Inuyasha
Ambos caímos sobre la cama de espaldas, observándo el techo, mientras tratábamos de regular nuestras respiraciones.
- Sólo fueron dos meses. - sonrió, mirándome.
- Y no recuerdo porque dejamos de tener sexo, antes de separarnos...
Su sonrisa se borró, al mismo tiempo en que buscaba acurrucarse en mi pecho. Gustosamente, la recibí, cobijándola bajo mis brazos, aferrándome a ella sin más.
- Porque ya no soportábamos estar juntos, supongo.
El tono de su voz hizo que mi corazón se apretara. Tenía razón, habíamos llegado a un punto en el que no soportábamos estar cerca del otro y, creo que ambos nos estábamos desgastando demasiado, sobre todo cuando parecíamos dos desconocidos viviendo bajo un mismo techo.
Inicio del flashback.
Abrí mis ojos y los cerré nuevamente, apretándolos frente a la situación que sabía que tendría que afrontar, la misma de todas las mañanas. Me senté en la cama y miré por sobre mi hombro aquel espacio vacío, el mismo que se suponía que debía estar ocupado por ella.
- Maldición, ¿otra vez?
Suspiré, masajeando mis cienes, cansado de toda esta situación.
Es imposible que cada vez que discutamos, se vaya a dormir al sofá.
Abrí la puerta y me dirigí a la sala, tratando de hacer el menor ruido posible. Estaba preparado para encontrarme con su cara de enojo y, posteriormente, comenzar a discutir, sin embargo, la imagen que llegó a mis ojos, provocó que mi mirara se nublara y me sintiera el ser más miserable de la tierra.
Efectivamente, estaba acostada en el sofá, observando su dedo anular, observando el nombre de nuestro hijo.
- Buenos días, mi amor. - el tono de su voz terminó de desarmarme por completo. - Estamos a unos meses de tus dos añitos... mamá no te olvida, ¿sabes?
Di un paso hacia atrás, apoyándome en la pared, mientras las lágrimas caían sobre mis mejillas y su voz se oía un poco más tenue.
- Yo se que, aunque no pueda verte, estás aquí... por favor, dame fuerzas para vivir con tu ausencia.
El silencio reinó y supe que estaba llorando. Me contuve enormemente para no correr a abrazarla, después de todo, la conocía lo suficientemente bien como para saber que, al acercarme, su rechazo iba a ser instantáneo... así había sido durante el último año.
Me puse de pie, volví a suspirar e ingresé a la sala, notando que ella ya no estaba allí. Mire hacia la cocina y estaba colocando el café en el interior de su taza. Volteó y nuestras miradas se encontraron, sin embargo, el silencio continuo siendo el protagonista menos deseado.
Pasó a mi lado, ignorándome completamente, tal y como lo esperaba. No podía negar que su accionar me dolía, pero... continuaba justificándolo con el hecho de saber que su dolor era superior al mío, aunque eso no me garantizaba que podría seguir aguantando aquella situación por más tiempo.
Fin del flashback.
- ¿Cómo llegamos a eso, Inuyasha?
- No lo sé, pequeña.
- ¿Recuerdas... la manera en la que discutíamos?
Asentí, mientras a mi mente llegaba la disputa más grande que habíamos tenido, alrededor de unos tres meses atrás.
Inicio del flashback.
- ¡No puedo decirte nada porque todo te molesta! - grité, al ver como ella se ponía de pie y buscaba alejarse. - ¡¿Cómo se supone que nos comuniquemos?!
- ¡Tú me echas la culpa de todo! - se detuvo frente a la puerta de la cocina. - ¡Parece que eres el único que no comete errores!
- ¡Sólo te dije lo que me esta haciendo daño! ¡Tu maldita actitud no ayuda cuando estamos en esta situación!
- ¡Perdí un hijo, mierda! ¡¿Cómo carajo esperas que reaccione?!
- ¡PERDIMOS, MALDITA SEA! - grité con todas mis fuerzas, mientras me elevaba del sillón. - ¡Deja de actuar como si sólo hubieses sido tú!
- Si vuelves a gritarme de esa manera... te lanzaré con lo que tenga a mano. - su tono serio y su mirada fría me preocupó, casi como si me estuviese advirtiendo que, cualquier mal movimiento, haría que todo se fuese por la borda.
- Hazlo... tal vez así... nos liberemos de esta pesadilla.
- ¿Seguir juntos es una pesadilla? - cruzó sus brazos.
- ¿Cómo definirías esta situación?
- Eres libre de irte cuando lo desees, no pienso detenerte. - por alguna razón, la sequedad en el tono de su voz hizo que me inundaran las ganas de llorar.
- Gracias, no iba a pedirte permiso de todas formas. - tomé las llaves del auto y me dirigí a la puerta.
- ¡Bien! ¡Huye, como siempre! ¡Eres un maldito cobarde!
- Púdrete... - di un paso hacia afuera, no sin antes escuchar sus últimas palabras.
- ¡No pienses en regresar esta noche, no quiero verte aquí!
Cerré de un portazo y subí al auto, manejando sin rumbo fijo y con la única finalidad de calmar mis nervios, mientras me preguntaba el porque de todo esto... ¿Cómo era posible que el amor de mi vida y yo nos estuviéramos llevando de esa manera? Ninguna pareja era perfecta y lo sabía, sin embargo, ¿esto? esto era un limite, uno que, si no tomábamos una decisión, íbamos a cruzar y allí si, no habría retorno.
Fin del flashback.
- ¿Cómo fue este mes para ti? - pregunté, obligándome a arrancarme la amargura del pecho.
- Solitario. - murmuró. - Todos los días la misma rutina... pero... ya no había nadie con quién platicar. - nuestras miradas se encontraron. - Nadie que me hiciera sentir... que la vida no era tan mala.
- Kag...
- Sin contar... que ya nadie me abrazaba cuando la tristeza me invadía y la ansiedad se apoderaba de mi. - comencé a acariciar su cabello. - Pero... siempre pensé en ti, sobre todo en esos momentos.
- ¿De verdad?
- Si. - sonrió, acurrucándose más contra mi. - Siempre serás mi lugar seguro, aunque no estés a mi lado.
- No digas eso... porque ya no pienso apartarme de tu lado.
- ¿Qué hay de ti? ¿Cómo fue este mes?
- No deje de pensarte ni un solo momento.
- ¿Qué? - por alguna razón, mis palabras la sorprendieron.
- ¿Sorprendida? - sonreí.
- Bueno... tú fuiste el que tomó la decisión de irse...
- Eso no invalida el amor que siento, Kag... tampoco me fui porque ya no quisiera estar contigo, simplemente pensé que era la mejor manera de frenar las cosas a tiempo.
- ¿Pensabas en volver conmigo?
- ¿Qué? ¡Por supuesto! - apreté mi agarre sobre su cuerpo. - De hecho, de no ser por mi terapeuta, creo que no hubiese pasado ni una semana sin ti.
- ¿Estas yendo a terapia? - asentí. - Inuyasha...
- Sólo he tenido tres sesiones, pero han sido suficientes para aliviar un poco mi dolor y... bueno, tratar de comprender y sobrellevar mis emociones de la mejor manera posible.
- Me alegra mucho oír eso, amor.
Kagome.
Verdaderamente me sorprendió el escuchar que había comenzado las sesiones con la terapeuta, después de todo, era algo que siempre decía que debía hacer, pero siempre posponía.
- No quiero... no quiero volver a caer en el tema que generaba discusiones, pero...
- Lo se. - sonreí. - Yo debería de ir también.
- Es que... Kag, no se como explicarlo, sólo unas pocas sesiones y... no lo se, es como si algo hubiese cambiado dentro de mi, claro que no a todos les sucede lo mismo.
Y ese era mi mayor miedo, el hecho de volver a tener que enfrentar aquello que destruyó mi corazón, mi fe y mis ganas de vivir, frente a una persona completamente desconocida, sólo para sentir que todo fue en vano.
- Es espantoso, lo se, pero... tienes que recordar todo, desde otra perspectiva, para poder sanarlo o, al menos, poder lidiar con el dolor.
Todos los días me enfrento a aquellos recuerdos, sólo que decido llevarlo en mi interior, sin hablarlo con nadie, esperando que el dolor se desvanezca de a poco... aunque, ya pasaron dos años y se siente igual que aquel día.
Inicio del flashback.
Me desperté sintiéndome completamente normal y eso encendió una señal de alarma. Mi embarazado estaba marcado por las nauseas matutinas, los mareos ocasionales y el rechazo de mi olfato a ciertos olores o aromas, sin embargo, era el tercer día en el que me despertaba sin ninguno de aquellos síntomas.
Debo agendar una consulta de Leah, lo más rápido posible.
Pensé, mientras me ponía de pie y comenzaba a buscar mi uniforme de trabajo. Me detuve frente al espejo, sonriendo ante mi pequeño vientre, el cual ya se notaba bastante, después de todo, estaba ingresando en el cuarto mes, por lo que, en la siguiente ecografía por fin sabríamos el sexo de nuestro bebé.
- ¡Kag! El desayuno esta listo.
A veces me sorprendía la agudeza de su oído al poder percatarse de hasta el más mínimo sonido.
Me vestí y salí al pasillo, no sin antes detenerme en el baño.
- Ya voy, amor.
Me puse de pie y, antes de jalar la cadena, noté aquella mancha de sangre, la cuál provocó que mi sangre se helara.
- ¡Inuyasha! - grité, completamente atemorizada.
- ¿Qué pasa, amor? - en segundos estuvo a mi lado.
- Llévame al hospital de inmediato, por favor...
Pude notar el miedo en sus ojos al percatarse del rastro de sangre, por lo que rápidamente tomó las llaves y salimos sin pensarlo.
Fin del flashback.
Menee la cabeza, tratando de quitarme aquel recuerdo de la mente, de lo contrario, sabía que iba a colapsar en ese momento.
- Estabas pensando en eso, ¿verdad?
Maldita conexión que nos unía... la misma que hacia que supiéramos lo que le sucedía al otro antes de si quiera ponerlo en palabras.
- Yo... no quiero...
- Oye. - nuestras miradas se cruzaron, mientras él acariciaba mi mejilla. - No quiero que sientas la necesidad de no hablar de esto sólo por miedo.
- Es que... ya sabes, el simple hecho de nombrar lo que sucedió... hace que mi alma se sienta morir.
- Es por eso que tienes que enfrentarlo, Kag... será la única manera de que aprendas a sobrellevar tu dolor.
Me mantuve en silencio, reprimiendo el llanto que atravesaba mi garganta.
- Pero... - tomó mi mano, uniendo su dedo anular con el mío, al mismo tiempo en que sonreía. - Siempre seremos una familia... siempre seremos sus padres... - noté que su voz se quebró un poco. - Tú... su mamá y yo... el papá de Miyuki.
- Inuyasha. - rodee su torso con mis brazos, mientras escondía mi rostro en su cuello. - ¿Cómo crees que hubiera sido?
- Perfecto. - correspondió mi abrazo. - Siento que... pudo haber tenido tu rostro y... mis ojos.
- ¿Una combinación perfecta de los dos?
- Sin lugar a dudas. - ambos reímos. - También se... que hubieras sido una mamá muy cariñosa, protectora y... estricta.
- Y, seguramente, tú hubieses sido el padre permisivo, que me contradeciría en todo momento.
- Obviamente. - nuestras risas aumentaron. - ¿Esperabas otra cosa?
- Para nada. - se inclinó, besando mis labios suavemente.
- Quizás... algún día tengamos otra oportunidad.
- ¿Qué? - sus palabras me tomaron por sorpresa, después de todo, el hecho de volver a intentar tener otro hijo, jamás se me había cruzado por la mente.
- ¿No te gustaría? - volvió a tomar mi dedo anular. - Él siempre será nuestro primogénito... nuestro ángel en el cielo y la estrella más brillante, pero...
- No lo sé. - lo interrumpí. - ¿Y si vuelve a suceder lo mismo?
- También tengo ese miedo. - suspiró. - Pero... no podemos no volver a intentarlo, al menos que no sea tu deseo.
- Inuyasha. - sonreí. - No hay nada que desee más en este mundo, que tener un hijo contigo, aunque...
- Aún no estas lista, puedo comprenderlo.
- Gracias. - murmuré.
Nos besamos nuevamente y, antes de que pudiésemos notarlo, él ya se encontraba sobre mi, aumentando la intensidad de aquel acto.
- ¿Quieres...?
- ¿Pensaste que ibas a dormir esta noche? - sonrió, pasando su lengua por mi barbilla. - ¿Realmente creíste que iba a dejarte tranquila después de tanto tiempo?
- Sólo... si me penetras fuertemente. - murmuré contra su oído.
Inmediatamente solté un grito al sentir como se introducía en mi, sin miramientos.
- ¿Así? - su sonrisa traviesa me enternecía, al mismo tiempo en que me hacía desearlo más.
- Perfecto, mi amor...
Nuevamente nos sumergimos en aquella danza de placer, en la que nuestros intimidades se volvían una y nos sentíamos completos, tanto en cuerpo y alma.
Extra: Nueva sociedad
- Deberías estar en casa con tu esposa. - le reprochó, mientras el peliplata no apartaba la mirada de su ordenador. - ¿Era necesario hacerme venir a esta hora?
- No había otro momento. - respondió con la fría voz que lo caracterizaba. - Y lo de Rin no es asunto tuyo.
- ¡Está embazada, animal! - se quejó. - Diablos, definitivamente pensé que habías cambiado.
- ¿Vas a tomar asiento o prolongarás esta reunión?
Kagura se sentó frente a él, observándolo con aquella mirada desafiante, la misma que poseía desde que Rin le había confesado lo que estaba sucediendo en su matrimonio.
- Habla... las personas normales no trabajamos a las 9 de la noche.
- Gatenmaru va a volverse nuestro socio.
- ¡¿Qué?! - pronunció incrédula. - ¿Estas hablando enserio?
- La sociedad esta atravesando un momento económico bastante complejo y lo sabes, necesitamos más respaldo.
- ¿Acaso tienes idea de quien es él?
- He investigado lo suficiente como para fiarme de que no es una persona peligrosa.
- Sesshomaru. - suspiró. - Los últimos 9 años, tú y yo hemos llevado adelante la firma de abogados Taisho, y si, lo sé, los números no están bien, pero...
- Dos, de los tres casos más importantes del último año, los hemos perdido, Kagura, eso le quita fiabilidad a nuestra compañía, sin contar que el fantasma de Bankotsu y sus sociedades turbias, aún siguen interfiriendo hasta el día de hoy.
- Bueno... tu imagen decayó bastante, eso si lo admito.
- Gatenmaru se ha ganado el respeto de la asociación en esta ciudad, tenerlo de nuestro lado nos ayudará lo necesario.
- Pero... ¿sabes todo lo que implica el hacerlo parte de la sociedad? ¿Si sabes que tendrá el mismo poder que tú o que yo?
- Kagura... no se si podré pagarle el salario a Ana este mes.
- ¿Qué? - se sorprendió notablemente. - ¿De verdad?
- Si no me crees... - tomó aquella carpeta, que la contadora le había dejado esa mañana y la lanzó sobre el escritorio. - Puedes observarlo por tu cuenta.
- Te creo. - dejó los documentos a un lado. - Sólo... espero que estés haciendo lo correcto.
- Eso lo sabremos en un mes.
- En cuanto a Ana. - su mirada de fuego se encontró con la dorada de él. - Tengo unos ahorros guardados, complementaremos lo que falte de su sueldo con eso y reduciremos a media jornada su horario, al menos hasta que esto mejore.
- ¿Qué? - entrecerró sus ojos.
- La otra media jornada puede ser ocupada por Rin, ella muere de ganas de volver a trabajar.
- No es necesario involucrarla.
- No te estoy pidiendo tu opinión. - se puso de pie. - Te estoy avisando que ella volverá a trabajar conmigo, al menos de esa manera ya no se encontrará sola en aquella mansión.
- Kagura... - suspiró.
- Reacciona, Sesshomaru. - caminó hacia la puerta, deteniéndose y volteando a verlo. - No comentas el mismo error dos veces o... esta vez perderás mucho más que una relación.
Se perdió en la salida, mientras él cerraba los ojos, dándole la razón internamente.
Extra: Reencuentro inesperado
Horas antes del encuentro de Inuyasha y Kagome
El pequeño bar se encontraba bastante repleto de gente, al menos de muchos más de los que sabían frecuentarlo. Suspiró, tomando una bandeja y la llevó hacia una de las mesas.
- Muchas gracias. - sonrió la mujer, mientras tomaba sus cervezas.
- No hay de que. - le devolvió la sonrisa, mientras regresaba a la barra.
Sólo un par de horas más... sólo un par de horas.
- Oye. - volteó ante la voz de su compañero. - ¿Estas bien?
- Si... sólo, estoy un poco cansada.
- Se que el trabajo en este lugar no es el mejor, pero... peor es nada, ¿no?
- Eso supongo. - sonrió.
- Ánimo, Yura, ya te acostumbrarás.
- Genial. - susurró.
En ese momento, llevó su mirada hacia la entrada, al mismo tiempo en que sus ojos rosados se abrían ampliamente ante aquella imagen.
Inuyasha.
El peliplata ingresó acompañado de Miroku y, rápidamente, se sentó en una de las mesas cercanas a la entrada.
Su corazón latía a mil por hora y es que, a pesar de la cantidad de tiempo transcurrido, jamás había pensado en la posibilidad de volver a verlo, aunque eso no fue impedimento para que se acercara.
- Buenas noches, ¿en que puedo ayudarlos?
- Buenas... - se calló, sorprendiéndose notoriamente al encontrarse con la mirada de la joven. - ¿Yura?
- ¡Inuyasha! - sonrió, fingiendo sorpresa. - No te había reconocido... ¡Oh! lamento mis modales, Miroku, tampoco te había conocido.
- No te preocupes, Yura. - le devolvió la sonrisa.
- ¿Y Kagome? - preguntó, fijando su mirada en el joven.
- En... en casa. - aclaró su garganta.
- ¿Viven juntos?
- Llevamos 9 años juntos. - mintió, ya que, en ese momento, aún permanecían separados. - Sería extraño que no viviéramos en el mismo lugar.
- Claro...tienes toda la razón. - sonrió. - ¿Ya decidieron que van a beber?
- Sólo tráenos dos cervezas, ¿verdad, Inuyasha?
- Si, sólo eso.
- Enseguida regreso. - colocó la mano sobre su hombro. - Me alegra volver a saber de ti.
- Igualmente. - respondió, notablemente incómodo.
Volteó y comenzó a caminar en dirección de la barra, tratando de contener su corazón el cual aún seguía latiendo por aquel peliplata de ojos dorados.
