El resto del primer descanso pasó tranquilo, y, gracias a que la tal Akiho Shinomoto se juntaba con Sakura y sus amigos, le permitió sentir el poder que si bien no pertenecía a ella, le rodeaba sutilmente al grado de ser casi imperceptible. Eriol lo conectó al peluche de conejo que está poseía y parecía llevar a todos lados. Una vez con ello anotado mentalmente, se dispuso a regresar al salón junto a Shaoran; durante el camino ninguno decía nada, pero el silencio no parecía tener nada más que un aire misterioso.
Antes de llegar a sus asientos, Li aprovechó el hecho de que no había nadie dentro para cerrar la puerta del aula y recostarse en esta sorprendiendo a Eriol por la repentina acción.
- ¿Sucede algo, Shaoran? - preguntó confundido, el nombrado sólo sonrió levemente con calma - Sólo quiero saber que encontraste - la respuesta parecía tener un doble significado, significado que Hiiragizawa no logró notar.
Entonces el mayor le contó sobre la poca información que reunió en el recreo y las suposiciones que tenía sobre ambos: Akiho, Kaito y "Momo" (según recordaba que la señorita Shinomoto le había dicho que se llamaba el muñeco de conejo); si bien era algo escaso, podría ser de bastante utilidad.
- ¿Y crees que Kaito intente atacar a Sakura? - la voz del chino salió con un deje de preocupación y eso por alguna razón molestó a Eriol pero, ¿por qué?, él también estaba preocupado por ella, pero no comprendía las cosas que sentía con él chico al que, inconscientemente, se había acercado de manera física, emocional y literal puesto que para este punto ya se encontraba a unos siete centímetros de su rostro tomando las mejillas del contrario acariciandolas con suavidad en un intento de tranquilizarlo, cosa que logró sin mucho esfuerzo - Es probable que lo haga, no te mentiré... - sintió como se tensó -... Pero Kaito lo que quiere es otra cosa - a medida que hablaba la distancia se acortó al punto que ya rozaba narices. Justo cuando parecía que irían más lejos unos toques en la puerta los sacaron de su burbuja alejándose rápidamente y con un sonrojo visible en ambos.
Shaoran abrió la puerta y se disculpó con los alumnos que estaban afuera dejando que pasaran llendose a sentar a su silla sin mediar palabra con el de anteojos. Se sentía avergonzado, ¿lo hubiera besado de no haber sido interrumpidos? ¿Cómo lo vería a la cara ahora? ¿Por qué no se sentía culpable de casi engañar a su novia? Y por último, pero no menos importante, ¿por qué no le molestó la cercanía con él? La cabeza del pobre Li era un lío y su cara no podía estar más roja.
El resto de las clases las pasaron sin tener tanto contacto creando un ambiente por demás incómodo con una tensión palpable. Cuando estas terminaron todos salieron casi corriendo hacia la salida quedando de nuevo solamente Eriol y Shaoran en el silencioso salón. Hiiragizawa fue el primero en salir de los dos, más cuando se disponía a salir del salón una mano tomando la suya lo hizo voltear sorprendido hacia Li.
- Y-Yo... - dijo el castaño cabizbajo con las mejillas ligeramente sonrosadas, Eriol sólo veía atento a las expresiones del contrario, le parecían bastante tiernas por alguna razón; puso la mano libre sobre la de Shaoran acariciandola haciendolo temblar ligeramente y sonrojarse más - Tranquilo, olvidemos que eso pasó si te sientes bien con eso, ¿si? - sugirió y el trigueño asintió aunque en el fondo ninguno quería eso, en realidad, querían tener ese momento de nuevo y ver como terminaba sin interrupciones. Ante la silenciosa respuesta Eriol sonrió levantando el rostro del otro tomándolo por la barbilla y tocando sutil e involuntariamente sus labios.
- Deberíamos irnos, se está haciendo tarde - musitó Li desviando la mirada hacia una de las ventanas por donde entraba la luz naranja del sol - Tienes razón, en ese caso andando - dijo Eriol empezando a caminar llevándose a Shaoran consigo debido a que seguían tomados de las manos.
Shaoran lo notó y no dijo nada, se sentía bien, tranquilo. Por un momento, todos sus problemas desaparecieron gracias al toque cariñoso que él contrario le brindaba.