03/06/24

DISCLAIMER: Los personajes de The Loud House y Spider-Man no me pertenecen. Son propiedad de sus respectivos dueños y cualquier uso que se les dé aquí no busca remuneración alguna. Esta historia está escrita con fines lúdicos.

Alphared45667: La respiración boca a boca que le dio black cat a spider-kid le hizo recordar aquel momento en el que se dieron su segundo beso. Sobre lo de Clyde… sin comentarios.

Capítulo 36: Solo una amiga

-¿Siempre tienes que ser así?- preguntó molesto Lincoln.

-¿Qué quieres decir?- respondió con otra pregunta muy confundida Ronnie Anne.

-Desde que te conozco, siempre te has esforzado por hacer de mi vida un infierno, golpeándome y haciéndome bromas tontas-

-Linc...-

-Muchos me preguntaban ¿por qué te toleraba? y como el gran tonto que soy creí en las absurdas ideas de mis hermanas acerca de que si una chica te molesta es porque seguramente le gustas. Con el tiempo me dejaron de importar las burlas de los chicos acerca de que éramos novios por que en verdad disfrutaba de tu compañía, no importaba el tiempo que pasará contigo porque a tu lado las horas se convertían en segundos, en verdad te llegue a ver como la mejor chica del mundo e incluso llegué a pensar que tú y yo podríamos llegar a ser algo más que amigos pero cuando me dijiste que solo me veías como amigo me dolió mucho, mi mundo se derrumbó, incluso sin darme cuenta aún abrigaba un poco la esperanza de qué tal vez... pero no voy a seguir sufriendo por ti, encontré a una novia linda y tierna que no pierde el control fácilmente, así que quedas advertida, si vuelves a ponerle un solo dedo encima a Stella considera nuestra amistad y todo lo que hemos vivido juntos muerto, ¿me entendiste?-

Aquella fue la última vez que Ronnie Anne conversó con Lincoln, no podía dejar de escuchar aquellas palabras en su cabeza, las cuales la hacían sentir débil y con el cuerpo entumecido. Aunque siempre se había caracterizado por ser alguien dinámica, desde aquella conversación hace algunos días parecía alguien totalmente diferente. No tenía ganas de ver la lucha libre, de practicar algún deporte o de andar en patineta, aquellas actividades que antes le producían alegría ahora simplemente le eran indiferentes, también había perdido el apetito y si comía, solo era para no levantar sospechas a su madre o a Bobby. La mexicana caminaba por la acera tras un largo y estresante día de escuela, tenía mucho en la cabeza como para prestar atención al mundo que la rodeaba, nadie quería atravesarse en su camino cuando estaba furiosa, pues todo aquel tan valiente sufriría su ira ya que un literalmente la chica pateaba o golpeaba todo lo que estuviese enfrente de ella: botellas, piedras, botes de basura, balones de niños. La chica estaba de un humor desagradable y repelía a todas las personas que estuvieran cerca de ella, sus ojos le ardían y buscaba cualquier oportunidad para desquitarse y golpear cosas la hacía sentir mejor con ella misma, cada puñetazo la ayudaba a deshacerse de una pequeña parte de la frustración que cargaba sobre sus hombros y cuyo peso se volvía insostenible.

Pero lo que más le ayudaba a relajarse era el dolor físico, por ello las últimas noches había salido a las calles a buscar peleas como black cat, aunque era más agresiva de lo normal con sus oponentes tampoco se preocupaba por mantener la guardia alta, no evitaba los golpes en su cuerpo por que el dolor físico le funcionaba como un calmante a su dolor emocional. Así que el agotamiento y las dosis de dolor le ayudaban a ignorar la terrible angustia en su corazón por tener a su padre en prisión, por estar lejos de la mayoría de su familia, la culpa que la carcomía por ser una criminal y por saber que el amor de su vida la odiaba. Cada mañana despertaba por la preocupación de creer que algún día terminaría en un reformatorio para menores, ¿qué pensaría su familia de ella al saber que era black cat?, ¿qué pensaría Lincoln de ella?, seguramente todos la odiarían y jamás podría ganarse de nuevo su confianza por haberles mentido tantas veces. En el fondo sabía que su actitud estaba mal, que era una conducta autodestructiva pero su mente no pensaba a largo plazo, necesitaba una salida y la requería inmediatamente. Sin darse cuenta comenzó a correr, no sabía a dónde se dirigía, pero sus piernas parecían conocer su objetivo, solo quería escapar, escapar de su realidad, pensar que todo lo que le ocurría solo era un tonto fanfic de esos que escribe la gente cuando no tiene nada mejor que hacer, pero no, esa era su realidad y no podía escapar de ella. Tras varios minutos de correr sin un rumbo fijo se detuvo por el agotamiento físico y la falta de aire, fue entonces que vio su reflejo en un charco de agua y no le gustó lo que veía. Su cabello estaba despeinado, sus ojos rojos por llorar un poco, su nariz mormada de mocos, pero ignorando aquello, no le gustaba ver qué clase de persona era: bravucona, ruda, molesta, sin cumplir con el estereotipo tradicional de lo que se considera "femenina", ¿por qué no podía ser así? Quizá la gente tenía razón, ¿quién querría salir con una chica así?, lo cierto es que desde hace algún tiempo no le importaba lo que los demás opinaran acerca de ella, salvo quizá por un patético peli blanco.

Ronnie en verdad pensó que Lincoln podía ver más de ella de lo que los demás podían ver, que detrás de esa máscara de chica fuerte había algo…, pero el chico le había confirmado lo que ella tanto temía. Ronnie ya lo sabía, pero ella se negaba a creerlo, resulta que ella era más hueca de lo que pensaba, solo era violenta porque si, sin alguna razón válida para serlo. Quizá todos tenían razón, Lincoln merecía a alguien mejor, alguien que no lo llamara "patético", "perdedor" o que no lo esté molestando todo el tiempo, después de todo ¿quién podría amar a una chica tan desagradable y fea? La pequeña comenzó a caminar de forma lenta con las manos caídas y arrastrando su mochila en señal de tristeza, quería que su abuela estuviera con ella para darle un consejo o su prima Carlota para que la hiciera sentir bella, aunque solo fuera una mentira superficial.

En ese momento Ronnie escuchó risas, pero no aquellas risas de niños jugando que alegraban su día, sino aquellas risas de burlas hacia alguien que tan amargos recuerdos le traían y que le hacían hervir la sangre. Al acercarse un poco más al origen de las risas, vio como unos tipos molestaban a.…. ¡Stella!, le habían quitado lo que parecía ser un libro y la filipina intentaba recuperarlo a toda costa sin mucho éxito. Por unos segundo paso por la mente de Ronnie dejar que la siguieran molestando, pero una fastidiosa voz en su cabeza la incitaba a intervenir:

-Escuchen pedazos de basura. Más les vale salir corriendo de mi vista y que se mantengan alejados de ella o si no les dejare a golpes las caras tan irreconocibles que sus familias tendrán que comparar sus registros dentales para identificarlos, ¿entendieron?- habló en tono firme la mexicana y con una seguridad que hizo retroceder a algunos bravucones.

-¿Y cómo se supone que una tonta morenita va a derrotarnos?- preguntó con burla uno de los tipos mientras los demás comenzaban a reír.

-Cuando vayan al hospital, díganles a los doctores que los golpearon con un calcetín lleno de mantequilla- contestó Ronnie Anne sacando una calceta llena de mantequilla con la que comenzó a golpear sin piedad a los sujetos que fácilmente eran del doble de su tamaño, pero demasiado lentos para ella. Cuando todo parecía haber terminado un sujeto tomó a Ronnie de los brazos para impedirle realizar algún movimiento, pero en ese instante una vara de madera golpeó al tipo dejándolo inconsciente, por lo menos Stella había logrado acabar con uno.

-¡Buen golpe!- dijo Ronnie con una sonrisa mientras se levantaba del suelo y sacudía su ropa.

-¡Eres increíble!- expresó Stella con emoción- ¿cómo pudiste derribar a esos matones tú sola?

-Cuando te crías en Tepito tienes que aprender a cuidarte- contestó Ronnie un poco nerviosa, a lo mejor se le había pasado un poco la mano con aquella demostración, después de todo, debía mantener un perfil bajo o descubrirán su identidad secreta- creó que esto te pertenece- agregó Ronnie mientras le entregaba un libro a Stella e intentando cambiar de tema.

-Gracias-

Las dos chicas permanecieron en silencio. Stella se preguntaba cómo era capaz que una chica tan ruda y agresiva pudiera ser al mismo tiempo tan sensible. Por su parte, Ronnie no sabía que decir, hace algunos días había ido al funeral del papá de Stella y no podía imaginar el dolor que ella debía estar pasando, Ronnie ni siquiera era capaz de pensar en cómo reaccionaría ella si su padre fuera asesinado, quizá se trataba de la chica con la que estaba Lincoln, pero admiraba su fuerza emocional y entereza, quizá Ronnie era fuerte físicamente, pero Stella lo era emocionalmente desde su perspectiva:

-Debo irme- se limitó a decir la mexicana para romper el incómodo silencio e intentar marcharse.

-Espera por favor, sé que ya has hecho mucho por mí, pero si no te molesta, ¿podría caminar contigo?, Lincoln me contó que nuestras casas están muy cerca- preguntó Stella con una pequeña sonrisa.

Así que Lincoln hablaba con Stella de ella a sus espaldas, desgraciado peli blanco. A Ronnie en verdad le incomodaba estar alado de ella, una parte de si quería amenazarla para que se alejara de Lincoln, pero por otra parte no podía odiarla por mucho que lo intentase, ¿quién podía odiar a Stella?

-¡Claro!- respondió Ronnie tras un largo suspiro.

Ambas chicas caminaban sin un tema del cual hablar, ya habían pasado del clásico "¿cómo estás?, bien y ¿tú?, también". Ronnie se sentía incómoda, tal vez la había tolerado cuando Lincoln estaba muriendo, pero ni de chiste entablaría una amistad con ella. Ya era suficiente viéndola siendo empalagosa con Lincoln en la escuela como para aguantar más.

-Y dime Ronnie, ¿Lincoln ya te ofreció disculpas?-

No esperaba aquella pregunta, el cerebro de la latina tardó varios segundos en procesar una respuesta o más bien pregunta.

-¿Por qué debería?-

-Él me contó que te había dicho cosas hirientes aquel día del partido de quemados, aunque sé que lo hizo sin mala intención le dije que ese no era motivo para lastimarte porque tú lo aprecias mucho-

Se comenzó a formar un nudo en la garganta de Ronnie Anne que amenazaba con asfixiarla, cada vez que conversaba con Stella comprendía que era todo lo contrario a lo que ella era y por eso era perfecta para Lincoln, aunque saber aquello en verdad la hacía sentir miserable.

-¿Que yo lo aprecio?, ¡por favor Stella!, no confundas apreciar con tolerar, ese alfeñique molesto con diente de astilla y cabello de caspa no me interesa en lo más mínimo- termino de decir Ronnie cruzándose de brazos.

Stella lanzó una pequeña risa para luego mirar a Ronnie con una mirada capaz de ver a través de ese intento de parecer indiferente de la mexicana.

-¡Oye!, ¿podrías llevarle los apuntes de la clase a Lincoln para que no se atrase?, se lo pedí a Clyde, pero me dijo que estaría muy ocupado con sus padres en industrias McBride-

La petición de la filipina volvió a dejar congelada a Ronnie, no había tratado con Lincoln desde su discusión y no se sentía preparada para hablar con él.

-¿Y por qué no lo haces tú que eres su novia?- preguntó la mexicana.

-Hace algunos días... terminamos y... tú sabes- no pudo terminar Stella porque su voz se cortó.

Ronnie Anne tuvo que morderse el labio para no sonreír y se tuvo que contener para no saltar de la alegría, ¡habían terminado!, la latina no sabía el motivo, pero ¿a quién le importaba?, sin embargo, su felicidad se vio interrumpida cuando vio a Stella triste por la ruptura y cuánto dolor le producía aquello.

-No creo que sea buena idea que yo vaya Stella, tal vez tú seas la que debería ir-

¿Por qué había dicho eso?, era su oportunidad para intentar recuperar a Lincoln, ¿quería estropearlo o qué? Stella sin embargo la sujetó de los hombros y le dedicó una pequeña sonrisa.

-Apreció tu interés Ronnie, pero…. por ahora creo que más que una novia, Lincoln necesita a una amiga, ¡estoy segura de que ambos necesitan conversar para arreglar las cosas y esta es la excusa perfecta!-

Ronnie comenzó a sentir un hueco en su estómago y una gran opresión en su pecho por haberse sentido feliz de que Stella y Lincoln terminaran, no es como si quisiera ver sufrir a alguno de los dos era solo que... quien sabe.

-Debo irme mejor amiga- Stella procedió a abrazar a Ronnie Anne a lo que la mexicana no supo cómo reaccionar, ¿mejor amiga?, ¿en verdad Stella la consideraba su mejor amiga?, no tenían mucho tiempo de conocerse y no lo habían hecho en los mejores términos, además de que Ronnie ya tenía a su mejor amiga Sid. Mientras todo esto pasaba por la cabeza de Ronnie, Stella se marchó y la dejó en medio de la banqueta hasta que finalmente reaccionó tras unos segundos.

Ahí estaba frente a ella, la casa de Lincoln, por alguna razón se le figuraba más grande de lo que recordaba. Las piernas de Ronnie comenzaron a temblar y sus manos a sudar, ¿en verdad estaba lista para hablar con el peli blanco?, su corazón comenzó a latir más rápido de lo habitual y su estómago comenzó a sentir pequeñas descargas eléctricas cada vez que pensaba en el chico. Estaba inmovilizada frente a la entrada sin saber qué hacer, hasta que una voz la sacó de sus pensamientos:

-¿Piensas tener esa cara de boba todo el día?-

Ronnie volteó la mirada y como si se tratase de un chiste, vio a su lado y cruzada de brazos a la hermana de Lincoln con la que el trato debía ser el mínimo sino querían provocar una tercera guerra mundial. La última vez que se vieron fue en aquel tonto partido de quemados, Ronnie estaba tan concentrada en lo que había ocurrido con Lincoln que ni siquiera había tenido tiempo de restregarle en la cara su victoria a Lynn Junior.

-¿Está Lincoln?- se limitó a preguntar Ronnie ante la mirada asesina de Lynn.

-Está enfermo, ¿se te ofrecía algo?-

-Ahhh... solo quería entregarle los apuntes de la clase para que no se retrase, pero ya que te veo quizá tú debas hacerlo- le sugirió la mexicana intentando entregarle algunas hojas donde venían los apuntes de la clase, pero Lynn no los aceptó, esto llamó la atención de Ronnie quien además vio con curiosidad como el lenguaje corporal de Lynn se relajaba.

-El apestoso ha estado deprimido en los últimos días, aunque no quiera admitirlo y creó que le hará bien verte-

Ronnie no supo cómo reaccionar ante aquellas palabras por lo que solo asintió con la cabeza, ¿Lincoln deprimido? Su cabeza intentaba conectar los cabos de por qué Lincoln había terminado con Stella, pero cuando comenzó a avanzar Lynn la detuvo.

-Algún día debes darme la revancha, la última vez estaba distraída-

Ronnie sintió la tentación de burlarse en la cara de Lynn por ser una mala perdedora, pero no era el mejor momento así que solo se limitó a levantar su pulgar en señal de aceptar el desafío, ambas cruzaron miradas por última vez antes de continuar sus caminos, la tensión en el ambiente era evidente pero ya habría tiempo para arreglar diferencias después.

Habitación de Lincoln, 15 minutos antes….

El peli blanco había tenido mejores momentos, los efectos de la gripe y la tos lo hacían ver en un estado lamentable, estaba acostado en su cama intentando recuperarse de la agitada mañana que tuvo, ya que las ocho hermanas que permanecían en la casa lo habían intentado animar y curar con todo tipo de métodos extraños que solamente lo habían empeorado. Lincoln amaba a sus hermanas y en verdad apreciaba sus esfuerzos por hacerlo sentir mejor, pero a veces podían llegar a ser un """""""poquito""""""" molestas, ¡solo un poco!

-¿Ya te sientes mejor Linky?- preguntaba Leni a través de una videollamada a su hermano.

-Tranquila Leni, solo es un resfriado- intentó tranquilizarla el peli blanco.

-¿Solo un resfriado?, ¡literalmente vimos ayer en las noticias que una estructura te cayó encima!, es un guionazo el que estés vivo- contestó alterada Lori metiéndose en la conversación.

-Lori, estoy bien, solo necesito descansar un poco y estaré como nuevo-

-¿Seguro que no quieres que vayamos a casa?, podemos pedir permiso en la universidad- preguntó Leni.

-No es necesario, además de que pronto será el torneo de golf de Lori y toda la familia va ir, así que pronto nos veremos- agregó Lincoln.

-Está bien, pero.,.- No pudo terminar de hablar Lori porque Lisa entró a la habitación del chico bruscamente.

-Siento interrumpir su interesante charla hermanas mayores, pero es hora de revisar los signos vitales de Lincoln- interrumpió Lisa mientras sacaba un equipo médico.

-¡Pero acabas de revisar mis signos vitales hace 10 minutos!- intentó objetar el chico.

-Hermano mayor, deja que una persona que imparte clases en la Universidad de Royal Woods haga su trabajo- contestó Lisa.

-Supongo que luego hablamos Linky- se despidió Leni antes de colgar la llamada.

Lisa se apresuraba a revisar el estado de salud de su hermano como si su vida dependiera de ello, lo cual comenzaba a incomodar al muchacho.

-¡Aún tienes fiebre!- mencionó en voz alta La Niña mientras revisaba un termómetro.

-Estoy bien Lisa, ¡no tienes por qué preocuparte tanto!-

-Lincoln, ayer estuviste a punto de morir, ¡no me pidas que me tranquilice!, fue muy tonto lo que hiciste-

El peli blanco podía notar lo afectada que continuaba Lisa, él bien sabía que su hermanita aún no había superado del todo la muerte de Darcy y la de Pop-Pop, en realidad nadie de la familia lo había hecho, ni siquiera él. Por lo que con un poco de dificultad se incorporó y sin previo aviso rodeó con sus brazos a su hermanita.

-¿Qué estás haciendo?- preguntó sonrojada la pequeña.

-Lisa, ¡estoy aquí! y mientras siga vivo prometo protegerte a ti y a todos en este hogar-

Tras un par de minutos la chica se ha sincero finalmente al sentirse aliviada:

-Verte ayer sacrificándote para que todos estuviéramos bien fue una experiencia poco agradable, pensé que te perdería como a... ya sabes quienes- dijo la pequeña genio mientras se acostaba en el pecho de su hermano y cerraba los ojos.

-Hermana, he aprendido en estos meses que llevo siendo spider-kid que la muerte no me quiere, pero tú mejor que nadie sabe que tarde o temprano me enfrentaré a un enemigo el cual no sea capaz de derrotar y entonces…-

Lincoln intentaba animar a su hermana, pero sabía que intentar engañar a la pequeña científica era tan difícil que sólo podría lograrlo pocas veces en su vida y esa no era la ocasión, por lo que ser realista era la mejor opción, o al menos eso creyó él, pues no pudo anticipar la respuesta de su hermana:

-¡No te atrevas a decir eso nunca más!, eres spider-kid y tú jamás pierdes, ¡por eso eres mi héroe!- le gritó Lisa sin importarle que alguien pudiera escucharla.

Tras aquello Lisa se separó de Lincoln y apartó su mirada por vergüenza ante aquella confesión, el chico tomó a su hermanita por los hombros para intentar tranquilizarla pues esta no dejaba de temblar:

-Tú también eres mi heroína, ¡no sabes cuanto te amo!, tranquila, ¡tranquila! Siempre serás mi pequeña genio- no es que el chico dudara de que ella supiera aquellas cosas, pero un recordatorio de vez en cuando no le hacía mal a nadie.

Tras un par de minutos, Lisa logró recuperar la compostura y sacó de su pequeño maletín una... ¡gigantesca y filosa aguja! 😭, la cual dejó en shock al peli blanco:

-Desarrolle una medicina capaz de curar tu resfriado en poco tiempo, así que descúbrete el brazo-

En lugar de hacer caso a su hermanita, el chico solo procedió a cubrirse por completo con su cobija:

-¡Sabes que odio las inyecciones!-

-Lincoln, ¡no te comportes como un niño pequeño!, solo es un piquete-

-¡No necesito medicina!-

Lisa comenzaba a perder la poca paciencia que tenía, ¿cómo era posible que su hermano le tuviera más miedo a una inyección que a un súper villano?, necesitaba alguna forma de distraer a Lincoln para poder inyectarlo, pero no se le ocurría cómo, aunque no necesito indagar más:

-Unidad fraternal mayor tienes visitas- mencionó Lisa con una sonrisa macabra.

Con un poco de desconfianza, el chico salió de su escondite improvisado y no pudo creer quien estaba frente a él al abrir los ojos:

-Hola patético-

-¿Ronnie?- preguntó sorprendido y en shock el chico, momento que fue aprovechado por Lisa para inyectarlo.

-Hay que aplicar presión para restringir el flujo de sangre- se limitó a mencionar Lisa mientras le entregaba un pequeño pedazo de algodón a su hermano, quien le lanzaba una mirada enojada y con unas pequeñas lágrimas alrededor de sus ojos por el dolor- ¡regresaré en una hora por la muestra de orina!- dijo la genio antes de retirarse.

Lincoln y Ronnie quedaron en silencio por unos instantes, cuando uno volteaba a ver al otro, este desviaba la mirada solo para después invertir los papeles. Ambos tenían tanto que decirse, pero no siempre era fácil, Ronnie en ese momento hubiera querido que el chico tuviera la capacidad de leer su corazón para que entendiera todo lo que sentía por él:

-Ronnie, yo…- pronunció el chico.

-No te preocupes copo de nieve, solo vine a entregarte los apuntes de la clase por que Stella me lo pidió, pero ¡ya me voy!- lo interrumpió con tono molesto Ronnie.

Lincoln vio los apuntes y después como la chica comenzaba a marcharse:

-¡No te vayas por favor!, debo decirte algo- el chico respiró hondo y un poco aliviado al ver que ella había atendido a su petición, quizá por lástima al ver lo enfermo que se encontraba- siento mucho las cosas horribles que te dije en la escuela, creo que estaba estresado, pero no es excusa para tratarte así.

En aquel momento, Ronnie solo quería lanzarse para abrazarlo sin importarle lo mocoso que estuviera el chico, pero su orgullo no se lo permitía. Aunque estaba aliviada de saber que Lincoln en verdad la apreciaba, por mucho que no lo admitiera las palabras del peli blanco siempre lograban que ella se sintiera mejor, el solo hecho de escucharlo sin importar las tonterías que le dijeran le daban una extraña sensación de felicidad.

-Supongo que yo también exagere, solo se trataba de un insignificante partido, no era motivo para ponerme así de competitiva-

-Entonces, ¿todo bien entre nosotros?- preguntó con duda Lincoln.

-¡No podría enojarme con un perdedor enfermo!- acto seguido ambos chocaron puños en señal de amistad- así que esta es tu habitación, en verdad es tan pequeña como me habías contado.

Ronnie comenzó a inspeccionar la habitación de Lincoln: una cama, un escritorio, varios juguetes y algunos posters en las paredes, pero lo que llamó la atención fue cuando vio un pequeño huevo con una cara dibujada, se trataba de Rochelle/ Toby (aún no está muy claro 😅), el huevo que alguna vez ambos tuvieron que cuidar en la escuela.

-¿Qué tal está Toby?- preguntó Ronnie.

-Querrás decir Rochelle, ¡está muy bien!- corrigió de inmediato Lincoln antes de que le diera un ataque de tos como si fuera a morir.

-¡Espérame un momento!- Ronnie salió de la habitación a toda prisa.

Lincoln se quedó confundido ante la reacción de su amiga, tras unos 15 minutos Ronnie regreso con una pequeña tasa que expulsaba vapor:

-¿Qué es eso?- preguntó confundido el chico.

-Es un té de jengibre, ajo, guayaba, limón, cebolla morada y miel, la abuela siempre nos lo preparaba cuando nos sentíamos mal, te lo tienes que tomar todo y así te sentirás mucho mejor, que bueno que en tú cocina estaban todos los ingredientes, aunque las gemelas creyeron que era una poción para envenenarte-

Lincoln miró con un poco de desconfianza el té, no estaba muy seguro de tomarlo por que en verdad apestaba y todos saben que los mexicanos inventan cada remedio que no siempre funciona, pero ante la mirada de Ronnie el chico aceptó tomarlo, ¿qué tan malo podía….

-¡Que asco!, prefiero lamer el suelo del piso del baño- se quejó el peli blanco.

-¡No seas princesa!, tómatelo o le diré a toda la escuela que aún duermes con un tonto conejo de peluche- dijo la mexicana señalando el juguete.

-¡No le digas tonto a Bun Bun!- el chico se sonrojo por la pena al recapacitar en sus palabras- es decir…. ese conejo no es mío, es solo que la otra vez Lana durmió conmigo y lo olvido.

Ronnie comenzó a reír no para burlarse, sino por lo tierno que se veía Lincoln cuando se enojaba, fue por ello que el chico se tomó de un solo trago el té de Ronnie, el cual le produjo un gran ardor en su garganta y le provocó un aliento que apestaba, por lo que Ronnie tuvo que callarlo para que no la fumigara:

-Qué te parece si mejor te leo tus cómics, siempre obtienes los nuevos números de Ace Sevvy mucho antes que yo- sugirió la mexicana mientras se sentaba a un lado del peli blanco.

Lincoln solo asintió para no abrir la boca y Ronnie comenzó a leerle, ambos compartían un gusto por los súper héroes y no tenían miedo de confesarlo a pesar de ya estar "grandes" para esas cosas.

Lisa entró a la habitación poco después para conseguir la muestra de orina que necesitaba pero de inmediato se conmovió ante la escena que vio: ambos niños dormían apoyados sobre el hombro del otro, era raro ver que sus ronquidos estaban sincronizados pero no por eso dejaba de ser tierno, la pequeña no pudo evitar sacar su celular de su bolsillo y tomar de la manera más silenciosa que le era posible una foto que guardaría para sí misma y tal vez sus hermanas o para extorsionar a su hermano cuando no se quisiera inyectar.

Harold y Clyde trabajaban en un importante invento, el chico disfrutaba de la compañía de uno de sus padres, pero en verdad desearía que Howard estuviera presente para que estuvieran todos juntos como familia:

-¡Solo debemos darle los toques finales y estará listo hijo!- mencionó el adulto con una sonrisa.

En ese momento una explosión produjo un hueco en la pared de la habitación donde se encontraban ambos y de una espesa nube de humo, salió el duende naranja:

-¡Nadie me traiciona y se sale con la suya McBride's- dijo el duende antes de sacar una pistola y amenazar con disparar a Clyde a lo que Howard solo reaccionó interponiéndose entre el villano y su hijo- ¡no me importaría asesinar a ambos al mismo tiempo!

Sin embargo, alguien se le anticipó al villano y de una parada lo derribó de su planeador, ¡el duende verde había llegado!:

-Será mejor que no te resistas o quizá sea el último día que veas la luz del sol- mencionó el duende verde entre risas mientras amenazaba al duende naranja con un arma.

En determinado momento ambos comenzaron a forcejear, pero claramente el duende verde obtuvo la victoria al inmovilizar a su oponente y aprovechando para quitarle el acelerador de la dilatación del tiempo de su morral, tras lo cual abrió un portal:

-Ahora entra- exigió el duende verde.

-Pero tiene poca batería, podríamos quedar atrapados en el limbo- objetó el duende naranja.

-Creo que ese sería el mejor destino que tendrías ante lo que te espera- el duende verde procedió a disparar sobre el hombro del duende naranja, produciéndole un dolor inimaginable y obligándolo a entrar al portal, cuando ambos ingresaron el portal este se cerró en una fracción de segundo, dejando a Clyde y Harold temblando de miedo por lo que acababa de pasar.

Continuará...