INSEGURIDADES

Hermione estaba en el baño, la puerta apenas entreabierta, permitiendo que una suave luz amarillenta se filtrara al pasillo. Se encontraba frente al espejo, su varita en mano, trazando delicados movimientos sobre su abdomen redondeado y sus caderas, intentando disimular las estrías y los cambios que su cuerpo había experimentado durante los últimos cinco meses de embarazo. Sus ojos se llenaron de lágrimas de frustración mientras murmuraba hechizos de glamour que transformaban temporalmente su piel.

Harry sintió la ausencia de Hermione en la cama y despertó notando que la luz del baño estaba encendida. Salió de la cama con el ceño fruncido y se acercó, empujando la puerta suavemente. Lo que vio le rompió el corazón. Hermione estaba concentrada, sus ojos fijos en el espejo, intentando perfeccionar una ilusión mágica sobre su cuerpo.

— Hermione... — dijo Harry en voz baja, su tono lleno de amor y preocupación.

Hermione se sobresaltó, girándose rápidamente hacia él, con la varita aún en la mano. Un rubor de vergüenza cubrió sus mejillas.

— Harry, no... no deberías estar aquí — dijo, intentando ocultar la varita detrás de su espalda.

Harry se acercó lentamente, su expresión estaba llena de ternura.

— ¿Qué estás haciendo, Hermione? — preguntó suavemente, aunque ya conocía la respuesta.

Hermione evitó su mirada, sus ojos llenos de lágrimas.

— Solo... estaba intentando... — su voz se quebró y no pudo continuar.

Harry dio un paso más cerca y levantó una mano para tomar la de Hermione que aún sostenía la varita. Con cuidado, se la quitó y la dejó sobre el lavabo. Luego, con ambas manos, tomó el rostro de Hermione y la obligó a mirarlo a los ojos.

— ¿Por qué, Hermione? — preguntó, aunque su tono no era de reproche, sino de pura preocupación.

— Es que... — Hermione luchaba por encontrar las palabras, sintiéndose vulnerable — mi cuerpo está cambiando tanto, Harry. Ya no soy la misma. Pensé que... quizás no me verías atractiva más.

Harry sintió una punzada en el corazón. Se inclinó y la besó suavemente en los labios antes de apartarse lo suficiente para mirarla a los ojos.

— Hermione, nunca pienses eso. Cada cambio que tu cuerpo está atravesando es un testimonio del amor y la vida que estamos creando juntos. Eres hermosa, más hermosa que nunca, porque estás trayendo a nuestro hijo al mundo.

Hermione rompió en llanto, dejando que Harry la sostuviera. Él la abrazó con fuerza, acariciando su cabello y susurrando palabras de consuelo.

— Además, — dijo Harry, con una sonrisa suave — tú nunca te rendiste conmigo. Y fuí difícil. No voy a rendirme. Te amo.

Hermione sollozó en su pecho, sintiéndose aliviada por la sinceridad en la voz de Harry.

— Pero, Harry, ¿y si me pongo aún más difícil? — susurró, su voz temblando.

Harry se rió un poco, sosteniéndola aún más cerca.

— Entonces, lo manejaremos juntos, como siempre lo hemos hecho. Sé que el embarazo puede ser duro y que tus estados de ánimo pueden ser impredecibles. Pero estoy aquí para ti, Hermione. En cada paso del camino. No hay nada que pueda cambiar lo que siento por ti.

Hermione se apartó ligeramente para mirarlo a los ojos, viendo en ellos solo amor y compromiso.

— No puedo creer que te preocupes tanto por mí — dijo, una pequeña sonrisa asomando en sus labios.

— Siempre lo haré — respondió Harry, con una mirada llena de determinación. — Así que, prométeme que no volverás a usar esos hechizos de glamour. No necesitas esconder nada de mí. Te amo tal y como eres, y eso nunca cambiará.

Hermione asintió, sintiéndose un poco tonta por sus inseguridades, pero increíblemente afortunada por tener a Harry a su lado. Se abrazaron en el baño, con el reflejo de su amor iluminado por la luz suave y cálida, sabiendo que, sin importar los desafíos que enfrentaran, lo harían juntos.