Instinto Perverso.

Cuando el elevador llegó al piso indicado por Six Eyes, no fue tan impresionante encontrarse con un pasillo en un mejor estado, aunque por pequeños detalles en el techo y paredes cualquiera podría decir que aquel edificio era bastante viejo. Sin embargo, la suite a la que entraron después lo compensó. Andrew estaba seguro de que si no hubiese sujetado el brazo de su hermana, esta se habría lanzado sobre una de las camas sólo porque lucían cómodas. Ashley lo fulminó con la mirada como si leyera sus pensamientos para resoplar y soltarse del agarre con frialdad, algo con lo que Andrew ya estaba familiarizado, por eso no pudo evitar cerrar el puño para resguardar inconscientemente un poco del calor que robó de ella.

—Tomen asiento, por favor —les indicó Six Eyes señalando con el brazo extendido los sillones frente a una pequeña mesa de vidrio mientras él se encaminaba a un mueble lejano, de este sacó una botella y tres vasos de cristal pequeños, sirviendo el líquido transparente antes de ofrecerlos a sus invitados. Andrew tragó saliva debido al aroma a licor que golpeó su nariz.

—Bonito lugar —comentó Ashley sintiéndose como en su casa—. Y se ve caro. ¿Los dueños saben que celebran rituales más abajo o son parte del culto?

—En realidad, todo el edificio me pertenece.

Andrew no pudo evitar hacer una mueca al enterarse de cuál era el estatus social de Six Eyes. No le gustaba la idea de involucrarse con millonarios excéntricos, pues representaban un aprieto peor al de las autoridades que sólo hacían su trabajo. Alguien con el poder de hacer y deshacer a su antojo los arrinconaba comportarse lo mejor posible sino querían provocar su ira.

—Genial, no me sorprende entonces que no hayas recibido quejas.

—Bueno, eso es porque el piso donde es realizado el ritual está prohibido para ocupantes comunes. Se necesita una tarjeta de acceso especial para acceder y pocos integrantes logran ese privilegio —explicó amablemente, dando el primer sorbo a su licor, sólo entonces el mayor de los Graves se permitió probarlo—. Me gusta mantener el anonimato, ya que sólo de esa manera ninguno de nuestros compañeros tendrá que ser juzgado por la sociedad. Deben estar enterados de todas esas historias que rodean ocupaciones de esta índole. Así que siempre trato de asegurarme que aquellos que forman parte se sientan cómodos y puedan compartir esta afición sin limitaciones.

— ¿Llamas afición a convocar un demonio listo para comer almas humanas?

Andrew pateó con fuerza moderada a su hermana para reprender su indiscreción. Ashley se quejó en voz alta, así que Six Eyes fijó la vista en ambos que siquiera pudieron resistirse pelear.

— ¿Hay algún problema?

—No —respondió Andrew rápidamente—. En realidad es tranquilizador saber que podemos asistir a las invocaciones sin el riesgo de involucrarnos con curiosos. Son molestos, ¿cierto?

—Es horrible cuando son capaces de infiltrarse a un grupo con nada más que una capa y una manera agradable de hablar —se burló Ashley.

—Sí, eso mismo —agregó Andrew torpemente. Esto despertó la curiosidad del líder de culto.

— ¿Acaso han formado parte de otros grupos en el pasado?

—Digamos que hemos tenido un par de experiencias desagradables, eso es todo.

—Bien, eso explicaría por qué nuestro compañero de antes los señaló con tanto rencor. Me gustaría preguntar sobre ello. ¿Han tenido problemas con él?

—Se podría decir…

—Por favor, quisiera que fueran honestos conmigo. Después de la señal que nos brindó Lord of Unknown es evidente que ella posee una gran importancia y probablemente sea la clave de nuestro desarrollo como culto —dijo mirando de soslayo a Ashley—. Me niego a permitir que un conflicto como este siga latente. Es mi deber como líder proteger nuestros intereses.

— ¿Eso significa que de verdad me consideras una elegida? —Ashley no estaba conmovida.

—Necesito recolectar más información para estar seguro de cuál es tu rol. Y mientras tanto, si alguien te molesta o intenta robarte el crédito de alguna forma, estoy dispuesto a expulsar a dicho perpetrador cuanto antes.

—Oh, eso suena bien para mí.

—Hablamos de una expulsión normal, ¿verdad? —se aseguró Andrew con nerviosismo.

—Sólo lo apropiado para nuestra propia seguridad, no queremos que un ex practicante trate de arruinar la excelente reputación que hemos ganado con el sudor de nuestro esfuerzo. No hay detalle que se me escape, incluso si parece que soy ignorante. Por ello necesito confirmar algo. ¿Han sido ustedes quienes hicieron posible el éxito de esta invocación?

— ¿Qué le hace pensar que fuimos nosotros? —inquirió Andrew con una sonrisa intranquila.

—Bueno, estoy seguro que ya debieron darse cuenta que nuestro compañero no es muy brillante, es imposible que de un momento a otro se le hubiera ocurrido usar sangre fresca para el ritual. Como líder conozco las capacidades de todos los seguidores de Lord of Unknown y esta es la primera vez que me encuentro con integrantes tan útiles. Ese chico de antes, ¿lo conocen?

— ¿Quién?

—El chico que no dudó un segundo ofrecer su sangre.

—Oh, él… —Ashley iba hablar pero fue interrumpida por su hermano mayor.

—No, me temo que no, lo siento.

— ¿En serio? A mí me pareció que lo conocían a él y su pequeña acompañante.

—Debe haber sido su imaginación. Esta noche fue nuestra primera interacción con ellos —trató Andrew de justificarse.

—Pero sabían el nombre de nuestra elegida aquí presente. Y si cuentan con la experiencia necesaria, dudo mucho que se hubiesen arriesgado a entregar sus nombres reales con tanta facilidad. —Andrew dejó que pesara un silencio incomodo sobre ellos al no encontrar salida del aprieto en que su paranoia acababa de meterle. Six Eyes reprimió un suspiro—. Por favor, les aseguro que no tienen nada que temer. No es mi intención hacerles ningún daño. Sé que son nuevos por aquí pero les aseguro que trataré de no replicar las malas experiencias que tuvieron en sus antiguos cultos. Tienen mi palabra.

—Bueno, normalmente la palabra de un adorador de demonios no vale nada.

—Ashley…

—No, ella tiene razón —aceptó el líder de culto a la ligera. Andrew no sabía si sentirse relajado por la comprensión o alerta por la agudeza de este hombre—. Quiero ganarme su confianza como es debido. Como prueba los dejaré relajarse en esta habitación, siéntanse libres de tomar lo que gusten de la alacena o el refrigerador. Aquí está la llave. Intentaré entrevistar a su amigo, sin trucos ni amenazas. Pueden unirse a la celebración más tarde, ya que nos encantaría escuchar sus historias. Con su permiso.

Six Eyes se retiró tranquilamente de la zona sin cerrar la puerta para que los hermanos vieran a su silueta desaparecer por sí sola, pero sólo hasta que los pasos dejaron de escucharse Andrew liberó un suspiro de alivio a la vez que se frotaba el rostro con las palmas de las manos. Al fin estaban solos. Ahora podía pensar con tranquilidad.

—Carajo, las cosas no debían terminar así.

— ¿Y qué quieres hacer? Porque dudo que nos deje ir sin haberle dado una respuesta.

—Lo sé, Ashley. Necesito hacer un plan de escape, por desgracia estamos en la cuerda floja. Shinya podría decirle una cosa o dos de lo que tú les contaste sobre nosotros. Y si este tipo es tan audaz como parece nos tendrá en la palma de su mano.

—Shinya no dirá nada.

—No puedes estar segura. ¿Olvidas lo que dijo sobre matar policías? Sin mencionar que me amenazó por nada antes de que subiéramos hasta aquí.

—Lo que yo veo es que estás resentido —espetó Ashley poniéndose de pie para ir en busca de algo bebible, pues nunca tuvo la intención de prestar atención al vaso de licor que le ofrecieron.

— ¿Qué? ¿Por qué creerías eso?

—Has estado con un humor de mierda desde que nos unimos a ellos, Andrew. Si, te preocupaste por mí allá abajo por lo de la luz demoniaca, pero si digo, pienso o crees que haré algo que está fuera de tus órdenes, te ofendes. Sólo admite que quieres que volvamos a ser sólo nosotros dos. A mí no me importaría la verdad. Al fin y al cabo eso es todo lo que siempre he querido para nosotros. Y que tú tomes la iniciativa para que así sea por una vez, estoy conforme.

—No es eso lo que…

Andrew no finalizó la oración, inseguro de lo que quería en realidad. Dos personas menos significaba menos trabajo para él pero le preocupaba volver a quedarse solo con Ashley. Ya no podía confiar en que no cedería a sus impulsos después de todo y tener testigos alrededor lo obligaría guardar las apariencias.

La menor de los Graves por su parte dibujó una sonrisa en el rostro al pensar que su hermano estuviera considerando permanecer solos, pues la hacía feliz que comenzara a comprender que no necesitaban de nadie más. Sin embargo, una parte de ella le hacía sentir fatal recordar lo genuinamente divertido que fue convivir con ellos este corto periodo de tiempo, preguntándose si sería capaz de extrañarlo. No solía ser difícil para ella desechar personas que no le importaban, al fin y al cabo su mente compartimentalizaba emociones y pensamientos sin problema. Pero nadie nunca la había tomado en serio antes. Los Kurai no mostraron interés exclusivo en su hermano, de hecho se mostraron más cómodos hablando con ella. De pronto le parecía solitario que sólo fueran ella y Andrew. Ashley quería creer que obtuvo verdaderos amigos en los Kurai, por ello quizás es que estaba sufriendo su primer dilema en la vida.

—Como sea, creo que lo más conveniente para nosotros es vigilar que tu amigo no vaya a soltar la lengua con el líder de culto, me sentiría más cómodo vigilándolo.

— ¿No quieres descansar un poco ese cerebro paranoico tuyo primero?

—No, Ashley. Necesito asegurarme que Six Eyes no piense que somos criminales.

—Pero, ¿no lo somos?

—Sí pero necesito mantener esa verdad a raya. Así que bajaremos ese elevador con él e intentaremos forjar una conexión que nos permita averiguar lo que venimos a buscar. Ese hombre podría ser un buen candidato.

—Si tú lo dices —gruñó la menor de los Graves, para nada convencida con el plan de acción, ella preferiría gozar aunque fuese un poco de la suite pero se daba cuenta de que no lo iba a conseguir con el exagerado de su hermano a su lado, como de costumbre.

.

Los hermanos Kurai se cansaron de investigar frente la carencia de resultados, así que en esos momentos solamente estaban esperando una señal de sus llamados "aliados" para recibir noticias o de lo contrario marcharse. La espera se resumió a que comieran de los pastelillos y se aislaran en alguna parte del salón. Era cuestión de tiempo para que Shinya comenzara aburrirse y decidiera que hacer trizas su trozo de pastel era más entretenido que comerlo, por eso cuando Yonaka lo notó no pudo evitar alterarse.

— ¡Shinya! ¿¡Qué estás haciendo!?

—Descuartizo un cuerpo. En muchos cachitos… muchos, muchos cachitos.

— ¡Niisan! ¡No se desperdicia la comida!

—No la estoy desperdiciando, Yonaka. Cuando termine de triturarlo se lo daré de comer a alguien. Será como mi propio tributo sangriento. —El mayor de los Kurai continúo apuñalando la pieza de pan con el tenedor de plástico—. Si, una ofrenda de piel y órganos siendo revueltos para convertirse en el elixir que elimine todo dolor y culpa.

— ¡Eso da miedo, Niisan! Los pasteles no otorgan poderes así.

—Deberían —espetó con una sonrisa burlona.

— ¡Niisan! —Antes de que Yonaka pudiera seguir reprendiendo a su hermano por su manera tan rara de entretenerse, el mayor de los Kurai tomó un poco de las boronas de chocolate con los dedos para empujarlas en los labios de su hermana, quien inmediatamente se congeló y sonrojó por la sonrisa maliciosa que Shinya le dedicaba.

—Abre bien. —Yonaka se negó y cerró los ojos con fuerza para evitar caer a la mirada insistente del otro, pero Shinya no se rindió—. Vamos, quiero ayudarte a que le pierdas el miedo a las cosas que te rodean. Si comes de este cuerpo la sangre y la muerte ya no serán un problema para ti.

—Es un pastel, no un cuerpo.

—Finjamos que lo es, ¿sí?

—Tienes ideas muy raras, Niisan.

—Yo sé que te gustan mis ideas raras.

Tras un largo enfrentamiento de miradas que se reduciría a la burla del mayor contra la vacilante de la menor, Yonaka separó sus labios a regañadientes para que los dedos de Shinya entraran en su boca, capturando un poco de la piel de sus yemas mientras el sabor a chocolate inundaba la punta de su lengua. Shinya sintió los dientes rozándolo mientras deslizaba los dedos hacia afuera y repetía el proceso un par de veces más, antes de recordar algo que iluminó una luz macabra en su cabeza. Se descubrió su brazo herido y se lo mostró a Yonaka, quien en esos instantes lucía aturdida por la forma en que acababa de ser alimentada por su hermano mayor.

—Eso es… —Sus ojos oscuros se abrieron sorprendidos por la vista de aquel corte recto.

— ¿Quieres intentar curarlo?

—N-No traje el botiquín.

—Eso puede esperar. Lo que te estoy pidiendo es que descubras el sabor de un cuerpo real.

—Pero…

Yonaka desvió la mirada, incapaz de luchar contra la curiosidad que se anidaba en su mente y la inquietud que le generaba el que alguien los viera. Su hermano debía estar lo suficiente aburrido para atreverse hacerle una petición tan vergonzosa en un lugar como ese. Miró el color rojo de la carne abierta que todavía no cicatrizaba y luego a los ojos de su hermano, cuyo brillo estaba teñido de sadismo una vez más. Debió imaginar que aquel se trataba de su otro hermano, el original se conformaría con mimos y abrazos. Ese conocimiento ayudó que ella se agachara sin más titubeos y depositara sus labios en la lesión, lamiendo un poco antes de besarla con delicadeza. La cabeza de Yonaka daba vueltas, lo que hacía se sentía tan incorrecto y escandaloso pero la sangre que había probado pertenecía a su hermano, lo que mejoraba su percepción. Shinya se estremeció y de forma inconsciente cerró los párpados, la sensación era encantadora.

—Si fuéramos atrapados en un lugar donde no hubiera nada que comer… Yonaka, dejaría que me comieras. Si no hubiera otra opción, preferiría alimentarte con mi cuerpo y que sobrevivieras. Sólo de esa manera moriría feliz.

—Shinya… —La menor de los Kurai levantó la cabeza para encontrarse con la expresión sonriente de su hermano, quien aprovechó para acariciarle la mejilla.

—Perdón, estaba divagando. Ya me conoces.

Las luces del salón se apagaron abruptamente, lo que obtuvo gritos de sorpresa por parte de los cultistas que habían estado demasiado inmersos en sus conversaciones y la música ligera que había estado sonando. Y aunque ninguno de los hermanos Kurai entró en pánico, ambos se dieron cuenta que algo no estaba bien después de unos momentos de silencio compartido. Por instinto Shinya desenvainó su cuchillo e incitó a su hermana colocarse detrás de él.

— ¡Encenderé las veladoras! —anunció uno de los cultistas después de que el grupo hubiera concluido que el apagón debió suceder en todo el barrio.

Sin embargo, justo cuando todas las velas del lugar habían comenzado a funcionar, todos lanzaron un grito de conmoción por las extrañas presencias que de un momento a otro se habían materializado en el interior del círculo que rodeaba al pentagrama. Eran pequeños, de un amarillo brillante que los hacía resaltar. Parecían inofensivos pero Yonaka no tardó un segundo en reconocerlos, motivo por el que se aferró a la ropa de su hermano, aterrada y confundida.

—Oh, no se asusten por favor, humanos. Vinimos aquí porque estamos buscando a alguien. Si nos dicen quién de entre todos ustedes es, no causaremos ningún problema.

—Shinya, hay que irnos de aquí —susurró Yonaka a su hermano con la ansiedad creciendo en su interior. El aludido se reconoció intrigado por su actitud cautelosa.

— ¿Eh?

—Esas cosas son…

— ¡No tienen que ser tímidos! —exclamó la voz chillona de uno de los tantos mogekos que invadía el espacio—. Tampoco nos mires como si fuéramos monstruos. Está bien, les diremos cómo es ella. Es más pequeña que la mayoría de ustedes, tiene un bonito cabello largo atado en trenzas y tiene unos ojos muy grandes y negros. Es una linda chica de preparatoria pero no está llevando su uniforme ahora mismo. ¡Vamos! ¡No es difícil saber quién es con esas características! ¡Será la invitada de honor de nuestro rey! ¡La quiere en buen estado si saben a lo que me refiero!

Niisan, vámonos.

—Espera, si la energía eléctrica se ha ido, eso significa que no podremos usar ninguno de los elevadores.

—No… no me digas eso…

— ¿Qué son? ¿Te hicieron algo?

—No quiero hablar de eso ahora, sólo quiero irme de aquí —espetó con desesperación.

— ¿Nadie tiene ninguna referencia de ella? ¡Muy bien! Entonces la llamaremos nosotros mismos. ¡Yonaka-tan! ¡Yonaka-tan! Nos recuerdas, ¿verdad? ¡Por favor no te escondas! ¡Sólo queremos hacerte una propuesta! Nos portaremos bien, además te vimos hace un rato. De nada sirve fingir que no estás aquí —canturrearon casi al unísono.

Yonaka y Shinya comenzaron a escabullirse entre los estupefactos cultistas hacia la entrada en contra de su mejor juicio. La menor de los Kurai estaba preocupada por Ashley y su hermano pero todavía veía necesario estar cerca de la salida para que los mogekos no lograran identificarle enseguida. Lo cierto es que estaban atrapados hasta que la luz eléctrica volviera a funcionar, sin mencionar que no estaba segura qué tan violentos se comportarían esos peluches amarillos fuera de su mundo. Y ya que sabía muy bien de lo que eran capaces no iba arriesgarse a enfrentarlos cuando eran muchos.

Sin embargo, fue en vano.

En el instante que la luz volvió a iluminar el espacio, Yonaka se encontró cara a cara con una de esas criaturas justo delante de ella, el cual formó una sonrisa increíblemente amplia en sus labios. Todo lo que Yonaka pudo hacer fue preguntarse en qué momento es que se habían separado para comenzar a buscarla entre las multitudes. Palideció aterrorizada.

—Te encontré, Yonaka-tan —dijo.

De un momento a otro el mogeko se había lanzado sobre ella pero antes de que siquiera le pusiera una pata encima, Shinya se interpuso y le clavó el cuchillo en la cabeza, perforándole el cráneo y desencajando el filo con la mayor velocidad que le fue posible. Yonaka no pudo hacer más que quedarse petrificada mientras la sangre salpicaba sobre sus mejillas. Todo había sucedido tan rápido. Luego de esto la aparente pasividad de los mogekos se rompió y comenzaron a moverse como una estampida en dirección a los hermanos Kurai, atraídos por el desastre, al mismo tiempo que los cultistas comenzaban a huir despavoridos del lugar. El elevador sonó y Six Eyes emergió junto a los hermanos Graves, confundido por el escándalo que habían estado escuchando.

— ¡En nombre del señor oscuro! ¿Qué está pasando aquí? —exigió saber pero nadie respondió sus preguntas, demasiado ocupados en alejarse de la turba de criaturas amarillas que poco a poco se acumulaban alrededor de los Kurai mientras otros parecían ir detrás del resto de encapuchados.

— ¡Ashley-san! —gritó Yonaka en cuanto vislumbró a la menor de los Graves.

— ¡Oh! ¡Tú no pareces de preparatoria pero eres muy bonita también! —Un grupo pequeño de mogekos se detuvieron para contemplar a Ashley con expresiones lascivas, lo que consiguió romper un poco la indiferencia de la aludida con el hecho de que acababan de hablar—. ¡No! ¡Yo diría sexy! ¡Es cierto! ¡Haces que el corazón de Moge-tan se acelere sólo con verte!

— ¡Está decidido! —dijo otro—. ¡Vendrás con nosotros también!

— ¡Moge-tan va primero!

Sin previo aviso varios se lanzaron sobre la figura de la joven Graves como los depravados sexuales que eran, la reacción de Andrew fue empujar a su hermana para sacarla de la zona de aterrizaje del mogeko, lo que provocó que Six Eyes resbalara de vuelta al elevador que ya había comenzado a cerrarse otra vez debido a que Ashley había presionado los botones accidentalmente por el abrupto empuje. Luego, Andrew la tomó del brazo y la obligó a correr a su ritmo hacia el otro elevador. Justo en ese momento Shinya y Yonaka se habían puesto en marcha también. Por fortuna dichas compuertas eléctricas estaban despejadas cuando ellos abordaron. Y sólo hasta que emergieron al callejón y se escondieron a un costado del restaurante cercano, Andrew se permitió hablar.

— ¿¡Qué carajo eran esas cosas!?

—Estaban dentro del circulo demoniaco cuando se fue la luz —informó Shinya, Yonaka estaba demasiado agitada luchando por recuperar aliento para unirse a la conversación.

—Me llamaron sexy y se me lanzaron encima —rememoró Ashley un tanto conmocionada antes de empezar a reír—. Estaban respirando como pervertidos, nunca me imaginé que le gustaría tanto a cosas no humanas. Me pregunto si querían aparearse conmigo. Que enfermizo.

— ¡Eso no tiene nada de gracioso, Ashley!

—No pude acabar con muchos —dijo Shinya—. No sabemos si sean inteligentes pero creo lo mejor para nosotros sería alejarnos de este lugar lo antes posible. ¿Consiguieron obtener información importante?

—Bueno, sobre eso…

—No —contestó Ashley sin rodeos—. Fue inútil. El anciano estaba interesado en hacernos parte del culto pero ni logramos obtener nada de él ni Andrew dio su brazo a torcer. Estamos igual que antes, así que supongo que con esas cosas amenazando con quitarnos la virginidad a Yonaka y a mí, tendremos que correr con las manos vacías.

—…Me parece bien. Podemos tomar un autobús, podemos decidir si ir al norte o al sur cuando estemos en una parada —estuvo de acuerdo Shinya antes de ayudar a su hermana levantarse del suelo donde yacía arrodillada—. ¿Puedes seguir?

—Eso… espero.

Pero luego de analizar el estado general de Yonaka, el mayor de los Kurai se colocó delante de ella y la ayudó subir a su espalda con la intención de agilizar el recorrido. Acto seguido los cuatro se pusieron en marcha quitándose las capas de encima, pues no querían llamar la atención. Al llegar a los cuartos del motel donde se estuvieron hospedando, empacaron sus pocas pertenencias y se apresuraron a través del parque, creyendo que podrían camuflarse de manera efectiva. Los cuatro estaban convencidos que sería la caminata más tediosa en la que se hubieran involucrado.