Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto.

N/A: ¡ ¡Hey! Dos capítulos en un día, ¿sorprendidos?

Este capítulo comienza con un salto temporal de 4 años. Pensaba escribir todo el transcurso de la historia desde que Hideki llega a Kiri hasta que termina en Konoha, pero sinceramente no se me ocurría nada, así que decidí seguir con la historia mientras escribo lo demás y ponerlos más adelante en forma de Flashbacks.

- Hola - (persona hablando)

Hola (pensamiento)


Capítulo 13

Se podía apreciar la figura de dos personas caminando tranquilamente por una carretera de tierra. No muy por delante, se encontraban las enormes puertas de madera que daban entrada al pueblo escondido entre las hojas.

- Entonces... estas son las famosas puertas de Konoha... - murmuró una de las figuras.

La voz de esta figura era claramente la de una niña. Era algo pequeña, debía medir alrededor de un metro sesenta, llevaba puesto una capa con capucha que cubría la mayor parte de su cuerpo y rostro, aunque si uno mirara bien podría distinguir los mechones rojos que se salían por el borde.

- Así parece.

La otra figura tenía la voz de un niño, y era más alto que su acompañante. Al igual que la niña, él también llevaba una capa con capucha que cubría su cuerpo y rostro.

- ¿Cómo crees que reaccionen las personas de este lugar al enterarse de que estás con vida?

- No lo sé, tal vez me interroguen, luego revisen mi cerebro en busca de información y cuando sepan todo lo que quieren, tal vez, solo tal vez, me dejen vivir en el pueblo sin tener a 3 escuadrones de anbu vigilándome constantemente – el niño se encogió de hombros.

- Suena a una agradable bienvenida – se burló la niña.

- Meh, ese es el peor de los casos, en el mejor simplemente me preguntarán donde estuve y cuando les diga todo, podré irme.

- Obviamente no les dirás todo, ¿no?

- Obviamente. No soy tan estúpido como para hacer eso.

- Nunca está de más confirmar – la niña se encogió de hombros.

Ambas figuras siguieron caminando hasta llegar a las puertas donde fueron detenidos por dos hombres que esperaban en una especie de puesto de guardia.

- ¡Alto! ¡Indiquen sus nombres y negocios dentro del pueblo!

El hombre que habló era algo alto, llevaba un vendaje en el rostro por encima de su nariz y una marca clara en la barbilla. Tiene el cabello negro y semilargo, de punta, y ojos oscuros. Lleva el atuendo estándar de un ninja de Konoha junto a un protector de frente y chaleco chunin.

La figura más alta se sacó la capucha que cubría su rostro, dejando así a la vista su piel pálida, cabello blanco y ojos color lavanda.

El rostro inexpresivo del niño estaba poniendo incomodo al guardia quien ya estaba a punto de sacar un kunai, o al menos hasta que el rostro del niño mostró una sonrisa amable.

- Buenas tardes, mi nombre es Hideki y esta de aquí es Kaori – señaló a la niña a su lado – Estamos aquí para visitar a un familiar.

El guardia miró con sospecha al niño por unos momentos hasta que volvió a hablar.

- ¿Podrías proporcionarme tus papeles de viaje? – preguntó el guardia.

- Claro.

Busqué dentro de los bolsillos de mi pantalón los papeles que me permitirían entrar junto a Kaori dentro del pueblo. Una vez que los encontré se los di al guardia que reconocí como Kotetsu Hagane, uno de los chunin encargados de cuidar las puertas de la aldea.

Kotetsu miró con sospecha los papeles por unos momentos, supuse que estaba buscando algún tipo de falsificación.

- Muy bien, todo parece estar en orden. Por favor no causen problemas dentro de la aldea y espero que su estadía sea placentera.

El chunin nos devolvió los papeles y dejó que pasáramos sin muchos problemas.

Una vez que caminamos lo suficientemente lejos, Kaori decidió hablar.

- Eso fue fácil – señaló.

- No te creas. Puedo sentir una fuerte firma de chakra siguiéndonos. Seguramente un anbu.

- ¿Durante cuanto crees que nos siga?

- Posiblemente hasta que suponga que no somos una amenaza, aunque dudo que no informe de esto al Hokage. Después de todo, es extraño que dos niños encapuchados lleguen a las puertas de la aldea con la excusa de visitar a un familiar sin ningún acompañante adulto con ellos.

- Como también que ambos niños tengan el suficiente chakra como para lanzar dos ninjutsus de rango A y seguir con suficiente chakra como para seguir peleando.

- Dudo que se den cuenta de eso, tenemos tus sellos que camuflan nuestro chakra – señalé.

- Te dije que no estaban completos. No podemos saber si siquiera duren más de media hora – se quejó Kaori.

- Pues reza para que dure más que eso, ya que no quiero tener a más anbu persiguiéndonos durante nuestro tiempo aquí.

- Bien – suspiró - ¿Qué tal si comemos algo? Muero de hambre.

- Comimos antes de venir – respondí con un rostro inexpresivo.

- Si. Cuando estábamos con Zabuza y Haku. Hace como 8 horas – se quejó.

- Está bien. Vayamos a comer algo.

Simplemente me resigné, sabía que si seguía con esta discusión, lo más probable es que no terminara bien para mí.

Durante estos últimos 4 años que pasé con Kaori, nunca logré saber cómo podía comer tanto y nunca llenarse. Era como si toda esa comida simplemente fuese absorbida por un agujero negro en su estómago.

Recuerdo que una vez tuvimos que hacer que Haku la pusiera a dormir con sus agujas ya que nos había encerrado a Zabuza y a mí en piedra para poder comerse nuestra parte de la comida.

Caminamos en dirección a un puesto de ramen que me parecía vagamente familiar. Una vez entramos, nos sentamos en la barra y esperamos a ser atendidos.

- Buenas tardes, mi nombre es Ayame, ¿ya decidieron que comerán?

- Buenas, Ayame-san – respondí con un saludo y una sonrisa – Pediré un ramen de miso, por favor.

- Yo quiero lo mismo – dijo Kaori.

- Muy bien, ya mismo traigo sus pedidos.

Vi como la camarera caminaba dentro de la cocina y le decía algo al anciano que estaba preparando los fideos.

Ya lo recuerdo. Este lugar es Ichiraku ramen, el puesto de comida favorito de Naruto. Si mal no recuerdo, el dueño de este lugar se llamaba Teuchi y Ayame es su hija, estos fueron los únicos ci...

Mis pensamientos fueron interrumpidos por una gran presencia de chakra que se acercaba a gran velocidad en esta dirección. El chakra que emanaba esta presencia era tan grande que parecía un faro de luz en medio de la noche. Nunca había sentido tanto chakra, pero rápidamente supuse de quien era.

Mi suposición fue acertada al escuchar un fuerte grito proveniente desde la entrada. Al girarme pude ver a un chico de más o menos mi edad, con grandes ojos azules, cabello rubio puntiagudo y marcas de bigotes en el rostro. Llevaba un mono amarillo y tenía una gran sonrisa en el rostro.

- ¡Hey! ¡Ayame-Oneechan! ¡Quiero mi favorito!

Dios… nunca lo había pensado hasta este momento, pero su voz es increíblemente irritante, al igual que su actitud y su ropa.

Esta persona era obviamente Uzumaki Naruto, el jinchūriki del Kyubi, el hijo del Yondaime hokage y Uzumaki Kushina, y también una de las personas más poderosas, sino la más, de toda la historia.

- Hola, Naruto-kun, es bueno verte – respondió la adolescente mientras traía nuestros pedidos.

Por favor… no digas "Naruto-kun", me hace recordar a la Hyuga que lo vive acosando y eso simplemente me da asco.

- Aquí tienen sus pedidos – nos dijo a Kaori y a mí – Ahora traigo tu comida, Naruto-kun.

- ¡Claro!

Comí mis fideos mientras miraba divertido como la enérgica rubia sentada al lado de Kaori gritaba sin cesar sobre cómo solo faltaban dos meses para que terminara la academia y al fin se convirtiera en un ninja, pero eso no era lo que me divertía, sino la irritación clara en el rostro de mi acompañante. Era evidente que la presencia de Naruto a su lado la estaba molestando y antes de que decidiera que su rostro se vería mejor atravesado por una lanza de tierra, decidí iniciar una conversación con ella.

- Oye, Kaori.

- ¿Qué?

- ¿Crees que podamos comprar un departamento en este lugar? ¿o que tendremos que alquilar uno?

- ¿No se supone que tienes un compuesto de clan increíblemente enorme?

- Si, pero un lugar así seguramente estaría lleno de suciedad y sinceramente no quiero ponerme a limpiar por el momento, así que estaba pensando en comprar un departamento y que nos quedáramos allí hasta que...

Mis palabras fueron interrumpidas por el grito de alegría del chico al lado de Kaori. Parecía feliz de que le hayan traído su comida al fin.

- Si no se calla puedo jurar que lo descuartizaré en este preciso momento...

Pude escuchar el gruñido que soltó mi compañera y sentí como el instinto asesino comenzaba a derramarse de ella. Rápidamente la detuve de tomar alguna acción drástica y le pedí que se calmara mientras pagaba por nuestra comida así podíamos irnos.

*suspiro* Extraño a esa niña dulce y preocupada que siempre trataba de verle el lado bueno a las cosas... parece que pasar tiempo en la guerra civil de Kiri y luego ir de viaje con Zabuza y Haku no terminó tan bien como esperaba.

Una vez que pagué por el ramen salimos del local. Miré con curiosidad una zona en un callejón cercano y negué con la cabeza al ver a la niña Hyūga espiando a Naruto.

Si mal no recuerdo, se llama Hinata. Me gustaría decirle que simplemente vaya y le hable, pero el anbu aún sigue cerca y no quiero tener problemas por el momento, así que simplemente ignoraré esto. Al menos por ahora.

- ¿Cómo demonios alguien puede ser tan irritante? Esa manera de comer, ese maldito mono naranja y esos malditos gritos... ¡Argh! ¡Quiero regresar y golpearlo!

Parecía que había sacado a Kaori del local justo a tiempo antes de que su paciencia llegara a su límite.

- Sabes que no puedes matarlo, y por qué no puedes matarlo.

- Si, si, lo que sea, pero quiero que sepas que, si termino con él en un equipo, le cortaré esos malditos bigotes y veré si pierde el equilibrio como un maldito gato – refunfuñó la niña.

- Está bien, pero trata de llevarte bien con él, después de todo, es un miembro de tu clan – señalé.

- Mar de Como.

Solo suspiré al ver la actitud de mi amiga. No negaré que había veces donde se volvía completamente irritante y tenía demasiadas ganas de golpearla, pero me contuve.

Caminamos por todo el pueblo, tratando de memorizar las calles lo mejor que pudiéramos mientras buscábamos algún lugar donde quedarnos.


Luego de unas horas encontramos un departamento que estaba en venta, pero recordamos un pequeñísimo detalle. Éramos niños, así que ningún civil querría simplemente vendernos un departamento. Entonces se nos ocurrió la maravillosa idea de usar un henge, pero había otro problema. El anbu aún nos estaba siguiendo y si nos veía utilizando chakra seguramente le diría al hokage y me gustaría saltarme esa parte por el momento, así que Kaori propuso la idea de separarnos. Yo pagaría por el departamento mientras ella se iba a caminar por las calles. El anbu tendría que elegir entre seguirla o quedarse para ver que no hiciese nada raro, y seguramente si tuviera que elegir entre seguir a una extraña que pasea por su pueblo o quedarse y ver a un niño en un complejo de departamentos, tomaría la primera opción.

- Okey, recuerda, una vez que termine aquí, saldré a buscarte, así que no te vayas demasiado lejos.

- Entendido.

Kaori se alejó del lugar caminando y yo me concentré en la firma de chakra del anbu. Podía sentir su duda sobre qué hacer, y tal como predije, decidió seguir a mi compañera. No desperdicié ningún momento y realicé un Henge para tomar la forma de un adulto promedio y luego me acerqué a la recepción. El resto fue demasiado fácil, ya lo había hecho antes durante mi tiempo con Zabuza y Haku. Simplemente me acerqué a la única persona allí y le pregunté sobre el departamento en venta. Una vez que el gerente del lugar me mostró el departamento por dentro, acordamos el pago y me dio las llaves. Todo ese proceso tomó alrededor de una hora, así que una vez que tuve las llaves dejé mis cosas dentro y puse un sello de seguridad en la puerta, luego salí y cerré la puerta detrás de mí.

Okey, ahora a buscar a Kaori.


Tardé más de lo que me gustaría admitir en encontrar a la niña que me acompañaba en este viaje, pero una vez que la encontré no pude evitar maldecir.

Kaori estaba parada sobre los cuerpos de dos niñas golpeadas e inconscientes mientras sostenía del cuello a un chico aún más golpeado que parecía aterrorizado. Al instante reconocí a las niñas como Sakura e Ino y al chico como Naruto.

Corrí en su dirección y antes de que pudiera darle un golpe en el rostro al Naruto aterrorizado le sostuve la mano.

- Kaori, ¿qué demonios estás haciendo? – gruñí.

- Estas idiotas me estaban molestando por mi cabello y cuando las golpeé este imbécil quiso defenderlas así que también le di una paliza.

- Te dije que no hicieses nada estúpido, ¿recuerdas?

- Meh, fue legítima defensa – se encogió de hombros – La idiota rubia – dijo, señalando a Ino – trató de darme un golpe y yo simplemente me defendí.

- No hacía falta que llegaras tan lejos – suspiré.

Extendí mi rango sensorial y sentí que el anbu no estaba cerca. Supuse que era porque había decidido que Kaori no estaba haciendo nada malo y trató de volver para vigilarme. Solo podía rogar que ese fuese el caso y no haya ido a avisarle a los padres de estas chicas. Sería una molestia tener al líder del clan Yamanaka en nuestra contra.

- Por favor, Kaori, suelta al chico, lo estas aterrorizando.

- Tch, lo que digas.

Kaori dejó el cuello de Naruto y este último cayó al suelo sobre su trasero. Podía escuchar como el niño luchaba por respirar mientras soltaba fuertes toces.

- ¿Estás bien? – le pregunté al chico rubio.

- ¡Claro que lo estoy! ¡Pero ella no lo estará cuando me recupere! ¡Pagará por lastimar a Sakura-chan!

Era impresionante lo estúpido que podía ser este chico. Por los golpes en su rostro y su ropa rota supuse que Kaori había limpiado el piso con él, pero aun así quería seguir peleando. Y ese honorifico... Chan... era simplemente irritante...

- ¿Puedes decirme tu nombre? – pregunté.

- ¡Soy Uzumaki Naruto! ¡Y seré el próximo Hokage, créelo!

- Pff, si, como no. Un Hokage idiota que va por todos lados gritando con un mono naranja.

- Kaori, por favor.

- Bien.

- Je, así que le temes – se burló Naruto.

Pude sentir como Kaori comenzaba a enfurecerse y hablé antes de que Naruto pudiese seguir molestándola.

- Naruto-san... - apreté mi mano en su hombro con algo de fuerza y lo obligué a mirarme a los ojos – Te aconsejaría que no molestases a Kaori. Ella puede ser algo ruda cuando las personas la molestan más de la cuenta. Tómalo como un consejo. No sería bueno si el futuro Hokage muriese porque hizo enojar a la persona equivocada.

Parece que el niño captó la sutil advertencia en mis palabras ya que se quedó callado y simplemente miró en otra dirección.

Luego de eso me acerqué a Kaori y le dije que ya teníamos donde quedarnos y que deberíamos irnos antes de que alguien nos viese y comenzara un problema aún más grande.

- Bien. Vamos.

La niña comenzó a caminar, furiosa, en dirección al complejo de apartamentos en donde nos habíamos separado.

- Tendremos que trabajar en su actitud – suspiré.


Había pasado un mes desde que llegamos a la aldea. Durante todo este tiempo nos habíamos dedicado a convencer al anbu que venía diariamente a vernos que no éramos una amenaza, al mismo tiempo comenzamos a recopilar toda la información posible sobre la aldea; planes de estudio, sus instalaciones médicas y su personal, su seguridad, sus clanes, etc. Kaori había estado feliz de poder hacer lo que le gustaba, espiar y recopilar información. Por otro lado, yo me había dedicado a formar una identidad dentro de la aldea. Me había hecho pasar por un hombre de negocios que estaba interesado en el complejo de departamentos y luego de un par de semanas, varias negociaciones y alguna que otra amenaza sutil, terminé adquiriendo el complejo por un módico precio. Había decidido que conseguir ingresos extra sería beneficioso para mis planes futuros y tenía algunas ideas para que este lugar sea uno de los lugares donde los shinobis podían venir y quedarse con total seguridad de que estarían protegidos de cualquier cosa. Cualquier cosa que no sea yo. Había llenado las habitaciones vacías con sellos de seguridad, camuflajes de chakra, camuflajes de sonido, y varias cosas más, también había puesto entre todas esas cosas, algunos sellos de espionaje, después de todo, sería beneficioso saber sobre los shinobis de la aldea en un futuro. Además, Kaori tenía demasiados sellos de esos, estaba seguro de que no le molestaría que usara unos 20 o tal vez más. Poco a poco los shinobis comenzaron a llegar y las habitaciones seguras se fueron convirtiendo en un éxito.

Ahora mismo me encontraba recostado sobre el dinero que todos esos shinobis de Konoha me habían proporcionado tan humildemente mientras leía el informe que Kaori había hecho para mí. La situación en la hoja era tal y como la esperaba. Estaban siendo increíblemente indulgentes en el entrenamiento de su shinobi y la seguridad de su aldea. Su creencia de que eran la aldea más fuerte de las naciones elementales los estaba haciendo arrogantes y no creían que alguien los fuese a atacar, por eso dejaban que cualquiera entrara en el pueblo.

Los clanes de la aldea eran perezosos en cuanto a su seguridad, a excepción de los Hyuga, algo que no me sorprendió, después de todo, son el clan más fuerte actualmente, pero su arrogancia y su dependencia en sus ojos hace que sea increíblemente fácil vencerlos. También podría incitar a la rama secundaría a formar una rebelión en contra de la rama principal, obviamente la rama secundaria no podría hacer mucho debido a sus sellos, pero si todos muriesen la rama principal se quedaría sin su mano de obra esclava. Los Nara eran naturalmente perezosos, así que no me sorprendió cuando Kaori me dijo que podría haber entrado y asesinado a su líder de clan con facilidad. Los Yamanaka eran hábiles sensores, pero ninguno pudo detectar a Kaori cuando espiaba a la heredera del clan en su propia casa. Los Akimichi eran fáciles de matar, solamente había que envenenar su comida y nunca se darían cuenta. Los Aburame eran más difíciles de espiar debido a sus insectos, pero un potente pesticida podría deshacerse de ellos, al igual que el fuego. Los Inuzuka eran idiotas, simple y llanamente. El clan Sarutobi fue difícil de espiar debido a los constantes anbu que rodeaban el compuesto, pero Kaori pudo reunir la información suficiente como para decirme que podría haber secuestrado al nieto del Sandaime y escapar sin problemas.

Tal y como supuse, los civiles sabían quién era el jinchūriki de la aldea y lo marginaban de cualquier tipo de actividad, mientras que llenaban el ego del último Uchiha, como si ser el último de un clan fuese algo por lo que premiarlo.

Busqué entre todas las hojas la petición que le había hecho a Kaori, pero no podía encontrar información al respecto, así que decidí preguntar.

- Oye, Kaori, ¿qué pasa con lo que te pedí?

- Lo siento... no pude conseguir nada al respecto...

La vergüenza era clara en la voz de la niña, así que no presioné demasiado el tema, pero necesitaba saber que había sucedido exactamente.

- ¿Puedes decirme que te detuvo?

- Hay un poderoso genjutsu dentro del compuesto Kurama, también hay varios anbu cerca y al menos 2 sensores. No podía acercarme sin quedar atrapada en el genjutsu y posiblemente capturada por los anbu.

- Zumbido... interesante...

Le había pedido a la chica que buscara específicamente información sobre una adolescente llamada Yakumo Kurama. Recordaba que esa joven tenía una habilidad excepcional con el genjutsu, pero al parecer la tenían más vigilada que al propio jinchūriki de la aldea.

- Bien, creo que ya es hora de que vaya a ver al hokage – murmuré.

- ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Podríamos volver a Kiri, estoy segura de que Mei-sama nos daría la bienvenida con los brazos abiertos – propuso Kaori.

- Se que lo haría, pero necesito estar aquí para que mis planes funcionen.

- Está bien – suspiró – Si necesitas un escape rápido canaliza chakra en el sello y nos llevaré fuera de la aldea en un santiamén.

- Gracias, Kaori. Es agradable saber que siempre puedo confiar contigo.

Le sonreí a la chica y luego desaparecí en un shunshin de agua.

Reaparecí en frente de la famosa torre hokage, esta vez sin mi henge ni mi capa, estaba totalmente al descubierto para que todos me viesen. Llevaba puesto una camiseta mangas largas de color celeste claro con finas rayas negras en forma vertical y encima de esto un haori azul abierto. Mis pantalones anbu de color negro eran sostenidos por un cinturón de color marrón claro en mi cintura. Tenía guantes negros sin dedos y botas shinobis del mismo color negro.

Entré a la torre y me acerqué a la recepcionista. Era una mujer de tal vez 30 años, era claramente un civil, si sus increíblemente pequeñas reservas de chakra eran algo por lo que dejarse guiar.

- Buenos días, ¿podría ver al hokage? – pregunté, con mi sonrisa más dulce.

- Buenos días, ¿tienes una cita programada?

- No, pero estoy seguro de que él querrá verme, después de todo, soy el hijo de un viejo conocido suyo – respondí.

- Oh, lo siento jovencito, necesitas programar una cita para ver a hokage-sama – señaló la recepcionista.

- ¿Y cuánto tomaría eso?

- De una a dos semanas.

- ¿Una y dos semanas?

- Si. Hokage-sama es un hombre ocupado – se disculpó.

*suspiro* - ¿Podrías simplemente subir y decirle que Hideki quiere verlo?

- Lo sient...

- Ve y dile que Senju Hideki quiere verlo – gruñí, dejando escapar un poco de instinto asesino.

- S... si... ahora mismo.

La recepcionista estaba tan aterrorizada por el instinto asesino que no se dio cuenta de mi apellido y solo fue a avisar.

Canalicé chakra en mis oídos mientras me sentaba y escuchaba como la mujer golpeaba desesperadamente la puerta del hokage y decía exactamente lo que le dije.

3... 2... 1...

- ¿Senju Hideki?

La repentina voz de un anbu que apareció en frente de mí hizo que me levantara.

- Tardaste más de lo que supuse – señalé - ¿Vas a llevarme o puedo caminar solo?

El anbu no respondió y simplemente puso su mano sobre mi hombro. En un rápido parpadeo ya estábamos en frente del hokage y sus asesores. El anbu desapareció en un remolino de hojas, dejándome a solas con el líder de la aldea y dos ancianos.

Antes de que pudiese hacer o decir algo, una cuarta persona había llegado en un remolino de hojas, era Shimura Danzo. Los cuatro me miraban con atención y sospecha.

Bien, hora de iniciar con el show.

Rápidamente caí sobre una rodilla y agaché la cabeza.

- Hokage-sama, honorables ancianos.

- ¿Senju Hideki?

La voz del hokage era dura y firme, no se parecía en nada a lo que había escuchado de los civiles en las calles. Este era el dictador de una aldea militar, no un gentil anciano como muchos lo habían descrito.

- Si, señor.

Me mantuve en mi posición arrodillado mientras sentía los chakras de las personas en la habitación. El chakra del hokage era como enorme y cálido, parecía una enorme llama que podría quemar todo y no dejar rastro. Por otro lado, el chakra de Danzo era tan grande como el de Sarutobi, pero en vez de una sensación cálida, podía sentir frio, como si me estuviesen frotando un cubo de hielo por todo el cuerpo. También pude sentir muchas otras firmas de chakra en su cuerpo, supuse que eran los sharingan y el chakra de Hashirama. Los otros dos tenían el chakra de un Jonin promedio, no había mucho que destacar sobre ellos.

- Levántate, Hideki-kun.

No dije nada, solamente me paré firme y con el rostro inexpresivo mientras miraba al hokage.

- ¿Cómo podemos estar seguros de que eres quien dices ser?

La pregunta vino de uno de una anciana al lado de Danzo, si mi memoria no fallaba, era Utatane Koharu, una de los estudiantes del Nidaime y compañera de equipo de Hiruzen y el otro anciano, Mitokado Homura, creo recordar.

- Danzo-san me conoció cuando era un niño, él podría confirmar si soy o no quien digo ser – respondí.

Todos miraron a Danzo por un momento, pero él nunca apartó la vista de mis ojos.

- Dime... ¿cuáles fueron las últimas palabras que te dirigí esa noche?

El único ojo visible del anciano se estrechó luego de hablar. Podía sentir muchas cosas de su chakra; cautela, sospecha, duda, y por extraño que parezca, una pequeña pisca de esperanza.

¡¿Qué demonios fue lo que me había dicho?! ¡Vamos! ¡Piensa! ¡¿Qué demonios puede decirte alguien como Danzo?! ¡¿La vida por la hoja?! ¡¿Mata a los enemigos de la hoja?! Hoja... hoja... árbol... ¡Oh, ya lo recuerdo!

- Somos las raíces que protegen al gran árbol que es Konoha – dije, rogando mentalmente que sea eso.

Ninguno dijo nada por un momento, al menos hasta que pude ver los indicios casi imperceptibles de una sonrisa en el rostro del halcón de guerra.

- Es bueno volver a verte, Senju Hideki – exclamó Danzo de repente.

Me relajé visiblemente al oír esas palabras. Y parece que no fui el único, ya que podía ver a los demás ancianos relajarse y al hokage dejar su mirada dura.

Hablando del hokage, se está acercando…

- Es un placer conocerte al fin, Hideki-kun.

El anciano estiró su mano esperando un apretón y no lo hice esperar demasiado.

Extendí mi mano y apreté la suya, también dejé que una pequeña sonrisa se desplazara en mi rostro.

- El placer es todo mío, hokage-sama.

- Oh, por favor, sólo dime Hiruzen, hokage-sama es demasiado formal y ya tengo mucho de eso de mis shinobis a diario.

- Claro, Hiruzen-san – dije con una sonrisa.

- Sólo Hiruzen – me dijo con su propia sonrisa.

- Hiruzen-san – mi sonrisa nunca se movió de mi rostro.

Tuvimos una pequeña pelea de miradas por unos segundos. Pude sentir como si el anciano estuviese mirando mi alma con esos ojos negros.

- Está bien, Hiruzen – suspiré.

- Jaja, recuerdo que tuvimos una conversación similar con tu madre. Ella tampoco quería llamarme por mi nombre.

Y... yo tampoco querría llamar a uno de los shinobis más poderosos de la historia por su nombre por miedo a que me asesine.

- Por favor, Hideki-kun, siéntate, tenemos mucho de qué hablar.

Un anbu pareció salir de la nada y dejó una silla de madera detrás de mí, no hice preguntas y simplemente me senté y esperé a que alguien dijera algo.

- Iré directo al grano. ¿Cómo estás con vida, donde has estado todo este tiempo y que le pasó a tu piel?

Las preguntas vinieron de Danzo.

Si... supuse que él sería quien hiciese las preguntas pesadas.

- Empecemos por como estoy con vida.


*2 horas más tarde*

Le había explicado todo, desde como sobreviví al ataque de Kakuzu e Hidan al pueblo, hasta como llegué a aquí, obviamente ahorrándome algún que otro dato que pudiese provocarme problemas, aunque tuve que decir algunas otras cosas para guardar lo que no quería decir.

- Déjame ver si entendí – dijo Homura – El ninja que mató a tu padre es Kakuzu, el mismo Kakuzu que peleo con nuestro Shodai-hokage.

- Si.

- Ese mismo ninja te raptó y te llevó a un centro de peleas clandestinas en una isla donde tuviste que pelear día y noche para sobrevivir y que él consiguiese dinero. Centro de peleas propiedad de En Oyashiro, uno de los ninjas más buscados de las naciones elementales.

- Si.

- Luego escapaste junto a varios otros luchadores cuando Kumogakure lanzó un ataque a ese lugar y terminaste en Kirigakure donde participaste durante un año en su guerra civil como parte de un grupo de rastreadores y ejecutores.

- Si.

- Luego viajaste a la capital del país del rayo donde estuviste alrededor de 4 meses, y partiste a Iwagakure donde solo pudiste pasar por su frontera debido a que había demasiada seguridad, pasaste por el país del hierro, terminaste en Sunagakure y luego viniste hasta aquí. ¿Eso es correcto?

- Eso es muy resumido, y le faltó que antes de venir aquí estuve unas semanas en la capital del país del fuego, pero sí, eso es correcto.

- Sinceramente no puedes esperar que creamos que recorriste literalmente todas las naciones elementales en 4 años, ¿cierto?

- No necesita creerme si no quiere – me encogí de hombros.

- ¿Por qué no venir directamente a la aldea? – preguntó Koharu.

- Estaba lejos del pueblo, y recordé que Danzo-san había dicho algo de que Iwa estaba haciendo movimientos sospechosos junto a Kusagakure y Takigakure, así que pensé: ¿por qué no visitar esos lugares y obtener algo de información para no llegar con las manos vacías a mi pueblo?

- Hideki-kun, creo que sabes que lo que hiciste fue increíblemente peligroso, ¿cierto?

- Lo sé, hoka... Hiruze... pero gracias a eso pude traer información que podría ayudar increíblemente a la supervivencia de la aldea. No me hubiera importado morir con tal de traer esta información a la aldea.

Dios... decir eso es asqueroso...

Danzo asintió ante mis palabras y habló.

- Entonces dinos que descubriste.

- Para empezar: Kumogakure parece estar tranquilo, no hay una gran actividad de shinobi comparado al resto de pueblos al que fui. Iwa, por otro lado, estaba reforzando sus fronteras, aumentando enormemente la actividad de su shinobi, incluso cerca de los pueblos vecinos. El país del hierro sigue siendo tan neutral como siempre. Lo que más me sorprendió fue Sunagakure. Parece que su daimiyo no ha estado enviando fondos últimamente y ha desviado una gran cantidad de misiones a Konoha, lo que ha creado un gran disgusto entre la población de la aldea. Durante mi tiempo en la arena, pude oír historias sobre el hijo menor del Kazekage y actual anfitrión para el Ichibi, parece que es completamente inestable y peligroso para cualquiera que no sea su padre. No me sorprendería si Suna tratara de demostrar su poder tomando alguna acción drástica en el futuro.

- Hmm... eso es preocupante... - murmuró el hokage.

- ¿Ha descubierto algo más?

- Si. Para ser sincero, creo que, si Suna e Iwa se aliaran en contra de la hoja, lo más probable es que no pudiéramos ganar.

- ¿A qué te refieres? Somos la aldea shinobi más fuerte, ¿cómo no podríamos ganar?

La ira era clara en la voz de la anciana.

- Por eso mismo – dije, señalando a la mujer en la habitación – La gente del pueblo se ha vuelto arrogante y complaciente. Creen que porque la aldea tiene el título de "la aldea más fuerte" nadie puede venir y tratar de destruir todo aquí. Dígame, Koharu-san, ¿qué podríamos hacer si Suna e Iwa soltaran a sus jinchūrikis en el pueblo? ¿acaso podríamos detenerlos de alguna forma? ¿podríamos enviar a los Uchiha a detenerlos? Cierto, están muertos y el único con vida dentro del pueblo es completamente inestable. ¿Tal vez un experto en sellado? Cierto, no hay ninguno. ¿Quizás un usuario de liberación de madera? Cierto, no hay. ¿Acaso el pueblo tiene algo de eso actualmente? Ni siquiera podríamos enviar nuestro propio jinchūriki porque no sabe defenderse.

La mujer se quedó en silencio pensando en una respuesta y cuando se dio cuenta de lo que decía era cierto se quedó callada y me miró con molestia.

- Si, eso pensé. Y la arrogancia del pueblo no es lo único. Los shinobis han sido indulgentes en su entrenamiento y los clanes flojos en su seguridad. He estado en el pueblo durante el último mes y nunca nadie se dio cuenta. Ni los guardias en la puerta, ni los anbu que venían a veces a vigilarnos a mí y a mi acompañante, ni los propios shinobis que duermen en el complejo de departamentos que yo mismo compré hace poco tiempo.

- ¿Cómo es posible eso? – se molestó Danzo.

- Un henge – me encogí de hombros - He estado haciendo que mi acompañante espiara a los clanes durante todo este tiempo, mientras yo me hacía pasar por un hombre de negocios en el pueblo. He visto y oído cosas que un espía de otra nación podría utilizar para dañar a la aldea. ¿Cómo es posible que un civil sepa quién es el jinchūriki de la aldea? Y que lo civiles lo hablen tan abiertamente en las calles del pueblo. ¿Cómo es posible que shinobis borrachos hablen tan abiertamente de las misiones de alto rango que en las que han estado?

Mis palabras parecían disgustar al hokage, no porque le molestara que lo dijese, sino porque sabía que todo era verdad y peor aún, que todo estaba pasando bajo su liderazgo.

- Has mencionado a un acompañante, ¿podrías decirnos quién es?

- Claro.

Levanté mi mano izquierda y canalicé chakra en ella, como por arte de magia, un sello se reveló a la vista de los ancianos en la habitación. Canalicé chakra en el sello en una secuencia practicada durante años. En un abrir y cerrar de ojos, una niña de largo cabello rojo atado en dos coletas y ojos grises había aparecido en la habitación. La niña llevaba una camisa de color rojo, por encima una chaqueta color salmón, una malla de color rojo sostenida por un ancho cinturón negro y un par de sandalias shinobi negras.

- Esta es Uzumaki Kaori, la persona que me ha acompañado desde que dejé el coliseo.

- ¿Uzumaki? – preguntó Homura.

- Hideki, ¿por qué me hiciste venir? Estaba comiendo – se quejó la niña.

- Lo siento, estábamos hablando sobre la pereza de los clanes con respecto a su seguridad y preguntaron por ti.

- ¿Así que ella es quien ha estado espiando a los clanes de nuestra aldea? – preguntó Danzo.

- Je... vaya, esto es incómodo... - dijo Kaori, rascando su nuca, avergonzada de estar en este lugar.

- ¿Dijiste que ella es un Uzumaki? – volvió a preguntar Homura.

- Si, Uzumaki Kaori, un gusto en conocerlos – hizo una pequeña reverencia y se paró a mi lado.

- Se parece a Kushina... – murmuró el hokage, pero todos lo escuchamos.

- ¿Ha conocido a más Uzumakis? – preguntó Koharu.

- En Kiri hay bastantes – respondió Kaori.

- Eso es... preocupante... - murmuró Danzo.

Antes de que Kaori pudiese preguntar a que se refería el viejo halcón de guerra con "preocupante" el hokage decidió hablar.

- Es un gusto conocerte, Kaori-chan – exclamó el hokage con una sonrisa amable en su rostro.

- El gusto es todo mío, hokage-sama.

- Ahora, ¿podríamos volver al tema inicial? – propuso Danzo.

- Claro, Hideki-kun, dices que nuestro shinobi es arrogante, complaciente y perezoso, que no tenemos selladores, Uchihas ni el mokuton, ¿qué propones? – preguntó Sarutobi.

- Primero: que la aldea comience a ser más estricta a la hora de dejar entrar a las personas. No pueden simplemente dejar que alguien entre entregando unos papeles que puedes conseguir en cualquier parte. Luego que los shinobis se vuelvan más activos en cuanto a su entrenamiento. El pueblo tiene alrededor de 40 campos de entrenamiento de los cuales solo he visto a 15 en uso.

- También deberían indicarles a los clanes que se vuelvan más cautelosos con su vigilancia, fue increíblemente fácil infiltrarme en casi todos los clanes, podría haber matado con suma facilidad a los herederos y escapar sin muchos problemas. Los únicos clanes que fueron difíciles de espiar fueron los Hyuga y los Aburame, y solo los primeros estaban vigilando realmente – señaló Kaori.

- Creo que se debería mejorar el plan de estudios en la academia. Es simplemente estúpido creer que con solo 3 jutsus básicos como el henge, kawarimi y bunshin podrían sobrevivir en el mundo shinobi real, además, los niños en la academia solo piensan en jutsus llamativos y rescatar princesas, cosas que todos en esta habitación sabemos que son estupideces. No saben lo horrendo que es el mundo real, algo que yo fui obligado a ver a los 8 años.

- Y las futuras "kunoichis" solo piensan en hacer dieta, verse bien, y como enamorar al melancólico Uchiha - señaló Kaori

- Y no me hagan hablar de las pruebas luego de la academia. Es aberrante que, de 60 graduados, solo 11 consigan un equipo, y que la mayoría de los graduados sean miembros de clanes demuestra un claro favoritismo a la hora de graduarse en la academia. He leído informes que Kaori me trajo desde los archivos de la academia shinobi. ¿Cómo puede ser que una persona tan patética como Inuzuka Soketsu haya sido aceptado como shinobi y alguien con tanto talento para el taijutsu como Rock Lee haya tenido que ser tomado como aprendiz de un Jonin para que lo pusieran un equipo?

- Creo que tienes razón – suspiró el Sandaime – Hay muchas cosas que cambiar y creo que la paz nos ha vuelto complacientes.

- Esto se debe a tus estúpidos ideales Hiruzen. Si una niña de no más de 12 años puede entrar a los compuestos de clan y asesinar a los herederos sin problemas, ¿qué te hace creer que un asesino entrenado no podría hacer lo mismo con los lideres de clan? – se quejó Danzo.

- Si me permite, hokage-sama, creo que Danzo-san tiene razón. He escuchado a varios shinobis ebrios hablar sobre cosas que habían hecho durante sus misiones, o cosas que planeaban hacerle al jinchūriki, y siempre llegaban a la conclusión de que el amable anciano del hokage nunca les haría nada porque era demasiado bueno como para hacerles algo.

Mis palabras parecieron enojar al hokage y me miró con sus ojos endurecidos.

- ¿Quiénes fueron?

- Un chunin llamado Mizuki, que si mal no recuerdo trabaja en la academia, y otros 3 shinobis que no reconocí. Zumbido... si mi memoria no me falla, ahora mismo deberían estar buscando a Naruto-san para darle "su castigo anual", después de todo, hoy es su cumpleaños, ¿no?

Los ojos del anciano se abrieron por completo. Hubiese sido una vista graciosa si no estuviese soltando su instinto asesino en la habitación.

- ¿Y por qué no pensaste que debía decirme esto antes? – gruñó.

- Creí que lo sabría, después de todo, son sus shinobis, ¿no? – me encogí de hombros despreocupadamente.

El instinto asesino del anciano no me incomodaba, había sentido algo peor del Mizukage cuando soltó el chakra de su biju una vez en una pelea con Mei.

- ¡Anbu!

Antes de que alguien pudiese hacer o decir algo, 6 hombres uniformados habían aparecido arrodillados en frente del hokage.

- Vayan a ver a Naruto, encárguense de cualquiera que trate de dañarlo y luego traigan al niño aquí.

- Si, hokage-sama – corearon al unísono.

Los 6 anbu desaparecieron en un remolino de hojas. Una vez que ya no pude sentir sus chakras miré al Sandaime con una pequeña sonrisa que pareció incomodar al anciano.

- El anbu con mascara de camaleón era uno de los shinobis que hablaba con Mizuki – señalé.

- ¿Cómo sabes eso? – preguntó Homura.

- Soy un sensor, y nunca olvido una firma de chakra que ya sentí.

- ¡Maldita mar! – el hokage le dio un fuerte puñetazo a su mesa, provocando que esta se quebrara - ¡Kakashi!

Un anbu solitario con mascara de perro se presentó ante el hokage.

- Vigila al escuadrón que acabo de enviar y hazte cargo si vez que no siguen mis ordenes – ordenó Hiruzen.

- Si, hokage-sama.

Luego de que Kakashi se fuera el hokage se giró a verme.

- ¿Hay algo más que deba saber? – gruñó el anciano.

- Tu instinto asesino está ahogando a Kaori – dije, señalando a la chica a mi lado que luchaba por respirar.

El Sandaime solo dejó escapar un suspiro y reprimió su enojo, haciendo desaparecer su instinto asesino.

- Por favor, Hideki-kun, regresa a casa y vuelve mañana, me gustaría seguir hablando con ambos.

- Claro, hokage-sama.

Me incliné ante él y los ancianos. Luego puse mi mano sobre el hombro de Kaori e hice un shunshin en dirección a nuestro apartamento.

- ¿Qué piensan? – preguntó Hiruzen a sus compañeros.

- Ese niño sabe más de lo que dice – respondió Danzo.

- ¿Ustedes también creen que oculta algo? – preguntó Koharu.

Los otros 3 ancianos asintieron y miraron el lugar donde estuvieron los niños hace poco.