FIREFLY PATH
DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.
WARNING: Esta historia contiene descripciones y menciones de actos de violencia sexual, física y psicológica, así como de temas de abuso de poder y adoctrinamiento religioso. Por favor, tomarlo en cuenta antes de leer.
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Capítulo 4. Soporte y suplicio.
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Sakura no sabía cómo, pero, a pesar de las advertencias de su marido y su propio miedo a enfrentarse a ese lugar, había terminado caminando por el sendero de las luciérnagas.
Era de noche y aunque no llovía, la ausencia de esos pequeños insectos luminosos era notable. Lo que único que podía usar como guía para su camino era la luz de la luna, pues incluso las luces de las casas a lo lejos estaban apagadas.
Pese a que siempre había sido de las que se resistían a la oscuridad, no detuvo su marcha. Era como si algo ahí la llamara y la hubiera vuelto incapaz de pensar en sus limitaciones o en las consecuencias que le traería acercarse a ese peligroso sitio.
Sus pasos eran lentos, no solo por el creciente pánico que sentía que la inundaba conforme avanzaba, sino también porque su atuendo no podía hacer nada para protegerla del frío de la noche y el temblor de su cuerpo entorpecía su capacidad de movimiento.
¿Se habría escapado de casa y por eso había logrado llegar ahí y en ese estado, a pesar de su marido?
Por un breve instante bajó la mirada y frunció el ceño al reconocer el vestido largo y blanco que llevaba, aunque no pudo detenerse a pensar porqué le era tan familiar, ya que vio como un hilo de sangre le caía por las piernas.
Uno espeso y caliente, que fluía en abundancia como si no tuviera fin, incluso pudiendo escucharse desde su altura.
Trató de gritar, pero una mano proveniente desde la parte posterior de su cabeza la acalló, tapando su boca y sus ojos con una fuerza casi sobre humana. A su vez, otra mano que debía pertenecer al mismo dueño, la sujetó por la cintura y, sin delicadeza, metió sus manos por debajo del vestido para investigar la fuente del líquido carmesí.
—Sakura... — una voz masculina murmuró en su oído con voz virulenta y su cálido aliento la hizo temblar todavía más.
La nombrada, completamente envuelta en el terror, trató de sacudirse, pero se ganó que la mano que aprisionaba su rostro le clavara las uñas en la sien y los labios, haciéndola sangrar tanto como su entrepierna.
—Pequeña traviesa... ¿No se supone que no deberías venir por aquí?
Su atacante comenzó a caminar, sin soltar ni aflojar el agarre al que la tenía sometida, al tiempo que la obligaba a sollozar aún más debido a la intromisión de sus brutales dedos en su sexo.
Cualquiera que estuviera alrededor seguro saldría corriendo de ver la escena, pues además de los desesperados sollozos que Sakura apenas podía soltar, su rostro, ropa y piernas estaban cubiertos de sangre.
El desconocido la llevaba caminando con la espalda pegada a su pecho, a una dirección desconocida mientras la masturbaba en contra de su voluntad.
La pelirrosa lloraba y trataba de pedirle que la dejara ir, incluso prometiendo que nunca más volvería a poner un pie en ese lugar, pero fue inútil. Aquel hombre parecía estarse deleitando con su dolor, pues jadeaba en su rostro como si también estuviera excitado y a punto de correrse.
Sakura, por su lado, no estaba ni siquiera cerca de sentir placer con lo que él le hacía, pues sentía que la estaba desgarrando por dentro. Luego se dio cuenta de que ese nunca había sido su propósito, ya que escuchó otra voz más, a su alrededor.
Una que le hizo ver que su atacante, desde el principio, solo había querido denigrarla y humillarla.
—Hija...
La pelirrosa detuvo su lucha al oír quién la llamaba, pero antes de hacer cualquier otra cosa, el desconocido la soltó y la empujó hacia el río, provocando que se golpeara contra las rocas que ahí abundaban.
Lo último que pudo ver mientras su cabeza se desangraba y teñía el agua tanto como la sangre entre sus piernas, fue el cadáver de su padre a su lado y unos ojos oscuros y familiares, contemplándola desde las alturas, con suficiencia.
Unos ojos a los que tal vez hubiera podido darles dueño de no ser porque despertó y regresó al mundo real.
Dado que su hogar estaba ubicado en la naturaleza propia del campo, cada día eran levantados por el suave canto de las aves y la tenue luz del sol colándose por las ventanas.
Eso era lo común.
Sin embargo, la mañana después del ávido y prolongado encuentro sexual que habían tenido producto de lo que pudo ser una pelea monumental, lo que sacó a Sakura del mundo de los sueños y pesadillas en el que pensó que sería su fin, fueron unos débiles sollozos.
Sus ojos claros trataron de adaptarse a la iluminación mientras se incorporaba del futón y, frente a ella, poco a poco la imagen de su marido dándole la espalda se hizo más tenue.
—Sasuke-kun... — susurró su nombre, preocupada por el estado en el que lo encontró.
Su alto y fornido marido temblaba violentamente como si estuviera congelándose y de su boca se escapaban jadeos y gemidos de dolor, aunque aun así permanecía dormido.
No era la primera vez que lo veía sufrir de esa forma, pues lo raro seria que las pesadillas que lo atormentaban lo dejaran descansar en paz, pero eso no hacía que ella se sintiera menos triste por él.
Por un momento, Sakura concentró su mirada en la pálida extensión de los hombros y omóplatos del pelinegro y sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos al ver las múltiples cicatrices que tenía. Todas eran largas, profundas y de un color rojizo que atestiguaba el gran dolor que le habían hecho pasar a su dueño cuando fueran hechas. A su vez, también eran irregulares, ya que habían sido hechas por diferentes instrumentos.
No dudaba que, en ese instante, su esposo estuviera soñando con los días en que era torturado a pesar de solo ser un adolescente o que sintiera que esas viejas heridas se abrían para recordarle que estaban ahí con él. Acompañándolo y evitando que olvidara todas esas lecciones que su padre hizo entrar en su cabeza a base de sufrimiento.
Sasuke solo le habló una vez de su infancia y su vida antes de quedarse huérfano, pero ella había sabido de su situación mucho antes.
Kizashi la había aleccionado acerca de la poca suerte que algunos niños tenían pese a tener una familia completa. Un infructuoso intento de consuelo para que ella no se sintiera mal por no tener una madre.
En una ocasión fue que puso al Uchiha como ejemplo y aunque no ahondo más en el tema, sí le señaló que Sasuke merecía más de comprensión y afecto del que recibía, como cualquier otro ser humano.
No fue hasta que escuchó las historias llenas de horror y tormento que vivió, de la boca del mismo Uchiha, que comenzó a dimensionar el nivel de su desgracia.
Para su marido no fue sencillo contarle a detalle su pasado, sobre todo porque afirmó no querer contaminarla con relatos de esa índole, a la vez que no quería que ella lo viera de forma diferente; no obstante, cuando le abrió su corazón, Sakura no sintió más que una profunda pena y deseo de ayudarlo tanto como pudiera.
Lloró por él mientras lo oía contar cómo su padre alcohólico se aprovechaba de su posición como jefe de policía de Konoha para no sufrir ninguna represalia por maltratarlo, la forma en que su madre volteó la mirada a otro lado ante los abusos y lo dejó a su suerte todas y cada una de esas veces y, por último, que acompañado de cada golpiza o regaño había una cruel comparación con su hermano mayor.
A los ojos de Fugaku Uchiha, solo su hijo Itachi merecía que compartiera su techo con él y era tan perfecto en todo lo que era y hacía, que podía sentirse orgulloso de que fuera su familia.
A diferencia de Sasuke, a quien siempre consideró demasiado suave y tonto como para siquiera aceptar estar asociado con él.
De su relación con su hermano nunca había querido decirle nada más que era regular. Al parecer Itachi era el único que le tendía una mano, aunque fuera después de ser castigado y quien trató de darle la suficiente autoestima como para que no se rindiera y siguiera vivo.
"Aunque aun así fue capaz de desaparecer sin despedirse y dejarlo solo en esa maldita casa ..." Sakura a menudo pensaba con algo de rencor en contra de su cuñado.
Como médico, la pelirrosa sentía el instinto de cuidar, proteger y sanar a las personas, incluso más allá de sus capacidades y, desde aquel día en que el Uchiha llegó herido a su clínica y la convirtió en el primer testigo fuera de su familia en ver sus heridas, no deseó otra cosa más que ayudarlo.
Aquel lejano día no le pidió que le explicara el origen de sus cicatrices, pero le hizo saber que podía acercarse a ella siempre que lo necesitara y se encargaría de hacer lo que fuera con tal de que estuviera bien. Sasuke no había respondido, solo le dio una mirada indescifrable y asintió para luego marcharse, pero Sakura sintió que había hecho bien, al menos por el momento.
Ahora que no solo era su doctora, sino también su esposa, era que sus deseos de hacer mucho más por él se habían vuelto casi insoportables y contribuían a aumentar esa sensación de inutilidad que tanto la aquejaba.
En el presente, incapaz de dejarlo solo en su mundo de pesadillas un minuto más, la mujer se inclinó para abrazarlo y dejarle suaves besos como el tacto de una flor en cada cicatriz a su alcance. Inevitablemente un par de sus cálidas lágrimas tocaron la piel fría de su esposo y eso pareció ser lo que finalmente pudo despertarlo.
De repente, los temblores se detuvieron al igual que los sollozos y el único sonido audible en la habitación fue el de los labios de Sakura tratando de consolarlo.
Ella se dio cuenta de que había logrado su propósito, pero solo se detuvo cuando lo sintió darse la vuelta y posicionarla debajo de él.
Alcanzó a contemplar su expresión por un segundo, antes de que él se abalanzara a tomar sus labios con los suyos, pero fue el suficiente para identificar la aflicción y necesidad de refugio que su corazón no podía contener.
Mientras se besaban lánguida y profundamente, la pelirrosa lloró un poco más y le abrazó dejando que su cuerpo desnudo tocara el de su esposo y le hiciera aún más consciente de que ella estaba ahí con él. De que ya no se encontraba sólo en ese pasado que no dejaba de herirlo y tratar de hacerlo volver a ser aquel hombre lleno de amargura y despropósito que una vez fue.
—Sakura... — Sasuke la llamó con anhelo, abrazándola con más fuerza, hasta el punto en que la palidez de la mujer comenzó a teñirse de rojo y ella sintió dolor hasta en sus huesos.
—Está bien... Ya ha pasado... — murmuró aun con su boca sobre la suya e incapaz de pedirle que la soltara un poco.
Sabía muy bien que lo que él necesitaba en ese momento y lo único que podía hacer para ayudarlo era dejarse aplastar por su amor.
Sakura podía reconocer lo mucho que eso podía aminorar el dolor del alma.
Ella misma se identificada con ese insoportable deseo de no quedarse a merced de su propia persona.
Además... En el fondo, ella también quería un poco de consuelo por la pesadilla que había tenido.
Ese mismo día, como si los incidentes de la mañana no hubieran sucedido, el matrimonio Uchiha salió de su hogar para hacer diligencias.
Normalmente, la lista de pendientes la llevaban a cabo juntos, sin embargo, de forma sorpresiva Sasuke le pidió a su esposa que lo esperara en la iglesia local mientras él se hacía cargo de todo.
Ella no protestó, pues desde el momento en que captó la intrigante mirada de su esposo, rápidamente pudo inferir cuáles eran sus motivos.
Tal vez, si no fuera porque ahora se sentía desconfiado de dejarla sola, la hubiera dejado en casa y de esa manera él habría podido acudir a la estación de policía sin necesidad de levantar sospechas en su mujer y hacerla preocuparse por su bienestar.
Sasuke sabía que ella no era tonta y que no necesitaba darle explicaciones respecto a su destino, así que prefirió dejar implícito que quería estar informado sobre lo que se sabía de la joven que fue asesinada en el sendero de las luciérnagas y el móvil del crimen.
Podía ser que realmente prefiriera dejar a ese bastardo atrás y darle una oportunidad de vivir a su mujer en otra parte si eso era necesario, pero, mientras estuvieran en Konoha, no iba a perderse de nada.
Sakura vio su sombra alta e imponente caminar hacia la luz mientras salía de la iglesia y finalmente suspiró de cansancio cuando desapareció.
Cada que nueva información sobre ese hombre sombra aparecía, su vida se ponía de cabeza y eso afectaba también su matrimonio.
Ella se deprimía y la consumía la angustia de estar de brazos cruzados, incapaz de ayudar, mientras que su esposo se inquietaba y pasaba mucho infructuoso tiempo tratando de resolver el caso a la vez que cuidaba de su mujer.
Era como si los esfuerzos que ambos hacían por construir una relación cimentada en algo diferente a la tragedia que los unía, se vieran interrumpidos a propósito.
Sakura incluso había comenzado a pensar que quizá nunca podría llegar a amar a su marido sinceramente, pues no podría permitirse avanzar y separarlo de esa figura de protector que siempre había asociado con él, mientras ese asesino siguiera suelto.
Ella misma nunca se vería capaz de ser una mujer que pudiera amar y aceptar amor, mientras su atacante aun fuera un peligro.
—Me sorprende verla aquí, Sakura... — una voz a sus espaldas la sorprendió y al darse la vuelta se encontró con el sacerdote local, aproximándose para tomar asiento a su lado —. ¿Qué la trae aquí en un simple día entre semana?
Sakura bajó la mirada un poco apenada, sabiendo lo que Kakashi pensaría de su respuesta y apretó sus manos en la tela de su vestido, con aprensión.
—Yo... Solo esperare a mi esposo aquí un rato. Disculpe si causo molestias.
El hombre de cabellos canosos y ojos oscuros y perezosos, sonrió con calidez y suavizó aún más su tono de voz.
—¿Qué molestias podría causar una muchacha como tú, Sakura? — la nombrada podría darle una lista interminable de ellas, pero prefirió guardar silencio, así que el padre tuvo que redoblar sus esfuerzos por hacerla hablar —. Eres demasiado dura contigo misma, hija. El peso de tu corazón es demasiado para que sea humanamente posible cargarlo. Créeme cuando te digo que a muchas personas aquí en Konoha nos gusta que estés aquí y poder saber que contamos con tu presencia.
—Mas de la mitad del pueblo opina lo contrario — Sakura murmuró entre dientes y sus ojos tristes se levantaron para observar el altar donde estaba la figura de cristo crucificado —. A veces pienso que hubieran preferido que muriera, para así verme como una mártir, en lugar de un inservible caparazón vacío.
El hombre analizó con cuidado las palabras de la joven y aunque era obvio que la aflicción la dominaba, también había un evidente rencor que era más que interesante. Es decir, la pelirrosa era conocida por su alma noble y bondadosa, pero, por lo visto, guardaba dentro suyo emociones negativas que la envenenaban tanto como el dolor que ese asesino le había provocado.
Había humanidad en ella, pese a siempre haber parecido tan angelical.
—Konoha no es ajena a provocar dolor en los demás. Esa es una característica potencial en cualquier persona. Lo importante es que aprendamos a tomar o dejar sobre la mesa los sentimientos o reacciones que los demás quieren que tengamos — Kakashi reflexionó tomando su mano en un intento de mostrarle apoyo —. Ellos son responsables de lo que hacen, de la misma manera en que tú lo eres respecto al manejo de tus emociones... ¿Comprendes lo que trato de decirte?
La pelirrosa examinó la mano masculina que sostenía la suya, así como la expresión serena y cálida en el rostro del padre. De cierta manera, tal y como le sucedía con su marido, se sintió incapaz de encontrar consuelo y, en cambio, sintió que preferiría que él simplemente la dejara en paz.
Aunque... Si quería de verdad ayudarla...
—Lo entiendo, padre y, ¿sabe? Creo que en este momento también me ayudaría que pudiera dejarme confesar con usted.
La sorpresa fue evidente en los ojos del sacerdote, pero aun así asintió y se levantó para que ambos pudieran ir a la cabina de confesión.
No se esperó que la joven le hiciera una petición como esa, pues ni siquiera antes de que viviera aquellas terribles experiencias había querido llevar a cabo dicho procedimiento.
Él tampoco se lo sugirió jamás.
Una mujer tan preciosa, dulce y tierna como ella, no tendría ningún pecado que contar a Dios y mucho menos algo por lo que pedirle perdón.
Una vez adentro, con ambos en sus respectivos lugares, el hombre dio inició con los preámbulos y las oraciones necesarias rápidamente. De cierta forma ansioso por saber lo que Sakura tenía para contar.
—Confieso, padre... Que he pecado de pensamiento... Mi mente está corrupta y juega conmigo de las maneras más crueles posibles... — ella murmuró con voz temblorosa.
Aun cuando el panel que los separaba impedía al clérigo analizar a su creyente, Kakashi pudo ver que la Uchiha tenía las manos entrelazadas y la cabeza baja, apoyando su frente en ellas. Una clara muestra de dolor y arrepentimiento... Aunque él sentía algo falso en ello.
—¿A qué te refieres, hija? ¿Qué tipo de pensamientos tienes?
Un pequeño silencio siguió a las preguntas y en él, el peliplata creyó escuchar que la joven tragaba saliva, pesadamente.
—Siento... Miedo, de todo y de todos a mi alrededor. A veces incluso odio — Sakura respondió con timidez con una voz tan baja que por poco el clérigo no la escuchó, aunque luego se volvió apresurada —. Aunque eso solo me pasa en ciertas ocasiones. La mayor parte del tiempo esas emociones están dirigidas a mí misma.
—Lo que dices es peculiar, por decirlo menos, hija. ¿Alguna vez has hablado de esto con alguien más? — Kakashi la cuestionó, interesado. Interés que se incrementó al escucharla negar —. ¿Ni siquiera a tu esposo?
Nuevamente, Sakura contuvo el aliento por segundos que parecieron interminables.
—No, pero él lo sabe.
—¿Y qué opina al respecto?
—Dice que tengo razón en sentirme así respecto al resto del mundo, pero insiste en que no debo guardar ningún sentimiento, pensamiento o restricción negativa sobre él — ella fue sincera —. Después de todo es mi esposo.
Kakashi pensó que eso era exactamente algo que cualquier esposo amoroso le diría a su mujer, en el tipo de circunstancias en las que ellos se encontraban, sin embargo, que lo dijera alguien como Sasuke Uchiha era diferente.
—Siempre has guardado cierto recelo hacia tu marido. Todo el mundo lo sabe. No es intencional y supongo que tampoco está completamente en tu control. Has pasado por mucho y perdido a las únicas personas que han estado contigo toda la vida — el padre le habló con suavidad y mucha seguridad, sobre todo al proseguir con su discurso —. Al final del día, tu esposo forma parte de ese grupo de personas que llegaron a ti, en todo el sentido de la palabra, después de lo que te pasó. Naturalmente, tu concepto de él esta influenciado por tu experiencia... Además...
Se detuvo un momento, no sabiendo si sería adecuado expresar lo que siempre había pensado.
—¿Además?
Aunque, aun así, terminó haciéndolo.
—Además puedo ver en ti la misma expresión perdida que tenías el día de tu boda. No has cambiado desde entonces.
Inmediatamente, Sakura trajo a su memoria lo poco que recordaba de ese día.
Su padre sacando un vestido blanco de un baúl viejo.
Su en ese entonces prometido poniendo él mismo el velo sobre su rostro.
La expresión segura y resuelta que Sasuke tenía mientras caminaban al altar.
... Y el beso suave y cariñoso que recibió en los labios cuando fueron declarados marido y mujer.
Ese día se había bloqueado en gran parte de su mente y, aunque en un principio quiso al menos aparentar tranquilidad por lo que debía haber sido el día con el que soñó desde niña, terminó por perderse en sus cavilaciones la mayor parte de la ceremonia.
Incluso su noche de bodas estaba borrosa en su memoria.
—Reconocí el vestido que llevabas puesto como el que tu madre usó en su propia boda y pese a que llevabas el velo cubriendo tu rostro, para mí fue obvio que no sabias lo que estabas haciendo — Kakashi continuó relatándole —. No dijiste ni una palabra en toda la ceremonia, aunque Sasuke tampoco lo hizo realmente. Inclusive a la hora de dar el sí, ninguno de los dos me respondió más allá de un asentimiento. Fue como si ambos estuvieran ahí a la fuerza... Sobre todo, tú. Dios debió sentir tanto como yo que podría ser un error ese casamiento, pero, al final, ustedes dos estaban ahí buscando el santo sacramento y hubiera sido aún más contraproducente negárselos.
—Mi matrimonio no empezó de la forma más convencional — Sakura admitió algo avergonzada —. Pero... Nunca me he arrepentido de casarme con Sasuke.
—¿Ni siquiera a pesar de que no lo amas?
Ante el señalamiento, ella levantó la mirada y trató de deshacer el nudo que tenía en la garganta.
Pensó en mentir y negar que no amara a su esposo, pues una cosa era que ella lo admitieron ante sí misma y otra seria afirmarlo ante alguien más.
Ni siquiera el propio Sasuke había escuchado alguna vez de ella esa verdad no dicha pero innegablemente clara.
Sin embargo, al final, pensó que, ya que se trataba del padre Kakashi, alguien que tenía que guardar el secreto de confesión por encima de todo y quien además no la juzgaría, podía ceder en expresar la verdad que guardaba su corazón.
—No. Ni siquiera a pesar de eso. Al final... Sé que, si un día llego a querer a alguien, será a él — puntualizó la chica —. Es por eso que me confunde tanto no poder separar el miedo que tengo de él del que le tengo a los demás... Porque Sasuke-kun es diferente y lo único que tengo en el mundo. La única persona que me entiende y en la que sé que puedo confiar.
Kakashi no se sorprendió de escucharla tener sentimientos tan contradictorios respecto a su esposo. Sasuke tampoco debía ser una persona fácil de amar y eso seguro era algo que tenían en común.
—Siempre tendrás a la iglesia, hija. Y a ti misma también. Pero admito que debes aprender a dejar de poner a todos en la misma canasta. Después de todo, aún hay personas en las que puedes confiar — ella lo sintió sonreír a través de sus palabras —. Por ejemplo... ¿No crees que yo pueda ser una de ellas?
Por alguna razón, lo que debió ser un cuestionamiento fácil de responder, no pudo ser rápidamente procesado en la cabeza de Sakura. Al contrario, ella se sintió tan incapaz de decir tanto un sí, como un no.
—Eso... Creo... — finalmente respondió, con un tono de voz inseguro.
El mensaje implícito en su respuesta fue algo que no escapó de la atención del clérigo, pero que dejó pasar no queriendo presionarla y que Sakura se arrepintiera de su acercamiento.
—Bien, entonces, te daré tu penitencia y quiero que vuelvas la próxima vez que sientas que necesitas guía, ¿de acuerdo? Recuerda que siempre estaré aquí para ti, cuando y cómo sea que me necesites.
Sorprendentemente, al mismo tiempo que la joven terminaba de realizar la penitencia ordenada por el padre, Sasuke entró en el recinto a pasos rápidos, como si tuviera prisa por sacarla de ahí y largarse de regreso a casa.
Sakura le dio un intento de sonrisa a modo de saludo y su marido le extendió su mano, en silencio.
Sin dudarlo, la chica aceptó el gesto, pero, en lugar de que su esposo la sostuviera para encaminarla a la salida, la usó para jalarla y envolverla en un abrazo. Uno muy parecido al que habían compartido esa mañana.
Fuerte, descuidado y sofocante.
De cierta manera inapropiado dado el lugar en el que estaban.
—Sasuke-kun... — la pelirrosa le llamó la atención demostrando incomodidad, pero él no la soltó, en cambio, la sujetó más fuerte.
Ya que la mujer tenía el rostro atrapado en el pecho de su marido no pudo darse cuenta, pero el Uchiha deliberadamente estaba ignorando su deseo de distancia por seguir sus más primarios instintos masculinos.
A espaldas de Sakura, observando la escena desde las sombras, Kakashi permaneció quieto y desafiante ante la mirada territorial y enojada de Sasuke.
Era consciente de los rumores que corrían respecto a lo protector que el joven era de su esposa y cómo controlaba sus interacciones con el mundo a su alrededor meticulosamente, pero le parecía una exageración que lo incluyera a él en su lista de personas indeseables.
Al parecer, de la misma manera en que Sakura sentía miedo y rencor por todos en Konoha, Sasuke sentía desconfianza y molestia.
Lastimosamente, si eso era lo que buscaba, el peliplata no iba a rebajarse a su nivel, por lo que, en lugar de reaccionar, simplemente se marchó, dejando al Uchiha quemarse él sólo en el fuego de sus ridículos celos.
Por su lado, ya que las suposiciones de Kakashi respecto a los motivos de su comportamiento eran parcialmente erróneas, Sasuke siguió abrazando a su mujer e incluso se inclinó para darle un prolongado beso en la frente.
—Sasuke, ¿qué pasa? ¿Por qué estás...? — Sakura se removió del abrazo en cuanto sintió que él aflojó su agarre sobre ella, pero, al levantar la mirada, se encontró con esa expresión desconcertante y tortuosa que solo podía significar una de dos posibilidades —. Sasuke-kun... ¿Qué... Qué te dijeron en la estación de policía?
El pelinegro frunció el ceño de pura aflicción y sus orbes oscuros la contemplaron con gran dolor. Inconscientemente, las manos masculinas se dirigieron a su cabeza, enterrando sus dedos entre su rosado cabello, aunque de forma indolora. La trató como si en cualquier segundo ella fuera a esfumarse entre sus brazos.
Como si estuviera bebiendo de su imagen y absorbiendo su presencia para guardarla por siempre en su memoria antes de perderla.
Sasuke no respondió durante varios segundos, lo que preocupó a Sakura aún más. De hecho, pareció que conforme los el tiempo avanzó el hombre se veía más descompuesto.
Creyendo entonces que podría haber surgido nueva información respecto al caso de la familia Uchiha, Sakura no dudó en tomar el rostro de su marido con cuidado, como si de una fina joya se tratara, y acarició sus mejillas con amor.
—Sasuke... — lo llamó con la voz temblorosa y esta vez fue su turno de jalarlo hacia ella en un abrazo.
Sasuke se lo permitió y enterró el rostro en su cuello dejándose llevar por los temblores en su cuerpo y descargando en su esposa toda la carga emocional que tenía dentro. Solo que no dejó que el momento se prolongara mucho.
No se merecía que ella lo consolara con tanto fervor.
Había malinterpretado el motivo de su congoja y no era para menos. No había forma de que Sakura se esperara lo que él tenía para decirle.
Como pudo, se separó de ella y la tomó de la mano para que se sentara en una de las bancas del recinto. Había planeado llevarla a casa y darle ahí la noticia, pero no podía esperar más.
Sentía que, si no le hablaba en ese preciso instante, ella volvería a acusarlo de tenerla aislada e ignorante del mundo y lo que menos quería era que su matrimonio sufriera dos golpes importantes en tan poco tiempo.
Sobre todo, considerando lo mucho que sus siguientes palabras iban a afectarlos a ambos, inevitablemente.
—Encontraron una nota en el bolsillo de la chica que encontraron muerta... — Sasuke finalmente confesó y aunque en un principio Sakura se sintió confundida e intrigada por lo escuchado, a los pocos segundos esas emociones palidecieron —. Estaba dirigida a ti.
Entonces, Sasuke procedió a contarle el contenido de aquel mensaje y Sakura tuvo que ser cargada en brazos para ser llevada a casa, pues su cuerpo se paralizó, impidiéndole hacer más que llorar y devolviéndola en el tiempo al día en el que despertó después del evento que cambió su vida para siempre.
"Nuestra historia no ha terminado, mi adorado ángel de la primavera. Simplemente aun no sé cómo volver a ti"
...
NOTAS FINALES:
Por si a alguien le interesa: ME FUE INCREIBLE EN EL CONCIERTO DE TAEMIN! Jamás me había pasado algo tan increíble en la vida y nunca había cumplido un sueño hasta ese día.
¿Recuerdan cuando escribía aquí lo triste que estaba y lo mucho que me estaba costando no rendirme? Ahora veo que las cosas sí mejoran, amigos. La vida si tiene momentos bonitos esperándonos, solo hay que saber esperarlos y al mismo tiempo también luchar por ellos.
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Respecto al capítulo: Ay amistades! Como ven todo este rollo? Ya tienen sus teorías bien arraigadas o esto cambió en algo su percepción de la historia? Jajaja
Si ya tienen tiempo leyéndome seguro saben que me esfuerzo en que las tramas sean inesperadas y que ejercitemos poquito la imaginación pensando hacia donde ira tanto la trama como los personajes. Así que plis cuéntenme qué piensan.
Últimamente el apoyo a este fic ha sido bastante bajo y no voy a mentir, eso me desanima, entonces les agradecería si pudieran, aunque sea dejarme un comentario chiquito para saber que están aquí leyendo, porque de lo contrario la verdad siento que estoy aquí sola.
Muchas gracias por apoyarme no solo en este capítulo sino a lo largo del tiempo. Hoy en día, especialmente, me siento infinitamente agradecida por que no me dejaran caer en aquel entonces. De verdad les agradezco desde el fondo de mi corazón que tuvieran, aunque fuera un buen deseo para mí. Espero ustedes también tengan luz en sus vidas y sean fuertes y resilientes para encontrarla si aún no la tienen.
Sin más por añadir, nos leemos en la siguiente actualización. Bye!
