Capítulo 2
—¿Nesta?, ¿Nesta estás bien?
Su hombre soñado se veía altamente preocupado, incluso angustiado, mientras tocaba el rostro de Nesta y luego llevaba su mano a su cabeza palpándola con un sorprendente cuidado para unas manos como esas. Siseó de inmediato cuando el bruto tocó un bulto aún doloroso en su cabeza.
—¡Manos fuera, eso duele!
Lo empujó sin delicadeza, llevando sus propias manos a su cabeza.
—Claro que no estoy bien. Me duele hasta el trasero, muchacho. Ni siquiera la artritis me duele tanto como mi cuerpo en este momento. Pensé que morir pacíficamente sería menos… doloroso que esto; cualquiera diría que me ha atropellado un camión antes de mi muerte —suspiró.
—Iré a buscar a Madja —su hombre de ensueño se levantó casi preocupado—. La sanadora te ayudará. —Él se veía tan perdido, tan angustiado, que realmente solo quiso calmarlo cuando extendió una mano y tocó su brazo, reteniéndolo.
—¿Por qué alguien necesitaría un sanador cuando ya está muerto? —bromeó para aligerar el ambiente. Pero el gemido angustiado del macho al escucharla la sobresaltó.
—Nesta, Nesta, no estás muerta. Lo siento, siento lo que dije. No es cierto. No te odiamos, no todo el mundo te odia. Estás aquí porque nos preocupamos por ti. No digas eso, no estás muerta —la voz del macho era devastada, casi suplicante.
—Cassian —lo llamó por el nombre que su imaginación le había dado tantos años atrás—. Viví una buena vida, la muerte no es algo malo, todos morimos un día. ¿Por qué estás más angustiado que yo por el hecho de que estoy muerta? No deberías ser así —le dijo, palmeando suavemente su mejilla.
El macho se apartó y salió a prisa. Nesta lo dejó. Tal vez esto no era la muerte; puede que aún estuviera viva y estuviera teniendo algún tipo de sueño raro, aún sentada en el balancín del jardín rodeada por su familia. Si era así, pronto despertaría. Una de sus sobrinas probablemente la vendría a levantar y la ayudaría a llegar a su cama. Nesta se puso cómoda en la cama y cerró los ojos solo para descansar un poco. En algún momento quedó dormida. Sintió manos sobre su cuerpo y sonrió entre sueños; esas manos eran grandes y fuertes. Entonces, uno de sus sobrinos vino a llevarla a la cama. No se molestó en levantarse, sus sobrinos eran fuertes. Nesta siguió durmiendo.
-o-o-o-
El problema es que Nesta no despertó de vuelta en su habitación. No, Nesta seguía en su mismo mundo de fantasía cuando abrió los ojos al sol de la mañana.
Oh, esto era muy extraño, este mundo imaginario que había creado cuando era una preadolescente. Incluso… incluso este mundo seguía en el mismo punto donde recordaba vagamente haber quedado cuando dejó de soñar con él, cuando el macho que amaba le dijo que nadie la amaba. Eso fue algo cruel de decir. Quien ella se imaginaba que era en este mundo era alguien que estaba destrozado, alguien que se estaba derrumbando como un animal demasiado herido, uno que no podía reconocer ningún tipo de ayuda y atacaba a cualquiera que se acercaba porque estaba sufriendo. Sí, parecía que estaba volviendo a imaginar este mundo desde aquel punto. Qué extraño proseguir con un sueño con tanta exactitud después de tantos años. Nesta se miró en el espejo levantándose de la cama. Bueno, estaba desastrosamente flaca, casi tanto como algunas de sus pacientes con problemas de anorexia, pero por lo demás era joven y guapa, más de lo que había sido en realidad en su juventud, y Nesta había sido bastante guapa aunque no quisiera presumir. Estiró este cuerpo y sonrió, sí ya veía por qué una vez se imaginó a sí misma de esta forma, como un hada con superpoderes letales. Era hermosa, hermosa y poderosa. Toda niña soñaba en el fondo con ser así, su doctora, su psicóloga cuando era joven se lo había explicado muchísimas veces.
Sus doctores decían que su trastorno era como el de alguien con trastorno de estrés postraumático, pero Nesta nunca había vivido nada que justificara dicho trastorno. Era una chica amada en una casa de los suburbios en una familia preciosa. Donde único habían sucedido cosas horribles era en su imaginación, en este mundo de fantasía que había creado. Al final le diagnosticaron Trastorno Límite de la Personalidad y había recibido tratamiento e incluso medicación para poder llevar una vida mejor. Las terapias habían ayudado: el baile, la danza, el yoga, todo había ayudado a controlar su ira, a desarrollar una disciplina que la ayudara, y lo había logrado. Nesta había logrado ser una profesional exitosa, una adulta funcional y feliz incluso si nunca se casó.
Todo eso funcionó mucho mejor que hacer mundos de fantasía como este. Por eso, desde sus 11 años nunca había vuelto a soñar con este mundo que creó. Deseaba despertar, pero a la misma vez tampoco tenía prisa. Tenía 85 años, era una mujer mayor; despertar de vuelta a su viejo cuerpo o a la muerte no era algo que tuviera prisa por hacer. Tal vez podría quedarse un rato más en este mundo de fantasía y corregirlo. Si era su mundo de fantasía, podía hacer que esta vez fuera uno bueno. Luego, si despertaba de vuelta, a sus hermanas les contaría sobre Prythian y sobre Cassian, sobre todo sobre Cassian.
Decidida y muchísimo menos adolorida que la noche anterior, caminó hacia la cocina sabiendo instintivamente dónde estaba; ella misma había creado este mundo, después de todo. Ahh, los superpoderes de ser hada eran maravillosos, curar así de rápido. Pena que no fuera algo real. Mientras trabajaba en el hospital y veía sufrir a muchos pacientes uno detrás de otro, algunos demasiado jóvenes, hubiese deseado que algo así fuera posible en la realidad. Llegó a la mesa del comedor solitaria y se sentó.
Sonrió cuando el plato de avena apareció mágicamente frente a ella.
—Gracias —le dijo a la casa mágica—. También dame algo de leche y algunas nueces. —La casa se los dio y Nesta sintió ternura. Realmente tenía una gran imaginación de niña y, al parecer, en su vejez había recuperado esta imaginación. Bueno… los viejos siempre volvían a ser como niños—. Un plato de frutas frescas para complementar sería apreciado.
—Es bueno verte comiendo.
Nesta no tuvo que voltearse para saber que era Cassian quien hablaba. Su hombre perfecto de ensueños, bueno, no era un príncipe azul cabalgando en un corcel blanco hacia el amanecer, pero Nesta siempre fue fan de los Dark Romance, no de los romances rosas, y Cassian era el protagonista perfecto para una de sus novelas de romance oscuro y cochino.
—Sí, este cuerpo necesita algunas calorías extras… bueno, muchas —admitió mezclando la leche y las nueces con su avena. Lo preferiría así; la avena sola nunca le había gustado mucho, así que su mamá se la mezclaba con nueces y leche para que la comiera. Así le gustaba más y nunca paró de comer la avena así.
Comió con ganas, aunque este cuerpo estaba tan mal nutrido que paró de comer cuando sintió que comenzaba a llenarse demasiado. Oh, había visto esto muchas veces con pacientes desnutridos: sobrealimentarse con un estómago que se había encogido para sobrevivir no sería algo bueno, solo la haría vomitar más tarde. Un poco infeliz, picoteó un pedazo de fruta más antes de echarse atrás. Los ojos de Cassian la miraron con un ligero toque de tristeza cuando Nesta no se terminó toda la comida.
—Cuando alguien está malnutrido, sobrecomer solo lo enfermará, tiene que volver a comer poco a poco —le explicó, justificando por qué no terminó su comida. Cassian la miró impresionado, como si Nesta nunca se explicara… bueno, para ser justa, la Nesta de 11 años que había creado a su alter ego no se explicaba.
-o-o-o-
Nesta siguió a Cassian fuera de la casa cuando acabaron el desayuno. Fueron al campo de entrenamiento en lo alto de la casa del viento.
—Pensé que entrenábamos en el Refugio del Viento —recordó vagamente. Bueno, nunca entrenó en realidad; se negaba a entrenar en ese lugar, pero era ahí donde iban cuando la pusieron bajo arresto domiciliario, como solo se le haría a una adolescente rebelde. Otra muestra más de que este mundo fue creado por la viva imaginación de su yo adolescente.
—Cambio de planes. Mor ha vuelto a Vallahan y Rhys y Feyre están ocupados. Así que no hay nadie que nos transporte hasta el Refugio del Viento. Vamos a entrenar aquí hoy. Solo tú y yo, Nes.
—Oh —susurró. Bien, estaba comenzando a mejorar su mundo de imaginación, sabía que podía—. Eso es sabio, nunca me gustó el Refugio del Viento. ¿A quién se le ocurrió la maravillosa idea de que YO, Miss Orgullosa 3000, iba a entrenar en un lugar así? —Rió divertida de forma vivaz—. Estamos hablando de mí; según mis hermanas, cuando joven preferiría morir antes de hacer el ridículo o admitir que estaba equivocada en algo. —Recordó con cariño—. Bueno, en mi defensa, casi nunca me equivoco —le guiñó un ojo a Cassian.
