Disclaimer:Todos aquellos personajes que salen en "Las chicas superpoderosas" son propiedad de McCracken. La descendencia de las protagonistas y otros nuevos personajes, así como las ideas narradas, son de nuestra autoría.

Idilios Nocturnos es una cuenta compartida por las autoras: Domina Mortem y Lenore´s Tears.

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ACLARACIONES

Lenore es invocada de nuevo…

Otro trabajo de manera individual viene de mi parte, espero que sea de su agrado. También vengo a inaugurar la sección dedicada al hijo mayor de los verdes: ¡Allan el creativo!

Como les dije, ya estará Mortem por acá compartiéndoles otras historias; ella con la dinámica de padre e hijo y yo, como leerán en breve, madre e hijo. Ya saben que los nenes son de uso compartido. (En su defecto, si la ocasión lo amerita, también nos leerán por aquí juntas, con Butch y Buttercup haciendo desmadres con Allan)

Las historias que se suban no tendrán orden cronológico.

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Contexto de la lectura

1. Allan tiene 7 años.

2. Buttercup tiene 34 años, próximo a cumplir 35, pues la situación se da a inicios de vacaciones de verano, o sea, en junio.

3. Carter, segundo varón de los verdes, ya ha nacido.

4. Allan está en la escuela primaria (Elementary School)

5. Buttercup es intensa cuando se meten con sus hijos (?)

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Disculpen errores

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Monsters

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El calor comprimido dentro del látex de la máscara que usaba en estos instantes comienza a molestarme, el sol que comparte ese ardor a las personas que están fuera de sus hogares, se vuelve más insoportable cuando éste se encuentra en su estación favorita del año. El verano ha llegado. Pero aquellos mini análisis que rara vez hago del clima se deben al hastío de la poca brisa que corre y el sofoco que siento detrás del disfraz. No me arrepiento de exasperarme por la alta temperatura si con ello logro mi punto. Y es aquellas víboras, que supuestamente trabajan para educar niños, no me dirían a mí, cómo criar al mío.

Así que, aburrida, a la espera de que Allan saliera de su colegio, recuerdo los hechos que me llevaron a aguantar el fervor del astro diurno con una máscara de Michael Myers puesta, acompañada de las miradas juzgonas de los padres que pasan. No presto atención y me apoyo en un árbol. Bien pude ahorrarme todo este "espectáculo", mas conociendo la naturaleza de mi carácter competitivo y pedantería incluida, por nada iba a permitir que dos mujeres intolerantes perturbaran la paz de mi pequeño.

De ahí radica el problema, Allan es un niño tranquilo, educado y parlanchín cuando le tiene confianza a alguien… sí también llorón y dramático, pero es tranquilo. Posee una paciencia juguetona, así como una mente imaginativa con la que crea todo tipo de historias, estos son rasgos que causan que quieras pasar más tiempo junto a él. Allan no es grosero; por ello, cuando soy llamada por rectoría para hablar sobre la conducta de mi hijo hacia sus compañeros, no mentiré que me terminó sorprendiendo. Encontrarme con la directora y maestra designada de mi mutante en una habitación con poca calefacción, fue más incómodo de lo que pude creer.

—Entonces… ¿A qué se debe mi llamado? —pregunté directa, después de saludar a la maestra y estrechar la mano de quien estaba en frente mío. Me encontraba curiosa por la situación, pero afanada por salir de aquí y llevarme a Allan a pasear.

Le di un rápido vistazo desde lo poco que me permitían ver las persianas y la puerta que me separaba del mutante. Ahí lo hallé sentado y sereno en una silla.

—Que pena tener que llamarla de tan súbita manera, supongo que su trabajo como heroína no le permite mucho tiempo libre—respondió modesta la directora.

—Cualquier cosa referente a mis hijos es más importante que el caos en la ciudad—comenté seria, expresando una verdad que no pensaba ocultar. Todos se podían ir al carajo mientras mis retoños estuvieran bien.

—Oh bueno, son fuertes declaraciones para ser alguien que defiende a Townsville del crimen—dijo reticente la señora de cabello recogido que tenía la palabra amargada tatuada metafóricamente en su rostro.

—Pero no vinimos aquí para hablar del cómo arriesgo mi pellejo para salvar gente mal agradecida… vuelvo a repetir, ¿para qué me llamaron? —aburrida de tantos rodeos, inquiero de nuevo en las razones de mi visita.

—Señora Buttercup, me siento preocupada por la actitud de Allan—la maestra habló por primera vez.

—¿Cómo? —interrumpí.

—Es que… no quiero sonar grosera, pero Allan tiene una actitud extraña…

—Extraña ¿cómo? —indagué con voz tedia en el estúpido silencio en que se detuvo. Me estaban colmando la paciencia.

La maestra de no más de treinta años, buscó la ayuda de la directora con la mirada, tal parecía que no quería decirme lo que ella consideraba "extraño" en los comportamientos de mi hijo.

—Señora Buttercup, no queremos faltarle al respeto, pero me temo que Allan no es común y no sólo me refiero a su procedencia.

—Me estoy aburriendo de estas vueltas sin respuestas, al punto. — Fui demandante, ya estaba irritada de todo esto.

—Él suele hablar solo, se aísla del resto cuando está aburrido, por lo general le gustan cosas que no deberían gustarle, y, además, siempre tiene esa máscara de calavera encima con lo cual asusta a sus compañeros—. Dictaminó a regañadientes la directora.

Volví a divisar a Allan por inercia, sintiéndome lejana de él por un momento. Regresé mis ojos a las dos personas que me observaban, una culpándome con su retadora expresión y la otra apenada, pero también tomando una actitud cómplice y en acuerdo con la primera. Me quedé callada, pues buscaba las frases adecuadas para responder; no quería insultarlas. Sí quería, pero debía limitarme.

—Una pregunta, ¿Allan ha perseguido a los niños al punto de asustarlos? —inicié.

—Sí… bueno, no—sentí la duda de la maestra.

—Sí o no.

—No, la verdad no.

—¿Ha sido grosero con alguien?

—No, tampoco.

—Bien… ¿cuándo habla solo, lo hace delante de sus compañeros?

—Usualmente no, simplemente lo hace cuando está garabateando algo—respondió fatigada la profesora al comprender que no me tragaría sus falacias.

Era mi primogénito del que estaba hablando y para desgracia de quienes querían retarme, porque esto significaba un atrevimiento; ese mutante, ese mocoso, salió de mí, vivía conmigo y lo conocía mejor que nadie.

—Me dice que utiliza una máscara, ¿verdad? —interrogué de nuevo—. Sé que Allan no trae ninguna de sus caretas "terroríficas" a la escuela—resalté esa palabra—Sé que trae una hecha de plástico de una calavera risueña que cualquier niño usaría. Tengo entendido que se la quita cuando entra a la escuela y se la pone de nuevo cuando sale de ella. ¿Alguna vez se la ha colocado en clase?

—Señora Utonium, lo que queremos decir…—refirió la decana.

—Díganme la verdad, ¿por qué estoy aquí? —interpelé impaciente.

—Señora Buttercup, no se lo tome personal, pero su hijo habla de monstruos, de vampiros y fantasmas, esos temas no son adecuados para un niño—. Me reprendió la cabecilla otra vez.

—¿Y lo ha hecho en un ámbito macabro? Porque yo no he oído a Allan hablar sobre chupar sangre humana, matar o ponerse sábanas para asustar a alguien en casa—Bueno, esto último solía hacerlo con Carter, pero el detalle no venía al caso.

—Sea como sea, no es contenido para que vea un infante.

—Concuerdo, la idea es educar niños de bien, no futuros psicópatas—agregó la profesora ya segura de sus suposiciones.

Supe que las había sorprendido con mi risa socarrona luego de la locura mencionada y mi semblante escueto, los cuales no combinaban entre sí.

—A ver, déjenme entender, me llamaron porque no están de acuerdo con el tipo de gustos que tiene mi pequeño, es eso… gustos que no le han hecho daño a nadie—afirmé.

—Mire Señora Buttercup, no nos tome a mal, estamos preocupadas por el futuro del niño, no sabemos en qué manos ha caído… No lo decimos por usted, claro está—Se corrigió la directiva al final como si de algo le sirviera. Aunque sabía a quién se refería y trataba de excluirme de la "mala educación" que tenía mi pequeño, bien entendía que yo estaba involucrada.

Las ganas de molerlas a golpes estaban ganando. Tomé un respiro antes que la ira se apoderara de mí.

—¿Hace cuánto trabaja como directora, Señora… Harris? —Leí en su escritorio su apellido de pila.

—Eso no viene al caso—. Respondió a la defensiva.

—Oh claro que sí, tiene mucho que ver. Sería una lástima que fuera destituida de la nada.

—Buttercup—había olvidado los modismos al entender el significado de mi habla—. ¿Me está usted amenazando?

—Cómo se le ocurre—fingí indignación—. Sólo quiero decir que sería una verdadera pena que me quejara de los prejuiciosa que es la prefecta de esta institución y sus subordinados—atisbé a la profesora por un instante—. Aparte, casi no tienen buenos métodos de enseñanza. Digo, ¿por qué subestiman a un niño?, a nadie le gusta que se traten mal a los niños.— Quisieron hablar, no obstante, me les adelanté —. No me lo tomen a mal, no es que lo vaya a ser, no hay tales motivos, ¿cierto? —amenazante pregunté—. Por favor, tengamos más comprensión por quienes no entran en lo que ustedes consideran "bueno"—. Terminé, levantándome de mi asiento e ignorando las posibles represalias de mi imprudencia. Al menos contaba con el respaldo del alcalde, quien siempre estaba dispuesto a cumplir los caprichos de una superpoderosa mientras su ciudad estuviera a salvo.

Aquella vez tomé a Allan de la mano y lo llevé a los juegos, le permití que vistiera lo que quisiera y jugué con él en los columpios simultáneamente me contaba historias de los monstruos que lo acompañaban en la noche, esos que consideraba sus amigos y los que le relataban todas las historias que nos narraba después.

Seguía arrimada en el árbol hasta que lo distingo saliendo junto a su mejor amiga desde hace un año. Esa niña de nombre Virginia que lucía una cabellera mitad blanco, mitad negro por su enfermedad, a quien conoció en un descuido de mi parte. Levanto la mano para llamar su atención, Allan al notarme, ensancha su sonrisa por mi aspecto; uno macabro como tanto le gusta. Se despide y lo veo correr hacia mí emocionado mientras abre su mochila, se detiene a unos pasos antes de llegar para ponerse su característica máscara y correr otra vez a mis brazos. Que absurdo es el no entender que aquellos monstruos que asustan a muchos, le dan diversión y compañía a Allan. Además, ponía en práctica esa creatividad de soñar despierto.

—¿Qué tal la escuela? —consulto como cada día.

—Bien, aburrida. La maestra se ha comportado muy amable conmigo últimamente—. Contesta distraído y ansioso por irse.

—¿Ah sí? ¡Qué bueno! —Que satisfacción, oh sí.

En lo que Allan advierte el camión de helados acercándose, regreso mi visión a la profesora que sigue fisgoneándonos. Importándome poco, alzo el dedo de en medio hacia su dirección. Que hermosa es la venganza.

Mi hijo llama mi atención y pongo mis pupilas a quien de verdad tiene relevancia, Allan me sonríe y procedemos a caminar. Su sonrisa es lo único que necesito para olvidarme de todos.

—¡Mamá, tengo una nueva historia!

—¿De qué se trata? —Demando con la misma exaltación que él me comparte.

—Trata de un reino lejano llamado Farán y es dominado por un monstruo de ojos grandes y azules…

¿Qué ganan los adultos al subestimar a un infante? ¿De juzgarlo por aquellos gustos que no hacen daño a nadie? Es fácil entender que ellos miran la vida desde su propia perspectiva.

Que el mundo se vaya a la mierda mientras Allan mi mutante de ojos miel y verde musgo, es feliz.

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Les dije que Buttercup podía ser intensa y mamona cuando se metían con sus hijos y si bien aquí no es que haya sacado esa faceta en su totalidad, si es algo que iré mostrando en el transcurso de lecturas. No la juzguen, hay madres que no permiten nada con sus hijos.

Y sí, Allancito gusta mucho de las cosas terrorificas e inventa historias la mayoría del tiempo, pero un niño muy dulce cuando se lo propone. Contrario al estigma de sus gustos, es alguien educado y respuestoso... A veces se le sale, a veces (?)

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En mi defensa, se suponía que no debía ser tan largo, pero ya ven que una se emociona, y pos ahí quedó. Sé que pude hablar más de la interacción de Buttercup y su hijo, pero me pareció interesante mostrar primero esta perspectiva poco tolerante a ciertos gustos (que no se extrañen, se da mucho en los colegios), así como mamá Buttercup sacando ese lado poco moral para defender a sus pequeños.

No se preocupen, en futuros escritos, ya me enfocaré en lo importante: su relación.

Esperen por más escritos de nuestras partes, que Mortem y yo todavía tenemos muchísimo por mostrar y conforme hablamos más de este mundillo, más grande y complejo se vuelve.

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Subo esto en lo que escucho los temas que tenemos en la playlist de Allan... ¿Ah no lo sabían? ¡Hasta lista de reproducción les hemos puesto! Si gustan enterarse, pueden seguirnos en la cuenta de instagram, Idilios Nocturnos. Ahí publicamos datos y dibujitos.

Gracias por el apoyo que hemos recibido, en serio, nos motivan a querer mostrarles todo de este headcannon.

Estaremos subiendo muchos más.

¡Que estén bien!

Lenore dice adiós