- . My Hero Academia 180 grados. -
35. Donde Izuku tiene un sueño (más)18 sobre su futuro con Uraraka
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Frente al bloque de aspirantes al que pertenecía Izuku, la heroína profesional para adultos, Midnight, subió con elegancia al pequeño estrado con un control remoto en la mano y se aclaro la voz antes de hablar.
— Antes de presentarles los resultados que indican quienes pueden continuar con el examen práctico de ingreso, quiero recordarles que estos números solo muestran su rendimiento y esfuerzo en pocos minutos —su voz con un matiz de seriedad poco usual, resonó en el lugar—. Para algunos, tal vez hoy no fue su mejor día o se pusieron demasiado nerviosos y eso pudo hacerlos bajar su rendimiento usual.
Izuku asintió a su vez que se percató que el muchacho a su lado parecía sumamente ansioso. Aunque lo entendía y no era para menos. Él mismo sintió una gota de sudor resbalando a un costado de su rostro.
—Lo que quiero decir es que no dejen que su posición en esta tabla los defina —continuó Midnight —¡Todos ustedes son maravillosos por intentarlo y por eso me estimulan!
Algunos de los presentes se distrajeron o hicieron caras por esa última parte en el discurso de Midnight, pero recuperaron el enfoque cuando la pantalla encima de ella se iluminó y los nombre aparecieron ordenados por puntaje.
Izuku sintió su corazón latir con fuerza mientras sus ojos, desesperados, recorrían la lista. Susurró para sí:
—Mi...mi...mi... —El sonido de su propia voz apenas era un susurro, devorado por la marea de pensamientos que lo asaltaban buscando su apellido. Su dedo se mantenía firme al apuntar hacia la pantalla. Subió y bajó la vista varias veces, hasta que finalmente lo vio. Ahí estaba, en una posición que no esperaba.
Su boca se entreabrió un poco mientras la incredulidad lo invadía. Bajó la mano con lentitud, el dedo índice quedando inútil junto a su costado. El flequillo verde de su cabello se balanceó, cubriéndole parcialmente los ojos mientras trataba de procesar la realidad que se presentaba ante él.
Midnight retomó la palabra con una voz que parecía lejana para Izuku:
—A los que se les permita continuar, pasen a la entrada número 3. En cuanto a los demás, les pido que esperen aquí para que se les brinden opciones para entrar a otras carreras dentro de la UA, dependiendo de su rendimiento en el examen escrito o asesoría para ingresar a otras escuelas de héroes. Los robots ayudantes se estarán acercando a ustedes para llenar otros formularios.
Izuku permaneció parado en su lugar, sin moverse y aún asimilando el resultado que volvió a mirar en la pantalla: Había quedado en el lugar justo debajo de la media que definía a los que seguían y a los que no.
Cerro los ojos con fuerza, intentando contener sus emociones. No es que tuviera deseos de llorar, pero aún así, era algo intenso de sentir.
'Tal vez...si me hubiera esforzado sólo un poco más' pensó, trayendo de forma inesperada a su mente los momentos que había compartido con Uraraka en la fiesta de Aoyama y luego el día libre que se habían tomado juntos.
Se apresuró a negar con la cabeza '¿Cómo podía pensar algo como eso? Esos momentos eran de los mejores en su vida hasta el momento y por nada del mundo los cambiaría por horas de entrenamiento, aunque tuviera una segunda oportunidad... sin importar el resultado en ese momento'
Midnight se disponía a bajar del estrado, con sus tacones resonando contra la madera, cuando de repente un muchacho, el mismo que antes había estado junto a Izuku, se apresuró a interceptarla.
—¡Oiga! —exclamó, la voz cargada de tensión y adrenalina — El nuevo director había prometido igualdad de oportunidades para todos, sin importar cuál fuera su quirk! —reclamo, aunque de pronto pareció esbozar una sonrisa ansiosa rascándose el rostro— Dígame la verdad! Aún falta una prueba ¿No es así? Por eso nos piden que nos quedemos! A mí no me puede engañar! Tengo un coeficiente intelectual de mas de 145 sin siquiera usar mi quirk!
Midnight lo observó por un momento.
—No sé de qué me hablas —respondió, con una calma imperturbable, cruzando los brazos con gracia—. Ya les dije que es para darles otras opciones de carrera dentro o fuera de la UA. Por ejemplo, en administración o estudios generales.
Izuku, que seguía la escena a la distancia, de pronto recordó a Shinso, el chico que había conocido hace un rato en la fila de las entrevistas:
"Lo cierto es que me estoy haciendo a la idea de entrar, al menos, a las clases de estudios generales y, tal vez, escalar después al curso de héroes'
'¿Sería una buena opción seguir ese mismo camino?' contemplo la posibilidad Izuku sujetándose la barbilla y cubriéndose la boca con el dedo anular 'Después de todo sentía que no le había ido mal en el examen escrito. Tal vez podía entrar a estudios generales y después intentar escalar al curso de héroes'
La idea le infundió un renovado optimismo que iluminó brevemente su semblante. Pero esa chispa de esperanza fue pronto eclipsada por la sombra de sus dudas al recordar su encuentro anterior con Kachan:
'Porque también quiero que estés ahí para demostrarte que puedo lograrlo!'
'Seguramente se lo echaría en cara y lo molestaría por no haber cumplido con lo que había dicho con tanta confianza. Y ahora que lo pensaba ¿De dónde había salido tal seguridad? Si decidía continuar con su sueño ¿Podría afrontar los obstáculos que surgieran a partir de ese momento? Seguir por el camino de estudios generales implicaría quedar rezagado por un tiempo. Sería bastante duro. Y ya de por si tenía que esforzarse casi el doble que cualquier otro para aún asi estar por debajo de la media de los que si tenían un quirk ¿Y si nunca llegaba a alcanzarlos? ¿Y si solo se volvía una especie de perdedor con sueños frustrados? ¿Qué pasaría con él y Uraraka?'
La voz del chico, ahora al borde de la exasperación, rompió su hilo de pensamientos.
—No la dejaré ir hasta que me lo diga! Es una crueldad tenernos así! — insistía el mismo muchacho frente a Midnight y por un momento a Izuku le pareció que la profesora se veía algo incómoda.
El cuerpo de Izuku reaccionó antes que su mente, sus piernas moviéndose automáticamente para intervenir.
Sin embargo Izuku no podía estar más equivocado, y nunca hubiera podido adivinar los verdaderos pensamientos de la profesora:
'Como me fascina este vigor juvenil!' pensaba Midnight frente al joven que le gritaba, mientras sus dedos se movían sutilmente a sus espaldas, deslizándose entre los pliegues de su traje hasta encontrar un pequeño frasco de cristal. 'Es una lastima, pero ya no puedo permitir que me reporten por acosar a mis estudiantes' Con destreza, destapó el vial y dejó que una pequeña cantidad del tónico se esparciera en su muñeca, el aroma dulzón extendiéndose rápidamente.
—Pareces muy tenso, y eso no es bueno a tu edad —dijo con una sonrisa seductora, colocando su mano impregnada de la sustancia en la mejilla del muchacho que seguía exaltado — Tal vez no dormiste bien en la noche — Un suave y denso aroma invadió el aire, y, a pesar de su elevado coeficiente, el joven no pudo evitar ser capturado por el efecto.
Izuku llegó al instante justo en que el chico que había estado gritando, caía sobre el pecho de Midnight. Y cuando intentó apartalo, el aroma lo envolvió a él también. Sus rodillas cedieron bajo el peso del sueño profundo y todo se tornó oscuro en un abrir y cerrar de ojos.
—Parece que el otro intentaba intervenir—murmuró Midnight, agachándose para acomodar a los dos muchachos en el suelo. Y al pasar los dedos suavemente sobre las pecas de Izuku, una sonrisa se dibujó en su rostro—. Bueno, supongo que a este otro tampoco le vendrá mal un sueño de color de rosa. Hay tanto estrés a esta edad...
Aunque, inhalando con curiosidad el aroma más intenso que lo habitual en su muñeca, Midnight reviso el tónico que había utilizado para potenciar su don y se percató que en lugar del color rosa, había usado por error el rojo oscuro.
Tragedia romántica, pensó con preocupación Midnight, observando el rostro del joven de cabello verde.
...
El sol brillante y cálido de la mañana entraba suavemente entre las cortinas. Izuku, en la sala de profesores de la UA y ahora con 22 años de edad, estaba sentado en su escritorio junto a la ventana abierta.
Despegó momentáneamente la vista de los exámenes que corregía con su característico esmero y por un momento enfoco toda su atención en la brisa fresca que se colaba por la ventana, trayendo consigo un susurro lejano que le acarició la piel.
Sus dedos que sostenían el bolígrafo dejaron de moverse y, por un instante, los recuerdos del pasado irrumpieron en su mente. Recordó aquel día, antes de concluir la secundaria, cuando él y Uraraka habían decidido tomarse el día juntos. Ahora era una memoria que había empezado a desvanecerse después de seis años, cubierta por los acontecimientos que ocurrieron, después de no haber podido entrar al curso de héroes y haber seguido una carrera en estudios generales, hasta convertirse en profesor de esa misma materia.
La distancia había crecido entre ellos poco a poco, en parte por decisión suya, al no haber podido lidiar bien con sus constantes sentimientos de inferioridad.
Patético.
Izuku bajo la cabeza y la melancolía se apoderó de él al preguntarse dónde estaría Uraraka y qué estaría haciendo ahora.
De pronto, una voz dulce y alegre lo llamo de forma repentina.
—Deku!
Izuku levantó la vista y, para su sorpresa, vio a Uraraka flotando afuera de la ventana, sus ojos brillando con alegría, rodeada del resplandor dorado del sol a sus espaldas.
—¡Uraraka?! —exclamó, tambaleándose tanto que estuvo a punto de irse de espaldas, pero ella alcanzo a sujetarlo de la muñeca.
—Cuidado! —dijo ella, riéndose suavemente mientras Izuku lograba estabilizarse en la silla. La risa de Uraraka continuó y llenó el espacio, disipando la frialdad de la mañana por un instante—Lo siento, discúlpame! Pero al mismo tiempo, supongo que la idea de sorprenderte fue todo un éxito!
Izuku se recompuso, sonrojándose un poco de la impresión.
—U-Uraraka, qué gusto verte de nuevo, pero... —logró decir con una sonrisa nerviosa —. ¿qué estás haciendo aquí?
—Bueno, estaba de paso y pensé en visitar a mi profesor favorito de la UA. Espero no interrumpirte en algo importante.
Izuku negó de inmediato, levantándose de su asiento y extendiendo su mano para ayudarla a entrar. Uraraka aceptó, y sus dedos tibios rozaron los suyos de forma significativa al encontrarse. Una vez dentro, Uraraka desactivó su quirk.
—Me hubieras avisado que venías —comentó Izuku, mirando su reloj— Podríamos haber almorzado juntos más tarde, pero tengo clases en cinco minutos.
Los ojos de Uraraka sonrieron junto con sus labios.
—¿Y qué te parece cenar esta noche?
...
Izuku se encontraba sentado en la fuente del centro comercial, donde Uraraka y él habían paseado juntos alguna vez. Por mensaje le había propuesto hacer una reservación para algún restaurante, pero ella había insistido en que prefería algo sencillo y que moría por comer una hamburguesa.
Mirando hacia los locales alrededor, Izuku se preguntaba si debió haber comprado una hamburguesa para Uraraka antes de que comenzarán a cerrar. Pero la idea de ser plantado y quedarse con la comida, le parecía cuanto menos triste.
Ahora observaba los suaves reflejos del agua en la fuente, iluminados por las luces de los pocos locales que aún permanecían abiertos, pero ya en el proceso de limpieza.
Todavía llevaba el traje formal que utilizaba para dar clases en la UA, dado que al principio había pensado que no le daría tiempo de ir a casa a cambiarse. Había intentado hacer tiempo revisando los detalles de su clase de mañana en su celular y también mirando los escaparates, pero la espera había comenzado a ser difícil de ignorar.
La llamada de Uraraka, anunciando su retraso, había sonado optimista a pesar de todo, y él había pensado que serían solo unos cuantos minutos. Sin embargo, ahora, al borde de la hora completa de retraso, Izuku miró su reloj de nuevo, y se puso de pie. Una punzada de preocupación se mezclaba con una leve resignación; la idea de marcharse empezaba a cobrar sentido en su mente.
Patético.
Fue entonces cuando escuchó el eco de pasos apresurados. Al girarse, vio a Uraraka corriendo hacia él, con las mejillas sonrojadas y mechones de su cabello flotando alrededor de su rostro agitado. Al llegar, se detuvo frente a él, doblándose hacia adelante mientras respiraba entrecortadamente.
—¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! —jadeó Uraraka, intentando recuperar el aliento. Sus ojos brillaban con una mezcla de disculpa y alivio al ver que él seguía ahí—. Es muy tarde!. No puedo creer que hayas esperado tanto tiempo. A mi celular... se le acabó la batería y no podía avisarte.
Izuku la observó, notando los rastros de esfuerzo en su expresión, y la tensión que había acumulado en su interior se disipó.
—No te preocupes —dijo, intentando transmitir calma con una sonrisa suave—. ¿Estás bien?
Uraraka asintió, enderezándose mientras se pasaba la mano por la frente para apartar un mechón de cabello de la frente.
—Sí, es que... —suspiró y una sonrisa se dibujó en sus labios—. Después de colgarte, me encontré a un niño perdido en la calle. Estaba muy asustado y tuve que quedarme con él hasta que encontramos a su madre. Por suerte no hubieron mayores complicaciones después de eso y creo que incluso me reconocieron ¿Puedes creerlo?
Izuku sintió una calidez familiar en su interior. Esa era la Uraraka que conocía: alguien que siempre pondría a los demás por delante de ella misma, incluso si eso significaba llegar tarde y quedar mal o pasar por dificultades. No por nada se había convertido en una de las más grandes heroinas del momento.
Patético.
—Ya veo. Me alegra mucho que lo ayudaras. —dijo con una sonrisa que al parecer era sincera.
Uraraka se sonrojó un poco y miró a su alrededor para disimular, notando los locales de comida cerrados, y su ceño se frunció ligeramente.
—Perdóname por no haberte comprado la hamburguesa que querías —se disculpo Izuku, inclinado un poco la cabeza—. No sabía cuál podría gustarte. Tal vez debí haber comprado varias para ti, aunque...
Uraraka entrecerró los ojos con una expresión pensativa.
—Eso ya no importa, pero... creo que no quiero desistir de mi idea de las hamburguesas —anunció, cruzándose de brazos y de pronto, se giró hacia él con una amplia sonrisa renovada —. Tengo una idea, pero necesitaré de tu ayuda. No vas a rehusarte, ¿verdad?
Los ojos de Izuku se agrandaron un poco, con curiosidad y sorpresa.
Uraraka se acercó un paso y, sin previo aviso, tomó su mano. Izuku sintió que un calor repentino lo recorrió, acompañado de un leve rubor que subía a sus mejillas. Se sintió como si fuera un adolecente otra vez y pensó que sería una vergüenza si alguno de sus alumnos lo vieran en ese momento.
...
Izuku y Uraraka salieron del supermercado con las manos cargadas de bolsas, mientras sus risas se mezclaban con el sonido de sus pasos en el estacionamiento vacío. De una de las bolsas sobresalía una botella de vino, y en otra, una caja de carne para hamburguesas de primera calidad.
Izuku se detuvo un momento y una sonrisa distraída iluminó su rostro al observar a Uraraka. Ella, notando su mirada, se giró con una sonrisa tan sincera que pareció iluminar incluso el cielo oscuro de la noche.
—¿Qué sucede? —preguntó ella.
—N-nada —respondió Izuku sacudiendo la cabeza con un ligero rubor coloreándole las mejillas—. Solo pensé que era lindo poder hablar contigo un poco y ponernos al día mientras te ayudaba a hacer tus compras.
Uraraka lo miro con sorpresa.
—¿De qué hablas? ¡No pensarás que puedo comerme todo esto yo sola!
Izuku parpadeó.
—Deku...!
La voz de Uraraka se cortó al escuchar un trueno que resonó de pronto y la lluvia se desató casi al instante.
—Creo que olvidé mi paraguas — se quejo Izuku rebuscando en su portafolios y luego intentando cubrir en lo posible a Uraraka con su saco.
Uraraka se sonrojo un poco al sentirse protegida por él.
—Y-yo también —dijo algo nerviosa, pero casi al instante una risa ligera brotó de ella de nuevo.
Antes de que Izuku pudiera reaccionar, sintió la mano de Uraraka aferrarse a su brazo para acercarlo y el calor del toque involuntario de su brazo con su pecho se deslizó por su piel como un relámpago más potente que los truenos que continuaban.
—Es por aquí —dijo ella, guiándolo con determinación—. Por aquí está mi apartamento.
Las calles de la ciudad parecían vacías a esa hora. Las luces de los faroles creaban reflejos dorados en los charcos, mientras las gotas formaban un sinfín de ondas que se expandían y se encontraban. Izuku, con el cabello pegado a la frente y algo confuso, se dejó guiar, consciente del latido irregular de su corazón. No dejaba de pensar que de nuevo se sentía como un adolescente inexperto con su primer amor.
...
El camino al apartamento de Uraraka no fue largo, pero cada paso parecía haber tenido un significado distinto para su mente que se debatía sobre lo que estaba ocurriendo. Izuku sentía un sentimiento inusual en su pecho y trataba de controlar su respiración agitada, intentando convencerse de que era por la carrera para escapar de la lluvia y no por la sensación de estar anticipando algo que seguramente no ocurriría.
Uraraka tampoco dijo mucho, pero su sonrisa se mantenía cuando, de vez en cuando, le lanzaba miradas de reojo a Izuku, notando cómo sus mejillas enrojecidas contrastaban con las gotas que le corrían por la cara.
Finalmente, cuando llegaron a la entrada de su edificio. Uraraka soltó su brazo, encargándole las bolsas de compras y rebuscó en su bolso las llaves, mientras Izuku intentaba calmar sus nervios.
Al abrir la puerta y entrar al recibidor, un silencio denso y cargado de expectativas se adueñó del ambiente. Se miraron con sonrisas nerviosas sin saber muy bien cómo actuar. Tal y como había ocurrido años atrás.
—Gracias por venir. Es decir, bienvenido. Siéntete como en tu casa —dijo Uraraka con su usual voz alegre pero que a la vez, temblaba con cierta timidez. Las gotas que escurrían por su cabello dejaban rastros oscuros en su blusa, y por un segundo, Izuku se encontró atrapado en esa visión, aunque rápidamente desvió la mirada, luchando por mantener la compostura y no ser tan obvio.
—G-gracias por invitarme —respondió Izuku sonriendo pero con un nudo en la garganta, cerrando la puerta tras de sí.
La escena parecía un eco del pasado, cuando a los 16 años Uraraka había visitado su casa. Pero ahora, con 22, los papeles se habían invertido y la situación le pareció que había madurado en algo. Uraraka le extendió una toalla, pero antes de que Izuku pudiera tomarla, ella se acercó para ayudarle a secar su cabello.
Sus miradas se encontraron inevitablemente. Y por alguna razón, Uraraka lo empezó a empujar con suavidad contra la pared sin que él opusiera ninguna resistencia.
Sin dejar de mirarse y antes de que ambos pudieran procesarlo con más calma, sus bocas se unieron en un beso suave, apenas acariciándose los labios, para luego sumergirse en un beso más real, como si quisieran probarse y recordarse. Descubriendo que todo lo que buscaban seguía ahí. Cada detalle de algo tan anhelado y postergado seguía ahí.
El apartamento de Uraraka pronto se llenó de sus respiraciones y la fricción de sus ropas mojadas, mientras el beso se tornaba cada vez más urgente.
Pequeños sonidos surgieron de la boca de Uraraka cuando Izuku comenzó a besarla en el cuello, estrechándola entre sus brazos, y ayudándola a quitarse el abrigo mojado.
Al explorarse con las manos, los recuerdos y emociones reprimidas explotaron en su interior, como una olla a presión liberada de golpe. El temblor de sus cuerpos, la cercanía tan anhelada, lo envolvía todo.
De nuevo sus bocas se reclamaron por varios segundos y cuando ella se separó lo suficiente para recuperar el aliento, sus miradas se encontraron otra vez. Fue entonces cuando Uraraka, le hizo una pregunta que resonó en su memoria como un eco del pasado, pero cargada de nuevas promesas.
—¿Quieres tomar una ducha? —preguntó con cierta dulzura.
Izuku no dudo. Respondió sin apartar la mirada, como un acuerdo sellado en ese instante.
—Claro que quiero.
...
( *)
El saco de Izuku y el abrigo de Uraraka colgaban despreocupados de los respaldos de las sillas en la sala, y un rastro de prendas abandonadas guiaba la vista hasta la puerta cerrada del cuarto baño.
El sonido del agua cayendo ahora era un eco constante en el apartamento de Uraraka. Una banda sonora que prometía reconciliación y deseo por partes iguales.
Lo que siguió en la ducha, fueron más besos que se sentían necesitados por recuperar el tiempo perdido, bajo el agua que parecía curar y perdonarlo todo.
El vapor llenaba el cuarto de baño, envolviendo las figuras de ambos en una neblina de calor.
Izuku, con el corazón latiendo tan rápido que casi resultaba doloroso, empujaba a Uraraka contra las baldosas con todo su cuerpo, sujetando sus piernas a cada lado. Los besos se intensificaban cada vez más, cargados de anhelo, como si cada rose fuera una promesa rota que trataban de restaurar. Las gotas de agua recorrían sus cuerpos entrelazados, trazando caminos por sus pieles y haciendo que todo pareciera más etéreo, más intenso.
Uraraka dejó escapar un gemido en su boca y para Izuku esa fue una advertencia lo suficientemente clara para retirarse, al encontrarse también al borde del abismo.
Uraraka respondió tomando la situación en sus manos, literalmente, con un toque tan suave que hizo que Izuku cerrara los ojos con fuerza y apretara la mandibula, tratando de contener el aluvión de sensaciones. El vapor y la calidez del agua los envolvía, haciendo que la realidad pareciera disolverse en aquel espacio cerrado y solo para ellos.
...
La velada continuó en la cocina, donde habían hecho un desastre total. La harina en el suelo con sus huellas y las sartenes desordenadas atestiguaban la efusiva preparación de la cena, pero en ese momento, eso no podría importarle menos a ninguno de los dos.
—¿Así que tus padres ahora viven en Hawai? — pregunto Izuku mientras le daba otra mordida a su hamburguesa, hasta terminarla.
Uraraka asintió, bebiendo un sorbo de vino mientras sonreía. Frente a ella, su plato vacío con solo migajas, era testigo de lo complacida que había quedado con las hamburguesas caseras que había preparado con Deku.
—Sí, los extraño mucho a veces, pero por suerte puedo visitarlos una vez al mes —respondió, y su voz se suavizó con un dejo de nostalgia —¿Y cómo está tu madre? —preguntó Uraraka, devolviendo la mirada con un interés genuino.
—Está bien. La visito siempre que puedo, y por suerte goza de buena salud —respondió él, observando el contenido de su copa de vino y con una sonrisa suave, transmitiendo un amor profundo y sencillo.
— Me alegra escucharlo — respondió ella.
La conversación tomó una pausa cuando Izuku, con un gesto casi protector, se inclinó hacia ella y limpió un rastro de salsa en la comisura de sus labios usando la yema de su dedo. El roce fue muy suave, pero suficiente para que ambos contuvieran el aliento. Sus ojos se encontraron de nuevo, entrecerrándose al instante.
...
( *)
Izuku deslizó sus manos con suavidad por las caderas de Uraraka, hasta retirar la última prenda que los separaba y la dejo caer a un costado de la cama. La penumbra íntima se mezclaba con el sutil crujir de las sábanas.
Se tomó un instante para admirarla, notando como su respiración se aceleraba y el rubor subía por sus mejillas, haciéndola lucir especialmente linda. Sus ojos se cerraron por un segundo, como si quisiera grabar esa imagen para siempre.
Sin poder reprimir más sus deseos, procedió a inclinarse y empezar a recorrer su piel con besos, descendiendo hasta lamer entre sus piernas, intentando guiarse por sus reacciones para estimularla, mientras las manos de Uraraka se aferraban a las sabana, como buscando un ancla en el mar de sensaciones que ahora sentía. Sus mejillas se sonrojaban cada vez más, manteniendo los ojos cerrados, dejando escapar pequeños suspiros, que al parecer intentaba retener en la medida de lo posible, pero las sensaciones que palpitaban en su interior lo hacían casi imposible.
Izuku, con el corazón latiendo a un ritmo desenfrenado, continuó dejándose guiar por cada temblor y respiración entrecortada hasta que por fin logró hacerla llegar al clímax. Se sorprendió al notar cómo su propio cuerpo respondía de nuevo, dado que había pensado haber llegado a su limite después de la ducha intensa y caliente que habían compartido antes.
Por algún extraño motivo que en ese momento Izuku no pudo definir bien, comenzó a sentir un intenso dolor en el pecho, pero no permitió que eso lo detuviera.
—¿Puedo? — preguntó Izuku con suavidad, y sin abrir los ojos Uraraka asintió, temblando como una hoja, sensible al más mínimo roce.
Izuku se masajeó un poco al ponerse el preservativo, pensando que a pesar de la gran excitación que sentía no podía permitirse terminar tan pronto. A diferencia de lo que había pasado antes bajo la regadera, ahora quería hacerle el amor a Uraraka de una forma tan suave y dulce que nunca quisiera marcharse de su lado de nuevo.
Le abrió las piernas con suavidad, deslizándose en ella mientras apoyaba parte de su peso para alcanzar sus labios.
Izuku intentó que sus besos, al igual que sus estocadas, denotaran todo el cariño y devoción que siempre había sentido por ella.
Sin embargo, cuando, en cierto momento Uraraka entreabrió un poco los ojos para mirarlo, Izuku sintió otra vez el dolor punzante en su pecho, y no pudo evitar que pequeñas lagrimas brotaran de sus ojos, al darse cuenta ahora del motivo.
...
El amanecer apenas comenzaba a colarse por las cortinas de la habitación de Uraraka, iluminando con un resplandor tenue sus cabellos desordenados y sus ojos soñolientos que parpadeaban al despertar.
Un sonido ligero de movimiento captó su atención, y al girarse en la cama, vio a Izuku de pie frente al espejo, ajustando el nudo de su corbata. Entonces no pudo evitar sonreír.
—No pensabas marcharte sin despedirte, ¿o sí? —preguntó Uraraka con la voz propia de alguien que recién despertaba, pero con un toque de su usual alegría.
Izuku se giró al escucharla, sus ojos verdes se suavizaron al ver la sonrisa débil y soñolienta que le dirigía Uraraka desde la cama. Le devolvió una sonrisa breve, aunque la sombra en su mirada traicionaba una mezcla de emociones.
—Lo siento. No quería despertaste dado que mencionaste que hoy era tu día libre.
— En realidad, aunque es mi día libre tengo algunas cosas que hacer — Uraraka se estiró sobre la cama como lo haría un gatito— Por lo que me sienta bien despertarme temprano.
Izuku bajo un poco la cabeza.
—Pero tal vez podríamos vernos de nuevo este fin de semana — dijo ella sonriendo — Hay un nuevo parque de diversiones que abrió hace poco y que me gustaría conocer. ¿Que dices?
En contraposición de la expresión alegre de Uraraka, Izuku permaneció observándola con una mirada seria, se colocó la mano en el mentón y luego sobre la boca, como si estuviera reflexionando sobre algo realmente difícil, después se giró dejando a Uraraka viendo solo su perfil.
—Uraraka... lo de anoche...
El corazón de Uraraka se detuvo de pronto, y su mano se aferró a las sábanas, intentando cubrir la inquietud que se apoderaba de ella.
—Lo de anoche fue increíble, pero... —la voz de Izuku tembló por un instante antes de continuar—. Pero creo que no va a funcionar.
Los ojos de Uraraka, que antes brillaban de emoción, comenzaron a llenarse de un brillo diferente, húmedo y tembloroso.
—Pero... ¿por qué no? —preguntó con una voz suave, que de alguna forma reclamaba su atención, pero Izuku seguía sin mirarla.
—Durante años seguimos caminos diferentes, y no creo que haya estado bien que entráramos de nuevo a nuestras vidas de esta forma.
De perfil, Izuku pudo percibir que Uraraka bajaba la cabeza, pero se contuvo de mirarla.
Patético.
—También pienso...— prosiguió Izuku — que nuestras vidas giran en torno a cosas diferentes, y eso eventualmente volverá a alejarnos. Y honestamente... no sé si podría soportar que eso pase de nuevo.
El silencio que siguió fue tan denso que podían escuchar el sonido distante de las manecillas del reloj de la sala. Ninguno de los dos se movió; las palabras quedaron suspendidas en el aire como un nudo que se niega a deshacerse.
Cuando Izuku finalmente cerró la puerta del apartamento de Uraraka detrás de si, la resistencia que había mantenido se desmoronó. Las lágrimas escaparon de sus ojos, deslizándose con rapidez y sin control. Su corazón dolía de una manera tan punzante que tuvo que presionar la mano a la altura de su pecho, como si con eso pudiera contenerlo.
Sabía que había hecho lo correcto. Que lo mejor para ella era seguir adelante, encontrar a alguien que no tuviera tantas sombras de inseguridad tras de si y que también pudiera protegerla. Pero saberlo no aliviaba la punzada aguda de la pérdida, y en ese momento, con el frio de la mañana, se sintió más solo que nunca.
Siempre la había amado. Y siempre lo haría. Pero quería que hiciera su vida con alguien mejor que él.
Y de pronto todo se fue a negro.
...
Una explosión repentina retumbó en el aire, sacudiendo los cimientos del lugar y arrancando a Izuku de su sueño profundo.
—¿Qué pasa?! —preguntó Izuku, intentando asimilar la escena caótica que se desplegaba ante sus ojos. A lo lejos, el edificio de observación humeaba tras haber sido golpeado por una explosión.
— Vamos! — gritó el chico problemático de antes a su lado — Como si fuéramos a creer que en un sitio lleno de héroes profesionales y a mitad de un examen, algún villano se atrevería a atacar. Tendría que estar totalmente...
La frase del joven se interrumpió abruptamente cuando el cielo, que un momento antes era un telón de humo y destellos, comenzó a soltar extraños bultos oscuros que caían en todas direcciones. Los gritos de los jóvenes se entremezclaron con el estruendo de los escombros y el zumbido ensordecedor de las alarmas.
Izuku sintió un escalofrío recorrerle la espalda mientras uno de esos bultos impactaba cerca de él, levantando una nube de polvo. Instintivamente, se cubrió el rostro con el antebrazo, luchando por mantener la calma en medio del caos. Cuando el polvo comenzó a asentarse, la figura del muchacho problemático se hizo visible al inclinarse sobre uno de los objetos caídos.
—Es... es carne con ojos.
Notas de la autora.-
Listo el capitulo treinta! Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Siempre me hace sonreír.
