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Ingresó al hospital, marcó su tarjeta de entrada y, luego de dejar las cosas en su lugar de descanso, se dirigió hacía el área de Neonatología.
- Higurashi. - volteó ante la voz del hombre que la llamaba.
- Señor Kanreki, buenos días.
- Buenos días, señorita, por favor necesito hablar con usted un momento, acompañeme.
- ¿Qué sucede? - preguntó, mientras el hombre cerraba la puerta a sus espaldas.
- Eso mismo quiero preguntarle. - se aclaró la garganta. - Ayer, cuando la señorita Mayú vivió aquel desafortunado suceso, Denisse tuvo que venir en su lugar...
- Oh... bueno...
- Ya es la tercera vez, en lo que va del año, en que hace ese cambio repentino... creí haber sido claro a la hora de asignar sus posiciones y, sobre todo, ser conciso en lo que implica el cambiar de puesto, ya que esto debe ser informado...
- Con un mínimo de 24hs de anterioridad, lo se...
- ¿Entonces...?
- Señor, usted sabe lo que yo pase...
- Por supuesto, todos los sabemos. - la miró con compasión. - Pero... eso fue hace dos años... ya es momento de...
- No es tan fácil. - lo miró con firmeza. - Tal vez para ustedes, o quienes no pasaron por esto, se trate de un suceso desafortunado pero, para mi, es parte de mi vida, algo con lo que tengo que lidiar todos los días y... para Mayu también lo será, fue por eso que sugerí...
- Lo hicieron.
- ¿Qué?
- Ella vio y sostuvo a su bebé, tal y como te lo dijo.
- ¿De verdad? - una sonrisa de alivio se formó en sus labios. - Muchas gracias. - cerró sus ojos, tratando de no llorar. - Yo no pude verlo, pero...
- Su caso fue muy diferente, Higurashi.
¿Diferente?
Una mezcla de confusión e incertidumbre se apoderó de su pecho.
- Disculpe... ¿Cómo que diferente? Yo también ingresé por una pérdida...
Rápidamente, su supervisor cambió de tema.
- El punto es, que en este trabajo, tienes que acatar lo que te corresponda, independientemente de lo que haya ocurrido en tu vida personal. - suspiró. - Lamento informarte que, de ahora en adelante, no podrás hacer más cambios ni con Denisse ni con nadie, ¿de acuerdo?
- Esta bien.
- Y una cosa más... ¿has ido a terapia?
- No... lo lamento, señor, pero ya debo irme, mi calendario indica que, la mayor parte de mi horario laboral estará sujeto a Neonatología.
- Considéralo. - pudo notar la compasión en sus ojos.
- Gracias. - volteó, saliendo del lugar.
Caminó por el pasillo, ingresando al primer baño que encontró y, luego de colocar el seguro, se sentó en el suelo, mientras sus lágrimas comenzaban a recorrer sus mejillas.
Ellos no comprenden... y está bien que así sea pero... si sólo pudiese mostrarles un segundo todo lo que siento por dentro, tal vez no hablarían tan sueltamente.
- Yo... recuerdo todos los días lo que sucedió... revivo mi dolor en cada momento en que mi mente encuentra un espacio, ¿Por qué dijo que mi caso era diferente?
Y ahora deberé enfrentarme a aquello de lo que le he estado huyendo desde que perdí a mi bebé... ya no quiero ver más a una mujer sufrir lo mismo.
- Si sólo pudiese hacer algo. - escondió su rostro, dejando salir todo el llanto que la asfixiaba.
Perdió la noción por un instante, ahogandose en su propio dolor, hasta que recordó en donde estaba.
- Es verdad. - suspiró, limpiando sus ojos. - No puedo dejar que mis problemas afecten mi trabajo. - se puso de pie, mirándose en el espejo.
- ¿Qué me sucedió? Yo... no era así.
Su caso es diferente.
- ¿Por qué dijo eso? - aquella frase comenzó a rondar su mente. - ¿Qué quiso decir? Si Mayu y Yo... - cerró sus ojos.
Inicio del flashback.
- Quédate tranquila. - pronunció, manteniendo su mirada en el camino. - Todo estará bien.
No, no lo estará... esto no es normal, esto no debería ser así.
Pensó, cerrandos sus ojos.
- Me... me duele. - posó su mano sobre su vientre.
No debería ser así... no, se suponía que no iba a ser así...
Fin del flashback.
- No puedo seguir con esto. - apretó sus puños. - Tengo que continuar... tengo que... continuar.
Un último suspiro salió de sus labios, al mismo tiempo en que salía del baño, rumbo a la sala de internación. Sus manos temblaban ligeramente, sin embargo, sabía que era primordial el mantener la compostura, sobre todo para darle ánimos a la jovencita.
Llegó a la habitación, la cual mantenía la puerta cerrada y meditó unos instantes antes de ingresar. Juntó todo el coraje necesario y entró.
- ¿Mayu? - murmuró, notando que, salv por la joven, la habitación estaba completamente sola.
- Señorita Kagome. - volteó, encontrándose con los ojos de ella.
- ¿Cómo te encuentras? - caminó lentamente hacia su cama, a sabiendas de que aquella pregunta mantenía una obvia respuesta.
- Vacía.
La palabra exacta.
- Es como... como si la vida hubiese dejado de tener sentido.- sus ojos se cristalizaron en ese momento. - Y, no logro comprender nada de lo que pasó. - murmuró la última parte.
- Te comprendo. - se sentó a sus pies.
- Era perfecta, Kag. - una sonrisa se formó en sus labios.
- ¿Era una niña? - su triste sonrisa se unió a la suya.
- Parecía una muñeca... su piel tan suave, su aroma tan... dulce... tan de bebé. - una lágrima recorrió su mejilla. - Yo la vi parecida a mi, pero nunca lo sabré.
- Mayu...
- ¿Por qué pasan estas cosas, Kag? - su pregunta colocó que su pecho se apretara. - ¿Por qué no pudimos tener a nuestros hijos?
- Bueno... - tragó saliva. - Yo creo... que los tenemos, sólo que de una forma diferente.
- ¿Cómo?
- Mira. - extendió su mano, mostrándole su dedo anular. - Se que tal vez no tiene sentido pero, en mi caso, esta fue la forma de tenerlo siempre a mi lado.
- Miyuki. - murmuró, sonriendo.
- Yo no tengo la respuesta exacta para tu pregunta, Mayu. - suspiró, observando el nombre de su hijo. - No se porque nosotras fuimos las elegidas para pasar por esto, pero... no significa que no seamos mamás. - sus ojos se volvieron a encontrar. - Lo somos... somos mamás de unos pequeños que no estaban destinados a vivir en este plano, si no en uno diferente, uno en el que no podemos verlos, pero sabemos que están aquí...
La joven ya no podía contener las lágrimas, por lo que la morena se puso de pie, acercándose y la abrazó con fuerza.
- ¡Teniamos todo preparado! - el dolor se reflejaba en el tono de sus palabras. - ¡Esta... estabamos ansiosos con su llegada!
- Lo se, amor, lo se. - acariciaba su espalda, recordando todo lo que ella misma había pasado en aquellos momentos y la llave, que llevaba siempre en su pantalón, comenzaba a pesarle.
Inicio del flashback.
- Ven, déjame ayudarte. - pronunció, extendiendo su mano para que bajara del auto. - ¿Estas bien?
- Si. - le dedicó una fría sonrisa, mientras él cerraba el auto y ella se dirigía a la puerta.
Ingresaron a la casa en silencio, mientras ella observaba todo, como si fuese la primera vez que viera aquellos muebles, aquella decoración, aquel lugar.
- ¿Quieres tomar un té? - preguntó, dirigiéndose a la cocina.
- No... no es necesario. - se detuvo en el pasillo que conectaba a ambas habitaciones. - ¿Tienes la llave?
- Kag... - volteó, observándola con miedo. - Es demasiado pronto.
- Por favor, Inu... lo necesito.
- Pero...
- Por favor. - imploró, mientras su voz se entrecortaba.
- De acuerdo. - tragó saliva, acercándose a ella y tomando su mano.
- Inuyasha, no es necesario...
- No. - sonrió. - Estamos juntos, amor.
Caminaron por el angosto pasillo, hasta detenerse frente a aquella que tenía su nombre en letras color azul brillante, adornado con pequeñas flores del mismo color.
- ¿Estas segura? - la miró, mientras ella asentía.
Tomó la pequeña llave, introduciéndola en la cerradura y, luego de controlar el temblor de su mano, por fin la giró, abriéndola.
Kagome fue la primera en ingresar, deteniendose al medio, observando todo a su alrededor. Las paredes blanquesinas se mantenían relucientes y sabía que así sería por el resto de su vida, borrando completamente la ilusión de aquellas pequeñas manos formando dibujos indesifrables sobre ellas. Los pequeños muebles de madera, repletos de ropa que jamás sería usada y, frente a ella, una cuna blanca en donde alrededor de seis peluches descansaban en su interior, los únicos que llenarían aquel espacio vacío.
Llevó ambas manos a sus ojos, tapandolos mientras su cuerpo comenzaba a temblar. Rápidamente él la abrazó, mientras las piernas de ambos flaqueaban y terminaban arrodillados en el medio de la habitación.
- ¿Por qué? - preguntó, aguantando las ganas de gritar. - ¿Por qué se fue?
- No lo sé, amor. - trató de reprimir su llanto, sin embargo, no lo logró. - Nunca lo voy a entender...
Fin del flashback.
- Llora... llora todo lo que lo necesites, aquí estoy para ti... sólo déjalo salir. - murmuró, mientras Mayu se aferraba con mayor fuerza a su cuerpo.
Una vez que Goshinki finalizó su discurso de presentación, Yura comenzó a hablar, deshaciéndose en agradecimiento y expectativas, sin embargo, su mente no logró concentrarse en ninguna de sus palabras.
Esto no puede ser una coincidencia... es imposible, ¿Qué esta haciendo aquí? Si comienza a trabajar en este lugar estaré obligado a tener contacto con ella... y no es lo que deseo.
Regresó a la realidad en el momento en que el anciano les agradecía por su tiempo, le pedía a ella que regresara a su trabajo y se despedía de los presentes. Una vez que todos se retiraron, él permanecía de pie en el mismo lugar.
- ¿Sucede algo, Inuyasha? - preguntó el hombre.
- ¿He? No, no es nada, sólo... nada. - salió.
Se dirigió directo a la salida, en donde se encontraba el pequeño lugar en el que Yura estaría.
- Inuyasha. - sonrió al verlo cerrar la puerta detrás de si.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó sin rodeos.
- ¿Disculpa?
- Como pudiste notar, yo trabajo en este lugar, quiero preguntarte, ¿Qué estas haciendo aquí?
- Oh, ya veo por donde vas y la respuesta es no, no estoy aquí por ti, simplemente conseguí un trabajo.
- ¿En el mismo lugar que yo?
- Me acabo de enterar que trabajas aquí. - se encogió de hombros. - Escucha, Inuyasha. - suspiró. - Regrese hace un tiempo y sólo me dediqué a tratar de encontrar algo acorde a lo que quería y aquí estoy, ¿Qué culpa tengo de que también estés aquí? Además, no entiendo que puede incomodarte de mi presencia.
- Yura, ¿es necesario que te recuerde todo lo que nos hiciste y lo que pasamos por tu culpa?
- Jamás voy a negarte mis errores. - elevó un dedo. - Pero tampoco olvides que yo trate de proteger a Kagome en lo que pude, o de lo contrario ese bastardo...
- Lo se. - suspiró. - Lo se, Yura, se que lo hiciste y yo lamento lo que tuviste que vivir en sus manos, pero...
- No tienes idea, Inuyasha. - sonrió. - Realmente no tienes idea de todo lo que tuve que pasar para encontrarme en este lugar y te agradecería que no traigas el pasado de vuelta.
- Entonces dime la verdad, ¿Por qué estas aquí?
- ¡Porque conseguí un maldito trabajo y ya! - se quejó. - ¿Crees que podría vivir con lo que gano en el bar? - él no respondió. - ¿Lo ves?
- Yura, no quiero sonar insistente, pero todo esto es demasiado extraño...
- No te pido que confies en mi, ni siquiera que te acerques o me hables, pero, al menos dejame trabajar.
- ¡Oye, no hables asi! - se molestó. - Bien, elegiré creer en lo que dices, sólo no me traigas problemas.
- En este momento, el que me esta trayendo problema eres tú. - suspiró, volteando y regresando a su escritorio.
- Bien. - salió, cerrando la puerta a sus espaldas y decidido a regresar a su casa para comenzar con la planificación de la clase del dia siguiente.
No tenía idea de que un par de ojos lo observaban desde las sombras.
