¡Domingo de actualización! Esperen eso es raro hasta para mí, de hecho, creo que no ha pasado una semana y ya estoy actualizando. Diría que ando inspirado, pero en realidad me costó demasiado trabajo el poder escribir esto.
Antes de contestar reviews, una pequeña aclaración. Si nunca leíste Guerras Doradas Original, puedes saltarte este párrafo e ir al siguiente, si decidiste quedarte de todas formas, pues spoilers supongo. Verán, en Guerras Doradas Original, desde el capítulo 10 ocurría un evento que no me dejó tan convencido no en sus consecuencias, sino más bien en su manifestación. Me refiero a la Gran Marejada, esa que acabó con tres cuartas partes de la vida en la Tierra, y que más bien fue mi excusa en aquella primera versión de esta historia, para deshacerme del Dunamis de los dioses. En el Ciclo Infinito, es por las artimañas de Eris el que los Dunamis se están extinguiendo, pero eso deja el problema del resurgimiento de Nova Gea, el mundo resultante a la Gran Marejada. Pues bien, como vengo diciéndoles desde hace rato, la Saga de Eris sirve más como precuela de la Saga de Ares, que como una saga independiente, y tiene la finalidad de parchar todos los huecos argumentales presentes en Guerras Doradas Original. Habiendo dicho esto, sigo respetando los principales puntos fijados en Guerras Doradas original, Nova Gea ocurrirá, solo que ocurrirá baja situaciones distintas. Adicional a lo anterior, Guerras Doradas original existió antes de que decidiera convertir esto en una trilogía, por lo que algunas cosas que conectaban con Guerras de Troya fueron escritas mucho tiempo después, por eso de la Saga de Zeus. Así pues, la Saga de Eris también posee muchas conexiones con Guerras de Troya, simbólicas, siempre he sostenido que no necesitas leer Guerras de Troya para comprender a esta historia. Lo que también está haciendo ciclo infinito, si es que no se han dado cuenta todavía, es realizar una conexión más precisa con Guerras del Ragnarok, y eso se verá en este capítulo. Así que, probablemente los que leyeron la versión original pensarán que está muy rebuscado el resurgimiento de Nova Gea, y puede que tengan razón, pero si hubiera pensado en la existencia de Guerras Doradas como una trilogía desde un inicio, estos serían los puntos clave en la historia que hubiera puesto en su momento… es una lástima que después de tantos años, el factor sorpresa es algo que no puedo mantener, ya que los eventos fueron cimentados por Guerras Doradas original. Tal vez por eso Guerras Doradas original sigue siendo más popular que esta historia, pero, en fin.
Chelxaamusca: ¿Te gustaron las batallas? Me da gusto, a partir de ahora las batallas van a ser muy frecuentes, y tal vez llegaran a sentirse un poco apelmazadas, es curioso como pasé de "no hay suficiente material para 12 capítulos" a "miércoles, hay que matar personajes a diestra y siniestra que ya casi llegamos al capítulo 12", pero tranquila, haré lo posible porque se sienta lo más orgánico posible. Vaya yo llevo escribiendo historias de Saint Seiya casi tanto tiempo como tú leyéndolas que curioso. Y bueno, consideraré tu voto a favor de Lost Canvas para la siguiente saga entonces. Gracia spor leer mi trilogía completa, que parece que nunca terminaré, pero allí vamos. Saludos desde Nuevo León, México. ¡Arriba mis Tigres!
Josh88: Considérese absorbido en este capítulo también, porque hay demasiada información que asimilar. Por cierto, lo de Poseidón no es un cameo per se, más bien es el inicio de todo lo que has estado esperando, Nova Gea, él siempre tuvo participación en el surgimiento de este mundo, la diferencia, es que sus motivantes podrían distar mucho de los motivantes de la versión original de Guerras Doradas, es todo lo que puedo decir de momento. Y cómo no, hay que encerrar a Mu, Aioria y Milo donde no estorben para que otros personajes puedan brillar, es de los clichés más utilizados en la historia del cine. Después de todo son 12 Dorados, 4 Bronces y un Ikki los protagonistas de esta historia, aunque no olvides a Shura, ya lleva rato encerrado en la prisión de una araña que ha consumido demasiadas esteroides, pero de estos 4 habláramos en el siguiente capítulo (o tal vez el que le sigue a este), en estos momentos, te cumpliré lo último que mencionaste. ¿Quiere Nova Gea? Pues tome Nova Gea.
NOTA: Se me olvidó mencionar algo. Como pueden ver por las fechas de los capítulos, toda la Saga de Eris está ocurriendo en un lapso de un par de días, desde el cumpleaños de Shoko (10 de diciembre), hasta el de Kyoko (12 de diciembre). Estos cumpleaños son según las versiones originales de los mismos, ya que la revisión posterior las puso a ambas el 10 de diciembre, pero me agrada más este lapso de tiempo de 2 días. En fin, ¿chale a que venía? Ah sí, los eventos de este capítulo, ocurrirán al mismo tiempo que los eventos del siguiente. Así que este capítulo y el siguiente no son progresivos, sino que estarán ocurriendo al mismo tiempo.
EDITADO: 11 Febrero 2025.
Saint Seiya: Guerras Doradas – El Ciclo Infinito.
Saga de Eris.
Capítulo 20: El Fin de la Era de Bronce, Parte 1.
Grecia. Atenas. El Santuario de Eris. Templo de la Traición. 11 de Diciembre de 1985.
Inicia Tema: Saintia, Llena de espíritu de lucha.
Una columna de luz dorada se hacía presente en el Santuario de Eris, que flotaba alto en el cielo de Atenas, con su sombra casi rodeando a las 12 Casas, mientras la inmensa estructura surcaba el cielo con lentitud al momento en que continuaba lanzando la Lluvia del Caos por el mundo. Los medios de comunicación atenienses no tardaron en hacer eco de lo que acontecía, y por primera vez en generaciones, los helicópteros de noticias irrespetaron los tratados del Santuario de Athena con el gobierno de Grecia, y rodearon los cielos alrededor del, hasta ese entonces, territorio prohibido dentro de la Zona Arqueológica de Atenas.
La imagen del árbol volador con la columna de luz saliendo de uno de sus templos, abarcaba todas las noticias locales. Sin importar a qué medio se dirigiera uno, todos y cada uno de ellos competían por ver qué helicóptero era el que se acercaba más a poder filmar los interiores de la estructura flotante. Sorprendiendo al mundo con la imagen de una chica adolecente, que parecía ser el epicentro de la energía dorada que sobresalía de uno de los 9 árboles identificados por los curiosos medios de comunicación.
Rápidamente, las imágenes de la joven en armadura de oro comenzaron a compararse con las imágenes del Demonio Dorado de Munich, y el mundo comenzó a atar cabos sin siquiera conocer el detalle de la guerra que se libraba en esos momentos, una guerra incomprensible para la humanidad, pero que ahora no había forma de poder ocultar.
Los gobiernos de varios países del mundo culpaban a Grecia de lo que comenzaron a llamar «súper soldados», especialmente tras uno de los helicópteros de noticias lograr obtener la imagen de la cima del Templo de Athena, donde una joven de cabellera lila permanecía en medio de 7 columnas de luz adicionales a la que se presentaba en el árbol volador, rodeada también de 4 más de aquellos «súper soldados dorados». Los gobiernos se tornaron incluso más hostiles cuando rosas voladoras derribaron a aquel helicóptero que se había acercado demasiado a los secretos del Santuario.
Indistintamente de que el derribo del helicóptero no tuviera fatalidades, lo acontecido inició hostilidades casi tan rápido como se había descubierto la existencia del santuario flotante, convirtiendo los cielos de Atenas en un despliegue de luces y explosiones que ponían en riesgo a los reporteros intentando acercarse al lugar. Las fuerzas militares de varios países se movilizaban en respuesta a una supuesta invasión de origen extraterrestre.
Los misiles y aviones terminaban por estrellar sus armas o a ellos mismos contra una barrera invisible imposible de traspasar. Lo único que conseguían los gobiernos preocupados por la estructura, era propagar aún más caos en el mundo, e inundar de miedo a los corazones de los pobladores, quienes comenzaban a clamar que el fin del mundo se hacía presente, y este probablemente sí estaba próximo a ocurrir.
El presidente de Grecia, inclusive, se vio obligado a revelarle al mundo la verdad. En televisión nacional, y traducido a todos los idiomas posibles, reveló todo lo que se había mantenido en secreto por casi 3,000 años. La existencia del Santuario de Athena, y de los guerreros que utilizaban la fuerza de las Constelaciones, ya no eran un secreto a voces. En un principio, el mundo lo tildó de lunático, pero viéndose en la necesidad de detener los bombardeos sobre los cielos griegos, y evitar un conflicto armado sin precedentes, comenzaron a revelarse los archivos secretos del gobierno, y el mundo, poco a poco, fue creyendo en la existencia de ellos quienes poseían el poder de desafiar a los Dioses, y que la historia había ocultado bajo los mitos y las leyendas de antaño que resultaron ser más que una simple historia.
Termina Tema: Saintia, Llena de espíritu de lucha.
Suiza. Los Alpes Suizos. Academia Meteor.
-El mundo realmente se está yendo al Tartaros. ¿Cómo se supone que voy a ocultar esto de los medios de comunicación suecos? –se quejaba Mephisto de Cáncer, desconociendo que ya era demasiado tarde para ocultarle al mundo la verdad. La Academia Meteor, construida en medio de un lago, había estallado con la liberación de un Epicentro del Caos incluso antes de que se supiera la noticia de la adolecente en Armadura Dorada en el interior de un árbol flotante. Era solo cuestión de tiempo para que las cosas se salieran de control también en Suiza, aunque lo primero era evitar que las Energías del Conflicto del lugar se salieran de control.
-Nuestras compañeras… -comenzó Mito, sus ojos repletos de lágrimas-. Todas fueron vaporizadas… ¿qué fue lo que ocurrió? ¿Por qué estalló la Academia Meteor? ¿No se supone que usted debía evitar precisamente esto? –agregó Mito furiosa.
-Échame la culpa todo lo que quieras, yo hice lo que pude considerando que no podía sentir ni el cosmos de una mosca volando por frente a mi nariz. Antes de la Nueva Titanomaquia hubiera esperado a la explosión antes siquiera de mover un dedo, alégrate de que tú y la de Carina sobrevivieron gracias a mí –se apuntó Mephisto a sí mismo, Mito se mordió los labios e intentó golpearlo, pero Erda bloqueó el golpe de Mito.
-Dice la verdad, buscamos el Epicentro del Caos por toda Suiza… no teníamos forma de saber que el mismo existía dentro de la Academia Meteor –lo defendió Erda. Mito tan solo lloró y cayó sobre sus rodillas. Erda suspiró, y entonces se dirigió al de Cáncer, quien miraba a la lluvia de Energías del Conflicto cayendo por el mundo-. ¿Ahora qué hacemos Maestro? Siento que tengo algo más de energía ahora… además de que sentí el cosmos de… bueno… digamos que siento que no debo preocuparme más por mi madre adoptiva –señaló ella.
-Ya te dije que ella no era tu madre adoptiva, solo una coraza con sus memorias y sentimientos negativos –insistió el de Cáncer, mirando en dirección al Epicentro del Caos, frente al cual una supuesta estudiante permanecía, sonriendo con malicia en dirección al de Cáncer-. Manténganse lejos de aquí, y busquen sobrevivientes. Yo me encargo de esa Dríade –comentó él.
-¿Dríade? –preguntó Erda sorprendida- Pero si está utilizando el uniforme de la Academia Meteor. ¿Está seguro? –le preguntó Erda. Mephisto simplemente alzó un dedo, mostrando una flama azul en el mismo, y lanzándola en dirección a la supuesta estudiante, quien de una patada apagó la misma.
-¿Lo ves? Dríade, las patéticas estudiantes de esta academia no podrían apagar una de mis flamas, así que, o es una Dríade, o una Marina de Poseidón se infiltró en la Academia Meteor, o un Espectro decidió escaparse del sello donde lo tenían dormido. Tomando en cuenta que no estoy enterado de que estemos en guerra con alguien más… Dríade… -terminó Mephisto.
-No me tiene que decir las cosas de una forma tan molesta –se quejó Erda. Mephisto le prestó poca importancia y saltó frente a la Dríade. Erda entonces regresó con Mito, y ambas comenzaron a buscar sobrevivientes en los alrededores mientras el de Cáncer se encargaba.
-No me considero nadie para juzgar los métodos ajenos considerando que no soy el Caballero Dorado más santo en la Orden de Athena… pero eso ha sido demasiado violento. Mínimo lo hubieras disfrutado –comentó el de Cáncer ante la Dríade.
-Ah, pero sí que lo disfruté –le sonrió la estudiante pelirroja, con su mirada ojerosa, ojos verdes muy llamativos, y aparentando una edad de unos 13 años aproximadamente-. Vivir junto a todas ellas, escuchar sus deseos, sus anhelos, sus vivencias, y después volarlas en mil pedazos. Hay un grado muy especial de diversión en hacer amigos y después traicionarlos. Lo considero hilarante –le comentó la Dríade.
-Si… supongo que traicionar a otros debe ser placentero. No es que yo sepa mucho de eso –la observó Mephisto. La Dríade simplemente comenzó a temblar de una forma inquietante, misma que preocupó al de Cáncer-. Ught… hasta a mí me produces repulsión. Pensaba intentar sentir tu cosmos antes de lanzarme como los imbéciles de mis compañeros a combatir, pero por lo visto no puedo sentir nada. ¿Vas a ponérmela difícil, o te vas a dejar matar? Traigo unas cuantas cervezas encima, puede que no esté muy fino –se quejó él.
-No importa lo mucho que lo intentes… no eres un ser noble, apestas a sangre y muerte, y esta nunca va a dejar de rodearte –insultó la Dríade, molestando a Mephisto-. Aunque déjame decirte que me considero una ferviente admiradora de tu trabajo. Es una lástima que vaya a tener que sacrificarte de todas formas. A menos que… te unas a Eris. Podrías causar muchas masacres con toda la Energía del Conflicto a nuestra disposición –aseguró la Dríade, ofreciéndole su mano, divertida, y mientras sus afilados dientes llamaban la atención del de Cáncer.
-Claro… traicionar a Athena se me da bien. Una vez una Titánide vino a matarla, yo la dejé pasar tras divertirme con ella un poco. Así que comprendo lo fácil que es traicionar a Athena –le comentó él, alegrando a la Dríade-. Desafortunadamente para ti, ya no soy esa persona. ¡Llamas Azules Demoniacas del Praesepe! –atacó Mephisto. La Dríade se movió rápidamente, como si hubiera esperado aquel movimiento del de Cáncer- Eres una peste bastante rápida. ¿Es velocidad lo único que tienes? –preguntó él. La Dríade entonces desapareció y se materializó frente a Mephisto, lanzando una patada, misma que el de Cáncer no logró bloquear, por lo que fue lanzado a unos escombros donde quedó clavado-. Carajo… sabía que esa última cerveza ya era demasiado… veo doble. Por cierto, no veo doble por tu golpe, la verdad no me dolió mucho… -se incorporó el de Cáncer.
-Solo lo mejor para el Caballero de Athena al que más admiro –reverenció la Dríade-. Destruirte será un placer con el que he soñado toda mi vida –se regocijó ella, quien aún no se desprendía de su uniforme escolar-. Poder contarle a madre que he vencido a un Caballero Dorado será increíblemente gratificante. Decirle que yo, Manía de la Locura, le arranqué su rostro a Máscara Mortal con mis propios dientes… solo pensarlo, me llena de una locura incontrolable, jijijiji –comenzó ella de forma perturbadora.
-Primero, ya no utilizo el nombre de Máscara Mortal, gracias por recordarlo, pero no gracias por mencionarlo. Y segundo… -desapareció él, reapareciendo tras la Dríade, y susurrándole al oído-. No arrancaba los rostros con los dientes… sino con mis dedos ardiendo con el cosmos. De esa forma se cauteriza la piel y no manchas tanto con la sangre –le comentó él, la Dríade divertida intentó patearlo, el de Cáncer saltó evadiéndola-. ¡Flamas Azules Demoniacas del Praesepe! –atacó él nuevamente. La explosión resultante destruyó el uniforme de la Dríade, por fin revelando su Leaf, que parecía más una Armadura Zodiacal, solo que de contornos curvos como pétalos, y de un color rojo oxido-. Que fea cosa estás vistiendo, te veías más linda con el uniforme –se quejó él.
-Me veré más hermosa teñida de rojo por tu sangre –recalcó la Dríade divertida, y lanzándose con una patada en alto intentando golpear el rostro del de Cáncer, que la evadió y lanzó un puñetazo, mismo que ella atrapó con sus antebrazos en cruz-. El combate físico no suele ser tu fuerte. ¿Dónde está la tortura mental? ¿Dónde está la malicia de tu ser? No me diga que, genuinamente, te has dejado convencer por esa mocosa sobre que existe nobleza en su corazón –se quejó la maniática Dríade, por fin abandonando sus sonrisas.
-En estos momentos, únicamente disfruto de ser el demonio de las pesadillas de mi diosa –preparó más flamas Mephisto, intentando quemar el rostro de la Dríade y obligándola a soltarlo. El de Cáncer entonces retrocedió y alzó su mano derecha, de la tierra se alzaron hileras de magma hirviente que formaron una especie de shuriken de tres hojas, que giró rápidamente en su mano-. Con esto obtendré tu cabeza. ¡Puño de Espíritus Fosfóricos! –aplastó el shuriken de fuego Mephisto, y entonces lanzó un puñetazo, liberando una energía calórica que se dirigió a la Dríade, quien se mostró molesta por la batalla, reunió su cosmos oscuro en su brazo, y se lanzó a puño cerrado al ataque de Mephisto. Ambos ataques colisionaron, con el fuego del de Cáncer y las flamas oscuras de la Dríade repeliéndose mutuamente.
-¡Loca Destrucción! –exclamó Manía, reuniendo las flamas negras nuevamente, y disparando pequeños meteoros negros en dirección a Mephisto, quien cubrió a brazos cerrados resistiendo los golpes con su Armadura Dorada y quedando ileso- Esto ha dejado de ser divertido. ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué no me has mostrado el Inframundo aún? –se quejó la Dríade.
-¿Qué pasa conmigo? A ver, si te molesta que todavía no te haya asesinado, no haberme disminuido el cosmos con esa estúpida Barrera del Caos –se cruzó de brazos el de Cáncer, evidentemente molesto-. Todavía que usan esas tácticas tan cobardes, y uno tiene la culpa. Tranquila, aún si mi cosmos está debilitado y no puedo sentir el tuyo. Pronto te mando al Hades, no seas impaciente –se burló el de Cáncer.
-No estoy hablando de eso. Sino de tus técnicas –le apuntó Manía con desprecio-. Las Ondas Infernales de Hades. ¿Qué esperas para utilizarlas? –le preguntó ella. El Caballero de Cáncer la miró con molestia.
-No necesito de semejante técnica para mandarte al Inframundo. Paciencia Dríade, que ya te envío –continuó el de Cáncer, elevando su cosmos y materializando flamas azules alrededor de las ruinas del lugar-. ¡Muere! ¡Flamas Azules Demoniacas del Praesepe! –insistió el de Cáncer. Las flamas conjuradas alrededor de Manía estallaron, y tras la explosión, tanto Mito como Erda llegaron ante Mephisto- ¿Encontraron sobrevivientes? –preguntó el de Cáncer mientras observaba la explosión delante de él.
-No… -le respondió Erda-. Probablemente sería más sencillo si pudiéramos sentir el cosmos… pero algo me dice que, de haber sobrevivientes, ya los habríamos encontrado –le comentó Erda. Mephisto meditó al respecto, y alzó su mano, apuntando con su dedo índice al cielo, flamas azules, más pequeñas y distintas a las que utilizaba para sus ataques, se hicieron presentes-. ¿Esas son…? –preguntó Erda.
-Las almas de las caídas –declaró él-. Están esparcidas por todos los alrededores, pero no parece haber cuerpos remanentes. Todas fueron vaporizadas, no hay cuerpos bajo los escombros, ni sangre en ninguna parte. Realmente, dudo que alguien haya logrado sobrevivir –les comentó el de Cáncer.
-Es así como has mencionado, solo esas dos escaparon gracias a tu interferencia –cuando el polvo de la explosión por fin se disipó, Mephisto descubrió que Manía había sobrevivido, además de que lanzó un par de destellos oscuros en dirección a Erda y a Mito, impactándolas a ambas, para sorpresa de Mephisto, quien no fue lo suficientemente rápido para bloquear sus ataques-. ¡Espejo de la Oscuridad! –continuó la Dríade, formando un espejo delante de su cuerpo, mismo en el cual tanto Mito como Erda se reflejaron, y momentos después, el espejo formó a dos Dríades más, estas poseyendo el cuerpo de Mito y de Erda, pero con sus Armaduras de Bronce oscurecidas- ¡Mátenlas! –ordenó Manía. Las copias de Mito y de Erda se adelantaron entonces.
-¡Ráfaga de la Corona! –enunció la copia de Erda, que saltó y lanzó una esfera en llamas a la de Carina, quien apenas y logró evadirla. La copia entonces se lanzó con varios puñetazos, empujando a la Saintia de Carina hacia atrás y forzándola a defenderse.
-¡Baile Deslumbrante! –atacó también la copia de Mito, girando mientras se encontraba envuelta en su cosmos, y clavando a la Saintia de Plata en contra de una de las paredes que aún quedaban en pie en las ruinas de la Academia Meteor, terminando la Saintia atrapada bajo los escombros. Mephisto vio aquello, pero decidió concentrarse en su oponente, quien rio de forma macabra ante él.
-Pensaba que no tendría que llegar a esto –agregó la Dríade Manía, acercándose despreocupadamente a Mephisto-. Una de mis habilidades como Dríade, es la de ver dentro del corazón de las personas y sacar a relucir sus más oscuras verdades –continuó ella. De fondo, Erda intentó impactar a su copia, pero la de Carina oscura resultó ser más violenta, y atacó con salvajismo, uno que le ayudó a impactar el rostro de la Saintia con su puño envuelto en llamas, antes de arrojar otra esfera de llamas, lanzarla lejos, y estrellarla contra las ruinas. Mito también se había repuesto e intercambiaba patadas con su clon, pero los movimientos de la oscura la sobrepasaban, y utilizando su echarpe, un aditamento como una bufanda que tenía una propiedad especial para absorber el cosmos, rodeó a Mito del cuello, tiró de la tela, y estampó a la Saintia en el suelo formando un cráter con su cuerpo-. También ayuda el hecho de que las figuras creadas por mí, además de poseer los rasgos negativos más significativos de aquellos de quienes son creadas y sus técnicas de batalla, son tan fuertes como yo lo sea. Y en estos momentos, con 6 Seeds y mi Epicentro del Conflicto, soy invencible –le sonrió ella.
-Y vas a crear una de esas copias de mí para tu deleite personal. ¿Es eso? –le preguntó el de Cáncer. La Dríade se regocijó y asintió alegremente- Seria algo de lo más molesto. Qué remedio, tendré que portarme mal una vez más para cumplirte tu deseo de mandarte al Inframundo. Solo que no será de la forma en que tú tanto lo deseas –moviéndose rápidamente, Mephisto llegó frente a la Dríade, se acomodó debajo de ella, y empujó su mano sobre su rostro, clavando a la Dríade al suelo tan fuertemente, que despedazó la tierra a sus espaldas-. ¿Recuerdas lo que mencioné sobre los dedos ardientes? Pues así es como se siente –agregó el de Cáncer con sus manos ardiendo de dorado, encajando sus dedos sobre el rostro de la Dríade, y después tirando del mismo, arrancando la carne y la piel, y presumiendo la misma al alzarla como un trofeo-. Considera tu deseo… cumplido… -terminó él.
-¡Aaaarght! ¡Aaah! ¡Aaaayearght! –se convulsionó Manía contra el suelo, más tras unos instantes de retorcerse mientras se cubría el rostro con las manos, comenzó a reírse con fuerza, llamando la atención del de Cáncer, mientras la Dríade se incorporaba, y se quitaba las manos del rostro- ¡Sorpresa! –le mostró ella a Mephisto, su tono de voz cambió a uno más femenino y menos violento, su rostro se mostraba gentil y pálido, con ojos azules y cejas rubias, con tan solo mover sus dedos sobre su cabellera revuelta y escarlata, esta creció, se alisó, y amarró en un par de coletas. Tras su transformación, Mephisto observó al rostro que le había arrancado, el mismo era negro y carnoso, como carne podrida, con la forma de un rostro triste, que de pronto sonrió, y atacó a Mephisto con un gas toxico que lo derribó contra sus rodillas y forzó al de Cáncer a vomitar sangre envenenada. El gas era tan tóxico y corrosivo, que ni siquiera con el cosmos podía recuperarse- Para ser alguien que se cree reformado, el intentar arrancarme el rostro fue algo muy violento. Aunque fue muy hermoso en realidad, le aplaudo el intento –se burló ella.
-¿Erinia? No puede ser –escuchó Mephisto mientras se reponía. Mito, aún con el echarpe alrededor de su cuello, y con su clon tirando del mismo intentando dislocarle el cuello, reconoció a la Dríade sin su máscara-. No… ¿por qué? Eras una de las estudiantes más sobresalientes de esta academia… ¿cómo pudiste faltar a los principios de caballería de esta institución? –le preguntó Mito mientras intentaba liberarse del echarpe.
-Me parece muy hipócrita de tu parte el cuestionarme mis principios de caballería, Mito, cuando entre las reglas de las Saintias está el permanecer siempre vírgenes –recriminó Manía de forma infantil. Mito se apenó por aquello, antes de ser alzada por su clon tirando de su escharche, y azotándola en contra del suelo una vez más-. Todos los Caballeros de Athena son unos hipócritas. Tú tomaste unos días de «intercambio», para unirte sentimentalmente al Caballero de Crateris, quien, además, mantenía en secreto a las hijas de su maestra. Pero ni una ni otra fueron castigadas por sus crímenes, ¿o sí? Más bien se les ocultó para evitar quitarles sus Armaduras Zodiacales a puertas de una crisis como la Nueva Titanomaquia… -se burló ella, y entonces se viró para ver a la de Carina, quien ya estaba demasiado cansada de intercambiar golpes con su clon, que más violenta que ella, le había abierto una herida sobre el parpado derecho que le nublaba la vista-. Y Erda, tú te escapaste de la Academia Meteor por casi un año para viajar en tu motocicleta, visitabas bares, bebiendo a tu corta edad, y te entregaste a conflictos de ebrios usando tu cosmos para castigar a los demás. Un Caballero de Athena no debe usar su cosmos para ganancia personal, pero aun así tú lo hiciste, y pese a todo, y sin terminar tu formación de Saintia, se te asignó como dama de compañía de Athena, cuando en realidad se te debió haber arrebatado la Armadura de Carina hace bastante tiempo –agregó ella.
-¡No sabes nada de mí ni de mis razones! –se molestó Erda, por fin logrando impactar a su clon por el coraje de las palabras de Manía- Saintia de Athena o no, sigo siendo humana. No puedes juzgarme por caer en una depresión. Ya lo he superado y sigo adelante. ¡Ráfaga de la Corona! –atacó ella, pulverizando a su clon, antes de posar su atención en la sonriente de la Dríade. Mephisto escuchó todo aquello con detenimiento mientras se incorporaba tras el ataque venenoso que lo había aturdido- Es verdad, me escapé de la Academia Meteor a pasear en mi motocicleta, iba a bares y bebía pese a ser una menor de edad, me metía en peleas y lo disfrutaba. Era mi medio de escape a la terrible realidad que era para mí el haber perdido a la persona a la que amaba tanto como si fuera mi madre –le explicó ella.
-Tanto amabas a esa persona, que renació como una Seed por el dolor en tu corazón tras perderla –alzó la mano Manía, de esta se desprendió un meteoro oscuro que golpeó a Erda y la derribó-. Pero, indistintamente de tu dolor, es entendible que te comportaras así por tu duelo. La Líder de las Saintias por otra parte, no debía caer tan bajo –continuó Manía, el clon de Mito tiró del Escarche, y llevó a la verdadera Mito hasta donde se encontraba Manía, forzándola a mirarla a los ojos-. Como una forma de empatizar con el sacrificio de pureza de mantener la virginidad de Athena, se obliga a las Saintias a mantenerse puras. Tal parece que a ti no te importó, escapaste con el de Crateris, incluso le ayudaste a ocultar a las bebés que él cuidaba, solo para enterarte de que no eras más que un reemplazo, que el de Crateris amaba a su maestra, y veía a esas niñas como a sus hijas –prosiguió ella.
-Basta… -lloró Mito. Erda, pese a haber sido derribada, encajó sus dedos a los escombros, partiéndolos, y poniéndose de pie-. Yo no sabía… pensé… yo solo quería… -continuó Mito, sin saber que más decir, hasta que una llamarada voló en dirección a su clon, y lo calcinó, quemando el escarche, y liberando a Mito, dejándola tumbada contra el suelo.
-La única que puede juzgarnos, es Athena… -mencionó Erda. Mephisto se viró a verla mientras respiraba con debilidad-. Además, para cuando Mito cometió el crimen, Aioros ya había erradicado las leyes contra el sentimentalismo. Haya sido con el consentimiento de Athena o no, la diosa ahora rige sobre el Santuario. De ser su voluntad, hubiera castigado a Mito por su falta, pero no lo hizo –admitió ella.
-¿Sabe siquiera Athena de este delito? –insistió Manía, divertida- Que fácil es declararse inocente cuando un crimen no es de conocimiento popular. Pero la verdad, es que a mí no me importa. La hipocresía siempre ha existido en el Santuario, y la realidad es que me he beneficiado de esta hipocresía, ya que una de las Seeds renacidas y que aumenta mi cosmos a medida que disminuye el de ustedes, es precisamente Aeson, quien fue corrompido por tu corazón en pena –le apuntó nuevamente Manía a Mito. Ante la noticia, los ojos de la Saintia se desorbitaron, se encontraba consternada por la noticia-. Es por eso que el Caballero de Cáncer es al que más admiro. Él no es un hipócrita, jamás ocultó sus intenciones y siempre fue genuino a sus convicciones. Desafortunadamente, actualmente el de Cáncer está tan mancillado por esa bruja a la que llaman Athena, que teme el utilizar las Ondas Infernales de Hades. Es patético. Por esta razón, pienso extraer todo su lado maligno y crear a mi Caballero de Cáncer ideal –aseguró ella.
-¿Crear a tu Caballero de Cáncer ideal? No me hagas reír… -alrededor del cuerpo de Mephisto, su cosmos comenzó a intensificarse, combatiendo el veneno en su cuerpo, logrando por fin incorporarse- ¡Yo no oculto el ser mezquino que soy, Dríade! ¡Mi principio primordial es el de que la fuerza es la verdadera justicia! ¡Pero resulta que existen muchas formas distintas de fuerza! ¡Y he decidido entregarme a la forma de justicia de la Sabiduría en la Guerra! –con un estallido de cosmos adicional, Mephisto logró liberarse de los efectos del veneno, y mantenerse firme y orgulloso frente a la Dríade, quien, en lugar de molestarse, terminó por emocionarse- En cuanto a las Ondas Infernales de Hades, te lo repetiré una vez más. No volveré a usar esa técnica para reclutar almas al servicio de ese infeliz de Hades. Eso no me vuelve un Caballero de Cáncer más débil, sino que prueba que no necesito el poder de un dios para hacer mi voluntad. En cuanto a ti, Mito… deja de sentir pena por ti misma. ¡Eres la Líder de las Saintias! ¡Si cometiste un error, acéptalo y afronta las consecuencias! ¡Esa es la forma en que los Caballeros de Athena deben de comportarse! ¡Aprende a mí que no me escondo de mis pecados, sino que más bien entrego mi vida a Athena para expiarlos! ¡Esa es la resolución del Caballero de Cáncer de esta generación! –se lanzó Mephisto en contra de Manía, quien pese a las palabras de Mephisto, evadió su puño- ¡Maldita! ¡Deja de bailar y enfréntame! –se quejó Mephisto.
-Tendrás un adversario, Mephisto de Cáncer –extendió sus manos Manía, el Epicentro del Caos a sus espaldas entonces viró sus energías en su dirección, obedeciendo a la voluntad de Manía, y uniéndose a su cuerpo, elevando su cosmos tan alto que incluso con todas las Energías del Conflicto reinantes, este fue capaz de sentirse en los cosmos de Mito, Erda y Mephisto-. Te dije que crearía al caballero de Cáncer perfecto, y es lo que voy a hacer. ¡Espejo de la Oscuridad! ¡Jiarjajajajajaja! –frente a Manía volvió a materializarse el espejo, este reflejó a Mephisto, en una Armadura Negra, con los ojos rojos como la sangre, y una mirada malévola- Mephisto de Cáncer, yo te presento, a Máscara Mortal. ¡La Dríade más poderosa en el ejercito de Eris! –se regocijó la Dríade, mientras Máscara Mortal encaraba al de Cáncer.
-Máscara Mortal, ¿eh? No eres tan guapo como había escuchado que eras. Tal vez debería dejarme crecer la barba –se tronó los nudillos Mephisto, sonriente-. Aunque me temo que ya perdimos mucho tiempo. Por el lado positivo, esta Dríade está tan maniática que ha decidido manipular las Energías del Conflicto del Epicentro del Caos para crear a esa cosa, lo que de momento protege a los pobladores de Suiza de entregarse a la Locura, que es el dominio de esta bruja –apuntó él, Erda y Mito lo miraban con curiosidad-. Por el lado negativo… -sudó frio Mephisto-. Me conozco… y dejar mi sadismo salirse de control podría ser incluso más peligroso que dejar a toda Suiza entregarse a la Locura. Así que, Mito, Erda… la Dríade es toda suya… si dejo a Máscara Mortal libre… mi reputación ya de por sí patética empeorará. No lo olviden, confío en ustedes. ¡Flamas Azules Demoniacas del Praesepe! –atacó Mephisto.
-¡Ondas Infernales de Hades! –respondió Máscara Mortal, estrellando las Ondas Infernales en contra de los fuegos fatuos de Mephisto, y liberando explosiones de cosmos impresionantes- ¡Qué bien se siente el verdadero poder! ¡Ajajajajaja! ¡Ser libre es glorioso! ¡Me mantuviste encerrado en lo profundo de tu corazón por bastante tiempo, Mephisto! ¿¡Cómo te atreviste a reemplazarme!? –le apuntó Máscara Mortal.
-¿Reemplazarte? Dejé que dominaras todas mis acciones desde la muerte de Antonella. Pero ya no más –se repuso de las explosiones de cosmos Mephisto-. Oye… ¿no notas lo extraño que es escuchar tu propia voz y conversar con ella? Es incomodo, mínimo has una voz más malvada o algo para no sentirme tan raro –se quejó el de Cáncer.
-Descuida, pronto solo se escucharán tus chillidos de dolor y podremos diferenciar tu voz de la mía. ¡Ondas Infernales Selladoras de Almas! –atacó una vez más Máscara Mortal, esta vez las Ondas Infernales iban acompañadas de espíritus que salieron de debajo de la tierra, como cuerpos zombificados de las estudiantes vaporizadas, que rodearon a Mephisto mientras los espirales, esta vez morados, lo envolvían, y forzaban a los cadáveres a estallar con tal violencia, que incluso la Armadura de Cáncer comenzó a fragmentarse.
-¡Maestro! –gritó Erda preocupada, antes de ser derribada por unos meteoros oscuros, que se desprendieron de la mano abierta de una Manía que se estaba divirtiendo demasiado- Maldita… no dejaré que te salgas con la tuya –se quejaba Erda, con un hilo de sangre cayéndole de los labios, mientras la lunática continuaba riéndose con fuerza.
-Lo estoy haciendo, Saintia. ¿Acaso no ves la gloria del ser maligno que acabo de crear? Está fragmentando la Armadura de Cáncer –apuntó ella, mientras Mephisto intentaba incorporarse, con las hombreras de su Armadura Dorada y la protección del pecho de la misma cayendo en guijarros- Todo el poder de un Caballero Dorado, con el corazón maligno del Caos –sonrió ella. Más entonces sintió sus coletas ser tiradas con fuerza, y después fue azotada de cara contra el suelo- ¿Te atreviste a usar mis coletitas… en mi contra? –se fastidió Manía, incorporándose, y encontrando a Mito, furiosa, y encarándola- Ahora sí estoy enojada –elevó su cosmos ella.
-¿Enojada? ¡Yo estoy furiosa! –atacó Mito con su echarpe, rodeando el cuello de la Dríade, antes de lanzarla a los aires, tirar del mismo, y forzarla a impactar el suelo con todas sus fuerzas- El Maestro Mephisto tiene razón… incluso si he cometido crímenes en mi vida, he de afrontar las consecuencias de los mismos… yo misma me entregaré a Athena y le confesaré todo, y si me lo permiten, ¡dedicaré mi vida a enmendar mis faltas! ¡Baile Deslumbrante! –tiró de su echarpe nuevamente la Saintia de Plata, elevándose al cielo detrás del cuerpo de Manía, con su cosmos incinerándose, dando una maroma en pleno vuelo, y pateando con todas sus fuerzas, bajando mientras presionaba su pierna contra el cuerpo de Manía, y estrellándola en el suelo con todas sus fuerzas-. Lo conseguí… -sonrió Mito con debilidad.
-¿Qué conseguiste exactamente? ¿Ser una zorra mentirosa? –preguntó Manía divertida- ¡Loca Destrucción! –prosiguió ella con un estallido de flamas oscuras, que penetraron el cuerpo de Mito, y salieron por su espalda, rompiendo su armadura en varias secciones y dejándola tendida contra el suelo- Admítelo, no fuiste nadie en la Nueva Titanomaquia –continuó Manía, posándose orgullosa frente a la débil de Mito-. Fuiste una cobarde que tuvo miedo de entregar su vida para detener a los Titanes, solo eres la líder de las Saintias porque Rebecca murió… -agregó mientras detenía el puño de Erda, que llegaba en defensa de Mito-. ¿No está dentro de las reglas de la caballería que los Caballeros de Athena luchan uno contra uno? –preguntó divertida.
-Ah, eso es verdad –le sonrió Erda, su cosmos como el fuego acrecentándose a sus espaldas-. Con la pequeña diferencia de que no somos Caballeros de Athena. A las que buscas, usan máscaras. ¡Las Saintias nos regimos por leyes distintas! ¡Gran Erupción! –atacó Erda, sorprendiendo a Manía, quien fue rodeada de una fuerza de cosmos abrasiva como si el magma del centro de la Tierra se hubiera levantado para atacarla. Mito, quien se mantenía sosteniéndose el brazo adolorido, se mostró impresionada de lo que acababa de ver.
-¿Gran Erupción? –preguntó Mito, mientras Manía caía malherida algunos metros delante de ambas- ¿No era la Gran Erupción la técnica insignia de Rebecca de Cassiopea? –le preguntó ella, curiosa de lo que acababa de suceder.
-Sí, la técnica más poderosa del Caballero de Cassiopea. Desafortunadamente, la Armadura de Cassiopea no estaba disponible para que yo pudiera usarla, pero Rebecca me entrenó para ser su sucesora de ser necesario –le explicó Erda. Mito se repuso, y comenzó a acercarse-. Tristemente, el Santuario estaba muy apresurado a condecorar Caballeros de Bronce. Carina estaba libre, y Rebecca seguía con vida. En realidad, yo sería feliz con que Rebecca continuara siendo la Saintia de Cassiopea, y mudar de Armadura de Bronce no es opción. Pero… las técnicas de la Constelación de Cassiopea no me son desconocidas. Y no dudaré en usarlas contra ti de ser necesario –le apuntó Erda a Manía.
-Ajajajaja, qué divertidas son ustedes las Saintias. Pensando que siquiera tienen una oportunidad –se limpió un hilo de sangre Manía-. Hubiera sido entretenido verte usar la Armadura de Bronce de tu difunta figura materna. Una nunca sabe lo que pudo haber sido, es mejor concentrarse en el ahora, y resulta que el ahora, es una realidad en que ustedes no significan nada para mí, solo una molestia insignificante –sonrió ella.
-¡Estoy de acuerdo en ver solo por el ahora! –resonó el grito de Mephisto. Manía se viró para ver de dónde venía este, y de la nada recibió el cuerpo de Máscara Mortal, que cayó sobre de ella tras ser lanzado por el de Cáncer- Pensar en el pasado no es mi estilo. Y gracias a tu incesante y molesta palabrería, creo que me has abierto los ojos. Fue divertido intentar un estilo de batalla distinto, se sintió fresco, novedoso. Todo un deleite si se me permite decirlo –se regocijó el de Cáncer, mientras su clon, Máscara Mortal, se ponía de pie-. Pero sabes, admito que las Ondas Infernales son muy poderosas. Podría volver a usarlas, pero, creo que me divierto más irrespetando a Hades al no utilizarlas. Pero como el resto de mis técnicas no parecen ser tan efectivas contra mi yo más feo. Veamos si puedes imitar esta –prosiguió Mephisto, su Dunamis reemplazando al cosmos, lo que intimidó a su clon, quien se levantó y comenzó a correr, abandonando a Manía, quien terminó mirando al de Cáncer con preocupación-. Oye, me haces quedar mal. Yo no correría cobardemente de una batalla. Aunque hasta ahora no he tenido la necesidad de probar si lo haría o no. En fin, para qué pensar en posibilidades que no han surgido todavía. ¡Ebony Mnemós! –preparó su puño Mephisto, lanzando un puñetazo, y rodeando el mismo de torbellinos en llamas, que rodearon a Máscara Mortal y lo elevaron al cielo, rodeando la mente del clon con las memorias malditas de Mephisto. Los torbellinos subieron a Máscara Mortal hasta una altura significativa, y después lo liberaron, permitiéndole caer. El de Cáncer alzó su mano de forma soberbia, y atrapó el cuerpo de Máscara Mortal con una sola mano, manteniéndolo sujeto desde la espalda con todo su cuerpo arqueado-. Te devuelvo a tu clon –se lo lanzó encima Mephisto, aplastando a Manía-. Ah, y por cierto… mentí… creo que sí quiero volver a usar las… ¡Ondas Infernales Destructoras de Espíritus! –enunció Mephisto. El cuerpo de Máscara Mortal entonces comenzó a calentarse, hiriendo a Manía, quien sentía todo el calor del cuerpo de la Dríade. Mephisto solo saltó hacia atrás, tomó a Mito y a Erda de la cintura, apenándolas a ambas, y después saltando con ellas en brazos.
-¡Oye! ¡No hemos terminado! ¿Qué son las Ondas Infernales Destructoras de Espíritus? –preguntó Manía. El calor en el cuerpo de Máscara Mortal se volvía insoportable, sus ojos sangraban savia, sus oídos estallaban, sus labios y nariz expulsaban la verdosa sustancia, y al final, el clon estalló, vaporizando a Manía junto al mismo.
-Ah, dulce ironía de la victoria –enunció Mephisto, aterrizando con ambas Saintias como equipajes de mano-. Vaporizada sin darse cuenta del momento en que murió. Fue un trabajo excepcional si se me permite decirlo, ¡ajajajajajaaaaarght! –se quejó Mephisto, dejando caer a Mito y a Erda con poca delicadeza mientras el de Cáncer le soplaba a su mano- ¡Saintia malvada me quemaste la mano! –le apuntó Mephisto a Erda.
-¡A ver si así vuelve a cargarme como equipaje de mano! ¡Sé que no lo parezco, pero soy una chica! ¡Me ofende tratándome como a un bulto! –sentenció la de Carina, sumamente molesta por el mal trato del de Cáncer.
-¡Pues discúlpame por alejarte de la explosión que pudo haberte vaporizado! ¡Dos veces! –le recordó el de Cáncer. La de Carina le regresaba la mirada con sumo desprecio- ¿Eso me gano por salvarte la vida? Déjame decirte que hace apenas tres años, el que te murieras vaporizada sería la menor de mis preocupaciones –le apuntó él. Mientras Mephisto y Erda discutían, Mito se ponía de pie de fondo y se limpiaba la Armadura de Plata- ¡También te salvé de estrellarte con tu moto! ¡De hecho ya con esa van tres en un día! ¿Pagarme el salvarte a base de quemadas de mano te parece civilizado, chiquilla del demonio? –se fastidió él.
-¿¡Si me zarandea como a un costal de papas cómo quería que reaccionara!? ¡Soy una chica! ¡Una señorita! ¡Y sus zarandeos vinieron con manoseos más que evidentes! ¡Viejo rabo verde! –insultó ella, Mephisto se molestó, y comenzó a reunir fuegos fatuos en sus manos.
-Ah… que lastima, al parecer perdimos a Carina en la batalla de Suiza… -amenazó Mephisto, notando entonces la mirada apenada de Erda- ¿Y ahora qué te pasa? ¿A qué se debe ese rubor en tu rostro? ¿No me digas que por fin se te subió la cerveza? Que poco aguante, si solo fue una –se burló él.
-¡Obvio no! –le respondió Erda- Pero supongo… que salvarme tres veces sí merece agradecimiento –admitió Erda, Mephisto parpadeó un par de veces, Mito de fondo, miro a uno, después a la otra, y suspiró-. Así que… como agradecimiento, cuando terminemos nuestras responsabilidades de Caballeros de Athena… podría invitarle tres tragos, por las tres veces que me salvó la vida… si quiere, claro… -bajó la mirada ella.
-Muy lindo y todo, pero la de Bronce y el Dorado necesitan recordar el Epicentro del Caos que está llevando a la Locura a los pobladores de Suiza sin una Dríade que manipule las Energías del Conflicto –reprendió Mito y apuntó al Epicentro del Caos-. Así que les sugiero que dejen de coquetearse tan descaradamente y se concentren en su misión –recriminó ella.
-Habló la Virgo, ¿verdad? –apuntó Mephisto, Mito se ruborizó al extremo y abofeteó al de Cáncer por el insulto- ¡Te recuerdo que también te salvé la vida dos veces a ti! ¡Si me vieran el resto de Caballeros Dorados! ¡No hay ningún respeto a mis esfuerzos! ¡Está bien! ¡Destruyamos este Epicentro del Caos para poder irnos por mis cervezas! –agregó el de Cáncer, concentrando su cosmos y sorprendiéndose- Eh… que extraño –apagó su cosmos Mephisto, Erda y Mito intercambiaron miradas-. Si lo que Manía dijo es cierto, entonces con 6 Seeds mi cosmos debería estar a un 40%. No me siento tan débil como para no poder acceder a mi Dunamis pero, después de liberarlo contra mi clon, ya no puedo sentirlo. ¿Qué significa esto? –se miró a las manos Mephisto, el Dunamis no se materializaba- Con el 40% de mi cosmos, no sé si tenga el poder suficiente para desestabilizar este Epicentro del Caos, pero no me queda más que intentarlo. Tsk… parece ser que no me queda más alternativa, si quiero tener, aunque sea la mínima oportunidad de destruir esta cosa. ¡Tendré que usar las Ondas Infernales! –de su dedo desprendió Mephisto las Ondas del Inframundo, estas comenzaron a rodear el Epicentro del Caos y a apretarlo, debilitando la Lluvia del Caos- ¡Eso es! ¡Erda, Mito! ¡Vayan a Suiza y encárguense de que las muertes se mantengan en mínimos! ¡Yo me temo que voy a estar un poco ocupado! –se quejó el de Cáncer. Erda y Mito obedecieron- Ser el bueno es demasiado trabajo, aunque parece que me las arreglé para tener a un par de esbirros… en fin, me voy a aburrir aquí… -se fastidió el de Cáncer.
Grecia. Atenas. Santuario de Atena. Templo de Athena.
-¡Mephisto! –se alegró Saori, el grupo de Caballeros Dorados a su lado la miró con curiosidad, y Eris, como representación de cosmos frente a ella, reaccionó curiosa ante sus palabras- ¡El Epicentro del Caos de Suiza! ¡Se debilita aún más! –miró Saori a una de las columnas de luz que la rodeaba, podía ver reflejadas en ella a las Ondas Infernales de Hades girando alrededor de la misma y achicarla- Es extraño, pensé que la Matriarca había ordenado simplemente prevenir que se esparciera el Caos, no me esperaba que los Epicentros del Caos pudieran atacarse de esta manera –admitió ella.
-No lo ordené porque desconocía lo que sucedería si se atacaban a los mismos –habló una recién llegada, Yoshiko, quien cargaba a su hijo Ios en brazos y era acompañada por Isaac. Saori se alegró de ver a Yoshiko con Ios en buena salud-. Encontramos a Miho en mis aposentos, fue atacada, pero está bien. Me entregó un mensaje algo perturbador, pero lo discutiremos después. Eris… -miró Yoshiko a Eris con desprecio.
-Matriarca, mucho gusto. Lamento lo de su pequeño, fue totalmente personal –se burló Eris. Yoshiko la miró con desprecio ante aquello-. Puedo ver que no soy bienvenida ahora que usted ha llegado. Y tanto que nos divertíamos jugando ajedrez. Perdí a otra de mis piezas. Es toda una pena –colocó la misma Eris en la pila de descarte, Yoshiko mantuvo su mirada en contra de la diosa-. Fue divertido, Athena. Hagamos esto de nuevo en otra ocasión. De momento, creo que tu pequeño Caballo de Troya está causando más problemas de los que me imaginaba. Me vengaré por esto –terminó Eris, desvaneciéndose.
-¿Caballo de Troya? –preguntó Yoshiko. Saori sonrió y apuntó a la columna de luz que aún brillaba en el Templo de Eris- Ah… ya me explicará después sobre eso. De momento, creo que gracias a Máscara Mortal tenemos una oportunidad más –comentó ella.
-Mephisto de Cáncer. Él ya no usa el nombre de Máscara Mortal –corrigió Saori. Yoshiko parpadeó un par de veces ante aquello-. Te digo la verdad. De todas formas, ahora que sabemos que los Epicentros del Caos pueden atacarse y debilitarse, debemos comunicar a Dohko en China y a Camus en Asgard sobre los mismos, además de atacar a los demás que se han descubierto. Aioria tenía la misión de cuidar el de Turquía, y Shura el de Alemania. Pero ambos no están cerca en estos momentos –miró Saori al Santuario de Eris-. Además de esos dos, quedan pendientes los que estallaron en Japón y el del Mar Mediterráneo, con el que ataca Mephisto en Suiza ya serían los 7 –terminó ella.
-Aún hay demasiada Energía del Conflicto. Con 6 Seeds aún vivas, la comunicación es deficiente, pero podría intentar recuperarla desde la Colina de las Estrellas ahora que la Dríade Dysmonia no está para interrumpirnos –le comentó Yoshiko, Saori asintió dando su permiso.
-Eso deja 4 Epicentros del Caos… y desafortunadamente, solo hay 4 de nosotros… -comentó Shaka, los 4 Caballeros Dorados se preocuparon-. No podemos movilizarnos todos. Dejar a la Diosa Athena desprotegida, sería un error fatal –agregó Shaka.
-No podemos enviar a Caballeros de Bronce o de Plata a los Epicentros del Caos. Con esta debilidad en nuestros cosmos por las 6 Seeds restantes, morirían –le comentó Saga, meditando al respecto-. Solo los Caballeros Dorados podríamos realizar un Salto de Cosmos, llegar ante los Epicentros del Caos, e intentar apagarlos. Ningún otro Caballero de Athena podría hacerlo sin arriesgar la vida –le explicó él.
-Con todo respeto, Caballero de Géminis. El deber de un Caballero de Athena es, precisamente, el arriesgar su vida –interrumpió Isaac, ganándose la atención de los Caballeros Dorados-. Si un Caballero Dorado debe permanecer en el Santuario para proteger a Athena… entonces les pido que me permitan dirigirme a uno de los Epicentros del Caos y ayudar a apagarlo –pidió él.
-No irás solo –interrumpió otro recién llegado, Jabu, el Caballero del Unicornio-. Si van a enviar a un Caballero de Bronce a una tarea que debería realizar un Caballero Dorado, entonces yo lo acompañaré. Es lo menos que puedo hacer mientras otros realizaron el Salto de Cosmos al Santuario de Eris y me dejaron a mí atrás –se quejó él.
-Jabu, sé que te sientes ofendido, pero eso es porque no has alcanzado a comprenderlo –comenzó Saori con tristeza-. Si Milo llegara a caer, eres el único Caballero de Bronce que ha recibido sus enseñanzas, el único que puede reemplazarlo –le comentó ella.
-Si el Maestro Milo llegara a morir, terminarías por perder la esperanza, y no importa qué Caballero Dorado lo reemplace, no podrías volver a liderar al Santuario –le comentó Jabu. Saori se mostró dolida por sus palabras.
-Semejantes palabras no pueden permanecer sin castigo, arrogante Caballero de Bronce –se molestó Shaka, y estuvo por atacar al de Unicornio, cuando Saori lo detuvo al tomarle de la mano, lo que no fue muy del agrado de Shaka-. Aunque me temo que no es mentira. Si Milo llegase a encontrar la muerte, se requeriría de un reemplazo, y tristemente, eres la única opción viable en estos momentos. Supongo que vivirás, por ahora –amenazó él.
-Shaka da un poco de miedo cuando está molesto… -susurró para sí misma Saori-. En todo caso, me parece una oportunidad prudente –les comentó ella-. El Epicentro del Caos que estalló en el Mar Mediterráneo se encuentra en un punto medio entre Atenas y Creta. Los cuerpos de tierra más cercanos son un par de islas muy pequeñas situadas en extremos distintos del Epicentro del Caos. La isla del oeste, Ananes, y la isla del este, Paximadi. Ambas islas están separadas por 10 kilómetros de mar, con el Epicentro del Caos brillando en el medio. Si pueden extender sus cosmos 5 kilómetros a mar abierto desde ambos puntos, podrán debilitar ese Epicentro del Caos –les explicó Saori. Jabu se sobresaltó.
-5 kilómetros no debería ser una preocupación para un Caballero de Bronce –declaró Saga de brazos cruzados, intuyendo las preocupaciones de Jabu, quien comenzó a sudar frio por aquello-. Mucho menos para un Caballero de Bronce que se jacta de ser el suplente de Escorpio en caso de que mi discípulo estrella llegara a morir –insistió él.
-Ah, es verdad, la Isla de Milo está a 50 kilómetros del Santuario, y Saga logró lanzar una ráfaga de cosmos desde su centro hasta la cabeza de Milo en el Octavo Templo pese a la Ceguera de Cosmos que nos daba la Barrera del Caos –comentó Aldebarán, Jabu sudó frio una vez más ante aquello-. Comparado con proyectar el cosmos a 5 kilómetros desde las islas Paximadi y Ananes al Epicentro del Caos, bueno. No me parece una idea tan descabellada si son los discípulos de Milo y de Camus quienes realizan tal prosea –les comentó Aldebarán.
-Ciertamente… el cosmos de Isaac es muy superior al de un Caballero de Bronce. Me atrevería a compararlo con el cosmos de un Caballero de Plata inclusive… -meditó Afrodita al respecto, y después miró a Jabu-. Pero Unicornio… digamos que comprendo las razones de Milo de no permitirle combate alguno de momento –admitió Afrodita, molestando a Jabu.
-¡Puedo hacerlo! ¡Proyectar mi cosmos 5 kilómetros no es nada! –se defendió Jabu, Afrodita viró el rostro, y después sonrió malévolamente, Saori sudó frio un poco por sus reacciones, sabiendo que lo estaban manipulando- ¡Se lo demostraré! ¡Diosa Athena! ¡Denos el permiso e Isaac y yo nos encargaremos de desestabilizar el Epicentro del Caos del Mar Mediterráneo! –le pidió Jabu.
-Las cosas no terminaron de la forma en que yo hubiera preferido… pero pareces motivado, Jabu… me da gusto –admitió Saori, y entonces miró a sus Caballeros de Athena-. Entonces está decidido. Jabu e Isaac se dirigirán a las islas Paximadi y Ananes para desestabilizar el Epicentro del Caos del Mar Mediterráneo. Aldebarán, por favor encárgate del que se encuentra en Alemania. Saga, atenderás al de Turquía. Shaka, el Epicentro del Caos de Japón, y Afrodita se quedará para servir como mi guardaespaldas. ¿Hay alguna objeción? –preguntó ella.
-Ninguna, Diosa Athena –agregó Yoshiko orgullosa-. Arctos aún se recupera en la Colina de las Estrellas, bajaré allí con él e intentaremos contactar a los Caballeros de Cáncer, Libra y Acuario para comunicarles el plan. Hasta entonces todos, buena suerte –les deseó Yoshiko, los Caballeros de Oro entonces realizaron un Salto de Cosmos, Issac realizó el propio de igual manera, Jabu miró a Saori una última vez, ella asintió, y el de Unicornio también saltó.
Chica. Lushan. Cinco Picos.
-¡Miríada de Mentiras! –en los Cinco Picos de Lushan, la esfera oscura conjurada por Pseudos de la Mentira, continuaba bombardeando a Dohko incesantemente con los cometas oscuros que se liberaban de la misma. Así había sido por bastante tiempo ya, incluso la rejuvenecida Dríade, ya con una apariencia de una joven mujer en sus veintes, se mostraba desesperada de que Dohko se mantuviera en pie en una posición defensiva frente a ella- ¿Por qué no me atacas? ¡No haces más que defenderte de mí! –enfureció la Dríade.
-No tengo problemas con atacarte, Dríade, pero no vas a moverme de este sitio. Siempre que te mantengas a distancia prudente gustoso te daré la batalla que deseas –le explicó él, la Dríade se mantuvo confundida, y mirando al Epicentro del Caos que había estallado en medio de los mercados de Wuhan, perfectamente visibles desde donde ellos se encontraban.
-No es una mentira, no me estás mintiendo, mi cosmos no se intensifica con tus palabras, pero de algo estoy segura, me estás ocultando algo, y eso debería considerarse una mentira –se molestó la Dríade, Dohko sonrió de forma divertida para ella.
-Ocultar la verdad no es decir una mentira, Dríade. Lo lamento, pero no voy a mentirte –le sonrió Dohko, la Dríade enfureció aún más tras notar que Dohko seguía sin alimentar a su cosmos-. En estos momentos, piensas que tienes todo bajo control, pero la realidad es que solo necesito de tres movimientos para terminar contigo. ¿Puedes ver en tu cosmos si lo que acabo de decir es una mentira? –continuó el de Libra.
-¡Me molestas! ¡Realmente me molestas! ¡Si no vas a mentirme entonces no digas realidades insultantes! Incluso yo sé que no puedes vencerme en tres movimientos, pero entonces, ¿por qué mi cosmos no se intensifica? –Dohko alzó y bajó los hombros en señal de que desconocía aquello, la Dríade se fastidió- ¿Qué clase de respuesta fue esa? –enfureció ella.
-Es una respuesta, no necesita ser necesariamente la respuesta que estás buscando. Pero anda, diviérteme. Tengo una vigilancia a la cual regresar –le recordó él. La Dríade, ya demasiado fuera de sí, manifestó otra esfera negra en sus manos y se lanzó a Dohko, quien leyó sus movimientos y preparó su cosmos- ¡Primer movimiento! ¡Dragón Ascendente! –de un movimiento rápido, Dohko evadió el ataque de Pseudos, colocándose bajo ella, e impactando su mentón, envolviéndola en la fuerza del Dragón de agua, que la elevó a los cielos hasta la cima de la cascada- ¡Segundo movimiento! ¡Tigre Descendente! –saltó Dohko, el Tigre de viento y relámpagos manifestándose en su puño.
-Malnacido Caballero de Libra. ¡Piensas realmente que técnicas tan sencillas funcionarán con la Dríade más poderosa de todas! –enfureció Pseudos, aun siendo rodeada por el Dragón de agua- ¡Manifestación del Caos! –se defendió la Dríade, lanzando ráfagas oscuras a Dohko, quien, terminando su transformación en el Tigre de relámpagos, abrió las fauces, y tragó a Pseudos, que comenzó a electrocutarse por el poderoso mordisco del Tigre- ¡Aaaaah! ¿Qué es esto? –se molestó la Dríade con dolor.
-La conducción de los elementos, deberías estudiar más. ¡Por cierto esto es parte del segundo movimiento! –giró Dohko aún en el aire, y pateando la nuca de Pseudos, estrellándola contra la estructura de piedra que normalmente era el sitio de meditación de Dohko- Ahora, el tercer movimiento –soltó aire Dohko, Tigre y Dragón se unieron a su cosmos, y esperaron a sus espaldas, mientras el Dunamis comenzaba a reemplazar al cosmos-. Aún con 3 Seeds derrotadas, tu poder continúa siendo impresionante. Lo hago ver fácil, pero la realidad es que apenas y puedo dañar tu cuerpo. Deduje esto al utilizar las Escamas Doradas, mis escudos, para soportar tus ataques. El flujo de cosmos que posees es inquietantemente alto –resumió él.
-Si sabes todo eso, ¿entonces por qué asegurar que puedes derrotarme en tres movimien…? –intentó preguntar la Dríade, cuando sintió el alcance del Dunamis de Dohko-. No puede ser… se suponía que murieran usando esos malditos Dunamis –se molestó ella.
-Ahora entiendes por qué jugué a la defensiva todo este tiempo –volvió a sonreírle Dohko-. Tengo muchos años de experiencia en esto, Dríade. Sé identificar cuando mi cosmos está siendo engañado. Sabía desde el principio que mi Dunamis me estaba manteniendo con vida. Por eso ahorré todo el cosmos que pude defendiéndome, sabía que mis camaradas Caballeros Dorados encontrarían la forma de revertir la situación, y por eso sé, que en estos momentos cuento con el cosmos suficiente para sobrevivir el hacer estallar mi Dunamis. Así que, continuemos. ¡Tercer movimiento! –incineró Dohko, su balanza de Libra transformándose en la Brabeus Talantón de Themis- ¡Brabeus Punishment! –extendió sus manos Dohko. El Tigre y el Dragón se lanzaron al unísono, reforzados en sus cuerpos por las energías del Dunamis, se estrellaron en contra de Pseudos, y la Dríade quedó vaporizada, maldiciendo el momento en que había sido derrotada- Por cierto… ese cuenta como dos… mentí… -se burló Dohko, antes de desplomarse en contra del suelo, y rodar sobre su espalda, respirando pesadamente-. Ya estoy viejo para estas cosas… Shion me reprendería severamente por haber abusado de mi cosmos de la forma en que lo hice… pero… mi vigilancia, es más importante que mantener mi Dunamis. Themis… espero haberle dado el uso que esperarías que le diera –sonrió Dohko, incorporándose, y poniéndose de pie con debilidad-. Ahora… ¿qué se supone que haga con esa cosa? –se preguntó mientras miraba al Epicentro del Caos en medio de los mercados de Wuhan.
-Doh… ko… -escuchó el de Libra, quien rápidamente se sentó en su pose de meditación, y comenzó a concentrar lo que le quedaba de cosmos-. Doh… ko… -continuó escuchando él, por lo que elevó su cosmos aún más-. ¿Dohko? ¡Viejo Maestro! ¿Puede escucharme? –resonó la voz.
-¿Matriarca Yoshiko? Puedo escucharla –respondió Dohko. Del otro lado, desde la Colina de las Estrellas, se escuchó inclusive el suspiro de Yoshiko-. Ya puedo escucharla con mayor claridad. ¿Será por la muerte de Pseudos? –se preguntó el de Libra.
-Es posible. Sin una Dríade que controle las Energías del Conflicto, intuyo que no pueden mantener la Ceguera de Cosmos con que nos habían estado separando… al menos, eso es lo que creo. La verdad es que no puedo comunicarme con nadie estando fuera de la Colina de las Estrellas –le comentó la Matriarca. Dohko asintió-. En todo caso, antes de perder la comunicación, necesito mantenerte actualizado. Tomando en cuenta lo que has mencionado sobre Pseudos, ya solo queda una Dríade con vida. Aunque asumimos que las Seeds aún se mantienen fuertes. No ha habido un aumento en el cosmos de nadie desde la derrota de la tercera. Podemos asumir que quedan 6 Seeds en el Santuario de Eris –le explicó ella.
-Lo comprendo. Pero, aunque todo esto suena bien, intuyo que me tiene también malas noticias –dedujo Dohko por el tono de voz de la Matriarca, además de presenciar el flujo de la Lluvia del Caos intensificándose-. Sin una Dríade… -mencionó él a sus adentros.
-Sin una Dríade, los Epicentros del Caos liberan la Energía del Conflicto sin ningún orden. La Lluvia del Caos se esparce incluso más rápido sin las Dríades que con ellas –le comentó ella-. Lo que hemos deducido, es que mientras exista una Dríade, esta manipulará las Energías del Conflicto a su conveniencia. Manifestando otros clones de ellas mismas como hacía Atë, o levantando a muertos poseídos por un dominio del Caos como pasa en Turquía, donde un ejército de Aqueos y Troyanos fallecidos se han vuelto a levantar para asesinar a todos quienes tengan enfrente –le explicó ella. Dohko miró al Epicentro del Conflicto nuevamente. En su mente, podía percibir a los pobladores de Wuhan matándose unos a otros por cosas tan ridículas como descubrir una mentira, sin importar el grado de la mentira-. En Suiza, sin embargo, las cosas han comenzado a mejorar. Mephisto de Cáncer ha comenzado a usar su cosmos para deteriorar el Epicentro del Caos. Eso, sumado a la presión que Athena ejerce sobre los mismos, comienza a apagarlos. Así que… -trató de decir ella.
-Así que requieren que utilicé mi cosmos para sellar este Epicentro del Caos y evitar que la Lluvia del Caos se continué esparciendo –dedujo Dohko-. Me parece bien mientras sea una tarea que pueda realizar mientras continúo con mi vigilancia. Entonces no debe haber ningún problema. Tiene mi palabra, Matriarca, apagaré ese Epicentro del Caos. ¡Comunión con la Naturaleza! –concentró su cosmos Dohko. Las plantas de los alrededores parecieron reaccionar al mismo, y esparcieron su propio cosmos por toda la montaña, como si se comunicarán unas con otras y se pasaran el mensaje de Dohko. Rápidamente, el cosmos llegó ante la ciudad de Wuhan, revelando para Dohko nuevamente las matanzas que se realizaban en sus mercados, hasta llegar al agujero del cual emanaba la Energía del Conflicto, enterrase profundo, y levantarse de la tierra misma como lianas esmeraldas recubiertas de cosmos, que rodearon al Epicentro del Caos, impactando con sus paredes de luz, y forzándolo a achicarse. De regreso en Cinco Picos, Dohko parecía resentir el esfuerzo-. Esto es un poco más doloroso de lo que creí. Definitivamente, es demasiado trabajo para alguien de mi edad… pero gustoso… soportaré todas estas penurias por usted, Diosa Athena… -terminó el de Libra.
Grecia. Atenas. Santuario de Athena. Templo de Athena.
-¡Dohko! –sintió Saori el cosmos del Viejo Maestro, y se viró a ver otro de los Epicentros del Caos que mantenía apresado dentro de los tubos de luz Saori, este mostró lianas que habían crecido para envolver el tubo de luz, y que habían achicado aún más el Epicentro del Caos, previniendo que la Lluvia del Caos se esparciera tan rápidamente- Está funcionando. Afrodita, ¡está funcionando! Siento que mi cosmos comienza a tranquilizarse. Se hace más sencillo mantener los Epicentros del Caos controlados. A este paso incluso, podría intentar apagarlos –se alegró Saori, Afrodita sonrió también, sintiendo el cosmos de Saori tranquilizarse.
-Eso significa que estamos logrando revertir el Reinado del Caos de Eris… -dedujo Afrodita, elevando su cosmos-. Comienzo a poder sentir los alrededores. Miho en el Templo del Patriarca ya ha despertado. Desafortunadamente solo puedo sentir el cosmos hasta ese lugar. Falta bastante para que las Energías del Conflicto aminoren lo suficiente para tener un dominio de los alrededores más prudente –le aseguró Afrodita.
-Pronto deberían de poder sentir a los demás en el cosmos. Aldebarán y Saga están en posición –les comunicó Yoshiko. Saori se alegró y concentró su cosmos en las dos columnas de luz que ella sabía que representaban a las de Alemania y Turquía.
Alemania. Baviera. Castillo Heinstein.
-No la escucho muy bien, Matriarca Yoshiko, pero es más bien porque me entró agua en el oído… resulta que ya descubrí por qué Milo siempre cae en el Mar Mediterráneo –se quejaba Aldebarán, haciendo vacío con su mano contra su oído para destaparse el oído lleno de agua-. Las Energías del Conflicto alrededor del Mediterráneo son muy molestas, y las de Alemania también son muy superiores a los del resto de lugares que he visitado. Me tomó más Saltos de Cosmos de los anticipados para llegar a este castillo –aclaró el de Tauro.
-Te escucho, Aldebarán –comenzó Yoshiko. El de Tauro bufó con fuerza-. Una vez que rodees al Epicentro del Caos con tu cosmos, deberíamos poder tener comunicación segura dentro de los límites del Santuario. Te lo encargo, Caballero Dorado de Tauro –pidió Yoshiko.
-Sí, bueno… rodear cosas con mi cosmos no es algo que se me dé mucho… menos con la audiencia que tengo en estos momentos –agregó el de Tauro, mientras una nariz de cañón apuntaba a la parte trasera de su casco, así como hacían varios cañones más a distancia prudente, y combinación de soldados de diferentes nacionalidades, quienes amenazaban con abrir fuego en ese momento, pero aquello no molestaba al de Tauro, quien más bien se sentía apenado por el público a su alrededor.
-Alemania siempre ha sido uno de los Epicentros del Caos más grandes de todos, Aldebarán. No por nada iniciaron las guerras más grandes de nuestros tiempos –le recordó Yoshiko. Aldebarán gruñó, su rostro aún ruborizado-. Además, con el Templo de Eris visible en los cielos de Atenas, es natural que la presencia de un Caballero Dorado signifique que los medios de comunicación, y los ejércitos del mundo, se hagan presentes –explicó ella.
-No es eso… -se quejó el de Tauro-. Más bien es que no tengo más que una sola técnica que me permita mantener el Epicentro del Caos bajo control. Y me da pena. Pero ya que… el futuro de la humanidad es más importante –preparó sus brazos Aldebarán, aumentando su cosmos alrededor de los mismos, preparando su técnica de batalla-. ¡Gran Abrazo! –clavó sus brazos Aldebarán alrededor del Epicentro del Caos, intentando rodearlo con su cosmos, y achicándolo a la fuerza. En su cosmos, Aldebarán escuchó un quejido- Te escuché, Saga –sonrió el de Tauro.
Turquía. Monte Hisarlik. Sitio Arqueológico de Troya. Ruinas de Ilión.
-Athena… dame fuerzas… -se quejó Saga, caminando por entre los pasillos subterráneos de la sepultada ciudad de Troya-. De verdad… esta generación de Caballeros Dorados me avergüenza demasiado… y sé que puedes escucharme, Aldebarán, lo estoy diciendo a propósito. Todos ustedes necesitan de mayor disciplina –continuaba el de Géminis, llegando hasta la Sala del Trono Troyano-. Impresionante… -susurró Saga.
-Saga, si puedes escuchar a Aldebarán, eso significa que la Ceguera de Cosmos realmente se está perdiendo –habló Yoshiko alegremente, mientras Saga pasaba su mano enguantada por los tronos del Consejo Troyano-. ¿Estás en posición para desestabilizar el siguiente Epicentro del Caos? –preguntó la Matriarca.
-Estoy en el lugar más increíble de todos. Lo lamento Matriarca, yo tan solo… me perdí en la maravilla de las historias que este Santuario secreto debió haber contado dentro de estas paredes… -sonrió Saga, pero pronto sus ojos se humedecieron-. Aunque me temo, que este Santuario está por perderse para siempre. Ya que solo hay una forma de controlar las Energías del Conflicto de este recinto… oh bella Troya, la envidia de toda Anatolia, cuna de héroes de leyenda que forjaron la tierra que hoy protegemos… regresa a ser la maravilla perdida en el tiempo, que inspiró a tantos héroes de leyenda. ¡Explosión de Galaxias! –atacó Saga, vaporizando la Sala del Trono Troyano, extendiendo el dominio de su cosmos por toda la ciudad enterrada por el tiempo, causando explosiones por todas las ruinas, borrando la historia dormida en sus paredes, y despertando a los espectros que descansaban en su interior. Pero aún que el mismísimo Rey de Troya pudiera levantarse de su tumba, la realidad innegable era que la destrucción de la gran fortaleza venía con un objetivo más grande, la de transportar a las Energías del Conflicto al espacio, donde las fuerzas gravitatorias que Saga podía manejar, presionaron al Epicentro del Caos con fuerza, debilitándolo, mientras el de Géminis lloraba, como muestra de respeto ante los héroes que alguna vez caminaron por aquellos pasillos ahora perdidos en el olvido y el mito.
Japón. Tokio. Torre de Tokio.
-¿Quién iba a imaginar que Saga fuera todo un sentimental? –sonrió Shaka, entrando dentro de la Torre de Tokio, aterrando a los japoneses que se refugiaban en su interior debido a que por todas partes reinaba la ruina y la muerte. Incluso el que la punta de la Torre de Tokio funcionara como un faro de luz no los había asustado como el ver a aquel Caballero Dorado, tan parecido a ese que habían visto en las noticias, lo que forzó a los japoneses a arriesgar la vida con los enloquecidos, en lugar de permanecer cerca de aquel que llegaba a la torre- Aunque he de admitir que notar el terror en los corazones de quienes ven a los Caballeros Dorados, me causa algo de dolor en mi corazón de igual manera –admitió Shaka, llegando a la cima de la Torre de Tokio, y comenzando a reunir su cosmos.
-Los humanos temen a todo aquello que no pueden comprender, Shaka… -continuó Yoshiko, sintiendo el dolor del de Virgo-. Pero hay una razón por la que el Santuario mantuvo su existencia en secreto. Si se llegaba a saberse, los gobiernos del mundo los usarían como armas. La secrecía debió mantenerse. Pero esta situación no lo permitió –terminó la Matriarca.
-Me malinterpreta, Matriarca, no busco en ningún momento el reconocimiento de nadie –contestó el de Virgo, su cosmos incinerándose a su alrededor-. Más bien me avergüenza el notar que por más tiempo que pasa, el Nirvana me continúa eludiendo. Y parece que lo hará en la medida en que los enemigos de Athena continúen existiendo. Así que he decidido, que si debo convertirme en el demonio de la destrucción… por traer un mundo de paz digno de la Diosa Athena… así será. No tengo lugar para sentimentalismos. ¡Kah! –extendió su cosmos Shaka, y aquello a lo que se refería, comenzó a hacer sentido para Yoshiko, mientras su cosmos destruía la Torre de Tokio sin importarle a Shaka que este fuera un sitio turístico tan importante, solo por poder rodear al Epicentro del Caos de Japón con su cosmos, reduciendo la Lluvia del Caos- Espero que los Caballeros de Bronce que Athena eligió, estén a la altura que esperamos de ellos –terminó el de Virgo.
Isla de Paximadi.
-¡Yearght! –resonó el grito de Jabu, quien aterrizó como un cometa esmeralda en una ladera montañosa, detrás de la cual un pueblo pesquero se encontraba, y frente a la cual se podía ver perfectamente el Epicentro del Caos- Perfecto… me tomó más saltos de los que esperaba, pero ya estoy en posición… -pese al Epicentro del Caos encontrarse a 5 kilómetros de distancia de las costas de Paximadi, era tan alto que incluso los pobladores del pueblo cercano se apelmazaban sobre las playas para verlo, y en algunos casos salían en sus lanchas en dirección del Epicentro del Caos por curiosidad-. Aunque considero una reverenda estupidez que los pobladores de Paximadi salgan en sus botes a curiosear la columna de luz en medio del océano, no se ven lo suficientemente lunáticos o afectados por la Lluvia del Caos, tampoco siento tantas Energías del Conflicto… tal vez… -meditó Jabu, elevando su cosmos- ¡Isaac! ¿¡Puedes escucharme!? –preguntó Jabu, buscando al de Pez Volador en la isla a 10 kilómetros de distancia.
Isla de Ananes.
-¡Tardaste demasiado, Unicornio! ¡Llevo esperando casi una hora! –le respondió Isaac. El de Pez Volador permanecía cruzado de brazos, sobre la cima de la colina más alta que pudo encontrar, y con una aurora iluminando la misma, producto de todo el cosmos que había estado reuniendo, y que tenía a los pobladores del pueblo cercano apuntando en dirección a las luces bonitas para distraer a los niños de la columna de luz que realmente preocupaba a los adultos del pueblo a 5 kilómetros a mar abierto- Comienza a elevar tu cosmos. Intenté detener esa cosa por mi propia cuenta, pero no me fue posible. Aún con todo mi poder… me repugna… me hace sentirme un inútil –se quejó Isaac.
-Tu cosmos es bastante impresionante, no tienes nada de qué arrepentirte –escuchó entonces Isaac, virándose, y encontrando a un mayordomo detrás de él, de cabellera lila grisácea, y unos ojos rosados. Isaac inmediatamente se puso a la defensiva-. Tranquilo, Caballero de Athena, no vengo a entorpecer tu labor –le comentó el mayordomo.
-¿Sabes quién soy? ¿Cómo es que lo sabes? ¿Acaso eres un sirviente de algún dios enemigo de Athena? –le apuntó Isaac, elevando su cosmos, y rodeando al mayordomo con el mismo- Tu cosmos no se siente como los cosmos de las Dríades… más bien se siente… profundo… como si perteneciera al océano –admitió él.
-Tu percepción es muy acertada –le sonrió el mayordomo, quien entonces reverenció en su dirección-. Mi nombre es Sorrento, soy el mayordomo de Julián Solo, un joven excéntrico y millonario que vive en la Isla de Creta, y quien está peculiarmente preocupado por este Epicentro del Caos –le comentó Sorrento, lo que fue una sorpresa para Isaac-. En realidad fui enviado a hacerme cargo de él. Pero entonces sentí tu cosmos. No eres un Caballero de Athena ordinario. En realidad, tu lealtad no debería pertenecerle a ella. Considero que eres una persona más allegada a mis creencias –le comentó él.
-Si puedes sentir el cosmos sin ser un Caballero de Athena, permíteme dudarlo –prosiguió Isaac, elevando su cosmos aún más alto-. ¿Qué es lo que quieres realmente? ¿Esperas que te crea el que vienes a ocuparte de este Epicentro del Caos? Hasta donde sé, podrías ser la Dríade que manipulará estas energías del Conflicto –le apuntó el de Pez Volador.
-Mi dios no desea tener nada que ver ni con Eris, ni con Ares –respondió Sorrento con molestia, una que incomodó a Isaac-. Aunque he de serte sincero. Mi dios tampoco es aliado de Athena, no lo ha sido en 3,000 años. La última vez que Poseidón y Athena se aliaron, mi dios perdió lo más importante, su empatía a con la humanidad –le explicó él.
-¿Poseidón? –se escandalizó Isaac, retrocediendo, y preparando los puños- ¿Qué intentas decir? ¿Qué eres un enemigo? Si es así, entonces incinera tu cosmos, no se me conoce por ser muy paciente, ni por atacar a alguien desarmado –se quejó Isaac.
-No me estás escuchando. Pero te lo explicaré de una forma más sencilla que hasta tú podrás entender –le apuntó Sorrento. Isaac esperó-. El enemigo de mi enemigo, es mi amigo –le apuntó él-. Si Eris y Ares son los enemigos de Athena, entonces mi señor Poseidón es el amigo temporal de alguno de los tres involucrados en este conflicto. Y como te he dicho antes, mi señor Poseidón no quiere tener nada que ver ni con Eris, ni con Ares. La Mercenaria de los Dioses no es de su agrado, y Poseidón antes le clavaría su tridente al rostro a su sobrino que ayudarlo. Estoy de tu lado –le explicó Sorrento, acercándose a la orilla de la ladera de la montaña, y observando la situación, encontrando al de Unicornio en la Isla de Paximadi con su cosmos. El de Unicornio había logrado elevar su cosmos tan alto, que relámpagos esmeraldas sobresalían de su cuerno-. Ya veo… con el cosmos combinado de ustedes dos, es probable que mi intervención no sea del todo necesaria. Sin embargo, has levantado mi curiosidad. Un Marino trabajando para Athena, no es algo que se vea todos los días –le informó Sorrento.
-¿Marino? –se quejó Isaac- Escúchame, mayordomo de tercera. Si no eres un enemigo, y no vienes a ayudar, entonces no me estorbes –lo hizo a un lado Isaac, y volvió a concentrar su cosmos-. Si es conversación lo que buscas, incluso podría complacerte, pero será cuando ese Epicentro del Caos se haya desestabilizado. ¡Jabu! ¿¡Me escuchas!? –prosiguió el de Pez Volador.
-Fuerte y claro camarada –le respondió Jabu, aunque temblaba un poco por el esfuerzo de mantener su nivel de cosmos tan en alto-. Parece ser que las Energías del Conflicto ya no nos afectan tanto como antes. ¿Estás listo? –preguntó Jabu.
-Umm… -se quejó un poco Isaac, desconfiando del mayordomo detrás de él. Sorrento solamente se cruzó de brazos y se sentó sobre una roca cercana. Al no sentir un instinto asesino en el mayordomo, Isaac se decidió-. Estoy listo. Escúchame bien Unicornio, lo más importante en estos momentos es mantener una igualdad en nuestros cosmos para empujar al Epicentro del Caos en ambas direcciones. Si no los igualamos, lo único que conseguiremos será desestabilizarlo en una de las direcciones, bañando o a Ananes o a Paximadi con las Energías del Conflicto, y enloqueciendo a la población. Lo más probable es que sea Paximadi la afectada –susurró la última parte Isaac.
-¡Escuché eso! ¿Me estás subestimando pececito? Déjame decirte que soy el discípulo legítimo de Milo de Escorpio, y sucesor a la Armadura Dorada –se apuntó a sí mismo Jabu con su pulgar, enorgulleciéndose de su posición-. ¡Así que trata de seguirme el ritmo! ¡Saeta Esmeralda! –enunció el de Unicornio. Los relámpagos esmeraldas se reunieron en su cuerno, e impulsándose con un grito y una flexión de su pecho, Jabu lanzó su ataque.
-Nada mal, para ser un Escorpio –extendió sus brazos Isaac, reuniendo la luz de la Aurora Boreal sobre su cuerpo, extendiendo las alas del Pez Volador, que como ventosas permanecían pegadas a sus antebrazos, y llenando estas con su luz-. ¡Relámpago de la Aurora! –atacó de igual manera Isaac. Ambos ataques recorrieron 5 kilómetros, sorprendiendo a los curiosos pobladores, y estrellándose en contra de la columna de luz que era el Epicentro del Caos- Buena puntería, por un minuto pensé que no le atinarías –se burló Isaac.
-Hazme un favor y cállate que me desconcentras –le respondió Jabu desde la Isla de Paximadi-. Soy el discípulo de Milo de Escorpio, mi especialidad es la puntería y la velocidad, obviamente puedo con esto –le comentó él.
-Y yo soy el discípulo de Camus de Acuario –le informó Isaac, manteniendo un flujo constante de cosmos congelante-. Y entre las especialidades de mi maestro, está el correcto manejo del cosmos. Además de que mi maestro tiene un particular interés en los Escorpio, y veo en ti las mismas deficiencias que las de tu Maestro Milo –le explicó él.
-¿Quieres que vire mi cosmos y te fulmine a ti para silenciarte? Mi Maestro Milo es invencible, no hay fallos en su método de combate –insistía Jabu, sus relámpagos comenzaban a salirse de control, y a estrellarse en los alrededores de la ladera.
-No parece ser el caso. Escúchame Unicornio –insistió Isaac-. La fortaleza de los Caballeros de Escorpio, es el centrar la energía de sus ataques en un punto minúsculo para causar el mayor daño posible y poca resistencia a la penetración. En cambio, los Caballeros de los Hielos nos concentramos en áreas más pronunciadas, pero en ataques menos devastadores. Por lo que puedo sentir en el Epicentro del Conflicto al golpearlo, es que mi cosmos es más alto que el tuyo, pero hay una forma de mantenernos en equilibrio. Si concentras tus relámpagos en un punto más pequeño, como la Aguja Escarlata de tu maestro, no importará que mi ataque sea más poderoso que el tuyo, ambos encontrarán el equilibrio en su centro –le explicó.
-Ah que molesto eres… lo haré solo para que dejes de hablar y de distraerme –concentró sus relámpagos Jabu, logrando lanzar los mismos en una hilera esmeralda, muy similar a la Aguja Escarlata de Milo, e impactar en un punto más reducido, pero de una forma más efectiva.
-¡Eso es! ¡Nuestros ataques están entrando en equilibrio! –le comentó Isaac desde su isla. Sorrento se mostró impresionado por lo logrado por el Caballero de Pez Volador, y comenzó a elevar su cosmos, preocupando a Isaac, quien se viró un poco.
-Mantén tu concentración, Pez Volador, ya te he dicho que no soy tu enemigo –le explicó Sorrento, su cosmos acrecentándose aún más-. Simplemente informo a mi benefactor de los avances de su Marino… has hecho un excelente trabajo, Isaac. Mi señor Poseidón, el Kraken está listo –terminó Sorrento, confundiendo a Isaac.
Grecia. Atenas. Santuario de Atenas. Templo de Athena.
-Suiza, China, Alemania, Turquía, Japón y ahora el Mar Mediterráneo. 6 de los Epicentros del Caos están debilitándose hasta casi extinguirse. Por fin podemos sentir el cosmos en su totalidad –enunció Saori, recorriendo el Santuario con la fuerza de su cosmos, y notando algo curioso al llegar a Sagitario-. Esto es… -comenzó Saori, sorprendida-. Afrodita… -se dirigió al dorado.
-Lo siento… no podía notarlo gracias a las Energías del Conflicto, pero ahora puedo hacerlo… -mencionó el de Piscis. En su mente, dentro del reconstruido Templo de Sagitario, la Armadura Dorada de Sagitario continuaba ardiendo con el Dunamis de Cronos-. Imposible… ¿ha estado brillando todo este tiempo? ¿Por qué no se detiene? –preguntó el de Piscis.
Colina de las Estrellas.
-El Dunamis… de Cronos… -comentó Yoshiko, curiosa, y se viró para ver a Arctos, quien aún descansaba en la Colina de las Estrellas y miraba al firmamento. Las batallas se habían extendido tanto que comenzaba a oscurecerse-. Arctos, Cronos fue tu dios principal. Pero ahora tu lealtad pertenece a Athena. Debemos saberlo. ¿Qué significa la presencia del Dunamis de Cronos en la Casa de Sagitario? –preguntó la Matriarca.
-Significa lo que es más que obvio, Matriarca Yoshiko… -le comentó Arctos, incorporándose un poco, pero sin quitarle la mirada a las estrellas- Significa que Cronos en esta realidad, ha decidido confiar ciegamente en Athena –le sonrió Arctos. Aquello no fue comprensible para Yoshiko, pero llenaba a Arctos con esperanza.
Santuario de Eris. Templo del Engaño.
-El Dunamis de Cronos… ¿sigue intacto? –enfureció Eris, notando en el cielo de su Santuario el cómo flamas azuladas, el Dunamis de Cronos, se manifestaban de tiempo en tiempo, volando junto a las hojas de los árboles marchitos- ¿Qué significa esto? ¡Vi el Dunamis desaparecer de la Flecha de Sagitario! –se viró Eris para ver la flecha, esta brillaba nuevamente con aquel Dunamis- No me digas que… ¿fue una trampa? –los ojos de Eris parpadearon un par de veces, y se rodearon de cosmos. Eris entonces miró a Úterus, descubriendo que flamas azules se ocultaban a su vista en todo momento, y que recorrían las raíces del Árbol del Engaño, y se conectaban con el resto de Árboles del Conflicto- Esto… no puede ser… los Frutos del Caos… -enunció ella. En su mente aparecieron los 9 Frutos del Caos, todos ellos rodeados de flamas azules del Dunamis de Cronos-. ¡Están sellados en el tiempo! ¡No pueden renacer! ¡La Armadura de Sagitario clavó su flecha en Úterus no solo para detener el flujo de las Energías del Conflicto por el mundo! ¡Lo hizo para contaminar a todo el sistema de Árboles del Caos y sellar a los Frutos del Caos en el tiempo! Los Daimones ya no pueden resucitar… -dedujo Eris, furiosa-. ¡Maldito Cronos! ¡Soy la Mercenaria de los Dioses! ¿Acaso piensas que un dios muerto va a detenerme? Voy a liberar los Frutos del Caos y a traer a Ares de vuelta a la vida… y tú no vas a detenerme, Dios Tirano… -comenzó a elevar su cosmos Eris. Horkos, escúchame detenidamente… hay algo que necesito que hagas por mí… -sonrió Eris con malicia, mirando a su tablero de ajedrez, y materializando a una pieza nueva, una hermosa pieza de plata con una corona de alas de cuervo.
Noruega. Asgard. Jardines de la Sacerdotisa de Odín.
-La escucho, ama Eris… -escuchó Hilda, distrayéndose de los preparativos para atraer a Horkos fuera de donde quiera que se estaba ocultando. Solo que no pudo escuchar más que solo eso. Camus, quien mantenía la mirada en el Epicentro del Caos que había estallado en medio del Palacio del Valhala, meditaba sobre las acciones a seguir en ese momento.
-Esto es preocupante. Sin tener el permiso de Derbal, no puedo hacer nada para frenar a este Epicentro del Caos de liberar sus energías alrededor de la población de Asgard… -cerró sus manos en puños Camus-. Y si intervengo, le estaré declarando la guerra a Asgard por irrespetar los deseos del Sumo Sacerdote. Las cosas se salen de control y no puedo comunicarme con mis camaradas para solicitar indicaciones. ¿Falta mucho para que el hechizo esté terminado? Me gustaría al menos hacer algo, cualquier cosa, para sentir que no estoy desperdiciando mi tiempo –se quejó el de Acuario.
-Desperdiciando el tiempo dice… ahora resulta que pasar tiempo conmigo se llama desperdiciar el tiempo –se molestó Hilda. Camus la ignoró mientras continuaba posando su mirada en el Epicentro del Caos-. Permíteme decirte que realizar una conexión entre Árboles Cósmicos no es sencillo, pero ya he terminado, observa –lo llamó Hilda. Camus se viró, y notó a Hilda parada dentro de un circulo que había conjurado en el suelo con su cosmos. Varias runas se encontraban a su alrededor, talladas en hueso como fichas cuadradas, cada una con un símbolo distinto, mismo que comenzó a brillar con el cosmos de Hilda.
-Esto me parece familiar… -comenzó Camus, notando como las runas comenzaban a elevarse, rodeadas por el cosmos de Hilda, y tras aquello, comenzaron a girar alrededor de la Sacerdotisa de Odín-. Espera, no solo me parece familiar, sino que realmente lo he visto antes. Las runas, la forma en que giran a tu alrededor… es idéntico a… -continuó Camus, recordando la Nueva Titanomaquia, estar derribado en el suelo malherido, y ver a Aioria dándose de golpes con Cronos mientras Mu elevaba un Muro de Cristal lo más alto que le era posible, y Milo corría con Saori en brazos escaleras abajo mientras Shaka dibujaba con su cosmos símbolos dorados utilizando su Dunamis-. El Dunamis Arkhein… ¿cómo es que conoces el secreto de Phoibe, la Diosa del Intelecto…? Se suponía que ese era un secreto prohibido para los Mortales –comentó Camus mientras observaba a Hilda realizar los mismos movimientos que Shaka aquella vez.
-¿Ah sí? ¿Por quién? ¿Tus Dioses Griegos? Ellos no pueden decirme qué puedo y qué no puedo saber, soy Nórdica –sonrió Hilda, continuando con el dibujar de runas a su alrededor-. Hasta donde yo sé, Phoibe podría haber obtenido el conocimiento del inicio y el fin del mundo de las Nornas Nórdicas, las equivalentes a las Moiras de tu panteón. ¿Ves cómo todas las mitologías están conectadas? –le comentó ella divertida.
-Desafortunadamente, mencionarlo de esa forma podría considerarse una herejía –se cruzó de brazos Camus-. De todas formas, ¿qué pasará cuando termines de escribir este hechizo o lo que sea que estés haciendo? –preguntó el de Acuario.
-¿No confías en mí? Sabes que no vaporizaría a la persona que amo, ¿verdad? –preguntó Hilda. Camus hizo una mueca de descontento, y entonces miró de forma fulminante a Mii y a Natassia, quienes intercambiaron risas hasta ese momento- En mi panteón, se reconocen a todos los Dioses. Seguramente los Dioses Nórdicos y los Dioses Griegos alguna vez coexistieron de una forma más amena. Al menos así es como me gusta pensarlo. La verdad es que incluso yo no puedo asegurarlo, son conocimientos prohibidos, pero… no todo lo prohibido es malo. Por ejemplo… si termino de construir esta oración… liberaré el secreto de la clarividencia –enunció Hilda, y tras aquello, un arcoíris se formó saliendo de su círculo de runas, lo que impresionó a Camus-. Y listo, he conectado con el Santuario de Eris. Si subes a este arcoíris te llevará al equivalente de Midgard del Santuario de Eris, lo que vendría siendo Úterus. Nada de pasar por los 9 Templos, esto te llevará justo a donde Eris, y lo mejor de todo es que ella no puede ver el arcoíris, nadie puede en realidad, solo nosotros –aclaró ella.
-Así que… ¿tu plan incluye el pisar la luz desfragmentada por el rocío, y caminar directamente al Santuario de Eris? –le preguntó Camus. Hilda asintió- Pude haber cazado a Horkos y obligarlo a llevarme como hizo Aioria –se quejó el de Acuario.
-¡Que grosero! ¡Mete tu mano al dominio del arcoíris! –pidió Hilda, Camus la miró con descontento, pero así lo hizo. Su cosmos embraveció en la extensión de su brazo- Protección contra la Barrera del Caos. Si cruzas este arcoíris, te impregnarás de una sutil protección que repelerá la barrera que debilita tu cosmos. No más entrar a un Santuario ajeno en un estado debilitado. A que no soy una persona de lo más útil –preguntó ella divertida.
-Ya lo entiendo… pero… ¿qué hay de Horkos? –preguntó Camus. Hilda se molestó, e incluso infló sus mejillas en señal de descontento por la poca apreciación del de Acuario- No puedo irme y dejarte sola con esa Seed. Sin mencionar que no puedo dejar ese Epicentro del Caos desatendido –le explicó Camus.
-¡En eso estamos de acuerdo! –escuchó Camus, Hilda reaccionó con sorpresa de igual manera. Al Jardín de la Sacerdotisa entonces entraron varios soldados, liderados en esos momentos por Surt, los soldados entonces apuntaron sus armas en dirección a Mii, Natassia y Camus- Camus, se te hizo una advertencia. Pero veo que la has ignorado y has convencido de nueva cuenta a Hilda de hacer tu voluntad –se molestó el pelirrojo.
-¡Surt! ¡Detente! ¡No es lo que piensas! –le pidió Hilda. Camus miró a la sacerdotisa, después a su amigo, y por ultimo al Epicentro del Caos, pensando en lo que debería de hacer- Si hubiéramos escuchado a Camus desde un inicio, podríamos haber evitado que esa cosa estallara en medio del Palacio del Valhala. Si Derbal piensa que esto es culpa de Camus, hablaré con él para explicarle la situación –le comentó ella.
-¡El Sumo Sacerdote Derbal no puede acusar a nadie! –se quejó Surt- Ya no puede. En realidad, la única razón por la que hemos logrado poner pie en este jardín prohibido, es porque Derbal no puede ordenar ni castigar a nadie desde Hel –le comentó Surt, Hilda se sorprendió por aquellas palabras- Esa cosa estalló frente a Derbal, vaporizándolo, y momentos después los reinos vecinos declararon la guerra al Santuario de Odín. Siegfried y Sigmund lideran a las avanzadas de defensa, se han movilizado a todos los puestos de batalla. Y a falta de un líder que nos guíe eso es todo lo que podemos hacer. Hilda, como Sacerdotisa de Odín usted es lo más cercano que nos queda a una figura de autoridad. No vine aquí a castigar a Camus por volver a manipularla en seguir sus designios, vine a buscarla para suplicarle que tome el mando de Asgard –pidió Surt, y tras sus palabras, una explosión se presentó a lo lejos, en las murallas principales de Asgard, y muchas otras le siguieron-. Su responsabilidad es a con Asgard, no a con el Santuario de Athena –pidió Surt.
-Da la casualidad, Surt, de que, si ahora yo soy la líder de Asgard a falta de Derbal, entonces no hay quien niegue mis órdenes –le espetó Hilda, molestando a Surt-. Aceptaré el liderazgo de Asgard bajo las siguientes condiciones, y deberás comunicarlas inmediatamente a todos los Jarl. El Santuario de Odín, y el Santuario de Athena, son naciones neutrales, y en caso de crisis, aliadas si es que Athena así lo solicita –ordenó ella. Surt se mordió los labios, pero asintió, tomó del hombro a uno de sus soldados, y le pidió extender su mensaje-. Ya que esto ha quedado en claro. Actuaremos en conjunto para detener la crisis actual. Usando las runas de Odín, he abierto un portal que llevará a Camus ante la Diosa Eris, a quien también estoy declarando, enemiga de Asgard en estos momentos. Lo que resta, es llamar a la Seed, un demonio resucitado, a este plano para acabar con él en señal de apoyo a Athena, además de encargarnos de esa cosa –apuntó Hilda al Epicentro del Caos-. Desafortunadamente, lo que veo en el mapa del cosmos de ese árbol, es una conexión directa al Árbol del Conflicto de Eris donde Úterus se encuentra. En otras palabras, para destruir esa cosa, hay que destruir primero a Úterus –les explicó ella.
-Aún hay otra manera –escuchó Hilda, lo mismo hicieron Camus, Mii y Natassia. Surt y el resto de soldados al parecer no escucharon nada-. Hilda de Polaris, Sacerdotisa de Odín, por lo visto has creado una dimensión similar a la que existe en la Colina de las Estrellas. Misma que me permitió escuchar tu resolución –comentó la voz.
-Agradezco la mención, más no la interrupción. ¡Hagalaz! –declaró Hilda, tomando la runa que tenía la forma de una H con la línea de en medio inclinada, y forzando a una proyección de cosmos de Yoshiko a hacerse presente- Matriarca Yoshiko. Asumo que esta es una petición de alianza –sonrió Hilda.
-Sacerdotisa Hilda, un placer conocerla. Es una lástima que tuviera que ser bajo estas condiciones –miró Yoshiko a los alrededores, sorprendida-. Estoy impresionada, esas runas lograron crear una dimensión idéntica a la de la Colina de las Estrellas. Puedo verlo todo perfectamente. Aunque no es el momento de impresiones. Camus, el Epicentro del Caos, como bien sabes es lo que esparce las Energías del Conflicto por todo Asgard. ¿Has notado algo fuera de lo común? –preguntó ella.
-Bastantes cosas, pero supongo que se refiere a posibles conflictos bélicos, Matriarca –comenzó Camus, arrodillándose frente a la proyección de Yoshiko-. Antes detuve una invasión de Bluegrad a Asgard. Se suponía que ese fuera el único conflicto de momento, pero el Líder de los Ejércitos de Defensa de Asgard, Surt, ha comunicado a la Sacerdotisa de Odín, regente tras la muerte del Sumo Sacerdote Derbal, que conflictos armados han iniciado con los pueblos vecinos sin provocación previa aparente –le informó Camus.
-Lo comprendo. Hemos descubierto que son 7 los Epicentros del Caos, y que cada uno es atendido por una Dríade –le explicó ella-. Sin embargo, algunas Dríades fueron enviadas a misiones distintas para divertir nuestras atenciones mientras las Seeds eran resucitadas. Sospechamos que la Dríade que queda con vida no se encuentra cercana a su Epicentro del Caos. ¿Has sentido alguna otra presencia? –le preguntó ella.
-Tuve el infortunio de toparme con una Seed que escapó por la debilidad de mi cosmos –le informó Camus-. Es todo, no hemos sentido ni conocido la presencia de una Dríade. El Epicentro del Caos se ha mantenido sin control aparente y nadie ha planeado aprovecharse de esta energía. Lo considero un desperdicio. Si hubiera una Dríade presente, ya se hubiera aprovechado –le comentó él.
-Sospecho igual que tú que no hay una Dríade presente en Asgard –le comentó Yoshiko, mirando a Hilda en ese momento-. Los Epicentros del Caos son los responsables de esparcir sus dominios por el mundo. Las Dríades únicamente canalizan esta energía y la usan a voluntad. Si no hay una Dríade, entonces debemos rodear al Epicentro del Caos con el cosmos, y forzarlo a debilitarse. Una vez que los 7 Epicentros del Caos estén debilitados, Athena podrá sellar los mismos –le explicó ella.
-Lo comprendo –asintió Hilda alegremente-. Si la Matriarca Yoshiko lo aprueba, como muestra de buena fe entre nuestras naciones, pediré a mis Dioses Guerreros que se encarguen de suprimir este Epicentro del Caos. De esa forma, el Caballero de Acuario podrá concentrarse en encontrar a la Seed que pronto obligaré a manifestarse con mis runas –le explicó ella mientras miraba a Camus, el de Acuario sonrió para la sacerdotisa, Yoshiko solo la miró con sorpresa-. Oh, disculpe, no se lo he mencionado. Resulta que, igual que Athena, aquí en Asgard la Sacerdotisa de Odín, que soy yo, puede liberar los Ropajes Sagrados de los guerreros seleccionados por el Dios Odín. Se supone que no se liberen estos sellos a menos que sea una situación que lo amerite, pero considero la alianza con el Santuario de Athena, y los beneficios que de esta alianza puedan resultar, como una ocasión necesaria y que podrá sellar la paz entre nuestras naciones. Sin mencionar que acarrearía beneficios de los cuales todos podremos beneficiarnos –agregó ella, con su mirada enteramente posada en Camus, quien comprendió los beneficios a los que Hilda se refería, y se ruborizó un poco.
-Contar con la alianza de otro dios en favor de defender a la Tierra, sería algo que no se ha visto desde la Guerra de Troya –comentó Yoshiko. La Matriarca e Hilda intercambiando miradas nuevamente. Mientras ambas autoridades conversaban, sin embargo, Camus comenzó a sentir algo en el cosmos, una distorsión en el mismo-. Athena por supuesto deberá formalizar esta alianza. Pero como Matriarca del Santuario, será un honor, y un placer, el servir de testigo de las buenas relaciones entre ambos Dioses de la Sabiduría en la Guerra… -continuó ella, Camus cada vez se veía más desesperado, Surt, Mii y Natassia lo notaron, y comenzaron a alertarse de igual manera. Los movimientos del de Acuario llamaron la atención de Hilda y de Yoshiko de igual manera. Camus entonces se viró a ver el portal abierto por Hilda, su cosmos llevándolo por todo el camino del arcoíris hasta Úterus, frente al cual Eris se posaba con su tridente listo, y su cosmos maligno rodeando el mismo.
-¡¿Eris!? ¡Puede vernos! ¡Hilda! –comenzó Camus, intentó correr en dirección a Hilda, quien aún no comprendía lo que estaba ocurriendo, más en ese momento, Horkos por fin se manifestó, atrapando a Camus por la espalda, para sorpresa de todos los presentes.
-Oh no, esto es algo que realmente debe disfrutarse con los ojos bien abiertos –le susurró Horkos. Camus se horrorizó y gritó el nombre de Hilda, quien abrió sus ojos hasta sus límites, y se viró al portal de arcoíris que había abierto, su mirada llevándola hasta donde Eris, quien le regresaba la mirada con inmensa maldad, terminaba de cargar su tridente con su cosmos, y lo lanzaba por el camino de arcoíris, desde su Santuario en Grecia, hasta el de Odín en Noruega, algo que no habría sido posible si Hilda no hubiese abierto aquel portal del que Eris siempre tuvo conocimiento gracias a Horkos, y que culminó con el Tridente de Eris atravesando el pecho de Hilda, ante la mirada atónita de la Matriarca Yoshiko, de Surt y sus soldados, de Mii, de Natassia, y finalmente de Camus, quien gritó con todas sus fuerzas y sus ojos cubiertos en lágrimas, mientras Horkos lo dejaba ir a reunirse con la sacerdotisa.
-¡Hildaaaaa! –resonó el grito de Camus. El Caballero Dorado que por siempre eligió desprenderse de los sentimientos, en esos momentos lloraba, se aferraba al tridente contra el pecho de Hilda, y atrapaba a la sacerdotisa antes de que cayera al suelo. Camus le arrancó el tridente del pecho antes de cargarla en sus brazos- ¡Hilda! ¡Resiste! ¡Te llevaré inmediatamente con un mé…! –intentó decir Camus. Hilda en respuesta, colocó su mano contra la mejilla del de Acuario, movió su rostro en negación, y su mirada, se apagó- ¿Hilda…? No bromees… Hilda… ¡Hildaaaaa! –se lamentó Camus.
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-Una verdadera lástima a decir verdad… -comenzó Horkos, levantando el tridente del suelo, elevando su cosmos alrededor del mismo, y enviándolo de regreso a Eris, a quien Camus se viró para ver aún con Hilda en brazos, mientras Eris reía con fuerza, retirándose, y apartándose del portal abierto por Hilda-. Tanto esfuerzo por sacarme de mi escondite. ¿Cómo podrían darse cuenta ustedes, estúpidos Caballeros de Athena, de que todo este tiempo permanecí oculto dentro de la sombra del Caballero de Acuario? –se regocijó Horkos, pero en esos momentos, nadie le prestaba atención.
-Hi-Hilda… señorita Hilda… -lloraba Surt frente a la sacerdotisa. Más la pena de Surt y los Guerreros Vikingos que le acompañaban, no pudo liberarse en ese momento, ya que la Tierra se sacudió violentamente, derribando a los presentes, dividiendo las atenciones del grupo entre concentrarse en Horkos, en el creciente Epicentro del Caos, y en el dolor de cada uno de los presentes.
Sin embargo, quien no distraía su atención en absoluto, era Camus, quien mantenía a Hilda en sus brazos, y la abrazaba cada vez más cerca de su cuerpo, ignorando por completo los temblores que en esos momentos despedazaban lo que quedaba del Palacio del Valhala, destruyendo incluso la estatua de Odín, que perdió su espada, y le permitió caer al agua, liberando un torrente inmenso, que incluso llegó hasta donde ellos estaban, derribando a todos menos a Camus, quien se mantenía protegiendo al cuerpo de Hilda en todo momento, lamentándose, no deseando soltarla.
-¿¡Qué está ocurriendo!? –preguntó Yoshiko, preocupada por todo lo que veía a su alrededor- Este temblor… puedo sentirlo incluso en la Colina de las Estrellas. ¡Alguien por favor dígame lo que está ocurriendo! –pidió la Matriarca.
-El fin del mundo es lo que está ocurriendo –enunció Surt, clavando su espada al suelo del Jardín de la Sacerdotisa, previniendo de esa forma el ser lanzado por las aguas que llegaron hasta el mismo tras la caída de la espada de Odín al mar. Mii y Natassia se tomaban de las manos para no caer igual que los Guerreros Vikingos, sujetándose de lo que encontraban. Y mientras todo aquello ocurría, Horkos, con su cosmos haciéndose presente, se mantenía inamovible, igual que Camus, quien continuaba llorando con Hilda en brazos.
-¡Ah! ¿Pueden sentirlo? –se regocijó Horkos, a quien Mii miraba con dolor y sus ojos también ahogados por las lágrimas- No teníamos que llegar a esto, ¿saben? Si ese imbécil de Cronos no hubiera metido sus narices donde no lo llaman, retrasando el renacer de los Frutos del Caos que nuestra madre Eris tanto se ha esforzado por cultivar, se les habría brindado la oportunidad a los humanos de defenderse como se debe. Pero madre está molesta, han retrasado su diversión. Al retrasar la llegada de los Daimones, algo debía hacerse. Alguien debía sufrir las consecuencias, y resulta que yo estaba en el lugar correcto y en el momento perfecto, para permitir a Eris el asesinar a esa estúpida. Ahora todos morirán ahogados –se regocijó Horkos.
-¿Ahogados? ¿De qué está hablando? –preguntó Yoshiko, mientras a lo lejos, gracias a su visión aumentada por encontrarse en la Colina de las Estrellas, la Matriarca pudo verlos. Los hielos de los casquetes polares se derretían, pero no lentamente, lo hacían con una velocidad inquietante y peligrosa- El hielo… ¡los polos se derriten! –comentó la Matriarca, se viró en la dirección contraria, y notó que lo mismo ocurría del otro lado del mundo-. ¿Por qué? ¿Qué está ocurriendo? –se preocupó ella.
-¡Lo que ocurre es que Asgard se ha quedado sin Sumo Sacerdote y sin Sacerdotisa de Odín! –apuntó Surt furioso y con la mirada rota en lágrimas, a la sacerdotisa fallecida en brazos de Camus- ¿¡No lo entienden!? ¡A Asgard se le negó la luz del sol! ¡Jamás hemos visto los verdes campos, o el azul del cielo! ¡Es nuestro castigo autoimpuesto por la salvación de otro mundo! ¡De este mundo! ¡Asgard sufre porque ha decidido sufrir por amor a la Tierra! –terminó él.
-La profecía… de los defensores de Midgard… -susurró Camus, su cuerpo ya temblaba por la pena-. Hilda… me lo contaste tantas veces… y yo te llamé ridícula e ingenua. De saber lo mucho que habías sufrido por la Tierra… hubiera regresado antes para ayudarte a aligerar tu horrible carga… Hilda… perdóname… -continuó Camus, tomando la cabeza de Hilda, y recargándola sobre su hombro-. ¡Hildaaaaa…! –continuó él.
-Así es. Ustedes los ajenos de Asgard… pueden disfrutar de la vida gracias a los sacrificios del pueblo que vive en el Asgard… donde nos entregamos enteramente a estas penurias por el bien de la humanidad… -continuó Surt-. Pero ahora, sin un Sumo Sacerdote, y sin una Sacerdotisa de Odín… nadie puede realizar los sacrificios a los Dioses, ni ellos escuchar las oraciones de nosotros los que viven en Asgard. Y como dictan nuestras creencias, sin estos sacrificios, el pacto que mantenía la estabilidad en la Tierra se ha roto. Los hielos de los polos se derretirán, el nivel de agua subirá a alturas inquietantes. Si esto ocurriera paulatinamente, significaría un aumento del nivel del mar de unos 70 metros, el aumento de 15 grados en la temperatura global, y la pérdida de 13 millones de kilómetros cuadrados de tierra en todo el mundo, que sería tragada por los mares –enunció Surt. De la nada, los mares de Asgard comenzaron a secarse con una velocidad inquietante, era como si toda el agua de los alrededores comenzara a caer por un extremo del mundo, dejando el otro enteramente seco. La vida marina, desprovista de agua, comenzó a resurgir. Pronto todas aquellas criaturas perderían la vida.
-Puedo sentirlo… algo está ocurriendo, los océanos se estremecen, pero no entiendo lo que está ocurriendo, el agua, se está alejando de las costas en los extremos norte y sur del mundo –le comentó Yoshiko. Surt se mordió los labios y asintió, Horkos solo se mantuvo divertido, y observando la desesperación de los presentes.
-Cuando el agua se retira del mundo, nunca es buena señal… -le comentó Surt-. Como le dije, estos eventos no serían tan desastrosos de ocurrir paulatinamente, no se supone que sea un evento inmediato. Sin embargo, al ser esto un castigo divino encausado por la muerte de Hilda. El desastre será al menos 5 veces peor. Imagine una cantidad de agua tal, que se tragará a continentes enteros. Primero, los océanos se estremecerán reuniendo sus aguas en los puntos donde el hielo se ha perdido, como cuando inmensas rocas caen al agua, primero ocurre una succión, y después, llegarán las olas… es cuestión de a lo mucho una hora… para que las primeras olas comiencen a manifestarse. Si mis cálculos son correctos, al menos la mitad de Asia, la totalidad de Oceanía, y gran parte de América del Norte y del Sur, van a desaparecer tragados por las olas. Lo mismo ocurrirá con una tercera parte de África. Estamos hablando de un verdadero fin del mundo –le explicó Surt.
-¡Es así como lo has dicho, Guerrero Vikingo! –se regocijó Horkos, disfrutando de los temblores que continuaban sacudiendo a la Tierra, y que de poco en poco destrozaban el Santuario de Odín, su estatua en la montaña partiéndose por los temblores, cortando la cabeza del Dios de la Sabiduría en la Guerra para los Nórdicos, e iniciando con un deslave que levantó una poderosa avalancha, que comenzó a sepultar los pueblos cercanos al Santuario de Odín- Este es el castigo que la Diosa Eris ha planeado para todos quienes se han atrevido a retrasar sus planes. ¿Pueden verlo ahora? ¡El castigo que les espera a quienes se atrevan a…! –intentó decir Horkos, cuando la Seed fue impactada con fuerza en su rostro, y lanzada a una de las estatuas de hielo, la del Dragón de dos cabezas, que se derribó sobre de él tras la patada de Camus.
-Silencio, ya llegará el momento de torturarte por tus crímenes, Seed… serás el primer oponente al que enfrentaré sin separar mis sentimientos de la confrontación… -declaró Camus. Mas antes de seguir con las amenazas, se dirigió ante Surt, quien lo miró con tristeza, mientras Camus le ofrecía a Hilda-. Surt… hay tantas cosas que desconozco sobre su cultura… por eso necesito que me lo digas… ¿acaso… no existe nada que pueda hacer por Hilda? –preguntó él, aún con lágrimas en sus ojos, estando en un estado que Surt nunca pensó volver a ver en él.
-Camus, tu cosmos no miente, en verdad no hay nada que se pueda hacer por Hilda… -le explicó él. Camus se mordió los labios con fuerza ante aquello, pero asintió-. En estos momentos, la Diosa Freyja debe estar reclamando su alma por sobre Hela, la Diosa del Inframundo Nórdico. Al morir por la herida de un arma, y no de enfermedad o de vejes, las Valkirias de Freyja la reclamarán, y llevarán su alma con ellas al Fólkvangr, donde vivirá por siempre al servicio de los Dioses, ya que, para nosotros, la reencarnación no existe –terminó él.
-Ya entiendo… entonces… no importa lo que ocurra… viva o muera… jamás podré verla de nuevo… Hilda… se ha perdido para siempre… -enunció Camus, su cosmos saliéndose de control, creciendo tanto que comenzaba a llamar a una tormenta de nieve-. Si yo muero, no podré siquiera ir al mismo paraíso que ella, ya que nuestras culturas son distintas. Y al ella vivir eternamente en el Reino de Freyja, no podremos reencarnar juntos jamás… he perdido a la mujer que amo… por mi maldito egoísmo y mi indiferencia ante los sentimientos… ya no más… voy a destruirte Horkos, pero antes de hacerlo, vas a sufrir toda mi ira… -amenazó Camus, pero miró a Surt una última vez-. Te lo suplico… Surt… permíteme realizar el entierro más honroso… que podría darle a Hilda… por favor… -le pidió él.
-¿Sarcófago de Hielo? –preguntó él, Camus asintió, el pelirrojo lo pensó, y miró el cuerpo de Hilda, sin vida, pero aún hermosa- Lo permitiré… pero será un secreto entre los presentes… Siegfried y Sigmund jamás me lo perdonarían si se enteraran del destino de Hilda. Sin embargo… al ser el deseo de mi mejor amigo… quien además ha perdido a la única mujer que alguna vez ha amado… no podría negarme. Hazlo… Camus… -aceptó Surt, Camus entonces alzó su mano, y comenzó a reunir la luz del cosmos de su técnica.
-¿El Sarcófago de Hielo? –se quejó Yoshiko, aun manteniendo la conexión abierta por Hilda- ¡Espera Camus! ¡Con tu cosmos reducido al 40% no alcanzarás la fuerza necesaria para completar la técnica! –le comentó ella.
-¡Estoy consiente! –exclamó el de Acuario, su cosmos rodeándose por el Dunamis, lo que escandalizó a Yoshiko- ¡Estoy consiente también de lo que significa usar el Dunamis en este momento en que estoy tan débil, Matriarca Yoshiko! ¡Pero esta, es mi decisión egoísta personal! ¡Okéanos! ¡Préstame los vientos necesarios para completar mi Sarcófago de Hielo! –los vientos del Dunamis de Okéanos se manifestaron, e igual lo hicieron sus hijas las Oceánidas, y juntas, terminaron de completar el Sarcófago de Hielo, quedando Hilda congelada por la eternidad- Un Sarcófago de Hielo común, se derretiría al paso de 1000 años. Pero este… durará para siempre… solo se derretirá bajo las flamas mismas del Ragnarok que tus Dioses profesan llegarán al final incluso de la vida divina… -tras aquello, el cosmos de Camus volvió a encenderse, y se viró para ver a Horkos, quien apenas se reponía del ataque anterior de Camus-. Es hora… Horkos… tu tortura, ya puede comenzar –le comentó él.
-¿Mi tortura dices? Con ese nivel de cosmos ni siquiera… -intentó decir Horkos, cuando el puño de Camus fue impactado en su rostro con fuerza, tumbándole algunos dientes incluso por el movimiento-. ¡Maldito! –gritó la Seed, cuando Camus lo tomó del cuello, lo alzó, y lo forzó a verlo a los ojos, estos no dejaban de llorarle aun cuando había comenzado el combate.
-No morirás aquí… Horkos… la tierra a la que Hilda tanto amaba, no será manchada por tu sangre –continuó Camus, lanzando a Horkos dentro del portal que había abierto Hilda, cayendo la Seed contra un puente de arcoíris-. ¿Qué esperas, Horkos? El puente no resistirá para siempre –comentó Camus, golpeando el mismo con su puño congelante, y fragmentándolo-. ¿Sabes lo que pasa si caes de un puente arcoíris, Horkos? Te caes del árbol del mundo, y tu alma se pierde en la inexistencia. Si no quieres que ambos desaparezcamos así, entonces muévete –amenazó Camus a la Seed.
-Malnacido de Acuario, no tengo por qué complacerte… -se molestó la Seed, mientras el puente de arcoíris continuaba fragmentándose, lo que comenzó a preocuparlo-. Muy bien… te llevaré al Santuario de Eris como deseas, Acuario… y allí encontrarás la muerte –declaró él.
-Probablemente encuentre la muerte allí, Horkos, pero no será por tu mano… ¡sino que será después de arrancarle el corazón a Eris con mis propias manos! –azotó Camus su puño contra el arcoíris nuevamente, rompiendo el que se encontraba a sus espaldas, y cerrando el portal abierto por Hilda.
-¡Espera Camus! ¡Si te vas entonces el Epicentro del Caos no será debilitado! –pidió Yoshiko, cuando su representación de cosmos comenzó a flaquear- La conexión establecida por Hilda… se está perdiendo… Mii, Natassia… sé que sonará imposible… pero… deben usar sus cosmos para achicar el Epicentro del Caos… -tras decir aquello, la conexión se rompió.
-¡Matriarca espere! –pidió Mii, pero la conexión terminó por perderse- No creo que contemos con el cosmos suficiente para debilitar siquiera el Epicentro del Caos. ¿Qué vamos a hacer? –preguntó ella inquieta.
-Tal vez ustedes no… -les mencionó Surt, mirando el Sarcófago de Hielo, dolido por perder a la Sacerdotisa de Odín-. Pero en honor a la lealtad que Hilda deseaba que existiera entre Griegos y Nórdicos… yo daré hasta la última llamarada de mi cosmos para detener el Epicentro del Caos –les comentó él, mientras los terremotos continuaban destruyendo todos los pueblos de Asgard.
Grecia. Atenas. Santuario de Athena.
-Unght… blearght… -comenzó Saori, sobresaltando a Afrodita, quien se viró a ver a su diosa, que acababa de caer en sus rodillas, y comenzaba a vomitar agua, lo que fue un mal presagio para Saori, y llenó a Afrodita de terror.
-¡Saori! ¿¡Qué está pasando!? ¿Es esto normal? ¡Espera aquí! ¡Buscaré a una Saintia! ¡Miho sabrá cómo atenderte! –se apresuró Afrodita, incluso fue tan lejos como para dejar a Saori sola, y observando el agua que acababa de vomitar.
-Esto… no es normal… la última vez que vomité de esta forma… -recordó Saori el momento en el que había vomitado sangre, momento en el que comenzaron las masacres en el mundo-. ¿Qué significa esto? Siento un miedo muy profundo recorrerme todo el cuerpo –comenzó Saori a llorar, sintiendo un vacío muy profundo en su corazón.
Termina Tema: God Warriors vs Saints.
Isla de Creta.
-Los mares del mundo han comenzado a estremecerse con tal violencia, que estoy seguro de que no dejarán a Athena indiferente –comenzó Julián Solo, asomándose fuera de su balcón. Su criada personal estaba a su lado, preocupada, ambos mirando en dirección al Epicentro del Caos, y gracias al cosmos de Julián Solo, sus miradas llegaron ante las islas de Paximadi y Ananes, donde Jabu e Isaac respectivamente, mantenían sus cosmos ardiendo, Isaac manteniendo sus vientos congelados ante la mirada atenta del extraño mayordomo de nombre Sorrento, y Jabu lanzando los relámpagos esmeraldas de su cuerno. Ambas fuerzas manteniéndose en un estado de equilibrio casi perfecto, que achicaban el Epicentro del Caos del Mar Mediterráneo, o al menos eso era lo que habían estado consiguiendo, hasta que el mar comenzó a embravecerse, y a retirarse a una velocidad inquietante, que dejaba a barcos pesqueros a la deriva, y a la fauna marina muriendo en sus costas-. Este desastre… terminará por cambiar el Mundo Mortal como lo conocemos… -comentó el joven.
-Amo Julián –comenzó su criada en ese momento, ganándose la atención del millonario-. Si el desastre que piensa que va a liberarse sobre la humanidad ocurre. Me temo que su contenedor perderá toda la fortuna de su familia. ¿Es prudente permitir esto? –le comentó ella.
-Permitirlo es una forma de decirlo… -declaró Julián con sus ojos brillando de un color turquesa-. Más bien es que en mi condición actual, no hay mucho que pueda hacer que no sea salvar a la Isla de Creta de desaparecer tragada por el mar. E incluso si pudiera hacer algo al respecto, la alternativa sería incluso más catastrófica que la situación actual –le comentó él.
-Si la situación actual no va a cambiar en absoluto, ¿entonces por qué no aprovecharse de ella, Dios Poseidón? –escucharon tanto Julián como su criada, se viraron, y encontraron a Eris detrás de ellos, con la Manzana Dorada de la Discordia en su mano. La criada de Julián se adelantó para protegerlo, pero de una bofetada bastante fuerte, la diosa lanzó a la criada a una pared, donde terminó noqueada- Poseidón, siempre es un placer verte. Aunque te ves más alto que la última vez –se burló ella.
-Eris… que atrevimiento, ¿cómo osas posarte ante mi presencia? –le recriminó el joven, un cosmos turquesa y hermoso manifestándose a su alrededor- Dame una razón para no fulminarte en estos momentos –declaró el joven.
-¿Además de que no deseas servir de aliado de Athena tras tu sacrificio en la Guerra de Troya? –se burló Eris, el cosmos de Julián se intensifico en amenaza- Para mí fortuna personal, he venido preparada. Te tengo un regalo, Poseidón… -alzó Eris entonces la Flecha Dorada de Sagitario que llevaba consigo, forzando a Julián a abrir sus ojos hasta sus límites-. Esta flecha, está impregnada de algo que deseas, ¿no es así? Me temo que además es algo que me está dando demasiados problemas, así que, si me hicieras el favor de remover el Dunamis incrustado en esta flecha, yo podría continuar con la resurrección de los Daimones. Todos ganan –le aseguró Eris, divertida.
-¿Me entregarías el Dunamis de mi padre Cronos? Debes ser más estúpida de lo que creía –enunció Julián, divertido- ¿Acaso tienes idea de lo que un dios como yo podría hacer con un Dunamis? No he sentido el Dunamis desde que Apolo me traicionó, asesinando a mi cuerpo original por la espalda. Con el Dunamis de mi padre, yo podría convertirme en el Rey de los Dioses –admitió él.
-Podrías, pero no es el Dunamis completo, solo una porción del mismo –le comentó ella. Julián le dirigió la mirada, curioso-. Tengo planes para la otra mitad del Dunamis de Cronos. Entiendo que podrás encontrarle uso a esta porción, tal vez… ¿ayudarme a propagar el Caos por el mundo, levantando el Continente Perdido de la Atlántida de las profundidades? –preguntó Eris, Julián la miró fijamente, como si la despreciara- Vamos, no estarás realmente reconsiderando tu postura ante la humanidad. Pensaba que, desde aquel incidente, no deseabas seguir inmiscuyéndote en la reverencia Mortal –declaró ella.
-Reverencia y subordinación son dos cosas muy diferentes –le comentó él acercándose a un globo terráqueo en su habitación-. Pero… si accedo a esto… millones morirán. Si la Atlántida recuperara su lugar geográfico perdido, las marejadas arrasarían con países enteros. Europa, hasta sus fronteras con Grecia, será tragada por los mares por el resurgimiento del continente perdido. África perderá una cuarta parte de su extensión territorial, una tercera parte de Canadá, y la mitad de los Estados Unidos sufrirá el mismo destino. Todas esas muertes… recaerían en mi decisión egoísta de recuperar mi reino… -le comentó él.
-¿Decisión egoísta, o un acto de piedad? –le preguntó Eris, su Manzana de la Discordia, misma que llevaba atada a su cuello en todo momento, comenzaba a brillar intensamente- El Dunamis de Cronos tiene un límite. Y cuando este se agote, los Daimones se liberarán, esparciendo la muerte y el Caos por el mundo. Todos los humanos sufrirán por la malicia de los Daimones de Ares. ¿Acaso no sería más piadoso ahogarlos a todos? Sé que el morir ahogado es una muerte horrible, pero sería piadosa al menos. ¿Lo entiendes Poseidón? O los matas tú, de una forma más rápida y probablemente indolora… o los mata Ares, de una forma dolorosa y despiadada. Si te queda al menos algo de amor por los humanos… elegirás su ahogamiento… -sugirió ella, la Manzana de la Discordia brilló, y de igual manera hicieron los ojos de Julián.
-Entrégamelo… -pidió Julián, Eris sonrió, y entregó la Flecha de Sagitario con una sonrisa, y una vez esta estuvo en manos de Julián, un tridente se materializó en su otra mano, salió al balcón de su mansión, y comenzó a reunir su cosmos alrededor de tanto la Flecha de Sagitario, como de su tridente-. Con el poder otorgado a mí, imbuido en esta flecha, y por la voluntad de mi padre, Cronos. ¡Que la Atlántida se levante! –la Flecha de Sagitario fue consumida por el Dunamis, este entró en el cuerpo de Julián, y se transmitió a su tridente que, imbuido por aquellas energías, disparó en dirección al Epicentro del Caos en Medio del Mar Mediterráneo.
Isla de Ananes.
-¡Este es…! ¡El cosmos de Poseidón! –se sorprendió Sorrento, observó la fuerza de cosmos estrellarse en contra del Epicentro del Caos, y este estallar, disipando las Energías del Conflicto por el mundo de una forma más errática, y lanzando tanto a Jabu como a Isaac en sus respectivas islas, al mar- ¡Kraken! ¡Resiste! –se lanzó Sorrento al agua, entrando en la misma y buscando a Isaac, sacándolo a la superficie, inconsciente. Sorrento intentó nadar a una zona segura, pero la Isla de Ananes comenzó a destrozarse cuando un pilar inmenso comenzó a alzarse del agua, pilar que al parecer había formado parte del Epicentro del Caos nacido en el Mar Mediterráneo-. El Pilar del Atlántico Norte… -enunció Sorrento, sorprendido-. No es posible, el Pilar debería encontrarse en lo profundo del Océano, no me digas que… -miró Sorrento a la isla, esta se fragmentaba y hundía, estallando con llamaradas de magma hirviente, mientras un continente que existía debajo de ella se alzaba, reemplazando al pueblo pesquero con montañas de corales y caminos de piedra muy bien tallados-. La Atlántida… está resurgiendo… -se preocupó el mayordomo, pero manteniendo a Isaac a flote, aunque inconsciente.
Isla de Paximadi.
-¡Isaac! ¡Puedes escucharme! –preguntó Jabu, de vuelta en tierra firme, y sobresaltado por ver el Epicentro del Caos estallar de la manera en que lo hizo, además de observar las olas inmensas que se dirigían en su dirección- ¡No es posible! ¡El pueblo! –se viró Jabu para ver a los aterrados pobladores. Algunos corrían intentando llegar a terreno alto, otros se alejaban lo más que podían del mar, pero muchos otros, la mayoría en realidad, tan solo observó el tamaño descomunal de las olas, y buscaron a sus familiares y amigos, quien fuera que fuera un ser querido, y comenzaron a abrazarse, aceptando que nada podrían hacer más que tener en sus brazos a las personas que más amaban una última vez-. ¿Acaso no hay nada que pueda hacer? ¿Tan débil soy que no puedo salvar sus vidas? –lloró Jabu, mirando a las olas, que se encontraban cada vez más cerca- Lo lamento… por favor perdónenme… realmente lo lamento… -saltó Jabu, transformado en un cometa violeta, evadiendo las olas con un Salto de Cosmos, y observando desde el cielo el como la Isla de Paximadi era tragada por el mar.
Grecia. Atenas. Santuario de Athena.
-Blearght… -de regreso en el Santuario, Saori continuaba vomitando agua sin poder detenerse. Lithos se encontraba a su lado, traída por Afrodita ya que Miho tenía nuevamente la responsabilidad de cuidar de Ios, e intentando atenderla, mientras el de Piscis observaba los pilares de luz conjurados por Athena, notando como uno de estos estallaba en pedazos, preguntándose la razón de su desaparición.
-Uno de los Epicentros del Caos… se ha apagado… lo hizo sin la intervención de Athena. Se trata del Epicentro que Isaac y Jabu fueron a debilitar –dedujo Afrodita en ese momento-. No me creo que un par de Caballeros de Bronce, por más poderoso que sean sus cosmos, pudieran destruir un Epicentro del Caos cuando los Caballeros Dorados no hemos logrado tal cosa. ¿Qué está pasando? –se preguntó el de Piscis. Más entonces decidió posar su atención en Lithos.
-Señorita Saori… resista… -suplicaba Lithos. Afrodita se acercó a ella con preocupación-. Se-según los escritos sagrados… Athena puede manifestar diversos malestares dependiendo del estado del Mundo Terrenal… para que Athena manifieste algo como esto sin embargo… -comenzó ella, preocupada, Afrodita no requirió de más información.
-La Tierra tendría que estarse inundando… ahora lo entiendo… -se quejó Afrodita, y comenzó a elevar su cosmos- ¡Matriarca Yoshiko! ¡Matriarca! ¡Respóndame! ¿En qué estado se encuentra el mundo? ¡Matriarca! –continuó Afrodita.
Colina de las Estrellas.
-Esto… es horrible… -comenzó Yoshiko para sí misma, logrando ver el mundo a través de la dimensión que existía en la Colina de las Estrellas. Arctos, a su lado, compartía un temor muy similar en su mirada, mientras frente a ambos, el planeta Tierra era visible, y en este no solo un cuerpo de tierra emergía entre América y Europa, sino que las olas generadas por el emerger de dicho continente, se tragaban a África, a Estados Unidos, Canadá, Groenlandia, y varios países mas, mientras las marejadas se extendían por todo el mundo-. Así que este es el castigo… de desafiar a los Dioses… Aioros… ¿realmente ha valido la pena? Yo… ya no lo sé… -se escandalizó la Matriarca, mientras el mundo entraba en una nueva era de sangre y muerte.
