CONFESIONES

La sala de fiestas del Ministerio de Magia estaba iluminada con luces doradas flotantes que reflejaban el brillo de los cristales y los ricos tejidos que adornaban el lugar. Una gran mesa repleta de manjares mágicos ocupaba el centro del salón, rodeada de brujas y magos de todas partes, conversando y riendo animadamente. En una esquina, Harry estaba en medio de una conversación con Ron y algunos aurores sobre las últimas estrategias para atrapar a los mortífagos restantes. Se reían de una anécdota especialmente cómica que Ron estaba relatando, cuando Harry notó que Hermione aún no había regresado del baño.

Mientras tanto, a unos metros de distancia, Claire Sutton, una joven auror con una cabellera rojiza brillante, observaba desde lejos. Había notado las miradas furtivas que Hermione le lanzaba a Harry durante toda la noche, y una idea malintencionada empezó a formarse en su mente. Claire había estado interesada en Harry desde hacía algún tiempo, pero sabía que su corazón pertenecía a Hermione. Decidida a cambiar eso, se deslizó por la multitud y preparó un plan.

Claire se acercó a la mesa de bebidas, extrajo discretamente un pequeño vial de su bolso y lo vertió en una copa de vino. Luego, como si fuera una coincidencia, interceptó a Hermione en su camino de regreso del baño.

— Hermione, ¡qué alegría verte! — dijo Claire con una sonrisa que parecía amistosa, aunque en su interior bullía otra intención — Te has perdido un par de historias bastante divertidas. Toma, deberías probar esto, es delicioso.

Hermione, sin sospechar nada, aceptó la bebida con una sonrisa agradecida.

— Gracias, Claire. Creo que podría usar esto después de todo el ajetreo de hoy — respondió, tomando un largo sorbo.

No pasó mucho tiempo antes de que la poción comenzara a surtir efecto. Hermione sintió una oleada de calor en su interior y una sensación extraña de ligereza en su cabeza. Se sintió más suelta, como si las barreras que siempre mantenía alrededor de sus emociones se estuvieran desmoronando.

Cuando finalmente volvió al grupo donde estaban Harry y Ron, parecía perfectamente normal al principio, pero tanto Harry como Ron notaron que su andar era un poco más relajado de lo usual, sus ojos brillaban más de lo normal y su sonrisa era más amplia.

— Hermione, ¿estás bien? — preguntó Harry con una mezcla de preocupación y curiosidad.

Hermione soltó una risita y se acercó tambaleándose a Harry, apoyándose en su brazo.

— Harry, ¿alguna vez te he dicho lo guapo que te ves cuando te preocupas? — dijo, sus palabras arrastrándose un poco.

Ron frunció el ceño.

— Hermione, ¿cuánto has bebido?

— Solo un trago — respondió Hermione, sonriendo como si fuera lo más divertido del mundo — Pero... oh, Harry... — De repente, su tono se volvió más serio, sus ojos fijos en los de él — Tú... tú no tienes idea de cuánto te amo. Siempre te he amado, ¿sabes? Desde que éramos unos niños en Hogwarts...

Harry sintió que su corazón daba un vuelco. Las palabras de Hermione, llenas de una sinceridad dolorosa, lo golpearon con una mezcla de alegría y horror. Sabía que ella estaba bajo el efecto de algo; esto no era algo que diría sin más. Sus ojos se encontraron con los de Ron, que tenía una expresión de alarma. Ambos llegaron a la misma conclusión: alguien había puesto algo en la bebida de Hermione.

— Hermione, creo que alguien te ha dado algo — dijo Harry con suavidad, tratando de mantener la calma — ¿Qué bebiste?

Pero Hermione no estaba escuchando. Seguía mirándolo con una intensidad que nunca antes había visto, su voz bajó a un susurro.

— A veces sueño contigo, ¿sabes? — confesó, sus ojos comenzando a llenarse de lágrimas — Sueño que estamos juntos, que tú... tú también me amas...

Harry sintió que su pecho se apretaba con un dolor desconocido. Esta era la verdad que siempre había sospechado pero nunca se había atrevido a enfrentar. Sintió un deseo abrumador de besarla, de decirle que él también la amaba, pero sabía que no podía hacerlo así. No podía aprovecharse de ella cuando estaba en este estado.

— Hermione, no... — dijo suavemente, levantando una mano para detenerla cuando ella se acercó más, con sus labios rozando los de él — No así.

Pero Hermione no se detuvo. Se inclinó hacia adelante y, con un movimiento rápido y tembloroso, presionó sus labios contra los de él. Harry sintió un calor arrollador que lo invadió desde los labios hasta los pies, pero luchó contra el impulso de devolver el beso.

Ron se movió rápidamente, tomando a Hermione por los hombros y apartándola de Harry.

— Hermione, vamos, esto no está bien — dijo, tratando de sonar calmado mientras le lanzaba una mirada significativa a Harry — Vamos a sacarte de aquí.

— Harry... — susurró Hermione, con lágrimas ahora cayendo por sus mejillas — Yo... lo siento...

Harry sintió una punzada en su corazón al ver el dolor y la vergüenza en sus ojos.

— No te disculpes, Hermione. No es tu culpa — dijo con una voz firme pero suave, mientras Ron la guiaba lejos de la multitud, buscando un lugar más tranquilo.

Mientras los tres se alejaban, Harry vio de reojo a Claire Sutton, observando con una expresión burlona. Harry sintió una oleada de ira al comprender lo que Claire había hecho, pero por ahora, su prioridad era Hermione.

Una vez que estuvieron en un rincón más tranquilo, Hermione todavía estaba un poco tambaleante. Harry se arrodilló a su lado, su expresión llena de preocupación y afecto.

— Hermione, está bien — dijo en voz baja, tratando de consolarla — Estoy aquí, y nada de lo que dijiste me hizo sentir diferente. Al contrario...

Hermione, con los ojos llenos de lágrimas, lo miró con una mezcla de esperanza y miedo.

— ¿De verdad...?

Harry asintió lentamente.

— De verdad. Y hablaremos de esto cuando estés mejor. Prometo que hablaremos.

Sabía que el momento de hablar con Hermione sobre sus sentimientos había llegado mucho antes de lo que había planeado. Y aunque el momento no había sido el ideal, sabía que no podía seguir guardando lo que sentía por ella por más tiempo. Esta noche, todo había cambiado, y no había vuelta atrás.

La risa que había escapado de los labios de Hermione momentos antes se había desvanecido, y una expresión de desconcierto y pánico comenzaba a nublar sus ojos. Ron, ahora como auror y siempre previsor, sacó una pequeña poción de su bolsillo. Había aprendido a llevarlas consigo después de tantas noches de fiesta con George.

— Bebe esto, Hermione — dijo suavemente, sosteniendo la poción frente a ella — Te ayudará a despejar la cabeza.

Harry la sostenía con un brazo firme alrededor de su cintura, evitando que se desplomara. Hermione bebió la poción lentamente, con la mirada aún perdida.

Cuando la última gota desapareció, su respiración comenzó a calmarse y su cuerpo se relajó en los brazos de Harry. Pero en cuanto comenzó a recobrar la claridad, sus ojos se agrandaron y el color huyó de su rostro.

— Oh no… Harry, yo… — Hermione comenzó a balbucear, su voz temblando mientras las lágrimas llenaban sus ojos. Recordaba todo con una claridad alarmante. El beso. Las palabras. Todo. Sentía como si el suelo bajo ella hubiera desaparecido.

Ron, siempre el mediador, se apresuró a tranquilizarla.

— Tranquila, Hermione. No pasa nada. No es tu culpa. Alguien te dio algo, y claramente no sabías lo que hacías.

Harry intentó acercarse más, su voz suave y llena de preocupación.

— Hermione, no tienes que sentirte avergonzada. No hiciste nada malo.

Pero Hermione no podía mirarlo. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, su vergüenza palpable. Todo lo que podía pensar era que había arruinado todo. Que la amistad y el lazo que compartía con Harry nunca sería el mismo.

— No puedo creer que… que dije todas esas cosas… — murmuró entre sollozos, apartando la mirada de ambos. Y antes de que Harry o Ron pudieran reaccionar, se dio la vuelta y comenzó a correr, sus tacones resonando en el suelo de mármol.

— ¡Hermione, espera! — gritó Harry, intentando seguirla. Pero ella corría con una rapidez sorprendente, a pesar de los tacones y el vestido largo.

Cuando Hermione llegó afuera desapareció con un estallido, Harry se detuvo. Ron lo alcanzó y le puso una mano en el hombro.

— Déjala ir, Harry — dijo Ron, su voz calmada pero firme — Necesita un poco de tiempo para asimilar lo que pasó. Mañana hablarás con ella. Será mejor así.

Harry respiró hondo, mirando hacia el lugar vacío donde Hermione había desaparecido. Sabía que Ron tenía razón, y también sabía que tenía que enfrentar a alguien más esa noche. Su mandíbula se tensó al recordar el rostro burlón de Claire Sutton.

—Tienes razón —asintió Harry, con la determinación ardiendo en sus ojos — Pero hay algo más que debo hacer.

Ron lo miró con curiosidad, pero antes de que pudiera preguntar, Harry ya había comenzado a caminar de vuelta al salón de fiestas. No tardó mucho en encontrar a Claire. Estaba cerca de la mesa de bebidas, riendo y conversando con un grupo de jóvenes aurores. Pero cuando vio a Harry acercarse, su sonrisa se ensanchó, como si hubiera esperado precisamente este momento.

— Claire — dijo Harry con voz baja y peligrosa, su expresión severa — Necesito hablar contigo. Ahora.

Claire lo miró con un destello travieso en sus ojos y, con un gesto coqueto, lo apartó del grupo.

— ¿Qué pasa, Harry? — preguntó, fingiendo inocencia — Pareces molesto.

Harry cerró los ojos un momento, tratando de mantener la calma. Cuando volvió a abrirlos, su mirada estaba llena de furia contenida.

— Sé lo que hiciste, Claire. Le diste algo a Hermione para que perdiera el control y… — Harry tragó saliva, luchando por controlar su voz — Y confesara cosas que debían quedarse privadas.

Claire se encogió de hombros, una sonrisa despectiva curvando sus labios.

— Oh, Harry, no te pongas tan serio. Solo era una broma. Y además, ella dijo lo que todos ya sabíamos. Que está enamorada de ti.

— No tenías derecho — gruñó Harry, dando un paso hacia ella — No tenías derecho a hacerle eso a Hermione. Esto no era algo que ella debía confesar en ese estado.

Claire levantó las manos en un gesto de inocencia falsa, pero había un brillo de desafío en sus ojos.

— Harry, solo quería ayudarte a ver lo que es obvio. No necesitas estar con alguien como ella cuando podrías tener a alguien como yo — dijo, acercándose a él, sus ojos brillando con una mezcla de coquetería y provocación.

Harry retrocedió, su expresión endurecida.

— Claire, escúchame bien. No estoy interesado en ti. No lo estuve antes y no lo estaré ahora, especialmente después de lo que has hecho. Has lastimado a Hermione, y eso es algo que no puedo perdonar — Su voz tembló ligeramente al final, pero su determinación era clara.

Claire parpadeó, claramente sorprendida por la firmeza de sus palabras. Intentó reír, pero la risa sonó forzada.

— Vamos, Harry, no te pongas melodramático. Solo era un poco de diversión.

— Esto no es diversión, Claire — interrumpió Harry con un tono que dejó claro que la conversación había terminado — No quiero tener nada que ver contigo. Y si alguna vez vuelves a hacerle algo a Hermione, lo lamentarás. Y esto no es una amenaza; es una promesa.

Claire lo miró con una mezcla de enojo y humillación. Por un momento, pareció que iba a responder con alguna réplica mordaz, pero al ver la intensidad en los ojos de Harry, su rostro se endureció. Sin decir una palabra más, se dio la vuelta y se alejó rápidamente, sus tacones resonando en el suelo.

Harry se quedó allí, respirando profundamente, tratando de calmarse. Sabía que las cosas con Hermione ahora eran más complicadas que nunca, pero no podía perderla. No ahora. No después de lo que había escuchado esa noche.

Respiró hondo y miró a su alrededor, notando que algunas personas observaban la escena con curiosidad. Decidió que ya había tenido suficiente de la fiesta. Se giró y comenzó a caminar hacia la salida, su mente llena de pensamientos sobre Hermione y lo que les esperaba a ambos. Una conversación crucial, una que había sido demasiado tiempo pospuesta y que finalmente tendría que tener lugar.

*

Al día siguiente, Harry se encontraba frente a la puerta de la casa de Hermione, su mano alzada a punto de tocar por tercera vez. Había pasado toda la noche pensando en ella, en las palabras que había dicho en la fiesta, en la forma en que había huido después de recobrar la compostura. Estaba claro por qué no había aparecido en el Ministerio esa mañana; la vergüenza de enfrentarlo debía ser abrumadora. Pero Harry sabía que necesitaban hablar, más allá de la confusión y los malentendidos.

Finalmente, con un profundo suspiro, golpeó la puerta una vez más, esta vez más fuerte. Los segundos se hicieron eternos antes de que la puerta se abriera lentamente, revelando a Hermione. Su rostro estaba pálido, con los ojos hinchados por el llanto. Al verle, su expresión se endureció y el rubor subió a sus mejillas.

— Hermione… — Harry comenzó, pero su voz sonó más suave de lo que pretendía.

Hermione lo miró por un instante, sus ojos oscuros y llenos de emociones que intentaba desesperadamente ocultar. Sus labios temblaron, y desvió la mirada hacia el suelo, incapaz de sostener la intensidad de sus ojos verdes.

— Harry, yo… lo siento tanto — murmuró, su voz apenas un susurro. Se apartó de la puerta, permitiéndole entrar, pero sin atreverse a mirarlo nuevamente. — Sé que te debo una disculpa. Lo de anoche fue… fue completamente inapropiado. Yo… ni siquiera sé qué me pasó.

Harry cerró la puerta detrás de él y se acercó a ella lentamente, tratando de no parecer amenazante o invasivo.

— Hermione, no tienes nada de qué disculparte — Su voz era suave pero firme.

Hermione finalmente lo miró, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.

— ¿Cómo puedes decir eso? — preguntó ella, un poco más fuerte de lo que pretendía. Su voz se quebró, y una lágrima se deslizó por su mejilla.

— Te puse en una situación tan incómoda. Debes pensar que soy una idiota. Yo… no quería que supieras mis sentimientos de esa manera. No quería que te sintieras obligado a... — Se detuvo, mordiéndose el labio con fuerza.

Harry dio un paso más cerca, acercándose a ella con cautela, como si cualquier movimiento brusco pudiera hacerla huir de nuevo.

— Hermione, escúchame — Su tono era tan calmado como podía hacer que sonara. — No pienso que seas una idiota. No pienso nada malo de ti, de hecho... — Tomó una profunda respiración, reuniendo coraje — Estoy agradecido de que me lo hayas dicho. Que finalmente haya salido a la luz.

Hermione lo miró, sorprendida, y sus ojos se encontraron de nuevo, esta vez con una intensidad que le hizo estremecerse.

— ¿Qué... qué quieres decir? — preguntó ella, su voz apenas un susurro.

Harry sintió cómo su corazón latía más rápido, pero sabía que no había vuelta atrás. Había pasado demasiado tiempo ocultando lo que sentía.

— Hermione, he sido un cobarde. He estado enamorado de ti desde hace mucho tiempo, pero tenía miedo de que si te lo decía, podría arruinar lo que teníamos. — Hizo una pausa, viendo cómo los ojos de Hermione se agrandaban, su boca ligeramente abierta — Cuando te vi anoche, cuando escuché lo que dijiste... Me di cuenta de que no quiero seguir fingiendo. No quiero seguir ocultando lo que siento por ti.

Hermione dio un paso atrás, sorprendida, y su respiración se hizo más rápida.

— Harry... yo… — Las lágrimas caían ahora libremente por su rostro, y desvió su mirada, incapaz de sostener la de él. Sentía como si su corazón estuviera a punto de explotar de emoción y confusión.

Harry se acercó más a ella, su corazón latiendo con fuerza, y suavemente, con una ternura que nunca antes había mostrado, tomó su rostro entre sus manos. Hermione temblaba bajo su toque, sus lágrimas aún cayendo, y Harry sintió cómo su propio corazón se apretaba al verla así, tan vulnerable y asustada.

— Hermione — murmuró, acercándose más a ella, su frente casi tocando la suya — Anoche, cuando me besaste... tuve que hacer un esfuerzo monumental para no responder ese beso, porque no quería aprovecharme de ti en ese estado.

Hermione levantó la vista hacia él, sus ojos llenos de confusión y esperanza.

— Harry…

Harry asintió, su mirada sincera y llena de afecto.

— Ahora estás sobria, y después de lo que dijiste, no hay nada que me impida hacer esto.

Y con esas palabras, Harry se inclinó lentamente y la besó. Hermione al principio se quedó inmóvil, sorprendida, pero pronto se relajó en sus brazos, respondiendo con la misma intensidad y pasión que había reprimido durante tanto tiempo.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad. Harry apoyó su frente contra la de ella, sus ojos aún cerrados, como si no quisiera romper el momento. Hermione levantó una mano y tocó su rostro, acariciando suavemente su mejilla.

— Harry… pensé que nunca te lo diría. Tenía tanto miedo de perderte.

— Nunca me perderás, Hermione. Eres lo más preciado que tengo. — Harry la miró con una intensidad que hizo que ella sintiera que su corazón se derretía — Eres todo para mí.

Hermione sonrió a través de sus lágrimas, y lo abrazó con fuerza, sintiendo como el peso de sus miedos y dudas se desvanecía con el calor de sus brazos a su alrededor. Finalmente, después de tanto tiempo, ambos habían encontrado el coraje para admitir lo que sus corazones habían sabido siempre. Y en ese momento, todo parecía estar en su lugar, exactamente como debía ser.