Hola a todos, sé que prometí este capítulo para Navidad, y la verdad mi intención siempre fue la de esperar a que llegara el día prometido, para levantarme a la una de la mañana, y subir el capítulo, esperanzado que tras despertar la alerta de actualización les alegrara un poco más su mañana Navideña. Pero, ¿entonces por qué estoy actualizando ahora y no en Navidad? Pues porque tengo un negocio, y necesito concentrarme en vender lo más posible, no ha sido un muy buen año, y si quiero seguir teniendo negocios y, por consiguiente, tiempo para escribir, necesito concentrarme en sacar este barco a flote. Así que me di a la tarea de terminar de escribir este capítulo lo antes posible para poder dedicarme de lleno a la atención de mi negocio y tratar de sacarle el máximo provecho a las fechas. Así que, esto es bueno y malo a la vez, bueno para ustedes porque van a poder concentrarse en leer el capítulo final antes de las celebraciones, malo porque el tiempo de espera para una actualización será más prolongado.
Verán, cuando escribí la versión original de Guerras Doradas, Saintia Sho apenas se estaba escribiendo, también no había información suficiente de Ares, más que la teoría de que "Arles" era Ares y que Saga siempre fue el Dios de la Guerra, pero, en primer lugar, eso solo fue una teoría, y además terminó no siendo cierta. Así que, cuando elegí continuar con Guerras Doradas Original, pensé en seguir con Ares en lugar de Poseidón. Bueno, ahora tengo un hueco en Guerras Doradas Original (que fue además la razón principal de querer escribir el Ciclo Infinito), y es Eris, las saintias y todo eso, así que, en lugar de ir directamente a Ares como en Guerras Doradas original, hay una saga intermedia primero, la Saga de Eris, lo que significa que tengo que leerme todo el manga, y además inventarme la saga desde cero adecuada a este universo, lo que tomará tiempo. Básicamente lo que intento decir es: "para continuar esta historia primero tengo que leerme todo Saintia Sho", lo que significa que no actualizaré esta historia hasta dentro de… no lo sé… ¿un mes y medio? En el inter actualizaré Academia Sanctuary, que la tengo bastante abandonada la verdad.
En fin, ya me explayé mucho, a contestar reviews:
angelitoodemonio28: Jajaja, perdón por dejarlo en lo más interesante, pero oye, no tuviste que esperar hasta Navidad, te estoy entregando un regalo anticipado. Jajaja, no es importante lo de "Arbolitorojo", es que tu nombre de usuario me recordó al cómo escribía mis contraseñas cuando estaba niño y "Arbolitorojo" era mi contraseña. Espero que disfrutes de este capítulo.
Josh88: La verdad, yo no me esperaba que el personaje de Theia evolucionara a semejante nivel conforme avanzaba el remake, supongo que realmente le tengo mucho cariño a los Titanes. Yo creo que la parte más difícil de este remake fue precisamente esa, las batallas entre sendas, no tienes idea de lo difícil que fue que los personajes no fueran "desechables", salvo los Caballeros de Acero, osea, no me caían en el anime, pues menos en este remake. Al menos a Cristal le fue un poco mejor, aunque todos sabemos cómo terminó eso. Sobre Isaac, lo único que te puedo adelantar es que recibirá un tratamiento similar al de Dohko en esta Saga, pero nada más. Sobre los 5 de Bronce, me hubiera gustado darles un poco más de relevancia, pero había que ser realistas, a estas alturas y con tan poco entrenamiento en su haber, no pude darles algo mejor que eso, desafortunadamente a estas alturas por más que yo lo quisiera, no sería lógico que estuvieran al nivel de los Caballeros Dorados si estamos hablando de que esta saga es 3 años antes de que siquiera se enfrentaran a los primeros dorados. Jajaja, la verdad, siento que no logré hacerle tanta justicia a Cronos en su batalla, me hubiera gustado concentrarme un poco más en ella, pero si lo hubiera hecho, solo digamos que no terminaría en 12 capítulos, tuve que sacrificar algunas ideas, pero espero que haya quedado bien.
Rocharin Hua San: Sé que tienes hambre de Milori, pero a estas alturas no puedo darte mucho de eso todavía, de lo contrario iría preso jajaja. El "ya saben cómo acaba", se refiere a que en la versión original, Aioria elige a Marín, no a Lithos, no a que iba a volver a Lithos carboncito jajaja. Qué onda con los nombres de los gatos jajaja, pobre de tu arbolito de Navidad. Es que Afrodita es duro, solo que uno no lo toma tan enserio porque en nuestra mente estereotípica, Afrodita no puede ser rudo, sino afeminado y mari… emm… ustedes saben cómo termina la frase, pero la realidad es que Afrodita no es así, es más bien sínico y egocéntrico. Y me da gusto que te agrade Kyoko, porque a partir del siguiente capítulo, será más una protagonista que lo visto hasta ahora. Lo del golpe de gracia te lo quedo debiendo, que disfrutes de este capítulo.
Saint Seiya: Guerras Doradas – El Ciclo Infinito.
Saga de los Titanes.
Capítulo 12: Dioses y Mortales.
Grecia. Atenas. El Santuario. Templo del Athena. Julio de 1983.
-¡Exclamación de Athena! -la fuerza de aquella técnica que los convirtió en traidores al Santuario, en una batalla que forjó los lazos de hermandad entre los Caballeros Dorados de Aries, Leo y Escorpio, quienes no compartían lazos sanguíneos, y cuyas armaduras murieron y renacieron con su propia sangre, azotó el Santuario con una fuerza incluso mayor que la que había sido liberada contra Hyperión de Taiken hace apenas unas 12 horas.
El día casi llegaba a su fin, era difícil siquiera pensar en lo mucho que habían combatido en tan solo 12 horas, y en los grandes sacrificios que tanto Mortales como Dioses habían sufrido en tan escaso tiempo. Se vivía en estos momentos la ultima hora de 12, probablemente la más importante de todas las horas, la que definiría al victorioso entre tan tremenda guerra entre Mortales y Dioses en la cual los Dioses, no solo los Titanes, no solo los Olímpicos, se daban cuenta de que los Mortales eran más que capaces, mucho más de lo que habían imaginado, de levantarse en contra de ellos. Todos estos pensamientos pasaban por la mente de Arctos XII, mientras malherido salía del templo de Tauro para ser testigo del brillo del corazón humano en afrenta directa a uno de los Dioses más grandes que jamás hubieran existido.
El Santuario, alguna vez el esplendor de Grecia y cuna de la mitología que dio nacimiento a grandes guerreros, se desmoronaba bajo la fuerza destructiva del cosmos, guiada por la Exclamación de Athena. Las escalinatas se rompían, los templos caían, y el Laberinto de Cronos se estremecía con la furia de un ser en su interior que intentaba liberarse de un sello que ya solo contenía una única Souma, iluminada por una flama azul, que en esos momentos se contorsionaba con violencia. El Dunamis de Cronos estaba siendo lastimado.
Explosiones de cosmos dorado terminaron por despertar a los Caballeros de Athena sobrevivientes, quienes miraron la luz en el Templo de Athena, y sentían sus cosmos arder con aquella intensidad, lo que los forzaba a ponerse de pie a pesar de sus heridas, y a caminar en dirección a la luz que irradiaba una fuerza que fácilmente podría considerarse divina, aunque tal vez lo era, esta no era una Exclamación de Athena ordinaria, no solo 3 Caballeros Dorados desataban su ira, parecían más 3 Dioses, que fundían sus Dunamis en la Exclamación de Athena, reviviendo la más grande de todas las batallas divina, la Titanomaquia, donde 3 Dioses, enfrentaban al Titán del Tiempo.
Frente a los presentes, quienes eran testigos de esta Exclamación de Athena, el poder que se desencadenaba superaba incluso al poder de la unión de las 12 Armaduras Doradas. Era un poder tan grande que incluso derrumbaría el Muro de los Lamentos en el Inframundo, y quebrantaría la fuerza de Atlas, que dejaría caer el cuerpo inerte de Urano sobre el mismo, terminando con toda la existencia.
Cronos, el ser primordial, no podía creer semejante fuerza. Incluso en los cielos Zeus se retorcería del miedo, esta era una Exclamación de Athena inmensamente superior a la desatada contra Hyperión de Taiken, el Dios del Ébano.
-¡No pueden derrotar a los Dioses! ¿Qué fuerza respalda sus cosmos? –resonaba el grito de dolor de Cronos, quien entonces lo vio, la fuerza que respaldaba el cosmos de los 3 Caballeros Dorados no era únicamente sus cosmos fusionados, la fuerza de sus Dunamis unidos, y el cosmos de Athena que los apoyaba, sino que había 3 sombras más detrás de los Caballeros Dorados, casi imperceptibles por la luz sostenida a duras penas por el Megas Depranon rodeado por el Dunamis de Cronos- ¡Me han traicionado! ¡Han unido sus fuerzas a los Caballeros Dorados! ¡Los maldigo! -enfureció Cronos. Detrás de los Caballeros Dorados, estaban presentes los espíritus de Tethys, de Ceo, e Hyperión, atacando desde el Tártaros a Cronos con su propia Exclamación de Athena personal, fundiendo sus Cosmos Divinos con los cosmos y Dunamis de los Caballeros Dorados, y logrando herir al ser primordial- ¡No lograrán derrotarme! ¡Dunamis Absoluto! –con la explosión del Dunamis de Cronos fue entonces que el Santuario sucumbió ante la fuerza infinita de Cronos.
La luz desapareció casi por completo, el mundo se veía inclusive como si solo existieran tonalidades de grises, mientras el mundo entero se sumía en lo que parecía ser una oscuridad profunda. Esto no ocurrió únicamente en el Santuario, por todo el mundo el color se perdió, como si la luz del mundo les hubiera sido arrebatada, lo que causó caos y confusión por todas partes, así como el pánico sobre la llegada del fin del mundo. Pero en el Santuario, la luz y el color aún existía, aunque tenuemente. El Reloj de Cronos, con una única flama que lo iluminaba, repelía la eterna oscuridad del Santuario, más no así lo hacía la Luna, que se había oscurecido, las estrellas de igual manera parecían darle la espalda al Santuario como si en ellas no existiera luz alguna que revelara los misterios del templo principal de Athena.
Y en medio de esta oscuridad, Saori estaba sola. De alguna forma había logrado sobrevivir a la explosión de la Exclamación de Athena y su choque con el Dunamis Absoluto de Cronos. Frente a ella se encontraban las armaduras vacías de los Caballeros Dorados que lo habían entregado todo por defenderla. Sus cosmos aún ardían con intensidad, proporcionando también una única fuente de color dorado en el Santuario, como una antorcha brillando intensamente en la más profunda oscuridad. Las Armaduras Doradas de Aries, Leo y Escorpio, se mantenían en la pose de la Exclamación de Athena, apuntando al Megas Depranon de Cronos igualmente vacío.
Todo era silencio. Parecía incluso una escena del fin del mundo que dejaba atrás en la forma de armaduras en lugar de estatuas, la historia escrita por los héroes que habían sacrificado sus vidas por derrotar a los seres absolutos que intentaron dominar y derrocar las fuerzas de la justicia.
Dunamis Absoluto.
Inicia Tema: Dentro de un Sueño.
Sin embargo, esta historia aún se escribía. En algún lugar, sobrepasando las fronteras del tiempo y del espacio, Cronos existía, revestido aún por el Megas Depranon que lo anclaba a la realidad, igual que los Caballeros Dorados que habían abusado de la fuerza de una Exclamación de Athena tan descomunal, que no existiría dios alguno que hubiese sobrevivido a ella. Solo Cronos poseía el poder suficiente para lograrlo.
-¿Estamos vivos…? -agregó Milo con debilidad, mientras su cuerpo era aún cubierto por su armadura a pesar de que esta existía físicamente en el Santuario de igual manera. Algo que le era incomprensible- ¿Qué ha ocurrido?
-Sentí como el tiempo y las dimensiones se distorsionaban… después de eso no comprendo nada -continuó Aioria, que observaba su débil cosmos aferrarse a su armadura-. Es extraño. Siento mi armadura, pero me siento igualmente desnudo –admitió el de Leo.
-Las estrellas se sienten tan cerca -habló Mu, y de sus ojos cayeron lágrimas-. Es un calor tan apacible que invita a que durmamos eternamente… la verdadera pregunta es, si debemos aceptar este sueño tan placentero -se preguntó Mu, pero entonces despertó al sentir una mano tomarle la suya.
-No deben aceptar ese sueño -Mu regresó en sí, frente a él se encontraba Tethys de Megas Kroustiká, la Diosa de los Ríos a la que Mu había asesinado-. Mu, Caballero de Aries. Ustedes los Mortales que asesinaron a los Dioses, tienen ahora una responsabilidad que nosotros los Titanes depositamos dentro de ustedes egoístamente. ¡Despierta ya! ¡Tú responsabilidad como el victorioso no ha terminado todavía! -gritó la Titánide, por lo que Mu, ya con sus sentidos más alertas, comenzó a reponerse.
-¡Aioria! ¡En tus manos descansa mi relámpago! -Ceo de Reipia, el Dios del Intelecto, apareció frente a Aioria. Su alma escapaba de los confines del Hades, donde era juzgada por los Jueces del Inframundo- He sido sentenciado al sufrimiento eterno por los Jueces del Inframundo, pero en ti deposité mi Dunamis. Posees la fuerza de terminar con la verdadera misión de nosotros a quienes aún ven como sus enemigos. Sé que algún día llegarán a comprenderlo, si tan solo se ponen de pie, y siguen luchando -Aioria observó a Ceo, sintiendo la confianza del Titán.
-Despierta, Milo. Quien ha derrotado al Sol Primordial no debe sucumbir ante las cadenas del Señor del Tiempo -se mostró Hyperión de Taiken, Dios del Ébano, frente a Milo-. En la Era Dorada, sacrificamos nuestras memorias por luchar contra los Olímpicos. Deseábamos proteger a los humanos. Pero nuestra misión ya no importa. Solo importa la vida de la humanidad –insistió el Titán del Ebano-. En esta cruzada a la cual nos engañaron a enfrascarnos, el equilibrio del universo se ha perdido. Los Titanes seguimos pensando que nuestra postura era la correcta, que los Olímpicos deben entregar el dominio universal. Pero la humanidad es más importante que lo que creamos o no los Titanes. A estas alturas, si Cronos es victorioso, obtendrá el poder de derrotar a cualquier dios… pero… a costa de esta hermosa Tierra a la que tanto amamos. Es por esto, que el Teosu Senma debe restaurarse. ¡Levántate y pelea! -Milo se mordió los labios con molestia, y se forzó a sí mismo a despertar.
Termina Tema: Dentro de un Sueño.
-¿El Teosu Senma debe restaurarse? Tal parece, Hyperión, que como siempre, tú y el resto de mis hermanos y hermanas continúan subestimándome -resonó otra voz, desde lo más profundo de la oscuridad que era el Dunamis Absoluto de Cronos, donde el Rey de los Titanes, aparentemente herido, miraba a los 3 Caballeros Dorados, y a los espíritus de los Titanes que los respaldaban-. El sello del Teosu Senma no va a romperse, yo solo puedo mantenerlo. Esta herida que me han hecho los 6 en conjunto, terminará por sanarse antes siquiera de que la última flama de mi reloj se pierda. Saldré de mi Dunamis Absoluto, y volveré a fusionarme con mi reloj, liberando a mi Cuerpo Original, y el poder de regresar a cualquier alma, sea mortal o divina, al reino al que me plazca. Enviaré a todos los Olímpicos al Tártaros, incluyendo a Athena de ser necesario. Voy a terminar con el Ciclo Infinito de los Dioses, aún si eso significa mantener a Athena encerrada por toda la eternidad –finalizó Cronos, lo que molestó a los 3 Caballeros Dorados, quienes comenzaron a incorporarse débilmente-. Es inútil que intenten defenderse, he destrozado sus cuerpos físicos, ya solo existe su cosmos -habló Cronos, pero los 3 Caballeros Dorados lo miraron, determinados-. No lo entienden… soy un Dios Primordial… sus esfuerzos, aunque admirables, fueron en vano. Mi poder es más grande que el de Zeus. Se requirió de 3 Dioses para derrotarme durante la Titanomaquia. ¿Qué posibilidades tienen unos insignificantes humanos que ya han perdido sus cuerpos físicos y las armaduras que tanto apreciaban? –sentenció el Titán Primordial.
-Aún tenemos armaduras -habló Mu, sus estrellas se dibujaron alrededor de su espiritual armadura, y recobraron su fuerza hasta que la Armadura de Aries quedó completada y su cuerpo fue restaurado-. El metal es tan solo una coraza, las verdaderas armaduras residen en las estrellas. Y al parecer, aunque de cuerpos incorpóreos, nuestros cosmos atraen las fuerzas de nuestras armaduras lejos del metal en que fueron selladas y nos completan –agregó Mu con orgullo, y su cosmos incinerándose nuevamente.
-Ni siquiera voy a fingir que entiendo lo que está pasando -habló Aioria, cuya Armadura de Leo terminó de regenerarse gracias a las estrellas de su constelación que se habían formado en su cuerpo-. Estoy aquí y visto mi armadura, eso es lo único que importa –rugió con fuerza Leo, su cosmos respaldando nuevamente al Caballero Dorado.
-Con cuerpo físico o sin este, siendo una representación de cosmos incorpóreo o un ser físico real, mientras mi cosmos exista, no voy a rendirme -aclaró Milo, con su Armadura de Escorpio regenerándose tras el brillo de las estrellas de su constelación-. Nuestros cuerpos han sido separados de nuestras almas, pero aún somos Caballeros Dorados. Lo que importa es la vida de Saori, de Athena, cómo quieran llamarla, y que por ella nos hemos convertidos en los Caballeros de la Esperanza que son capaces de crear milagros y de derrotar a los Dioses mismos. Y con esta fuerza planeo derrotarte de igual manera, Cronos -apuntó Milo con su aguja, desafiante.
-Conmovedor… pero sumamente improbable… -aclaró Cronos-. Están dentro de los dominios de mi Dunamis Absoluto, y así como sus constelaciones los resguardan, mis 3 estrellas principales me protegen a mí. Y con ellas acabaré con sus formas incorpóreas. Entiendan que el ser eliminado dentro de mi Dunamis Absoluto significa que serán borrados de la existencia misma. Su rencarnación será imposible. No serán más que un recuerdo –amenazó Cronos.
-¡Déjate de tonterías y muérete de una buena vez! –al principio la arrogancia del de Escorpio molestó al Titán, pero por alguna razón, Cronos también sonrió ante las amenazas de Milo- No tengo fuerzas para otra Exclamación de Athena –susurró Milo, y tanto Mu como Aioria asintieron-. Tal parece que ya no podemos depender de esa técnica. Aunque, de cualquier forma, me repugna usarla. Me sentiré más cómodo con mis agujas –admitió el de Escorpio.
-Sin embargo, no las usarás contra mí -Cronos entonces se dividió en 3 sombras de sí mismo, y cada una entró dentro de una de las 3 estrellas negras que aparecieron detrás de él-. Si desean salir del Dunamis Absoluto, deberán de destruir a los Dioses de estas 3 estrellas… sepan de antemano que se enfrentarán no a Gigantes ordinarios. Se enfrentarán a una raza de Dioses anteriores incluso a los Titanes. Bestias del universo antes del universo al que pertenecen -las 3 estrellas negras continuaron brillando con intensidad, abriéndose como portales, que invitaban a los Caballeros Dorados a entrar dentro de sus respectivas dimensiones.
-Que pesado y presumido -agregó Milo, y el trio miró a las estrellas que los invitaban a su interior-. Oigan… no siento el cosmos de Saori por ninguna parte… no siento el cosmos de nadie… es como si nuestro universo hubiera dejado de existir –admitió Milo con curiosidad.
-No estás del todo equivocado… Milo -agregó el espíritu de Hyperión, que aun miraba al Caballero de Escorpio con esperanza-. Los tres han estado antes dentro del Dunamis Absoluto, dimensiones portátiles creadas por los Titanes como si fueran universos en miniatura donde nos reverencian nuestras creaciones. Pero el Dunamis Absoluto de Cronos es muy diferente. Si el Dunamis Absoluto de Cronos contiene el universo creado por él, estamos hablando del universo que pereció durante la Titanomaquia Original, ya que este universo fue el campo de batalla en el cual Cronos enfrentó a Zeus, Poseidón y Hades. Para que lo entiendas mejor, actualmente flotan en los restos del universo anterior a aquel en el que viven… en una tierra que sobrevivió por poco a la extinción –aclaró Hyperión.
-De no ser por el poder del relámpago que creé y entregué a Zeus, su planeta hubiera sido arrasado también por este vacío infinito -continuó Ceo, y Aioria asintió al sentir los relámpagos alrededor de sus manos-. Aquí no existe nada. Zeus, Poseidón, y Hades movieron el cuerpo original de Gea a su lugar actual tras haber derrotado en la Titanomaquia a Cronos. En realidad, lo que ustedes ven como Cronos, tampoco es el Cronos original, sino el remanente de la batalla que destruyó a todo este universo –les explicó Ceo, lo que impresionó a los 3 Caballeros Dorados aún más.
-El Cronos al que Zeus, Poseidón y Hades enfrentaron, era inmenso –comenzó a explicarles Tethys, meditando sobre el cómo explicárselos-. Si Gea es la tierra transformada en un planeta, Cronos en su Cuerpo Original presumía dimensiones muy similares. La historia que se le cuenta a los Patriarcas, es que Zeus, Poseidón y Hades dividieron a Cronos en 3 en el Altar de los Dioses, su Dunamis fue sellado en el Megas Depranon, su cuerpo mortal en la Armadura del Altar, y su alma sellada dentro del Tártaros… pero esto no es cierto del todo, hubo una cuarta parte, su Cuerpo Original, y este permanece sellado dentro del Reloj de Cronos, junto a un portal a su dimensión, el Castillo de Cronos, donde habitan las 12 Horas y el Reloj del Apocalipsis, el sello del inicio y fin del universo –les explicó ella, lo que los Caballeros Dorados no comprendieron muy bien.
-En otras palabras, existen dos Cronos. El Cuerpo Mortal sellado en la Armadura del Altar, que se une con el Megas Depranon, y su alma del Tártaros para formar al Cronos que existe en esta dimensión, y el Cronos que es el Cuerpo Original del Rey de los Titanes y que fue sellado en el Reloj de Cronos, donde existe todo su reino –explicó de nueva cuenta Hyperión-. No espero que lo entiendan, pero de no ser por el relámpago de Ceo, Cronos no se hubiera dividido en dos –miró Hyperión a su hermano.
-Y este Cronos que habita dentro de este Dunamis Absoluto, es al que pudieron derrotar Zeus, Poseidón y Hades. Eso debería darles una idea del poder real de un Cronos completo, capaz de destruir todo un universo. Estamos hablando de una escala de poder inimaginable para los Mortales y los Dioses –finalizó Ceo con la explicación, y entonces posó su atención en las estrellas negras-. Los Dioses Olvidados que existen detrás de esas estrellas, son la respuesta de Cronos a su pérdida de poder tras dividirse en dos. 3 Gigantes Antiguos, sobrevivientes del universo anterior a este, y a quienes Cronos reclutó a su servicio. No poseen un Dunamis, la fuerza que poseen es anterior al Dunamis mismo. Se rigen por la voluntad del universo, y es la voluntad de este universo la que dicta su verdadero poder. No podrán derrotarlos, si no se demuestran merecedores de la voluntad de estas bestias –resumió Ceo.
-No importa quienes sean, los derrotaremos -agregó Aioria-. Mu… Milo… aférrense a la vida… aún hay mucho por lo que debemos vivir… Lithos me espera en el Santuario, y cuando todo esto termine, le cumpliré la promesa que le hice a su padre de cuidarla por siempre… no me importa si debo llegar ante las últimas consecuencias por lograrlo –admitió el de Leo.
-¿Las ultimas conse…? –se apenó Milo, incluso los espíritus de los Titanes se mostraron conmocionados- ¿Cómo se te ocurre decir semejante tontería en un momento como este? No puedes ser más inoportuno -se sonrojó el de Escorpio, Aioria tan solo sonrió-. ¡Me lleva Hades! ¡No sé ni por qué me molesto en intentar que entres en razón! –se fastidió el Dorado.
-Ya veo… has elegido un ancla muy oportuna –enunció Mu, Milo hizo una mueca de incredulidad y se viró para verlo-. Piénsalo Milo, si los Gigantes detrás de estas estrellas se rigen por la voluntad del universo, solo anteponiendo nuestra propia voluntad, podremos vencerlos. Hemos llegado tan lejos pensando en que gustosos sacrificaríamos la vida por Saori, pero estamos en un punto de no regreso. Como Caballeros Dorados estamos acostumbrados al sacrificio por nuestra diosa, pero perder contra estos Gigantes de Voluntad equivale a dejarla a merced de Cronos. Debemos pensar no solo en vencer a nuestros oponentes, sino en sobrevivir para seguir luchando, y para ello, requerimos de un ancla que nos permita regresar, y para Aioria, esta ancla es la promesa de que al regresar tomará a su Escudera por esposa –explicó Mu.
-La verdad, yo solo dije algo al aire para esconder mi inseguridad actual, Mu. Me estás dando demasiado crédito –confesó el Caballero de Leo, aunque de todas formas el de Aries ya lo sospechaba, por lo que Aioria se limitó a sonrojarse-. Pero, inconscientemente ese debió ser mi razonamiento. Me casaré con Lithos, y tendré un hijo al que le pondré Retsu –sonrió Aioria.
-¡Primero verifica que Lithos quiera casarse contigo antes de que empieces a planear toda tu vida con ella, cabeza hueca! -agregó Milo, Aioria se limitó a sonreír- Qué más da… moriré rodeado de tontos y pensadores –se fastidió el de Escorpio.
-Eso es justamente lo que Aioria pretende evitar -agregó Mu-. Déjame pensar… debe existir algo que me ancle a la vida… claro que está el reparar todas las armaduras destruidas, pero creo que mi sueño es el de ver a mi pequeño Escudero, Kiki, convirtiéndose en el próximo Caballero de Aries -y tanto Aioria como Milo miraron a Mu curiosos-. Cierto, no lo conocen. Solo digamos que Kiki es el último descendiente vivo de mi maestra Yuzuriha, y pretendo que su dinastía no se pierda en el olvido. Es mi deseo entrenar al heredero de la forja de mi maestra -explicó Mu.
-Ahora me siento culpable de no saber absolutamente nada de aquel que nos declaró Hermanos de Cosmos hoy por la mañana -agregó Milo con molestia-. ¿Es enserio lo que están haciendo? Enuncian anclas antes de una batalla. Todo esto es una ridiculez -pero tanto Mu como Aioria lo miraron curiosos-. ¿Qué demonios me miran? –se molestó el de Escorpio.
-Saori es un ancla demasiado pesada -se burló Aioria, Mu se apenó ante el comentario, e inclusive se molestó por el mismo. Milo por su parte, observó a Aioria con sombrías intenciones ante aquellas palabras-. Aún deseo saber tus intenciones a con tu Escudera quien resultó ser nuestra diosa, además de que siempre lo supiste, pero te lo guardaste para ti mismo –le recriminó Aioria, más para sorpresa del de Leo, no fue Milo quien le recriminó, sino Mu al golpearle la nuca-. ¿¡Qué te pasa!? –lo encaró el de Leo.
-Es una diosa, no digas indiscreciones -aclaró Mu-. Hay muchas cosas mal con lo que acabas de decir, Aioria. Demasiadas, y no pretendo enlistarlas. Además, aunque apenas los conozco, dudo que Milo piense… -intentó decir el Muviano, cuando notó a Milo pensativo-. Me retracto, ¿qué Hermanos de Cosmos me fui a conseguir? –se quejó el de Aries.
-Ni siquiera sabes lo que pienso de Saori, pero ya me encasillaste en el mismo rincón que a Aioria –se defendió Milo-. Yo solo sé, que la única razón por la que estoy vivo tras la Masacre de la Isla de Milo, es mi devoción a Athena, y mi obsesión por protegerla como no pude proteger a mis padres –les explicó el de Escorpio, cerrando sus manos en puños-. No volveré a perder a alguien importante en mi vida sin luchar… protegeré a esa niña sin importarme nada más, y no le encargaré esta misión a nadie, ya que me considero el más capacitado para garantizar su seguridad. ¡Yo siempre protegeré a Saori! ¡No me importa contra quien tenga que pelear o a quien tenga que asesinar! ¡Yo siempre estaré a su lado! ¡Ni el Inframundo ni el Dios del Tiempo me impedirán estar junto a ella! –declaró el de Escorpio.
-Estoy más confundido ahora -aclaró Mu, Milo simplemente lo ignoró-. Pero eso no tiene importancia de momento… si ya has elegido un ancla, y esta te permitirá sobrevivir a lo que venga, entonces es el ancla correcta -Milo asintió, agradeciendo la comprensión de Mu-. Vámonos entonces, es de mala educación el posponer el destino –se adelantó Mu, posándose ante una de las estrellas.
-Les apuesto lo que quieran a que yo derroto a mi oponente antes que ustedes –Mu y Milo intercambiaron entonces miradas de complicidad, y ambos golpearon la nuca de Aioria mientras se adentraban en las estrellas negras-. ¡Malnacidos de Aries y Escorpio! ¡Me dolió! ¡Esa se las devuelvo cuando salga! -y así, los 3 Caballeros Dorados fueron tragados por las estrellas, mientras los Titanes que los observaban, se desvanecían en sus respectivos cosmos.
Estrella de Hoplisma de Nephritis.
-Así que este es el universo destruido por el choque entre Dioses -se dijo a sí mismo Mu mientras llegaba a un punto en el vacío donde al menos existían estrellas y galaxias. En medio de estas galaxias se encontraba un ser Gigantesco. Su cuerpo era una armadura de jade, su rostro una galaxia iluminada por su espíritu de un verde intenso. En sus manos descansaba un hacha divina de un tamaño descomunal-. No siento un cosmos o un Dunamis… este ser, no tengo forma de saber a qué poder me enfrento –admitió Mu, aunque manteniendo una tranquilidad que realzaba la curiosidad del Gigante.
-Te enfrentas al poder del origen -habló el ser. Su voz recorría el vacío, y lo rodeaba en su totalidad-. Soy Hoplisma de Nephritis. Soy la Armadura de Jade. Un Gigante Primordial perteneciente a un mundo que tu joven mente no puede siquiera llegar a imaginar. Un mundo frio nacido de la Grieta Primordial, mundo en que los Gigantes fuimos primeros a los Dioses, y donde los Gigantes debieron ser venerados. De no ser por ese al que llaman Zeus este pudo haber sido el caso. ¿Quién eres tú, mortal nacido del mundo después del Apocalipsis, que te presentas ante mí, el primero de los Dioses Olvidados? -preguntó la armadura.
-Mi nombre es Mu, Caballero Dorado de Aries. Me representa el Carnero Alado del mismo nombre. Soy un fiel seguidor de la Diosa Athena. Es un placer conocerlo -agregó Mu, e hizo una reverencia. El Gigante miró a Mu curioso, y entonces le regresó la reverencia-. Desearía evitar una confrontación –solicitó Mu.
-Niego tu petición -agregó el Gigante, irguiéndose y preparando su gran hacha-. El mundo al que pertenecí, era un mundo bélico, donde la guerra era lo que dictaminaba a los merecedores de la paz en la muerte, y donde Gigantes, Mortales y Dioses se entregaban a la gloria de la batalla. El mundo al que pertenecí no existe más, y he esperado una eternidad para volver a blandirme en combate, y esperaré muchas eternidades más a la llegada de oponentes a quienes he de aniquilar. El Tiempo no tiene significado para mí. Nací y existo únicamente para este momento –apuntó con su enorme hacha la Armadura Esmeralda.
-Lo entiendo… entonces no dudaré en usar toda la fuerza de mi cosmos para cumplirle su capricho, gran Gigante de Jade -el cosmos de Mu rodeó su cuerpo, y sus estrellas brillaron con mayor intensidad, el Carnero Alado bramó a sus espaldas, e intensificó su fuerza con todo el resplandor de sus estrellas-. ¡Revolución de Polvo de Estrellas! -lanzó Mu su resplandor dorado y tornasolado, que impactó al Gigante en diversas secciones de su cuerpo sin llegar a cuartear su armadura- Esa armadura, parece de Jade, pero la realidad es que está hecha de un metal que no existe en mi mundo. Al haber resistido mi ataque de esa manera, me queda claro que es un material superior al que reviste a mi Armadura Dorada –admiró a la bella pieza el Muviano.
-Desconoces del alcance de mi fuerza, ya que no soy ni cosmos ni Dunamis, pero aun así has elegido batirte en combate. Por esto tienes mi admiración, mortal del mundo que precede al mío –el Gigante Hoplisma reunió una fuerza similar al Dunamis, solo que de colores esmeralda, alrededor de su puño, mientras su hacha absorbía la energía contenida en el mismo, Mu comenzó a sentir aquella fuerza, tan similar al Dunamis pero diferente a la vez, y su propio Dunamis comenzó a encenderse como una señal de alerta sobre lo que estaba por ocurrir-. ¡Dunamis Pelekus! –tras azotar su hacha contra el aparente espacio mismo, este estalló en numerosos tubos de luz que distorsionaron el espacio alrededor de sus explosiones, y se dirigieron peligrosamente hasta Mu.
-¡Muro de Cristal! –elevó su muralla Mu, pero esta quedó inmediatamente despedazada por los tubos de luz esmeralda, que atravesaron como si cortaran una loza de vidrio, e impactaron en numerosas ocasiones la Armadura Dorada de Mu, impactando directamente a sus estrellas- Mi constelación se sacude con cada impacto… es como si su ataque atacara mi galaxia directamente –admitió Mu, temblando de dolor.
-Me sorprende que lo entiendas –admitió el Gigante de Jade-. Estamos combatiendo a un nivel superior al Mortal, así como lo has resumido, mi ataque fue directamente a la galaxia de tu constelación, y ha atacado directamente a tus estrellas –blandió su hacha el Gigante, intentando partir a Mu a la mitad, el de Aries, sin embargo, logró saltar a un lado a tiempo, evadiendo el ser rebanado, y tras evadirlo, Mu volvió a atacar con sus flechas tornasoladas, mismas que no penetraron la Armadura de Jade de nueva cuenta-. Es inútil, la Armadura de Jade fue creada por criaturas de mi mundo que podían crear artilugios divinos de las más absurdas imposibilidades. Fui creado con la ligereza de las plumas de las alas de los peces –arremetió nuevamente con su hacha el Gigante, forzando a Mu a saltar a un lado-. Bajo el calor de la forja del abismo submarino más profundo de mi mundo –continuó con sus estocadas el Gigante, Mu alzó su muro nuevamente, y este volvió a estallar en pedazos, más logró ralentizar la estocada del Gigante solo lo suficiente para volverlo a evadir-. Y mi metal fue enfriado con el gélido aliento del corazón de una estrella joven y hermosa –la última estocada del Gigante, cortó algunos cabellos de Mu, quien sintió de todas formas su cosmos ser partido por el corte de Hoplisma de Nephritis- Todo lo que he mencionado, son imposibilidades que en tu mundo no pueden existir, posibles en las manos de los artesanos que se dedicaban a crear los artilugios de los Dioses -el cosmos alrededor del vacío se estremeció, Mu, ya cansado, alzó su Muro de Cristal una vez más, pero este se despedazó nuevamente, mientras el hacha del Gigante lo atravesaba. El cuerpo incorpóreo de Mu fue traspasado por el hacha, y las estrellas de su constelación comenzaron a perder su brillo, como si se extinguieran y estallaran en estrellas nova-. El que hayas sobrevivido a mi ataque resulta ser una sorpresa… pero tu constelación ha sido dañada… jamás se recuperará –apuntó Hoplisma.
-Te equivocas… porque Tethys de Megas Kroustiká, la Diosa de los Ríos, se ha convertido en la Diosa de la Constelación de Aries… sus estrellas volverán a brillar -aclaró Mu. A su mención, el Dunamis de Tethys se hizo presente, rodeó a las estrellas de la Constelación de Aries con el mismo, y estas volvieron a encenderse, esta vez como estrellas azules y de reciente creación. La Constelación de Aries ahora era más fuerte que nunca-. Ciertamente, el poder que posees es el poder de los Dioses… pero ya he enfrentado a Dioses, y los he derrotado. Ellos me han obsequiado su fuerza, y me han entregado una técnica definitiva con la que se es capaz de asesinar a los Dioses –los ríos rodearon el cuerpo de Mu como representaciones de cosmos, y el agua que los llenaba se transformó en el fuego de una forja, materializando a las serpientes de fuego alrededor de los brazos de Mu.
-Una imposibilidad, justo como las imposibilidades del mundo del cual provengo… fuego y agua se mesclan y crean a estas serpientes que ahora te rodean, producto de la unión en armonía del cosmos de un Mortal, y el Dunamis de un Dios –brilló el rostro de Hoplisma de un color esmeralda mientras el Dunamis de Tethys respaldaba al cosmos de Mu, creando una fuerza distinta, una, que se asemejaba a la fuerza que rodeaba a Hoplisma-. Muy bien, humano del mundo que precede al mío… has desbloqueado el secreto de mi mundo. ¡Un mundo donde Dioses y Mortales combatían hombro con hombro contra los Gigantes! ¡Demuéstrame lo que puedes hacer con la fuerza que te ha otorgado un Dios! ¡Dunamis Pelekus! –blandió su hacha nuevamente el Gigante de Jade, partiendo los alrededores con los tubos de luz esmeralda.
-El elemento que rige a mi Constelación, es el fuego… y la Titánide que me entregó su Dunamis gobierna los ríos… esta combinación hace de esta técnica una imposibilidad que solo existe al crearse un milagro. Es por esto que para derrotar a los Dioses se requiere de la creación de un milagro -Mu elevó su cosmos y su Dunamis, el cosmos de Mu ahora brillaba con una intensidad que jamás había logrado alcanzar antes-. Aioria tuvo una gran idea al nombrar anclas… Shion me entregó personalmente su armadura, y planeo hacer lo mismo con Kiki. Esto me mantiene con vida, impulsa las flamas de mi ser, y crea el milagro… Hoplisma de Nephritis… te entrego mi milagro -la armadura se abalanzó sobre Mu siguiendo el mismo trayecto de su propio ataque, el de Aries por su parte, desató con sus manos entrelazadas la fuerza de su milagro-. ¡Fogo Potamos! -serpientes en llamas se desprendieron de sus manos, atravesaron y rodearon al Gigante de Jade, pulverizaron la armadura, y doblegaron al Gigante que estalló en pedazos.
-La fuerza de los Mortales, trabajando en conjunto con los Dioses, es la fuerza necesaria para vencer a los Gigantes –enunció Hoplisma, transformado en fuego esmeralda tras haber perdido su cuerpo físico, este brillaba como el fuego de una forja que podría extenderse y consumirlo todo, lo que mantuvo a Mu en alerta-. He sentido la fuerza de tu corazón, valiente guerrero. Desconozco el tiempo que he esperado para poder enfrentarte ya que el tiempo me es indiferente… más en este enfrentamiento, aunque breve, reviví lo que significa el crear un milagro gracias a las imposibilidades. El mundo en que nací, de Dioses y Mortales luchando codo a codo contra la amenaza Gigante, resurgió por unos instantes, y aunque yo perteneciera al bando enemigo de los Dioses, puedo reconocer el valor de la afrenta que tú y la Titánide Tethys, han desatado sobre mí… y por ello, deseo ver lo lejos que serás capaz de llegar con esta fuerza… -el fuego esmeralda comenzó a rodear a Mu, quien sorprendido, intentó defenderse, más el fuego de Hoplisma de Nephritis no se sentía violento, sino cálido y reconfortante-. Uniré mi fuerza primordial a tu cosmos, te permitiré usar mi hacha Pelekus. El tiempo para mí es indistinto, pero cuando el tuyo se termine, regresaré a esta estrella oscura a esperar al siguiente valiente guerrero que ose crear sus milagros y desafiar a aquellos que somos más antiguos que los Dioses –declaró el Gigante de Jade, fusionándose al cuerpo de Mu-. Ahora posees la fuerza de mi Filo de Cristal. Siempre que enuncies su nombre, Hoplisma de Nephritis acudirá a tu llamado, Caballero de Aries –y tras aquellas palabras, la estrella en la que Mu luchaba, colapsó.
Estrella de Elektron Teru.
-Curioso el cómo terminé enfrentándome a un león -al salir de la estrella de Cronos, Aioria se encontró con un enorme león cuya piel parecía ser una armadura, y era de un color ámbar muy hermoso. Las estrellas de la Constelación de Leo incluso se iluminaron como si rugiesen en señal de desafío-. Lithos… como obsequio de bodas te llevaré una gema de la coraza de este ser a quien derrotaré por cumplir con mi promesa –apuntó Aioria orgulloso.
-Aioria de Leo… un oponente digno de mi fuerza… -habló el León de Ámbar, lo que resultó ser una sorpresa para Aioria, no porque la bestia pudiera hablarle, sino porque esta enunció su nombre-. Tu constelación me ha revelado tu nombre, y yo le he comunicado el mío. Así que, sin que exista necesidad de que lo enuncie personalmente, estoy seguro de que ya te lo ha comunicado tu Armadura Dorada –habló el Gigante con solemnidad.
-Comprendo… Elektron Teru… el León de Ámbar -mencionó Aioria, el poderoso Gigante asintió al escuchar las palabras de Aioria-. Eres una criatura noble. Todos los leones lo son. Solo me queda preguntarte: ¿Qué tan afilados están tus colmillos? –sonrió Aioria de forma arrogante.
-Me divierten tus palabras -agregó el león-. Me recuerdas a los humanos del mundo al que solía pertenecer –comentó el Gigante, lo que fue una sorpresa para Aioria-. Así es, en mi mundo que se ha extinto, existieron también los humanos. Se parecen bastante a los humanos de tu mundo, pero eran de rasgos más únicos y perfectos. Eran violentos, lo recuerdo bien, vivían por el afán de conquista y se enaltecían a vencer a poderosas bestias. Tuve el placer de enfrentarme a muchos de ellos antes de que las llamas consumieran todo mi mundo –espetó el León de Ámbar, lo que fue una sorpresa para Aioria.
-¿Humanos en el mundo anterior al mío? ¿Intentas decirme que los humanos de tu mundo se levantaron contra los Dioses y perdieron? –preguntó Aioria, la curiosidad sobre el mundo anterior al suyo lo embargaba.
-Los humanos del mundo al que pertenezco, luchaban junto a los Dioses contra una amenaza diferente, los Gigantes –le comentó el León de Ámbar, lo que no tenía sentido para Aioria-. Tu Armadura Dorada comparte tus dudas, los Gigantes a los que tú y los tuyos ya han enfrentado no son más que vástagos entorpecidos y bastardos, de los verdaderos Gigantes como yo. En mi mundo el Gigantismo tiene muchas formas, desde leones colosales como yo, hasta criaturas que podrían rodear a tu mundo entero, y otras cuyas fauces podrían tocar el cielo mismo y devorarlo. Astros como las lunas y los soles, caben perfectamente en sus hocicos, aunque, el verdadero poder, puede venir en el tamaño que a uno le place. Esta es una lección que aprendí de los humanos de mi mundo. ¿Qué lección me enseñarás tú, humano bastardo del mundo que precede al mío? –preguntó Elektron Teru.
-¿Humano bastardo? Tal parece que el respeto que sentías por los humanos de tu mundo, no traspasó las fronteras de la extinción y llegaron al mío –le gruñó Aioria, preparando su cosmos-. Me parece que voy a tener que enseñarte a respetar a los humanos de todos los mundos –con Leo rugiendo en apoyo a sus palabras, y los relámpagos haciéndose presente, Aioria inició con su desafío.
-Interesante, pero me temo que solo uno de nosotros continuará presumiendo una melena. ¡Dunamis Odous! -anunció su fuerza el Gigante, que lanzó esferas en llamas en dirección a Aioria, que esquivó cuantas pudo, pero terminó siendo golpeado de lleno por la fuerza de una de las esferas, que le despedazó el cosmos y extinguió algunas de sus estrellas- Ya has sentido el filo de mis colmillos, ¡ahora sentirás mi zarpa! –atacó nuevamente Elektron Teru, Aioria se defendió a puño cerrado, pero las garras del inmenso ser lograron arañarlo, con tres finos cortes despedazando su cosmos y apagando sus estrellas- Mis garras te han alcanzado, pero continúas con vida. ¿Qué poder te ampara? –lo miró con sorpresa el Gigante.
-¡La fuerza de mi cosmos! -Aioria desató la furia de sus relámpagos, y el noble León de Ámbar le rugió con fuerza- ¡Plasma Relámpago! -el vacío infinito se iluminó, las estrellas se estremecieron, y la Constelación del León Dorado, recuperó su brillo y su fuerza, pero Elektron Teru no se vio afectado por su poder- Además, tengo un deseo el cual pienso ver cumplirse. Imagino a Lithos en una túnica marital, y a Saori sellando nuestra relación con su bendición. Seguro que Milo me daría un buen golpe si escuchara eso -sonrió Aioria.
-¿Te aferras a la vida por una mujer? El universo sí que ha cambiado tras estos millones de años que he existido en soledad -agregó el León de Ámbar, lanzando otra llamarada de Dunamis de su hocico, misma que estalló bajo el puño de Aioria, quien resultó bastante lastimado por la explosión, y terminó por ser lanzado por el vacío-. En toda la existencia, solo importa la fuerza suprema, y nosotros los Dioses del Olvido la poseemos. Somos quienes logramos ver el fin del mundo y sobrevivimos al cambio de dominios universal. La Titanomaquia, el evento más catastrófico del que se jacta tu especie, no se compara siquiera al verdadero evento que trajo la destrucción de mi mundo, nada puede extinguirnos. ¡Tu voluntad no es lo suficientemente fuerte! ¡Dunamis Odous! –insistió el León de Ámbar, rodeando a Aioria en un estallido más.
-Crearé mi propio milagro y te demostraré que te equivocas –una vez la luz de la explosión del Dunamis Odous se disipó, Aioria continuó en pie, y su cuerpo se iluminó por la fuerza del Dunamis de Ceo, e incluso su espíritu lo acompaño en la batalla-. Ceo fue un oponente valeroso, y un amigo que me confió el destino de la Tierra. En mis colmillos ahora descansa esa responsabilidad –enunció el de Leo, su cosmos y su Dunamis fundiéndose en uno solo.
-En la Titanomaquia fui testigo de su lucha, era un guerrero noble y valiente -el León de Ámbar entonces comenzó a reunir nuevamente su Dunamis en su hocico-. Pero en mi mundo, los había incluso más grandes. Dioses más poderosos que Ceo cayeron ante los Gigantes. ¿Qué posibilidades tienes tú que solo ostentas su poder? –preguntó el León, materializó una esfera más grande que cualquiera de las que lanzó inicialmente, y como el estallido de una estrella, intentó incinerar a Aioria con su potente rugido.
-¡Tengo la fuerza de mi esperanza! ¡Infinity Plasma! -conjuró Aioria su nueva técnica, y de sus manos y de las de Ceo se desprendieron tanto los relámpagos negros como los relámpagos blancos, que combinados crearon el relámpago definitivo, la fuerza que Ceo otorgó a Zeus para derrotar a Cronos. Las hileras de relámpagos negros y blancos atravesaron el cuerpo del León de Ámbar, y este estalló en pedazos, uno de los cuales fue atrapado por Aioria, era tan solo un guijarro, pero brillaba de una forma hermosa- Lithos… este guijarro se convertirá en el anillo con el que cumpliré mi promesa de que seamos una familia -sonrió Aioria, más el rugido de Elektron Teru resonó en la oscuridad, mientras su alma como relámpagos comenzó a materializarse nuevamente.
-Interesante, la nobleza en tu corazón, afila tus colmillos, Caballero de Leo –exclamó Elektron Teru, su rostro de león iluminando la oscuridad de la dimensión en que se encontraban encerrados-. El parecido de tu fortaleza con los humanos de mi mundo es inquietante y reconfortante. Tus manos se asemejaron a los colmillos de las bestias Gigantes, y tus puños a una tremenda mordida. Tú que usas tus colmillos para domar a tus enemigos, te he aceptado como un verdadero Domador de las Bestias… siempre que necesites de un segundo par de colmillos, enuncia este poder –finalizó Elektron Teru, y la dimensión alrededor de Aioria, colapsó.
Estrella de Margarites Drakon.
-¡Ese tonto de Aioria! ¡Y el imbécil de Mu es igual de descerebrado! ¡Mira que hacerme pensar en idioteces cuando me balanceo dentro de la boca del Dragón! -se quejó Milo mientras daba mención al dicho popular. Más entonces se dio cuenta del lugar en que estaba parado, se encontraba, genuinamente, dentro de las fauces de un verdadero Dragón cuyo cuerpo parecía estar creado por perlas- ¡Por todos los Espectros de Hades! -Milo saltó fuera de las fauces del Dragón de Perla momentos antes de que este cerrara su boca.
-¿Quién ha irrumpido con mi sueño eterno? -reaccionó el Dragón, que entonces miró fijamente a Milo, quien flotaba en el vacío sin poder detenerse, por lo que el Dragón con su cola detuvo su flotar por el cosmos- ¿Un humano? No he visto a uno de los tuyos en miles de años. Les tomó bastante el volver a convertirse en una especie pensante. ¿Has venido a combatirme? –preguntó el Dragón de Perla.
-Eso depende de tu lealtad hacia Cronos -aclaró Milo, el Dragón de Perla respiró con furia, forzando a que Milo se cubriera el rostro que hervía con solo la respiración del Dragón-. Mataré a cualquiera que le sirva a Cronos o intente herir a Saori –amenazó el de Escorpio.
-Cronos es el único de la raza de los Gigantes merecedor del servicio de nosotros, los Dioses Olvidados –le comentó el Dragón de Perla, la curiosidad se reflejó en la mirada de Milo-. ¿Acaso no lo sabías? Ese al que llaman un Titán, es en realidad un Gigante, uno de los Dioses del Mundo anterior al suyo. Pero eso no es importante de momento, tus modales me repugnan. ¿Quién eres? ¿A quién sirves? ¿Por qué has irrumpido en el sueño de Margarites Drakon? –se preguntó el Dragón de Perla.
-La cortesía es un lujo que se gana, no que se exige –le enunció el de Escorpio, recordando su conversación con Saori del día en que se conocieron, y por alguna razón, decidiéndose en entregar al Dragón de Perla la misma cortesía-. Soy Milo, el Caballero Dorado de Escorpio, y guardián de la Octava Casa del Zodiaco. Leal caballero al servicio de Athena, y defensor de la paz –reverenció el de Escorpio.
-¿Paz? No existe tal cosa como la paz. El conflicto, las batallas y la guerra, es lo que mantienen a los Mortales en la senda de defensa contra la Tiranía, provenga esta de otros Mortales, de los Dioses, o de los Gigantes –le explicó Margarites Drakon, aparentemente divertido-. Es gracias a la guerra entre Dioses y Gigantes, y a la unión de los humanos con una de las dos razas de los Dioses que participaron en esa guerra, el que hoy tú, humano, existes. Si los Dioses no se hubieran aliado con los humanos y hubieran enfrentado a los Gigantes unidos, toda la realidad pertenecería a los Gigantes –le comentó Margarites.
-Antes mencionaste que Cronos era un Gigante, pero hasta donde sé, Cronos es un Dios. ¿Tiene esto algo que ver con los dos Cronos que mencionaban Tethys, Ceo e Hyperión? –preguntó Milo, desafiando a Margarites con la mirada.
-Lo preguntas como si fuera omnipresente. No tengo idea de lo que dices –le respondió el Gigante, aparentemente deseoso de conversación tanto como deseaba el conflicto-. Cronos perteneció a la antigua raza de los Gigantes Primordiales, antecesor de los Dioses de tu mundo. El nombre Cronos es inclusive, el nombre que adoptó cuando fue desterrado del reino de los Gigantes, y se unió al bando de los Dioses. El nombre Titán, es el nombre con el que fue condecorado por su proeza de batalla, ni Gigante, ni Dios, una entidad en medio de ambos, su nombre verdadero borrado de la historia de mi mundo, aunque he escuchado que, de alguna forma, su nombre sobrevivió a la extinción de mi mundo, solo que este es un nombre que no muchos conocen –terminó el inmenso ser-. Pero eso no importa ya, si Cronos, como tú lo conoces, te ha enviado ante mí, eso significa que debo terminar con tu vida. ¡Dunamis Mizu Hari! –atacó sin darse a esperar el Dragón, abriendo sus fauces y lanzando miles de agujas de agua, mismas que Milo comenzó a evadir con sus reflejos más agudos de lo que el Dragón daba crédito- Eso ha estado bastante bien, tienes el potencial de un verdadero cazador. Pero incluso los más habilidosos, deben darse cuenta de cuando han sido superados. Mis ansias de conversación y de batalla, serán inmensamente grandes, pero me considero un ser bondadoso… te daré esta única oportunidad de decidir tu destino. Enfréntame, y te honraré con el honor de ser aniquilado por un Dragón. Ya que enfrentarse a un Dragón siempre termina con la muerte. O puedes huir, y conservar tu vida… ese es el método del Dragón. ¿Qué será entonces? ¿Luchar… o huir? –desafió el Dragón, evidentemente prefiriendo una respuesta por sobre la otra.
-¡Es ridículo el que me hagas esa pregunta! ¡Aguijón Carmesí! -lanzó Milo su ataque. Mismo que se estrelló en contra de un escudo protector alrededor de Margarites Drakon, y lo rodeó enteramente con la explosión de su fuerza- No lo he tocado –se impresionó Milo.
-Has elegido luchar… honraré tu decisión peleando con toda mi fuerza entonces, valiente Caballero Dorado. ¡Siente la verdadera fuerza de Margarites Drakon! ¡Yo soy el Dragón de Perla! ¡Dunamis Gigas! -el aliento del Dragón se lanzó e impactó a Milo, noqueándolo momentáneamente y apagando sus estrellas. Pero no lo suficiente para derrotarlo. Milo comenzó a lanzar sus Agujas Escarlata que encendieron nuevamente la fuerza de su constelación mientras volaban por el vacío e impactaban el escudo del Gigante, sin llegar a romperlo, pero debilitándolo con cada impacto- Es inútil… los cuentos que has escuchado en tu mundo, de los humanos derrotando a los Dragones, no son reales. Nadie, ni en el mundo anterior, ni en el mundo que le precede, ha asesinado realmente a un Dragón, no al menos a los Dragones que pertenecemos a la raza de los Gigantes. No existen los Asesinos de Dragones –amenazó él.
-¡Entonces por Saori me convertiré en el primero en asesinar a un Dragón! ¡Aguja Escarlata! -la Constelación del Escorpión Celestial se dibujó sobre el escudo de Margarites Drakon, quien hasta entonces notó que las Agujas Lanzadas por Milo, se habían mantenido incrustadas en el escudo de perla- Por Saori crearé cualquier milagro, por Saori derrotaré a cualquier oponente. ¡Antares! -lanzó Milo su aguja más poderosa, y para sorpresa del Dragón, su escudo colapsó.
-¡Imposible! ¡Los Dragones no podemos ser derrotados! ¡Lo que han contado los humanos no son más que cuentos! -se defendió el Dragón de Perla, mientras Milo encendía su Dunamis- Esta fuerza, tiene milenios que no siento nada igual, es la fuerza de un Mortal que ha logrado la comunidad con un Dios. ¿Acaso podrás derrotar a un Dragón, Milo de Escorpio? –lo desafió con la mirada el Dragón, antes de lanzar sus agujas de agua y comenzar a bombardear con estas la Armadura de Escorpio, forzando a Milo a cubrirse el cuerpo con sus brazos mientras la galaxia de su Constelación se debilitaba.
-Sabes… me he cansado de que me digan lo que no se puede hacer… -aclaró Milo-. No es posible derrotar a los Dioses, no es posible derrotar a los Dragones, no es posible amar a una diosa. He escuchado muchos imposibles, y todos los he superado. Esta es la prueba de que es posible derrotar a los Dioses -el Dunamis de Milo se encendió, e Hyperión en espíritu apareció a su espalda-. ¡Y estoy por probar que es posible asesinar a un Dragón! ¡Por lo tanto, ya solo quedará un solo imposible por superar! ¡Saori, esta es mi decisión! ¡No existen imposibles para quien tiene el deseo de superar cualquier adversidad! ¡Nova Helios! -gritó Milo en griego, y en su mano se formó un sol en miniatura de un intenso color azul, con Hyperión levantándolo junto a Milo, ambos lo lanzaron a la velocidad de la luz en dirección del Dragón de Perla, que sin un escudo que lo protegiera, voló en mil pedazos- ¡Me he convertido en el Asesino de Dragones! ¡No existen imposibles que no pueda superar! –declaró Milo, cuando del cosmos mismo, una risa inquietante y milenaria resonó.
-El Primer Asesino de Dragones, ha nacido al fin –frente a Milo, los ojos azules del Dragón de Perla, Margarites Drakon, se hicieron presentes-. Soy el Dragón Primordial, el primero de mi especie, aunque no pueda decir que sea el más grande –declaró el Dragón de Perla, y Milo retrocedió- ¡No tienes derecho a retroceder, o gran cazador! La mancha en mi orgullo jamás desaparecería, si permitiera que así lo hicieras. Es por esto, que me fundiré a tu pierna derecha, asegurándome de que jamás escapes a una batalla –prosiguió Margarites Drakon, sus ojos transformándose en un cosmos azul zafiro, mismo que se adhirió a la pierna derecha de Milo-. Eres el Asesino de Dragones, huir jamás será una opción. Solo el cazador más experimentado puede dar la opción de luchar o huir. Este ahora, es tu derecho, el derecho del Asesino de Dragones –finalizó Margarites Drakon, y la dimensión alrededor de Milo comenzó a sacudirse.
-Así que… es mi derecho el otorgar la oportunidad de luchar o huir… -sonrió Milo con malicia, elevando su cosmos y su Dunamis al unísono-. A Cronos al menos no le daré ese derecho. ¡Cronos! ¡Entre los imposibles que he elegido romper está el destrozarte el Dunamis! ¿Me has escuchado? –amenazó Milo.
Dunamis Absoluto.
-Te escucho, Mortal. ¡Y tu castigo será divino! -en el vacío dimensional, Cronos se recuperaba de haber recibido de lleno la fuerza de una Exclamación de Athena reforzada por el Dunamis de los Titanes asesinados por los Caballeros Dorados de Aries, Leo y Escorpio. Más el Dios del Tiempo entendería que el tiempo mismo había terminado por volverse en su contra al estos 3 Caballeros Dorados derrotar a los guardianes de sus estrellas con velocidad y precisión- Han irrespetado a los Dioses sin recibir su castigo ya por un buen tiempo. En solo un día han pecado más que cualquier otro Mortal en contra de los Dioses, y mi juicio ha comenzado. ¡Megas Brabeus! -habló Cronos en heleno, que significaba Juicio Definitivo. Su propia dimensión comenzó a desquebrajarse, los planetas estallaban, las galaxias sucumbían, y en medio de todo solo estaba Cronos, con su mano sosteniendo las galaxias mismas, y absorbiendo a sus 3 estrellas que estallaron en una luz blanca rodeada del Dunamis oscuro de Cronos- Fueron unos tontos al subestimarme. Esta es la verdadera fuerza de un Dios Primigenio. Se requirieron de sus 3 Dioses más poderosos para encerrarme, ni siquiera ellos fueron capaces de asesinarme. Ustedes jamás tuvieron oportunidad. ¡Ahora desaparezcan! ¡Khaos Hyetos! -nombró Cronos el ataque con el que se convirtió en el asesino de Aioros, y la galaxia de sus manos estalló en polvos de estrella.
El Templo de Athena.
-El cielo se parte -habló Saori, siendo la única en todo el Santuario presenciando la batalla final sin siquiera llegar a comprenderla. El cielo que no presumía estrellas y por unos segundos, según la interpretación de Saori, se mantuvo inmerso en el silencio del vacío, de pronto se abrió en un vórtice de nubes moradas como los Soumas de los Titanes, devolviendo el color de regreso al mundo, y escupiendo a los 3 Caballeros Dorados, que cayeron con sus cabezas apuntando al suelo-. ¡Mu, Aioria, Milo! -gritó Saori. Pero fue incapaz de despertar a los Caballeros Dorados que se estrellaron, y sufrieron el sentir sus formas corpóreas ser azotadas por todo el recinto tras sus caídas.
Mu, ya vistiendo su verdadera armadura, rodó escaleras abajo hasta estrellarse con una de las columnas que aún quedaban en pie, derribándola con su cuerpo y perdiendo el conocimiento de forma inmediata. Su cosmos incluso había sido consumido en su totalidad.
Aioria cayó por la montaña, e instintivamente intentó clavar sus manos en las rocas mientras caía, y su sangre cayó junto con él hasta que se soltó e impactó con su cuerpo unas piedras al final del acantilado, su hombro derecho incluso fue perforado por una afilada roca que, por la velocidad de su caída, perforó inclusive a la Armadura Dorada de Leo, el dolor se hizo presente, y el Caballero de Leo sucumbió ante el mismo por sus heridas, gritando hasta perder toda la fuerza de su cosmos.
Milo cayó sobre las escalinatas, mismas que incluso se partieron a la mitad y comenzaron a sepultarlo bajo una lluvia de escombros. Al caer no había gritado, el impacto fue tan brutal que su cosmos se extinguió de inmediato, Saori gritó su nombre con fuerza, pero el Caballero del Escorpión Celestial no podía escucharla, su mirada, estaba escasa de toda vida, escasa de todo rastro de cosmos.
-Los 3 han muerto -aclaró Cronos, cayendo pesadamente tras Saori, quien se paralizó por el miedo y la sorpresa-. Con ellos ya son 4 los Caballeros Dorados a tu servicio a los que he asesinado. Esto no debió ser así, pero ustedes fueron quienes forzaron a mi mano -continuó Cronos mientras se acomodaba su armadura tras su viaje a través del espacio y las dimensiones-. Más sigo sin entender el cómo unos Caballeros de Oro pensaron siquiera en cumplir con una hazaña que ni los 3 Dioses más grandes del llamado Panteón Griego pudieron lograr… mi Dunamis es absoluto… nada puede vencerme. Ni siquiera pueden rasgar mi Souma. Y en cuanto me una a mi reloj y libere mi verdadero cuerpo, todos los Dioses habrán de caer, no hay nada que ni tú, ni nadie, pueda hacer para evitarlo. Me convertiré en un ser invencible, imposible de vencer para cualquiera –le espetó Cronos, mirando a su Torre del Reloj, aún iluminada con la fuerza de la Flama de Piscis. Lo que había acontecido dentro del Dunamis Absoluto, pudo parecer un tiempo prolongado para Mu, Aioria y Milo, más en el Mundo Terrenal, apenas habían pasado unos minutos.
-No existen imposibles para el Maestro Milo… ni para ninguno de los Caballeros Dorados -habló Saori con determinación a pesar de que sus ojos no dejaban de llorar-. Rompieron tu armadura… la rompieron… lograron otro milagro -apuntó Saori.
-¿Qué has dicho? -se preguntó Cronos, y tras aquellas palabras, la protección en el pecho de su Souma estalló en una pequeña sección, justo donde debía estar el corazón de un humano, sorprendiendo al Titán primordial- Mi Souma… el regalo de mi madre, Gea. ¿Dañado por unos simples Mortales? -Cronos miró a Saori entonces, molestia más que evidente en su mirada- Sin embargo, es solo un daño superficial, no más grande que la mano de mi puño. Aún sin mi Souma protegiendo esta pequeña apertura, mi piel es tan fuerte como una Armadura Dorada, incluso más fuerte –agregó con un ligero tono de soberbia.
-Van a derrotarte -desafió Saori. Cronos tan solo sonrió y se aproximó a Saori, que aún temblorosa se mantuvo firme y valiente-. Encontrarán la forma… ellos jamás se rendirán… son mis preciados Caballeros Dorados… ellos son mi esperanza… no existo sin mis Caballeros Dorados… ellos son… la fuerza de mi esperanza… -Saori se secó las lágrimas mostrando un leve momento de debilidad infantil, pero se repuso, y desafió nuevamente a Cronos, incluso comenzó a elevar su cosmos.
-Asesiné a tus caballeros más fuertes. Pero pienso perdonar la vida de los demás si apagas tu cosmos y te rindes… -Saori de inmediato lo negó con la cabeza, Cronos simplemente la miró con autoridad-. No espero que lo comprendas… ante tus ojos mis actos podrán parecer tiránicos, pero el destino no solo del mundo, sino de la realidad misma, dependen de que el Ciclo Infinito de los Dioses deje de ser infinito. Desde la creación, incluso antes de Pontos y el veneno de la Tiranía, incluso antes del universo actual, el ciclo de Dioses destruyendo todo cuanto han creado otros Dioses para crear su propia realidad a su propia semejanza, solo para ver esta nueva realidad también siendo sesgada por su progenie, se ha repetido no solo dentro de este universo, sino desde universos anteriores a este. Lo sé mejor que nadie, ya que soy un sobreviviente del universo anterior que fue destruido en el Destino de los Dioses –confesó Cronos, lo que fue una sorpresa para Saori-. Este ciclo debe detenerse. Los Dioses actuales, los Olímpicos, han ideado métodos para mantener el universo actual, a costa del sometimiento de los Mortales y la ordenanza a la devoción incondicional a cambio de no liberar su ira contra la humanidad –explicó Cronos, lo que Saori apenas y podía comprender, probablemente porque no había sido testigo de este sometimiento como Cronos pensaba que existía-. Hay una razón por la que los humanos han existido no solo en este, sino en otros universos. Son el reflejo del amor de los Dioses. Los humanos continúan siendo creados, universo tras universo, pero en todos los universos, hasta llegar a este, Dioses y humanos han luchado juntos por un bien común… eso no pasa en este universo, aquí solo son siervos, aquí los humanos sufren, y continuarán sufriendo, en la medida en que Dioses tan ruines como lo son los Dioses Olímpicos, utilicen el sometimiento y la desdicha como la herramienta para mantener el Ciclo Infinito en un perpetuo equilibrio. Estar destinados a sufrir por mantener sus posturas como Dioses "benevolentes" no es vivir. A veces pienso, que lo mejor para los humanos es que dejen de existir, para que este ciclo de sometimiento y desdichas termine… -resumió Cronos, bajando la cabeza, sintiéndose deprimido por sus propios pensamientos. En ese momento, Saori dejó de ver a Cronos como a un enemigo, comprendía que el Dios sentía un amor muy profundo por la humanidad, pero este amor, no era nada comparado con el odio que sentía ante los Dioses Olímpicos.
-Tal vez haya una forma de que las cosas sean diferentes –enunció Saori, Cronos le dirigió una mirada curiosa, mientras se debatía internamente sobre lo que debía hacer-. Hay muchas cosas que no entiendo, apenas hoy me enteré de mi existencia como una diosa. Pero como humana gracias a mi crianza, solo puedo decir que jamás me he sentido sometida, no por los Dioses. Tal vez… si expresaras tu sentir a con los Dioses Olímpicos, en lugar de buscar hacerles la guerra… el Ciclo Infinito de los Dioses, o lo que sea que te preocupa tanto, dejaría de ser una amenaza para la humanidad –le ofreció Saori su mano a Cronos, lo que fue una sorpresa para el Titán.
-¿Dialogo? –se burló entonces Cronos, lo que preocupó a Saori, quien sintió entonces el Dunamis de Cronos volver a incinerarse- En definitiva, no sabes nada de los Dioses Olímpicos, como para pensar que el dialogo y la negociación, es lo que esos infelices buscan… solo un Dios Olímpico se ha ofrecido al diálogo contigo, Athena… el mismo Dios que entregó su bondad a Hades, porque no fueras condenada a su reino –enunció Cronos, y ante aquellas palabras, imágenes de una vida anterior de Athena se hicieron presentes en su mente, volviendo Saori a ver a la Athena de cabellera escarlata, con su pecho atravesado por un tridente-. No existe, un solo Dios Olímpico benevolente. Los únicos dos que existían murieron hace muchos años, el día que Zeus te arrebató el dominio de la guerra. ¡Sé perfectamente el tipo de negociación del que son capaces los Dioses Olímpicos! ¡Así como sé quién es la siguiente en la línea de la Tiranía! ¡Es momento de que el Ciclo Infinito termine! ¡Usaré el Dunamis Absoluto para encerrarte en mi dimensión personal por la eternidad! –el tiempo de negociación, había terminado, con su Dunamis brillando intensamente, Cronos se acercó a Saori, dispuesto a encerrarla en su dimensión personal, poniendo fin al Ciclo Infinito de los Dioses.
-Van a detenerte… -susurró Saori, lo que no detuvo a Cronos, quien continuó avanzando rumbo a una Saori que retrocedía, no con miedo, sino con tristeza-. Van a detenerte… mientras exista la esperanza, no me convertiré en la Tirana que crees que seré… mis preciados Caballeros Dorados son mi esperanza, y mientras al menos uno de ellos continúe con vida… ¡jamás me someteré a la Tiranía! –y tras aquellas palabras, una lluvia de pétalos azules comenzó a caer por todo el Santuario, sorprendiendo a Saori, que observó la hermosa lluvia con ojos de esperanza. Cronos por su parte, se mostró inamovible.
Inicia Tema: Marcha al Templo de la Corona.
-Cronos… aun quedamos guerreros que deseamos proteger a Saori… aleja tus sucias manos de su bello ser -en las escalinatas, se encontraba Afrodita. Sus ojos cubiertos de sangre elevaban un Dunamis a falta de un cosmos que lo respaldara. O, mejor dicho, el Dunamis había pasado a ser parte de su cosmos-. Saori, el tiempo que Mu, Aioria y Milo pasaron dentro del Dunamis Absoluto fue de tan solo unos minutos. La flama de mi casa no se ha extinguido, queda menos de una hora, pero mantendré a Cronos ocupado todo lo que pueda. Su propio poder lo enviará al Tártaros, y el mío a una senda de dolor guiado de la mano de Theia de Vallistras, Diosa del Brillo. Recibe. ¡Mi Icor Rose! -una rosa azul descansaba delicadamente en los dedos de Afrodita, y de un movimiento de su mano, liberó un polen dorado que voló en dirección de Cronos, e impacto con violencia el Souma del Dios del Tiempo.
-¡Sus intentos, aunque inútiles, no dejan de sorprenderme! ¡Admito que la fuerza de tu ataque perfora mi Souma! ¡Pero yo soy un Dios Primigenio! ¡Megas Prosbole! -gritó Cronos en heleno, que significaba Ofensiva Suprema, y de un puñetazo, destrozó la Armadura de Piscis en su pecho, atravesó la piel del caballero, y pulverizó las costillas de Afrodita. El Caballero Dorado entonces cayó sobre sus rodillas tras extinguirse la flama de su cosmos- ¿Cuántos más han de morir, Athena? ¿Cuántas cabezas deberé cortar para que entiendas que soy un ser inquebrantable? ¡Y que mi voluntad supera a la de cualquiera! –pateó Cronos el cuerpo de Afrodita fuera de su mano, lanzando al de Piscis por las escalinatas, mismas a las que corrió Saori preocupada, notando que otro Caballero Dorado subía por las mismas.
-Eres un ser de justicia ciega que desequilibra la balanza del destino -llegó otro caballero al Templo de Athena, uno al que las memorias recesivas de Athena recordaban, Dohko, el Caballero de Libra que luchaba nuevamente ante una Athena distinta-. Ha pasado bastante tiempo… Athena… perdóneme por llegar tan tarde… esta vez no pienso fallarle como le fallé a Sasha. Cronos… aquello a lo que tú llamas una responsabilidad divina, no es justo para los Mortales. Puedes pensar que hemos sido sometidos, puedes pensar que los Dioses Olímpicos son unos tiranos, y en algunos casos, no tengo otra alternativa que darte la razón… pero podemos defendernos por nuestra propia cuenta… pensé que eso quedaba ya más que claro –se preparó el de Libra, rodeando su cuerpo con su Dunamis.
-Lo que me queda claro realmente, Dohko… es que los humanos están tan sometidos, que fallan en darse cuenta que eso a lo que ustedes llaman "defenderse por propia cuenta", es el conformismo más alto al que los han sometido los Dioses –le espetó Cronos, pero Dohko se mantuvo firme-. Eres un iluso… si los Dioses son eternos, bastaría con esperar su extinción para deshacerse de ustedes. Pero la extinción de su especie no les basta, son solo su diversión. Les envían desastres naturales, les mandan enfermedades y muerte, guerras y desdicha, pero ustedes… lo piensan simples desastres naturales… son tan ciegos que no pueden ver que todo cuanto sufren, es por esos Dioses de los cuales "se defienden por cuenta propia". Pero, aun así, seguirán alabando a esos Dioses -Saori sintió que su corazón le escapaba del pecho cuando Cronos desapareció y se posicionó frente a Dohko e intentó darle un golpe, que el Caballero de Libra bloqueó con su escudo.
-¡Señorita Saori! ¡No pierda el tiempo por favor! ¡Tiene que huir de aquí! ¡Themis de Flamberge, la Diosa del Orden, me ha elegido como su Guardián del Orden! ¡Y no pienso defraudarla! -el Tigre Dorado se formó nuevamente alrededor del Dunamis de Dohko- ¡Enciéndete! ¡Libera la furia durmiente de mi constelación! ¡Brabeus Teru! -nombró a su nueva técnica Dohko, y el Tigre Dorado atrapó a Cronos en sus fauces y lo elevó en dirección al cielo, lugar donde fue reemplazado por un Dragón Dorado, cuyo rostro era el puño de Dohko- ¡Brabeus Drako! -impactó su puño con fuerza en el pecho de Cronos, bajando transformado en aquel Dragón Dorado, estrelló a Cronos fuertemente en el Santuario de Athena. Más Cronos lo pateó con violencia y se puso de pie.
-Tienes mi admiración, Caballero de Libra, más no te concedo mi perdón -agregó Cronos-. ¡No importa a cuantas Athenas quieras defender! ¡Ni en cuantas guerras has de combatir! ¡Participas en estas batallas porque así lo han querido los Dioses! ¡Tu supuesto heroísmo no es más que la respuesta humana a lo que piensas que se llama justicia! ¡Megas Depranon! -con su Souma convertido nuevamente en la guadaña, Cronos lanzó su ataque, mismo que Dohko intentó bloquear con el escudo que le quedaba, solo para que este se partiera bajo la fuerza del Dunamis primigenio de Cronos, le rompiera ambos brazos, y extinguiera su cosmos. Tras dejar a Dohko tendido en el suelo, Cronos apuntó con su guadaña a su cuello, dispuesto a terminar con el Viejo Maestro-. Elegiste luchar tu última guerra, desperdiciando tu vida en el proceso… para ustedes los humanos, esto es el honor… para nosotros los Dioses, un capricho más que infantil. Ve al Hades y reflexiona si ha valido la pena –se preparó Cronos para la ejecución, cuando una luz azul brilló a sus espaldas, forzando al Rey de los Titanes a cubrirse del ataque.
-¡Flamas Azules Demoniacas del Praesede! –enunció Mephisto tras haber lanzado aquel ataque- Me parece que el que debe irse al Hades a reflexionar es otro. ¿No lo crees así, Saori? –encaró Mephisto a Saori, quien de inmediato dio 3 pasos hacia atrás- ¿Vez eso? Saori me teme más a mí que al Dios del Tiempo y Rey de los Titanes. No me importa si debo convertirme en el monstro en su armario, o si debo aceptar la maldición del Dios del Inframundo, Hades, como parte de mi ser. A esa niña, nadie la toca. ¡Su rostro deberá iluminarse siempre por una sonrisa, o de terror al verme! ¡No permitiré que acerques tus sucias manos a su rostro, alimaña tiránica! –preparó su Dunamis el de Cáncer.
-¿Mephisto? -se preguntó Saori, y la risa malévola del Caballero del Cangrejo Dorado resonó por todo el Santuario, y Saori retrocedió otros 3 pasos, asustada- Sigues dando miedo… pero… confió en que has cambiado –agregó ella con sorpresa.
-No por eso voy a dejar de atormentarte, ya que es muy divertido -aclaró Mephisto, preocupando a Saori, pero al mismo tiempo sintió cierta tranquilidad-. ¡Cronos! ¡Mnemosyne te manda un regalo desde el Tártaros! ¡Ebony Mnemós! -un torrente oscuro rodeó la mano de Mephisto, y como un taladro perforó la mente de Cronos y lo invadió de ilusiones y recuerdos de todos aquellos a quienes había hecho sufrir, obligando a Cronos a revivir su sufrimiento y a sentir la agonía de todas las muertes que había causado- Mnemosyne de Megas Tsekoúri, la Diosa de las Memorias, posee un poder tremendo… seguro que tu mente no ha podido soportarlo y ha cesado sus funciones -agregó Mephisto aun en la pose de su ataque a puño cerrado, y tras haber atravesado el cuerpo de Cronos con su Dunamis. Pero entonces sintió la presión de la mano de Cronos en su cabeza, y su casco estalló, al igual que lo hicieron los oídos de Mephisto gracias a la presión.
-No me ha agradado tu maldito truco, endemoniado Caballero Dorado -Mephisto cayó sobre sus rodillas, víctima del dolor de haber perdido el oído por el aplastante poder de Cronos-. ¡Vete al Hades! ¡Megas Eschatos! -gritó Cronos en heleno, convocando a la Fuerza Absoluta. Su Dunamis rodeó todo su cuerpo, y su fuerza se incrementó hasta el grado de que, de un puñetazo, destrozó la Armadura de Cáncer y atravesó el pecho de Mephisto, extinguiendo todo su cosmos de un solo golpe. Y mientras caía, Cronos miró a Saga, el Caballero de Géminis, parado sobre las escalinatas y con ambas manos abiertas mirando al cielo, sosteniendo una inmensa espada dimensional formada de su propio Dunamis-. Ese Dunamis es de Iapeto –dedujo Cronos.
-¡No! ¡Iapeto de Xiphos, el Dios de las Dimensiones, murió! ¡En su lugar solo queda un hombre que ha sufrido en incontables ocasiones tu influencia maligna! ¡Pero que hoy se levanta en tu contra nuevamente, Cronos! -el Titán primordial elevó su Dunamis, sabiendo que Saga era una verdadera amenaza- Hace 10 años trataste de convencerme de que la fuerza era la verdadera justicia, y que debía asesinar a Athena -Saori se horrorizó al escuchar eso último, pero sabía que Saga no era ese demonio al cual Cronos intentó alcanzar-. No lograste alcanzarme en ese entonces, ni tampoco lo lograrás ahora. Mi cosmos, mi Dunamis, y mi vida, le pertenecen a Saori. Jamás dejaré que mi otra mitad se apodere de mí. ¡Saori! ¡Siempre seré tu leal caballero! ¡Dimension Khora! -las dimensiones se cortaron tras el ataque de Saga, y Cronos recibió el impacto de lleno. El Dunamis de los Caballeros Dorados comenzaba a desgastarlo.
-¡Maldición! ¡Con el Dunamis de mis hermanos y hermanas, se han convertido en una molestia mayor a la esperada! ¡Pero nada será suficiente! ¡Telos Oracle! -lanzó su fuerza en un puño Cronos, y la mente de Saga fue invadida nuevamente, su otro ser, el demonio que existía en lo profundo del Caballero de Géminis, intentó apoderarse de la mente de Saga- Estás maldito, Saga. Todos los gemelos nacen con una maldición. Una maldición que los Dioses impusieron ante ellos solo por diversión. Estás destinado a ser tu peor enemigo y a ser asesinado por un ser amado. ¡Y este es un destino del que Jamás podrás escapar! -Saga perdió el juicio, y se desplomó sobre el suelo mientras su armadura se partía a la mitad y las 2 caras de Géminis entraban en conflicto. Su mente se había partido- ¿Quién es el siguiente? ¡Los derrotaré a todos! ¡Ni uno solo de ustedes escapará a mi ira! ¡Insectos! –Cronos comenzaba a enfurecer.
-¡Hormigas! ¡Somos hormigas que se levantan en contra de los Dioses! ¡Gran Cuerno! -arremetió Aldebarán contra Cronos, que lo tomó de los cuernos, y lo lanzó con violencia a un lado. El ver al Caballero de Tauro, el asesino de su esposa, llenaba al Rey de los Titanes de una gran ira- ¡Saori! ¡No se rinda! ¡Las hormigas lucharán mientras no se rinda la reina! ¡Siempre vea por nosotros! ¡Y nosotros siempre defenderemos a nuestra reina! ¿Me escuchaste Rea de Katar, Diosa de las Bestias? ¡Esta es la determinación de las hormigas que se levantan contra los Dioses! ¡Nova Impakto! -gritó Aldebarán en griego, y clavó su puño dorado en el suelo. Explosiones doradas desmoronaron todo a su paso, y Cronos fue atrapado en un ataque tanto veloz como poderoso, que forzó a su armadura a volver cuartearse.
-¡Tú asesinaste a mi amada Rea! ¡Mereces recibir una lluvia de dolor por tu insolencia! ¡Khaos Hyetos! -como lanzas surcando los cielos durante la Guerra de Troya, que oscurecieron el sol mismo, Aldebarán fue derribado, su armadura perforada, y su cosmos destrozado.
-¡Saori! ¡Atrás! ¡Excalibur! -Saori dio unos pasos hacia atrás, permitiendo que la fuerza del cosmos de Shura impactara a Cronos y lo derribara momentáneamente- ¡Estoy agotado! ¡Enfrenté a un Titán! ¡Asesiné a un Gigante convertido en un Dios! ¡Y tengo cuentas pendientes con cierto Ser Primordial a quien el Patriarca Aioros me ordenó asesinar! –llegó Shura ante el Templo de Athena, sosteniendo además a una malherida Yoshiko con sus ojos brillantes de un azul intenso del cuello, lo que sumió a Saori en una angustia sin precedentes- En mi debilidad… fallé a las ordenes no solo del Patriarca, sino de mi amigo… y hoy, volveré a ser débil… todo sea por mantener la pureza en el corazón de mi diosa, pero que no se te olvide, Pontos… tú y yo tenemos cuentas pendientes –lanzó Shura a Yoshiko al suelo, antes de preparar una espada de fuego, que se materializó en sus manos, y resonó con un palpitar.
-Kardía Mágma… esta no es una habilidad creada por el Dunamis de Kreios… te apoderaste del poder de un Dios Gigante creado por Hyperión, un Gigante digno de convertirse en una de mis Estrellas Guardianas… realmente… eres un ser impresionante. Un Mortal ordinario no podría derrotar a un verdadero Gigante –admitió Cronos, preparando su guadaña.
-Ah, no es la única espada que poseo ahora. Comienzo a sentir una afición coleccionista de espadas. Déjame presentarte, a la espada de Kreios entonces –en su mano libre, Shura formó una segunda espada, esta era roja, como si estuviera formada por su propia sangre-. ¡Esta es la espada de Kreios! ¡La Bloody Samshir! –se lanzó Shura a Cronos, comenzando un combate de espadas contra la guadaña de Cronos, la Samshir, la Kardía Mágma y el Megas Depranon chocaron en varias ocasiones, Shura alternaba una espada con la otra, y entre los lanzamientos de fuego de una, y los cortes escarlata de la otra, lograba patear con fuerza liberando además la fuerza de Excalibur, siendo esta espada la que logró impactar la hombrera de Cronos- La primera sangre es mía, en un combate de espadas en igualdad de condiciones, habrías perdido el brazo –sonrió Shura.
-Pero no estamos en igualdad de condiciones. ¡Megas Impakto! –el Coloso se formó a espaldas de Cronos, y lanzó un puñetazo a Shura, quien cubrió con ambas espadas y se rodeó de su Dunamis, sosteniendo al ser creado del Dunamis de Cronos en su lugar- Estás agotado, tu cosmos es básicamente inexistente en estos momentos, pero usas el Dunamis de Kreios con una convicción inquietante. ¿Qué ampara tu fuerza? –preguntó el Titán.
-La lealtad… soy el Caballero Dorado más leal de Athena. ¡Y te lo voy a demostrar al partirte en dos! ¡Bloody Kárdia Excalibur! –de un movimiento, Shura combinó la fuerza de sus tres espadas en una sola, lanzando un corte escarlata que quemó todo a su paso, y sorprendió a Cronos momentáneamente, forzándolo a blandir el Megas Depranon, que se astilló cuando su hoja encontró el filo del ataque de Shura, enfureciendo al Titán- ¡Te partiré en dos! ¡Dejaré toda mi sangre regada por los suelos de ser necesario! –acrecentó la presión Shura en su corte, cuarteando el Megas Depranon aún más.
-¡Que así sea! ¡Cumpliré con tu deseo! ¡Megas Hydor! -gritó Cronos, la sangre de Shura le salió por los poros y por las grietas de su armadura que estallaron y desprotegieron al Caballero de Capricornio, que extinguió su cosmos al desangrarse, horrorizando a Saori, que jamás había presenciado un acto tan brutal como ese último.
-¡Cronos! -gritó Camus, que se encontraba detrás de Shura al presenciar su derrota. A sus pies se formaba un anillo de agua que giraba a su alrededor- Los mataste… mataste a mis hermanos en batallas y los humillaste… mataste también a mi querido discípulo Cristal, y aun intentas acabar con la vida de quien cautivó el corazón de mi mejor amigo hasta que este sacrificó su vida tratando de asesinarte… jamás te lo perdonaré… que la furia Okéanos de Tanken, el Dios de los Océanos, caiga sobre ti. ¡Oceánide Execution! -la furia de las Oceánidas, las hijas de Océano y Tethys, se desprendió en forma de vientos azules que transportaban mareas entre sus hilos verdosos, e impactaron a Cronos como un diluvio iracundo que penetró por las aperturas de su Souma, y desgarró su piel divina y supuestamente tan fuerte como la armadura de los Caballeros Dorados. El Icor de Cronos, la sangre de los Dioses, comenzaba a caer sobre el suelo.
-He sentido la furia de Okéanos como has dicho, pero no es siquiera similar a la furia de Poseidón, el Señor de los Mares -Cronos entonces reunió algo de su sangre en su mano en la forma de una esfera de Icor-. Los Titanes jamás han estado a la altura de los Olímpicos, por eso fueron derrotados. Pero yo soy diferente, incluso una gota de mi Icor posee la fuerza de Poseidón. ¡Megas Icor! -lanzó su sangre Cronos, y esta estalló en un torrente en dirección a las escalinatas, arrasando con Camus, derritiendo incluso su armadura como un ácido corrosivo que la consumía, y llevándolo ante el cuerpo de Milo-. Y así, solo queda el caballero más cercano a los Dioses -habló Cronos, mientras Shaka, el Caballero de Virgo, caminaba en dirección a Cronos con sus ojos abiertos y su cosmos más alto que el de cualquiera de los Caballeros Dorados que le hicieran frente hasta el momento. El Caballero de Virgo no dio discurso alguno-. Al parecer, contigo debo tener cuidado -razonó Cronos al sentir la fuerza en el Dunamis de Shaka, respaldado por la divinidad de Phoibe.
-Debiera ser así… más la técnica suprema que me entregó Phoibe de Xifos Velona, la Diosa del Intelecto, no es una técnica que pueda ser conjurada sin el tiempo debido, y sin las precauciones necesarias -explicó Shaka-. Tristemente, mis compañeros estaban tan preocupados por la pequeña Saori, que no me dieron el tiempo de explicarles en qué consiste esta técnica tan peligrosa –agregó Shaka, sus ojos bien abiertos en ese momento, reflejando algo que no se veía normalmente en Shaka, rencor.
-Señor Shaka. Tenga cuidado por favor -Shaka miró a Saori, y asintió levemente, brindándole a la niña cierta seguridad después de presenciar tantas penas-. Seré fuerte. Se lo prometí al señor Mu, al señor Aioria, y al Maestro Milo… seré fuerte y los cuidaré a todos –insistió ella con lágrimas en sus ojos.
-Y es por eso, pequeña Saori… que 3 grandes guerreros se han vuelto a levantar -los ojos de Cronos se desorbitaron entonces por la sorpresa. Los cosmos de Mu, Aioria y Milo, que se habían extinguido como si las flamas de sus vidas se hubieran apagado, ahora se incineraban como antorchas que iluminaban todo el Santuario-. Cronos… a partir de este momento quedan 30 minutos en la Torre del Reloj… mi técnica necesita de 10 minutos para poder conjurarse, y frente a ti tienes a 3 Caballeros Dorados que me brindarán esos preciados minutos que necesito… si sobrevives a esto, Saori solo deberá evadirte por 20 minutos antes de que tu propio poder te lleve de regreso al Tártaros –finalizó Shaka, comenzando a reunir la fuerza para su nueva técnica.
Termina Tema: Marcha al Templo de la Corona.
-¿Qué harán para detenerme? ¿Volverán a utilizar la Exclamación de Athena? ¡Eso tan solo te arrasará a ti y a su diosa junto a los cadáveres de los aquí presentes! ¡Tendrán que luchar con su propia fuer…! –más entonces, Cronos fue silenciado. Milo había corrido en dirección a Cronos a la velocidad de la luz y le había enterrado su primera Aguja Escarlata.
Inicia Tema: Soldier Dream (Instrumental).
-¡Me he cansado de escucharlo, su excelencia! ¡No necesito de 10 minutos para sacarle todo el Icor de su cuerpo! –Cronos en respuesta, pateó a Milo, e intentó golpearlo con la fuerza de su puño rodeado de energía cósmica.
-¡Muro de Cristal! -levantó su técnica defensiva Mu, protegiendo a Milo, quien corrió en dirección a Saori, la levantó, y corrió con ella en dirección a las escalinatas, donde Shaka comenzaba a escribir símbolos antiguos alrededor de sí mismo con la fuerza de su Dunamis, y estos símbolos comenzaban a volar a su alrededor- ¡Aioria! ¡Levantaré la muralla más alta que pueda! ¡Según lo que Shaka comunicó a nuestros moribundos cosmos, todo el Templo de Athena será destruido cuando pasen 10 minutos! –enunció Mu, comenzando con el levantamiento de su muralla alrededor de todo el Templo de Athena.
-¡Entendido! ¡Mantén la barrera en alto! ¡Retendré a Cronos todo lo que pueda! ¡Yo soy el relámpago! ¡Plasma Relámpago! –ante la mención del ataque, debilidad de los Titanes, Cronos fue violentamente abatido por la técnica de Aioria, que desencadenaba la fuerza de Zeus, y entumecía el cuerpo del Rey de los Titanes. Manteniéndolo ocupado, y al mismo tiempo permitiendo que Shaka conjurara su técnica, y que Milo pusiera a Saori en un lugar seguro.
-¡Aquí estarás segura! ¡Aioria! ¡El Escudo Aegis! -gritó Milo mientras ponía a Saori sobre el suelo y el Caballero del León Dorado intercambiaba puñetazos con Cronos, que era debilitado más y más por sus relámpagos, pero aún tenía la suficiente fuerza para impactar el rostro de Aioria con sus propios puños, haciendo temblar al Santuario con cada impacto, entregándose al combate físico contra el Caballero Dorado de Leo.
-¡No fastidies! ¡Estoy ocupado! –se defendió Aioria de otro puñetazo de Cronos, y elevó su cosmos para repelerlo momentáneamente, aprovechando la debilidad del Titán a sus relámpagos- ¡Maldición! ¡No puedo acercarme! ¡Mu! -el Caballero de Aries, sudoroso por el esfuerzo, conjuró su Dunamis junto a su cosmos, y su cuerpo se rodeó de flamas- ¡Lo lamento! ¡No me quedan fuerzas! –agregó Aioria tembloroso.
-Descuida, Aioria… mi muro resistirá, aunque mi cosmos se extinga por completo. ¡Fogo Potamos! -lanzó su ataque Mu, y sus serpientes en llamas derribaron a Cronos momentáneamente, lo suficiente para que Aioria corriera en dirección a la Estatua de Athena- ¡Siente la fuerza de los Dioses Olvidados que nos han brindado sus técnicas para detenerte! ¡La fuerza de Hoplisma de Nephritis! –prosiguió Mu, elevando su cosmos, dibujando en el mismo a Hoplisma de Nephritis, el Gigante de Jade, que blandió su hacha de batalla junto a Mu, quien transformó una parte del Muro de Cristal en una hacha tornasolada- ¡Filo de Cristal! –atacó Mu, cortando inclusive el Souma de Cronos, que perdió la protección del pecho.
-¿Cuántos más han de traicionarme? ¡Malditos Dioses Olvidados! ¡Los destruiré a todos! ¡El olvido será el menor de sus castigos! ¡Megas…! –prosiguió Cronos, desprendiéndose de lo que le quedaba de Souma y reconstruyendo la guadaña oscura- ¡…Depranon! –atacó Cronos, encajando la guadaña en el hombro de Mu, y lanzándolo a su propio muro, mientras Aioria por fin llegaba al Escudo Aegis de la destrozada Estatua de Athena, lo levantaba con todas sus fuerzas, y lo lanzaba extremadamente alto a momento de que el Caballero de Aries caía derrotado.
-¡Atrápalo Milo! -gritó Aioria, y rodeó sus brazos de relámpagos para así continuar golpeando el rostro de Cronos con violencia mientras el Souma intentaba volver a arroparlo- ¡Cronos, es hora de que sientas la mordida del León de Ámbar, Eleckton Teru! –rugió Aioria, sobresaltando a Cronos, mientras los puños de Aioria se rodeaban de la fuerza de Elecktron Teru- ¡Domador de las Bestias! –atacó Aioria, la cabeza del León de Ámbar se materializó y rugió junto al puño de Aioria, y tras impactar a Cronos, hizo temblar a todo el Santuario. Aioria jamás había golpeado con tal fuerza.
-¡Lo lanzó con demasiada fuerza ese condenado León! -gritó Milo con molestia, observando el lanzamiento del escudo por parte de Aioria y saltando para intentar atraparlo en pleno vuelo. Pero por la gravedad de sus heridas, se le nubló la mirada, y el escudo terminó clavado en las ruinas del Templo del Patriarca- Me lleva Hades… ya no puedo siquiera ver bien… -Milo caminó débilmente hacia el escudo, lo levantó del suelo con cierta debilidad, y lo clavó con fuerza frente a Saori-. Sostenlo… no permitas que el escudo se caiga, o te vas a lastimar –agregó Milo mientras se arrodillaba para ver a Saori directamente a los ojos.
-Maestro Milo -interrumpió el momento Saori, y le tomó la mano sin querer desprenderse de ella-. No voy a detenerlo… pero… maestro… -Saori le besó la mano con ternura, y frotó su mejilla contra sus dedos, Milo la miró sorprendido de los sentimientos de la niña-. Cuídese por favor –lloró un poco la niña.
-Saori… -Milo le frotó la mejilla gentilmente, y su diosa se sonrojó por el gesto-. No existen imposibles, pero apresúrate y vuélvete una diosa verdadera, no pretendo ser tu niñero por siempre -Saori se molestó un poco por el comentario, pero, de cualquier forma, alcanzó a sonreír con gentileza-. Ahora discúlpame mientras le parto el rostro a patadas a tu abuelo –reunió lo que le quedaba de cosmos Milo a su alrededor, y comenzó a correr rumbo al Muro de Cristal que se había convertido en el campo de castigo de Aioria.
-¡Milo! -interrumpió Aioria, que fue violentamente lanzado en dirección al muro de Mu, y comenzaba a desangrarse- ¡Un poco de ayuda seria bien recibida! ¡Infinity Plasma! -con el ataque liberado con lo que le quedaba de cosmos y Dunamis, Aioria hirió a Cronos de gravedad, siendo el único con el verdadero poder para lastimar al Dios Primigenio, y despedazando gran parte de su Souma.
-¡Sigue con tus bromas y te dejo a que te apaleen otro rato! –enunció Milo, llegando ante el muro, y utilizando todas sus fuerzas para saltar por encima de este y aterrizar en medio de Cronos y Aioria- ¡Cronos! ¡Déjame mostrarte cómo se siente romper un imposible! ¡Despierta Dragón de Perla, Margarites Drakon! ¡Es el Asesino de Dragones quien te llama! –el cosmos de Milo estalló, y Cronos presenció el cómo era respaldado por el Dunamis de Hyperión, y la fuerza primordial de Margarites Drakon que se hacía presente con una color zafiro, y quien rugía sellado en su pierna derecha- ¡Asesino de Dragones! –pateó con fuerza Milo, su pierna transformada en un terrible Dragón de cosmos, que impactó a Cronos con su poderosa piel, rompiéndole el Souma alrededor de la hombrera- ¡Aguja Escarlata! -prosiguió Milo al perforar el cuerpo de Cronos, que afortunadamente aún no se recuperaba de los relámpagos de Aioria, y recibió todas sus agujas- ¡Antares! -lanzó la última de sus agujas Milo, que atravesó a Cronos y lo invadió de un dolor descomunal, Cronos incluso comenzó a vomitar su propio Icor, pero Milo no fue capaz de terminar con su vida- ¡Miserable! ¡Aún tras recibir a Antares continúas de pie! –se impresionó el de Escorpio.
-¡Suficiente! -hizo Cronos estallar su Dunamis, empujando a Mu, Aioria y Milo hacia atrás e hiriéndolos- ¡No recibiré más de sus insultos! ¡Ustedes 3 se han ganado mi odio! ¡Les arrancaré cada uno de sus huesos! ¡Desfibraré los hilares de sus pieles! ¡Desgarraré sus cosmos hasta el olvido divino! ¡Durante cada rencarnación los torturaré desde el nacimiento! ¡Sus almas quedarán manchadas por la sangre de sus padres y hermanos! –Cronos estaba furioso, pero su Dunamis jamás cayó en el dominio del Dunamis Daimonium, más bien se fortaleció, convirtiéndose en algo más divino con cada momento que pasaba.
-Sigue hablando… imbécil… -lo encaró Milo. De su rostro le caía sangre como chorros hasta ensuciar su armadura de un rojo carmesí, pero en su mano brillaba un sol que amenazaba a Cronos-. ¡Yo me seguiré regocijando en tu impotencia de ver a un Mortal hacerles frente a los Dioses! ¡Nova Helios! -lanzó Milo su técnica máxima, y Cronos fue azotado violentamente por todo el Templo de Athena, pero se puso de pie ignorando que su Souma ya se caía a pedazos y solo la parte inferior de este y los guantes reforzados quedaban intactos- Ya pasaron… 10… minutos… -comenzó a desplomarse Milo, y los ojos de Cronos se abrieron de par en par. Alrededor de Shaka volaban las letras de un lenguaje olvidado, escrito por Phoibe en la antigüedad, conteniendo los conocimientos de la creación misma, el cosmos original de donde nació el primer Dunamis-. Hemos… ganado… Saori… -y Milo se desmayó nuevamente.
-¡Dunamis Arkhein! -gritó Shaka. Las letras estallaron. La explosión primordial que dio nacimiento a los Dioses originales fue recreada. El Big Bang que fuera la teoría creacionista que Phoibe regaló a los humanos ocultando que de ella habían nacido los mismos Dioses. La galaxia en espiral arrasó con los cuerpos de los Caballeros Dorados, y derrumbó el muro de Mu que cayó en pequeños fragmentos de cristal por las escalinatas antes de que las estrellas llegaran al escudo de Athena, donde Saori se aferró con todas sus fuerzas, y con su cosmos resistió el impacto que la rodeó en su totalidad.
Termina Tema: Soldier Dream (Instrumental).
El Escudo Aegis afortunadamente era más alto que Saori con su espalda recargada contra el mismo, y mientras la niña resistía la explosión con su cuerpo golpeando la cara interna del escudo, las luces doradas del cosmos de sus Caballeros Dorados, y las azules del Dunamis de los Titanes, rodearon el escudo en un vórtice de luces alrededor del mismo. Este poder era equivalente al de la Exclamación de Athena, y brillaba con aquel mismo resplandor, reflejando además el mismo calor. Era este el amor de los Caballeros Dorados no por Athena, sino por Saori que, para ellos, era su verdadera diosa, quien sorpresivamente resultó tener un verdadero proceder divino.
-Gracias por su esfuerzo… mis queridos Caballeros Dorados… ya pueden descansar -habló Saori cuando la luz se extinguió por completo, más la sensación de calma, duró apenas unos segundos-. ¡No es posible! -gritó entonces Saori. Cronos continuaba con vida, y su Dunamis ardía con mayor intensidad que nunca.
Saori entonces abandonó la seguridad del escudo y corrió hasta llegar frente a Cronos, que había perdido en su totalidad el Megas Depranon, al igual que su piel que ya no era más que Dunamis como lo fue en los inicios del tiempo en que no había optado una forma física.
-¡Han destruido mi Megas Depranon! ¡Han destrozado mi cuerpo físico! ¡Ya solo me queda mi Dunamis! -gritó Cronos furioso, y Saori observó a sus Caballeros Dorados regados por todas partes. Incluso Shaka había sido abatido por su propio ataque y su armadura estaba agrietada en su totalidad- ¡Ustedes Mortales, han superado incluso mis más altas expectativas! ¡Pero todo este circo ha resultado en vano! ¡Ya no les queda cosmos, ya no les queda Dunamis! ¡Se anclan a duras penas a la vida mientras yo, sin Souma y sin cuerpo, aún puedo reclamar mi Cuerpo Original y restaurar mi gloria! ¡Su cruzada en mi contra realmente ha sido en vano! –sentenció Cronos, moviendo su mano que era Dunamis puro, y lanzando a los Caballeros Dorados por las escalinatas, quedándose solo frente a Saori-. Tu esperanza… ha fracasado, Athena –señaló el Dunamis de Cronos, con sus ojos brillantes e intensos.
-Ah, eso es cierto, pero te han dejado a mi entera merced –escucharon tanto Saori como Cronos, y para sorpresa de ambos, una Daga Dorada voló peligrosamente cerca del rostro de Saori, pero terminó clavándose en el Dunamis de Cronos, que rugió con fuerza, y perdió la corporeidad que intentaba mantener, esparciéndose como flamas azules por todo el Templo de Athena, ante los ojos atónitos de Saori, quien miraba al Titán intentar mantener una forma humana, mientras se retorcía en el suelo con la Daga Dorada incrustada a lo que apenas parecía ser su pecho de Dunamis-. Yo gano –sonrió Yoshiko, divertida, totalmente consumida por Pontos.
-¡Pontos! –se estremeció el Dunamis de Cronos, su flama tomando una forma un tanto más corpórea, quedando arrodillado con la Daga Dorada al pecho, con sus ojos en llamas denotando preocupación por primera vez desde que la Guerra Contra los Titanes comenzó- Yo te maldigo… esta daga no va a… gackt… -volvió a retorcerse del dolor Cronos.
-Esta daga de tu propia creación, fue forjada específicamente para asesinar a los Dioses, mi querido, pero inútil sobrino –le comentó Yoshiko, su Armadura de Bronce terminando con su transformación, y revelándose de un material de propiedades divinas, el Ars Magna-. Mírate, tan débil, tan inservible, tan manipulable. Toda tu estirpe lo es –se contoneó Yoshiko, elevando su propio cosmos, y azotándolo con fuerza contra Cronos, hasta dejarlo clavado con la Daga Dorada entrando más profundo en su Dunamis, contra la Estatua de Athena-. Primero te manipulé para asesinar a tu padre, Urano, pero por alguna estúpida razón, encerraste a Gea dentro del Teosu Senma también, arrebatándome la oportunidad de una vida feliz con tu madre –enfureció Yoshiko, llegando hasta Cronos, y encarándolo fijamente-. Busqué cientos de formas de liberarla de tu maldito sello, pero siempre me faltó una pieza, tu cacerola en el Teosu Senma… sin que tu Souma brillara en la misma y después se extinguiera, el sello no se rompería. Zeus, Poseidón y Hades no lo sabían, y de yo haberlo sabido, no hubiera permitido que te separaran en el Altar de Plata. ¡He vivido miles de años separado de Gea por tu maldita culpa! –le apuntó Pontos con rabia. Saori no comprendía muy bien lo que ocurría, miraba al Reloj de Cronos, la flama de Piscis estaba cerca de extinguirse, Cronos estaba débil y vencido. Sin embargo, Saori no lo consideraba un enemigo realmente, solo alguien con motivaciones diferentes a la suya, y ese alguien estaba siendo torturado por Yoshiko, poseída por Pontos, y Saori no lograba dimensionar si eso era bueno o malo todavía.
-Encerré a Gea dentro del Teosu Senma… a su propia solicitud… Pontos… -le respondió Cronos, desafiante a pesar de que Yoshiko había tomado la daga por su mango, y penetraba más profundo en su Dunamis con la misma-. Ella jamás dejó de amar a Urano… su corazón estaba destrozado por ordenarme asesinar a mi padre. ¿Sabes por qué ordenó tal cosa? Había una creación que Gea amaba más que a Urano, la humanidad… -continuó Cronos, Saori prestó atención a aquellas palabras, más aún porque Cronos parecía reír mientras las decía, ya que estas palabras parecían enfurecer a Yoshiko-. Los humanos no lo saben… ellos continuaron existiendo pensando en que Zeus y el inútil de Prometeo crearon a los humanos y les dieron el fuego… no fueron Zeus y Prometeo… fueron Gea y Urano… y al final… Gea eligió a la humanidad por sobre Urano, y sacrificó su cuerpo para convertirse en el planeta que los humanos habitarían… en otras palabras que tu débil mente pueda entender… si Urano era segundo a la humanidad, ¿qué oportunidad tenías tú, Dios imbécil y estéril? ¡Los humanos siempre serán la prioridad de Gea! ¡Y también mi prioridad! –finalizó Cronos.
-¡Entonces erradicaré a esa peste que llaman humanidad cuando te destroce el Dunamis y lo absorba en mi ser! –sacó la Daga Dorada Yoshiko del Dunamis de Cronos, se preparó para ejecutar al Dios del Tiempo, pero aunque los ojos de Cronos se llenaron de terror en ese momento, la Daga Dorada no penetró en su rostro, sino que fue disparada de la mano de Yoshiko por un destello dorado, salido del dedo de Saori.
-¡Déjalo en paz! –gritó Saori con fuerza, intentando verse intimidante con su cosmos incinerándose. El Dunamis de Cronos cayó contra sus incorpóreas rodillas, e intentó mantener la forma- No dejaré que asesines a alguien, que solo ha intentado proteger a la humanidad. No me importa si nuestros métodos son distintos, Cronos siempre ha pensado que hace lo correcto. Tú por otra parte, no reflejas amor por nada ni nadie –terminó Saori.
-Diosa inútil, ya cumpliste tu cometido. Eres insignificante en comparación a Cronos, así que haznos a ambos un favor, contonéate en tu victoria y déjame asesinar a este imbécil –se quejó Yoshiko, lanzando a Saori con su cosmos, y dejándola tendida y débil al lado de Cronos mientras ella buscaba la Daga Dorada, pero esta había caído por la ladera de la montaña-. Por supuesto… -se quejó la mujer-. Pero solo me has quitado la satisfacción de asesinar a Cronos con mis propias manos. ¿Cuánto tiempo queda en el Reloj de Cronos? ¿5 minutos? –se contoneó Yoshiko, completamente fastidiada de la situación- Claro que, al ser un Dios Primigenio, tu estúpido reloj me enviará a mí también a mi lugar de pertenencia, lo que carece de importancia si, una vez que te vayas al Tátaros, el sello del Teosu Senma se rompe, y Gea resurge con su verdadera forma. Todo será destruido, y solo existiremos dos Gigantes Primigenios, Gea siendo la Tierra, yo siendo el Océano que ha de bañarla, y no existirá nada más que nosotros –se alegró Yoshiko, regocijándose en la idea, cuando sintió su cuello mortal ser apresado por la espalda, y notó el ropaje dorado que la sujetaba del mismo.
-Odio ser un aguafiestas… Pontos… pero dudo que a Yoshiko le guste eso… -susurró el Caballero Dorado que mantenía apresado a Yoshiko del cuello. Saori comenzó a incorporarse, y se alegró de ver a quien, aparentemente, había regresado de la muerte. El Caballero Dorado, Aioros de Sagitario-. Saori… que bueno saber que estas bien -agregó Aioros, y Saori sintió su corazón llenarse de felicidad al ver a Aioros todavía con vida.
-¿Cómo es que sigues con vida? ¡Sentí tu cosmos extinguirse! ¡Está humana lloró por ti! –comentó Yoshiko, sus palabras llegando a oídos de otro Caballero Dorado en las escalinatas, quien cerró sus manos en puños, y comenzó a rugir con la fuerza de Leo, incorporándose, como comenzaban a hacer el resto de Caballeros Dorados, lo que Yoshiko notó- Falta tan poco tiempo, no permitiré que ustedes, ridículos humanos, tengan siquiera un momento de esperanza –enunció Yoshiko, reuniendo una fuerza similar al Dunamis en su mano, una fuerza de un blanco muy intenso, misma que utilizó para golpear el pecho de Aioros, quien vomitó sangre por el impacto, y fue obligado a soltar a su esposa-. Patético… con ese golpe acabo de perforarte los pulmones. Ahora entrégate a la muerte, en solo un par de minutos más, todo habrá terminado –continuó Yoshiko, alejándose de Aioros, que quedó tendido en el suelo, desangrándose, mientras Yoshiko caminaba en dirección a Saori, quien desde el suelo retrocedió asustada-. Será mejor que me deshaga de todas las molestias, antes de que se presenten más interrupciones… -se burló Yoshiko, rodeando su mano con aquel resplandor blanco, y preparándose para ejecutar a Saori.
-¡Yoshiko! –exclamó Aioros, mientras continuaba vomitando sangre, lo que detuvo a su esposa- Sé que continuas allí dentro… de estar enteramente controlada por Pontos… ese ataque no solo me hubiera destrozado los pulmones, sino que me habría pulverizado el corazón… -agregó Aioros, Yoshiko no dijo nada, solo observó el Reloj de Cronos, y el cómo la flama continuaba apagándose-. Solo quiero que sepas… que no te culpo por nada… y que no me arrepiento, de haber confiado en ti… y de haberte elegido, aunque accidentalmente, como mi esposa… mi único arrepentimiento en esta vida… será únicamente el no haber logrado formar contigo una familia… -enunció finalmente, lo que logró forzar a uno de los ojos de Yoshiko a derramar una lágrima, y recuperar su color original, lo que Pontos notó, por lo que se tomó del ojo, intentando forzarse a sí mismo a recuperar el control-. Cuida bien de Saori por mí… cuídenla todos ustedes… -se mordió los labios Aioros, y entonces se dirigió al Dunamis de Cronos, extendiendo su mano en su dirección-. Su excelencia… -imploró Aioros, consiguiendo la atención del Titán, que continuaba anclándose a la vida-. Sabe que ya no hay más tiempo… su reloj pronto va a reclamarlo… pero… sin un emblema en su cacerola… el nuevo sello del Teosu Senma no puede forjarse… se lo suplico… usted realmente ama a los humanos… juntos podemos darles una última esperanza… -suplicó Aioros, el sello en el Teosu Senma comenzaba a perder al Megas Depranon en su cacerola, Cronos lo notó, el despertar de Gea fue incluso más evidente cuando la Tierra se sacudió con tal violencia, que la ladera misma de la montaña en que estaban construidas las 12 Casas, comenzó a hundirse-. Si Gea despierta… realmente esta guerra habrá sido en vano… por favor… confíe en nosotros… confíe en Athena… ella jamás permitirá que los Dioses Olímpicos destruyan a la humanidad… los protegerá por siempre… -insistió Aioros.
-¿Confiar en los humanos para defenderse por sí mismos? –preguntó Cronos, mirando en dirección a Saori, quien seguía aterrada, mirando a Yoshiko, quien se estremecía intentando recobrar el control de su cuerpo, pero no era tan fuerte como Pontos- Decir que los humanos son incapaces de defenderse… tras 12 de ellos haber asesinado a mis hermanos y hermanas… y haberme dejado en este estado… sería como si negara todos los sacrificios que han ocurrido en esta guerra… -observó Cronos a su propio reloj, la Flama de Piscis estaba al límite-. No tengo la fuerza suficiente para llegar ante mi Cuerpo Original… el tiempo se ha volcado en mi contra… no logré lo que me había propuesto… la humanidad está ahora a merced de sí misma, pero cuando los Dioses vengan a tocar a su puerta… prefiero verlos levantarse y enfrentarlos como ustedes, Caballeros de Athena, se levantaron y me enfrentaron a mí. El ver la cara de terror en los rostros de mis hijos desde el Tártaros, será en verdad un placer… tienes mi Dunamis, Aioros, úsalo con sabiduría… -mientras la flama de Piscis se extinguía, una tremenda explosión se hizo presente, el Dunamis de Cronos se elevaba al cielo, dejando a los Caballeros Dorados atónitos, y presenciando el cambio de dominios, mientras en el Teosu Senma, el Megas Depranon desaparecía, estremeciendo a toda la Tierra que despertaba en conciencia propia, aunque solo fuera por un breve instante, mientras el Dunamis de Cronos se precipitaba, golpeaba el cuerpo de Aioros, rodeando al Caballero de Sagitario con un dolor indescriptible, pero cumpliendo con la voluntad de tanto Aioros como de Cronos, la de reformar el Teosu Senma bajo un nuevo sello, el sello de las 12 Armaduras Doradas, sello que regresó a Gea a su sueño eterno.
-¡Noooo! ¿¡Qué has hecho dios imbécil!? ¡Gea! ¡Escucha mi voz y despierta! ¡No debes volver a dormir! –gritaba Yoshiko, estaba furiosa, Pontos estaba furioso- ¿¡Es así como desean que sea Mortales!? ¡No tengo problema en regresar de las profundidades de los abismos para darles casería y muerte, borrar sus constelaciones del Teosu Senma, y liberar de esta forma a Gea! ¡Si lo pensamos correctamente, el tener sus constelaciones en el Teosu Senma ha hecho todo increíblemente más fácil! ¡Sea yo o sea cualquier otro dios, la muerte de los 12 Caballeros Dorados será lo que libere a Gea de su sueño eterno! –declaró Yoshiko, una sonrisa malévola imprimiéndose en sus labios.
-Tal parece que el que no lo comprende eres tu… Pontos… -habló Aioros, incorporándose, su cuerpo aparentemente restaurándose, mientras el Dunamis de Cronos se hacía presente a su alrededor, y en su mirada rosada, mientras Aioros y Cronos, siendo un solo ser, encaraban a Yoshiko y su posesión por parte de Pontos-. ¡Los 12 Caballeros de Athena son la Esperanza de Athena! ¡Y en este momento, como Patriarca del Santuario y Dios del Tiempo! ¡Es mi decreto el que los 12 Caballeros Dorados siempre han de servir en la Orden de Athena! ¡Jamás volveremos a permitir que los Dioses separen a la esperanza de Athena! ¡Y en cuanto a ti! ¡No son las profundidades del Océano a donde llevaré tu alma! ¡Te llevaré conmigo a lo más profundo del Tártaros! ¡Jamás volverás a acercarte a Gea! –alzando su mano en alto, Aioros materializó una flecha, esta flecha era distinta a la flecha de la Armadura de Sagitario, y al liberarla, no solo cambió a la flecha misma, sino a la Armadura de Sagitario, que se transformó en algo más, en algo divino- ¡Telos Elpís! –elevó su cosmos y su Dunamis Aioros alrededor de su flecha, y apuntó la misma en dirección a Yoshiko, pero no consiguió lanzar la misma, lo que divirtió a Yoshiko.
-Un discurso conmovedor, y amenazas de condena eterna. Pero de nada sirve si tu contenedor mortal es incapaz de acabar con la vida de su ser más amado, Cronos –se burló Yoshiko, encaró al Reloj de Cronos, y la flama de Piscis dejó de arder-. ¡Han perdido! –sentenció Yoshiko.
-No… aún hay una forma… -escuchó Yoshiko, se viró, y encontró a Saga en las escalinatas, colocando sus manos sobre el Escudo Aegis e intentando levantar el mismo, aunque era demasiado pesado-. ¡El Escudo Aegis es capaz de repeler toda maldad! ¡Y con este… te expulsaremos del cuerpo de Yoshiko! –intentó alzar el escudo Saga nuevamente, pero no le quedaban fuerzas, y este comenzó a caer, cuando una mano envuelta en ropaje sagrado sostuvo también el escudo, y Shura miró a Saga con determinación, ayudando al de Géminis a alzar el escudo, y cumpliendo ante Aioros, la misión a la que había sido encomendado. El brillo del escudo Aegis se hizo presente, y cegó la mirada de Yoshiko, sacando a Pontos a la fuerza del interior de su cuerpo-. ¡Hazlo, Aioros! –pidió Saga.
-Gracias… Saga… gracias… Shura… -tensó nuevamente la flecha Aioros, apuntó a un confundido Pontos, quien se miraba a sus propias manos, y al cómo estas comenzaban a deshacerse gracias al poder del Reloj de Cronos que intentaba llevarlo de vuelta a su lugar de procedencia-. A los Dioses muertos solos les espera un lugar, Pontos. Tártaros nos llama. ¡Telos Elpís! –liberó Aioros la flecha, Pontos intentó huir, pero la Flecha Divina de Sagitario terminó por atravesarle la frente al Dios Primigenio, los Océanos del Mundo se sacudieron, pero solo eso. Pontos no poseía un dominio después de todo, este había sido usurpado primero por Okéanos, quien mantuvo el dominio de los Océanos del mundo, y después por Poseidón. La fuerza primigenia, de naturaleza desconocida, simplemente se disipó en el éter, igual que el cuerpo de Pontos que terminó por desintegrarse. La gran batalla entre Mortales y Titanes había terminado, y los 11 Caballeros Dorados en las escalinatas, la Diosa Athena, y una débil Yoshiko, observaron las partículas de polvo del cuerpo de Pontos ser llevadas por el viento, tristemente, no era lo único que el viento se llevaba consigo.
-¡Hermano! –gritó Aioria de improviso, y solo entonces el resto de Caballeros Dorados se percató de lo que aterraba en esos momentos a Aioria, y que terminó por volver a romper el corazón de Yoshiko. El cuerpo de Aioros se desintegraba también- ¿Qué está ocurriendo? Hermano, tu cuerpo está… -se preocupó el de Leo, no comprendía lo que sus ojos veían.
-Descuida, Aioria… -comenzó Aioros, mirando a las estrellas, una gentil sonrisa adornando sus labios-. Mi corazón dejó de latir desde el momento en que Cronos hizo estallar la Casa de Sagitario. Realmente, jamás hubo nada que yo pudiera hacer para derrotarlo… -se viró a verlo Aioros, y solo fue en ese momento, en el que Aioria se dio cuenta de que el cuerpo de Aioros había estado rodeado en todo momento por un velo dorado-. Es mi cosmos el que movió mi cuerpo hasta aquí. Anclado a la Armadura Dorada de Sagitario en la cual deposité toda mi esperanza. Sabía que Cronos requeriría de un cuerpo, y le entregué el mío para poder de esa forma salvar a Saori… salvar a Athena… aunque… es una lástima… solo eso pude hacer… seguramente soy el Patriarca más patético en la historia del Santuario… pero… estoy feliz… ya que pude salvarlos… a ti… a Yoshiko… a Athena… y a mis queridos camaradas… -sonrió Aioros, aunque entristeció en el momento en que observó a Yoshiko, sus ojos ahogados en lágrimas, sabiendo que esta era la última vez en que vería a su esposo-. Lamento todo lo que te he hecho sufrir… y lo egoísta que fui al atreverme a pensar que podía llegar a tener una vida normal a tu lado… -terminó Aioros, mirando a las estrellas, y notando que estas le respondían, como no habían logrado responderle en mucho tiempo, dándole a Aioros una última Visión del Futuro, misma que llenó el corazón de Aioros de felicidad, mientras bajaba su rostro, agradecido, y derramaba una única lágrima.
-Idiota… jamás me he arrepentido de nada de esto… -escuchó Aioros a Yoshiko, y se viró rápidamente a verla, sorpresa más que evidente en su mirada-. Todo lo que hemos vivido, ha valido totalmente la pena, no te atrevas a decir que no ha sido así… y me duele… me duele mucho… pero no me dolería si no hubiera sido hermoso al mismo tiempo… no te culpo por haber elegido a Athena por sobre de mí… más bien te agradezco el haberme dejado entrar a tu vida… aunque desearía que esta hubiera sido más larga… -cayó en sus rodillas Yoshiko, mientras el cuerpo de Aioros se transparentaba más y más, hasta que solo sus ojos continuaron siendo visibles-. Te amo… -susurró Yoshiko.
-Lo sé… -miró Aioros por última vez a su esposa, e inmediatamente después a Aioria, quien se mordía los labios con fuerza, y se tragaba las lágrimas-. No soy bueno con las despedidas… pero fue un honor, y un orgullo, haber luchado al lado de ustedes, mis queridos camaradas… y haber protegido a Athena en esta orden… a Saori… -finalizó Aioros, su cuerpo se extinguió por completo, y su Armadura Dorada cayó en pedazos frente a Saori, quien no lo soportó más, y se abrazó de Milo, entregándose a un llanto incontrolable, mismo que al unirse al grito de pena y dolor de Yoshiko, terminó por derribar la última fibra sensible de varios de los Caballeros Dorados.
Aioria no soportó más tampoco, cayó en su rodilla, y azotó su puño contra el suelo, Mu y Milo colocaron cada uno una de sus manos sobre sus hombros, intentando estar allí para el dolido Caballero de Leo. Aldebarán también lloró, aunque no conocía tanto a Aioros, el perder a un camarada lo había herido bastante, aunque no tanto como a Saga, quien pese a intentarlo, solo atinó a darse la vuelta, y maldecirse a sí mismo por no haber logrado salvar a quien fuera su mejor amigo. Mephisto logró mantenerse tranquilo, había demasiada confusión en su mente en esos momentos como para sentir cualquier empatía por Aioros, y esta frialdad, le inquietaba, y lo molestaba. Shaka, gracias a sus años de entrenamiento por controlar sus emociones, también logró mantenerse tranquilo, no así el Viejo Maestro, quien pensaba la muerte de Aioros una injusticia. Otro que se recriminaba a sí mismo era Shura, en quien Aioros había confiado para evitar aquello en lo que Yoshiko terminó convirtiéndose, sintiendo la muerte de Aioros su responsabilidad por no haber atendido a lo que él creyó una amenaza sin fundamentos. Camus mantuvo los ojos cerrados, al igual que su silencio, su postura contra los sentimientos solo duraba lo que duraban las batallas después de todo, fuera de estas, se permitía admirar el sacrificio y la entrega de Aioros. Afrodita tan solo materializó una rosa negra en señal de luto, y colocó la misma entre las piezas de la Armadura de Sagitario.
-A todos aquellos cuyo coraje ha vencido todos los obstáculos, les confío la vida de Athena, conjurándoles a protegerla y venerarla aún más que la suya –resonó por última vez la voz de Aioros en los corazones de los 11 Caballeros Dorados que sobrevivieron a una guerra que, tras todos los sacrificios, los victoriosos se preguntaban si había tenido sentido alguno, ya que no hubo ganador en esta guerra, una guerra que solo dejó confusión, tristeza, y muerte.
El Santuario. Agosto de 1983.
Para tristeza de muchos, el tiempo probó no detenerse pese a la muerte del Dios del Tiempo. Tanto el Laberinto de Cronos, como el Teosu Senma, y todo lo que pudiera dejar evidencia de la existencia de los Titanes y de sus batallas, y de todas las tragedias ocurridas en tan solo 12 horas, desaparecieron junto con la Flama de Piscis, devueltos a la fuerza a su Dominio Terrenal, donde quiera que este estuviera.
Las 12 Casas, que se habían mantenido en pie por tantos años, algunas incluso desde la edad del mito, no se posaban con la misma majestuosidad que en antaño. Gran parte de ellas solo quedaron como ruinas más antiguas y maltratadas que cualquiera en la Atenas que se permitía visitar al público. Pasaría mucho tiempo, y demasiado trabajo, para que los arquitectos reales, entre los cuales se encontraba Lithos, llegaran a restaurar las mismas a lo más parecido a su antigua gloria que les fuera posible.
-Por Athena, esto es demasiado trabajo, no sé cómo siquiera empezar a organizar todo esto. ¿En qué senda nos encontramos siquiera? Todo se ve absolutamente igual –preguntaba Lithos a sus arquitectos, mirando mapas, buscando por todas partes algún indicio de en qué senda se encontraba, pero incluso inspeccionar las columnas caídas no le decía nada, no quedaba suficiente de cualquiera de las 12 Casas para poder decir a qué templo llegaban.
-Estás en Sagitario –escuchó Lithos, se dio la vuelta, y encontró a Mu, con el cuerpo vendado casi en su totalidad, y sin vestir su Armadura Dorada-. Pero no te culpo por no haberlo notado. Y discúlpame por interrumpir tu monologo, pero no considero que llegar ante Sagitario con semejante grupo en estos momentos, sea aceptable para la paz mental de tu prometido –apuntó Mu al anillo de ámbar en manos de Lithos, quien se apenó en ese momento-. No es necesario que lo ocultes, no hay secretos entre mis Hermanos de Cosmos y yo –le sonrió Mu.
-Ah no… es solo que… este es mi anillo de Arquitecta en Jefe –le explicó Lithos, mostrándole a Mu su otra mano, donde estaba realmente el anillo que Aioria le había entregado, con la pieza de ámbar del cuerpo de Elektron Teru-. Además… el señor Aioria en ningún momento ha dicho que sea un anillo de co-co-compromiso… solo llegó y me lo dio. No pudo siquiera decirme qué significaba porque Saori… quiero decir, Athena, me convocó al Templo del Patriarca y me nombró Arquitecta en Jefe y encargada de la reconstrucción de las 12 Casas. ¡Además no he querido molestar al señor Aioria para preguntarle! ¡También se me olvidó regresarle la armadura de Bronce del Cincel a Athena! Como puede ver, tengo mucho en qué pensar antes de preguntarle a Aioria sobre… bueno… es que… -trastabilló Lithos, Mu solo sudó frio por sus reacciones mientras la chica bailoteaba imaginándose el significado de su anillo.
-Hablaré con él y le pediré que sea más específico con sus intenciones, tú tranquila –le comentó Mu, Lithos asintió un buen número de veces-. De todas formas, no tienen la edad para nada que no sea un anuncio de compromiso. En ese rubro están en el mismo barco el León como el Escorpión –se adelantó Mu, terminando con una mano presionándole la cabeza cuando pasó frente a los restos de una columna destrozada-. No me despeines –agregó Mu tranquilamente.
-¿Exactamente en qué barco me estás embarcando, Muviano? –se fastidió Milo, quien esperaba a distancia prudente, y observaba desde lejos a Aioria, arrodillado frente a la Caja de Pandora de Sagitario, y mostrando sus respetos- Él no dice nada… solo se queda allí sentado, mirando a la Armadura de Sagitario, y frotando la punta de flecha que lleva al cuello. Entiendo que es un regalo de Aioros… -le explicó la situación Milo, Mu simplemente asintió- ¿Cómo vas con la reparación de las Armaduras Doradas? –preguntó el de Escorpio sin hacer contacto visual.
-¿Cómo te parece que me va? –le mostró sus antebrazos el de Aries- Todas las Armaduras Doradas murieron en la Guerra Contra los Titanes, las nuestras acababan de ser resucitadas. Estamos hablando de cantidades de cosmos y de sangre que no estoy acostumbrado a derramar. Pensaba que con el Dunamis de Tethys la tarea sería más sencilla, pero el Reloj de Cronos se llevó nuestros Dunamis al Tártaros. Es inquietante haber sido un dios, y dejar de serlo en menos de 12 horas –se fastidió el de Aries, y solo entonces dirigió su atención a la Caja de Pandora de Sagitario-. Solo conseguí restaurar la Armadura de Sagitario a tiempo para los ritos funerarios de Aioros y que todos pudiéramos presentar nuestros respetos, fuera de eso, ni una sola de las 88 Armaduras del Zodiaco, está en condiciones de uso, y con Kiki aún en 5 Picos, no me doy abasto yo solo. Dohko se está tomando su dulce tiempo en regresar a pie… hasta China… estoy seguro de que lo hace a propósito –se fastidió Mu.
-Oye, si yo hubiera pasado 240 años sentado y mirando a un conjunto de rocas, sin poder moverme de ese lugar, yo también me tomaría mi dulce tiempo en el retorno a mi vigilancia –admitió Milo, Mu solo suspiró, pero asintió, comprendiendo perfectamente a lo que se refería Milo. Aioria por su parte, se puso de pie por fin, y se dirigió al de Aries y al de Escorpio-. ¿Terminaste por hoy? –preguntó Milo.
-Con ustedes siendo tan poco silenciosos apenas y puedo concentrarme en mis plegarias a mi hermano, aprendan a Saga y a Shura, ellos al menos sí son respetuosos –reprendió Aioria, Mu entonces se percató del otro par de Caballeros Dorados desprovistos de sus armaduras, y recargados cada uno a un extremo diferente del testamento de Aioros, Milo ya los había visto, pero se había decidido a ignorarlos a ambos-. Y sobre Dohko, agradece que tuvo la decencia de salir de regreso a Cinco Picos el mismo día en que terminó la Guerra Contra los Titanes. No se detuvo siquiera a esperar a la coronación de un nuevo Patriarca –le recordó Aioria.
-Hablando de nuevo Patriarca… -miró Milo a Saga, quien le regresó la mirada con cierta molestia-. Solo es curiosidad… no me lo tome a mal Maestro, pero no lo imagino como el tipo de persona que acepte un puesto por la muerte de su competencia –declaró Milo.
-Tu comentario me molesta demasiado, discípulo lengua larga –insultó Saga, poniendo nervioso a Milo, quien no disfrutaba de ver a su maestro molesto-. Aunque he de admitir que lo que vi tras enfrentar a Iapeto, hace poner en duda siquiera el desmentirte. En este universo las cosas no son así, confórmate con eso… -se quejó Saga, cruzándose de brazos.
-En este universo… ¿pues cuantos universos hay? –se quejó Shura, Saga se limitó a ignorarlo-. En todo caso… si Saga no será el Patriarca, y ninguno de nosotros lo es. ¿Entonces quién? Al que diga Máscara Mortal le parto a Excalibur en el rostro –sentenció el de Capricornio.
-Para tu información, yo sería un excelente Patriarca. Y es Mephisto, acostúmbrense, papanatas –se quejó el dueño del apodo, quien llegaba a las ruinas del Templo de Sagitario junto a Aldebarán-. La propuesta tristemente no se me fue expedida, una pena la verdad, pero igual es demasiado trabajo, no que no pueda hacerlo, simplemente no me interesa –admitió el de Cáncer, lo que nadie le creyó.
-Me parece haber visto a Shaka subir más frecuentemente al Templo del Patriarca –agregó Aldebarán-. No es que esté del todo seguro, la mía es la Segunda Casa. Es porque sus discípulos a quienes visito en el hospital del Anillo Medio me lo han contado. Al parecer, Shaka los ha frecuentado con su cosmos y se ha mantenido al pendiente de sus respectivas recuperaciones. Shun dice que ha sentido el cosmos de Shaka proveniente desde el Templo del Patriarca más que desde la Casa de Virgo –les explicó el gigante entre los Dorados.
-¿Shaka como Patriarca? Alguien que desea alcanzar el Nirvana no podría aceptar semejante responsabilidad –escuchó el grupo, encontrando a Camus subiendo los restos de las escalinatas hasta reunirse con ellos- Vengo del hospital. Hyoga e Isaac también han escuchado los rumores de Shaka aceptando el puesto del Patriarca, pero no son más que eso, rumores. Y les recomiendo dejar de esparcirlos, suficiente tenemos con el descontento del pueblo de Atenas sobre el que Athena no sea más que una niña de 10 años –les comentó Camus.
-9 realmente, en un mes cumple los 10 –comentó Milo, Camus tan solo le dirigió una mirada de molestia-. Era para aclarar… ¿por qué todos me miran de esa forma? –se fastidió el de Escorpio, notando que se había convertido de la nada en el centro de atención de los presentes.
-No has recibido tu castigo por tratar a nuestra Diosa como a una simple Escudera –recriminó Shura, incomodando a Milo-. En realidad, tampoco has recibido tu castigo por usar la Exclamación de Athena, no una, sino dos veces, ni tampoco por haber abandonado tu puesto. Supongo que asesinar a un Dios también debería ser motivo de castigo, pero eso nos pondría a todos en el mismo saco. Además, tanto tú como Saga y Aioria manipularon una reliquia sagrada, el Escudo Aegis. Y yo sigo esperando la orden de tu ejecución, me he cansado de afilar mi espada, comienzo a oxidarme y a aburrirme –aseguró el de Capricornio.
-Me salió comediante la Cabra de Montaña. La última vez que me fijé, yo seguía siendo Assassin. Y te recuero que tú también manipulaste el mencionado objeto sagrado –desafió Milo, el de Capricornio lo miró en señal de molestia, y el par se preparó para una confrontación que no llegó gracias al Muro de Cristal que se levantó en medio de ambos-. ¿De qué lado estás? –se molestó el de Escorpio al encarar al de Aries.
-Para tu fortuna, del tuyo, pero no importa cuánto quiera protegerte Saori, realmente todos nos merecemos alguna clase de castigo. Tú incluido Shura –le recordó Mu-. Después de todo, formaste parte del grupo que abandonó su puesto por ir a enfrentar a los Titanes al Laberinto de Cronos –Shura en respuesta, solo se cruzó de brazos, e ignoró los comentarios.
-De cualquier forma, sugiero el que dejemos las especulaciones, y atendamos a nuestra responsabilidad actual, que es el atender a la Asamblea Dorada convocada por Shaka –les recordó Camus-. No estoy diciendo que él vaya a ser el Patriarca, yo solo digo que él convocó a la asamblea, probablemente por la inexperiencia de Saori, nada más –comentó Camus, adelantándose, y empujando a Milo en el proceso-. Ya después discutiremos tu castigo –susurró el de Acuario.
-¿Tú también? Les recuerdo a todos ustedes que todo lo que pasó fue idea de Aioros –se defendió Milo, más el comentario únicamente le acarreó un gruñido de molestia por parte de Aioria-. Pero es la verdad –finalizó el de Escorpio, más sin decir más, comenzó con el ascenso por las ruinas de las 12 Casas.
Templo del Patriarca.
-Llegan tarde –escuchó el grupo a su llegada ante el Templo del Patriarca, quedando todos boquiabiertos por lo que encontraron a su llegada, sorprendiéndose no solo de encontrar a Afrodita con vestimenta bastante llamativa y de color rosado, sino también con el casco del Patriarca sobre su cabeza-. Me pregunto, ¿cómo debería de castigarlos por su respuesta tardía a la Asamblea Dorada? –se quejó Afrodita divertido.
-Basta de tonterías, obviamente no eres el Patriarca –reprendió Saga, arrebatándole a la fuerza el casco dorado a Afrodita, quien se cruzó de brazos y sonrió divertido-. Semejante falta de respeto. Si tú fueras verdaderamente el Patriarca, dudaría genuinamente de la divinidad de Saori, por simple eliminación entonces, el Patriarca no puede ser otro que Shaka –aseguró Saga.
-En realidad, el puesto de Patriarca no se me fue siquiera ofrecido –comentó Shaka, bajando por las escaleras del Templo del Patriarca, vistiendo únicamente su túnica blanca, y con sus ojos aún abiertos-. E incluso si se me hubiera ofrecido el puesto, me temo que lo hubiera rechazado. Para alcanzar el Nirvana, debo renunciar a todo, especialmente a cualquier puesto de poder político –les mencionó Shaka, que era algo que Camus ya había intuido.
-Espera un momento… ¿eso significa? –comenzó Milo, el grupo nuevamente dirigió sus atenciones a Afrodita, quien sonrió ante la idea que rondaba la cabeza de los Caballeros Dorados en ese momento.
-No, pero diferente de ustedes, yo sé quien tomará el puesto de Patriarca –agregó Afrodita divertido, aunque desviando su mirada en dirección a Shaka, quien le regresó la misma-. Al menos si la reunión de Shaka con Saori ha terminado favorablemente –agregó el de Piscis.
-Athena, no Saori –reprendió Shaka con severidad, y algo de molestia-. Y pese a las libertades que el Santuario parece estarse tomando últimamente, les vendría bien no olvidarlo. Aunque no es como que no pueda llegar a entenderlo, la decisión quedó tomada en el momento en que Aioros comenzó a tomar precarias decisiones como dejar a nuestra diosa bajo los cuidados del Caballero de Escorpio –el grupo entonces miró a Milo, quien se incomodó por las miradas.
-Saben qué, prefiero a Afrodita como Patriarca. ¿Enserio este bueno para nada de Escorpio va a ser el Patriarca? ¿Cuándo es que Aioros lo anunció? –se quejó Mephisto, Afrodita solo se burló un poco, lo que dio tranquilidad al grupo.
-Ninguno de los Caballeros Dorados fue anunciado por Aioros como posible sucesor… en realidad nadie fue anunciado, ya que Aioros no planeaba sacrificarse en esta guerra, simplemente fue algo inevitable –enunció una voz femenina desde la cima de las escalinatas, y quien en su túnica esmeralda comenzó a bajar por las mismas-. Me presento ante ustedes, Caballeros Dorados, como la primera Matriarca en la historia del Santuario –declaró Yoshiko, lo que fue una sorpresa para los Caballeros Dorados presentes-. Sé que la historia del Santuario jamás ha permitido que alguien ajeno a los Caballeros Dorados ostente este puesto, comprendo también el que vean con desconfianza y recelo esta decisión, el Caballero Dorado de Virgo, Shaka, ya ha expresado sus incomodidades ante mi nombramiento –aseguró Yoshiko, Shaka en respuesta, realizó una gentil reverencia en su dirección-. Sin embargo, fue Saori… quiero decir, Athena, quien ha insistido en mi nombramiento. Aun así, le he solicitado a nuestra diosa el que me permita recibir primeramente su aprobación. Así que yo les pregunto, Caballeros Dorados que han sacrificado tanto en nombre de la Diosa de la Sabiduría en la Guerra. ¿Aceptarán a una ajena al Santuario como Matriarca? –preguntó Yoshiko incomodada, y para su sorpresa, el primero en hincar su rodilla fue Aioria. A él le siguió Milo, y apoyándolos a ambos fue el turno de Mu. Saga y Shura fueron los siguientes en mostrar sus respetos, e igual lo hizo Aldebarán. Los últimos en hacerlo fueron Shaka y Camus, y un no tan convencido Mephisto, quien al parecer solo cedió a la presión, y por último se hincó Afrodita, más no sin antes hacer entrega del casco dorado que alguna vez utilizara Aioros, y que ahora adornaría la cabeza de Yoshiko, quien con una reverencia aceptó el mismo, colocándoselo antes de continuar con las formalidades-. Juro en el nombre de Athena el no defraudar la confianza que hoy depositan en mí, y como primer acto como la Matriarca de este, su sagrado Santuario, es que presento ante ustedes a la Diosa de la Sabiduría en la Guerra, la Diosa Athena de nuestra generación –tras la presentación, se escuchó la pesada respiración de Saori, y solo entonces fue que la pequeña salió del Templo del Patriarca, ya no vestía sus harapos habituales, se le habían entregado prendas de seda, un cinturón dorado alrededor de su cintura, el báculo de la Diosa Niké, y una corona de muérdago, dejando atrás todo vestigio de la Escudera que trabajara en Escorpio todos estos años. O al menos, así debía a ser, para el ojo entrenado de Milo, era evidente que su cuerpo temblaba de nerviosismo, faltaba demasiado para que Saori pudiera considerarse una figura de liderazgo en el Santuario. Más solo bastó entre el Caballero de Escorpio y la Diosa una mirada de confianza, para que Saori se armara de valor, y se dirigiera a sus Caballeros Dorados.
-Mis queridos Caballeros Dorados, la Esperanza de Athena en la Tierra, y luz de la virtud humana… -comenzó Saori, aunque tragó saliva intentando recordar el discurso que había preparado, lo que fue algo evidente para los Caballeros Dorados quienes, pese a saberlo, respetuosamente le permitieron dar sus primeros pasos para convertirse en una verdadera diosa, digna de su papel como representante de la Sabiduría en la Guerra-. Combatieron y sangraron, sufrieron y se sacrificaron, sin siquiera saber si yo era digna de la devoción que posaron en mí. Es en estos momentos en que yo les respondo, que no soy digna de todo el sacrificio que han enfrentado, y que ha costado la vida de tantos que lucharon en mi nombre –aceptó Saori, bajando la cabeza, y mordiéndose el labio, resistiendo las ganas de derramar lágrimas, y fallando miserablemente-. ¡Pero eso no significa que no quiera serlo! ¡Es mi deseo, retribuirles a todos los lamentos que han sufrido en mi nombre! –lloró frente a ellos Saori, los 11 Caballeros Dorados, y la Matriarca, todos bajaron sus cabezas, sabían lo duro que era el papel que Saori debía desempeñar, y que nada podría prepararla para el mismo- Me volveré digna… tienen mi palabra, de que me volveré digna… está guerra no ha sido en vano… los 14 Caballeros de Bronce, los 14 Caballeros de Plata, y el Caballero Dorado de Sagitario… nadie ha muerto en vano… yo se los juro… se los juro… -terminó Saori. Yoshiko, apiadándose de ella, la tomó del hombro, y pidió a un par de sus Saintias sobrevivientes, a Mii del Delfín, quien no tardó en presentarse ante Saori, y con palabras dulces, ayudarla a regresar dentro del Templo del Patriarca, y a Kyoko de Equuleus, quien era más vendajes que Saintia en esos momentos, pero quien limpió las lágrimas de Saori, antes de mirar a Milo, sonreír, y partir con Saori dentro de los aposentos del Patriarca.
-El Santuario inicia su periodo de reconstrucción… -comenzó Yoshiko, los Caballeros Dorados se incorporaron, y atendieron a sus órdenes-. Las 12 Casas serán reconstruidas, tomará tiempo, les pido paciencia y comprensión para ver finalizada esta tarea. Atendiendo a la última voluntad del difunto Patriarca, Aioros, se priorizará activamente la búsqueda de un sucesor para la Armadura Dorada de Sagitario, solicito de ustedes también el que no lo piensen una frivolidad, sino nuestra nueva responsabilidad adquirida, como guardianes asignados al Teosu Senma… los 12 Caballeros Dorados, no estarán incompletos por mucho tiempo, me aseguraré de ello, y de convertir a Saori, en una verdadera Diosa de la Sabiduría en la Guerra… el legado dejado atrás por Aioros de Sagitario… vivirá en nuestro accionar de ahora en adelante… -finalizó Yoshiko, y los Caballeros Dorados reverenciaron con solemnidad-. Pueden irse… la Asamblea Dorada ha terminado… -declaró Yoshiko, entrando nuevamente al Templo del Patriarca, donde las Saintias en esos momentos intentaban animar a Saori, quien se había esforzado lo mejor que pudo por mantener la compostura, sintiéndose apenada por no haberlo conseguido. Yoshiko llegó entonces ante el trono del Patriarca, observó el mismo, y con sentimientos encontrados se sentó sobre este-. Aioros… -bajó la cabeza Yoshiko, sintiendo la depresión de su luto-. Donde quiera que estés… espero que puedas darme la sabiduría de cumplir con esta tarea… -agregó Yoshiko, frotando sus manos, cuando la pequeña mano de Saori tomó la suya, intentando darle ánimos a Yoshiko, quien, pese a la gran perdida, atinó a sonreír-. Descuide, Diosa Athena… el legado de Aioros vivirá siempre… en nuestros corazones… -comentó ella, y Saori asintió, aceptando aquellas palabras.
El Edén Oscuro. El Árbol del Conflicto.
-¡Es bellísimo! ¡Jamás había visto tanta Energía del Caos reunida! ¡En solo 12 horas se ha reunido más Energía del Caos que en todas las guerras humanas de antaño! –en algún lugar del cosmos, dentro de una dimensión portátil a la que solo algunos cuantos podían ingresar, Atë, una vieja adversaria de Milo de Escorpio, se regocijaba frente a un árbol de tronco cristalino, que irradiaba una energía rosa bastante intensa. Detrás de Atë, e igualmente sorprendida, estaba una niña de aspecto travieso, vistiendo prendas finas, y cargando en sus brazos a un par de ositos de felpa mientras admiraba de igual manera al inmenso árbol.
El árbol era tan grande que podría verse desde casi cualquier lugar de Grecia, de no ser por una barrera invisible que mantenía al mismo oculto dentro de otra dimensión, la Dimensión del Caos, o como lo llamaban las Dríades, el Edén Oscuro, un universo paralelo en donde las energías de Caos, la Diosa Ctónica, alimentaba a las Dríades, criaturas similares a árboles humanoides, que se desprendían de las raíces del Árbol del Conflicto, mientras se materializaban en seres similares a los humanos.
-¿Puedes verlo mi querido Mick? ¿Puedes creerlo mi querido Maas? ¡Las Energías del Conflicto liberadas por el choque de los Caballeros de Athena con los Titanes son tan dulces! ¡La deseo! –intentó lanzarse la niña al árbol, cuando quedó apresada por unas telarañas provenientes de un templo justo al lado del Árbol, telarañas que mantuvieron a la niña fuera del alcance del árbol- ¡Suéltame Phonos! ¡No es justo que solo Atë se alimente de esta energía! –se quejaba la niña, forcejeando contra sus ataduras.
-Si llevaras una mejor administración de la Energía del Conflicto que te toca, podrías romper mis telarañas fácilmente, Emony –agregó un joven en una armadura negra y capa carmesí, de piel pálida y con sus uñas bastante largas-. Aunque, en estos momentos parece haber Energía del Conflicto de sobra. Supongo que también comparto de cierta forma este deseo de más poder –sonrió el joven llamado Phonos.
-La energía contenida actualmente en Úterus, sobrepasa la de cualquier conflicto humano actual. Incluso el conflicto más grande de todos, la Guerra de Troya, no gozó de esta energía ya que el Manipulador del Caos de ese entonces resultó ser un estratega militar muy bien organizado que no permitió que las Energías del Conflicto se salieran de control –explicó Atë, maravillada por Úterus, el vientre cristalino y rosado del Árbol del Conflicto-. Pero en esta guerra entre Titanes y Caballeros de Athena, aunque el conflicto solo durara 12 horas, aunque el número de guerreros en combate y de muertes haya sido una nimiedad en comparación con lo ocurrido en la Guerra de Troya, la Energía del Conflicto generada es infinitamente mayor. Este es el verdadero Caos que debe reinar en el mundo, las guerras humanas, aunque entretenidas, no son más que un juego comparado con el potencial enérgico resultante de una guerra entre manipuladores del cosmos. No basta con la cantidad de la masacre, sino la calidad de la misma –sonrió Atë, regocijándose, como si fuera víctima de una inmensa lujuria.
-Es una lástima si me lo preguntan –comentó Phonos, acercándose al Árbol del Conflicto, mientras Emony mordía las telarañas que la rodeaban intentando liberarse tanto a ella como a sus peluches-. Con la muerte de los 12 Titanes, me temo que es la última vez que veremos esta cantidad de Energía del Conflicto reunida. No veo forma de poder mantener este ritmo de Energía del Conflicto fluyendo en el mundo –aseguró el joven.
-Oh, pero hay una forma –sonrió Atë, sus ojos afilados ideando la próxima gran guerra-. En tres años, Repulse regresará en su periplo alrededor del Sol, y aunque ese malnacido del Caballero de Escorpio haya arruinado el primer intento de resurrección de nuestra amada madre, Eris, con la Energía del Conflicto generada en la guerra reciente, no hay manera de que pueda evitar el renacer de la Diosa Eris… renacerá con toda esta fuerza, y quedará suficiente para hacer algo más glorioso todavía. Hay que despertar a Phobos y a Deimos –concluyó Atë.
-¿Eh? ¿¡Estás demente!? –se fastidió Emony- Estoy enteramente a favor de crear conflicto para resucitar a madre, pero, tratar con los Daimones de Ares es… lo lamento, pero yo no voy a meterme en esa bronca –insistió Emony.
-Ciertamente, los Daimones son incontrolables, incluso para alguien como nuestra madre… -meditó al respecto Phonos-. Pero, ¿no es acaso así como debe de ser? Con Ares, el Dios de la Brutalidad en la Guerra, creando conflicto que alimente el cosmos de nuestra querida madre, quien a su vez nos alimentará a nosotros con el mismo, manteniendo vigente el ciclo de caos, muerte y desdicha que tanto fascina a madre –aseguró él.
-Entonces está decidido. Contamos únicamente con 3 años para que el Cometa Repulse regrese, Emony, Phonos –se dirigió a sus compañeros Atë-. No tenemos que despertar a Ares de golpe, bastará con negociar con algunos Daimones, ellos generarán conflictos entre los hombres. Haremos estallar varias guerras, y reuniremos la suficiente Energía del Conflicto para que, dentro de 3 años, podamos enfrentarnos a los Caballeros Dorados de Athena no solo en igualdad, sino en completa superioridad. Resucitaremos tanto a Ares como a nuestra madre Eris. Y el mundo… será tan caóticamente hermoso… -tras aquello, la risa malévola de Atë resonó con fuerza en los alrededores del Árbol de Conflicto, y lejos, en Grecia, en las cercanías del Santuario de Athena, dentro de una pequeña isla perfectamente visible desde sus costas, y justo en el lugar donde había sido consagrado un templo en honor al Dios de los Héroes y de la Valentía, un dios sellado en su interior, sonrió con malicia.
-¡La Era del Hombre está por desmoronarse! ¡Pronto solo existirá el Caos! ¡Y resurgirá por la eternidad, la Brutalidad en la Guerra! –exclamó el ser sellado dentro del templo, con el sello del Escorpión Celestial fracturándose bajo aquellas palabras de amenaza.
Fin de la Saga de los Titanes.
Pues así termina. Espero de corazón que hayan disfrutado de este "remake" se la Saga de los Titanes. ¿Qué les pareció? ¿Les gustó más esta versión o la versión original? En mi opinión, está demasiado distinta a la original, quiero decir, solo es simple estadística:
Saga de los Titanes Original:
Capítulos: 10
Palabras: 125,620
Saga de los Titanes – El Ciclo Infinito:
Capítulos: 12
Palabras: 256,059
Osea, básicamente solo la Saga de los Titanes es el doble del tamaño que su versión original… debo estar demente si planeo hacer esto con TODO GUERRAS DORADAS ORIGINAL… no voy a hacerlo… ¿verdad? ¿VERDAD? Aw shit, here w ego again.
¡FELIZ NAVIDAD! Y si hay algún regio por aquí que viva en San Nicolás de los Garza. ¿No quieren una pinturita? Vendo cosas de arte, ¿alguien? Tengo deudas gente.
