Touya se encontraba con yukito en su habitación estudiando sin realmente prestar atención a lo que decía el libro ni a lo que salía de la boca de su novio. Sólo lo observaba; hacía una semana había empezado a actuar misteriosamente y no le decía el porqué. Trató de sacarle algo a Yue pero lo único que le dijo fue:

- Tu nos guardas secretos a nosotros, ¿por qué no podemos hacerlo igual? - el enojo en su usualmente seria y tranquila voz era por demasía notorio, y el moreno no podía culparlo. Se sentía mal de no poder decirle de sus poderes que cada día regresaban en cantidades mayores, pero era un secreto que aún no revelaría aunque quisiera saber por qué.

- ¡Touya!- escuchó gritar al contrario sacándolo de sus pensamientos - ¿Pasa algo Yuki? - preguntó hacia el nombrado que tenía la preocupación plasmada en su rostro, el más bajo se levantó y fue hacia donde se encontraba su amigo y prosiguió a tocarle la cabeza con los dedos. Touya pudo ver los ojos de Yue suplantando los de Yuki. - ¿Qué estás haciendo? - preguntó con calma apartando los dedos de su frente y observando con confusión y un poco de gracia el rostro semi enojado del otro.

- Nada, ¿en qué piensas? - sus ojos volvieron a ser los suyos dándole una sonrisita inocente "de inocente no tienes nada" pensó riéndose internamente por ello. - Que los exámenes están muy cerca y no entiendo nada de lo que dice aquí - mintió señalando el libro que tenía en la mano.

Yukito sólo suspiró y negó divertido después de darle por unos segundos una mirada de desconfianza con esos ojos fríos del guardián de la Luna.

- Aún no sabés mentir, ¿verdad, Touya? - preguntó en medio de una sonrisa falsa Yukito sentándose de nuevo en su lugar, prefirió callar y retomar la lectura en silencio escuchando lejanamente lo que el contrario decía.

Un rato después, cuando se disponían a bajar para comer algo, por alguna razón Yuki se quedó quieto al pie de la escalera mirando hacia la nada con esos ojos cambiantes, fue sólo un instante pero, Touya estaba seguro de haber visto esa sonrisa, otra vez. Esa misma que había hecho hace unos días, esa que Yue ahora tenía cada que se transformaba y él la celaba. Porque no era por ni para él, lo sabía.

Prepararon la comida en relativa calma, Yuki le daba una sonrisa cada que alguna parte de su cuerpo tocaba al de Touya y el se la devolvía con dulzura, aún así, no podía dejar de pensar en las sonrisas que este hacía y que eran distintas a las que le daba; tampoco hacía de lado el extraño cambio mágico en la ciudad, se sentía igual a la de hace unos años pero a la vez más poderosa.

Tiempo después se encontraban en la sala viendo televisión, un programa en el que hablaban sobre la historia de Asia. Pará ese momento los ojos de su novio eran azul-plateado con pupila felina; Yue nunca lo admitiría pero le encantaba la historia puesto que estuvo tanto tiempo encerrado en un libro que no pudo vivir las cosas que ahí mostraban. Touya sólo sonreía mientras posaba su brazo alrededor de los hombros del contrario, sintió el respingo de este y le regaló una sonrisa sincera cuando esté le volvió a ver. Un ligero sonrojo casi imperceptible se posó en las mejillas del guardián que desvió la mirada fría hacia la televisión de nuevo recargando su cabeza en el hombro de Touya de "mala gana".

Tal vez el ángel no lo diría en voz alta jamás, pero le encantaba pasar tiempo con Touya.

Para cuando Sakura regresó a casa se encontró con ambos dormidos en el sillón, con la cabeza de Yukito en el pecho de Touya y los brazos de este alrededor del cuerpo del más bajo. Sonrió con ternura y apagó la televisión que había estado encendida por quién sabe cuánto tiempo; buscó una manta y se las puso encima, salió dejando a oscuras la sala. Si, aún le gustaba Yuki, pero se alegraba de que fuese su hermano su persona especial, porque sabía que lo quería mucho y haría cualquier cosa por él, ¡inclusive había dado sus poderes por él! ¿Existe acaso una forma mayor de demostrar amor que esa? Sakura pensaba que no.

La casa estaba en completo silencio cuando Touya despertó y sintió al guardián descansando sobre él, con delicadeza se acercó a su cabello y dejó a su nariz embriagarse con aquella fragancia que sabía era sólo suya, de un ser que no es ni de aquí ni de allá, un ser creado a partir de la más pura magia, con juicio honesto y gran corazón, aunque siempre se mostrase frío. Y Touya sabía que ese olor, ese cuerpo y esa sonrisa junto a esos bellos ojos le pertenecieron a alguien más, y que, tal vez, aún lo hacían. Odiaba ese sentimiento en el pecho, le dolía, pero debía aceptar la probabilidad de que el hermoso ángel sobre él aún estuviera enamorado de su antiguo maestro.

Soltó un suspiro dirigiendo su mirada hacia la luz de luna que iluminaba levemente la sala. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo: de nuevo, una cantidad de magia considerable entraba en él. Observó al contrario con una sonrisa dulce y le acarició con cuidado el cabello, nuevamente, suspiró.

- Algún día, mi lindo ángel, algún día - y tras decir estas palabras volvió a dormir con la mano en la cabeza de Yukito y su cabeza sobre la suya. Sólo debían aguardar un poco más, un poco y todo se sabría.


Perdón por la tardanza, mis clases no me dejan escribir ni actualizar :(