Llegaron a la casa de Shaoran al cabo de un rato dirigiéndose cada uno a su respectiva habitación para quitarse el uniforme y ponerse más cómodos. Eriol hizo otra nota mental mientras se cambiaba: necesitaba ir a comprar algo de ropa. Cuando terminaron se dispusieron a hacer la cena, cosa que terminó en algo parecido a una "pelea".
Te digo que yo soy quien debería hacer la cena: eres mi invitado y por lo tanto debo hacerla yo - se defendía Li empujando por enésima vez al peliazul - Relajate mientras yo la preparo - cuando estaba a punto de tocar algo, nuevamente fue empujado por Eriol casi arrastrandolo fuera del lugar.
Y yo te dije que yo haría la comida en agradecimiento de tu hospitalidad, así que si me permites, empezaré a cocinar - dijo antes de empujar a Shaoran a uno de los sillones de la sala de modo que quedara medianamente sentado. Sin embargo, apenas dándose media vuelta para dirigirse a la cocina, el trigueño lo jaló tomándolo del brazo quedando así con Eriol sobre él con una pierna rozando de manera sutil su entrepierna. Un gemido débil salió de los labios del más pequeño, el cual llegó a los oídos de Hiiragizawa deleitandole inconscientemente.
Se quedaron en silencio por varios minutos en la misma posición; ninguno parecía saber que hacer ante la incómoda y vergonzosa situación en la que se habían metido. La cara roja y los nervios presentes sólo volvían peor el ambiente.
Cuándo Eriol volvió en sí apartó las manos de Shaoran que tapaban el rostro de este, ambos estaban avergonzados. El mayor se quitó con sumo cuidado de encima dirigiéndose - sin siquiera voltear a ver a Li - hacia la cocina a preparar algo y así despejar su mente. Mientras, el contrario seguía en shock por lo de hace un momento, no podía entender que fue ese sonido que había salido de su boca y por ahora no quería pensar en eso. Así que sin más, salió de la casa rumbo al parque, no sabía cuánto tardaría Eriol con la comida y sólo esperaba que lograra olvidar lo que pasó en ese sillón.
Pasaron dos horas para cuando Hiiragizawa terminó la cena, y otra más para que este saliera con la misión de encontrar a su descendiente. No le sería difícil puesto que podía sentir su magia no muy lejos de ahí; para su mala suerte, se encontró con la pequeña Sakura hablando con la señorita Daidoji cuando estaba a tan sólo unas cuadras de llegar al parque del rey pingüino. No tenía intenciones de quedarse, pero lo que escuchó podía cambiar el curso de varias cosas.
Luego de escuchar lo que le pareció necesario, tomó otra ruta para llegar al parque y encontrarse con el chino. Pensando en lo que había dicho Kinomoto, no notó cuando llegó al parque.
Buscó con la mirada al de menor estatura encontrandolo en un árbol no muy alto, observando el atardecer. La brisa del viento alzaba los pétalos que iban danzantes frente a Shaoran, por un momento, Hiiragizawa sintió su corazón latir con fuerza y se sintió casi desfallecer cuando los ojos de Li se posaron en él. Por un instante, tan sólo un pequeño instante, las ganas de besarlo como casi lo hace en el salón estuvieron a nada de empujarlo a que esta vez enserio lo hiciera.
No hace falta decir que tuvo que utilizar bastante fuerza de voluntad para que eso no pasara. Cosa que sorprendió al inglés, ¿desde cuándo debía hacerlo? Ni siquiera con la profesora Mizuki había sentido la necesidad de contenerse a besarla, entonces, ¿por qué con Shaoran era distinto?
Prefirió no enfocarse en eso y, saliendo de su embobamiento, se dirigió a paso tranquilo hacia el árbol para ir a por Shaoran que parecía que iba a tirarse de la rama en la que se encontraba. Eriol estiró sus brazos de manera que Li entendiera que lo atraparia cosa que este captó y sin pensarlo dos veces se tiró hacia él sintiendo como los brazos de Hiiragizawa lo atrapaban.
G-gracias... - musitó una vez que el mayor lo dejó en el suelo - Oye Eriol... ¿Podemos olvidar lo que pasó allá dentro? - el mayor sólo soltó un suspiro, Li no pudo determinar si era de cansancio o desilusión - Claro, si eso te hace feliz, por mi no hay problema - le regaló una sonrisa el europeo a la que este correspondió sonriendole de vuelta - ¿Nos vamos? - preguntó dándole su mano indicándole qué la tomara. Li gustoso aceptó y empezaron a caminar en silencio a casa.
¿Sabes, Li? - el nombrado volteó a ver al contrario soltando un "¿qué cosa?" mientras entrelazaba sus dedos - Creo que la comida ya se enfrió - eso le sacó una sonrisa seguido de una pequeña risita que contagió al de lentes.
Sólo era cuestión de tiempo, tan sólo un poco más de tiempo y todo se aclararía.
