Agradezco con todo mi amorsh a AriCat_Hg quién amablemente fue mi Beta en este fic 3
Disclaimer correspondiente, descargando responsabilidad al creador de Naruto, Masashi Kishomoto.
En realidad este fic nunca lo borre de Fanfiction, manteniendo la versión vieja, y en realidad, hay una versión mejorada que solamente publiqué en Wattpad, que luego retiré pero traigo de regreso. Y decidí también actualizar el fic en esta plataforma. JAJJAAJ este fic en realidad no volvería a ver la luz porqué me daba algo de telele y pena ajena por el tipo de trama, pero PERO YA ESCRIBÍ ETERNO QUE ES LO MÁS RARO CONFORME A UNIVERSOS ATRAVESADOS SE REFIERE (cuando termine de publicar Eterno Equinoccio que son como 107 capítulos, sabrán a lo que me refiero). Así que pensé traer de regreso este fic ya no sería tan malo hahaha
Advertencia: este fic estará editado al mínimo, quiere decir que en su mayoría es el original, sólo estoy dandole una pasada para ver si quito o no escenas, pero en general es lo mismo (si alguno de aquí lo leyó hace años y se acuerda ajjaja). No esperen una trama seria como EE o ESDS, este fic literal es el epitome de lo otaku, vergüenza ajena y sin sentido, pero ¡eh, es para pasar el rato! Pero no hay tanta seriedad al respecto jajaja
Calmense, que EE me succionó todo mi ingenio y Llámame Amor amenaza con hacer lo mismo jajaja
(Y sí, le cambié el nombre al inglés porque se ve más cool y el otro me daba telele jJAJA) aquí nadie me hace bullying porqué yo solita me lo hago XD
*1*
La chica nueva
Verán, el suplicio inesperado de Uchiha Sasuke arribó un día cualquiera.
Aquella chica nueva poseía un exótico cabello rosa, largo hasta la cintura donde al final las puntas se ondulaban —y Sasuke creía firmemente que el efecto era producto de la plancha para el cabello—. Sus ojos jades brillaban de alegría y entusiasmo. De tez pálida sin llegar a ser desagradable, de una estatura promedio... pero no alta, más bien le quedaba perfecto el término "enana".
Aunque claro, Sasuke en su metro setenta era común percibir a los demás como seres pequeños.
Y el uniforme... no, definitivamente no le quedaba.
Mentiroso,se dijo apartando la mirada de sopetón completamente irritado.
Trato de convencerse de lo contrario llenando su mente de pensamientos nada amables en cuanto sintió tirones inesperados en su pecho y mente, tentado a rebajarse a la parda de compañeros masculinos embobados por la chica nueva tan linda.
Divagó, tratando de proyectar en su mente el tipo de personalidad de esa chica de pie junto al maestro, presentándose frente a la clase. Sasuke no se preocupó en escuchar su nombre, más concentrando en su monólogo interior.
Puede ser de esas chicas atractivas y nada de inteligencia. Cabeza hueca, superficiales y sin cualidades...
Lo que más le purgaba en el mundo. Claro, después de la suciedad, este encabezaba su lista negra.
—¡Nerd!
Salió abruptamente de sus pensamientos cuando una mano se azotó en su pupitre. Sasuke entornó los ojos detrás de sus gafas, con la irritación subiendo por su garganta sin reflejarlo en su rostro.
Él es considerado el más inteligente del salón —o del instituto, como quieran verlo—. Honestamente no le desagrada del todo ser catalogado, se evitaba algunas situaciones adversas que rodean a los demás estudiantes. Estos, por supuesto, se encargaron de asignarle un apodo estúpido. Sinceramente ¿no se les ocurrió un insulto un poco ingenioso?
Ese ya estaba trillado.
—¡Cédele el lugar a Sakura-chan! —ordenó Kiba, quien había azotado la mano en su pupitre. En algún momento el maestro salió de improviso dejándolos a la deriva, Sasuke se perdió esta última parte.
Por otro lado, frunció el ceño disgustado tratando de recordar quien demonios era esa tal "Sakura-chan" hasta que de reojo captó a la chica nueva.
Se aferró con uñas y dientes a su pupitre mentalmente. ¿Cederle su lugar a la nueva? Ni en sus mejores sueños. Ese asiento era suyo desde el primer año. Se trataba del último asiento de la fila junto a la ventana, desde ahí veía los árboles del patio trasero y se burlaba de cualquier desgraciado que se caía durante la clase de gimnasia, así se distraía en los ratos libres para no ver el espectáculo que montaban sus compañeros ante la ausencia de los maestros. Especialmente de Kakashi-sensei.
—No te preocupes, Kiba-kun —dijo la chica pelirrosa sonriéndole al aludido para tranquilizarlo. Un tipo de sonrisa angelical que Sasuke está seguro causó corto circuito en la cabeza de los chicos—, buscaré otro asiento.
Genialpensó el Uchiha con ironía al sentir el tipo de miradas asesinas que le dirigían los demás. Con su negación aumentó el desagrado a su persona, pero la verdad le valía un comino. Nunca congenio con sus compañeros y no comenzaría ahora.
La chica encontró lugar en las filas del centro, la persiguieron los alumnos, en su mayoría chicos, entusiasmados por su conocerla mejor. Sasuke trató de ignorarlos como de costumbre, pero el hecho de que estuvieran —casi— gritando a su lado, no ayuda en nada.
Sasuke no tenía buena percepción de sus compañeros. Los percibía como superficiales guiados por la apariencia y actitud, y con la chica nueva no sería diferente. A regañadientes no negaba la belleza de la pelirrosa y su carisma natural, pero seguramente su inteligencia es nula, como los demás a su alrededor.
La voz de la chica nueva era suave y cohibida al responder preguntas de los chicos alborotados... Aburrido. Fingido.Oh.
Lo percibía: no era genuina.
No. Céntrate, se dijo cuando el profesor regresó y dispersó, para su alivio, el círculo que se había formado alrededor de la chica nueva.
Las clases transcurrieron con normalidad —si dejas de lado el frenesí flotando en el aire por la llegada adicional del salón—. Sus días eran tranquilos en su mayoría y le gustaba la rutina monótona y cómoda. Comúnmente lo molestaban lanzándole bolitas de papel que impactaban en su flanco derecho, pero desde que él se encargaba de hacer que los profesores tuvieran en el blanco a sus atacantes, las burlas cesaron un poco, aunque no los insultos. Con el paso del tiempo dejó que los comentarios le resbalaran como la miel. Ellos, al ver la indiferencia a sus groserías, se limitaron a ignorarlo e irritarse a su manera.
Sasuke también se irritaba, ansioso por dar lucha verbal, luego recordaba que tan cansino es lidiar con ellos y se abstenía. Hacía tiempo no se irritaba por algo, y ahora ese algo tenía nombre: Sakura. La chica de cabellera rosada —que de seguro era teñido— y muy fastidiosa cuando hablaba con su voz chillona.
Molestia pensó al instante, ella llevaba toda la clase de observándolo a hurtadillas y le incomodaba hasta el punto de fastidiarle. Provocaba que su nivel de tolerancia disminuyera poco a poco. ¿Qué le parecía tan interesante de él?
La campana resonó dando fin a la última clase. No podía evitar alegrarse.
El aire escapó de sus labios en un gesto involuntario. La jornada transcurrió tan rápido que apenas lo notó, y lo agradecía, no soportaba más la mirada quisquillosa a su lado.
Y otra vez mañana. Ese pensamiento no lo motivó suficiente.
El maestro apenas salió del aula cuando los alumnos comenzaron a levantarse dispuestos a marcharse. Entre empujones y manotazos se precipitaron al pasillo.
Los miró con renuencia. Prefería esperar hasta ser el último que a involucrarse en la estampida de jóvenes con hormonas alborotadas.
Mientras guardaba su cuaderno observó de reojo a la puerta. Los últimos estudiantes en salir fueron Sakura acompañada por dos chicas; Yamanaka Ino, la capitana del equipo de fútbol femenil, y Hyūga Hinata, caracterizada por ser la más tímida del salón.
Desconectó su mente de cualquier otro pensamiento al pasar a la biblioteca en busca de unos libros y tardó más de lo necesario para evitar encontrarse con el restante de alumnado. Una vez que transcurrió el tiempo, observó la hora en su celular y estimó que no debían de quedar tantos alumnos en las instalaciones, así que salió al pasillo casi desierto y se encaminó con cierta satisfacción a su casillero a extraer los cuadernos que necesitaba para sus deberes. Su humor mejoró un poco en los últimos cinco minutos lejos de todo el alboroto.
Fue hasta que sintió una presencia detenerse en el casillero contiguo, aunque la puerta del casillero obstruía la identidad de dicha persona, él supo que era una chica por la falda. No le tomó importancia y siguió con lo suyo.
Y hubiera ignorado por completo los bruscos movimientos al casillero si no fuera porque segundos después se escuchó un bufido agudo seguido de un murmullo.
—¿Por qué no abre? Mm... no creí mi mala suerte me siguiera hasta aquí.
Y él maldijo la suya. Compuso una mueca de suplicio mientras metía toda su cabeza en el hueco oscuro esperando pasar desapercibido. De todos los casilleros disponibles en el instituto ¿por qué tuvieron que darle este precisamente a ella?
Dios, no soy tu persona favorita ¿cierto?
—Hola, amigo.
No, no lo soy,pensó sarcástico. Desvió la mirada sobre su hombro; ella asomaba la cabeza por la puerta de metálica teniendo una de sus mejores sonrisas en su rostro.
—¿Sabes si el casillero tiene algún truco...? —preguntó con voz risueña, y él no escuchó el complemento de la pregunta.
Sasuke la miró por unos largos segundos considerando sus opciones, luego emitió un "hmp" y fingió desinterés, como si hubiese escuchado el zumbido de un mosquito. No estaba dispuesto a interactuar con ella y ayudarla, aunque eso lo convirtiera en un idiota.
Prefería ser un idiota que caer en sus encantos.
Por otro lado, Sakura frunció el ceño, desconcertada por su actitud grosera. ¿Acaso dijo algo malo? Solamente le pidió ayuda con su casillero.
—Perdona, creo que no empezamos bien. Soy tu vecina de casillero y compañera de aula —se calló de sopetón al darse cuenta de que, efectivamente, él la ignoraba deliberadamente. Al parecer el chicle pegado en la suela de su zapato era más interesante. Se indignó—. ¡Oye!
—¿Qué diablos quieres? —inquirió Sasuke al momento de cerrar bruscamente su casillero provocando un sobresalto en Sakura, quién después se encogió de hombros un poco cohibida por la mirada penetrante del chico, al parecer estaba enfadado.
No mostró que le molestó el hecho que no la haya escuchado al principio. Por lo que, retomando el hilo de su problema, Sakura prosiguió a contestar.
—Mi casillero no abre —dijo elevando sus ojos tratando de descifrar la extraña mirada negra puesta en el casillero, el suyo, mejor dicho. Al no escucharle decir algo, Sakura agregó rápidamente—: ya ingresé la combinación.
—Fastidias mucho.
Después de emitir esas palabras el azabache golpeó con su puño la puerta del casillero asustándola por el repentino ruido, le causó un poco de gracia al muchacho. Sin decir media palabra, Sasuke se aferró a la correa de su mochila y partió por el pasillo directo a la salida dejándola completamente sola.
Al final sí fue un idiota, a medias, no se diga que Uchiha Sasuke es completamente imbécil.
Sakura lo vio alejarse y formó un mohín, totalmente ofendida por su actitud pedante. ¿Qué le sucedía? Y pensar que desde que lo vio le pareció un chico tan reservado. Pero era muy gruñón y grosero. No volvería a hablarle jamás a ese chico.
Disipó su enojo para enfocarse en su problema actual. Miró resignada el casillero que se negaba a cooperar. Con desgano, y sabiendo sería un esfuerzo inútil, jaló de la manija recibiendo la sorpresa: había abierto por completo.
El golpe que le propinó el chico aflojó la cerradura, y a juzgar por las diversas abolladuras antiguas dejadas en la puerta de metal, si antiguo dueño hacia lo mismo. Por supuesto Sasuke sabría de ello estando justo al lado.
Dirigió su mirada verdosa al lugar por donde había partido el azabache, apenas lograba vislumbrar su espalda, ya era un punto blanco muy lejano.
Le sonrió desde esa distancia.
Al parecer no era tan pedante como pensó.
Su día no podía ser peor.
Jadeando, Sasuke llegó al edificio donde vivía arrastrando una caja del doble de su peso. Agradeció al cielo que Jiraya, el portero, abriera por él la puerta de cristal.
Terminó por llevar la caja a los pies del elevador. Maldecía internamente su suerte. ¿Es su karma por ser grosero con la chica nueva? Esperaba que no, por qué no pesaba cambiar de actitud y no quería enfrentarse a situaciones así todos los días. Presentía que se avecinaba más inconvenientes.
Y empezó justo en el momento en que apretó el botón del elevador con insistencia, ansioso por subir, pero en uno de los toques el tablero emitió chispas causándole un sobresalto, por inercia dio un paso hacia atrás cuando salió una línea de humo negro y miró la máquina con ojos asesinos.
Mientras le miraba feo escuchó a Jiraya lamentarse —no más que él, seguro—.
—Debe ser una falla. Tendré que llamar al técnico —alegó el viejo resignado acercándose a las puertas metálicas trayendo consigo una hoja con la leyenda"fuera de servicio".
Y Sasuke casi le entraron instintos homicidas hacia el pedazo de papel que expresaba su desgracia. ¿Tendría que subir las escaleras cargando la caja? Maldición, apenas y pudo bajarlo del autobús y llevarlo hasta ahí casi arrastrándolo.
Ladeó el rostro observado el inicio de los escalones y vaya, extrañamente le parecieron enormes. Se extendía absurdamente, burlándose de él y su desdicha. Arg. No es que no fuera atlético, cualquiera se lamentaría subir por sí solo la dichosa caja.
Un tic nervioso asaltó a su ceja al convencerse de que no había otra forma de llegar a su apartamento. Y aquí es cuando se lamentaba —en serio— de vivir en un edificio.
Hubiera dejado la caja a la deriva si no fuera por el rapto de sus objetos más preciados a manos de Itachi, sólo así lo convenció de ir a comprar la impresora resguardada dentro de la caja. Y no una pequeña, si no la misma que tenían, las enormes de oficina.
Sí, odiaba a su hermano en estos momentos.
—¿Te ayudo a subirlo unos pisos? —preguntó Jiraya sonriéndole con cierta gracia, al parecer le divertía ver la rabieta silenciosa del chico.
—No es necesario —gruñó Sasuke acomodándose las gafas.
Tomando el aire necesario, se movió a un lado de la caja colocando las manos sobre la superficie y así cargarlo entre sus brazos. Pronto sintió el peso obligándolo a trastabillar y casi caerse de espaldas, por fortuna se estabilizó a tiempo y soltó una exclamación llena de frustración ante la humillación que experimentaba.
¡ESTO LO PAGARÁS MUY CARO, ITACHI!
Entre insultos disimulados y gruñidos, apenas tocó el décimo piso y juraba que no podía más. ¿A quién se le ocurre intentar subir veintisiete pisos por las escaleras cargando una enorme impresora?
A un estúpido cómo él, seguro. Su neurona debió morir en algún momento en el ajetreo de la preparatoria.
Tomando una bocanada de aire, retomó su andar con mucho pesar.
En serio, la próxima vez no se dejaría chantajear por su hermano, uno muy descarado que tuvo la osadía de llamarle una vez que salió de la preparatoria y en tono casual le pidió que fuera a comprar una nueva impresora ya que la suya se descompuso de una forma "indescifrable".
Y aquí era cuando él se cuestionaba seriamente si su hermano era un idiota de nacimiento o sólo actuaba. ¿Cómo diablos le hizo? Cada día se sorprendía más por las babosadas que ejecutaba tan dignas de él.
Y en un principio no pensó en no obedecerle, así aprenderá a no cometer estupideces de ese nivel, pero un rapto a su laptop y bloc de dibujo lo terminó de convencer. Itachi sabía sus debilidades y no dudaba en utilizarlas.
En el décimo sexto piso se sentó sobre la caja, retomando fuerzas y ánimos. Recargando los codos en sus rodillas y sacándose los lentes, limpiándose los rastros de sudor de sus sienes.
Fulminó con la mirada las escaleras continuas justo cuando bajaba una mujer con su niña pequeña. Al hacer contacto visual con la niña, esta se asustó por la expresión terrorífica del chico y soltó un gemido lamentable aferrándose a las faldas de su mamá.
—¡Mamá, un fantasma, un fantasma!
—¡Ahh, hija, no me jales así!
Sasuke compuso una mueca de disculpa a la mujer, quien parecía dividida entre calmar a su hija y disculparse con él por el alboroto. Y en realidad, Sasuke tuvo la culpa, tampoco quería ir por ahí asustando a niños inocentes.
—Perdona el alboroto, joven —dijo al final la mujer cargando a la niña llorosa y desapareciendo por las escaleras hacia recepción. Dejando así a Sasuke refunfuñando sobre su propia mirada intimidante.
A decir verdad, no es la primera vez que asusta a los niños con sus expresiones de molestia, y este complejo de departamentos abundan los niños por alguna extraña razón. Cada semana ocurre lo mismo, seguramente por eso las mamás lo evitan a toda costa cuando van con sus hijos.
Con desgana continuó su travesía recordando una de las razones principales en las que decidieron vivir en un departamento en lugar de quedarse en la casa de sus padres.
Sus padres, quienes se esforzaron en levantar su patrimonio convertida en una empresa editorial, murieron cuando él tenía ocho años en un accidente automovilístico. Base a esto, la responsabilidad de la compañía recayó en su hermano mayor, pero como éste apenas tenía catorce años, la empresa la manejó su tío Madara mientras que Itachi se preparaba para hacerse cargo del puesto legalmente.
A la fecha a Sasuke no le interesaba demasiado tomar un puesto ejecutivo en la empresa, él se guiaba más en el sentido artístico y presumía orgullosamente sobresalir en ello. E Itachi no estaba dispuesto a dejarlo fuera, claro que no, así que siempre le proponía ser parte de la compañía siendo un diseñador una vez se graduara, Sasuke lo ignoraba a menudo.
Y volviendo al tema de la adquisición del apartamento, ambos hermanos acordaron no pisar la casa de sus padres hasta que estuvieran mentalmente preparados, los recuerdos persistían en ocasiones. Todavía dolía la perdida. Por ello buscaron un lugar alejado de la zona con la que se familiarizaban, casi al otro extremo de la ciudad.
Exhaló con fuerza al llegar al piso correspondiente, empujando la caja hasta la puerta del lado derecho del pasillo. Al enderezarse se topó cara a cara con el número tallado en madera, un colgante curioso, cortesía de la novia de Itachi que vivía con ellos.
Sin perder más tiempo, se incorporó habiendo buscando las llaves en su mochila. Al ingresar a su hogar se percató al instante de la ropa de hombre y mujer dispersa en el suelo.
Oh maldición... la estúpida pareja estuvo haciendo sus porquerías en la sala. ¡Dónde él se sentaba!
Asqueado, escuchó unos sonidos ahogados provenientes del pasillo y se imaginó inevitablemente la situación. Le recorrió un tremendo escalofrió por la columna y gritó a su hermano que dejara sus ninfómanas cuando él estuviera en casa.
Y su hermano exclamó con tanto descaro con fuerza desde su habitación: —¡Cuando la necesidad se presenta hay que saciarla!
A Sasuke le saltó un tic nervioso en su ceja mientras caminaba a la cocina.
—¡Jodete Itachi! ¡Molestas a los vecinos!
Esos dos no tenían pudor alguno. No era la primera vez que se encontraba en esta clase de situación y añoraba el día en que fueran personas normales y civilizadas.
Dejó la mochila en la mesa y sacó el celular con los audífonos colocándoselos por el bien de su salud mental —no quería tener pesadillas en la noche—, y se propuso a distraerse en preparar la cena. Comida de verdad, porqué si fuera por Itachi, sobrevivirían en base a Ramen instantáneo, y ahora mismo Izumi no aparecerá (obviamente) a ayudarle con la cena.
De por si Naruto le obligaba a consumir ramen instantáneo cada vez que venía de Kioto, un trauma total, en definitivo. Y claramente no iba a permitir tal atrocidad mientras él tuviera dos manos y una mente magistral en improvisar, por ello aprendió a cocinar demasiado pronto.
Encontró paz en medio de sus deberes esperando que, cuando terminase, la pareja tortolita decidiera abandonar sus actividades pasionales.
Después de la cena Sasuke se frotó la sien con el dedo pulgar e índice, preguntándose sólo una cosa: ¿cómo demonios se descompuso la impresora?
Le dio una mirada de soslayo a la máquina inservible, deforme y sin color; y luego a la nueva, vivido y en perfecto estado. Ahora el reto era saber cuánto duraría esta. Y conociendo a ese par, no pasaría de una semana, pero por supuesto, él no volvería a poner en riesgo su integridad física sólo por obtener una impresora que muy bien podían comprar en línea y se entregada a la puerta de su casa. ¿Por qué no lo pensó antes?
Una especie de tic nervioso se instaló en su ceja al percibir que su hermano abría la boca. Seguramente para soltar una de sus estupideces.
—No estoy verdaderamente interesado en sabercómodemonios la impresora terminó así —aclaró de inmediato extendiendo su mano directo a Itachi deteniendo su disposición a explicarle la situación.
Itachi sonrió burlón mientras alzaba sus manos en señal de rendición. Pase a tener veinticuatro años se comportaba como un adolescente travieso.
—No tenía la intención de contarte —dijo socarrón acariciándose su cabello amarrado en una coleta baja que caía por su hombro, era muy vanidoso con respecto a su cabellera.
A su lado, Izumi se sonrojó violentamente al ver los ojos entrecerrados de Sasuke dirigidos a su dirección con sospecha. Ella sonrió avergonzada.
Sasuke bufó por debajo apresurándose al escritorio recuperando sus objetos raptados y se alegró de verlos intactos, menos mal que su hermano no les infringió daño alguno. Probablemente debería agradecer a Izumi y su disuasión, si fuera por Itachi, los habría maltratado con tal de conseguir sus objetivos.
Mientras huía a su habitación, gruñó en dirección a su hermano: —Te encargas de instalarla y ponerle los cartuchos, ya cumplí con traerlo. Haz algo de productivo.
Aparentó no escuchar el lloriqueo fingido de su hermano que lo persiguió de prisa.
—Pero no sé cómo poner los cartuchos de tinta —replicó Itachi. Sasuke le lanzó una mirada sobre el hombro que decía "¿y por qué debe interesarme?". Itachi hizo un puchero—. Tú eres el más inteligente aquí, hazlo por mí.
—Y tú eres el presidente de una prestigiosa compañía de publicidad —contradijo el de lentes entornando los ojos sin creer la situación.
—Es que no quiero manchar de tinta mis delicadas manos esculpidas por los mismos dioses.
—¡Por personas cómo tú existen tutoriales de cómo respirar en YouTube! —le gritó Sasuke hastiado por sus tonterías.
Siguió su camino por el pasillo yendo directamente a su habitación. El apartamento constaba con instalaciones espaciosas, un cuarto de lavado, sala y cocina-comedor. Uno de los espacios era la habitación de Izumi e Itachi, la otra la acondicionaron como estudio y la última se trataba de su sagrado aposento.
Entró poniéndole pestillo a la puerta, no quería interrupciones por el resto de la noche, y miró a su alrededor verificando que su hermano no haya raptado otra pertenencia importante.
Sintiéndose en paz, desparramó sus pertenencias en el escritorio, deteniéndose un breve segundo en el cuaderno de dibujos y decidió abrirlo, esperando que su hermano no haya raptado alguno. Pasó hoja por hoja, dando un vistazo a los bocetos que iban desde paisajes que con sólo un vistazo generaban sensaciones indescriptibles hasta retratos de personas; tales son como Itachi, Izumi o los vagos recuerdos que Sasuke poseía de sus padres. Otros eran personas al azar, en las que se sentaba algunas tardes en el parque y observaba a las personas convivir a su alrededor.
En esos días los extraños les daban un vistazo a los dibujos y lo llenaban de elogios, algunos excesivos, otros eran modestos y simples, pero todos coincidían de que tenía talento para el arte y no debería desaprovecharlo.
Bien Sasuke lo sabía. El dibujo es una parte de sí de la cual se siente orgulloso, pero no siempre fue así.
Frunció el ceño al darse cuenta de que se adentraba a otros pensamientos nada gratos, no le apetecía rememorar ciertos sucesos de los años que necesitaba olvidar. Aún escuchaba las risas burlonas de sus compañeros, las miradas repulsivas y los escalofríos internos de ese entonces. Muchas personas falsas, pocas dispuestos a ayudar, y el minúsculo porcentaje en buscar verdadera amistas.
Se quitó los lentes para frotarse el rostro deteniendo a tiempo el tren de sus pensamientos. Lo consiguió con éxito, sobre todo al mover su rostro al espejo frente a él y observar fijamente el reflejo, mismo que le devolvía una mirada un tanto retraída.
En ocasiones no reconocía al joven que se mostraba en su espejo. Piernas largas que contribuía a su al estatura, hombros anchos y complexión; el rostro atractivo heredado de su madre; orbes carbón que difícilmente se diferenciaba la iris y pupila, coincidencia que el cabello sea del mismo color con destellos azulados. Y una mirada indiferente calaba en su mente.
Nunca se consideró feo, incluso a principios de la escuela media obtuvo un club de fans... el cual se descontroló el día de San Valentín. Mal recuerdo. Lo que sucedió después no fue muy grato, por ello desistió en utilizar las lentillas y optó en lentes que cubrieran casi todo su rostro y se dejó crecer el cabello ocultando ciertos rasgos.
Suspiró acomodándose de nuevo los lentes, su miopía era tan alta que apenas y podía ver más allá de su nariz, prácticamente un topo.
Soltó una sonrisa sin gracia.
Después de tomar una larga ducha, de nuevo se encontraba frente al espejo mientras se frotaba el cabello con una pequeña toalla.Aquí vamos...
Al retirarla, mantuvo su rostro sereno analizando el resultado: los mechones del cabello hundidos, pero dudaba que cuando secaran completamente volvieran a su lugar retribuyendo a un peinado extraño —lo cual Naruto se burlaba cada vez que podía— asemejado a los picos de una gallina.
Ya se había resignado desde hace años, aunque esperaba algún día dejara de ser blanco de burlas de su hermano y mejor amigo. Ese momento sentiría la verdadera gloria.
Escuchó el tintineo proveniente de su celular que reposaba en la cama. Se acercó a verificar el mensaje, aunque en verdad se trataba de una notificación, pues alguien le había enviado una solicitud de amistad en la red social.
Casi se va de espaldas al ver la foto del perfil y comprobar que se traba de la misma chica nueva del instituto.
Haruno Sakura.
—Que tontería, solamente le ayudé a abrir su casillero —bufó rechazando la solicitud, perdía su tiempo interesándose por cosas sin sentidos. Lanzó el aparato de vuelta a la cama y siguió con lo suyo teniendo —muy a su pesar— a esa pelirrosa en su mente.
Se trataba de una chica superficial, se repitió. Una que no sabía nada de él, y sobre todo él no estaba interesado en ponerla al tanto de su vida.
Una molestia que necesitaba evitar e ignorar a toda costa... porque Sasuke tenía la vaga sensación de que, si le dejaba entrar a su espacio de confort, su vida se volvería un caos.
La autora quiere decir:
Sí, sí sí, el Sasuke es todo medio quisquilloso y juzgón, pero déjenlo, está chiquito XD me estoy dando topes a la pared porqué me acostumbre tanto a escribir otra personalidad que volver al canon es como "OH, OH, MI NIÑO ESTÁ SIENDO REVELDE, JOVENCIToooo NO TE VUELVAS SALVAJE".
Las actualizaciones: cada semana, o por lo menos lo intentaré. Tengan la seguridad que tiene 12 capítulos (algo muy corto, Dios POR FIN, POR FIN), unas buenas escenas en las que se cuestionan mi estabilidad mental y un rato de distracción asegurada ;)
¡Gracias por leer! 3
Nos leemos pronto,
