II


Perdido

2da Parte.


Draco escuchó claramente las voces, más de la muchacha que del sujeto que la acompañaba, quienes sin dejar de mirarle discutían:

— ¿Ves…? te dije que era de él…

— Solo tuviste suerte.

Se abrieron paso entre la multitud sin tener muchas consideraciones por quienes le rodeaban, lo que los dejó frente a él en cosa de segundos. Aquello controló la urgencia de recuperar su varita al no saber cómo actuar frente a ambos muchachos; eran una pareja y si bien sus alertas le decían que se mantuviera tranquilo, el miedo que experimentara le hizo extender su mano con mayor brusquedad de la que él mismo esperaba para arrebatarle su varita.

Al tacto del espino, sintió como es que su cuerpo recuperaba su alma permitiéndole nuevamente respirar. Afortunadamente, nada había ocurrido y el pensar lo contrario le ponía la carne de gallina.

— Tranquilo hombre… — dijo el muchacho conciliador — si quisiéramos quedarnos con ese palo no nos hubiéramos molestado en llamarte.

"Ese palo"

Inútiles e ignorantes, la sola idea de perder el tiempo explicándoles se le hacía irrisoria. Era una suerte que no pudiera y, menos, quisiera hacerlo.

— No seas grosero Tom — dijo de pronto la chica — tal vez le resulta importante — Draco notó que la chica le observaba con demasiada atención. Y a diferencia de otras ocasiones, no se sintió en lo absoluto halagado por ello. Sin embargo, su novio parecía querer algo, alguna palabra de su parte.

"¿Por qué? ¿Por haberle devuelto su varita?"

La educación le decía que sí, que correspondía al menos un simple gracias, pero solo en caso de que fueran magos ¿cierto?

"Nada hay que agradecer a estas gentes".

Pero, por otro lado, había sido su idea el ir a meterse ahí y decidir continuar con los empujones y golpes. Si lo pensaba como lo haría su madre; fácilmente podría haberse metido en un serio problema, exclusivamente por su culpa.

Alejó a Narcissa de sus pensamientos, ahí metido en medio de muggles, no le ayudaría en nada.

Iba a abrir la boca sin saber para que, cuando nuevamente, la chica evitó que hablara.

— ¿Vienes al concierto cierto? — Draco pareció no entenderle.

"Oh, ¿Con…cierto?"

— ¡Desde luego que sí! — dijo el muchacho — ¿Qué no ves cómo viste? — el gesto de Malfoy se mantuvo lleno de extrañeza, hasta que vio sus ropas, por recomendación de Vidar había dejado la túnica en casa. Era lo mejor con el calor de ese día, llevaba una camisa de seda negra que marcaba con elegancia su figura, la cual sobresalía de sus pantalones, completamente corrientes.

Vidar había tratado de convencerlo de usar algo más acorde a suedadcomo le había dicho, pero la sensación de Draco de que lucía como un vagabundo lo evitó. Solo entonces reparó en las vestimentas de sus interlocutores y si bien ella no parecía una, también era ropa bastante estrambótica para un muggle, sobre todo considerando la vestimenta que muchos muggles ese día vestían. De hecho, parecían sacadas de la tienda de Madame Malkin, aunque estropeadas y obviamente confeccionadas con telas de calidad inferior. Solo su novio parecía en verdad un muggle, con pantalones negros desteñidos y una camiseta suelta que rezaba la leyenda"The Gathering".

"¿La reunión?"

Seguramente esos eran los artistas.

Otro empujón, ahora mucho más violento de cualquiera que recibiera anteriormente lo sacó de sus casillas, ya que prácticamente terminó en los brazos del muchacho. Quiso reclamar, pero un barullo proveniente del final de la fila le advirtió que pronto se daría inicio a una estampida humana.

— ¡Han abierto! — dijo el muchacho tomando de la muñeca a su novia. Y tal cual él lo imaginó la gente comenzó a agolparse tratando de avanzar y otros evitando que muchos-entre ellos él- se colaran. Malfoy decidió que lo mejor era apartarse, no le interesaba ser aplastado por una manada de muggles, sería una forma patética de morir.

Fue ahí cuando le cogieron de la muñeca y halaron de él con tal fuerza que tuvo que mirar dos veces antes de notar que era la chica quién lo hacía.

—¡No me toques! — gritó sin ser escuchado y claramente, obedecido.

—¡No te detengas! — le respondieron a gritos, momento en el cual se soltó. Sería mucho más difícil el ir en contra de la manada que se movía, pero ya era hora de salir de ahí.

Y si antes la chica le había sujetado en ese momento fue la mano del muchacho la cual le agarró de la muñeca para sostenerlo y arrastrarlo.

— ¡No me toq...!

— ¡Sujétate! — y antes de poder responder, nuevamente el muchacho le ordenó — ¡Corre o te aplastaran!

Un rugido informe ascendió entonces amenazándole con aplastarle si es que no se movía; se mezclaba con quejidos, risas y gritos de muchachos como él. Y sin saber cómo se vio acelerando el paso ante el avance inexorable de aquella manada humana.

Y si antes había perdido el alma cuando casi perdiera su varita, ahora nuevamente la sentía en vilo, asustado por los gritos que se extendían a su lado, con miedo a caer y ser aplastado y a la vez apremiado a continuar ¿hacia dónde? No lo sabía, pero cuando el caminar paso al trote para comenzar a correr, sabía con certeza que detenerse o retroceder no eran opciones viables.

El muchacho, que le llevaba la delantera, le miró por encima del hombro y gritó a todo pulmón:

— ¡Gill irás tú primero, después él! — solo entonces, Draco reparó en la presencia de ella quién también era arrastrada por su novio. La chica le miró y esbozo algo parecido a una sonrisa, aunque no sabría decir si es que efectivamente se trataba de eso, de la luz del exterior habían entrado a un túnel que hacía reverberar las voces, gritos y risas en una cacofonía desacompasada y molesta, dejándolos en medio de las sombras, con focos aleatorios apuntando hacia sus rostros.

"¿Qué mierdas hago acá?"

No lo sabía y tampoco entendía por qué se había dejado arrastrar a ello, carecía de toda lógica y ciertamente que le hacía temer por su seguridad, tenía catorce años y estaba perdido. Había conocido, si es que esa era la definición correcta, a estos chicos y decidido, aunque no sabía si por voluntad propia, ir voluntariamente¿a un concierto muggle?

"¿Es lo que esperaba de mi "estadía" en el Londres muggle?"

Finalmente, sin saber cómo reaccionar, y ante lo rocambolesco de su destino no pudo menos que sonreír, con todo el cinismo posible, de medio lado.

Todo era tan absurdo.

Cruzaron el túnel completamente a oscuras, cuando un sujeto cogió al muchacho del brazo y le gritó algo que no logró entender, como toda respuesta Tom lo empujo y le gritó de vuelta, para luego hacer como si nada ocurriera y cogerlo a él y a su novia de los brazos y guiarlos hacia otro lado del recinto. Le pareció entonces que otros a su alrededor, había estado esperándolos y que los ayudaban a perderse en la oscuridad mientras cubrían sus pasos.

—¡Casi nos atrapan! — le gritó la muchacha.

"Delincuentes"

El ruido de la gente pronto se volvió tolerable y así como comenzaron a separarse para darse más espacio, una música indescifrable y tenue comenzó a escucharse en el lugar, viniendo de todos lados al mismo tiempo. Las luces seguían moviéndose rítmicamente y desde algo que parecía un escenario Draco notó potentes focos de luz que se movían al son de las melodías, solo que no le era posible identificar que instrumentos eran los que se tocaban o quién era el que lo hacía.

"Definitivamente parece magia"

Pero sabía que no lo era, a Draco no le era desconocido los adelantos tecnológicos con los cuales los muggles trataban de sustituir su incapacidad para la magia, era solo que nunca había visto algo que realmente… se sintiera como magia.

Cuando volvió la vista a sus acompañantes Tom le miraba interrogante, como si le hubiera hablado y supuso que ellos entendieron lo mismo, cuando el muchacho preguntó.

—¿Cómo te llamas?

—Draco — contestó arrepintiéndose de inmediato, se había impuesto la regla de no dilucidar nada sobre sí mismo y a la primera oportunidad lo había arruinado. Tom y su novia esbozaron un gesto que iba medio a medio entre la risa y la sorpresa, cuando notó al tercero entre ellos; un muchacho tan alto como él, vestido de pordiosero con un cabello larguísimo que evidentemente necesitaba ser cortado de raíz.

— ¡Wow…! — dijo este — debe ser el nombre más genial que he escuchado nunca ¿de dónde es?

— Rumano — contestó de inmediato, cuando alguien más golpeó al muchacho en el hombro desviando su atención de él.

— ¿Eres rumano? — preguntó la muchacha, a lo que Draco negó, sin saber muy bien como continuar.

"Se supone que eres un buen mentiroso, imbécil"

El verse de pronto en ese mísero problema, descontando claramente el encontrarse ahí, le fastidio como pocas cosas y recordó a la sangresucia clavándole su manaza a traición, en su pulcro rostro sin saber cómo reaccionar.

"Malditos muggles"

—Mi abuelo lo es… — dijo de pronto deseoso de salir del paso — …yo nací acá — el muchacho que le había preguntado su nombre pronto se despidió de ellos, no sin antes felicitarlo por su nombre, lo que le sobresaltó de una extraña forma que no supo explicar, pero que si sabía se contradecía en todo lo que le enseñaran y aquello solo le hacía sentir una persistente incomodidad.

No quiso pensar en ello, no en ese momento. Estaba rodeado y no había tenido la suficiente templanza para evitar verse arrastrado en ese lugar, ¿era ese el error del cual debería aprender? lo cierto es que en un principio su desconcierto le había paralizado y sin saber cómo, había terminado mimetizado con el resto.

"Que fastidio…"

A vista de todos los inconvenientes que había pasado para terminar ahí, el premio le resultó insulso y pobre, muy poco para haber aguantado tantas molestias. Sobre todo, al considerar que, claramente, eso era lo que hacían los muggles sin dinero. Los chicos que le habían secuestrado eran un claro ejemplo de ello, por lo que no pudo menos que sentirse como un sucio vagabundo que había quebrantado algún tipo de ley por una estupidez que no le interesaba en lo más mínimo.

Además, estaba sudado y uno de sus insolentes acompañantes le hizo espabilar golpeándole casualmente en el pecho. Se tentó a decirle que no lo tocara, pero de inmediato recordó cómo es que había empujado y gritado al otro sujeto que claramente era un adulto cuando intentó encararlo. Aquella actitud le había dejado muy claro que Tom podía utilizar la violencia sin mayor preocupación y él no tenía intención de arriesgarse.

"No vale la pena, nada en este lugar lo hace"

Tanteó internamente su varita para cerciorarse de que seguía ahí, en el extremo caso en que las cosas se pusieran más extrañas y se viera aún más perdido que en ese momento, la necesitaría para improvisar una huida.

Finalmente, lo esencial se había reducido a sobrevivir esa velada. La maldición que gritó internamente para su huésped, aquel primo desconocido no solo le deseaba todos males del mundo mágico, sino que además justificaba la muerte de sus progenitores al traer al mundo a semejante animal. Así mismo entendió que su primer error había consistido en aceptar aquella manipulación con demasiado candor. Sin embargo, nada debería ser gratuito, finalizar esa jornada con éxito debería granjearle una mejor opinión de aquel esperpento y claramente aceptar la mejora en sus propias capacidades.

Lo que ocurría en ese momento era una experiencia que nadie en su círculo podría aceptar o siquiera sobrellevar con un mínimo de éxito, cruzar fronteras que eran prohibidas para ellos, si bien no era algo de lo cual podría jactarse abiertamente, sí que lo elevaban aún más arriba que cualquiera de sus conocidos sangre pura. Estar en la comodidad de su privilegio era algo que cualquiera podía hacer sin esfuerzo alguno, violar esas normas solo era para los excepcionales y Draco entendía que ahora él pertenecía a ese selecto grupo, aquello supuso justificaba en parte el sentirse cansado y frustrado.

Llegó a su cabeza el viejo de la tienda y la posibilidad de que su padre hubiera escuchado en algún momento a un músico muggle, era eso una señal de que incluso Lucius había doblegado las reglas ¿cierto?

"Oh… por Merlín"

Todo se había vuelto tan confuso ese día. No, peor que eso, desde que ese muchacho cruzara la entrada de su hogar, todo se había trastocado de una forma molesta, como si quisieran restregarle algo en el rostro y Draco no fuera capaz de vislumbrar que… o más complejo aún, era algo que todos veían menos él. Era una sensación de abandono, mezclada con la frustración, que poco a poco comenzaba a subir los niveles dentro de su sangre.

Su tranquilo día, sin quererlo se había convertido en una turbulenta pesadilla.

"Llena de muggles pobretones"

La revelación de su nombre y la falsa historia sobre su abuelo, había llevado a aquellos muggles a hacerle más preguntas sobre él las que improvisó, a su gusto, de forma magistral. Lo que a su vez llevó a ambos muchachos a revelarles cosas a él, como por ejemplo que eran hermanos y no novios, como él había creído. Aun así, una verdadera sorpresa le esperaba cuando vio al muchacho buscar entre sus ropas, para descuidadamente sacar, lo que él sabía, era un cigarrillo.

— ¿Tu fumas? — preguntó a medias extrañado, a medias sorprendido. El chico asintió con un dejo de burla, de momento aquello era obvio y Draco lo detestó desde el fondo de su corazón.

— ¿Tu no? — Malfoy negó.

En el mundo mágico la norma era fumar en pipas hojas de tabaco. Sin embargo, el cigarro estaba reservado para aquellos con menos recursos -pobretones- y de bastante mayor edad. Mientras que Tom ahí, frente a él, no debía tener más de quince o dieciséis años.

"Y su hermana, quizás sea menor"

Pero al mirarlos, las diferencias eran evidentes. El aspecto mágico era algo que solo él sabía. No se trataba de eso, sino de ellos como adolescentes frente a él.

Era obvio por sus acciones, ropa y gestos que estos muchachos entendían más de ese mundo, como lo haría un Longbottom o un Weasley sobre lo ordinario del mundo mágico, los espacios para los comunes que estaban lejos de lo que a él debería interesarle en la vida. Lejos de su círculo el cual supuestamente jamás debía abandonar. No tenía la necesidad de ello. Como tampoco la había tenido de ir a ese lugar. Pero ahí estaba y trataba de discernir porque ambos hermanos le recordaban tanto a Vidar. Quizás era los movimientos o el nulo interés por la ropa de calidad o la dignidad y elegancia.

"La elegancia no te servirá de nada al enfrentar a un muggle"

Le dijo su cabeza.

Y al ver los movimientos prácticos de Tom, pudo vislumbrar un control de su entorno como el que Draco mismo tuviera sobre los rincones de las mazmorras en Hogwarts o en su mansión. Lo que fue una revelación desalentadora. Comprender las limitaciones de sus espacios y hasta donde podía moverse en ellos le hizo sospechar que se trataba de un universo demasiado pequeño para él, o para cualquier Malfoy.

Había pasado casi una hora desde que Draco y sus acompañantes se escabulleran en aquel recinto. Con el paso de los minutos el lugar se estaba llenando y la libertad y relativa tranquilidad de la cual disfrutaran hace unos minutos se había visto mermada, así como el calor había aumentado notoriamente. Y las únicas razones que le mantuvieron en aquel lugar eran el evidente hecho de que no se sentía capaz de cruzar otro mar de muggles sudorosos, así como no sabía dónde dirigirse una vez saliera de ahí. Estaba seguro que el mismo teatro era un laberinto para sus limitados conocimientos del lugar, por lo que sería bastante difícil salir sin evidenciarse.

A su lado, apretujada contra la verja, Gillian sonreía de cuando en cuando, señalando a gente y hablándole a su hermano. Tom le seguía el juego y en ocasiones lo involucraba en la conversación, habiendo ya urdido un plan para lograr su objetivo Draco se había propuesto conseguir el servicio de ambos chicos para ayudarlo a volver a Grovesnor Square y con suerte a la avenida Essex, razón por la cual comenzó con Tom algo parecido a una camaradería con la intención de obtener guía y protección para las siguientes horas.

Este a su vez, resguardaba con cuidado a su hermana situándose tras esta y colocando los brazos sobre la verja, atrapándola y protegiéndola a la vez. A él, en tanto, solo le quedaba presionarse contra el resto, que a su vez parecía querer aplastarle, imitando la forma en que Tom lo hacía.

Fue el momento en que las luces se apagaron de golpe dejando todo en penumbras. Lo que provocó un barullo emocionado que ascendió en el lugar como un suave oleaje que culminó en gritos y aullidos excitados los que le hicieron cubrirse los oídos. Solo que, en esa ocasión, la sensación de miedo que le embargó cuando entraran al recinto al creer que sería aplastado no se hizo presente, lo que le llevó a respirar profundamente aliviado.

Un sonido que le pareció metálico comenzó a sonar, colocándole la carne de gallina, era como si rasparan algo, no supo que, contra el fondo de un viejo caldero y el sonido era amplificado a todo su alrededor. Al mismo tiempo el gentío se apretó aún más contra ellos tratando, obviamente, de avanzar al escenario. Draco miró a Tom y este se resistía tensando los brazos y usando la verja como soporte.

— ¡Con un carajo! — le escuchó, imitó al chico y el movimiento se calmó, aunque no se detuvo.

Oleadas de calor comenzaron a avanzar hacia él provenientes de la parte más oscura del lugar y de la nada la sensación de amenaza volvió. Giró el rostro buscando al enemigo que en medio de las sombras se escondía, pero el movimiento frenético de las luces se lo impidió así mismo el oxígeno pareció desaparecer para que en su lugar se elevaran volutas de humo de un lado y otro. Los rostros de las personas se recortaban en medio de las sombras, apareciendo allá una cara y acá la mitad de otra, teñida de negro y rojo, algunos ojos receptores de los reflectores brillaban y Draco no pudo menos que pensar en máscaras plateadas.

Turbado volvió el rostro hacia el escenario y una silueta apareció, la gente aplaudió estrepitosamente. Muchos comenzaron a silbar, todos a gritar, de un murmullo poderoso e informe comenzó a escucharse claramente:

"¡Gathering, Gathering, Gathering!"

Hasta el punto de convertirse una sola y poderosa voz. Como si recitaran un hechizo de memoria. Como si buscaran convocar a algún ente milenario que los sacara de su miseria. Solo que la excitación de todos a su alrededor era palpable en cada llamado que le hicieran. El sonido recorrió con su eco todos los rincones asustados de su cuerpo, supo entonces que pronto comenzaría una estampida y le sería imposible escapar, pasarían sobre él y moriría, todo por tratar de demostrar algo que no era.

Alzó la cabeza, consciente de que solo hacia arriba encontraría aire puro, para toparse con el humo que tragó inundando sus pulmones, quiso toser, pero no pudo. En el escenario un chico de cabello largo y gafas cogía algo, parecía ser el intermedio entre un violín y un chelo, aunque no necesitaba ningún tipo de arco para funcionar, colocó una mano sobre el mango y la otra en el cuerpo. Luego vino otra silueta, otro muchacho que se ubicó tras unos tambores de forma extraña, luego una chica muy delgada tomó otro instrumento, similar al que había cogido el de las gafas, otro chico se posicionó tras una tabla alzada en el aire ¿Era eso un instrumento? No lo supo definir y ciertamente el ruido no le dejaría preguntar a Tom.

Entonces apareció ella y el barullo casi lo dejó sordo, tuvo que cubrirse los oídos para soportar los gritos que amenazaban con reventarle la cabeza. Pero eso no fue nada a cuando comenzó a sonar el instrumento que el chico de gafas tocaba.

"¿Cómo consigue ese terrible sonido?"

Sin embargo, todas sus ideas negativas, sobre el griterío, el humo, lo apretados que estaban se desvanecieron al verla a ella.

Ciertamente a Draco le gustaban las chicas, si eran bellas mejor. Su ego se deleitaba cuando estas quedaban prendadas de él, de su fisionomía o de sus palabras. Significaba que, de alguna manera, desde el momento en que le conocieran, él se había convertido en algo más que un simple saludo o una conversación. Y como todo sangrepura, solía hacer estrictas diferencias si se trataba de muggles. Una muggle podía ser bella, pero solo eso. Y para Draco bajo esa circunstancia, una muggle podía ser considerada como mierda recubierta de seda y así como un no comía en el baño, menos probaría mierda que olía mal aun cuando se viera bien. Ese día con esas chicas que parecían mujerzuelas, incluso con la insulsa Gillian había tolerado el contacto, ya fuera este necesario o mínimo, aunque nunca lo buscó y todo lo acepto exclusivamente debido a la situación le había llevado ahí.

Así que, a pesar de encontrarse rodeado de ellos, jamás haría concesiones con respecto a las muggles y, desde luego, jamás admitiría que una de estas podría ser capaz de robarle algo más que una simple mirada.

Solo que en ese momento no entendía porque se sentía tan perdido. No entendía la razón de sentirse tan equivocado.

"Debe ser el humo, me está contaminando y en este lugar no puedo respirar"

La mujer -no muchacha- sobre el escenario tenía el rostro en forma de corazón y lucía un rubio platinado parecido al propio, grandes ojos brillantes y una piel nívea bajo las luces del escenario, que la hacían lucir demasiado etérea para estar entreteniendo a semejante audiencia, una cintura estrecha que resaltaba sus generosos pechos y unas caderas que se contorneaban sutilmente mientras se movía de un lado al otro del escenario.

La vio acercarse hacia una vara y moverla de tal forma en que quedara más cerca de su rostro. Claramente era un alza voz.

Y a diferencia de todas las chicas que había visto en ese lugar, ese día; solo vestía esos pantalones gruesos a la cadera y una sencilla camiseta negra de tiras a los hombros. Simple y, en ella, absolutamente favorecedor. La vio moverse con una gracia hipnótica mientras extendía sus brazos saludando a su público.

"Que desperdicio"

Debía de tener veinte o pocos más años. Y si bien esa solo fue la primera impresión, cuando su voz llenó el recinto, sintió que el pecho le saltó con miedo y remordimiento.

"Estoy respirando humo y eso me está entorpeciendo el cerebro"

El público a su lado, incluyendo a Gillian y a Tom ya saltaba, coreaba y aplaudía la tonada que en un momento había amenazado con reventarle la cabeza y simplemente no era capaz de explicar nada de aquello, toda aquella febrilidad le resultaba extraña y fuera de lugar.

"¿Qué era lo que esta mujer canta para hacerlos caer en tal estado?"

Entonces lo entendió: en varias ocasiones sus padres le señalaron la existencia de ritos arcanos en los cuales se buscaba mantener un equilibrio con el sistema, con el ambiente y con la tierra. Lucius le habló, en varias ocasiones, que el idioma, con los siglos, se había vuelto una especie de arma y escudo contra el avancemuggle en el mundo. Un arma que servía para limitar los conocimientos de unos en favor de otros, más específicamente de los magos, más cercanamente de los sangrepura.

Si bien los rituales que se llevaban a cabo en lenguas perdidas, eran capaces de hacer llover, temblar, convocar huracanes, al sol en medio de la noche y a la luna en pleno día, solo había que recitar las palabras adecuadas el conjuro y el hechizo correcto.Se le había aclarado que era esa una de las principales razones por las cuales, los mayores y más importantes hechizos y conjuros eran dichos en idiomas originales y no los actuales, para mantener el secreto y para usar correctamente aquél poder.

Entonces, mientras veía como todos a su alrededor se movían de manera tan sincronizada y a su vez eufórica, no pudo llegar a otra conclusión que no fuera aquella que le decía que, en ese canto, que en esos tonos y redobles había un hechizo ilusorio que volvía locos a esos muggles, por lo tanto y obviamente, la mujer sobre el escenario no era una de ellos, sino que una bruja o en su defecto una mestiza.

"Otra traidora…"

No había otra explicación posible a lo que sus ojos presenciaban en aquel momento y mucho menos a lo que él comenzó a sentir. El hechizo o conjuro estaba haciendo efecto, lentamente en él, otra prueba que le indicaba que, al concentrarse, él podría batallar contra ella, contra su voz y su música.

"Pero… si es una bruja, está bien"

Incluso si se trataba de otra traidora. Lo que en perspectiva, era bastante mejor a su situación actual llena de muggles pobretones.

Sería una vergüenza dejarse arrastrar por los sentimientos que unas letras muggles podrían hacer aflorar en él. Pero lo cierto es que había luchado todo el día, se había controlado bajo el calor de Grovesnor Square y comido en un sitio muggle, había tolerado las miradas arrobadas de esas muchachas y la insolencia de aquél viejo…

"Que seguramente es otro mago, o en su defecto padre no le pondría atención"

…de las chicas, de Gillian y Tom, así que por solo unos segundos decidió que necesitaba asimilar su estado, lo que ocurría a su alrededor y descansar.

Deseo, entonces, saber que mensaje o hechizo se escondían en medio de esa tonada y ese mensaje, por lo que decidió poner toda su atención en lo que ocurría en el escenario. Además, admitía que ver a esa mujer actuar era lo mejor que le había ocurrido hasta ese momento.

El acompañamiento que hacía el de los tambores a la voz de la mujer era tranquilo y continuo, parecía llevar el peso de la melodía, la cual rápidamente pasó a ser canción. La otra chica también tocaba y le resultó difícil el diferenciar el sonido de su instrumento. El de las gafas, seguía ¿rasgando? las cuerdas y sacando un sonido poderoso que, a pesar de ser estruendoso tenía armonía, tenía un ritmo definido.

Tardó en comprenderlo, pero lo hizo.

"…forever dangerous and never serious. Up on your energy, Expect no sympathy"

La mujer miraba al público y apuntaba a alguien especial, tomaba el alza voz frente a ella y se lo acercaba con gracia a su boca, contraía su garganta volviendo la voz más ronca o aguda y se movía de manera cadenciosa, su pecho se movía lento con su respiración y sus piernas se tensaban al emitir una nota especialmente extensa.

Fue cuando el mismo tragó saliva. Solo entonces Draco notó que había estado con la boca abierta.

Estaba él ahí, apretujado y asombrado, molesto y eufórico. Sentía deseos de saltar y moverse, hacer algo por que aquel encierro en medio de todas esas personas le estaba asfixiando. El hechizo estaba afectándole, pero si bien sentía el temblor interno que amenazaba con estallar, no sabía cómo hacerlo. Fue cuando Tom llegó a salvarle la vida.

— ¡Salta o te caerás! — le gritó y Draco le miró como si recién reparara en su presencia, pero Tom pronto volvió su atención, al igual que todos, al escenario.

Su consejo resultó útil con todo el público apretado cuando saltaban y pateaban lo lastimaban, y él embelesado no se había percatado hasta que en un movimiento todo el gentío pareció saltar al unísono arrastrándolo. Solo el hecho de que se sujetara de la verja evitó que cayera y fuera aplastado. No lo había pensado hasta que Tom se lo dijo. Tenso los siguió.

"He's in a rush, fever round his eyes. I do not dare and cross him; he'll smooch you with his lies…"

La canción terminó y una avalancha de aplausos pareció descender desde el tejado al tiempo en que el público se detuvo de inmediato. Como si todo hubiera sido un sueño colectivo, pero aquella calma fue rápidamente interrumpida por un nuevo raspaje de caldero.

Vio que el chico de las gafas hacía señas al resto de la banda y sin dejar que terminara la melodía anterior, muy hábilmente para el gusto de Draco, se inició la segunda canción. Rasgaron las cuerdas, vinieron los toques cortos y rápidos del tambor. Entonces los gritos del público, que obviamente reconocía la canción, estallaron con fuerza, hasta que la voz de ella los calló a todos.

"We ride along the great riverside. Ever so wide, the giver of clarity, she will be wise enough to make us understand, the moment we reach heavenly land"

De esa forma fue que continuó el concierto, experiencia que, por razones obvias, Draco supo jamás se repetiría. La oscuridad le amparaba a hacer lo que quisiera en absoluta impunidad, además los insignificantes muggles a su alrededor no le prestaban atención, el hechizo hacía efecto y sin realmente quererlo se estaba anidando en él la necesidad de saltar, mover los brazos y agitar la cabeza como veía que Tom y Gillian lo hacían.

Era como si en aquel momento no fuera nadie, ni un mago, ni un sangrepura, siquiera un muchacho ahí, pro primera vez en su vida sintió que podía perfectamente ser libre para todo.

"La oscuridad me protege"

Y la euforia que subía por su pecho, provocada por la bruja en el escenario, amenazaba con ahogarle. Si finalmente lo dejaba salir ¿Cuánto duraría todo eso? ¿Una hora, unos minutos? ¿Qué tan mal podría salir de ahí? Era ridícula su preocupación. Había sorteado todo ese día con éxito, él era capaz de ello no por nada era quién era. Sonrió, pro primera vez ese día con tranquilidad a medida que sentía como es que el miedo se evaporaba y abandonaba cada uno de sus miembros.

Sin meditarlo mucho, en medio de aquella fervorosa multitud Draco los mandó a todos al diablo; Lucius, Narcissa, a Vidar, ese viejo apestoso, el maldito de Potter y a todo Hogwarts. Ahí se tornó uno y al mismo tiempo no era nadie.

Y la música. Nada tenía que ver con lo que él recordara, nada tenía que ver con lo que él conociera.

Ya no era el ruido estrepitoso y agonizante que le había aterrorizado al inicio del concierto. Eran canciones claras y evidentes, con poesía y hechizos y conjuros complejos y agradables de escuchar. Algunas tristes otras llenas de ira y decepció lo que se extendía frente a él, Las brujas de Macbeth le parecieron insulsas y vanas, aunque la verdad es que el público era diferente, no podía comparar a magos con muggles, un público de magos jamás caería ante hechizo tan superficiales… pero tremendamente efectivos, eso no podía negarlo.

Además, las brujas no tenían por costumbre embobar a su público, a la bruja sobre el escenario solo le bastaba su presencia.

"Es hermosa"

Admitió de mala gana, realmente no podía compararlos por lo menos no con ella. Debía ser una bruja, entre más lo pensaba más evidente resultaba, semejante ser no podía ser una muggle ordinaria, de hecho; no lo era, solo había nacido en el lugar equivocado y cualquier indignación que Draco pudo haber sentido hacia ella, rápidamente se transformó en lástima, pena por ella, era una víctima, un ser sobresaliente que había nacido en medio de la basura.

"¿Existirán magos a quienes jamás le llegó su carta?"

Dejo de pensar en todo ello cuando se dio inicio a otra canción y la energía que esta demandaba los hizo saltar a todos en aquel recinto al mismo tiempo. Entonces se dejó llevar y sin preguntarse nada cayó, plenamente voluntario, en el trance en donde solo era capaz de oír su potente voz.

Había un alivio en dejar de sentirse asustado o confundido que incluso le hizo olvidar la molestia que le siguiera todo ese día. La opresión que sintiera desapareció.

¿Era esa una genialidad que había esperado ver y escuchar? Claramente no. Sudaba a mares y la gente se agolpaba de un lado a otro empujándole como a una boya en medio del océano. Pero ya no luchaba, se dejaba llevar, a su lado Gillian bailaba furiosamente y Tom sacudía la cabeza con tal vehemencia como si quisiera desnucarse solo. Las luces parpadeando y cambiando de color con rapidez y precisión, el humo del cigarrillo le hacía arder los ojos. Pero no importaba, en ese momento nada le preocupaba y comenzó, simplemente a disfrutar.

Ya tendría tiempo para analizarlo y, por, sobre todo, de arrepentirse.

"I see him turn away, although my eyes are shut with emptiness, and again the rain falls down, together with me this blood in my body runs for you, drink my tears as I cry…"

De la nada se produjo un silencio al que le siguió una superflua calma, ella había bajado su tono de voz, lo que le hizo centrar su atención exclusivamente en ella, solo su voz, más un instrumento que sonaba como un piano más el sujeto del tambor tocando unos platillos metálicos con aquella falsa calma. Pero él sabía que se trataba de una trampa se venía un clímax y eso lo entendía.

Todos se tensaron esperando la explosión, ella tenía los ojos cerrados entonando su propia melodía ante aquél alza voz, subiendo y bajando, subiendo y bajando, era como si durmiera sin dejar de cantar, la mano señalando el aguante al público, piano, platillos y su voz.

Entonces el tambor se aceleró y comenzó el sonido que rasgaba. La mujer alzó su voz y perdida en un grito limpio y entonado cantó:

"¡Make me cry in vain, leave one tear! ¡Touch my face with your sigh, leave me against the stream one hundred worlds will see me, Passing by...! I see you walk away, falling down i cry and scream your name and again the rain falls down, together with me…"

‒‒‒‒‒‒‒

Todo había pasado.

Estaban fuera y el calor que sintiera en el recinto no había desaparecido, su corazón seguía exultante y él excitado. Por decisión propia se mantuvo aturdido, no quiso siquiera pensar en lo que ocurriría en su cabeza si es que recobraba sus ideas, llevaba las manos escondidas en los bolsillos y solo una camiseta blanca le cubría el pecho. Con todo el calor su camisa había terminado mojada de sudor y el saber que no solo era el propio le lleno de asco, así que decidió quitársela, señal clara de que estaba volviendo a ser él.

Ya eran casi las diez de la noche y caminaba dirigiéndose a la estación de bus más cercana, con ayuda de ambos hermanos había conseguido las indicaciones necesarias para iniciar su viaje de retorno, así mismo Tom y Gillian habían quedado atrás en cuanto dejaran de serle de utilidad.

Consciente de que había roto cada una de las reglas que fueran parte de su vida, de un momento a otro Draco no sintió los urgentes deseos, que le siguieron toda la tarde, de llegar a casa. Aunque a esas alturas se sentía demasiado cansado como para analizarlo todo, aun cuando se prometiera hacerlo.

Comenzó a juguetear con la prueba que llevara para Vidar.

En la estación de Waterloo supo que debía utilizara los servicios de Eurostar. Ahora Malfoy se hizo esperar, el apresurarse en llegar a casa iba de la mano con tener que volver a la realidad y ciertamente aún quería tener frente a sus ojos a esa bruja, a esa mujer que cantó canciones que leían su pensamiento y desde luego le embobaron. Pero cada vez que trataba de profundizar en todo aquello, su cabeza volaba muy lejos, podría ser el hambre o en cansancio, no lo sabía.

Solo cuando supo, con certeza, que ya era media noche hizo que un automóvil llamado taxi se detuviera, con gesto aburrido y muy cansado indicó su destino.

Como un autómata, compró su pasaje para el siguiente autobús a Wiltshire, había pensado en el expreso, pero llegaría demasiado pronto, de momento tenía asegurado al menos un par de horas de viaje.

Al momento de cruzar el umbral de su casa Draco se sintió aliviado, estaba en su hogar y el sentimiento de seguridad que le rodeó le gratificó, como el calor en pleno invierno. Ya había reaccionado y vuelto a su realidad, decidió por su propio bien el olvidar que conoció a esa banda y el hechizo de esa bruja, nada de aquello debía de comentar a nadie, siquiera al idiota que lo había llevado a ello.

Entonces nuevamente las emociones que le embargaran durante esa jornada invadieron cada rincón de su cuerpo abruptamente, como si se cayera ante el sopor de la muerte y de pronto hubiera oxigeno que respirar, solo que en vez de desesperación se apoderó de él el asco y las ganas de vomitar. Comprendió entonces, que ya había recuperado el control, su control; estaba en su entorno, en los espacios que él controlaba, por tanto, era obvio el paso siguiente: negar haber participado en aquél ritual.

Algo parecido a la conciencia le trató de cobarde y a si mismo se sonrió al entender que era verdad, pero Draco no estaba ahí para sufrir heroicamente, no había sido su culpa el terminar así. Lo más inteligente que podía hacer era seguir su plan. Ya en sus momentos de soledad tendría para preocuparse de aquellos detalles sobre la valentía y la traición a la cual se sometía, él era más que eso y se esperaba de él más que eso.

Entendiéndolo bien primero estaba la calma de su hogar, al pasar los días se preocuparía de su calma mental.

Cuando hizo su aparición en la sala, no había nadie, seguramente Vidar dormía lo que era lógico. Una de sus razones para tardarse, era efectivamente evitar encontrarse con él a su llegada.

— ¿Otkuda vy priyekhali? — preguntó la voz del muchacho sobresaltándole, viéndolo ahí de pie con un gesto adormilado solo pudo fastidiarle, era como si él hubiera atravesado el infierno, mientras que ese imbécil dormía plácidamente, en su hogar.

— Con una mierda Vidar — siseo apretando los dientes — ¿quieres hablar en inglés? — ignorándole completamente si dirigió al comedor, esperando sin optimismo alguno que ahí hubiera comida.

—Oy da, perdón — contestó el muchacho, siguiéndolo y desde luego repitiendo la pregunta —¿Por donde has ve…venido?

— He tomado el camino de Londres — contesto para, finalmente mirar al muchacho. Como era de esperar Vidar solo llevaba una camiseta ajada y pantalones cortos.

"Siquiera es capaz de vestirse acorde a la residencia Malfoy"

Y todo el rencor que parecía haber olvidado surgió de nuevo para invitarle a escupir su veneno.

—¿Por qué lo preguntas? No es como si supieras que camino es — el muchacho se encogió de hombros como si no le importara.

— Ya ne znal… — dijo Vidar, pero se detuvo en cuanto vio su gesto — Quie..ro decir, no supe que más hablar — declaró completamente tranquilo.

Fue cuando sacó el brazalete, la prueba de su bolsillo y se la extendió a Vidar. El brillo de este refulgía en medio de la oscuridad de su hogar, el muchacho lo cogió sin decir nada y lo examinó a la luz de la luna que se colaba en medio de los extensos ventanales.

Entonces lo vio extender una suave sonrisa y sin mirarle decir.

— Otlichnaya rabota — así que Vidar no solo hablaba en un idioma que Draco no entendía, sino que, además, lo hizo casi en un susurro, lo que claramente le fastidió aún más.

Suspiró y negó, para luego dar media vuelta y dirigirse a las escaleras. Nuevamente estaba siendo consiente de que llevaba con él toda la peste muggle a la cual había estado expuesto y no quería contaminar su hogar con ella. Pero fuera del cansancio y el hambre, las sensaciones de ese día aún le tenían algo aturdido. Desde el enojo que le hizo sentir aquél anciano, pasando por la ira dentro de aquel grupo de jóvenes, la excitación, el miedo y la euforia de concierto, el arrobamiento por la mujer sobre el escenario, así como el asqueo y molestia al final de su velada.

Ciertamente debía de admitir que nada de aquello lo hubiera esperado. De hecho, jamás imaginó que los muggles tuvieran a tantos matices. Lo más cercano que conocía a uno era la sagresucia quién tenía la personalidad más plana y necesitada que nunca viera, pero era lógico cierto. Era una sangresucia.

Cuando acudió al cuarto de baño, los elfos ya tenían la tinaja de mármol lista con agua caliente. Se sumergió completamente y contó treinta y siete segundos antes de sacar la cabeza y por fin relajarse. Cogió una toalla la cual hundió en el agua y se la llevó a la frente, apoyo su cuello en el borde y por fin, ya estando en su hogar, en su universo dio rienda suelta a sus pensamientos.

Ciertamente debía de dar algo más de crédito a lo que Vidar le dijera, no entendía cómo es que no lo había hecho cuando su padre, Lucius Malfoy, parecía confiar plenamente en el chico.

"Sus padres fueron sesinados…"

Y hasta donde entendía estos habían sido amigos cercanos de su padre. ¿Habrían estudiado en Hogwarts también? Era una de las cosas que a Draco extrañaba, sin dejar de lado ciertos celos infantiles que sentía hacia él. Sus dudas le parecían razonables ¿Por qué no había escuchado de ellos antes?

"Quizás eran desertores de la guerra"

Lo que explicaba mucho el secretismo sobre el muchacho y sus padres. Además, explicaba de manera bastante coherente las extensas conversaciones que su Lucius solía mantener con Vidar a solas en su despacho, lo que mostraba hacia ese recién llegado algo parecido a un trato igualitario con el que solo beneficiaba a muy pocos.

Además, considerando que Lucius Malfoy era el despotismo en persona, Draco sabía que se consideraba mejor que todos quienes le rodeaban, quizás también incluyéndolo a él y a su madre, incluso al viejo Abraxas de quién solía hablar con cierto desdén.

Pero no de este chico.

Vidar, desde el primer día en que se hizo presente en Malfoy Manor, hizo gala de un trato a su padre que él jamás había visto ni en sus antiguos camaradas, ni en otros adultos. Sin mencionar que, aun pareciendo un vagabundo, Lucius no tuvo reparo en ordenarle a Narcissa que le vistiera con las galas de Draco, así como se había empeñado en darle una de las mejores habitaciones de la mansión. Aquello había ocurrido a principios del verano. Lo único que en cierto sentido Draco, agradecía de la presencia del chico, era que gracias a él Lucius permitía algunas cosas que jamás hubiera tolerado, excusándose en el poco conocimiento que el muchacho tenía de la sociedad mágica de Inglaterra.

La versión oficial era que; Vidar provenía de la lejana Rusia, más claramente de las tierras más allá de los Urales en una región llamada Nenetsia, lugar donde el ministerio de magia de su nación no tenía el control. Obviamente, de todo esto Draco no creía una sola palabra, pero eran las que su padre había dicho, así que tal cual lo hizo Narcissa asintió a todo lo que Lucius dijera. Como fuera, Vidar era estudiante en Durmstrang y la muerte de sus padres lo había obligado ir a Londres con su amigo Lucius Malfoy, quién se encargaría de su cuidado.

Sin embargo, muy en contra de lo que su padre pudiera creer, él no era estúpido, en ese sentido no era un niño. Era entonces, cuando llegaba a lo que podría llamarse una idea más plausible de lo ocurrido. Podría existir alguna persona en el mundo que fuera un verdadero amigo de confianza de su padre, si podía ser factible ¿Quién no querría una amistad con los Malfoy? Y era en esa parte en donde principalmente Draco se apoyaba, el interés.

Había quedado claro desde un principio que Vidar era un heredero de una cuantiosa fortuna que su padre había tenido que trasladar a Gringotts. Así que, tal vez, su padre había hecho negocios con los padres del muchacho y que, a pesar del asesinato de estos, dichos negocios se mantenían.

"Lo que tiene mucho más sentido a que este idiota fuera un bastardo de mi padre"

Que también había sido una idea que le atormentara al principio. Y solo la tranquilidad de su madre sobre las explicaciones de Lucius había apaciguado esos pensamientos. Lo que termino aplacandole, ciertamente no le interesa perder sus beneficios de hijo único, así como le indignaría, no sabía por qué, una infidelidad de su padre a su madre.

Lo absurdo era admitir que le había divertido compartir con ese idiota. A diferencia de sus otras amistades Vidar no tenía por qué temerle o adularle. Como Theodore era lo más parecido a alguien de su nivel con quién relacionarse, solo que su educación, la cual su padre explicó a él y Narcissa había sido diferente, lo hacían demasiado tolerante a la basura muggle.Pero acá Draco tenía que, en cierto sentido, tragarse sus palabras; había pasado el día entre muggles y no era tanta la basura que los rodeaba.

"No se lo digas a nadie"

Además, estaba el asunto de la música, por la cual jamás se atrevería a preguntar a su padre. De momento con toda la desconfianza que sentía hacía él, Vidar, parecía ser el único capaz de hablar lo que él consideraba temas prohibidos sin preocuparse de cometer o no una blasfemia. Y era eso en cierto sentido lo que le agradaba del muchacho.

Por otro lado, era un buen mago. Habiéndose educado en Drumstrang, Vidar tenía una levísima ventaja en áreas que a él por su edad y estancamiento en Hogwarts le estaba vedada. Lo que, además, le aseguraba que provenía de una familia de poderosos magos y ya que estos eran amigos de su padre, ciertamente debían ser sangre pura.

Por tanto, salvados los requisitos para relacionarse con él –aun de manera vaga y superficial, pues todo se basaba en suposiciones – debería disfrutar de su compañía.

"Si no fuera un imbécil, claro está"

Se fue a la cama demasiado exhausto para pensar más. Y apenas colocó la cabeza en su almohada cayó profundamente dormido, dedicó sus últimos pensamientos a esa bruja cantante y las letras que aun resonaban en su cabeza.

"…I see you walk away, falling down i cry and scream your name and again the rain falls down, together with me…"


N/A:

El comentario que viene a continuación, esta en la versión original de esta historia y fue escrito con la sola intención de promocionar a The Gathering. En fin, acá lo replico.

Bien, acá corresponde un extenso comentario, primero con respecto al grupo y las letras que utilizo en este capítulo.

The Gathering es un grupo holandés, por el cual tengo una especial fascinación, de hecho, debo de admitir que fue con su música con la cual leí y he escrito los capítulos de este fic. Pues bien, la experiencia relatada como vivencia de Draco, es en realidad mía, de cuando el grupo realizó uno de sus conciertos en mi país. Debo agradecer, supongo a alguien, que el DVD oficial de la gira se filmara ese mismo día.

También aclaro que la descripción que hago de los miembros del grupo corresponde al aspecto que tenían en la década de los noventa. Ya que si ven los videos y leen la descripción que hago de ellas encontraran muchas similitudes, así como también aclaro que en aquel tiempo la bajista, no era un ella si no un él.

Continuo, la primera canción, se llama The Shortest Dayy si bien no es mi favorita fue la que elegí ya que al inicio de esta es cuando se pueden describir mejor las sensaciones que pudieron haber sido parte de Malfoy aquél dia. La segunda, también corresponde a la segunda canción del concierto y se llama In Between , luego le siguen In Motion #1 e In Motion #2, Bueno sin más que aclarar, espero hayan disfrutado.

Atte.-

Brujhah.

PD: Si quieren, por favor, dejen comentarios.