Incertidumbre

Como había estado sucediendo desde que salió del manicomio, Shinya volvió a la consciencia muy lentamente, reconociendo la calidez que emanaba del cuerpo aferrado a él. No pudo evitar dibujar una suave sonrisa en el rostro, acurrucándose un poco más contra Yonaka mientras acariciaba su largo cabello alborotado. Pasó una buena noche. No podía pedir más para un amanecer placentero que la compañía de su hermana pequeña, una habitación sin ventanas, una cama lo suficiente espaciosa para ellos dos y silencio absoluto. Pensarlo le hizo recordar al par de ruidosos hermanos de los que se habían estado acompañando. La serie de sucesos inesperados ocurridos lo habían tenido inquieto aunque no lo pareciera o su máscara de indiferencia ayudara a ocultarlo. Verse forzados a revelar su relación u ocupación ante ellos, ese extraño ritual demoniaco al que asistieron, ofreciendo él su sangre.

También esas desagradables criaturas amarillas.

Conocían a su Yonaka, y no sólo eso sino que habían demostrado intenciones nada puras hacia ella, por eso no había dudado un segundo clavarles su cuchillo a cuantos se le pusieron enfrente tratando de arrebatársela, lo hizo sin siquiera titubear. ¿Quién era ese mencionado rey de todos modos? ¿Sería humano o un mogeko como el resto? ¿También quería adueñarse de su hermanita? No iba a permitirlo. Le había prometido a ella recuperar el tiempo que perdieron apartados antes de cumplir con su promesa. Se llevaría a Yonaka lejos, a un lugar donde nadie pudiera encontrarles, donde ni siquiera esos seres puedan tener alcance. Yonaka le pertenecía a él, sólo a él. Nadie tenía el derecho de siquiera decir el nombre de su pequeña hermana. Torturaría a todo el que lo intentara.

—…Shinya —gimió Yonaka de pronto, sacándolo de sus violentas cavilaciones—. Duele…

—Oh, lo siento.

Gimiendo con satisfacción luego de que su hermano mayor redujera la fuerza con la que la apretaba, refregó el rostro contra su pecho como buscando obtener alivio, adormecerse con la sensación de su pijama en la piel. El mayor de los Kurai se divirtió con eso pero no liberó más que un ligero bufido. Entonces alzó la vista hacia la otra cama, encontrándose una imagen curiosa. Las cabezas de los Graves apenas se distinguían debajo del edredón, como si se hubieran cubierto para que ninguna luz arruinara su profundo descanso. Debía admitir que eran sujetos interesantes. Y el hecho de que fuesen criminales por sí mismos reducía su temor de que fueran actuar con moralidad, aunque Andrew parecía el del razonamiento hiperactivo, Ashley la de la acción impulsiva. Su Yonaka había dicho que lo más sensato era confiar en ellos, por lo que Shinya no los vigilaría a menos que comenzaran actuar sospechosos a sus espaldas.

Ya se había decidido a matarlos si los traicionaban de algún modo, aunque parecía que a Ashley no le importaba tenerlos alrededor. Shinya sentía que podría conversar con ella con tanta confianza como la que le mostró desde el primer momento que le habló de su pasado junto a su hermano. Al sentir a Yonaka removerse de nuevo, aflojó el agarre de modo que le permitió estirarse mientras bostezaba. Shinya no pudo hacer más que contemplarla por lo adorable que lucía.

— ¿Soy la última en despertar?

—Al contrario, ellos siguen dormidos.

—Ya veo. —Yonaka se limpió un párpado mientras con el otro ojo veía a los Graves y devolvía la vista a su hermano mayor para sonreírle con ternura—. Ellos parecían molestos la noche anterior, me alegro que hayan podido solucionarlo al final. No me gusta cuando los hermanos se pelean.

— ¿Es porque piensas en nosotros? —Avergonzada, Yonaka desvió la vista y asintió. Shinya miró una vez más a los Graves cuando un pensamiento invadió su mente—. Me pregunto si estarán desnudos bajo las cobijas. —Y su comentario rápidamente alteró a la menor, quien se sonrojó de inmediato—. Son adultos después de todo.

— ¡Nii-san! —exclamó con la incomodidad a flor de piel.

— ¿Qué? Yo no lo descartaría.

—No se atreverían con nosotros aquí.

—No podríamos saberlo, hay muchos pervertidos en el mundo. Si ese fuera el caso quizás nosotros deberíamos usar el cuarto de baño o salir con cualquier pretexto hasta que estén listos, aunque podría ser complicado movernos solos con ese cultista recepcionista.

—Ruidosos… —se quejó la voz de Andrew con un tono arrastrado, este sacó la cabeza y el brazo desde debajo del grueso edredón para enfrentar a los Kurai con una mueca nada digna—. Bajen la voz… Ashley sigue durmiendo y es una completa perra cuando la despiertan antes de tiempo.

—Trae la ropa puesta —puntualizó Yonaka al instante—. ¿Ves, Shinya?

—Mi plan de encerrarme con mi Yonaka en el cuarto de baño ha fallado —murmuró Shinya chasqueando la lengua con frustración. La menor de los Kurai tomó su almohada y la usó para darle suaves golpes en la cabeza a su hermano mayor en represalia.

— ¿Ese era tu objetivo? Toma eso, hermano malo. Hormonal, pervertido, tonto. Toma, toma.

—No tiene nada de malo querer estar a solas contigo un rato —dijo sin inmutarse por el castigo.

—No me importa lo que hagan mientras no sea ruido —masculló Andrew con toda la intención de volver a cubrirse con la cobija pero cierto recuerdo de él y Ashley besándose la noche anterior (resguardado en lo profundo de su cerebro) dio un chispazo a su mente, razón por la que acabó quitándose las cobijas de encima y levantándose con todas las energías de alguien a quien han despertado de un susto, así que no tardó salir de la cama a gran velocidad también—. Pensándolo mejor, deberíamos comenzar el día.

—Eso fue un cambio repentino.

—Sí, b-bueno. Pensaba que sería bueno preparar algo para nosotros cuatro —mintió, disimulando sin éxito su nerviosismo—. Y necesito un café.

— ¿Por qué a todos los adultos les gusta esa cosa amarga?

—No puedo iniciar mi día sin cafeína —espetó Andrew, agotado en cierta forma con los cuestionamientos del mayor de los Kurai.

—Hablas como un adicto cuando alguien insulta su droga.

—Lo entenderás cuando seas mayor.

—22 años y me tratas como un niño —atacó con su misma expresión de póker.

—17 años y pretendes saber más que alguien que ha vivido más tiempo que tú —contraatacó Andrew con el ceño fruncido pero tranquilo. Pues aunque Shinya fuera impertinente no era nada comparado al ingenio venenoso de Ashley, así que no le estaba costando nada manejar sus quejas.

—Cinco años no es mucho.

—Cinco años es un abismo de conocimiento, especialmente si comparamos nuestras vidas. Para empezar, yo no me metería con alguien que me está beneficiando de forma directa o indirecta, escogería mejor mis batallas y no lanzaría amenazas vacías sólo porque estuviera aburrido.

— ¿Ah, sí?

—Bueno, bueno, hemos tenido un tiempo agitado —intervino Yonaka tirando del brazo de su hermano mayor—. Ha pasado un tiempo desde que me cepillaste el cabello, Shinya. ¿Te gustaría ayudarme a trenzarlo de nuevo? Vamos al espejo, ¿sí?

— ¿No quieres que primero nos bañemos juntos? —inquirió con una sonrisa maliciosa, ante esto el rostro de Yonaka no tardó en estallar de rubor, ya que sus únicas intenciones habían sido desviar el enfrentamiento de los chicos, no estaba lista para contraatacar una proposición indecorosa como aquella. Andrew carraspeó la garganta.

— ¿No se cansan de coquetear entre ustedes? ¿Era así también en su país?

— ¡P-Para nada! Mi hermano sólo está siendo indecente sin ningún motivo. Por favor no le haga caso, Andrew-san. No tengo idea qué es lo que le picó para que actúe así.

—No seas penosa, imouto. —Shinya abrazó a la pequeña Kurai sin restricciones, muy cariñosamente—. Sólo estoy expresando lo que no me atreví por años. No me gusta ser el tipo de imbécil que no deja las cosas claras con la única persona que más le importa.

Andrew sintió esa indirecta más directa que nada, así que por un segundo quiso convencerse que imaginaba cosas, más cuando miró a Shinya y se encontró con su mirada retadora sólo acertó mostrar los dientes. Aquella era una maniobra sumamente infantil de su parte pero no podía fingir que no le había dolido, especialmente después de lo que había sucedido anoche entre Ashley y él. También considerando que temía ver a su hermana despierta y que fuera a recordarle el suceso con el único propósito de torturarlo. A pesar de lo feliz que estaba entre los brazos de su hermano, Yonaka entendió que algo pasaba, así que lo tomó de las mejillas y los hizo verse directo a los ojos.

— ¡Shinya! —Ese lapso compartiendo miradas, Yonaka lo usó para armarse de valor lo más posible. Luego besó a su hermano mayor en una mejilla, luchando por no morir de vergüenza después de haberlo hecho y continuar mirando dentro de los ojos negros de su amado—. Te daré más de estos si te portas bien, así que sé bueno. Nada de pleitos, ¿entendiste?

—Oh… —La expresión indiferente de Shinya cambio al instante luego de haber superado la sorpresa— ¡Oh! Me portaré de maravilla por ti, mi Yonaka.

—Ya veremos, ahora ayúdame con mi cabello.

Los hermanos Kurai se dirigieron al cuarto de baño tomados de la mano para absoluto disgusto de Andrew, el mismo con el que se restregó los párpados, cerrando las palmas en el puente de su nariz. En verdad le provocaban (endivia) nauseas las insistentes muestras de afecto de esos dos, era casi como si estuvieran en su luna de miel, como recién casados, pues entre más interactuaban más cariñosos se ponían. Se preguntó si resistiría con esa letanía el tiempo que restaba.

El movimiento de sabanas lo alertó, poniéndolo tenso y obligándolo alzar la vista hacia Ashley, quien ya se levantaba de la cama con gesto perezoso. Por unos instantes, el mayor de los Graves temió lo que su hermana fuera a decir, el beso de la noche anterior repitiéndose en su cabeza sin su consentimiento. Sin embargo, ella tan sólo le sonrió, le dio los buenos días para enseguida bostezar y quitarse las cobijas de encima mientras preguntaba por sus jóvenes acompañantes. Andrew le dijo dónde estaban sin perder de vista cada acción que su hermana realizaba antes de ponerse de pie y comenzar aproximarse. Andrew desvió la vista por impulso al sentirla más cerca, odiando lo que estaba tardando su cerebro en encontrar un tema de conversación.

Así fue hasta que Ashley lo rodeó con sus brazos y se quedó recargada en él sin decir nada, sólo porque podía y quería hacerlo. La parte racional del hermano mayor tuvo la intención de quejarse, aligerar su propia tensión haciendo algún comentario desagradable para hacer que esa puta de atención se apartara pero aquella parte de sí mismo –oscura y degenerada– lo convenció de enviar todo al carajo, disfrutar de esa comodidad tan maravillosa. Los pechos de Ashley presionándose contra él se sentían tan bien de cualquier modo.

— ¿Cuál es el plan de hoy?

—Hablar con el recepcionista, pedirle la dirección de su contacto para fabricar esas identificaciones y volar lejos de aquí, supongo.

—Parece un buen plan. Simple y fácil de recordar.

—Como todo lo que pienso.

—Por supuesto, sólo porque eres la perra más histérica que conozco.

— ¿Conoces a otras perras?

—...Touché —admitió Ashley arrugando la nariz con descontento. Andrew sonrió por el triunfo obtenido, no porque le hubiera resultado tierno el gesto de su hermana. Ni si quiera se molestó en preguntarse dónde había aprendido esa palabra, pues ella tenía la costumbre de adoptar modismos aparentemente de la nada.

— ¿Y si quiere ponernos en contacto con Six Eyes? —inquirió Shinya entrando en escena junto a Yonaka, ambos listos para salir en cualquier momento de aquella habitación.

—Si eso quiere no nos quedará más opción que aceptar, necesitamos esos documentos, sólo así podremos tramitar todo lo que queramos, ser libres de ofrecer referencias para conseguir empleo, viajar, nada más que lo indispensable para una vida normal.

—Cuando eso pase, deberíamos celebrar con unas merecidas vacaciones —opinó Ashley.

—En realidad, deberíamos comenzar por rentar un departamento para instalarnos y conseguir un trabajo para solventarnos mientras nos aseguramos que todo marcha bien.

— ¿En serio, Andrew? ¿No te has cansado de ser un aburrido?

—Prefiero el término "practico", muchas gracias.

—No, eres aburrido. Y lo serías más si no me tuvieras a mí. Deberías estar agradecido de que nací.

—Estaré agradecido contigo cuando me dejes hacer mi trabajo.

— ¡Oh! —Ashley se mostró chispeante al no recibir una frase hiriente por parte de Andrew, de alguna manera se esperaba que renegara por su nacimiento y no oír algo así la puso de muy buen humor, más de lo que ya había estado—. ¿Me estás diciendo que quieres ser quien lleve las riendas? Me pregunto si yo quiero dártelas, no quiero que pierdas tu mente en el camino.

—Es muy tarde para preocuparte por eso, ¿no crees?

—Por favor, consigan una habitación —espetó Shinya—. No, esperen, ya estamos en una.

Ashley se carcajeó con ganas y por una vez Andrew decidió tomarse la mordacidad del Kurai como una broma. Por muy extraño que fuera, el hecho de conversar con Ashley lo había relajado y ya no se sentía con ánimos de molestarse con Shinya, mucho menos cuando ambos sugirieron que prepararían la comida para los cuatro. Como era de esperarse, Ashley intentó unirse a la preparación de alimentos, terminando en ser alejada de la estufa al segundo error; se había molestado por el "maltrato" como lo llamó ella pero fue exitosamente calmada por Yonaka, decidida a distraerla con temas de su preferencia, riendo o asustándose por los comentarios de la menor de los Graves. Andrew seguía sin explicarse cómo es que esos dos habían conseguido llevarse tan bien con su hermana.

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Una vez habiendo terminado, las parejas de hermanos salieron de la habitación en busca del recepcionista con el que se habían encontrado al llegar, éste les dedicó una amplia sonrisa en cuanto los vislumbró. En esos momentos se encontraba ocupado atendiendo a varios clientes que se marchaban y recién cruzaban las puertas, así que no tuvieron más opción que esperar a que la vía estuviera libre para ellos; no querían que su conversación se filtrara con la gente equivocada. Tomaron asiento en un sillón largo que se encontraba muy cerca de la puerta principal, distrayéndose un poco con las decoraciones del lugar o entablando conversaciones triviales entre sí. Alrededor de veinte minutos el autoproclamado integrante del culto a Lord of Unknown finalmente estuvo libre, incluso se tomó el descaro de llamarlos con un gesto de su mano.

—Siento la espera. ¿En qué puedo ayudar a nuestra valiosa mesías?

—Anoche dijiste que podías contactarte con alguien para fabricarnos credenciales falsas.

—Por supuesto, acompañante de la elegida —dijo el recepcionista, incomodando a Andrew por la forma en que había sido identificado, como si se tratara de un completo extra. Ashley apenas se aguantó la risa, convencida de que esto sin duda era un asunto humillante para su hermano—. Al poco tiempo que ustedes se retiraron a dormir, realicé la llamada y me complace informarles que conseguí agendarles una cita a las cuatro en punto. Sólo tienen que dirigirse a los edificios rojos y preguntar por Asarotte. Díganle que van por parte de Lummiel y serán atendidos inmediatamente.

Ashley recibió una hoja finamente doblada con una dirección escrita, misma que incluía atajos y referencias clave para una orientación segura, lo cual el grupo agradeció en silencio.

—Siéntanse libres de pedir indicaciones si llegan a perderse, la gente de ese barrio es muy amigable a diferencia del 90 % de esta jodida ciudad, aunque les sugiero que eviten hablar de mi compañero de forma directa, sólo especifiquen que buscan los edificios rojos. Es por su propia seguridad más que nada.

—Gracias, nos aseguraremos de no necesitar terceros. Has sido de gran ayuda.

—Todo sea para servir a nuestra guía espiritual y sus fieles acompañantes.

—Sí, claro.

—Si todo sale bien, me aseguraré de pedirle a nuestro señor que seas bendecido o maldecido o lo que sea por las sombras —dijo Ashley con una sonrisa divertida. Andrew no estaba cómodo con que su hermana abusara del respeto que se había ganado en pocas horas pero, para su incredulidad, el recepcionista se mostró complacido con su inverosímil propuesta.

— ¡Eso sería todo un honor!

Con una despedida apresurada, Andrew empujó a Ashley y los hermanos Kurai fuera de aquel motel para dar seguimiento al plan de acción que había estructurado. Como ya lo habían comentado la noche anterior, optaron por usar el autobús para acudir a la dirección ofrecida, pero antes entraron a una ferretería para comprar el hacha que la menor de los Graves dijo necesitar, a pesar de las quejas de su hermano mayor al respecto. En todo el viaje, Ashley sostuvo su hacha nueva envuelta como si fuera un trofeo bien merecido y esto le causaba mucha gracia al mayor de los Kurai, quien en todo el camino mantuvo una mueca burlesca, mientras que para Yonaka y Andrew no lo fue tanto, principalmente porque les preocupaba que alguien hiciera preguntas.

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El recorrido del autobús estuvo lleno de sonidos de cláxones y gritos de conductores particulares malhumorados, además de los desagradables aromas de otros pasajeros que fomentaban la misma amabilidad a la que los Graves estaban acostumbrados; ninguna. Andrew se aseguraba de que Ashley no fuera a meterse en una pelea absurda y les indicó a los Kurai cómo moverse para evitar un conflicto demasiado escandaloso.

Se ocuparon tanto en mantenerse al margen de enfrentamientos con otros ciudadanos que se perdieron la parada en la que pretendían bajarse, así que no les quedó más remedio que esperar a la siguiente que se encontraba a tres avenidas de su destino. Ashley, Andrew y Shinya descendieron la escaleras sin problemas, pero cuando fue el turno de Yonaka el chofer perdió la paciencia que le quedaba, así que arrancó la maquina sin esperar a que la pobre chica saltara del último escalón, por lo que terminó en los brazos de Shinya justo cuando creyó estamparía la cara en el suelo. Incapaz de contenerse más, la menor de los Graves saltó en defensa de su amiga.

— ¡Perra precoz! ¡Ojalá te salgas del carril en la próxima curva!

Desde uno de los espejos retrovisores a los costados del vehículo, se reflejó la mano del conductor formando una seña obscena en respuesta a la queja de Ashley. El medio de transporte nunca dejó de avanzar, por lo que Ashley no le quedó más remedio que pisotear el pavimento para calmarse.

—Me gustaría tener tan sólo un minuto a solas con ese cerdo —masculló Shinya con una mirada que gritaba asesinato y sed de sangre en letras mayúsculas.

—Si se tratara de acabar con todos los tipos así, nuestro país se quedaría sin población. Eligieron el peor sitio para usar sus carné de estudiantes —acotó Andrew con un suspiro—. Vamos. No tenemos tiempo que perder, falta poco para que sean las cuatro.

Caminaron lo que se sintió una eternidad, siquiera rellenando el silencio con comentarios al azar sobre las construcciones repletas de grafitis y otros garabatos que se encontraban. Se adentraron a callejuelas con pocos transeúntes, siempre alertas de que no se apareciera alguien dispuesto a asaltarlos, no porque poseyeran gran cosa sino porque no les entusiasmaba perder el sostén monetario que les había costado robar a los señores Graves, pues no estaban seguros qué tan bien se encontraban los Kurai en ese sentido. Superaron los kilómetros restantes con los bolsos intactos hasta que por fin visualizaron los mencionados «edificios rojos», los cuales aparentemente reflejaban ese color por yacer cerca de un par de grandes rampas de aluminio que con los rayos del sol emitían esa curiosa coloración sobre la pintura amarillo pálido.

— ¿Qué les parece? Ya estamos aquí y en una pieza. No fue tan difícil —se enorgulleció Ashley.

—No hay que cantar victoria todavía —se amargó Andrew—. Nos queda encontrarnos con ese tal Asarotte. Si debemos nombrar a su amigo al ser atendidos, quién sabe qué clase de persona sea.

—Mientras nos facilite esas identificaciones, a mí me da igual.

—En todo caso, si algo sale mal todavía podemos cortarle el cuello —comentó Shinya a la ligera, después de todo no había podido olvidar lo que le habían hecho a su hermanita recientemente y necesitaba aliviar esos pensamientos homicidas más pronto que tarde o enloquecería.

—No a menos que sea absolutamente necesario.

No hubo respuesta por parte del mayor de los Kurai, así que Andrew lo tomó como una señal para empezar avanzar. Lummiel había dicho que solicitaran indicaciones en caso de que no encontraran los dichosos edificios, nunca mencionó nada sobre en qué parte del lugar encontrarían a su notario ilegal. Había muchas ventanas y era complicado determinar en cuál piso se encontraba la oficina de su fabricante. ¿Deberían quedarse ahí y abordar a cada ocupante con el apodo del recepcionista? ¿Sería conveniente entrar y averiguar por sí mismos dónde podría estar el sujeto que les interesaba? Como fuese era un hecho que se tardarían más de la media hora que les restaba para llegar a tiempo a su cita.

— ¿Cómo llamamos la atención de ese tal Asarotte? —inquirió Yonaka, aparentemente pensando en lo mismo que el mayor de los Graves.

— ¿Hacemos un cartel y nos hacemos pasar por indigentes que buscan emigrar? —sugirió Ashley.

—Podemos hablar un poco con las personas que salen y entran, entonces determinar quién luce más propenso pertenecer a un culto demoniaco —opinó Shinya. A Andrew le gustó su idea.

—Bien, escuchen, nos dividiremos y hablaremos casualmente con quien consideremos más sospechoso y les preguntaremos si conocen a un tal Lummiel.

Los hermanos Kurai asintieron y rápidamente comenzaron acercarse a la gente que veían emerger o dirigirse al interior de la construcción, sin temor ni vergüenza, nunca había conocido personas tan serviciales. Andrew se tomó un momento para inhalar y exhalar, prepararse para trabajar también cuando su hermana lo distrajo de su camino.

— ¿Y qué pasa si estos edificios no son los que mencionó aquel tipo?

—Es obvio que son estos, Ashley. Nadie pintaría literalmente un edificio completo de rojo.

— ¿Y por qué no? ¿Qué hay de malo con el color rojo?

—No es lógico. Resaltaría demasiado entre tantos edificios grises. ¿No sería sospechoso también? A la gente le encanta esparcir rumores cuando ven algo diferente y a mí me parece que este se diferencia muy bien del resto sólo con ese reflejo rojizo de las láminas.

—No sé, Andrew. Todo esto me parece muy raro, deberíamos comenzar por comprobar que es este el edificio que buscamos.

—Ya deja de quejarte y ponte a trabajar también, ¿quieres?

—…Siempre es lo mismo contigo. Muy bien, lo haremos a tu manera. Tienes suerte de que te quiera mucho, imbécil.

—Sí, sí. Bien por mí, ahora ve y pregúntale a la gente si conocen a Lummiel.

No tan convencida como lo habría estado normalmente, Ashley dejó a su hermano irse mientras echaba un vistazo a las personas que tenían alrededor. Lo cierto era que no le entusiasmaba mucho dirigirles la palabra a desconocidos, por ello se tomó la libertad de merodear un poco en lo que se decidía actuar como Andrew esperaba que lo hiciera. Pero entonces una extraña sensación en el pecho la alertó, de manera inconsciente se llevó una palma justo sobre donde palpitaba su podrido corazón y le dedicó una mirada a un callejón cercano, tan estrecho que cualquiera pensaría no era más que una separación entre un edificio a otro. Miró a los tres con los que viajaba y se encaminó a este sitio por mera curiosidad.

Era como si una fuerza tirara de sus piernas, pues no tuvo tiempo de considerarlo antes de que sus pasos ya la llevaran a través de aquel mohoso camino secreto, el cual parecía llevar a un espacio igual de cerrado, como si se tratara de un lugar exclusivo al aire libre. Y cuando levantó la mirada se sorprendió al encontrarse con un par de edificios similares a los anteriores pero estos en verdad estaban pintados completamente de rojo.

¡Ja! Puntos para mí. Pensó Ashley con orgullo.

Ahora todo lo que le quedaba era encontrarse con Asarotte para que fuera mucho más aplastante su victoria sobre Andrew. Sin embargo, no tuvo necesidad de merodear mucho, ya que al poco rato se apareció un sujeto que sugería ser más o menos de la edad del mayor de los Graves, aunque debía ser ligeramente más bajo de estatura, con cabellos grises y un gran número de perforaciones brillantes en el rostro. Éste al darse cuenta de la presencia de Ashley no tardó en ponerse a la defensiva, lo cual a la joven Graves le pareció patético.

— ¡Hey, tú! ¿¡Qué carajos haces aquí!? ¡Esto es propiedad privada!

—Relájate, ¿quieres? Estoy buscando a alguien llamado Asarotte, nos programó una cita ilícita. Lummiel dijo que nos ayudaría con nuestro problema.

— ¿Conoces a Lummiel? —El tipo parecía en shock por el nombramiento, lo que incomodó a Ashley en consecuencia, quizás porque su reacción le había resultado un poco exagerada.

—Algo así… es recepcionista en un motel.

— ¿Eres tú la que tiene asuntos con Asarotte?

—…Bueno, acabo de acordarme que se supone que no debía decir su nombre por aquí.

—No te preocupes por eso ya que estás hablando con él ahora mismo.

— ¿Tú eres Asarotte? —interrogó sólo para asegurarse, no le gustó la sonrisa pedante que obtuvo con su pregunta.

—Sí, cuando me dijo que enviaría a nuestra nueva mesías, no me imaginaba que fuese a ser una muchachita tan linda como tú.

—Ugh, ¿eres esa clase de hombre? —Ashley se frotó el rostro, fastidiada con la idea de que Asarotte se tratara de un seductor. Era el segundo tipo de persona que odiaba después de las desvergonzadas, pues prácticamente era la versión masculina—. No intentes ganarme con piropos, porque si te considero un inútil para el culto le pediré a Six Eyes que te eche.

Andrew le había suplicado (ordenado) específicamente que no abusara de su posición obtenida antes pero por suerte él no estaba ahí para regañarla, así que Ashley abusaría de su poder todo cuanto quisiera. Asarotte retrocedió en su actitud coqueta para liberar un gruñido exasperado.

—Bien, bien. Veo que eres del tipo mordaz. Ya no me meteré contigo, mujer. Así que no vayas a quejarte de mí con ese anciano, me costó mucho obtener la jerarquía que poseo. Ven conmigo, hay mucho papeleo por hacer.

—Antes déjame llamar a mis acompañantes porque ni creas que cruzaré esa puerta a solas contigo.

—Vamos, antes sólo estaba jugando. No era mi intención hacerte nada, ¿de acuerdo?

—Oh, ¿estás diciéndome ahora que no te parezco ni un poco atractiva? Genial.

— ¿Qué mierda? ¿Quieres o no que te trate con respeto?

—Respeto e indiferencia son cosas muy distintas.

—…Eres un dolor de cabeza y acabo de conocerte.

— ¡Vete a la mierda, imbécil pene de 2 centímetros!

— ¡Oye! ¡No puedes afirmar eso sin haberlo visto!

—Como sea, mi hermano te haría pedazos si se enterara que intentas llevarme a la cama, así que mejor lo dejamos así. —Ashley se dio media vuelta para salir del callejón hacia los edificios principales, dejando al pobre Asarotte sufriendo un cortocircuito en el cerebro.

—Que chica más rara eligió Six Eyes para ser nuestra guía —susurró para sí mismo, a pesar de que no se negó la oportunidad de apreciar ese pequeño pero redondo trasero mientras se alejaba. Sin duda era una malcriada pero la verdad es que no estaba nada mal.


Notas Finales: Ha sido muy divertido agregar a un personaje como Asarotte y más esta última interacción. No sé porqué me imagino que así es como Ashley interactúa con otros chicos de su edad, jaja.