PARTE 19 Un Amor completamente Tierno
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Suletta sentía atragantarse con su propia saliva por culpa del suave tacto contra sus dedos. El riesgo de hacer un sólo ruido que las descubriera ante las demás hacía de esa experiencia más emocionante, tan excitante que Suletta se sentía temblar a sí misma por sensaciones que no conocía pero que tampoco la asustaban. Sus manos, hábiles y gentiles, recorrieron el modesto pecho de Miorine hasta cubrirlo por completo con sus manos.
¡Miorine tenía el tamaño perfecto! Podía cubrir sus lindos pechos sólo con sus manos y podía sentirla perfectamente bien contra sus palmas.
Por su lado, Miorine tuvo que taparse la boca a sí misma para no dejar escapar sonido alguno, pero lo que no podía evitar era que su respiración saliera de manera pesada por su nariz. Por alguna razón, sentía como si su respiración hiciera eco en el enorme cuarto. Su alborotado corazón quería seguir sintiendo las manos de Suletta mimando sus pechos, también sentía cómo se pegaba más a su cadera de manera insistente.
Los movimientos comenzaron a provocar algunos sonidos en el colchón y ambas se quedaron perfectamente quietas al percatarlo.
Miorine se horrorizó de graciosa manera al darse cuenta que ambas estaban en plena fase hormonal. Muy normal en personas de su edad. Y lo peor era que, al menos Miorine, no podía pelear del todo contra ese instinto, sus fuertes sentimientos por su Prometida no eran de ayuda. Y por como Suletta estaba sujeta de ella, era obvio que se dejaba llevar por los impulsos de su cuerpo y de su corazón.
Pero ese sitio no era el mejor y ambas ya habían calentado motores. ¿Qué podrían hacer al respecto entonces? Seguían perfectamente quietas, Suletta ni siquiera había retirado las manos de los pechos de Miorine y no se atrevía a mover sus dedos, nada que pudiera hacerlas suspirar.
Miorine alcanzó su Agenda escolar, estaba cerca de la cabecera de la cama, y rápidamente escribió algo en el mensajero, pero no lo mandó, sólo quería que Suletta leyera el mensaje.
[Pervertida. Manos quietas o vayamos a otro lado. No quiero que nos descubran.]
Suletta sintió su rostro arder. Ni siquiera lo pensó. Soltó a Miorine y se sentó, tuvo que calmar su propia respiración mientras era la primera en bajar de la cama tan silenciosamente como le fue posible. El resto de las chicas estaban dormidas, o si no lo estaban, al menos no tenían sus Agendas en las manos y procuraban descansar.
Miorine, aún en la cama, se tomó su tiempo para recuperar el aire y el control de su cuerpo. Sentía las mejillas al rojo vivo, su piel estaba muy sensible y extrañaba tener las manos de Suletta encima.
Ninguna de las dos pensaba retroceder ahora que habían dado ese salto de confianza juntas.
Apenas Suletta salió del dormitorio femenino camino a los Hangares, Miorine fue detrás de ella procurando el mismo silencio y discreción.
Ambas se dirigieron al sitio más seguro que conocían: la cabina de Calibarn.
El sistema de Calibarn se activó al momento que Suletta entró, pero ésta se puso roja y comenzó a negar graciosamente con brazos y cabeza.
"Por favor, ponte en hibernación", pidió una apresurada piloto.
Antes de que Calibarn pudiera preguntar el por qué, una de sus cámaras exteriores detectó a Miorine acercándose. Y bastó un análisis espectral rápido a su joven piloto para que el Calibarn supiera lo que estaba pasando: Suletta Samaya tenía las hormonas en un nivel elevado, algo propio en alguien de su edad y en sus circunstancias. De tener la capacidad física de suspirar, el Gundam lo hubiera hecho.
[De acuerdo, me voy a apagar.]
"¡Muchas gracias, Calibarn!"
[Limpia antes de irte.]
"¡Hey!"
[Y presiona el interruptor de emergencia cuando terminen para volver a activarme.]
"¡Calibarn, eres malo!"
Pero el Gundam no dijo más, simplemente se desactivó y entró en estado de Hibernación. No podría monitorear lo que pasara dentro de la cabina y tampoco tenía interés en hacerlo.
Miorine subió por el andamio hasta llegar con Suletta y lo primero que hizo fue jalar sus mejillas. Procuraba no ser brusca, sólo quería remarcar sus siguientes palabras.
"Pervertida", murmuró la princesa de la escuela. Tuvo que hablar bajo al notar el eco que hacía su voz en el amplio Hangar.
"Duele, duele", se quejó Suletta igualmente en baja voz, notó lo mismo que Miorine. No hacía nada por detenerla.
"Y se te ocurre hacer todo eso cuando estamos en medio de un dormitorio silencioso lleno de personas", seguía reclamando la princesa.
"Pero… Pero…"
"Pudieron habernos escuchado", el regaño no paraba.
"No nos escucharon", se defendió Suletta.
"Tonta", murmuró Miorine y finalmente la sujetó por las mejillas con más suavidad para poder besarla, pero el beso era duro, profundo y rozando la desesperación. Se levantaba en la punta de sus pies todo lo posible y hacía que Suletta se agachara casi a la fuerza.
La piloto no era quien para obligar a su Prometida a pasar por tanto trabajo, así que la levantó sujetándola por la cadera y la cintura y entraron a la cabina de Calibarn.
Suletta cayó de manera pesada en el asiento del piloto y la cabina se selló. Miorine supo acomodarse sobre las piernas de su Prometida mientras la besaba con creciente entusiasmo. El saberse a salvo y en privado fue suficiente para que ambas se entregaran a ese beso que querían darse desde la cama de Suletta, un beso que podía ser todo lo ruidoso que quisiera.
El húmedo sonido de sus bocas y de sus lenguas chocando sonaba dentro de la cabina. Suletta sujetaba a Miorine por la cintura y la espalda, y Miorine abrazaba a Suletta por el cuello y trataba de pegarse a ella todo lo humanamente posible.
"Miorine…" Murmuró Suletta entre el beso.
"Calla y sólo bésame", reclamó Miorine, mordiendo suavemente el labio inferior de Suletta antes de continuar con el beso. "Bésame, Suletta".
El tono profundo y demandante con el que Miorine le habló hizo que Suletta temblara de pies a cabeza. Por supuesto, obedeció. Las grandes manos de la piloto se colaron en la espalda de Miorine y al fin se permitió a sí misma disfrutar del tacto de esa suave piel de nácar. Miorine gimió entre el beso y fue ella quien se separó de la boca de Suletta para recuperar el aire que las caricias le robaban del cuerpo.
Y todo empeoró de deliciosa manera cuando las manos de Suletta viajaron de la espalda al pecho de Miorine.
"No dejaré de besarte", dijo Suletta, mirando a su Prometida a los ojos de manera intensa. Para enseguida obedecer la orden e ir directo a su cuello.
Miorine se sujetó con más fuerza de Suletta, no muy segura de en qué momento su Prometida tomó el control completo de la situación, pero disfrutándolo sin quejarse. De hecho, la sujetó con fuerza del cabello y no resistió enredar sus dedos en la fiera melena de fuego de la Mercuriana.
La boca de Suletta era tan cálida.
"Mio…"
"Oh, ese es un apodo más adecuado", susurró Miorine contra el cabello de Suletta.
"Mio-Mio…"
"Rechazado".
"Pero suena lindo", se quejó la piloto antes de volver a atacar los labios de Miorine.
Los besos y las caricias siguieron al menos hasta que Suletta fue obligada a quedarse quieta. Miorine ya había tenido suficiente de ser la única que recibía toda la atención. Su blusa de dormir estaba totalmente fuera de lugar, así que sin pena alguna, se la quitó, dejando que Suletta disfrutara de la vista de su delgado torso y sus lindos pechos.
La piloto suspiró de manera perdida e intentó tocarla, pero Miorine se lo impidió tomándola por las muñecas. Suletta se sorprendió pero ya no insistió, no cuando una agradable temblor y un intenso calor la atacó desde el fondo de sus entrañas, recorriendo cada palmo de su cuerpo.
"Quieta", ordenó Miorine. "Quiero tocarte, ¿está bien por ti?"
"¡S-Sí!"
"¡No necesitas gritar!"
"¡Lo siento!"
Miorine bufó y fue ella la que se animó a besar el cuello de Suletta mientras buscaba quitarle la blusa. Podía notar de reojo cómo su Prometida luchaba contra el deseo de tocarla, también notaba la manera en que se sujetaba de los costados del asiento. La manera en que trataba de contener sus gemidos era linda.
"Levanta los brazos", ordenó Miorine en voz baja y le quitó la camisa a Suletta apenas ésta obedeció. Notó que ella usaba un cómodo sostén deportivo. Pudo apreciar mejor los músculos de sus brazos, sus amplios pero femeninos hombros y la delicada musculatura de su abdomen. "Wow…" No resistió recorrer con sus dedos el abdomen de su Prometida.
Suletta se sonrojó de manera apenada, las delicadas caricias erizaron su piel de manera notoria. "Mio…"
"¿No te es incómodo dormir con esto?" Preguntó Miorine, jugando con uno de los tirantes del bra deportivo.
"N-No, estoy acostumbrada a dormir así… Um… Y veo que tú… Ah…"
"Me gusta sentirme más libre".
Miorine volvió a besarla y ésta vez le indicó a Suletta, sólo guiando sus manos, dónde quería las caricias. Quería las manos de Suletta en sus pechos una vez más. La Mercuriana obedeció y siguió los besos y las caricias justo como Miorine las quería.
Por supuesto, Miorine no pensaba descuidar a su Prometida, así que la obligó a hacer una pausa pasado un rato e hizo que se quedara quieta de nuevo, necesitaba deshacerse de la prenda que le estorbaba en ese momento. Y la visión completa del torso de Suletta la hizo suspirar de manera profunda.
"Suletta".
"¿Hmm?"
"Eres hermosa".
Y semejantes palabras descompusieron a la pobre chica, casi se derritió en su asiento mientras el sonrojo en su rostro era tan intenso que parecía metal al rojo vivo. Miorine no perdió la ventaja que había ganado y se lanzó a los labios de Suletta para besarla con intensidad, con cariño, tratando de demostrarle con besos y con caricias todo lo que a veces no podía expresar con palabras.
Las manos de Miorine, pequeñas, se hundieron en los suaves pechos de Suletta y ambas gimieron entre el beso por culpa de las intensas sensaciones.
"Mio…"
Pero Miorine no quería escuchar otra cosa que no fueran los lindos ruidos de gozo que provocaban sus manos en el cuerpo de Suletta.
La pobre piloto se aferraba con tanta fuerza al asiento que daba la impresión de estar a nada de romperlo, los besos y las caricias de Miorine la tenían completamente sobrepasada e intentaba quedarse quieta. Resistió como campeona por lo que sintió como una eternidad. Su Prometida finalmente le tuvo piedad y tomó las manos de Suletta entre las suyas.
"Oye, Suletta".
"Dime".
"Yo… La verdad no sé qué hacer ahora", confesó Miorine. Sabía lo importante que era expresarse y ser sincera en una situación tan íntima como esa. "Confieso que nunca había sentido curiosidad por éste tipo de temas".
Suletta sonrió y enredó sus dedos con los de Miorine. "¿Quieres que nos detengamos? Podemos parar e ir un poco más lento si lo deseas".
Miorine negó. "Si… Si tú tienes alguna idea de cómo seguir…"
La Mercuriana se puso roja de nuevo. "Yo… Sí, un poco…"
"Pervertida".
Pero Suletta no tuvo tiempo de reclamar, Miorine volvió a besarla y Suletta supo interpretar lo que su Prometida quiso darle a entender con ese beso: podía tomar el control desde ese momento.
Y justo eso hizo Suletta.
"Éste no es un sitio adecuado pero… Um… ¿Te puedes girar, por favor? Que tu espalda esté contra mi pecho".
"¿Uh? De acuerdo", respondió Miorine y se sorprendió de sentir sus piernas débiles como gelatina, ¡incluso temblaba! Descubrir eso la hizo apenarse mucho y colocarse en las piernas de Suletta en la nueva posición como ésta se lo pidió.
Ya contra la espalda de su Prometida, Miorine no tardó en sentir las manos de Suletta nuevamente en sus pechos. Suaves caricias y besos en su nuca eran suficientes para que fuera ahora Miorine la que se aferrara al asiento del piloto con fuerza.
"Suletta…" La princesa sonrió. "Esto… ¿Esto es lo que querías hacer en la cama, pervertida?"
La piloto rió dulcemente antes de besar los hombros de Miorine. "Sí". Su respuesta vino acompañada de un movimiento más directo, su mano se metió en los shorts de Miorine, pero procuró hacerlo suave, gentil, mientras seguía besando sus hombros.
"Suletta…" Miorine gimió de manera linda y aguda. Música para los oídos de su Prometida.
"Me alegra que dijeras que saliéramos del dormitorio, nos iban a descubrir. Los sonidos que haces son lindos".
"¡Tonta!"
Suletta rió dulcemente y siguió con lo que estaba haciendo. Era consciente de que ese paso en especial era la prueba de que lo que sentía por Miorine era atracción romántica y física completa, así que no pensaba dejar que nadie le quitara el puesto de Holder. No quería que la alejaran de Miorine.
La única que podía alejar a Suletta de Miorine, era Miorine misma. Y eso ya sería asunto de ellas dos, no de quien ganara o perdiera un duelo.
"Te quiero…" Dijo Suletta directo al oído de su Prometida, momento en el que su mano se aventuró entre los muslos de Miorine. La habilidosa piloto de Gundam siempre alcanzaba su objetivo.
Miorine gimió con fuerza, totalmente entregada a las atenciones y tratos de Suletta. Ya después sería su turno.
~o~
La estadía de Honoka en Earth House había levantado mucho el ánimo. Y Honoka también se notaba animada por eso, admitía que estudiar en grupo era más provechoso que hacerlo a solas, hacer de tutora para sus nuevos compañeros de Casa le ayudaba a estudiar mejor los temas y encontrar nuevas formas de abordarlos.
Por mucho que los alumnos Spacians de Asticassia no gustaran mucho de Honoka Yukishiro, nadie iba a negar que sus notas y su pasión por estudiar eran genuinas. Sus notas eran perfectas y era de las contadas alumnas que realmente aprovechaban sus estudios en tan importante y moderna institución.
Quien estaba más feliz por tener a Honoka ahí, además de Miorine, Suletta y sus amigos Earthians, era Nagisa. Independientemente de que su relación con Honoka ya hubiera cruzado la barrera de la amistad, el ver a Honoka con más personas alrededor y todos descubriendo lo genial que era, ponía a la piloto muy feliz.
Nagisa no podía contener esa felicidad.
"Se te va a quedar la boca así como sigas sonriendo", comentó Miorine mientras acompañaba a Nagisa por provisiones a la tienda de la escuela.
Había pasado una semana desde que Honoka oficialmente se unió a Earth House y esa noche era noche de juegos, por lo que necesitarían dulces y toda la comida chatarra posible para amenizar el rato. A ellas dos les tocó ir por las compras luego de perder el mini-torneo de "Piedra, papel, tijeras".
"Te notas bastante contenta", agregó.
"La verdad es que lo estoy", respondió Nagisa con tono un poco tímido.
No había necesidad de preguntar mucho para saber la razón. "También estoy contenta de que Honoka ya no tenga que quedarse en el Hotel. Es solitaria por naturaleza, pero también le hace falta moverse con más personas, me gusta que más gente vean todos sus lados buenos", comentó Miorine con un gesto satisfecho.
La sonrisa de Nagisa se hizo enorme al escuchar eso. "¡A eso me refiero! Honoka es grandiosa. A todos les gusta estudiar con ella".
"Eso es porque a ella de verdad le gusta aprender".
"Tú también tienes notas perfectas y eres muy inteligente, ¿no te gusta estudiar?"
"Como ya le dije una vez a Suletta, simplemente soy buena memorizando datos. Me basta leer una o dos veces un texto para aprenderlo y ponerlo en práctica, pero Honoka es capaz de leer el mismo texto veinte veces y encontrar todas las posibilidades en la información que viene en el texto. Su inteligencia y la mía son completamente distintas".
"Oh. Pues yo creo que es genial que tengas una buena memoria, es muy útil".
"Lo es", Miorine suspiró de manera suave. Quería llevarle algunas golosinas a Suletta, algo que no hubiera probado aún. Pensaba en ello cuando notó que Nagisa le miraba de reojo a momentos, ésta vez su suspiro fue pesado y de inmediato se subió un poco más el cuello de la chaqueta mientras murmuraba algunas malas palabras.
Nagisa rió. "Lo siento".
"¿Crees que los demás lo notaran?"
"Si lo notaron, no creo que digan nada al respecto. Te tienen un poquito de miedo todavía".
"Bien, seguiré así entonces", Miorine bufó y lo siguiente lo dijo entre labios. "Pero no tendría que hacerlo si Suletta no fuera una pervertida, la próxima la voy a amarrar, así aprenderá a estarse quieta".
Pero esas murmuraciones llegaron en limpio al oído de Nagisa, la pobre piloto se sonrojó de manera intensa.
"¿Suletta y tú han…?"
Miorine no veía la necesidad de negarse, al menos no ante Nagisa, a quien consideraba una amiga cercana y de confianza. Tampoco que fuera a decir todos los detalles.
"Sí", fue la simple respuesta.
Nagisa se puso más roja. "Yo… Yo sólo he besado a Honoka, aún siento muchos nervios", confesó Nagisa. "Me gustan los besos". Y vaya que Honoka sabía besar, un par de días antes la dejó tomar el ritmo del beso y la pobre se sintió derretir en los brazos de su compañera. "Me gustan los besos de Honoka…"
"Los besos son buenos. Y no es necesario que te fuerces a hacer algo que no quieres, sólo sigue el ritmo que Honoka y tú crean adecuado", fue el único consejo que Miorine pudo darle a su nerviosa amiga. "Platica con ella si algo te hace sentir incómoda o presionada".
Nagisa asintió nerviosamente. "Apenas estamos comenzando, Honoka es respetuosa y siempre cuida que yo esté cómoda".
"Sí, así es ella".
"Sólo que no me gusta abusar de su paciencia".
"No te quiebres la cabeza, ella es muy paciente", tan paciente como Suletta, pensó Miorine con un pequeño gesto de contento. "Seré sincera contigo, no creí que fueras a comenzar algo con ella tan pronto, pensé que te tomarías algunos años más".
"¡Oye!"
"No quiero mentirte, eso creí, parecías muy nerviosa".
"¿Años? ¿En serio?"
"Sí. Y créeme que incluso así, Honoka te habría esperado".
"Yo no quise tardarme más porque… Porque Honoka es genial y… Y cuando volvamos a la Tierra seguramente habrá personas que la quieran desposar por conveniencia", confesó Nagisa. "La idea de saber que otras personas se le acerquen y la cortejen me… Me asustó. Y más si alguna de esas personas lograra captar su atención y decidía ser más directa y valiente que yo".
Miorine asintió. "Comprendo".
"Y yo no quería esperar más, pensar en que podría perderla por que no puedo decidirme le hizo algo a mi cabeza. La besé sin pensarlo".
"Eso escuché".
De Suletta, desde luego, Nagisa asintió. "Y cada que estoy con Honoka me siento genial, me gusta ir de la mano con ella".
"Y cuando quieras reclamar algo más que su mano, te aseguro que ella lo recibirá bien. Toma tu tiempo, el momento vendrá".
"Gracias, Miorine".
"Lo que sea por la más nerviosa de mis amigas".
"¡Hey!"
"Lo digo con todo el aprecio que te tengo".
"No puedo creerlo", murmuró Nagisa mientras se cubría el rostro con ambas manos.
Miorine sólo soltó una risa pequeña y la animó a apresurarse a la tienda de la escuela.
~o~
El doble de Elan número cinco, denominado simplemente como Cinco, estaba bastante contento de tener su turno en Asticassia. Por lo que supo, Cuatro estaba de regreso en casa con su madre, con su rostro original y con el pago prometido en el contrato. El chico trabajaría en una de las oficinas de Peil en la Colonia Espacial Lagrange 2, que era donde vivían la mayor parte de las familias de los asociados del Grupo Benerit.
Ahora era su turno de entrar en acción y tenía por misión acercarse todo lo posible a las chicas de Seven Stones y tenerlas vigiladas, en caso de que la chica Yukishiro tuviera otro proyecto en mente.
Durante esas semanas todo el grupo se enteró que los Mercurianos recibieron su primer cargamento y la eficacia de los contenedores mejorados quedó confirmado a todo el Grupo Benerit. Pudieron mandar algo más que no fueran las insípidas raciones con la consistencia de papilla para bebé. Los Mercurianos reportaron que la fruta y la verdura que recibieron estaba en excelentes condiciones, así como la carne y las golosinas.
La gente de Peil también supo que los Jeturk ahora ayudaban a Seven Stones en el ensamblaje final de los contenedores, y que eso los había ayudado a no hundirse y caer de manera estrepitosa al fondo del grupo.
Básicamente los salvaron. Los Peil también querían una rebanada de ese pastel.
Ya que tratar de enfrentar a la heredera de Seven Stones resultó ser todo un desastre, ahora debían intentar la estrategia contraria.
Pero quien tenía un plan muy distinto, y no enfocado desde el lado mercantil, era Shaddiq.
Faltaban sólo dos meses para el cumpleaños de Miorine y los duelos por su mano habían disminuido, como si todos creyeran que el Gundam Calibarn y la Bruja que lo piloteaba eran invencibles. Suletta Samaya últimamente tenía un duelo por semana. Varios alumnos eran animados, u obligados por sus empresas para ser más precisos, a pelear contra la Holder.
No se notaban muy animados a pelear y nadie podía culparlos, el Gundam era un monstruo y la piloto se tomaba a todos sus oponentes con seriedad. La Bruja claramente no quería soltar a la Princesa.
"¿Y cuál es el plan?" Preguntó Henao luego de salir de la última clase del día junto con Shaddiq y Sabina. Se reunirían con Renee, Ireesha y Maisie en el comedor.
"Tenemos que derrotar a la Bruja si quieres hacerte de la mano de Miorine", agregó Sabina con su voz desinteresada de costumbre. "Nos quedan dos meses solamente y no hay nadie más capaz de darle pelea a la Holder".
"Necesitamos un duelo de Casa contra Casa, es nuestra única opción", dijo Shaddiq, seguía barajando sus cartas pero ninguna mano lo convencía. No podía hacer nada mientras Miorine permaneciera en el anonimato.
"Para que el plan funcione, nuestro equipo debe estar completo", dijo Sabina, "y a ellos les faltarán pilotos para completar seis".
"Ya tienen MS extra, cualquier miembro de Earth House puede cubrir ese sitio", comentó Henao.
"Luego de la estrategia del duelo pasado, no podemos descuidar a ninguno de los Earthians".
Shaddiq suspiró hondo. "Además, necesitamos una razón poderosa para retar a la Bruja, si no es algo importante, estará en su derecho de negarse y pedir un duelo de uno contra uno. Yukishiro aceptó el duelo de Ceres porque quería más MS para Earth House", lo cuál era una significativa suma de dinero considerando lo costosos que eran los modelos que Peil les entregó, "además de los materiales para el Hangar y su ingreso a Earth House".
"Ahora que los Jeturk están fuera del juego, podemos esperar a ver qué plan tienen los Peil", Sabina dudaba que se fueran a quedar de brazos cruzados luego de la derrota sufrida.
"Los Peil no tienen interés en la presidencia del Grupo Benerit", comentó Shaddiq con visible enfado. No estaba muy emocionado por pilotear sin su confiable equipo de nuevo.
"No, pero sí tienen interés en Seven Stones y sus negocios. Si esas chicas hacen algún otro proyecto para superar a los Peil, podríamos bloquearlo y eso obligaría a las chicas a pelear. Y la Bruja no las dejará solas", continuó Sabina.
"Tienes poder como parte de los Tres Grandes para bloquearlas, ¿o no?" Preguntó Henao.
Shaddiq sonrió. "Tienen razón, esperemos un poco más. Además, es muy pronto para retarlas todavía, necesitamos estar más cerca del cumpleaños de Miorine, así no le daremos tiempo a nadie de recuperar la posición del Holder".
Las chicas sólo asintieron.
~o~
Suletta saltaba de la felicidad al ver el postre que su familia recientemente había preparado con ayuda de los ingredientes recibidos: un pastel de fresas que Ericht comió con mucho gusto. La variedad de víveres que llevó fue casi abrumadora, pero gracias a esos mismos contenedores podrían mantener la comida en perfectas condiciones.
Por supuesto, Honoka ya estaba trabajando en su siguiente plan. Dejó en claro a los Mercurianos y a la empresa Vanadis que quería usar Mercurio como campo de pruebas para las mejoras de las futuras colonias espaciales más allá del Cinturón de Asteroides. A los Mercurianos no les molestaba en lo absoluto la idea.
"¿Hongos?" Preguntó Elnora durante la video-conferencia. No solamente la señorita Yukishiro estaba ahí, también su Suletta (que servía como intermediaria), Miorine y la otra chica de Seven Stones que claramente era parte del equipo de cuatro.
"En la Tierra incluso se pueden dar en madera y muros de roca, o al menos así es en nuestro país", agregó precisamente Nagisa.
"Bueno, si algo sobra en Mercurio, es roca", murmuró Elnora.
"El problema es que Mercurio está compuesto en mayor parte por silicatos, no es un material adecuado para el cultivo de Hongos sin importar qué tan adaptables sean", comentó Honoka. "Incluso si se adaptan al material del planeta con el paso de las décadas, quizá no sean aptos para el consumo humano".
"Parece que tú sí haces bien tus deberes, jovencita", la madre de familia estaba francamente sorprendida.
"Eso es porque ella es muy inteligente", dijo Suletta con alegría.
"Tendremos que enviar madera", concluyó Honoka. "Suletta me ha explicado que tienen minas donde ya no hay permet y que sirven como rutas y conexiones subterránea entre zonas".
"Así es".
"Entonces se pueden aprovechar esos espacios, no habrá necesidad de que abran nuevos sitios. Con humedad constante, calor y luz suficiente bastará. Por supuesto, debo hacer algunas pruebas de qué tanto afectará la gravedad del planeta antes de mandarles los materiales que se necesiten".
"Señorita, para eso necesitarás simuladores de gravedad y de presión atmosférica".
"Podemos pedirlos en la escuela", intervino Miorine. "Los usan para poner a prueba los MS y todo tipo de vehículos de las compañías, para los entrenamientos de los pilotos. La escuela tienen esos equipamentos y, como alumnas, podemos disponer de ellos".
"Oh, entonces hagan lo que deban hacer. Nosotros no nos quejaremos en lo absoluto. De hecho, queremos pagar con la misma moneda, la Corporación está trabajando en mejoras para evitar que las personas que vayan a viajar tan lejos como quieres se vean afectadas por las condiciones hostiles del espacio".
"Me encantará ver esos proyectos", dijo una animada Honoka.
"Cuando salgan de la escuela, hablaremos apropiadamente de esos proyectos, ¿de acuerdo?"
"De acuerdo".
Y ya que tenían el nuevo trabajo definido, Miorine y Honoka podían ponerse a trabajar en la parte teórica, los permisos escritos y todo lo que necesitarían para comenzar a moverse.
~o~
"Con todo lo que estás haciendo, no puedo imaginarme cómo vas a manejar la empresa de tu familia Y explorar el Sistema Solar Exterior al mismo tiempo", comentó Nagisa mientras tenía una cita con Honoka.
Ambas estaban dentro del MS Black y éste flotaba plácidamente en la zona exterior de la escuela. El siempre popular sitio para los alumnos para salir a despejarse un rato en sus MS. Ambas veían una película de samurais de la colección de Nagisa.
La cita fue por insistencia de la piloto. Desde que se decidió el nuevo proyecto habían pasado casi cuatro semanas y las chicas inteligentes seguían trabajando en la parte escrita. Al parecer, esto requeriría menos trabajo físico a comparación del proyecto de los contenedores. Era hora de trabajar con las máquinas grandes y para eso requerían muchos permisos, y respaldar esos permisos con la documentación y la investigación adecuada.
"No me molesta el trabajo duro. Además, delegaré parte del trabajo administrativo a gente de confianza que siguen fielmente la filosofía de mis padres. Ellos apoyan mi decisión", respondió Honoka con una sonrisa.
Ambas estaban en el único asiento de la cabina. Honoka sentada en las piernas de Nagisa por insistencia de ésta. Honoka nunca se quejaría de tener a Nagisa sujeta a su cintura.
"No me dejas más remedio que trabajar duro también, ver Júpiter más de cerca suena genial".
"Lo mismo pienso".
Ambas sonrieron aunque no pudieran verse a la cara. Miraban la película, pero Nagisa tenía más cosas en la cabeza y no podía concentrarse en el drama que pasaba en la pantalla.
"Lamento haberte sacado de trabajar, es sólo que has estado muy ocupada y…" La piloto se rascó la mejilla con un dedo en señal de nerviosismo. Que Honoka se girara para verla bien no la ayudaba a mantener su sonrojo en control.
"¿Y?" Honoka, por supuesto, puso su más cálido y gentil gesto.
"Pues… No quiero que te estreses. Miorine también necesita relajarse. Las dos trabajan mucho y ésta vez Suletta y yo no podemos ayudarlas".
"Gracias, Nagisa, te agradezco que pienses en mi de ésta manera. Y apuesto a que Miorine también agradece poder pasar tiempo con su Prometida".
Nagisa se puso más roja. "Bueno… Um… También extraño pasar tiempo contigo… Ya sabes, tú y yo, las dos somos…"
"Tienes razón. Disculpa por descuidarte", dijo Honoka de inmediato, se giró por completo para poder abrazar a Nagisa por el cuello. "Incluso en la noche sigo leyendo los documentos en lugar de dormir".
Nagisa puso una linda cara de reproche. "No quiero distraerte en tu trabajo, sólo te echo de menos".
"¿Puedo hacer algo para compensarlo?" Preguntó Honoka de manera inocente mientras jugaba sus dedos en la nuca y el cabello de Nagisa.
La pobre piloto fue atacada por un agradable escalofrío.
"¿Qué tal unos besos? Sé que te encanta robarme besos a diario, pero sólo son uno o dos y… Yo… Bueno…"
La sonrisa de Honoka se amplió y no tardó en besar a Nagisa.
Era cierto, compartían besos desde que Nagisa la besó por primera vez, pero Honoka lo tomaba con calma al ver a su pobre compañera volverse una linda bolita de nervios luego de cada beso. Se tomaba las cosas con calma pero, al parecer, Nagisa ya había tenido suficiente de la calma y quería algo más. Necesitaba algo más y Honoka no iba a negárselo.
La breve distancia por culpa del trabajo hicieron que el corazón y los ánimos de Nagisa resintieran no tener a Honoka tan cerca como quería. Como la necesitaba conforme pasaban los días. Nagisa, desde luego, no quería distraerla pero en serio la extrañaba.
Y ahora que Honoka no dejaba de besarla, Nagisa sentía que el alma le regresaba al cuerpo.
¿Qué iba a saber la piloto que los deseos de la joven mecánica eran los mismos?
Ya que tenía la autorización de Nagisa, Honoka podía avanzar un poco más para ver hasta donde podría llegar con su novia. Respetaría el nuevo límite que Nagisa le pusiera, pero debía explorar el terreno nuevo para poder encontrar ese límite.
Los besos siguieron con breves pausas.
Nagisa estaba perdida en el calor y la suavidad de los labios de Honoka, al menos hasta que algo más tocó sus labios en busca de permiso para entrar: la lengua de Honoka. La piloto abrió los ojos apenas y notó que su novia le miraba de manera intensa pero gentil, claramente esperando por su aprobación.
Bastó que Nagisa le permitiera el paso para que Honoka desfogara el calor de su cuerpo, los deseos que tenía por abrazar a Nagisa y que debía controlar. Honoka estaba loca por Nagisa, pero también respetaba los deseos de la misma Nagisa y gustaba de quererla al ritmo que ella se lo permitiera.
Y Nagisa ya le estaba permitiendo más, no pensaba desaprovechar la oportunidad.
Honoka profundizó el beso mientras sus dedos se enredaban gentilmente en el cabello de Nagisa, mantenía el control y el ritmo del beso, aprendiendo labio a labio las reacciones de su novia y saber si debía ser un poco más intensa o si debía lamer sólo sus labios. Honoka se sentía en el cielo.
Nagisa también.
Las manos de la piloto se aferraron a los costados del traje espacial de Honoka. El protocolo dictaba que debían usarlos, Nagisa lo entendía, pero en ese momento el traje espacial la estaba ahogando. El calor en su cuerpo aumentaba y Honoka besando, mordiendo y lamiendo sus labios no la ayudaban en lo absoluto.
Lo único que Nagisa atinó a hacer fue rodear la cintura de Honoka y abrazarla con fuerza. Además, esos besos la estaban derritiendo y no pudo contener un sonido que hizo eco incluso por encima de los sonidos de la película: un gemido.
La pobre piloto se puso roja al escucharse a sí misma, pero Honoka no le dio tiempo de morir de pena. No cuando quería escuchar más de esos lindos sonidos.
"Detenme cuando quieras", murmuró Honoka contra los labios de Nagisa, para enseguida intensificar el beso y devorar su boca de manera hambrienta.
Nagisa cayó por completo, ¿de verdad podría pedirle que se detuviera?
CONTINUARÁ…
