DICLAIMER: Idilios Nocturnos es un proyecto conformado por dos autoras del fandom; Domina Mortem y Lenore's Tears. Los personajes de la caricatura no son nuestros pero su descendencia como otros personajes originales que vayan saliendo en los escritos, sí que nos pertenecen. Hacemos esto por diversión, creamos por deleite y publicamos por gusto. Cualquier ganancia que podamos recibir por ello es solo por medio de las vistas, favoritos, alertas y comentarios (si es que aún existe gente que los deje xD). Fuera de eso no hay lucro en esto.

ACLARACIONES IMPORTANTES

[Por favor, tomen esto en cuenta para que sepan a quien de las dos autoras están por leer]

*En esta ocasión, Domina Mortem es la única autora que escribió este one-shot.

*Los escritos que vayan a publicarse en este fanfic no siguen una secuencia cronológica.

*Allan se encuentra en sus complicados 15 y Butch en sus joviales 42 (?).

*Disculpen los errores que puedan encontrar, subo esto a las prisas, je.

.


.

Ante las responsabilidades y presiones

.


A la mierda, debo confesarlo; creo que mi mayor miedo es que mis hijos continúen creciendo…

Sus ojos miraban a un punto indefinido aún cuando puse el botiquín de primeros auxilios sobre la mesa de la cocina. No salió de su estado ensimismado con el ruido de los cajones abriéndose, como tampoco habló durante ese instante en el que me dispuse a buscar más paquetes de vendas. En esta casa, los accidentes eran comunes, tener un dispensario con suministros básicos médicos para atender cualquier malestar es, por supuesto, una necesidad. Con el silencio de mi hijo pude concentrarme en el hecho de que pronto tendríamos que conseguir más alcohol y gasas, pues apenas alcanzaría para atender las nuevas heridas de esta ocasión. Al girarme, pude apreciar su postura rígida; sentado en la silla dándome la espalda con el talón de su pie golpeando el suelo de una manera casi imperceptible. Allan todavía tenía mucho enojo guardado y tenía una peculiar forma de mostrarlo siendo lo más callado posible.

—Tómate esto—le tendí una pastilla que le serviría para calmar el dolor de cabeza que tanto le aquejaba. Al menos se había dignado a decírmelo, pues más allá de esa escueta oración, de su boca no salió otra palabra, ni siquiera para terminar de insultar a Carter quien, por ahora, estaba mejor en su habitación muy lejos de la ira de su hermano mayor.

Me senté frente a mi adolescente de 15 años con la actitud y pensamiento de un padre preparado para afrontar otro drama más en la vida de su engendro. Como el adulto a cargo, no me quedó de otra más que comenzar con el interrogatorio y descubrir de una vez por todas el porqué de su estado tanto físico como emocional.

—Dame tu brazo, y en lo que te reviso, espero que me digas qué ocurrió—mi tono firme no iba a permitir que me diera tantas vueltas si acaso planeaba hacerse del rogar. Lo que más odiaba de esa etapa en la que estaba ahora, era esa costumbre de ocultar las cosas porque como él, otros adolescentes creían que los padres estábamos para reprimirlos como si la línea entre tirano y progenitor fuera tan delgada.

—Nos quisieron asaltar, bueno, algo así—respondió con simpleza encogiéndose de hombros—. El estúpido niño quiso pasar por la tienda que está en esa avenida desolada y no me hizo caso cuando le dije que no.

—Pelearon otra vez—no era una pregunta, estaba seguro que habían iniciado otra absurda discusión en el lapso que Allan había ido a recoger a su hermano de sus tutorías.

—¡El maldito mocoso me desobedeció!—se excusó alzando la voz—, ¡aterrizó en la gasolinera para entrar a comprar su tonto paquete de cartas coleccionables aunque ya le había dicho que teníamos que regresar pronto a casa!— luego trató de tranquilizarse volviendo a regular su tono de voz—, la verdad quise dejarlo a su suerte pero cuando vi que bajaron unos hombres sospechosos de una camioneta negra y entraban al local con armas, supe que peor me iba a ir si le pasaba algo y no volvía con él.

—Inteligente de tu parte contemplar esa posibilidad—aunque sonara a sarcasmo, no era esa mi intención. Que mi hijo reconociera su responsabilidad de cuidar por ese instante a su hermano pequeño era algo para agradecer a sabiendas de la rivalidad que tenían esos dos—. Entonces, unos ladrones quisieron atracar el comercio cuando estaban ustedes ahí…

—Pues el idiota de Carter pensó que jugar al héroe sería divertido al ver a esos sujetos y los provocó para que lo enfrentaran. Obvio intenté detenerlo porque lo único que sabe hacer ese enano es cagarla en grande cuando abre la boca—se detuvo abruptamente cuando hizo un gesto de dolor una vez que comencé a envolver sus heridas. Arqueé una ceja por esa reacción.

—Algo no me estás contando. Peores golpizas te he dado en los entrenamientos, dudo mucho que esos tipos les hayan causado tantos problemas como para que hayas regresado así ya que Carter no tuvo ningún rasguño. ¿Quién te golpeó realmente?—Al no recibir respuesta, apreté intencionalmente la venda para obligarlo a hablar.

—Fue… accidental—dudó en seguir explicando pero con la severidad en mi cara como pocas veces estaba impuesto a verme, no tuvo más opción—. Uno de los hombres le quiso disparar a ese pequeño imbécil mientras estaba distraído…

—Ya veo—pronuncié tranquilo analizando la situación—, estos moretones que tienes son los impactos de las balas cuando le serviste de escudo a tu hermano.

Era una increíble ventaja que fuéramos súper, de otra manera, habría resultado todo en un desenlace fatal. No obstante, eso no me exentaba de otras preocupaciones. Aunque confiaba que mis hijos tuvieran la fuerza suficiente para defenderse, seguían siendo muy jóvenes para controlarse en esos casos y dado el contexto en el que estaban creciendo, les costaba un poco más ver la cruda realidad del mundo. Por eso era estricto con ellos a la hora de entrenarlos, en especial con Allan, quien debía controlar ese ego que poseía por tratarse de un niño que ya empieza a sentirse adulto aunque no lo sea.

—No respondí a tiempo y aunque las balas no me atravesaron la piel, si me hicieron perder el equilibrio y caí. Carter se asustó mucho y comenzó a comportarse frenético contra ellos, yo aún atontado pude atravesarme cuando les quiso arrojar los pesados estantes de metal, seguido de sus esferas de energía que arremetieron contra mí porque volví a meterme. No me estaba escuchando, así que no se detuvo hasta que por fin descubrió que los asaltantes arrancaron en la camioneta. El motor fue lo que lo hizo reaccionar—juntó su entrecejo al recordarlo. El coraje volvía a él una vez repasó los hechos en su cabeza durante ese breve silencio que hubo después de relatarme aquello—. Estúpido mocoso impulsivo de mierda.

No me sorprendió que hablara así de Carter, pero su rabia no era con él. Conocía perfectamente al chico y la impotencia que debió sentir al no poder controlar la situación siendo el mayor, era lo que más le fastidiaba. En otras circunstancias, los dos no habrían dejado de recriminarse las cosas intentando culpar al otro por los errores cometidos, pero ahora, con el gesto avergonzado de mi hijo de once años ante la seriedad de Allan, me decía que no se trataba de cualquier rabieta. Claro que hablaría con Carter luego, pero en estos momentos me importaba saber lo que pasaba por la cabeza del que tenía en mi presencia.

—¿Por qué estás enfadado?—Pregunté con calma. Ser padre de tres me había dado habilidades que nunca creí adquirir, como la paciencia.

—Pues porque el cretino de Carter no me hace caso—se defendió y negué con la cabeza.

—¿Es por eso?—Cuestioné—, porque pareciera que estás más molesto contigo mismo.

Relajó su semblante defensivo. Allan era el más sensible de mis hijos, ni siquiera su pequeña hermana era tan cooperativa cuando yo requería que me contaran sus problemas.

—Estoy frustrado—confesó con cierta pena—, se supone que por algo nos estamos sometiendo a los duros entrenamientos que tú y mis tíos idearon para nosotros, pero no siento que yo esté avanzando en ellos. Ni siquiera cuando practicamos con mamá y los tantos consejos que nos da para este tipo de situaciones siento que funcionen. Apuesto que si se entera de que dejamos ir a esos ladrones se sentirá decepcionada y nos regañará, pero más a mí porque se supone que yo soy el mayor y tengo que dirigir todo.

—Tu madre no va a recriminarte nada—me apresuré a aclarar—, porque en primer lugar, ustedes no tienen la obligación de hacer el trabajo de un superhéroe por más poderes que tengan si no es lo que desean. Ella se los ha dicho incontables veces. Ahora, no hiciste nada mal, protegiste a tu hermano y evitaste que cometiera un error todavía más grave e irreversible. Tienes derecho a estar molesto con él, pero aún así, esta vez escoges culparte a ti mismo por algo que no estuvo bajo tu control. No los estamos entrenando para que se conviertan en peleadores, lo hacemos para que sepan cuidarse solos y porque ustedes mismos decidieron mejorar sus habilidades. ¿No es por esa razón que estás asistiendo al cuarto de simulación con tus primos en casa de tu abuelo Utonio, cuando los sometemos a esas duras pruebas?, ¿o de nuevo lo haces sólo porque le estás siguiendo la corriente a Aidan ya que él sí quiere seguir el camino de su madre?

… O de su padre, pero eso era un secreto que sólo Boomer y yo sabíamos. Mi cuñada, Blossom, ignoraba la influencia real que Brick le estaba causando a su primogénito. Aidan era un muchacho que en apariencia soñaba con ser un superhéroe para ayudar a los demás como las Chicas Superpoderosas lo hicieron en sus mejores años, pero en el fondo, mi sobrino también tenía muchas tendencias a la villanía. Aunque mi hermano intentara controlar esa parte en su hijo por los problemas que eso podría ocasionar en un futuro, ¿con qué cara podría prohibirle algo en lo que él tenía la culpa, para empezar?

En retrospectiva, mi caso con mi vástago no era una cosa tan complicada cuando desde antes decidí mantenerlo alejado de mis asuntos como criminal. Mis tres hijos sabían de esa herencia malvada en la familia, pero siempre traté de incentivarlos a otras alternativas que los hicieran sentir como niños normales, por lo menos un poco. Mis asuntos como delincuente eran a puerta cerrada y si se podía, lo más alejado de ellos.

—Solo quiero hacerte sentir orgulloso—se limitó a decir luego de pensarlo un momento—, de verdad quiero vencerte en esa prueba para poder pasar al siguiente nivel y volverme mejor.

—Apenas tienes 15, te queda mucho camino para que vayas aprendiendo y mejorando. No te apresures.

—Es fácil para ti decirlo cuando a mi edad ya estabas independizado con mis tíos.

Mmm, bueno, bajo mi perspectiva actual, yo lo llamaría abandono por parte de mis creadores y una pésima suerte con adultos irresponsables que sirvieron de mal ejemplo para nuestro desarrollo, pero eso no es lo que ve un puberto que hasta hace no mucho quería esconderme el hecho de que había empezado a fumar. Por supuesto, esa rebeldía no me escandalizó, no era tan hipócrita para reprenderlo por eso.

—A tu edad yo hice cosas que me trajeron bastantes problemas y aún hoy sigo lidiando. No es algo que pudieras comprender y créeme, es mucho mejor así.

—Pero de seguro nunca te preocupaste por ser derrotado por unos simples ladrones de supermercados.

—Tienes razón—sonreí ladinamente—, mis preocupaciones eran otras; como saber si el día de mañana lograría encontrar un lugar al que realmente pudiera llamar hogar y no un sucio sitio que sirviera de escondite, porque si bien mis enemigos no eran asaltantes, lo eran organizaciones que buscaban experimentar con nosotros. Allan, ¿crees que porque ya desde entonces éramos Supervillanos éramos invencibles? No eres alguien maduro por estar solo, al contrario, eres un blanco fácil si te confías.

Bajó la mirada, reflexionando mis palabras como reflejo cada que le revelaba un poco de mi pasado.

—Quiero que hagas lo que desees hacer tú y no lo que crees que me gustaría a mí—continué.

—Entonces… ¿no estás decepcionado?

—¿Por saber que eres capaz de priorizar el bienestar de tus hermanos por encima del tuyo? No podría esperar menos de ti. Podrás ser un jodido dolor de cabeza cuando abusas de tu posición como el mayor con Carter, fastidiándolo por deporte, o un engreído cuando te gusta ser el favorito de Desirée y se lo restriegas así al otro, pero no por nada sigo confiando en lo bien que lo estás haciendo y que tomarás el camino que más te convenga independientemente de todo. Tente más fe.

Me dedicó una leve sonrisa luego de que le dedicara mi gesto más afable y se animó a asentir ya más tranquilo.

—Así que, en pocas palabras, no seré yo el castigado, ¿verdad?

Reí al verlo sabiéndose librado del regaño que tanto temía. No podía opinar lo mismo de Carter, pero eso ya lo veré con mi esposa.

Y ahí, con sus rasguños cicatrizando tan rápido como sus facciones cambiaban con el paso de los días, haciéndolo parecer bastante a Buttercup, me permití reflexionar para mis adentros. La ventaja dentro de todo este martirio de tener un adolescente en casa, es que la mayoría de sus problemas tenían solución. Aún así, no podía estar más aterrado al saber lo rápido que estaba creciendo, porque sólo de ese modo podía saber si mi crianza como padre estaba dando buenos resultados.

Definitivamente, mi sueño de ver a mi hijo convirtiéndose en el adulto al que su madre y yo estábamos encaminando, se volvía de igual forma mi mayor terror porque, al final, uno quisiera cuidarlos para siempre.

.

.

.


Pues este año me ha tocado volver con nuestro querido hijo mayor por parte de los verdes. Me gustó mucho abordarlo en una edad complicada, esa transición de la niñez a la temida adultez es de las cosas más pesadas de afrontar porque es una etapa de cambios y adaptación. Si bien Allan es alguien reservado y muy observador para no cometer tantos errores, no lo exenta de crear problemas y dejarse llevar por su egoísmo de vez en cuando, lo que es tan típico a esa edad. Claro, aquí no fue culpable de nada, más que de ponerse presiones el sólo porque sus padres no lo obligan a nada que no quiera.

En fin, yo me retiro por el momento no sin antes invitarlos a pasarse por nuestro Instragram y seguirnos más de cerca. Gracias por haber leído si llegaron hasta aquí.

Mortem