Solo dos reviews, no me agüito… sniff… es broma, es broma. Antes de comenzar con contestar mis únicos dos reviews (me suicidaré con pan bimbo remojado en leche), quiero hacer una aclaración, o más bien un recordatorio. La Saga de Eris, es nueva en Guerras Doradas, pero estoy planeando que me sirva de conexión a con la siguiente saga, la Saga de Ares. Verán, tras la Saga de los Titanes original, hubo un timeskip, que ya sé que se está repitiendo aquí, pero con una diferencia bien marcada. En aquel momento el timeskip no estaba tan bien trabajado, y pasaron algunos eventos solo por el placer de que ocurrieran esos eventos, no porque fuera algo que estuviera muy bien planeado.

Si esta es la primera vez que lees Guerras Doradas – El Ciclo Infinito, y no leíste su versión original, Guerras Doradas, entonces no hay problema, todos los eventos están muy bien planeados. Pero si eres un veterano, y este es tu primer acercamiento a la Saga de Eris, notarás estas conexiones que intento hacer para que todo en la Saga de Ares fluya con mayor normalidad.

Adicionalmente, si esta es la primera vez que lees Guerras Doradas, quiero que sepas algo muy importante, y eso es que considero a la Saga de Asgard, a Soul of Gold, y la Película de la Gran Batalla de los Dioses, como parte de esta historia, las tres. Y como tal, hay que darles espacio en esta historia.

Como nota final, el romance no es mi fuerte, pero sé que hay lectoras esperando romance. Bueno… aquí les va el romance, y no me juzguen.

Josh88: Las broncas de mi esposa con su trabajo parecen no tener fin, pero esperemos que sus frustraciones acaben pronto. Y sí, Aioria es un idiota, pero es de buen corazón. Según algunos videojuegos oficiales, el nombre real de Aldebarán es Tiago, lo mismo ocurre con el nombre de Máscara Mortal, que yo no me lo inventé, realmente hay un videojuego, oficial, que menciona que su nombre es Mephisto. Sea cosa de traducción o regionalización, no es mi problema, hay un nombre, voy a usarlo, no voy a andar como los que dicen que Máscara Mortal se llama Angelo sin tener ninguna evidencia al respecto. Eso sí, el papá de Kyoko no tiene un nombre confirmado, así que yo me inventé el nombre Suhiro tomando en cuenta que así se llama su actor de voz. Por cierto, Aldebarán es brasileño, no portugués. Sobre Nova Gea, será spoiler para los nuevos lectores, pero no, Nova Gea pasará, es parte de las reglas de este remake, el cumplir con los eventos, podrán pasar de forma diferente, pero pasarán, a fin de cuentas. Oh, habrá más spoilers de Guerras de Troya, pero reitero que planeo terminar esa historia, pero primero terminaré esta. "Perdido sus Dunamis" es una forma de decirlo, pero eso lo explico en este capítulo. Que lo disfrutes.

Rocharin Hua San: Eso sí, Milo no es polígamo como cierto Escorpio de Guerras de Troya que se coló en esta historia, por cierto, spoiler, jajaja. Bueno, que mal que estés con algo de depresión, pero espero que esta actualización te anime. Y sí, Aioria está bien wey. No adelantes conclusiones, hay eventos que podrían cambiar, pero ya veremos qué pasa. Oye, Milo y Kyoko si se parecen a Anakin y Ashoka, jajaja. Me rehúso a comentar sobre la sororidad, la política no tiene cabida en mi historia, jajaja, menos con las barbaridades que pasan en este capítulo. No quiero ir a la cárcel señor Stark. Que lo disfrutes.

Editado: 04 Febrero 2025.


Saint Seiya: Guerras Doradas – El Ciclo Infinito.

Saga de Eris.

Capítulo 15: El Conflicto Humano.


Atenas. Grecia. El Santuario de Eris. El Árbol del Conflicto. 10 de Diciembre de 1985.

-¿Qué es esta flecha? –tras haber liberado las Energías del Conflicto, vaciado el árbol del mismo nombre en el proceso, una flecha dorada había irrumpido en el Santuario de Eris, clavándose en la Manzana de la Discordia, e incrustando la misma en contra de Uterus, el vientre que se suponía debía alimentarse de las nuevas Energías del Conflicto nacientes de las guerras desatadas por el dominio del Caos. Sin embargo, Eris notó que la energía, pese a llegar al Árbol del Conflicto, se mantenía flotando en los alrededores sin llegar a Uterus nuevamente- Una flecha común y corriente no podría perforar la Manzana de la Discordia. ¿De dónde ha venido esta flecha? –se fastidió Eris, intentando tomar la misma, que liberó relámpagos dorados que la hirieron y la forzaron a retroceder.

-¡Madre! –exclamó Phonos preocupado, llegando ante Eris y separándola de la flecha, que alcanzó a quemarle las manos a la Diosa de la Discordia- Esa es la Flecha de la Esperanza perteneciente a la Armadura de Sagitario, una de las 12 Armaduras Doradas. Aunque eso debería de ser imposible, el Caballero de Sagitario pereció durante la Nueva Titanomaquia a manos de Cronos mismo –le explicó Phonos, sorprendido por la llegada de aquella flecha.

-A mí me parece que Cronos es quien envió el mensaje, no el Caballero de Sagitario –le comentó Deimos, acercándose, y colocando su mano a centímetros de la flecha, que comenzó a brillar con una energía azul muy hermosa-. Dunamis… el Dumanis de Cronos. Pero no lo entiendo. ¿Qué hace el Dunamis de Cronos en la Flecha de Sagitario, y cómo es que la flecha llegó hasta aquí? A menos que… mientras enfrentaba a Milo de Escorpio, él manifestó un Dunamis de igual manera. ¿Qué sabes de esto, Phonos? –preguntó el Phantom.

-Du-durante la Nueva Titanomaquia, los Caballeros Dorados vencieron a los 12 Titanes, y se apoderaron de sus Dunamis, efectivamente convirtiéndose en Dioses –le explicó Phonos, lo que Deimos ya intuía por su combate con Milo. Eris simplemente se fastidió por lo que estaba escuchando-. Pero, según Atë, una vez que el Reloj de Cronos se accionó, los Dunamis regresaron al Tártaros. Los Caballeros Dorados ya no son Dioses, solo lo fueron durante el periodo de tiempo entre las 12 Horas que el Reloj de Cronos estuvo encendido –aseguró él.

-Obviamente no son Dioses, no hubiera sido rival para el de Escorpio si ese hubiera sido el caso, no con este cuerpo tan débil –le comentó Deimos, girándose a ver a Eris, quien se mostraba distraída, mirando la Energía del Conflicto que llenaba el templo, pero que no se reunía en Uterus-. Por lo que sentí en mi combate con el de Escorpio, este podía acceder al Dunamis, pero quedaba inmensamente debilitado cuando lo hacía. Y como la Armadura de Sagitario lanzó su flecha sin un dueño aparente, la respuesta me es más que obvia. Son las Armaduras Doradas, no los Caballeros Dorados, quienes poseen el Dunamis de los Titanes. El Caballero Dorado puede acceder al Dunamis de los Titanes al conectarse con la esencia de su constelación, lo que produce en ellos un dolor indescriptible. No es una fuerza de la cual puedan abusar, pero es una fuerza que los Titanes les ofrecen voluntariamente, así como a esta flecha que se clavó en la Manzana de la Discordia. En otras palabras, no son Dioses, pero pueden acceder arriesgando sus vidas a este poder, además de que las Armaduras Doradas pueden manifestarse en protección a sus portadores. Interesante, pero no entiendo el motivo –se frotó la barbilla Deimos.

-Es obvio, mientras más rápido se extinga el conflicto, menos Energía del Conflicto se genera –espetó Eris con molestia-. No fui consiente de todo el combate, estaba más concentrada en resucitar que en la batalla. Pero sí fui capaz de ver el desgaste de acceder al Dunamis por parte del de Escorpio. Seguramente, no la está pasando nada bien en estos momentos –se burló Eris, divertida-. Su intención era más que clara: eliminarme cuanto antes, y evitar mi renacer –Eris entonces se viró nuevamente a su manzana, y a la flecha que irradiaba Dunamis en esos momentos-. Esta flecha que ha perforado la Manzana de la Discordia también tiene otro objetivo. Evitar que la Energía del Conflicto se reúna en Uterus, y que podamos canalizarla para iniciar más guerras. La Energía del Conflicto llega aquí, impregna el Templo de Eris, y se desperdicia –agregó ella, cuando escuchó a Emony sorber con fuerza, mientras succionaba las Energías del Conflicto en su cuerpo, regocijándose por su sabor-. Bien pensado, Emony –se alegró Eris, Emony solo eructó tras haber consumido Energía del Conflicto de más, lo que la apenó, y usó a sus peluches para ocultar su vergüenza-. El Dunamis en esta flecha podrá retrasar el inicio de nuevas guerras, pero ni es eterno, ni es un impedimento, solo una molestia –agregó Eris, reuniendo algo de Energía del Conflicto, usándola para alimentar a unas raíces que se extendieron, formándose un trono con las mismas-. En la antigüedad, el Árbol del Conflicto no era tan poderoso como lo es ahora, y la forma de propagar el conflicto en el mundo era con la ayuda de las Seeds. Las Semillas del Conflicto que germinaban en conflictos bélicos de proporciones caóticas. Así que, si no puedo usar el Árbol del Conflicto, al menos no hasta que el Dunamis en esta flecha se agote, Emony tendrá que reclutar a las Seeds y traspasarles su energía por sí misma –sonrió Eris.

-¿¡Yo!? –exclamó Emony preocupada- Pero madre, eso es muy complicado. Además, mi cuerpo físico no es siquiera lo suficientemente fuerte para… -intentó quejarse Emony, más con un movimiento de su mano, Eris reunió Energías del Conflicto alrededor de la pequeña, que al recibir la misma, creció hasta que su cuerpo se convirtió en el cuerpo de una joven adulta, y el mismo fue revestido por una Leaf de pétalos morados y negros-. Supongo… que mi cuerpo ya es lo suficientemente fuerte para esta misión –se apenó Emony, Phonos se burló de ella-. ¿Qué debo hacer entonces? –se preguntó ella.

-¿No prestas atención? –se molestó Phonos, dando sorbos a la Energía del Conflicto sobrante a su alrededor, y mientras Eris movía sus manos y comenzaba a reunir la energía ella misma a falta de Uterus- Reemplazarás a Uterus tú misma llevando la Energía del Conflicto al Mundo Terrenal, y buscarás a las personas dignas de convertirse en Seeds. Cuando las encuentres, les entregarás tu energía, permitiendo que las Seeds inicien conflictos a lo largo del mundo y produzcan más Energía del Conflicto. Una vez reclutada una Seed, regresarás aquí, a que madre te entregue más Energía del Conflicto para que busques a la siguiente Seed. Y así sucesivamente hasta que la Flecha de Sagitario pierda su energía, liberando a la Manzana de la Discordia, y permitiéndonos usar nuevamente a Uterus para una distribución más efectiva –agregó mientras volvía a sorber de la energía a su alrededor.

-Aja, y mientras yo trabajo, tú tragas toda la Energía del Conflicto que te dé la gana. Y todo tras criticar a Atë de malgastarla. Solo querías comértela, ¿no es así? –preguntó Emony, Phonos entonces miró en dirección a la joven mujer, y se relamió los labios mientras se dislocaba la mandíbula para abrir más su boca y mostrar sus colmillos- ¡No me comas! ¡Está bien! ¡Lo haré! –se preocupó la joven- Pero, ¿dónde debo de comenzar? –preguntó curiosa.

-Encontrando a las Saintias, y buscando en sus mentes a los portadores de las Seeds –le explicó Eris, con una esfera de Energías del Conflicto lista, entregando la misma a Emony, quien la tomó en su mano, y bebió la misma-. A la primera que quiero que intervengas, es a mi hermana, Kyoko. Se encuentra en Japón. Encuentra a su persona especial, y contamínala con las Energías del Conflicto. No me falles, Emony –finalizó Eris.

-¿Fallarle a madre? Eso jamás, kusukusu –se regocijó Emony-. Buscaré a esta Saintia, Kyoko, entonces. Y cuando termine con ella, la primera de las Seeds será revelada. No te defraudaré, madre –finalizó Emony, desapareciendo transformada en pétalos de flor de lobelia.

-Al fin se marchó. Y justo a tiempo, debo agregar –enunció Deimos, Eris lo notó de igual manera y asintió. Phonos, quien bebía más de las Energías del Conflicto en ese momento, se atragantó y corrió a las afueras del Templo de Eris, mirando a lo lejos, y encontrando un destello dorado al principio del mismo-. Un Caballero Dorado ha invadido el Santuario de Eris, lo que no debió haberle sido nada fácil. Seguramente, abusó de su Dunamis para llegar aquí –se burló un poco Deimos, encontrando gracias a su cosmos a Mu, el Caballero de Aries, que respiraba pesadamente tras el esfuerzo de su invasión al Santuario de Eris-. Con este Yoshiro tan perfecto para su Energía del Conflicto, invadir el Santuario de Eris debería de ser imposible. Pero al igual que Milo de Escorpio, este invasor ha abusado de su Dunamis para llegar aquí. Es un individuo peligroso –sonrió Deimos.

-No lo considero divertido. No hay ninguna Seed protegiendo el Santuario de Eris en estos momentos, ¿debería ir a darle cacería, madre? –preguntó Phonos, cuando Eris sonrió de una manera divertida, aunque maternal.

-Oh no, cariño, aún no te has alimentado lo suficientemente bien. No querrás terminar como tu hermana Atë –se burló Eris, quien entonces miró a Deimos-. Además, mi sobrino Deimos parece tener un plan. Es su intención resucitar a Ares, y mientras sea benéfico para ambos, yo le brindaré la Energía del Conflicto necesaria para su tarea. ¿A quién deseas traer, mi querido sobrino? –sonrió Eris.

-A Harmonía –regresó la sonrisa Deimos-. Estoy seguro de que alguien como ella se divertiría mucho torturando a este pequeño carnero. Además de que resultará ser la defensa perfecta para nuestro Santuario. ¿Cuento con tu real permiso tía? –preguntó Deimos.

-Por supuesto, mi querido sobrino. Lo que sea por traer a Ares a este mundo –le ofreció entonces Eris una esfera más de Energías del Conflicto, y con esta en sus manos, la defensa del Santuario de Eris, comenzó.

Japón. Tokio. Dojo Tokumaro.

-Feliz cumpleaños, mi princesa –comenzó Suhiro Tokumaru, colocando frente a la deprimida de Kyoko una rebanada de pastel de cumpleaños casero, que él había preparado especialmente para ella. Kyoko se mostraba deprimida, e impotente, su padre y su tío Tatsumi por otra parte, sonreían de oreja a oreja pese a las circunstancias-. Adelante, pruébalo. Las fresas aún son tus favoritas, ¿no es así? –preguntó su padre.

-¿Las fresas? –preguntó Kyoko, de pronto recordando una fiesta de cumpleaños distinta, esta celebrada en el Santuario, dentro de la Casa de Escorpio, con Saori preparando un pastel con la fruta favorita de Kyoko, la cual no era la fresa, sino el durazno, en honor al que había sido plantado el día que aceptó a su nueva familia- Si… sigue siendo mi favorita… -mintió Kyoko, tomando un poco de la rebanada de pastel con su cuchara y comiendo, mientras su padre y Tatsumi se mantenían a la espera-. Está amarga… -susurró para sí misma Kyoko-. Está delicioso, padre –mintió Kyoko, alegrando al que aún vestía su traje de karate-. Pero… no sé si deberíamos estar disfrutando esto… Shoko… -comenzó Kyoko.

-Estará bien –fue la respuesta de su padre, misma que sorprendió a Kyoko-. No todo está perdido, ¿verdad? Me dijiste que hay una posibilidad de que su posesión aún esté incompleta. Sé que suena ridículo que yo lo diga, pero como padre, biológico o no, prefiero no perder la esperanza, en especial si dos Caballeros Dorados han acordado en ir a recuperar a tu hermana –admitió Suhiro.

-Los Caballeros Dorados son la élite de la Orden de Athena, al menos eso es lo que decía el señor Mitsumasa Kido, y que Arctos me repitió hasta el cansancio –habló Tatsumi con molestia, y mientras se cruzaba de brazos-. Si dos de los 12 Caballeros Dorados están tras la pista, estoy seguro de que todo irá bien –aseguró el pelón.

-Es verdad, trabajabas para la Fundación Graude bajo el mando de Arctos XII antes de que la Fundación Graude pasara a formar parte del Santuario y te liquidaran –agregó Suhiro, Tatsumi se deprimió ante lo que su hermano mencionó-. Anímate, fue una buena liquidación, y ayudó para mantener el dojo por bastante tiempo –le recordó Suhiro.

-¿El Santuario ya no financia nuestra crianza? –preguntó Kyoko, Suhiro se mordió la lengua en ese momento, y desvió la mirada- Comprendo… no has recibido fondos desde la muerte del Patriarca Aioros. Hablaré con la Matriarca Yoshiko al respecto… -comentó ella.

-No es necesario. En realidad, la Matriarca Yoshiko intentó continuar con la entrega de fondos –le respondió Suhiro, lo que Kyoko no comprendió-. La Matriarca… vino a visitarme hace tiempo –confesó Suhiro-. Me ofreció una buena suma de dinero, la suficiente para no preocuparme financieramente por nada en la vida. Bajo la condición de que entregara a Shoko también al Santuario. Ella… planeaba enfrentar el despertar de Eris dentro de las 12 Casas –le explicó él, lo que escandalizó a Kyoko.

-¿¡Por qué no lo permitiste!? –se molestó Kyoko, azotando incluso sus manos contra la mesa de madera- Si Shoko hubiera estado en el Santuario, bajo la protección de los Caballeros Dorados, Eris no hubiera tenido oportunidad de apoderarse de ella. ¿Me estás diciendo que te negaste a brindarle a Shoko esta protección? –se quejó ella.

-¡Te he visto únicamente dos veces desde que el Santuario te reclamó! ¿¡Cómo crees que se siente que una hija no visite a su padre en todo ese tiempo!? ¡Obviamente no estaba dispuesto a que me quitaran a Shoko también! –azotó esta vez sus manos contra la mesa Suhiro, incomodando a Shoko- El Patriarca Shion me quitó a tu madre… el Patriarca Aioros te llevó a ti… ¿cómo querías que reaccionara cuando la Matriarca Yoshiko intentó llevarse a Shoko? Le pedí que se fuera, y que no volviera jamás. Que no recibiría dinero alguno del Santuario, y que no quería saber de nadie hasta que volvieras –confrontó su padre.

-Y ahora no tienes ni a Shoko, ni dinero para mantenerte. Todo porque no entregaste a Shoko como debías, ¡ni siquiera es tu hija! –recriminó Kyoko, sus palabras hirieron profundamente a Suhiro, Kyoko lo notó, y se cubrió la boca con horror tras escuchar sus propias palabras- Papá… yo… no quise… -intentó remediar las cosas ella.

-Tranquila Kyoko, yo lo entiendo –admitió Suhiro, con una tranquilidad inquietante y que Kyoko no lograba comprender-. El resentimiento que siento hacia el Santuario es una cosa. Su seguridad, una totalmente diferente. Fui egoísta y eso terminó en que se hayan llevado a Shoko. Es por eso, que he decidido volver a confiar en el Santuario, y en que la traerán devuelta. Incluso si eso termina con ambas entregando sus vidas a Athena –le aseguró él, Kyoko tan solo bajó la cabeza, entristecida-. Mientras ambas vivan, yo estaré satisfecho. Así que, le suplicaré a los Caballeros Dorados de ser necesario. Solo espero que, cuando todo termine, me hagan saber que ambas están bien –finalizó Suhiro.

-La traeremos de vuelta padre… te lo prometo… -terminó Kyoko, y entonces se levantó de la mesa-. Iré a ver si todo está bien, ya regreso –le mencionó Kyoko, su padre asintió mientras la chica salía al jardín, donde encontró a Camus de brazos cruzados y molesto, mientras Milo, recargado contra uno de los árboles del jardín, reflejaba debilidad en su rostro-. ¿Cómo sigue? –preguntó Kyoko a Camus.

-Como se merece: débil y enfermo –declaró el de Acuario. Milo solo le dirigió una mirada de molestia-. Además de obstinado. Insiste en seguir adelante y buscar a tu hermana. Tiene esa ridícula idea de que un Yoshiro puede separarse del ser que lo posee –aseguró Camus, lo que alegró a Kyoko, Camus notó la alegría en la chica-. No es posible. Cuando un dios se apodera de un contenedor humano, absorbe al mismo. El Yoshiro pasa a formar parte del dios –aseguró él.

-Lo que también significa que Eris es genuinamente la hermana de Kyoko ahora –declaró Milo, confundiendo a Kyoko-. Así que, es probable que Eris entienda razones si su hermana se lo pide –comentó el de Escorpio.

-Y yo te digo que es imposible –insistió Camus-. Esto es totalmente diferente a acceder al Dunamis de los Dioses. Lo que nosotros hacemos es pedir prestado mediante el cosmos una porción del Dunamis de un Titán, lo que detona en una exigencia física tan sobrecogedora, que ni siquiera eres capaz de ponerte de pie por tu cansancio –le apuntó el de Acuario, fastidiando al de Escorpio-. Ahora imagina a toda la fuerza de un Dunamis, entrando en el cuerpo de un no manipulador del cosmos. Su espíritu no es tan fuerte, y es totalmente borrado por el dios que entra en su cuerpo. Le pasó a Nicole, y él era el Caballero de Plata más fuerte de todos. Es natural pensar que Shoko no tuvo oportunidad alguna –finalizó el de Acuario.

-Eso no lo sabremos hasta intentarlo –se incorporó Milo, Kyoko tuvo que correr a su lado y ayudarle a mantenerse en pie-. Le dije a Kyoko que uno es capaz de cambiar el cruel destino de sus estrellas. Y me considero prueba pertinente de ello –le recordó Milo, lo que no fue del agrado de Camus-. Pero puedes estar tranquilo Camus. Kyoko sabe perfectamente que, si no veo la posibilidad de salvar a Shoko, no dudaré en terminar con ella. ¿Estamos claros en eso, Kyoko? –preguntó el de Escorpio, preocupando a la de Equuleus.

-Está más que claro… Maestro… -admitió Kyoko, sabiendo que nada podría hacer para cambiar la postura de su maestro-. ¿Qué procede ahora? Según lo que la Matriarca Yoshiko les informó, conflictos armados comienzan a estallar en todo el mundo. Más no recuerdo instrucción alguna sobre el cómo proceder –admitió ella.

-Ese es el tema, no hay una instrucción clara –le respondió Camus, meditando al respecto-. Según la Matriarca, la prioridad de Eris es la de resucitar a Ares, y para que Ares regrese a la vida, es necesario que el mundo se envuelva en el Caos reinante de la guerra, las matanzas, y las masacres. Es por esto que nuestra prioridad es participar activamente en los conflictos de los hombres y darles fin de forma rápida y contundente, cortando el suministro de Energías del Conflicto de Eris, en lo que Mu invade su Santuario y termina con la Diosa de la Discordia –finalizó con su resumen Camus.

-¿Quieres decir que Mu encontró el Santuario de Eris? –preguntó Milo, Camus asintió- Si ese es el caso, ¿por qué no invadirlo todos juntos? Eris aún está débil. Recibía mis ataques y su cuerpo sangraba tras los mismos. Si hay un momento para separar a Eris de Shoko, ese es este –le comentó Milo.

-El problema es que Mu solo tenía una corazonada de dónde estaba el Santuario de Eris al calcular el movimiento de las Energías del Conflicto por el mundo, y solo atinó a deducir que se encontraba dentro de los límites del Santuario –le explicó Camus, lo que fue una sorpresa para Milo-. Se supone que informaría de sus hallazgos una vez encontrado el Santuario de Eris, pero no recibimos respuesta. Así que, o está agotado por abusar de su Dunamis de la misma forma en que hiciste tú, o ha sido capturado. Shaka piensa que es mejor esperar y atender los conflictos del mundo de poco en poco. Acordamos que dividiríamos las fuerzas en dos frentes, uno que defendiera al Santuario, conformado por Aldebarán, Saga, Aioria, Shaka, y Afrodita, y otro que atienda a las emergencias mundiales conformado por Mu, quien ha atacado el Santuario de Eris, Mephisto, quien va de camino a Suiza, Shura, que se dirige a uno de los Epicentros del Caos identificados por el Viejo Maestro y que se encuentra en Alemania, y por supuesto nosotros dos, yo me dirijo a Noruega, donde aparentemente existe otro Epicentro del Caos, solo vine aquí a ponerte al corriente. El Viejo Maestro vigila el mundo desde Cinco Picos, y te solicitará presencia cuando identifique a dónde deberás dirigir tu atención. De momento regresa al Santuario a esperar instrucciones –terminó el de Acuario, antes de dar un Salto de Cosmos, y desaparecer rumbo a Noruega.

-La guerra se propaga por todo el mundo, y no puedo hacer más que sentirme responsable al respecto –meditó Milo sobre aquello. Kyoko por su parte, se mostró algo entristecida por esas palabras. Milo le regresó la mirada, pero atinó en sonreír para ella-. Lo solucionaremos –agregó él-. Despídete de tu padre, nos vamos –pidió Milo, Kyoko tan solo se viró a la entrada del dojo, encontrando a su padre y a Tatsumi sentados en la baranda tomando algo de té, con Suhiro Tokumaru asintiendo en ese momento.

-Me parece que las despedidas ya son innecesarias –le comentó Kyoko, Milo asintió, y levantó a Kyoko de improviso, cargándola como a una princesa, lo que escandalizó tanto a Suhiro como a Tatsumi-. ¿Maestro? Ya sé realizar Saltos de Cosmos por mi cuenta –se apenó ella.

-Sin Armadura de Bronce que te proteja, te pulverizarás a la primera caída al océano. Ahora, para dónde estaba… -se preguntó Milo, Kyoko inmediatamente apuntó en una dirección mientras se cubría el rostro con vergüenza-. Andando entonces –terminó Milo, saltando con Kyoko en brazos en dirección a Grecia.

Alemania. Baviera. Castillo Heinstein.

-Tod allen Feinden Deutschlands –el grito de los soldados alemanes enloquecidos por las Energías del Conflicto, resonaba junto al estruendo de los disparos de las metralletas que llevaban en manos, aunque los gritos y los disparos terminaban por ser silenciados de igual manera, por el ensordecedor sonido de un cañón bombardeando el Castillo Heinstein, que continuaba siendo el centro de la concentración de todos los soldados que se reunían alrededor para propagar el Caos y la destrucción, como si este castillo funcionara como fuente de Energías del Conflicto-. Der Goldene Dämon kommt auf uns zu, schieß –continuó uno de los soldados, apuntando a la silueta dorada que se alzaba en el firmamento, antes de lanzar un corte perfecto.

-¡Excalibur! –resonó el grito de Shura, y en unos instantes, los ejércitos alemanes fueron cortados a la mitad, trayendo por fin una calma a la noche, aunque por la coloración de la misma, era más que evidente que comenzaba a amanecer.

-Buen trabajo, Goldene Dämon –susurró Pandora, saliendo de su escondite detrás de las agujeradas paredes de la capilla dentro de la cual había estado ocultándose. Shura se viró para dirigirle la mirada, confundido, mientras frente a él yacían los cadáveres cercenados de los soldados que habían atacado el castillo-. Significa «Demonio Dorado». Creo que confundieron sus cuernos con los cuernos de un demonio –finalizó la joven.

-Pensé haberte dicho que te ocultaras y que no desperdiciaría mi tiempo protegiéndote –le espetó Shura con molestia, y mientras concentraba su cosmos, buscando a sobrevivientes entre los escombros.

-No queda nadie con vida. Los ha asesinado a todos. Solo quedamos usted y yo –comentó Pandora, su sonrisa llamando la atención de Shura. Una persona común y corriente se hubiera horrorizado tras ver a todos los cadáveres alrededor del Castillo Heinstein, pero al parecer aquello no molestaba a la joven-. ¿Desayuna conmigo? Mi mayordomo ya debe estar preparando la mesa. Le pedí que hiciera suficiente comida para usted también. Después de todo, es mi invitado –le sonrió la chica.

-¿Piensas en alimentos, en un momento como este? –preguntó Shura sorprendido. Pandora miró a los cadáveres, y se decantó por asentir como si la presencia de los muertos no le incomodara en absoluto- Eres una persona de lo más perturbadora –se quejó el de Capricornio.

-Cuando has visto tantas cosas horribles como yo, los cadáveres de lunáticos que intentaron destruir mi castillo a punta de tanques y metralletas, son la menor de mis incomodidades –comentó Pandora con escaso sentimentalismo sobre los muertos a su alrededor-. Además, sigo siendo una noble. Y como tal, muestro mi cortesía y agradecimiento a quienes me han hecho un servicio. Usted ha salvado mi vida, y he de recompensarlo, aunque este desayuno es una simple cortesía, nada más –admitió ella, esperando la respuesta del de Capricornio-. ¡No se quede allí parado sin decir nada! La comida se enfría –se quejó ella.

-No recuerdo haber aceptado –se fastidió el de Capricornio, mirando a Pandora a los ojos. La joven le regresó la mirada con determinación-. ¿Viejo Maestro? –la ignoró entonces Shura, incinerando su Dunamis, Pandora se sorprendió de lo que veía, y decidió esperar a comprender lo que Shura hacía en esos momentos- Siento las Energías del Conflicto rodear este castillo en que me encuentro. De momento no siento peligro en las cercanías, pero la energía continúa rodeando esta locación. También encuentro curioso el que las autoridades locales no hayan atendido a este desastre. No se escuchan sirenas, y aún si las escuchara, lo más probable es que las autoridades abran fuego contra este castillo –aseguró Shura.

-A la policía local no le interesa el Castillo Heinstein –comenzó Pandora, interrumpiendo la comunicación de Shura-. No me sorprendería inclusive que lo hubieran permitido solo por la leve posibilidad de que se deshicieran de mí. No enviarán a nadie hasta caída ya la tarde. Y una vez que se cercioren de que sigo con vida, dejarán los cadáveres y los desechos aquí por semanas enteras, esperanzados a que enferme y muera de alguna forma. No tengo muchos vecinos, y la población en general evita el Castillo Heinstein, el olor de los cadáveres tardará unos días en propagarse y ser lo suficientemente insoportable para que el gobierno local se digne a enviar a un equipo de limpieza, que hará las cosas de mala gana –explicó ella.

-¿Te encuentras con alguien, Shura? –preguntó el Viejo Maestro, apareciendo como una imagen de cosmos detrás del de Capricornio, quien se viró para encararlo, ignorando nuevamente a la joven- Siento un cosmos… es profundo… oscuro… -comentó Dohko.

-Una joven local, manipula el cosmos lo suficiente para entenderme, pero no es un cosmos cálido, es más bien, frio y triste –le comentó Shura, Dohko se frotó la barbilla con interés tras escuchar la descripción-. Aunque no la considero una amenaza, estuvo a punto de morir fusilada por los enloquecidos por las Energías del Conflicto. Presiento que debe ser descendiente de un manipulador poderoso, sin que ella tenga control alguno sobre el cosmos –admitió.

-Umm… el Santuario se habría hecho oídos de alguien así en mi opinión –le comentó Dohko, Shura asintió-. Reportaré tus hallazgos a Yoshiko, cualquier manipulador del cosmos podría convertirse en un Caballero de Athena potencial –meditó Dohko al respecto, Shura se viró a ver a Pandora, la joven, curiosa, continuó regresándole la mirada-. Sobre las Energías del Conflicto, algo ocurrió que cortó el flujo. Los lugares afectados: Alemania, Noruega, Suiza, y algunos lugares de Turquía, Creta y África, que ya presentaban disturbios, son los lugares de mayor concentración. Con tu intervención hemos evitado el Caos inicial, pero las energías continúan dispersas en el ambiente. Antes de solicitar tu apoyo en otro lugar, considero pertinente esperar a ver cómo evoluciona la situación en Alemania. Después de todo, Alemania es uno de los sitios de concentración de Energías del Conflicto más prominentes de los últimos años. Descuidar ese lugar sería un error de consecuencias inquietantes –admitió Dohko.

-En otras palabras, quiere que me quede a mantener el orden en Alemania –se fastidió Shura, Dohko asintió-. No me agrada… una de las razones por las cuales me convertí en Assassin, fue evitar el tener que quedarme de brazos cruzados dentro de las 12 Casas. Preferiría mantenerme en movimiento –aseguró el de Capricornio.

-Un país como Alemania es mucho más grande que la Casa de Capricornio. Sin mencionar que, si alguien sabe de quedarse en un solo lugar a montar guardia, ese soy yo –le recordó Dohko, Shura suspiró molesto-. Mantén la posición. Si algo requiere de tu atención, te lo haré saber. Preferentemente, quédate cerca de esa manipuladora del cosmos que mencionas –terminó Dohko, y se desvaneció frente a Shura.

-Entonces… -sonrió Pandora, lo que le pareció curioso a Shura, en especial porque la interrupción llegó en el momento en que su conversación con Dohko había terminado-. ¿Va a acompañarme a desayunar? ¿O prefiere seguir admirando a los cadáveres? No sé usted, pero me considero una mejor compañía –agregó Pandora, de una forma coqueta, además, lo que fastidió al de Capricornio.

-No te creas tan importante solo porque eres una manipuladora del cosmos, mocosa –insultó Shura, lo que molestó a Pandora-. Casualmente, mis órdenes actuales incluyen mantenerte vigilada, pero solo eso, ¿comprendes? –aseguró él.

-Vigíleme entonces, bajo mis condiciones, ahora venga –agregó ella ya molesta, e intentando forzar a Shura a obedecerle, tomándole de la mano, y cortándose la palma de su mano derecha al hacerlo-. ¡Ah! –se quejó Pandora, mirando el corte en su mano.

-Eso ha sido imprudente. Permíteme –comenzó Shura, cortando un trozo de su capa, y rodeando con el mismo la mano de Pandora, quien se mostró confundida-. Debí advertirte. Mis manos, mientras porte mi Armadura Dorada, son protegidas por la sagrada espada, Excalibur. El tomar mi mano equivale a tomar a un cuchillo por su hoja. Te llevaré con tu mayordomo para que te otorgue una mejor atención médica –admitió él.

-A como yo lo veo, ahora me ha insultado, Caballero Dorado de Capricornio –se apuntó a su mano Pandora, lo que molestó a Shura-. Lo que significa, que ahora no puede negarse a mi invitación, no al menos que no sea un verdadero caballero. Entonces. ¿Qué elige? –sonrió ella, aunque no tardó en tomarse la mano con comezón por su herida, Shura suspiró, y accedió.

Atenas. Grecia. El Santuario de Eris. Jardín del Edén.

-Esto comienza a tornarse molesto –exclamó Mu, quien terminaba de subir las escaleras de piedra de una de las islas flotantes alrededor del Santuario de Eris, solo para virarse y ver que las escaleras habían desaparecido, y que se encontraba, nuevamente, al principio del Santuario, en el lugar mismo al cual había llegado gracias a la fuerza de su Dunamis-. Con toda la Energía del Conflicto acumulándose en este lugar, no puedo sentir el punto del cual se propaga esta ilusión. Sé que he avanzado, pero al mismo tiempo no percibo el avance. Es como si hubiera caído víctima del Laberinto de Géminis –terminó Mu, molesto, y mirando a las escaleras frente a él-. Seguir avanzando me llevará de regreso al inicio, podría arriesgarme con un Salto de Cosmos, pero si esta dimensión portátil funciona como me he imaginado que funciona, no encontraré un lugar de aterrizaje hasta estrellarme en el Santuario –meditó Mu al respecto.

-Con toda esta Energía del Conflicto reunida, lo más probable es que así sea –escuchó Mu, reconociendo la voz que se dirigía a él-. Por fin te encontré, Mu… me ha costado demasiado. Aún con el Dunamis de Phoibe, la conexión es muy débil. ¿Podrías apoyarme con una conexión más espiritual? –preguntó el Caballero Dorado que se comunicaba con Mu.

-Como era de esperarse del Bodhisattva –sonrió Mu-. Supongo que, si mi maestra Yuzuriha continuara con vida, debería de agradecerle. Ya que, sin haber sido forzado a las enseñanzas budistas en el Palacio de Potala, esto sería increíblemente difícil –agregó Mu, flotando gracias a la fuerza no de su cosmos, sino de su chakra-. Muladhara, swadhisthana, manipura… -comenzó Mu, su mente encontrando la fuente de su cosmos, y los 7 Chakras del budismo-. Anahata, ajna, vishuddha… -continuó Mu, en su frente comenzó a brillar una luz misteriosa-. ¡Sahasrara! –terminó Mu, y al abrir sus ojos, se encontró a sí mismo sentado sobre una mano de oro gigante, con buda sosteniéndolo en el espacio, y con Shaka meditando frente a él- Saludos, Bodhisattva Shaka –reverenció Mu.

-Probablemente esté mal que yo lo diga considerando que mi destino es alcanzar el Nirvana –comenzó Shaka, una ligera sonrisa dibujándose en sus labios-. Pero encuentro reconfortante el que otro comprenda el mundo en que me desenvuelvo. Espero que comprendas que esto no podré repetirlo más –aseguró Shaka.

-Lo comprendo perfectamente, así como comprendo que esta conexión debe poner un estrés muy grande en tu cuerpo –agregó Mu, notando el cómo las manos de Shaka temblaban pese a estar en posición de oración-. Me encuentro dentro del Santuario de Eris. Llegar no presentó ser un problema, pero moverme aquí dentro es… confuso… hay demasiada Energía del Conflicto, me encuentro atrapado dentro de un laberinto interminable. ¿Puedes ayudarme? –preguntó él.

-No puedo dejar el Santuario desprotegido –aclaró Shaka-. Las Energías del Conflicto se propagan por el mundo, pero la concentración de las mismas, está por encima de las 12 Casas, en el Santuario de Eris. Has hecho bien en encontrar el mismo, pero me temo que estás solo allí dentro, ni con todo mi cosmos, ni con el Dunamis de Phoibe, puedo encontrar el Santuario de Eris. Lo que conseguiste, es sorprendente hasta para mí. ¿Cómo es que lo encontraste? –se preguntó Shaka.

-A riesgo de ganarme tu desdén, solo fue un salto de fe –le comentó Mu, lo que fue una sorpresa para Shaka-. Leí el flujo de las Energías del Conflicto, buscando su origen. Cuando me di cuenta de que no podía ver el origen ni con el Dunamis, simplemente salté esperando aterrizar en algo. No será la decisión más inteligente, pero resultó. El problema es que no creo que pudiera volver a hacerlo si salgo de aquí, realizar otro Salto de Cosmos, aún si pienso que me dirijo al lugar indicado, podría terminar conmigo cayendo de regreso a las 12 Casas –resumió Mu.

-Comprendo, ahora es mi turno de ganarme tu desdén… tu fortaleza mental, aunque superior a la de cualquiera de los Caballeros Dorados, la obtuviste gracias a tu herencia Muviana –le comentó Shaka, Mu se sintió insultado, pero asintió de todas formas-. Para atravesar el Santuario de Eris, se requiere de una mente entrenada, y tú apenas has sido iniciado en el arte de liberar los chakras. Esta conexión, es más gracias a mí que estiré mi mano, que a ti que logró concretar la misma –aseguró Shaka.

-Te estás ganando mi desdén sin muchas complicaciones, supongo que viene con abandonar la senda del budismo –admitió Mu-. Aunque me considero lo suficientemente maduro para comprender que no lo dices para molestarme. ¿Qué tienes en mente? –preguntó el Muviano.

-Como dije, no puedo abandonar las 12 Casas, pero habiendo alguien al otro lado de la conexión, puedo enviar a alguien con una mejor fortaleza mental para navegar el Santuario de Eris. Una guía, por decirlo de alguna forma –comentó Shaka. Mu logró ver a un pavorreal detrás de él, y este extendió sus alas grácilmente-. Una disculpa por los inconvenientes –terminó Shaka, antes de romper la conexión, y regresar a Mu al Santuario de Eris.

-Desdén se queda corto en estos momentos –se fastidió Mu, encontrando a Mayura de Pavorreal, sentada en la pose de loto frente a él-. Ha pasado tiempo, Mayu… además de que, en estos tres años, no hemos logrado empatar nuestras agendas para charlar –admitió el de Aries.

-En realidad lo he estado evitando, señorito –admitió Mayura. Mu bajó la cabeza, deprimido por aquello-. Usted nunca aprendió a desprenderse. Por ello no puede viajar por el Laberinto del Conflicto. Hay demasiado veneno en su alma –aseguró Mayura.

-Eras increíblemente más linda cuando me servías en el Palacio de Potala, ¿lo sabías? –se quejó Mu. Mayura no dijo nada- Todo parece indicar que, sin importar lo que diga, no obtendré ninguna reacción de tu parte, ¿no es así? Entonces diré las cosas sin rodeos aquí y ahora, y daré fin a todo esto. Yo te amaba, Mayu –declaró Mu, Mayura no dijo nada-. Pero no tienes que preocuparte por ello. Te abandoné el día que elegí a Athena. Puedes estar tranquila, lo que siento ahora, es solo tristeza por aquello en lo que te terminaste convirtiendo. Así que puedes ahorrarte toda la plática del veneno en mi interior. Prefiero vivir con este veneno, que convertirme en eso en lo que tú te has convertido –terminó el Muviano.

-Umm… -fue la respuesta de Mayura, misma que forzó a una gota de sudor a hacerse presente en el rostro de Mu-. Era un muchachito muy precoz… señorito… y como recompensa por admitir esto ante mí, le confesaré algo… Mayu… quería mucho al señorito –le comentó ella, Mu bajó la mirada, entristecido-. Pero Mayu siempre supo que el destino del señorito era más grande que simples romanticismos infantiles. Por eso abandoné todo sentimentalismo, todo veneno. Para servirle como su guía, tanto a usted, como a mi Maestro Shaka. De esa forma… al menos a usted se le permitirá seguir abusando de su veneno –admitió Mayura, confundiendo a Mu, mientras la de Pavorreal se ponía de pie-. Encontrará la felicidad, señorito. Tristemente para usted, no será conmigo. Ya que he elegido sacrificarme tanto por usted, como por mi maestro. Es lo mínimo que puede hacer esta polluela, por las bellas aves en que han de convertirse algún día –finalizó ella, Mu solo suspiró con molestia-. Además, su maestra me hizo jurar que jamás lo permitiría –terminó de decir ella.

-Yuzuriha… incluso muerta me sigues atormentando –se fastidió el de Aries-. En todo caso, lo que comprendo es que este lugar se alimenta de mis sentimientos, y los profana para crear el Caos. Como Caballero Dorado, no sé cómo sentirme al respecto. Mis sentimientos deberían estar en un equilibrio perfecto para permitirme avanzar –se quejó Mu.

-Y por eso, polluelo dorado, es que no avanzas –le explicó Mayura, caminando por un sendero de la pequeña isla en la que se encontraban, desprovisto de escaleras, y pisando el vacío, revelando un camino que Mu no podía ver-. Los sentimientos no sirven al momento de encontrar la lógica en la irrealidad que son los Dioses del Caos, pero descuida… los sentimientos, sirven para mucho más… en especial cuando se trata de desafiar a los Dioses –terminó ella, y guió a Mu a través del Santuario de Eris.

El Santuario de Athena. Aposentos de Athena.

-¿Señorita? –escuchó Saori, quien permanecía recostada en su habitación, mirando al techo de la misma, sin poder conciliar el sueño, pero sintiendo una pesadez y un cansancio bastante inquietante- ¿Athena? Voy a pasar. ¿Está visible? –preguntó la Saintia al otro lado de la habitación.

-¿Katya? –preguntó Saori, no hubo respuesta del otro lado de la puerta- Estoy visible Katya, puedes pasar –se incorporó Saori en su cama, sintiéndose aún bastante mareada. Katya entró entonces en la habitación, empujando un carrito con algo de comida y té-. ¿Dónde está Mii? –preguntó Saori, poniéndose de pie mientras se envolvía en sus sabanas, y arrastraba las mismas hasta llegar a la mesita de té que ya le preparaba su Saintia.

-El Caballero Camus la ha solicitado –le explicó Katya-. Acuario es uno de los que dejaron el Santuario para atender a los conflictos en el mundo. Dejó a sus discípulos, Hyoga de Cisne e Isaac de Pez Volador, a cargo de su casa. Pero, por alguna razón, la Matriarca Yoshiko exigió que Mii lo acompañara a Noruega. En realidad, la Matriarca ha solicitado la movilización de todas las Saintias. Actualmente solo Mito, Lithos y yo permanecemos en el Santuario, desconozco las razones tras estas movilizaciones. Se me ha informado que la Saintia Kyoko viene en camino también, pero tengo entendido que no se quedará por mucho tiempo –aseguró ella.

-¿¡Kyoko ya viene!? Aún es 10 de Diciembre, ¿no es así? –preguntó Saori, Katya encontró curiosa la mención, pero asintió- Perfecto, quiero que órdenes a Kyoko a venir a verme, antes de que la Matriarca le de cualquier otra instrucción, es importante –comenzó Saori, corriendo hasta el closet de su habitación, pero cayendo en sus rodillas tras un par de pasos.

-¡Señorita! ¡Con todas estas Energías del Conflicto propagándose, no puede esforzarse mucho! –reprendió Katya, ayudando a Saori a incorporarse. La diosa comenzó a toser un poco por su debilidad- Le daré su mensaje a Kyoko, usted de momento concéntrese en desayunar y recuperarse –le ayudó Katya a sentarse nuevamente en su silla, pero solo una vez que Saori logró hacerse con un regalo de dentro de su closet-. ¿Gusta que… comparta un mensaje con el Caballero de Escorpio también? –preguntó Katya, Saori se encontraba bebiendo un poco de su té cuando Katya realizó aquel ofrecimiento, por lo que terminó atragantándose con el mismo. Katya suspiró, y fue a limpiarle el rostro a Saori con un pañuelo.

-¿A qué se debe semejante ofrecimiento? –agregó Saori apenada, Katya le dirigió una mirada de molestia- ¿Soy tan obvia? –preguntó Saori. Katya se limitó a asentir- De cualquier forma, no tienes nada de qué preocuparte Katya. Sé perfectamente los límites de mi divinidad. No tengo un mensaje en específico para el Caballero de Escorpio –admitió ella.

-Eso tampoco significa que no tenga algo que decirle –dedujo Katya, Saori hizo una mueca de descontento-. Si es su deseo, me limitaré a expresarle al Caballero de Escorpio que usted espera que regrese de sus misiones con bien. ¿Puedo retirarme? –preguntó Katya, Saori se apenó un poco, pero asintió- Si requiere cualquier cosa, dejaré a algunas damas de compañía a sus servicios. Con su permiso –finalizó Katya, y dejó a Saori pensativa en su habitación.

Casa de Aries.

-¡Tú! –dentro de la primera de las 12 Casas, resonó el grito de Kiki, quien apuntaba en ese momento a la recién llegada, Kyoko, quien no se esperaba tal recibimiento, más a sabiendas de que Milo se encontraba a su lado y esperando el permiso del guardián suplente para pasar por su casa- ¡No tienes ningún respeto por tu Armadura de Bronce! ¿¡Tienes la menor idea de cuánto me tomó repararla!? ¡Estoy increíblemente agotado! ¡Hasta me salieron ojeras! –se quejó el Muviano, mientras Kyoko retrocedía incomodada.

-Hola… Kiki… que gusto es el verte otra vez… y… perdón… como siempre… -agregó Kyoko apenada, Kiki solo la miró con su rostro coloreándose de escarlata-. Oh vamos… solo fue una pequeña fractura. Nada que alguien tan bueno en la reparación de armaduras como Mu no pueda arreglar –aseguró ella.

-¡No fue el Maestro Mu quien usó su sangre para reparar tu armadura muerta! ¡Fui yo! –se apuntó Kiki a sí mismo, la noticia fue una sorpresa para Milo, no así para Kyoko, quien seguía retrocediendo mientras sudaba frio por los corajes de Kiki- El Maestro Mu me ha declarado su sucesor en la reparación de las Armaduras de Bronce y Plata, ¡y casi muero con mi primera reparación! ¡Todos los Puentes Cósmicos estaban rotos! ¡Tuve que volver a escribir el Mapa Estelar de cada una de las estrellas! ¡Vertí más de la mitad de mi sangre! ¡No fue una simple cuarteadura! –se quejó Kiki.

-Oh vamos, estoy segura de que exageras, no pudo haber sido tan grave –se defendió Kyoko, Kiki solo le gruñó con fuerza-. Entonces… ¿me la entregas? Tengo una misión importante y no puedo ir sin mi armadura. Vamos, ten algo de pena por mí que acabo de revivir mis miedos al mar porque mi maestro aterrizó en medio del Estrecho de Gibraltar al saltar más lejos de lo necesario. Por un momento incluso llegué a pensar que me comerían Escila y Caribdis. Vamos Kiki, sé un Muviano lindo y dame mi Armadura de Equuleus, prometo tener más cuidado –suplicó ella. Ante ser llamado lindo, Kiki se apenó, y comenzó a pensar al respecto.

-De manera que Mu te ha elegido como su reemplazo –comenzó Milo, llamando la atención de Kiki, quien miró al de Escorpio con algo de preocupación, pero asintió-. ¿Hace cuánto se ha ido? ¿Han recibido noticias de él? Si Mu te ha declarado como el reparador de Armaduras de Bronce y Plata oficial en el Santuario, eso básicamente significa que se está preparando para el día en que no regresará. Tú… eres un Aries, y su discípulo. Además de que Mu fue condecorado a los 8 años –se preocupó Milo.

-¿Insinúa que el Maestro Mu piensa que no regresará y me está preparando para ser su reemplazo? –preguntó Kiki, consternado por la noticia- ¿Será esa la verdadera razón de nombrarme el reparador oficial de las Armaduras de Bronce y Plata? No… no puede ser, el Maestro Mu no moriría en una misión suicida –aseguró Kiki.

-El objetivo de tener discípulos, además de transmitir las enseñanzas, es el de estar preparados para el día en que hagamos falta –le espetó Milo secamente. El comentario hirió a Kyoko. Después de todo, ella no compartía las estrellas de su maestro-. Con esto no estoy diciendo que Mu haya elegido el dar su vida intentando asesinar a Eris, pero esta es siempre una posibilidad inamovible. ¿Sabes dónde se encuentra el Santuario de Eris? –preguntó el Escorpio.

-Ah… el Maestro Mu solo atinó a decirme que se encontraba en algún lugar del Santuario, oculto en sus cielos –le comentó Kiki. Milo miró a los cielos, y utilizó su Dunamis para intentar encontrar el mismo, pero no lograba encontrarlo-. No le fue sencillo al Maestro Mu. Encontró el Santuario de Eris al seguir las Energías del Conflicto desde su origen, pero estas energías… -intentó explicarle Kiki.

-Ya no se mueven desde el Santuario de Eris hacia la Tierra –dedujo Milo, observando las energías que tenuemente se movían desde varios rincones del mundo, y desaparecían en los cielos de Atenas.

-Es como sospechas, Milo –escuchó Milo en su cosmos, siendo Saga quien se dirigía a él. Milo en ese momento se viró a buscar la Isla de Milo con su vista, encontrando a Saga, de brazos cruzados, frente al Santuario del Dios de la Valentía y los Héroes-. En estos momentos, incluso la Orden Dorada se encuentra confusa sobre el cómo accionar. Sé que Camus te ha dado el resumen de la situación, pero esta es un tanto más complicada. Sé dónde es que Ares ha de renacer –enunció Saga, sobresaltando a Milo.

-¿Cómo dice Maestro? –se apresuró a virarse Milo, sorprendido- Con la llegada de Eris, la de Ares está más que próxima, pero… de allí a saber dónde renacerá. ¿Cómo ha dado con esta información? ¿Hay algo que podamos hacer para evitar su renacer? –se preguntó el de Escorpio, la de Equuleus y el Muviano intercambiaron miradas, no formando parte de la conversación.

-Como prospecto de Patriarca que fui, hay información que no puedo compartir bajo juramente, a no ser que tenga el permiso de la Matriarca del Santuario –le comentó Saga, Milo asintió ante aquellas palabras-. Es por esto, que estoy solicitando a la Matriarca Yoshiko que te estacione de forma indefinida en Grecia, además de que solicito su presencia en la Isla de Milo, el lugar donde he descubierto que renacerá Ares si esta guerra termina por complicarse aún más –finalizó él.

-He recibido tu mensaje, Saga –escuchó Milo entonces a Yoshiko, quien apareció también en la mente de Milo-. Y atenderé a tus precauciones. Milo de Escorpio, a partir de este momento, y a solicitud de tu maestro, Saga de Géminis, se te prohíbe abandonar los límites del Santuario –ordenó Yoshiko, Milo se molestó por aquella orden, y cerró sus manos en puños-. En cuanto a Kyoko, será asignada a otro Caballero Dorado temporalmente. Continuaremos con esta discusión en la Isla de Milo –finalizó Yoshiko, y tanto ella como Saga apagaron sus cosmos.

-¿Reasignada? Espere un segundo Matriarca… -intentó quejarse Milo, Kyoko solo se preocupó por escuchar sobre una reasignación, Milo tan solo se viró para verla, comprendiendo sus inquietudes-. Por alguna razón… me están obligando a permanecer en el Santuario… otro Caballero Dorado tomará mi lugar en el frente para detener a las Energías del Conflicto –aseguró Milo, Kyoko parpadeó un par de veces, pero no dijo nada, Milo solo miró a la salida del Templo de Aries-. Al menos sé que estás en buenas manos –admitió Milo.

-Por supuesto que lo está, jamás me lo perdonaría si algo llegara a pasarle a la querida discípula de mi Hermano de Cosmos –agregó el recién llegado, Aioria de Leo, quien a partir de ese momento se haría cargo de Kyoko.

Noruega. Asgard.

En el extremo norte de Europa, existe una tierra congelada casi en su totalidad, donde los Dioses griegos no gobiernan, y donde se siguen las enseñanzas de Dioses ajenos al Santuario. Es en estas tierras congeladas donde existe otro de los Epicentros del Caos, y donde un cuerno de batalla resonó con fuerza, incitando a la matanza entre dos bandos de guerreros vistiendo ropajes muy distintos a los vistos en Grecia.

Los guerreros de un bando, llevaban armaduras azul oscura, muy distintas de las Armaduras Zodiacales, y que bien podrían confundirse con armaduras para soldados comunes, con trozos de pieles de animales sobresaliendo de entre las conjuntaras, con cascos de cornamenta que evitaba que se les vieran los rostros, y llevando consigo más de un arma, lo que distaba demasiado en comparación con los guerreros del Santuario que rara vez las usaban. En su mayoría, los guerreros que defendían una muralla de madera, cargaban hachas de mandoble, o hachas cortas con escudos redondos, amarrando a sus espaldas también lanzas y llevando atados a sus petos espadas y dagas. Estos guerreros defendían la entrada a Asgard, siendo estos las fuerzas de defensa locales.

Los invasores por otra parte, se asemejaban más a los griegos tanto a sus facciones físicas como en la naturaleza de sus armaduras, pero sin pertenecer al Santuario de Athena. Eran un grupo más reducido que los de las fuerzas locales, llevando en su mayoría armaduras azules, mayoritariamente rubios y de piel pálida. No cargaban armas, pero sí manipulaban el cosmos, y lo demostraban lanzando de sus puños la fuerza blanquecina, que se estrellaba en los escudos de madera de los defensores de Asgard, quienes celebraban cada vez que bloqueaban un ataque, más divertidos que sintiendo la amenaza de los invasores, quienes comenzaban a fastidiarse por lo divertidos que parecían los locales. Incluso si un defensor de Asgard caía, los guerreros locales lo celebraban, y se lanzaban en hordas contra los manipuladores de cosmos, que los repelían, y en ocasiones, caían ante los ataques de las armas de los locales.

Normalmente, el que un manipulador del cosmos cayera era algo muy difícil de lograr, y solo otros manipuladores del cosmos podían lograr semejante afrenta, y aquello era precisamente lo que ocurría. Los Guerreros Vikingos, las fuerzas de defensa locales de Asgard, manipulaban el cosmos, pero lo hacían de una forma muy distinta a los usuarios en el Santuario, ya que concentraban sus cosmos alrededor de sus cuerpos, para acrecentar su velocidad, y dar fuerza a sus armas. Todos los Guerreros Vikingos estaban entrenados en el cosmos, aunque de momento solo sobrevivían por ser una mayoría, ya que los invasores lo controlaban con mayor destreza.

-¡Ya he tenido suficiente de esto! ¡Impulso Azul! –exclamó un guerrero del bando de los invasores, aparentemente el líder, rubio, de cabellera corta, y azotando con su cosmos al alzar su mano a un buen número de las fuerzas locales, que cayeron congelados al suelo tras haber sido abatidos por el líder de las fuerzas invasoras- ¡Escuchen malnacidos Guerreros Vikingos! ¡Es Alexer, soberano de Bluegard, y Líder de los Blue Warriors, quien se dirige a ustedes, malditos salvajes! –enunció el líder de los invasores- El pueblo de Bluegrad ha vivido aislado del mundo, en una tierra congelada del norte de Siberia. Esos días terminan hoy –aseguró Alexer.

-¿Ah sí? Primera noticia que oigo al respecto –agregó uno de los Guerreros Vikingos, pelirrojo, y con una capa de siervo a sus espaldas, lo que le daba el nombramiento de general de los ejércitos de defensa de Asgard- Me temo, mi señor invasor, cuyo nombre no me interesa, así como no me interesa ni su tierra, ni sus problemas, que lo que está haciendo es invadir nuestra tierra, sin nada parecido a una provocación razonable. Entonces, ¿por qué habría de importarnos lo que diga? ¿Cuándo al ser la nación ofendida lo único que queremos son sus cabezas en una pica? –se cruzó de brazos el pelirrojo.

-¿Eres el líder de este escuadrón de defensa? –preguntó Alexer, el pelirrojo alzó y bajó los brazos indicando que eso no importaba- Si se cumplen nuestras exigencias, no habrá necesidad de más derramamientos de sangre. Entréguenos a la Sacerdotisa de Odín, esa que mantiene los polos congelados con sus oraciones. Si se cumplen nuestras demandas, dejaremos sus tierras –finalizó el líder de los Blue Warriors.

-Claro, y nosotros debemos, simplemente, permitir el derretimiento de los polos, lo que subiría el nivel del mar mundial unos 60 o 70 metros aproximadamente, y que la temperatura promedio de la Tierra suba unos 15 grados centígrados, además de liberar microorganismos, como virus y bacterias, que han permanecido congelados durante miles de años, esparciendo enfermedades que se creen actualmente erradicadas, y ni hablar de lo que pasaría con toda Europa, cuando 13 millones de kilómetros cuadrados sean tragados por el océano, lo que pasaría también en América y en Asia. Oh si, considero que es un pequeño precio a pagar para… ¿qué exactamente? –se burló el Guerrero Vikingo, sus compañeros se burlaban de igual manera.

-¡Para regresar la luz del sol y su calor a Bluegard! –exclamó Alexer, los Guerreros Vikingos todos rieron a tono de burla- ¿Les parece divertido, asquerosos Vikingos? ¡Ustedes viven una situación similar a la nuestra! ¡Fueron condenados a vivir bajo estas horribles condiciones! –aseguró el hombre.

-¡Te equivocas! –exclamó otro Guerrero Vikingo, siendo esta una mujer, de larga cabellera blanca- La penitencia impuesta a nosotros, el pueblo que vive en el Asgard, se nos ha sido asignada por nuestro señor, el Dios de la Guerra Odín, para la salvación de los otros pueblos. Es nuestro destino, y estamos felices de aceptarlo –finalizó la mujer.

-Cierra la boca, bruja, es a tu líder a quien me dirijo –exclamó Alexer furioso. Las risas cesaron, y los Guerreros Vikingos tomaron sus armas-. Solo hay un Dios de la Guerra verdadero, y ese es Ares. Así que, o me entregan a la sacerdotisa, o la ira de Ares caerá sobre todos ustedes –amenazó Alexer.

-Eso no pasará… -escucharon todos, cuando frente a las murallas de Asgard aterrizó un cometa dorado, junto a otro par de cometas blancos, que mostraron a tres Caballeros de Athena: el Caballero Dorado, Camus de Acuario, en conjunción con la Saintia Mii del Delfín, y la Caballero Femenino, Natassia de Triangulo Austral-. Y me temo, Alexer, que ni te considero el líder de los Blue Warrios, y que estás olvidando que existe otra Diosa de la Guerra además de Ares y Odín. Athena, la Diosa de la Sabiduría y la Guerra –amenazó el de Acuario, quien se viró para ver a la cima de la empalizada de madera-. Yo me encargaré, Surt. Llámalo un acto de buena fe antes de pedir audiencia con el Sumo Sacerdote Derbal, y con la Sacerdotisa Hilda de Polaris –agregó Camus, su Dunamis brillando violento, llamando a los vientos congelados.

-Típico de Camus –exclamó Surt desde la cima de la empalizada, y mientras dirigía una mirada divertida a la Guerrera Vikinga a su lado-. Mejor se retira, señorita, no querrá verse poco presentable a la llegada del Caballero de Acuario al pedir audiencia con el Sumo Sacerdote –guiñó un ojo Surt, la Guerrera Vikinga no dijo nada, pero atinó a retirarse.

-¿Un Caballero Dorado? ¿¡Camus el Caballero Dorado de Acuario!? –exclamó Alexer con preocupación, sintiendo la presión del Dunamis de Camus, a quien ya le temblaba la mano por mantener la misma- ¿Qué hace un Caballero de Athena en Asgard? –apuntó Alexer.

-Podría preguntarte lo mismo, Alexer –comenzó Camus-. Los Blue Warriors están muy lejos de su hogar. Deberían estar en Bluegrad, en el extremo norte de Siberia, no aquí en Asgard al extremo norte de Noruega. ¿Qué ha ocurrido con el Rey Piotr? Él no consentiría esta invasión –preguntó Camus, desafiante.

-Es verdad, mi padre no consentiría esta invasión, pero no puede defenderse estando más de 5 metros enterrado bajo los hielos de Siberia –declaró Alexer. Natassia, la Caballero Femenino de Triangulo Austral, se mostró horrorizada ante aquella declaración, Camus lo notó, pero eligió ignorar las reacciones de la joven.

-Asesinó… a padre… -enfureció la Caballero Femenino-. Maestro… le pido permiso de vengar la muerte de mi padre… -solicitó Natassia, Alexer entonces sintió en su cosmos la identidad de la persona debajo de la Armadura de Bronce, y se apenó por aquello. Camus simplemente lo negó con la cabeza.

-Los sentimientos personales no deben nublar tu juicio. Algo tan ridículo como la venganza no tiene lugar en los sentimientos de un Caballero de Athena, niego tu solicitud –declaró Camus, adelantándose. Mii, quien era más empática que su maestro, colocó su mano sobre la hombrera de Natassia, intentando calmarla, mientras Camus avanzaba, con su Dunamis listo-. Alexer… esta es tu ultima oportunidad… retira a tus hombres, abandona esta cruzada. O me veré obligado a borrarlos a todos del mapa. No siento que tengas idea siquiera, de lo que está en juego si esta guerra prosigue. Las Energías del Conflicto no se pueden permitir salirse de control –amenazó el de Acuario.

-¿Energías del Conflicto? ¡Esto es por mi reino! ¡Y primero muerto que permitir a mi pueblo continuar existiendo bajo los mandatos egoístas de los Dioses! –amenazó Alexer, sus hombres elevando sus cosmos, y amenazando a Camus con los mismos.

-No puedo juzgar tu postura, Alexer… -admitió Camus-. El sometimiento a los Dioses, tras la Nueva Titanomaquia, es algo que entiendo que no debe de permitirse. Sin embargo, el sometimiento del pueblo de Asgard, no responde ni a los Dioses Olímpicos, ni a un acto de sumisión. Responde a un sacrificio por un bien mayor. Lo que tú buscas por otra parte, es egoísta, esparce el conflicto, y con la reinante amenaza de Eris… no hay lugar para sentimentalismos… ¡Océanide Execution! –llamó Camus a los vientos de Poseidón, y al Dunamis de Okéanos de la Corriente, lanzando ambos ataques en conjunto, y congelando en un instante incluso a aquellos quienes eran los manipuladores de los hielos. No hubo quien quedara en pie en el ejercito de los Blue Warriors y, seguramente, ni siquiera se enteraron de sus propias muertes. Natassia, horrorizada, cayó en sus rodillas, Camus se viró sin arrepentimiento sobre sus actos, y caminó en dirección a las murallas de madera, que se abrieron, mientras Surt salía a recibir a su amigo-. Surt –reverenció el de Acuario.

-Camus –reverenció de regreso Surt, antes de silbar a modo de sorpresa y ver a las estatuas congeladas, y a la Caballero Femenino que lloraba de rodillas contra la nieve, mientras Mii se quedaba a su lado para ayudarla en su dolor-. Tan frívolo como siempre. Bienvenidos sean, Caballeros de Athena, a Asgard. Enviaré a uno de mis Guerreros Vikingos a pedir audiencia con el Sumo Sacerdote Derbal. El resto, destruya las estatuas de los invasores –terminó Surt, los Guerreros Vikingos entonces adelantaron filas, y comenzaron a romper las estatuas de hielo, la primera en caer siendo la de Alexer, cuya cabeza rodó hasta las rodillas de Natassia, a quien Mii abrazó para ayudarla a sobrepasar su dolor-. ¿No fuiste algo duro? ¿No era Alexer el hermano de Natassia? –preguntó Surt curioso.

-Hice lo que consideré necesario para prevenir el renacimiento de Ares –le explicó Camus, Surt le dirigió una mirada llena de intriga-. Eris ha renacido en este mundo, y Noruega, al ser la Tierra del Dios Nórdico de la Sabiduría en la Guerra, es uno de los Epicentros del Caos junto a otros lugares como Alemania –le comentó Camus, Surt viró su rostro a las estatuas congeladas siendo destruidas por los alegres Guerreros Vikingos, y no pudo defenderse de la acusación-. He sido enviado por el Santuario de Athena a prevenir que la situación se salga de control. Si el conflicto en el mundo se extiende, y las Energías del Conflicto se salen de control, Ares podría renacer en este mundo, y la guerra iniciara por razones ridículas y sin sentido –aseguró él.

-No noto la diferencia con cualquier otra guerra –admitió Surt-. Y, sin embargo, no soy más que un capitán de los Guerreros Vikingos de una casa menor de la realeza de Asgard. Te presentaré con Siegfried, el Jarl designado por el Sumo Sacerdote Derbal, y pediré audiencia, pero más no puedo hacer. Los extranjeros… no son exactamente bien vistos en Asgard, y no eres exactamente santo de la devoción de Siegfried por… tu cercanía a con nuestra sacerdotisa –se burló Surt, Camus suspiró-. Pero antes de todo eso, ¿visitamos a mi hermana? –preguntó Surt de forma amigable. Camus desvió un poco la mirada a sus discípulas- Lo comprendo… tras asesinar al hermano de tu discípula, el visitar a Sinmone sería… -intentó mencionar Surt.

-Tengo una deuda contigo Surt… y he de pagarla, de preferencia en esta vida… -le aseguró Camus, Surt hizo una mueca de descontento ante el comentario-. Visitaré a Sinmone… es lo que te debo por haber causado su muerte… -aseguró el de Acuario.

Grecia. Atenas. El Santuario. Aposentos de Athena.

-Señorita Athena –comenzó Katya, Saori se había quedado dormida en su mesa nuevamente, la debilidad por el conflicto en el mundo la tenía bastante cansada, más al escuchar a Katya, su primera reacción fue la de engullirse su desayuno ya frio, antes de que la Saintia entrara, y la juzgara por no comerse sus alimentos para restaurar su energía, pretendiendo que había terminado de desayunar hace tiempo-. Le he traído a Kyoko como ha solicitado. Pero me temo que el Caballero de Escorpio no esperó a recibir mi mensaje. La Matriarca lo ha solicitado en la Isla de Milo –declaró Katya, lo que preocupó a Saori, pero su atención se posó de momento en Kyoko, quien ya vestía su renovada Armadura de Equuleus.

-Te agradezco, Katya –enunció Saori de una forma arrogante, misma que sorprendió a Kyoko-. Ahora, si me lo permites, hay temas de importancia que necesito discutir con la Saintia que se supone, debería instruirme correctamente sobre la danza. ¿Nos das espacio? –pidió Saori, Katya reverenció y se retiró. Kyoko se puso un poco nerviosa, en especial cuando Saori se puso de pie, y se aproximó a ella de forma amenazante-. Kyoko… -comenzó Saori, Kyoko comenzó a sudar frio, pero de pronto, Saori la abrazó con fuerza-. ¡Feliz Cumpleaños! –se alegró Saori, Kyoko se estremeció tras escuchar aquello.

-Saori, me disté un susto de muerte. Pensé que estaba en problemas –se molestó un poco Kyoko, Saori simplemente se burló del nerviosismo de su amiga, y entonces sacó una cajita de regalo de su vestido-. Oh Saori, no te hubieras molestado. ¿Es legal esto? No recuerdo que los Dioses den obsequios a los Mortales sin esperar un favor a cambio –susurró Kyoko.

-No siempre voy a pedirte asesinar a algún Hecatónquiro para darte un regalo, eres mi amiga, de las pocas que todavía me trata como a una humana y no una diosa –se quejó Saori, cruzándose de brazos. Kyoko abrió la cajita, y encontró dentro una bella pulsera de flores-. Sé que no es mucho… y puede que haya hecho un poco de trampa… ya que fue idea de una de mis encarnaciones pasadas, para dos de sus amigos… me pareció lindo, y quise hacer una para ti –se sonrojó un poco Saori.

-Saori, es hermosa, muchas gracias… -se colocó la misma Kyoko alrededor de su mano derecha, admiró la pulsera, y Saori se mostró muy complacida por las reacciones de su amiga, aunque el gusto le duró muy poco, cuando Kyoko comenzó a llorar-. Lo siento… yo solo… recordé el día que le regalé a mi hermana Shoko… su dije de Pegaso… -comenzó Kyoko, limpiándose las lágrimas. Saori tan solo bajó la mirada con tristeza-. Lo siento… sé que no debería arruinar el momento, pero… yo… no me siento con muchos ánimos de celebrar… digamos que entiendo un poco mejor al Maestro Milo y sus quejas sobre celebrar su cumpleaños… -sorbió Kyoko con fuerza.

-Lo siento mucho, Kyoko… sé que debió parecer insensible de mi parte considerando las circunstancias… pero… -comenzó Saori, cuando Kyoko la abrazó de improviso, y lloró en sus brazos-. Ya… ya… yo sé que no la estás pasando muy bien… -susurró Saori, elevó un poco su cosmos, y una de las criadas entró inmediatamente a su habitación-. Té y galletas por favor… las más dulces que encuentres. El azúcar es bueno para cuando uno se siente triste… -terminó Saori, y su criada obedeció-. Ahora… soy toda oídos, mi querida amiga Kyoko… -le sonrió Saori, Kyoko asintió, y tras un rato, ambas estaban bebiendo algo de té y comiendo galletas-. Ya veo… el Maestro Milo fue un poco cruel… -enunció Saori cuando Kyoko terminó de contarle la historia.

-No lo ha sido. Él… siempre ha tenido presente su responsabilidad a con Athena –le explicó Kyoko, ya un tanto más tranquila, aunque el comentario no fue exactamente del agrado de Saori-. Si hubiera una forma, estoy segura de que el Maestro Milo la hubiera elegido. Es por mi debilidad el que nos encontramos en esta situación. Si tan solo hubiera sido contundente… -intentó decir Kyoko. Saori la miró con preocupación y empatía-. Si hubiera detenido el renacer de Eris… fui una tonta, una egoísta. En estos momentos, muchas otras personas están perdiendo a sus hermanas o hermanos, a sus padres, madres, y amigos, todo porque yo me rehusé a dar la vida de mi hermana. ¡Fui una tonta! –agregó Kyoko con ira.

-Eso no es verdad, Kyoko –agregó Saori, tomando incluso la mano de su amiga-. Dices que entre los que enfrentaron se encontraba un Daimón resucitado como una Dríade, ¿no es así? –preguntó ella, Kyoko asintió a duras penas-. La presencia de un Daimón básicamente significa que Ares está cerca de resurgir. El que Eris haya poseído a tu hermana y liberado las Energías del Conflicto en el mundo, no significa que no lo hubieran hecho sus Dríades, o aquel Daimón. El objetivo de Eris es el renacer de Ares, siempre ha sido de esa forma. Lo que en estos momentos ocurre en el mundo, no es tu culpa, hubiera pasado de todas formas –aseguró Saori.

-Sé que intentas animarme, Saori, pero eso no es cierto –respondió Kyoko, Saori se apenó por la desconfianza de su amiga-. Pensar en el hubiera no resuelve nada. Lo que está ocurriendo en el mundo es por mi egoísmo. Si permitir al Maestro Milo asesinar a mi hermana evitaba todas estas muertes… entonces… debí habérselo permitido –aseguró ella.

-Pero no se lo permitiste, y ahora es cuando yo te respondo con tus mismas palabras. Pensar en el hubiera no resuelve nada –reprendió Saori. Kyoko se mordió los labios con fuerza-. Una persona a la que estimo demasiado me mencionó no hace mucho, que las cosas ocurren como deben ocurrir. Era el destino el que Milo perdonara la vida de Shoko, era el destino el que no la hayan asesinado como debían. Pensar en cosas como el destino, puede parecer infantil e incluso imprudente. Pero… he de pensar así de ser necesario, para que entiendas. Nadie sabe lo que pudo haber ocurrido, ni lo que vendrá. Una decisión tomada no puede cambiarse. Es por eso que te pido, que en lugar de juzgarte a ti misma tan cruelmente, busques en tu corazón la forma de enmendar. Deja de pensar en el hubiera, Kyoko… nadie va a recriminarte. Todas esas vidas que se han perdido, no son tu culpa… tú hiciste lo que pudiste –finalizó Saori, Kyoko solo suspiró, intentando tranquilizarse.

-En ocasiones… quisiera ser tan frívola y fuerte como el Maestro Milo… -agregó Kyoko con preocupación-. A veces pienso que… si fuera yo la poseída, y no mi hermana Shoko… nada detendría al maestro de intentar asesinarme. Estoy segura… de que incluso una orden directa de Athena no serviría de nada. Milo desobedecería sus reglas por lo que él considera el bien mayor. ¿O acaso no es cierto que utilizó la Exclamación de Athena a sabiendas de que estaba prohibido, solo porque lo consideró un acto por el bien mayor? –le preguntó Kyoko, Saori bajó la mirada nuevamente- Sé que insistes en que no piense en el hubiera… pero no puedo hacerlo… Milo hubiera acabado con mi hermana hace todos esos años, si yo no hubiera intervenido… todo esto… es mi culpa… pero te juro que voy a enmendar todos mis errores… seré yo quien derrote a Eris y prevenga el renacer de Ares –finalizó Kyoko, una determinación inquietante apareciendo en su mirada, una mirada idéntica a la de Milo, lo que llenaba el corazón de Saori de miedo.

Isla de Milo.

-Hubiera preferido no tener que regresar a esta isla… aunque supongo que pensar en el hubiera es una pérdida de tiempo –se quejaba Milo, en esos momentos llegando ante Saga, quien se mantenía de brazos cruzados con la vista puesta en el Templo del Dios de la Valentía y los Héroes. La Matriarca Yoshiko estaba a su lado de igual manera, el último en llegar había sido Milo, más por su descontento de tener que atender a la isla responsable de su nombre-. Maestro –reverenció Milo.

-Desprecio que me hagan esperar –recriminó Saga, Milo desvió la mirada fingiendo demencia-. Y basta con las tonterías de "Maestro", ya no soy tu maestro. Si lo fuera, no llegarías tarde. Sabes muy bien que me molesta, y mírame a los ojos mientras te hable –reprendió Saga, Milo sudó frio por aquella orden, pero miró a Saga como le ordenaba.

-Ow, yo creo que es adorable. Aún con todos estos años, siguen teniendo esa relación de maestro y discípulo –comentó Yoshiko, Milo se mostró apenado por aquello, Saga fingió ser sereno y determinado en todo momento-. Aunque he de apreciar que el de Escorpio no adquiriera los malos hábitos del de Géminis. Te muestras todo honorable y recto, Saga, al menos hasta la hora de apertura de los burdeles –terminó Yoshiko, esta vez Saga reaccionó con vergüenza, y fue el turno de Milo de mirarlo sombríamente.

-¿Burdeles? –comenzó el de Escorpio, Saga estaba tan apenado que desvió la mirada en ese momento- Así que… lo que contaba Aioria era cierto… y yo que lo defendía a punta de puñetazos en ocasiones, Maestro. Esto fue antes, o después de la revocación de la prohibición sobre los derechos carnales de los Caballeros Dorados, porque Aioria contaba muchas cosas deplorables… ¿le importaría elaborar? –pidió Milo.

-No te cité para esta conversación –se defendió Saga, pero Milo ya estaba demasiado decepcionado de Saga, y continuaba mirándolo fijamente-. Y considero a los Escorpio los menos indicados para juzgarme, la prueba la tengo al estar parado frente al Santuario del Escorpio, que antes de ser dios, regó su progenie por el mundo cuan Zeus en celo –insultó Saga.

-Primero que nada, suerte Zeus no está escuchando, o ya te hubiera fulminado –le recordó Yoshiko, Saga se mordió los labios con molestia-. En segunda instancia, el Dios de la Valentía y los Héroes estaba maldito, solo tuvo una oportunidad de dejar descendencia, aunque no es mentira que era más libidinoso que cierto Caballero de Géminis –admitió Yoshiko, Saga la miró con sorpresa-. Soy la Matriarca, y como tal, tengo acceso a una biblioteca secreta, más secreta que la biblioteca secreta que se le permite ver a los prospectos de Patriarca. En realidad, Saga, todo cuanto tú y Aioros llegaron a leer previo a Aioros convertirse genuinamente en el Patriarca, eran textos seleccionados para obligar a los prospectos a investigar e intentar saber más sobre los secretos del Santuario. Es así, se les brinda acceso a una «Biblioteca Secreta» conteniendo tomos cuestionables y controversiales, y el más curioso normalmente termina convertido en Patriarca. La diferencia es que uno se quedaba a seguir leyendo, y el otro tenía prisa de llegar al Anillo Medio –terminó Yoshiko.

-Por qué presiento que, de no haberme estado entrenando cuando Shion tomó la decisión final, se lo estaría recriminando y lo pensaría injusto, Maestro Saga. ¡Cuando realmente no lo eligieron por libidinoso! –alzó la voz el de Escorpio, y en respuesta, Saga le dio un coscorrón, que hirió al de Escorpio- Eso dolió… -se quejó él.

-Me retracto… sigo siendo tu maestro y me debes respeto, discípulo de pacotilla. Tienes mucho que aprender. Entre tus lecciones, no juzgar a tus mayores o superiores –le apuntó Saga, Milo rio nerviosamente-. Pero basta de tonterías. Si lo que la Matriarca Yoshiko dice es cierto, entonces usted sabía perfectamente sobre este Santuario, y lo que yace en su interior –agregó Saga con molestia.

-Por supuesto… la Guerra Olvidada es una guerra borrada intencionalmente de los registros del Santuario, pero sería estúpido destruir los manuscritos sagrados. Estos simplemente son exclusivos para el Patriarca en turno –le explicó Yoshiko, Saga se molestó por aquello-. Pasaron muchas cosas durante la Guerra Olvidada, demasiadas. Fue una guerra terrible, que vio morir a muchos Dioses, y la principal razón por la que es una Guerra Olvidada, es porque en esa guerra, hubo un mortal que junto a Athena asesinó al Dios Olímpico más peligroso de todos –les menciono Yoshiko, sorprendiendo a ambos Caballeros Dorados-. Algunos de los sucesos de la Guerra Olvidada son de conocimiento general de los humanos por supuesto, y pueden leerlo en un conjunto de libros llamados la Ilíada y la Odisea. Sin embargo, estos sucesos, son la versión que los Patriarcas del pasado autorizaron a los eruditos el mostrar a los humanos, y contienen solo dos años de la Guerra Olvidada, mejor conocida como la Guerra de Troya –agregó la Matriarca, y comenzó a contarles un secreto muy bien guardado de los Patriarcas del Santuario.

Anatolia. Troya. Año 1,187 A.C.

-Obviamente, la Ilíada y la Odisea no mencionan en ninguna parte la existencia de los Caballeros de Athena. Pero aquella batalla, fue todo menos heroica en realidad –contaba Yoshiko, revelando los secretos de una guerra que, si bien era famosa, no era como se contaba en los libros antiguos-. 30 Reinos de Helade, como se conocía anteriormente a los pueblos que en el futuro serían conocidos como los Griegos, zarparon en dirección a Anatolia, con 1,186 barcos, cada uno conteniendo en su interior a 100 soldados. Un total de 118,600 lanzas. Pero también, llevando en su interior a 46 Caballeros de Athena, a 7 Generales Marinos, a Athena, y a Poseidón, que en alianza buscarían el poner fin a las injusticias de los Dioses –en la mente de Saga y de Milo, ambos pudieron verlo, la flota de navíos de diversas culturas, llevando consigo a 12 Caballeros Dorados, jóvenes, y poderosos, buscando enfrentar a Hades, el Dios del Inframundo, renacido en lo que llegó a conocerse como la Primera Guerra Santa.

-En Anatolia esperaban las fuerzas de Hades, y apoyándolo, estaba la Diosa Afrodita, y por supuesto, Ares, el Dios de la Brutalidad en la Guerra. Todos al servicio de Hades –un ser inmenso en una armadura negra con púas carmesí, lideraba las afrentas en dirección a los Aqueos. Fortaleciéndose con cada batalla, mientras los Aqueos, los Generales Marinos, y los Caballeros de Athena, caían, sangraban, y perdían sus vidas, ya fuera por el cansancio, el hambre, o por el hartazgo de 9 años de sitio que culminaron en su propia entrega a la muerte por desesperación-. El motivo de Hades de orquestar esta guerra nuca estuvo del todo claro. Patriarcas del pasado, han concluido que la única razón de esta guerra, era la de reclutar en las filas de los muertos a los más grandes Héroes de aquellos tiempos, poniendo fin a la Era de los Héroes, y debilitando a la humanidad al perder los ideales de justicia, liderazgo, y entrega de todos aquellos que se unieron a aquella batalla. Y en parte… aquello fue lo que ocurrió. La Guerra de Troya, solo sirvió para traer tragedias. No solo las grandes estirpes heroicas llegaron a su fin, sino que la Helade que sobrevivió a la Guerra de Troya, terminaría por ser destruida en su totalidad escasos años más tarde, por los sobrevivientes de Anatolia que forjaron el Imperio Romano, que trajo por fin el fin a la Era de los Héroes. Fue una guerra sin ganador realmente –continuaba Yoshiko, mientras Saga y Milo continuaban viendo a los guerreros caer a sus pies, a todos menos a Ares.

-La Ilíada y la Odisea, no cuentan más que los año de aquella guerra. Es lo que los Patriarcas han permitido a los humanos conocer. Aunque intencionalmente, hubo un pasaje que se les permitió recordar, el pasaje que habla del Dios de la Valentía y los Héroes –frente a Ares, un Caballero Dorado, cargando una lanza con su punta de rubí, y una espada de bronce atada al peto, mientras en su mano derecha hacía crecer una uña escarlata, se posó desafiante ante el Dios Ares-. Un pasaje, hablando del cómo un Mortal y un Dios, unieron fuerzas para enfrentar a los Dioses mismos –llegando en un carruaje tirado por 4 sementales, una Diosa Athena, revestida de pies a cabeza en un ropaje divino, fungía como auriga para el Caballero Dorado de Escorpio-. Juntos, el Caballero Dorado de Escorpio, Diomedes, el Favorito de Athena, y la Diosa que lo aceptara como su más grande guerrero, enfrentaron a Ares. El choque de las armas sagradas, la Lanza Sagrada de Libra, contra el escudo imparable Teikhesipletes. La Espada de Bronce Maleros, contra la Lanza Incandescente Brotaloigos. Todos tesoros de guerra, que trajeron sangre y muerte a incontables guerreros. De no haber sido por la intervención de Afrodita, quien usó su propio cuerpo de escudo, probablemente Ares hubiera muerto en aquella gran batalla –la lanza del Caballero Dorado de Escorpio, atravesó entonces el vientre de Afrodita, la diosa amante de Ares, que gritó con fuerza, transformó su cuerpo en una nube, y huyó del campo de batalla-. La ira de Ares alcanzó niveles inimaginables –la furia y el coraje incineró una gran porción del campo de batalla, y hubiera incinerado al Caballero de Escorpio también si Athena misma no hubiera fungido como su escudo, usando a Aegis para salvar la vida del Caballero de Escorpio, pero quedando ella tendida y débil.

-Dos Dioses cayeron heridos, un dios quedaba en pie, fortalecido por la fuerza misma de los Daimones que le servían. Un Caballero de Escorpio, más obstinado que listo para la batalla, hacía honor a la hazaña del Escorpión del Mito –Ares y el Caballero de Escorpio se lanzaron el uno al otro, y sus cosmos arrasaron con todo a su alrededor-. Zeus en el cielo, lo observaba todo, y tras el de Escorpio haber herido a Afrodita, advertía a Ares a dar la vuelta. Un sol rojo, Antares, cazaba al planeta Marte. Zeus lo sabía, Ares no era más el cazador, era la presa, pero este solo se dio cuenta, cuando Antares pasó a través de su pecho, exponiendo por siempre el corazón de Ares, tras Diomedes de Escorpio haberle abierto el pecho con su poderosa estrella –el Cuerpo Divino de Ares, había quedado herido, su corazón, una protuberancia oscura y carnosa, latía en terror fuera de su pecho, mientras Diomedes de Escorpio lanzaba una estocada. Más antes de poder conectar la misma, una flecha de fuego separó a ambos combatientes con una explosión descomunal, que permitió a Ares huir, mientras Apolo, amenazante, y en toda su divinidad, juzgaba al Caballero de Escorpio con su presencia.

-Un mortal, había herido mortalmente no a uno, sino a dos Dioses. Y ahora posaba su mirada en una nueva presea. Apolo –con lanza en mano, el Caballero de Escorpio intentó enfrentar al Dios del Sol, más en ese momento, el dios que se había mantenido neutral, por fin hizo acto de presencia. Zeus mismo bajó del cielo, su luz no permitía ver su cuerpo divino, el terror se hizo presente en la mirada del de Escorpio, mientras una alianza que no se esperaba se hacía presente. Con Zeus y Apolo de un lado, mientras del otro, Athena, y un joven Poseidón, respaldaban al Caballero de Escorpio-. Si aquellos 4 Dioses hubieran entrado en conflicto en ese momento. Tal vez nadie hubiera sobrevivido. Pero pese a todo, Zeus se atrevió a hacer un trato. Accedería en ese momento a desterrar a Ares del Mundo Terrenal, encerrando su cuerpo original en un templo dentro de una Isla Maldita, si Diomedes de Escorpio bajaba sus armas, y se retiraba del campo de batalla, para no volver hasta el inicio del décimo año –el trato fue aceptado. Ni Diomedes de Escorpio, ni Ares el Dios de la Brutalidad en la Guerra, regresarían al campo de batalla. Para Diomedes existía un límite de tiempo de un año, para Ares, su cuerpo herido de corazón expuesto, quedaría sellado dentro de un templo de una Isla Maldita cercana a la Atenas de ese tiempo.

-Tras el destierro de Ares, Eris clamó venganza. Los Daimones perseguirían a Diomedes de Escorpio y a los suyos por años, forzando al cosmos Mortal a seguir incinerándose en desafío a los Dioses –en la mente de Saga y de Milo, Diomedes de Escorpio llegó a la vejez. La guerra continuaba existiendo en algún lugar de Anatolia, y esta llegó a su reino, una isla en medio de Europa y América, donde el cansado Caballero de Escorpio pensaba terminar sus días en paz, solo que los Daimones, las Dríades, y Eris, no lo permitirían. Venganza y castigo era evidente en sus rostros, y Diomedes de Escorpio, por fin cayó-. La vejez, alcanzó al Caballero de Escorpio. Más al morir, no llegó al Hades. Un simple Mortal podría recibir tal castigo, pero Diomedes no era un simple Mortal. Desencadenó los secretos de la divinidad, y desde su muerte, fue condecorado por los hombres, como el Dios de la Valentía y los Héroes. Y como afrenta final a los Dioses, su cadáver Mortal, fue sepultado aquí, en la Isla de Milo, y desde entonces, su espíritu ha prevenido el renacer de Ares. Esta es la historia, del Dios de la Valentía y los Héroes, el Anti-Ares –terminó Yoshiko, y tanto Saga como Milo, despertaron a la realidad de la leyenda.

Isla de Milo. 10 de Diciembre de 1985.

-El Anti-Ares… Diomedes de Escorpio… -enunció Milo, sorprendido, Saga se mostraba igualmente anonadado por la historia, de la cual él apenas y contaba con detalles. Jamás imaginó algo tan profundo como lo que Yoshiko acababa de compartirles-. Así que… no solo el Caballero de Escorpio sirve como el opuesto del Dios de la Brutalidad en la Guerra… sino que Eris siente un odio profundo ante él –declaró Milo.

-Así es… -continuó Yoshiko, meditando al respecto-. El objetivo de Eris es, y siempre será, el resucitar a Ares. Pero Ares jamás ha salido de este templo. Se encuentra sellado por un poder muy especial, el Dunamis de Zeus mismo. Y si este llegara a flaquear, el espíritu de Diomedes de Escorpio, el Dios de la Valentía y los Héroes, impediría su renacer. La Isla Maldita, que después pasó a conocerse como la Isla de Milo, se convirtió desde entonces en el campo de selección del Caballero de Escorpio quien, en secreto, no era el sobreviviente de la Masacre de la Isla de Milo, sino el elegido por el Dios de la Valentía y los Héroes –agregó ella, y solo entonces Milo comenzó a recordar ciertos eventos de su estadía en la Isla de Milo.

-El día que mis padres fueron asesinados… yo no estaba presente, aunque fuera mi cumpleaños –comenzó Milo, Saga lo miró con curiosidad, desconociendo aquella parte de la historia-. Recuerdo haber visto un destello dorado, un espíritu, que había llamado a la ventana de mi habitación, y se había oculto entre los árboles. En mi curiosidad salí de mi casa, estuve fuera solo el tiempo suficiente para evitar ser asesinado en el asedio a la granja de mis padres. Siempre pensé que había sido un sueño… ¿quieres decir que el Dios de la Valentía y los Héroes se apiadó de mí y me llamó para evitar mi muerte? ¿Por qué no se apiadó también de mis padres? –preguntó Milo, deprimido. Yoshiko meditó al respecto.

-No tengo respuesta para eso… -fue lo único que pudo decir Yoshiko-. Yo solo sé, que he visto con mis propios ojos a la Guerra de Troya gracias a mi Visión al Pasado, y lo brutal que puede llegar a ser Ares. Es por eso que he decidido que debes permanecer en los límites del Santuario. No participarás en la cacería de Eris –resumió Yoshiko, lo que molestó a Milo-. Por favor comprende… si hay una posibilidad, aunque sea mínima, de que Ares renazca en este mundo. Es necesario que el Anti-Ares se levante para enfrentarlo. No poseo una Visión al Futuro como el resto de Patriarcas, pero he visto el pasado, y al Dios de la Valentía y los Héroes enfrentar no a uno, sino a tres Dioses, incluso lo vi desafiar al mismísimo Zeus. Es por eso que tengo que insistirte. Deja a Eris en manos de los demás. Te necesito aquí, en el Santuario. Antes de que digas cualquier cosa, quiero que quede algo muy claro… esta… no es una orden… es una petición de tu Matriarca que, siguiendo los deseos de Aioros, intenta estar un paso delante de las circunstancias –le pidió Yoshiko, Milo bajó la mirada, y se mordió los labios, cerrando sus manos en puños, y molestándose por la impotencia-. Sé que sientes que has fallado, que Eris no hubiera resucitado si hubieras sido más contundente. Pero genuinamente creo, que lo que aconteció fue el mejor de todos los escenarios –admitió Yoshiko, Milo la miró con curiosidad por esas palabras-. El hubiera no existe, Milo de Escorpio… pero eso no significa que no pueda verlo. Mi Visión al Pasado me ha mostrado muchas posibilidades. Algunas… mucho más catastróficas que la existencia actual. Así que date la oportunidad de perdonarte a ti mismo… no has fallado… jamás lo has hecho… -agregó ella, sabiendo perfectamente el cómo se sentía el de Escorpio.

-En su Visión al Pasado… ¿alguna vez vio un universo en el que Aioros… sobreviviera? –preguntó Milo, Saga tenía la misma curiosidad. Yoshiko tan solo bajó la cabeza, y movió la misma en negación.

-Algunos eventos son inamovibles en mi Visión al Pasado… -admitió Yoshiko-. Pero otros eventos, son prevenibles, y es gracias a mi Visión al Pasado el que puedo decirte esto. Aún hay un mundo al que proteger. Otros mundos… no corrieron con la misma suerte –finalizó ella, Milo decidió aceptar aquella respuesta como prueba de que él no había fallado en su misión, y que aún existía un mundo que proteger.

-Me quedaré entonces… -terminó Milo, mirando en dirección al Templo del Dios de la Valentía y los Héroes-. Si ese estúpido del Dios de la Brutalidad en la Guerra piensa que no voy a partirle el rostro si se atreve a pasar por aquellas puertas, está muy equivocado. Solo espero… que sea la decisión correcta… -terminó Milo, preocupado por dejar a Eris desatendida.

Alemania. Baviera. Castillo Heinstein.

-Esto ha sido un error… -se quejaba Shura, dentro del Castillo Heinstein, una edificación muy mal cuidada, con polvo rodeando los muebles y sábanas blancas envolviendo la mayoría de los mismos, como un muy mal intento de impedir el deterioro del tiempo sobre los tesoros bajo las mismas-. Imaginé el lugar un tanto más… vivo… -admitió Shura, quien comenzó a inspeccionar los cuadros con la familia de Pandora, todos tenían los rostros de su padre, de su madre, y de su perro, rasgados. Solo permanecían las imágenes de Pandora, sonriente, muy diferente de la señorita solemne frente a él.

-Me temo que la servidumbre actualmente es escasa. Solo cuento con un mayordomo, quien hace lo que puede por mantener el lugar en condiciones aceptables. Antes este palacio era más… ameno… -le explicó Pandora. Shura se mordió los labios, incómodo, sin saber el qué hacía en ese lugar. El de Capricornio buscaba desesperadamente una razón para dejar el Castillo Heinstein, pero pese a que las Energías del Conflicto se sentían reinantes en los alrededores del castillo, la ciudad parecía estar en calma en esos momentos-. Cheshire, ya estamos listos –comenzó Pandora una vez que llegaron al comedor, que afortunadamente estaba en mejores condiciones que el resto del castillo. Al menos estaba más limpio.

-Estoy para servirle, ama Pandora –agregó un mayordomo, moreno, de ojos dorados, de cabello largo, pero atado en una coleta, y quien colocaba los alimentos sobre la mesa a momento que también separaba la silla de Pandora para ayudarla a sentarse, notando entonces la mano vendada de su señorita-. ¿La ha herido? –reaccionó Cheshire con molestia, dirigiendo una mirada agresiva al de Capricornio.

-¿Un cosmos? –comenzó Shura, intuyendo que algo andaba mal- Nuevamente es un cosmos vacío y lúgubre, frío inclusive. ¿Quiénes son realmente ustedes, Pandora? –interrogó Shura, Pandora simplemente alzó su mano para tranquilizar a Cheshire.

-No tienes nada de qué preocuparte, Cheshire. Puedes dejarnos solos –agregó la mujer. Cheshire, su mayordomo, asintió a momento que se retiraba de regreso a la cocina, aunque no tardó en sentir una sensación de incomodidad, cuando el cosmos de Shura se tornó agresivo-. ¿Pasa algo? –preguntó Pandora.

-Algo en esta situación me resulta muy familiar… Pandora… Cheshire… presiento que he escuchado esos nombres antes… tal vez… en otra vida… -comenzó Shura, Cheshire se mordió el labio y comenzó a reunir su cosmos, Shura inmediatamente subió sus defensas y su cosmos, y en cada lado de la mesa de banquetes, el cosmos dorado y el cosmos oscuro se hicieron frente.

-Has escuchado esos nombres antes… porque nuestras vidas han estado entrelazadas en el pasado –habló Pandora con tranquilidad, Shura le dirigió una mirada de curiosidad-. Sé que no lo recuerdas. La reencarnación es un tema muy delicado. Pero como el Caballero de Capricornio que eres, estoy segura de que lo sabes, de que lo sientes. Tú y yo… fuimos amantes en otra vida… -comenzó Pandora, Cheshire en ese momento reaccionó con violencia, y se viró para ver a Pandora con curiosidad-. ¿Puedes recordarlo, Shura? ¿Lo que significo para ti? –sonrió la chica, abandonando las intenciones de compartir una merienda, y en su lugar dirigiéndose a Shura con intenciones que bien podrían ser lujuriosas.

-Ama Heinstein… ¿qué está haciendo? –comenzó Cheshire con molestia, Shura solo posó su atención en Pandora, en su mirada, y esta mirada se sintió llena de poder y oscuridad, una oscuridad tal que comenzaba a cegar a Shura, a incomodarlo, a debilitarlo-. Ama Heinstein… la barrera del castillo… si me permite yo puedo… -intentó decir su mayordomo.

-Eso no será necesario, Cheshire… -le respondió Pandora, colocando sus brazos alrededor del cuello de Shura, quien temblaba en esos momentos, como si estuviera siendo atacado mentalmente-. El hombre que en estos momentos está frente a mí… es un hombre con el que he compartido ya varias vidas… un hombre al que me encuentro destinada. ¿Lo entiendes? ¿Lo sientes? Tú no puedes hacerme daño, Shura de Capricornio. Confías en mí… casi tanto como confías en Athena… me amas tanto… con una intensidad que Athena no puede brindarte… no puedes dudar de mí… soy todo cuanto has deseado… -susurraba Pandora, sus ojos violetas llenándose de cosmos, y los de Shura entrando en un trance que coloreó los propios del mismo color, mientras Pandora se acercaba sonriente, impaciente-. ¿Puedes sentirlo? El deseo… de lo que está prohibido… puedes tener todo lo que desees… solo hace falta un pequeño impulso egoísta –continuó susurrando, sus labios tan cerca de los de Shura, que el de Capricornio podía sentir su respiración perfectamente-. ¿Me deseas? –preguntó ella.

-Te deseo… -se impulsó Shura en su contra, besó a Pandora, y la derribó contra la mesa. Cheshire, del otro extremo de la misma, se golpeó su propio rostro con molestia, mientras frente a él, el Caballero de Capricornio perdía todo rastro de caballería, cayendo de lleno en el hechizo de Pandora, quien se aprovechó, y regresó las atenciones.

-Había formas menos vergonzosas de mantener los secretos del Castillo Heinstein… ama Pandora… -se quejó Cheshire, levantando los platos de la mesa, y llevándose los mismos de regreso a la cocina-. Y yo que me esforcé en hacer algo comestible. Siempre busca excusas para no comer mi comida. Pero esta es la peor de todas –se fastidió el mayordomo, dejando a Pandora sola con su nuevo esclavo mental.

Noruega. Asgard. El Santuario de Odín.

-Me complace el recibir visitas del Santuario de Athena, en especial cuando se trata de un viejo estudiante de nuestras tierras congeladas. Aunque hubiera preferido que tu visita fuera anunciada correctamente –Camus, Mii y Natassia, se posaron en reverencia ante el Sumo Sacerdote del Santuario de Odín, Derbal, un imponente y alto pontífice que mantenía una relación un tanto frágil con el Santuario de Athena, pero quien había aceptado anteriormente a Camus en su corte-. ¿Qué te trae de regreso a estas tierras? Sé que visitaste la tumba de Sinmone, pero no considero esta razón suficiente para la visita de un Caballero Dorado –agregó el Sumo Sacerdote, sirviéndose una copa de vino, y bebiendo de la misma con escasas formalidades. Algo típico de aquellas tierras congeladas.

-Así como lo ha mencionado, Sumo Sacerdote, me he presentado ante la tumba de la hermana de Surt, a quien en mi imprudencia di muerte –declaró el de Acuario, para sorpresa de Natassia y de Mii-. Pero el visitar la tumba de una amiga de la infancia no merecería el traslado de Grecia hasta Asgard. Sé que la teología que rige a Asgard podría encontrar mis palabras como una herejía. Pero he venido a prevenirle, sobre la posible resurrección del Dios de la Brutalidad en la Guerra –comentó Camus.

-¿Tyr? –preguntó Derbal, Camus mantuvo su silencio- Oh, comprendo. Estás hablando del Dios de la Brutalidad en la Guerra del panteón Griego. Ese al que llaman Ares –el de Acuario asintió con solemnidad-. Admito haber escuchado de nuestra sacerdotisa Hilda sobre la existencia de energías extrañas en nuestra tierra. Creo que las ha llamado Energías del Conflicto. Y admito que el número de escaramuzas registradas por lo territorios pertenecientes al Santuario de Odín han ido en aumento. ¿Me estás diciendo que esto es producto de tu dios? –preguntó Derbal.

-Las Energías del Conflicto no se presentan como producto de la diosa a la que yo sirvo. He de recordarle que el domino de mi diosa, Athena, es el mismo que el de su dios Odín. La Sabiduría en la Guerra –le comentó Camus, Derbal lo miró con molestia ante aquellas palabras-. La Brutalidad en la Guerra pertenece a Ares, a quien yo no sirvo, pero las Energías del Conflicto son obra de Eris, la Diosa del Caos y la Discordia. Si las Energías del Conflicto se propagan por el mundo y no son erradicadas a prontitud y con sabiduría de por medio, estas se reunirán y traerán consigo el renacer de los Daimones. Y una vez que los 9 Daimones hayan aparecido en el mundo, pensamos que será el momento en que Ares renacerá en esta tierra, y lo consumirá todo. He venido desde el Santuario de Athena hasta aquí el Asgard de los Dioses Guerreros, ya que este es uno de los Epicentros del Caos, uno de los lugares de mayor concentración de las Energías del Conflicto. Si estas energías se salen de control… los Daimones comenzarán a hacerse presentes… es por esto que le pido que tome una postura pacífica ante nuestros enemigos mutuos –pidió Camus.

-¿Y si llegara a negarme? –preguntó Derbal, preocupando a Natassia y a Mii, Camus por su parte, se mantuvo tranquilo- Permíteme recordarte una cosa, Camus de Acuario. Odín es el verdadero Dios de la Sabiduría en la Guerra, a Athena se le permite regir como tal, porque nuestro dios, omnipotente y omnipresente, así lo ha querido –Camus se molestó un poco por aquellas palabras, pero decidió no dejarse llevar-. La única condición para la existencia pacífica entre los panteones Nórdicos y Griegos, es que jamás se niegue la posición del Padre de Todos, como el Dios de la Guerra por excelencia. Mientras estas exigencias se mantengan, habrá paz entre nosotros los Nórdicos y los Griegos. Así que si Eris quiere propagar las Energías del Conflicto en nuestra tierra, que se sienta libre de hacerlo. Nosotros la enfrentaremos, no requerimos de advertencias, ni de alianzas innecesarias. El aceptarte en el Santuario de Odín para tu entrenamiento, fue un acto de buena fe, y con los intereses de paz de por medio. Cualquier otro Caballero de Athena que se postre en nuestras tierras, será visto como un invasor. Te extiendo la cortesía de esta audiencia, viéndote a ti y a tus acompañantes como embajadores, pero ahora te solicito que te retires –terminó Derbal, intentando retirarse.

-Mi señor… -se posó de pie Camus, Derbal lo miró con molestia-. No pretendo faltarle al respeto ni a usted, ni a sus Dioses. Pero debo pedirle que exponga nuestras inquietudes a la Sacerdotisa de Odín. Gustoso aceptaré en audiencia cualquier resolución que de esta consulta nazca. Le pido de favor nos permita quedarnos hasta entonces… -solicitó el de Acuario.

-Nada bueno puede pasar de permitir a los Caballeros de Athena permanecer en el Santuario de Odín… -comenzó Derbal, Camus cerró sus manos en puños, lo que no pasó desapercibido por Mii-. Está bien, Camus… en honor a la hermandad entre nuestros respectivos Panteones Divinos, te permito esta noche de asilo. Tendré una reunión con la Sacerdotisa de Odín, y discutiré esta… «amenaza»… con ella. Loki… -comenzó Derbal, su asistente personal llegó y se arrodilló frente a él-. Lleva a nuestros invitados a sus aposentos temporales, y comunica a Hilda que espero verla para discutir este tema –pidió Derbal, su asistente reverenció y pidió que lo siguieran, Camus se puso de pie he hizo una reverencia, sus discípulas hicieron lo mismo, y siguieron a Loki, el asistente del Sumo Sacerdote, a la salida de la sala de reuniones, y al puente elevado que separaba la misma, y desde la cual se veía perfectamente la Estatua de Odín. El grupo pasó por el mismo, pero no sin antes Camus recibir un empujón con el hombro de uno de los guardias a las afueras de la Sala del Trono del Sumo Sacerdote, lo que casi derribó a Camus del puente.

-Eso ha sido peligroso, además de grosero, Siegfried –interrumpió Surt, quien llegaba desde el otro extremo del puente, y miraba de forma acusatoria al hombre de cabellera café lechosa y ojos azules, quien se acomodó de regreso de un lado de la puerta-. Sigmund… por favor, cuida que tu hermano menor no asesine a alguien –pidió Surt, quien entonces se dirigió a Loki-. Si no es molestia, amo Loki, he recibido instrucciones de la Sacerdotisa de Odín de entregar a los invitados al ala oeste –entregó Surt a Loki, quien leyó el pergamino que le facilitaban, y asintió-. Por aquí –pidió Surt, Camus asintió y siguió al capitán de las Fuerzas de Defensa, al menos hasta entrar en los templos comunales, fuera de la vista de los hermanos apostados a las afueras del Templo del Sumo Sacerdote-. Dos salas a la derecha por este corredor y llegarás al patio privado de la sacerdotisa, la puerta está abierta, solo levemente emparejada para aparentar. Si te descubren, tendrán tu cabeza, sus cabezas, y mi cabeza. No me compliques las cosas más de la cuenta. ¿Comprendes? –se quejó Surt.

-Surt… yo no te he pedido… -comenzó Camus, sus discípulas se viraron para verlo, Surt solo se detuvo unos instantes, y esperó-. Lo entiendo… y te agradezco… Alicia… Natassia… sigan a Surt hasta sus aposentos, y quédense allí. No salgan ni interactúen con nadie, es una orden –terminó Camus, las chicas intercambiaron miradas, y obedecieron, Camus por su parte, siguió las indicaciones de Surt.

Al poco tiempo, Camus llegó ante una especie de explanada, que presumía varias estatuas congeladas de bestias de una mitología ajena a la Griega. Estatuas de hielo de una serpiente y un lobo, eran las más normales en el jardín congelado, pero después de estas, había extrañezas como un caballo de ocho patas, un dragón de dos cabezas, un tigre dientes de sable, e incluso una calavera con cristales a su alrededor que hizo que la última estatua, la de un harpa muy hermosa, se viera normal. Las siete estatuas, parecían formar una constelación en el jardín, y observando la estatua del dragón congelado, se encontraba una bella mujer de cabellera de plata, misma que cubría bajo un velo blanco-azulado. La mujer inmediatamente se viró a la entrada del jardín, encontrando a Camus allí.

-¡Camus! –comenzó la mujer, corriendo en dirección al de Acuario, y envolviéndolo en un abrazo. El de Acuario intentó contenerse, cerrando sus manos fuertemente en puños, pero terminó por ceder, y regresar el abrazo a la Sacerdotisa de Odín- Pensé que jamás regresarías… -lloró la mujer.

-No planeaba regresar –le respondió Camus-. Pero cuando me enteré que uno de los Epicentros del Caos yacía en Asgard… no podía arriesgarme a una guerra entre Caballeros Dorados y Dioses Guerreros… pero si alguien se entera de que estoy aquí… frente a ti… Hilda… -agregó el de Acuario con preocupación más que evidente.

-Nadie va a enterarse. Estos jardines están fuera de los límites, solo se me permite a mí como Sacerdotisa de Odín acceder a los mismos –le explicó ella con alegría-. Y ahora que estás de regreso en Asgard… Camus… hay tanto que quiero decirte… -comenzó ella.

-No estoy dispuesto a escucharlo… -respondió Camus, hiriendo a Hilda-. Tú eres quien debe escucharme, Hilda… cuando era joven y entrenaba aquí en Asgard, solo me atreví a pensar en ti como algo más que la persona a la que fui asignado a proteger mientras se llevaba a cabo mi entrenamiento, porque recibí la misiva sobre el matrimonio del Patriarca Aioros, y su decreto de abolición a las leyes antiguas –le recordó Camus, Hilda asintió y estuvo por hablar-. No he terminado. En ese momento me atreví a pensar que podría existir algo más. Pero, aunque el sentimentalismo no esté prohibido ahora, en ese entonces no eras una Sacerdotisa de Odín. Lo que deseas está prohibido. Fuiste elegida como sacerdotisa, además de que no siento lo que sentía antes –se separó de ella Camus.

-Mírame a los ojos, y atrévete a decírmelo, en lugar de cerrar los ojos para evitarme ver la verdad –exigió Hilda. Camus solo desvió la mirada-. Las Sacerdotisas Nórdicas, además, no nos sometemos a juramentos de castidad como tu Diosa Athena. Yo no estoy obligada a nada –le recriminó ella.

-Es muy peligroso. Podríamos ir a la guerra si algo sale mal –intentó mediar Camus, incluso intentó retirarse, pero Hilda insistió, tomándole la mano, y forzándolo a verla a los ojos-. Soy un Caballero Dorado, además de un Caballero de los Hielos. Los sentimientos me son innecesarios –aseguró.

-En la batalla, Camus… -agregó Hilda-. Y no estamos en batalla. Compartimos un mundo, este mundo. Es un mundo que creamos nosotros con nuestras propias manos. ¿Quieres pertenecer a ese mundo, Camus? O vas a hacerme a un lado, como haces con todo mundo. Pensaba que era más importante que eso para ti… -colocó sus manos Hilda contra las mejillas de Camus.

-Hilda… -se quejó Camus, mirándola fijamente, los ojos de uno, por fin conectando con los del otro-. No te atrevas… no hay lugar para ti en mi vida. Mi deber es a con Athena y nadie más… -insistió el de Acuario.

-Entonces empújame lejos de ti, pero te aseguro que será la última vez que tendrás una oportunidad… -amenazó Hilda. Camus se mordió los labios, y desvió la mirada-. Siempre es lo mismo contigo… jamás eres sincero con tus verdaderos sentimientos –terminó Hilda, y le plantó un beso a Camus, uno que el de Acuario se negó a interrumpir.

Grecia. Atenas. El Santuario. Casa de Escorpio.

-No era necesario que me acompañaras, Saori, de verdad que ya estoy mejor –comentaba Kyoko a Saori, quien bajaba encapuchada por las 12 Casas-. Además, el que lleves capucha me indica que no pretendes quedarte en las 12 Casas y vas a escaparte –acusó ella.

-¿Escaparme? ¿Yo? No sería capaz –agregó Saori divertida. Kyoko solo la miró con incredulidad, y de pronto ambas estaban riendo con fuerza-. Pero ya, enserio. Solo quería escabullirme un poco, y ver la Casa de Escorpio. Tiene tanto que no visito este templo, aunque paso por el mismo todos los días –admitió Saori.

-Tú tienes la culpa, ¿sabes lo solo que se ha sentido el Maestro Milo? –preguntó Kyoko, Saori solo la miró en incredulidad, y de forma acusatoria- Un momento, ya vi lo que está pasando. Vienes para cerciorarte de que no pase la noche en el Templo de Escorpio. Te adelanto que me asignaron a Aioria, dormiré en su templo hoy para salir temprano por la mañana –le aseguró.

-Aja… y yo debo de creer eso –respondió Saori, Kyoko hizo una mueca-. Además… no es que quiera impedir que pases la noche en Escorpio. Es tu casa, y la compartes con el Maestro Milo… eso lo entiendo… y bueno… ¿qué ganaría yo? Después de todo… tengo un juramento de castidad… -se deprimió Saori.

-Además de que tienes 13. Dejando el juramento de castidad aparte, eso está mal en muchos otros niveles –le comentó Kyoko, Saori solo bajó el rostro aún más-. De todas formas, Saori. Tienes la idea totalmente equivocada de las cosas. Yo no veo al Maestro Milo bajo esos ojos, y puedo asegurarte que él no me ve así siquiera –agregó ella.

-El Maestro Milo jamás ha aceptado ser mi compañero de baile antes. Pero contigo bailaba todo el tiempo, en secreto además –apuntó Saori, Kyoko hizo una mueca de descontento-. Y se supone que yo era la consentida –se apenó ella.

-Siempre lo fuiste, pero ese no es el punto –se quejó Kyoko-. Soy la Saintia de la Danza, necesito bailar en honor a la Musa Terpsícore, la Musa de la Danza y los Cánticos. Tú ya sabías cantar, muy bonito además, y yo necesitaba aprender a bailar para enseñarte a bailar –le recordó la Saintia.

-Recibir lecciones de danza de un hombre que pasó su niñez en reclusión asesinando a 800 Escorpios, no me parece el mejor maestro de todos los posibles candidatos –agregó Saori con incredulidad, Kyoko se apenó al respecto.

-El Maestro Milo no me enseñaba danza a mí, yo le enseñaba danza a él –se defendió Kyoko, Saori nuevamente la miró con incredulidad-. Te digo la verdad. Aunque no puedo decirte el por qué… -agregó mientras desviaba la mirada, Saori se cruzó de brazos y la observó directamente a los ojos-. No miento, y puedo probártelo. Ocúltate –comenzó a empujarla Kyoko, forzándola a ocultarse detrás de una columna.

-¿Ocultarme? ¿Porqué? –comenzó Saori, sintiendo la conmoción en su cosmos- ¡No espera! ¡No puedo espiar al Maestro Milo, Kyoko…! -se quejaba Saori, pero Kyoko logró obligarla a esconderse, y la de Equuelus se apresuró a dirigirse al medio del Templo de Escorpio, arrodillándose para recibir a su maestro.

-Ares… el Dios de la Brutalidad en la Guerra… y yo soy el Anti-Ares… no, eso es ser soberbio… -se quejaba Milo, llegando a su templo, y encontrando a Kyoko arrodillada-. Pensé que estarías en la Casa de Leo –enunció el de Escorpio.

-Me dirijo a la Casa de Leo en estos momentos maestro, tan solo pensé que podría apoyarme con una última lección antes de irme –le pidió Kyoko, tomando una pose de batalla. Milo no dijo nada, en su lugar, solo se posó frente a ella, y realizó un movimiento con su mano, invitando a la de Equuleus a atacarlo. Kyoko sonrió, viró un poco la vista en dirección a la columna detrás de la cual Saori se escondía, y comenzó a incinerar su cosmos lo más alto que pudiera, tratando de que su cosmos fuera lo suficientemente alto para lograr ocultar el de Saori antes de atacar-. ¡Meteoros de Equuleus! –atacó Kyoko con todas sus fuerzas, Milo por su parte, esperó a la llegada de los Meteoros, y atrapó los mismos al cruzar los brazos frente a su cuerpo, reuniendo los meteoros de Kyoko en sus manos.

-Tu velocidad ha aumentado bastante. ¡Corriente Ascendente! –sonrió Milo, y lanzó los cometas en dirección a Kyoko, quien evadió el ataque por poco, los cometas incluso pasaron bastante cerca de la columna en que se ocultaba Saori, y fuera de la Casa de Escorpio- Tu cosmos se ha elevado considerablemente, Kyoko, estoy orgulloso de ti -se alegró Milo, Kyoko se arrodilló frente a él.

-Le agradezco sus palabras, Maestro Milo –reverenció Kyoko-. El escuchar a uno de los Caballeros Dorados más poderosos elogiar mis avances, me hace sentirme orgullosa de mi esfuerzo. Y de seguir sus enseñanzas –le comentó Kyoko, aunque con un tono algo depresivo, que no pasó desapercibido por Milo-. Sin embargo, me avergüenzo de no poder tener la determinación suficiente. Mi debilidad es más que evidente –se apenó ella.

-¿Continuas preocupada por no haber terminado la vida de tu hermana? –preguntó Milo, Kyoko asintió- No considero tu compasión una debilidad. Hay fortaleza en perseguir tus objetivos, y enfrentarte a las adversidades –agregó Milo, acercándose a ella, mientras Kyoko no podía mirarlo a los ojos-. Me consideras como uno de los Caballeros Dorados más poderosos, ¿no es así? Cuando en realidad, puedo nombrarte a 5 Caballeros Dorados que son más fuertes que yo, y sin duda acabarían con mi vida sin que yo pueda hacer algo por evitarlo -comenzó Milo, lo que fue una sorpresa para Kyoko-. Mi Maestro Saga de Géminis, Shaka de Virgo, y el Viejo Maestro Dohko, terminarían conmigo con suma facilidad. Y considero que Mu y Aioria, ambos, podrían igualar mi cosmos en una batalla de los 1,000 días. De entre ambos, me decanto a pensar que podría superar a Aioria, tengo mis dudas con Mu –le comentó él, Kyoko asintió-. Y por último está Camus… realmente no lo considero más poderoso que yo, pero, en definitiva, no podría enfrentar a Camus aunque quisiese. Lo estimo demasiado. De entre todos a quienes mencioné, pienso que Aioria y yo estaríamos disputando el quinto o sexto puesto entre los Caballeros Dorados, y aun así… caballeros más fuertes que nosotros nos brindaron sus cosmos durante la Nueva Titanomaquia, y enfrentamos a Cronos como si fuéramos, genuinamente, los más poderosos –admitió él.

-Maestro… yo pienso que se está quitando merito a sí mismo –medió Kyoko, pero Milo lo negó-. Estoy segura de que usted es capaz de derrotar a quien sea. Nadie en todo el Santuario tiene su lealtad, ni su sinceridad y devoción. Usted en verdad es admirable –aseguró ella-. Yo desearía… tener la mitad de la determinación que tiene usted –admitió ella.

-Y yo preferiría ser tan libre como tú –admitió Milo, Kyoko se sorprendió, y Saori compartió aquella sorpresa desde su escondite-. Lo llamas lealtad, sinceridad, devoción, y determinación. Y puede serlo ante tus ojos, pero yo lo llamo sacrificio. El Caballero de Escorpio debe teñir su alma de escarlata, por mantener a su diosa pura. No asesino por el deseo y el gusto de asesinar. Si llegara a tener que acabar con la vida de tu hermana, te aseguro que no será por gusto –le admitió Milo. Kyoko bajó la cabeza, y asintió-. Me ganaré el odio de quien deba odiarme, me someteré a los castigos a los que deba someterme. Venceré a quien sea que deba vencerse, cometiendo todos los crímenes que tenga que cometer. Si eso mantiene a mi diosa pura, entonces no tendré miedo a cualquier penitencia. Ese no es el tipo de Caballero de Athena en que quiero que te conviertas, elegir la vida de Shoko, por sobre su sacrificio, es admirable. Simplemente no es algo que yo pueda darme el gusto de hacer. Así que no te arrepientas de ser la guerrera bondadosa que ahora eres… llegará el tiempo en que no habrá lugar para la bondad… y cuando eso ocurra, espero que tu resolución, sea tan grande como debe de ser, ya que mi resolución consiste en hacer lo que sea necesario, y nuestras respectivas resoluciones, podrían llegar a chocar, en cuyo caso, no tendré más alternativa que el aplastar la tuya –finalizó.

-Le agradezco, Maestro Milo… y le aseguro que atesoraré sus palabras –reverenció Kyoko. Milo regresó la reverencia, y entre ambos hubo un entendimiento-. Encontraré mi resolución… se lo juro, Maestro. No descansaré hasta que esté orgulloso de mí –le sonrió, y Kyoko se dirigió a la salida de la Casa de Escorpio, más antes de retirarse, se dio la vuelta-. Por cierto, Maestro Milo… si cree que es su responsabilidad el cometer cualquier crimen por su diosa… entonces no veo razón por la cual deba contenerse… con su permiso –por fin se retiró ella.

-¿Razón por la cual contenerme…? –comenzó Milo, más solo bastó que Kyoko dejara el Templo de Escorpio, para sentir el peso del cosmos de Saori, lo que forzó al de Escorpio a suspirar- Voy a castigarte por esto, Kyoko, eso es una amenaza –declaró Milo. A medio camino a la Casa de Libra, Kyoko se preocupó, pero siguió adelante.

-¿E… entonces… se considera un hombre de resolución inquebrantable, Maestro Milo? -se escuchó la melodiosa voz de Saori. Milo suspiró nuevamente, y se viró para verla, mientras Saori salía de detrás de la columna- ¿Cuál es su resolución realmente… Maestro Milo? –preguntó Saori, un poco preocupada por la respuesta.

-Proteger a mi diosa, Athena -confesó Milo sin rodeos, lo que no fue del agrado de Saori-. No debería escaparse de sus aposentos de esta forma. La Matriarca podría llegar a preocuparse. Si sale de sus aposentos, debe ir acompañada de una escolta –reprendió Milo. Saori tan solo se recargó sobre una de las columnas de la Casa de Escorpio, columpiándose nerviosamente. Milo repensó sus palabras, y suspiró una vez más-. Lo lamento… fui irrespetuoso… -Saori desvió la mirada, y asintió un poco, mientras ocultaba sus expresiones faciales debajo de su capucha-. Como diosa se merece mi respeto. Si he sido de lengua aguda, le ruego me disculpe –reverenció el de Escorpio.

-Mi resolución… -comenzó Saori, llamando la atención del de Escorpio-. Mi resolución… quiero que la escuches… mi resolución es que dejes de ser un corazón de piedra como le presumes a Kyoko, y comiences a expresar tus sentimientos a mí genuinamente -Milo se sorprendió, se mordió los labios, pero se negó a responderle-. Milo… no es secreto para mi… que no me ves únicamente como una diosa… tu formalidad ante mí… no es más que una fachada. Te conocí en tus momentos más vulnerables… solo comenzaste a tratarme con esta frialdad, cuando descubriste… no… cuando aceptaste, que era una diosa… antes de eso… -intentó decir.

-Antes de eso, fui egoísta, y me atreví a pensar que podía llegar a ser el centro de atención de mi diosa –admitió Milo, lo que fue una sorpresa para Saori, y dibujó una sonrisa en sus labios-. Pero pese a esta confesión, he de pedirle que no se emocione, Diosa Athena. Mis sentimientos fueron de egoísmo, por mi propia arrogancia, y deseo de superación. No hay sentimiento de ninguna índole distinta ante Athena, soy solamente su Caballero Dorado –aseguró.

-Mentiroso… -comenzó Saori, Milo mantuvo su postura obstinada-. Sientes algo… no por Athena, sino por Saori Kido. Soy omnipresente, Milo… y te miro todo el tiempo, me es imposible no hacerlo. Y he escuchado tus conversaciones con Kyoko –aceptó Saori. Milo solo desvió la mirada-. Nunca, jamás, has negado que sientas algo por mí, no importa las veces que Kyoko te moleste sobre ello. Podrás defenderte… pero no negarme… -aseguró ella.

-Puede pensar lo que usted prefiera pensar, Diosa Athena –respondió Milo, Saori cerró sus manos en puños-. No cambia el hecho de que lo que usted quiere, está prohibido, y no puede ser por más que usted lo quiera. Ahora, si me disculpa, estoy agotado –comenzó el de Escorpio.

-¡No! ¡No te disculpo! ¡Y ya que no puedo escuchar sinceridad por medios humanos, te obligaré por medios divinos! -se molestó la diosa, preocupando al de Escorpio- Tu diosa te ordena que te detengas –ordenó Saori. Milo, aunque sumamente molesto, se detuvo-. Tu diosa te ordena voltearte y mirarla –continuó ella de forma soberbia. Milo suspiró, y se viró atendiendo a las órdenes de su diosa-. Tu diosa te ordena… -comenzó ella, perdiendo todo el valor, cuando terminó con Milo mirándola fijamente-. Tu… tu diosa… te ordena… -continuó ella, desviando la mirada, Milo tan solo se cruzó de brazos, Saori notó aquello, y se molestó, aferrándose al valor-. Tu diosa te ordena… Caballero Dorado Milo de Escorpio, que si en verdad sientes algo por ella… y no solo devoción a Athena… -continuó ella, Milo cerró los ojos, molesto, Saori se enfadó más por esa reacción, y se mostró incluso más firme-. Si sientes algo por Saori Kido… te pido que me robes mi primer beso -Milo entonces abrió los ojos, estos se mostraban arrogantes, Saori se estremeció por su mirada, pero se mantuvo firme, aunque tragó algo de saliva-. Si me besas… entonces deberás tomar responsabilidad y amarme de verdad… -Milo gruñó a sus adentros, Saori se preocupó, pensando que estaba enfureciendo a Milo genuinamente-. Pero… si no me besas… te juro por Zeus que ya jamás te voy a molestar con esto de nuevo… dejaré de intentar que me ames y te veré tan solo como mi querido Caballero Dorado… te lo juro en mi nombre… pero… hoy me tienes que dar tu respuesta definitiva… -Milo bajó la mirada-. Entonces, ¿qué decides? -Milo volvió a cerrar sus ojos, pensando en su próximo movimiento- Entiendo… -habló Saori entonces, lágrimas formándose en sus ojos-. Una promesa es una promesa. No te volveré a exigir que me ames, es obvio que no sientes lo mismo que yo –concluyó Saori, y pese a las lágrimas, atinó a sonreír para Milo-. Muchas gracias de todos modos, Milo –terminó la diosa, se dio la vuelta para retirarse, pero encontró la mano de Milo aferrándose a la suya, lo que confundió a Saori, quien se viró para ver a Milo aún con los ojos cerrados.

-Antes de hacer cualquier cosa, quiero que quede algo muy en claro… -resopló Milo, evidentemente inconforme-. Cuando conocí a Shion, fue el día en que mis padres fueron asesinados, el mismo día de mi cumpleaños, y bajo el estúpido pretexto de que, en la Isla de Milo, se elegía al cazador por excelencia de la Diosa Athena… te odié… genuinamente… profundamente… no existía ni empatía, ni amor de ningún tipo, por lo que era tu divinidad… solo odio… -aseguró Milo, el rostro de Saori en ese momento se llenó de miedo y decepción-. Sin embargo… hubo algo que cambió… la calidez de tu cosmos llegó a mí… y de pronto todo el odio fue reemplazado por devoción, por lealtad… por… amor… y un inmenso egoísmo, de tener ese sentimiento solo para mí mismo… yo ya te amaba, sin que hubieras nacido en este mundo… y el sentimiento, solo creció mientras más te conocía. A tal grado llegó mi egoísmo… que rehusé el que fueras realmente una diosa, hasta que la evidencia fue irrefutable… -le comentó él, su mano apretando con bastante fuerza a Saori, lastimándola un poco-. Elegí ser devoto… me convencí a mí mismo que no sería nada más que tu guardián, tu Caballero Dorado… pero tú has forzado a esto… y por tu impertinencia… veré cumplirse mis caprichos hasta sus últimas consecuencias… y te responsabilizo, totalmente, de todo lo que pueda llegar a pasar. No quiero que olvides… jamás… que esto pasará por tu propio egoísmo… no el mío… -finalizó Milo, y antes de que Saori pudiera preguntar a lo que se refería, el de Escorpio tiró de su mano con fuerza, y cumplió con el capricho a su diosa, robándole su primer beso. Era esta la resolución de Milo, lo que lo mantenía con vida a pesar de que siempre se enfrentaba a oponentes más fuertes que él. Aquel día, Milo selló con un beso su amor por Saori, y se convirtió en un ser que se negaba a ser derrotado. Lucharía de forma egoísta, porque Saori siempre fuera suya y de nadie más. Todo aquello fue presenciado por cierta Saintia, que había regresado para observar lo ocurrido, alegrándose por la resolución tanto de Saori como de Milo, aunque sintiendo un vacío en su corazón.

El Edén Oscuro. La Cárcel de Urano.

-Todo este Conflicto… es delicioso kusukusu –resonó la voz de Emony, dentro de la Prisión de Urano, una energía oscura comenzó a disiparse, llegando ante una de las celdas de barrotes de Paladio, y estrellándose con el mismo- ¡Auch! ¡Paladio! ¡No va a detenerme! –exclamó la sombra de cosmos que apareció sobre el suelo, y que llamó la atención de Rigel y de Aeson, quienes dormían dentro de su celda.

-¿¡Un cosmos!? ¡Guardia! –gritó Rígel, ganando la atención del resto de los reos, pero no del guardia, el Caballero de Bronce, Ichi de la Hidra, quien se había quedado dormido en su guardia- ¿Quién eres? –se quejó Rigel.

-La Dríade Emony de la Malicia –se materializó la Dríade, su mano recubierta de cosmos extendió lianas que rodearon los barrotes de Paladio, y rompieron los mismos-. Y ustedes son Rigel y Aeson, Caballeros de Plata traidores con fuertes sentimientos por un par de Saintias. Y quienes hoy renacerán como Argea de Pain, y Neikea del Engaño. ¡Kusukusukusu! –las lianas rodearon a Aeson y a Rigel, quienes quedaron atrapados dentro de capullos de las mismas, mientras el par de Caballeros de Plata, comenzaban a ser consumidos por las malas hierbas.

-¡Rigel! ¡Aeson! –gritó Arctos desde su celda, elevó su cosmos e intentó tocar los barrotes de Paladio, pero estos lo repelieron, apagando su cosmos- ¡Guardia! ¡Oiga! ¡Guardia! –insistía Arctos, pero nadie llegó en su auxilio, mientras frente a él, Rigel y Aeson salían de su prisión de lianas, reemplazados por Argea de Pain, y Neikea del Engaño.

-Las Energías del Conflicto de los corazones en pena… son las más sabrosas de todas las energías, ¡kusukusukusu! ¡Han renacido las Seeds! –terminó Emony, con ambos Caballeros de Plata arrodillándose frente a ella.