.
Lugonis cayó de nuevo a dormir por el agotamiento, Zhapiri seguía despierto acariciando esos bellos cabellos rojos, contemplando la belleza de su esposo.
Trató de dejarlo recostado, se levantó con cuidado de no despertarlo, buscando algo para cubrir su desnudez, finalmente usando su ropa de dormir, saliendo a la cocina a preparar algo para su amado, sonriente y pensativo de su error, pensaba que su orgullo y mal carácter eran cosa del pasado, pero falló y debía reponerlo.
-Parece que ya estás mejor- la voz le sorprendió.
-¿Albafica? No noté cuando llegaste- el omega menor le sonrió.
-¿Ya no estás enojado con él?- Zhapiri suspiró.
-Supongo que no logré disimularlo- estaba avergonzado, pero efectivamente su semblante había cambiado.
-Tranquilo papá, ve y descansa, yo me haré cargo- Zhapiri negó.
-Debo disculparme con tu madre, quiero prepárale algo yo mismo- Albafica sonrió con timidez- ¿Te irás con Manigoldo?- el omega asintió.
-Papá, prometo que me cuidaré-
Zhapiri sonrió.
-Lo sé, pero debes mantenerte en contacto conmigo- se acercó a su hijo y lo envolvió en sus brazos- recuerda que eres mi tesoro, eres lo más bello que tu madre me ha dado- Albafica sonrió y correspondió el abrazo.
-¿Y Kardia?-
-También lo amo, pero lo de hermoso está en duda- eso hizo reír al omega- si me escucha no me hablaría en una semana-
-Papá nos seas así con mi pobre hermano- Zhapiri rio.
-Es una broma, los amo mucho-
Finalmente el corazón del alfa sentía paz, estaba muy feliz, y tararía de ser el mejor esposo y padre, siempre juró serlo.
