Notas Iniciales: Hace tiempo que estoy obsesionada con los hermanos Graves, pero de pronto recordé a otra pareja de hermanos que yo amaba mucho también pero nunca logré escribirles un fic (porque si tuve la intención). Entonces, ¡PAM! Tuve inspiración para un crossover. ¿Por qué no unir a los dos Visual Novel más polémicos en una sola historia? Sólo un par de incestuosos puede entender a otro par, jaja.
Advertencias: Mentes rotas y parafilias.
Destinos Similares.
Volvieron al motel de antes sin ningún plan concreto en mente, a pesar de que habían decidido lo que harían después de cometer parricidio. Los latidos del corazón de Andrew se habían acelerado cuando vio patrullas de policía cerca, pero por fortuna no los detuvieron en la carretera y pasaron de largo sin prestarles mucha atención. Se deshicieron del coche, se instalaron en el mismo cuarto de mala muerte que habían pagado anteriormente y se dispusieron a descansar de los eventos recientes. La mente del hermano mayor no pudo estar tranquila esa noche, así que pasó más tiempo del estimado en el exterior fumando mientras Ashley aparentemente dormía sin preocupaciones en el cuarto.
Andrew contempló sin mucho interés el mismo paisaje que ya había visto incontables veces la última semana, aunque algo logró captar su atención.
Dos chicos indudablemente más jóvenes que él o su hermana estaban caminando en mitad de la noche, dirigiéndose justo hacia el edificio en el que él se posaba. Llevaban un par de desdeñables maletas y se encontraban vestidos con uniformes de preparatoria extranjeros, debían serlo ya que jamás en la vida había visto un conjunto de ropas tan formales o coloridas en aquella parte del mundo. Venían tomados de la mano, también lucían agotados de tanto caminar. Hubiera dejado de prestarles atención de no ser porque después de que entraron a recepción, al poco tiempo emergieron y comenzaron a subir las escaleras hacia la habitación de al lado. No lo saludaron, limitándose a entrar a la oscuridad del sitio, aunque el muchacho de pronto le dirigió una mirada extremadamente familiar para él: una de agresiva advertencia. Lo sabía porque él mismo solía mirar así a quien considerase un peligro para Ashley. Entonces lo vio cruzar el umbral para cerrar la puerta en absoluto silencio.
Distraídamente Andrew se preguntó si serían hermanos o sólo una pareja joven fugándose de casa, pero al poco rato se reprendió por siquiera catalogarlos en ese orden. Era muy jodido que alternara entre esas dos posibilidades tan fácilmente cuando las relaciones normales no podrían funcionar así. Su relación con Ashley no podía ser duplicada por la gente común.
Al poco tiempo de que terminó su cuarto cigarrillo volvió adentro con su hermana pequeña. Su secreto había sido expuesto con la visión demoniaca, pero quizás tendría una oportunidad de que Ashley no sacara el tema si fingía una repentina pesadilla esa noche, después de todo el estrés postraumático funcionaría como la excusa perfecta, considerando que no hace mucho habían mutilado y canibalizado a sus padres. Si, se aferraría a eso para acostarse junto a Ashley otra vez. Y con renovado entusiasmo cruzó el umbral.
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Ashley se despertó con el aroma de su hermano. No la estaba abrazando pero su rostro se encontraba apuntando en su dirección, así que podía sentir su acompasada respiración agitando suavemente los alborotados rizos que le caían en la cara. Sonrió, reprimiendo el impulso de acomodar sus cabellos ya que no quería despertarlo y en cambio se volvió acurrucar. De no ser por el característico sonido de algo cocinándose y el apetecible olor que hizo gruñir a su estómago, se habría mantenido ahí sin ningún problema, pero su cuerpo demandaba alimento y no podría ignorarlo aunque quisiera. Lo que sea que estuvieran preparando sus vecinos, seguro era delicioso. Se negaba a no consumir algo mínimamente decente esa mañana.
—Andrew —se quejó, alargando cada vocal en el nombre de su hermano, esta vez tomándose el descaro de agitarlo de un hombro y restregando la cara u ofreciendo golpes desconsiderados con la frente en su pecho—. ¿Qué vamos a desayunar? Tengo hambre. Vamos, levántate y planeemos lo que vamos a comer.
— ¿"Vamos", dices? —El mayor de los Graves abrió un solo ojo—. Lo que en realidad quieres es que yo vaya a prepararte algo, ¿no es así?
—No, lo que quiero es que vayas a comprarme algo rico.
— ¿Tengo que salir yo a la calle?
— ¿Quién es el mayor?
— ¿Quién es la que siempre se queja por esperarme aquí sola?
—Bueno, eso se soluciona saliendo y regresando conmigo con una buena comida.
—No soy el único hombre en la tierra que va a comprar comida, Ashley. Tengo que adaptarme al tráfico de la clientela.
—Si te das prisa probablemente llegues en buen tiempo.
—Darme prisa, dices…—murmuró Andrew para nada entusiasmado con la idea de levantarse de la comodidad del colchón. Gruñó y se giró sin poder quitarse a su hermana de encima.
— ¡Andrew! Anda, hazlo por tu linda y dulce hermanita. Sé que quieres, vamos, ve a cazar una rica y nutritiva hamburguesa con papas fritas para tu hambrienta hermana pequeña.
— ¿En qué universo de grasa asquerosa eso es nutritivo? —El hermano mayor siguió fingiendo que tenía la cabeza pegada a la almohada mientras se resistía abrir los ojos para contemplar cuan cerca estaba Ashley de su cara, a pesar de que sentía su aliento contra los labios.
—Andrew… —canturreó Ashley haciendo un tierno puchero—. ¿Es que no te da pena verme en este estado tan lamentable? ¡Estoy en los huesos! Y me niego a que mis impresionantes y bien proporcionados pechos se vuelvan flácidos por falta de alimento.
—Dudo que tus pechos gordos no resistan cinco minutos más para mí, tal vez veinte. No sufrieron de flacidez durante la cuarentena, así que…
— ¡Andrew!
Ashley alargó las vocales de su nombre al tiempo que los hacía saltar sobre el colchón debido a sus bruscos movimientos, el mayor de los Graves no se resistió gritar conmocionado por lo sugerente que se había vuelto aquel escenario de golpe. Los resortes estaban rechinando y la forma en que Ashley seguía repitiendo su nombre envió una peligrosa señal por todo su cuerpo. Sonrojado le exigió a su hermana se detuviera o de lo contrario no podría ir a comprarle su estúpida hamburguesa. Más tarde, después de echarse agua a la cara y asegurarse la cartera en el bolsillo, Andrew salió de la habitación del motel para dirigirse al local de comida más cercano.
Ashley se quedó para ordenar un poco su espacio, lo que hubiera sido fácil de no ser por los rugidos que causaba el apetitoso aroma que todavía no se desvanecía del cuarto vecino. Simplemente no lo entendía, ¿qué tipo de persona en un motel de mala muerte se molestaría en preparar comida casera? Estaba considerando seriamente invadir su privacidad sólo para robarle su plato (probablemente artesanal) y apuñalarlo sólo por atreverse a ser mejor cocinero que ella. Era un insulto directo, aunque Ashley se consoló pensando que ese idiota no podría cocinar correctamente a un humano, y la opinión de Andrew al respecto no contaba porque era un quisquilloso de mierda para la comida.
Cuando hubiese terminado de limpiar, optó por salir al balcón a esperar a su hermano. No había pasado mucho tiempo pero ella ya lo estaba extrañando. Escaneó el estacionamiento con la mirada, asegurándose de registrar cada mínimo detalle en caso de que consiguiera vislumbrarlo acercándose ya que planeaba quedarse ahí hasta que se apareciera. Y eso habría estado bien de no ser porque fue rápidamente distraída por la puerta de a lado abriéndose. De ahí salió un muchacho asiático decidido a bajar las escaleras pero fue detenido por el fuerte agarre en su brazo de una chica mucho más pequeña y delicada que él; Ashley casi la comparó con una muñequita.
— ¡Niisan!
—No tardaré mucho, lo prometo. Espera adentro, Yonaka.
— ¡Déjame ir contigo! Viste el caos que hay aquí afuera, no quiero que te pierdas o te pase algo.
—No voy a perderme ni me pasará nada, de verdad. Vamos, hermanita.
La revelación no sorprendió mucho a Ashley que escuchaba descaradamente la pequeña discusión que sus nuevos vecinos estaban teniendo, todo en lo que podía pensar era en tratar de averiguar sólo con mirarlos quién era quien había estado cocinando tan temprano en la mañana. Después de todo en cuanto supiera quién era el autor podría comenzar a envidiarlo. Para ella el comportamiento de esos chicos era normal, no había manera que los mirase con desaprobación como sí lo hicieron los adolescentes que iniciaron los rumores en su época de estudiante.
—Es que… —La hermana pequeña parecía en conflicto—. Por fin estamos juntos, no quiero separarme de ti otra vez, Shinya. Ni siquiera en esto, por favor.
Esas palabras removieron algo en el podrido corazón de Ashley, proyectando de manera inconsciente su mayor deseo de permanecer cerca de la única cosa en ese mundo que valía totalmente la pena. Su mente la trasladó a ese tiempo en que Andy solía abandonarla sola en casa para irse con sus amistades donde siempre estaría esa parvada de arpías que siempre tratarían de arrebatárselo sin éxito. Fueron días horribles y casi agradecía que ahora estuvieran solo ellos dos. Aunque las palabras de esa niña le dieron el impulso estúpido –y seguramente nada razonable– de intervenir en una conversación ajena a ella.
—Vamos, niño grande. Deja que tu dulce hermanita te acompañe. —Su voz atrajo la atención de los dos que habían extendido más de lo necesario este debate frente a ella, quedando en absoluto silencio por la intervención. Ashley sonrió con autosuficiencia—. De todos modos no afectará en nada, ¿cierto? Como hermano mayor que eres debes escuchar los deseos de tu hermana y cumplirlos. Es decir, no quieres hacer que ella llore hasta tu regreso, ¿o sí?
Una persona normal la habría ofendido por haberse metido en algo que no le competía pero esos hermanos se miraron el uno al otro intensamente antes de que el chico pareciera considerar mejor la petición de su acompañante y ceder sin ningún problema a sus infantiles demandas.
—De acuerdo. Vamos juntos, Yonaka.
— ¡Si!
La aludida celebró lanzándose abrazar a su hermano, aferrándose de nuevo a su brazo cuando se dispusieron abandonar el edificio, no sin antes dedicarle a la joven Graves una pequeña reverencia con la cabeza en señal de agradecimiento, gesto que ella correspondió con cierta torpeza para perder la vista en la acaramelada imagen de esos hermanos alejándose juntos sin preocuparse por miradas indiscretas. Ashley no sabía qué acababa de suceder pero todo indicaba que había hecho su buena obra del día, así que se irguió orgullosa de sí misma de pie frente a su puerta de motel.
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Andrew retornó después de unos minutos, pues al parecer había conseguido un buen lugar en la fila para ser atendido. Sin más preámbulos se sentaron a comer frente al televisor, ambos mirando sin gran interés el noticiero que se estaba transmitiendo y que en esos momentos hablaba de la farándula de formas muy breves pero bastante escandalosas. Lo estaban viendo porque Andrew quería seguir su diatriba de asegurarse que no hayan encontrado algo sobre sus recientes crímenes, en especial lo que acababan de hacer con sus padres.
—Andrew, ¿sabes? Los vecinos de a lado son hermanos y parecen llevarse muy bien.
— ¿En serio? ¿Y por qué debería importarme?
—No sé, tal vez porque estoy tratando de iniciar una conversación contigo, insensible de mierda.
—Bien, bien. Aunque el tema que has elegido no vaya ayudarnos con nuestra situación. —Ashley decidió ignorar sus quejas y prosiguió como si Andrew no hubiese dicho nada en primer lugar.
—El chico se veía como de preparatoria y su hermana… no lo sé, ¿de catorce años quizás? Era una enana comparada a él. Es un chico muy apuesto si me lo preguntas.
—Oh… —Andrew sintió que algo desagradable se retorcía en su pecho con el comentario de su hermana pero no se permitió reflejarlo en su semblante estoico—. Intuyendo tus estándares, seguro que es un monstruo salido del infierno.
—No, de hecho me recordó un poco a ti.
—…Yo no soy un monstruo salido del infierno, técnicamente hablando al menos —dijo ignorando deliberadamente la sensación que le había vuelto abordar tras las palabras de su hermana. Ashley se dejó reír suavemente.
—Puede que no seas una criatura deforme con cuernos y cuchillas por dientes pero no eres una blanca paloma, Andrew querido.
—Por eso dije "técnicamente", estoy en toda esta mierda por tu causa.
— ¿Oh, sí? Estaba segura que habíamos dejado el juego de las culpas atrás.
—No te estoy culpando, sólo señalo lo evidente. Estamos juntos en esto, ¿verdad? Así que podemos ser el tipo de monstruos que usan pieles humanas para un fin —dijo formando en sus labios una sonrisa burlona. Ashley no pudo evitar interesarse por ello.
Pero antes de que pudiera seguirle el juego a su hermano, alguien llamó a la puerta, lo cual definitivamente los puso en alerta máxima. ¿Quién si no un policía estaría golpeando la entrada de su guarida? Andrew se mordió el dedo con nerviosismo mientras que Ashley se decidió ponerse de pie para ir atender, pues el televisor estaba encendido, no había manera de que el ruido que emitía pasara desapercibido por quien estuviera afuera. Sin embargo, la sorpresa de la menor de los Graves fue increíblemente grata al descubrir que su solicitante era nada menos que la niña de hace poco. ¿Cuál era su nombre?
—Perdona, sólo… —Nerviosa y con un sonrojo muy marcado en sus mejillas, Yonaka le extendió una cajita de dulces a una muy sorprendida Ashley que se habría esperado todo (incluso una apuñalada) menos un obsequio—. Sé que es repentino pero quería agradecerte que me ayudaras hacer entrar en razón a mi hermano. Ha sido un viaje muy largo hasta aquí y no habíamos intercambiado palabras con gente que no nos insultara o mirara feo por nuestra nacionalidad. No es mucho y espero ni tú ni tu amante sean alérgicos al chocolate pero quería demostrarte mi gratitud. No contiene veneno ni nada mortal, lo prometo. Por eso por favor acéptalo.
Anonadada, Ashley sujetó el articulo sin estar segura cómo reaccionar, aparte de que no estaba acostumbrada a los regalos que no provinieran de Andrew; y que una extraña quisiera agradecerle de ese modo algo tan trivial como unas palabras entrometidas hizo a su mente sufrir un cortocircuito, el cual era evidente en su rostro.
— ¿Amante? —inquirió en su lugar—. En realidad, Andrew es mi… —La chica salió huyendo antes de que Ashley siquiera terminara su frase, pero pudo ver claramente cómo el rubor sobresalía de esa pálida piel, podría jurar que ese color rojo brillante sobresalía hasta de su falda corta antes de que cerrara la puerta de su propia habitación. La más joven de los Graves nunca apreciaría la belleza femenina (para ella todas eran desvergonzadas) pero debía admitir que eso había sido lindo—. Andrew, esa chica acaba de darme dulces por…
—Lo sé, escuché todo desde aquí.
Cuando la vista de Ashley volvió a su hermano, se dio cuenta de que este se cubría el rostro en un intento inútil por ocultar su sonrojo; él habría resistido la palabra "novio" pero ¿"amante"? Eso estaba en otro nivel. Por un segundo, Ashley pensó que su hermano se parecía a esa niña, eso consiguió que la considerara inofensiva ya que ni siquiera le importó buscar a su hermano con la vista, lo que indicaba que había acudido a su habitación exclusivamente por ella. Para otros quizás no fuera un detalle importante pero sí que lo era para Ashley.
— ¿Crees que debería agradecerle el gesto con un dibujo?
—Si quieres que se rían de ti, adelante.
— ¡Oye! ¡No son tan malos! Sólo un poquito.
—Como sea, entra de una vez y trae esa caja, necesito revisarla antes de que se te ocurra probarlo.
—Acaba de decir que no están envenenadas.
—No podemos confiar en alguien que deja comida al azar. Tráelos aquí.
—Ugh, eres tan paranoico.
Pero a pesar de sus quejas, Ashley cerró la puerta, entonces volvió junto a su hermano para que éste inspeccionara la caja, sólo para descubrir que era un artículo común y corriente de una tienda igual de común y corriente, además todavía estaba sellado, no había forma que hubieran introducido algo peligroso en el interior y vuelto a sellar sin ser evidente. Y aun así se las arregló para decidir abrirlo, olfatear el artificial aroma que dejaba toda golosina de mala calidad en esa ciudad, comiendo un trocito de un grano de cereal con chocolate por si acaso.
—Está bien, no han sido adulteradas.
—Buen trabajo por sobrevivir a un ataque terrorista con gérmenes tóxicos, señor control de calidad. Felicidades, después de los parásitos inexistentes y de comer personas no existe sabor sospechoso que se le escape a tus bien entrenadas papilas gustativas —se mofó Ashley obteniendo su golosina de vuelta para comerlo tranquilamente.
—No hablemos de eso.
— ¿Por qué? Sabes que es verdad.
—Como sea, apuesto a que estarías muerta si yo no estuviera alrededor para cuidarte.
—Nunca me he negado a tus cuidados, Andrew —susurró suavemente deslizando el dedo índice por la parte inferior de su barbilla, logrando provocarle un estremecimiento. Cuando los músculos del mayor de los Graves se tensaron, Ashley formó un mohín con los labios—. ¿No es ese el trabajo de los hermanos mayores? ¿Asegurarse de que sus pequeños ángeles estén bien?
—Espero que no estés describiéndote a ti misma como un ángel.
— ¿Dejarías de cuidar de mí aún si fuera un diablo? Soy así de especial después de todo.
—Lo eres —respondió sin negar o afirmar nada de lo que se había hablado sobre la naturaleza de su hermana menor, quien siguió acariciando su piel como si fuera una mascota—. Detén eso.
— ¿Por qué? Es divertido. Tienes la piel de gallina, Andrew. Eso es adorable.
—No lo es, y si ya terminaste de comer deberíamos conseguir lo necesario para entrar a ese club de cultistas cuando caiga la noche.
— ¿Tendrán reuniones todas las noches?
—Por nuestro bien, esperemos que así sea. Ahora, ¿qué debemos conseguir primero?
— ¡Oh! Recuerdo que había una capa roja similar a la que usan en una tienda de ropa cerca de aquí.
—Ahí es donde iremos ahora. Ya tengo listo el presupuesto porque no pienso gastar más de esto.
—No seas tacaño, tenemos dinero de sobra ahora, de algo sirvieron nuestros padres, ¿verdad? Esa perra y su marido hicieron un buen trabajo en ahorrar esta fortuna.
—Sospecho que este botín estaba destinado para las últimas remodelaciones de su nueva casa.
—Una victoria para nosotros por ponerles las garras encima antes de que cumplieran el plan.
Andrew se rió sin restricciones, su hermana tenía razón y aunque no lo dijera le encantaba que no tuviera remordimientos al respecto, no era que él los poseyera ya que realmente no resguardó ni una pizca de cariño o respeto hacia sus progenitores; nada más que una fría y seca indiferencia. Realmente fueron una mierda de padres para ellos, especialmente para Ashley; eso sería algo que nunca le perdonaría a su madre. Sólo esperaba que la Sra. Graves sufriera una condena especialmente dolorosa por todo lo que le hizo pasar a su hermana pequeña, allí donde sea que el demonio se hubiese llevado sus almas.
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Simultáneo a los hermanos Graves, los hermanos Kurai pasaban un momento pacifico en su propia habitación de motel. Los dos se encontraban sobre la única cama del ordenado espacio, recostados uno junto al otro en el centro del colchón. Shinya acariciaba con afán el lacio cabello trensado de su hermanita, quien recargaba felizmente la frente en su pecho, manteniéndolo abrazado de la cintura con un brazo, mientras el otro descansaba en medio de los dos. Ellos permanecían con los ojos cerrados, tan sólo disfrutando del calor de sus cuerpos, de la única presencia que lograba calmar sus caóticos pensamientos. Un momento tan perfecto que fue agrietado de forma inevitable por las inquietudes del mayor.
—Nunca te pregunté si estabas de acuerdo en hacer este viaje, Yonaka. ¿Es muy tarde para hacerlo? —inquirió la suave voz del hermano, quien se vio obligado abrir los párpados, un dejo de incertidumbre escapándose de sus ojos oscuros. Yonaka lo imitó sin darse cuenta, moviéndose en sincronía como había estado haciendo desde que abandonaron la casa de sus padres y a su país.
—Nunca es tarde para afirmar mi respuesta, Niisan. Nada me destrozaría más que estar sin ti.
—Fue todo tan repentino. —Los brazos del mayor de los Kurai afianzó el abrazo, provocando que sus pechos impactaran irremediablemente entre sí—. Verte huir… negarte a cumplir nuestro pacto… me horrorizó. Pensé… pensé que habías dejado de amarme.
—Nunca. No hay forma de que eso suceda. —Yonaka correspondió al abrazo, el cuerpo del hermano mayor tembló en reacción—. Mis sentimientos por ti son tan reales como puros, eso jamás cambiará. Te amo, hermano. Nunca querría ni aceptaría una vida sin ti a mi lado.
—Oh, dios… casi te asesino… casi acabo con tu vida como hice con la de nuestros padres.
—Pero no lo hiciste, Shinya. Estoy aquí contigo. Esta es la verdad. Eso es lo único que importa. Y aún si alguno de nosotros hubiera muerto en ese momento, estoy segura que el otro lo acompañaría al poco tiempo, tal y como lo prometimos en ese momento, ¿recuerdas?
—Yonaka… Yonaka… mi Yonaka…
—Tuya. Sólo tuya.
Lenta y paulatinamente la figura delgada de Shinya Kurai dejó de temblar, adaptándose una vez más al entorno que los rodeaba, diferente de aquellos muros y esos suelos malolientes empapados con sangre. Por fin libres para continuar sus vidas, vivirlas como ambos lo habían decidido, sin más quejas, no más reprimir el enorme cariño que se tenían, no importándoles más los lazos sanguíneos por los que siempre había sido reprochado su amor. Con el reflejo del sol en los pocos rayos que entraban a través de las ventanas cubiertas de cortinas negras, Yonaka apreció el brillo carmesí en los ojos de su amado hermano, el cual la había capturado dentro de sus pupilas tan negras como un abismo infinito, sonriéndole con locura.
—Juntos al fin —susurró con sadismo.
—Si… —casi sollozó la hermana menor, disfrutando con creces de la caricia que su hermano le entregó a su rostro con esos largos dedos que tanto adoraba—. Y para siempre.
Shinya la acercó y besó su frente con los labios, haciéndola estremecer ante el calor que nacía de su pecho, tan sofocante, tan cruel, que fue imposible ahogar el gemido que la delató en cuanto su hermano rompió la escasa distancia que ya existía para ellos.
—Onii-sama… —jadeó casi sin aliento cuando percibió la respiración del hermano mayor justo sobre su oreja. Simplemente no tenía idea de cómo reaccionar a ello.
—Eres la mejor, Yonaka. Tan perfecta para mí. Me sentía tan sólo sin ti.
—Yo también… estaba tan sola.
Los recuerdos consiguieron que Yonaka rompiera a llorar, un llanto discreto pero tan honesto que fue ahogado en el abrazo que todavía compartían, anestesiado con la intimidad. La menor de los Kurai sólo esperaba que aquellas paredes no fueran tan delgadas, de lo contrario serían escuchados por todos sus vecinos y la idea de la vergüenza que pasaría cuando saliera de ahí sería difícil de enterrar. Ambos se encontraban en un estado emocional tan frágil que la más mínima mirada de un desconocido habría logrado que cayeran en la histeria total. Después de todo aun eran niños que no tenían idea qué hacer o a donde ir. Sus crímenes los perseguirían, por eso habían decidido usar los beneficios que traía ser estudiante modelo en Japón para trasladarse, así no serían atrapados tan fácilmente, al menos no en un considerable periodo de tiempo. Debían encontrar una forma de esfumarse y no pudieran ser separados nuevamente.
Pero sólo por ese momento no se preocuparían de nada, fingirían estar bien sin atreverse a cuestionar su siguiente movimiento.
Notas Finales: Y eso sería todo por ahora. Haber hasta dónde llega mi inspiración con esta cosa, jeje... Y, antes de que lo pregunten, si. "Niisan" es la manera canon en que Yonaka se dirige a Shinya en el idioma original.
