Katrielle se deslizó por el arma, su cuerpo inerte cayó al suelo y la mancha de sangre se extendió por su abdomen. Temblaba. Sus ojos se estaban quedando vacíos mientras miraba fijamente al profesor. Tenía una extraña sonrisa en los labios.
— Yo no… recordaba esto… — Susurró antes de que sus ojos finalmente sus ojos quedaran totalmente blancos.
— Bien, veamos… dónde estaba esa cañería.
Amy se acercó a la tapa de alcantarilla y la abrió, deslizando el cuerpo de Katrielle de forma grotesca, ante la atenta mirada de las tres personas que, en la celda, mantenían un escrupuloso silencio fruto del shock y el asco. Hubo un sonido de chapoteo, seguido del eco metálico de la tapa mientras volvía a su sitio. Amy tomó su espada y la limpió con la manga, dejándola totalmente roja.
— Ha sido agotador… — Dijo, guardando el arma en la vaina y apoyándose en el bastón, jadeando por el esfuerzo.
— La has matado… — La otra Katrielle tenía los ojos abiertos como platos, observando la mancha de sangre que había en el suelo, sin pestañear.
— Estaba en medio. — Dijo Amy, con una sonrisa. — Ella no me interesaba… me interesáis vosotros tres. Lo cierto es que sólo estaba interesada en ti y en tu padre, pero Emmy ha sido un añadido bastante interesante… Y ahora que estamos todos, podemos empezar.
— ¿Empezar? — Hershel se puso en pie, logrando separarse de la pared. — ¿Empezar a qué?
— Mi venganza, no dejes que el asesinato de tu hija te distraiga… podrías perder a la otra también si te distraes. — Dijo, negando con el dedo. — Tienes que entretenerme mientras te quito todo lo que es importante para ti.
— Sigo sin saber quién eres y de qué te conozco. — Layton la señaló con el dedo. — ¿No crees que tu venganza funcionaría mejor si supiera de qué te estás vengando?
— Oh, al contrario… eso le quitaría toda la gracia, Hershel. Ese es tu objetivo… averiguar quién soy… evitar que te destruya… — Su sonrisa era aterradora. — Que tengas una buena noche, Layton…
Amy les guiñó el ojo y, tras salir de la habitación, pudieron escuchar cómo subía la escalera. Fue entonces cuando Emmy se puso en marcha.
— Préstame tu horquilla. — Le dijo a Katrielle.
La muchacha finalmente parecía haber superado el shock y estaba esforzándose en no llorar cuando se quitó la horquilla y se la tendió Emmy. Ella no tardó en empezar a trabajar en las cadenas de Layton, hasta que estas se soltaron con un sonoro click.
— Gracias, Emmy. Cuanto tiempo sin verte… — Susurró Hershel.
— Cuando supe que habías desaparecido tuve claro que no podía quedarme al margen. ¿Qué haría Scotland Yard sin el profesor Layton?
— ¡Papá! — Interrumpió Katrielle, aferrándose a él.
Katrielle finalmente se atrevió a llorar. Había estado reprimiendo ese deseo durante mucho rato, y en los brazos de su padre, finalmente, se dejó ir. Estuvo llorando a lágrima viva. Hershel la consolaba, mientras Emmy se encargaba de la cerradura de la celda.
— Ni siquiera es una cerradura difícil… — Susurró Emmy.
— ¿No la has oído? — Suspiró Hershel. — Creo que sólo quiere ganar tiempo… Esto es un juego para ella.
— ¿Un juego? — Preguntó Katrielle, sin separarse de su padre. — ¿Cómo puede ser un juego tenerte encerrado aquí dos meses?
— Sólo lo ha hecho para demostrar que podía hacerlo. — Hershel se llevó las manos a la barbilla. — Lo que sea que quiera pasa por hacerme sentir indefenso.
— Sólo es una demostración de poder… — Ratificó Emmy, abriendo finalmente la cerradura con un click. — Probablemente también lo ha sido… lo de Katrielle.
Hershel asintió y los tres comenzaron a andar. El charco de sangre era bien visible en el suelo, e incluso se podía sentir el olor ferroso que había en el aire. Layton estaba agotado y tuvo que apoyarse en el brazo de Emmy, que le sostenía mientras abandonaban la estancia. El guarda que encontraron al bajar no estaba, y sólo un escrupuloso silencio ocupaba su lugar. Katrielle se mantenía pegada a ambos.
Desde que se habían desprendido de los chalecos metálicos, Katrielle ya no notaba ese enorme peso que la restringiera, pero parecía andar incluso más lentamente que antes porque estaba desinflada. La traición de Amy le había dolido más de lo que quisiera admitir.
Era cierto que no conocía a la pelirrosa desde hacía mucho, pero no había visto sus intenciones en absoluto y había confiado en ella sin el menor atisbo de duda. Casi había sentido una extraña conexión entre las dos… y verla asesinar a sangre fría a alguien que, esencialmente, era ella misma… la había roto por dentro.
Pero las sorpresas estaban lejos de terminar. Cuando salieron de allí, se encontraron con el casino completamente desierto. Un silencio total y absoluto llenaba la estancia con un aura misteriosa. Hershel tragó saliva, una sensación tétrica inundaba su estómago.
— ¿Se han matado entre ellos? — Preguntó Katrielle.
— No veo ningún cuerpo, Kat. — Señaló Emmy. — Sea lo que sea lo que ha pasado aquí… no parece haber habido bajas.
— Quizá también fuera parte del plan de Amy. — Atajó Layton. — No sabemos hasta qué punto tenía planeado todo esto… y quién estaba involucrado.
— Sabía que había algo raro en ella, pero no imaginaba que sería tantísimo…
— Dudo que nadie pudiera preveer que llevaría una espada de titanio, Emmy. — Añadió el profesor. — Salgamos de aquí. Quizá el inspector Chelmey sepa algo que nos sirva para encontrarla.
Volver a andar por las calles fue extraño. No había un alma en ellas. Ni siquiera ratones. Tan sólo el más absoluto y siniestro silencio.
— Pero… ¿Cuánto tiempo estuvimos ahí dentro? — Preguntó Emmy. — Antes las calles estaban llenas de vida…
— Ni siquiera da la impresión de que hayan salido corriendo. — Añadió Layton. — Parece que hubieran desaparecido sin más.
— Debe ser algún truco. — Suspiró Emmy. — No es la primera vez que vemos algo así.
— Parece magia. — Susurró Katrielle.
— Amy nos dijo que era prestidigitadora… — Le recordó Emmy. — Si eso es cierto, entonces lo más probable es que un truco así no esté fuera de sus capacidades.
— ¿Tanta gente? ¿Así sin más? — Katrielle se estremeció. — No quiero ni pensarlo.
— Nos hemos visto en cosas peores. — Emmy le guiñó un ojo. — De momento, salgamos de aquí. El profesor necesita una ducha y dormir en su cama. Un caballero debe estar presentable, ¿Verdad, profesor?
— Me has leído el pensamiento. — Hershel se apoyó en su hombro. — En este momento no parezco un gran caballero.
— Papá, tú siempre serás un gran caballero. — Terció Katrielle, con orgullo.
El ascenso fue complicado cargando a Hershel a hombros, pero Emmy no hizo el más mínimo amago de rendirse mientras sostenía al profesor y lo cargaba. Había una sensación de responsabilidad en ella después de haber abandonado al profesor tantos años atrás.
No se quitaba de la cabeza la sensación de que podría haber sido mucho más, de que podía haber llegado antes, cuando el profesor fue capturado… quizá ni siquiera lo habrían atrapado en primer lugar de no ser por su ausencia.
Pero sabía que Hershel jamás se lo echaría en cara. Ni siquiera lo hizo cuando ella le traicionó, como Amy había tenido bien a recordarle. No sólo parecía saber todo sobre el profesor, si no también sobre ella. Y la pregunta subyacente seguía siendo la misma… ¿Cómo? Aunque, no podía negar que ¿Por qué? También era una pregunta que estaba presente en su mente… y que estaba segura de que también rondaba la del profesor y, en especial, la de Katrielle.
La niña era extremadamente inteligente para su edad, sin duda, era hija del profesor. Emmy había visto cómo Amy se aseguraba de que mirase todos los puzles… de que se encargara ella misma de todos esos momentos críticos… ¿La estaba probando? ¿Quería saber si estaba a la altura del profesor, acaso?
Fuese como fuese, los tres no dejaban de darle vueltas al hecho de que Amy había dicho clarísimamente que Katrielle era parte de su plan… que ahora que se había juntado con el profesor era cuando podía permitirse iniciar su juego.
En cuando llegaron a casa, Katrielle fue a su habitación y recogió un muñeco de peluche de su habitación, se dirigió al salón y se dirigió allí. Emmy la acompañó mientras el profesor se encaminaba hacia la ducha.
Emmy se sentó junto a Katrielle y la rodeó con el brazo. La niña aferraba el oso de felpa con todas sus fuerzas, sosteniéndolo como si su vida dependiese de ello.
— Has sido muy fuerte hoy, Katrielle. — Susurró Emmy. — Tu padre estará orgulloso… Dime… ¿Cómo se llama tu osito?
— Picarat… — Susurró ella, aferrándolo aún más fuerte.
— Un nombre curioso, sin duda… ¿Se te ocurrió a ti?
— Ya se llama así cuando me lo regalaron…
Emmy se fijó bien en el peluche. No se había fijado en que era muy viejo… quizá más que la propia Katrielle.
— ¿Quién te lo ha regalado?
— Me lo regaló mi hermana cuando se fue a la universidad…
— ¿Tienes una hermana?
Katrielle iba a responder, pero Layton emitió un quejido cuando abandonó el baño, vestido con su pijama. Se le notaba aún cansado, y cojeaba un poco al andar, pero estaba en visiblemente mejor forma que cuando le encontraron en aquella celda.
— Papá… — Sollozó Kat. — Yo ya… pensaba que no iba a volver a verte…
Cuando Layton se sentó en el sofá, su hija se acurrucó en su pecho, sollozando de forma ruidosa. Estaba claro que estaba agotada, al igual que su padre. Emmy tampoco se encontraba en su mejor momento.
— Creo que lo mejor es que descansemos todos, y mañana nos ocupemosde todo esto. — Terció Layton. — Necesitamos descansar y consultarlo con la almohada.
— Está bien. Mañana temprano saldremos a Scotland Yard. — Dijo Emmy, más animada.
Pidieron algo de comida china y tuvieron una cena más que tranquila. Por un momento todo el asunto de Amy pareció apagarse y tan sólo pudieron centrarse en que se estaban reencontrando. Aún si la sombra de la prestidigitadora seguía estando sobre ellos, podían disfrutar de aquel momento de calma… estaba más que claro que no quería matarlos en aquel momento.
De hecho, Amy tenía otras cosas en la cabeza. Se encontraba en un despacho, sentada en el asiento que lo presidía. Tras ella, un gran ventanal mostraba una vista magnífica, muy distinta a la del futuro Londres. La opulenta sala estaba llena de libros de diversa índole, entre ellos, muchos tratados de arqueología y manuscritos sobre prestidigitación de su propia escritura.
Estaba jugando con una moneda entre sus dedos, haciéndola bailar entre ellos con suma habilidad, cuando la puerta del despacho se abrió con un crujido. Se escucharon pasos cuando una persona se encaminó directamente hacia Amy.
— De modo que el profesor es libre…
— Así es. — Amy le lanzó la moneda a la figura ante ella, que la recogió al vuelo.
— Sigo sin entender del todo esta parte del plan…
— Es simple… mañana todos los periódicos hablarán sobre la desaparición y rescate del profesor Layton… y sobre mí… sobre la amenaza que represento.
— ¿Por qué quieres llamar la atención de toda esa gente? ¿No te preocupa la policía?
Amy sonrió, mostrando sus dientes blancos.
— No es un problema… si quiero llamar la atención de cierta persona… no me queda más remedio que hacer saltar las alarmas.
— ¿Cierta persona?
— Verás… hay dos cosas que esa persona no soporta… Y acabo de hacer ambas al mismo tiempo. — Su sonrisa se ensanchó. — Cuando se entere de la noticia, y ten por seguro que se enterará… irá directo a encontrarse con Layton… y entonces…
— Tendrás otra pieza en el tablero. Dime… ¿Qué hay de Luke?
— No te preocupes por él… no se presentará… — Negó con la cabeza. — Me he asegurado de ello.
— ¿Estás segura?
— Completamente, yo nunca fallo. — Se acercó y habló en un susurro más confidencial. — Menos en algo tan importante para ti.
Katrielle abrió los ojos a la mañana siguiente. Se había dormido en la cama con su padre y lo aferraba como si tuviera miedo de que volviera a desaparecer. Pero Hershel continuaba allí, y lo cierto es que, cuando Katrielle le miró, ya estaba despierto.
— Buenos días, Katrielle. ¿Lista para un día de aventuras?
Katrielle sólo pudo sonreír. Decididamente, volver a dormir en casa le había sentado muy bien. Estaba lista y confiaba plenamente en su padre, así que sabía que las cosas saldrían bien. Estaba segura de que encontrarían a Amy y la detendrían… y, con suerte… entenderían quién era realmente y todo lo que pretendían.
