Notas Iniciales: Me complace informar que no perdí el ritmo de esta historia. El TCOAALtober estuvo distrayéndome pero sin duda quiero seguir alimentando este proyecto, especialmente cuando puedo darle a la relación de mis hermanos incestuosos favoritos el tipo de desarrollo que quiero.


En la Sangre.

Adentrarse al estrecho de árboles pareció una buena idea hasta que la vida salvaje reclamó sus derechos, enviando toda clase de insectos perturbar cada paso que daban sobre el pasto y entre los arbustos. Ashley no había dejado de soltar quejas sobre lo incómodo que eran los mosquitos o las rocas con las que acababa tropezando al mínimo descuido. Y por una vez Andrew estuvo de acuerdo con cada una de sus palabras a pesar de que no lo expresó abiertamente, ninguno de los dos podrían considerarse amantes de la naturaleza, así que caminar lejos del asfalto se estaba llevando lo mejor de su indiferencia. Todo lo contrario a Shinya quien –pese haber estado cargando a su hermana pequeña en todo el trascurso– no protestó ni demostró cansancio, de hecho le resultaba normal evadir obstáculos como ramas secas y hierbas particularmente altas.

Niisan, ya puedes bajarme —dijo de pronto Yonaka, avergonzada de ser la única con el privilegio de no caminar—. Ya no estoy cansada.

—Está bien, sólo disfruta del paisaje.

—Pero… debo estar pesada, ¿no? Además antes estuviste luchando contra esas cosas, no es justo que te sobre esfuerces, sería mejor si no tuvieras una carga extra en tu espalda.

—Déjame sostenerte un rato más. No he tenido la oportunidad de cargarte desde que éramos muy pequeños. Cuando salíamos a jugar siempre terminabas herida y yo debía llevarte a casa, ¿recuerdas? En ese entonces siempre parecías feliz por ir en caballito.

— ¡Eso fue hace mucho tiempo! No quisiera convertirme en un estorbo ahora, debería ser más fuerte para ti… para nosotros…

— ¿Qué dices? Por supuesto que jamás te consideraría un estorbo, eres mi linda hermanita.

—Es que…

—Vamos, sólo esta vez, quiero cumplirme ese capricho.

Incapaz de contradecirlo ahora que la había llamado linda, Yonaka ocultó su rostro enrojecido contra el cabello de la nuca del mayor de los Kurai con cierto pudor. El aliento de su hermana sobre su cuello hizo a Shinya sonreír, pues estaba seguro que nunca iba a cansarse de ese lado tímido y vergonzoso de Yonaka. Sólo pensar en el tiempo que se perdió de todo esto por culpa de sus padres le hacía hervir la sangre, por fortuna ya no tendría que preocuparse de eso más; por fin la tenía para él solo. Todo lo que le quedaba hacer ahora era asegurarse de que se mantuviera así el tiempo que ambos duraran vivos.

— ¿Queda mucho? —gimió Ashley, harta del parque.

—Animo, un poco más y estaremos de vuelta a la maravillosa civilización —bufó Andrew, aunque había sincero alivio en sus palabras—. Después de eso sólo tendremos que encontrar un motel que acepte dinero en efectivo sin identificaciones.

—Ugh, que fiasco. ¿Por qué debían aparecerse esas cosas de la nada? Estábamos bien allá atrás.

— ¿Habrán sido invocados junto a Lord of Unknown? Parece poco probable, en anteriores invocaciones no cruzaron el portal o por donde sea que los demonios entren a nuestro mundo.

— ¿A quién le importa eso? —se quejó Ashley—. Seguramente no los volvamos a ver si nos alejamos lo suficiente de este lugar. Lo de hoy pudo haber sido un error.

—Te equivocas, Ashley-san. Ellos tienen su propia forma de llegar a nuestro mundo.

La intervención de Yonaka llamó la atención de los hermanos Graves enseguida, había estado renuente al principio pero decidió contarles lo que sabía anticipando lo peor de esta situación. Shinya no reaccionó de la misma manera, ya que por el comportamiento de su hermana menor antes, no tardó en suponer que conocía lo que eran esas criaturas.

— ¿Sabes lo que son? —inquirió Andrew con interés.

—No exactamente pero sé de lo que son capaces. Verán, esas cosas amarillas se llaman "Mogekos". Residen en un castillo con su nombre, el cual tiene la capacidad de contraerse y expandirse a voluntad, de modo que sus habitantes son iguales, es por eso que sin importar a cuantos se apuñalen, vendrán más y más, hordas de ellos como han visto antes. No estoy segura cómo es que se crean pero tal parece que son infinitos.

—Eso… suena muy fantasioso —comentó Andrew—, pero supongo que no podemos ponerlo en duda ahora que los hemos visto con nuestros propios ojos. Después de comprobar que los demonios existen puedo creer en la existencia de lo que sea. ¿Entonces? ¿Cómo fue que te enteraste de ellos?

—Es… una larga historia. Pero en resumen, crucé a su mundo por error mientras regresaba a casa en tren. Pasé por muchos problemas pero logré escapar, no creí que volvería a verlos. Mogeko-algo-extraño había dicho que podrían viajar desde el séptimo piso a donde quisieran pero en realidad no me lo había tomado en serio hasta ahora.

— ¿Mogeko-algo-extraño? No me digas que ese es el nombre de alguien. —Ashley no pudo contenerse en señalar este detalle en el relato de Yonaka.

—Él me pidió que lo llamará así. Aunque parezca increíble, hay mogekos amables y este mogeko es uno de ellos. Desafortunadamente parece que han estado en conflicto antes de mi llegada al castillo, no estoy segura que podamos contar con su ayuda aquí afuera.

—Suena como que has pasado por mucha diversión antes, ¿eh, Yonaka?

—Yo no diría que fue divertido, Ashley-san. Como lo habrás comprobado, son seres muy despreciables, parece que lo único que hay en sus mentes en hacer cosas sucias.

— ¡Oh! ¿Como si fueran adolescentes descubriendo el maravilloso mundo del sexo? Deben tener unas hormonas muy poderosas que no se comparan al tamaño de sus miembros.

—Por Dios, Ashley. ¿No podías ahorrarte la broma? —Andrew se quejó cubriéndose el rostro, incitando que la menor de los Graves le dedicara un puchero descontento.

—No tengo idea por qué se comportan así —continuo Yonaka sin haber captado el doble sentido en las palabras de Ashley—. Pero lo mejor para nosotros sería que evitáramos todo contacto con ellos. Es aterrador pensar en todo lo que harían y ya han hecho con los humanos que capturan, especialmente cuando son chicas. Fue lo que dijeron los Mogekos Especiales.

—Así que tienen preferencias, ¿uh? No puedo decir que me sorprende. Aunque ahora estoy curioso con esos Mogekos Especiales que mencionaste —puntualizó Andrew.

—Bueno, se podría decir que son guardianes en los pisos de su castillo. Me pregunto si podrían viajar igual al resto de mogekos. En total son siete y…

— ¿Y?

El cambio de actitud de la menor de los Kurai llamó la atención de los hermanos Graves y de su hermano mayor, quien sintió a las manos de Yonaka formar puños sobre los hombros de su chaqueta negra mientras temblaba de impotencia. Shinya no intentó interrogarla en ese momento, pues la forma en la que ella comenzó a sufrir en silencio le indicaba que lo mejor sería no abordar ese tema hasta que estuvieran solos ya que parecía una cuestión delicada.

—Bueno, tenemos una ventaja contra ellos. Son débiles físicamente en comparación a nosotros, mientras nos mantengamos alejados de los grupos grandes estaremos bien.

—Me pregunto si debería gastarme las balas con ellos entonces. —Ashley sacó su pistola.

—Si son débiles los ataques directos servirán —Andrew observó—. Preferiría que guardaras eso para una verdadera emergencia porque no podremos conseguir municiones pronto.

—Qué lástima, yo quería probarla por una vez.

—Tendrás que conformarte con la siguiente arma que encontremos.

—Si las cosas van a ser así. Andrew, consígueme un hacha.

— ¿Qué? ¿Cómo se supone que voy a conseguirte un hacha en mitad de la madrugada?

—Puedes ir a comprarla en cualquier ferretería después, tonto. No te estoy pidiendo una profesional tampoco, estoy dispuesta aceptar la más barata que encuentres.

Las parejas de hermanos finalmente salieron del parque e iniciaron la búsqueda por un lugar donde dormir, por lo menos lo que quedaba para el amanecer. Lo que no se esperaban era que al entrar en el primer lugar con este servicio que se encontraron, el recepcionista actuara muy complaciente apenas los reconoció. Cuando Andrew preguntó al respecto, este hombre les aseguró entre murmullos que formaba parte del culto y que estaba obligado por un código de honor brindar el mejor servicio a la elegida junto a todos sus acompañantes. Así que al enterarse que los jóvenes adultos no contaban con identificaciones y los otros dos eran menores de edad, no dudó un segundo trucar el papeleo para que pudieran acceder a una habitación con dos camas disponibles, sólo aceptando el efectivo que le ofrecían.

Andrew alzó una ceja por lo sencillo que había sido eso y no dudó preguntar a este hombre si por un casual conocía a alguien que pudiera arreglar su problema. Éste se disculpó por no ser útil en ese aspecto pero les aseguró investigaría. Minutos más tarde el grupo se encontraba caminando por el pasillo en busca del número de habitación asignado, al cual no perdieron tiempo en ocupar una vez lo encontraron. Tal y como había sido advertido, sólo eran dos camas.

—Bien, ¿cómo resolvemos esto? —pensó Andrew en voz alta, a lo que los hermanos Kurai lo miraron confundidos y Ashley como si acabara de decir la estupidez más grande del universo.

— ¿A qué te refieres? Yonaka y yo solemos dormir juntos —acotó Shinya para desconcierto del mayor de los Graves—. A menos que ustedes tengan problemas con eso…

—Nosotros también estamos acostumbrados a dormir en la misma cama —dijo Ashley pero Andrew terminó actuando como todo un mojigato.

— ¡No! Me sentiría más cómodo si las chicas durmieran en un lado y nosotros en otro.

— ¿…Está bien? No me molesta pero, ¿en serio?

—Quiero decir, si es que puedo confiar que no me clavarás tu cuchillo mientras esté durmiendo.

—Por muy tentadora que sea esa idea, prometo no hacerlo. Han hecho mucho por nosotros todo este tiempo, así que estamos muy agradecidos.

A Andrew le sorprendió el nivel de compromiso y respeto que acababa Shinya de mostrarle, considerando lo amenazante que se había comportado antes sólo porque miró mal a Yonaka por unos segundos. Seguía sin confiar en él pese a sus palabras pero sería mucho más incómodo verlos cariñosos en una cama y que lo vieran a él y Ashley abrazándose mientras dormían, así que no tenía más opción que compartir cama con el mayor de los Kurai si quería proteger su dignidad.

—Oh, cielos, Andrew. —Cuando Ashley habló con ese tono sorprendido, el aludido se tensó de inmediato, anticipando lo peor—. Pensar que estarías interesado en dormir con otro hombre. ¿Estás seguro que resistirás no acurrucarte con Shinya cuando despiertes de una pesadilla?

— ¡Mi hermano acurrucado con otro chico! —exclamó Yonaka sonrojada. Y para sorpresa de Andrew, a Yonaka no parecía molestarle la idea por alguna extraña razón.

— ¿Qué? No, no, no. Pero, ¿qué clase de ideas se están haciendo en la cabeza?

—Sólo te advierto, Andrew-san, que si mi Yonaka quiere un espectáculo de ese estilo con gusto se lo daré y ninguna queja que tengas al respecto me va a detener.

— ¿Qué espectáculo? ¡Sólo vamos a dormir, idiota! —gruñó exasperado. En serio se estaba cansando de seguirle el ritmo también a esos dos.

— ¿Tsundere? Ashley-san, he descubierto que tu hermano es un tsundere.

— ¿Qué es eso?

—Quiero decir que no es honesto con sus sentimientos, y cuando considera que está a punto de ser descubierto, comienza a insultar y a tratarte mal.

—Oh, sí, él hace eso mucho.

—Bien, he escuchado suficiente. Me voy a dormir ahora.

Una vez los cuatro hermanos se acomodaron en sus camas designadas con la luz apagada, las dudas sobre lo recién ocurrido volvieron a formarse en sus mentes. Andrew en especial estaba confundido por la servicialidad del recepcionista de este motel. ¿Acaso Six Eyes se había comunicado con todos los integrantes de su gremio? Si era tan rico como lo había sugerido antes, no le sorprendía que poseyera métodos para hacer llegar las noticias a todos los rincones.

—Que problema —murmuró para sí mismo, aunque Shinya terminó girando la cabeza en su dirección para interrogarlo.

— ¿De verdad no lograron nada con aquel anciano?

—Se suponía que no, pero bueno el tipo es un excéntrico, dudo que nos libremos de él cuando ya nos ha visto. Si todo sale bien, ese recepcionista de antes debería darnos un contacto para fabricarnos identificaciones falsas. No me gustaría que nos fiáramos de Six Eyes, aunque no es como si tuviéramos opción a estas alturas.

—Si aliarnos con él garantiza nuestra supervivencia, es lo mejor que podemos hacer.

—Si… lo sé, por desgracia es así. El tipo posee dinero y obviamente influencias, después de esto nos resultaría imposible huir hasta que le demos lo que quiere. Lamento que se hayan visto involucrados.

—Está bien, nosotros tampoco estábamos en las mejores condiciones.

—Sólo una cosa, Shinya. Sobre todo lo que les hemos contado, me gustaría que no revelaran nada a nadie. Nuestra integridad depende de ello y lo que menos quiero es que empeore.

—No olvides que poseen información delicada sobre nosotros también —bufó Shinya recargándose sobre su hombro—. No los delataremos mientras ustedes no lo hagan. Ese fue el trato, ¿no? Yonaka y yo tenemos palabra. ¿Ustedes la tienen, Andrew-san?

—…Desde luego.

Andrew desvió la vista siquiera haber respondido a la pregunta de Shinya, quien también retomó a su posición inicial. Ambos tenían la intención de dormirse pero al poco tiempo Ashley asomó la cabeza desde su lugar en la cama, lista para fastidiar a su hermano mayor.

— ¿Ya comenzaron a darse besitos? ¿Les molesta si los miro de cerca?

— ¡Duérmete ya, Ashley! —exclamó Andrew fastidiado—. Tú no tienes dificultades para dormir, así que has uso de esa habilidad y líbrame de tus bromas homosexuales de una buena vez.

—Hey, ¿es así como tratas a las damas?

—Tú no eres una dama.

— ¡Jódete, Andrew! No vuelvo a preocuparme por ti.

— ¿Esa es tu manera de mostrar preocupación? Prefiero que no lo hagas.

—Ustedes son un caso serio… ¿les han dicho que actúan como casados? —intervino Shinya, pues si a los hermanos Graves no les importaba privarlos del sueño a Yonaka o él, no se abstendría de expresar sus observaciones a la ligera—. Tal vez sea mejor que ocupen una misma cama y se arreglen bajo las sábanas. Prometemos no mirar. Aunque si se sienten más cómodos, mi imouto y yo podemos salir a dar un paseo antes de usar esta habitación para dormir.

— ¿Qué…? —Andrew no pudo evitar avergonzarse por la insinuación.

— ¡Niisan! —Yonaka saltó fuera de la cama y al instante corrió hacia su hermano mayor para sujetarlo del brazo y arrastrarlo con ella al baño, dejando a los dos Graves anonadados por semejante actuación, incluso habían enfriado el deseo de pelear. Una vez solos, la menor de los Kurai enfrentó al mayor—. ¿Qué es lo que te pasa, Niisan? No es correcto que digas esas cosas así como así. Nos meterás en problemas.

—Pero, Yonaka. También sientes la tensión, ¿cierto? Esos dos tienen demasiados sentimientos reprimidos, me apuesto lo que sea a que si no hacen cosas pervertidas pronto, acabarán matándose. Y yo no quiero limpiar el desastre.

—No puedes estar tan seguro, hermano. Tú mismo has dicho que lo que nosotros tenemos es especial, ellos probablemente se comportan como hermanos comunes.

—No, imouto. Ellos no actúan como hermanos comunes.

—El punto es que no nos corresponde a nosotros intervenir. Acabo de hacerme amiga de Ashley-san, no quiero que se enoje porque dijiste algo que no debías.

—Está bien, de acuerdo. Me equivoqué. ¿Podemos volver a la cama? De verdad tengo sueño.

— ¡Es con ellos con quienes deberías disculparte!

— ¿Por no resolver sus conflictos y no dejarnos dormir? Eso es injusto.

— ¡No seas terco, Shinya! ¡Sabes bien a qué me refiero!

Mientras los hermanos Kurai continuaban encerrados, Andrew había vuelto acomodarse en la cama mientras trataba de ignorar el reciente suceso, a pesar de que las palabras de Shinya se repetían una y otra vez en su mente impidiéndole conciliar el sueño por mucho que fingiera. Ashley por el contrario terminó jugueteando con el borde del edredón sin romper el puchero que había formado en sus labios, esperando en vano que su hermano cambiara de opinión y viniera a dormir con ella. Deberían estar aprovechando la ausencia de los Kurai para volver a su rutina pero por lo visto su hermano mayor continuaría siendo terco hasta el final.

—Andrew, sé que no te gusta tocar el tema pero… si incluso un adolescente como Shinya lo ve, ¿no crees que deberíamos resolver todo esto ahora?

—…Nosotros no somos así, Ashley. No insistas —aseveró Andrew, a pesar de que su tono fue más débil de lo que tenía planeado.

—No hablo de tener sexo. Me refiero a hablarlo como adultos. ¿No eres el que siempre dice que se debe dialogarlo para resolver un asunto?

—No cuando la persona involucrada en dicho diálogo eres tú.

—Buu, eso me duele, ¿sabes? —bromeó amargamente, pues por una parte esa declaración la hirió de verdad—. ¿Podrías por una vez no tratarme como una mocosa? Sólo eres dos años mayor, no seas engreído. Sé que puedo mantener una conversación seria contigo por una vez.

Con un suspiro Andrew se levantó de la cama, rompiendo su posición retraída para acomodarse al borde del colchón, mirando sólo un segundo los ojos fucsias de Ashley antes de bajar la vista.

— ¿En serio crees que esa visión fue fabricada por el demonio? Porque yo no creo que a él le importe la vida de los humanos. Quiero decir, cuando intenté hablar con él antes no respondía a la conversación como lo haría otra persona. Sólo estaba interesado en cerrar el trato, nada más. Sólo dime qué es lo que piensas.

— ¿Qué pienso, Ashley? Es un asunto jodido. Los hermanos no deberían estar haciendo esas cosas, lo normal es que hablen, peleen, jugueteen y así. Hermanos siendo pareja es…

—Bueno, sí, supongo que no deberían. Pero, ¿qué tipo de hermanos se han comido a sus padres y han jugado a lanzar los cráneos al mar? Quiero decir, está bien si no estás cómodo con eso, no te voy a obligar a que me quieras de esa forma. —Ashley trató con todas sus fuerzas actuar indiferente pero Andrew notó su inquietud enseguida, así que sintió que algo cosquilleaba su estómago y acabó apretando los puños—. Ya he dicho que sólo quiero que seamos nosotros dos pero, sé sincero, ¿en serio nunca pensaste en hacer algo así… conmigo? —El mayor de los Graves no pudo responder. Los latidos de su corazón acelerándose—. Odio a las desvergonzadas y sé que no quiero que haya desvergonzadas a tu alrededor. Me… me hace sentir fatal pensar que alguna te robará algún día. Por eso quisiera… quisiera servir para…

—Ashley —la interrumpió Andrew antes de que concluyera su declaración y se cubrió el rostro para que no notara el rubor que estaba tiñendo sus mejillas—. No estás diciendo eso en serio.

—Sí, lo estoy diciendo muy en serio, Andrew.

—No, Ashley, tú no. No puedo… no hay manera.

—Entonces… supongo que es todo. No importa. Seguro que no fue más que una extraña confusión. Además las visiones son para evitarlas, ¿no? Ya no te molestaré con eso.

La menor de los Graves le dio la espalda a su hermano y se cubrió con las sábanas con la intención de dormir. Andrew se dio cuenta que no podía dejar que ella terminara la conversación así, pero tenía tanto miedo de su propio deseo que cada impulso que tuvo lo retuvo en un nudo que se reflejó en la manera que se cerró su garganta. Podía escuchar todavía los balbuceos provenientes del baño donde seguro los Kurai todavía no resolvían su propia riña. Cuando se puso de pie tuvo la intención de ir a pedirles que volvieran acostarse, quizás disculparse por los arrebatos que su hermana y él tuvieron enfrente de ellos pero terminó perdiendo su vista en la figura de Ashley acurrucada en la otra cama.

Se veía tan solitaria, quiso meterse junto a ella y abrazarla desde atrás pero aquello de pronto se sentía rastrero después de que implícitamente decidieran cortar su cercanía de raíz junto a todas las libertades que se tomaban de manera inconsciente. Andrew se dio cuenta que ya lo detestaba.

La puerta contigua se abrió antes de que pudiera tomar cualquier decisión. Shinya miraba hacia otro lado como si acabara de ser regañado mientras que Yonaka se mostraba avergonzada como una madre que debe responder al mal comportamiento de su hijo. La imagen sería graciosa e incluso tierna para él si no estuviera devastado por lo de recién. La menor de los Kurai lo reverenció entonces, distrayéndolo un momento de su problema.

—Lamentamos las molestias, Andrew-san. Mi hermano no volverá a meterse en las charlas que tengas con Ashley-san.

—No, en realidad debería ser yo quien se disculpe por mantenerlos despiertos.

—Sí, disculpa aceptaba, muchas gracias. Este… ¿qué cama deberíamos tomar?

— ¿Disculpa?

—Pregunto sin malas intenciones, ya que estás de pie supuse que habías cambiado de opinión.

—Bueno… es verdad, quizás sea mejor que ustedes decidan cómo se sienten más cómodos para dormir. Antes impuse mi egoísmo como si yo fuera su jefe y eso no estuvo bien. Lo siento.

—Descuida, todo está bien ahora —dijo la menor de los Kurai con una sonrisa.

—Si es el caso, yo no puedo dormir sin mi Yonaka, así que tomamos la cama desocupada, gracias.

—B-Buenas noches, Andrew-san.

—Sí, yo estaré un rato fumando en el pasillo.

—No te desveles mucho, por favor —le sugirió la joven japonesa, dejándose arrastrar por su hermano hacia el colchón libre.

Andrew miró de reojo cómo esos dos se acomodaban con naturalidad, compartiendo unas cuantas sonrisas sin preocupaciones. Estuvo tentado deslizar la vista hacia el otro extremo del lugar, más no tuvo el valor de mirar hacia el espacio vacío de donde se encontraba Ashley, necesitaba calmarse antes de hacer alguna otra cosa. Emergió de la habitación y suspiró con pesadez antes de recargarse en la puerta, los signos del arrepentimiento arremolinándose en su interior. Lo estaba torturando, ¿por qué no fue un hombre e impidió que Ashley malinterpretara de nuevo su falta de argumentos? Se supone que dejaría de ser un cobarde pero ahí estaba repitiendo el patrón de cada varón en su familia: el de agachar la cabeza y dejar que todo pasara sin intervenir.

Aquello no se trataba de cumplir los deseos de su hermana sino de caminar a su lado como el equipo que se suponía que eran. Incluso sincerarse era obligatorio para conseguir el resultado que quería dentro de su convivencia, no decirlo era igual que invitar al fracaso.

Se quedó lamentándose en el silencioso corredor un buen rato hasta que adquirió confianza y cruzó el umbral de nuevo. El interior parecía más oscuro que antes, aunque pensó que se debía a la iluminación de afuera. Caminó a tientas para llegar lo más silenciosamente posible frente a la cama que albergaba un solo ocupante, el cual todavía le daba la espalda; Andrew no podía estar seguro que Ashley dormía profundamente pero se aventuró levantar el edredón para acercarse a su hermana. Percibir su calor corporal fue una bendición para su piel helada, aunque se decidió a darle la espalda también, todavía inseguro.

En esos instantes quería despertarla, aclarar todo el asunto de antes y sobre sus verdaderos pensamientos al respecto pero el creciente nerviosismo le impedía hacer un movimiento. Al final se aseguró con un vistazo rápido que los dos adolescentes estaban durmiendo antes de por fin erguirse un poco por encima de su hermana, en cuyo rostro no tardó encontrar rastros de lágrimas. La vista lo incitó acariciar su piel con ternura, ni siquiera se preocupó porque ese simple movimiento provocase que los párpados de Ashley se separaran y entonces lo miraran con atención. A pesar de su mejor juicio hizo que ella se girara y entonces pudieran enfrentarse mejor.

—…Creí que dormirías en la alfombra.

—No seas tonta, Ashley. Obvio no iba desperdiciar una cama en estas circunstancias.

—Pero… te doy asco, ¿no?

— ¿Qué? Por supuesto que no, eso nunca. —Como era de esperarse, su hermana pequeña no pareció convencida por sus palabras, así que Andrew estaba listo para usar el método que solucionaría ese asunto—. Escucha, eres linda, ¿de acuerdo? Y me encanta la facilidad que tienes para dejarme sin palabras, siempre me impresiona descubrir que no posees límites.

— ¿Se supone que eso debe hacerme sentir mejor?

—Estoy elogiándote, ¿no está funcionando?

—Con esas palabras me haces sentir más rara de lo que ya me siento.

—Oh… bueno, mierda.

—Pero gracias por intentarlo, supongo que no podía esperar menos de mi querido And- Andrew.

El hecho de que Ashley se hubiese rectificado tan abruptamente, sembró una sensación desagradable en el interior del mayor de los Graves. No le gustaba la tristeza que se reflejaba en los ojos de su hermana al pronunciar su verdadero nombre, le hacía desear tener la manera de desfogar su ira en la imagen de sí mismo que obtenía todo el amor de Ashley sin dificultad. Pero las ansias de que ella comprendiera lo importante que era para él, hicieron que la tomara del rostro para que sus pupilas volvieran a enfocar en su dirección. Ni siquiera se percató cuándo encontró necesario acercarse más a ella y seguir acortando distancia hasta que logró percibir su cálido aliento tan cerca que su cerebro se transformó en masa.

Y antes de que lo notara o pudiera impedirlo ya se estaban besando. Era un beso suave, lento, casi contemplativo, pues la manera en que sus labios se estaban rozando entre sí hacía hincapié en la inocencia del gesto por ambas partes. Este ni siquiera era su primer beso pero la sobredosis de euforia en su sistema lo hacía sentir en el borde de la locura misma. Su corazón parecía palpitar ahí donde tenían el más mínimo roce con el resto de sus extremidades. Andrew se descubrió anhelando obtener más.

—…Ashley —murmuró, ebrio de deseo.

Ella tan sólo se limitó a corresponder, intensificando sutilmente el ritmo y la fuerza con la que sus bocas se besaban. Andrew suspiró por la nariz y Ashley gimió tan suavemente que algo se incendió dentro del otro. Tal vez fue el tardío entendimiento, quizás ambos intentaron mantener lo que estaba sucediendo como una fantasía más creada por su cabeza, ya que no se atrevieron hablar de ello ni trataron de abrir los ojos una vez sellados en la oscuridad junto a todas esas intoxicantes sensaciones. Sólo continuaron besándose hasta que el sueño logró vencerles.