Intenté actualizar antes del fin de semana, sin embargo, solo llegué a escribir la mitad de este capítulo, principalmente porque busqué asesoramiento de algunos lectores de antaño sobre el cómo proceder. Verán, cuando Guerras Doradas Original fue escrita, no existía una trilogía per se, al final del día, me decanté por que fuera una trilogía, y eso inició un Ciclo Infinito personal de edición tras edición de Guerras Doradas original, para conectar todas las historias. Esta historia, sin embargo, ya es parte de una trilogía, y considero necesario cimentar las bases de estas conexiones entre historias, independientemente de si ustedes van a leer "Guerras de Troya" y "Guerras del Ragnarok", o no. Como vengo diciendo desde siempre, no es indispensable que se lean la trilogía, pero para quien lo haga, espero que las referencias sean de su agrado.

Rocharin Hua San: Así se rie Emony, yo no me lo inventé, kusukusu. Jajaja, es correcto, Mu será todo lo Muviano que tenga que ser, pero no es lo suficientemente budista para valerse por sí mismo en un mundo de conflicto. Camus es un caso extraño, todos sabemos que tiene corazón, pero debajo de capaz y capaz de cebolla. Sobre Asgard, sacrilegio, Asgard y la mitología nórdica es muy superior a cualquier cosa de Saint Seiya que no sean las 12 Casas, pero te perdono porque mencionaste a Skyrim, mi juego favorito de todos los tiempos y que nunca he terminado porque sidequests. Ya veremos si hay chupada de patas entre el Macho Cabrío y Shura, ganas no le faltan a Pandora. A Saga también tenían que tocarle los trancazos, el vato no es tan principesco como muchos lo pintan. Sobre Diomedes, me reservo comentarios. Y bueno, lo de Milo pasó en la versión original también, pero con Saori menos atrevida. Espero hayas entendido la reverencia.

Chelixaamusca: Muy buenas tardes noches, muchas gracias por tu review, yo feliz de recibirlos. Usted déjeme los comentarios que quiera que yo los leo con cariño y los contesto de igual manera, gracias por animarte por segunda ocasión. Haré mi mejor esfuerzo por mantener las actualizaciones constantes, no te preocupes.

Josh88: Habrá más spoilers de la Guerra de Troya, lo siento por eso, es lo que pasa cuando existen precuelas. Diomedes no estará exactamente sufriendo en el Inframundo, pero muy a gusto compartiendo prisión con Ares no creo que esté. Sobre la herida de Ares, solo estoy haciendo ajustes, es importante para la trama, usted tranquilo y yo nervioso. Sobre Saga, definitivamente, el señor perfección no es tan perfecto, y sobre Camus, él será muy importante en esta saga, esperemos que para bien. Lo de Rigel y Aeson como Seeds, eso no me lo inventé, es parte del manga de Saintia Sho, en fin, supongo que es difícil seguirle el hilo a tantos spin offs. Espero que disfrutes este capítulo.


Saint Seiya: Guerras Doradas – El Ciclo Infinito.

Saga de Eris.

Capítulo 16: Las Semillas del Caos.


La Cárcel de Urano. 11 de Diciembre de 1985.

-¡Ignis Fatuus! –la oscuridad de la madrugada de aquella mañana de diciembre, y el frio de cierto Caballero de Bronce, fueron interrumpidos tanto por el grito de un Caballero de Plata caído en desgracia, quien con sus flamas incineró los interiores de la Cárcel de Urano, como por una explosión lanzó a Ichi de la Hidra, hasta esos momentos dormido a las entradas de la Cárcel de Urano, por las escarpadas paredes de la ladera de la montaña, efectivamente deshaciéndose del Caballero de Bronce que ni siquiera se dio cuenta del momento en que el impacto de su caída terminó por noquearlo- Este poder… ¿qué es este poder? –preguntaba el confundido Caballero de Plata renacido como una Seed, su acompañante, también otro Caballero de Plata renacido, se miraba a las manos sorprendido, mientras su nuevo ropaje lo reclamaba.

-Esas son las Energías del Conflicto –le comentó Emony, la Dríade de la Malicia, que en su mano reunió las Energías del Conflicto nacidas de la explosión de la Cárcel de Urano, y sorbió la misma-. Todo acto que genere conflicto en este mundo, libera estas energías de las cuales nos alimentamos las Dríades, Argea de Pain –nombró Emony, Rigel reaccionó al nombre, y se miró las manos, estas temblaban con la Energía del Conflicto que se reunían sobre las mismas-. Ya no eres más Rigel de Orión, has renacido como la Seed de Argea de Pain, aunque te he hecho un favor al conservar la Leaf que ahora te viste como si fuese la Armadura de Plata de Orión, pero es solo una réplica, aunque es más poderosa que la original –le explicó ella.

-¿Leaf? ¿Seed? ¿Energías del Conflicto? –se quejó Aeson, notando la extensión del cosmos que ahora lo arropaba- ¿Qué significa esto? ¿Acaso eres un enemigo de Athena? ¿A quién sirves? –preguntó Aeson confundido, Emony lo volteó a ver con malicia en su mirada.

-Sabes perfectamente a quién servimos, Neikea del Engaño… -le sonrió ella, y apuntó a la Leaf que ahora lo vestía-. La Leaf del Engaño tendrá la misma forma de la Armadura de Plata de la Copa, pero no posee sus capacidades de predecir el futuro. Pero no las necesitas, ¿verdad? Viste dentro de la Armadura de Copa suficientes veces para saber lo que está prohibido. Pero en caso de que aún tengas dudas en tu corazón, permíteme mostrártelo –le comentó Emony, reunió Energías del Conflicto en sus manos que, transformadas en mariposas azules, comenzaron a convertirse en un espejo de las mismas solidificándose como un metal-. Melancolía Inocente… -llamó Emony a su habilidad, las Energías del Conflicto se reunieron en el marco del espejo, y como si fuese una burbuja tornasolada que se aferraba a las paredes del objeto en que se posaba, las Energías del Conflicto mostraron una imagen ante Rigel y Aeson, una imagen de Milo de Escorpio, besando a Saori Kido, besando a la Diosa Athena-. ¿Del lado de quién creen que estarán los dioses cuando se enteren de esto? –se burló Emony.

-¿Esto es…? –enfureció Rigel, Aeson simplemente bajó la mirada, la reacción fue curiosa para el antiguo Caballero de Orión- Actúas como si hubieras visto esto antes. ¿Lo sabías? –preguntó Rigel furioso, y tomando a Aeson del cuello de su Leaf. Mientras aquello ocurría, soldados del Santuario se habían hecho eco de la conmoción, y se dirigían a la Cárcel de Urano.

-¿Crees que hubiera traicionado a Athena por una pequeñez? Por supuesto que lo sabía. Soy el Caballero de la Copa. Y este fue el evento que la Copa decidió enseñarme –apuntó Aeson furioso-. Cuando llevé esta evidencia al Patriarca Aioros, la Copa se negó a mostrarle al Patriarca lo que yo vi. Pero si Aioros me hubiera creído, no habría traicionado a Athena, porque habría tiempo para evitar esto –le espetó Aeson.

-¿Por qué no le dijiste nada a otros Caballeros de Plata? ¡No hubiéramos consentido tal insulto a nuestra diosa! –se fastidió Rigel, Emony miraba a uno, y después al otro, esperando impaciente a que la discusión entre ambos terminara-. Yo te habría creído –terminó él.

-¿Cómo si la Armadura de la Copa nunca quiso mostrarme aquella visión nuevamente? ¡Incluso yo llegué a dudar de que lo que vi fuera cierto! –se quejó Aeson, empujando a Rigel al pensar que le recriminaba, Rigel estaba más que furioso.

-¡La Armadura de la Copa no le muestra el futuro a quienes no tienen uno! –escucharon la Dríade y el par de Phantoms decir a alguien desde el interior de la cueva, que presumía varios cadáveres incinerados de prisioneros gracias a la explosión del cosmos de Rigel, más uno entre ellos logró sobrevivir a las llamas, Arctos XII- En el momento en que viste aquella visión en la Armadura de la Copa, sellaste tu destino, Aeson. No puedes ver el futuro porque simplemente ya no lo tienes. ¡Horologium Divide! –atacó Arctos, extendiendo su cosmos plateado por los suelos pese a no vestir una Armadura de Plata, Emony evadió transformada en pétalos de Lobelia, Rigel fue lo suficientemente rápido para evadir la parálisis que causaba el ataque de Arctos, Aeson por su parte, quedó paralizado en el tiempo, y fue forzado a ver al antiguo prisionero rodear sus manos extendidas con una fuerza de cosmos plateada- ¡Final Hour! –declaró Arctos, bajando los brazos en forma de cruz, como si dibujara un reloj de arena al hacerlo, el corte de este reloj se materializó en contra del cuerpo de Aeson, y estalló, lanzando a Aeson, quien no logró defenderse al estar paralizado en el tiempo, hasta estrellarlo contra Rigel, terminando ambas Seeds clavadas contra la ladera de la montaña.

-Ese poder… es demasiado grande para un simple Caballero de Plata sin Armadura –comenzó Emony, cayendo grácilmente frente a él-. Me pregunto… ¿tendrás relación con alguna Saintia cuyos sentimientos me sirvan para reclutarte como una Seed? ¿Averigüémoslo? ¡Melancolía Inocente! –reunió las Energías del Conflicto Emony en sus manos, el espejo se materializó, y este intentó ver en lo profundo de la mente de Arctos, primero encontrando a Mii reflejado en su mente, pero después encontrando a un reloj muy extraño, con la figura de un dios musculoso y de larga barba tallado en madera y sosteniendo el mismo sobre su espalda, antes de que los ojos de este dios de madera se iluminaran rosados, y llenaran la mente de Emony con visiones de mundos distantes y extintos, el mundo de un Gigante de Jade, de un León de Ámbar, y un Dragón de Perla- ¡Aaaaah! –gritó Emony de dolor, su nariz comenzaba a sangrarle con savia esmeralda- ¿Qué diantres eres? ¡No perteneces siquiera a este mundo! –acusó Emony, Arctos simplemente se tronó los nudillos con fuerza para seguir combatiendo.

-¡Alto allí, invasores al Santuario! –escucharon entonces Rigel y Aeson, mientras un grupo de soldados raso, liderados por Geki de la Osa Mayor, y quien llegaba acompañado de Jabu de Unicornio, se posaba del otro lado del sendero que llevaba a la Cárcel de Urano- En el nombre de Athena, los devolveré a sus celdas –enunció el de Bronce de la Osa Mayor.

-Mi cabeza… duele… terminaremos con esto… en otra ocasión… -finalizó Emony, rodeando a Rigel y a Aeson con mariposas azules al igual que a sí misma, y desapareciendo de los límites de la Cárcel de Urano.

-Llegamos tarde –comenzó Jabu, notando que Arctos continuaba allí frente a ellos. El prisionero entonces alzó sus brazos en señal de rendición. Jabu estuvo a punto de aceptar la misma, pero el temblor en el suelo, seguido del potente embiste de Geki, quien se adelantó y tomó a Arctos en un Abrazo Estrangulador de Osos, cortó sus intenciones-. ¡Geki! ¿Qué haces? –preguntó él.

-¡Ya bajé la guardia frente a este miserable traidor una vez! ¡No volverá a pasar! ¡Abrazaré con la fuerza necesaria para sacarle el relleno! –amenazó el de la Osa Mayor, Arctos estaba tan cansado, que incluso el ataque de un Caballero de Bronce comenzaba a doblegarlo, y de sus labios comenzó a brotar la sangre.

-Basta Geki, quien decide sobre los prisioneros no eres tú, es Athena –recriminó un recién llegado, el Toro Dorado, Geki lo miró con curiosidad, pero soltó a Arctos, quien una vez de rodillas contra el suelo, vomitó algo de sangre-. No puedo culpar a Geki por el mal trato, pero puedo ver a un aliado a los ojos cuando lo veo. Tú intentabas prevenir el escape de esos traidores. ¿Por qué? –preguntó el de Tauro.

-Porque… al fin pude ver un destello de esperanza… contra la tiranía del Olimpo –comentó Arctos, lo que Aldebarán no comprendió-. Por fin puedo decir que soy leal a la causa de Athena. Y los enemigos de Athena… son mis enemigos… exijo una audiencia con la Diosa de la Sabiduría en la Guerra, ella debe saber, que sus actos han enfurecido a los dioses –finalizó Arctos, Aldebarán no sabía a qué actos se refería, pero accedió a la petición.

El Santuario de Eris.

-¿Sientes eso? –preguntó Mu, quien en esos momentos caminaba por un suelo invisible para él, un suelo que Mayura podía ver mientras guiaba a Mu a través del Laberinto del Caos, y en dirección al Tempo de Eris. El cielo sobre sus cabezas, que presumía colores tornasolados, así como ventanas al espacio que presumían constelaciones de tanto en tanto, se quebró en una sección como si un objeto hubiera sido lanzado en contra de una ventana de vidrios que reflejaban el cosmos, revelando un torbellino de flores de Lobelia y mariposas azules, que se estrellaron en contra del Árbol del Conflicto, aún demasiado lejos para quienes intentaban llegar al mismo-. Algo en ese cosmos se sintió bastante familiar –declaró Mu.

-Las Semillas del Caos –enunció Mayura, Mu le dedicó su atención-. En la antigüedad, las 9 Musas habían sido asignadas a Eris como una estrategia de Zeus para mediar el comportamiento de la Diosa del Caos y la Discordia. En respuesta, Eris creó a las Seeds, quienes nacerían de los corazones en pena de las Musas. Cada Seed tiene un dominio, y este domino los hace muy similares a los Daimones de Ares. Lo que he sentido, es Engaño y Pena… y mientras el Engaño y la Pena se extiendan por el mundo, más poderosas serán las Seeds –le explicó Mayura.

-Eso no explica por qué sentí tanta familiaridad en esos cosmos –le comentó Mu, concentrándose, y sintiendo los cosmos de Rigel y Aeson-. Los Caballeros de Plata de Orión y la Copa –comentó Mu, Mayura se viró para observarlo bajo su máscara-. ¿Qué podría llevar a dos Caballeros de Plata a traicionar a Athena? Cuando la Nueva Titanomaquia terminó, ellos estuvieron entre los primeros en entregarse a juicio. No vi en ellos maldad alguna, Athena incluso pensó en perdonarlos –aseguró Mu.

-El perdón es algo muy curioso, cuando se da sin una buena razón –le comentó Mayura, lo que no fue del agrado de Mu-. Sin importar las razones, una traición es una traición. Y a mi parecer, Athena entregó su perdón muy fácilmente –aseguró Mayura.

-Puedes insinuar todo lo que quieras. Lo que hice fue por Athena –le espetó Mu, Mayura no dijo nada, solo permaneció mirando en la dirección opuesta de Mu-. Romper las reglas, por un bien mayor, no es una traición. Yo no lo considero como tal –aseguró el de Aries.

-Cuando una regla se rompe, sin importar el razonamiento que conlleva a la ruptura de esta regla… otras reglas… incluso reglas más importantes… podrían romperse por las mismas personas que rompieron la regla original… después de todo, sin castigo, no hay obediencia –terminó Mayura, Mu comenzó a tener un mal presentimiento-. Andando… no escucharé tus quejas sobre traidores, cuando la realidad es que tú eres uno de ellos –finalizó ella.

-El budismo definitivamente no deja lugar a sentimentalismo de ningún tipo, ¿no es así? –se fastidió Mu, pero en lugar de discutir, comenzó a seguir a Mayura por el camino invisible, mientras lejos, en el Santuario de Eris, un par de árboles poseedores de un cosmos, comenzaron a crecer con sus propios templos alrededor de sus troncos.

Turquía. Monte Hisarlik. Sitio Arqueológico de Troya.

-Te estás quedando atrás, Kyoko, apresura el paso –se burlaba un poco Aioria, quien recorría en esos momentos las ruinas de una de las edificaciones más grandes jamás construidas, que por mucho tiempo se pensaba solo un mito, pero que ahora podría considerarse una maravilla. Kyoko, asignada a Aioria por la necesidad del Santuario de que Milo permaneciera en Grecia bajo la sospecha de un posible despertar de Ares, acompañaba al de Leo en ese momento, quien apenas dejaba espacio entre sus zancadas, adelantándose demasiado lejos para que la Saintia de Bronce pudiera alcanzarlo.

-Señor Aioria, espere… -se quejaba Kyoko, Aioria notó las quejas de la discípula de Milo de Escorpio, y se detuvo, la Saintia entonces comenzó a ganar algo de aliento-. Me queda claro… señor Aioria, que su estilo y el de mi Maestro son muy distintos. Mientras él hubiera utilizado un Salto de Cosmos, y que probablemente hubiera aterrizado en el Mar Negro por el poco cuidado sobre la geografía de mi Maestro, lo considero muy distinto de correr desde Grecia hasta Turquía, en un viaje que los Aqueos realizaron en meses –se quejó ella.

-Los Aqueos llevaban a no manipuladores del cosmos con ellos a la Guerra de Troya. Obviamente hubieran llegado más rápido si solo los manipuladores hubieran simplemente corrido de Grecia a Turquía, o en ese entonces, de Hélade a Anatolia –se burló un poco Aioria, Kyoko solo suspiró, soltando aire en señal de molestia-. Te pareces mucho a él, ¿te lo han dicho antes? –preguntó Aioria, Kyoko se apenó un poco- Incluso adquiriste su mal hábito de soltar aire cuando algo te molesta. Y tienes una mirada restrictiva igual a la suya. El tener un discípulo, realmente te cambia, ¿no es así? –preguntó el de Leo, inspeccionando la zona- Todo parece indicar que este Epicentro del Caos aún no está activo. Pero si la Matriarca Yoshiko vio en su Visión al Pasado, que es aquí donde las Energías del Conflicto han de resurgir, entonces no tenemos otra alternativa que esperar y mantener guardia. De momento descansemos –agregó Aioria, Kyoko suspiró aliviada, y se dejó caer sobre una columna-. Vamos, no fue tan malo –se burló Aioria.

-Acabamos de recorrer 980 kilómetros a pie en menos de una hora… por supuesto que fue malo… -se quejó Kyoko, Aioria sonrió un poco ante sus reacciones-. Perdone que se lo diga, pero siento pena por sus discípulos. El Maestro Milo no será tan considerado, pero al menos es un caballero. Me lleva en brazos cuando piensa que es demasiado para mí, y hasta carga mi armadura –agregó ella.

-Milo es… extraño… aparenta ser duro, pero en realidad, es una de las personas más atentas que conozco –admitió Aioria, Kyoko asintió a sus palabras-. Y bueno… no sabría decirte lo que mis discípulos pensarían si los tuviera. El único al que me han asignado, murió a los pocos meses a mi cargo –le comentó Aioria, mirando a las estrellas, buscando un par de ellas pese a que la mañana del nuevo día comenzaba a dificultar aquella tarea, aunque gracias al cosmos, Aioria logró encontrar las estrellas que buscaba pese a estar amaneciendo, y encontrarse en un hemisferio que no permitía encontrar a aquella constelación fácilmente-. Su nombre era Retsu… creo que apenas y se conocieron, el Caballero de Bronce del Lince… -le explicó Aioria, Kyoko asintió, recordando al Caballero de Lince, y notando el dolor de Aioria al contarle aquella historia-. Él ya tenía un maestro. Noesis, el Caballero de Plata del Triángulo. Pero el Santuario atravesaba la crisis de la Nueva Titanomaquia, y en un intento por fortalecer a los nuevos Caballeros de Bronce más velozmente, asignaron a algunos a los Caballeros Dorados. Retsu… apenas y recibió lecciones de mi parte… jamás tuve una certeza de la extensión de su cosmos, o de sus habilidades… en realidad, apenas y convivimos juntos. Pero su muerte… me devastó… enfrentó a Theia de Vallistras, la Titánide del Brillo, solo porque yo lo inspiré a hacer hasta lo imposible. Sé que al menos logró herirla, un simple Caballero de Bronce, hiriendo el Cuerpo Divino de un Dios… para algunos eso es suficiente para pasar en los libros de historia como héroes verdaderos. Fue el caso de un soldado Aqueo llamado Diomedes. Hirió a los Dioses, a Afrodita y a Ares. No seré muy diestro en la historia, pero sí en la mitología. Un humano, hiriendo a los Dioses. Bueno, la diferencia es que Diomedes terminó su vida en alguna isla en medio de América y Europa, llegando a la vejez, y tendría sus buenos años al ser el Rey de Argos cuando su leyenda se hizo pública. Retsu apenas tenía 10 años… ¿te parece justo? 10 años, y no solo se vio forzado a enfrentar a una Titánide, sino que la hirió. Sé que debería sentirme orgulloso… pero… yo continuo con vida, donde un niño murió. Los libros de historia del Santuario podrán llamarlo un héroe… pero para mí es una tragedia personal, que me carcome el alma –aseguró el de Leo.

-Lo comprendo… yo tenía 13 años durante la Nueva Titanomaquia… aunque no tuve que enfrentar a un dios… -recordó Kyoko, su enfrentamiento realmente consistió en enfrentar a Rigel de Orión, quien no deseaba que se involucrara en la batalla-. Sé que no soy Retsu del Lince… pero si me permite, quisiera confesarle algo… -le comentó Kyoko, Aioria se viró para verla, por fin abandonando su búsqueda de la Constelación del Lince-. Si de algo puedo arrepentirme en aquella guerra, fue del hecho de no ser más que un estorbo. Cuando ustedes llegaron ante Saori y salvaron su vida, llegaron justo a tiempo. Si Retsu del Lince no hubiera intervenido, tal vez, no hubieran llegado a tiempo. Diferente de Retsu, yo no les brindé nada… todo por culpa de un hombre, que me arrebató la oportunidad… -aseguró ella.

-¿Te refieres a Rigel de Orión? –preguntó Aioria, Kyoko asintió- Hasta donde recuerdo, fue castigado por sus crímenes, aunque Athena pensaba en darle su perdón –recordó el de Leo, Kyoko se mordió los labios al respecto-. Desde que Aioros tomó el puesto del Patriarca, he encontrado confusas sus decisiones. Lo mismo ocurre con la Matriarca Yoshiko. El que se le dé a los Caballeros de Athena tantas libertades… no me parece lo más inteligente… produce conflicto en nosotros, nos hace pensar en pequeñeces que nublan nuestro juicio sobre nuestro deber. Como Caballero Dorado de Leo, ya no sé lo que debería creer. Mi devoción a Athena es incuestionable, pero no aceptaré a ningún discípulo, hasta haber definido hasta dónde puede llegar un Caballero de Athena por su diosa. Durante la Nueva Titanomaquia, pensaba que no había crimen que no cometería por mi diosa, y aún hoy, eso es algo que creo genuinamente. Pero… someter a niños a estas mismas desgracias… el solo pensamiento me llena el alma de horror… y un sentimiento de derrota inquietante… -admitió Aioria, más al hacerlo, su mirada cambió. Los ojos azules de Aioria, se tornaban rojos y un cosmos oscuro comenzaba a rodearlo-. Tal vez… esa sea mi misión… el salvar a los jóvenes de estas desgracias, de este sufrimiento… como Metis pretendía salvar a Athena… terminando con ustedes antes de que puedan sufrir las penurias de la guerra… -rugió Aioria, se viró a ver a Kyoko, y gruñó ante ella-. Sí… eso sería lo mejor… te libraré de esa carga… -aseguró él.

-¿Aioria? ¿Qué ocurre? ¿¡Aioria!? –se sorprendió Kyoko, cuando Aioria rugió y se lanzó en su dirección, intentando golpear el rostro de Kyoko a puño cerrado, cuando su otra mano detuvo a su puño, a escasos centímetros de llegar a Kyoko- ¿Qué está pasando? –se horrorizó Kyoko.

-Umm… pensaba que, pese a tener este cuerpo tan mediocre, podría dominar por completo la mente de un Caballero Dorado si primero reunía toda la Energía del Conflicto remanente en este lugar –comentó alguien, un Phantom, que se materializó sobre las ruinas de una muralla que alguna vez perteneció a los muros de la Ciudad de Troya del mito. El Phamtom poseía una apariencia juvenil, incluso ligeramente femenina. Su cabello era negro y alborotado, cayendo sobre uno de sus ojos cubierto por una media máscara de su armadura que le cubría el ojo izquierdo, y por debajo de la nuca. Otro distingo de su rostro, era una cicatriz por debajo de su pómulo derecho, además de poseer orejas puntiagudas-. No sé cómo es que se enteraron de que este lugar habría de convertirse en el siguiente Epicentro del Caos. Pero, aunque hayan llegado antes, la locura por las Energías del Conflicto puede utilizarse de múltiples maneras. Mientras algunos prefieren esparcirla a distintos objetivos para propagar el conflicto más rápido, yo me decanto por elegir a un campeón que cause más destrucción a largo plazo –se burló él.

-¿Quién eres? –le apuntó Kyoko, Aioria rugió y la atacó, la de Equuleus logró evadirlo, pero por muy poco- ¿Qué le has hecho a Aioria? Caballero de Leo, despierte, están manipulando su mente. ¿No debería ser la mente de un Caballero Dorado superior para resistir un ataque mental? –se preguntó la joven.

-A ver, en orden –se contoneó el divertido Phantom-. Mi nombre es Phobos de la Derrota, o al menos ese es el cuerpo que me brindaron al resucitarme como un Phantom. Originalmente se me conocería como el Dios del Horror y el Pánico, un Daimón al servicio del Dios de la Brutalidad en la Guerra, ¡Ares! –le explicaba el Phantom, mientras Aioria continuaba atacando a Kyoko, quien muy apenas podía esquivar los movimientos del Caballero Dorado de Leo-. Lo que le he hecho al Caballero de Leo, es aprovecharme de que estaba mirando a la Constelación del Lince en el firmamento. El Lince tiene dos estrellas muy brillantes que son sus ojos, reemplacé la mirada del Lince con la propia, e inundé el corazón del Caballero de Leo con Horror y Pánico, por supuesto, ayuda un poco el hecho de que el Caballero de Leo se sentía nostálgico al pensar en su querido discípulo muerto –continuó contoneándose Phobos, un rugido más de Aioria se hizo presente, y esta vez, Kyoko fue derribada por un ataque de cosmos, que clavó a la Saintia a una de las paredes de la mítica Troya-. Y sobre la mente de un Caballero Dorado, eso también puedo contestártelo. Las Energías del Conflicto que impregnan a toda esta zona arqueológica, alimentarían a los Daimones por 10 años. Semejante fuerza, es demasiada incluso para que un Caballero Dorado la resista. Si poseyera mi cuerpo original no quedaría nada del Caballero Dorado de Leo más que un cascaron vacío, para fortuna de tu compañero, no soy tan fuerte dentro de este cuerpo de Dríade, pero con toda esta Energía del Conflicto a mi disposición, no necesito mi poder absoluto de Dios Menor para manipular la mente del Caballero Dorado de Leo para hacer mi voluntad. No iniciaré una guerra aún por supuesto, pero el potencial destructivo de manipular mentalmente a un Caballero Dorado, supera cualquier conflicto armado que pudiera desencadenar en Turquía. Ahora… termina con ella –exigió Phobos.

-Descuida Kyoko… te salvaré del funesto destino de convertirte en un sacrificio más en esta guerra estúpida. ¡Plasma Relámpago! –resonó el grito de Aioria, y su técnica mejor dominada, se desató frente a los ojos de la Saintia de Equuleus.

Grecia. El Santuario de Eris. Templo de Eris.

-Todo parece indicar que la diversión de mi hermano Phobos ha dado a inicio –sonrió Deimos, Eris desde su trono, ya reunía tanta Energía del Conflicto en sus manos, que toda la sala estaba iluminada por una luz rosada, como si Úterus continuara funcionando. Phonos, el ahora Líder de las Dríades, degustaba las energías sobrantes, fortaleciéndose, y alcanzando una fuerza de cosmos que jamás había sentido antes.

-Ah… toda esta fuerza reinante. Tal vez debería agradecer a la Armadura de Sagitario el haber interrumpido el suministro de Energías del Conflicto en Úterus. Ya que alimentarme por no desperdiciar toda esta Energía del Conflicto está resultando ser demasiado gratificante –aseguró el perverso ser, que muy apenas podía mantener una forma física humanoide, ya que sobre su frente comenzaban a sobresalir otro par de ojos.

-Jum… yo hago todo el trabajo por aquí, y tú te comes todo el producto de mis esfuerzos –enunció Emony, quien llegaba acompañada de unos confundidos Rigel y Aeson-. Se ha cumplido su voluntad, mi querida madre. He reclutado exitosamente a las Seeds que son las contrarias a las Saintias Calíope y Terpsícore –comentó Emony.

-Un momento, ustedes son… esta fuerza de cosmos tan aplastante pertenece a… -comenzó Rigel, sorprendido, y sintiendo el cosmos de Eris, quien lo miró con curiosidad y una sonrisa perturbadora-. ¿Dónde estamos? ¿Qué quieren de nosotros? –preguntó Rigel.

-El que seamos traidores al Santuario por negarnos a levantar los puños a favor de una Diosa Athena tan débil, no significa que nos levantaremos en su contra, Eris –le apuntó Aeson, la revelación del nombre de la Diosa de la Discordia, fue una sorpresa para el antiguo Caballero de Plata de Orión.

-Neikea del Engaño –comenzó Eris, entregando a Emony su recompensa, una esfera de Energías del Conflicto, que la Dríade degustó emocionada, mientras Eris se dirigía a los antiguos Caballeros de Plata-. Y Argea de Pain –sonrió Eris, más entusiasmada por ver a Rigel que a Aeson-. Así que, tú eres la Seed que es la contraria a mi hermana Kyoko. Tanto poder, debió haberte herido bastante –comentó Eris.

-¿Hermana? –comenzó Rigel confundido, más entonces notó, atado al cuello de Eris, un dije con el colgante de un Pegaso de plata- Entonces tú eres… la hermana de Kyoko… Shoko… la Estrella Maldita del Conflicto –retrocedió Rigel, Aeson tan solo lo miró confundido.

-Y tú eres el enamorado de mi hermana. Aunque el que hayas renacido como una Seed significa que te rompió el corazón –le comentó Eris, antes de dirigir su atención a Aeson-. En cuanto a ti, veo que compartes un pasado no con una, sino con dos Saintias… no… con una Saintia, que representa el engaño que sufriste que detonó en tu transformación… y una Caballero Femenino… ¿Olivia? Fascinante… -terminó Eris, regresando a su trono, y sentándose en el mismo para absorber más Energías del Conflicto-. Sí, estoy satisfecha con tus respectivas elecciones, Emony. Aunque necesito que seas más veloz en tus reclutamientos, o los Dioses Menores del Miedo y la Derrota, podrían elegir no subordinarse a nuestra causa, y consumir toda la Energía del Conflicto ellos mismos, como Phonos –apuntó Eris.

-Intentaré ser más veloz, madre… -se apenó Emony, más entonces miró a sus peluches recargados en una columna del recinto-. ¿Puedo al menos…? Antes de irme… bueno… -agregó ella de forma infantil, Eris por su parte, se mostró maternal, abrazó a Emony, y asintió, permitiendo que Emony fuera a jugar con sus peluches, lo que confundió aún más a Rigel y a Aeson-. Hola Mick, hola Maas, ¿extrañaron a mamá? Lo lamento, pero la abuela Eris necesitaba de mis servicios –comenzó ella.

-¿Abuela? –se molestó Eris, Emony se escandalizó- No importa. Lo que importa en estos momentos es que ustedes, Neikea del Engaño, y Argea de Pain, comprendan su lugar en los Ejércitos de Eris. Ustedes son Seeds, y existe una Seed por cada Saintia de Athena, las Seeds son las semillas que algún día brotarán en el fruto que terminará por convertirse en un Daimón, los Espíritus de la Batalla al servicio de mi querido hermano Ares –les comentó ella.

-Lo que te hace a ti, Neikea del Engaño, muy valioso para mí –le expresó Deimos, lo que confundía a Aeson-. En la medida en que tu dominio, el Engaño, que es la raíz del Miedo, sea cosechado en el corazón de los hombres, mi dominio en el Miedo comenzará a fortalecerse, forzando al renacer de mi cuerpo original. Mi cuerpo de Daimón –le explicó Deimos, quien entonces se viró a ver a Emony-. Lo que me recuerda, Emony, ¿verdad? –preguntó el Daimon, Emony jugaba con sus peluches hasta ese momento, pero interrumpió su juego para prestar atención- Mi hermano Phobos combate actualmente a un Caballero Dorado, y si este Caballero Dorado posee una fuerza similar a la de Milo de Escorpio, podrían complicarse las cosas. Así que deja de jugar con esos peluches repugnantes, y lárgate a reclutar a la Seed que es la opuesta a la Saintia que representa a la Musa Melpómene, porque si mi hermano pierde su cuerpo de Phantom antes de que la Seed del Castigo potencie su cosmos, te aniquilo. ¿Comprendes? –amenazó el Phantom.

-¡Sí! –exclamó Emony, y desapareció transformada en pétalos de Lobelia, dispuesta a continuar con su misión de reclutamiento de Seeds. Los confundidos de Rigel y Aeson entonces intercambiaron miradas de preocupación.

-Cada Seed germina en un árbol dentro del Santuario de Eris –comenzó la Diosa de la Discordia-. Cada árbol da un fruto maldito –les explicó, y en los cosmos de Rigel y de Aeson, dos árboles que representaban a los Templos del Engaño y el Dolor, mostraron un fruto que comenzaba a crecer en sus ramas-. De este fruto nacerá un Daimón cuando el fruto haya absorbido suficiente Energía del Conflicto, y el cuerpo del Daimón en su interior haya madurado. Cuando los 9 Daimones hayan resucitado, su poder combinado despertará el Cuerpo Original de Ares, sellado dentro del Templo del Dios de la Valentía y los Héroes. Esa es su misión, Neikea del Engaño, Argea del Pain, liberar sus dominios en el mundo, y alimentar al fruto que dará nacimiento a cada Daimón. ¿Ha quedado claro? –preguntó Eris divertida.

-Lo que no me queda claro, Diosa Eris… es el por qué deberíamos de ayudarla –le apuntó Rigel, Eris rio con fuerza, y utilizando las Energías del Conflicto, creó una esfera de cosmos que reveló a Kyoko, y a Rigel en su interior, ambos compartiendo un beso apasionado, dentro de los Campos Elíseos-. ¿Amor… y la promesa de la vida eterna? –preguntó él.

-Cuando Ares renazca, no habrá mundo en el cual puedan vivir en paz. Pero como las Dríades antes fueron divinidades similares a los Dioses Olímpicos, esta es mi promesa para ti, Argea de Pain… vivirás eternamente, y darás nacimiento a la nueva especie que poblará la tierra, cuando la raza humana haya perecido por la sombra de la guerra –le explicó. En la esfera de cosmos, Rigel vio a Kyoko cargando bebés, quienes crecerían para convertirse en héroes hermosos, que crearían a una nueva raza de humanos, todos al servicio de Ares.

-Rigel… -comenzó Aeson, notando la mirada de Rigel, que se encontraba tentado por la promesa que Eris le ofrecía-. Rigel… basta… seremos traidores, pero no somos unos lunáticos adoradores del caos que entregarían la tierra por egoísmo, o por una mujer. ¡Rigel! –se quejó Aeson.

-Quién entregó al mundo por amor a una mujer, fuiste tú, Aeson –le comentó Eris, la esfera de cosmos cambió, y mostró a Aeson su pasado, y a una mujer cubriendo su cuerpo en sabanas, avergonzada por lo que había hecho, mientras un joven Aeson la miraba con lágrimas en los ojos-. Fuiste tentado por la promesa de un Santuario más noble, uno que no fuera un Santuario de sangre, muerte y desesperanza. Pero cuando te tendieron la mano para hacer posible a ese Santuario, te diste cuenta de la cruda realidad. La realidad de que, mientras Athena exista, existirá la tragedia. No hay perdón para tus pecados, Aeson… a menos que quien ha de juzgarte, desaparezca –mostró Eris a Saori, compartiendo un beso con Milo, lo que enfureció a Aeson, antes de que Eris despedazara aquella esfera de cosmos con su mano-. ¿Por qué solo los dioses, pueden hacer su voluntad? Yo te prometo, un mundo donde la voluntad humana, sea siempre la prioridad –le ofreció Eris.

-Adivinaré, en este mundo donde la voluntad humana es lo único que importa… de cualquier forma existirá el sometimiento a la Brutalidad en la Guerra. ¿No es así? –le apuntó Aeson, esta vez fue Deimos quien rio con malicia.

-Por supuesto, no puede ser de otra forma. ¿Es que acaso no lo ves? –continuó Deimos, contoneándose- La guerra es lo que hace a los humanos fuertes. La guerra es lo que impide que los fuertes se aprovechen de los débiles, o que refuerza la superioridad de los fuertes contra los débiles. No se puede evitar la guerra, es imposible, está dentro de la naturaleza humana. Pero aun así la guerra es lo que representa a la verdadera voluntad humana. Los vuelve fuertes, ignora la sumisión, y el sometimiento, y fortalece a la especie. En un mundo donde el más fuerte domina, nadie puede decirte, por ejemplo, que no puedes desposar a una Saintia a quien le has arrebatado la virginidad –se burló Deimos, Aeson bajó la cabeza, derrotado.

-Y si se entregan a este nuevo mundo que he de crear… -sonrió Eris-. Yo les prometo, que la recompensa será gloriosa. Jamás olviden, que Eris es una diosa que siempre cumple sus promesas –terminó ella, rodeando a Rigel y a Aeson, con sus Energías del Conflicto.

El Santuario de Athena. Templo del Patriarca.

-Lala lala lalaaa, larala lala lalaaa, jujum jurum jujum, y lo voy a encontrar… -danzaba Saori en medio del Templo del Patriarca, llegando tan temprano a sus lecciones diarias, que Yoshiko apenas y estaba llegando con su pequeño hijo Ios de la mano, y con una taza de café, cuando la Matriarca encontró a Saori bailando en medio del Templo del Patriarca-. No puedo olvidar… su recuerdo es mi dolor… -continuaba ella bailando, cuando encontró a Yoshiko y a Ios mirándola con curiosidad-. ¡Uwah! ¡Ma-Matriarca Yoshiko! ¡Buenos días…! –se apenó Saori.

-Por lo visto, tus lecciones de danza no estaban tan oxidadas como reportaba Mito –agregó Yoshiko, sorbiendo de su taza de café, Saori solo se sonrojó y viró la mirada-. Aun así… encuentro su humor actual algo… perturbador. ¿Algo que desee compartir, su virginal divinidad que ha mantenido su pureza por tantos años, que si se arriesgara a perderla desencadenaría en la ira de los dioses y la total destrucción de la humanidad? –preguntó Yoshiko, Saori bajó la mirada entristecida- Eso pensé… -concluyó ella.

-Matriarca… tiene la idea totalmente errónea. Hasta yo sé dónde están mis límites –agregó Saori con una ceja temblándole, Yoshiko simplemente continuó juzgándola con la mirada-. Además… juzgarme donde su excelencia ha flaqueado, y mientras lleva al fruto de su afrenta de la mano, no me parece lo más pertinente –enunció Saori, Yoshiko de pronto se atragantó su café, Ios solo miró a su madre con curiosidad, mientras las Saintias que quedaban en el Santuario entraban en el Templo del Patriarca para continuar con la educación de Saori.

-Golpe bajo… muy bajo… aunque en mi defensa, aún estoy procesando si era yo o Pontos quien se entregó al deseo carnal con Aioros… -se apenó Yoshiko, Saori se escandalizó de escuchar aquello, y se apenó sobremanera-. De todas formas, si yo pierdo algo valioso, no significa el fin del universo como lo conocemos. Se le han brindado muchas consideraciones, Diosa Athena, le pido que no me dé razones para dudar de usted. Miho, ¿podrías…? -pidió la Matriarca, Miho alegremente fue por Ios, y lo cargó en brazos- Habiendo terminado este debate, que de sagrado no tenía nada. Me temo que sus lecciones tendrán que ser canceladas. Como bien puede observar, Diosa Athena, el número de Saintias que se encarga de su educación en estos momentos, es bastante reducido –apuntó Yoshiko, Saori se dio la vuelta, y tan solo encontró a Lithos, a Katya, a Shunrei y a Miho con ella-. Mito, la Líder de las Saintias, ha salido en dirección a Suecia junto con Erda debido a que hemos detectado otro Epicentro del Caos en las cercanías de la Academia Meteor, la Academia fundada con el objetivo específico de entrenar a las Saintias. En cuanto a las Saintias Mii, Kyoko y Xiaoling, ellas también han sido enviadas a atender otros conflictos junto a otros Caballeros Dorados en Noruega, Turquía y China respectivamente. Lo que no tiene sentido, el número de Epicentros del Caos no debería ser tan grande. Los conflictos armados actuales, deberían ser los Epicentros del Caos, pero en su lugar, todo parece indicar que las guerras están estallando en lugares donde la guerra no ha iniciado, pero que son históricamente conocidos por ser los lugares donde guerras importantes han ocurrido en el pasado. Alemania, Noruega, Turquía, China, Suecia… ¿qué estará ocurriendo? –se preocupó ella, las Saintias restantes intercambiaron miradas.

-Lo que ocurre, es que el flujo de las Energías del Conflicto fue cortado por la Flecha de Sagitario –enunció un recién llegado, Milo de Escorpio, y ante el escuchar su voz, Saori se ruborizó sobremanera, lo que no pasó desapercibido por Yoshiko. Junto a Milo llegaba Aldebarán, acompañado de Geki y de Jabu, y llevando a Arctos de prisionero-. El Caballero de Tauro, Aldebarán, solicitó pasar por mi casa con este prisionero. Mientras ascendíamos, encontramos a la Armadura de Sagitario sin su flecha, y apuntando a donde creemos, se encuentra el Santuario de Eris. Sospechamos que la flecha fue lanzada por la voluntad de la Armadura Dorada, que nos brindó algo de tiempo antes de que el Caos y la Discordia vuelvan a contaminar el mundo –terminó el de Escorpio.

-Lo comprendo, pero esta es información que bien pudo proporcionarme Aldebarán –recriminó Yoshiko, mirando a Milo fijamente. El de Escorpio se arrodilló en señal de respeto, pero no desvió la mirada de la Matriarca, Aldebarán, los de Bronce, y Arctos, se arrodillaron también, todos con los ojos cerrados menos Milo-. La razón de tu visita… -comenzó la Matriarca.

-Solicitar permiso para invadir el Santuario de Eris –le pidió Milo, sorprendiendo a Yoshiko-. Gracias a la voluntad de la Armadura de Sagitario, no solo se ha cortado el suministro de Energías del Conflicto que caen sobre el mundo, sino que poseemos una idea más clara al seguir la trayectoria manejada por el tiro de flecha, de donde se encuentra el Santuario de Eris. Sé que me ha pedido quedarme para evitar un supuesto renacer de Ares, pero si hay una oportunidad de emendar mis errores… -intentó decir Milo.

-No hay error que debas enmendar, Milo de Escorpio, y me refiero no solo al renacer de Eris –le sonrió Yoshiko, aquello sorprendió a Milo, quien bajó la guardia-. Aioros confió en ti, para mucho más que solo prevenir el renacer de la Diosa de la Discordia y el Caos. Sin embargo, tengo que pedirte paciencia. No es el momento, de perseguir todos tus objetivos, ¿comprendes? –preguntó Yoshiko, desviando la mirada a Saori, Milo notó las orejas coloradas de la diosa que no se dignaba a darse la vuelta, y entonces miró a Yoshiko, quien sonrió para él- Sobre el prisionero, Arctos –comenzó Yoshiko, moviendo su mano para las Saintias, quienes tomaron a Saori de los brazos, escandalizándola, pero moviéndola del camino para permitir a Aldebarán adelantarse, arrodillarse frente a Yoshiko, y con el apoyo de Jabu y Geki, arrodillar a la fuerza a Arctos frente a ella de igual manera.

-Así que una Matriarca. Lo había escuchado, pero no podía creerlo hasta verlo –comenzó Arctos, Saori por fin escapó de su vergüenza por la presencia de Milo, y miró con tristeza a quien fuera su mayordomo.

-Esta mañana, la Cárcel de Urano fue atacada desde dentro, según los testigos sobrevivientes, se trataba de una joven que podía manipular a las plantas. El Paladio que repele a los cosmos, no fue suficiente para detenerla –le comentó Aldebarán, Yoshiko asintió ante lo que le contaban-. Tras interrogar a Arctos, quien fue el único sobreviviente, él identificó a los Caballeros de Plata, Rigel de Orión, y Aeson de Crateris, como traidores. Arctos insiste en que fueron revestidos por unos ropajes extraños llamados Leafs –le explicó Aldebarán.

-¿Leafs? –preguntó Yoshiko, miró a Jabu y a Geki, y movió su mano, el par de Caballeros de Bronce entonces liberó a Arctos, quien comenzó a frotarse las manos-. No eres un humano ordinario, ¿no es así Arctos? –dedujo Yoshiko.

-Considerarme como tal, sería imprudente, Matriarca Yoshiko –reverenció él, Yoshiko asintió en ese momento-. El revelarle mi verdadera identidad, podría ser problemático. Pero tras mucho pensarlo, he decidido revelarle al menos una cosa. Mi objetivo, es el mismo objetivo de Aioros de Sagitario, y el mismo objetivo que él transmitió a usted –comenzó él, Yoshiko lo miró con intriga, y más importante que nada, con desconfianza-. Puede estar tranquila, mis intereses están más alineados a los intereses de mi verdadero dios, Cronos, que a otra cosa. Y al final del día, Cronos eligió creer en Athena, por ello yo creeré en ella también –confesó él.

-¿Cronos? –se quejó Aldebarán, Milo reaccionó con la misma violencia, y ambos tomaron a Arctos cada quien de un hombro, levantándolo a la fuerza, y preparándose para golpearlo- Dé la orden, Matriarca, y terminamos con el traidor –insinuó el de Tauro.

-¡Alto, Arctos no es un traidor! ¡Es gracias a él el que fui recibida en el Santuario! –mencionó Saori, lo que no era del conocimiento ni de Aldebarán, ni de Milo, ni del resto de Caballeros de Athena, aunque la Matriarca estaba bien informada al respecto-. Nací en el Santuario. Y Aioros me entregó a Mitsumasa Kido como una forma de criarme con humildad y sentimientos humanos. Antes de que Milo se convirtiera en mi guardián, lo eran Arctos y Mii… es por ellos que no soy una déspota chiquilla quisquillosa, sino una Athena más humana –aclaró ella.

-En el caso de Aioros, él siempre supo la verdadera identidad de Arctos XII, la Ultima Hora… -reveló Yoshiko, el nombre no fue familiar para ninguno de los presentes-. Cuando enfrentamos a Cronos y a los Titanes, nos enfrentamos a los dioses mismos, pero los Titanes, cuentan cada uno con su ejército personal. En el caso de Cronos, su ejército personal son las 12 Horas. La Doceava Hora es entonces, el más poderoso de los Generales de Cronos. ¿Me equivoco? –preguntó ella.

-No sé si el más poderoso, pero uno de los más poderosos sin duda –reverenció Arctos, los presentes no sabían qué pensar-. Pero es verdad, como la Ultima Hora, mi lealtad es a Cronos. Por ello mi traición. No podía levantarme en contra de mi dios. Sin embargo, eso ha cambiado. Cronos, en su ultima hora, eligió confiarle el universo a Athena. Así pues, mi lealtad ya no es solo a Cronos… es también a Athena. No espero que me crean, pero fue esta misma lealtad a Athena, la que me hizo levantarme y enfrentar a Rigel, a Aeson, y a esa Dríade Emony. De no haberlos enfrentado, probablemente no solo el Caballero de la Hidra hubiera resultado herido, sino que hubieran reclutado a otros en los límites de las 12 Casas. Después de todo… las Seeds no necesitan necesariamente estar vivas para ser reclutadas… -terminó Arctos.

-¿Aioros? –preguntó Milo, sospechando a lo que Arctos se refería, el prisionero movió su cabeza en negación en ese momento- Si el objetivo de las Dríades no era el cuerpo de Aioros, ¿entonces quién? ¡Habla! –se quejó Milo.

-No hay necesidad de tanta violencia, les aseguro que estoy de su lado –se defendió Arctos-. Crear una Seed, no es algo tan sencillo como levantar a un muerto y entregarle una Leaf. Se necesita que exista una relación y un sentimiento. En otras palabras, las Seeds nacen de la conexión que existe entre el sentimiento de una Saintia, y un individuo del Mundo Terrenal. Las Saintias son la Virtud que debe educar a Athena, es natural que Eris, quien es la contraria de Athena, sea resguardada por las Seeds, que representan los rasgos negativos de la Virtud de Athena. Cada Seed es creada del corazón de una Saintia, y alimentada por las Energías del Conflicto, que germinan en un fruto, del cual nace un Daimón. 9 Saintias, 9 Seeds, 9 Daimones. Una Diosa de la Guerra que rige con Sabiduría, una Diosa del Caos que es antagónica a la Sabiduría, y un Dios de la Guerra que traerá la Brutalidad. Esa es la relación. Las Seeds a las que yo enfrenté, fueron creadas del corazón en pena de dos de las Saintias, y mientras más en pena, más fuerte será la Seed –finalizó Aeson.

-Kyoko… -se mordió los labios Milo, Saori notó aquello, y también comenzó a preocuparse por su amiga-. ¿Qué hay que hacer? Si las Seeds nacen de los corazones de las Saintias y los Daimones del fruto de las Seeds. Espero que la respuesta no sea eliminar a unas para evitar el renacer de las otras –habló Milo con brusquedad, preocupando a las Saintias.

-Nada tan funesto. Las Seeds nacerán con o sin la existencia de una Saintia. Solo se requiere que la Saintia alguna vez haya existido –le explicó Arctos-. Pero este conocimiento sirve para descubrir la identidad, y donde podría renacer una Seed, para destruirla antes de que pueda dar nacimiento a algún fruto que dé como consecuencia la creación de un Daimon, ya que cuando los 9 Daimones renazcan, Ares lo hará también, ese es el propósito primordial de Eris –aseguró.

-Ya lo entiendo… -respondió Yoshiko-. Y entiendo un poco mejor el por qué se me brindó una Visión al Pasado en lugar de una Visión al Futuro. Al ver en las mentes de las Saintias, y sus relaciones con los humanos… podré descubrir dónde nacerá una Seed, incluso antes de que tenga la fuerza suficiente para convertirse en un fruto para un Daimón –dedujo la Matriarca, Arctos asintió-. Entonces, Caballero de Holorogium, me acompañarás en esta tarea. Viajarás conmigo a la Colina de las Estrellas, donde obtendré la Visión al Pasado, y descubriré la identidad de las Seeds –concluyó ella.

-¿La Colina de las Estrellas? ¡Matriarca Yoshiko! ¿No está pensando en perdonar a este traidor y además de eso llevarlo a un lugar tan sagrado! –se fastidió Milo. Entre los de Bronce, otro que estaba furioso era Geki de la Osa Mayor.

-Pero si aquí en este recinto no hay traidores, Milo de Escorpio –comenzó Yoshiko, sonriente, lo que agarró a Milo desprevenido-. Solo leales Caballeros al Servicio de Athena –finalizó ella, Arctos reverenció, y Saori, alcanzó a sonreír por su mayordomo.

Alemania. Baviera. Castillo Heinstein.

-¿Vas a seguir sin dirigirme la palabra? –en Alemania, el Caballero Dorado de Capricornio se encontraba parado sobre la punta más alta de uno de los techos del Castillo Heinstein, curiosamente, y para su descontento, el techo que daba a la habitación más alta pertenecía a Pandora, quien solo tenía que salir al balcón, mirar al techo, y encontrar al de Capricornio en su vigilancia- No has desayunado… y ya va siendo hora de la comida. Cheshire se esforzó por cocinar algo para ti –le mencionaba Pandora.

-La última vez que acepté tu invitación a un desayuno, Pandora, terminé humillado, y deshonrado –fue la repuesta de Shura, quien se mostró firme en su nueva convicción, la de evitar cualquier contacto con Pandora de ser necesario.

-No parecías muy molesto cuando ocurrió –le respondió Pandora, Shura se mordió los labios con molestia ante aquel comentario-. Sigues siendo un humano… tienes necesidades como cualquier otro humano… ¿por qué negarlas? Tú y yo compartimos un pasado gracias a la reencarnación –insistía Pandora.

-Curioso… no he encontrado nada en mis otras vidas que me diga que eres quien dices ser… -le respondió Shura, Pandora se mordió los labios con molestia por aquellas palabras-. Para mí… no eres más que una molestia que debo de tolerar por instrucciones del Viejo Maestro… no significas nada más que eso, no importa lo que ocurrió, o lo deshonrada que te sientas. No hay lugar para ti en mi vida, y mientras más rápido termine con mi misión aquí, mejor… -terminó el de Capricornio, Pandora solo suspiró ante aquel comentario.

-Eres el ser más repulsivo con el que he tenido las desdicha de toparme… y eso que he conocido a muchos muy repulsivos… -se quejó Pandora, Shura la ignoró y continuó buscando con su cosmos-. Lo que buscas está en Munich –comentó Pandora, ganándose la atención de Shura-. No puedes sentirlo… el Castillo Heinstein… posee energías que te repelen a ti y a todo lo que representas… pero estas energías, no me repelen a mí. Puedo decirte dónde buscar, pero a cambio, vas a llevarme contigo –agregó Pandora, Shura entonces cayó a su lado tras haber saltado desde la cima de la torre más alta, lo que asustó a Pandora-. ¡Eso fue peligroso! –se quejó ella.

-¿Qué significa lo que acabas de decir? Desde que llegué a este maldito castillo me he sentido débil, tan débil que me dejé seducir por alguien como tú –se fastidió el de Capricornio, Pandora se cruzó de brazos y desvió la mirada, ignorándolo-. Habla ya… ¿Quién eres realmente? –insistió el de Capricornio.

-Desde ayer, tu amante –se burló Pandora, Shura enfureció, y cortó el barandal del balcón con desprecio, asustando a Pandora, quien se aferró a la pared de su habitación cuando el barandal cayó al piso inferior, donde Cheshire se encontraba cuidando del jardín en esos momentos, cuando el balcón cayó sobre las rosas que regaba, enfureciendo al mayordomo- ¡Eso ha sido peligro…! –intentó quejarse Pandora, cuando Shura la tomó del cuello, y la alzó sobre la caída del ahora inexistente balcón, amenazando con soltarla. Cheshire, quien lo observaba desde abajo, se apresuró a subir en auxilio de la mujer.

-Escúchame bien, no me importa quién eres o quien crees que eres, pero toda esta situación me está fastidiando demasiado –amenazó Shura, Pandora solo pataleó intentando liberarse del agarre de Shura, pero tras ver la caída al vacío, prefirió aferrarse a su brazo, realizándose cortes en el propio por lo afilado de la Armadura de Capricornio-. Dime la verdad. ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué insistes en acercarte a mí de una forma tan desesperada? –preguntó Shura, Cheshire entró en la habitación listo para defender a Pandora, cuando la joven alzó su mano, deteniendo a su mayordomo.

-Te contestaré todo lo que quieras… pero primero suéltame en suelo firme… preferentemente dentro de mi habitación… -suplicó Pandora, Shura la miró a los ojos, y la arrojó a su cama, donde Pandora se tomó del brazo herido, mientras Cheshire observaba al Caballero de Capricornio con desprecio y parecía gruñirle-. Basta Cheshire… déjanos solos… por favor… -pidió Pandora, Cheshire continuó gruñendo, pero tras meditar un poco al respecto, asintió, y dejó la habitación. Una vez que ambos estuvieron solos, Shura se cruzó de brazos frente a ella, y esperó, Pandora solamente sudó frio, algo intimidada, pero metió su mano dentro de un alhajero debajo de la almohada de su cama, y se aferró a un collar dentro del mismo antes de hablar-. Tenía un nombre… hace mucho tiempo… en otra vida… una vida en la que prometimos… que reencarnaríamos juntos… -le mencionó Pandora, Shura mantuvo su silencio, y esperó-. No lo recordaba… no hasta que apareciste ayer… con ese brillo dorado. Mis ojos… son daltónicos… pero por alguna razón, hay dos colores que puedo ver perfectamente. El rojo… y el dorado… como si esto colores significaran algo para mí… algo que traspasó el tiempo y el espacio, y me llevó a reencarnar en quien soy ahora… -le aseguró ella.

-Eso suena muy interesante, pero no me dice absolutamente nada, solo que tienes una discapacidad ocular –se quejó Shura, Pandora asintió-. ¿Por qué debería creerte cuando me dices que compartimos un pasado juntos? Soy el Caballero de la Reencarnación, pero ni siquiera yo podía recordarlo todo de mis vidas pasadas. Aioros, el Patriarca del Santuario, fue quien abrió mi mente al conocimiento de mis vidas pasadas, él lo llamó, una recompensa a mi lealtad incondicional, teniendo la esperanza de que me convertiría en el Caballero de la Lealtad y quien aseguraría el futuro de mi diosa Athena. Sin embargo, no importa cuánto me pierda en mis vidas pasadas, solo hay una Pandora que mis vidas recuerdan, y tengo la sospecha de que eres esa Pandora… así que… te lo preguntaré una última vez… ¿por qué debería creerte? –preguntó él.

-Porque igual que tú, Shura… he rencarnado muchas veces… y no siempre mi nombre es Pandora… -aseguró ella, Shura se cruzó de brazos nuevamente, incrédulo-. Pero en una vida pasada, antes de perder la cordura por la maldición de un dios maligno que intentó seducirme… mi nombre fue… Cassandra… -reveló ella, los ojos de Shura se desorbitaron por la revelación, él conocía ese nombre, una de sus vidas pasadas conocía ese nombre-. Y el día en que me asesinaron, hace aproximadamente unos 3,000 años… lancé un conjuro que me unió a ti en cuerpo… y alma… -le mostró Pandora su meñique, en este se formó un hilo rojo de cosmos, que se ató al meñique de Shura-. Un conjuro, que solo se accionaría bajo la luz dorada producida por el Caballero de Capricornio. Siendo esta… la primera vez desde nuestras respectivas muertes hace 3,000 años, que se cumple el evento, que me devolvió las memorias perdidas de esa vida… -aseguró Pandora, Shura se mostró sorprendido por aquella revelación, y se tomó la cabeza, intentando recordar-. Si no hubiera visto la luz dorada de la Constelación de Capricornio… no lo hubiera recordado… es por eso… que me entregué en cuerpo y alma a ti… por fin podemos estar juntos… Agamenón… -terminó ella, y la mente de Shura, colapsó.

Grecia. El Santuario de Eris. El Jardín del Edén. El Templo de la Masacre.

-Comienzo a fastidiarme, ¿qué acaso este laberinto no tiene fin? –se molestaba Mu, caminando detrás de Mayura, quien viraba en el espacio, como si frente a sus ojos existiera un suelo invisible que la guiaba, un suelo que Mu continuaba sin poder ver- Mientras más tiempo pasa, más Energías del Conflicto se reúnen en el Santuario de Eris, y más poderosa se vuelve. Hemos caminado sin descanso por todo un día y no veo el templo más cerca, en realidad pareciera que nos alejamos –se molestó Mu.

-Así es como funciona el Laberinto de Eris… -le comentó Mayura-. Decidiste invadir su Santuario sin conocer a lo que te enfrentarías, los horrores que habitan aquí dentro, son desconocidos hasta para mí, pero por fin hemos llegado a la primera de nuestras paradas, el Templo de la Masacre –presentó Mayura, y tras decir aquellas palabras, la mente de Mu fue invadida por memorias de asesinatos y muerte, que extrajeron sangre de su nariz, y lo derribaron al suelo, donde el Muviano intentó controlar sus emociones-. ¿Señorito? –preguntó Mayura.

-Ara, ara… de forma que aún cuentas con algo de cariño por el Caballero Dorado de Aries. Supongo que los entrenados en los caminos del budismo, simplemente continúan flaqueando encarnación tras encarnación –escuchó Mayura, colocándose a la defensiva, mientras frente a ella, una mujer sonriente, con sus ojos cerrados en todo momento, y vistiendo una armadura negra de cuerpo completo, dejaba en el suelo una regadera que hasta esos momentos usaba para regar las flores en el Templo de la Masacre-. Oh, pero me temo que han llegado antes de lo planeado. Emony no ha encontrado todavía a la Seed que hará florecer este jardín. Es en verdad una pena, me hubiera gustado que encontraran este jardín en su máximo esplendor, los Lirios de Sangre ni siquiera han salido de sus botones –apuntó la mujer a la mencionada flor.

-¿Quién eres? –se quejó Mayura, la mujer se había distraído acariciando a los botones de los Lirios de Sangre, pero recordando a los recién llegados, se viró en dirección a Mayura, quien preparaba su cosmos- Tu cosmos… es inmenso… casi se siente como el cosmos de un Dios… no eres una simple Dríade –aseguró Mayura.

-Y tú no eres una Saintia, así que no puedo usar tu energía para completar este jardín –agregó la mujer sonriente, mientras Mu, adolorido, lograba ponerse de pie, y miraba en dirección a la mujer con molestia-. Ahora que se ha recuperado, mi estimado Caballero Dorado, me presentaré. Perdón por no presentarme antes, pero realmente deseaba que este jardín estuviera completo antes de recibir visitas. Mi nombre es Harmonía, la Bruja del Edén. Sirvo como guía de esta tierra –reverenció la mujer.

-¿Harmonía? –comenzó Mu, limpiándose la sangre de la nariz nuevamente- ¿La Diosa de la Armonía y la Concordia? Eres también la guardiana del Collar de Harmonía, ¿no es así? –preguntó Mu, la joven reverenció con respeto- ¿Qué hace una diosa que es la opuesta a Eris, cuidando de este jardín? –preguntó Mu.

-Primeramente, déjeme decirle, mi señor Caballero Dorado, y mi señorita Caballero de Plata, que estoy sorprendida de que dos mortales sin protección de algún dios, hayan llegado tan profundo en el Santuario de Eris, y se hayan adentrado en el Jardín del Edén –comenzó Harmonía-. Se necesita de una fuerza de cosmos muy superior, para resistir la influencia de los dominios de las Semillas del Caos. Sin la presencia de una Seed dentro de un Templo del Conflicto en el Jardín del Edén, su mente colapsó por un instante, mi señor Caballero Dorado, imagine lo que hubiera pasado si una Seed estuviera presente en este templo. Pero quien no se ha visto afectada del todo es… -miró Harmonía a Mayura, quien continuaba con su defensa en alto-. Debes tener una mente muy entrenada… -sonrió ella.

-Tanto como para acercarme lo más posible a los dioses sin ser destruida por su fuerza. ¡Técnica Secreta! ¡Exorcismo Destellante! –alzó su mano izquierda Mayura, de esta se desprendió un vórtice de luz esmeralda, que se dirigió a Harmonía, quien rio por los esfuerzos de Mayura, con una voz melodiosa que resonó por los alrededores del Templo de la Masacre, mientras la Diosa Menor disipaba la energía esmeralda en la nada-. Ni un rasguño… ¿acaso no eres un ser como las Dríades y los Phantoms? –preguntó Mayura.

-Si lo preguntas por mi incapacidad de ser exorcizada, no pertenezco ni a las Dríades, ni a los Phantoms, en realidad me parezco más a un Daimón, pero tampoco pertenezco a los Daimones de mi padre Ares –aclaró ella, tomando su regadera, y regando nuevamente los Lirios de Sangre-. Mis hermanos Phobos y Deimos se preocupan demasiado, le dieron mi posición como Daimón a Hebe, a quien maltratan constantemente. Así que no soy un Daimón, simplemente soy una Diosa Menor, y afecta a la jardinería. Después de todo, mientras más jugoso el fruto, más poderoso será el Daimón que renazca de él –sonrió ella.

-¿Fruto? ¿Daimón? –preguntó Mu, notando que, en medio del Templo de la Masacre, había un pequeño árbol que se alimentaba de las Energías del Conflicto que se producían en el mundo- Ya lo comprendo… no trabajas realmente para Eris, pero proteges su Santuario porque gracias a Eris renacerán tus hermanos los Daimones –dedujo Mu.

-Así como lo ha dicho, mi estimado Caballero Dorado, y he de pedirle que no sea tan ruidoso, a las flores no les agrada el ruido –le sonrió Harmonía nuevamente, Mu se mantuvo firme, sabiendo que la presencia de la Diosa Menor no era una simple coincidencia-. Pero ya he dicho demasiado, y he terminado de regar las flores en este lugar. Además de que, en breve, la Seed que se encargará de su mente renacerá en este mundo. Lo que vuelve mi intervención en el Templo de la Masacre irrelevante. Pero, si sobrevive a las visiones, lo estaré esperando en algún otro templo, ah, se hace tarde, no puedo dejar que las flores en el Templo del Saqueo se marchiten –comentó Harmonía, corriendo con su regadera por el Templo de la Masacre, y desapareciendo en su interior.

-¡Espera! -enunció Mu, intentó correr tras Harmonía, cuando el Templo de la Masacre comenzó a estremecerse- ¿Qué está ocurriendo? El Templo de la Masacre… se estremece… -comenzó Mu, cayendo en su rodilla sin poderse sostener, lo mismo ocurrió con Mayura mientras el árbol en medio del templo comenzaba a crecer.

El Santuario de Athena. Casa de Aries.

-Sé que Deimos quiere que encuentre a la Seed que fortalezca a su hermano Phobos… pero esta me quedaba más cerca –en los límites de la Casa de Aries, sin haber entrado aún en las 12 Casas, se encontraba un cementerio muy especial, un cementerio en donde se reverenciaba a todos los caídos que compartían sus estrellas con la Constelación de Aries, caídos que no eran tan reverenciados como otros que eran enterrados en cementerios especiales, dentro de los límites mismos de las 12 Casas, pero que eran honrados por los pobladores del Anillo Medio de todas formas. Emony en esos momentos, se encontraba frente a una de estas tumbas, transformando al cadáver sepultado dentro de la misma, en flores de Lirios de Sangre-. Está hecho, con eso ya son tres las Seeds que he resucitado… -comenzó Emony, cuando de pronto, una fuerza gravitatoria comenzó a tirar de su cuerpo, forzando a Emony a aferrarse a la tumba que había profanado con las Energías del Conflicto-. ¿¡Qué Espectros pasa!? –se quejó la Dríade.

-¡Límite de Nor! –escuchó Emony, se viró, y encontró a Shunrei, la Saintia de la Regla, con los puños unidos, y dibujando una línea horizontal. Kiki, el Muviano reparador de armaduras de Bronce y Plata, se encontraba a su lado- Muchas gracias por la advertencia, Kiki… pero me temo que no soy una verdadera combatiente… lo más que puedo hacer, es esperar a que algún Caballero de Athena de más experiencia… se dé cuenta… -comenzó Shunrei, sudando frio.

-Hay demasiada Energía del Conflicto en el ambiente, probablemente no se den cuenta pronto –le comentó Kiki, preocupado, y mirando a la tumba profanada-. ¡Esa es la tumba del Maestro Lodin! –exclamó Kiki, lo que fue una sorpresa para Shunrei.

-¿Lodin? –preguntó Shunrei, Kiki asintió en ese momento- La tumba de Lodin… el Lodin que se apiadó de mí y me condecoró como una Saintia en lugar de entregarme a la Caballería de Athena… ¿por qué alguien profanaría la tumba de alguien tan gentil? –se preocupó Shunrei.

-¡Que fastidio! ¡Suéltame! –se quejó Emony, la tierra debajo de la roca que contenía el nombre de Lodin, cedió ante la fuerza gravitatoria del Límite de Nor, y terminó por lanzar a Emony en horizontal hasta la ladera de la montaña, donde la Dríade quedó sepultada, y comenzó a reponerse, molesta, cuando tras salir de los límites de la dimensión de Shunrei, por fin pudo incorporarse- ¡Maldita! ¡Me rompiste una uña! –se quejó Emony. Shunrei, preocupada, preparó los puños-. Así que tú eres la Saintia que representa a la Musa Polimnia, la Musa de la Geometría y la Retórica… eso significa que la Seed que renacerá, es la Seed de la Masacre, conveniente, considerando quien ha invadido el santuario de madre, kusukusu –comentó Emony.

-¿Una Seed? ¿Te refieres a las opuestas de las Saintias? ¿Lodin es mi Seed? ¿Por qué? –preguntó Shunrei incomodada, Emony simplemente se burló de ella- Lodin era una persona gentil, y de buen corazón. Si alguien no se merece el ser corrompido, ese es Lodin –lloró Shunrei, Emony simplemente sonrió con mayor malicia.

-No necesito ninguna razón que no sea el que las Saintias sufran. Su sufrimiento es lo que crea a las Seeds más perfectas, y me temo que la importancia de este muerto, es suficiente para que una Seed nazca de tu corazón –le espetó Emony, elevando su cosmos-. Ahora… aprovechando que las Energías del Conflicto me mantienen oculta incluso de los Caballeros Dorados. Creo que me divertiré un poco. ¡Atadura de Locura! –atacó Emony, su cosmos materializando un torbellino de mariposas azules, mismas que se dirigieron peligrosamente a Shunrei, quien nerviosamente no supo qué hacer ni cómo defenderse, y solo atinó a colocarse como escudo frente a Kiki.

-¡El Vuelo del Dragón! –resonó entonces un rugido, uno que sorprendió a Emony, y alegró a Shunrei, mientras un poderoso dragón esmeralda, chocaba frente al ataque de Emony, disipando a las mariposas, lo que fue algo que enfureció a Emony- Lo lamento, Dríade, pero no necesito del cosmos, para saber dónde se encuentra Shunrei en todo momento –aseguró el recién llegado, el Caballero de Bronce del Dragón, que presumía un nuevo estilo de armadura tras la original haber quedado destruida durante la Nueva Titanomaquia, las escamas de esta Armadura de Bronce del Dragón, brillaban más intensamente.

-¡Shiryu! –se alegró Shunrei, mientras Shiryu mantenía su cosmos elevado, desafiando a la Dríade, a quien el cosmos de Shiryu le parecía patético, evidente en la forma en que sonreía por su postura frente a Shunrei.

-Un Caballero de Bronce que no necesita del cosmos para encontrar a una mujer. ¿He de suponer que eso significa lo que creo que significa? Tú también hubieras sido una Seed perfecta, digna de alimentar al fruto del Daimón de las Batallas –se burló Emony, Shiryu simplemente se mantuvo firme-. Tristemente, me temo que no habrá un enfrentamiento entre nosotros. Tengo una misión muy importante, y no estás incluido en ella, adiós –se burló Emony, comenzando a transformar su cuerpo en mariposas, ante aquello, Kiki formó una esfera de cosmos y la lanzó a Emony, quien recibió la misma con el rostro-. ¡Hijo de…! –se quejó la Dríade, pero desapareció junto a las mariposas.

-¡La tengo! ¡Sé dónde está el Santuario de Eris! –comentó Kiki, Shiryu y Shunrei se viraron para verlo- Cuando lancé esa esfera de cosmos, logré ver el camino de cosmos que dejó en su trayecto de escape. Puedo enviar a alguien al Santuario de Eris y ayudar al señor Mu, pero solo mientras exista esta conexión. Por favor Shiryu, ayuda a mi maestro –pidió Kiki.

-¿Mu se encuentra en el Santuario de Eris? –preguntó Shiryu, Kiki asintió- ¿Y estás seguro de que puedes enviarme allí? –Kiki dudó por un momento, pero terminó por asentir de todas formas- Entonces envíame allí. El Maestro Dohko nos dijo a Okko y a mí que no podía volver a abandonar su puesto como hizo durante la Nueva Titanomaquia. Me envió al Santuario a apoyar mientras a Okko lo envió a China a uno de los supuestos Epicentros del Caos. Lo lamento Shunrei, pero me necesitan junto a Mu. Tengo una deuda con él tras usar su sangre para revivir a mi Armadura de Bronce –terminó Shiryu, mirando a su bella armadura restaurada.

-Lo entiendo… -cerró sus manos Shunrei en forma de plegaria-. Por favor cuídate, Shiryu, y discúlpame el que no pueda ser más de ayuda –se apenó ella, y entonces miró a Kiki-. Cuídalo mucho por favor… -pidió ella.

-Mejor ni le digo que hay una posibilidad muy alta de que no caiga donde quiero que caiga… está muy nublado todo esto por las Energías del Conflicto –se preocupó Kiki, pero entonces se decidió-. Dile al Maestro Mu que no se preocupe, la Casa de Aries está bien cuidada por mí –se apuntó a sí mismo Kiki, Shiryu asintió, y permitió a Kiki convertir su cuerpo en luz, y enviarlo al espacio, todo mientras Shunrei oraba por él.

Santuario de Eris. El Jardín del Edén. El Templo de la Masacre.

-Algo se aproxima –comenzó Mu, mientras el árbol nacido junto a la Seed que representaba a las Masacres, crecía, pasando por el techo mismo del templo, y forzando a los botones de los Lirios Sangrientos a florecer-. No entiendo lo que está ocurriendo, hay demasiada Energía del Conflicto, siento que alguien se acerca, pero no puedo encontrarlo –se quejaba Mu.

-¡Allí! –apuntó Mayura, cerca del Árbol de la Masacre, que aún crecía, y manifestaba flores rojas en sus ramas, Emony cayó al suelo, sobándose además la mejilla enrojecida- La Dríade de la Malicia… Emony… -le explicó Mayura.

-¡Auch! ¡Muviano imbécil e insensible! ¡Me dolió! –se quejó Emony, Mayura miró a Mu, quien no supo responderle- ¡Cuando regrese al Santuario buscando a la siguiente Seed! ¡Voy a arrancar a ese hierbajo insolente de…! ¿Eh? ¿Un Caballero Dorado? ¡Un Caballero Dorado! –se sobresaltó Emony, más entonces sintió una presencia más, y se vio forzada a evadir el ataque de Shiryu, que aterrizaba en el Templo de la Masacre convertido en un Dragón de cosmos, antes de compartir el mismo destino que Mu sufrió al llegar al templo, y que su nariz estallara en sangre por la sensación aplastante en su mente al ser invadida por las masacres.

-¡Aaaaah! ¡Como duele! –se quejó Shiryu, mas pese al dolor, logró incorporarse, aunque respiraba pesadamente por el esfuerzo de sobreponerse a semejante dolor- Maestro Mu… que bueno es verlo… su discípulo Kiki, me envía con un mensaje… la Casa de Aries… está bien resguardada… -comentó Shiryu, cayendo en su rodilla, Mu rápidamente fue a donde él, y accionó su Dunamis con la intención de ayudarle a sobreponerse de sus heridas, tristemente manifestando algunas en su propio cuerpo de igual manera.

-¿Cómo es que has llegado aquí, Caballero de Bronce? ¿Insinúas que Kiki te envió? –se sorprendió el Caballero de Aries, Shiryu por fin logró incorporarse por el apoyo de Mu de atender a sus heridas- En todo caso, tu mente, al igual que la mía, debió haber sido golpeada por las visiones de las masacres. Este santuario en el que nos encontramos, se mete con tu mente –le explicó el de Aries.

-¡Tsk! ¡No se supone que todos ustedes estén aquí! Madre va a estar muy decepcionada, tengo que hacer algo –se mordió los labios Emony, mas entonces notó que, de las raíces del árbol en el Templo de la Masacre, se alzaba una Dríade, una que presentaba las cualidades contrarias a las Saintias, una Seed como lo eran Rigel y Aeson-. Kusukusu, aunque pensándolo bien, la suerte me sonríe. Ya que la Seed que recluté resultó ser la guardiana de este templo. Maka de la Masacre –se alegró Emony, mientras la Seed se alazana de las raíces, revestido en una Leaf roja como la sangre, con espinas en las protecciones tanto de brazos como de piernas, la Seed poseía un cuerpo familiar para Mu, ya que pertenecía a un viejo amigo de él, uno que perdiera la vida en la Nueva Titanomaquia, Lodin, el Artesano de Máscaras, quien fiel a su título también llevaba una máscara en forma de media luna, que solamente descubría uno de sus ojos, mismo que Mu notó que no solo no era ciego, sino que derramaba lágrimas de odio.

-¿Lodin? –se impresionó Mu- ¿Cómo es posible? Lodin… él dio su vida en la Nueva Titanomaquia en contra de Iapeto de las Dimensiones. No quedó siquiera suficiente de su cuerpo para un entierro digno. ¿Qué clase de maquinación es esta? –se quejó el de Aries.

-Shunrei y Kiki defendían la entrada a la Casa de Aries cuando yo llegué. La Dríade Emony había hecho algo frente a la tumba de Lodin, no me esperaba que su intervención resultara en esto –le comentó Shiryu.

-¿Shunrei? –habló Lodin, una sombra oscura a su alrededor, una sombra cuyos ojos rojos, parecían regocijarse en las memorias de Lodin- La recuerdo… ella también rechazó mi arte… nadie mejor que yo puede entender la pena que conlleva el colocar una máscara sobre el rostro de una doncella, en el nombre de Athena… pero esa joven, Shunrei… se rehusó por las razones equivocadas. En estos momentos no sé contra quien de ustedes siento más odio… si contra el Reparador de Armaduras que se decía mi amigo, y que básicamente escupió en mi oficio… o contra el responsable de que Shunrei no haya elegido la sagrada senda de la caballería –agregó Lodin con desprecio.

-No sé quién eres… pero tú no eres Lodin –enunció Mu, preparando su cosmos-. El Lodin que yo conozco, sufría por su labor, pero comprendía también la importancia de la misma. ¿Olivia de Equuleus? ¿La has olvidado? Incluso tú solicitaste que Equuleus no fuera tratada como una Caballero Femenino, deseabas que fuera una Saintia, libre de máscaras –le recordó Mu.

-Kusukusu, esto es muy divertido y todo eso, pero aún tengo a más Seeds que reclutar. Lo dejo en tus manos, Maka –pidió Emony, transformándose entonces en flores de Lobelia, y dejando a Lodin solo, frente a un Caballero de Bronce, una de Plata, y uno Dorado. Más aún con todos estos oponentes, el cosmos de Lodin se mostraba inmenso, rivalizando incluso con el de Mu.

-El veneno que permanece en el corazón inerte de Lodin, alimentado por las Energías del Conflicto, han creado una Seed de un poder descomunal –comenzó Mayura, sorprendida, y mientras todo el Templo de la Masacre se estremecía con el cosmos marchito de Lodin. Las raíces del Árbol de la Masacre, inclusive, se movían de forma amenazante-. Con esta ya son tres las Seeds en el Santuario de Eris. Si más de las Seeds continúan plantándose en el Jardín del Edén, más poderosa se volverá Eris –le explicó Mayura.

-Lodin… ¿qué te han hecho? ¿Cómo es que te han transformado en esto? –se quejó Mu, más entonces recobró la compostura- No tenemos tiempo para esto. Emony se ha escapado, y planea reclutar a más Seeds, mientras que Harmonía continúa libre preparando la tierra del Jardín del Edén para que los Frutos Malditos maduren –apuntó Mu, mostrándole a Shiryu el fruto que crecía en la cima del Árbol de la Masacre-. Si ese fruto madura con las Energías del Conflicto reinantes, los Daimones de Ares resucitarán, y el Dios de la Brutalidad en la Guerra regresará a este mundo. Ese es el resumen de la situación –le comentó.

-Lo comprendo, y es por eso que voy a pedirle que se adelante –le comentó Shiryu, sorprendiendo al Muviano-. No tiene mucho que llegué al Santuario, no cuento con información suficiente para saber qué debe de hacerse ni sobre nuestros enemigos. Pero conozco a quien tengo enfrente en estos momentos. Lodin, antiguo Caballero de Bronce de Escultor. Incluso con las Energías del Conflicto reinantes y desestabilizando su cosmos, seguro yo como un Bronce puedo enfrentarlo también. Ustedes saben más sobre la situación en este santuario, y deben seguir adelante. Yo los alcanzaré cuando haya lidiado con él –le apuntó Shiryu.

-Polluelo, no sabes nada. No eres de ayuda en un Laberinto que ni siquiera un Caballero Dorado puede recorrer sin una guía –le explicó Mayura, Shiryu asintió a sus palabras-. Si lo sabes, ¿entones por qué? –preguntó ella.

-Porque además de que no tengo el contexto completo de la situación, tú acabas de decirlo, si un Caballero Dorado no puede moverse sin una guía dentro de este Laberinto, entonces es mejor que me quede en la parte del laberinto que conozco –aseguró el del Dragón.

-¿Aún si eso significa que jamás encuentres el camino de salida? –preguntó Mu, Shiryu asintió, decidido- Ya veo… eres valiente, Shiryu, siempre lo has sido. Tienes mi confianza –terminó Mu, Mayura solo viró su rostro en su dirección, insatisfecha-. Conozco a Shiryu. Será un Caballero de Bronce, pero desde hace tiempo desbloqueó el Séptimo Sentido. Estoy seguro de que él puede manejarlo, pero en caso de que no sea así, tú y yo rendiremos cuentas más tarde, Lodin –apuntó Mu, Lodin solo rio a manera de burla.

-Eso ya lo veremos… viejo amigo… -sentenció Lodin, Mu se viró a ver a Mayura, la de Pavorreal estaba inconforme, pero obedeció, y continuó guiando a Mu fuera del Templo de la Masacre, y por otro camino invisible-. Así que… eres la persona más amada de Shunrei, por quien ella negó la máscara que tanto trabajo me tomó fabricarle –se quejó Lodin.

-No sé qué te ocurrió, Lodin, cuando te conocí, me parecías una persona admirable, y aunque yo no estuviera presente para la resolución final de Shunrei, sé por su propia voz que tú parecías estar de acuerdo con su elección –le apuntó Shiryu, Lodin solo resopló de forma enfadada-. No tendré el contexto completo, pero parece ser que has sido resucitado con sentimientos de odio y resentimiento. ¿Acaso no recuerdas la verdad de tus actos? ¿Realmente eres tan débil en alma que puedes ser resucitado y obligado a olvidar todo ello que te volvió tan amado? Déjame refrescarte la memoria, Lodin. Sobre el ser tan noble que solías ser –le aseguró Shiryu.

China. Cinco Picos. 8 de Diciembre de 1981.

-¿Tú también Shiryu? No solo el Viejo Maestro ha dejado su puesto, pero ahora tú también te iras. No lo comprendo, somos una familia –hace 4 años, Mu llegó a Cinco Picos a recibir un entrenamiento especial de Dohko, quien tras haber entregado la lección sobre el cómo utilizar la Exclamación de Athena, escapó de su puesto sin dejar rastro alguno. Aquello se suponía que ya marcaba a Dohko como un traidor al Santuario, cuando la realidad era que el Viejo Maestro no había abandonado Cinco Picos realmente, no todavía, simplemente se ocultaba de sus discípulos para que estos no descubrieran su rejuvenecimiento, secreto que en esos momentos solamente Mu conocía-. Jamás nos hemos separado desde que nos conocemos, Shiryu –lloraba Shunrei.

-Esto… está resultando ser más incómodo de lo que me esperaba. ¿Cómo vas tú Okko? –preguntaba Shiryu a su compañero, quien se viró a verlo molesto, y con Xiaoling abrazado de su cintura mientras lloraba con todas sus fuerzas- Veo que no te está yendo mejor que a mí –susurró Shiryu-. Escucha Shunrei, no es mi deseo dejarte atrás, pero fue la última petición de mi maestro. Debo viajar con el Maestro Mu para seguirme entrenando, por favor compréndelo –le pedía Shiryu.

-Misty de Lagarto seguirá al pendiente de ustedes –le comentaba Mu, el Caballero de Plata reverenció ante las instrucciones del Caballero Dorado-. Además, hoy es un día importante para ustedes dos, ya que deberán elegir la senda a la cual deberán de pertenecer, y el tener a Shiryu como a Okko presentes, no les permitirá encontrar su verdadera resolución. Shiryu… Okko… nos vamos… no permitiré que su presencia manche la determinación de sus respectivas compañeras. Kiki… -terminó Mu, su pequeño discípulo asintió, usó sus poderes de telequinesis para levantar la cesta de víveres, y comenzó a retirarse, dejando a Misty con Shunrei y Xiaoling.

-Supongo que eso significa que no esperará para tomar el té conmigo. Pero era de esperarse, cuando mi labor implica tanta tragedia –llegó alguien más a Cinco Picos, Misty se viró para recibirlo, Lodin, el Artesano de Máscaras-. Saludos, jóvenes promesas y defensoras de Athena. Mi nombre es Lodin, y he venido a sellar sus destinos –comentó él.

Horas más tarde, y aunque Shiryu y Okko no se encontraran presentes en Cinco Picos, Misty había preparado una fogata en la cual Xiaoling preparaba algunos alimentos, mientras Lodin, sentado frente a una confundida Shunrei, recorría sus manos alrededor del rostro de la joven, tomándose el tiempo de trabajar de igual manera en una máscara que golpeaba a medida que mapeaba con sus dedos hasta la más mínima facción del rostro de la niña.

-Ungh… -se quejó de forma dulce Shunrei, cuando los dedos de Lodin recorrieron sus labios, incomodándola, el ciego por su parte, sonrió un poco, y dejó de mapear el rostro de Shunrei para continuar golpeando con algunas herramientas la máscara, dándole una forma más apropiada-. Señor Lodin, ¿realmente esto es necesario? –preguntó Shunrei curiosa.

-Cuando una joven llega a la edad requerida, es necesario –le comentó Lodin, terminando de dar forma a la máscara con golpes de sus herramientas, y dando vuelta a la misma mientras preparaba pinturas-. ¿Hay algo que prefieras para adornarla? ¿Qué tal unas flores? –preguntó Lodin, Shunrei se preguntó al respecto.

-Una flor de sakura se vería linda –comentó ella, pero inmediatamente tras hacerlo, se escandalizó por sus propias palabras-. Lo lamento, he sido insensible y he olvidado que usted no puede… -intentó decir, cuando Lodin comenzó a trazar por la frente de la máscara, dibujando una flor de sakura como parte de la máscara-. ¿Cómo? –preguntó Shunrei.

-El que no pueda ver las cosas con mis ojos no me impide sentir su forma con mis dedos. Es un arte en el que me he entrenado por muchos años, conozco las formas de un sinfín de objetos, plasmo los mismos en estas máscaras, como una última prueba de la identidad de la joven que ha elegido sacrificar su feminidad por servir a la Diosa Athena… es lo mínimo que puedo hacer por su sacrificio –agregó Lodin, mostrándole a Shunrei la máscara que habría de llevar de ahora en adelante-. Este es el momento donde debes elegir –le susurró Lodin-. Si me permites colocarte esta máscara sobre tu rostro, significa que habrás renunciado a todo cuanto significa ser una mujer, para ser tratada como una igual por los Caballeros de Athena. Sé que suena cruel, pero así es como dicta la tradición, desde los tiempos de las Amazonas, la máscara en un rostro femenino dictamina que se ha abandonado toda feminidad. Dime, ¿hay algo que desees como una mujer? ¿Alguien por quien no abandonarías tu feminidad? Debes decidir ahora, después será demasiado tarde y el ser vista al rostro sin tu máscara, significará que deberás desposar a quien te haya visto al rostro, o matarlo por recobrar tu honor. Shunrei, ¿qué decides? –preguntó mientras intentaba colocarle la máscara.

-Yo… ¡Nooooo! –se defendió Shunrei, empujando a Lodin, y derribándole la máscara de la mano. Una vez se dio cuenta de su accionar, se sintió horrible por lo que había hecho- Señor Lodin, lo lamento, sé que ha puesto un empeño muy grande, y mucho amor en la elaboración de esta máscara, pero… yo no puedo… si permito que me ponga esa máscara… eso significaría que Shiryu… yo… no podría estar a su lado de la misma forma… -lloró ella, decepcionada, aterrada, y temerosa de lo que Lodin pudiera pensar de su resolución, aunque todos estos sentimientos pronto se esfumaron, reemplazados por sorpresa, y por admiración, cuando Lodin colocó su mano sobre su cabeza, y frotó su cabellera unos momentos.

-Si es lo que dicta tu corazón, entonces lo acepto, pequeña –le explicó Lodin, lo que Shunrei no comprendía-. Si visitaras mi taller en Grecia, en las afueras de Rodorio, te percatarías de algo muy particular, y eso es que mi taller, está repleto de máscaras –le explicó Lodin, Shunrei no conocía su taller, pero tomó su palabra a consideración-. Y eso es porque mi labor, es la de confeccionar la máscara, no la de forzar a las jóvenes a renunciar a su feminidad. Una vez que la máscara está lista, es mi deber hacerlas elegir. Mi taller entonces, está lleno de todas aquellas máscaras, de quienes han rechazado la senda de la caballería, y se han anclado a su feminidad –le explicó, Shunrei aún no alcanzaba a dimensionar si aquello era algo bueno o malo-. Si fuera de mi libre elección, jamás sometería a jóvenes a abandonar su feminidad, pero he recibido incluso a mujeres mayores, dispuestas a abandonarlo todo, por ser tratadas como a los hombres se les trata. Mi labor es entonces la de mostrarles a las mujeres la realidad en sus corazones. Deseas vivir, por compartir tu vida con alguien, y eso no tiene nada de malo. Tu máscara la conservaré, como la prueba de tu resolución –terminó él, más entonces escuchó a Xiaoling detrás de Shunrei, y apenada-. Parece ser que no condecoraré a nadie como Caballero Femenino esta noche. Aun así… me sentiría honrado, si me permitieras también conservar tu máscara… -finalizó Lodin.

Santuario de Eris. El Jardín del Edén. El Templo de la Masacre. 11 de Diciembre de 1985.

-La siguiente vez que vi a Shunrei, me alegré de saber que había elegido permanecer sin una máscara, pero que aun así había elegido servir a Athena como su Saintia –le comentó Shiryu, recordando en admiración a Lodin-. Xiaoling tampoco aceptó la máscara, pero eso jamás te molestó, siempre apreciaste y valoraste la realidad de la caballería para las mujeres, le mostraste a muchas el camino de sus corazones, y forjaste guerreras indomables de las que eligieron enmascararse –le comentó Shiryu.

-¿Como la Caballero de Plata del Pavorreal? –preguntó Lodin, Shiryu no supo a lo que se refería- Renací gracias a que Shunrei se convirtió en una Saintia, convertido en una Seed por aquella memoria que cuentas. Pero lo que alimenta mi cosmos, es el conflicto que de esta elección nace –le comentó Lodin, divertido-. Cuando una Caballero Femenino "abandona" su feminidad, realmente acepta ser tratada como un hombre débil que no tiene la fortaleza física de sus compañeros nacidos varones. La mayoría de las veces esto termina en sobrecompensaciones por parte de estas Caballeros Femenino, que aceptan cualquier trabajo por el simple deseo de ser reconocidas como iguales a los hombres. La mayoría de las cacerías de traidores al Santuario, desertores, ejecuciones, y demás misiones que no impliquen a Assassin, son encargadas a las Caballeros Femenino, quienes, por ser vistas como iguales pese a sus carencias, asesinan descorazonadamente a quien le pidan, muchas veces sin preocuparse por los daños colaterales. Esa compañera tuya, Mayura del Pavorreal, inclusive dejó morir a un campamento repleto de niños, solo porque no podía incumplir las ordenes de un superior dorado –le explicó él, lo que horrorizó a Shiryu-. Una vez puesta la máscara… se pierde lo más valioso, tu verdadera identidad. Cada Caballero Femenino que he enmascarado mata en promedio el triple que cualquier otro caballero, supongo que por ello renací como la Seed de la Masacre. En mi tarea de condecorar a Caballeros Femenino, no he hecho más que crear a las asesinas perfectas, quienes se entregan a la masacre –concluyó Lodin.

-¿Realmente es eso lo que piensas? –preguntó Shiryu, su cosmos intensificándose, el Espíritu de la Masacre, Maka, sonrió ante las reacciones del Caballero del Dragón- Ya no me queda ninguna duda, por la forma en que te expresas entiendo que nada de lo que diga cambiará tu postura. Está bien, Lodin, antes de que puedas entregarte a tu nuevo dominio, la Masacre, voy a regresarte a la tumba con la esperanza de que cuando llegue el día de tu reencarnación, tu nueva vida sea más parecida a la honorable vida que llevabas como Artesano de Máscaras –le apuntó Shiryu, el Dragón rugiendo a sus espaldas.

-Admítelo Shiryu, nada de lo que hice mientras fui un siervo de Athena sirvió para nada. Una máscara no te vuelve un hombre, así como la fe ciega en una diosa inútil no te vuelve un héroe –comenzó Lodin, alzando los brazos, y moviendo las lianas del Árbol de la Masacre a voluntad, lo que Shiryu notó cuando las raíces se alzaron del suelo intentando apresarlo, solo que el de Dragón logró apartarse a tiempo-. La única constante en el universo Shiryu, es el Caos. Y el haber renacido como una Seed me ha abierto los ojos en más de una forma a sus misterios. ¡Este es mi verdadero ser, Shiryu! ¡La prudencia y la empatía, son para los débiles! ¡Con Eris sobrevive el más fuerte! ¡El Rostro de la Masacre! –impactó sus puños Lodin uno contra el otro, extendió las manos, y de las mismas liberó máscaras rojas de rostros de mujeres, quienes acompañadas por los pétalos de los Lirios de Sangre alrededor del Árbol de la Masacre, persiguieron a Shiryu, hasta dejarlo a merced de los rostros sonrientes, que se precipitaron en su contra, y estallaron- Las máscaras… no tienen por qué ser físicas. Nuestros verdaderos rostros, son el reflejo de nuestros corazones… -terminó Lodin, mientras humo rojo, como manchas de sangre evaporada, se esparcía por todo el Templo de la Masacre.

Noruega. Asgard. El Santuario de Odín.

-¿Natassia? –dentro de una de las habitaciones provisionales de huéspedes en el Santuario de Odín, Natassia, la Caballero Femenino del Triángulo Austral, había estado mirando a su máscara con intranquilidad, cuando escuchó a Mii del otro lado de la puerta de su habitación- ¿Está todo bien? ¿Puedo pasar? Si estás visible claro está –preguntó la Saintia de Delfín.

-Puedes pasar Mii –comentó Natassia, sin colocarse su máscara, Mii entonces entró en la habitación, más al notar que Natassia no llevaba su máscara puesta, se escandalizó e intentó huir-. ¿Qué haces? –preguntó.

-¡No he visto nada! ¡No he visto nada! –se defendió Mii cubriéndose los ojos- Lo lamento si le he faltado al respeto, Caballero del Triángulo Austral. Volveré en un momento en que se encuentre más… presentable –insistió mientras se cubría los ojos.

-Basta con eso, Mii. No me convertí en Caballero Femenino por elección, así que no es necesario que pienses que me has insultado al verme el rostro –se quejó Natassia, Mii simplemente se negó a mirar a Natassia al rostro-. Qué tontería… -suspiró Natassia, pero se colocó la máscara de todas formas-. Ya estoy visible… puedes virarte… -anunció ella.

-Por favor que no sea una broma, de verdad no quiero meterme en problemas –comentó Mii, abrió los ojos, y encontró a Natassia enmascarada frente a ella-. Gracias a Athena… por un momento pensé que me harías la mala broma y tendría que amarte o matarte –comentó ella.

-En todo caso, esa sería mi responsabilidad, no la tuya –le comentó Natassia-. ¿A qué has venido? ¿El Maestro Camus nos ha solicitado? –preguntó Natassia, Mii movió su cabeza en negación ante sus palabras.

-Ni siquiera sé dónde se hospeda el Maestro Camus, no sentí que le asignaran una habitación en toda la noche –le comentó Mii, sentándose junto a Natassia-. Más bien vine a verte porque estaba preocupada. El hombre al que el Maestro Camus asesinó… él… era tu hermano, ¿no es así? –preguntó Mii.

-Alexer era un tonto… -susurró Natassia, Mii reaccionó con sorpresa ante aquellas palabras-. ¿Recuerdas el día en que nos conocimos? –preguntó Natassia con curiosidad, Mii asintió ante aquellas palabras.

-¿Cómo olvidarlo? El Maestro Camus nos entrenaba en Siberia junto al Maestro Cristal, cuando de pronto, el Maestro Camus envió a Cristal a adentrarse en la tundra. Regresó al poco tiempo contigo, recuerdo que no estabas para nada contenta –le comentó Mii.

-Fui entregada como prisionera de guerra por mi padre, Piotr, el líder de los Blue Warriors –le comentó ella, lo que Mii desconocía hasta esos momentos-. Cuando Cristal los dejó, fue a dar cacería al grupo de Blue Warriors que comandaba mi hermano. Los Blue Warriors somos una civilización que protege el Santuario de Bluegard, donde se dice existe una entrada al Reino Hundido de Atlantis. Se supone que funcionemos como centinelas, y que enfrentemos a Poseidón si es que llegara a levantarse en contra de Athena, al menos, esa es nuestra función. El grupo al que pertenecía mi hermano, no estaba de acuerdo. Cuando se enteraron de la existencia de un Caballero Dorado, pensaron en derrotarlo, capturarlo, y utilizarlo como moneda de cambio para Athena. O liberaba a los Blue Warriors de su juramento, o le cortarían la cabeza a Camus de Acuario, está de más decir que fue inútil, mi hermano, no pudo siquiera con Cristal de Pyxis. Cristal por sí mismo, acabó con más de la mitad de los hombres de mi hermano, y de no ser por la intervención de mi padre, Piotr, lo habría ejecutado –aclaró ella, Mii asintió, comprendiéndolo-. Mi padre, en un intento por mantener la paz entre el Santuario de Bluegard y el Santuario de Athena, hizo un trato con el Caballero Cristal, entregándome a mí a escudería del Santuario, y como heredera al liderazgo tras desterrar a mi hermano Alexer con tal de que no se le fuera arrebatada la vida, yo sería la garantía de servicio de mi reino –le comentó ella, y después suspiró-. Aunque de nada me ha servido. Mi padre fue asesinado por mi hermano, y el ejército de Bluegard fue ejecutado por el Maestro Camus. Sin ninguno de ellos, Bluegard seguro está en caos, y no hay nada que yo pueda hacer al respecto al ser una prisionera del Santuario –se molestó Natassia, temblando en descontento por aquello.

-¿Realmente piensas así? –le preguntó Mii, Natassia no respondió, tan solo volvió a suspirar, y a dejarse caer sobre su cama- Comprendo el que sientas incertidumbre por tu pueblo, pero no pienso que seas una prisionera, el Maestro Camus nunca te ha tratado como tal –le comentó Mii, Natassia viró su rostro en su dirección-. Ser una Caballero de Athena, incluso una Saintia como yo, amerita sacrificio. Hubo un tiempo en el que yo no pensaba en este tipo de cosas por supuesto. Durante mucho tiempo, solo fui una niña, al servicio de mi señorita. Quien además planeaba unirme sentimentalmente con un jovencito que me enviaba cartas, y a quien yo correspondía –le comento Mii, Natassia se incorporó rápidamente-. Aunque… no sé si esta sea una conversación que un Caballero de Athena aprecie –se preguntó Mii.

-Basta de eso, no soy una Saintia porque el último puesto te lo dieron a ti –se quejó Natassia, quitándose la máscara, Mii se cubrió los ojos inmediatamente-. Basta. A la primera disponibilidad de una posición de Saintia, yo abandono la senda de la Caballería de Athena –se quejó Natassia.

-Eso dices, pero en estos momentos sigues siendo un hombre ante los ojos de cualquier Saintia –se quejó Mii, Natassia solo suspiró, y volvió a colocarse la máscara-. Lo lamento, pero las reglas son reglas –se apenó Mii.

-Y yo te insisto en que a mí nadie me dio la opción. Todos los puestos de Saintias ya estaban ocupados –se fastidió Natassia, pero de todas formas posó nuevamente su atención en Mii-. Entonces… ¿tenías un chico del cual gustabas? –preguntó ella.

-Bueno… –se apenó Mii-. Él me hizo prometerle, que seríamos esposos algún día –confesó ella, Natassia se apenó debajo de su máscara, el gemido divertido de sus labios la delató-. No te comportas como un Caballero Femenino, más respeto a una señorita –se apenó Mii.

-Insistes con eso, pero mientras el Maestro Camus no esté presente, soy una chica, y más te vale tratarme como tal –se molestó Natassia, quitándose la máscara nuevamente, Mii se tapó los ojos, pero esta vez Natassia forcejeó para que dejara de taparse los ojos-. Sigue con esa actitud tuya y vas a ser mi esposa y no la de ese chico. ¿Cómo se llamaba? –preguntó divertida.

-Eres insufrible –se quejó Mii, no logrando zafarse de Natassia y terminando viéndole el rostro-. Y atractiva… pero para nuestra fortuna mutua, creo que aún prefiero al chico de mi infancia, aunque no creo que vaya a poder cumplirle la promesa. ¿Segura que no vas a matarme? –preguntó, Natassia le dirigió una mirada fulminante-. Está bien, está bien… su nombre… era Edward… -se apenó Mii.

-Edward… kusukusukusu… -susurró alguien, quien no fue escuchada ni por Natassia ni por Mii, quienes ya continuaban con la conversación como amigas que no pertenecían a la orden de Athena-. El nombre de la siguiente Seed… es Edward… quien renacerá como Horkos, la Seed del Juramento –finalizó la voz de Emony, mientras pétalos de Lirio Blanco, volaban junto al viento.

Suburbios de Asgard. Salón de los Muertos.

-Debe de ser bastante incómodo, el visitar a Sinmone conmigo a tu lado –en un lugar alejado del Palacio de Asgard, Camus de Acuario, cubriendo su cuerpo con una gabardina marrón, y Hilda de Polaris, la Sacerdotisa de Odín, habían llegado a un mausoleo al que los pobladores de Asgard denominaban el Salón de los Muertos, un conjunto de catacumbas en donde los fallecidos eran preservados envueltos en pieles de animales, y donde los familiares y amigos podían traer ofrendas para los mismos. La incomodidad genuinamente reinaba en el corazón de Camus, quien no lograba desprenderse de Hilda en ningún momento-. Si lo que Surt comentó es cierto… entonces Sinmone era… -comenzó ella nerviosamente.

-La hermana de mi mejor amigo, nada más –llegó Camus finalmente a la urna de Sinmone, un ánfora dorada con incrustaciones de diamante, que contenía fuera de la misma un mechón anaranjado, atado como una trenza, que servía de atadura para la ánfora-. No sé qué significaba Sinmone para mí realmente. Era demasiado joven, y yo solo tenía a Athena en mi mente. Vivía por el solo deseo de fortalecerme, y convertirme en el Caballero de los Hielos que la protegiera de quien fuera –recordaba Camus sus días de entrenamiento, y encontrarse en las montañas a las afueras de Asgard, entrenando, y golpeando árboles a puño desnudo-. En mi imprudencia causé el deslave de la montaña que sepultó a la cabaña de Surt y Sinmone. Él estaba fuera, Sinmone esperaba mi regreso. Aparentemente había fabricado una corona de flores que deseaba darme por presente. Desde ese día, juré que le entregaría a Surt mi vida. Si él me lo pide, así lo haré, esa es mi promesa –aseguró Camus.

-No conocí a Sinmone, pero dudo mucho que a ella le agradara escuchar eso –se molestó Hilda, Camus la ignoró, y presentó sus respetos ante el ánfora de Sinmone-. La muerte no funciona para los Nórdicos como funciona para los griegos, Camus. Sinmone aguarda y es consiente en el otro mundo. La vida es una y es única. Un individuo persiste a pesar de la muerte. Podrías escuchar la voz de Sinmone, y su resolución, si quisieras apoyarte de una Godi para hacerlo –le explicó Hilda.

-Ridiculeces de gente que le gusta aprovecharse de la debilidad del corazón humano –se quejó Camus, Hilda abrió la boca en señal de horror ante lo que escuchaba-. No necesito de una supuesta interprete de los muertos pasa saber que Sinmone se ha ido, y que jamás regresará –aseguró el de Acuario, cuando notó las mejillas de Hilda llenas de aire.

-¿Disculpa? Sé que no lo sabías, pero resulta que además de Sacerdotisa de Odín, soy una Godi, y no hay nada de charlatanería en lo que puedo hacer –se fastidió Hilda, incomodando a Camus-. Tengo la capacidad de hablar con los muertos. Por Odín, tengo la capacidad de hablar con los dioses. Entre una cosa y la otra, ¿cuál crees que es la más sencilla? Puedo comunicarme con Sinmone por ti, ¿quieres saber lo que ella piensa o no? –le preguntó Hilda.

-¿Qué? ¿Estás insinuando que…? Sé que nuestras creencias religiosas difieren. Pero no pensaba que estuvieras tan sumida en tu labor como para asegurar que… -intentó decir Camus, aunque tras ver el rostro de Hilda, tuvo que replantearse sus ideas-. Supongo que más alta autoridad religiosa no existe en Asgard… -dedujo él, Hilda asintió-. Pero… ¿de verdad podrías…? –se preocupó Camus.

-¿Qué? ¿Temes que la ex no le conteste a la actual? –se fastidió Hilda, Camus tan solo se cubrió el rostro por la vergüenza- Yo también soy una ex. Con eso de que no pretendes aceptar que, pese a ser sacerdotisa, el celibato no existe para mí. Hay incluso una celebración sexual en el Upsala que involucra… -intentó explicarle.

-Ya entendí, son culturas diferentes, me quedó claro, por favor no entres en detalle. No formas parte de esas celebraciones, ¿verdad? –agregó Camus con curiosidad, Hilda simplemente le sonrió- ¿Verdad? –insistió Camus.

-Despreocúpate. Los Sacrificios en el Uppsala son realizados por ajenos, aunque si me toca ver –confesó ella, Camus se horrorizó por aquello-. Pero no te miento Camus… jamás podría… significas más para mí de lo que crees, así que… incluso si es conocer la última voluntad de tu… interés fallecido… puedo hacerlo… si quieres… -aseguró ella, Camus pensó al respecto.

-Como Caballero de los Hielos… los sentimientos, me son innecesarios… -aceptó Camus, Hilda asintió-. Pero mentiría si te dijera que no desearía escuchar su voz una última vez… al menos si es únicamente, para saber si debería cumplir con mi promesa a Surt… por favor… Hilda… permíteme hablar con Sinmone… -pidió Camus.

-Supongo que es mal momento para decir que esto es ilegal… -susurró Hilda, Camus la escuchó y se molestó-. Soy la Sacerdotisa de Odín, Camus… puedo hacer lo que sea siempre que Odín no me lo niegue. Así que aquí voy… -enunció Hilda, colocó sus manos sobre el ánfora, y comenzó a concentrar su cosmos alrededor de las mismas-. Freyja… Diosa Vanir que te divides a los caídos y a sus esposas entre el Valhalla y el Fólkvangr, tu palacio en el Asgard, concédeme el don del Contacto Espiritual, y ayúdame a contactar a Sinmone. Si su alma ha sido rescatada ya de las playas del Nastrond, y no se encuentra construyendo el Naglfar con sus uñas, por favor responde a mi llamado, Sinmone… es Hilda de Polaris quien te llama –pidió ella, y tras el conjuro, un cosmos blanquecino comenzó a rodear a la urna, mismo que a Camus le pareció muy familiar-. Allí está ella… Sinmone… -presentó Hilda.

-En el nombre de Athena… no puedo creerlo… -se impresionó Camus, notando que el cosmos blanquecino tomaba la forma de una niña pequeña, cuyos cabellos pelirrojos ondeaban con el cosmos mismo-. Sinmone… ¿me recuerdas? –preguntó el de Acuario.

-¿Camus? –comenzó Sinmone, el solo escuchar aquella voz, fue suficiente para vencer las fortalezas del de Acuario, que olvidándose de su postura en contra de los sentimientos, por vez primera en mucho tiempo, derramó lágrimas por su amiga fallecida-. Has crecido tanto… Camus… te he extrañado mucho… ¿cómo está mi hermano? –preguntó sonriente.

-Sinmone… -suspiró Camus, limpiándose las lágrimas. Hilda, de fondo, comenzó a jugar con sus dedos nerviosamente-. Surt… la verdad es que no sé mucho de qué ha sido de su vida… al poco tiempo de que te fuiste… yo dejé Asgard también… -le comentó él, Sinmone asintió sonriente-. Aunque he tenido la oportunidad de reunirme con él no hace mucho… lo veo bien, de buena salud. ¿Alguna vez se ha contactado contigo? –preguntó Camus.

-La Diosa de los Muertos, no suele atender a solicitudes mortales… se considera tabú… -le explicó Sinmone, Camus se viró para ver a Hilda, la Sacerdotisa de Odín viró el rostro fingiendo demencia-. No he hablado con mi hermano, no se me ha permitido antes… esto… es una sorpresa… -admitió ella.

-La conexión con el mundo de los muertos no dura mucho, Camus… -interrumpió Hilda-. Si la conexión persiste por mucho tiempo, Sinmone podría convertirse en un Draugr. Un espíritu atrapado en el mundo mortal. Haz tu pregunta… para poder cerrar el portal –pidió Hilda, Camus asintió a sus palabras.

-Sinmone… cuando falleciste, fue mi culpa… fui imprudente, y causé una avalancha por mi poco cuidado durante mi entrenamiento –comenzó Camus, Sinmone sonrió, pero asintió-. Como penitencia autoimpuesta, le juré a tu hermano Surt que tendría mi vida si es que él me la pedía… cobardemente escapé de Asgard para no volver, temiendo que me pidiera cumplirle. Ahora que he regresado, él no me lo ha pedido, pero si llegara a hacerlo, necesito saber… tú… consentirías esto… si es tu deseo… tendrás mi vida… -aseguró Camus.

-Camus… yo… -intentó decir Sinmone, la sonrisa en su rostro brindaba tranquilidad a Camus, más de pronto, esta sonrisa se convirtió en miedo, y desesperación-. Algo… me está observando… -comenzó Sinmone, un cosmos oscuro comenzó a rodearla.

-¡Sinmone! –se escandalizó Camus, mientras el rostro de Sinmone se llenaba de terror- ¿Qué está ocurriendo? ¿Qué hiciste? –se horrorizó Camus, incluso tomando a Hilda de los hombros para obligarla a verlo.

-¡Yo no hice nada! ¡Alguien está interfiriendo! –lo empujó Hilda, y colocó su mano sobre la urna- ¡Diosa Freyja que has permitido esta conexión, que tus Valkirias protejan a esta alma en su camino de vuelta al Fólkvangr! –terminó Hilda, Sinmone sonrió nuevamente, y su alma regresó a la urna, aunque el cosmos oscuro, tan solo acrecentó.

-¡Un juramento no puede romperse! –el cosmos oscuro, manifestó una nueva voz, sombría, y masculina, gutural y demoniaca, y esta extendió su cosmos maldito por todo el mausoleo, ensombreciéndolo- Yo soy quien se encarga de castigar a quienes irrespetan los juramentos –continuó la voz, esta vez materializando a un hombre rubio, que llegaba en un traje de alta alcurnia, pero cuyos ojos brillaron entonces escarlata, siendo poseído el hombre por el cosmos oscuro, y transformándolo-. La Saintia ha irrespetado su juramento, y su maestro pretende irrespetarlo de igual manera. Con el cuerpo de su amado Edward, y el espíritu de Horkos, será la Semilla del Juramento quien ha de castigarte, Camus de Acuario, por faltar a tu palabra, aunque descuida… para cumplir, solo debes morir, ¡ajajajajajajajaja! –la Seed de los juramentos, había renacido en las tierras de los Dioses Guerreros.

Grecia. El Santuario de Eris. El Jardín del Éden.

-El Laberinto se estremece nuevamente –comenzó Mu, el suelo invisible por el cual caminaban inclusive, comenzó a fragmentarse, revelando el camino por las fisuras incluso para los ojos no entrenados de Mu, quien notó que a los pies de Mayura el suelo translucido cedía, por lo que Mayura comenzó a caer, solo que Mu se aferró a ella a tiempo-. Sujétate –comentó Mu, ayudando a Mayura a volver a suelo translucido firme-. Este lugar hace que me duela demasiado la cabeza –se quejó el de Aries.

-Otro árbol comienza a alzarse –apuntó Mayura, mientras un bello árbol cuyas ramas estaban adornadas con flores de Lirios Blancos, se alzaba en la lejanía-. El Árbol de Lirio Blanco, debe ser el Templo de los Juramentos. Una de las Seed más peligrosas ha renacido, pero diferente de la Seed de Maka, no la siento dentro del Jardín del Edén.

-Eso es indistinto si avanzamos con tal lentitud, no hemos llegado ni siquiera al segundo de los Templos, de haber un Reloj de Cronos, ya me hubiera comenzado a preocupar –se quejó Mu por lo lento del avance, pero al notar el suelo tornasolado, y la caída de regreso a Atenas, pensó mejor sus palabras-. Estos árboles… siento que me debilitan… -le comentó Mu.

-Nos debilitan a todos los no iniciados en el Caos y el Conflicto –fue la respuesta de Mayura-. Y esta debilidad ocurre tanto en el Jardín del Edén, como en los alrededores de las Seed. Las Seeds son como portales del conflicto. Alrededor de ellas, las emociones de las cuales se alimentan se detonan con mayor fuerza, estas emociones fortalecen a la Seed mientras debilitan a quienes se encuentren a su alrededor, haciéndolos susceptibles a entregarse al dominio del Caos –le explicó Mayura, lo que confundió un poco a Mu.

-Déjame ver si entiendo, cada uno de esos árboles nace por la existencia de una Seed, que puede o no puede existir dentro del Jardín del Edén que manipula Harmonía –preguntó Mu, y Mayura asintió-. Al mismo tiempo, cada uno de esos árboles debilita a los no iniciados dentro de las doctrinas del Caos, lo que sea que eso signifique, mientras fortalece a quienes sí lo están. Y las Seeds, como personificaciones físicas de estos árboles, extienden ese debilitamiento a todos a su alrededor –agregó él.

-Es así. Desde aquí vemos 4 árboles, lo que significa que 4 Seeds han sido liberadas, de las 9 posibles –le explicó Mayura-. Esto significa que los manipuladores del Caos dentro y fuera del Jardín del Edén, ahora son 40% más poderosos que cuando no habían sido liberadas las Seeds. De igual manera, las Seed emiten un domino que debilita a quienes las enfrenten en un 40%. En otras palabras, si existiera una confrontación entre un iniciado, y un no iniciado en la manipulación de las Energías del Conflicto… -agregó ella.

-Habrá una diferencia de poder de un 80%, solo por la existencia de estos 4 árboles –sudó frio Mu, sintiendo ya la debilidad de su cuerpo-. Si este es el poder de las Seeds, que solo son las recolectoras de la Energía del Caos para los frutos en cada uno de los árboles… entonces… no quiero ni imaginar el verdadero poder de los Daimones. Hay que darnos prisa –pidió Mu, saltó el suelo tornasolado, igual que hizo Mayura, y continuó dirigiéndose al siguiente templo.

Turquía. Monte Hisarlik. Sitio Arqueológico de Troya.

-¡Malnacido Caballero de Leo! ¿Cómo es que te has librado de mi control mental? –de regreso en Troya, el ataque de Plasma Relámpago que Aioria supuestamente había lanzado en dirección a Kyoko, de pronto viró y cambió en dirección a Phobos, quien se vio en la necesidad de evadir el mismo, pero siendo herido en su hombrera-. A estas alturas, ya son 4 las Seeds que se han despertado. Pero, aun así, lograste sobrepasar mi cosmos lo suficiente para liberarte de mí control mental. ¿Cómo lo hiciste? –preguntó molesto.

-Si te refieres a la barrera de debilidad que emana de ti y que me presiona el cuerpo, aún la siento, Phobos –aceptó Aioria, sudor le recorría todo el rostro, Kyoko, detrás de él y sosteniéndose el brazo adolorido, también respiraba con dificultad, pero esta era más por el cansancio de evadir a Aioria, que por sentir la presión que Aioria sentía-. Pero aún con esta molestia incesante, y por más que se fortalezca, no es imposible desafiarte. Solo es cuestión de acceder al Séptimo Sentido, liberarlo para elevar mi cosmos hasta el infinito. Puedes dividir el infinito, pero seguirá siendo infinito, no importa cuando me debilites con esa maldita aura tuya –le apuntó Aioria con molestia.

-Eso dices, pero, aunque el infinito, divisible o no, continúe siendo infinito, la realidad es que la limitante humana no es infinita –se burló Phobos una vez que notó el cómo Aioria sudaba, y el cómo se le dificultaba respirar-. Al final del día, continúas siendo un humano. Tu cuerpo terminará por agotarse, y tu Séptimo Sentido, será realmente inalcanzable. Poco puede hacer un humano cuando su cuerpo no le sirve de nada. ¡Ahora conoce la derrota mediante mi Vórtice Desafiante! –atacó Phobos, concentrando su cosmos en su dedo índice, y lanzando un torbellino oscuro en dirección a Aioria, que no pudo defenderse del mismo.

-¡Aioria! –gritó Kyoko sorprendida, el Caballero de Leo estaba tan débil que no podía levantar su defensa- ¡No lo permitiré! ¡Yo también puedo combatir! ¡Huracán de Vientos Cortantes! –desencadenó Kyoko, extendiendo ambos brazos, cerrando los mismos rápidamente, y llamando a su propio huracán, que al chocar con los vientos oscuros del Vórtice Desafiante de Phobos, transformó ambos ataques en un huracán, que lanzó a los tres por los vientos, a diferentes secciones de la Muralla de Troya.

-¿Cómo? Esa niña… no se vio debilitada por mi barrera… todo lo contrario… pareció fortalecerse… -se quejó Phobos, tomándose del brazo y notando que este se había dislocado, por lo que se acomodó el mismo sin soltar alarido alguno de dolor-. Sé que este cuerpo es inferior a mi cuerpo original, pero no me explico, el cómo una simple Caballero de Bronce, me ha herido donde un Caballero Dorado no pudo hacerlo –se quejó el Dios Menor, separándose de la muralla que presumía su silueta incrustada.

-¡Aioria! –se preocupó Kyoko, quien llegó ante Aioria, y le ayudó a incorporarse- ¿Te encuentras bien? Lamento haber interferido en tu combate, pero… debía hacerlo… -se disculpó Kyoko por su intervención.

-Eso no importa de momento. ¿Qué fue ese ataque? ¿Huracán de Vientos Cortantes? Retsu… usaba una técnica muy similar… el Huracán de Garras Cortantes –le explicó Aioria, incorporándose, y notando su brazo dislocado, mismo que se estiró hasta acomodarlo a la fuerza, lo que sobresaltó a Kyoko-. ¿Quién te enseñó esa técnica? –preguntó él.

-Yo… aprendí a usar el Huracán de Vientos Cortantes como respuesta a la Corriente Ascendente del Maestro Milo –le comentó ella, Aioria vagamente recordaba ver a Milo usar aquella técnica para atrapar a otros ataques y elevarlos al cielo en forma de un torrente carmesí-. No he aprendido a atrapar ataques y devolverlos, pero la parte de concentrar mi cosmos en una dirección en la forma de un torrente, esa ya la domino –admitió ella.

-¿Eso crees? Porque tu huracán tiene todo de huracán, con nada de cortante –agregó Aioria, lo que molestó a Kyoko-. Escúchame bien, Kyoko, porque no soy muy diestro dando lecciones, pero el Huracán de Garras Cortantes de Retsu, ese sí sé cómo funciona –se tronó los nudillos Aioria, mientras Phobos se acercaba, furioso, tronándose sus propios nudillos de igual manera-. Si ya lograste dirigir tu cosmos en un torrente o huracán como lo has llamado, eso significa que controlas el cosmos a un nivel en que puedes darle una dirección. Devastador, sí, pero sin control. Para completar una técnica de vientos cortantes, lo que necesitas es controlar cada flujo individual en el vórtice, y separarlo, creando un corte que puedes visualizar y manipular a tu antojo. Justo como lanzar el ¡Plasma Relámpago! –lanzó su puñetazo Aioria, aunque este se movió más lentamente, lo suficiente para que Kyoko pudiera ver un único relámpago, que Aioria controló con su cosmos hasta dividirlo en varios, mismos que Phobos intentó evadir, pero que cayó víctima de ellos de todas maneras- El Huracán de Garras Cortantes, y el Plasma Relámpago comparten un mismo principio, la manipulación del cosmos y su división en energías manipulables. Si puedes replicar el concepto del Plasma Relámpago en tu huracán, entonces genuinamente obtendrás un ¡Huracán de Garras Cortantes! –exclamó Aioria, sorprendiendo a Kyoko al lanzar un ataque que solo había visto a Retsu utilizar, un ataque de viento, que en la variación propia de Aioria iba acompañado de relámpagos, que nuevamente impactaron a Phobos en contra de la Muralla de Troya-. Pero ya hemos lastimado suficiente al patrimonio cultural que es el Muro de Troya… y estoy seguro de que ya estás lo suficientemente ofendido, como para no mostrarme tu dimensión, Phobos –se burló Aioria.

-¿Mi dimensión? ¡Mi dimensión! –estalló en coraje Phobos, su cosmos acrecentándose, amenazante- ¿Quieres conocer mi dimensión, Caballerito de Athena? ¡No tienes la fuerza siquiera para resistirla! ¡Si tuviera mi Cuerpo Original, el solo poner pie en mi dimensión te haría desfallecer de un paro cardiaco, y aceptar el dulce abrazo de la derrota por el pánico invadiendo tu ser! –amenazó Phobos.

-Te escuché la primera vez, cuerpo de Dríade –le apuntó Aioria, lo que enfureció a Phobos aún más por el atrevimiento-. Y vuelvo a decirte que no necesito más que acceder al Séptimo Sentido, para liberarme de la presión de esa ridícula barrera tuya. Así que a menos que pienses en aprovecharte de mí debilidad, te aseguro que tengo Séptimo Sentido de sobra para partirte el rostro –sentenció Aioria.

-¿Eso piensas, mortal? –enfureció Phobos- Tú lo has querido entonces. Si bien no puedo llevarte a mi dimensión personal por este ser un cuerpo prestado, eso no significa que no cuente con una dimensión en la cual encerrarte y castigarte. ¡Mi Edén Oscuro! –elevó su cosmos el Phantom, llamando a su dimensión personal.

-¡De eso estoy hablando! –se alegró Aioria, y entonces miró a Kyoko- Sé que no soy tu maestro, Kyoko, pero espero que mi lección te haya servido de algo. Utilízala sabiamente en tu combate. Nos volveremos a ver… -terminó Aioria, antes de ser tragado por la dimensión oscura de Phobos.

-¡Aioria! –gritó Kyoko, intentó llegar hasta donde el de Leo, pero este había desaparecido frente a ella- No… Aioria… ¿qué quisiste decir con tu propio comba…? –intentó decir Kyoko, cuando enfureció, y se dio la vuelta, encontrando a Rigel detrás de ella- Tú… ¿cómo te has atrevido a esto Rigel? –enfureció Kyoko.

-Argea de Pain realmente –comenzó Rigel, posándose frente a Kyoko-. Y no soy tan estúpido como Phobos, que se ha dejado engañar de una forma tan ridícula, por un Caballero Dorado incluso más descerebrado. Asaltar el Santuario de Eris de esa manera, no lo llevará a nada… además de que… te ha dejado a mi merced, Estrella del Caos. Lo sientes, ¿no es así? ¡Mientras el mundo se debilita tú te fortaleces! ¡Le hiciste frente a un dios! –le enunció Rigel.

-¡Le hice frente a un villano, y voy a terminar con otro! ¡Huracán de Vientos Cortantes! –desató Kyoko gracias a las enseñanzas de Aioria, Rigel lo notó, y saltó a tiempo para evitar los vientos cortantes, extendiendo su capa, y lanzando meteoros de fuego fatuo de los mismos- ¿Por qué Rigel? ¡Yo te admiraba! ¡Meteoros de Equuleus! –continuó atacando ella.

-La admiración no es suficiente, nunca ha sido suficiente. ¡Yo buscaba más de ti que solo admiración! ¡Infierno Cósmico! –lanzó una lluvia de meteoros en combinación de azules y negros Rigel, mismos que colisionaron con los meteoros de Kyoko, llenando el firmamento de explosiones de colores- He decidido tomar lo que deseo a la fuerza –finalizó él, y los cosmos de ambos, estallaron.

Grecia. Atenas. El Santuario. Casa de Escorpio.

-¿Que locura está pasando ahora? –preguntó Milo, Jabu, su verdadero discípulo, se encontraba en un combate de entrenamiento con él. Habiendo sido forzado a permanecer en los límites de las 12 Casas, fue lo que mejor se le ocurrió a Milo para matar el tiempo, además de que servía para el fortalecimiento de quien, genuinamente, se trataba de un posible sucesor- El cielo se cae a pedazos. Pero estos relámpagos… son dorados… -agregó Milo, saliendo a ver los mismos junto a Jabu, quien estaba igualmente impresionado.

-¡Domador de las Bestias! –escuchó Milo, y los relámpagos, se transformaron en la cabeza gigantesca de un León, que estando suspendida en el cielo mordió con fuerza, y tras sus fauces cerrarse, estallaron en dos figuras, Phobos de la Derrota, quien fue impactado por el puño dorado, y Aioria de Leo, quien lanzó al mismo hasta estrellarlo contra una barrera, misma que se tragó a Phobos, y al poco tiempo después, a Aioria.

-¿¡Vieron eso!? ¡Alguien dígame que no fui el único que vio lo que Aioria logró! –se quejó Milo, su Armadura resonando, como si esta intentara ver al resto de los Caballeros Dorados estacionados en las 12 Casas.

-Lo vimos Milo, Aioria abrió una brecha en la dimensión de Eris. Disponemos de solo unos segundos. ¡Caballeros de Bronce y Plata apostados en las 12 Casas! ¡Realicen un Salto de Cosmos en la dirección en la que Aioria ha caído! –pidió Shaka.

Tras su orden, de la Casa de Virgo fue lanzado un destello rosado, lo mismo ocurrió en Sagitario, donde uno azulado emprendió el salto, y este acto se repitió de igual manera en Acuario, con dos cometas en lugar de uno. Más cometas, de otros Caballeros de Bronce y de Plata, se dirigieron a punto marcado. De todos los que intentaron el Salto de Cosmos, solo tres consiguieron entrar dentro de la apertura en la barrera creada por Aioria, mientras que los otros, se precipitaron hasta estrellarse en el Anillo Medio, con consecuencias diversas. Jabu intentó saltar de igual manera, pero Milo lo detuvo.

-No… tú te quedas conmigo… -declaró Milo, Jabu se sintió decepcionado por lo que escuchaba, pero obedeció-. Shaka… tres de los Caballeros de Bronce lograron adentrarse en la cúpula misteriosa. Pero otros caballeros que lo intentaron, tanto de Bronce como de Plata, la traspasaron. ¿qué significa? –preguntó Milo.

Casa de Virgo.

-He estudiado la situación, y he enviado a mis propios discípulos al Santuario de Eris, y hasta ahora solo tenía sospechas –declaró Shaka, su cosmos rodeando toda la Casa de Virgo-. Pero gracias a que los dos discípulos de Camus de Acuario saltaron de la misma casa, pero solo uno logró aterrizar a salvo dentro del Santuario de Eris, es que me he dado cuenta de lo que ocurre. El Santuario de Eris… se mueve… no está fijo en un solo lugar. Incluso si saltáramos por la grieta creada por Aioria, solo terminaríamos cayendo en el Anillo Medio –admitió Shaka.

Casa de Tauro.

-Con que se mueve, eh –comentó Aldebarán, mirando al cielo, gracias al Ataque de Aioria, en los límites del Santuario había comenzado a llover con fuerza, pero la Casa de Tauro, estaba extrañamente seca-. Algo me dice que se mueve más cerca de lo que pensamos. Al menos a mí me lo parece demasiado cerca. Mi casa… está totalmente seca… -aseguró Aldebarán.

El Santuario de Eris. El Jardín del Edén. Templo del Olvido.

-Ara, ara… -comenzó Harmonía, regando flores en alguno de los otros templos, por donde corría un rio desde el cual obtenía el agua para sus riegos-. Phobos es un descuidado, mira que dejarse influenciar para llevar a alguien al Edén Oscuro. A alguien lo suficientemente cabezota, además, para romper el mismo y llegar al Jardín del Edén… oh cielos, ¿yo dije eso? Ara, ara… debo estar nerviosa. Mejor apresuro el riego, hum hum hum… -continuaba Harmonía.

Templo del Castigo.

-¡Yeaaaaarght! –resonaba el grito de Aioria, mientras el cuerpo de Phobos era estrellado en contra de uno de los Templos del Caos que aún no contaba con un guardián, cayendo además con su puño contra el cuerpo del Dios Menor, que fue enterrado más profundo contra la tierra- ¿De verdad pensabas, Phobos, que un Dios Menor como tú, significaba algo cuando ya he derrotado a Titanes mucho más fuertes que tú? –comentó Aioria tras incorporarse, dejando a Phobos tendido en un cráter creado por su propio cuerpo, mientras Aioria miraba al cielo de la dimensión a la que había llegado, y miraba a los cometas caer en diferentes secciones del Jardín del Eden- Me temo que no eres lo suficientemente fuerte para hacerme frente –admitió él.

-¡Cállate! –respondió Phobos, haciendo estallar su cosmos, y lanzando a Aioria por el Templo del Castigo- ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Solo es por la debilidad de este cuerpo el que sigues respirando! ¡Pero solo espera! ¡Cuando el Fruto de mi Árbol renazca en este Jardín del Edén! ¡Te pulverizaré! –enfureció Phobos.

-Eso está por verse, ya que pienso aniquilarte antes de que tu Seed sea liberada. ¡Domador de las Bestias! –enunció Aioria, su puño y el de Phobos chocaron, y la onda de choque, sacudió a todo el Santuario de Eris.

Alemania. Baviera. Castillo Heinstein.

-Espero que exista una razón para pedirme quitarme la Armadura Dorada, diferente de la que estoy pensando, Pandora –se molestó Shura, dentro de la habitación de Pandora, y con el pecho al descubierto, Pandora se encontraba sentada sobre su cama y con un pequeño alhajero en sus piernas, y detrás de ella, como alguna especie de gato que intentaba alejar a los malos espíritus, se encontraba Cheshire, quien miraba a Shura con desprecio.

-Para tu buena fortuna, ya te conozco todo lo que te necesito conocer, Shura cariño –bromeó Pandora, Cheshire gruñó con coraje, Shura simplemente lo ignoró-. A quienes te enfrentas, son las Dríades. En tu caso, a una Dríade que no se encarga de sembrar el caos, sino más bien una que se encarga de propagarlo. Hay tres conceptos a tomar encuentra cuando se enfrenta uno a los ejércitos de Eris. Primero está el concepto de lo que es una Dríade, las Dríades son divinidades caídas, que antes estuvieron al nivel de los Dioses Olímpicos, pero que fueron debilitadas, y se fortalecen conforme exista Energía del Conflicto. Luego están los Phatoms, que son cuerpos falsos construidos para albergar almas, estas almas pueden ser de mortales que murieron, o divinidades menores que prestan una porción de su divinidad para servir como apoyo a Eris, y por ultimo están las Seeds, que pueden o no ser Phantoms, todo depende de si el individuo estaba con vida al momento de convertirse en una Seed o no. Si el individuo es un individuo resucitado, el espíritu que lo controla, que es una entidad hermana del Daimón al que representa, toma control de las emociones negativas del huésped, y lo transforma. Si la Seed estaba viva al momento de crearse, el individuo tiene un mejor control de su cosmos. Ambos son igualmente peligrosos, pero solo con los no resucitados se puede razonar –le explicó ella.

-Umm… -comenzó Shura, Pandora le dirigió la mirada con curiosidad-. Si bien ya me queda claro la razón de tu interés en mí. No es suficiente para que yo me sienta tranquilo de tu identidad. ¿Cómo es que sabes todo esto? Posees un cosmos, pero este dista mucho de los cosmos que he sentido antes –insistió Shura.

-Así que, ¿ser la reencarnación de la bruja y vidente más poderosa de la Hélade antigua, no es suficiente? ¿Es eso? –preguntó ella, Shura lo pensó, sin quitarle la mirada de encima- Soy una hechicera, Shura. Una que, para tu fortuna, está de tu lado, y solamente del tuyo –le susurró, volviendo a colocar sus brazos alrededor de él, Shura esta vez no la apartó, pero no aceptó sus acercamientos de todas formas-. Como gustes. Pensaba entregarte esto, como una muestra de buena fe y que igualará las cosas en el campo de batalla. Pero en vista de que no lo necesitas… -comenzó Pandora, mostrándole un collar de perlas con algunos colmillos dorados a Shura, el de Capricornio lo tomó con rudeza-. No lo cortes… -reprendió ella.

-¿Qué es esto? –preguntó Shura, y al tener el artilugio en sus manos, su cosmos se intensificó tanto, que Cheshire le gruñó con más fuerza, y nerviosismo- Mi cosmos… acrecentó… ¿qué significa esto? –preguntó Shura.

-Tu cosmos no acrecentó, más bien regresó a su estado natural –le comentó Pandora, Cheshire sudó frio ante lo que estaba escuchando-. No puedo decirlo con certeza, pero por la cantidad de Energía del Conflicto en este momento rodeando al mundo, estimo qu Seeds están activas de las 9 que pertenecen a la Orden de Eris. Mientras más Seeds y más Energía del Conflicto se esparcen por el mundo, más débil se volverán los no manipuladores del Caos. Eso te incluye a ti, Shura. No lo notaste, porque la Barrera del Conflicto te debilitaba muy lentamente, pero tu cosmos había disminuido hasta un 10% de su tamaño. Este collar, fue creado por dioses muy importantes, y permiten repeler cualquier imposición divina. Mientras lo lleves contigo… -prosiguió Pandora, tomando el collar, Shura de pronto volvió a sentir la aplastante sensación que lo debilitaba, al menos hasta que Pandora le colocó el collar nuevamente alrededor de su cuello-. No serás debilitado, sin importar la naturaleza del oponente al que te enfrentes, contarás con una protección divina –le aseguró Pandora-. Ya puedes ponerte la armadura… al menos que quieras… divertirte un poco más… -agregó ella de forma seductora.

-Umm… comienzo a ver los beneficios de esta relación… considérame interesado, mientras los beneficios continúen llegando –declaró Shura, pero no se dignó a devolver la seducción de Pandora, y en su lugar, se colocó su protección del pecho, cubriendo el collar de Pandora-. Aun así, no pienses que simplemente voy a aceptar que eres quien dices ser –le apuntó él.

-Será mi misión personal el ganarme tu confianza entonces, Shura cariño. Puedes considerar ese collar, la dote matrimonial –terminó ella, Shura se dio la vuelta, y saltó del balcón, mientras Pandora observaba con una leve sonrisa en sus labios.

-¿Puedo vomitar ahora? –preguntó Cheshire, Pandora se viró para verlo, esta vez con molestia- ¿Qué está haciendo? Si los demás se enteran de esto… él es el enemigo… -apuntó Cheshire con molestia-. Y acaba de regalarle uno de los artilugios divinos de nuestro señor –insistió él.

-Yo soy, Pandora Heinstein, Cheshire… -comenzó Pandora, un cosmos maligno rodeándola, dos sombras creciendo alrededor de ella, irguiéndose, intimidando al mayordomo-. Cumplo única, y exclusivamente, con los intereses del dios al que sirvo. Y si a este dios le preocupa un mundo donde gobierne la Brutalidad en la Guerra, es mi deber preservar el mundo que mi dios llegará a gobernar, para que sea moldeado a su imagen, no a la imagen ni de Eris, ni de Ares… -terminó Pandora, su cosmos se tranquilizó, y las sombras que la protegían, desaparecieron de su alrededor-. Y sobre el Caballero Dorado… no está sujeto a discusión… estoy unido a él por un pacto forjado el día de mi muerte hace 3,000 años, gracias a un sello en la memoria de mi alma que no se habría roto sin que la luz dorada del cosmos de Capricornio, hubiera disuelto el mismo. Es porque sigue con vida, y vistiendo de dorado, el que este sello se ha roto. No significa que deba permanecer vistiendo como tal… -finalizó ella, mientras el cometa dorado, caía lejos del Castillo Heinstein.

Munich.

-¡Lauf, der dunkle Attentäter ist los! –exclamaba un ciudadano alemán, esparciendo el caos en medio centro de la ciudad, antes de ser cortado por la mitad por una espada oscura, que sembró el pánico y el horror en los corazones de los que presenciaron la matanza. Los policías que habían atendido en auxilio de los ciudadanos en peligro, inclusive, estaban tan horrorizados que no lograban disparar sus armas.

-Tanta Energía del Conflicto… genuinamente, Alemania es un Epicentro del Caos tan sobresaliente –declaraba una mujer, de piel pálida, cabello negro y largo, ojos ligeramente rasgados, y una Leaf que contaba con dos espadas incrustadas a los antebrazos-. Tanto poder… me siento tan… ¡invencible! –atacó a los policías la mujer.

-¡Excalibur! –resonó el grito de Shura, quien tras caer a la tierra, partió el corte de la mujer, antes de reírse del intento de la Dríade- Así que… ¿este es todo tu poder tras ser alimentada por la Energía del Conflicto? No me hagas reír –preparó su espada Shura.

-¿Un Caballero Dorado? Así que por fin saliste de la cloaca en la cual te ocultabas –preparó su propia espada la Dríade, divertida-. Muy bien, Caballero Dorado. Prepárate a sentir el filo mortal de Hysmide del Duelo –se preparó la Dríade, mientras alrededor de tanto Shura como la Dríade Hysmide, los medios de comunicación, revelaban los secretos del Santuario al mundo.