La transformación de Harry

La tarde había comenzado como cualquier otra. Harry y Hermione, después de un largo día en el Ministerio, decidieron tomarse un tiempo para ellos. Estaban en su casa, disfrutando del calor del hogar, acurrucados en el sofá. Harry, con una sonrisa tranquila, acariciaba suavemente el cabello de Hermione mientras ella descansaba su cabeza en su hombro.

— ¿Sabes? Nunca pensé que podría tener algo como esto — dijo Harry en voz baja, su mirada fija en el fuego chisporroteante de la chimenea. Se inclinó y depositó un suave beso en la frente de Hermione — Una vida normal... contigo.

Hermione levantó la cabeza y lo miró con esa mezcla de ternura y firmeza que siempre lograba derretirle el corazón.

— Harry, de todas las cosas imposibles que has logrado, tener una vida tranquila debería ser la más sencilla —le sonrió, acercándose un poco más y rozando su nariz con la suya antes de robarle un beso.

Harry sonrió y, sin poder resistirse, la abrazó con fuerza, acercándola aún más a él. Sus labios se encontraron de nuevo, más prolongadamente esta vez, mientras el mundo exterior parecía desvanecerse. En esos momentos de intimidad, Harry sentía que todo lo que había pasado, las guerras, las pérdidas quedaban muy atrás, y todo lo que importaba era ella.

Hermione se dejó envolver en su abrazo, respondiendo con igual fervor, sintiendo el latir constante del corazón de Harry contra su pecho. Pero justo cuando parecía que la calma se había asentado de manera definitiva, un fuerte estruendo rompió el silencio.

Ambos se sobresaltaron, sus ojos encontrándose con alerta instantánea. El sonido provenía del exterior, y era inconfundible: una señal de peligro.

Harry fue el primero en reaccionar, su expresión cambió en un parpadeo de la ternura romántica a la fría concentración del auror veterano. Se levantó del sofá con rapidez, varita en mano.

— Quédate aquí — dijo con un tono firme, al mismo tiempo que sus ojos recorrían la habitación, buscando cualquier señal de amenaza adicional.

Hermione, por supuesto, no iba a obedecer sin más.

— Ni lo sueñes, Harry. Voy contigo — replicó con determinación, ya levantándose y sacando su varita.

— Hermione, no esta vez — Harry se giró hacia ella, bloqueándole el paso — No me malinterpretes, sé que eres más que capaz... pero tengo que saber que estás a salvo.

— No puedes pedirme que me quede — dijo Hermione, su mirada desafiante mientras se ponía frente a él.

Harry apretó los dientes. Sabía que no iba a ganar una discusión con Hermione, y tampoco quería perder el tiempo discutiendo. Pero esta vez, la situación era diferente. Sentía en el aire que lo que estaba a punto de enfrentar no era un simple altercado o amenaza común. Sabía que algo grande se aproximaba, y no podía arriesgarse a ponerla en peligro.

— No te estoy pidiendo que te quedes... — murmuró Harry, bajando un poco la voz, buscando suavizar el golpe — Te lo estoy exigiendo.

Hermione abrió la boca, lista para una respuesta rápida y argumentativa, pero Harry levantó una mano, interrumpiéndola con suavidad antes de que pudiera protestar.

— Escúchame — dijo, su voz baja y tranquila, pero firme — No es que no confíe en ti, Hermione. Sé lo capaz que eres. Nadie mejor que yo para saberlo. Hemos pasado por tanto juntos, y sé que podrías estar a mi lado en cualquier pelea, en cualquier situación... Pero no puedo concentrarme si sé que estás en peligro.

Hermione frunció el ceño, claramente dolida por la implicación de que Harry no la quería a su lado. Sabía que podía ser un poco sobreprotector a veces, pero esto era diferente. Sus ojos buscaban los de él, tratando de comprender por qué la mantenía al margen.

— Harry... — comenzó, pero él la interrumpió de nuevo, esta vez más suavemente, acariciándole la mejilla con el pulgar. Su toque era reconfortante, pero sus palabras, aunque amables, eran inquebrantables.

Harry dio un paso hacia ella, tomando su rostro entre sus manos. Sus ojos verdes la miraban con una intensidad que le hacía perder el aliento.

— No te preocupes por mí — le dijo con una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora, pero no lograba esconder la tensión en su mandíbula — Necesito que te quedes aquí, donde sé que estarás a salvo. Si estás conmigo ahí fuera, no voy a poder hacer lo que debo. No cuando mi mente está preocupada por ti cada segundo.

Hermione sintió un nudo formarse en su garganta. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, y se mordió el labio para no dejarlas caer. No podía creer lo que le estaba pidiendo. ¿Cómo podía pedirle que no se preocupara?

— ¿Cómo puedes pedirme eso? — susurró finalmente, su voz quebrada por la emoción — Te amo, Harry. No puedo simplemente no preocuparme por ti. ¿Cómo...?

Harry la miró con una ternura que pocas veces mostraba fuera de momentos como este. Sabía lo difícil que era para ella aceptar lo que le estaba pidiendo. Hermione siempre había sido su igual, su compañera en las batallas, su fuerza cuando él flaqueaba. Pero esta vez era diferente. Esta vez él necesitaba protegerla, aunque significara alejarla temporalmente.

— Lo sé — dijo suavemente, inclinándose un poco más cerca de ella — Sé que te estoy pidiendo algo casi imposible. Pero necesito que me hagas este favor, Hermione.

Las lágrimas finalmente cayeron de los ojos de Hermione, y ella apartó la mirada, luchando contra el dolor en su pecho. Lo odiaba por hacerle esto. Odiaba que la hiciera sentir impotente. Pero más que nada, odiaba que lo amara tanto que no pudiera evitar preocuparse por él, aunque supiera que era el mejor mago de su generación.

— ¿Prometes que volverás? — susurró, buscando algo de consuelo en las palabras de Harry.

Él asintió, inclinando su frente contra la de ella.

— Lo prometo — dijo con una seguridad que esperaba la reconfortara — No haré ninguna imprudencia. No cuando sé que te tengo a ti esperándome. Siempre vuelvo a ti, Hermione.

Ella lo miró durante unos segundos más, como si intentara grabar cada rasgo de su rostro antes de que él saliera por la puerta. Finalmente, asintió, aunque con reticencia.

Harry bajó la cabeza y le dio un beso en los labios. Se apartó solo lo suficiente para mirarla a los ojos una vez más.

— Te amo — susurró contra sus labios antes de alejarse.

Hermione cerró los ojos, dejando que el último rastro del beso de Harry se quedara en sus labios. Lo observó mientras él se alejaba, y aunque su corazón estaba lleno de preocupación, también lo estaba de amor. Sabía que no podría detenerlo, pero también sabía que Harry siempre volvía. Siempre lo hacía. Y eso, aunque no apagara del todo su miedo, era lo único que la hacía seguir respirando mientras lo veía partir.