Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto, pero mi plan todavía está en marcha...

N/A: Hey, este capítulo tardó menos de lo esperado en escribirse, aunque no estoy muy contento con él, siento que podría haber escrito algo mejor.

- Hola - (persona hablando)

Hola (pensamiento)


Capítulo 8

Tres horas habían pasado desde que había terminado con mi rutina de entrenamiento y los hombres de Oyashiro aun no habían llegado, así que decidí meditar mientras esperaba.

Hmm… ahora que lo pienso, nunca he entrado en mi subconsciente. Supuestamente si uno medita lo suficiente puede lograr entrar allí, aunque bueno, nunca antes lo había intentado y tampoco sé si funcionaría conmigo, después de todo, en las únicas personas que se ha visto que funcionara fue en los jinchūrikis, aunque creo que sería interesante tratar de entrar y ver que puedo hallar ahí, pero con mi suerte seguramente termino encontrando a una de las bestias de cola y trata de comerme…

- Meh, no puede ser peor que quedarse encerrado toda la vida en un coliseo donde solo puedo pelear para que un bastardo codicioso consiga – murmuré.

Traté de concentrarme lo mejor posible, con el único pensamiento de entrar en mi subconsciente.

Estuve haciendo esto por lo que parecieron horas, aunque solo fueron minutos. Entrar en un lugar como el subconsciente era una tarea más difícil de la que creí y estaba comenzando a hacer que me doliera la cabeza, así que decidí dejarlo por el momento.

Justo en el instante que abrí los ojos pude oír como las puertas de mi celda se abrían.

Parece que al fin llegan los hombres de Oyashiro.

Desde dentro pude observar como el tipo gigante que me había traído aquí abría la celda.

- Muy bien mocoso, es hora de comer, pero primero ponte esto – dijo, lanzándome algo.

Atrapé lo que me había lanzado y me di cuenta de que era una chaqueta amarilla oscura con el número 10 en la espalda.

Oh, cierto, tenían que darme esto por vencer a Futsu.

Rápidamente me quité la chaqueta que ya tenía puesta y me puse la nueva. Luego salí de la celda y me quedé al lado del secuaz de Oyashiro.

Este sería un buen momento para escapar, pero no tengo idea de donde me encuentro, así que podría terminar corriendo en círculos. Por ahora solo haré caso y recopilaré toda la información que pueda.

- Muévete – gruñó el hombre.

- Bien – le devolví el gruñido.

Caminamos por el pasillo, pasando por las celdas en donde se encontraban quienes supuse eran el resto de peleadores. Miré a todas las personas en las celdas, buscando a alguien que conociera del Naruto canon, pero lamentablemente no encontré a nadie.

Luego de unos minutos de caminar, entramos en una gran sala rectangular con una barra de comida al lado de la puerta y varias mesas circulares junto a sus respectivos asientos rodeándolas. Había bastante espacio y relativamente poca gente, así que sobraban asientos, lo que me hizo preguntar la razón por la cual aun había tantas personas en las celdas.

- Oye – le dije al enorme hombre

- ¿Qué quieres?

- ¿Por qué hay tantas personas en las celdas aun? ¿No sería más fácil darles de comer a todos juntos? – pregunté.

- Si dejáramos salir a todos al mismo tiempo, para el final del día solo quedarían entre 5 y 10 peleadores con vida. Hacemos esto para que no se maten los unos a los otros por rencores pasados. Además, así es más fácil controlarlos – gruñó el hombre.

Eso tiene bastante sentido.

- Okey, escucha ahora. En esa barra de allí te darán tu comida, luego siéntate y termínala, porque hasta mañana la misma hora no comerás nada. Cuando toque la campana deberás acercarte a la puerta y serás escoltado hasta tu celda nuevamente. Recuerda no crear problemas – dijo el secuaz de Oyashiro, mientras se alejaba y cerraba las puertas detrás suyo.

- Tch, lo que digas.

Caminé en dirección a la barra y tomé una de las fuentes que estaban apiladas al lado de esta, luego me acerqué al tipo con mala cara que estaba cortando algo. Dejé caer mi fuente con fuerza en la mesa de la barra para que el tipo del otro lado supiera que estaba allí, lo que, al parecer funcionó, ya que se giró para mirarme con molestia obvia en su rostro.

- Podrías simplemente haber dicho algo – se quejó el hombre.

- Si, podría.

- Tch, estúpido niño – murmuró – Bien, dime que quieres.

- Lo que sea más comestible - dije, mirando la cantidad de cosas raras que había para comer.

El tipo hundió un tazón en lo que parecía sopa y agregó un poco de fideos, luego cortó algo similar a un cangrejo gigante y puso una pata sobre mi fuente.

- Allí tienes, lo más comestible – gruñó el hombre.

- Gracias… eh…

- Kenta – dijo – Soy el cocinero de este lugar

- Gracias, Kenta.

- De nada…

- Hideki, soy el nuevo número 10 – dije, mientras miraba con disgusto la sopa de fideos.

- Je, así que el idiota de Futsu no duró más de 2 días con el puesto, vaya que es lamentable. ¿Y donde está ahora?

- Muerto – respondí, mientras me alejaba con mi fuente.

Caminé en dirección a una de las mesas más alejadas del resto de las personas y me tomé uno de los fideos en la sopa.

Por favor que sea comestible, por favor que se comestible.

Rápidamente puse el pedazo de pasta en mi boca y lo tragué. Esperé unos segundos y nada pasaba, absolutamente nada, ni siquiera tenía sabor el fideo.

Bueno, es mejor de lo que esperaba.

Seguí comiendo los fideos y probé un poco de la sopa, tampoco tenía sabor, pero al menos era comestible.

Mientras terminaba mi sopa, no me había dado cuenta de que 2 adolescentes mayores me estaban mirando. Uno con curiosidad y el otro con molestia.

Una vez había terminado con los fideos, miré con curiosidad la pata de cangrejo que me habían dado.

Si bien, en mi vida pasada había vivido en una ciudad costera, nunca había comido cangrejo, ni ningún otro crustáceo, así que esto sería nuevo para mí.

Cuando estuve a punto de tomar la pata, fue arrebatada por un adolescente. Era algo alto, tenía el cabello blanco con un ligero tinte azul, sus ojos eran morados, y llevaba una camisa sin mangas de color púrpura con pantalones grises. Llevaba un cinturón alrededor de su cintura con botellas de agua y otro cinturón alrededor de su cintura que sostiene una espada.

No pude despegar los ojos del adolescente debido a que lo reconocí al instante.

Suigetsu Hōzuki, uno de los prisioneros de Orochimaru, futuro compañero de Sasuke y un hábil usuario de la naturaleza de agua, sumado a su kekkei genkai que lo vuelve literalmente agua. Interesante, pensé que para este punto ya seria prisionero de Orochimaru.

- Así que tu eres el nuevo 10 – dijo el adolescente con arrogancia, mientras le daba un mordisco a la pata de cangrejo.

- ¿Y tu eres? – pregunté.

- Oh, nadie especial, solo el número 2, y este muchachote de aquí es el número 3, el hermano mayor del antiguo número 10 – dijo, mientras su sonrisa se agrandaba.

Miré al hermano de Futsu por unos momentos y la única diferencia que pude encontrar entre la apariencia de él y su hermano, era su altura y su color de ojos. Los suyos eran de color negro, a diferencia de los de su hermano menor, que eran de color verde.

- Ya veo, ¿acaso quieren un saludo o algo? – pregunté, con el rostro más inexpresivo que pude lograr.

Si bien, no estaba seguro de poder vencer a estos dos, después de todo, uno era el número 2 y el otro el 3, no iba a caer sin pelear y mucho menos me dejaría intimidar por un idiota como Suigetsu.

- Verás… mi amigo aquí está molesto de que mataras tan cruelmente a su hermanito.

- Oh, ¿y tu amigo aquí no puede hablar? – pregunté.

- No me gusta gastar mis palabras con basura inútil como tú – dijo el hermano de Futsu.

- Vaya, parece que la arrogancia viene de familia – murmuré.

- ¿Qué dijiste escoria?

- Lo lamento su majestad, no estaba al tanto de que me encontraba en frente de alguien superior, pero esas palabras me llevan a pensar, ¿para que vinieron si él no quiere hablar con alguien inútil como yo?

- La forma fácil en la que venciste al idiota de mi hermano se refleja negativamente en mí, ahora todos creen que pueden desafiarme porque un nuevo venció a uno de los 10 grandes en su primera pelea – gruñó, mientras acercaba su mano a mi cuello.

Golpee su mano con la mía antes de que llegara a mí y lo miré con molestia.

- No te atrevas a ponerme las manos encima – gruñí.

- ¿Te atreves a levantar la mano contra el número 3?

Podía ver con claridad la rabia en sus ojos, el odio, y algo de tristeza. Tambien pude ver como Suigetsu se alejaba lentamente y se sentaba junto a otro adolescente de cabello largo y negro.

No pude seguir mirándolo, debido a que tuve que esquivar un golpe del hermano de Futsu.

- ¡Quédate quieto para que pueda matarte! – me gritó.

- Sabes, es curioso, tu hermano me dijo lo mismo antes de que lo noqueara – me burlé.

Pude sentir como su instinto asesino se desataba. Debía admitir que era bastante grande, aunque minúsculo en comparación al de Aoki o Kakuzu.

Supongo que este es un buen momento para probar mi alternativa al instinto asesino.

Me concentré en mi chakra, tratando de ver si aun se encontraba sellado, y para mi fortuna estaba completamente disponible.

Dejé que una pequeña sonrisa se formara en mi rostro y me puse firme.

- Oh, así que esa cosa es tu instinto asesino… bastante patético si me lo preguntas, pero como tú y el idiota de tu amigo se tomaron el tiempo de arruinar mi momento para comer, déjame devolverte el favor.

Liberé mi chakra y dejé que se expandiera por todo el lugar. Los resultados fueron mejores de lo esperado. Las mesas cercanas, las cuales estaban hechas de roca, se agrietaron. Por otro lado, Kenta se había desmayado al igual que algunos de los peleadores más débiles en el lugar, mientras que los que supuse eran el resto de los "10 grandes", como los llamó el hermano de Futsu, se tensaban y se preparaban para una pelea.

Hablando del hermano de Futsu, él estaba paralizado por lo que supuse era miedo.

Je, ¿y se supone que este tipo es el número 3? Sinceramente esperaba algo más… ahora que lo pienso, Oyashiro dijo que no matara a nadie fuera de un combate a muerte, aunque también dijo que no importaba ya que nadie seguía esa regla, entonces, ¿si mato a este idiota, podré subir directamente al número 3? Intentarlo no está de más.

Me acerqué al hermano de Futsu, mientras canalizaba chakra en mis pies para moverme más rápido y le di un poderoso golpe en la garganta, o así hubiera sido, si una pared de hielo no lo hubiera protegido. Observé con asombro la estructura de hielo, que luego de unos segundos me di cuenta de que no era una pared, sino un espejo.

Salté hacia atrás, esperando un ataque proveniente del espejo, aunque nada pasó.

- Lamento el comportamiento de Akiro, pero creo que también te pasaste un poco al utilizar a su hermano muerto para provocarlo – dijo un adolescente mientras salía del espejo.

Enseguida me di cuenta de que el adolescente era el mismo con el que se había sentado Suigetsu antes. Era un chico joven con una apariencia andrógina. Tenía el pelo largo y negro, la piel pálida, unos grandes ojos de color marrón oscuro, unas bonitas pestañas y una complexión atuendo consiste en un kimono de rayas que le llega hasta las rodillas. Sobre su jersey marrón, lleva un haori verde azulado con adornos blancos, y alrededor de su cintura una faja también marrón con un ribete de flecos. Junto a esto, lleva unas sandalias de suela ancha de color marrón claro y tiras del mismo color que su haori. También lleva las uñas de las manos y los pies pintadas de color verde azulado, a juego con su haori. Su pelo es largo y está recogido con un sujetador blanco, mientras que dos mechones de su cabello caen sueltos enmarcando su rostro, sujetos en los extremos.

Inmediatamente lo reconocí al ver su rostro.

Obviamente este es Haku, ahora mi pregunta es, ¿Qué demonios hace Haku aquí? ¿Y por qué no está con Zabuza?

Al darme cuenta de que Haku me miraba con cautela, me di cuenta de que seguía canalizando mi chakra por todo el lugar, así que dejé de hacerlo y hablé.

- Tienes razón, puede que me haya excedido al hacer eso, pero es culpa suya por molestarme cuando estaba comiendo, yo solo me defendí.

- Tienes toda la razón y me aseguraré de que no vuelva a suceder, ya que tendré una conversación muy seria con él y con Suigetsu.

- Está bien, ¿podrías decirme tu nombre? – pregunté, tratando de verificar lo que ya sabía.

- Me llamo Haku, soy el número 1, ¿podrías decirme tu nombre también? – preguntó Haku.

- Me llamo Hideki, soy el número 10, como ya sabes.

- Muy bien, Hideki-san, una vez más me disculpo por el comportamiento de Akiro y Suigetsu, si tienes otro problema con ellos, por favor no dudes en mencionármelo.

- Claro.

Luego de eso Haku agarró la camisa de Akiro y entró en su espejo de hielo, unos segundos después apareció en frente de Suigetsu y comenzaron a discutir.

Okey, esto se complicó… sinceramente no quiero lastimar a Haku, me parece un buen personaje, por otro lado, no me molestaría para nada ser el número 3 o 2

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el fuerte sonido de una campana.

- Supongo que no me dejarán llevar comida a mi celda, ¿cierto? – suspiré.

Caminé en dirección a la puerta donde ya me estaba esperando el hombre de Oyashiro con una expresión molesta.

Mientras caminábamos hacia mi celda, recordé algo que me dio curiosidad, así que decidí preguntarle a mi guía.

- Oye – dije.

- ¿Qué?

- ¿Por qué el númer tiene atuendos diferente al resto? – pregunté.

- Porque son sus beneficios. Al igual que la espada del número 2.

- ¿O sea que si llego al número 2 puedo conseguir una vestimenta nueva?

- Podría decirse. Depende de que tan bien le caigas a Oyashiro-sama

- Ya veo…

Eso explicaría porque Futsu estaba tan centrado en caerle bien a Oyashiro… puede que le prometiera algo a cambio de su lealtad.

- Muy bien, llegamos.

Miré las puertas a las que habíamos llegado y me di cuenta de que no era mi celda.

- ¿Dónde estamos? – pregunté.

- Las duchas, métete a la que tiene tu número y sal rápido, no pienso esperarte aquí toda la noche.

- Bien.

Entré por las puertas y encontré el lugar lleno de vapor, me recordaba a la sauna que tenía Aoki en la casa, solamente se podían ver los números de las puertas porque estos estaban iluminados de alguna forma, lo que los hacía fácil de ver a través del vapor. Caminé en dirección a la puerta que tenía el número 10 y entré. El lugar era pequeño, pero lo suficientemente amplio para moverme sin problemas.

Bueno, esto es mejor que nada.

Me quité la ropa y comencé a lavar mi cuerpo, pensando en todo momento cuanto tardaría en llegar a los puestos 3 y 2, y si podría vencer a Suigetsu o Haku en un combate. Llegué a la conclusión de que no podría derrotar a Suigetsu a no ser que aprendiera alguna técnica de rayos para contrarrestar su kekkei genkai que lo transforma en agua, y si no podía vencerlo primero a él, vencer a Haku era bastante improbable.

- Supongo que tendré que subir de 1 en 1 – suspiré.

Cuando estaba por terminar con mi ducha, la puerta detrás de mí se abrió de repente, y entró Akiro seguido de otros 2 tipos.

- Me importa una mierda lo que diga Haku, hoy morirás – gruñó Akiro.

Oh, entonces a esto se refería Oyashiro con que en las duchas los peleadores suelen ser "creativos".

Rápidamente pasé por los sellos de manos adecuados y dije; Suiton: Teppōdama. Lancé varias esferas de agua que golpearon de frente a Akiro y sus compañeros.

- No solo molestas mi hora de comer, sino que también mi ducha. A mi también me importa una mierda lo que diga Haku, no saldrás de aquí con vida – gruñí.

Saqué mis cuchillos de trinchera del sello en mi mano y canalicé chakra en ellos. Los acompañantes de Akiro me vieron hacer esto y se pusieron de pie, luego se abalanzaron al mismo tiempo hacia mí.

Tch, molestias.

Esquivé sus golpes y los respondí con rápidas cortadas en los tendones de sus piernas y brazos, lo que hizo que cayeran rápidamente al suelo.

Je, quien diría que esas clases de anatomía con Akio servirían de algo.

Antes de que pudieran gritar debido al dolor, les di fuertes patadas en sus rostros.

- Muy bien, ahora t…

Al mirar en la dirección donde debería haber estado Akiro me di cuenta de que se había ido.

- Tch, maldito cobarde.

Rápidamente me vestí y salí de las duchas.

- ¿Por qué demonios tardaste tanto? – se quejó el hombre de Oyashiro.

- Un idiota junto a sus amigos trataron de atacarme en la ducha – me quejé.

- Oh, Akiro supongo, ¿no?

- ¿Cómo lo supiste? – pregunté.

- Acaba de salir corriendo murmurando algo de que se vengaría.

O sea que tendré que cuidarme las espaldas desde ahora…

- A todo esto, ¿Qué hiciste con los otros que intentaron atacarte?

- Les corté los tendones y los dejé en la ducha – dije, señalando en dirección a las duchas.

- No me pagan lo suficiente – suspiró el hombre.

Yo solo me encogí de hombros mientras comenzábamos a caminar en dirección a mi celda.

- Oye, ¿puedes decirme algo de Akiro? – pregunté, tratando de reunir la mayor cantidad de información posible.

- Es el hermano mayor de Futsu solo por 2 años, es bastante hábil en taijutsu y ninjutsu, aunque es bastante arrogante, y cobarde cuando encuentra a alguien superior. También suele apuñalar por la espalda a sus compañeros. Creo que la única persona que se llevaba realmente bien con él era su hermano y los dos primeros.

- Hum… interesante…

Estoy sorprendido de que en verdad me dijera todo eso… siento que Oyashiro tiene algo que ver en todo esto y no me gusta…

Una vez llegamos a mi celda entré y antes de que el hombre de Oyashiro cerrara las puertas le pregunté algo.

- Oye, ¿Cómo te llamas? Es incomodo decirte "oye" cada vez que quiero preguntarte algo.

- Soka – luego de decir eso cerró las puertas.

Hum… Soka… no es mal nombre.

Una vez estuve solo en mi habitación hice algo de ejercicio extra y luego me acosté. El día siguiente seguramente tendría que pelear y tratar de cuidarme de que el imbécil de Akiro no tratara de matarme nuevamente.

Podría decirle a Haku y tratar de usar eso para acercarme un poco a él. No sería malo tener al número 1 de mi lado…


4 meses habían pasado desde que llegue a este lugar, y no había podido descansar ni un solo momento.

Todos los días me levantaba cerca de las 6 de la mañana, entrenaba un poco en mi celda y luego me dirigía a la arena a pelear contra algún idiota que tratara de subir al puesto 10. Una vez terminado el combate, volvía a mi celda, 2 horas más tarde salía a lo que todos llamaban "el patio" que era una habitación enorme con varias ventanas y algo de vegetación. Normalmente los peleadores entrenaban allí o formaban grupos dependiendo de su aldea, genero, o alguna otra cosa que los distinga del resto, pero en mi caso, salir al patio se trataba de sobrevivir a los constantes ataques de los secuaces de Akiro.

Luego de que le dijera a Haku sobre el intento de asesinato por parte de Akiro en las duchas, parece ser que tuvieron una discusión debido a que esta no era la primera vez que hacía algo similar contra algún otro combatiente. Bueno, esa discusión termino con Akiro en la enfermería con muchas agujas senbon en su cuerpo, lo que lo llevó a odiarme aún más y a encargarse de que nunca pudiera volver a hablar con Haku, ya que siempre habría alrededor de 20 de sus matones alrededor de él, haciéndome casi imposible llegar al adolescente.

Pasado nuestro tiempo "recreativo" en el patio, volvíamos a las celdas y esperábamos nuestro siguiente combate, una vez terminado el combate, esperaríamos en las celdas a que sea la hora de comer y luego de bañarnos, y terminaríamos en las celdas hasta el día siguiente.

Entonces mi estancia aquí podría definirse en; despertar, entrenar, salir de mi celda para pelear, volver a mi celda, salir al patio, sobrevivir a los constantes ataques, volver a mi celda, salir para pelear nuevamente, esperar a que me lleven al comedor, luego ir a las duchas y a la celda nuevamente.

Defenderme de esos malditos ataques se había vuelto tan repetitivo que ya parecía la típica misión diaria de un MMORPG.

Para colmo, los idiotas a los que derrotaba en las peleas por el puesto 10, siempre terminaban aliándose con Akiro al final del día, debido a que me odiaban por no dejarlos avanzar en la clasificación… así que bueno, al final del día terminaba con alrededor d intentos de asesinato, sin contar los combates en la arena.

Pero no todo era malo, al menos había hecho una "amiga", cerca del segundo mes de estar en este lugar. Una chica de más o menos mi edad se me había acercado una vez en el patio, aunque bueno… no salió muy bien…

*Inicio de flashback*

Era el día número 62 luego de haber llegado al coliseo. Me encontraba en el patio luego de haber ganado otra pelea en la arena. Había estado durmiendo solo 2 horas últimamente, todo debido a la paranoia que me había provocado el estar en constante alerta, esperando un posible ataque de los seguidores de Akiro. Para colmo ese bastardo había convencido a su amo de pagarle a uno de los guardias para que dejara entrar a un grupo de sus secuaces en mi celda, así que ni siquiera allí estaba seguro. Ahora estaba tratando de no dormirme en el patio por miedo a que alguien tratara de cortarme el cuello.

- ¡Hey! ¡Hola! – dijo alguien desde atrás mío.

Instintivamente saque mis cuchillos de trinchera y lancé un corte a la cara de mi posible atacante.

Mi puño fue detenido por una enorme mano de piedra. Al mirar bien, me di cuenta de que era una especie de gólem de piedra que salía desde el suelo. Rápidamente hice un kawarimi con un pedazo de madera en el suelo y luego me preparé para lanzar un jutsu, pero fui detenido por un fuerte rodillazo en el estómago, seguido de un puñetazo en el rostro. Antes de que pudiera hacer algo, sentí como mis manos y pies eran capturados por algo. Cuando miré hacia abajo para ver que era, me di cuenta de que estaban agarrados por otro gólem que parecía salir del suelo.

Je, entonces hasta aquí llegue.

Cerré los ojos esperando mi muerte, pero nunca llegó.

- ¿Qué haces? – preguntó la misma voz de antes.

Al mirar en la dirección de la voz, pude ver a una joven de mi edad, tenía el cabello largo y rojo atado en dos coletas, sus ojos eran grises y llevaba el mismo atuendo que todos los demás, aunque tenía el número 5 en él. Pero lo más destacable de ella era la enorme sonrisa en su rostro, me recordaba vagamente a la sonrisa de Aoki.

Es como si Aoki hubiera tenido una aventura con alguna mujer del clan Uzumaki y ella fuese el resultado de esa aventura…

- ¿Quién eres? – pregunté, mientras buscaba una forma de escaparme de los gólems que sostenían mis manos y pies.

- Soy Kaori, un gusto conocerte – dijo, mientras extendía su mano.

Supuse que trataba de darme la mano en señal de saludo, pero al parecer no se había percatado de que mis manos estaban atrapadas por sus gólems.

- Emm…

- Oh, lo siento, me había olvidado de eso – dijo apresuradamente mientras hacía una señal de manos y las rocas en mis extremidades se deshacían.

Me levanté del suelo lenta y cautelosamente, todo el tiempo mirando fijamente a la niña en frente de mí, buscando alguna señal de que fuese hostil.

Una vez estuve completamente de pie, la niña ahora nombrada como Kaori extendió su mano una vez más.

- Empecemos de nuevo. ¡Hola! ¡Me llamo Kaori, seamos amigos! – exclamó con una gran sonrisa.

En ese momento mi cerebro hizo corto circuito.

¿Qué acaba de decir?

- ¿Podrías volver a repetir eso? – pregunté, aun confundido.

- Oh, lo siento, no pensé que fueras lento.

Le fruncí el ceño por el insulto, aunque parece no haberse dado cuenta o simplemente lo ignoró.

- Me llamo Kaori, seamos amigos – dijo, extendiendo su mano nuevamente.

¿Esto será algún tipo de plan de Akiro para que baje la guardia?

- Si querías ser mi amiga, ¿Por qué demonios me atacaste? – pregunté.

- En teoría eso fue legítima defensa, después de todo, tú me atacaste primero – señaló.

- Touché – murmuré.

Esta niña me recuerda a Aoki.

- ¿Y por qué quieres ser mi amiga? ¿Akiro te ordenó hacerlo? – volví a preguntar

- ¿Akiro? ¿Hablas del tercero? ¿Por qué el me ordenaría hacerme tu amiga? – preguntó la niña con confusión.

Parece que dice la verdad, pero no puedo estar del todo seguro…

- ¿Entonces por qué decidiste que querías ser mi amiga? - pregunté.

- No lo sé, te veías solo, triste y amargado. Como un anciano al que nadie visita – dijo.

¿Me está comparando con un anciano? Si… definitivamente se parece a Aoki, incluso es igual de irritante.

- ¿Por qué al número 5 le interesaría eso?

- Te dije que me llamo Kaori, no número 5, odio que las personas me llamen así solo porque lo dice esta estúpida chaqueta – refunfuñó.

No pude evitar que una pequeña sonrisa se formara en mi rostro, pero rápidamente la hice desaparecer. Esta niña me recordaba tanto a Aoki que dolía.

- Entonces Kaori, ¿solo quieres ser mi amiga porque me veía como un anciano? – pregunté.

- Tal vez, aunque es mayormente porque a mi también me molestaban cuando llegué aquí, ya sabes, por el cabello rojo y todo. Supuse que a ti te hacían lo mismo por tu cabello blanco.

- Entonces estás equivocada – respondí.

- Oh, ¿y por qué el señor tercero y sus amigos te molestan? – preguntó, inclinando su cabeza hacia un lado.

¿Señor tercero?

- Maté al hermano de Akiro – dije, mirándola a los ojos, buscando alguna expresión que pudiera deslizarse de su rostro feliz.

- Vaya… eso es feo…

- Si, por eso ahora quiere matarme, al igual que sus amigos.

- Si eso es cierto, mereces que te golpeen, pero no que te maten.

¿Eh?

- ¿A qué te refieres?

- O sea, entiendo que te odie por lo que hiciste, pero era un combate a muerte, obviamente no te ibas a dejar matar solo para que el otro ganase, además se vio claramente como Oyashiro-sama te obligó a hacerlo.

- ¿Cómo sabes que fue un combate a muerte? En ningún momento te lo dije.

- Siempre que hay un combate a muerte nos dejan verlo a todos en el patio a través de una pantalla – se encogió de hombros.

¿Por qué me vengo a enterar de esto ahora?

- ¿Por qué nadie me lo dijo?

- No preguntaste – respondió, mientras jugaba con sus coletas.

- Está bien.

- ¿Ahora responderás a mi propuesta?

- ¿Propuesta?

- Si, la de ser amigos.

Aun no confío del todo en ella, pero supongo que es mejor que pasársela solo, esperando el próximo ataque.

- Bien, acepto - respondí, tomando la mano de Kaori en un apretón.

*Fin del flashback*

Luego de ese día no pude lograr que Kaori se despegara de mí. No importa en donde estuviera, ella siempre estaba allí. Creo que al único lugar que no me seguía era a mi celda, porque las duchas de hombres y mujeres estaban una al lado de la otra.

Aunque a Akiro no pareció importarle que ella estuviese cerca de mí, aun seguiría mandando a sus secuaces a tratar de matarme. Por suerte Kaori siempre me ayudaba en mis peleas fuera de la arena, así que había tenido que preocuparme menos últimamente.

Nunca lo admitiría ante nadie, pero había comenzado a tomarle algo de cariño e incluso comencé a pensar en ella como una amiga de verdad.

- ¡Hey! ¡Hideki, adivina que!

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el grito de Kaori viniendo en mi dirección. Me giré y pude verla con su enorme sonrisa que parecía estar constantemente pegada en su rostro.

Dejé de patear el cuerpo de otro de los "asesinos" enviados por Akiro y caminé en la dirección de mi único amigo.

- Te ves muy alegre, ¿Algo bueno te ocurrió? – pregunté.

- Adivina quien es ahora la número 4 – exclamó con orgullo.

- Vaya, te felicito – dije, impresionado.

Algo que había aprendido con rapidez, fue que, si bien Kaori puede parecer estúpida, es bastante fuerte e inteligente, incluso más que yo, lo que me llevó a preguntarme en varias ocasiones como es que el idiota de Akiro aún es el número 3.

- Pero eso no es lo mejor, como la pelea por el puesto número 4 fue una pelea a muerte, ahora el puesto 4 quedó vacante, lo que significa que habrá un torneo por el lugar, así que aproveché y te recomendé para entrar – dijo, con expresión de felicidad en el rostro.

Las palabras de Kaori tardaron unos segundos en llegar a mi cerebro correctamente.

- Déjame saber si entendí bien… ¿me estás diciendo que me metiste en un torneo por el puesto número 4 sin haberme preguntado antes?

- Un torneo a muerte – corrigió.

- …

- …

- No estoy seguro de si debería golpearte o abrazarte…

- Ambos sabemos que no puedes golpearme, y no me gustan los abrazos, así que solo acéptalo – se encogió de hombros.

Tch, tiene razón.

- Está bien – suspiré - ¿Cuándo se supone que comience este torneo? – pregunté.

- En aproximadamente… 40 minutos – dijo, mirando un reloj imaginario en su muñeca.

- ¡¿40 MINUTOS?!

- Oye, no me grites – se quejó.

- Lo siento, ¿pero cómo demonios se supone que un torneo así de importante se arme en solo 40 minutos?

- Oyashiro-sama es rápido para este tipo de cosas – se encogió de hombros.

Oyashiro me había visitado alguna que otra vez durante todo este tiempo, siempre para decirme que Kakuzu está feliz con mi desempeño, pero que espera mucho más de mí.

Básicamente solo viene a burlarse…

- Ya veo, entonces creo que debería irme – dije, mientras comenzaba a caminar en dirección a la salida del patio.

- Oh, una cosa más – dijo, acercándose a mí – No mueras – sonrió mientras acariciaba mi cabeza.

- Si muero será tu culpa – respondí, con una sonrisa obviamente falsa.

- Que malo eres – hizo un puchero.

Mientras caminaba en dirección a las puertas me crucé con uno de los leales secuaces de Akiro.

- Tch, ¿Qué demonios haces aquí? – preguntó en un gruñido.

- ¿Qué demonios te importa, perro? – respondí de igual forma.

- Hmph, como sea, si vienes a inscribirte para el puesto número 5 ya es tarde – dijo con una sonrisa arrogante.

- Ya estoy inscripto idiota, ¿acaso ser un perro de Akiro te quita la capacidad de lectura?

- ¿Cómo te atreves a hablarme así? – gruñó.

- Te hablaré como yo quiera, perro, ¿o es que acaso planeas hacer algo al respecto? – le respondí.

- Tu… maldito mocoso – dijo, mientras se acercaba a mí.

- ¡Oigan! ¡Dejen de pelear! – gritó uno de los guardias en la puerta.

- Tch, te salvaste por ahora, pero no pienses que en el torneo será igual.

- Si, si, lo que digas, perro.

Nos miramos fijamente por unos segundos y luego se alejó.

Tch, bastardo molesto.

Caminé en dirección al guardia y luego le hablé.

- Ya estoy inscripto, ¿Qué se supone que haga ahora? – pregunté.

- Ir a tu celda y esperar a que te llamen.

- Bien.

Me alejé del guardia y caminé en hacia mi celda.

Durante todo este tiempo aquí, ya había recorrido todos y cada uno de los pasillos de este lugar, así que, hasta cierto punto, conocía todo el lugar, lamentablemente, aunque tuviera este conocimiento me había dado cuenta de que no podía escapar, ya que las paredes estaban bañadas en sellos de absorción de chakra, así que no importa que tanto tratara de golpear las paredes, no les hacía absolutamente nada.

Cuando al fin estuve cerca de mi celda, le hice una señal a uno de los guardias para que la abriera y luego entré.

Una de las ventajas de ser uno de los "10 grandes" es que podía entrar y salir de mi celda cuando quisiera y siempre que hubiera guardias cerca.

Muy bien, debo mentalizarme para lo que está apunto de ocurrir. Entraré en un torneo a muerte por el puesto número 5, lo cual es bastante bueno, o al menos Kaori lo hizo ver así. Ahora la verdadera pregunta es, ¿Qué debería esperar de Akiro? Porque sinceramente dudo que vaya a dejarme entrar en el torneo así de fácil, aún más sabiendo que uno de sus fieles seguidores estará peleando.

Mis preguntas mentales fueron respondidas debido a que la puerta de mi celda se abrió de golpe y alrededor de 7 peleadores entraron a la vez.

- No sé porque esperaba algo diferente – suspiré.

El primero de ellos corrió en mi dirección con un kunai en mano y lanzó un corte, pero fácilmente lo esquivé, luego utilicé su propia mano para obligarlo a apuñalarse el cuello así mismo. Seguido de eso, saqué el kunai del cuello del cadáver y se lo lancé con todas mis fuerzas a otro de los intrusos.

Tch, odio no poder usar chakra en mi maldita celda, ¿Por qué demonios no puedo hacerlo aquí, pero si fuera de ella? No tiene jodido sentido.

Tuve que agacharme bajo una patada de otro de los intrusos y luego la respondí con mi propia patada, pero a su pierna de apoyo, lo que hizo que se cayera. Antes de que pudiera ir a rematarlo, fui interrumpido por un puñetazo que pasó demasiado cerca de mi rostro. Agarré el brazo del que lanzó el golpe y lo hice volar sobre mi espalda y que cayera fuertemente contra el suelo. Rápidamente rematé a los dos peleadores en el suelo con fuertes patada en sus cabezas y me concentré en los restantes 3.

- Muy bien, ¿Cómo quieren hacer esto? – pregunté, mirándolos con una sonrisa salvaje.

Cuando terminé de decir eso, los 3 se abalanzaron al mismo tiempo sobre mí.

- Entonces serán los 3 juntos… me gusta…

Rodé fuera de su camino y agarré el kunai que había lanzado con anterioridad el cual se encontraba incrustado en el cráneo de uno de los cadáveres.

Corrí en dirección al más cercano y le clavé el kunai en el ojo, luego lo patee contra sus compañeros.

El fuerte grito que pegó el ahora ciego atacante, alertó a todos los guardias alrededor de la celda, los cuales vinieron rápidamente y vieron los cadáveres en el piso.

- ¡¿Qué demonios está pasando aquí?! – exigió el guardia.

- ¿No es obvio? Estos idiotas trataron de atacarme en mi propia celda, otra vez – gruñí.

El guardia miró con molestia a uno de los suyos y luego le ordenó que se llevara los cuerpos, también le ordenó a otro que escoltara a los atacantes vivos fuera de la celda y al herido a la enfermería.

- ¡Maldita sea número 10! ¡¿no puedes dejar de causarme problemas?! – se quejó.

- ¿Cómo demonios se supone que tenga yo la culpa de esto? Ellos entraron en mi maldita celda cuando se supone que un estúpido guardia debería estar afuera encargándose de que eso no suceda.

- Lo sé, pero si no resuelves tus malditos problemas con el número 3, esto solo seguirá.

- O podrías simplemente conseguir a un maldito guardia que no sea un jodido corrupto y acepte la paga de cualquier que quiera entrar a mi maldita celda a matarme – me quejé.

- Te das cuenta que estamos en un lugar de peleas clandestinas, ¿cierto?

- Lo sé.

- Como sea, ve a la maldita arena, el torneo está a punto de comenzar – dijo el guardia, frotándose la frente con molestia.

Simplemente me limpié la sangre con las sabanas de mi cama y caminé en dirección a la arena.

Una vez llegué, me acerqué a Soka, quien estaba con una especie de tabla en mano, llamando a los competidores.

- Bien mocoso, llegas a tiempo, tu combate es el siguiente – dijo, mirándome de reojo y levantando una ceja al ver sangre en mi ropa.

- No preguntes, solo dime contra quien pelearé.

- Bien. Pelearas contra el número 8 – dijo, señalando a un tipo que conocía bien.

Así que peleo contra el perro, eh… interesante…

Hace no mucho, me había dado cuenta de que los números 9, 8, 7 y 6 estaban bajo las ordenes de Akiro, pero el más leal de ellos era el número 8. Creía que siendo un "amigo" cercano de Akiro, haría que su amo se interesara por él y comenzara a patrocinarlo de la misma manera que hacía con su luchador.

Si mal no recuerdo, el amo de Akiro era Gatō. El mismo Gatō que estaba obsesionado con el país de las olas. Eso explicaba porque el idiota de Akiro era tan engreído. Su amo era igual de arrogante y para colmo con consentía con algo de dinero para pagarle a los guardias para que sus matones atacaran a sus futuros oponentes y así tener una victoria fácil en su siguiente pelea, ya que su oponente siempre estaba cansado o demasiado dañado como para pelear a su máximo nivel.

- Muy bien mocoso, es tu hora, entra en la arena – dijo Soka.

Solo asentí y entre a la arena por las grandes puertas que había cruzado ya varias veces.

Una vez estuve del otro lado, miré con molestia al perro de Akiro, el cual me miraba con arrogancia clara en su rostro.

- Parece que por fin podré enseñarte modales maldito mocoso.

- Si, si, lo que digas, perro – me encogí de hombros.

- Tch, no te atrevas a llamarme así otra vez – me gruñó.

- ¿Así como? ¿Perro? Pero pensé que ese era tu nombre, perro.

La molestia era clara en sus ojos, pero no podía atacarme debido a que el combate aun no había comenzado y al parecer los jueces de estas peleas eran demasiado estrictos con las reglas. Si ellos decían que era una pelea a muerte, era una pelea a muerte, si te ordenaban detenerte, lo hacías, sino abría graves consecuencias.

- ¡DAMAS Y CABALLEROS! ¡¿ESTE SERÁ EL COMBATE DE APERTURA PARA EL TORNEO POR EL CUARTO LUGAR! ¡ESTÁN TODOS LISTOS?! – se escuchó la voz del anunciador.

- ¡SI! – gritaron los espectadores.

Siempre me parecerá repugnante la forma en la que todos estos bastardos gritan de alegría por ver pelear hasta la muerte a niños.

- ¡MUY BIEN! ¡QUE COMIENCE EL COMBATE!