La ventana empañada en la entrada de la casa mostraba cómo el invierno lentamente empezaba a hacer presencia.

Conforme abría lentamente mis ojos, el aire pesado en la habitación había estado siendo una costumbre adquirida desde hacía poco, al mismo tiempo que la pequeña estufa con tenues brazas aún encendidas daban la señal de ser necesario echarle más leña, suficiente como para, tras una larga estirada y bostezo, me irguiese y sentase en la cama, a la par que estiraba mis hombros, solamente para lanzar una aliviada sonrisa al sentir como mis heridas ya no se sentían en lo absoluto, decidiendo finalmente sacarme los vendajes y comprobando que los moretones y heridas ya habían sanado.

Solo para notar como Takeru se encontraba aún dormido con una pose bastante incómoda a la vista, más sus ronquidos junto con su abrazo a una de las almohadas mostraba lo contrario.

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Ya había pasado una semana desde que decidió quedarse conmigo, si bien todos esos días habían sido para enseñarle las técnicas básicas y los ejercicios que tendría que realizar, sabía de sobra que sus heridas debían estar igual de recuperadas que las mías

—¡Buenos días, Takeru! —Dije animoso mientras arrojaba mi almohada con brusquedad sobre el pokémon, exaltándolo de golpe por lo mismo, alcanzando a lanzar un tenue gruñido asustado.

Takeru no tardaría en responder el insulto respectivo, más tampoco hice mucho caso al estar ya echando leña a la estufa.

—Hoy finalmente empezaremos con el primer entrenamiento, más te vale estar listo porque esta vez no habrán excusas —Dije con el mismo ánimo, antes de comenzar a sacar la comida de la despensa para el desayuno.

Mientras que el greñudo Riolu seguía intentando hacer que su cabeza se activase, incluso tras esa inyección de adrenalina tras asustarlo al despertar, este solo podía abstenerse a intentar estar de pie mientras caminaba hacia la mesa, luchando por encontrar la silla donde así poder sentarse.

—Ten, buen provecho —Dije calmado a la par que dejaba delante del pokémon el clásico vaso de leche blanca, un par de huevos duros sin sal y un tazón lleno de nutritiva avena.

Mientras Takeru miraba la ya reconocible comida, y si bien tampoco es que fuera muy exigente tras sus años de esclavitud y la mala alimentación que había recibido, tras conocer la mano de Hina con la comida hacía que notase aún más el claro desnivel de habilidad culinaria que existía en comparación con la mía.

—Tampoco es necesario que pongas esas caras —Dije un tanto malhumorado, al mismo tiempo que me enfocaba en mi propio desayuno, a la par que, conforme lo hacía e intentaba saborearlo, solamente me pude callar a mí mismo al darme cuenta de la insipidez a la que hacía tiempo me había acostumbrado por varios años, no sabiendo por qué de alguna extraña manera empezaba a decaerme levemente por aquel detalle.

Takeru no paraba de comer a pesar de todo, solamente continuaba intentando despabilar su aún adormilada cabeza, mientras mezclaba la avena con la leche, tomar el tazón y beberlo con ahínco, a lo que yo solo lanzo un bufido con una tenue sonrisa al seguir dándome cuenta que el pokémon seguiría negándose a usar sus cubiertos, a lo que yo solo me levanto para continuar con la misión de aquel día.

—Ten —Dejé un trapo limpio a su lado, luego de percatarme que volvía a tener más de la mitad de la cara embarrada, a lo que Takeru solo se desvía hacia este con leve fastidio como era lo usual en su obstinada actitud, pero tampoco tardaría en aceptar el gesto, tampoco es que fuera muy cómodo tener la cara o sus brazos sucios, sin embargo, al verme tomar el Bō, no tardaría en exaltarse y emocionarse respectivamente, a lo que solo tragó sus huevos para después acercarse a mi lado.

—"¿Con qué empezaremos hoy?" —No tardaría en hablarme, Takeru, a lo que yo solo le alcanzo a dar una confiada sonrisa al respectivo asombro y emoción del pokémon.

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Para luego cambiar la escena y rostro de Takeru de manera abrupta, luego de que este estuviese ahora de pie y con una mezcla de decepción y estupefacción delante de la compañía de correos de Hotaru.

—"¡¿Quieres que te haga el trabajo de repartidor?!" —Takeru no tardaría en objetar —"¡¿Y para qué fue todo el show de traer las cosas de la casa de ese viejo pervertido?!" —Solo pude intentar aguantar la risa al darme cuenta de lo bien que le quedaba ese nombre a Yuta.

—"Ese" entrenamiento empieza en la tarde, tampoco te creas que la comida sale gratis, ahora que tengo un ayudante podremos tener más dinero para que ambos comamos mejor, míralo de esa manera, Takeru —Lancé un argumento tajante al malhumorado pokémon, el cual no pudo objetar aunque quisiera, sumando el hecho de que llamarlo por su nuevo nombre, a pesar de que ya hubiese pasado una semana, seguía siendo una fibra sensible que podía tocar para que el pokémon me escuchara y aceptase de mejor manera lo que le dijera.

—"Solo vayamos por el paquete y vámonos de aquí" —Dijo Takeru con un tenue rubor en sus mejillas fastidiadas, sin querer tener contacto visual conmigo.

—¿Paquete? —Dije con una mirada burlesca.

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Antes de que la escena volviera a cambiarse por una en el que el rostro del Riolu adoptaba una expresión abrumada y preocupada, luego de ver como un montículo de sacos que fácilmente eran de su tamaño, sumaban en una pila que llegaba a tener por lo menos el doble de mi altura, en el otro costado del edificio, en donde salían y entraban los cargamentos.

—"¿D-Donde quieres llevar todo esto?" —Takeru no veía ni pies ni cabeza a lo que tendría que hacer aquel día, o de si siquiera era algo posible terminarlo en la mañana.

—Hay un sector agrícola al sur de aquí, el camión de correos no pasa desde que el invierno empieza porque el camino está en muy mal estado y temen por el mal clima, por lo que nos toca —Dije con firmeza —lo bueno, es que pagan por envío realizado —Le explicaba la parte buena a Takeru, a la par que empezaba a subir los sacos a una pequeña carreta que la empresa de correos nos había prestado para el trabajo, en la que podía subir unos 6 sacos de todos los que estaban.

—Vamos a tener que hacer seis viajes por lo menos, o bueno… —Dije, ahora levantando un séptimo saco a un lado del pokémon —Quizás solo hagan falta cinco —Mencioné con una sonrisa retadora, a la par que el pokémon captaba la indirecta con el respectivo fastidio, solamente para lanzar un suspiro e intentar tomar el saco con ambas manos, notando su clara dificultad para ello, ya que pesaba casi un poco más que el Bō pequeño que Yuta le había dado, pero el tamaño era demasiado grande en comparación a este, haciendo que yo solo pudiera lanzar otra pequeña carcajada.

—Espera aquí… así no podrás hacerlo bien —Comenté, extrañando a Takeru, a la par que yo solamente estaba jugando con el pokémon al principio con tal de molestarlo un poco, antes de que empezara a entrar al edificio para buscar la última herramienta que necesitaríamos.

Takeru, tan pronto lo dejé solo, no tardaría en sentirse así de igual manera, luego de notar el respectivo y normal caos que adoptaba aquel lugar por aquellas horas, mientras miraba cómo todos los trabajadores, ancianos pero enérgicos, recibían y organizaban los paquetes y productos que entraban o salían desde Hotaru hacia la Capital o viceversa, solamente para empezar a extrañarse luego de que un extraño aroma comenzase a ser percibido por el pokémon, haciendo que el mismo se impactase de sobremanera tras ello.

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Luego de que pasaran un par de minutos, hasta finalmente volver a salir del edificio, únicamente me alarmé al no ver a Takeru en el lugar, sin embargo, tan pronto me concentré un poco más, no tardaría mucho en verlo sentado desde el otro lado de la carreta, apoyado en una de sus ruedas, trayendo un extraño déjà-vu a mi cabeza.

—¿Está todo bien? —Pregunté luego de finalmente regresar, a lo que Takeru únicamente pareció exaltarse para luego levantarse bruscamente a la par que se limpiaba la nariz.

—"S-Sí" —Dijo firme el pokémon, antes de volver a mirarme con decisión. Estaba extrañado, más sabía que tampoco serviría de mucho preguntarle cosas luego de recibir aquella mirada.

Me quedé en silencio por unos segundos, sin embargo, no tardaría en intentar cambiar el ambiente a la par que mostraba una larga y resistente cuerda que había sacado del almacén, para luego hincarme y empezar a hacer nudos.

Takeru solo podía mirar en silencio, prestando atención a lo que hacía más sin lograr entender del todo mi propósito.

—Listo, con esto ya tienes tu nueva "mochila" —Dije con optimismo, a la par que, tras hacer distintos nudos a lo largo de la cuerda, lograba crear una especie de cuatro esferas unidas por un único punto, entrelazadas de tal manera para que pudiera sujetar firmemente uno de los sacos, para dejar dos espacios donde poder meter los brazos y colocarlos ahora en la espalda de Takeru.

Tan pronto dejé caer el peso, el pequeño pokémon no tardaría en sentir la carga, sin embargo, el ángulo y la forma en que lo estaba levantando le era mucho más cómoda y llevadera.

—¿Estás listo? —Dije, al mismo tiempo que levantaba la pequeña carreta por mi parte, para luego mirar a mi nuevo compañero de envíos.

Takeru sujetó con fuerza las cuerdas tirantes en sus hombros, dio un pequeño impulso hacia arriba con tal de acomodar mejor la carga, para después mirarme y asentirme con decisión.

—Una cosa más —Comenté, extrañando nuevamente al pokémon, luego de que ve como tenía su Bō en mi espalda —Un guerrero siempre tiene que tener su arma a disposición, nunca sabes cuando podrás necesitarla —Comenté con una actitud y mirada maliciosa al saber que pondría más carga en el Riolu, aunque sabía de sobra que tampoco sería un impedimento para este, el cual solo pudo adoptar primero la lamentación pertinente al peso que cargaría, para después fruncir el ceño con decisión, asentirme y darme la espalda en consecuencia, con la intención de que colocase el Bō entre los nudos y la bolsa, a lo que mi rostro malicioso no tardaría en cambiar a una sonrisa más sincera y calmada, para luego poner el Bō de tal manera que no molestase el caminar del pokémon.

—Muy bien, comencemos —Dije con una mezcla de rectitud y ánimo, antes de tomar la carreta, mirar por última vez a Takeru, asentirnos mutuamente y comenzar a caminar hacia nuestro destino.

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No eran usuales aquellos pedidos, básicamente eran cargamentos de insumos y medicinas básicas, pero la gran mayoría eran alimentos no perecibles que se entregaban una vez cada mes; Las épocas de invierno eran también justamente los mejores remunerados, ya que, al no haber transporte a esas zonas por el clima, el valor del envío aumentaba y con ello mi paga, al ser uno de los más indicados para ese tipo de trabajo en el pueblo.

Sin embargo, aquel solo sería el primer viaje de invierno, sabía que los siguientes serían más duros conforme el clima empeorase, más sabía cómo podríamos apañárnosla, tampoco era como si no hubiésemos pasado los dos por situaciones más complicadas que esa, por lo que también era un buen alivio saber que contaba con Takeru para aquellas nuevas tareas.

A pesar de todo, el camino se hizo en gran medida en silencio, el paisaje era digo de apreciar conforme Takeru me seguía sin rechistar ni quejarse por su propia carga, conforme íbamos más hacia el norte, la ausencia de la mano humana era cada vez mayor, solo habiendo un cableado eléctrico bastante paupérrimo y un camino de tierra que hacía mucho había sido compactado, dejando como resultado una ruta llena de baches; sin embargo, la vista de los bosques aledaños y el aire limpio hacían que el viaje valiera la pena.

Nos demoramos aproximadamente una hora en el primer viaje, las temperaturas bajas y los paisajes lo hicieron más llevadero, sin embargo, Takeru no pudo evitar echarse tan pronto llegamos al primer objetivo.

—¡Don Ryo Kurogane! —La voz de un anciano de una edad parecida a la de Yuta emergía de su casa, reconociéndome a la perfección a como era usual en esa época del año, ya habiendo hecho esa danza desde hacía ya unos tantos —No sabes cuánto te agradezco, ya no me quedaba nada de aceite —Se notaba la ausencia de compañía con aquel anciano y, a pesar de saber del apuro pertinente por los demás pedidos que necesitaba volver a buscar a la central de correos, también me daba cuenta de que tenía un ayudante que seguía masajeando sus patas ante el dolor de cargar con su cargamento por tanto tiempo, por lo que me di el lujo de usar unos cuantos minutos para ayudar a abrir los cargamentos del anciano y guardarlos, a la par que lo escuchaba conversarme de sus percances en el campo o las cosas que le habían pasado desde la última temporada.

Conforme el tiempo pasó, Takeru se terminó por quedar de ojos cerrados sentado y encorvado en un pequeño tronco de árbol caído que estaba cerca de donde se entraba al recinto, sintiendo la brisa en su rostro, mientras adoptaba facciones lamentadas cada tanto.

—Es solo el primer viaje ¿Y ya quieres una siesta? —Mi voz risueña terminó por sacar al pequeño pokémon de su transe, antes de levantar su mirada hacia mí, a lo que yo solo me extraño al notar algo raro en su expresión falseada —¿Está todo bien? —Me preocupé, más Takeru solamente lanzó un bufido para luego bajarse del tronco y volver a ponerse de pie.

—"¿Y dices que yo soy el que se pone suavecito?" —Dijo Takeru por telepatía con actitud fastidiosa y orgullosa, no negando que el objetivo había funcionado, más ni siquiera me dejó devolverle el golpe verbal antes de que este volviera a hablar —"Solo estaba meditando, no es la gran cosa" —Finalizó el pokémon, a lo que yo me congelo por un par de segundos, mientras ambos nos mirábamos ahora en silencio, presentía que algo no estaba bien, más preferí obviarlo y terminar por empezar a caminar con la carreta vacía junto con Takeru hacia la central de correos.

Mientras los minutos pasaban y los pasos eran dados, el silencio entre ambos se tornaba cada vez más incómodo, sin embargo, tan pronto noté el leve quejido por parte de Takeru, no tardaría en abrir la boca sin querer.

—Si quieres… puedes subirt- —Empezaba a sugerir lo obvio al tener una carreta vacía y un Riolu con sus patas adoloridas, sin embargo, la voz de Takeru en mi mente me calló en el instante.

—"¡Ya deja de preocuparte por estupideces!, ¡Que no se te olvide que esto también es entrenamiento!" —Takeru incluso gruñía con molestia, mientras que yo no podía reaccionar por alguna razón, mientras que el Riolu empezaba a acelerar el paso con obstinación y orgullo —"Si empiezo a rendirme tan pronto nunca podré hacer nada útil cuando llegue el momento de ir a por mis amigos" —Veía como Takeru apretaba su puño al decir aquellas palabras, yo solo podía escuchar.

Sin embargo, no tardaría en acelerar el paso de igual manera para luego estar nuevamente a su lado.

—Supongo que tienes un punto —Reconocí con tono neutral, sin mostrar molestia por la actitud de Takeru —Entonces enfoquémonos en terminar esto —Lo miré ahora con una pequeña y serena sonrisa, a lo que este solo me mira de reojo, para luego asentirme y comenzar así nuevamente el recorrido.

El resto, como dicen, es historia; los viajes se daban y no negaré que hice lo posible en encontrar momentos de descanso para Takeru, con las charlas de los compradores y la ayuda fuera de paga que hacía abriendo y organizando los pedidos en sus hogares.

Atardecía… los pedidos habían sido más tardíos de lo que había calculado, notaba la ansiedad de Takeru al querer ir a entrenar con el Bō, sin embargo, él permanecía decidido en terminar la tarea, a la par que el clima indicaba cada vez más la proximidad de una tormenta; la humedad aumentaba y el nublado cielo solo indicaba que la primera lluvia de invierno llegaría.

Tan pronto volvíamos del penúltimo viaje, Takeru solo podía jadear, a la par que caía nuevamente al suelo, no sin antes recibir una botella de agua que teníamos en la central el cual siempre se las bebía con más ahínco que la vez anterior.

—Creo que es mejor que lo dejemos hasta aquí, Takeru. Mañana podemos encargarnos de los últimos pedidos, tres bolsas no afectarán —Mientras yo hablaba, Takeru solo jadeaba, tenía la mirada perdida, como si no me prestara atención, mientras volvía a tomar agua cada tanto que recuperaba el aliento; sin embargo, no pasaría mucho hasta que alguien gritara mi nombre, llamándome.

—Quédate aquí, volveré enseguida —Le dije al pokémon, antes de que marchase hacia donde me llamaban.

Takeru siguió sin decir nada, solo seguía jadeando, a la par que, al haberme ido, no tardaría en deformar las facciones de su rostro al completo por dolor, luego de llevarse sus manos hacia sus patas, solo podía vérselas, notando la hinchazón y las ampollas que se empezaban a ver. Takeru solo fruncía el ceño con una mezcla de pena por el dolor y frustración por los sentimientos que afloraban en él durante aquel día, sin embargo, tan pronto pasaron los minutos, mi aura acercándose fue la que terminó por hacer que volviera a su actuación normal, viendo cómo me acercaba hacia él con preocupación y apuro.

—Lo siento Takeru, tendré que llevarte a casa —Empecé a hablar, haciendo que Takeru únicamente se exaltara ante ello.

—"¿Qué ocurrió?" —Fue lo único que pudo decir por telepatía.

—Todos se están yendo por el mal tiempo, hay que meter cargas enormes dentro de los almacenes y soy el único que queda que sabe manejar la maquinaria, si no lo hacemos la carga se estropeará —Le explicaba a Takeru, más este solo seguía mostrando la confusión en su rostro.

—"¿Y qué pasará con los sacos que quedan?" —La pregunta de Takeru solo mostraba que ni siquiera me había escuchado tiempo atrás.

—Ya te lo dije, ninguno de los dos está en condiciones de ir a dejarlos —Dije con calma, sin embargo, el pequeño pokémon solo pudo adoptar facciones aún más molestas tras ello, notando claramente como mi vista se iba a sus pies.

—"¿¡Qué quieres decir con eso?! ¡Estoy bien! ¡Dijimos que terminaríamos la entrega!" —La rabia de Takeru me tomaba por sorpresa, sin embargo, el tiempo apremiaba y solo era cosa de un par de minutos hasta que la lluvia arruinara cargamentos mucho más importantes para la central que tres sacos de comida.

—No lo quiero discutir ahora, Takeru —Intentaba ser paciente con el pokémon, a la par que me acercaba al mismo con intenciones de ofrecerle mi mano para ayudarlo a levantarse

—Ven, te acompañaré a la ca- —Mi voz es interrumpida…

Luego de que Takeru apartara mi mano con un golpe de la suya.

No había sido delicado, tampoco era algo mortal, pero las emociones en ese golpe eran suficientes para de nuevo dejarme consternado, sin embargo, nuevamente no pude hacer mucho antes de que Takeru volviera a hablar.

—"No necesito tu estúpida ayuda, sé cómo llegar yo solo" —Mientras aquellas palabras sonaban en mi mente, el pequeño pokémon comenzaba a levantarse con leves temblores en sus rodillas, para luego empezar a alejarse del lugar.

No entendía lo que ocurría para entonces, aquella ira no era racional, y no es como si la semana durante su descanso hubiesen ocurrido situaciones como esas, sino todo lo contrario según le mostraba técnicas o conocimientos que podría usar cuando se recuperase, su actitud, quitando sus berrinches, había sido solo afable y dócil a pesar de todo hasta aquel día.

—¡Ryo, está empezando a llover! —Los gritos del interior de la central me hacían exasperar, Takeru no se detendría y recuerdo cómo por primera vez mis piernas se sintieron bloqueadas por alguna razón durante unos segundos.

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Antes de que finalmente empezara a moverme hacia la central, para ayudar con los últimos cargamentos a toda prisa.

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Pasaron unos treinta minutos antes de que finalmente lograra guardar la última caja en las bodegas, tan pronto salí de la central de correos, lo que había comenzado con una tenue llovizna, se había convertido en una tormenta donde la fuerza del viento movía violentamente la copa de los árboles a la distancia, corrí cubriéndome al mismo tiempo que cargaba un pequeño paquete dentro de una bolsa junto con mi Bō, a la par que intentaba que su interior no se mojase , al mismo tiempo que me esforzaba en mantener el equilibrio con tal de que el viento no me hiciera caer.

No tardé mucho en llegar a casa, ni siquiera podía ver bien una vez entré, lo único que pude hacer fue llamar a Takeru, a la par que dejaba la bolsa en la mesa, no sin antes intentar limpiarme el pelo mojado de la cara con tal de ver mejor.

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Y darme cuenta que nadie estaba en la casa.

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—¿Takeru? —llamé al Riolu, a la par que iba hacia el baño o a la cocina, únicamente para asustarme mientras que el rugido del viento solo hacía que me exasperase cada vez más conforme me daba cuenta que el Riolu no estaba en la casa.

No comprendía la situación, sabía que algo tenía que ver con la actitud de Takeru en el pasado. ¿Habría escapado?, ¿Cuál sería la razón para ello?, nada parecía tener sentido conforme lo pensaba, mientras que el caos que progresivamente dominaba mi mente no me ayudaba.

Hasta finalmente pensar en una opción plausible, solamente para alterarme aún más, tomar mi chaqueta y Bō, y salir corriendo de la casa.

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Los eventos los recuerdo como imágenes estáticas en mi cabeza, llegando a la central en mitad del caos, con ninguna persona en su interior, regresando a la parte trasera, solo para notar que no se encontraba en ningún lugar la carreta con las bolsas de pedidos que debíamos enviar Takeru y yo.

Maldita sea… —Alcancé a decir en voz baja, mientras que la estupefacción y preocupación invadían las facciones de mi rostro, antes de que volviera a salir disparado del lugar, en dirección hacia el sur de Hotaru.

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El viento se calmaba, las gotas de lluvia apenas y se veían, mientras que el cielo y clima solo denotaban que estábamos en el ojo de la tormenta.

El silencio era tétrico en aquel largo y ahora embarrado camino.

Los quejidos se escuchaban.

El lento rechinar de las ruedas se escuchaba.

Las marcas en la tierra se veían.

El rojizo de la sangre en algunas marcas se veía.

No me atreví a acercarme una vez llegué a la distancia suficiente. Era como si sintiese el peso que sus emociones imponían en el ambiente, su frustración, su ira, su pena. Takeru cargaba un carro que no estaba diseñado para su tamaño, ni tampoco para afrontar aquel clima y terreno embarrado.

Era un hecho el que las ruedas no tardarían en estancarse; el pokémon hacía uso de la poca fuerza que le quedaba para tirar de ellas y hacer que cedieran a su voluntad; una última vez ocurrió…

Hasta que finalmente y tras el incesante forcejear de Takeru, una de las ruedas del carro terminó por romperse e hizo que el Riolu junto con toda la carga cayeran y se abrieran de igual manera, dejando caer parte de los pedidos que guardaban en su interior.

Las cajas con alimentos no soportarían la humedad, mucho menos la caída, el mero sonido era señal del desastre que Takeru había causado, más yo seguía estando a pocos pasos de este, el cual parecía no prestarme atención, tampoco es que fuera capaz de ver las auras a su alrededor ante el cansancio.

El cuerpo de Takeru había quedado boca abajo en el barro, el temblor de sus manos solo era señal de todas las emociones que lo abordaban en aquel momento, mientras que los recuerdos que emanaban en su mente tampoco daban misericordia al pequeño pokémon. Sus brazos temblaban, mientras estos intentaban volver a ponerlo de pie, más parecía que cada centímetro que se elevaba era un suplicio para el Riolu, no tardando en desenterrar lentamente su rostro del barro, dejando ver sus labios tensados y su dentadura cerrada al máximo, conforme sus lágrimas se confundían entre el barro que ahora ensuciaba parte de su rostro.

Takeru no me prestaba atención, aunque incluso para ese entonces dudo que no me hubiera notado de pie y en silencio luego de que finalmente llegase a su lado.

Mantenía la mirada gacha, aun cuando se levantó, este volvía a la carreta entre zarandeos y con debilidad, con intenciones de intentar levantarla desde el lado de la rueda rota.

Mi rostro permanecía calmado, más a través de mis ojos levemente entrecerrados se veía mi deseo interno de mostrar lástima ante esa situación, más no quería, sentía que la falta de respeto que haría con ello solo empeoraría lo que fuese que le ocurriese al Takeru en aquel momento como para que este actuara de esa manera.

Conforme este seguía intentando levantar la carreta, el fallar cada vez no impedía que volviera a intentarlo, a la par que los quejidos nacidos de la frustración eran cada vez más fuertes.

Pasados unos cuantos segundos, Takeru solo pudo terminar por caer de rodillas en el lodo, mientras que su llanto contenido se veía reflejado en el brusco respirar que de vez en cuando levantaba su espalda, combinada con los espasmos que ya su cuerpo sufría en demasía por el sobreesfuerzo físico.

Lentamente la lluvia comenzaba a hacer presencia, y tras ello, solo mi mano sobre la espalda de Takeru fue lo que terminaría por hacer que este parece de temblar.

No se atrevería a mirarme, a su punto de vista, lo había arruinado todo, destruyó algo que no se podría recuperar, y el castigo, que nunca mejor que antes merecía ser dado ante las consecuencias de la arrogancia de sus actos; Takeru solo podía intuir que intentaría agarrarlo desde su cuello o desde la misma piel de su espalda para presidirle su merecida penitencia, cerrando sus ojos cada vez más ahogados en lágrimas.

Solamente para abrirlos de golpe… luego de que una tenue caricia fuera lo siguiente en sentirse.

Takeru solo podía volver a temblar nuevamente, su hipeo ahora se mezclaba con la dificultad de respirar a través de su ahora moqueada nariz, antes de empezar lentamente a levantar su mirada hacia mí.

Mi rostro permanecía igual, sin embargo, el acongojado, embarrado y avergonzado de Takeru en contraste solo podía hacer que el pokémon terminase por volver a cerrar sus ojos, aún con todas sus facciones tensadas por la frustración, antes de simplemente dejar caer su cabeza sobre mi costado entre su sollozo.

Nuevamente no sabía cómo reaccionar. Era la segunda vez que Takeru actuaba así de cercano, mis emociones tampoco se encontraban en la mejor situación que digamos, haciendo que mi rostro se exaltara por primera vez luego de que el pokémon hiciera aquello.

Solo podía sentir su sollozar, al mismo tiempo que mi mano continuaba en su espalda; sin embargo, conforme el peso se sentía cada vez más, y el temblar de su cuerpo disminuía, no pasaría mucho hasta reconocer cómo Takeru había terminado por perder la consciencia nuevamente por la intensa fatiga.

Ya no despertaría, incluso cuando lo acomodaba entre mis brazos, su respirar me tranquilizaba, sabiendo que tampoco era algo de muerte, sin embargo, verlo en su totalidad solo podía hacer resaltar los arañazos en su cuerpo apenas recuperado, más nada se comparaba a las heridas ahora abiertas que tenían sus pies, mezcladas con la suciedad de la tierra, sabía que necesitaría tratamiento si no quería que se infectaran.

Al darme cuenta de la situación, mi apesadumbrado rostro no tardaría en tornarse en uno mucho más serio, al mismo tiempo que la determinación progresivamente comenzaba a mover mis piernas.

Antes de que la lluvia empeorase, rápidamente volví a meter los productos maltrechos que se habían caído dentro de sus bolsas, las até en una de las puntas del Bō, para luego apoyarlo en mi hombro izquierdo, mientras que a mi derecha sujetaba a Takeru y lo apoyaba hacia mi torso, antes de empezar a trotar lo más rápido posible hasta el lugar de entrega.

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—¡¿Pero qué ocurrió?! —No era de extrañarse que la respuesta del comprador, una vez que llegué todo empapado y con un Riolu inconsciente en mis brazos, fuera una exaltada, más este parecía más indignado por la condición del producto que la mía.

—No puedo aceptar algo así, Ryo, ¡Está todo arruinado! —El campesino empezaría el proceso de cancelar su compra, algo habitual que significaría tener que regresar a la central con los paquetes.

—Solo las cajas, sabes que toda la comida viene sellada en bolsas plásticas en su interior, por favor, entiéndeme, nos ocurrió un accidente con este clima —Intentaba apelar, teniendo suficiente evidencia con el pokémon herido en mis brazos, al mismo tiempo que intentaba mantener la compostura ante la actitud del cliente, la cual cada vez se notaba más enojada.

—Yo pagué por un producto en excelente estado —Cada palabra era una estaca en mi cabeza la cual no iba a seguir aceptando conforme el rugir de la tormenta cada vez golpeaba más a mi espalda, mientras que el comprador se encontraba seguro desde el otro lado de la entrada de su casa —No pienso acep- —Fue lo último que alcanzó a decir, antes de que finalmente mi voz lo hiciera callar.

—Creo que es una conveniencia también el que decidiera envolver unos juguetes que al parecer no vinieron en un empaque muy "anónimo" que digamos, cuando llegaron a la central hace unos días —Mientras hablaba, la cara del comprador lentamente empezaba a tornarse en una más roja, haciendo mención a una "peculiaridad" que, ya fuese por suerte o el destino, podía usar a mi favor para que aceptara el pedido —No se preocupe, nadie en la central lo vio, aunque supongo que tendré que devolverlos sin la envoltura y, bueno… ya sabe cómo son los chismes en un pueblo chico, me imagino que será mejor que se guarde el secreto, ¿No cree? —

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Tras esas palabras no hubo mucho más que decir, solo le continuó el volver a correr de regreso a Hotaru junto a Takeru ya ahora mucho más rápido sin las bolsas.

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Y el tiempo así transcurrió, la oscuridad de la noche solo resaltaba junto con el caos aún mayor que había adoptado la tormenta para aquellas horas.

La calma dentro de mi hogar fue el abrupto contraste, la estufa abierta junto con la tenue luz de la cocina permitía iluminar lo suficiente la casa en aquella tormentosa y oscura noche. Takeru reposaba en mi cama, con sus patas ya limpias y vendadas, mientras que yo me encontraba en la cocina preparando algunas cosas.

No pasaría mucho antes de que Takeru lentamente comenzase a recobrar la consciencia, sus ojos empezaban a abrirse temblorosamente, a la par que intentaba identificar dónde estaba o recordar lo vivido. Escuchaba el violento sonido del agua chocando en el techo de la casa cada tanto, casi al punto de temer que la estructura no fuera capaz de soportarlo, a la par que volvía a intentar sentarse en la cama, solo para notar las vendas en sus pies, junto con el dolor pertinente una vez que posaba sus manos sobre estos.

Tras unos cuantos minutos de preparación, no pasaría mucho hasta que yo finalmente saliera de la cocina, solamente para llamarme la atención tras ver a Takeru sentado al borde de mi cama, con su mirada gacha y oculta ante la sombra de su frente.

No dije nada, sabía que tarde o temprano tendría que ocurrir, a lo que solamente dejo las cosas que traía de nuevo dentro de la cocina, para después caminar con calma y seguridad hacia mi cama, sentándome al lado de Takeru el cual tampoco reaccionaba ante mi actuar de momento.

El silencio entre nosotros solo era roto por el ruido de la tormenta y la leña quemándose en la estufa, Takeru no quería hablar, mientras que yo mantenía una actitud más cabizbaja

—No te preocupes por la carga, la pude entregar y la aceptaron, y mañana puedo reparar sin problemas la carreta cuando pase esta tormenta —Intenté hablar a un volumen un poco más bajo y considerado, más aquello no afectó en lo más mínimo a Takeru, este seguía cabizbajo y sin intenciones de decirme nada, haciendo que yo únicamente volviera a desanimarme al no conseguir una mejor.

Conforme los segundos de silencio transcurrían, no tardaría en desviar mi mirada hacia la estufa, notando cómo la madera era quemada por las llamas, trayendo los recuerdos de un pasado que sabía nunca desaparecería.

—Cuando tenía nueve años… —Mi voz finalmente volvía a escucharse, notando como las pequeñas orejas de Takeru se levantaban de manera leve, más no su rostro —Ocurrió un incendio en la casa donde vivía con mis padres —Empezaba a contar la historia al pokémon, mientras que este seguía en silencio —Cuando me enteré solo corrí a la casa, pero ya era tarde, solo pude ver mi hogar en llamas y los restos de mis padres que sacaron cuando todo acabó; y desde ese día, cada que veo fuego o madera quemada, es como si volviera a recordarlo todo, recuerdo que las primeras veces fue un suplicio —Takeru no ignoraría aquel último detalle, haciendo que este finalmente levantase su rostro, notando en este pequeñas lagrimas apenas brotando de sus ojos por penas pasadas, a la par que volvía a ver la leña quemándose en la estufa, para después volver a mirarme, mientras que yo parecía tener la mirada perdida mientras contaba aquella historia.

—Por alguna razón sentí como si algo así te hubiera pasado, como ver algo que te recordase un pasado doloroso, aunque no sé por qué —Ahora miré nuevamente a Takeru, mientras que este se exaltaba de manera leve, antes de volver a desviar su mirada hacia abajo, aunque ya no tan cabizbajo como antes; pasaron nuevamente otros cuantos segundos de silencio entre ambos, mientras que yo empezaba a entristecerme al no lograr hacer que Takeru hablase.

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—"Es la lluvia…" —Su voz se escuchaba muy débil en mi mente, como si el mismo Takeru luchase por no hacerse escuchar del todo, más para mí era suficiente.

—"Cuando las lluvias empiezan… nos llevan a una parte donde…" —Takeru apretaba sus puños apoyados en sus piernas, mientras que todo comenzaba a tener sentido en mi cabeza; recordaba las palabras de Taichi, como este comentaba que llevaban a los pokémon a zonas de apareamiento durante el invierno, y las lluvias en esta zona siempre confirmaban el inicio de la temporada.

Takeru parecía querer intentar vomitar la palabra que describiese lo que intentaban hacerles y lo que él mismo percibía en la mente de los otros, los separaban a todos, menos a ellos dos, buscando en un juego sádico que el deseo de proteger al otro afianzara su lazo y con ello evolucionaran, lo cual solo era para el Riolu y la Buneary días sin dormir y con el miedo constante de otros pokémon cuya cordura y capacidad de empatía ante décadas de esclavitud habían terminado por disminuir sus capaces cognitivas a lo más básico e instintivo que pudiera considerarse.

—"Era como convivir con monstruos; pero era más inteligente que ellos, podíamos escabullirnos y escondernos, pero cada que teníamos hambre, sed o cualquier cosa que necesitásemos, era acercarse a esas mentes enfermas" —Takeru se llevaba las manos a su cabeza,

—"Alguno de mis amigos podrá cuidarla, yo sé que sí…" —Takeru se mordía el labio, al mismo tiempo que sus lágrimas no tardarían en volver a emerger, junto al hipeo a muy bajo volumen imposible de ocultar en aquel momento, ya que sabía en su interior que solo la juntaban con él y con ninguno de los otros en los tantos años que tuvo que comenzar con esa tortura.

Mi rostro se mantenía sereno, más mi mirada era la única que reflejaba el decaimiento ante la situación.

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—Lo sabía… y me aseguré de que esté a salvo hasta que logremos sacarla primero —

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Dije, tan tajantemente qué, a oídos de Takeru, que era capaz de ver las emociones de mi aura, aquella emoción mezclada en específico con el significado concreto de dicha oración fueron capaz de silenciar el estruendo de la tormenta asu alrededor por unos cuantos segundos.

Takeru solo pudo abrir sus ojos de golpe, el silencio se mantuvo hasta que este, de manera lenta pero progresiva, terminase por girar su rostro atónito, como si el peso que cargaban sus hombros no hubiesen terminado una vez que dejó de tirar de aquella carreta, sino hasta ese mismo momento.

Al notar la seguridad en lo que decía.

Durante su vida nunca había tenido certezas, incluso en los momentos donde había mayor predisposición a que algo ocurriese, existía la duda, la incertidumbre en el aura de quienes le rodeaban, ni siquiera su única compañera con quien tenía sintonía, incluso en los momentos en los que se intentase tener la mayor fe posible, siempre había una mancha, una oscuridad, un sentimiento tan desagradable que solo él era consciente y al mismo tiempo se lo guardaba dentro de sí, como una suciedad y carga que no hacía más que acumularse en los sensores que tenía en su nuca, hasta que esa certeza en un aura con el que tenía sintonía, hizo que toda ese peso desapareciese en el acto, como un agua a presión que sacaba todas las impurezas que parecían estar pegadas a su piel desde hacía mucho.

—"¿C-Cómo…?" —Las palabras de Takeru apenas y eran sentidas en mi mente, mientras que su anonadado rostro continuaba junto ahora sus temblorosos hombros y piernas, como si de verdad kilos hubiesen dejado de existir sobre su nuca

—Es una larga historia, pero Yuta tiene un contacto que le debía un favor y que nos está ayudando a hacer un trato para comprarla, mientras lo está se asegura que la dejen en una celda aparte durante esta temporada —Resumí lo que había estado haciendo en secreto con Yuta durante la semana de descanso, al mismo tiempo que en mi interior progresivamente me calmaba al esperar el alivio y felicidad por parte de Takeru ante la gran noticia.

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—"¿¡Y tenías el descaro de esperar hasta ahora para decírmelo?!" —El rostro encabronado mezclado con lágrimas de lamento fue el bizarro e inesperado resultado tras mis palabras, a la par que yo me abrumaba y asustaba respectivamente en consecuencia del primer puñetazo que lanzó hacia mi cuerpo, no me dolía, pero sentía que la emoción era la suficiente como para querer hacerlo con todas sus fuerzas, más sus brazos aún estaban lo suficientemente adoloridos y cansados como para no permitirle ser más que una molestia que intentaba aceptar a pesar de todo.

Takeru empezaba a hiperventilarse, sin embargo, incluso este no tenía las energías suficientes como para ese escándalo, buscando tranquilizarse en cuanto pudo, sin saber ya cómo reaccionar de manera adecuada a toda la información nueva que había entrado a su cabeza.

—No quería hacerlo hasta que estuviese seguro, lo supe recién ayer y… —Mientras Takeru mantenía el ceño fruncido e intentaba recobrar el aliento, yo comenzaba a levantarme otra vez con intención de sacar lo que había preparado en la cocina —Como hoy fue el primer día que entrenabas, quería celebrarlo con esa noticia, aunque deberías darle las gracias a Yuta, odia usar los contactos que tiene de cuando hacía clases en la capital —El rostro de Takeru seguía anonadado, mientras que yo sacaba una mantequilla y leche con sabor a chocolate de las bolsas que había traído de la central.

No era algo común que soliese hacer; lo usual era que ese tipo de manjares solo los tuviese Hina, aunque no negaré que, más allá de la economía que tampoco era la mejor, solía ser una persona bastante austera a lo que "sabores" de la comida se refiriese; sin embargo, tener a alguien viviendo conmigo hizo darme cuenta de ese detalle, sabiendo o más bien sospechando que Takeru lo resentía con cada desayuno insípido que le hacía probar.

—Tampoco te hagas muchas ilusiones, no prometo nada, pero si sigues teniendo toda la determinación que tuviste hoy pero con el Bō, considéralo como un buen pago por el compromiso —Dije con una sonrisa —Ven, siéntate y come antes de que se enfríe el pan —Mientras lo llamaba y hacía señales con una mano en son de lo mismo, Takeru permanecía en silencio.

El pokémon volvería a levantarse, más una vez que su respiración se calmó, no significó que su mente lo hiciera, los sensores en su nuca aún parecían de cierta manera activos, a la par que este tenía la vista pegada en mí y la mesa que lo esperaba, llena de cosas nuevas que no había aprendido a identificar del todo, más su aroma era lo suficientemente estimulante como para dejarlo aún más anonadado ante la situación.

Mientras Takeru hacía el proceso de sentarse más lento de su vida, yo saboreaba el pan con la mantequilla untada, no negando que disfrutaba aquellas "actualizaciones" que tenía mi despensa.

Para Takeru, era como si solamente quisiera romper en llanto ahí mismo, más no era similar a nada que hubiera sentido antes, algo que incluso chocaba con su propio orgullo y de alguna forma se encargaba de marcar un límite al deseo de derramar lágrimas.

—Provecho —Intentaba mantenerme sereno, sabía que había sido día complicado para él, en más de un sentido, más no podía evitar el no esbozar una leve sonrisa a pesar de todo.

Takeru solamente miraba su plato, su rostro ahora casi podía demostrar incredulidad de lo que vivía, al mismo tiempo que no evitaba el que el mismo tomara con ambas manos aquel tostado y enmantequillado pan; para luego finalmente abrir su pequeña boca y dar un mordisco.

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Sus dientes parecían no atravesar el pan, pasaron pocos segundos antes de que el temblar de los hombros de Takeru volviera, para luego continuarles dos hebras de lágrimas mojando los extremos de su comida.

—"Está rico…" —Las palabras del pokémon en mi mente solo hicieron que sonriese satisfecho.

—Se dice "gracias" —Obviamente no podía faltar mi talento para fastidiar a la gente, a la par que molestaba intencionalmente a Takeru, más este pareció ignorar mis palabras por unos segundos, conforme arrancaba finalmente un pedazo de aquel pan, antes de saborearlo y tragarlo en consecuencia, limpiarse las lágrimas, y mirarme con los ojos de siempre.

—"Eres un tarado" —Takeru volvía a ser el mismo conforme este me miraba con un fastidio sonrojado, haciendo que yo no pudiera evitar a echarme a reír ante la actitud, exaltándolo levemente, más para ese momento, conforme mi risa se sentía por el mismo con tanta sinceridad y sin deseo de burla o molestia, la sintonía con mi aura no tardaría en jugarle en contra, incluso aunque su orgullo hiciese presencia.

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Ya no evitaría el comenzase a reír, un tanto más leve, junto conmigo.

Solo nos quedamos así, mientras qué, luego de las risas, mientras veía a Takeru nuevamente enfocándose en su comida y bebida, absorto en sus sabores; mi vista se iba de vez en cuando a la estufa ya cerrada, notando el brillo de las llamas en su interior, más en ese momento no estaba pensando en el pasado, ni tampoco lo relacionaba con mis cargas, a la par que caía de cuentas que aquella vez era la primera vez que no me causaba desagrado, algo que ni siquiera en la casa de Hina había logrado sentir, a pesar del claro afecto que siempre les tuve.

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Me sentía en un hogar.

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En aquella torrentosa noche. Mientras todos ya se encontraban durmiendo, un hombre permanecía despierto, en cuya antigua casa la tenue luz de su chimenea era la única señal de vida que desprendía.

Yuta, con su mirada perdida, simplemente estaba sentado en su sofá, a la par que en su mano derecha tenía un vaso de whisky y en la otra, un teléfono.

Conforme el tiempo pasaba y Yuta permanecía estático, la ansiedad no tardaría en verse en el constante temblar de su talón, sin embargo, no pasaría mucho hasta que su teléfono comenzase a sonar. No contestó de inmediato, su rostro solo podía demostrar el estar intentando prepararse para lo que se avecinaba, hasta finalmente aceptar la llamada y colocarse el teléfono en su mejilla.

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—Hola, Taichi… —Fueron sus primeras palabras.

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Espero les haya gustado el capítulo B)

Lord fire 123 Los años pasan pero usteh sigue comentando fiel al contenido TwT, siempre agradecido con que me acompañe en esta aventura que tantos recuerdos nos trae.

El que Takeru no fuera capaz de ver el aura de Ryo es más por un comportamiento normal del aura en sí que de una habilidad mística ,v pero ya me daré el tiempo de explicar y dar mejores bases a lo que es el aura en mi historia xP, con calma y fe ,v7 jajaja

Un gusto como siempre Lord, muchas gracias por comentar!

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Eso sería todo chicos, probablemente y por cómo va el flujo de trabajo actual, me estoy dando la tarea de escribir por lo menos una página diaria, por lo que la actualización estaría entre cada 3 semanas aprox probablemente (aunque ya prefiero no prometer nada porque me pegan después xD)

Nos vemos en el siguiente capítulo!