Advertencia: este capítulo posee contenido que puede ser sensible para algunas personas.


A la mañana siguiente.

Abrió sus ojos ligeramente, estirando sus brazos mientras su castaña mirada se posaba en el techo. Una sonrisa emergió en sus ojos al recordar todo lo sucedido la noche anterior.

Entonces... él realmente deseaba casarse conmigo.

Sonrió, girando su cabeza y encontrándose con su espalda, la cuál subía y bajaba calmadamente. Sin dudarlo se acercó, besando su omoplato y apoyando su mejilla en el.

- Espero que volvamos a ser lo que éramos, Inuyasha. - murmuró.

Prometo dar lo mejor de mi para lograrlo.

Volteó, tomando su celular y respiró a sabiendas de que tenía mucho tiempo para recuperarse, después de todo, su turno vespertino comenzaría recién al mediodía. Se puso de pie y se dirigió a la cocina para preparar un desayudo para los dos.

El lugar se encontraba en completo silencio, lo suficiente como para que sus pensamientos parecieran retumbar por todo el solitario lugar, sin embargo...

¿He?

Giró repentinamente al escuchar aquel pequeño golpe proveniente del pasillo.

- ¿Inuyasha? - preguntó sin obtener respuesta. - ¿Eres tú? - caminó al pasillo. - Oye, si es una broma... - se detuvo ante el nuevo golpe.

¿Qué demonios es eso?

Inicio del flashback.

Los golpes retumbaban en la lejanía, casi como si estuviese a mil kilómetros de distancia. Sus lágrimas recorrían sus mejillas al mismo tiempo en que sus brazos trataban de protegerla.

- ¿Por qué...? - murmuró.

- Tú yo tenemos una deuda pendiente, bonita. - su mano se acercaba en cámara lenta, anticipando lo que se avecinaba.

Fin del flashback.

- ¿Qué fue...? - llevó su mano a su cara, limpiando las lágrimas que, sin notar, habían comenzado a brotar.

Eso... ¿Por qué mi mente...?

- ¿Kagome? - giró su cabeza en dirección de la habitación y se encontró con Inuyasha, quien se acercaba lentamente. - ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?

- Inuyasha. - murmuró. - ¿Hace cuanto estas despierto?

- Acabo de levantarme, pero oye, ¿Qué pasa? - se acercó, tomando sus hombros. - ¿Estas bien?

No entiendo nada.

- Si... si, de hecho... debí... debí soñarlo.

- ¿Soñarlo? ¿Qué cosa?

- Nada. - meneó la cabeza. - No te preocupes.

- Kag, te encuentro llorando frente al pasillo, me dices eso ¿y pretendes que no me preocupe?

- Inu. - sonrió, abrazándolo con fuerza. - Por favor, abrázame.

- Kag... - la abrazó, tratando de comprender o adivinar, lo que le podía haber ocurrido. - ¿Puedo pedirte un favor?

- Dime. - respondió, con el rostro apoyado en su pecho.

- ¿Me dirías lo que soñaste?

Se alejaron y miraron a los ojos, mientras él limpiaba las lágrimas que habían quedado en sus mejillas.

- Yo... no estoy segura, pero... estaba en nuestra habitación... creo. - hizo una pausa. - Y... escuché la voz de Kirinmaru. - susurró la última frase.

Tú y yo tenemos una deuda pendiente, bonita.

- Y... su mano...

- Entiendo. - volvió a abrazarla para que ella no notara la sorpresa en su rostro.

¿Cómo es posible? ¿De verdad...?

Pensó, tratando de calmar el repiqueteo intenso que su corazón estaba realizando.

- Kag, ¿viste algo en ese sueño?

- Una mano. - respondió sin titubear. - Y estoy segura de que era su mano.

¡Maldición! ¿Será que verdaderamente está recordando lo que sucedió ese día?

- No te preocupes. - se alejó, sonriendo y llevando la mano a su mejilla. - Quizás sólo fue una pesadilla, Inu.

No, definitivamente no lo fue.

- Si, lo se. - se dejó acariciar por ella. - ¿Quieres que te prepare el desayuno?

- De hecho... yo lo estaba haciendo antes de...

- ¿Antes de...? ¿No estabas durmiendo cuando tuviste esa pesadilla?

- No. - suspiró, resignada. - Escuché un golpe que venía del pasillo y pensé que eras tú y bueno...

No... no puede ser... ella no puede... ella no debe...

- Tranquila. - sonrió, tratando de tranquilizarse él mismo. - Hoy, seré yo quien te agasaje a ti.

- Oh, eso se oye bien. - notaba el esfuerzo que estaba haciendo para mostrarle su mejor cara, aún sabiendo de que, con toda probabilidad, mil emociones la atravesaban en ese momento.

- Ven. - tomó su mano y la llevó nuevamente a la cocina, en donde mientras ella se sentaba, él comenzaba a cocinar. - ¿Huevos con bacon?

- ¿Quieres probar algo distinto? - sonrió, apoyando su mentón en la palma de su mano.

- Quiero algo no saludable. - sonrió, mirándola por sobre su hombro.

Volvió sus ojos a la estufa, prendiéndola y, aunque ella estaba agradecida de saber que él se encontraba allí para calmarla, la realidad era que él estaba completamente nervioso y confundido.

Inicio del flashback.

- ¡¿Qué demonios me hicieron?! - gritó, mientras se mantenía atrapado por aquellos hombres.

Sus ojos rojos se nublaban de momentos y, aunque su forma yokai había tomado el control, su cuerpo no estaba respondiendo a sus órdenes, casi como si lo hubiesen sedado.

¡Inuyasha!

Los gritos agónicos de ella se escuchaban a la distancia, amenazando con arrancar su corazón de su pecho.

- ¡¿Qué mierda le están haciendo a Kagome?! - rugió, tratando de liberarse.

Un golpe de puño provocó que su cabeza se sacudiera, tanto exterior como interiormente. Sus oídos dejaron de escuchar por unos segundos, casi como si hubiesen sido tapados y la el sabor de la sangre llenó su boca.

- ¡No...! ¡Por favor!

¡KAGOME!

En ese momento, la puerta se abrió y otras personas ingresaron a la casa.

Fin del flashback.

- ¡Inuyasha! - dio un respingo al regresar a la realidad.

- ¿Qué? - volteó.

- ¿Estas bien? - se acercó, observándolo con cara de preocupación. - Te quedaste con el sarten en la mano. - rio levemente, tomando el utensilio.

- Eh... si, supongo que me sucedió lo mismo que a ti. - sonrió.

- ¿Soñaste despierto? - comenzó a prepara el desayuno.

- Si, pero contigo. - se posicionó detrás de ella, abrazándola y besando su hombro.

- Amor, me haces cosquillas. - volteó y rodeó su cuello con ambos brazos, besándolo suavemente. - ¿Qué piensas hacer hoy?

- Nada. - se encogió de hombros. - Sólo... disfrutaré mi sábado.

- Oh, que suerte tiene, señor Taisho. - regresó sus ojos a la estufa. - Yo tengo guardia hasta la noche.

- Pobrecita de ti. - volvió a abrazarla, observando la manera en la que cocinaba.

- Esta noche sorprenderemos a Sango con una pijamada. - sonrió. - Supongo que una reunión es lo que todas necesitamos.

- Vaya, tengo el presentimiento de que variamos tendremos alergia esta noche.

- Dalo por hecho.

- ¡Oye! - sus dedos comenzaron a juguetear con el contorno de su cintura, provocando que ella riera sin parar. - Soy un buen futuro esposo, no merezco críticas.

- ¡Yaaaa! - lo empujó levemente, tomando sus manos. - No tienes idea de cuanto te agradezco el que estés aquí, conmigo.

- Kag... - acarició su mejilla. - No me agradezcas por eso. - besó su frente. - ¿Puedo preguntarte algo? - ella asintió. - ¿Puedo quedarme aquí hoy?

- ¿De verdad? - su sorpresa era indisimulable.

- Si. - miró a su alrededor. - Necesito estar aquí...

- Quédate todo lo que sea necesario.

Si es posible, para siempre.

Regresó sobre sus pasos para terminar de preparar su comida.

Horas más tarde.

El silencio habitaba la casa y, en cierto punto se sentía ensordecedor y pesado.

¿Esto fue lo que ella sintió durante este mes?

Pensó, colocando la mano sobre el marco de la puerta de su habitación.

- Cualquier mínimo sonido que haga se siente como si se desplazara por toda la casa.

¿Cómo puede ser posible que jamás lo haya notado en estos años?

- Quizás porque nunca se había sentido tan vacío como este último tiempo. - murmuró. - O... porque esperábamos que pasara todo lo contrario.

Sus ojos se fijaron en la cama matrimonial y una leve sonrisa se formó al mismo tiempo en que recordaba la primera noche que pasaron en aquella habitación.

Inicio del flashback.

- ¿Estas segura de que quieres que pasemos la noche aquí? Podemos regresar a lo de mis padres hasta que...

- Shhh. - lo tomó de la mano, ingresando en aquel vacío y acogedor lugar. - Esta es nuestra casa, Inuyasha. - lo miro, sonriendo.

- Pero ni siquiera tenemos una cama.

- ¿No quieres compartir el suelo conmigo? - hizo un puchero.

- Contigo me voy hasta el fin del mundo, pequeña. - sonrió, besándola. - Pero, ¿no pensaste en como nos dolerá la espalda por la mañana?

- ¿Y quien...? - comenzó a acariciar su pecho. - ¿Habló de dormir?

Arqueó sus cejas, sorprendiéndose levemente mientras sonreía.

- Asique este era tu plan desde el inicio. - rodeó su cintura con ambas manos.

- Si quieres aún podemos desistir de la idea...

La tomó en sus brazos, elevándola mientras ella envolvía sus piernas alrededor de su cintura y comenzaban a caminar en dirección de la habitación.

- ¿Qué haces? - sonrió, con su nariz apoyada sobre la de él.

- Vamos a nuestra habitación. - le dio un pequeño beso.

Con un leve empujón de su pie, abrió la puerta y ella prendió la luz. Ambos miraron aquel pequeño lugar, el cual no poseía ningún mueble aún.

- ¿Cómo lo imaginas? - murmuró él, apoyando su rostro en su cuello.

- Bueno... ¿hablas de la decoración?

- De lo que sea... - continuó dejando pequeños besos sobre su piel.

- La imagino... con una gran cama en el medio. - sonrió, sintiendo sus caricias. - Con el armario de nuestra ropa...

- Hmhm...

- La imagino... - cerró sus ojos, dejándose llevar por aquella sensación que comenzaba a envolverla. - Inuyasha... - susurró.

- ¿Si?

- Si sigues de esa manera... - un nuevo suspiro abandonó sus labios. - No podré...

- Shhh. - escaló a sus labios, besándolos con suavidad.

Ambos cayeron al suelo, despojándose de las prendas que separaban su piel y, finalmente ser uno los dos.

Fin del flashback.

- Hm. - sonrió.

Recuerdo el brillo en sus ojos cuando comenzamos a mudarnos a este lugar.

- Te veías tan feliz, Kag.

Sus orbes dorados viajaron directamente al cuarto que se encontraba a unos cuantos pasos y aquella curvatura se llenó de nostalgia.

Inicio del flashback.

- ¿Y que haremos con este cuarto extra? - preguntó, quitándose el sudor de la frente.

- Mmm, no lo sé. - dejó las cajas en el pasillo y se acercó, mirando al interior de la habitación. - Es bastante grande.

- Podría servir como una especie de depósito. - ingresó, colocando sus manos en sus jarra.

- Bueno. - lo siguió. - Tal vez por un tiempo.

- ¿Por un tiempo? - la miró.

- Quizás, algún día... podría ser el cuarto de alguien más. - tomó su mano.

- Ni lo dudes, pequeña. - sonrió, abrazándola. - Y... ahora que lo pienso, podríamos dejarlo así.

- ¿Vacío?

- Bueno, tal vez no haya un bebé ahora pero... - arqueó sus cejas. - Podemos tratar de traerlo pronto.

- No hay nada que desee más que practicar, mi amor. - se puso de puntillas, besándolo.

- Y pueden hacerlo cuando no haya nadie más aquí.

Ambos voltearon ante la voz de Sesshomaru.

- ¿No te enseñaron a no escuchar conversaciones ajenas?

- Me enseñaron que eres un debilucho que no puede ni con un simple mueble.

- Keh... mira quien habla.

Fin del flashback.

- Eran buenos tiempos... ¿Por qué? - llevó sus ojos al techo, quizás con la intención de traspasarlos hasta el cielo y encontrarse con el causante de todo.

¿Por qué tuvo que pasar todo esto?

Una lágrima rebelde abandonó su mirada, sin embargo fue limpiada antes de que atravesara toda la extensión de su mejilla.

- Quizás... quizás no haya un porque después de todo. - regresó sobre sus pasos, deteniéndose en la cocina.

Elevó su mano, observando el pequeño tatuaje en su dedo y, de una manera extraña, se sintió reconfortado. Porque si... en el fondo sabía que, aunque no pareciera, no se encontraba sólo en la casa. Besó el nombre de su hijo y se dispuso a tomarse un té antes de regresar a la casa de sus padres y pasar el resto de la tarde en su compañía.

Extra: Fantasmas de carne y hueso.

La lluvia reflejaba un tenue y cristalino brillo en sus ojos verdes, los cuales estaban fijos en alguna parte del cielo. Su semblante se mantenía sombrío como de costumbre al mismo tiempo en que sus pies repiqueteaban sobre el marmól de aquel lejano país.

Su mente navegaba por un mar de nubosos recuerdos y siempre regresaba al mismo lugar: su hermano.

- Hm. - sonrió, cerrando su mirada. - Que hombre tan estúpido.

Yo le advertí que esa mujer iba a arruinarle la vida.

Inicio del flashback.

La noche se encontraba bastante cargada de tensión y era sólo por el simple hecho de que ambos se encontraban en la misma sala. La última vez que se habían visto fue en aquella ocasión en la que Magatsuhi había renunciado al liderazgo de la mafia, cediéndosela a él.

- ¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres? - preguntó el peliplateado. - No me honras con tu presencia muy seguido que digamos.

- Sólo vengo cuando lo siento necesario. - sonrió, colocando ambos codos sobre la mesa y uniendo las palmas de sus manos. - Y creo que lo más justo es advertirte.

- Sin rodeos, hermano.

- Esa mujer... no te conviene.

El semblante de Magatsuhi cambió instantáneamente al percatarse de quien estaba hablando.

- Mis asuntos... no son los tuyos. - respondió en el mismo tono.

- Te estoy hablando enserio, hermano... esa mujer será tu ruina.

- ¿Alguna vez te dije como vivir tu vida?

- Hm. - sonrió. - Jamás me atrevería a decirte lo que tienes que hacer y, supongo que se debe al pequeño gramo de lealtad que le tengo a mi familia, que vine hasta aquí para decírtelo en persona, pero si decides ignorar lo que te digo...

- ¿Tú que vas a saber lo que es amar a una persona?

- ¿Amar? - su risa resonó en medio del silencio, provocando que los puños de su hermano se apretaran. - ¿Acaso te has vuelto una persona corriente, Magatsuhi? Amor... por favor.

- Te guste o no, Hikari será mi esposa.

- De acuerdo. - se encogió de hombros. - Será tu condena, no la mía.

Fin del flashback

- Si ese idiota me hubiese hecho caso, tal vez hoy estaría vivo. - se puso de pie, caminando hacia la ventana. - Pero... con esa bastarda de heredera, llevando la asquerosa sangre de esa mujer mezclada con la nuestra, era obvio que no sobreviviría.

Esa niña es una bestia... una bestia que tengo que aniquilar.

En ese momento, Kyokotsu hizo su entrada.

- Todo esta listo jefe, mañana podremos viajar.

- De acuerdo. - sonrió ligeramente. - Dime, Kyokotsu... ¿crees que en Japón esté igual de frio?.