Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son todos producto de la propia Rumiko Takahashi. Tan solo soy dueña de los OC y conceptos del AU.
[Prólogo]
Era difícil respirar a ese punto, sintiendo el aroma asfixiante del humo llegar a su sensible nariz desde la distancia cercana a la aldea, misma de la que él se alejaba con toda la velocidad que sus piernas permitían.
No quería que eso terminara así, esas cenizas en las cabañas no fueron un acto propio de él quien se negaba a atacar a cualquier ser humano. Pero cuando su corazón sintió el dolor de la traición por parte de quien menos se lo esperaba, su irá fue más rápida, más fuerte y desgarradora que su lógica ocasionando un desastre del que ya no había más salida.
En una de sus manos se apretaban con fuerza sus garras contra su piel, ocultando el brillo rosado de una esfera que no era suya ni tampoco tenía intenciones sinceras de tenerla consigo más que ahogar ese deseo de venganza.
El bosque se había vuelto más profundo de lo que esperaba, siendo sincero, siquiera sabía por dónde estaba yendo, sus ojos estaban demasiado irritados para prestar atención en su camino. Solo tenía que seguir corriendo, más y más a través de la vegetación hasta que su presencia se pierda de los humanos a los cuales hizo mal.
—¡Inuyasha! —
El grito de su nombre llegó con el impacto de una flecha en un árbol cercano a él, rozando su propia cabeza a pocos centímetros, incluso algunos cabellos plateados suyos quedaron incrustados en el filo contra el tronco. Volteó con sus dientes apretados, sabiendo a quien se encontraría frente a él, la presencia cubierta de luz aterrizó sobre la tierra como una divinidad. Sus cabellos oscuros como la noche no pudieron ocultar la ira desbordante de esos ojos azules que antes le mostraron ternura. Una herida profunda en su hombro dejaba caer una cascada de sangre a la tierra.
No reconoció esa herida, no la tenía la última vez que la vio intentando asesinarlo, traicionando la promesa que se hicieron frente a la estatua de la Madre Naturaleza. Ella no parecía darle tanta importancia, pues de sus manos hizo aparecer un arco cubierto de Magia que apunto a él.
—Entrega la Perla inmediatamente y, puede, que te deje ir. — Su voz ya no mostraba esa calidez, Inuyasha no pudo evitar reír sin gracia.
—¿Así que ahora tienes piedad conmigo? — Horas antes estaba dispuesta a matarlo sin pensar en nada más, la podía recordar reírse de él y de su ingenuidad. —No, no pienso caer en esto. La Perla es mía ahora. —
—En ese caso no me dejas opción. — Dijo con total determinación.
Inuyasha no dejó que ella siquiera soltara la flecha, levantó su mano libre envuelta en un brillo verdoso, ordenando a la vegetación que hiciera crecer un grupo de enredaderas para sujetar las manos y cuerpo de la mujer con fuerza.
Ella soltó un quejido y el arco junto con la flecha desaparecieron al instante. Inuyasha utilizó esa oportunidad para escapar.
Podría haberla matado ahí, hacerla pagar con la misma moneda y que sepa lo que es que un ser especial te traicione de la peor manera. Pero Inuyasha no sería capaz de lastimarla, esa mujer no solo llegó a ser una conocida o cercana, su corazón se ablandó solo por ella y aprendió lo que era un hogar. Estaba dispuesto a dejar ir su eternidad por esa mujer sin importar las consecuencias posteriores, solo quería estar a su lado. Todo para que no fuera más que una cruel mentira para apuñalarlo por la espalda.
Incluso con todo eso, él no era capaz de odiarla, de hecho, se odiaba a sí mismo y a su ingenuidad con las personas a pesar de los años que lleva con vida en la tierra. Se odiaba por no haber sido capaz de darse cuenta las intenciones de la mujer, dejarse caer por sus encantos.
Llegando a la parte central del bosque, se alzaba el Árbol Sagrado, lo más importante en esa región dedicada a la Madre Naturaleza. Inuyasha solo tenía que cruzar ese gran árbol para estar lo suficientemente alejado del pueblo y, quizás, de ella.
Fue de pronto que el aroma dulce favorito de él antes de toda esa tragedia apareció de repente en escena, junto con un llamado entre gritos que no le dio tiempo a voltear. Antes de siquiera saberlo, un insoportable dolor en su pecho le invadió. Cuando finalmente se percató, una flecha se encontraba sobre su cuerpo, clavándolo contra el tronco del Árbol Sagrado.
Sus gritos se ahogaron en la desesperación de ver cómo la esfera rosada caía de sus manos al suelo, incapaz de alcanzarla y como ella se acercaba con arco en mano.
Ella, quien creyó sería la mujer que lo acompañaría el resto de la vida mortal que estuvo a punto de tener, yacía frente a él cubierta de sangre, su rostro cansado le veía con rastros de decepción.
¿Por qué? ¿Qué fue lo que hizo mal? Se suponía que tendría su final feliz, ¿Era todo mentira? Cuando ellos se posaron bajo la estatua de una diosa jurándose cariño eterno, cuando él entregó su confianza a ella a pesar de ser una extraña y de que todos a quienes quiso han muerto.
—Kikyo…— Pronunció su nombre, suplicante por saber sus razones antes de cerrar sus ojos y dejar atrás ese dolor en su pecho que se extendía más que solo físicamente. —¿Por qué…lo hiciste? —
Kikyo se mantuvo en silencio, con una respiración pesada que no respondió a su pregunta. Y así, Inuyasha se dejó llevar por el cansancio de una muerte segura.
De todos modos, ya era demasiado para él, desde pequeño no ha presenciado nada más que la propia muerte de quienes más amaba, creyendo que él era el responsable de eso solo por existir a su lado, un amuleto de mala suerte. Tampoco tuvo un hogar estable, estaba solo en el mundo. Si él moría, nadie lloraría su partida ni haría una tumba en su honor, solo sería un recuerdo olvidable para todos.
Sin embargo, hubiera preferido que sus últimos momentos no fueran igual de horrendos que todos los demás, haber perecido con la confianza de que al menos alguien le quiso. Pero ahora sabía que alguien como él no sería capaz de ser querido, al menos, esperaba que en su próxima vida pueda encontrar la felicidad que no tuvo en esta.
Cerro sus ojos, siendo esa mujer a la que amo su última visión, pensando que, aún cubierta de sangre, seguía siendo hermosa.
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Finalmente, la versión final de este AU que tanto me costó llegar entre tantas reescrituras, sin saber si encontraría una forma de hacerlo más entretenido para los lectores. Como dicen por ahí, la tercera es la vencida y oficialmente ésta será la versión definitiva sin más cambios.
El agrego de un prólogo fue el primer paso para mi, una forma de entrar en el contexto del mundo sin perder la escencia de Inuyasha al comenzar de la misma forma que su historia original creada por la gran Rumiko Takahashi. Sin embargo, las similitudes con la obra original se irán perdiendo al pasar de los capitulos. A diferencia de la versión anterior, escribir capitulos dónde yo tenga el total control de la situación es más llevadero que solo haces un copia y pega de la obra original con elementos de fantasía medieval.
También decir que esta obra es una forma propia de comenzar a explorar géneros que van más allá de la acción o el romance, así que en pocas palabras esta obra es a su vez un experimento.
Antes de terminar, decir que en algunos capitulos encontrarás la [Enciclopedía de Acanica] al final, una parte dónde daré una breve explicación de conceptos importantes para la obra o algunos no muy importantes, pero que aportan un poco el saber sobre ellos.
Ahora sí, gracias por comenzar a leer este AU tan amado por mi o si ya estabas leyendo antes, gracias igualmente por soportar tener que volver hacia atrás otra vez. Espero sea de su total agrado.
Nos estaremos leyendo en el siguiente capitulo. 3
