Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto.
N/A: Lamento la larga espera. La universidad no me ha dejado mucho tiempo para escribir últimamente.
- Hola - (persona hablando)
Hola (pensamiento)
Capítulo 10
Varios minutos después Suigetsu había regresado a la enfermería con dos médicos y un guardia. Haku se había encargado de explicarle al guardia todo lo ocurrido mientras que los enfermeros me curaban lo mejor posible, lo cual era reparar mis costillas rotas y cerrar las heridas en mis piernas, dejando todo el daño restante allí.
Luego de ser "sanado", me dirigí al patio junto a Kaori y los otros dos adolescentes. No mentiré, fue extraño ser el centro de atención de tantas personas, aunque no estaba seguro de si era por mi pelea contra el número 8 o porque me estaba sosteniendo del número 1 para poder caminar.
Una vez llegamos al patio, nos sentamos en una zona con pocas personas y nos pusimos a mirar el resto de combates. Me sentía extraño al estár siendo protegido por Haku, Suigetsu y Kaori, pero luego de unos minutos me acostumbré, aunque no podía quitarme una pregunta de la mente, así que decidí hacerla.
- Oye, Kaori – dije, sin apartar la vista de la pantalla que mostraba una de las ultimas peleas de la primera fase del torneo.
- ¿Si?
- ¿Cómo hiciste para formar picos de piedra y un gólem en la enfermería? Se supone que todas las paredes están cubiertas por sellos que absorben chakra.
- Oh, cierto, nunca te lo dije… es mi kekkei genkai.
- ¿Kekkei genkai? – pregunté, mirándola con curiosidad.
- Si. Me permite controlar la tierra a voluntad sin necesidad de chakra.
Eso suena similar a lo que hacen los maestros tierra en Avatar.
- ¿Tu kekkei genkai tiene un nombre?
- No, ni los investigadores ni yo le pusimos uno.
- ¿Investigadores?
- Si, es un kekkei genkai artificial. Eso significa que es el resultado de varios experimentos realizados en mi cuerpo cuando era más joven. Es un kekkei genkai bastante útil, aunque solo lo utilizo cuando no tengo chakra y cuando estoy demasiado molesta.
- Suena a un buen haz bajo la manga – señalé.
- Lo es, pero también tiene varias desventajas.
- ¿Como cuáles?
- Cuando pierdo el control de mis emociones la tierra a mi alrededor comienza a identificar a todas las personas cercanas como un peligro y los ataca sin distinguir entre amigos o enemigos. También es un gasto mental y físico enorme y no puedo usar ninjutsu de ningún otro elemento que no sea tierra – explicó.
Suena a una habilidad que podría ser bastante buena si se entrena de la manera adecuada…
- Oye, y si puedes controlar la tierra a voluntad sin necesidad de chakra, ¿Cómo es que aún no has huido de este lugar? – pregunté.
Suigetsu y Haku parecieron interesarse repentinamente por la conversación.
- ¿A dónde iría? No tengo familia con la cual volver, ni una aldea que me proteja y mucho menos dinero o ropa aparte de esta, además, este lugar es mucho más divertido – se encogió de hombros.
- ¿Cómo puede ser divertido despertarte todos los días y hacer las mismas cosas repetitivas una y otra vez?
- Me divierte pelear y ser alabada por los espectadores – respondió con una enorme sonrisa.
Que niña rara…
- Ahora deja que yo te haga una pregunta – dijo Kaori.
- Adelante.
- ¿Cómo terminaste aquí?
- Un bastardo arrasó con mi pueblo, mató a mis padres y me trajo aquí.
- Oh… eso es duro…
- ¿Y tú? – pregunté.
- Fui encontrada por Oyashiro cuando destruí mi pueblo en un ataque de rabia. Él me trajo aquí.
- Vaya…
- Si… ¿y ustedes chicos?
Nos giramos para ver a los dos adolescentes que escuchaban la conversación en silencio.
Haku y Suigetsu se miraron por unos momentos y luego hablaron.
- Motivos personales – respondió Haku.
¿Motivos personales?
- Yo fui secuestrado cuando la purga de líneas de sangre comenzó en Kiri.
- Parece que ninguno lo tuvo fácil – murmuré.
Los demás solo asintieron con la cabeza.
- Si algún día escaparan de aquí, ¿Qué querrían hacer? – preguntó Haku de repente.
- No lo sé… como dije, no tengo donde ni con quien volver, así que nunca pensé en una vida fuera de este lugar – respondió Kaori.
- A mí me gustaría volver a Kiri y ser uno de los 7 espadachines de la niebla – dijo Suigetsu.
- ¿Y tú, Hideki-san? – preguntó el adolescente, mirándome con curiosidad.
Hmm… ¿Qué es lo que quiero hacer cuando salga? Obviamente quiero matar a Kakuzu, pero… ¿Qué más podría hacer? Lo último que recuerdo de Konoha era que estaba al borde de una guerra con Iwa y sus aliados, así que no creo que recorrer el mundo sea una buena idea ahora mismo, por otro lado, no estoy seguro de ir a Konoha ya que terminaría envuelto en su estúpida guerra, y sinceramente ya estoy cansado de tantas peleas, pero si quiero matar a Kakuzu necesitaré entrenamiento serio, entrenamiento que Konoha puede proporcionarme, pero no estoy seguro de qué hacer luego de matarlo… conseguir una familia, ¿tal vez? Soy uno de los dos únicos Senju con vida en el mundo, supongo que no estaría mal seguir con la línea de sangre de Tobirama…
- No estoy seguro… me gustaría vengarme del bastardo que me quitó a mi familia y me puso aquí, pero no soy tan arrogante como para creer que podría vencerlo fácilmente, así que necesitaría entrenamiento, pero no estoy seguro de que hacer luego de vengarme…
- Bueno, tienes bastante tiempo para pensarlo, después de todo, dudo que salgamos de aquí pronto – señaló Suigetsu.
- Es cierto – dijo Kaori.
- Tú podrías salir cuando quieras – dijo Haku mirando a la niña.
- Si, pero, aunque lo hiciera dudo que podría llegar demasiado lejos con los hombres de Oyashiro siguiéndome.
- Buen punto…
- Parece que los combates terminaron – señaló Suigetsu.
Todos nos dimos vuelta para mirar a la pantalla una vez más y en ella aparecían los combates de la segunda ronda que darían inicio al día siguiente.
Combate N°1 – Hideki vs Kaede
Combate N°2 – Sora vs Aneko
Combate N°3 – Asa vs Hikaru
Combate N°4 – Isao vs Jomei
- ¿Quién es Kaede? – pregunté.
- La número 6 si no me equivoco – respondió Suigetsu.
- ¿Y es fuerte?
- Es mucho más fuerte que el número 8 – respondió Kaori con un encogimiento de hombros.
Si… estoy jodido…
- No estoy seguro, pero había oído rumores hace un tiempo de que Kaede-san es una usuaria de Shōton – dijo Haku.
¿Shōton? ¿Eso no era liberación de cristal? Creí que la única usuaria de ese kekkei genkai era Guren.
- Suena a que será una dura pelea – murmuré.
- Lo será, por algo es la número 6 – dijo Kaori.
- Peleaste con ella alguna vez? – pregunté.
- Si, aunque era una pelea de exhibición, así que no dio todo de ella, pero, aun así, fue una pelea muy reñida – respondió la chica.
- Pensar en ello no ayudará de nada ahora mismo, creo que deberías ir a tu celda y descansar, lo necesitaras si planeas estár en buenas condiciones para tu pelea de mañana – propuso Haku.
- Tienes razón – respondí.
Me puse de pie con la ayuda de Kaori y le agradecí a Haku por todo lo que había hecho por mí, luego me dirigí a mi celda.
- Sabes… creo que si podríamos tener una esperanza de escapar de este lugar después de todo – murmuró Suigetsu.
Haku solo asintió y siguió mirando a los dos niños alejarse.
- Oye Kaori…
- ¿Si?
- ¿Puedo hacer una última pregunta?
- Claro – se encogió de hombros.
- ¿Qué pasó entre tú y Akiro?
La niña instantáneamente se tensó luego de oír esa pregunta, si bien, me di cuenta de esto, no dije nada al respecto.
- Si no quieres responder o no te sientes cómoda con la pregunta puedes simplemente ignorarla, no hace falta que respondas.
- Gracias… tal vez algún día te cuente sobre eso, pero por ahora prefiero dejar pasar el tema – murmuró.
- Está bien.
Seguimos caminando hasta llegar a mi celda, donde Kaori me dejó en la puerta y luego se retiró. Cuando entré a mi celda me di cuenta de dos cosas, la primera fue que no me encontraba solo. La segunda: los sellos de chakra en mi habitación habían desaparecido, cosa que solo pasaba cuando alguien en especial venía a visitarme.
- ¿Qué haces aquí, Oyashiro? – gruñí mientras me preparaba para sacar mis cuchillos de trinchera.
Me hubiera gustado lanzar un shunshin fuera del lugar, pero mi chakra no se había recuperado lo suficiente como para usar un jutsu.
Pude sentir como alguien ponía su mano en mi hombro y rápidamente reaccioné sacando mis cuchillos y tratando de apuñalar al intruso. Mi mano fue detenida por un enorme hombre que reconocí como Soka.
- Siéntate, mocoso – gruñó el hombre mientras me guiaba en dirección a la cama.
Solo lo miré por unos segundos y luego hice lo que me dijo. No estaba completamente curado y estaba seguro que este tipo podría darme una paliza sin siquiera gastarse, sin contar que Oyashiro estaba en algún lado de la celda, así que sería mejor para mí simplemente obedecer y ver qué era lo que querían.
- Es bueno volver a verte, Hideki-kun – dijo la voz de Oyashiro, saliendo de las sombras de la celda.
- ¿Qué quieres? – pregunté, sin mirarlo a los ojos.
Durante las visitas de este sujeto, había intentado atacarlo en varias ocasiones, solamente para probar el alcance de su dojutsu, y me había dado cuenta que solo podía controlarme si lo miraba fijamente a los ojos, era como mirar al sharingan, pero a diferencia del sharingan, este dojutsu podía hacerte explotar en cualquier momento.
- Directo al grano como siempre – suspiró el hombre.
- Nunca vienes solo para hablar, solamente vienes cuando quieres ofrecerme alguna cosa a cambio de un favor o para mandar un estúpido mensaje de Kakuzu – gruñí.
- Está bien, entonces no daré demasiadas vueltas. Tu amo te ha enviado un pequeño regalo seguido de un mensaje; "Espero que esto sea suficiente para que ganes tu siguiente combate. Aposté demasiado dinero por ti para la siguiente ronda, así que por tu propio bien, será mejor que no pierdas." – dijo Oyashiro, mientras trataba de imitar la voz de Kakuzu.
El mensaje no es nada nuevo, pero, ¿a qué se refiere con "pequeño regalo"?
Mi pregunta mental fue respondida cuando de la misma sombra que Oyashiro salió un hombre alto, de piel muy pálida, con un pelo largo de color negro que le llega hasta la cintura. Poseía ojos de color ámbar con cortes en sus pupilas y unas marcas de color púrpura alrededor de los ojos. Llevaba un manto negro con nubes rojas que reconocí al instante.
Oh… dios mío…
- Oh, así que esta es la gallina de los huevos de oro de la cual Kakuzu ha estado presumiendo tanto – dijo el hombre con una suave voz sedosa y una risita al final.
No, no, no, no, ¡NO! ¡Esto no tiene maldito sentido! ¡se supone que este tipo era compañero de Sasori o Itachi! ¡¿Qué demonios hace con Kakuzu?! ¡¿Qué demonios hace aquí?! ¡¿Por qué demonios todavía tiene una capa de akatsuki?! ¡¿No se supone que cuando Itachi entra en la organización él se va?!
- Parece que lo asustaste, Orochimaru-san – se rio Oyashiro.
- Así parece – murmuró el ahora revelado Sannin.
- Bueno, por qué no comienzas con el tratamiento así no perdemos más tiempo – sugirió Oyashiro.
¿Tratamiento? ¡¿Qué tratamiento?! ¡No quiero ningún tipo de tratamiento de este sujeto!
Traté de moverme para formar el sello de carnero y salir del lugar con un shunshin. En este momento no podía importarme menos el hecho de que mi chakra no estuviera completamente recuperado, simplemente quería irme del lugar, no quería tener nada que ver con Orochimaru de los sannin, uno de los ninjas más peligrosos del mundo y uno de los científicos locos más grandes del mundo también. Lamentablemente, por alguna razón mi cuerpo no me movía del lugar en donde se encontraba, era como si estuviera atado con alambres.
- Vaya, parece que al fin reacciona – se rio el sannin.
- ¿Qué demonios me hiciste? ¿Por qué no puedo moverme? – pregunté, desesperado.
- Oh, así que puedes hablar, eso hará esto mucho más fácil – dijo Orochimaru mientras se acercaba a mí.
- ¡Aléjate!
- Tranquilo chico, si sigues intentando moverte no podré curarte efectivamente. Mi jutsu de parálisis puede detener tu cuerpo, pero si sigues intentando moverte, solo harás que la afluencia de tu chakra te dañe a ti mismo.
¿Curarme? ¿Jutsu de parálisis? ¿De qué demonios está hablando?
- Parece que te encuentras confundido Hideki-kun, déjame que te explique lo que está pasando. Este hombre aquí – dijo Oyashiro, señalando al sannin serpiente – Es Orochimaru-san, uno de los famosos sannin y un excelente médico, solo superado en el arte de la medicina por su compañera, Tsunade Senju. Kakuzu-san lo ha convencido para que venga a curarte con tal de que estés preparado para tu combate de mañana, ya que tiene la creencia de que, si no estás en toda tu capacidad, simplemente morirás a manos de Kaede-chan – explicó Oyashiro.
¿Ese hijo de perra mandó a un maldito psicópata/genocida/científico loco/posible pedófilo a que me curara con tal de estár preparado para mi pelea de mañana?
- Si solo viene a curarme, ¿por qué restringió mis movimientos? – dije, aun tratando de liberarme del jutsu de parálisis.
- Porque es posible que esto te duela. Mucho. Así que decidí tomar precauciones para que no hagas movimientos bruscos y arruines mi trabajo – respondió Orochimaru.
- ¿A qué demonios te refieres? Se supone que vienes a curarme, ¿Por qué tendría que dolerme la curación? – pregunté, completamente aterrado por lo que este hombre estuviera pensando en hacerme.
- Porque verás, además de ser un médico, soy un científico, y actualmente estoy probando un método de curación semiautomático utilizando los venenos de distintas especies de serpientes y mi muy querido amigo Kakuzu necesitaba un buen médico para su peleador estrella ya que no confiaba en que los médicos de este lugar pudieran curarte lo suficientemente bien como para que pudieras pelear al día siguiente, así que le ofrecí mis servicios a cambio de que primero me permitiera probar una pequeña cosita en su querida gallina de los huevos de oro – dijo el sannin, con una sonrisa honestamente aterradora en su rostro.
Mi rostro palideció al escuchar lo que estaban a punto de hacer conmigo.
¡¿QUÉ DEMONIOS? ¡¿CÓMO PIENSA QUE UN CONJUNTO DE VENENOS PODRÍAN CURARME?! ¡MALDITA SEA KAKUZU! ¡TE PROMETO QUE SI ALGUN DÍA SALGO DE ESTE LUGAR TE ARRANCARÉ TODAS Y CADA UNA DE TUS EXTREMIDADES POR HACERME PASAR POR ESTO!
- ¡Me niego a participar de los experimentos de un loco! – grité mientras trataba de canalizar chakra a todo mi cuerpo para salir de la parálisis.
- Oh no, no lo harás – dijo Orochimaru mientras una serpiente salía debajo de su capa y me mordía la pierna.
- Argh, sácame esa maldita cosa de encima – gruñí.
Podía sentir como los colmillos del reptil se clavaban en mi pierna e inyectaban algo. Luego de unos segundos comencé a sentirme mareado, también podía sentir como mi cuerpo se relajaba y las ideas en mi cabeza comenzaban a ser confusas. Antes de que me diera cuenta, ya me había caído de lado en la cama. Era como estár bajo los efectos del alcohol.
- Qu… qué… me hiciste? – pregunté con dificultad.
- Oh, nada en especial, es solo un efecto alucinógeno causado por esta pequeña amiguita – dijo el sannin mientras acariciaba a la serpiente ahora en su mano – Su veneno deprime el sistema nervioso central, así causando los mismos efectos que el alcohol en el sistema, pero tranquilo, el efecto solo dura un par de horas y no afectará en nada a los resultados de la prueba… creo… - esa última parte la murmuró con poca o ninguna seguridad de sus propias palabras.
Maldita sea, necesito salir de este lugar, pero mi cuerpo se siente pesado y no responde a mis ordenes mentales.
- Por favor, Orochimaru-san, ¿podrías apurarte? Mi tiempo es valioso y no puedo pasarme todo el día aquí mirándote hablar con el muchacho – dijo Oyashiro de repente.
- Tienes razón, estoy seguro de que Kakuzu ya debe estár molesto por mi tardanza – murmuró el sannin.
Tuve que mirar impotente como Orochimaru sacaba un pequeño frasco de su capa y metía todo su contenido en una jeringa. La mirada que me estaba dando mientras hacía todo esto era completamente espeluznante, me sentía una presa bajo la atenta mirada de un depredador.
Luego de unos segundos, se acercó y me inyectó lo que supuse eran el conjunto de venenos del que habló anteriormente.
Al principio no sucedió nada, así que me relajé visiblemente, pero luego todo mi cuerpo fue invadido por una fuerte sensación de ardor y no pude evitar que un grito de dolor saliera de mi cuerpo. Se sentía como si todas las células en mi cuerpo se estuvieran derritiendo. El dolor que estaba sintiendo en ese momento no se podía comprar a ninguna otra cosa que haya sentido en ninguna de mis dos vidas, era algo completamente nuevo y horrible.
El dolor duró durante lo que parecieron horas, pero solo fueron minutos. Parecía que el sufrimiento nunca se detendría y ya podía comenzar a sentir la sangre saliendo de mi boca debido a que me mordí para tratar de que mi cerebro se centrara en otra cosa que no sea el maldito veneno quemando mi cuerpo desde adentro.
- Vaya… parece que no funciona.
El murmullo del sannin se escuchó fuerte y claro, como si estuviera hablando en mi oído solo para que yo escuchara.
- También parece que el chico se lastimó la lengua - señaló Soka mientras apuntaba la mezcla de baba y sangre que caían de mi boca.
Podía sentir como mi consciencia comenzaba a desvanecerse lentamente.
Al menos así no tendré que seguir sufriendo…
Eso fue lo último que pude pensar ya que la hermosa inconsciencia me había atrapado entre sus suaves y cálidos brazos.
*Horas más tarde*
Me encontraba teniendo un hermoso sueño en donde me sentaba sobre el cuerpo destrozado de Orochimaru mientras me burlaba de la cabeza cortada de Kakuzu. Lamentablemente fue interrumpido groseramente por la voz de alguien llamándome.
- ¡Hideki! ¡¿Estás allí?!
Pude escuchar la voz de una persona fuera de mi celda, pero me sentía increíblemente cansado por alguna razón, así que decidí quedarme tirado en la cama y tratar de volver a mi sueño.
- ¡Hoolaa!
La voz seguía llamando, pero no podía levantarme de la cama, mis músculos se sentían entumecidos y era difícil moverlos.
- ¡Maldita sea Hideki! ¡Abre o te golpearé!
Simplemente ignoré los gritos y traté de volver al mundo de los sueños, pero fue un intento infructuoso ya que la puerta de mi celda se abrió de golpe. Miré con curiosidad como el cuerpo de uno de los guardias que se supone que debía proteger mi celda, ahora mismo se encontraba retorciéndose de dolor en el suelo.
- ¡Oh, dios! ¡¿Qué te sucedió?!
No estoy sordo, así que no hace falta gritar.
Una vez que pude mirar bien a la persona que había irrumpido en mi celda tan descaradamente me di cuenta de que era Kaori y parecía preocupada por alguna razón.
¿Por qué se ve tan agitada?
- ¿Qué sucede? ¿Estás bien?
Las palabras salieron roncas y en casi un susurro, pero lograron su cometido.
- ¡¿Qué si estoy bien?! ¡¿Qué pasa contigo?! ¡¿Qué te sucedió?!
No entendía a que se refería, y al parecer mi confusión se vio reflejada en mi rostro.
- Te ves horrible.
Wow, cuanta sinceridad…
- Tú también te ves hermosa.
El sarcasmo era claro en mis palabras, pero parece que Kaori se lo tomó mal si el ceño fruncido en su rostro era algo por lo que dejarse guiar.
- No es momento de hacer bromas, idiota, hay que llevarte a un médico.
Medico… la palabra se repetía una, otra y otra vez en mi cerebro, luego apareció otra palabra.
Científico… medico… un médico y científico… serpientes…
En ese momento mis ojos se abrieron exageradamente, después de todo, había recordado con vividas sensaciones como un bastardo pálido hacía que su serpiente me embriagara y luego me inyectaba veneno.
Instintivamente empujé a Kaori lejos de mí y comencé a pasar mis manos por mi cuerpo, buscando que todo estuviese en su lugar, mientras tanto una sensación de nauseas comenzaba a invadirme y antes de que me diera cuenta ya estaba vomitando.
- Qué asco – murmuró la niña mientras me veía vaciar mi estómago.
Una vez terminé de vomitar, me limpié la boca con un pequeño pañuelo que Kaori me había dado y luego la miré fijamente a los ojos.
- Resumidamente, un bastardo pálido obsesionado con las serpientes vino a mi celda junto a Oyashiro por petición del hijo de perra que me puso en este agujero. Supuestamente había sido enviado a "curarme" de mis heridas ya que no confiaba en que los médicos de este lugar lo hicieran de manera correcta, pero eso no detuvo al bastardo pálido de experimentar con veneno en mi cuerpo.
- Suena a que tuviste una agradable visita.
- Podría decirse. ¿Qué tan mal me veo? – pregunté.
- Ahora pareces un fantasma. Tu color de piel es tan blanco como el de tu cabello, pero quitando eso, creo que está todo bien, ¿Cómo te sientes?
- Estoy vivo, que ya es algo, pero creo que bien, o al menos no me duele nada. Siendo sinceros, me siento mucho mejor que antes.
- Parece que la visita del bastardo pálido y Oyashiro no fue tan mala como creíste – bromeó.
- Tranquila, lo fue – murmuré mientras el dolor fantasma del veneno recorriendo mi cuerpo se hacía presente.
- Okey, levántate, deberíamos limpiar esto y luego ir al comedor, parece que necesitas una buena comida – señaló.
- Está bien, pero creo que necesitaré ayuda para levantarme, mis músculos se sienten entumecidos.
- ¿No dijiste que te sentías bien?
- No… - respondí, apartando sutilmente la mirada.
*suspiro* - Bien.
Tardamos aproximadamente 15 minutos en limpiar la celda y "arreglar" la puerta, luego dejamos al guardia inconsciente sentado en la parte de afuera y procedimos a caminar en dirección al comedor.
- Oye, ¿estás seguro de que te sientes bien?
Pude escuchar claramente la preocupación en sus palabras y me hizo sentir cálido saber que al menos alguien se preocupaba por mi bienestar.
- Tranquila, estoy bien – le respondí, con una sonrisa en el rostro.
- Eso espero – suspiró.
Seguimos caminando por unos minutos y al final llegamos al comedor. Al entrar todos me quedaron mirando de manera extraña y no entendía la razón, al menos hasta que recordé lo que Kaori había dicho.
¿Así que ahora parezco un fantasma? Ahora que pienso en mi apariencia, hace mucho que no me veo en un espejo o algo parecido… ya casi no recuerdo como era, aunque si se que tendría que cortarme el cabello, se está volviendo bastante incómodo.
- Maldita sea mocoso, ¿Qué te sucedió?
Al mirar en la dirección de la voz, me di cuenta de que era Kenta, el cocinero del coliseo. Me miraba con obvia sorpresa en su rostro.
- Buenas tardes Kenta, si estoy bien, si también me alegra verte – dije de forma sarcástica.
- No seas sarcástico conmigo estúpido mocoso – se quejó - ¿Qué vas a llevar? – preguntó, tomando un recipiente de la barra.
Hum… siempre como sopa con fideos y alguna parte de cangrejo, pero por alguna razón hoy tenía ganas de comer algo diferente.
- Elige por mí – respondí, encogiéndome de hombros.
- Que raro, supuse que me pedirías lo de siempre, parece que tu apariencia no es lo único que ha cambiado – se rio.
- No me veo tan mal… ¿cierto?
- ¿Te doy una respuesta sincera o sigo sirviendo tu comida?
- Mejor continúa con la comida – suspiré.
- Tranquilo Hideki, yo creo que te ves bien así – dijo Kaori desde un lado posando su mano en mi hombro.
- Gracias Kaori, eres l…
Mis palabras fueron interrumpidas por un fuerte jadeo. Al mirar de donde provino, pude ver a Suigetsu y Haku mirándome con sorpresa, al parecer Suigetsu había sido el que dejó soltar su jadeo mientras me miraba de forma extraña.
- ¡Amigo… ¿Qué demonios te ocurrió?!
La fuerte voz del adolescente me aturdió momentáneamente así que lo miré con molestia.
No hace falta que grites maldita sea, puedo oírte.
- Un pequeño cambio de look – respondí, mientras tomaba la comida de manos de Kenta.
- Hideki-san, ¿Ocurrió algo malo en tu celda? Vi que la puerta estaba algo caída y un guardia noqueado, ¿fue obra de Akiro?
Pude escuchar como la voz de Haku se volvía completamente fría cuando mencionaba a Akiro, lo cual me hizo sentir satisfecho. Al parecer había conseguido el apoyo del adolescente sin siquiera intentarlo.
En momentos como este debería agradecer los constantes intentos de asesinato de Akiro… no, no es cierto.
- Tranquilo Haku-san, lo de la celda fue obra de Kaori – respondí.
Al parecer la chica había escuchado mi comentario y se sonrojó por la vergüenza.
- No es mi culpa, no abrías la maldita puerta y el idiota del guardia no me dejaba entrar – refunfuñó.
- Kaori-san, ¿estás al tanto de que no podemos abrir nuestras propias puertas, ¿cierto?
La mirada confusa que Kaori le estaba dando al usuario de liberación de hielo fue suficiente para responder la pregunta de Haku.
- ¿No pueden? Qué raro, creí que todos podían hacerlo – se encogió de hombros.
¿O sea que ella puede abrir su propia celda?
- ¿Puedes abrir tu celda? – preguntó Suigetsu con claro asombro en sus palabras.
- Pues sí, supuse que era algo normal.
- Se supone que nuestras puertas solo pueden abrirse desde afuera – señaló Haku.
- Que raro, la mía siempre se pudo abrir desde ambos lados.
¿Puede que esto tenga algo que ver con su kekkei genkai? Si puede controlar la tierra misma como uno de los maestro tierra de avatar, no sería una sorpresa que también pudiese controlar el metal, y ya que su kekkei genkai no requiere de chakra sería razonable que pudiese abrir la puerta, pero… ¿Por qué nadie la ha detenido todavía?
- ¡Oigan! ¡Mocosos! ¡Si ya terminaron de hablar muévanse de la fila, hay más personas esperando para comer!
La voz de Kenta me saco de mis pensamientos y me hizo volver a la realidad. Al mirar hacia atrás, me di cuenta de que había al menos 5 personas más esperando para conseguir comida, así que hice lo más sabio y me moví hacia una mesa, acción la cual siguieron Kaori y los dos adolescentes.
- Muy bien, ahora quiero escuchar como terminaste volviéndote tan pálido – dijo Suigetsu de repente.
- Oyashiro y un médico me visitaron luego de que Kaori me dejara en mi celda, al parecer el idiota que me puso en este lugar los había enviado para que me curaran ya que no confiaba en que los médicos de aquí me curaran lo suficientemente bien como para que pudiera luchar mañana.
- ¿Entonces el que te hizo esto fue Oyashiro o el medico? – preguntó Haku.
- El médico. Por lo que me dijo, primero experimentaría conmigo inyectándome una mezcla de diferentes tipos de venenos de serpientes con tal de ver si podía producir una especie de medicina semiautomática.
- ¿Cómo esperaba crear una medicina semiautomática inyectándote veneno de serpiente?
La incredulidad en la voz de Suigetsu hubiera sido bastante estúpida si no me hubiera ahorrado el dato de que ese médico era Orochimaru de los sannin.
- ¿Entonces ese conjunto de venenos te volvió pálido? – volvió a preguntar Haku.
- Esa es mi teoría, aunque no estoy seguro ya que luego de que me inyectara eso comencé a sentir mucho dolor y luego me desmayé. Puede que me haya hecho más cosas mientras estaban inconsciente.
- Vaya, eso es duro – señaló Suigetsu.
- Lo sé.
Miré con sospecha a Kaori ya que había estado callada durante bastante tiempo y me di cuenta de que parecía estar pensando profundamente en algo.
- ¿Sucede algo, Kaori? – pregunté.
- Eh?
Parece que mi pregunta la sacó de sus pensamientos.
- Pregunté si sucedía algo. Has estado muy callada desde que nos sentamos y parecías estár pensando profundamente en algo.
- Oh, no es nada, solo recordé algo sin importancia – respondió con una sonrisa obviamente forzada.
No quería presionar demasiado el tema ya que supuse que sería algo personal, así que solo asentí.
- Está bien. ¿Ustedes dos no comerán? – pregunté, mirando a Haku y Suigetsu.
- Ya comimos – respondió Haku.
- Ya veo.
Por primera vi mi comida desde que la tomé. Era una especie de langosta gigante con varias verduras a su alrededor y bolas de arroz.
¿Qué demonios pasa con los animales marinos en este lugar? ¿Acaso hay algo en el agua que hace que se vuelvan gigantes?
Tomé una de las bolas de arroz y me di cuenta de que Kaori la miraba con estrellas en los ojos y algo de baba cayendo de su boca abierta. Miré su plato y me di cuenta de que estaba completamente limpio, parecía que lo había limpiado con la lengua lo cual me repugno un poco pero no le di demasiada importancia. Le di la bola de arroz a la niña y pareció que las estrellas en sus ojos se habían vuelto más grandes.
- ¿Puedo? – preguntó, mirando la bola de arroz en mi mano con esperanza.
- Claro.
Luego de que dijera eso, la bola de arroz desapareció por completo, ni siquiera había dejado rastro de su existencia, fue cuanto menos interesante.
- ¿Ustedes también quieren? – pregunté mirando a los adolescentes sentados del otro lado de la mesa.
- No, gracias – respondió Haku.
- Claro – exclamó Suigetsu, tomando una de las bolas de arroz.
Haku solo lo miraba y negaba con la cabeza como si esta no fuera la primera vez. Esta escena me recordó a mis épocas de secundaria, cuando me juntaba a comer con mis compañeros de la escuela y una sonrisa se formó lentamente en mi rostro.
Solo nos falta una mascota…
- Oye, mocoso.
Fui sacado de mi reflexión mental por una voz que reconocí bien. Me giré y vi a Soka mirándome desde la entrada al comedor. Me hizo una señal para que vaya y señaló una caja a sus pies.
Me acerqué al corpulento hombre y lo miré con sospecha.
- ¿Qué sucede?
- Esto es tuyo, son las cosas del antiguo número 8.
Luego de decir eso, realizó un shunshin y se fue del lugar.
Oh, cierto que cuando derrotas a uno de los 10 mejores puedes tomar su lugar.
Miré con curiosidad la caja y luego la levanté.
- ¡Oye Kaori!
La niña en cuestión se giró para verme y levantó una ceja.
- Iré a llevar esto a mi celda, ¿quieres acompañarme?
Para cuando terminé de decir esas palabras la chica ya estaba a mi lado revisando la caja en mis manos.
- ¿Qué hay allí? – preguntó.
- Cosas del antiguo número 8 – respondí mientras comenzaba a caminar.
- Genial, así que ahora eres el señor 8
La alegría en sus palabras era contagiosa, tanto que me vi sonriendo mientras seguía escuchando sus divagaciones sobre ser el nuevo número 8 y cómo para el fin de la semana ya sería el número 5, claro, si no me matan antes.
Una vez que llegamos a la puerta de mi celda nos dimos cuenta de que el guardia que Kaori había noqueado se encontraba despierto y al parecer no estaba muy contento por lo ocurrido si la mirada que le estaba dando a la niña a mi lado era algo por lo que guiarse.
- Hey… hola… no estás molesto por lo de antes, ¿cierto? Fue solo un pequeño golpecito.
Las palabras de Kaori parecieron enfurecer más al guardia ya que sus músculos se tensaron como si estuviese a punto de atacar, al menos hasta que dejó salir un suspiro y pasó a ignorarnos a ambos. Ambos nos encogimos de hombros y le pedimos a otro guardia que nos abriera la puerta para poder entrar.
- ¡Muy bien! Es momento de ver lo que hay en la caja – exclamó la niña.
Antes de que pudiese decir algo, la caja ya había sido sacada de mis manos. Solo pude suspirar mientras miraba como Kaori se sentaba en mi cama y comenzaba a revisar lo que había dentro de la caja.
Tardamos alrededor de 10 minutos en ver todo lo que había en la caja, lo que, para ser sincero, eran bastantes cosas. Encontramos desde herramientas ninjas como shurikens y kunais, hasta cosas como dinero y píldoras de soldado. Llegamos a la conclusión de que estas últimas eran vendidas por el antiguo número 8, lo que explicaría el dinero, aunque no pudimos entender como lograba entrar cosas como esas a este lugar, y tampoco entendimos como el resto de luchadores conseguían dinero, supusimos que de Akiro, aunque era una hipótesis por el momento.
- Muy bien, dime todo lo que encontraste y te diré todo lo que encontré – propuso Kaori.
- Bien. Encontré alrededor de 25 kunais y shurikens, la mayoría desgastados, aunque había al meno nuevos de cada uno. Una chaqueta con el número 8, cerca de 9000 ryō y una pequeña carta.
- ¿Una carta?
- Si, una carta.
- ¿Y qué dice?
- No lo sé, aun no la he abierto – me encogí de hombros.
- ¿Y qué esperas para hacerlo?
- Pensaba esperar a que sacáramos todas las cosas, pero supongo que puedo hacerlo ahora.
Desdoblé la pequeña carta de papel y pasé rápidamente mis ojos por las palabras escritas en ella y luego comencé a leer.
- "Felicidades, Hideki-kun por tu victoria ante Jiro-kun, aunque me gustaría que te abstuvieses de seguir matando a más de mis peleadores, y más aún si esos peleadores se encuentran dentro de los 10 mejores. Es una molestia tener que hacer torneos siempre que muere uno, ¿sabes? Dejando eso de lado, espero que disfrutes de las cosas de Jiro-kun y de tu nueva chaqueta. Hasta la próxima, Oyashiro."
Cuando terminé de leer lo que decía la pequeña hoja de papel miré con molestia a Kaori.
- ¿No habías dicho que eran combates a muerte?
- Emm… si… bueno… puede que haya exagerado en esa parte…
Solo pude suspirar y negar con la cabeza. Esta no era la primera vez que Kaori me engañaba haciéndome creer que mi siguiente combate sería uno a muerte. Según ella, era para que me concentrara completamente en mi siguiente encuentro, ya que creía que sería uno difícil, aunque yo tenía la teoría de que sentía algún tipo de placer sádico al verme asesinar personas, pero dejé esos pensamientos de lado.
- Okey, ahora es mi turno.
- Está bien, ¿Qué encontraste?
- Mucho alambre, bolas de humo, varios cuchillos oxidados, un frasco de cristal lleno de píldoras de soldado, dos pergaminos, una foto tuya y un dia…
- ¡Espera! – la interrumpí - ¿Dijiste que había una foto mía?
- Si… y pergaminos, alambre, bolas de humo, cuchillos oxidados y un diario, que, por cierto, ya leí.
- ¿Por qué demonios había una foto mía entre las cosas del antiguo número 8?
- No lo sé – se encogió de hombros – Tal vez era algún tipo de acosador obsesionado contigo.
No pude contener el escalofrío que subía por mi espalda. El solo hecho de pensar que el número 8 tenía una foto mía y que posiblemente era algún tipo de acosador, simplemente me daba mala espina y ganas de vomitar.
- Okey, dejando de lado mi foto, ¿de qué son los pergaminos?
- Uno para el jutsu de bola de fuego y el otro no lo sé, no pude abrirlo.
- ¿Cómo que no pudiste abrirlo?
- No pude abrirlo, es como si estuviera pegado y si seguía haciendo fuerza se iba a romper.
Hum… eso suena a un sello de algún tipo. Recuerdo que Akio usaba sellos de sangre o chakra cuando guardaba algo importante.
- Déjame verlo.
- Toma – dijo, extendiendo el pergamino.
Una vez lo tuve en mis manos lo miré detenidamente. No había tinta o sellos en ningún lado. Traté de canalizar mi chakra en el pergamino, pero no sucedía nada. Por último, mordí un poco mi dedo bajo la mirada asombrada de Kaori y dejé que un poco de mi sangre cayera encima de la hoja. El resultado el mismo, nada pasó.
Hmm… no estoy seguro de como abrirlo, así que por ahora lo mantendré guardado y cuando sepa sobre sellos veré que puedo hacer.
- ¡Oye! ¡¿Por qué te mordiste?! – exigió saber la niña.
- Creí que el pergamino tenía un sello de sangre y tal vez podría conseguir alguna reacción usando mi sangre en él, aunque parece que no hay nada, ya que si hubiera uno al menos tendría que haber brillado el papel o algo por el estilo. Además, es un pequeño corte, no creo que vaya a mor…
Mis palabras fueron interrumpidas por una pequeña punzada en el dedo que había mordido, entonces bajé la mirada para ver que era y me llevé una gran sorpresa. Mi dedo se estaba curando solo, bueno, más que curar, podría decirse que la herida se estaba cicatrizando increíblemente rápido. Miré con asombro como el pequeño corte que había hecho cicatrizaba y luego de unos segundos desaparecía como si nunca hubiera estado allí.
- Wow… eso es genial – murmuró Kaori - ¿Cómo lo hiciste?
- No tengo idea…
- ¿No lo hiciste a propósito?
La confusión era obvia en sus palabras, aunque no podía culparla, había visto como un corte se sanaba en pocos segundos luego de haberse hecho, era algo completamente extraño.
¿Esto puede ser resultado del experimento de Orochimaru?
Por curiosidad, mordí nuevamente mi dedo, ignorando las protestas de Kaori y miré fijamente la herida sangrante. Pocos segundos después de haberse hecho el corte en mi dedo, nuevamente comenzó a cicatrizar y luego desapareció.
Wow… bueno, parece que algo bueno salió del sufrimiento por el que tuve que pasar por culpa del sannin.
Quería experimentar con los límites de mi curación acelerada, pero estaba seguro de que Kaori no me dejaría hacerlo, así que lo pospuse hasta que se fuera de mi celda.
- Oye…
- ¿Si?
Miré fijamente a la niña que ahora parecía completamente perdida en sus pensamientos.
- Si... en el hipotético caso de que decidiera que quiero irme de este lugar, ¿vendrías conmigo? Digo, sé que quieres tu venganza y todo eso, pero tú mismo dijiste que no eras lo suficientemente fuerte como para pelear con el sujeto que te trajo aquí, así que estaba pensando en que tal vez... no lo sé... podríamos irnos de este lugar, recorrer el mundo mientras nos hacemos más fuertes en el transcurso y cuando seas lo suficientemente fuerte podrías tratar de pelear con ese sujeto, y yo podría ayudarte.
La propuesta de Kaori me dejó completamente aturdido por unos segundos. Cuando por fin recuperé mis sentidos mi respuesta fue instantánea.
- Por supuesto – le respondí, con una amable sonrisa en mi rostro.
La pequeña sonrisa en el rostro de Kaori fue suficiente para saber que dentro de poco ya no estaría dentro de este agujero.
