¡Saludos chiquillos y chiquillas! Sé que no se nota, pero tuve un bloqueo de autor tremendo, del cual por fin me he recuperado, y por ello es que puedo traerles este capítulo… que está un poco raro, y seguramente pude haber dividido en dos entregas, pero ya qué, me emocioné y me quedó algo largo, pero oficialmente hemos llegado a la mitad de la Saga de Eris, ¿qué les parece hasta ahora? ¿La están disfrutando? La verdad yo sí.

chelixaamusca: Usted puede dejarme review en el capítulo anterior, aunque ya haya sacado el nuevo, quítese la pena jajaja. Si es 2x1 en capítulos no significa que sea también en reviews T_T, es chiste, yo aprecio mucho los reviews. Camus no tiene participación en este capítulo, pero tengo pensado que en el siguiente tendrá una muy significativa, y veremos si sigue de tempano con Hilda.

Josh88: No te me adelantes con Emony, ya llegará, me conoces, sabes que todo lo que se hace se paga. Tristemente, las interacciones SaorixMilo y PandoraxShura, no pueden darse todos los capítulos, pero veré que puedo hacer. Sobre HildaxCamus, en este capítulo no hay de eso, ya les dimos mucho protagonismo en el anterior, hoy les toca a otros dorados. Y hablando de otros dorados, deje de andad haciendo spoilers, obvio no se me ha olvidado Mephisto, aquí viene, y con cerveza, no es broma. Aunque su participación más significativa es en el próximo capítulo, para este reserve el espacio de Dorado Protagónico para Shaka y Afrodita, más o menos. Que lo disfrutes.


Saint Seiya: Guerras Doradas – El Ciclo Infinito.

Saga de Eris.

Capítulo 18: La Voluntad de las Armaduras.


Grecia. Atenas. Casa de Escorpio. Marzo de 1981.

-¡Kya! –resonó el grito de Kyoko, en ese entonces de 11 años de edad, y siendo lanzada por Milo en una maniobra de un arte marcial griega, y tras haber atrapado uno de los ataques de Kyoko, que voló un par de metros, y cayó a los pies de Saori, quien cargaba una pequeña canasta con ungüentos y utensilios médicos- Duele… -se quejaba la pequeña Kyoko.

-Si no duele, no estás entrenando –le respondió Milo, quien se acercó a ella con solemnidad, mientras Saori ayudaba a Kyoko a incorporarse-. La forma de crear musculo, es destruyendo el mismo para que otro más resistente tome su lugar, lo mismo ocurre con la piel y con el cosmos. El proceso de destrucción y reconstrucción es lo que fortalecerá tu cuerpo. Tienes un límite para el cuanto puedes estirar tus músculos, tu piel y tu cosmos, antes de estallar. Pero dentro de este ciclo de destrucción y reconstrucción, tú estirarás ese límite hasta romperlo, desentrañando el Séptimo Sentido –terminó Milo, mirando a Kyoko desde arriba-. Ahora ponte de pie, no hemos terminado de estirarte el cosmos –aseguró él.

-¿No puede estirarme de una forma menos dolorosa? En las escuelas de Japón realizamos estiramientos, duelen, pero no tanto –se quejó Kyoko, Milo solo suspiró en señal de molestia-. No me gusta que haga eso… me deprime porque sé que lo fastidio… -se apenó ella.

-No eres un fastidio… solo… eres mi primera discípula, y se me dificulta entrenar a alguien que no comparte mis estrellas –le respondió Milo, pensativo-. Equuleus colinda con Acuario… tal vez Camus sería un mejor maestro que yo para alguien con tus afinidades. Acuario es un signo de viento… entonces… el viento podría ser la respuesta. ¿Cuál es mi técnica que más se parece al manejo del viento? –se preguntó Milo, Kyoko miró a Saori, la pequeña no supo qué responderle- La técnica más similar al viento que poseo es la Corriente Ascendente, bajo el principio de la Corriente Ascendente podría ser posible. Bien, cambiaremos tu ritmo de entrenamiento, en lugar de atacarme directamente, quiero que leas las corrientes de viento, y te muevas en su dirección, no más tiros rectos –le explicó Milo, Kyoko hizo una mueca.

-¿Leer las corrientes de viento? Maestro… ¿siquiera puede hacer eso usted? –se quejó ella, Milo se fastidió por aquella respuesta, Saori se espantó y retrocedió, Kyoko se preguntó la razón, y entonces sintió a Milo darle un coscorrón- ¡Duele! –se quejó ella.

-Por supuesto que sé leer las corrientes de viento, no te enseñaría algo que no supiera hacer –recriminó Milo, y entonces dirigió su mirada a Saori, pidiéndole que se acercara. La, en ese entonces Escudera, llevó su canasta hasta Milo-. Tus manos… -pidió Milo esta vez a Kyoko, quien obedeció tras sobarse la cabeza, Milo entonces comenzó a vendarlas, y a dejar una tira de vendajes colgando de cada antebrazo-. Bien, ahora vas a poner atención al viento. Solo tienes permitido atacarme en la dirección en que te guíen los vendajes. ¿Comprendes? –pidió Milo, Kyoko asintió- Toma pose de batalla… -continuó Milo.

-Estoy segura de que se están violando bastantes reglas sobre el abuso infantil en estos momentos… -se quejó Kyoko, Milo optó su pose de batalla, y esperó-. Atacar… por donde me diga el viento… -intercambió miradas Kyoko con sus vendajes y la postura de Milo, y así lo hizo, moviéndose conforme le decía el viento y lanzando una patada, Milo la esquivó fácilmente, Kyoko retrocedió, y volvió a esperar a que el viento moviera sus vendajes y le dijera por donde atacar. Cuando el viento sopló, rápidamente Kyoko atacó usando el viento a su favor, y así continuó por unos minutos, hasta que Kyoko volvió a cansarse.

-Suficiente… -terminó Milo, Kyoko se desplomó al suelo en ese momento, y Saori fue a llevarle un poco de agua, que la pequeña se atragantó-. Sigues moviéndote muy lento, pero la velocidad de tus puños acrecentó. Si continuamos con este entrenamiento, tu velocidad seguirá estirando los límites de tus músculos, hasta que tus brazos sean capaces de lanzar 105 puñetazos por segundo. Pienso que ese será tu límite como Caballero de Bronce –terminó él.

-¿¡Qué!? –se quejó Kyoko- ¿105 puñetazos por segundo? ¿Es una broma? –se quejó Kyoko, miró a Saori buscando ayuda, pero ella solo sonrió apenada- ¿Cómo que 105 puñetazos por segundo? Eso es… -comenzó ella, Milo la miró con molestia-. Olvídelo… estoy hablando con el que lanza rayos de sus uñas hasta la Torre de Tokio, y salta continentes enteros, cayendo al fondo del océano ignorando la presión, y vuelve a saltar más continentes. Por supuesto que puedo lanzar 105 puñetazos por segundo. ¿Cómo se me ocurre siquiera contradecirlo? En especial si considero que estoy hablando en japonés y usted en griego y nos entendemos. Después de todas estas barbaridades, ¿cómo dudar de lo que me dice? –se fastidió ella.

-Sé que esto no está siendo fácil de asimilar para ti. Y lo lamento –agregó Milo con tristeza-. Si no fuera porque las Estrellas de Equuleus brillan en tu cosmos, probablemente no te sometería a un entrenamiento tan brutal. Solo trata de entenderlo… si no te vuelves lo suficientemente fuerte para cambiar tus estrellas, no tendré otra alternativa que asesinar a tu hermana. ¿No viniste conmigo para evitar eso? –preguntó él.

-Yo… ya no sé ni por qué vine… -admitió ella, Milo hizo una mueca de descontento ante ese comentario-. Papá solía decir que era demasiado lista para mi edad. La lógica me dice que todas estas cosas deberían de ser imposibles. Pero vi el fondo del océano, con mis propios ojos, pese a la inexistencia de luz y que debería haber muerto aplastada por la presión o tras quedarme sin oxígeno. ¿Sabe que una niña de 11 años no debería estar pensando en cómo pudo haber implosionado en el fondo del océano? –se quejó ella.

-No llegamos al fondo… -se quejó Milo, pero una vez notó las débiles lágrimas en los ojos de Kyoko, desistió de seguirle explicando-. Si no quieres continuar con esto, yo lo entiendo. Someter a una pequeña como tú a esto es… despreciable… pero cuando se nace bajo una Estrella Maldita, solo tú misma puedes cambiar su destino. Si no lo haces… bueno… tendré que extinguir la estrella de tu hermana… es todo, puedes retirarte… -terminó Milo, llegando hasta las escalinatas de su templo, y mirando a las estrellas, Kyoko solo bajó la mirada, entristecida.

-Eso pudo haber terminado mejor… -comentó Saori, Kyoko la miró con sus ojos a punto del llanto-. No quiero sonar imprudente, pero el Maestro Milo también sufrió mucho… a las primeras personas que vio morir, fueron a sus padres cuando él tenía 7 años… -le explicó Saori, Kyoko se horrorizó ante semejante información-. Ese mismo día… el maestro mató a su primera víctima. Aquel al que pensó el asesino de sus padres… la verdad es que él nunca supo si fue o no el responsable, solo quería un escape para su dolor… -le explicó ella, Kyoko estaba tan consternada, que solo ver en dirección de Milo le arrancaba las lágrimas-. Y aún con todo eso… con todas las muertes que carga consigo… él trata de seguir siendo humano… él no quiere que te conviertas en lo que él se convirtió… solo desea que tengas la fuerza de defenderte, y de proteger lo que es más importante para ti… por favor entiéndelo… -terminó Saori, se puso de pie, y regresó al templo, mientras Kyoko permanecía allí sentada, viendo a Milo, que se perdía mirando el firmamento.

Todo cuanto se le había dicho a Kyoko le era incomprensible. En su mente, una niña como ella no tenía por qué someterse a semejantes barbaridades, todo por una supuesta Estrella Maldita. El solo pensarlo la enfermaba, y la molestaba. Pero, aun así, Kyoko se puso de pie, caminó hasta donde su maestro, y se sentó a su lado, Milo lo notó, y se sentó de igual manera.

-Lo lamento si lo he decepcionado… Maestro Milo… yo solo… tengo miedo… ni siquiera sé si seré capaz de hacer algo por salvar a mi hermana… -lloró ella, Milo no dijo nada, solo esperó a que se desahogara-. ¿Por qué dice que nací bajo una Estrella Maldita? ¿Qué se supone que eso significa? –preguntó ella con tristeza.

-Te lo explicaré… aunque no espero que lo entiendas… -le comentó Milo, Kyoko simplemente esperó a la lección-. Desde el momento en que nacemos, lo hacemos bajo el brillo de una Constelación, pero no cualquier Constelación, sino bajo el brillo dorado de una Constelación Solar –le comentó Milo, usando su cosmos, y colocando su mano sobre la cabeza de Kyoko, para mostrarle a la pequeña lo que él podía ver. Veía el cosmos, y a la Tierra, y a la misma rodeada por un anillo de luz dorada, formado por la luz de 12 Armaduras Doradas-. La Elíptica Solar. Con la Tierra como su centro, divide al firmamento en 12 secciones. 12 Dominios Celestiales. Todos nacemos en alguno de estos 12 Dominios. Pero existen más Dominios Celestiales. Está la Elíptica Lunar, donde brillan las Armaduras de Plata, y el Plano Terrenal, donde se asientan las Armaduras de Bronce. El conjunto de las 88 Constelaciones entonces, construye la Bóveda Celeste, y con la Tierra como su centro, influye en el cosmos de cada persona –resumió Milo.

-¿No le parece que el modelo de la Teoría Geocéntrica es bastante egocéntrico, Maestro Milo? –preguntó Kyoko, Milo la miró divertido- Quiero decir, la Tierra ni siquiera es el centro de nuestra galaxia. Ni siquiera lo es el Sol. Admitir que el universo gira alrededor de la Tierra es ridículo y solo podría ser posible si todo cuanto existe, se moviera alrededor de la Tierra –aseguró ella.

-La educación de los japoneses es bastante interesante. ¿O acaso es tu propia educación la que es interesante? –preguntó Milo, Kyoko se apenó al respecto- Recibí educación en el Santuario cuando terminó la Masacre de la Isla de Milo que me condecoró, y en efecto, también aprendí de todo lo que mencionas. Pero, aunque teorías como el Big Bang son reconocidas por el Santuario, también aceptan como una realidad que los humanos fuimos creados por los dioses. Y entre todas las teorías descabelladas que se nos inculcan, la de la Tierra como el centro del universo persiste. Y si lo piensas con lógica, los filósofos antiguos no estaban equivocados cuando decían que la Tierra era el centro del universo. Si observas el universo desde un punto, cualquier punto, estás en el centro del universo observable, al menos filosóficamente hablando, porque el límite de tu mirada, será el mismo en todas direcciones –le explicó él, Kyoko hizo una mueca tras escuchar aquello, incrédula.

-Siempre he pensado que la filosofía es una excusa para ignorar la realidad científica… -se quejó Kyoko, Milo rio con fuerza por las reacciones de la niña-. Pero digamos que le creo, y que la Tierra realmente es el centro del universo. ¿Dónde entran las Estrellas Malditas en todo esto? –le preguntó resignada.

-Cómo te mencioné, al nacer, te baña la luz de un Signo Solar, tu Signo del Zodiaco. Pero también, naces bajo la protección de una Constelación Zodiacal. En casos como el mío, la Constelación Zodiacal bajo la que yo nací, es la de Escorpio, y concuerda con mi Signo Zodiacal, pero, por ejemplo, podría haber nacido bajo la Constelación Zodiacal del Cisne, y aun así ser un Escorpio. Los Caballeros de Plata como el ridículo de tu novio, Rigel, podrán decir que se ganaron sus Armaduras de Plata por la extensión de su cosmos, cuando la realidad es que no accederían tan fácil a ese nivel de cosmos si su Constelación Guardiana no fuera la de Orión –le comentó él.

-No es mi novio… es un anciano… y usted actúa como un padre sobreprotector -se quejó Kyoko, Milo se burló-. Pero espere, ¿eso significa que Rigel siempre estuvo destinado a ser el Caballero de Orión? –preguntó Kyoko, Milo asintió- ¿Eso también significa que está en mi destino el ser la Caballero de Equuleus? –preguntó curiosa, Milo asintió nuevamente.

-Se dice que los Caballeros de Athena, somos almas recicladas que renacemos para volver a convertirnos en los Caballeros de la Athena siguiente a la que ya servimos –le explicó Milo-. Sin embargo, hasta donde yo sé, el único Caballero de la Reencarnación, es el de Capricornio. Sea cual sea la verdad, nacemos bajo la protección de una Constelación. Esta Constelación rige nuestro destino con sus estrellas, y no significa específicamente que vayas a convertirte en el Caballero del Zodiaco de tu Constelación Guardiana. Solo significa que tu manera de ser, tus afinidades, y comportamientos, se rigen bajo estas estrellas. Al final del día, no importa lo que hagas, aunque quisieras vestir de Orión, probablemente podrías hacerlo, pero tus estrellas, son las de Equuleus, y por más Orión que te creas, Equuleus te protegerá siempre, mientras Orión podría rehuirte cuando le plazca. Esa es la Voluntad de las Constelaciones, que se transmite a las Armaduras Zodiacales. Ellas están vivas, y si ellas te consideran indigna, no dudarán en abandonarte –le aseguró Milo.

-Esto cada vez suena más como un horóscopo en una revista de chicas, que una lección sobre el cosmos –se quejó ella, Milo asintió, comprendiendo su descontento-. Entonces… siempre estuve destinada a vestir a Equuleus… ¿no puedo hacer nada para vestir a Escorpio? –preguntó ella.

-Renacer bajo la protección de Escorpio probablemente, pero en esta vida, eres una Sagitario –le explicó él, Kyoko se deprimió-. Pero, aunque algún día llegaras a vestir de dorado, lo cual me haría sentirme muy orgulloso de ti, y significaría que cumplí mi rol como tu maestro… -le comentó él, Kyoko sonrió ante aquello-. Equuleus seguirá protegiéndote. Naciste bajo su protección, eres y siempre serás Equuleus, no importa la armadura que vistas. Así pues, tu vida se rige por las estrellas de tu Constelación Guardiana. Cuando las conocí a ti y a tu hermana… la galaxia de tu cosmos me permitió ver las estrellas que te guiaban al conocimiento del cosmos… fue allí que las vi… Kitalpha A, y Kitalpha B, la primera y la segunda más brillantes de la Constelación de Equuleus. Desde ese momento supe que podrías convertirte en la Caballero de Equuleus… pero también… observé el Caos en Kitalpha B… una capacidad inquietante, de alimentarse de las Energías del Conflicto… -le explicó él, Kyoko no comprendió muy bien aquello-. Ocurre lo mismo con Antares, la estrella más brillante de Escorpio… esa estrella brilla sobre mí, es mi Estrella Maldita personal… también mi maestro, Saga, posee una Estrella Maldita, Geminga. Supongo que toda la línea educativa a la que pertenecemos está maldita de alguna forma… somos los seres capaces de manipular el Caos… -resumió Milo, y Kyoko asintió-. Pero… aunque nuestras Estrellas Malditas quieran tentarnos… nosotros somos los dueños de nuestro propio destino, y podemos cambiar las estrellas… el Maestro Saga cambió las suyas… él… digamos que siempre ha creído que posee una doble personalidad… y asegura haber vencido a su lado maligno… yo le creo… y por eso estoy seguro de que yo venceré también a mi destino junto a Antares… y por ello sé también, que llegarás a vencer a tu destino de la mano de Kitalpha B… puede que seas la segunda más brillante, pero yo siento que brillarás más fuerte que nunca… -aseguró Milo.

-¿La segunda más brillante, brillando más que la primera más brillante? Suena lindo –le comentó Kyoko, escuchando entonces los pasos de Saori, que llegaba con algunos vasos de barro conteniendo té, mismo que ofreció a Kyoko y a Milo, quienes los aceptaron y permitieron a Saori sentarse junto a ellos-. ¿Cuál es la segunda estrella más brillante de Escorpio? –preguntó.

-Esa sería Shaula… el aguijón del Escorpión Celestial, Antares es el corazón –le comentó Milo, Kyoko solo parpadeó un par de veces pensando en aquel nombre-. ¿Por qué preguntas? –agregó Milo con curiosidad.

-Solo pensaba que… si hubiera nacido una Escorpio, hubiera sido lindo llevar el nombre de una de sus estrellas –le comentó Kyoko, Milo alzó una ceja en señal de curiosidad sobre aquel comentario-. ¡Ya sé! ¡Saori, si algún día tienes una hija, ponle de nombre Shaula! –agregó ella.

-¡Pufft…! –escupió Saori entonces su bebida, forzando a Kyoko a reírse de ella con fuerza- ¿Eh? ¿Yo? ¿Tener una hija? –comenzó Saori, mirado entonces en dirección a Milo, y ruborizándose hasta sus límites- ¿Por qué tendría que ponerle ese nombre a una de mis hijas? ¡No es que vaya a tenerlas! ¡Ponle ese nombre a una de tus hijas tú! –se quejó ella.

-Imposible, yo no tendré hijas… -le comentó Kyoko, confundiendo a Saori y a Milo-. Porque voy a destinar mi vida a Athena… para de esa forma salvar a mi hermana Shoko. No puedo pensar en tener hijos por esa razón, ya que Athena… será lo más importante para mí… solo así cambiaré mis estrellas –miró Kyoko al cielo, esperanzada en encontrar su constelación.

-Esa es la Constelación del Lince, Equuleus solo se comienza a ver a partir de octubre –comentó Milo, Kyoko se apenó al respecto-. Tus lecciones en astrología siguen siendo deficientes, le diré a Mii que te ayude, no puede ser que confundas al Lince con Equuleus –se quejó Milo.

-¡Lo siento! ¡La astrología no es mi fuerte! ¡Se supone que a mí me tocó la danza! ¡Lo que no sería tan complicado si tuviera a alguien con quien bailar! ¡Maestro Milo! ¡Baile conmigo! –pidió Kyoko, Saori volvió a escupir su bebida, Milo simplemente se viró- ¡No me ignoré! ¡Hablo enserio! ¡Maestro! –continuó la pequeña con sus quejas, pero esperanzada, sabiendo que, si se esforzaba tanto como su maestro, ella también podría cambiar sus estrellas.

Grecia. Atenas. El Santuario de Eris. Templo de los Juramentos. 11 de Diciembre de 1985.

-¿¡Convertirte en Eris y sacrificar tu vida!? ¿¡Estás demente!? ¡No! ¡Más importante! ¡Explícame las cosas bien! ¿Cómo que convertirte en Eris? –para un Muviano de apenas 7 años de edad, la realidad era que Kiki era más maduro para los años que poseía, no solo por la ligera perversión de la que el Muviano era capaz, sino comprendiendo los estándares de sacrificios de los Caballeros de Athena, solo que rara vez dichos sacrificios eran mencionados tan a la ligera.

-Es como te digo. Y es la única forma de salvar a mi hermana Shoko –le explicó ella, Kiki solo la miró con demasiadas preguntas en su mirada-. Te explicaré… pero debemos ser breves. Aunque no tengamos una limitante de tiempo como en la Nueva Titanomaquia, la verdad es que cada segundo que pasa, las cosas empeoran en el mundo, y mi hermana Shoko se hace más poderosa –le comentó ella, sentándose a las afueras del Templo de los Juramentos, frente al árbol de Lirio Blanco que presumía una fruta negra, como una manzana que sudaba savia rosada-. Desde que nací, una Estrella Maligna brilló sobre mí, al menos eso es lo que el Maestro Milo dice que es. Una Estrella del Caos. Solo que esta estrella, resultó ser una Estrella Binaria, por lo que un par de años tras mi nacimiento, cuando nació mi hermana Shoko, la estrella más grande entre las Binarias de Equuleus, fue la que arropó a mi hermana Shoko –admitió ella.

-¿La más grande entre las Binarias de Equuleus? –preguntó Kiki, Kyoko asintió. Kiki entonces se incorporó, y colocó sus manos en una posición peculiar, como si formara una mira al unir los pulgares y el resto de sus dedos en arco. Usando su cosmos, que no era muy alto realmente, Kiki formó una ventana roja alrededor de sus dedos, y con esta, analizó la Armadura de Equuleus- 16 Puntos Cósmicos, de los cuales 4 son Estrellas Dobles –comenzó Kiki, sorprendiendo a Kyoko, quien se asomó por el visor que formaba Kiki-. No te muevas, estoy analizando. Veamos… si bien 4 son Estrellas Dobles, Gamma Equulei, Delta Equulei y Épsilon Equulei, son Estrellas Dobles Ópticas, lo que significa que son estrellas que son observables juntas, pero que no comparten un vínculo gravitatorio entre ellas ya que realmente no están próximas en el espacio, solo se ven próximas, lo menciono porque el Puente Cósmico no tiene un conducto entre esas estrellas –le explicó Kiki.

-¿Puedes saber todo eso con solo ver mi armadura? –agregó Kyoko impresionada, Kiki asintió de forma orgullosa- Sin embargo, las Estrellas Binarias a las que me refiero son Kitalpha A y Kitalpha B, la primera y segunda estrellas más brillantes de la Constelación de Equuleus –le explicó ella al Muviano, quien continúo analizando su armadura.

-Kitalpha A, la más brillante de la Constelación de Equuleus, con un brillo de 45 veces el Sol, y Kitalpha B, la segunda más brillante, con un brillo de 30 veces el Sol –continuó con su análisis Kiki-. Puedo ver el conector, efectivamente es una Estrella Binaria. Una Estrella Binaria se forma cuando dos estrellas están tan próximas una de la otra que comparten un mismo espacio gravitacional. ¿Me estás diciendo que estas estrellas están malditas? ¿Quién dijo semejante tontería? Seguramente alguien que piensa que el horóscopo define la personalidad de cada quien. Creer eso es muy de Géminis por cierto –se quejó Kiki.

-Soy una Sagitario, y juzgar a los demás sin fundamentos es muy de Muvianos –se defendió Kyoko con molestia, Kiki solo sonrió y sacó la lengua de forma juguetona-. Oye… sé que intentas animarme para evitar la presión del momento, pero estoy hablado enserio. Realmente… es la única forma que se me ocurre de cambiar las estrellas de mi hermana… por favor Kiki… te ruego que me ayudes… -suplicó Kyoko, su mirada mientras cerraba sus manos a manera de plegaria, comenzaba a poner nervioso al Muviano.

-No me mires con esos ojos, no, mala Equuleus… -recriminó Kiki, Kyoko solo humedeció sus ojos, no en un intento de convencimiento, sino de pena genuina por la situación. Kiki, vencido por las expresiones de Kyoko, accedió-. Está bien… -comenzó el Muviano, lo que alegró a Kyoko-. ¡Pero nada de sacrificar tu vida! –le apuntó él, intimidando a la chica- Nadie tendría que sacrificar su vida inútilmente. No me importa la razón. El auto sacrificio es ridículo, estúpido, y carece de todo sentido. Desprecio el auto sacrificio como no tienes una idea. Así que, si no accedes a esto, no te ayudo –aclaró Kiki.

-Pero… -comenzó Kyoko, Kiki se cruzó de brazos, negándose a seguir si no lo prometía-. Está bien… lo prometo… no me auto sacrificaré por recuperar a mi hermana –agregó ella de mala gana, Kiki entonces extendió su mano, y entre ambos hubo un entendimiento-. Ahora, solo necesito llegar ante el Santuario de Eris… ¿puedes llegar allí? –preguntó curiosa.

-No –aceptó Kiki, lo que molestó a Kyoko-. Pero puedo encontrar al Maestro Mu mediante una conexión distinta al cosmos, puedo sentir la frecuencia en la cual sus pensamientos se mueven. Así que solo es cuestión de encontrar a Mu, y juntos podremos buscar a Eris, por aquí –apuntó Kiki, Kyoko asintió, y corrió tras el Muviano.

Templo de Eris.

-Así que… Equuleus te siguió desde Troya… peculiar… no me esperaba esto –agregó Eris, sonriente, Rigel se arrodilló frente a ella, desconociendo si la diosa estaba furiosa por sus faltas-. Y con ella entraron otros más… un Muviano, que aparentemente sabe moverse en el Jardín del Edén… y un Caballero Dorado más… uno que parece saber exactamente a dónde ha de dirigirse. Curioso el cómo los Caballeros de Athena se las arreglaron para invadir mi Santuario con toda esta Energía del Conflicto acumulada –agregó Eris, impresionada, más no molesta.

-Toda esta incompetencia me fastidia, y comienza a abrirme el apetito –escuchó Rigel, virándose molesto, y encontrando a Phonos, escandalizándose por el estado de su cuerpo. Su frente presumía tres pares de ojos adicionales, que brillaban rojos igual que sus ojos principales. Su mandíbula estaba dislocada nuevamente, y su larga lengua relamía sus colmillos, el excedente de Energías del Conflicto era bastante notorio en él, y en la fuerza del cosmos que lo rodeaba-. Nuestros enemigos están a nuestras puertas madre, y tengo bastante hambre. Permíteme disponer de ellos, será sencillo –reverenció Phonos.

-En estos momentos no lo considero prudente cariño –le respondió Eris, lo que en turno deprimió un poco a Phonos-. Siento que uno entre los invasores no está jugando limpio. De alguna forma, su cosmos no se ha debilitado pese a que ya son 7 las Seeds que han renacido. Además de que es el Caballero Dorado que está más cerca –admitió Eris.

-Es como tu madre dice –agregó Deimos, algo molesto-. Cuando enfrenté a Milo de Escorpio, no habían Seeds que lo debilitaran, y aunque deteste admitirlo, con este cuerpo tan deficiente, me superó. Además de eso, mi hermano enfrentó al Caballero de Leo con una ventaja inquietante, y aun así fue vencido y se encuentra al borde de la muerte, esperando el renacer de su Cuerpo Original… -le explicó Deimos, pensativo-. Sin detrimento de la Barrera del Caos, sería como volver a enfrentarme a Milo de Escorpio. Un Caballero Dorado sin ser debilitado, puede derrotar a un Titán, eso me queda más que claro, y en estos momentos, el único que puede enfrentar a alguien con ese poder es… -miró Deimos a Phonos, quien sonrió ante aquello-. Ya tienes una presa a la cual esperar. En cuanto a nosotros, Eris… sería pertinente comenzar a movilizarnos a nuestro nuevo Santuario –apuntó Deimos a la Flecha de Sagitario, la misma comenzaba a temblar en contra de Úterus-. La flecha… -sonrió Deimos.

-Comienza a debilitarse… -se alegró Eris, se puso de pie, se dirigió a un lugar en el templo donde se reunían unas mariposas azules, y mientras Emony se materializaba alegremente, Eris presionó una esfera de Energías de Conflicto contra su boca-. Come, y mastica antes de tragar –comentó la diosa, forzando a Emony a sorber con fuerza para poder recuperarse de tan repentina alimentación-. Has hecho un buen trabajo cariño. Solo se requieren de dos Seeds más y comenzará el efecto dominó que nos dará la victoria. La Flecha de Sagitario perderá toda su fuerza, y Úterus volverá a esparcir el Caos por todo el mundo, los cosmos de los Caballeros Dorados serán reducidos a un 10% de su alcance gracias a las 9 Seeds, los Frutos de los Daimones comenzarán a abrirse, y Ares volverá a posarse en el mundo mientras el Santuario queda completamente destruido. Será glorioso –celebró Eris.

-Sobre eso… estoy agotada madre… -comenzó Emony, aquello no agradó a Eris-. Sé que faltan 2 Seeds solamente, pero una de ellas se encuentra en las cercanías de Acuario, y sé gracias al Caballero de Tauro que ya me han descubierto. La otra Seed se encuentra en China, pero por alguna razón no puedo encontrar exactamente dónde es que está, así que estaba pensando en descan… -intentó decir, cuando Eris la miró con molestia-. Estaba… pensando en… ir primero a China para divertir atenciones y debilitar aún más a los Caballeros Dorados que podrían estarme esperando frente al Cementerio de Acuario. Falta tan poco para lograr mi objetivo, descansar, kusukusukusu. ¿Quién necesita descansar? Me voy a China… -terminó ella, transformándose en mariposas, y volando lejos.

-¿China? –preguntó Rigel curioso- Ahora que lo recuerdo, envió a una de las Dríades a ese lugar. La que se supone que se alimentara de las Energías del Conflicto de Troya. En China… no hay un Epicentro del Caos, ¿me equivoco? ¿Por qué enviar a una Dríade al lugar donde una Seed va a renacer? –comentó él, confundido, Eris asintió ante sus comentarios.

-Hay alguien en China a quien deseo dar muerte –le comentó Eris divertida, lo que no comprendió Rigel-. Existe un Caballero de Athena que puede hacer una diferencia en contra de los Daimones de Ares, y no estoy hablando precisamente del Anti-Ares… sino de aquel Caballero Dorado, que posee la autoridad única, de otorgar al resto de Caballeros Dorados un permiso que Athena revocó durante la Guerra de Troya, un permiso que… de seguir existiendo, haría al ejercito de Athena invencible –le explicó ella, y de pronto, un Caballero Dorado se vino a la mente de Rigel-. Gracias a que Athena prohibió las armas en la Guerra de Troya, es que la mocosa no puede vencer a Ares. Y el único Caballero Dorado capaz de regresar las armas al resto, es el protegido de Ares, el Caballero Dorado de Libra –reveló ella.

Chica. Lushan. Cinco Picos.

-Es inútil… hay demasiada Energía del Conflicto… no puedo sentir a nadie… -se quejó Dohko, quien mantenía su meditación frente a la Cascada de Rozan, desviando su mirada en dirección a su Armadura Dorada, incrustada en la pared de piedra detrás de la misma-. Rompí las reglas una vez… no puedo volver a hacerlo… hay una razón por la que debo permanecer aquí, y Eris… no es tan peligrosa como Cronos… -aceptó Dohko.

-¿Y qué tal Ares? –escuchó el de Libra, que suspiró con molestia por las interrupciones. Detrás de él, había aparecido una pequeña niña con su cuerpo envuelto en una capucha, tendría unos 10 años en apariencia, y llevaba su cabellera atada en un par de coletillas- Oye, oye, ¿eres el Caballero Dorado de Libra? Solo que no eres el de esta generación, no perteneces a esta orden, ¿no es así? ¿No te parece egoísta quitarle la oportunidad al verdadero Caballero Dorado de Libra de esta generación? Que egoísta eres –declaró la pequeña.

-¿No eres demasiado vieja para vestir de esa forma tan infantil? –comenzó Dohko, molestando a la niña- Además, soy el Caballero Dorado de esta generación. Estoy en la cúspide de mi juventud. Tus palabras llenas de mentiras me tienen sin cuidado, Dríade de las Mentiras –aceptó el Viejo Maestro con una sonrisa de picardía, pero sin virarse a ver a la Dríade.

-Así que descubriste mi verdadera identidad. Podría negarlo, pero sería una mentira –se burló ella, divertida, y elevando su cosmos, haciendo estallar sus prendas, y revelando una Leaf, que servía como protección para sus brazos y piernas, contando además con una pechera, y un faldón largo que se extendía hasta casi llegar a sus pies-. Mi nombre es Pseudos, la Dríade de las Mentiras. Mientras más mentiras hay en el mundo más fuerte me vuelvo, así que, puedes darte una idea de lo fuerte que soy –aseguró ella.

-No me cabe duda de que eres la más fuerte entre las Dríades… incluso con toda esta Energía del Conflicto, puedo sentir tu cosmos –admitió Dohko con seguridad, una que sorprendía a la Dríade-. ¿Vienes a aprovecharte de mí cosmos reducido? En estos momentos cuento con solamente el 30% de mi cosmos. Sería inteligente atacarme mientras estoy así de debilitado –le comentó el de Libra.

-Oh, no he venido a enfrentarte a ti… no todavía… -susurró la última parte, ocultando su mentira, Dohko solo esperó, sin quitarle la mirada a la estructura de roca que vigilaba-. Más bien vengo a distraerte. Tienes tu cosmos concentrado en aquella ciudad, ¿no es así? Wuhan… donde tus discípulos vigilan la tumba de la siguiente Leaf. Sabes que no puedes mantener tu cosmos sellando la misma por siempre –le comentó ella.

-Y pretendes que deje de rodear ese lugar con mi cosmos para permitirle a tus amigos encontrar la tumba, ¿no es así? –preguntó Dohko, Pseudos sonrió con malicia, y preparó una daga- Que mentirosa eres… tu intención siempre fue atacarme. Pero también mientes sobre el motivo de tu ataque, no es porque mi cosmos mantiene la tumba oculta, estoy muy débil para siquiera poder seguirla ocultando… -comenzó Dohko, mientras Pseudos se lanzaba al Viejo Maestro con su puñal listo, solo que el cosmos de Dohko acrecentó, y la Armadura Dorada de Libra liberó uno de sus escudos, mismo que interceptó la daga, antes de arropar el resto del cuerpo de Dohko con la Armadura Dorada de Libra-. Vienes a matarme… porque soy el único que puede dar la orden para el resto de Caballeros Dorados, de utilizar las Armas de la Armadura de Libra… ¿tan seguros están de que Ares resucitará? Déjame decirte que mis camaradas no necesitan de sus Armas Doradas para enfrentar a tu clan de espíritus –se defendió Dohko, empujó, y pateó a la niña lejos de sí mismo-. Y también déjame decirte que no me agrada patear niños, así que, si no quieres tomar tu verdadera forma por mantener tu mentira, permíteme liberarla por ti. ¡Armonía con la Naturaleza! –comenzó el de Libra, su cosmos brillando esmeralda, el viento comenzó a embravecerse y a entorpecer los movimientos de Pseudos, el agua liberó de su corriente, y lanzó una llovizna al cuerpo de la Dríade, que entrecerró los ojos por el líquido que le entorpecía la vista, la tierra tembló, forzándola a caer sobre una rodilla, y por último, un relámpago cayó del cielo, impactando sus cercanías, e incinerando un árbol cercano, cuyo fuego se lanzó a ella, quemándole el cuerpo- Muéstrame tu verdadera forma… basta ya de mentiras… -continuó Dohko, mientras la Dríade, molesta, se alzaba con un cuerpo anciano, pero aparentemente fuerte, evidente en el cómo clavó sus uñas al suelo rompiendo el mismo e incorporándose. Su piel era gris, su cabello era revuelto y largo, y su mirada, cansada, pero determinada-. Eso es… la vejez no tiene por qué ser mala, en realidad tiene su atractivo. Te vez más fuerte y sabia con esta forma. Puedes pretender ser una niña pequeña todo lo que quieras, el tiempo nos alcanza a todos, aunque suene hipócrita que yo lo diga considerando que desafié al tiempo –sonrió Dohko.

-Maldito Caballero Dorado… pero no importa, con esto has bajado tu escudo sobre la tumba de la siguiente Seed. Ahora Emony podrá resucitarla. ¡Miríada de Mentiras! –alzó su mano derecha Pseudos, conjurando una esfera oscura de cosmos, que disparó desde su núcleo lo que la mente de Dohko pensaba eran estrellas, que como meteoros lo bombardearon, forzando al de Libra a cubrir con sus escudos- En estos momentos, posees únicamente el 30% de tu cosmos… no eres una amenaza en este estado, pero pronto, será el 20% y cuando así sea, te destrozaré, ¡ajajajajajaja! –resonó la risa de Pseudos, mientras Dohko no podía regresar la afrenta.

Hubein. Wuhan.

-La Comunión con la Naturaleza del Maestro Dohko… se está perdiendo… -Okko, el Caballero de Bronce de Eridanus, permanecía montando guardia dentro un templo de paredes de madera roja con tapices de bordados dorados, a metros delante de él, en un jardín al aire libre, sobre una glorieta en medio de un lago, se encontraba Xiaoling, orando, con la sombra de varios árboles recubiertos de cosmos usando sus ramas para proteger la glorieta dentro de la cual habían construidas varias estructuras de piedra negra, con los nombres de los familiares que cremados descansaban dentro de urnas en el interior de cada tumba familiar. Xiaoling dejó de rezar, y se preparó, Okko se adelantó, y preparó sus puños de igual manera-. Me temo que tu reunión con tu amiga de la infancia va a convertirse en algo más real –declaró Okko.

-No bromees con esto por favor… -agregó Xiaoling, sus ojos cubiertos en lágrimas-. Sé que el Maestro Dohko me lo advirtió, y que tomó todas las precauciones para evitarlo… pero… quería creer que no ocurriría… -comentó ella con tristeza, antes de escuchar los pasos metálicos de una recién llegada, ante la cual Okko subió sus defensas.

-Así que, no podía encontrar la tumba por esos estúpidos árboles traidores que prestaron sus cosmos para entorpecer mi búsqueda –comentó Emony, quien había aparecido en medio del templo cuando los cosmos que rodeaban a aquellos árboles desaparecieron-. ¿Cómo es que sabían que esta Seed renacería en este lugar? –preguntó Emony, molesta.

-El Maestro Dohko tiene conocimientos muy similares a los del Patriarca del Santuario. Él sabía el método de resurrección de las Seeds, y como Xiaoling es su discípula, ató cabos él mismo –le explicó Okko, el Tigre de Agua rugiendo a sus espaldas-. También me envió aquí a servir de guardaespaldas de Xiaoling, y para impedir que te acerques a su querida amiga. ¡Tigre Descendente! –rugió Okko con fuerza, las aguas alrededor de la glorieta en la que Xiaoling permanecía, se unieron al puño de Okko, permitiéndole usar su fuerza, y estampar su puño contra Emony, quien no se dignó siquiera a evadir el mismo, y permitió que este se detuviera contra la barrera de su cosmos- ¿Qué? Esto no es posible, no pude tocarla –se quejó Okko.

-Con tan pobre cosmos, ¿cómo podrías? –le respondió Emony, chasqueó sus dedos, y estos resonaron con tal fuerza, que los oídos de Okko estallaron en ese momento, forzando al de Eridanus a caer contra su rodilla, mientras se sostenía de los oídos- Realmente ya ningún Caballero de Athena es una molestia. Sus cosmos nos son una insignificancia –pateó Emony, y Okko fue violentamente lanzado al agua, donde se hundió, y solo dejó ver la sangre que le salía del cuerpo y se mantenía a flote.

-¡Okko! –exclamó Xiaoling preocupada, pero decidió prestar su atención frente a Emony, quien caminaba en su dirección con tranquilidad, y eligiendo entre una variedad de flores que se materializaban en sus manos- No te acerques… no permitiré que llegues a ella. Yúfa sufrió toda su vida, ¿por qué traerla de regreso a seguir sufriendo? –preguntaba Xiaoling, sus ojos repletos de lágrimas.

-Hablas como si conociera tu historia, no leo las mentes, niña –se quejó Emony, Xiaoling por fin se armó de valor, y se lanzó en dirección a Emony con el cosmos de la Osa Menor, un Panda Rojo, respaldándola, solo que Emony estiró su mano, y atrapó a Xiaoling por la frente-. Ah, discúlpame, la verdad es que, aunque dije que no puedo leer tu mente, hay otras cosas que sí puedo leer, por ejemplo, tu corazón –le comentó ella, rodeando a Xiaoling con su cosmos, y electrificándole la cabeza mientras extraía de los sentimientos de Xiaoling lo que ella requería-. Típico… un par de huérfanas que se unieron al circo para sobrevivir. Pasaron tanta hambre –le comentaba Emony, mientras Xiaoling miraba todos los eventos de su juventud, que involucraban a una joven poco mayor a ella, de cabellera oscura atada en una coleta revuelta, de un físico envidiable, delgado, y flexible, poseyendo unos ojos oscuros, pero nobles, un poco rasgados.

En la mente de Xiaoling, tanto ella como su amiga Yúfa, se unieron al Circo de Wuhan. Realmente no les agradaba trabajar en ese circo, pero lo hacían con tal de tener algo que comer. El objetivo de ambas era el de sobrevivir, no el de convertirse en estrellas, pero cuando un Caballero de Plata, Misty del Lagarto, fue enviado por el Santuario, solo encontró cosmos en Xiaoling, a quien se llevó para su entrenamiento. Dejando a Yúfa sola, sin su única amiga, y luchando por sobrevivir. Tiempo después, mientras entrenaba en Cinco Picos junto a Shunrei, Okko y Shiryu, bajo el mando tanto de Dohko como de Misty, Xiaoling se negó a perder contacto con su amiga, y enviaba cartas para ella. Wuhan estaba a una hora de Lushan, y el intercambio de cartas iba y venía con normalidad. Yúfa le contaba sobre sus fracasos, por más que se esforzaba simplemente no era tan buena, se había esforzado demasiado por convertirse en la cara principal del Circo de Wuhan, pero alguien más, un chico, había sido elegido en lugar de ella. Después de aquella última carta, Xiaoling no supo más de su amiga, así que pidió permiso a Dohko de ir a visitarla. El Maestro Dohko accedió, enviándola a Wuhan junto a Okko, solo para descubrir la triste realidad. Yúfa, la mejor amiga de Xiaoling, a quien quería como a una hermana, había fallecido en un accidente por su imprudencia al caer del trapecio, aquello destrozó a Xiaoling, quien visitó su tumba, y adornó la misma con unas flores muy llamativas.

-Lupino –comenzó Emony, descubriendo la flor que usaría para resucitar a Yúfa-. La flor de la imaginación que despierta la admiración. Una flor que representa a la abundancia. Es irónico como elegiste esa flor cuando el hambre es lo que las unió –declaró Emony, lanzando entonces a Xiaoling al agua, la Saintia estaba tan conmocionada por volver a revivir sus memorias junto a Yúfa, que no lograba reaccionar y tan solo se continuaba hundiendo. Quien sí salió del agua fue Okko, atrapando a Xiaoling, llevándola como a una princesa, y saliendo al puente que conectaba a la glorieta, frente a la cual Emony ya colocaba la flor de Lupino, que comenzó a resonar con un cosmos, mientras rompía la tablilla de piedra negra, liberando la urna de Yúfa, comenzando a reunir sus cenizas alrededor de la flor de Lupino.

-No… -lloró Xiaoling mientras las cenizas comenzaban a unirse a lianas materializadas por la flor, que además comenzó a soltar sus pétalos violetas, formándole a la Seed un nuevo cuerpo, además de revestirla en una Leaf oscura de contornos violetas como los pétalos de la flor de Lupino. Yúfa, como Xiaoling llegó a conocerla, la miró con sus nuevos ojos, y derramó una lágrima para ella, los ojos de Xiaoling comenzaron a humedecerse de igual modo.

-Las verdes colinas… el agua clara… -comenzó la renacida, con una canción, ante la cual Emony realizó una mueca de descontento, ante la cual Okko reaccionó con curiosidad, y ante la cual Xiaoling se entregó en llanto-. Que tranquila que calmadas… -cantaba la Dríade.

-Rema, rema… -continuó Xiaoling, uniéndose a Yúfa en su canto-. Siente la brisa que viene desde el lago… -continuaba Xiaoling, Yúfa, su amiga de la infancia, sonrió-. Rema… sin parar… yo te estuve esperando… siempre… juntas por fin estamos… -terminó Xiaoling, Yúfa terminó de materializarse, y se posó hermosa y juvenil, mientras Xiaoling, conmovida, caía sobre su rodilla.

-Es bueno volver a verte… Xiao… -susurró Yúfa, Xiaoling sonrió, más entonces la Saintia cayó al suelo, lo mismo ocurrió con Okko, ambos sintiendo un gran peso, como si sus propias armaduras se hubiesen transformado en peso muerto, cuando la realidad era que estas comenzaban a pesarles demasiado por otra razón muy distinta.

-Así que por fin están lo suficientemente débiles –se burló Emony, mirando como temblaban Okko y Xiaoling contra el suelo-. Las Armaduras de Bronce pesan alrededor de unos 35 kilos, las de plata unos 70, y las de oro casi pesarán 100 kilos. Moverse con 35 kilos extra no es tan difícil normalmente, no a menos que sus cuerpos estén tan drenados de energía, que no puedan levantarse. En promedio el humano puede levantar 78 kilos si está bien entrenado, pero con sus cuerpos ahora al 20% de sus capacidades normales, bueno… incluso 35 kilos es demasiado en estos momentos –se burló Emony, Yúfa, detrás de ella, observó el como Xiaoling se retorcía sin poder ponerse de pie, Emony entonces se viró a verla con una sonrisa macabra en su rostro-. Se me acaba de ocurrir algo glorioso… ¿qué tal si le obsequiamos la cabeza de tu amiga Xiaoling a Eris? Seguro que le agradará la idea, ¿no lo crees, Limos de la Hambruna? –la nombró Emony.

-Ah, ¿eso crees? 35 kilos jamás me han detenido antes –comentó Okko, logrando elevar su cosmos lo suficiente para volver a ponerse de pie, lo que Xiaoling tristemente no lograba-. Vamos Xiaoling… 35 kilos es menos de la mitad que un humano entrenado puede levantar… sé que tú puedes hacerlo… -le comentó Okko, sudoroso por el esfuerzo.

-Es inútil, Xiao nunca ha sido muy buena para romper sus límites… -comentó Yúfa, enfureciendo a Okko, quien incluso le gruñó a la Seed de la Hambruna-. Te convertiste en una Saintia… la Saintia que representa a la Musa Talía… la Musa de la Comedia y los Banquetes… típica Xiao, siempre alegre, verte convertida en la representante de los banquetes, es incluso hilarante, considerando que soy la Dríade de la Hambruna… no Xiaoling… entregar tu cabeza a Eris no sería un obsequio digno… más bien sería una pena. ¡Al suelo! –elevó su cosmos Yúfa, y clavó a Xiaoling a la madera del puente, evitando que la Saintia pudiera demostrar que sí tenía la fuerza para ponerse de pie.

-Kusukusukusu, me pregunto si los Caballeros Dorados están sintiéndose cómodos con 100 kilos de peso en sus cuerpos, y sin el cosmos necesario para resistirlo, me muero de curiosidad –se burló Emony, preparando su cosmos para ejecutar a los de Bronce-. Averigüémoslo antes de irnos, ¿quieres? –le preguntó Emony, divertida.

-Espere… -declaró Yúfa, confundiendo a Emony-. Me temo que no tenemos tiempo que perder, mi señorita Dríade. Alguien está entrando en el Templo de la Hambruna –le comentó Yúfa, lo que Emony sabía, pero de todas maneras intentó atacar a Xiaoling-. No hay tiempo… la debilidad de los Caballeros de Athena… está más en sus limitantes mentales que en el porcentaje de sus cosmos –aclaró Yúfa, y Emony logró escucharlo, un rugido, además de sentir el estremecimiento del agua, mientras Okko elevaba su cosmos tan violentamente, que parecía que su debilidad se esfumaba mientras más lo reunía-. Si alguien pasa por mi templo desprotegido, Eris tendrá mi cabeza, y solo usted puede abrir la dimensión que me pueda llevar allí a tiempo… -pidió ella.

-Sabes que suena a una excusa para no asesinar a tu amiga de la infancia, ¿no es así? –le preguntó Emony, Yúfa asintió, la Dríade se mantuvo pensativa- Sin embargo, no es mentira… muy bien, Saintia… agradece que Limos de la Hambruna te ha sido piadosa –terminó Emony, transformando su cuerpo, y el de Yúfa, en mariposas azules.

-¡Alto! –se quejó Okko, pero cayó en su rodilla pesadamente- ¿Por qué no puedo moverme como antes? Más importante, si se hubieran quedado, nos habrían eliminado. ¿Qué fue todo eso? –se fastidió el de Eridanus.

-Yúfa… -comenzó Xiaoling, tratando de incorporarse, pero necesitando de Okko para mantenerse de pie, solo entonces, y tras incorporarse, Xiaoling se dirigió a los restos de la tablilla que había sido su tumba-. Incluso en muerte… no lograste odiarme… gracias… Yúfa… solo espero que regreses tranquilamente a la otra vida… Yúfa… -continuó llorando Xiaoling, Okko simplemente se mantuvo a su lado.

Grecia. Atenas. El Santuario. Templo de Athena.

-¡Gackt! –manteniendo vigilancia desde el observatorio del Templo de Athena, donde se encontraba la estatua en honor a Atenea, la divinidad de la Sabiduría en la Guerra, de pronto Milo perdió el agarre de sus piernas, y cayó sobre una rodilla, la izquierda, mientras la derecha brillaba de color zafiro, con el dragón sellado en la misma ayudándolo a apoyarse. Saori, quien se había encontrado orando por sus Caballeros Dorados desde el templo a su propia divinidad, interrumpió sus oraciones para correr en dirección al de Escorpio- Estoy bien… solo fue una ligera distracción en mi cosmos. ¿Me escuchan? Nos hemos vuelto a debilitar… -les comentó Milo, sudando frio por el esfuerzo.

-Lo sentí –le respondía Aldebarán, quien en esos momentos combatía a la Seed Rebecca, la anterior Saintia de Cassiopea, aunque realmente, su nombre ahora era Poine del Castigo-. Shaina a mi lado, no puede mantenerse en pie, le pesa la Armadura de Plata, yo me sostengo porque estoy más acostumbrado al peso, pero indudablemente mis movimientos son más lentos –les explicó Aldebarán.

-Y los movimientos de nuestros oponentes, son cada vez más rápidos… -continuó Saga, enfrentando en Géminis a Mariya, siendo su cuerpo renacido renombrada como Lethe de Oblivion-. Katya tampoco puede moverse… las Armaduras de Bronce deberían pesar alrededor de unos 35 kilos. Lo entendería de Shaina cuya armadura pesa 70 kilos, o de las nuestras… pero… 35 kilos… no deberían ser suficientes para debilitarla a ella… -les comentó Saga, esquivando la fuerza congelante de Mariya.

-Es como Shura dijo, la Barrera del Caos nos debilita el cosmos, pero también lo está haciendo físicamente –les comentó Afrodita, en su comunicación, el grupo pudo escuchar su respiración-. Solo he bajado desde el Templo del Patriarca donde he dejado a Miho, hasta mi templo en Piscis… y mi cuerpo presenta síntomas de agotamiento, además de que la altura no me deja respirar con normalidad… sé que va a sonar ridículo… pero nunca me había sentido tan débil… -declaró Afrodita-. Mi cosmos… está tan reducido, que incluso un Caballero de Bronce podría vencerme en estos momentos… si la última Seed vuelve a la vida… -les comentó él.

-Nuestros cosmos estarán reducidos hasta un 10%. Muchísimo más débil que un Caballero de Bronce… -se fastidió Milo, su cuerpo cubierto de sudor, se le dificultaba incluso el respirar con normalidad-. La sola altura… me deja sin aire… esto es patético… pero… aún con el 10% de mi cosmos… no me rendiré… -aceptó el de Escorpio.

-Aún no llegas al 10% de tu cosmos, Milo… -declaró Shaka, quien pese a estar sufriendo al igual que el resto de sus compañeros, nuevamente permanecía con sus ojos cerrados, concentrando todo el cosmos que pudiera dentro de su sentido de la vista. Yoshiko, la Matriarca del Santuario, se tomaba el pecho dolida y débil-. No solo nosotros estamos siendo debilitados, la Matriarca Yoshiko no viste armadura de Bronce en este momento, e incluso ella está resentida… tal parece, que las Energías del Conflicto afectan específicamente a los Caballeros de Athena, eso significa… que hay una razón por la cual no han atacado el Santuario directamente… con nuestros cosmos en este estado, debería ser sencillo aprovecharse, pero nos quieren envueltos en estas batallas, ¿acaso no lo sienten? Aldebarán… Saga… sus oponentes solo están jugando con ustedes… -finalizó Shaka, el de Tauro y el de Géminis entonces lo vieron, el inmenso cosmos que rodeaba a las Seed a las que enfrentaban, un cosmos que no habían logrado sentir por las Energías del Conflicto reinantes, pero que, en esos momentos, por fin lo sintieron-. Nuestros cosmos, están reducidos hasta el 20%, pero los de ellos, están potenciados en un 80%. Debe haber una razón por la cual seres tan superiores a nosotros en estos momentos, no nos han vencido… su objetivo debe ir más allá de simplemente vencernos como oponentes. Buscan algo en nuestra debilidad… solo… no tengo idea del qué puede ser. Por vez primera… no tengo forma de leer esta guerra… ¿Cuál es el objetivo de Eris realmente? El Renacer de Ares está próximo, ¿acaso nos está entregando en sacrificio? No lo entiendo… compañeros… manténganse alerta… presiento que estamos cayendo en un engaño muy bien elaborado… -terminó el de Virgo.

Suiza. Los Alpes Suizos. Academia Meteor.

-Unght… no puedo… soportar el peso de mi armadura… agckt… -en Suiza, existe una organización destinada al entrenamiento de doncellas que buscan continuamente el aprender las artes de las 9 Musas, evidente en la entrada principal de la Academia, que estaba adornada por estatuas de aquellas figuras, y una décima más alta que las demás, con la forma de Mnemosyne, la Guardiana de las Memorias, y Titánide que diera nacimiento a las 9 Musas. A las entradas de esta academia esperaba Mito, la Saintia de Plata de la Grulla, y líder de las Saintias, a su alrededor permanecían varias doncellas, todas preocupadas por la Saintia de Plata, que comenzó a quitarse su armadura, hasta por fin poder incorporarse, y quejarse por su debilidad-. ¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué es que me siento tan débil? –agregó la Saintia, bastante fastidiada.

-Eso es lo que me gustaría saber –comentó un recién llegado a las puertas de la Academia Meteor, el Caballero Dorado, Mephisto de Cáncer, quien tembloroso y sudoroso, llegaba con el cuerpo inconsciente de otra Saintia, Erda de Carina, en sus brazos-. Si le dicen a alguien que reflejé este nivel de debilidad, las calcino… pero… ¿les importaría darme una mano? Apenas puedo con mi Armadura Dorada, cargar a esta niña y la Armadura de Bronce de Carina a la espalda… es demasiado incómodo… -se quejó el de Cáncer, Mito rápidamente corrió en dirección al de Cáncer, le desamarró la Armadura de Carina de la espalda, y Mephisto por fin pudo colocar a Erda en el suelo, antes de desplomarse, víctima del peso de su Armadura Dorada-. Maldita sea Cáncer… has engordado, te siento demasiado pesado… -se fastidió él.

-Caballero de Cáncer, ¿qué ha ocurrido? Erda está llena de quemaduras –le comentó Mito, preocupada, y rápidamente se viró para ver a sus compañeras-. Preparen una camilla, llevaremos a Erda a urgencias. Cualquier información que pueda darme, Caballero de Cáncer, sería bien agradecida –le pidió Mito.

-Sí, sí, que te digo lo que pasó, pero vámonos a otra parte, me repugna ver ese rostro –apuntó Mephisto a la estatua de Mnemósyne, e incluso le sacó la lengua a la misma, antes de caminar pesadamente, siguiendo a Mito hasta la enfermería, donde se dejó caer en la primera silla que encontró-. ¿Les importaría darme un poco de agua? ¡Llevo casi todo el día caminando bajo el Sol y cargando a esta y a su armadura! –se quejó el de Cáncer, Mito miró a una de sus compañeras, quien asintió, y corrió buscando la jarra de agua, le sirvió un vaso a Mephisto para que se refrescara, él tomó la jarra y la dejó con el vaso- No es cerveza, pero servirá de momento… -comentó mientras se bebía toda la jarra de un solo intento.

-¡Unght! ¡Rebecca! –se quejó Erda, retorciéndose, Mito intentó preguntarle a Erda si algo le dolía, pero notó que seguía dormida, y que solo se retorcía en pesadillas- No me dejes… Rebecca… no me dejes… -lloraba Erda.

-Ha repetido eso desde el accidente –le explicó Mephisto a Mito, quien lo miró confundida-. Oye, sé buena niña y tráeme una cerveza, anda que me estoy deshidratando –se quejó el de Cáncer en dirección a la asistente de Mito, quien volteó a verla, la rubia asintió, y la chica fue a buscar una cerveza-. Cuando me asignaron a Erda como acompañante para esta misión, al principio me pareció una estupidez. No quería a una asistente, pero la Matriarca Yoshiko dijo que era obligatorio. Algo sobre protegerla de las Seeds, la verdad es que no puse mucha atención –le comentó el de Cáncer, mientras las enfermeras atendían a Erda, y Mito le prestaba toda su atención al dorado-. Llegamos a Suiza a investigar el Epicentro del Caos que nos asignaron, pero había tanta Energía del Conflicto que no encontrábamos su centro. Tampoco podíamos comunicarnos mediante el cosmos, así que Erda sugirió que paseáramos por los alrededores en su motocicleta. Resulta que, pese a ser un Caballero Dorado, me gustan las motocicletas, así que no me molestó la idea. Visitamos varios lugares, sin sentir el Epicentro del Caos, pero de pronto, hace como unas dos horas, Erda comenzó a gritar el nombre de Rebecca, y nos estrellamos. Mi Armadura Dorada reaccionó y me arropó a tiempo, la de Erda debió haber estado muy dormida, ya que no protegió a Erda de la explosión. No logré reanimarla, y había demasiada Energía del Conflicto para arriesgarme con un Salto de Cosmos para llegar aquí. Además, con ella inconsciente, sería muy peligroso. Así que corrí casi todos los Alpes hasta llegar a esta mugrosa academia. Al principio fue fácil, pero poco a poco, la Armadura Dorada me empezó a pesar más… no sé lo que ocurre, no puedo comunicarme con los demás Caballeros Dorados, y apenas puedo sentir el cosmos. ¿Sabes algo de lo que ocurre? –le preguntó el de Cáncer, Mito pensó al respecto, y su asistente entró con una cerveza a la enfermería, misma que le ofreció al de Cáncer- ¿Solo una? Que tacaña eres. ¡Si no te alcanza más que para esto habérmelo dicho antes! ¡Toma! Cómprame unas 12 mínimo… una cerveza, no sirve ni para refrescarse… -se quejó el de Cáncer, usando las patas del casco de su Armadura Dorada para destapar la cerveza, lo que horrorizó a la asistente de Mito, quien apuntó a Mephisto, Mito, con sudor en su frente, asintió y le pidió ir por la cerveza.

-Ya me queda más claro el porqué del estado de Erda… ha perdido mucha sangre… tal vez entre en un coma si las cosas siguen como hasta ahora –le comentó Mito, mientras Mephisto continuaba bebiendo su cerveza-. Como líder de las Saintias, comprendo algunas cosas sobre la situación actual. Hay tanta Energía del Conflicto reunida, que no permite sentir el cosmos. Y no solo eso, estamos tan débiles que apenas y podemos cargar nuestras Armaduras Zodiacales, eso significa que 8 de las 9 Seeds ya deben haber renacido, eso explicaría el colapso mental de Erda –le comentó ella, Mephisto hizo una mueca.

-No me considero el más formal de los Caballeros de Athena –le comentó Mephisto, vaciando su cerveza para mostrar su punto, Mito asintió nuevamente-. Así que no necesitas toda esa palabrería formal conmigo, solo ve al grano. ¿Por qué me siento más débil? –se quejó él.

-Es por las Seeds, una Seed es la opuesta de una Saintia, y nace por el dolor en su corazón –le explicó ella, Mephisto asintió, aunque se alegró más por la llegada de la cerveza, misma que le arrebató a la asistente de Mito, y volvió a abrir otra cerveza usando su casco de destapador-. Cuando una Seed renace en este mundo, crea una Barrera del Caos a su alrededor, una barrera que se extiende por todo el mundo y debilita a los Caballeros de Athena, específicamente a los Caballeros de Athena, los humanos que no han presentado su cosmos a Athena no se debilitan, ni los que han prestado sus cosmos a otros dioses. La razón, es porque los enemigos de las Seeds son las Saintias, así como Eris es la enemiga de Athena –le explicó, Mephisto ya iba por la tercera cerveza-. Mínimo disfrútela… -se molestó Mito.

-Si piensas que uno toma cerveza por su sabor estás muy equivocada, se bebe cerveza por el placer de la embriagues –le comentó el de Cáncer-. Así que, cada Seed debilita a los Caballeros de Athena, y cada Seed renace del corazón en pena de una Saintia… ¿era así? –preguntó él, Mito asintió-. Entonces, cuando esta mequetrefe perdió el control de su motocicleta… -dedujo él.

-Así es… debió concordar con el nacimiento de la Seed Poine del Castigo, la opuesta a la Musa Melpómene, la Musa de la Tragedia y el Teatro –le explicó Mito-. Y el nombre de Rebecca es la prueba de ello, Rebecca era la Saintia de Cassiopea que perdió la vida en la Nueva Titanomaquia, y que además… era la maestra de Erda –le explicó ella, Mephisto asintió, y esperó-. Erda es la sobreviviente de un naufragio, tristemente de un naufragio que la llevó a la Isla de la Reina Muerte –le explicó ella, Mephisto bebió de su cerveza, y asintió-. Rebecca tenía la responsabilidad, junto al Caballero de Plata, Jorge de Fornax, de defender la Isla de la Reina Muerte de los Caballeros Negros, ambos encontraron a Erda y le dieron un hogar, y cuando el Caballero Dorado de Virgo llegó con más aspirantes, como el Caballero Ikki del Fénix, el fallecido Jango de Octante, y la hija adoptiva de Jorge, Esmeralda de Lotus, el Caballero de Virgo descubrió el cosmos durmiente en Erda, y la asignó a Rebecca para su entrenamiento. Rebecca… era como una madre para Erda… el perderla durante la Nueva Titanomaquia, la destrozó. Si alguien renacería como una Seed gracias al corazón dolido de Erda, esa es Rebecca… le destrozaría el saberlo… -comentó ella.

-Haber pensado en eso antes de hablar todas estas cosas frente a la supuestamente comatosa –apuntó Mephisto, Mito se viró, y encontró a Erda ya despierta, aunque con todo el cuerpo cubierto de vendajes-. ¿Cerveza? –preguntó él.

-Tengo 15… -se molestó Erda, Mephisto alzó y bajó los brazos, pero continuó con el ofrecimiento, Erda suspiró y tomó la misma-. Así que… Rebecca ha renacido como una Seed… maldición… yo… no sé qué pensar al respecto… ¿debería ir a buscarla? –preguntó ella con ojos llorosos.

-Tomate tu cerveza y lo olvidarás con mayor facilidad –comentó Mephisto, quitándole la cerveza de las manos para abrírsela con su casco, y entonces se la volvió a entregar-. El que sea tu Seed, no necesariamente significa que vayas a enfrentarla. Además, puedo decirte con seguridad que solo existe una vida, la pierdes, y eso es todo. Incluso un ser resucitado no es más que una sombra de su antiguo ser, nadie puede resucitar realmente –le explicó el de Cáncer, Erda lo miró con curiosidad-. Así que, la Rebecca que conociste, falleció defendiendo a Athena. Esa Seed, seguramente debe ser una construcción creada de sus memorias y tus sentimientos. Así que deja de preocuparte, tu madre adoptiva, está descansando en paz –le comentó él, antes de volver a beber.

-¿Cómo está tan seguro? –le preguntó Erda, sus ojos ahogados en lágrimas- ¿Y si se equivoca? ¿Y si realmente hay forma de resucitar a alguien? ¿Qué pasa si mi madrastra realmente…? –lloró Erda, destrozada.

-Soy el Caballero de Cáncer, le guste a la gente o no. El Campeón de Hades según los Patriarcas. Si alguien sabe de la muerte, ese soy yo –le explicó él, abriendo una cerveza más-. La única forma de obtener una nueva vida, es la reencarnación, y esta nueva vida, solo se puede entregar tras haber bebido de las aguas del Río Lethe, el Río del Olvido, porque las almas, son recicladas para darles nueva vida. Renaces, así como no lo haces, tu alma vuelve a la vida, pero eres un individuo distinto, así funciona. Además… solo las almas ancladas pueden resucitar antes de los 100 años. Algunas incluso pueden llegar a existir 1000 años sin renacer. Y no creo que Rebecca haya sido un Ser Anclado –le comentó Mephisto.

-¿Un Ser Anclado? –preguntó Erda con curiosidad- ¿Es como tener un pendiente en el Mundo Terrenal? –le preguntó la de Carina, Mephisto lo negó con la cabeza- No lo entiendo entonces –se apenó ella.

-Estás confundiendo a los fantasmas con los anclados. ¿Cómo te lo explico? –se rascó la nuca Mephisto-. Un Ser Anclado, es un individuo que vuelve a la vida mediante la reencarnación, cuando se cumplen ciertos requerimientos pactados en alguna de sus muertes. Por ejemplo, el Caballero de Capricornio, el llamado Caballero de la Reencarnación –le explicó él, Erda asintió, recordando a Shura de Capricornio-. Cuando la fecha del nacimiento de Athena está próxima, el Caballero de Capricornio renace, así lo dictan fuerzas que ni los dioses pueden comprender. Pero este es el ejemplo que más fácil se me viene a la mente. Un Ser Anclado, podría ser una mujer casada, que prometió a su esposo en vida que al morir volverían a renacer y se volverían a conocer. Si la esposa muere antes que el esposo, su alma espera en el Inframundo para poder cumplir su promesa, podrían pasar años, tal vez uno o dos, o tal vez 40 o 50, pero si el esposo se mantuvo unido sentimentalmente a su esposa, cuando él muera, no importarán los 100 años de espera para que un alma sea reciclada, el alma de la esposa esperará a que la del marido esté lista para la reencarnación, aún si ella misma ya lo está. Renacerán juntos en la nueva vida, y volverán a conocerse. También he escuchado de casos tan descabellados, de abuelos falleciendo y sus nietas quedando embarazadas al día siguiente. Cuando el niño nace y crece, posee memorias de su abuelo, lo que significa que el abuelo ha renacido a los 9 meses de haber muerto siendo ahora el hijo de su propia nieta. Nada de esperar 100 o 1000 años, solo 9 meses. Así que, a menos que esta Rebecca sea un ser reencarnado, que de la nada envejeció hasta la misma edad de su muerte, conservando todas las memorias de su vida anterior, no hay forma de que sea la misma Rebecca que tú recuerdas. Así que despreocúpate… no es la misma persona, solo un cuerpo artificial, con memorias falsas inyectadas en el mismo –terminó él.

-Ya entiendo… -comentó ella, un poco más tranquila-. Por eso las Seeds son creadas del corazón en pena de una Saintia, porque son sombras, creadas de nuestros recuerdos, y alimentadas por nuestro dolor al pensar en ellas. Le agradezco mucho esta explicación, Caballero de Cáncer… siempre pensé que usted era un ser horrible… parece que me equivoqué, lo que se cuenta de usted, no hay forma de que sea real… -sonrió Erda.

-Adivinaré, hablan de mí sobre que arranco rostros y los coloco de adornos en las paredes de la Casa de Cáncer –preguntó Mephisto, Erda se apenó, y asintió-. Mentira no es –aceptó él, Erda y Mito se escandalizaron-. Pero ya no soy esa persona… en realidad… me cuesta saber quién soy ahora… nada de lo que haga borrará el mal que hice… pero… tal vez por Athena… incluso revertiría esta situación endemoniada… -declaró él, cerrando sus manos en puños-. Recupérate, presiento que las cosas van a empeorar pronto… algo en mi Armadura Dorada me lo dice –aceptó el de Cáncer.

Grecia. Atenas. Santuario de Eris. El Jardín del Edén. El Templo de la Masacre.

-¡Aaaaah! –de regreso en el Santuario de Eris, el grito de dolor de Shiryu resonó con fuerza, mientras el Caballero del Dragón era golpeado una vez más por el ataque de Lodin, quien se mostraba molesto ante las capacidades de supervivencia del Caballero del Dragón, quien ya había sido castigado por varias horas por la Seed de la Masacre, que ya había logrado teñir gran parte de los verdes campos del Templo de la Masacre con la sangre de Shiryu- Nuevamente… mi cosmos se ha reducido… la Armadura del Dragón me pesa… no puedo soportar su peso… -se quejaba Shiryu, forzándose a sí mismo a incorporarse, lo que para Lodin comenzaba a tornarse molesto, e incluso lo incomodaba.

-Deja de ponerte de pie, Dragón. ¿Acaso no entiendes que estarías muerto hace ya bastante tiempo de no ser porque he contenido mis puños? –le comentó Lodin, Shiryu solo se mordió los labios, pero volvió a incorporarse- Necio, todos ustedes lo son. El haber renacido como una Seed, ha intensificado mi cosmos a un nivel que se acerca al de los Caballeros Dorados, pero incluso yo sé que no soy tan fuerte. Era un Caballero de Bronce antes de esta vida, la extensión de mi cosmos actual es artificial. Pero mientras yo soy la equivalencia de un Caballero de Bronce cuyo cosmos se ha elevado tanto que podría rosar el nivel de los Caballeros Dorados, tú Shiryu, eres un Caballero de Bronce que ha sido debilitado hasta un nivel que podría considerarse risible y carente de cosmos. Una Seed es todo lo que se necesita para que ustedes, tontos Caballeros de Athena, pierdan casi la totalidad de sus cosmos, entiende que no puedes ganar. Ni siquiera eres capaz de levantar tu pesada Armadura de Bronce –le espetó Lodin con molestia.

-Y aun así voy a seguirme levantando, Lodin… -le comentó Shiryu, débiles flamas de cosmos se anclaban a su cuerpo-. Sin importar que mi cosmos se extinga, e incluso si mi armadura se torna tan pesada que me sea difícil levantarla, yo seguiré combatiéndote… así que… la única forma de deshacerte de mí, es que dejes tus juegos y termines conmigo. Hay una razón por la que no lo haces, ¿verdad? Tienes el poder, pero te niegas a utilizarlo –se quejó el del Dragón.

-Sí, hay una razón, pero no tiene que ver contigo. Podría matarte en el momento que yo desee y no cambiaría nada –le comentó Lodin-. No eres un Caballero Dorado, no recibiste ese regalo. Así que eliminarte o no la verdad es que no cambia nada. Pero da la casualidad de que, aunque le sea leal a Eris, no desprecio a los seres humanos, más bien los admiro, siempre lo he hecho, pero me enferma el hecho de que se sacrifiquen tan ilusamente por una diosa que no lo merece –le comentó Lodin con desprecio.

-Lodin… estás confundido… por eso el Maestro Mu no pudo acabar contigo, eras su amigo, y él sabía que eras un hombre noble –le comentó Shiryu, realizando movimientos con sus manos, movimientos muy lentos, pero que dibujaban las estrellas de su Constelación-. Incluso en lo más triste de tu existencia, sigues creyendo en la bondad humana. Serás una copia del Lodin que alguna vez fue, pero si no me has eliminado, es porque tienes confianza en algo, o en alguien. Dime Lodin: ¿Cuál es el secreto que esconden ustedes las Seeds? ¿Por qué se niegan a eliminarnos? –se quejó Shiryu, lanzándose con el puño transformado en un Dragón.

-Te he dicho que nada tiene que ver contigo. ¡El Rostro de la Masacre! –volvió a atacar Lodin, venciendo al Dragón de Shiryu, y lanzándolo nuevamente por los jardines repletos de flores de Lirios Sangrientos- Solo deja de defenderte, y probablemente sobrevivas a lo que está por venir. Entiéndelo Dragón… las Seeds tenemos una instrucción, pero esa instrucción, no te incluye a ti… -terminó de decir la Seed de la Masacre.

Templo de la Traición.

-¡Meteoros de Pegaso! –en el Templo de la Traición, se daba un encuentro muy similar al que ocurría en el Templo de la Masacre. Seiya, el Caballero de Pegaso, combatía a espíritus oscuros que lo perseguían por todo el jardín de flores de Crisantenos, mientras Galarian Steiner solo mantenía sus brazos cruzados mientras miraba al arco de roca que representaba a una de las dos entradas al Templo de la Traición, como si esperara que algo saliera de aquel lugar- Me estás ignorando, ¿no es así? ¡Solo porque tus sombras no dejan de molestarme! ¡Te voy a dar algo para que me ignores! ¡Cometa Pegaso! –lanzó un puñetazo Seiya, Galan viró para ver el mismo, y atrapó el cometa con su mano, la distracción de realizar aquel ataque, dejó a Seiya a merced de las sombras, que se abalanzaron sobre él y estallaron, lanzando al de Pegaso unos metros al cielo, antes de estrellarlo con fuerza en el césped del jardín.

-Continúa molestándome y de verdad lo vas a lamentar. ¿Acaso no entiendes que no significas nada para mí? Yo era el Caballero Dorado de Leo, fui denigrado al Bronce cuando Aioros me arrancó un ojo y un brazo como castigo por robar una medicina sagrada, pero ahora he recuperado ambos, mi poder, es idéntico al de Aioria de Leo –le explicó Galan, pero Seiya de todas formas se puso de pie-. Que obstinado… -se quejó Galan.

-Me lo dicen seguido, y tú no eres ni la mitad de poderoso de lo que es Aioria, el verdadero Caballero de Leo –le espetó Seiya con molestia-. No entiendo por qué me estás subestimando, si tienes el poder de un Caballero Dorado podrías exterminarme como a la hierba mala, pero en lugar de eso, y en lugar de aprovechar que mi Armadura de Bronce me pesa por la Barrera del Caos, me mantienes ocupado con esas estúpidas sombras de las Furias –se quejó Seiya, Galan no dijo nada, solo se cruzó de brazos-. ¿Qué esperas para enfrentarme como se debe? Te aseguro que aún si usaras todas tus fuerzas, yo encontraría la forma de vencerte –le apuntó Seiya, preparando su cosmos, y dibujando las estrellas de Pegaso.

-Altamente improbable, lo que tu pequeño cerebro se niega a ver es que yo ya poseía el poder equivalente al de un Caballero Dorado antes siquiera de que la Barrera del Caos me fortaleciera, mientras tú, un simple Bronce, tienes tu cosmos debilitado hasta el 20%. No eres siquiera una molestia –lanzó un cometa de cosmos Galan, Seiya lo pulverizó con un puñetazo-. Aunque admito que, sin la Barrera del Caos, tal vez llegarías al nivel de un Caballero de Plata –admitió Galan, pero su mirada continuaba en dirección al arco de piedra.

-Bronce, Plata u Oro, eso no me interesa. Yo confío en mis puños y en mi cosmos. Así que, si no piensas enfrentarme como se debe, yo de todas formas tengo una misión que cumplir. ¡Dame tu Fuerza Pegaso! –continuó Seiya, lanzándose a Galan, pero sus cometas eran tan lentos, que Galan podía ver sus puños perfectamente.

-Iluso, no eres más que palabras e ideales inútiles. Incluso para el combate de caballería, solo piensas con la mente del bruto, no hay estrategia, no hay fortaleza, solo un imbécil que piensa que puede resolver todo a punta de golpes. Apenas y mereces mi misericordia. ¡Penitencia Umbría! –atacó Galan, y el cuerpo de Seiya fue azotado por las hileras de cosmos oscuro, y su grito resonó por todo el laberinto.

Jardín del Eden. Laberinto de Eris.

-Seiya… el discípulo de mi hermano… Aioros… peligra… -perdido en la neblina, se encontraba Aioria, quien daba pasos lentos, que resonaban con toda la fuerza de su peso. La debilidad del Caballero de Leo era más que evidente, pero diferente del resto de sus compañeros Caballeros Dorados, él se veía bastante mal-. ¿Por qué no puedo ir más rápido? –continuaba el de Leo, esforzándose por salir de la neblina- Jamás había sentido… tanto peso en la Armadura Dorada… háblame Leo… ¿qué es lo que pasa? –cayó Aioria en su rodilla, estuvo por golpearse el rostro contra el suelo, pero para su fortuna, su brazo izquierdo detuvo su caída- ¿Leo? –preguntó Aioria, notando que la Armadura Dorada parecía temblarle, y que, de su movimiento, chispas azules comenzaban a crepitar- ¿Mi Dunamis? ¿Qué significa esto? Yo… ya no puedo… seguir adelante… -tras aquello, Aioria perdió el conocimiento.

Templo de la Hambruna.

-¿Aioria? –preguntó Mu tras sentir una perturbación en su cosmos, notando además que su Armadura Dorada comenzaba a temblarle, razón por la que posó su atención en sus temblorosas manos- Algo no está bien… -comenzó Mu, sus manos centellaban con una fuerza azulada de tiempo en tiempo, como una fogata que estallaba los trozos de madera, soltando chispas-. El Dunamis depositado en la Armadura de Aries, no entiendo su comportamiento. Yo no lo he llamado, pero se está manifestando. Con esta debilidad física causada por la Barrera del Caos, si mi Dunamis se manifestara, podría ser fatal, ¿por qué lo hace sin mi consentimiento? –insistía Mu, cuando frente a él, Mayura cayó desmayada, llamando su atención- ¡Mayu! –enunció Mu y corrió hasta ella, notando que respiraba muy pesadamente- ¡Mayu! ¡Por favor resiste! –pidió Mu.

-Seño…rito… -alzó su mano Mayura, apuntando en una dirección en específico entre la neblina-. Logré acercarlo lo más que pude… pero… con tantas Seeds… no puedo… solo debe cruzar el umbral… -pidió ella, Mu inmediatamente la cargó, y comenzó a correr en la dirección que Mayura apuntaba-. Déjeme… solo soy una carga… -pidió ella.

-Jamás podría, Mayu… solo resiste… -pidió Mu, llegando por fin al arco de piedra, cruzando el mismo, y topándose con dos guardianas en el mismo Templo-. Esto… no está bien… -se detuvo Mu, observando a las guardianas.

-Ara ara, ¿cómo es que llegaste al Templo de la Hambruna? –se impresionó Harmonía, a su lado se encontraba Yúfa- El orden de los templos debería ser el siguiente: Masacre, Juramento, Saqueo, Olvido, Traición, Dolor, Hambruna, Castigo, y finalmente, el Templo del Engaño, donde se encuentra Úterus. ¿Cómo es que viajaste desde el Templo de la Masacre, que es el primero de los templos, hasta el Templo de la Hambruna, que es el antepenúltimo antes del Templo del Castigo y del Gran Árbol que está sembrado en el Templo del Engaño? –apuntó Harmonía a las escaleras que subían al Templo siguiente.

-Es gracias al sacrificio de una amiga muy querida mía… -respondió Mu, mirando a Mayura en sus brazos-. La razón por la que tardábamos tanto en avanzar, no era porque fuera tan difícil moverse dentro de este Santuario, sino que era porque deseabas acercarme lo más posible al enemigo –dedujo Mu, acariciando la cabellera de Mayura, a quien acomodó contra la pared de la entrada del templo-. Déjenme decirles que, aun siendo dos, no me contendré –elevó su cosmos Mu, pero este apenas y existía, y más bien eran los destellos azules los que intentaban encenderse para fortalecer su cosmos.

-Ya está ocurriendo, solo una Seed más, y todos nuestros esfuerzos habrán valido la pena –sonrió Harmonía, Mu no comprendía su alegría-. Ya es demasiado tarde para que puedan hacer algo de todos modos, así que supongo que no es necesario ocultártelo más. Desde que vencieron a los Titanes, se volvieron los humanos más poderosos que existen –le explicó Harmonía, Mu esperó a que terminara con su explicación-. Así que, incluso si Ares revivía, los Caballeros Dorados aún contaban con dos poderosas armas para enfrentarlos, la primera, las Armas del Caballero de Libra, a quien teníamos que debilitar lo suficiente para que fuera manejable por nuestra Dríade más poderosa, Pseudos –le explicó Harmonía, y por alguna razón, Mu fue capaz de sentir el cosmos del Viejo Maestro a pesar de las Energías del Conflicto-. El segundo problema era que, técnicamente, con el Dunamis de su parte, cualquier dios que no posea un Dunamis es vulnerable a ustedes. Es verdad que podíamos debilitarlos hasta un nivel que fueran manejables para nosotros. Pero si algo nos enseñó la batalla de Deimos contra Milo de Escorpio, es que los Caballeros Dorados ya son inmensamente fuertes sin un Dunamis, con uno… son más que invencibles… Aioria de Leo lo demostró también, cuando hirió de muerte a Phobos… -le comentó ella, Mu recordaba haber sentido algo así en su cosmos-. Así que, incluso si nos volvíamos más poderosas gracias a la Barrera del Caos, el Dunamis tiene siempre la última palabra. Debíamos eliminar esa terrible ventaja… -concluyó ella.

-¿Eliminar el Dunamis? ¿Cómo se elimina un Dunamis? Espera… -miró Mu a sus manos, estas seguían crepitando con destellos azules- La razón por la que el Dunamis se está manifestando… es la misma por la cual aún puedo moverme, pese a tener únicamente el 20% de mi cosmos… y mi cuerpo físico estar tan debilitado… mi Dunamis… está activo… lo ha estado todo el tiempo… por eso podemos movernos donde los Caballeros de Bronce y Plata no pueden avanzar –observó Mu a Mayura, no tenía fuerza alguna para seguir adelante-. Mayura no ha combatido, su cosmos debería estar completo, aunque reducido, yo tuve que usar mi Dunamis para llegar aquí, y lo manifesté para curar las heridas de Shiryu… ya lo entiendo… aunque no haya combatido, estoy por debajo del 20% de mi cosmos, y entiendo también el porque los demás no lo han notado… mientras no combatan lo suficiente, aún tienen una reserva, pero la mía… -continuó Mu, su cosmos se extinguió, y su Dunamis comenzó a brillar con fuerza, sorprendiéndolo.

-Se ha agotado –sonrió Harmonía divertida, pese a que el Dunamis restauraba la fuerza del Muviano-. Como lo has dicho, aquellos que ya han combatido o manifestado sus cosmos de alguna forma, ya no tienen el cosmos suficiente para mantenerse con vida ante la presión de las Seed. Pero en ningún momento manifestaron una debilidad tan grande como las de sus compañeros pese a que sus Armaduras Doradas pesan el triple que una de Bronce. Eso es porque, todo este tiempo, la Voluntad de sus Armaduras Doradas ha estado suministrándoles de sus Dunamis para mantenerlos sanos y fuertes –le comentó Harmonía, sumamente divertida.

-¿La Voluntad de las Armaduras Doradas? Aries… ¿qué has hecho? -miró Mu a su Armadura, esta continuaba temblando, aunque su propio cuerpo ya no lo hiciera- Si alguien conoce la verdadera naturaleza de las Armaduras Doradas, ese soy yo. Ellas están vivas, sus propios cosmos complementan los nuestros. Se ha sabido de casos de Caballeros de Athena abandonados por sus Armaduras Zodiacales por considerarlos indignos de su protección. Es de esperarse que aquel principio funcione a la inversa… un Armadura Zodiacal podría, por ejemplo, proteger a su usuario cuando este ha perdido la conciencia para intentar salvarle la vida. Durante la Nueva Titanomaquia… los Titanes depositaron sus Dunamis no en nosotros, sino en nuestras Armaduras Doradas… entonces… por la voluntad misma de Aries… -se mordió los labios Mu.

-Las Armaduras Doradas han estado liberando el Dunamis dormido dentro de sus estrellas, de una forma muy poco inteligente, además –le comentó Harmonía, sus ojos entreabriéndose un poco, como si estuviera disfrutando del momento más de lo que esperaba-. Las Armaduras Doradas poseerán vida, pero no podría considerarse una vida muy inteligente. Actúan principalmente por instinto, como los animales. No tienen la capacidad de saber si lo que hacen es o no correcto. Si su portador muere lentamente, entonces la respuesta esperada de las Armaduras Doradas es el de protegerlo, y el único medio que tenían para hacerlo, era suministrarles el Dunamis en cantidades suficientes para que sus cosmos reavivaran. En otras palabras, es como echar leña a una fogata, solo que, la leña no durará para siempre. En estos momentos, sus cosmos son como unas brazas tras una fogata. Expiden calor, poseen chispa, probablemente destellos de fuego, pero sin más madera que quemar, acabarán por consumirse a sí mismos. Y cuando eso pase, ocurrirá lo mismo que con el Caballero de Leo –agregó ella.

-¿¡Aioria!? –exclamó Mu, preocupado- Hace unos instantes, pensé sentir su cosmos, no, con toda esta Energía del Conflicto, no fue su cosmos lo que sentí, fue… nuestro vínculo como Hermanos de Cosmos… era como si se despidiera… -se preocupó el Muviano.

-Aioria de Leo, es el Caballero Dorado que más ha abusado de su cosmos, e incluso accionó su Dunamis voluntariamente cuando este se le agotó con tal de herir fatalmente a mi hermano Phobos –le explicó Harmonía-. Ya era simples brazas al finalizar su batalla contra mi hermano, y sin saberlo, siguió avanzando. Era natural que su suministro de Dunamis se agotara antes que el del resto. Su Dunamis ha desaparecido en el Éter, y regresado a su portador original al Tártaros. Era eso… o que el dominio del Titán desapareciera del cosmos. ¿No lo ves? Athena nunca fue la prioridad en esta guerra. De nada nos servía disponer de ella, o acabar con las vidas de sus Caballeros Dorados, si gracias a la Nueva Titanomaquia, el Dunamis reside en sus Armaduras Doradas. Los Caballeros Dorados, al recibir los Dunamis de los Titanes, se convirtieron en lo más poderoso que existe. Resucitar a las 9 Seeds, y obligar a sus Armaduras Doradas a actuar por su propia voluntad por preservarles la vida, fue el plan más hermoso que Deimos jamás haya dimensionado. Los Caballeros Dorados, todos asesinados por la Voluntad de sus Armaduras Doradas que pensaban que les estaban haciendo un favor, cuando la realidad era que, con tanta Energía del Conflicto a su alrededor, no tenían forma de saber cuan debilitados estaban ustedes, o sus compañeros. ¡Es como luchar a ciegas sin saber el momento en que tu corazón está a punto de fallar! ¡Es hermoso! ¡Ojojojojojojo! –se regocijó Harmonía.

-Ya lo entiendo… realmente… me parecía bastante extraño el que las Dríades no se aprovecharan de la debilidad de la Barrera del Caos de las Seeds para ir por Athena… ustedes… querían que nuestros cosmos se agotaran y los Dunamis se accionaran… caímos en su sucio truco –se molestó Mu, pero elevó su Dunamis de todas formas, para sorpresa de Harmonía-. Pero me parece, Harmonía, que estás olvidando un pequeño detalle… y ese es que somos Caballeros Dorados… estamos listos para morir por nuestra causa, siempre… -las serpientes de fuego, comenzaron a materializarse alrededor del cuerpo de Mu, lo que fue una gran sorpresa para tanto Harmonía como para Yúfa-. Si ya no dispongo de mi cosmos… eso significa que lo que los Caballeros Dorados decidimos todos juntos que solo usaríamos en los momentos más importantes, se ha convertido en mi única arma. Un arma que se extinguirá más rápido mientras más la use… y que me llevará a la muerte… estoy consciente de eso. Me llamaste las cenizas de una fogata, pero soy más que eso… soy el fuego de una forja… y lo que resulte tras mi extinción… será la herramienta que otros usarán cuando incluso yo me haya apagado… así que, antes de morir hecho cenizas… usaré mi Dunamis para llevarme conmigo a todas las Seeds que pueda, para que los cosmos de mis hermanos se fortalezcan y puedan sobrevivir a ser envueltos por sus propias llamas. ¡Fogo Potamos! –atacó Mu, Harmonía evadió, pero el ataque realmente fue en dirección a Yúfa, quien elevó su cosmos lo más alto que le fue posible, aunque fue abatida de todos modos, y clavada a las columnas del templo que protegía- El Dunamis… no es repelido por la Barrera del Caos… eso significa que, en estos momentos, aún con 8 Seeds activas, podrás tener el cosmos de un Caballero Dorado… pero yo soy el Titán que ataca a las 12 Casas. La única forma de sobrevivir a mí, es que tu voluntad sea superior a la mía, y déjame decirte que no lo es -las serpientes de fuego volvieron a reunirse alrededor de Mu, el Muviano estaba decidido a que, aun poniendo su vida en riesgo, salvaría a sus hermanos.

-Un noble esfuerzo… pero ya es demasiado tarde… -le comentó Harmonía-. La última Seed está por renacer, y cuando eso pase, no habrá Caballero de Athena que pueda soportar el peso de su propia armadura, sea esta de Bronce, de Plata o de Oro. Además, cada Dríade, Seed o Phantom, por más débil que sea, tendrá mínimo la fuerza de un Caballero Dorado. Sin mencionar que con la última de las Seeds despertando, dará inicio a un efecto dominó. Úterus volverá a funcionar, el Caos volverá a sumergir al mundo. Los Epicentros del Caos serán los primeros en estallar a la masacre, y todo eso generará más Energía del Conflicto, volviéndonos a los Manipuladores del Caos invencibles. ¿Lo entiendes ya, Caballero de Aries? Las Dríades nunca fueron una amenaza para ustedes… después de los Titanes, realmente ningún dios lo era. Esta guerra nunca fue por la cabeza de Athena, sino por restaurar el orden. Ganen o pierdan en esta guerra, sus Dunamis están perdidos, y la última Seed, está por renacer para iniciar todo este ciclo hermoso de penurias y muerte –se regocijó Harmonía, Mu estaba furioso, deseaba enfrentarla, pero en lugar de concentrarse en ella, Yúfa era la prioridad, y se lanzó a ella con su cuerpo rodeado en su Dunamis, atacó, pero de alguna forma, Yúfa logró detener su golpe-. Por cierto, ya hay demasiada Energía del Conflicto reunida, el nivel dorado quedó atrás hace bastante tiempo, ¿no te divierte todo esto? Ara ara… eso no fue muy femenino, ajem… si sobrevives, Aries… tu próxima oponente seré yo. Te esperaré… en el Templo del Castigo –finalizó Harmonía, subiendo las escaleras que llevaban al Templo del Castigo, donde Phobos aún se reponía.

El Santuario. Templo del Patriarca. Habitación de la Matriarca.

-Estoy… tan cansada… -dentro del Templo del Patriarca, estaban los aposentos de Yoshiko, pero también allí era el lugar donde Miho, la Saintia que representaba a la Musa Euterpe, la Musa de la Música y el Arte, permanecía como niñera de Ios, el hijo de la Matriarca Yoshiko, y del fallecido Aioros de Sagitario. Miho nunca desarrolló el cosmos más allá de poder proyectar imágenes de cosmos con el Pincel de la Armadura de Pintor, ella no era combatiente, sus funciones eran las de instruir a Saori en el arte de la música, la pintura, y la apreciación de todas las artes, como dictaba el dominio de su Musa. Fuera de eso, ella solo cuidaba de Ios, quien en esos momentos dormía dentro de su cuna-. Mi Armadura de Bronce… pesa… no puedo… no puedo siquiera quitármela –comentó ella con debilidad, y mientras la puerta de la habitación se abría, y una persona que Miho no conocía entraba a la misma-. ¿Quién eres? –con lo poco que tenía de cosmos, Miho intentó materializar el Pincel de Bronce, solo para que la recién llegada le pisara la mano, obligándola a soltar el mismo- ¡Aaaaah! ¡Duele! ¡Basta! –lloró Miho.

-Pobre pequeña, liberaron tu cosmos a la fuerza, ¿no es así? –preguntó Emony, divertida, los gritos de Miho despertaron a Ios, quien notando que su niñera sufría, lloró también intentando llamar por ayuda- Tan desesperada esa Athena, forzando a no manipuladores a convertirse en manipuladores con la finalidad de reunir a las 88 Armaduras Zodiacales en el Santuario, es el equivalente de levantar a un niño, darle una lanza, y empujarlo a las líneas de defensa contra un ejército invasor que triplica los números de quienes defienden. Jamás entenderé las razones del Patriarca Aioros. ¿Quería dar un mensaje? Lástima que ya no vive para recibir la respuesta de los dioses, pero tú conoces a la Matriarca Yoshiko, ¿no es así? Entonces… déjame darte un mensaje de los dioses para ella… la amenaza de Aioros… no inquieta a los dioses… sus mercenarias las Dríades, nos encargaremos de regresar todo a la normalidad. Reunir a los 88 Caballeros de Athena, fue lo más estúpido que pudieron hacer –la pateó con fuerza Emony, noqueando a Miho de un solo movimiento-. Y ahora… mi garantía del éxito. Qué lástima que las Energías del Conflicto no permiten que los Caballeros Dorados sepan dónde estamos ¿verdad? Tanta ceguera… ¿y así deseaban enfrentar a los dioses? Patéticos… ahora… despídete bebé… -agregó Emony, y el grito del bebé, resonó con fuerza, llamando la atención de aquellos incluso por fuera del Templo del Patriarca.

Colina de las Estrellas.

-¿¡Ios!? –gritó Yoshiko, estaba de rodillas al suelo, hiperventilándose, pero aún con vida. Shaka, quien aún meditaba y reunía su cosmos, se viró un poco con sus ojos cerrados en su dirección- Shaka… creo que sentí a Ios… él está… algo le ha pasado a mi bebé… -lloró Yoshiko.

-Lo comprendo… pero… me temo que no hay nada que pueda hacer… -le comentó Shaka, Yoshiko lloró por lo que escuchaba-. Matriarca Yoshiko… en estos momentos la única persona que puede ir en auxilio de su hijo, es usted… ya que tenemos un invitado inesperado… este lugar está prohibido, solo está permitido para la Matriarca y sus invitados, invasor… -se incorporó Shaka y pateó con fuerza, una figura que recién se materializaba en esos momentos, atrapó la patada de Shaka entre sus brazos.

-Maravilloso, simplemente maravilloso… -comenzó la Dríade recién llegada, de cabellera larga y escarlata, revuelta, que vestía una túnica larga debajo de la cual llevaba su Leaf, y con una piel pálida bastante llamativa-. Tú realmente, eres hermoso… el más hermoso de todos los Caballeros Dorados… tanto poder, sé que se me dio una orden, pero no podía soportarlo… deseaba tanto el poder enfrentarte con toda tu fuerza, no pude esperar más –comenzó a jadear la Dríade, molestando a Shaka, quien arrebató su pierna y pateó una vez más, la Dríade lo evadió, y jadeó emocionada-. Si… eres todo lo que siempre he deseado… tanto poder… te deseo, Caballero de Virgo… -suspiró la mujer.

-Está embriagada con las Energías del Conflicto reinantes… -dedujo Shaka-. Además de ser una Dríade inmensamente indignante y grosera, ni siquiera se ha presentado. Yo por lo menos tengo modales. Mi nombre es Shaka, el Caballero Dorado de Virgo, y seré tu oponente, bajo la condición de que permitas a la Matriarca Yoshiko llegar ante su hijo… -enunció Shaka, la Dríade que respiraba de forma perturbadora, le sonrió, Shaka se molestó aún más-. No es secreto para mí… que nos has aislado en una dimensión diferente a la que existe dentro de la Colina de las Estrellas… abre tu dimensión, permite a la Matriarca salir, y te otorgaré el combate que deseas… -le comentó el de Virgo.

-¿Combate? –resopló la Dríade- No es un combate contigo lo que deseo… lo que siento por ti, escapa a mis responsabilidades de Dríade… me pidieron matarte… pero… considero el mantenerte eternamente a mi lado en esta dimensión mía, como un equivalente a matarte, mientras puedo disfrutar de la compañía del ser más interesante de todos. Si pienso en ello, el que haya una tercera en discordia, me es molesto… puede irse, Matriarca… ¡Liberación del Confinamiento Absoluto! -con un movimiento de su mano, Yoshiko fue desfragmentada, y su cuerpo cayó al suelo como vidrio roto.

-¿¡Acaso tú…!? –se molestó Shaka, pero inmediatamente después se tranquilizó- No… la Matriarca está bien. La has transportado al Templo del Patriarca. Una consideración interesante para alguien con tan escasos modales, y que fantasea conmigo sin decirme siquiera su nombre. Me pareces un ser de lo más repulsivo –aseguró él.

-Tus palabras son tan hirientes, pero, en lugar de molestarme, me hacen amarte incluso más… -se liberó de su túnica la Dríade, mostrando una Leaf que dejaba poco a la imaginación, de botas largas, guanteletes también largos, y protección del pecho que dejaba ver sus hombros, y que terminaba en una falda corta en su peto-. Mi nombre… mi hermoso Caballero de Virgo… es Dysmonia de la Anarquía… y desde ahora, y para siempre… estaremos juntos dentro de esta dimensión, ¡el Confinamiento Absoluto! No permitiré que tu vida se extinga por la fuerza de tu Dunamis –declaró ella.

-La fuerza de mi… -comenzó Shaka, sus manos crepitaron, liberando las chispas azules-. Dunamis… acabo de sentir la fortaleza de Phoibe… no me digas qué… -dedujo Shaka-. Ya lo entiendo… por eso no tomaban un rol más activo. Incluso, se aprovecharon de nuestras precauciones para cumplir con sus objetivos. Estábamos en una guerra imaginaria donde ustedes causaban un conflicto, nos movilizábamos en respuesta, y después huían. Todo porque deseaban que expusiéramos nuestros Dunamis –declaró Shaka.

-Es correcto, mi bello Caballero de Virgo. Desafortunadamente mi hermana Hysmide terminó enfrentando a un Caballero Dorado demasiado poderoso para poder huir y reagruparse –le explicó ella, relamiéndose los labios-. Todos los Caballeros Dorados en estos momentos, están próximos a la muerte. Pero tú… ahora que estás en esta dimensión mía, aislado de tus compañeros, vivirás incluso si tu cosmos se agota. Yo te mantendré con vida, te arroparé con mi cuerpo alimentando al tuyo, y estaremos juntos hasta el fin de los tiempos –sonrió ella.

-¿Estar conmigo hasta el fin de los tiempos? Me temo que hay varios problemas con tus deseos, principalmente el que no son los míos, ya que indistintamente de lo que yo como humano pudiera llegar a desear, mi destino es el Nirvana… no hay lugar para nadie más en mi vida… -declaró Shaka, lo que forzó la risa de la Dríade.

-Mi querido Shaka, estás muy equivocado… nosotros que conocemos los secretos del universo, estamos por encima de todos, incluso de tus creencias budistas –le explicó ella, divertida-. Nosotros servimos a un propósito mayor, el nuestro. Mientras estemos dentro de esta dimensión, permaneceremos aislados del mundo, y mientras los Dioses Olímpicos se matan entre ellos mismos, nosotros resurgiremos en el mundo resultante, y lo poblaremos a nuestra imagen. Seremos los nuevos dioses del mundo resultante de la muerte de todos los dioses –le aseguró ella, emocionada.

-Fascinante… eres tan estúpida que hasta me parece hilarante… -le comentó Shaka, esta vez sonriente, lo que fue una sorpresa para Dysmonia-. Yo no perdería mi tiempo… con un ser tan repulsivo e indignante como tú –insultó el de Virgo. Sus insultos, sin embargo, solo divertían más a Dysmonia-. Pero, divertiré a tu sed de conocimiento, liberando de propia voluntad el secreto del Dunamis de Phoibe que tanto deseas. Es esa la razón de que me encerraras en esta dimensión, ¿no es así? Mi cosmos está tan debilitado que ni el Tesoro del Cielo me serviría para escapar, y usar el Dunamis de Phoibe, significaría mi muerte. Planeaste todo esto, para después de revelarte el secreto del origen del universo, que yace en el Dunamis de Phoibe, me resucitaras con tu cosmos como un Phantom, obligándome a amarte. ¿Lo deduje todo bien? –preguntó Shaka divertido.

-Sabía que eras el indicado… -se relamió los labios nuevamente Dysmonia-. No solo fuiste quien derrotó a Phoibe del Intelecto, ganando su dominio, sino que la técnica con la cual te premió, el Dunamis Arkhein, contiene los secretos del universo previo al nuestro. Por supuesto que sería mi mayor anhelo, el poder ver esa técnica, y no es mentira que es la única técnica que podría liberarte de mí dimensión. El usarla por supuesto, te dejará a mi merced… y serás mi esclavo, con quien repoblaré la Tierra inerte del mundo que sobreviva al Dominio de Caos… será glorioso… -se ruborizó la Dríade.

-Me parece que no lo comprendes… -sonrió Shaka nuevamente-. Desde la Colina de las Estrellas, se me permitió verlo todo… incluso el lugar en el cual te ocultabas. Solo debía hacerte salir para que expusieras tus secretos, y poder comunicarlo a mis camaradas. Pero ya he perdido mucho el tiempo contigo, y mi técnica, requiere de 10 minutos para conjurarse. ¡Arctos! –enunció Shaka.

-¡Horologium Divide! –resonó entonces, y frente a Dysmonia, un portal que presumía a las 12 horas se formó, del cual Arctos XII salió, y pateó a Dysmonia con fuerza, clavando a la Dríade contra las paredes de su dimensión, y liberando un hilo de sangre esmeralda que la molestó- Si quieres los secretos del mundo anterior a este… me temo que como el guardián de los mismos, no puedo entregártelos. Maestro Shaka, yo me encargaré de las molestias –agregó el de Plata.

-Te lo encargo, Arctos –comentó Shaka, su Dunamis reemplazando totalmente a su cosmos, mientras a ojos cerrados, comenzaba a escribir con su Dunamis símbolos extraños alrededor de su cuerpo, mismos que flotaban alrededor de Shaka, desentrañando los secretos del mundo anterior al presente-. Por cierto, tan predecible y patética me pareces, Dríade, que ensuciarme las manos en combate contigo, sería un insulto para mí. Sabiendo donde te ocultabas, preparé un plan junto a Arctos, que consistió en que Arctos se encerrara a sí mismo dentro del Horologium Divide, la Prisión del Tiempo. Todo cuanto aconteció mientras estuvo dentro de aquella dimensión, le es indistinto. Cuando Arctos entró dentro del Horologium Divide, solo 5 Seeds habían renacido. Además, dentro de esta dimensión tuya, estamos aislados de la Barrera del Caos, el cosmos de Arctos no puede debilitarse más, y tú no recibes flujo de las Energías del Conflicto, así que, incluso si Arctos posee el equivalente al cosmos de un Caballero de Bronce en estos momentos… es más poderoso que tú que has usado casi todo tu cosmos para mantener esta dimensión que derribaré en tan solo 10 minutos con la única técnica que este Dunamis me permite usar. Castígala por su insolencia, Arctos, y te habrás ganado mi confianza –finalizó él.

-Como ordene… Maestro Shaka. ¡Chrono Distortion Wave! –iniciando con los brazos cruzados, Arctos reunió su cosmos alrededor los mismos, antes de extenderlos a gran velocidad, disparando de sus palmas abiertas una fuerza de choque que era rápida, además de precisa, mismas con la que empujó a Dysmonia, hasta estamparla una vez más en contra de su barrera.

-¿Cómo? Ni siquiera pude ver su ataque. Fue tan veloz que no me percaté siquiera del momento en que descruzó sus brazos. ¿Cómo puede ser esta la velocidad de un Caballero de Plata cuyo cosmos ha sido debilitado hasta el nivel de Bronce? –se quejó la Dríade. Mientras Arctos, sin esperar a que se recuperara, llegaba ante ella velozmente, e impactaba su mentón, elevando a la Dríade antes de volver a realizar aquel movimiento.

-¡Chrono Distortion Wave! –el estallido de plata derribó a la Dríade, quien seguía siendo castigada, sin poder ver el ataque de Arctos, más bien solo podía ver el destello plateado, que la empujaba violentamente, y el cual no podía siquiera detener-. En el nombre de mi dios Cronos… y bajo el juramento a mi nueva diosa, Athena… mi cosmos se incinerará hasta que desaparezcas, ¡Chrono Distortion Wave! –insistió el Caballero de Holorogium. Más esta vez, la Dríade disipó su ataque con su propio cosmos.

-Malnacido Caballero de Plata, tú no eres digno de mí. ¡Universo Regresivo! –extendió sus brazos Dysmonia, transformando su cuerpo en un universo, que comenzó a succionar como si de un agujero negro se tratase a Arctos, quien debilitado como se encontraba, no lograba escapar del arrastre de la técnica, y comenzaba a ser jalado al interior del universo creado por Dysmonia- No importa la velocidad de tus ataques si no posees la fuerza para derrotarme. Te enviaré al vacío del espacio donde perderás tu vida en la oscuridad, ¡ajajajaja! –se regocijó la Dríade, preocupando a Arctos.

-Ah, aún me queda un truco… -le respondió Arctos, extendiendo sus manos, acomodándolas como si fueran las manecillas de un reloj, e iluminando su cuerpo de cosmos plateado para extender su sombra a sus pies, que formó la misma forma que los brazos de Arctos, aparentando ser las manecillas de un reloj-. Han pasado 8 de los 10 minutos que requiere el Maestro Shaka para su técnica, así que solo debo retenerte por dos minutos, lo cual es una insignificancia para el Caballero del Tiempo. ¡Sometimiento Temporal! –del cuerpo de Arctos, se liberó una pequeña dimensión, lo suficientemente grande para envolver su cuerpo y el de Dysmonia dentro de su dominio. La Dríade quedó congelada en el tiempo, y el sonido de un reloj comenzó a invadir sus oídos. Se encontraba paralizada, igual que Arctos, mientras fuera de la dimensión portátil, Shaka continuaba marcando los símbolos que, por vez primera, Dysmonia logró ver, y aunque paralizada en el tiempo, sus labios, que se movían muy lentamente, embozaron una sonrisa, mientras lograba comprender los secretos del universo que existió antes del universo presente. Arctos tampoco se movía, lo que sí se movía era su sombra, que con cada sonido de tic tac del reloj que existía en su dimensión, movía la sombra de uno de sus brazos, más cerca del otro, hasta que estos por fin conectaron, liberando a Arctos y a Dysmonia de la dimensión en que estuvieron encerrados solamente por dos minutos, perdiendo Arctos el conocimiento, y volviendo a ser succionado por el Universo Regresivo.

-Es hermoso… entonces ese es el secreto del mundo anterior al nuestro… y tú lo sabes… -se regocijó la Dríade, mientras el cuerpo inconsciente de Arctos se dirigía peligrosamente hasta donde Dysmonia mantenía su universo succionándolo-. Pero espera, eso quiere decir que los dioses mintieron… ellos no crearon nuestro universo, el verdadero creador de nuestro universo no fue Zeus, ni siquiera fue Cronos… el verdadero creador es… -se asombró la Dríade.

-Ese… es un secreto que me llevaré a la tumba, y que tú jamás podrás revelar… -terminó de escribir los símbolos Shaka, y abrió los ojos-. ¡Dunamis Arkhein! –enunció Shaka, liberando la técnica que fue capaz inclusive de destrozar el cuerpo de Cronos, fulminando a la Dríade con el mismo, quien murió regocijándose por el conocimiento prohibido, como si todo hubiese valido la pena al final. El estallido descomunal sacudió a la Colina de las Estrellas en su totalidad, destrozando el Confinamiento Absoluto en que la Dríade los había encerrado. En cuanto a Arctos, este flotaba dentro de una esfera dorada, creada por Shaka en el momento en que abrió los ojos, el de Virgo entonces se acercó a la misma, extendió los brazos, y Arctos cayó sobre los mismos, Shaka entonces acomodó a Arctos en el suelo-. Caballero que fuiste leal a Cronos… hoy pretendías sacrificar tu vida por Athena, a sabiendas de que la Dunamis Arkhein te desintegraría. No había forma de que supieras, que desde el momento en que entraste dentro de tu Horologium Divide, yo estuve sellando mi cosmos dentro de mis ojos… esa es la razón por la que sobreviviste, y la razón de mi propia supervivencia… ya que gracias al Dunamis Arkhein… ya no poseo un Dunamis… solo un cosmos que pronto se extinguirá también… -miró Shaka a sus manos, el cosmos liberado al abrir sus ojos, apenas y se sostenía-. Y sin embargo todavía debo arriesgar mi vida una última vez… el resto de Caballeros Dorados necesita saberlo. ¡Milo! ¡Transmite este mensaje a Athena y al resto de los Caballeros Dorados! -lanzó un destello de cosmos Shaka, antes de que la debilidad lo venciera, y cayera de espaldas contra el suelo.

Templo de Athena.

-¿Un mensaje de Shaka? –preguntó Milo, alzando la mirada, y viendo el cometa dorado que se dirigía al Templo de Athena, Saori lo observó de igual manera, y se acercó a Milo, quien ya alzaba la mano para recibir el cometa, mientras colocaba su mano libre sobre el hombro de Saori- No lo entiendo, ¿por qué no usar la conexión de las Armaduras Doradas? –preguntó el de Escorpio, recibiendo el cometa, el cosmos de Shaka entonces rodeó a Milo y a Saori, y ambos reaccionaron con sorpresa, Milo incluso se miró a las manos, estas comenzaban a centellear chispas azules.

-¿Dunamis? ¡Nos han tendido una trampa! –se preocupó Saori- ¡No uses la conexión de sus Armaduras Doradas! ¡Yo hablaré! –enunció Saori, elevando su cosmos tan alto como podía, lo que llamó la atención de los moribundos Caballeros de Bronce y de Plata alrededor del Santuario, uno de los cuales, Isaac de Pez Volador, se mantenía con los brazos listos para una confrontación a las afueras del Cementerios de Acuario, sin que el resto de Caballeros de Athena lo supieran- ¡Caballeros de Athena! ¡Si pertenecen a la Orden de Bronce o de Plata! ¡En estos momentos yo les pido que se quiten sus Armaduras Zodiacales, y traten de calmar sus cosmos! –pidió Saori, pero en Acuario, Isaac no obedeció, y se lanzó en contra de la sonriente invasora, que comenzó a atacarlo con flores blancas, unas flores de Galanthus, una flor de pétalos blancos, de apariencia marchita, y cuyos pétalos impactaron con fuerza a la Armadura del Pez Volador, dejando a Isaac tendido frente a una tumba en específico, pero la cual se forzó a sí mismo a defender- A los Caballeros Dorados, no puedo exigirles lo mismo, comprendo mejor que nadie que son los únicos que en estos momentos pueden hacer una diferencia. Pero es por esta diferencia que ustedes pueden ejercer, que debo comunicarles las últimas palabras de Shaka, caído en batalla contra la Dríade Dysmonia en la Colina de las Estrellas –prosiguió Saori.

Escalinatas entre los Templos de Acuario y Piscis.

-¿Caído en Batalla? ¿A qué se refiere? Shaka no podría caer ante una simple Dríade… -se quejaba Afrodita, corriendo escaleras abajo, buscando los cementerios cercanos a la Casa de Acuario-. Aunque… tampoco es mentira que nos encontramos tan débiles, que no podemos utilizar el desplazamiento dimensional sin importar que la Barrera del Santuario no esté activa… ¿acaso estamos más débiles de lo que pensamos? –se preguntó Afrodita, notando las chispas que comenzaban a estallar alrededor de sus brazos- ¿Qué es esto? ¿Mi Dunamis? –se preguntó el de Piscis.

-Hemos caído bajo el engaño de Eris… un engaño que no sería capaz de presentarse de no ser por la Voluntad de las Armaduras Doradas –explicaba Saori, mientras Afrodita, sudoroso y cansado, de todas formas luchaba contra el peso de su Armadura Dorada para llegar al Cementerios de Acuario-. La razón de que Eris no lanzara un ataque directo a nosotros, es porque deseaba mantenernos distraídos de una realidad presente en la Voluntad de las Armaduras Doradas… ellas tienen vida… y preocupadas por la debilidad física y de cosmos de sus portadores… han liberado el Dunamis durmiente en sus estrellas para mantenerlos con vida. Es por eso que pueden moverse donde los Caballeros de Bronce y de Plata no pueden levantar el peso de sus propias Armaduras Zodiacales… el nivel de debilidad física que tienen en estos momentos… debería hacerlo imposible para ustedes también, y sin embargo corren, combaten, y se comunican con la conexión entre sus Armaduras Doradas. Este desgaste… los habría matado ya si no poseyeran un Dunamis –explicó Saori.

Cementerio de Cáncer.

-¿Qué quiere decir mi diosa? Yo me siento perfectamente bien. ¡Gran Cuerno! –exclamó Aldebarán, lanzando su ataque en contra de Rebecca, la Dríade del Castigo, que solo requirió colocar su mano frente al ataque de Aldebarán para detenerlo, antes de sonreírle divertida- Mi Armadura Dorada pesa, pero no pesa tanto como para no poder mantenerme firme. ¡Gran Cuer…! –intentó decir el de Tauro, cuando una sensación extraña lo doblegó, forzándolo a caer en su rodilla- ¿Esto es…? –se preocupó el de Tauro, su cuerpo comenzaba a ser rodeado por su Dunamis, solo entonces la Dríade que tenía frente a él, se preocupó, y comenzó a preparar su cosmos, que era inmenso- La Dríade a la que enfrento… su cosmos… crece… rebasa el nivel de los Caballeros Dorados… ¿por qué no reveló esta fuerza antes? –se preguntó Aldebarán.

-¡Es parte del plan de Eris, Aldebarán! –continuó Saori- Las Dríades se hacían más fuertes, pero no atacaban, solo se dedicaban a distraer nuestra atención mientras se terminaba de reclutar al resto de las Seeds… según explicó Shaka en su mensaje, de nada le servía a Eris matar a los portadores de las Armaduras Doradas si el Dunamis no residía en ellos, sino en las Armaduras Doradas mismas… el plan de Eris, era el mantenerlos desperdiciando sus cosmos contra enemigos básicamente invencibles mientras más Seeds existieran, para forzar a sus cosmos a agotarse, y a la Voluntad de sus Armaduras Doradas a suministrarles Dunamis de poco en poco, sin que se dieran cuenta de que sus cosmos se estaban extinguiendo… sus Armaduras Doradas lo han hecho para mantenerlos con vida… ellas no tenían forma de saber que al hacerlo, les daban la falsa ilusión de que sus cosmos continuaban fuertes pese a la Barrera del Caos que los debilitaba… -resumió Saori.

-Ahora la verdadera batalla puede comenzar, Aldebarán de Tauro… -agregó Rebecca, optando una pose de batalla, e incinerando su cosmos-. Es hora de demostrar que las Dríades podemos vencer a los Titanes. Aunque te advierto que tu cuerpo no resistirá toda la extensión de ese Dunamis tuyo… la victoria será mía… -sonrió ella, y se lanzó a Aldebarán.

Casa de Géminis.

-¿La Voluntad de las Armaduras Doradas? –preguntó Saga, su dominio dimensional rompiéndose, y permitiendo a Mariya patearlo con fuerza, tumbándole el casco, y dejándolo tendido en medio de la Casa de Géminis, donde Saga viró el rostro en dirección a Katya, la Saintia que respiraba pesadamente, y que trataba de desprenderse de su Armadura de Bronce, que le pesaba demasiado- Ya lo comprendo… la razón por la que sentía que esta Dríade se estaba conteniendo… solo estaba haciendo tiempo para la manifestación de mi Dunamis… me molesta… ¿cómo pudimos caer en un truco tan sucio? La realidad es que las Dríades no eran rivales para nosotros, por ello la importancia de las Seeds. Pensábamos que las Seeds solo existían para resucitar a los Daimones, pero la realidad era… que juntas formaban la Barrera del Caos perfecta… una que redujo nuestros cosmos hasta el 20%, no lo sentimos porque nuestros Dunamis nos fortalecían… -se quejó Saga.

-Así es… quienes no han combatido lo suficiente como Milo y Afrodita, aún poseen una reserva de cosmos… pero quienes se estén batiendo en combate, están vivos únicamente gracias a sus Dunamis… esto es algo de lo que nos habríamos percatado antes, si no tuvieran Dunamis que los protegiesen… -continuaba Saori con preocupación-. Si la debilidad hubiera sido generalizada. Pudimos haber actuado en consecuencia, pero ahora es demasiado tarde. Las Seeds poseen un cosmos superior al de los Caballeros Dorados en estos momentos, y ustedes, aunque sus Dunamis se activen una vez extinguidos sus cosmos por completo, poseen un cuerpo debilitado por la Barrera del Caos. En otras palabras, cuando sus Dunamis sustituyan a sus cosmos, tendrán la fuerza de un Titán… con el cuerpo tan débil que cualquier impacto podría romperles los huesos… cualquier herida que reciban… podría ser fatal, y cuando el Dunamis se termine… morirán por sus heridas… -terminó Saori.

Escalinatas entre los Templos de Acuario y Piscis.

-¿Y qué pretende que hagamos entonces, Diosa Athena? –preguntó Afrodita, su cosmos desapareciendo, sustituido por el Dunamis, Afrodita se dio cuenta de aquello, y con su poder restaurado, utilizó el desplazamiento dimensional para llegar a donde debía llegar lo más pronto posible- El solo correr agotó mi cosmos… ya solo me queda el Dunamis… -le comentó Afrodita, mientras frente a él, Emony lanzaba a Isaac de Pez Volador a un lado, y se posaba frente a la tumba que él había intentado proteger-. ¡Alto! ¡No te muevas! ¡Ya descubrimos su artimaña! ¡Pero te advierto que no importa lo poderosa que seas, el Dunamis de un Titán es muy superior a ti! ¡Un paso más y te fulmino! –materializó una Rosa Azul Afrodita en sus manos, una que presumía polen dorado, la Icor Rose.

-Afrodita, lo más importante en estos momentos, es evitar el renacimiento de la última Seed –le explicó Saori, Emony sonrió con malicia-. Si la última Seed renace, no solo sus oponentes tendrán un nivel muy superior al de un Caballero Dorado, sino que incluso quienes no hayan combatido, habrán perdido la totalidad de sus cosmos, liberando sus Dunamis a la fuerza. Esto, sumado a que sus cuerpos físicos estarán debilitados en un 90%, significa que incluso perder una sola gota de sangre podría ser fatal –les explicó ella.

-¿Una gota de sangre derramada y estamos muertos? Y yo decía que después de los Titanes, nada podría vencernos, que iluso fui… -continuó Afrodita, sacudiendo la Icor Rose, y liberando de su polen- Es una fortuna el que haya llegado a tiempo. Aléjate de esa tumba… ahora… -amenazó Afrodita, Emony sonrió ante la amenaza, y comenzó a reírse a carcajadas.

-Ah, los Caballeros Dorados son tan divertidos, kusukusukusu, ¿me crees tan tonta como para venir sin una garantía, con sus Dunamis tan cerca de manifestarse? –preguntó Emony, mariposas azules comenzaron a formarse en su mano, y estas formaron a Ios, el hijo de la Matriarca Yoshiko y del fallecido Aioros, quien lloraba mientras Emony comenzaba a abrazarlo con fuerza, Afrodita se horrorizó ante aquello- Te acercas, y el bebé se muere… -amenazó ella.

-¡Tiene un rehén! –exclamó Afrodita con fuerza, Emony simplemente se regocijó, Ios lloraba incontrolablemente- Esa maldita… aprovechándose de que las Energías del Conflicto no nos permitían detectarla, fue hasta los aposentos de la Matriarca y capturó al hijo de Aioros por debajo de mis narices… -enfureció Afrodita, la preocupación de Saori fue audible para él.

-Así es, Caballeros Dorados inútiles –continuó Emony divertida-. Mientras ustedes se replegaban, y enviaban al de Escorpio a proteger a Athena, yo busqué mi garantía. Cuando el caballero de Tauro se presentó frente al Cementerio de Cáncer, simplemente fue obvio el que ya sabían quiénes serían resucitados como Seeds. La presencia de este Caballero de Bronce es prueba de ello –apuntó Emomy a Isaac, quien aún intentaba reponerse-. Pero ustedes estaban tan preocupados por Athena, o tan debilitados por la Barrera del Caos, que fallaron en enviar a un Caballero Dorado a tiempo, incluso me dio tiempo de prepararme. Así que este es el trato, tú me dejas resucitar a esta Seed, y el bebé no se muere –amenazó Emony.

-¿Y piensas que yo voy a aceptar este trato? –declaró Afrodita, molesto, Emony se espantó por aquella resolución- Olvidas el pequeño detalle… de que cualquier sacrificio, es comprensible en el nombre de Athena. ¡Icor Ro…! -exclamó Afrodita.

-¡Detente Afrodita! –ordenó Saori, Afrodita se había lanzado en dirección a Emony, quien aterrada ya había caído en sus rodillas, aunque Ios también tocía porque la Dríade lo estaba ahorcando- Es solo un bebé Afrodita… por favor… -suplicó Saori.

-¡Muchos más bebés morirán si se le permite a esta harpía hacer su voluntad! –exclamó Afrodita, furioso, Emony aprovechó el momento para reponerse, y volver a amenazar con matar al bebé- Si le permito resucitar a la última Seed… los Caballeros Dorados moriremos cuando se agoten nuestros Dunamis… no me lo tome a mal, no me importa mi vida, pero si el sacrificio de un niño evita la muerte de millones cuando Eris logre disponer de los Caballeros Dorados… entonces bien vale la pena sacrificar al hijo de Aioros –insistió Afrodita.

-¡Afrodita! ¡Te juro que entiendo tu razonamiento! ¡Pero estás equivocado! –suplicó Saori, Afrodita se mordió los labios, decidido a ignorar las ordenes de Athena- Si un sacrificio fuera la respuesta para todas las barbaridades que existen en el mundo… te juro que lo permitiría… pero yo… conservaría hasta la vida más insignificante… por respeto a los humanos a los que debo proteger… -le comentó ella.

-¿Aunque eso signifique que millones más podrían morir? ¡Athena! ¿¡Es esta la resolución de la Diosa de la Sabiduría en la Guerra!? ¿¡O es la resolución de la mortal que jamás debió de criarse como a una humana!? –exclamó Afrodita, sus palabras hiriendo a Saori profundamente- Si esa Seed resucita, le estará dando a Eris lo que quiere. ¿Realmente un bebé lo vale? Discúlpeme, pero no estoy de acuerdo. Pero desgraciadamente… le he jurado mi lealtad… entonces dígame: ¿Cuál es su resolución final? –exigió el de Piscis.

Templo de Athena.

-¿Mi resolución final? ¿Estoy pensando como la Diosa de la Sabiduría en la Guerra? ¿O como Saori Kido? –se preguntó Saori, su cuerpo temblaba por el desconocimiento, Milo lo notó, Saori buscó su fortaleza, y se viró para verlo- ¿Qué debo hacer? Es solo un niño… -las lágrimas de Saori, no dejaban de caer.

-Y Emony lo sabe… -le respondió Milo-. Es porque esa Dríade sabe que fue criada con sentimientos humanos, el que puede aprovecharse de esta manera de usted, Diosa Athena –comentó Milo, cruzándose de brazos.

-¿Qué harías tú? –preguntó Saori, Milo cerró sus manos en puños- Milo… si tuvieras la oportunidad de elegir… entre la posibilidad de salvar vidas, sacrificando a una persona… entonces qué… -tras aquellas palabras, la imagen de Kyoko apareció en la mente de Saori, al igual que lo hizo la imagen de Shoko-. Tú las perdonaste… ¿te arrepientes de haberlo hecho…? –preguntó Saori, Milo bajó la cabeza, lo que preocupó a Saori.

-Todos los días de mi vida… me he arrepentido de ello… -confesó Milo, su respuesta hirió a Saori profundamente-. Pero también… -miró Milo al Santuario de Eris, imaginando a Kyoko que corría por sus pasillos-. Me siento orgulloso… de haber elegido con mi corazón… así que sin importar las consecuencias de mi decisión… jamás dejaré de luchar por un mundo, en que esas decisiones no nos sean impuestas por los dioses… eso es todo lo que puedo decir, el resto… depende de usted… -terminó el de Escorpio, Saori pensó al respecto, y actuó con determinación.

-Afrodita… escucha mi resolución por favor… -pidió Saori, Milo suspiró, sumamente estresado-. Solo un tirano… elegiría el sacrificio de un inocente… tienes un trato Emony… la resurrección de la Seed, por la vida de Ios… -finalizó Saori.

Cementerio de Acuario.

-¿Cómo ha dicho? Su decisión puede causar la muerte a más que solo un niño… -se molestó Afrodita, mirando con rabia a Emony, quien sonrió sabiendo lo que estaba ocurriendo-. ¿Es esta su decisión definitiva? –preguntó el de Piscis.

-No importa las veces que me lo preguntes, Afrodita, esta es mi respuesta… no sacrificaré a nadie, ante los designios de los dioses… -declaró Saori-. Si lo hiciese… estaría comportándome justo como ellos desean que lo haga. Atesoraré la vida humana, por encima del devenir divino… y si esta decisión causa más muerte y sufrimiento… no será por mi mano… sino la de ellos… esto solo reafirma mi resolución… no sacrificaré vida alguna por exigencia divina… -terminó ella.

-Athena… eres una tonta… -susurró Afrodita, y retrajo su rosa-. La Seed, por la vida de Ios… esa es la respuesta de la Diosa Athena –declaró Afrodita, Emony sonrió, y ofreció al niño-. No a mí… mi cuerpo lo envenenaría, y todo esto no habrá tenido sentido… -le explicó Afrodita, y entonces miró en dirección a Isaac-. Toma al niño… -ordenó Afrodita, Isaac se repuso con debilidad, apenas soportando el peso de su Armadura de Bronce, y caminó lentamente hasta Emony, quien se retrajo-. Tienes la palabra de Athena, no levantaré un solo dedo en tu contra hasta que aquella Seed haya renacido, pero cuando lo haga, este es mi juramento personal para ti, Emony… seré yo quien te asesine… eso te lo juro… -finalizó el de Piscis.

-¿Con tu Dunamis apenas manteniéndote con vida? Lo dudo mucho, kusukusukusu –le ofreció entonces Emony el bebé a Isaac, quien extendió sus manos para tomar al infante, antes de retroceder y tomar distancia, Afrodita pensó en traicionar a las instrucciones de Athena y atacar a Emony en ese momento, pero respetando a los deseos de su diosa, le permitió a Emony preparar su cosmos, y plantar las flores de Galanthus sobre la tumba-. Y con esto, la última de las 9 Seeds ha renacido… -comentó Emony, las flores de Galanthus crecieron, convirtiéndose en lianas, y alimentándose del cuerpo que había sido enterrado en aquella tumba-. Toki, antiguo Caballero de Bronce de la Corona Austral, en este momento yo te resucito, bajo el nombre de Antilogía del Saqueo. Ahora regresa al Templo de Eris y defiende tu templo –pidió Emony, el renacido desapareció en ese momento-. Está hecho… ahora… -intentó decir Emony, cuando su rostro fue impactado con violencia por la patada de Afrodita, que lanzó a Emony de regreso a las escalinatas de la Senda de Acuario, donde la Dríade quedó tendida, con la nariz rota, y desprovista de algunos de sus dientes-. Gackt… ¡Imbécil! ¿¡Cómo te has atrevido!? –enfureció la Dríade, elevando su cosmos, que era incluso más grande que el nivel de un Caballero Dorado, y que restauró su rostro en ese momento.

-Tú no tienes derecho al habla… solo eres un cadáver del cual disponer… un ser horrible… que me ha enfurecido… -comenzó Afrodita, Isaac a su lado, cayó inconsciente, protegiendo el cuerpo de Ios en un abrazo, el pequeño también había terminado por dormirse tras haber llorado tanto-. Si Athena dice que lo vale… debe valerlo… confiaré en ella, y en la belleza de su corazón… no es lo que yo hubiera elegido… cualquier sacrificio debería ser permisible por mi diosa… pero ella ha decidido que mi mentalidad está equivocada… y aunque confiaré en su juicio, mi ira recaerá sobre ti. Antes de que mueras… te enviaré por una senda de dolor… desfiguraré tu rostro, sin importar cuantas veces lo restaures… no morirás hasta que me lo supliques, y pidas perdón por haber humillado a mi Diosa Athena… -antes de que Emony pudiera decir cualquier cosa, Afrodita ya estaba frente a ella, e impactando su vientre con todas sus fuerzas- ¡Aún no tienes mi permiso de hablar! ¡Solo tienes mi permiso de regar los campos de flores de la Casa de Piscis con tu sangre! ¡Así que trata de conservar la suficiente mientras llegamos allí! –del tremendo golpe, Emony rodó escaleras arriba, hasta llegar la mitad del camino a Piscis, donde Afrodita llegó rápidamente, y la pateó aún en el suelo, con tanta fuerza que la llevó hasta la entrada del Templo de Piscis- Anímate, ya llegamos, ahora podemos comenzar a regar las rosas de mi casa con tu sangre. ¡Icor Rose! –atacó Afrodita, materializando la rosa azul, misma que giró liberando los polvos dorados que penetraron en el cuerpo de Emony, y estallaron con fuerza, produciendo en la Dríade un dolor descomunal- No te duermas, aún no tienes mi permiso. ¡No tienes permiso que no sea el de sentir dolor! –impactó Afrodita en la frente de Emony, y la Dríade se estrelló sobre el marco de la entrada al Templo de Piscis, rompiendo su friso, antes de caer desde el mismo, y estrellarse de cara contra las escaleras de la entrada.

-Piedad… -lloró Emony, Afrodita solo llegó ante ella, y la levantó del cuello-. Piedad… por favor… -pidió la Dríade, pero entonces sonrió-. ¡Hasta crees! ¡Maquinación de Pesadilla! –declaró Emony, antes de patear a Afrodita, liberándose de su agarre, Afrodita furioso intentó ir tras ella, pero fue envuelto por una sombra oscura, se dio la vuelta, y encontró a un peluche gigante de un oso amarillo con una sonrisa macabra estampando su brazo en su contra, Emony tan solo rio con fuerza mientras Afrodita terminaba enterrado en las escalinatas-. ¡Ajajajaja! ¡Pulverizado por un peluche tras toda esa platica de suplicarte piedad! ¿No te das cuenta, Caballero Dorado, de que con 9 Seeds ya somos invencibles? Kusukusukusu –comenzó Emony, cuando el peluche que flexionaba sus brazos de algodón, de pronto estalló en pedazos-. ¿Eh? ¡Mick! –se escandalizó Emony, mientras detrás de ella, Afrodita la tomaba por la cabeza.

-La que parece no entender las cosas… eres tú… Dríade… -comenzó Afrodita, Emony nerviosamente se viró para verlo-. En estos momentos no soy un Caballero Dorado… ¡Soy un Titán! ¡Ahora sufre! –se viró Afrodita, lanzando a Emony con todas sus fuerzas dentro de la Casa de Piscis, estrellándola en medio de la misma, luego cayéndole encima en una patada doble, y forzando a Emony a escupir de su sangre- Dice Athena que basta con una gota de sangre derramada por mí… para estar en peligro de muerte… no te daré gota alguna, pero me quedaré con toda tu sangre –agregó Afrodita furioso.

-Gackt… ya basta… Maas… ¡pulverízalo! ¡Atadura de Locura! –detrás de Afrodita, se materializó otro oso de peluche, este era de un color oscuro, e intentó abrazar a Afrodita, quien saltó evadiendo el abrazo del oso, y con una patada de tijereta, decapitó al mismo- ¡Maas! –gritó Emony horrorizada, e incluso corrió hasta la cabeza de su peluche, que se transformó en mariposas que desafortunadamente ya estaban muertas- ¡No! ¡Maas! ¡Primero Mick y ahora Maas! ¡Malnacido! ¡Gackt! –se quejó ella, mientras Afrodita la tomaba del cuello.

-¿¡Acaso eres estúpida!? ¡Amenazas con matar a un niño indefenso, pero ahora lloras por unos estúpidos peluches! ¡El que siquiera pensaras aquellas técnicas de batalla dignas de materializar frente a mí, solo alimenta mi odio por ti! –la lanzó Afrodita a otra de las columnas de su casa, donde la Dríade quedó clavada, dejando atrás su sangre verde antes de desplomarse contra el suelo con debilidad- Aunque esta molestia que siento, me ha abierto los ojos a algo más. Sin el Cosmos Dorado, técnicamente soy un Titán, y con la Barrera del Caos técnicamente tú eres superior a un Caballero Dorado… si no puedes siquiera abrirme una herida… eso solo significa una cosa… -recordó Afrodita a Theia, su batalla con ella, y ambos en el suelo mirando a la Luna y a las estrellas antes de que la Titánide por fin muriera-. Ella se contuvo… todos ellos… debieron hacerlo… -lloró Afrodita, sosteniéndose la frente, y riendo con fuerza- ¡Los Titanes se contuvieron! ¡Aún con el deseo de asesinar a los Olímpicos! ¡Tuvieron piedad de nosotros los humanos! ¡Solo Cronos usó todas sus fuerzas! ¡Ya lo entiendo! ¡Todos ellos, igual que Athena, son unos tontos! –cayó Afrodita sobre sus rodillas, Emony tan solo lo miró, conmocionada, mientras Afrodita se conmovía- Tontos… todos ustedes… son los tontos más hermosos que jamás haya conocido… perdóname Theia… por usar tu Dunamis de una forma tan horrible… y perdóname… Athena… por no darme cuenta de la belleza de tu amor por los humanos… ya no me quedan más dudas… hice bien en seguirte… ya tienes mi permiso de morir, Emony… -sentenció el de Piscis.

-¿Permiso de morir? ¡No tienes idea de quién…! –intentó quejarse la Dríade, cuando una rosa azul se le clavó en la frente, atravesándole la misma, y dejándola clavada a la columna, convulsionándose, y con sus ojos en blanco.

-Ah… desperdicié bastante del Dunamis de Theia… -se quejó Afrodita, mirando las débiles flamas azules que apenas y se mantenían rodeándole el cuerpo-. No he sangrado… no la dejé siquiera tocarme… pero mi cuerpo… está muy débil… Athena… si sobrevivo a esto… le juro que jamás volveré a dudar de usted… esto te lo juro también a ti… Saori Kido… -terminó Afrodita, y por fin se desmayó.

Templo del Engaño.

Inicia Tema: Eris, la Diosa del Mal.

-Emony ha muerto… pero… ha cumplido con su misión… -comenzó Eris, sus ojos derramando lágrimas por su hija que había sido asesinada por el Caballero de Piscis, mientras todo su Santuario se estremecía. El Ultimo de los Árboles, el Árbol del Saqueo, se alza, y con este, mi victoria está completa… los Caballeros de Athena ya nada pueden hacer para detenerme –comentó la diosa, orgullosa, y virándose a ver a la Flecha de Sagitario, que dejó de brillar, y cayó al suelo, en el momento mismo que aquello ocurrió, las Energías del Conflicto se apresuraron a entrar en Úterus, el cual, restaurado a su nueva gloria, comenzó nuevamente a lanzar la Lluvia del Caos sobre el mundo-. He ganado… -terminó Eris, Deimos, sonriente, se viró a las ramas de Úterus, donde una manzana negra que sudaba savia dorada, comenzaba a sacudirse, como si latiera-. Tu cuerpo madurará pronto, ten paciencia –le comentó ella.

-¡No permitiré que ese fruto madure, Eris! –enunció Shura mientras llegaba, a sus espaldas llevaba al inconsciente de Shun, cuya cadena pese a él estar inconsciente, había guiado a Shura hasta el Templo de Eris- Yo terminaré con todos ustedes aquí y ahora… -enunció el de Capricornio, saltando cuando sintió a alguien atacándolo a traición desde las sombras, colocando sus pies bajo las axilas del atacante a traición, y lanzándolo al techo del Templo de Eris, donde la Seed quedó clavada-. Tú eres… Aeson… antiguo Caballero de Crateris –se sorprendió Shura.

-El legítimo protector del Templo del Engaño que es donde te encuentras, Caballero de Capricornio –le sonrió Aeson, mientras Shura preparaba su espada-. Pero me temo que solo he sido la distracción. ¡Ahora mi señor! –pidió Aeson, a los pies de Shura, un portal oscuro se abrió, y de este salió Phonos, quien, a media transformación en una araña inmensa, rodeó a Shura con sus hilos, y tiró de él dentro del portal oscuro, llevándose a Shura consigo a su dimensión personal-. Con esto… ya todo ha terminado… -sonrió Aeson.

-Shura… no… -comenzó Shun, ante el cual Aeson se posó orgulloso-. Caballero de Crateris… ¿por qué? Usted era uno de los más nobles Caballeros de Plata en el Santuario… ¿por qué ha traicionado a Athena? –preguntó Shun, antes de que Aeson lo levantara del cuello, y lo lanzara escaleras abajo. Shun, incapaz de soportar siquiera el peso de su propia armadura, tan solo rodó sin poder detenerse.

-Yo me encargaré de las pestes, ama Eris. Puede preparar su descenso al Santuario de Athena –pidió Aeson, Eris asintió, recostada en su trono, como si nada pudiera preocuparla en absoluto, aunque con un tono de tristeza reflejado en su rostro.

Termina Tema: Eris, la Diosa del Mal.

Templo de la Masacre.

-No puedo… moverme… la armadura me pesa… -comenzó Shiryu. Lodin, frente a él, permanecía con los ojos cerrados, sin deseo de continuar con el combate-. El último de los Árboles del Caos se ha alzado… ¿acaso no hay nada que podamos hacer? Se supone que el cosmos es infinito… -se quejaba el del Dragón.

-Solo el Séptimo Sentido puede llevarte al Cosmos Infinito, Dragón –le mencionó Lodin con tranquilidad-. Te dije que no había necesidad de combatirte, el que hayas venido al Jardín del Edén, solo fue un capricho tuyo que no podía molestar a la Diosa Eris. Así que resígnate, mientras más te esfuerces, más arriesgarás la vida. Solo quienes no llevan a Athena en su corazón… podrían sobrevivir a la Barrera del Caos… -terminó él.

Templo de la Traición.

-Por favor… este no puede ser el límite de mi cosmos… debo… poder levantarme… -frente al Árbol de la Traición, Galan también permanecía de brazos cruzados, observando los inútiles esfuerzos de Seiya por ponerse de pie e intentar golpearlo-. No me rendiré… Athena confía en que sus caballeros la protejan… no seré un Caballero Dorado, pero Aioros me encomendó a Athena… no voy a defraudarlo… -insistió Seiya.

-Aioros… dices… -meditó Galan al respecto-. Es por la debilidad de Aioros, que Eris ganará en esta guerra. Si hubiera permitido a Milo de Escorpio asesinar a aquellas niñas, se hubieran evitado las tragedias que hoy liberaran las masacres y el odio en el mundo –observó Galan a la lluvia del caos, que nuevamente caía sobre el mundo.

-Puedes decirte eso a ti mismo las veces que quieras… hasta que termines creyéndotelo… Galan… -terminó Seiya, para sorpresa de la Seed, el de Pegaso se había puesto de pie a base de fuerza de voluntad solamente-. Pero los humanos ya conocemos la naturaleza de los dioses. Milo fue compasivo… son los dioses quienes insisten en seguir causando dolor a la humanidad, y es por eso… que no me importa si Milo tomó o no la decisión correcta… yo creo en él… y lo admiro por su bondad… lo que es más que se puede decir de tu diosa que es quien hace llover el caos sobre el mundo, no culpes a Milo… por mostrar la compasión que tus dioses no profesan… -le apuntó Seiya, agotado, pero determinado.

-Eres igual a él… igual a Aioros -recordó Galan-. Un iluso que piensa que la bondad significa algo en un mundo donde los dioses tienen la palabra final. Me he cansado de tenerte piedad, la piedad, es bondad, y yo no creo en la bondad… así que, a partir de este momento, lucharé con todas mis fuerzas. ¡Persecución de las Furias! –atacó Galan, y Seiya fue abatido por la fuerza de las sombras oscuras.

Templo del Olvido.

-Mi cuerpo está ligeramente entumecido… -comenzó Hyoga, continuando con su guardia en el Templo del Olvido en lugar de Mariya, quien combatía en Géminis-. Pero no defraudaré a mi madre –los ojos de Hyoga brillaban rosados, permaneciendo en un trance por haber bebido de las aguas del Río Lethe-. Es una hermosa lluvia… me pregunto… si sanará las heridas en los corazones de quienes sufren por la guerra traída por Athena… ¿llegarás a arrepentirte de tu debilidad, Athena? Todo esto… es tu culpa… me aseguraré de que no lo olvides –finalizó el Cisne, cuyas memorias dispersas y manipuladas, le impedían ver la verdad.

Templo del Dolor.

-Es… tan hermoso –sonreía Phobos, el fruto negro que sudaba savia plateada, estaba casi maduro-. La Lluvia del Caos vuelve a envolver al mundo con la sombra de la muerte, los Caballeros de Athena están demasiado débiles para poder evitarlo, y mi cuerpo está casi listo… es hermoso… triunfaremos donde los ridículos de los Titanes no pudieron… y regresaremos el dominio de la Tierra a los dioses… padre… debes estar impaciente. Pronto regresarás a este mundo y te convertirás en el Dios Supremo de la Tierra, ajajajajaja, no puedo esperar, crece más mi Fruto del Caos –se regocijó Phobos.

Templo de la Hambruna.

-¡Fogo Potamos! –continuaba Mu en su batalla contra Yúfa, quien se encontraba agotada, pero había logrado resistir los ataques de Mu, cuyo cuerpo estaba demasiado cansado ya- Maldición… la Energía del Conflicto… no me deja respirar… y la Lluvia del Caos ha comenzado a caer nuevamente sobre la Tierra… mientras más tiempo pasa… más personas mueren… ¿por qué no puedo hacer nada pese a tener la fuerza de un Titán? –se molestó el Muviano.

-Ninguno de ustedes puede hacer nada… -le respondió Yúfa con tranquilidad-. Mientras las 9 Seeds existan, poseemos un poder infinito. La fuerza de una Seed alimenta a las de las demás. De haber permitido que eliminaran a una sola de nosotras, este equilibrio hubiera sido imposible de lograr, pero ahora que estamos las 9 juntas, nada pueden hacer –declaró ella.

-Te equivocas… solo es cuestión de eliminar a una de ustedes… y habrán perdido esta ventaja –le apuntó Mu, su dedo apenas rodeado por el Dunamis que le quedaba-. Si debo sacrificar mi vida por esta mísera ventaja… te juro que voy a hacerlo… no voy a dejar a mis hermanos morir… ¡Fogo Potamos! –volvió a atacar Mu, pero su ataque fue tan lento, que Yúfa logró evadirlo sin dificultad- Aunque mi cuerpo… termine por serme inútil… yo no me rendiré… voy a vencerte… y cuando lo haga… abriré una ventana por la cual mis camaradas podrán comenzar a obtener la ventaja nuevamente, solo espera… encontraré la forma… -insistió él.

-Es imposible… aún seas el Caballero Dorado más poderoso de todos… no puedes resistir a la Barrera del Caos… esta los debilita, y nos fortalece en la misma medida. Solo el Caballero de Capricornio tenía una ventaja, pero Phonos ya se encarga de él en estos momentos –le explicó ella, Mu se asomó al Templo del Engaño en la cima del resto de Templos, y pudo sentir el cosmos de Shura estremecerse-. El Talisman que esa bruja les dio, era lo único que podía marcar la diferencia, pero sin este, no existe ni un solo Caballero de Athena que pueda derrotar a una Seed. Han perdido… Eris y Deimos lo planearon todo perfectamente. Ya no queda nada que puedan hacer… no llegará un héroe a revertir la situación. ¡Puño Ilusorio de la Hambruna! –enunció la Dríade, extendiendo sus dedos, creando unas garras de cosmos en los mismos, y abatiendo a Mu con la fuerza explosiva de su cosmos- ¡Aún con tu Dunamis no puedes vencernos! ¡Las Seeds somos invencibles! ¡Nada ni nadie podría marcar la diferencia! –finalizó ella, mientras Mu caía tendido contra el suelo.

Templo del Saqueo.

-¡Estamos saliendo de la niebla! –enunció Kiki, logrando sacar a Kyoko de la niebla, y llevarla ante el Templo del Saqueo, adornado por un inmenso Árbol que recién terminaba de formarse, frente al cual una Seed recién resucitada se posaba- Creo que ese no es mi maestro –se ocultó Kiki detrás de Kyoko, abrazándose de su pierna.

-¡Kya! ¡Ya estás grandecito para eso! –reprendió Kyoko, Kiki solo sacó su lengua de forma juguetona- Sabía que… sin importar qué… tendría que enfrentarme a alguien por llegar ante Eris… ¿Quién eres? –exigió saber Kyoko.

-Un huérfano que perdió la vida por culpa del egoísmo del Santuario –se viró el joven de cabellera gris, la última Seed resucitada, y que traía consigo la presión del cosmos que impedía que los Caballeros de Athena pudieran soportar siquiera el peso de sus armaduras-. Mi nombre mortal… era Toki… El Caballero de Bronce de la Corona Austral… fallecido en la Nueva Titanomaquia, y separado de la persona a la que entregué mi corazón… pero eso ya no importa… mi nombre ahora es Antilogía del Saqueo… y exijo saber la razón por la que puedes moverte con tanta libertad… -demandó Toki.

-Te diré la razón. Mi nombre es Kyoko de Equuleus, discípula de Milo de Escorpio… y la Estrella del Caos… -preparó su cosmos Kyoko, sorprendiendo a Toki-. Y como Estrella del Caos que soy… no me siento debilitada en absoluto por su tonta barrera. ¡Recibe, el Huracán de Vientos Cortantes! –atacó Kyoko, sorprendiendo a la Seed, quien saltó evadiendo los vientos, aunque uno de estos logró realizarle un corte por encima de su ceja- Shoko… si puedes escucharme… esta es mi promesa para ti hermana mía. ¡Voy a salvarte! ¡Meteoros de Equuleus! –prosiguió la Saintia, la Seed recién resucitada se sorprendió, y estalló con la fuerza del cosmos de Kyoko- Lo juro en el nombre de Athena –subió sus defensas Kyoko, mientras la Seed, molesta, volvía a incorporarse.