Esa misma noche.
Luego de una tarde reconfortante con sus primas, en donde se pusieron al día de sus penas y alegrías y, de aquella larga ducha, en la que nuevamente se encontró luchando contra su cabeza, sin embargo, esta vez sentía que había salido airosa, ya que se encontraba mucho más animada que otras veces.
Suspiró, observándose en el espejo. Aquel vestido negro brilloso era muy similar al que Koga le había regalado diez años atrás, en aquella fiesta en la que su atracción por Inuyasha había sido innegable, la única pequeña diferencia se encontraba en su extensión, ya que este era peligrosamente corto.
Su cabello estaba elevado en una cola, perfectamente peinado y su maquillaje natural mantenía el toque angelical que siempre había poseído.
- Recuerden que el señor Sesshomaru estará pensando que es una fiesta organizada por uno de sus socios, asique traten de mantenerse en silencio hasta que ingresemos.
Las indicaciones de Rin le arrancaron una pequeña sonrisa.
- Siempre tan dulce y atenta a los detalles. - murmuró.
Ya estaba lista, sólo restaba esperar el mensaje de Inuyasha, quién debía recogerla. Caminó por la habitación, llevando su mente hacia lugares irrelevantes, hasta que recordó la pequeña llave.
- Lo lamento, mi amor. - susurró, tomándola entre sus manos. - Pero hoy no vendrás conmigo, podría morir si te pierdo.
Le dio un pequeño beso y la colocó dentro del pequeño alhajero en el que guardaba sus joyas. Quizás no era demasiado consiente de ello, pero había desarrollado un apego emocional a aquella llave, la cuál la conectaba con el lugar que consideraba sagrado.
Se sentó en la cama, enviándole un par de mensajes a su mejor amiga, quién también estaba invitada a la fiesta.
- Hola, San, por favor dime que estarás esta noche.
No tuvo que esperar demasiado por la respuesta, ya que su celular comenzó a sonar segundos después de haber enviado aquella frase.
- ¡Hola Kag! - pronunció, visiblemente emocionada.
- ¡Sango! - sonrió ampliamente al notarla arreglada. - No me digas que...
- ¡Siii! - dio unos pequeños saltitos. - Resulta que Miroku habló con Kohaku y él y Kanna cuidarán a las niñas esta noche, ¡asique te veré en la fiesta!
- Vaya, fue un lindo detalle, ¿no crees?
- ¡Si y estoy muy emocionada! No tienes idea de cuanto necesitaba un momento como este.
- Y será una noche increíble, después de todo, ese lugar es muy importante para muchos de nosotros.
- Si, lo es. - sonrió, recordando la primera charla con el joven en aquella lejana noche. - Te veré allí, ¿de acuerdo? tengo que darle un par de indicaciones a Kohaku primero.
- De acuerdo. - sonrió. - Sólo no te estreses.
- Lo intentaré. - rio, cortando la llamada.
La sonrisa prevaleció en los labios de la morena, quién estaba realmente feliz por ella, sin embargo, antes de que pudiese mantenerse en ese pensamiento, el timbre sonó.
¿He? Pero... Inuyasha aún no me ha escrito.
Dubitativamente se puso de pie, acercándose a la puerta. El sonido de sus tacones era lo único que se oía y, por alguna razón, su pecho comenzó a agitarse, al mismo tiempo en que una pequeña secuencia pasaba por su mente.
- Inuyasha, ¿eres tú? - preguntó luego de escuchar las pisadas acercarse mientras se encontraba terminando de arreglarse en su habitación.
En ese momento la puerta se abrió y el sonido de aquella voz la dejó paralizada.
- Hola, pequeña.
- ¿Qué fue eso? - se detuvo de repente, sintiendo su pecho apretarse ante aquel recuerdo.
Era la voz de Kirinmaru, no tengo dudas, pero... no se nada sobre su paradero desde lo de la tía Hikari, ¿Por qué pienso en él en este momento?
Un nuevo llamado a la puerta la regresó a la realidad y, a pesar de las dudas, posó su mano sobre la manilla, abriéndola lentamente.
- ¿Inuyasha?
- Buenas noches, hermosa. - sonrió.
- ¿Por qué no me avisaste?
- ¿He? - se sorprendió. - Lo siento, pero se me hizo tarde, no pensé que sería importante, ¿estas bien?
- Si, bueno, sólo... sólo me sorprendí porque no esperaba a nadie más que a ti.
Él sonrió, recorriendo su cuerpo completo con la mirada.
- Estas casi idéntica a aquella noche.
- Entonces lo recuerdas. - sonrió, calmándose.
- ¿Crees que podría olvidarla? - se acercó, colocando su rostro a escasos centímetros del de ella. Su cálido aliento rozaba sus labios.
- Creo... que tenemos unos minutos antes de llegar. - tomó su brazo, con la intención de llevarlo al interior de la casa, sin embargo, la detuvo.
- ¿Recuerdas que te dije que me vengaría?
- Bueno, de hecho, esa frase me trae muchos recuerdos. - rodeó su cuello con sus brazos, mientras él lo hacía con su cintura.
- Te tengo una sorpresa, pequeña. - susurró contra su oído.
- ¿Quieres darme un adelanto? - sonrió pícaramente.
La tomó por el mentón, besándola con fuerza, mientras ella tomaba su ya crecida entrepierna.
- Ese es tu adelanto. - sonrió, pasando su lengua por sus labios, llevándose consigo el lápiz labial que ella había dejado.
- Esperaré mi sorpresa con ansias.
Por un momento parecían aquellos jóvenes enamorados que, diez años atrás, habían decidido compartir el mismo camino.
Tomados de la mano caminaron hacía el auto, en donde subieron y, sin más, emprendieron su camino hacía la fiesta.
- No me escribiste hoy. - pronunció él, con sus ojos en el camino.
- Lo siento, pero estuve con Kikyo y Rin.
- ¿Todo esta bien?
- Si, por suerte.
- ¿Alguna nueva indicación sobre la fiesta de este viejo?
- ¿Viejo? - rio levemente. - Inuyasha, 40 años no son nada.
- Ya es un viejo.
- Te recuerdo que sólo estas a 6 años de llegar a su edad.
- Y él será más viejo que yo de igual manera.
- Agradezco que Sesshomaru no se encuentre aquí, de lo contrario...
- ¿Qué haría? ¿Golpearme con su bastón?
Aquella frase logró sacarle una genuina carcajada, una que llenó de calidez el pecho del peliplata mientras la observaba.
Hacía mucho que no escuchaba su dulce risa... ojalá pudiera lograr que saliera más seguido.
Pensó, llevando nuevamente sus orbes dorados a la carretera.
- No, de hecho, él piensa que estará camino a una fiesta de un socio.
- Keh, Sesshomaru es demasiado inteligente para caer en esa tontería, apuesto lo que quieras a que ya está enterado de todo y se hará el sorprendido sólo para contentar a Rin.
- Aún así, es un lindo gesto, sé que le encantará.
El pequeño viaje transcurrió entre pequeñas risas, miradas cómplices y charlas amenas, unas que hacía mucho tiempo no tenían. De alguna manera, aquel mes que habían permanecido sin contacto les había servido para darse cuenta lo mucho que adoraban estar en la compañía del otro, sobre todo cuando ambos estaban en la misma sintonía.
Llegaron a la puerta del Royal Place, observándo con detenimiento la entrada.
- Y pensar que hace 10 años te vi entrar del brazo del idiota de Koga.
- Oye, no le digas así, él fue de mucha ayuda con todo lo que sucedió en ese momento.
- Eso no lo hace menos idiota.
- Eres increíble. - sonrió, desviando su mirada mientras él se dirigía al estacionamiento. - Podría decirte que, hace 10 años, te vi llorar por tu ex.
- Bah, sólo fue un momento de imbecilidad.
- Claro, como digas.
- También recuerdo... - sonrió pícaramente. - Qué querías que te follará ahí mismo.
- ¡Oye! - lo miró, completamente sonrojada. - ¡Yo no...!
- Quizás esta noche le cumpla el sueño a la jovencita de 24 años que estuvo aquí esa noche. - guiñó su ojo.
- ¿Alguna vez te dije que eres un tonto? - abrió la puerta.
- Lo escuché más veces de lo que hubiese deseado.
Ambos descendieron, mientras él le ofrecía su brazo y ella lo tomaba. Ingresaron al salón, en donde una emocionada Rin fue a recibirlos.
- ¡Kag! ¡Inu! - se acercó, abrazándolos a ambos. - Muchas gracias por venir.
- Muchas gracias a ti por invitarnos. - sonrió la morena.
- Si que te esmeraste. - pronunció Inuyasha, observando el salón, el cuál estaba completamente decorado con colores blancos y dorados. - Seguramente que Sesshomaru estará contento.
- Oh, yo sólo indiqué lo que quería. - sonrió. - Me alegra mucho verlos juntos nuevamente.
- Nosotros también estamos felices de estar juntos, ¿no es así? - la miró y ella asintió. - ¿Cómo esta mi sobrino?
- ¿Sobrino? - sonrió, divertida.
- Estoy seguro que será un varón, Sesshomaru no podría con una niña.
- De hecho, Inuyasha... - colocó su mano sobre el vientre de su prima. - Creo que será una niña. - sonrió. - El tamaño de su vientre es mayor al que debería tener por el tiempo de su embarazo y posee una forma particular, una que coincide con la de una niña.
- Tu eres la experta. - elevó sus manos. - Ya quiero ver a ese idiota dominar su sangre yokai cuando su hija sea adolescente.
- Tranquilo. - rio Rin. - Ahí estaré yo para calmarlo. - guiñó su ojos.
- Vaya, pequeña. - rio su prima. - El embarazo te sentó de maravilla.
- Son las hormonas. - se encogió de hombros. - Con permiso, debo saludar a los demás invitados antes de ir en busca de mi esposo, disfruten y estén atentos a las indicaciones.
Ambos asintieron mientras la castaña se alejaba, dándole la bienvenida a los demás.
- Hay demasiada gente, ¿no crees? - cruzó sus brazos, observando a las decenas de personas charlando en pequeños grupos.
- ¿Te sientes bien?
- Bueno, digamos que demasiada gente me pone... nerviosa. - restregó sus manos sobre sus hombros.
- Tranquila. - la abrazó, depositando un pequeño beso en su cuero cabelludo. - Estoy contigo.
En ese momento, sus ojos se encontraron con los de su amiga, quién estaba corriendo en su dirección, mientras Miroku la seguía.
- ¡Sango! - corrió a su encuentro, abrazándola con fuerza.
- ¡Kag! - correspondió su gesto.
- Te ves hermosa. - se apartó, observándo su largo y brillante vestido rosa.
- Tú igual, amiga. - miró a su alrededor. - Tu vestido y este salón me trae muchos recuerdos.
- Es lo normal, querida Sango, después de todo, aquí hablamos por primera vez.
- Ni me lo recuerde.
- Vaya Miroku, ya era bueno que le dieras un respiro a esta mujer.
- Inuyasha. - pronunció entre dientes.
- No se preocupe, señorita Kagome, ya sabemos que Inuyasha puede ser un poco bruto con las palabras, sin embargo, tiene razón. - abrazó a la castaña. - Esta mujer merece mucho más que una noche de despeje, después de todo, ni las niñas ni yo seriamos nada sin ella.
- ¿Qué cosas dice? - se sonrojó, mientras sonreía.
- Era bueno que te dieras cuenta. - pasó el brazo por la cintura de su esposa.
- Dime, Inuyasha, esta fiesta no se alocará como la de aquella vez, ¿verdad? - preguntó Sango.
- Bueno, no lo creo, a excepción de que Rin se haya unido a la mafia sin decirnos.
- En tu familia ya nada me sorprende, coqueto. - todos rieron.
- ¿No creen que hay demasiada gente? - preguntó Kagome, volviendo a pasar la mirada por los presentes.
No puede ser...
Sus ojos se abrieron ampliamente ante la persona que se alzaba frente a su mirada a la distancia. Sin decir una palabra, se soltó del agarre de su pareja y caminó en su dirección.
- ¿Kag? - preguntó confundido, observándola alejarse.
¿Realmente es él?
- Oye... - colocó su mano en su hombro y sonrió al encontrarse con su mirada celeste. - ¡Koga!
- ¡Hola, hermosa! - le devolvió la sonrisa, envolviéndola en sus brazos. - ¿Cómo has estado?
- Ha pasado tanto tiempo. - cerró sus ojos, descansando su mejilla en su pecho. - ¿Dónde está Ayame? - miró por encima de su hombro, sin embargo, no logro verla.
Notó como la expresión de su rostro se modificó al escuchar su nombre. Se alejó levemente, mientras se aclaraba la garganta.
- Lamento no poder responder tu pregunta, Kag, pero hace años que no la veo.
- ¿Qué? - no pudo ocultar su sorpresa. - Oh, lo siento, no quise...
- No te preocupes. - sonrió. - No tenías forma de saberlo, supongo.
Antes de que ella pudiese pronunciar una nueva palabra, sintió como una cálida mano la tomaba y arrastraba hacia un costado, provocando que chocara contra el torso del peliplata.
Inuyasha.
- Vaya, con que sigues con este perrucho.
- Escúchame bien, sarnoso, mantén tus manos donde pueda verlas y si vuelves a tocarla...
- Inuyasha. - intervino. - No seas grosero.
- Tranquila, Kag, ya conozco sus modales.
- ¡¿Y quién te crees que eres para llamarla tan familiarmente?!
- Inuyasha, no hagas una escena. - pronunció Miroku. - Buenas noches, Koga, hacía mucho que no sabíamos de ti.
- Eso no me sorprende, me fui de esta ciudad unos meses después de que Bankotsu muriera.
- Yo... lo siento mucho. - dijo la morena. - Supongo que debió ser muy difícil para ti.
- No te preocupes, hermosa. - sonrió. - No diré que no fue duro, pero... de alguna manera, él eligió su destino.
- ¿Cómo la llamaste?
- La llamé hermosa, ¿tienes algún problema con eso, idiota?
- ¡¿Qué si lo tengo?!
- Oye, Koga. - Sango tomó la palabra. - ¿Cómo es que estas aquí? es decir, es el cumpleaños sorpresa de Sesshomaru... nosotros estamos aquí por Rin, pero...
- Me enteré que Naraku había regresado a la ciudad y fui a verlo por la tarde, Kikyo le preguntó a Rin si podía venir y ella aceptó.
- Keh, no me sorprende, ella es amable con cualquiera.
- Y, a decir verdad, me alegra mucho el haber venido sólo para molestarte.
- Con que te mantengas alejado de mi mujer me basta, apestoso.
- ¿Crees que voy a hacerte caso, inútil?
En ese momento, la voz de un hombre provocó que todos en el salón hicieran silencio.
- El señor Sesshomaru y su esposa están por ingresar, por favor, se les ruega seguir las indicaciones de la señora Taisho al pie de la letra.
Segundos después, Rin y el peliplata hicieron su entrada mientras todos los recibían con fuertes aplausos.
Extra: Unidas de nuevo
La jornada laboral se le hizo eterna, sin embargo, el deseo de que estuviesen las tres nuevamente en la misma mesa, le daba los ánimos necesarios para continuar.
- Estoy en camino.
Envió el mensaje al grupo de chat que conformaban las tres y salió del hospital. Tomó el tren y se dirigió al modesto café, el mismo que había sido testigo de todas sus reuniones antes de que Kikyo se mudara a otro país.
Al llegar, la morena se encontraba allí e, inmediatamente, se puso de pie, abrazándola con fuerza.
- Lamento la tardanza.
- Tranquila, no llegué hace mucho.
- ¿Hay espacio para una más?
Ambas se apartaron, encontrándose con la castaña, quién poseía aquella sonrisa angelical que la caracterizaba.
- ¡No puede ser! - la sonrisa de Kikyo iluminó el lugar, al mismo tiempo en que su mano se posaba sobre el vientre de la joven. - ¿Tan grande está mi sobrino? bueno, debería ser primo, pero para mi será sobrino.
- Es tu sobrino, querida. - sonrió, abrazándola. - Kag y tú son como hermanas para mi.
- Que lindo es tenerlas a las dos conmigo. -Kagome se les unió al abrazo.
Momentos después, se sentaron en la mesa, leyendo la carta para pedir su merienda.
- ¿Y Sango?
- La invité a venir pero no tenía quien cuidara de las niñas.
- Pero, podía traerlas, jamás nos molestarían.
- Eso fue lo que le dije, pero se negó de igual manera.
- Pues, tenemos que estar las cuatro juntas, como antes. - pronunció Kikyo.
- Y yo se como podemos hacerlo. - sonrió Rin. - Mi casa es lo suficientemente grande como para que hagamos una noche de chicas
- ¿Y Sesshomaru?
- Tiene el suficiente dinero como para pagarse un hotel. - todas rieron ante su comentario. - Ya, hablando enserio, mañana por la noche la invitaremos, ¿Qué dicen?
- Cuenta conmigo.
- Y conmigo.
- De acuerdo, esta hecho, tendremos nuestra noche de chicas con las gemelas incluidas.
- Puedes aprovechar y practicar un poco, ¿no crees? - Kikyo la miró cómplice.
- Pienso lo mismo. - suspiró. - A veces me da miedo pensar en el futuro.
- No tienes que perder tiempo con eso, simplemente vívelo, jamás tendrás forma de saber como ser mamá.
- Es verdad, nadie nace sabiendo.
El mesero se acercó y ellas realizaron sus pedidos.
- Bien, ya conozco la vida de Kag, es por eso que deseo escuchar sobre la tuya, Kikyo.
- ¡Oye! ¿Qué tratas de decir? - nuevamente rieron.
- Sólo dejemos que nuestra invitada hable, no creo que nos alcance la semana para ponernos al día.
- Hablando de eso... - intervino, aclarando la garganta. - Lamento decirles que tendrán que volver a soportarme. - sonrió. - Pedí el traslado al hospital de aquí.
Ambas se quedaron en silencio, con sus labios ligeramente abiertos, mientras intercambiaban una mirada.
- ¿De verdad? - Kagome fue la primera en pronunciarse, mientras ella asentía.
Acto seguido, ambas profesaron un pequeño grito de emoción mientras la morena se tapaba los oídos.
- ¡Es la mejor noticia que me han dado en meses! - gritó Rin.
- Kikyo, estamos tan felices. - extendió su mano, colocándola sobre la de ella. - Será muy bueno tenerlos nuevamente en la ciudad.
El semblante de la joven se ensombreció, al mismo tiempo en que su mirada se desviaba.
- ¿Qué sucede? - preguntó la castaña. - ¿Dijimos algo malo?
- No... no, no es eso, sólo que... Naraku aún no lo sabe.
- ¿Qué? - pronunciaron al unísono. - Kikyo... ¿de que hablas?
- Yo... ya no quiero vivir en aquel lugar, este último tiempo me he sentido demasiado sola.
- Te comprendo. - suspiró. - Me ha sucedido lo mismo.
- Pero Kag estaba aquí para ir a verte, Rin, pero yo...
- ¿Está todo bien con Naraku?
- Me temo que, esta vez, el problema soy yo.
- Tengo el presentimiento de que hay algo que no nos estas diciendo.
- Pienso lo mismo que Kag, Kikyo, puedes confiar en nosotras.
- Yo... - hizo una pequeña pausa. - Al parecer... no puedo tener hijos.
Ambas jóvenes taparon su boca con sus manos, mientras buscaban internamente las palabras exactas.
- Mi sangre dayokai parece ser el problema.
- ¿Qué? - instintivamente, Rin llevó las manos a su vientre. - ¿Cómo lo sabes?
- Tranquila. - sonrió. - Esto es culpa de la familia de mi padre, la sangre de Sesshomaru es diferente.
- Bueno, no puedo estar segura de eso...
- Tranquila. - la respaldó Kagome. - No habrá nada malo con la bebé.
- Oh, ¿es una niña?
- Aún no lo sabemos. - sonrió. - En unas semanas tendremos la siguiente ecografía.
- Pues, puedo asegurarte que lo es, ¿tú que piensas?
- Bueno, tú eres la experta en esa área. - rio. - Lo mío son más los documentos y la recepción, pero todo es posible.
- Se acordarán de mi en una semana.
Todas rieron, mientras el joven se acercaba con sus órdenes.
- Entonces, ¿Naraku y tu piensan en alternativas para tener hijos?
- Tampoco hemos hablado a profundidad sobre ese tema.
Inicio del flashback.
Regresaron a su departamento, mientras ambos dejaban sus abrigos y caminaban en silencio hacia la sala.
- ¿Quieres hablar? - preguntó el moreno.
- Mi sangre dayokai me impide concebir. - pronunció sin más, no obtuvo respuesta por parte de su compañero. - Puedo quedar embarazada, pero mi vida estaría en riesgo, al igual que la del bebé.
- Comprendo. - se sentó en la sala, observando hacia adelante.
Su expresión no reflejaba emociones, sin embargo, ella lo conocía lo suficiente como para darse cuenta lo mucho que sus palabras lo habían afectado.
- ¿Estas bien? - se sentó a su lado.
- La pregunta aquí es, ¿tú lo estas?
- ¿Importa si lo estoy? - recostó su cabeza sobre su hombro. - A fin de cuentas, eso no revertiría las cosas.
El silencio nuevamente invadió el ambiente, sin embargo, no se sentía tenso, ya que una parte de su relación se basaba en eso, el no necesitar de las palabras para disfrutar de la compañía del otro.
Fin del flashback.
- Supongo que se deben una charla bastante extensa.
- Así es Kag, sin embargo... no sé que sucederá cuando le diga que no regresaré con él.
- ¿Has pensado en separarte? - el silencio le dio la respuesta.
- Yo... lo lamento, chicas. - ambas la miraron con una expresión de confusión. - Lamento no haber podido estar en sus momentos más importantes.
Las dos jóvenes comprendieron de inmediato, por lo que los ojos de Rin se posaron sobre Kagome, mientras el cuerpo de esta se tensaba.
- No tienes que disculparte. - sonrió con tristeza. - Tenemos mucho tiempo para platicar sobre ese tema.
- Es verdad. - intervino la castaña, tratando de cortar la tensión del ambiente. - Hablemos de otra cosa, ¿si? - sonrió. - Díganme, ¿Qué piensan ponerse esta noche para la fiesta?
