Era otoño, el color carmesí de las hojas de los árboles imponían en los alrededores de Hotaru, los restos de la casa que antes había sido mi hogar ya no existían, solo la ceniza y pequeños pedazos de madera chamuscada seguía siendo lo que prevalecía en aquel ahora terreno baldío, al mismo tiempo que un niño al que hacía unas semanas había perdido todo lo que tenía, yacía de cuclillas y abrazado a sus pequeñas piernas, con su mirada perdida puesta sobre aquel lugar.
Los cuerpos ya habían sido sacados y enterrados, nada más que aquello se había alcanzado a salvar una vez que los bomberos llegaron; el resto, los recuerdos, las fotos, la vida misma que estaban recién empezando a construir, había sido borrado por el fuego.
El sonido de unas pisadas comenzó a escucharse; no me importaba, estaba demasiado distraído con mis pensamientos, el trauma aún estaba demasiado presente, el peligro de mi entorno ya no influía en mí, no sentía miedo, como si todo lo que antes pudiera causarme algún tipo de sensación estuviera apagado, insensible.
Tan pronto las pisadas se escucharon a mi costado, el cuerpo de un adulto entrado en sus cincuenta años terminó sentándose de piernas cruzadas junto a mí.
—Hina estaba muy asustada, te estaba buscando—Yuta empezó a hablar, al mismo tiempo que mi expresión se mantenía inalterada —Le dije que te había llevado a entrenar, me debes una —Yuta intentaba alegrar un poco el ambiente con la pequeña carcajada que había dejado soltar al final de la oración, más conforme se daba cuenta de que aquello no funcionaría simplemente volvió a lamentarse levemente, antes de girarse hacia donde antes estaba la casa donde vivía.
Yuta solo se mantuvo en silencio, mentiría si dijera que recuerdo haber escuchado alguna palabra después de esa, sin embargo, conforme los minutos pasaban, no podría evitar que el brillo en mis ojos comenzara a emerger junto con las lágrimas que todo ese tiempo intentaba contener de manera fallida.
Más solo una pequeña vara, de material bastante reconocible para mí, fue la que terminaría por distraer mis pensamientos, una vez que Yuta lo alzara con calma pero con rectitud a un lado mío.
—Tu padre quería que te lo entregara cuando cumplieras los diez años, no quería inmiscuirte en la responsabilidad que acarreaba tener esta arma tan pronto —Yuta empezaba a hablar, a la par que yo finalmente desviaba mi llorosa mirada hacia este.
Aquella vara era algo importante, sabía el significado que tenían las cosas que mi padre y Yuta hicieron con él, haciendo que únicamente terminase por quebrarme e impedir guardarme las lágrimas. Tan pronto estas salieron intenté limpiarlas con el cuello de mi ropa.
Sin embargo, la mano del hombre sujetando mi muñeca me detuvo por completo.
Yuta era fuerte, recuerdo la sensación que tuve cuando este me sujetó, si bien me impedía seguir limpiando mis lágrimas y evitaba que me moviese, no sentía una mala voluntad en su firme agarre, no me hacía daño, más fue imposible moverme luego de ello.
—No puedes evitar las lágrimas, Ryo —Yuta me tomaba de la otra muñeca, dejando la pequeña vara a un lado, al mismo tiempo que me miraba directo a los ojos —El dolor y la pérdida se llevan consigo una parte de nosotros que no podemos y no debemos ignorar, pero intentar evitarlos solo hará que el daño sea mayor —Mi rostro lentamente se deformaba por la pena, mientras que ya no podía seguir ignorando mis emociones, como si las palabras de aquel hombre fueran suficientes para abrir una herida que creía mejor tenerla cerrada, más aquellas no funcionaban igual que las físicas, fue ahí cuando lo comprendí.
—Porque son estos los que nos muestran y nos ayudan a alcanzar el valor y la determinación que necesitamos para seguir adelante; ser aún más grandes y cuidar de aquellos que amamos, para honrar a los que ya no están con nosotros —Yuta ahora sujetaba mis manos, al mismo tiempo que las juntaba.
Las palabras de aquel hombre atravesaban mi corazón como una enredadera de espinas en todas direcciones, antes de que finalmente mi cabeza cediera y se dejase caer levemente en su pecho, no sin antes ser recibido por el abrazo y protección de Yuta.
.
.
.
.
.
.
— "¿Eh?" —El tiempo volvía a la actualidad, mientras que el rostro ahora anonadado del Riolu, con rastros de las pequeñas lágrimas que quedaban rezagadas en sus ojos solo hacían contraste con su propia estupefacción.
—La comida de Hina a veces me causa estreñimiento, me dio a probar algo cuando estabas con Sora —Las palabras salidas por mi boca tenían tanto sentido y honestidad como el Riolu de alto.
—"¡¿Eh?!" —Ahora el pequeño Pokémon se exaltaba e insultaba un poco más, al mismo tiempo que yo solo me giraba y comenzaba a caminar nuevamente en dirección hacia el siguiente punto de destino.
—"¿¡Quieres que me crea semejante tontería?!" — Exclamaba por telepatía el ahora encabronado y sonrojado Pokémon, donde sus ojos aún permanecían lagrimosos, teniendo un tumulto de emociones en su interior causadas por aquel exasperante humano.
.
.
.
Antes de extrañarse y alarmarse, luego de que empezase a dejar de percibir mi aura en su totalidad.
.
.
.
La situación estaba resultando ser demasiado abrupta como para comprenderla al instante, al mismo tiempo que el Riolu se percataba de aquello último, lo siguiente en escucharse fue una muy tenue carcajada de mi parte.
—No creí que seguirías estando al pendiente de las emociones de mi aura —Me giraba hacia el Pokémon con una tenue sonrisa, mientras que la mirada aún consternada del Riolu se mantenía.
El pequeño ser intentaba entender la situación, ya de por sí era raro y fastidioso tener sintonía con aquel humano, y si bien había aprendido a bloquear su percepción de las auras a su alrededor, sabía que ese no había sido su cometido al dejar de sentir mi aura, intentando esforzar su habilidad con tal de volver a verla, notando cómo, tras un esfuerzo mental considerable, una pequeña llama volvía a percibirse, solamente para dejar de hacerlo una vez que su cansancio en ello lo superó.
Dándose cuenta de que aquello era algo que escapaba de su control o habilidad para aquel momento.
—¿No me digas que ya te pusiste suavecito conmigo y te preocupas por mí? —Simplemente fastidiaba por diversión al Riolu, antes de que este volviese en sí ahora con más sonrojo y encabronado, volviendo a retomar el paso con tal de seguirme.
—"¡Ya quisieras!, solo te estoy usando de entrenamiento, es todo, pero no esperaba que esa cabeza bruta estuviera tan traumada" —El Pokémon, aún reconociendo mi mentira, simplemente volvió a caminar a mi lado, a la par que yo volvía a mirarlo de reojo, no sin antes esbozar una ahora más cansada y leve sonrisa.
—Agradezco tu preocupación —Empezaba nuevamente a hablar, ahora con más calma —Pero hay cosas de mi vida personal que prefiero no sacar por ahora, Riolu —Dije ahora con tono más serio, volviendo a adoptar las facciones correspondientes, no sin antes percatarme de una leve reacción de molestia por parte del Pokémon al final de mi frase.
—¿Qué tienes? —Dije con extrañeza, notando aquel tenue desagrado por parte del Riolu.
—"¡Cosas que prefiero no sacar por ahora!" —La voz orgullosa y berrinchuda del Pokémon se volvió a escuchar en mi mente, no evitando causar cierto fastidio por mi parte luego de notar cómo el descarado usaba mis palabras en mi contra.
No hubo mayor intercambio de palabras luego de aquello, no podíamos negar que, a pesar de todo, tanto el Riolu como yo teníamos nuestro propio caos mental pertinente, sin embargo, el pequeño pokémon fue el primero en ceder a ello pasados unos cuantos minutos, tras intentar agregar algo diferente a la situación, mientras seguíamos caminando por las calles del pueblo.
—"¿Y ahora donde tenemos que ir?" —su curiosidad era sincera, sin mostrar el fastidio o preocupación que lo había dominado tiempo atrás.
—Vamos a buscar algunas cosas que me ayudarán para entrenarte —Aquellas palabras llamaron un poco más la atención del Riolu —Solo espero que el viejo siga en su casa todavía —Dije con un poco de pesimismo, sabiendo que nos habíamos demorado un poco más de la cuenta con Hina.
Conforme el Riolu iba conociendo cada vez más el sector, nos íbamos acercando a la salida norte de Hotaru, la que iba en dirección hacia a la capital; la casa de Yuta, muy parecido a como era en mi caso, estaba bastante apartada del resto del pueblo, el asfalto ya no llegaba a ese sector, más seguían habiendo una que otra casa en los alrededores.
Tan pronto llegamos el pequeño Pokémon, curioso por analizar todo lo nuevo a lo que accedía, notaba las características de aquella construcción, verla sin nada a su alrededor le dio una idea de su tamaño, probablemente más del triple que mi hogar, la construcción era firme, en su mayoría madera barnizada y una amplia terraza en la entrada que fácilmente tenía la misma área que mi salón.
—¿Yuta? —Fui el primero en alzar la voz, a la par que tocaba la puerta de la entrada, mientras que el Riolu seguía con su vista curiosa, intentando ver por detrás de aquella casa, notando como esta seguía, percatándose cómo la misma tenía un sector abierto y techado protegido por rejas metálicas, notando un tumulto de cosas apiladas, pero no pudiendo distinguir mucho más antes de que la puerta de entrada empezara a abrirse.
—Eres un… —Todo parecía ir en cámara lenta para el Riolu una vez que este se giró para ver quién sería el que finalmente conocería.
Antes de que viera como un anciano hombre, saliendo recién de sus sesenta, pellizcara una de mis mejillas.
.
.
.
.
Y yo no pudiera evitar gritar y lloriquear lastimosamente por el dolor.
.
.
.
.
—"¿Eh?" —El Riolu no entendía, la reacción que yo tenía ni siquiera era algo comparable a todo el infierno por el que ya habíamos pasado, si bien la situación parecía bastante infantil, una parte de él reconocía que yo era extrañamente honesto con el dolor.
—¡¿Cómo se te ocurre salir apenas un día después de que despiertas?! —Yuta pellizcaba mi mejilla sin compasión, sin embargo, mi lagrimoso y asustado rostro no tardaría en tornarse en uno más fastidiado.
—¡Tampoco es como si lo hiciera por cualquier capricho, viejo mañoso! —Empezaba a tirar del poco pelo que aún le quedaba al hombre de tercera edad.
—¡¿A quién llamas viejo, chiquillo impertinente?! —La respuesta de Yuta le continuó, mientras que el Riolu solo podía quedarse estático y con media ceja levantada ante tal contraste de ambientes que estaba experimentando aquel día.
.
.
.
.
Las peleas y discusiones entre Yuta y yo continuaron por unos minutos, hasta que finalmente, tras llegar a un merecido empate, la diplomacia logró surgir del conflicto.
—¿El equipo de entrenamiento? —El rostro de Yuta, con rasmillones y mechas de cabello desordenadas solo hacían contraste con su extrañada expresión ante la petición que le había hecho hace poco.
Mi rostro, con media mejilla amoratada con forma de dona tras el apretón de aquel hombre solo podía dejarlo consternado luego de que me mirase girar la mirada hacia mi costado, en dirección hacia aquel Pokémon que aún permanecía en shock ante la actitud tarada de aquel par de humanos con los que no tenía más opción más que convivir.
—¡Oh! Así que sobrevivió —Yuta ni siquiera se había percatado de la presencia del Riolu hasta aquel momento, no tardando mucho en caminar hacia este de manera rápida a la vez que tranquila, invadiendo el espacio personal del pequeño Pokémon sin siquiera dudar, el Riolu se mantenía nervioso, sin saber cómo actuar ante la abrupta reacción.
.
.
.
.
Hasta que el viejo empezó a toquetearlo sin escrúpulos.
.
.
.
.
—Para ser tan pequeño tiene buena musculatura, buena flexibilidad —Yuta ignoraba la estupefacción del Riolu.
—"¡¿Quién te crees que eres, viejo asqueroso?!" —El pequeño Pokémon tenía limites, Yuta los había sobrepasado, no dudando en lanzar un golpe al rostro del anciano.
Y este lo evadiese al mismo tiempo que se giraba hacia mí
—¿Estás seguro que estás listo para algo así? Nunca esperé que llegaría el día en el que quisieras enseñar —Yuta me miraba con una extraña mezcla de competitividad y orgullo, mientras que el sonrojado y ofendido Riolu, aún más humillado tras fallar su golpe nacido de la vergüenza, no tardaría en intentarlo una segunda vez, ahora con una patada.
—Muy bien, entonces síganme —Dijo animado, Yuta, antes de que el mismo, al momento de volver a erguirse y girarse hacia la entrada de su casa, con el mero talón de su pie tocara la pata, y único punto de apoyo, del Riolu, haciendo que este cayese irremediablemente al suelo, mientras que el anciano no hizo más que caminar de manera tranquila a su hogar, dejándonos a ambos afuera de la misma a la espera de que entrásemos de igual manera.
El pequeño pokémon, humillado y con pequeñas lágrimas en los ojos, solo podía intentar esconderlas al mismo tiempo que se los restregaba, no evitando con ello a pesar de todo el sonrojo en sus mejillas por la vergüenza.
—"¿Quién se cree que es ese sinvergüenza?" —Solo eso podía seguir repitiéndose el inexperto pokémon, antes de que yo me colocase de cuclillas al lado del mismo, sin conectar la mirada, mientras me mantenía mirando la espalda de aquel anciano que caminaba con calma hacia el interior de su hogar.
—Ese "sinvergüenza" es el que me enseñó todo lo que sé hacer con el Bō —Susurraba para que Yuta no me escuchara en mi descripción, ya había sufrido lo suficiente en mi anterior batalla como para pedir una revancha, a lo que el Riolu solamente se giró hacia mí con duda, aún mezclada con el fastidio y la vergüenza
— "¿Bō?" —Preguntó el pokémon, antes de que yo me girase hacia este.
No hubo palabras como respuesta, solo fue alzar mi vara en horizontal en frente de los dos —Así se llama, aunque este es especial, Yuta también fue el que lo construyó —Conforme contaba, el Riolu seguía mostrando su incredulidad, al mismo tiempo que volvía a redirigir su mirada hacia Yuta, viéndolo encorvado con la edad y con una apariencia perdida en su casa.
—¿Dónde dejé ese palo? —Pensaba en susurros el anciano, conforme abría compartimientos de muebles en su sala de estar.
—Discúlpalo…—Mis palabras volvieron a exaltar al Pokémon —No lo hizo de mala intención, es solo algo impulsivo en algunas cosas —El Riolu permanecía callado —Ya no se le puede quitar eso, es un caso perdido —Mi tono se tornaba en uno más fastidiado.
—"La verdad te pareces más a este que con la humana de la tienda, ¿Es tu padre?" —El Pokémon preguntaba de manera despreocupada, sin embargo, al no haber respuesta en los primeros segundos, este volvía a desviar levemente su mirada hacia mí.
.
.
Notando como mi perdida mirada se mantuvo como primera respuesta.
.
.
Hasta que una muy tenue carcajada junto con una sonrisa le siguió de paso.
.
—Podría decirse que sí —Respondí con calma, solo dejando un poco más consternado al Pokémon con dicha respuesta.
—Por cierto… ¿Escuchas algo por aquí?, como lo de la casa —Susurré nuevamente ante lo que prefería mantener en secreto, cambiando abruptamente el tema de conversación, tomando desprevenido al Pokémon por lo mismo, pero no evitando que este tomara en serio mi clara petición al mismo tiempo que intentaba concentrarse.
—"Por ahora no escucho nada, pero no sé si más adentro haya algo" —Respondió por telepatía, antes de que la voz de Yuta fuera la que volviera a hacerse presente.
—¡Oigan! —El grito desde lo más profundo de la casa del anciano se escuchó —¡Ya no estoy tan joven como para cargar todas estas cosas, vengan a ayudarme! —La voz se escuchaba muy al interior, el cuerpo de Yuta ya había desaparecido en lo que yo y el Pokémon conversábamos.
—Esa es la señal, mantente alerta —Le dije al Pokémon, al mismo tiempo que volvía a erguirme.
—"¿Cosas? ¿Es sobre lo que dijiste antes?" —Fue lo primero en preguntar el Pokémon, mientras que yo solamente podía lanzar un suspiro al darme cuenta de lo que Yuta haría.
—Algo así… creo que esto será un poco más laborioso de lo que pensé —Dije, a la par que me quitaba los zapatos antes de entrar a la casa, para luego continuar sin tomar mayores preocupaciones.
Mientras le daba la espalda al Riolu, este aún estaba procesando todo lo que ocurría, al mismo tiempo que permaneció un par de segundos al borde de la entrada de la casa, sabiendo lo que entrenar significaría y no pudiendo negar que en su interior cierta "alegre" excitación al sentir la posibilidad de fortalecerse empezaba a brotar.
.
.
.
.
Hasta que, por mera inercia, el Riolu se percató de que este comenzó a buscar con su mirada algún cepillo a su alrededor antes de entrar a la casa.
.
.
.
.
Había uno, pero aquello era lo de menos, tan pronto se percató de lo que había hecho, el simple acto de buscarlo lo dejó congelado por un par de segundos, mientras que yo ya me había adentrado a la casa de Yuta, no preocupándome por el pokémon.
El que no estuviera vigilándolo, que no me preocupase de que escapara, o destruyera algo, una extraña sensación que aquel Pokémon no podía comprender si era indiferencia o confianza, o simplemente porque yo fuera un tarado y punto, se sentían como un aceite agrio y pesado recorriendo por su garganta hasta caer con peso en su pecho.
Sin embargo, la preocupación que había sentido con Hina cuando esta le había pedido que se limpiase los pies… Aquel Pokémon sabía que aquello, por alguna razón, era importante, y si bien no podía ver mis emociones y por supuesto no tenía interés de hacerlo con el sinvergüenza que lo manoseó, el impacto de Hina había sido suficiente como para que este buscase aquel cepillo por inercia, una costumbre humana adquirida, algo que iba completamente en contra de los principios qué, sabía, lo mantuvo vivo desde que tuvo consciencia.
El Riolu simplemente bufó, se limpió los pies con el cepillo rápido y sin tanto ahínco a como fue en la casa de Hina, para luego arrojar dicho cepillo a un costado con cierto atisbo de humillación y arrogancia, para luego apresurarse con tal de seguirme el paso y volver a encontrarnos.
Conforme el Pokémon entraba, debido a su propia soledad, el chismoso no se negaría a mirar con curiosidad a su alrededor, no evitando compararla con la de Hina.
No había tanto orden como con Hina, el aire se sentía un poco más pesado que en mi hogar, notándose en las partículas de polvo que se dejaban ver a través de los rayos del sol del medio día que entraban a través de las cortinas a medio abrir del par de ventanas que habían en la sala de estar, con un tamaño más o menos en medio entre mi casa y la de Hina. Las paredes, los detalles del suelo y las alfombras daban la misma sensación de que los años de más de una generación les había pasado factura; sin embargo, tan pronto el brillo reflejado terminase en el ojo del Pokémon, este pudo percatarse del montón de objetos parecidos a copas y círculos metálicos atados a cintas de colores brillantes que solo podían extrañarlo, junto con fotos donde parecía aparecer este con un rostro más joven con una vara parecida a la mía en su mano, mientras sostenía las copas que estaban puestas a un lado, junto con alguien parecido a mí, pero más joven y pequeño.
—¿No vienes? —Mi rostro apareciendo desde el final del pasillo tras la última puerta a la que se tenía acceso fue lo siguiente en ocurrir, siendo la entrada que llevaba a la parte trasera de la casa donde estaba lo que necesitaba de Yuta.
El Riolu apenas y se exaltó de manera leve, tras haberse quedado metido en sus pensamientos un poco más de la cuenta sin querer.
Tan pronto cruzó la puerta de la que yo había aparecido, el aire fresco del exterior fue el primer impacto, para luego observar un techo mucho más elevado, como si de una antigua cancha de asfalto y abierto al exterior, más repleto de cajas, armarios, bolsas, telas y otro sin fin de cosas que el Riolu no era capaz de reconocer.
—¡Lo encontré! —Yuta gritaba victorioso, mientras que el Riolu, siguiendo su voz, notó como un hombre empezaba a brotar de la pila de objetos obsesivamente acumulados, mientras que en una mano levantaba una vara muy parecida a la que yo usaba, mucho más pequeña y delgada, con una sonrisa en su rostro, para luego lanzarla y agarrarla justo por la punta con una de sus manos, antes de finalmente salir y dármela con simpleza y una sonrisa plagada de recuerdos.
—Tampoco tienes que poner esas caras, viejo —dije con una tenue carcajada, pidiendo paciencia al infantilismo característico del personaje, al mismo tiempo que la sujetaba, no sin antes echarle una mirada y quedarme congelado sin querer los milisegundos suficientes como para exaltar al propio Yuta.
—¡Ja! También te trae nostalgia —Exclamó el anciano con aire victorioso, mientras que el Riolu solo podía ver como negaba a la misma vez que bufaba con una carcajada leve, para luego echarle una última mirada, antes de alzársela al Riolu.
—Este es el bō que usaba cuando era niño y Yuta me entrenaba, esto será ideal para empezar a enseñarte —El Riolu observaba intrigado, al mismo tiempo que por primera vez una sensación nueva emergía, un nerviosismo diferente, no era un temor por su vida, sino por meros simbolismos los cuales no sabía el por qué reaccionaba así, a lo que solo pudo alzar su mano hacia aquella varilla…
.
.
Para luego abrumarse por completo luego de que esta se llevara consigo su mano hacia el suelo.
.
.
Sus ojos lo habían engañado, fue como un sudor frío en la espalda reconocer lo que pesaba aquella cosa, no era algo imposible de levantar, sin embargo la relación de tamaños, una barra larga que no superaba su propio tamaño, delgada con no mucho más de un centímetro de diámetro.
—¿Sorprende, no? —Dijo Yuta con ánimo, conociendo de sobremanera la sorpresa del Riolu, mientras que el Pokémon seguía intentando mantener el control de aquel Bō —Ahí hay fácil diez kilos —Empezaba a explicar el anciano, al mismo tiempo que se volvía a agachar a un lado del Riolu, el cual no evitó el mostrar incomodidad ante la propia y ya conocida impertinencia del hombre, mas este simplemente volvía a levantar la vara junto al Pokémon, mostrando una de sus puntas y viendo cómo se veían algo parecido a dos anillos, como si estuviera hecho por más de una pieza —El árbol ya lleva extinto hace un par de décadas, y el metal fue explotado hace mucho tiempo, ya no existe en esta región —Mientras Yuta hablaba, desde mi perspectiva solo podía quedar congelado por unos segundos, sabía lo que el hombre hacía.
—Son de los materiales más densos y resistentes que existían cuando era joven —Yuta continuaba hablando, mientras que yo empezaba a entrecerrar los ojos, con desánimo, por otro lado, el Riolu estaba absorto por lo que decía el anciano.
—Pero solo lo seguirán siendo si la voluntad del que las sujeta se mantiene a la par —Yuta levantó con la misma mano de manera leve la lanza, con tal de volver a agarrarla ahora desde el centro y de manera horizontal, asombrando al Pokémon ante la habilidad con algo tan pesado.
—"Presumido" —Pensé, aún con mi lastimera reacción, más no evitando alzar una pequeña sonrisa ante lo mismo que hacía el hombre.
—Si no, esta arma no solo podría dañarte a ti mismo, sino también a los que más quieres, ¿Estás dispuesto a tomar esa responsabilidad? —La energía en el lugar cambiaba, Yuta se había tornado mucho más serio tras la última lección, terminando por observar con ceño fruncido al Pokémon, esperando su respuesta.
El Pokémon únicamente se quedó pensando por unos segundos aquellas palabras y lo que en realidad significaban, pero sabía que no era momento para las dudas, a lo que el mismo únicamente asiente, al mismo tiempo que tomaba con ambas manos su Bō, haciendo que Yuta únicamente sonriese con ojos cerrados y varias carcajadas.
—¡Esa es la actitud! —Dijo el Anciano, para luego volver a levantarse y girarse hacia mí.
Yuta se me quedó mirando por unos segundos, sentí cierta incomodidad, como si algo no estuviera del todo bien, sin embargo, mi confusión no pudo durar lo suficiente, antes de que Yuta volviera a hablar.
—Muy bien, tendremos que hacer varios viajes a la casa de Ryo si queremos llevar todo —Dijo el hombre, sorprendiendo y exaltándome con lo mismo.
—¿No tienes que ir donde los correos? La verdad solo pensaba venir por el Bō chiquito —Dije con duda ante la disponibilidad de Yuta.
—Hoy tengo el turno de la noche, hay tiempo —Respondió el viejo con tranquilidad, para luego volver a meterse en aquel desorden y empezar a sacar más cosas guardadas en cajas.
.
.
.
.
.
.
Los minutos así pasaron, se necesitaron por lo menos cuatro viajes, esta vez no habían carretas o vehículos que nos ayudasen, pero no quitaba el hecho de que era un buen inicio de entrenamiento para el Pokémon, teniendo que cargar cajas casi de la mitad de su tamaño, llenos de pesas, barras y otras cosas que este ni siquiera sabía qué eran, mientras que yo de igual manera hacía lo mismo con las cosas de mayor tamaño.
—¿Ya estás cansado? —Decía con tono retador y un poco burlón tras nuestro último viaje, una vez pasadas casi dos horas de trabajo, mientras que el pequeño Riolu solo podía sentarse en la entrada de mi casa entre jadeos mientras intentaba beber de mala gana de un vaso de agua, intentando mantener la compostura ante el pertinente fastidio que le causaba reconocer su cansancio.
—Solo estoy… —El Riolu se pausaba por unos instantes para respirar —Calentando —Terminó su oración el agotado Pokémon, antes de que las risas de Yuta empezaran a escucharse a lo lejos, luego de terminar de instalar todo el equipo a un costado de la casa.
—Vamos, tampoco tomaron cosas tan pesadas, aunque ya por hoy es suficiente, recuerda que tienes que descansar y recuperarte de tus heridas —Comentó Yuta, al mismo tiempo que ahora se empezaba a dirigir hacia mí.
—¿Me puedes acompañar a una parte? —El anciano me extraña con aquella pregunta, antes de que el Riolu empezara a levantarse en consecuencia, como un auto reflejo de saber que debía seguir acompañándome a mí de igual manera.
—Tranquilo —Yuta alza su mano, deteniendo al Pokémon con el gesto, el cual también lo empezaba a mirar con extrañeza —Solo te voy a robar a tu amigo por unos minutos —Dijo de manera risueña el anciano, solamente para sonrojar y fastidiar al pokémon en consecuencia.
—"¡No es mi amigo!" —Respondió tajantemente el Riolu, mientras que yo simplemente giraba los ojos pidiendo paciencia, acto el cual únicamente hizo despertar otra pequeña carcajada en el viejo hombre.
Me mantuve unos cuantos segundos en silencio, por alguna razón sentía algo extraño en Yuta, al mismo tiempo que lo miraba a los ojos, acto el cual replicó hacia mí.
—Intenta no destruir la casa y no hagas nada raro con el equipo que instaló Yuta, si no lo sabes ocupar lo puedes romper o peor, te puedes romper tú —Dije al final con otra intención burlesca hacia el pequeño y endeble Pokémon, haciendo que su vergüenza y fastidio ahora se dirigiese hacia mí.
Antes de notar como dejaba mi Bō apoyado al lado de la entrada de la casa.
—Está abierto, por si quieres descansar. No tardaré mucho —Fueron mis últimas palabras, sin reaccionar mucho más al Pokémon, antes de empezar a moverme junto con Yuta.
.
.
.
.
No pasaron mucho más de cinco minutos una vez que Yuta y yo nos fuimos, hasta que el curioso y ahora un poco más recuperado Pokémon posaba sus curiosos ojos en el Bō que había dejado al lado de la puerta.
Sentía curiosidad, recordaba como tiempo atrás lo había utilizado contra aquellos Poochyena, con rapidez y ligereza; siquiera intentaba imaginar lo mucho que le costaría mover el Bō que le había prestado Yuta de la misma manera, y una parte de él, podría ser su orgullo o su curiosidad, no podía evitar el intentar sostener el mío.
Aún apoyado en la pared, una vez delante de este solo podía observarlo con una leve sensación de miedo, alzando su mano con leve titubeo, para finalmente sujetarla, sin aún querer tirar o mover, solo empezó por sujetar mi Bō con todas sus fuerzas antes de querer levantarla.
.
.
.
.
Más solo bastó un par de segundos antes de que este la soltara y volviera a sentarse en la entrada de la casa con un leve atisbo de depresión en su aura.
.
No había sido capaz de separarla de la pared siquiera, el mero peso fue suficiente para que este temiera de que le cayera encima si seguía probando su suerte.
.
.
.
.
(Nota del autor: El Bō de Ryo pesa 30 kilos)
.
.
.
.
Lejos de aquel lugar, el camino por el que Yuta me llevaba ya me era conocido; mientras que al norte de Hotaru se iba hacia la salida que llevaba a la capital; conforme íbamos hacia el sur del pueblo y llegábamos a las últimas casas, un sector baldío fue en el que terminamos, Yuta se mantenía sereno, mientras que yo mostraba un decaimiento claro en mi rostro.
—¿Por qué querías venir aquí? —Dije con desánimo al notar que Yuta empezaba a desacelerar el paso, notando como este únicamente caminaba por los alrededores sin un objetivo fijo.
—Porque quería que habláramos y me dijeras que te sucede, has estado raro desde que llegaste y Hina me llamó pidiendo que hablara contigo luego de que te fuiste de su casa y ella admitiera que igual no le dijiste todo —Yuta no se iba con rodeos —Y la verdad, por desgracia, este es uno de los pocos lugares donde te cuesta ser cerrado conmigo —Dijo nuevamente el anciano, mientras que yo seguía con la vista puesta en el terreno, notando como aún quedaban pequeños rastros de la casa que una vez estuvo construida en aquel lugar.
—Honestamente… hubiera preferido las aguas termales de papá —Hablaba del lugar que solo Yuta y yo conocíamos, más este solo se abstuvo a reír levemente luego de ello.
—No quería enojar más de la cuenta a Hina pidiéndole que te volviera a cambiar las vendas —Conforme Yuta contestaba yo solo podía afirmar y asentir a mis adentros tras considerar la clara razón del hombre.
—¿Entonces? —Yuta empezaba a sentarse, dándole la espalda al terreno —¿Me dirás realmente qué mosca te picó ahora? —Dijo con simpatía y una sonrisa, Yuta, mientras que este me miraba directo a los ojos al esperar una respuesta, a la par que yo seguía con la mirada puesta sobre el terreno, no tardando mucho en lanzar un cansado suspiro, antes de sentarme junto al hombre.
Las palabras iban y venían, volví a poner en contexto a Yuta sobre lo ocurrido en la capital, las cosas que el Riolu y yo vivimos, más tampoco tardaría mucho en confezarle, al igual a como hice con Hina, sobre las cosas que ocurrieron con Taichi, el trato que había hecho con él y el riesgo por el que todos estábamos involucrados de no cumplirlo.
Mientras hablaba, la culpa y los nervios emergían, era difícil controlarlos en ese lugar y Yuta lo sabía, mientras que este incluso podía percibir cómo mi boca temblaba de vez en cuando tras tocar el tema de Taichi.
.
.
.
.
—Y eso es todo… —Mis últimas palabras dichas en susurros tras todo lo anterior explicado fue lo que finalmente terminaba mi historia, volviendo a tener un caos en mi cabeza y corazón, sin saber si sentía miedo, vergüenza o impotencia… quizás una mezcla de todas estas, no pudiendo dar un orden a mis pensamientos a causa de ello.
Recuerdo el rostro de Yuta, por alguna razón esperaba que se enojase, o se molestase siquiera por el contexto en sí, sin saber qué hacer, tampoco tenía muchas esperanzas de que Yuta lograse dar con una solución que me dejase dormir tranquilo por las noches; más Yuta solo se abstuvo de mantener un rostro sereno y serio, al mismo tiempo que tenía la vista fija hacia adelante.
.
.
.
Solo para dejarme consternado cuando este simplemente comenzó a mirarme con una pequeña sonrisa, al mismo tiempo que mis ojos se abrían de lleno luego de que este posara su mano sobre mi cabeza, al mismo tiempo que me daba una corta pero al mismo tiempo sincera y algo brusca caricia.
.
.
.
—A veces se me olvida que ya no tienes diez años —Yuta volvía a hablar, mientras que yo aún no comprendía el porqué de la felicidad de aquel hombre, sin entender su punto luego de entender el riesgo en el que todos nos encontrábamos por culpa de mis decisiones.
—Yut- —No pude continuar, luego de que el propio hombre me interrumpiera.
—Hiciste cosas, Ryo; cosas en las que creíste y actuaste según tus propias convicciones y voluntad, incluso ante todo lo que sabías que podía ocurrir; y a pesar de que aún no lo solucionamos, no quita el hecho de que no esté orgulloso de mi muchacho por eso, se necesita valor para hacer lo que hiciste y mantenerte en pie luego de todo lo que pasó ahora —Terminó de decir Yuta, mientras que yo me mantenía congelado.
—Sé que, muy en el interior, sabes que no debes entregar el Pokémon a Taichi, no estarías así de lo contrario, y sé que no lo harás —Afirmó al final el hombre, mientras que la duda solo podía reflejarse en mi mirada una vez que lo dijo.
—No sé qué hacer… —Mi tenue voz volvía a emerger, antes de que volviera a alzarla —Cada vez que intento hacer un cambio, algo malo se suma, y todos a los que más quiero les afecta, no soy capaz de dar con una solución, Yuta —Seguía pesimista ante las palabras de Yuta, más este solamente lanzó una tenue carcajada al mismo tiempo que se echaba un poco hacia atrás, intentando relajarse en el lugar.
—Las cosas malas nunca dejaran de ocurrir Ryo… incluso cuando soluciones esto, nuevos problemas aparecerán —Yuta tenía recuerdos de su propia vida, sintiendo una agridulce y cómica nostalgia de todos los problemas que mis padres le hicieron pasar en su momento, al mismo tiempo que me llamaba la atención el hecho de que Yuta asumiera de que pudiera superar aquello, más mi desanimada actitud no tardaría en volver a emerger al seguir sin saber una respuesta, sin embargo, la mano de este ahora en mi espalda volvían a exaltarme.
.
.
.
.
—Aún hay seres por los que vale la pena luchar, Ryo… y todavía hay razones para ser feliz con quienes amas —Las palabras de Yuta me impactaban de lleno, como si su esperanza sincera y la calma que la experiencia le había otorgado con los años, de alguna manera me reconfortaran al verlo en su rostro.
.
.
.
.
—Pero de que te metiste en un buen embrollo, pues sí que lo hiciste —Yuta empezaba a reír tras decir eso, cambiando completamente y de manera brusca el ambiente cálido que había conseguido con la anterior frase, ni siquiera le importaba el enorme contraste con nuestra actitud en aquella situación, pasando varios segundos de silencio tras ello, como si el mismo estuviera pensando tras decir lo último.
—Por ahora mantente concentrado en entrenar al Riolu —Volvía a hablar el anciano, mientras que ahora me giraba hacia el mismo —Tengo una idea que quizás podría ayudarnos a salir de esta —Continuaba hablando Yuta, a la par que ahora mi rostro comenzaba a adoptar facciones más concentradas y sorprendidas, atento a cualquier cosa o consejo que él pudiera darme.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Pasó poco menos de una hora antes de que finalmente me encontrase caminando a casa, Yuta prefirió separarse y ver otros trámites que tenía que hacer en el pueblo, mientras que yo permanecía serio y pensativo ante lo que me había dicho antes de separarnos, no tardando mucho en esbozar una pequeña sonrisa un poco más calmada, no podía negar que la idea de Yuta no era mala y, aunque el plan en sí no era para nada sencillo, el que Yuta lo propusiese me hacía sentir como si un gran peso se me quitara de los hombros, a la par que volvía en sí conforme me iba acercando nuevamente a mi hogar, sin embargo, no pasaría mucho luego de que un sonido bastante peculiar y fácilmente reconocible para mí comenzara a llamar mi atención, haciendo que rápidamente comenzara a apurar el ritmo ante lo que sospechaba.
No pasó mucho luego de que, viéndolo en silencio desde uno de los bordes de la casa, intentando que no se percatara de mi presencia, observara cómo el Riolu, tomando torpemente el Bō que Yuta le había dado, lo zarandeaba de un lado a otro con lentitud y esfuerzo, al mismo tiempo que parecía intentar replicar ataques con este hacia el aire, a la par que su cansancio y esfuerzo se notaba en su rostro, mientras que su concentración le hacía imposible notar mi presencia.
Conforme el pokémon continuaba con su entrenamiento, su impulsividad y el propio peso de su arma no tardaría en llevarlo directo hacia las cosas que habíamos traído junto con Yuta, sorprendiéndolo luego de que, antes de que la vara impactara en el equipo, chocara con mi Bō.
—¿Qué te dije de intentar hacer cosas por tu cuenta? —Pregunté con una calmada sonrisa, a la par que el propio impacto del ataque terminó por repercutir en un extraño calambre en las manos del pokémon, haciendo que este mismo no pudiera evitar tirar el Bō hacia el suelo.
—Eso ocurre porque lo estás tomando mal —Comencé así el entrenamiento, mientras que el Riolu solo podía observarme entre jadeos conforme recuperaba el aliento, más no dudaría en prestar toda la atención necesaria, viendo cómo dejaba mi arma a un lado para luego tomar la del pokémon y volver a colocarla delante de sí —Tu mano dominante debe siempre ir lo más cerca de una de las puntas —Conforme explicaba también tomaba y guiaba la mano del pokémon hacia donde señalaba —Esta será la que te dará el control, y la otra tiene que ir en un punto entre la mitad y el otro extremo, esa es la que te dará la dirección —Una vez que observé que el Riolu tenía un buen agarre, ahora era yo el que volvía a sujetar mi Bō —Una vez que estés listo y quieras lanzar un ataque, el ángulo e impulso te ayudarán a usar el peso de tu Bō a tu favor y no en tu contra, pero es importante que al momento en que lo hagas, tu mano no dominante se debe acercar a la dominante, como si la deslizaras a través del arma —Mientras explicaba, realizaba la susodicha técnica delante del pokémon, a la par que este no paraba de observarme, para luego seguir mi consejo y realizar la misma técnica, quedando bastante satisfecho con su primer intento, a lo que mi asentir solo hacía despertar en el pokémon en una extraña sensación.
El logro del aprendizaje.
—Muy bien, ahora debes repetir esto cie- —Mientras mis deseos de venganza al recordar los excesivos entrenamientos de Yuta me controlaban levemente, no pude evitar callarme luego de que, tras ver nuevamente al pokémon, notase y recordase no solo los vendajes que este seguía teniendo, sino también las mías, a lo que simplemente me detengo para después llevarme las manos hacia mi costado, soltando una leve carcajada al notar mi clara impulsividad, mientras que el pokémon solo me veía sin entender qué ocurría.
—Dejemos este entrenamiento para la próxima semana… debes recuperarte y esto necesita que tu torso esté en buenas condiciones —Dictaminé finalmente, haciendo que el pokémon únicamente se desanimara levemente tras escuchar aquello, solo para hacer que yo soltase una tenue carcajada vanidosa.
—No te preocupes, tenemos una semana para mejorar tu resistencia, avanzaremos en algo mientras te recuperas de tus heridas, Riolu —Dije nuevamente con una sonrisa, sin embargo, tan pronto volví a decir aquella última palabra, el rostro del pokémon que tiempo atrás mostraba emoción y esperanza, ahora se desanimaba y apartaba su mirada hacia un lado, haciendo que yo finalmente reconociera algo que hacía tiempo ocurría, el pokémon no tardaría en darse media vuelta con intenciones de regresar a la casa, con la misma actitud decaída, antes de que mi vara terminara por interponerse en su camino, no con violencia, pero si con rectitud y firmeza.
—Lo siento… es el nombre, ¿Verdad? —Finalmente sacaba la conclusión que por tanto tiempo había causado conflicto en el pokémon, mientras que este tampoco se apartaba de mi lado, más no se atrevería aún a decir alguna palabra —Lamento no haber pensado en eso antes —Dije con un decaimiento que tampoco tardaría en hacer que el propio pokémon comenzase a extrañarse levemente, al mismo tiempo que se giraba de manera leve hacia mí.
Luego de que mi aura volviera a ser percibida por el mismo.
Ya no evocaba las mismas emociones que antes, estaba más tranquila, más aquello no quitaba el hecho de que detectaba mi sinceridad, como si de una compasión mezclada de entendimiento se tratase, no quitando el hecho de que volvía a ser capaz de percibir mi aura.
—"No es nada…" —El pequeño ser volvía a apartar su mirada —"Simplemente es como siempre me llamaron esos humanos cuando estuve allí, no es un nombre que me traiga buenos recuerdos, es todo" —El pokémon se sinceraba, mientras que yo solo podía mantener mi entristecida actitud, antes de que apartara el Bō para luego agacharme junto a él.
—Lo lamento… prometo no volver a llamarte así —Dije ahora con más ánimo y una pequeña sonrisa, mientras que el pokémon volvía a mirarme en silencio y ahora con mayor neutralidad, al mismo tiempo que aquella conocida sensación volvía a abordarlo conforme seguía notando mi aura a su lado, algo que nunca pensó encontrar en un humano, mucho menos con el primero con el que tenía sintonía.
Sinceridad.
El pequeño pokémon solamente pudo fastidiarse levemente a la par que un tenue rubor emergía en sus mejillas.
—"N-No es algo que tengas que prometerme, solo vámonos de aquí" —Terminó por decir el Riolu, más no pasó mucho tiempo antes de que un tenue sonido comenzaba a brotar desde su vientre, haciendo que este solamente volviera a avergonzarse por lo mismo, mientras que yo solo podía soltar una carcajada.
—Volvamos a casa de Hina, cuando fuimos me dijo que nos invitaba a almorzar después —Dije con más ánimo, haciendo que el pequeño pokémon volviera a sorprenderse, recordando las habilidades culinarias de la mujer luego de que Sora le diese una de sus galletas —Vamos —Dije nuevamente a la par que me volvía a poner de pie, mientras que el Riolu simplemente me asintió para luego seguirme el paso.
Después de ello de ello, y tras varios minutos de un extraño e incómodo silencio, no tardaría en finalmente atreverme a romper el hielo con algo que venía pensando desde lo que habíamos conversado, empezando a alegrarme luego de "encontrar" el indicado.
—Entonces... —Comencé a hablar, con una sonrisa macabra —Eso significa que necesitas un nombre —Comenté finalmente, a lo que el Pokémon giró su rostro completamente anonadado hacia mí ante la clara indirecta.
—"¡¿Eh?!" —Me miró sonrojado —"¡Ni siquiera lo pienses!" —El pequeño Riolu me gritó.
—Vamos... —Le dije, empujándolo levemente con el Bō —Necesitas un nombre, y también es triste que no tengas ninguno —Comenté a la par que me entristecía cómicamente, solo para causar aún más molestia y humillación en el Riolu
—"¡Te dije que no!" —Dijo el pokémon sin nombre.
—¡Está bien, decidido!—Alcé al voz, enérgico, luego de pasar unos segundos pensándolo —¡A partir de hoy te llamaré Takeru! —Grité enérgico.
—"¡¿Qué?!" —El Pokémon, o más bien, Takeru, gritó— "¡Estás loco!"— sentenció, sin querer admitir la ilusión que en su interior comenzaba a brotar por alguna extraña razón, mientras que el avergonzado rubor en sus mejillas mostraba la parte que este no podía esconder.
—¡Muy bien, Takeru! — Seguí gritando— ¡Me llamo Ryo, Ryo Kurogane, un gusto conocerte! —Declaré dándole varios golpecitos amistosos en su cabeza con el Bō —A partir de ahora serás mi primer alumno, así que descansa y recupérate todo lo que necesites, porque después de eso no tendré compasión contigo —Dije de la misma cómica manera, mientras que Takeru continuaba avergonzado y nervioso por su nuevo nombre, sin tener el valor de mirarme a los ojos por lo mismo, a lo que ni yo pude evitar adoptar una sincera sonrisa.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
La noche caía en Hotaru, la mayoría de sus habitantes dormían, mientras que a sus alrededores, el sonido del aire bailando entre los árboles y los pastizales hacía presencia y otorgaba la calma del lugar.
Aquel lugar donde el antiguo hogar de los Kurogane residía, y solo apenas algunos restos quedaban de la misma.
La calma perduraba, más un leve sonido la quebraba, imperceptible para el oído común, un sonido particular, uno proveniente de aquellos restos, oculto entre la tierra y la madera, puesto estratégicamente para no ser visto o detectado.
.
.
Un dispositivo hacía finalmente presencia como el origen de aquel sonido, antes de finalmente mandar las señales respectivas luego de que su dueño diera por terminado su uso a la distancia.
.
.
.
.
.
.
Oooooooooooooooooooooooo
Mae mia Willy quien diría que el escritor seguía vivo Bv
No me maten xfa TwT
Han pasado muchas cosas desde mi iatus, como resumen, me he dedicado a mí todo este tiempo básicamente xD, sanar un montón de cosas y trabajar otras, hace un par de semanas obtuve mi primer trabajo "serio", que también me permite desligarme de mi responsabilidad de dibujar por dinero, y finalmente poder dedicarme a crear el arte que me gusta sin límites TwT incluyendo, también, la escritura.
Por ahora el plan es continuar con el remake, ya que la idea sigue siendo tener una historia en mejores condiciones y con una trama y desarrollo de personajes mucho mejor que el que hice ya hace casi 10 años, el escritor ya no es el mismo, y la forma en que contaré esta historia también cambiará a como yo lo hice :D
Por lo que, por ahora, Eterna voluntad estará en pausa hasta que termine de hacer el remake de los tres primeros libros. (tamos pal asteristico)
